Resumen: La mujer rural se involucra en el campo laboral y amplía su participación en la economía adquiriendo presencia en la sociedad. Esta investigación aborda el caso de mujeres dedicadas a la maquila textil en las zonas rurales de Teabo y Tekit en el estado de Yucatán. La investigación fue descriptiva y transversal. La muestra fue de quince casos. La recolección de datos fue mediante entrevistas y visitas de observación a sus hogares y centros de trabajo. Entre los resultados sobresale que el motivo principal para dedicarse a esta actividad fue la insuficiencia del ingreso del esposo para el sustento de la familia. El período de recolección de datos abarcó de enero a abril 2010. El objetivo de este estudio es analizar las experiencias y procesos de desarrollo de proyectos autogestivos de mujeres empresarias en el municipio de Teabo y Tekit, Yucatán.
Palabras clave:desarrollo autogestivodesarrollo autogestivo, proyectos productivos proyectos productivos, mujeres empresarias en zonas rurales mujeres empresarias en zonas rurales.
Abstract: Rural women are involved in the workplace and expanding its participation in the economy gaining presence in society. This research addresses the case of women working in textile manufacture in rural areas and Tekit Teabo in the state of Yucatan. The study was descriptive and cross. The sample consisted of fifteen cases. Data collection was through interviews and observation, visits to their homes and workplaces. Among the outstanding results that the main reason to engage in this activity was the failure of the husband's income to sustain the family. The data collection period spanned from January to April 2010. The aim of this study is to analyze the experiences and processes of self-managed development projects for women entrepreneurs in the municipality of Teabo and Tekit, Yucatán.
Keywords: self-managed development, productive projects, women entrepreneurs in rural areas.
Artículos de investigación
Un acercamiento a mujeres empresarias de zonas rurales
Este estudio pretende dar respuesta a las siguientes preguntas de investigación: ¿Cuáles son los procesos de desarrollo de los proyectos productivos de las mujeres? ¿Cuáles son las experiencias de las mujeres en el desarrollo autogestivo? ¿Cuál es la percepción sobre los factores que han favorecido u obstaculizado los proyectos de las mujeres?
Desde épocas pasadas hombres y mujeres han cubierto su cuerpo. El tipo de vestimenta utilizada ha variado, debido a factores como el clima, el deseo de establecer distinciones sociales, la profesión u oficio que realice la persona y el gusto por embellecerse. Para la confección del vestuario se han utilizado muchos de los materiales de la flora y la fauna encontrados en el entorno geográfico (Quiceno Arias, 2009). Jaime Quinceno, al hablar sobre la moda comenta que “a lo largo de la historia, la configuración de prendas, los materiales y las técnicas para la confección y fabricación de los vestidos, han variado enormemente según los conocimientos, las posibilidades y los gustos de los distintos pueblos” (Quinceno Arias, 2009: 1), y que, “los primeros vestidos consistieron en zaleas y texturas vegetales. Los vellones trenzados unos con otros, pudieron sugerir ideas del tejido, y lo mismo las cerdas y crines, los tallos y raíces de plantas” (Quinceno Arias, 2009: 1).
Es de notar que la evolución de la moda y la tecnología no ha dado lugar a la pérdida de los valores estéticos tradicionales, este es el caso del huipil maya que portan las mujeres de esta zona (Rejón Patrón, 2007). Lo mismo ha sucedido con la típica guayabera1 que usan los hombres.
Las mujeres de Yucatán, como parte de la tradición, se han dedicado a la actividad de elaboración y venta de productos textiles, ya que al fabricar y vender satisfacían sus necesidades básicas como comida, ropa y calzado (Rejón Patrón, 2007). De igual manera, Martha Alles (2000) enfatiza que trabajando por cuenta propia la mujer soluciona el desempleo y la discriminación de género; sin embargo, un proyecto personal es algo en lo que se tiene que trabajar de manera constante. Existe una relación de esfuerzo y sacrificio personal ante las posibilidades reales de lograrlo; el éxito depende de sus capacidades y de las exigencias que impone el medio donde se desenvuelven.
En los últimos años la inserción constante y creciente de las mujeres en el campo laboral ha despertado el interés de los científicos sociales. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática “El trabajo extra-doméstico, es equivalente a la definición de población económicamente activa, el cual considera un conjunto de actividades destinadas a producir bienes y servicios para el mercado” (inegi/gdey, 2005: 131).
Hay actividades diseñadas para que las mujeres las lleven a cabo, este es el caso de la industria textil (García y De Oliveira, 1994), de igual modo, algunas mujeres de las zonas rurales han emprendido una serie de trabajos autogestivos emanados de los programas de gobierno, por lo que se vuelve interesante conocer la realidad que ellas viven. Tanto el Gobierno Federal como el Estatal, a través de diversas instituciones, han motivado la integración de grupos de procesos autogestivos, apoyándolos con recursos financieros, asesoría técnica y capacitación. En este último aspecto, se realizaron 12 talleres llamados: Mujeres Empresarias y Emprendedoras, beneficiando a 267 artesanas, en 12 municipios. De igual manera, la Secretaría de la Reforma Agraria (sra), a través del Programa de la Mujer del Sector Agrario, brindó apoyo a 371 productoras, de 28 municipios, con proyectos de engorda de pavos y pollos, confección de ropa, y compra y venta de zapatos. La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (cdi) financió proyectos de 825 mujeres, con una inversión total de cuatro millones 589 mil pesos, y con Fondos Regionales, esta misma comisión apoyó a 184 grupos de proyectos productivos de 72 municipios de alta marginalidad de los cuales 322 participantes fueron mujeres (Gobierno del Estado de Yucatán, 2007).
La cifras en cuanto a los últimos años se encuentran bien documentadas en el artículo de Beatriz Castilla y Alejandra García “La industria maquiladora de exportación de Yucatán y su especialización en la rama de la confección” (2006), en el que se trata el crecimiento de la industria maquiladora en Yucatán entre 1984 y 2000. Es importante mencionar que en los años posteriores al 2000 el apoyo dado a losproyectos autogestivos rurales, con participación comunitaria, ha tenido un incremento notable por parte del Gobierno del Estado de Yucatán, en el Informe del 2007 se puntualiza que, mediante programas gubernamentales como el Programa de Fortalecimiento a la Producción Artesanal de la Mujer Rural, se ha bridado apoyo suficiente “con la finalidad de mejorar y reforzar la capacidad y habilidad productiva de las artesanas, se atendió a 8,886 mujeres artesanas, pertenecientes a 184 grupos de 72 municipios de alta marginalidad” (Gobierno del Estado de Yucatán, 2007: 245). Dicho apoyo consistió en la dotación de insumos para la producción así como el pago de jornales, capacitación y administración de los proyectos. No obstante en la práctica su implementación resulta difícil ya que muchas veces se engloban diferentes sectores y autores que deben colaborar y coordinar esfuerzos de manera eficaz para obtener buenos resultados (Dahl-Ostergaard y otros, 2003).
Los proyectos de desarrollo rural de autogestión comunitaria son una herramienta para aliviar la pobreza de las zonas rurales; su alcance puede variar. Existen tres niveles de participación comunitaria, en el primero los actores sólo dan la información que se les solicita; en el segundo se presentan diversas opciones a la comunidad y sólo escogen, y en el tercer nivel los actores participan en la ejecución (Dahl-Ostergaard y otros, 2003). Esta investigación, ubicada en el periodo agosto 2008 a junio 2010, se ocupa de proyectos autogestivos generados por iniciativa de mujeres rurales.
En nuestro país, la población rural ha sido identificada por distintos organismos e investigadores nacionales e internacionales como uno de los segmentos de la población que vive en condiciones de mayor pobreza. Se ha dicho que “más de 60% de los habitantes en condiciones de pobreza de México, América Central y los países andinos, viven en zonas rurales y su pobreza es más extrema que los pobres de las zonas urbanas” (Echeverría González, 1998: 1). La población que reside en las áreas rurales de México presenta menores niveles de desarrollo y de bienestar formando uno de los principales grupos marginados, no sólo por vivir en localidades dispersas en el territorio, lo que les dificulta contar con infraestructura de servicios y de comunicación, sino por la baja productividad física y monetaria por hora-hombre de la fuerza de trabajo agrícola (inegi, 2002). También se le puede considerar un grupo socialmente vulnerable que vive en situaciones de precariedad en materia de recursos productivos: acceso a la tierra y empleos agropecuarios y no agropecuarios; así como de oportunidades para desarrollarse: servicios educativos limitados y deficiente atención a la salud. Todo esto dificulta su incorporación con equidad a la sociedad, a la comunidad, a las familias y como personas (inegi, 2002).
En los últimos años se ha llevado a cabo un gran esfuerzo para lograr la coparticipación de la mujer en todas las esferas del desarrollo rural. Han pasado a ser elementos dinamizadores de primer orden en su medio. Esta tarea no ha sido únicamente fruto del esfuerzo femenino, sino que a lo largo de los años se han producido grandes transformaciones en la cultura dominante. Tres han sido los modelos que se han seguido para avanzar en la incorporación de las mujeres al desarrollo: la equidad de género, la transversalidad y el empoderamiento; el primero se refiere a la impartición de justicia tanto con hombres como con mujeres, el segundo se refiere a aquella perspectiva integrada de conocimientos, y el tercero al potencial que tienen las mujeres para integrarse a la sociedad económicamente activa (Lorés Domingo, 2000).
Hay muchos ejemplos que dan cuenta de que las mujeres rurales, pobres e indígenas tienen la diligencia para salir adelante pues saben aprovechar las oportunidades que se les presentan. Es verdad que enfrentan muchos “cuellos de botella”, algunos de los cuales no tienen cómo vencer por sí solas, quedando entrampadas en un circuito perverso que reproduce su pobreza y exclusión; sin embargo, una vez que logran vencer esas restricciones, en diferente grado, la cosa es distinta: ya pueden seguir solas, como ordenadas emprendedoras que saben bien lo que quieren (Trivelli y Yancari, 2009: 3).
En México, los pequeños proyectos productivos constituyen la gran mayoría de las unidades productivas, contribuyen de manera muy importante al ingreso nacional y son las principales fuentes de empleo; las mujeres, como administradoras o propietarias, tienen un papel fundamental en este sector (Instituto Nacional de las Mujeres, 2006).
En los últimos cuarenta años, el número de proyectos rurales con participación comunitaria ha tenido un incremento notable debido a su compromiso de mejorar la eficiencia, sostenibilidad y el carácter participativo de tales proyectos. No obstante, en la práctica resulta difícil puesto que muchas veces engloban diferentes sectores y actores que deben colaborar y coordinar esfuerzos para obtener buenos resultados (Dahl-Ostergaard y otros, 2003).
Es interesante que algunas de las mujeres de zonas rurales de Yucatán han desarrollado sus propios negocios, que aunque tienen una estructura muy sencilla han servido de sustento a sus familias, siendo a veces un negocio de generaciones. En el estado de Yucatán la población económicamente activa es de 1, 212, 854; de esta población 620,812 son mujeres, de las cuales 141, 545 se dedican a la maquila textil, la población femenina restante se dedica a actividades como comercio y ganadería (inegi/gdey, 2005).
En el estado de Yucatán se ha podido visualizar que la sociedad establece intereses comunes tales como la búsqueda del desarrollo social, la promoción de las llamadas actividades culturales y el acceso al empleo, con ello han conseguido trabajo remunerado las mujeres rurales dedicándose a la fabricación y venta de productos textiles, de esta manera poco a poco van haciendo visible su presencia en la sociedad económicamente activa. Algunas de las mujeres de la zona rural de Yucatán participan en proyectos propios relacionados con la elaboración de artículos o vestidos típicos, confeccionan y venden huipiles, ternos, hamacas y guayaberas o prendas de vestir con bordados, entre otras cosas.
La producción artesanal ocupa un lugar importante, especialmente en los municipios de Tekit y Teabo porque gran porcentaje de la población se dedica a ella, en especial las amas de casa, que ocupan su tiempo libre en actividades remuneradas para contribuir al ingreso familiar. Entre las principales actividades artesanales se encuentran: la costura a mano (hilo contado) el bordado de ropa e huipiles y el urdido de hamacas.2 Es importante mencionar que, salvo el urdido de hamacas, las actividades son realizadas exclusivamente por mujeres; forman parte de un sistema de trabajo y de una estrategia familiar de sobrevivencia. Las prendas de vestir son vendidas −ya sea dentro de la población o en municipios cercanos− a un bajo precio, a pequeñas intermediarias del municipio o de municipios cercanos (Sagarpa, 2009).
El municipio de Tekit se encuentra ubicado en la región centro norte del Estado, posee una altura sobre el nivel del mar de 22 m, este municipio ocupa una superficie de 219.71 km2, limita al norte con Tecoh-Homun- Huhí, al sur con Mama-Mayapan-Chumayel, al este con Sotuta. El municipio cuenta con 23 localidades, de las cuales las principales son: Tekit (Cabecera Municipal), San Jerónimo, Tekal y Yaxic.
De acuerdo al Censo de Población y Vivienda 2000, la población es de un total 3,065 hombres y 2,969 mujeres; de los cuales 2,543 hombres pertenecen a la Población Económicamente Activa (PEA) y 995 mujeres se encuentran en la misma situación. 14% de la PEA de Tekit se dedica a actividades primarias (agricultura, ganadería, caza y pesca), 69% a actividades secundarias, rubro en el que se enfoca esta investigación (minería, petróleo, industria manufacturera, construcción y electricidad), y 16% de la PEA de Tekit está insertada en el sector comercio, turismo y servicios (inegi, 2000).
En el caso del municipio de Tekit se confeccionan guayaberas, blusas y huipiles de algodón; también se practica el urdido de hamacas y la elaboración de artículos de cuero (gdey, 2005). Por lo que respecta a Teabo, es un poblado que en el año de 1825 pasa a formar parte del partido de la Sierra Baja y tiene como cabecera Mama; en 1876 el pueblo de Teabo adquiere el título de villa; en el año de 1924, por medio del Decreto 144, publicado en el Diario Oficial, deja de tener la categoría de villa y vuelve a ser pueblo.
Teabo se encuentra localizado en la región centro del estado. Este municipio ocupa una superficie de 261.87 km2. Limita al norte con Mayapán-Chumayel, al sur con Tekax, al este con Cantamayec- Tixméhuac y al oeste con Maní-Akil. Cuenta con 20 localidades, de las cuales las más importantes son: Teabo (Cabecera Municipal), San Higinio, Kulche (gdey, 2005).
Con respecto a la población de Teabo, son 4,866 en total, de los cuales 2,343 son hombres y 2,523 son mujeres. De éstos, 1,981 hombres y 1,162 mujeres son económicamente activos (inegi, 2000). Del grupo de hombres y mujeres que se encuentran en total en el municipio de Teabo, 34% se dedica a actividades primarias; 43% a actividades secundarias, y el terciario es de 23%.
Con respecto al tipo de artesanías, el municipio de Teabo se dedica a la confección de ropa típica de la región como huipiles, al bordado a máquina o mano, al urdido de hamacas con hilos de algodón (inegi, 2000).
Lo importante de realizar esta investigación, es que el tener la oportunidad de estudiar las experiencias de mujeres empresarias en zonas rurales, puede dar la pauta para implementar acciones para beneficiarlas, conociendo sus necesidades particulares. No se pueden pasar por alto los factores culturales y de género vinculados con sus experiencias, ya que la sociedad está en proceso de cambio permitiendo la asimilación de las mujeres al sector productivo, aun siendo diferentes sus percepciones y las implicaciones que éstas tienen.
Con este estudio, al entender el esquema social y económico en el que se desenvuelven este tipo de mujeres se revelan los cambios que han realizado en su estilo de vida; al conocer sus cualidades y cuantificar su presencia en la vida pública, se comprenderá lo que las hace más productivas y emprendedoras. Se busca conocer el contexto en el que se desarrollan, qué les facilita crecer o qué se los impide, no sólo como personas sino como agentes productivos, conociendo posibilidades de capacitación que les permitirán desarrollarse, sentirse mejor en su labor y a la vez optimizar su calidad de vida. En este proceso se observó que las mujeres están dispuestas a capacitarse, por lo que es importante que se considere otorgarle capacitación según sus necesidades.
Esta es una investigación descriptiva y transversal. Se realizó un censo de los proyectos productivos de maquila textil cuyo líder fuera una mujer, en cada una de las poblaciones citadas, es decir, se consideraron todos los proyectos productivos activos al momento del estudio. La población estuvo conformada por quince mujeres con empresas dedicadas a la maquila textil, nueve de Teabo y seis de Tekit. El instrumento empleado para la recolección de datos fue la entrevista. Se trató de una entrevista semiestructurada en la que los elementos a analizar responden a: procesos de desarrollo, experiencias en ese desarrollo, y factores que ellas perciben que han favorecido u obstaculizado sus proyectos.
Primeramente se presentan los datos demográficos de la muestra estudiada y posteriormente se da respuesta a las preguntas de investigación.
En el cuadro 1 se puede observar que entre las 15 mujeres empresarias entrevistadas había casadas y solteras, en Teabo 89% (8) eran casadas, y 11% (1) solteras. En Tekit se encontró que 64% (4) eran casadas y 33% (2) solteras.
En lo que respecta a edades, se observa en el cuadro 2 que éstas oscilan entre los 26 y 67 años. De los casos que se entrevistaron en Teabo sólo 11% (1) tiene menos de 31 años, y 11% (1) tiene más de 61 años. Algo que se observó en este poblado es que en los rangos entre los 32 a 37 y 50 a 55 años no se encontraron casos para este estudio; en Tekit sí se encontraron casos que tienen entre 32 a 37 años 50% (3) y por lo que se observa en el cuadro 2, todos los casos son menores de 49 años.
En el cuadro 3 se muestra que en Teabo el mayor número de mujeres tiene entre cero y dos y entre tres y cinco hijos, sin embargo se presentaron casos que tienen entre 6 y 8 hijos, 21% (2) y de 8 a 10, 11% (1). Lo que respecta a Tekit en los casos encontrados se observa que no tienen más de 8 hijos; 83% (5), tiene entre cero y cinco hijos.
En cuanto al tiempo de inicio, se presenta en el cuadro 4 que existen mujeres que tienen menos de 5 años en esta actividad, en Teabo 11%( 1) y en Tekit 33% (2). En lo que respecta a Teabo, se puede observar que hay casos que tienen más de 36 hasta 41 años dedicadas a este negocio 22% (2), sin embargo en Tekit 33% (2) tiene de 6 a 10 años de inicio y la antigüedad de dedicarse a esta actividad no rebasa los 15 años, 34% (2).
Con respecto al número de personas que emplean, se puede observar en el cuadro 5, que esto varía, pues en el caso de Tekit, existen las que tienen hasta tres empleadas 83% (5) y el mayor número de empleadas que tienen es de 6 personas 17% (1), a diferencia de Teabo donde existen algunos casos que cuentan con más de 10, teniendo hasta 13 empleadas 22% (2), y hay casos que tienen de 20 hasta 25 empleadas 22% (2).
En Teabo, siete de las mujeres empresarias contratan a familiares y sólo dos no lo hacen. En Tekit, cinco de los seis casos contratan a personas que pertenecen a su familia, sólo en un caso los empleados no tenían relación de parentesco con el patrón.
Algunas de las empresarias han solicitado apoyo a instituciones gubernamentales,3 con el fin de tener los medios necesarios para continuar el crecimiento en sus negocios, sin embargo no todas han tenido la misma respuesta favorable, por lo que se observa en el cuadro 6 en Teabo 45% (4) no solicitó apoyo, 22% (2) solicitó y recibió y quienes solicitaron pero no se les proporcionó 33% (3). Es importante mencionar que el apoyo recibido ha sido para darle continuidad a los propios proyectos, no habiendo un vínculo para el crecimiento de estos proyectos, pues la cantidad de apoyo es insuficiente para crecer a largo plazo.
En esta parte del trabajo es importante mencionar la relación que mantienen el números de hijos con el tamaño de la empresa o con el tiempo que tienen sus productos en el mercado; según los resultados obtenidos en esta investigación es posible que no exista dicha relación. De las mujeres que tienen entre 7 y 9 hijos, 27% (4) tienen entre 11 y 26 años en el negocio de la maquila textil, sin embargo de las que tienen de 4 a 6 hijos, 13% (2) tiene entre 16 y más de 26 años en el negocio, de igual modo de las que tienen entre 1 y 3 hijos, 27% (4) su tiempo de inicio es menor, de 5 a 15 años, de igual manera se puede mencionar que de las que no tienen ningún hijo, 33% (5) tiene entre 6 y 20 años que iniciaron el negocio.
Al analizar las respuestas proporcionadas por las entrevistadas encontramos que:
La razón que todas ellas dan para haber iniciado su negocio fue la dificultad económica, ya que el dinero que tenían no era suficiente para cubrir los gastos de la casa. La mayoría de ellas empezó trabajando de manera individual y a lo largo del tiempo se fueron agregando más personas al proyecto. En todos los casos el negocio funciona en la casa de la líder del proyecto, y en la mayoría, todos los integrantes del negocio son de la familia, y en algunos de los casos donde también participan miembros ajenos a la familia, siempre hay dos o tres familiares.
Estas mujeres inician su negocio con una baja inversión producto del ahorro de ellas. Del total de 16 mujeres entrevistadas, se observó que 9 de estas mujeres han solicitado apoyos económicos para sus proyectos, pero únicamente se les ha otorgado el apoyo a cuatro de ellas.
Respecto a sus experiencias en el desarrollo autogestivo, las empresarias hablan de que les ha ayudado a ser más independientes, han contribuido a mejorar la economía familiar: han podido mejorar su vivienda y costear la educación de sus hijos. En general su principal motivación son los hijos y al parecer su experiencia es satisfactoria; expresaron sentirse útiles y productivas ya que contribuyen a los gastos de la familia. Han recibido el apoyo por parte de sus familiares y han aprendido que trabajando juntos pueden salir adelante. En cuanto a los efectos que ha tenido su proyecto en la comunidad mencionan, por un lado, la envidia por parte de las personas que ven que a ellas les va mejor, y por otro, el agradecimiento de quienes trabajan con ellas, ya que están generando fuentes de empleo en su comunidad.
Respecto a los factores que han favorecido u obstaculizado sus proyectos, la mayoría de ellas mencionó que el volumen de venta de sus productos está relacionado con su participación en exposiciones fuera del municipio, o en festejos de las escuelas y de su municipio. De igual manera, consideran que las ha favorecido la calidad de su trabajo, la satisfacción de sus clientes, la aceptación de su producto, el apoyo familiar, la ayuda de Dios, la dedicación, y que tienen metas y objetivos bien trazados. Consideraron que les ha obstaculizado la falta de capital, de trabajo, de promoción, los clientes que no les pagan y la falta de apoyo por parte del gobierno. Todas coinciden en que el factor más importante es el capital, ya que no tienen para invertir en materiales, los cuales son caros y ellas tardan mucho en recuperar lo que invirtieron para poder comprar más. Por último, todas hablan del esfuerzo como algo necesario para el éxito; en cuanto a los obstáculos, mencionan factores como: falta de capacitación, falta de tiempo, mucha competencia, dificultades de cobro porque venden a plazos.
Se pudo observar que estas mujeres tienen presencia social en su comunidad a través de las actividades productivas en las que participan, ya que el éxito implica la buena aceptación de algo o de alguien; esto se hizo evidente al platicar con gente de la comunidad y con autoridades municipales que tienen una buena opinión sobre estas mujeres. Para ellas la familia es muy importante pues, como emprendedoras, contratan a parientes dándoles la oportunidad de que crezcan económicamente con la elaboración de productos de maquila textil. Con respecto a la elaboración de estos productos, cuatro casos en Teabo y tres en Tekit trabajan exclusivamente sobre encargo, por lo que no requieren de una gran inversión para la compra del material. En Teabo siete casos y en Tekit cuatro, mencionan la falta de trabajo, tienen las máquinas y la disposición, pero no tienen mercado.
Se pudo observar que estas mujeres gozan de reconocimiento social en su comunidad, ganado por sus actividades productivas. El trabajo no las aleja de su familia, al contrario, les da ocasión de apoyar el crecimiento económico y el éxito. Hace falta que las instituciones y los programas gubernamentales apoyen el crecimiento de los proyectos autogestivos para poder llegar a otros lugares y de esta manera hacer más productivas las empresas que ahora sólo ayudan a satisfacer sus necesidades inmediatas.
Entre las recomendaciones, se sugiere a las mujeres que se presenten como un grupo sólido; que soliciten apoyo del gobierno a través de los programas que ofrece; que encuentren nuevas opciones de venta de productos; que se agrupen con artesanas de las comunidades cercanas, para presentar sus trabajos en otros municipios. Al gobierno, en el programa Fortalecimiento a la Producción Artesanal de la Mujer Rural en el Estado de Yucatán, se le recomienda que otorgue cursos de capacitación profesional y personal a las mujeres, para que establezcan o continúen un negocio. De igual manera, que haya un control, es decir que se forme una comisión general por municipio, la cual controle los recursos que se le otorgan; de igual modo que se les apoye con formas de venta y cobro de los productos, con sus inversiones, el tiempo de recuperación de ésta, etcétera; todo esto con la finalidad de formalizar los negocios de estas mujeres. Para alcanzar un crecimiento establece, el apoyo que reciben las mujeres tendría que garantizarse por lo menos por dos años, pues en ocasiones dura menos de seis meses.
Este análisis se basó en la información arrojada por programas gubernamentales como Crédito Productivo para Mujeres, Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías, Fortalecimiento a la Producción Artesanal de la Mujer Rural, Programa de Capacitación de la Mujer.