Reporte técnico

Hacia una renovación de la filología

Estefanía Damiana Antonieta Leyva Loría

Hacia una renovación de la filología

Temas Antropológicos. Revista Científica de Investigaciones Regionales, vol. 33, núm. 1, pp. 91-108, 2011

Universidad Autónoma de Yucatán

© Todos los Derechos Reservados Facultad de Ciencias Antropológicas, UADY 2018

Resumen: Se propone el repaso de algunas cuestiones relacionadas con la Filología, como la discusión acerca de su pertinencia en la investigación literaria. Asimismo, se describen las fases que se requieren para la creación de una edición, de acuerdo a criterios establecidos por la ecdótica y hermenéutica.

Palabras clave: filología, ecdótica, hermenéutica, edición crítica.

Abstract: We propose the reviewing of some matters related with Philology, like the discussions about it’s pertinence in literary research. Likewise, we describe the phases that are required on the creation of an edition, according to criteria established by Ecdotics and Hermeneutics.

Keywords: Philology, Ecdotics, Hermeneutics, critical edition.

Introducción

La historia de la Filología es tan antigua como la civilización occidental. Los primeros filólogos surgieron ante la necesidad de tener una sola versión de las obras de Homero (Gutiérrez Calderón, 2000: 355). El término philólogo se encuentra por primera vez en Platón, sin embargo, al mismo tiempo se utilizaba el término “gramático” (Gutiérrez Calderón, 2000: 361-362). A pesar de la diferencia terminológica, los objetivos eran los mismos en la época helenística y casi no difieren de la filología contemporánea,1 a saber: “un arte de lectura, una técnica de lectura cabal de los textos literarios” (Gutiérrez Calderón, 2000: 355).

Al ser la filología una lectura integradora, necesitará una serie de métodos que den como resultado el rescate de obras valiosas listas para el seguimiento analítico. Belem Clark de Lara, comenta que la filología en su sentido más amplio logra rescatar, depurar, fijar y ofrecer el establecimiento de la autenticidad de los textos, ya que logra preservarlos de los desgastes materiales a los que están expuestos; también los salva del olvido, de los cambios, alteraciones y mutilaciones. De esta manera logra prepararlos para una crítica eficaz, certera y provechosa, que conduzca a la interpretación y comprensión de la cultura nacional (Clark de Lara, s/f: 8).

Debido a los motivos anteriormente expuestos, se considera necesario hacer una revisión minuciosa de las pautas que se necesitan para la elaboración de una edición crítica de textos. Con esto se tiene el objetivo de difundir el método empleado para el rescate y edición de obras que son importantes para la historia cultural de nuestra nación. Al mismo tiempo, se logrará demostrar que la filología es una ciencia actual, seria y sumamente importante para los estudios culturales.

Como la filología es el conocimiento de todo cuanto es necesario para alcanzar la correcta comprensión de un texto, Gaetano Righi opina que la filología lleva consigo virtualmente la vocación interpretativa además de la aptitud para la crítica textual (citado en González Fernández, 2003). Por su parte, Lasso de la Vega afirma que la tarea de la filología se concreta en los siguientes aspectos:

  1. 1. Probar la validez y encontrar la significación de los testimonios antiguos.
  2. 2. Hallar la conexión entre los distintos aspectos solidarios y la concepción total del mundo y de la vida [según la obra y autor que se estén estudiando].
  3. 3. Describir ese conjunto unitario de la cultura […].
  4. 4. Buscar la línea de continuidad entre el espíritu moderno y la concepción de la vida y el pensamiento de un mundo pretérito. (citado en González Fernández, 2003).

Para lograr estos objetivos es necesario el apoyo de otras disciplinas, y es en este aspecto donde Pere Quetglas i Nicolau (citado en González Fernández, 2003) fue más específico, pues dividió las disciplinas relacionadas con la filología en dos grandes grupos: a) la filología formal que se encarga de entregar un texto que nos permita su comprensión a un nivel primario, y para ello hará uso de la paleografía, epigrafía, codicología, papirología y lingüística; b) la filología real ayuda a comprender por completo el texto ya asumido a nivel primario, y para ello hará uso de la geografía, la historia, la religión, la filosofía y todas aquellas ciencias humanas y sociales necesarias.

Otros autores, como Vittore Bianca (citado en Clark de Lara, s/f: 8), prefieren utilizar definiciones que sustituyan los términos de filología formal y real, y definen la filología como la “disciplina que comprende fundamentalmente la ecdótica y la hermenéutica, es decir, la recuperación del texto exacto y la interpretación que condiciona los valores ideológicos, sociales y estéticos”. Por otra parte, Alberto Blecua Perdices explica quién designó el vocablo ecdótica, y cuál es su objetivo:

Dom Quentin acuñó en 1926 un nuevo término, Ecdotique (‘Ecdótica’) […] y otros [autores] dan a este término un significado más extenso, puesto que incluiría, además de su núcleo puramente filológico –la crítica textual−, todos los aspectos de la técnica editorial, como es la disposición, titulación, el uso diferenciador de los caracteres gráficos, ilustraciones, etc. (Blecua Perdices, 2001: 18)

Se puede advertir en esta cita que el término es empleado para designar tanto el método de la recuperación de los textos, así como su interpretación. Debido a esto, se propone que los vocablos ecdótica y hermenéutica sean utilizados, el primero para el método de recuperación, y el segundo para la interpretación. Con esto se busca evitar confusiones terminológicas.

El método de la filología formal o ecdótica2

Para comprender el objetivo de la ecdótica, es necesario recurrir a la Teoría de la comunicación humana, iniciada por Roman Jakobson, donde propone que el lenguaje debe investigarse en toda la variedad de sus seis funciones, para comprender el acto de la comunicación verbal (Jakobson, 1988: 81). Dichas funciones se conceptualizaron de la siguiente manera:

El emisor, es la persona que transmite los contenidos emotivos mediante signos indicadores llamados mensaje, y éste a su vez conforma una estructura completa de significación y comunica; el mensaje está destinado a un receptor, quien es influido en su comportamiento cuando participa de la comunicación.

Sin embargo, para que pueda haber una comunicación eficaz es necesario que el emisor se valga de un canal material entre el emisor y el receptor; esto se logra a partir de la voz, con signos gráficos, con el rostro, el cuerpo y otros medios que portencialmente puedan comunicar. Por otra parte, el mensaje requiere un contexto de referencia, captable por el receptor, éste puede ser verbal o capaz de verbalizarse (si no fuera de esa manera, no se podría entender dicha información). De la misma forma, es necesario un código entera o parcialmente común entre el emisor y el receptor, dicho código no es otra cosa que el repertorio de unidades convencionales que se utilizan para transmitir el mensaje (lenguaje hablado –idioma–, signado o kinestésico), (Jakobson, 1988: 81).

Jakobson afirma que en toda comunicación humana se encuentran estos seis elementos, y por eso es importante identificarlos todos. Sin embargo reconoce que es necesario advertir que estas funciones tienen un orden jerárquico diferente al momento de estudiarlos, y éste se da según el tipo de estructura verbal que se interprete. Las necesidades de esta investigación han modificado la jerarquía de las funciones. Por ese motivo, para analizar las obras literarias, se reorganizará el esquema de la comunicación de la siguiente manera: el emisor se constituye por el escritor, el mensaje es el texto, y el receptor son los lectores de dichas obras literarias (ver ilustración 1).3

Ilustración 1. Factores de la
comunicación humana. Modelo de Jakobson.
Ilustración 1. Factores de la comunicación humana. Modelo de Jakobson.
Cuadro de la autora

En la comunicación también se dice que todo aquello que impida la buena transmisión de un mensaje se le denomina ruido (Fernández de Loyola, 2005). En ecdótica un ruido se puede encontrar a través de seis errores principales: a) por adición, cuando se repite una letra, una sílaba, una palabra o una o más frases; b) por omisión, cuando se omite una letra, una sílaba, una palabra o frase de extensión variable; c) por alteracióndel orden, cuando dos elementos habitualmente contiguos –letras, sílabas, palabras, frases– invierten su orden; d) por sustitución, cuando se cambia una palabra poco frecuente o desconocida por otra de grafías similares; e) errores ajenos a una persona, son todos aquellos casos de pérdidas de palabras, frases o pasajes, a veces de extensión muy considerable, debidos a agentes destructores como el tiempo, la humedad, el fuego y la polilla (Blecua Perdices, 2001: 18-25); f) por censura, cuando los textos son alterados por editores u otras personas encargadas de censurar palabras o pasajes de obras (Fernández de Loyola, 2005).

Por esa razón la Ecdótica se encargará de fijar un texto, generalmente literario, tal y como salió de las manos de su autor, depurándolo de imperfecciones y errores acumulados con el paso del tiempo (Fernández de Loyola, 2005).

Transmisión y clasificación de los textos

Antes de comenzar un trabajo de recuperación de obras, es necesario conocer el tipo de texto con el que se cuenta. Existen tres tipos de textos con características particulares: los manuscritos se reconocen por ser obras escritas a mano, los textos mecanografiados se realizan utilizando una máquina de escribir, y los textos impresos se realizan en las casas editoras con máquinas diseñadas para esa labor.

Los manuscritos a su vez se dividen en dos: los autógrafos y los apógrafos. Los autógrafos son textos escritos por el propio autor, pero existen tres variantes: 1) el borrador, que consiste en un escrito hecho por el autor sobre el que luego hace enmiendas y correcciones; 2) el original, que consiste en la copia cuidada del borrador; 3) la copia autógrafa, que consiste en una copia hecha sobre el original o sobre otra copia del original (Fernández de Loyola, 2005).

El segundo tipo de manuscritos recibe el nombre de apógrafo y su principal característica consiste en ser una copia hecha sobre el manuscrito original o sobre otra copia del original; sin embargo, el apógrafo no está hecho por el autor (Fernández de Loyola, 2005).4

Por otra parte, es posible escribir hasta cinco textos mecanografiados originales (Cobiella de Giménez, 2008) alternando hojas blancas con papel carbón, el cual impregna sus pigmentos en dichas hojas, logrando las mismas características tipográficas (Menéndez Díaz, 2006).

En ecdótica también es importante saber de qué manera nos llega la obra, y a este fenómeno se le conoce como transmisión. Existen dos tipos de transmisión: cuando la obra que se estudia se encuentra de forma completa o parcial, se le conoce como transmisión directa. Cuando sólo nos llegan trozos de un texto encontrados en otras obras, o sólo referencias o pasajes existentes en otros textos, se le conoce como transmisión indirecta (Fernández de Loyola, 2005).

Una vez identificado el origen de los textos, se procede al trabajo ecdótico dividido en dos grandes fases: la primera se denomina recensio [recensión], y tiene como fin delimitar la filiación y jerarquías de los testimonios encontrados; la segunda fase se denomina constitutio textus [reconstrucción de la obra]. Ésta es la parte decisoria, por lo tanto es la más complicada, ya que tiene como fin dar un texto crítico concreto a los lectores (Blecua Perdices, 2001: 33, 60).

Recensio

Podría suceder que en la búsqueda de textos literarios se encuentre un solo testimonio; en ese caso la atención se enfocaría en la segunda fase del trabajo ecdótico [constitutio textus]. Si por el contrario, se encuentra varios textos que aludan a una misma obra, es necesario realizar la recensión (Fernández de Loyola, 2005). Para realizarla es necesario avanzar sobre tres puntos importantes:

Constitutio textus

Se definirá como constitutio textus a la fase decisoria y más pragmática que tiene como fin dar un texto crítico concreto a los lectores (Blecua, 2001: 33). Por lo tanto, en esta segunda fase se tiene como objetivo constituir, según el testimonio de los manuscritos supervivientes, la más antigua forma recuperable del texto que yace tras ella (Clark de Lara, s/f: 13). Sin embargo, para obtener el arquetipo, Blecua Perdices (2001: 31-33) menciona que será necesario completar otra serie de pasos.

Clases de ediciones

Otro aspecto importante en la filología consiste en definir el tipo de edición que se desea realizar a la obra. Fernández de Loyola (2005) nos menciona siete tipos de ediciones:

El método en la filología real o hermenéutica

Rosado y Ortega (2004) mencionan que la hermenéutica tuvo principalmente dos tipos de interpretaciones: por un lado se consideraba que la historia se podía interpretar de manera “objetiva”; por otra parte, se afirmaba que primero era necesario pensar en el horizonte de intelección que cada individuo posee, ya que de ahí se abría un abanico de posibilidades para la interpretación histórica, por lo tanto, el trabajo hermenéutico se debía fundamentar en el individuo que es el sujeto de la intelección (Rosado y Ortega, 2004: 72-74).

En la década de 1970, Emerich Coreth desarrolla su pensamiento respecto al problema hermenéutico, para determinar ciertos elementos constitutivos de la intelección, tanto personal como histórica. Él menciona que la intelección muestra, primeramente, una estructura de diálogo, pues es necesario que las personas se comuniquen para que ambas entiendan el sentido de sus palabras (Coreth, 1972: 133). También menciona que a través del diálogo los puntos de vista pueden encontrarse y profundizarse, y gracias a esto, no sólo se entiende lo que quiere decir el interlocutor, sino también se entiende al sujeto que se encuentra detrás de esa afirmación. A esto se llama intelección humana(Coreth, 1972: 133).

De la misma forma, el autor comenta que la intelección también tiene estructura de horizonte, y por ésta se indica al contexto en que el sujeto vive, el cual procede de un trasfondo de experiencia o de una situación determinada, y todo esto le da sentido al sujeto de la intelección (Coreth, 1972: 97). Sin embargo, estas estructuras –dialógicas y de horizonte– mediadoras entre el sujeto y el objeto de conocimiento, provocan limitaciones en el proceso intelectivo. Por un lado, al estar el sujeto condicionado por su mundo y su historia –a través del horizonte–, no puede saber nada ‘absolutamente’, y el sujeto se transforma en ‘objeto’ de su mundo, antes de que pueda ser el propio sujeto del conocimiento (Coreth, 1972: 134). Por otra parte, el lenguaje crea otra limitación en el sujeto, ya que en el diálogo es probable que el interlocutor se convierta en oponente porque se exprese con usos lingüísticos que no son usuales (Coreth, 1972: 143), o porque el otro tenga una visión “extraña”, es decir, se encuentra en un mundo distinto, con su propio contexto y su propia experiencia y valoración. Aunque se entienda lo que dice, su horizonte es el que impide comprender totalmente porque choca con el horizonte del interlocutor (Coreth, 1972: 144).

Estas limitaciones que tiene el sujeto reciben el nombre de choques contra el límite. Coreth menciona que éstos se presentan en dos momentos: por un lado se observa un choque hacia atrás, el cual obliga al sujeto a reflexionar sobre su propio modo de intelección con el objetivo de conocer los límites de su horizonte. A su vez se realiza el choque hacia adelante, cuando el sujeto observa su límite y se abre paso para esforzarse y entender al otro a partir del mundo que aquél tiene, de su manera de ver y de sus presuposiciones (Coreth, 1972: 145). Coreth argumenta que estos choques son importantes en el proceso intelectivo, ya que gracias a ellos el horizonte personal de comprensión está dispuesto esencialmente a ser ampliado y enriquecido por concepciones y experiencias posteriores (Coreth, 1972: 146).

Después de explicar el proceso de intelección en las personas, Coreth centra sus argumentos en las clasificaciones que tiene el entendimiento. De ello resulta significativa la mención que hace del entender histórico, descrito de la siguiente manera:

Se trata de entender en su contexto histórico, hombres del pasado, sus obras, sus hechos, destinos y decisiones. Para lograr entender estos acontecimientos necesitamos recurrir a los testimonios objetivos de la historia. Estos testimonios son obras producidas por los hombres como edificios, instrumentos y obras de arte (Coreth, 1972: 78).

El autor comenta que la intelección histórica es similar a la humana: para comprender, los seres humanos dependen de las palabras, los gestos o la conducta (Coreth, 1972: 79). Sin embargo, la diferencia radica en que las personas pueden encontrarse presentes y si tenemos dudas sobre lo que dicen, podemos preguntarles para que nos contesten, y así se establece un nuevo diálogo. En cambio, el texto sólo puede entenderse en la medida en que se identifique en contexto; con ello se conocerá el trasfondo cultural, la manera de pensar y el uso lingüístico del autor (Coreth, 1972: 79), es decir, la tradición de la cual proviene el texto.

Para lograr lo anterior, Coreth sugiere a los filólogos preguntar en las obras escritas en el pasado, qué es lo que entonces se dijo y qué significó en la lengua, en la mentalidad, en el trasfondo de la situación histórica y cultural, y también en la situación concreta y desde la intención determinada del escritor (Coreth, 1972: 184).

Presentación del aparato crítico

A partir de lo expuesto por Coreth, se puede pensar en el aparato crítico como una introducción al texto que permita ampliar los dos tiempos del choque contra el límite, sobre todo si se piensa en lectores que por primera vez se acercan a la obra en cuestión. Generalmente, las ediciones –independientemente de la que se decida realizar– introducen el texto con un trabajo crítico o hermenéutico, que presenta los siguientes aspectos:

Comentarios finales

Como se ha podido observar, el trabajo filológico requiere un doble método para su aplicación. Por un lado, es necesario conocer y obtener todos los elementos para la conformación del arquetipo o texto final, dependiendo del tipo de edición que se realice. Por otra parte es necesario que el filólogo conforme un aparato crítico que contribuya a una mayor comprensión de la obra, autor y situación histórico-cultural.

Se ve entonces la necesidad de adentrarse a esta rama de la literatura con la convicción de que coadyuvará en los trabajos de investigación de la literatura, particularmente, la producida en México desde la conquista hasta aproximadamente la primera mitad del siglo xx. Por fortuna, nuestro país cuenta con valiosos archivos de donde se puede recuperar información con ayuda de la filología, pues como dice Delia Pezzat “el estudio, la lectura e interpretación de esos documentos es de gran importancia no sólo para valorar una de nuestras riquezas culturales, sino para encontrar información de primera mano” (Pezzat, 1990: 19).

Por otra parte, el trabajo filológico abre nuevas opciones laborales y de investigación. Dedicarse a la literatura no sólo quiere decir crear obras artísticas o estudiar autores contemporáneos. Es necesario reconocer que tenemos un pasado literario que ha nutrido las narraciones modernas. Por lo tanto, el estudio y conocimiento de obras creadas con anterioridad, ayudará a encontrar esas tradiciones literarias que autores anteriores plasmaron en sus creaciones.

Bibliografía

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Notas

1 La lectura (anágnosis) […] constituye la primera parte de la Gramática, se hará en voz alta: en ella debe procurarse no sólo una correcta entonación gramatical (acentos de palabra, comas, indicaciones de modalidad y límites de frase), sino también una ejecución artística adecuada a las exigencias estéticas de cada género literario y de cada situación […] la scriptura continua (es decir, sin indicación de límite de palabra por blanco de escritura) […] exigía un conocimiento previo de las unidades de significado y sentido, y de las normas de prosodia […] La explicación (exégesis) de los tropos poéticos (desde el hipérbaton a la metáfora, la alegoría o la ironía), que dificulta[ban] el acceso al sentido del texto […] [En] esta […] parte de la Gramática [se] excluye, en principio, a la prosa, donde no tienen cabida los giros propios de las producciones sujetas a ritmo medido […] La [siguiente] parte se ocupaba de dilucidar el significado de las palabras raras (glossai), por extranjeras o por antiguas (y hasta por novedosas), y los relatos (historíai) de sucesos, nombres de lugares o prosopónimos mal conocidos por el lector […] la Etimología […] Servía más que nada para desentrañar, en la medida de lo posible, el significado de las palabras compuestas y derivadas […] También la Analogía, antepasado de la Morfología en particular y, en general, de la Lingüística, proporcionaba al gramático un procedimiento eficaz para la exégesis y, sobre todo, para la edición (ékdosis) de textos. Se trataba de un cálculo de proporciones referido a los elementos de la lengua; [La última parte consistía], según los escoliastas, no en juzgar si el poema era malo o bueno (pues eso supondría que el crítico fuera poeta, y la Poética no formaba parte de la Gramática), sino en dictar un veredicto sobre la autenticidad de una obra, un pasaje o un verso, veredicto que establecía el gramático Aristarqueo gracias a su plena competencia en todos los niveles de la composición (mitología, métrica, lengua, historias, glosas, orden de palabras, concisión y rasgos de estilo, y caracterización de los personajes) (Gutiérrez Calderón, 2000: 364-367).
2 Se empleará el vocablo ecdótica para designar el proceso, cuyo producto final es entregar un texto que nos permita su comprensión a un nivel primario, y para ello hará uso de la paleografía, epigrafía, codicología, papirología y lingüística (González Fernández, 2003).
3 La información de este cuadro proviene de Jakobson, 1988: 81. Sin embargo, la autora de este artículo ha ejemplificado la información con este cuadro.
4 Es necesario aclarar que la recuperación de textos escritos a mano se realiza a través del Método Paleográfico, el cual no se explicará en este artículo.
5 Variante textual cuya fidelidad o desviación respecto al original no puede establecerse o bien no altera sustancialmente el sentido (rae, 2001:45).
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