Reseñas
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA: El elegido de los dioses. (R. Bixio, Trad.). Leopold Infield (1948), México: Siglo XXI Editores (Trabajo original publicado en 1978), 232 pp.
Recepción: 08 Mayo 2017
Aprobación: 21 Junio 2017
Sobre la vida del famoso matemático francés Évariste Galois (1811-1832) no se cuenta con mucha información, más allá de sus escritos conocidos en su mayoría, después de su muerte. En el presente libro, el autor Leopold Infield (1898-1968) físico polaco colaborador de Einstein, presenta un matiz novelesco y hasta romántico de la vida de Galois. Infield aprovecha la oportunidad del desconocimiento de detalles personales de la vida del matemático, para interpolarlos con efectivas dosis de drama. En este sentido, cabe destacar la habilidad del autor para envolver al lector en una prosa histórico-dramática, a sabiendas de que, quien lee, apresurará la lectura biográfica.
Leer en esta Obra, la vida de quien dio estructura al Álgebra moderna, inspira, apasiona, e incluso, tal vez contagie el espíritu revolucionario del matemático, algunas veces rebelde ante la autoridad política y religiosa, y otras veces incomprendido por sus profesores y colegas matemáticos. En el prólogo de la edición en castellano, Sadosky (1940-2010) matemática argentina, hace hincapié en el coraje revolucionario de Galois, lo dibuja como un político de extrema izquierda, congruente con sus ideas y no como utopista o resentido social:
“La actividad política de Galois como republicano y como miembro de la Sociedad de Amigos del Pueblo, asociación de extrema izquierda, no fue el fruto marginal de un resentimiento, fue principal en su vida y en esto se destaca como el único gran científico que actuó primordialmente como un militante revolucionario…” (p. 4).
En el prólogo, el autor hace énfasis en las motivaciones que tuvo para escribir el libro, a partir de una plática de amigos en el marco de la caída de Francia (1940), en torno a la nostalgia patriótica de una nación desolada por el ejército alemán; es cuando resplandece lo mejor de los pueblos, en particular, sus científicos. Infield, enfatiza para sí mismo y para los lectores, el hecho de documentarse para divulgar la vida y obra de un colega científico en tiempos de la Segunda Guerra Mundial:
“Durante los años de guerra, el pensar en Francia y en Galois fue para mí y para mi mujer una evasión necesaria en tiempos de temores, dudas, adversidades. Dediqué todo mi tiempo libre a estudiar la vida y la época de Galois” (p. 7).
En el capítulo I Reyes y matemáticos, se sitúa el nacimiento del algebrista hacia 1811, bajo el régimen del Imperio de Napoleón “cuando el Imperio estaba maduro para el desastre” y enmarcado dentro del florecimiento de matemáticos clásicos como Legendre (1752-1833), Lagrange (1736-1813), Monge (1746-1818) y Laplace (1749-1827) que tendrían influencia en Cauchy (1789-1857) y Galois, quienes a su vez, influenciaron a las futuras generaciones. En esta sección, se describe el régimen social en torno a Napoleón, quien es señalado como mezquino, arrogante, deshonesto, carente de autocrítica; sin embargo, fue de los primeros gobernantes que comprendió que con la ciencia, también se ganan guerras. Así, se aseguró de apoyar la Escuela Politécnica, símbolo de su Imperio, y nombró a matemáticos como duques y amigos del Emperador.
El capítulo II, La Rebelión en el Louis-le-Grand, narra algunos hechos familiares de Galois, de su admiración hacia su padre y abuelo, quienes se desempeñaban como alcalde y juez, respectivamente. A Galois, le desagradaba su escuela, el olor a orines que ahí se percibía, así como la cara desagradable del director y de algunos profesores. Había ocasiones en que Évariste imitaba las voces del director mientras platicaba con su padre, ambos reían, hasta que su madre le ponía un alto. Mientras estudiaba, su madre le dio dos premisas: “Sin una buena educación no llegarás a nada. Si quieres ser juez, médico, o un hombre de ciencia, debes ir a la escuela y obtener títulos, te guste o no te guste”, en tanto su padre le encomendaba: “Puedes odiar las ideas, pero no a los hombres que las representan. Aun cuando pudieras destruir a esos hombres, no destruirías sus ideas”. En este apartado, se describe la primera participación de Galois en un movimiento estudiantil en el Liceo Louis-le-Grand, quien fue erradicado oportunamente por el director de la escuela.
En el capítulo III, Soy un matemático, se deja implícita la personalidad matemática de Galois: inteligente, irreverente, rebelde, tal vez arrogante y presuntuoso. En este apartado, se señala el primer contacto de Évariste con las matemáticas, al repetir un año en su escuela, decidió estudiar matemáticas, una materia “impopular” desde entonces. En esa oportunidad, su primer acercamiento, fue a través de la geometría y el álgebra. El autor, destaca la admiración de Galois por la elegante estructura de la geometría, cimentada por axiomas y teoremas; lo contrariaba el álgebra, en el cual no apreciaba tal estructura y belleza. Cabe mencionar, que fue en esta etapa cuando Évariste comenzó a dedicarse a buscar las condiciones bajo las cuales una ecuación puede ser resuelta por radicales.
El capítulo IV, Persecución, se dedica a la descripción de la pérdida del padre de Galois, quien aparentemente, decide quitarse la vida por las burlas y confrontación con el párroco de la ciudad donde vivía y ejercía como Alcalde. La pérdida de su padre, hace caer a Évariste, presa de su cólera y coraje; estos sentimientos son superados refugiándose en su trabajo con las matemáticas y los problemas que venía desarrollando, hasta que, finalmente, abandona su examen de admisión en la Escuela Politécnica, luego de sentirse humillado e incomprendido por las preguntas tan obvias de su sinodal.
En capítulo V, En el año de la revolución, se narra la rebelión que expulsó a Carlos X como rey de Francia, se deja entrever las decisiones políticas que llevaron a Galois a despreciar el régimen del rey Borbón. Además, se expone la poca o nula simpatía que Évariste recibía de sus compañeros de aula durante su estadía en la Escuela Preparatoria ̶ formadora de profesores ̶ , al parecer, solo era admirado por dos de sus compañeros, un primo llamado Bernard y Chevalier, este último, se convertiría en amigo cercano del matemático quien a la postre se convertiría en divulgador de su obra junto con el hermano de Galois. En el marco de la revolución para el exilio de Carlos X, Évariste tuvo su primer acercamiento serio a la política bajo la premisa que recordaba de su padre:
“Hasta la matemática, la más noble y abstracta de todas las ciencias, tiene su corona en el aire pero sus raíces se hunden profundamente en la tierra en que vivimos. Ni siquiera la matemática te permitirá escapar a tus padecimientos ni a los de tu prójimo” (p. 84).
Sin embargo, también se señala que Galois pudo conocer claroscuros dentro de la “Sociedad de los Amigos del Pueblo”, grupo político del cual formó parte:
“Descubrió que inclusive entre los republicanos había no sólo hombres dignos de amor y admiración sino también hombres a quienes se debía despreciar y combatir; halló allí heroísmo y cobardía, honradez y crimen, brillantez de mente y chata estupidez; una atmósfera a veces deprimente y a veces exaltante” (p. 109).
En el capítulo VI, A Luis Felipe, Galois se siente ignorado, la Academia no testimonia la brillantez de su trabajo matemático, al “extraviar” dos de sus artículos, es persuadido por su amigo Chevalier para redactar una nueva versión de sus resultados y enviar de nuevo su manuscrito por tercera vez. Évariste se siente ignorado, no solo por la Academia, la Escuela Politécnica que lo rechazó dos veces y la Escuela Normal que lo expulsó, también por el régimen que no daba cuenta aún de tan “vehemente republicano”. Así, llegó a sentir admiración o celos por los 19 republicanos detenidos y acusados de conspiración contra el rey. Debido a esto, sugiere en un brindis: “¡A Luis Felipe!” con un puñal en la mano levantada, -lo cual se interpretaba como una amenaza a la vida del Rey-. De esta manera es detenido por la policía, encarcelado y luego de un fugaz juicio, es encontrado inocente, no sin antes dejar testimonio de su espíritu republicano. En los archivos de la policía, quedó registro de un aspecto que lo caracterizaba: le tildaron de “muy valiente y fanático”.
En el capítulo VII, Sainte-Pélagie, se narra el segundo arresto del matemático, en esta ocasión, por portar armas y uniforme militar. Sainte-Pélagie es la prisión donde estuvo recluido Galois más de tres meses en espera de juicio, posteriormente es sentenciado a seis meses de cárcel; durante ese tiempo, recibe una carta de los revisores de su artículo. Analiza las observaciones de su manuscrito revisado por Poisson (1781-1840), quien sugiere acatar las observaciones puntuales y generales hechas a su trabajo;, necesitaba una nueva versión más completa de su monografía, pues no alcanzaba a comprender su obra. Estando en prisión, Évariste comienza la redacción de dos artículos para dar contestación a la Academia, en relación con la mejora de su manuscrito.
Capítulo VIII, Libertad recobrada, ante la salud disminuida de Galois, le fue concedido bajo juramento, pasar los últimos días de su condena en un sanatorio. Durante su estadía en ese lugar, conoció a “Eve” con quien buscó tener un vínculo sentimental, al poco tiempo, el matemático apertura su corazón a la chica, quien no le corresponde por ser la amante de otro hombre. Al escuchar los motivos, Évariste se siente ofendido y estalla en cólera contra Eve; esta discusión lo condujo a un duelo contra dos caballeros: el supuesto amante y un familiar de la mujer. La noche previa al duelo, Galois decide empeñarse en concluir la redacción de sus trabajos. Él pensaba: “¡La matemática me ha dado mis únicos momentos de gran felicidad! A muy pocos se les concede tal felicidad. Debo pagarla. Ese fue mi verdadero amor”. Durante las primeras horas del día siguiente, se dirige al lugar en donde se llevaría a cabo el duelo, a su arribo, se establecen las reglas con los padrinos, inicia el duelo, el matemático recibe un tiro, no logra levantarse y es abandonado por sus padrinos. Un campesino carga con él hasta un hospital donde es visitado por su hermano menor Alfred, antes de perder la vida.
En el epílogo, Infield aclara las fuentes de su información de cada capítulo, señala las fidedignas y las que recibieron dosis de drama y especulación. Por ejemplo, los registros escolares y algunas cartas escritas y firmadas por Galois son material auténtico. El autor pone énfasis en la forma en que Galois perdió la vida, aprovecha las suspicacias para sugerir que fue espiado, después de amenazar la vida del rey, y que quienes estuvieron involucrados en su muerte, eran agentes encubiertos que infiltraban mujeres en los grupos republicanos.
Galois “El elegido de los dioses”, bien pudo haber sido asesinado por el régimen, traicionado en un duelo de honor; pudo haber decidido trabajar exclusivamente en las matemáticas, o como activista político, decidió combinar ambas cosas, pero sobre todo, fue firme en sus ideas, y a veces la ideología quita la vida. Criticó a la élite Académica que no leía o no comprendía sus manuscritos. Él pudo haberse dejado seducir por el espejismo de una vida tranquila de Monsieur Richard. Évariste Galois fue un genio matemático y también fue sensible a la sociedad, su vida y su obra germinaron hasta después de su muerte.