Ciencias de la Salud, Biológicas y Químicas

Alimentación, ejercicio y condiciones sociales en la prediabetes y la diabetes tipo 2

Diet, exercise, and social conditions in pre-diabetes and type 2 diabetes

Mónica Yolanda García Madrid a
El Colegio de Sonora, México
Pablo Alejandro Reyes Castro b
El Colegio de Sonora, México
Gerardo Álvarez Hernández c
Universidad de Sonora, México

Alimentación, ejercicio y condiciones sociales en la prediabetes y la diabetes tipo 2

Entreciencias: Diálogos en la Sociedad del Conocimiento, vol. 11, núm. 25, 2023

Universidad Nacional Autónoma de México

Se autoriza la reproducción parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.

Recepción: 21 Marzo 2023

Aprobación: 31 Mayo 2023

Publicación: 23 Junio 2023

Resumen: Objetivo: analizar la probabilidad de cambios en alimentación y ejercicio asociados a los distintos momentos de la evolución diagnóstica de la diabetes tipo 2 y a las condiciones sociales en la población adulta mexicana.

Diseño metodológico: se realizó un análisis a partir de datos obtenidos del Estudio Nacional de Salud y Envejecimiento en México (2012, 2015 y 2018). Se seleccionaron variables considerando el estado de salud y las condiciones sociales reportadas.

Resultados: en 1 879 personas, 38.2 % alcanzaron niveles de prediabetes, 40.5 % niveles de diabetes tipo 2 y 21.3 % niveles normales de glucosa. Realizar cambios en alimentación y ejercicio, se asoció significativamente con tener ya un diagnóstico de diabetes tipo 2 y de alguna comorbilidad, mayor grado de escolaridad, menor edad, contar con derechohabiencia, mayor índice de bienes, mantenerse en comunicación con amigos y familiares y tomar las decisiones médicas entre el doctor y el respondiente/familia.

Limitaciones de la investigación: la tarjeta de resultados que fue entregada a los participantes del Estudio Nacional de Salud y Envejecimiento en México no señala la condición prediabética.

Hallazgos: el conocimiento del estado de salud despierta interés en 2 el cuidado de la alimentación y el ejercicio. Se observa cómo esta práctica es influenciada por las condiciones sociales y el acompañamiento de las redes de apoyo en la prediabetes y en la diabetes tipo 2.

Palabras clave: alimentación y ejercicio, prediabetes, diabetes tipo 2, condiciones sociales..

Abstract: Purpose: To analyze the probability of dietary changes and exercise associated to the different stages of a type 2 diabetes diagnostic evolution and social conditions in the Mexican adult population.

Methodological design: An analysis was carried out based on data obtained from the National Health and Aging Study in Mexico (2012, 2015 and 2018). Variables were selected considering health status and reported social conditions.

Results: In 1,879 people, 38.2 % reached prediabetes levels, 40.5 % type 2 diabetes, and 21.3 % normal glucose levels. Dietary modifications and exercise were significantly associated with having already been diagnosed with type 2 diabetes or with some comorbidity, higher education, younger age, having health services, a higher index of assets, staying in contact with family and friends, and making personal medical decisions together with family members and health care professionals.

Research limitations: The results card that was given to participants of the National Health and Aging Study in Mexico does not indicate prediabetic condition.

Findings: Knowledge of health status sparks interest in both dietary care and exercise. The manner in which this practice is influenced by social conditions and accompaniment through support networks in prediabetes and type 2 diabetes is observed.

Keywords: Diet and exercise, prediabetes, type 2 diabetes, social conditions..

INTRODUCCIÓN

La diabetes tipo 2 (DT2) es una enfermedad crónica no transmisible degenerativa debida a una pérdida progresiva de secreción de insulina, es el tipo más común y representa alrededor de 90 a 95% del total de los casos de los diferentes tipos de diabetes (ElSayed et al., 2023). Entre 1980 y 2014, el número de casos de DT2 se cuadruplicó a nivel mundial, pasando de 108 a 422 millones de casos (Organización Mundial de la Salud [oms], s.f.). En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) de 2018, 10.3% (8.6 millones de personas) de la población de 20 años y más reportó contar con un diagnóstico médico previo de diabetes (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [Inegi] e Instituto Nacional de Salud Pública [insp], 2018). Respecto a la mortalidad, en el año 2020 la DT2 ocupó el tercer lugar entre las principales causas de muerte a nivel nacional (Inegi, 2022).

Dentro del proceso de la historia natural de la DT2, la prediabetes, es una condición intermedia en la que se presentan niveles de glucosa que no alcanzan el criterio de diagnóstico de DT2 pero que sí muestran una alteración, es decir, que son demasiado altos para ser considerados dentro del rango normal (hemoglobina glicosilada [HbA1c]; en prediabetes: 5.7- 6.4%, en DT2 ≥6.5%) (ElSayed et al., 2023). En 2011, cerca de 280 millones de personas en el mundo tenían prediabetes, y se estima que, para el año 2030, este número aumentará a casi 400 millones (Hill et al., 2013). Una vez que se presenta el estado de prediabetes, se estima que lleva entre 7 y 10 años de evolución para llegar al diagnóstico de la DT2 (Moreno-Altamirano et al., 2014). Según la Federación Mexicana de Diabetes (2018), cada año entre 5 y 10% de las personas con prediabetes desarrollan DT2, y se calcula que siete de cada diez personas con prediabetes eventualmente desarrollarán DT2.

Existen factores de riesgo que aumentan la probabilidad de enfermar de DT2 y el tránsito por la condición prediabética. Entre estos factores se encuentran los que son considerados irreversibles, como el sexo, la edad y la raza/etnicidad. Por otro lado, entre aquellos factores de riesgo considerados reversibles se encuentran la alimentación, la actividad física y el tabaquismo (Sami et al., 2017).

Existe evidencia de la reducción del riesgo de padecer DT2 cuando se hacen intervenciones en el estilo de vida, es decir, modificaciones en los hábitos de alimentación y la actividad física como lo propuesto en el Programa de Prevención de la Diabetes (dpp por sus siglas en inglés) (Codoceo, 2010). Sin embargo, a pesar de que este tipo de intervenciones logran una mayor reducción del riesgo comparado con aquellos que continúan con tratamientos estándar, con el paso del tiempo, la cifra de las personas que pasan de la prediabetes a la DT2 permanece elevada (Li et al., 2008).

La influencia de las condiciones sociales condiciona y, en muchos casos, limita las prácticas de autocuidado, obstaculizando el paso a la salud. Dentro del tratamiento de enfermedades crónicas como la DT2 se debe considerar que existen desigualdades en el acceso a la salud (Cardona et al., 2015). Desventajas en el nivel educativo, económico y ocupacional, son predictores consistentemente significativos en el inicio y desarrollo de diversas enfermedades, incluida la DT2 (Hill-Briggset al., 2021), además de otros factores que interfieren en el desarrollo de la enfermedad, como la convicción de los pacientes o las redes de apoyo (Rodríguez et al., 2018). Los tratamientos, en todo caso, no son adaptados a las necesidades de las personas (Aguilar et al., 2015).

El aumento en la prevalencia y mortalidad asociada a DT2 en México sugiere que los cambios en las prácticas de autocuidado por parte de la población resultan insuficientes y/o tardíos para prevenir o revertir el proceso de la enfermedad. Y si bien el constructo clínico de la prediabetes constituye una herramienta diagnóstica propuesta para la identificación e implementación oportuna de estrategias en personas en riesgo (Tabák et al., 2012), al momento parece no tener impacto suficiente en las actividades de detección e intervención por parte de las instituciones de salud, así como en la percepción de la población sobre el estado prediabético.

Por tanto, por medio de datos provenientes del Estudio Nacional de Salud y Envejecimiento en México [Enasem] (Inegi, 2018), el presente estudio tuvo como finalidad analizar la probabilidad de ocurrencia de cambios en las prácticas de autocuidado de alimentación y ejercicio (AE) asociados a los distintos momentos de la evolución diagnóstica de la DT2 (normoglucemia, prediabetes y DT2), y a las condiciones sociales en la población adulta mexicana. A continuación, se presenta el abordaje metodológico empleado para analizar la probabilidad de ocurrencia de cambios en AE. Posteriormente, se presentan los resultados y discusiones sobre la influencia de variables que afectan los cambios en la AE. Y, finalmente, se presentan las conclusiones y limitaciones del trabajo.

METODOLOGÍA

Fuente de información

Se realizó un estudio con datos de panel para analizar la probabilidad de ocurrencia de cambios en AE asociados a la DT2 y a las condiciones sociales. Se utilizó como fuente de información secundaria los datos del Enasem, un estudio longitudinal de seguimiento a la población mexicana de 50 años y más. Al momento de realizar nuestra investigación, el Enasem contaba con cinco años de levantamiento (2001, 2003, 2012, 2015 y 2018). La información recabada permite evaluar el proceso de envejecimiento, el impacto de las enfermedades, la mortalidad y la discapacidad en la realización de sus actividades, cualquiera que estas sean. Entre otros escenarios, permite identificar a la población en condición de DT2 a partir de biomarcadores, analizar sus prácticas de autocuidado, así como sus condiciones económicas y sociales.

Selección de participantes

La muestra total del Enasem en 2018 fue de 18 249 sujetos. En 2012, se incluyó la recolección de información de biomarcadores en una submuestra compuesta por 2 011 individuos pertenecientes a cuatro estados del país (Enasem, 2022a; insp, 2012). A partir de los resultados obtenidos en la toma de muestra capilar de HbA1c fue posible identificar la condición de DT2 de los participantes. De la submuestra, se seleccionó a participantes que proporcionaron información completa en las variables de interés para el presente análisis, quedando la muestra final en N=1 879 (figura 1).

Selección de la muestra
Figura 1.
Selección de la muestra
Fuente: Enasem, 2022a.

Variables de estudio

Se realizó una selección de variables de interés que incluyeron como variable dependiente dicotómica los cambios en AE, con registros correspondientes a los años 2012, 2015 y 2018; y como variables independientes aquellas relacionadas con la condición de DT2 de los participantes; así como sus diversos condicionantes sociales. De esta forma, se articularon cinco componentes: práctica de autocuidado, condición de salud, circunstancias de clase y condiciones de vida, colectividades y percepciones personales (ver tabla 1).

La variable de la condición de DT2 se derivó de las variables HbA1c y diagnóstico médico previo de DT2. Con base en los criterios diagnósticos establecidos por ElSayed et al. (2023), la nueva variable permitió categorizar a los participantes en cuatro grupos que reflejan la progresión de la enfermedad: personas con normoglucemia, prediabéticos, personas con DT2, y personas con DT2 que, además, contaban con un diagnóstico médico previo en 2012. Como variable dependiente, se seleccionó la variable de cambios en AE. Para esta variable se consideraron los datos de panel correspondientes a los años 2012, 2015 y 2018; para todas las demás, se consideraron como constantes los datos reportados en 2012.

Tabla 1.
Variables de estudio
Variables de estudio
Fuente: elaboración propia.

Análisis estadístico

Se realizó estadística descriptiva utilizando frecuencias relativas para todas las variables correspondientes al 2012, año basal del análisis, para conocer la distribución general de la muestra, así como de los grupos. Mediante el uso de tablas cruzadas, se calcularon frecuencias relativas de la práctica de autocuidado, cambios en AE durante los últimos dos años y la pertenencia de los participantes según su condición de DT2 en 2012, así como con el resto de las variables.

Para analizar la asociación entre esta práctica de cambios en AE durante el periodo 2012-2018 (variable dependiente dicotómica) con la pertenencia de los participantes según su condición de DT2 en 2012, se empleó regresión logística de efectos aleatorios para construir un modelo correspondiente a la práctica de autocuidado. Este modelo permitió estimar la probabilidad de ocurrencia de la práctica de autocuidado durante el periodo de estudio (2012-2018), asociada al momento de evolución diagnóstica controlado por las covariables de condicionantes sociales. La interpretación de las asociaciones y su significancia estadística se realizó mediante la estimación de razones de momios crudas (R.M.C) y ajustadas (R.M.A) con sus respectivos intervalos de confianza (I.C.) 95% considerando como asociaciones estadísticamente significativas aquellas cuyo I.C. 95% excluyera el valor 1. El análisis descriptivo se llevó a cabo con el software estadístico IBM SPSS 24. El modelo estadístico se corrió en software estadístico STATA 13.

RESULTADOS

Análisis descriptivo

Según los datos correspondientes a 2012, la muestra se integró por 1 879 personas, de las cuales, 59.1% eran mujeres. La edad promedio fue de 61 años. Un poco más de la mitad (57.8%) residía en zonas urbanas de más de 100 mil habitantes, seguido por los residentes de localidades pequeñas menores a 2 500 habitantes (20.3%). Por otro lado, 44% de las personas mencionó contar con un nivel de escolaridad primaria o menor, y 36.7% afirmó no tener suficiencia económica para la adquisición de alimentos. La mayoría de los participantes tenían una relación de pareja (68.8%), asistía a servicios religiosos (78%) y se mantenía en comunicación con familiares y amigos (71.9%), 96.6% de las personas mencionó que sí creían posible realizar cambios en el estilo de vida a su edad, específicamente en relación a AE. Por último, más de la mitad (57.6%) de las personas mencionó tomar las decisiones médicas sobre qué tratamientos utilizar, ya sea de manera personal y/o en acuerdo con la familia. En cuanto a la condición de DT2, por cada diez personas, dos (21.3%) presentaron niveles normales de glucosa, cuatro (38.2%) alcanzaron el nivel de prediabetes y otras cuatro (40.5%) tenían DT2. Por lo tanto, la prevalencia total de DT2 fue de 40.5%, de los cuales, aproximadamente la mitad (18.2%) reportó no contar con un diagnóstico médico.

En una primera comparación de la distribución entre el grupo que realizó cambios en AE y el que no realizó cambios, el primer grupo mostró mayor prevalencia de DT2 por diagnóstico previo (27.3% vs. 20.5%, p < .05), mayor prevalencia de comorbilidades (48.2% vs. 41.8%, p < .05), mayor proporción de mujeres (67.1% vs. 56.3%, p < .001), menores de 60 años (50.8% vs. 40.4%, p < .001), escolaridad de preparatoria o más (33.7% vs. 8.8%, p < .001), residencia en localidades urbanas mayores a 100 mil habitantes (67.7% vs. 54.3%, p < .001) y en el reporte de más de cinco bienes en la vivienda (74.1% vs. 61.6%, p < .001). Además, mostraron mantener mayor comunicación por teléfono o internet con sus familiares y amigos (79.0% vs. 69.4%, p < .001) y consideraron, en mayor proporción, que las decisiones médicas finales se llevan a cabo tomando en cuenta la opinión del médico, la propia y de sus familias (37.7% vs. 31.8%, < .01). No se encontraron diferencias significativas por derechohabiencia, suficiencia para la adquisición de alimentos, asistencia a servicios religiosos y contar con el apoyo de amigos y vecinos (tabla 2).

Tabla 2.
Características de la muestra, 2012
Características de la muestra, 2012


Fuente: elaboración propiaNota: * Valor de p basado en prueba x2

Análisis inferencial

Se construyó un modelo de regresión logística de efectos aleatorios tomando como variable dependiente la práctica de autocuidado de cambios en AE en los últimos dos años. Como variables independientes se incluyeron la condición de DT2 y se controló por el resto de covariables correspondientes a los componentes de estado de salud, circunstancias de clase y condiciones de vida, colectividades y percepciones personales. El modelo de efectos aleatorios para los datos de panel mostró ser distinto al modelo logístico agrupado (Chi2=113.41, .< .001) llegando a explicar 29% de la varianza total debido a la varianza a nivel de panel.

Condiciones de salud

En la tabla 3, se muestran los resultados obtenidos del modelo. Sólo el grupo dentro del rango de DT2 con diagnóstico previo mostró una probabilidad 38% mayor (RMA=1.38, I.C. 95%: 1.03, 1.85) de realizar cambios en AE con respecto al grupo con normoglucemia, después de ajustar el resto de covariables. Asimismo, la probabilidad de realizar cambios se incrementó 51% cuando los participantes presentaron comorbilidades (RMA=1.51, I.C. 95%: 1.24, 1.84). Los resultados indican una disposición tardía a la acción por parte de los encuestados, ya que 78.7% presentó valores alterados de glucosa, pero solo 22.3% de las personas en la muestra seleccionada mencionó tener un diagnóstico de DT2 por algún profesional de salud. Según los resultados de Ensanut de 2018 (Inegi e insp, 2018), en 82.7 millones de personas de la población de 20 años y más, 10.3% (8.6 millones de personas) reportaba un diagnóstico médico previo de diabetes. Borch-Johnsen y Colagiuri (2009) mencionan que uno de los mayores problemas en la DT2 son las personas sin diagnóstico, en donde alrededor del 30 al 50% de las personas con DT2 no cuentan con un diagnóstico.

Respecto a la prediabetes, Mirabal y Vega (2015) señalan que un alto porcentaje de pacientes no conoce su condición prediabética, revelando la necesidad de abordar estrategias de detección en la atención primaria a la salud, que despierte el accionar con medidas pertinentes a la condición en curso.

La categorización de prediabetes puede considerarse una técnica que promueve acciones en atención a la salud ya que, de acuerdo con Hindhede (2014), las personas categorizadas como prediabéticas se ven afectadas por el conocimiento, actuando de manera diferente a como lo harían si desconocieran su condición. En otros casos, paradójicamente, la literatura señala que las personas que ya presentan diagnóstico de DT2 pueden enfrentar diversos obstáculos que tienden a minimizar las consecuencias de la enfermedad, y a pensar en los riesgos como un aspecto lejano a futuro sin consecuencias inmediatas, lo que retrasa la adopción de cambios en el estilo de vida (Aponte-Garzón y Hernández-Páez, 2012). Aun así, los profesionales de la salud reconocen que nombrar el padecimiento genera un impacto en los pacientes que propicia mayores cuidados (Hindhede y Aagaard-Hansen, 2015). Lo anterior es consistente con nuestros resultados, los cuales indican un incremento en la probabilidad de realizar cambios en AE cuando la persona mencionaba tener otra afectación cardiaca.

Circunstancias de clase y condiciones de vida

Los hombres fueron menos propensos a realizar cambios en AE mostrando un decremento de 28% en la probabilidad de adoptar dicha práctica con respecto a las mujeres (RMA= .72, I.C. 95%: .58, .88). Según datos del Inegi y del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) (2020), entre la población mexicana de 18 años y más, son los hombres quienes hacen más ejercicio físico o practican más deporte en comparación con las mujeres. No obstante, son las mujeres quienes muestran un mayor interés por conocer el aporte nutricional de los productos para el consumo alimentario. Otros autores han mencionado que son las mujeres las que tienen hábitos más saludables en comparación con los hombres (Cockerham, 2005; Sánchez-Ojeda y De Luna-Bertos, 2015). Por otro lado, habría que recordar que la pregunta que se utilizó en este análisis para identificar si la persona había realizado dichos cambios menciona: en los últimos dos años, ¿ha cambiado su alimentación o sus hábitos de ejercicio para subir o bajar de peso? Ya que la pérdida de peso es poderosamente asociada con el cuidado de la salud y la prevención de enfermedades, es que se optó por hacer uso de esta pregunta para identificar estos cambios como práctica de autocuidado. No obstante, es importante señalar que el hecho de que se especifique la pregunta sobre la pérdida o ganancia de peso involucra otros aspectos, como el estigma del peso que padecen las personas con mayor peso, particularmente las mujeres. Son las mujeres quienes relacionan el peso con la apariencia (Bautista-Díaz et al., 2019). Se presenta esta estigmatización a personas cuyo peso no es un riesgo para su salud ni un obstáculo para su vida social, pero no coincide con la definición de cuerpo ideal, y no todos padecen igual esta situación, esta búsqueda del cuerpo ideal es mucho más importante para la mujer que para el hombre, quienes son mayormente presionadas para hacer dieta (Martínez, 2004).

Las probabilidades de realizar cambios en AE disminuyeron 4% por cada año de incremento en la edad (RMA= .96, I.C. 95%: .95, .97). Tomando en cuenta que la edad mínima requerida para este estudio fue de 45 años, esta información coincide con autores que señalan que los resultados de una glucosa alterada en ayuno y la intolerancia a la glucosa son condiciones comunes en personas mayores de 40 años (Tabák et al., 2012; Mirabal y Vega, 2015; y Girón et al., 2013).

Se ha encontrado que el factor de edad por sí solo suele afectar las prácticas de autocuidado de las personas. Las personas de mayor edad disminuyen la práctica del ejercicio por pensar que no es necesario, siendo que la necesidad de practicar ejercicio no disminuye a medida que se envejece (Araya, 2012). En cuanto a la alimentación, se han observado cambios desfavorables con el aumento de la edad, asociados a la disminución de la ingesta energética con repercusión importante en la obtención de micronutrientes (Pozo et al., 2003).

Nuestros hallazgos muestran que factores relacionados con el estatus socioeconómico afectan las prácticas de la AE. La educación mostró una asociación positiva con un incremento de 3% en la probabilidad de adoptar cambios por cada grado de escolaridad cursado (RMA= 1.03, I.C. 95%: 1.01, 1.05). Según estos mismos resultados, el 44% de la población analizada, menciona un grado de escolaridad primaria o menor. Según datos presentados por Ramírez, Anlehu, y Rodríguez (2019), en las personas que tienen un grado de escolaridad primaria, se encontró un bajo conocimiento adecuado de la DT2, dejando entonces a las personas con un conocimiento inadecuado, en riesgo de no desarrollar comportamientos de adherencia a los tratamientos o, incluso, a no seguirlos en lo absoluto.

En cuanto al acceso a la salud, se observó un incremento de 35% en la probabilidad de cambios en AE entre aquellos que mencionaron tener algún servicio con respecto a los que no tenían (RMA= 1.35, I.C. 95%: 1.03, 1.76). La probabilidad de realizar cambios disminuye 33% entre aquellas personas residentes en localidades menores a 2 500 habitantes con respecto a los residentes de localidades de más de 100 mil (RMA= .67, I.C. 95%: .50, .89). Se han señalado ya desigualdades en el acceso a la atención a la salud entre la población de localidades de menos de 100 mil habitantes en México, ya que representan poblaciones en las cuales se presentan mayores condiciones de pobreza (Gutiérrez et al., 2019). Además, según otros hallazgos, aquellos que no cuentan con algún servicio de salud, tienen una mayor probabilidad de tener DT2 no diagnosticada en comparación con aquellos que sí tienen servicios de salud (Danaei et al., 2009).

Datos reportados por Rodríguez et al. (2018) han señalado la influencia negativa de las dificultades económicas en el seguimiento de los pacientes con DT2 cuando hay un acceso limitado a alimentos saludables, aunque en esta investigación, las probabilidades de realizar cambios en las prácticas disminuyeron 21% en aquellas personas que afirmaron contar con suficiencia económica para la adquisición de alimentos con respecto a los que no contaban con ella (RMA= .79, I.C. 95%: .64, .97). En cuanto al índice de bienes, las probabilidades de realizar cambios en AE, aumentaron 16% por cada bien más que se tenía en la vivienda (RMA= 1.16, I.C. 95%: 1.09, 1.23).

Cockerham (2005) argumenta que las condiciones estructurales pueden influir sobre la adopción de prácticas en salud y configurar patrones colectivos de estilos de vida de maneras específicas. Cuestiones como el género y las clases sociales pueden afectar negativamente el tiempo que una persona le dedique a realizar prácticas saludables (Gómez y Riveiro 2015). Se ha mostrado como un mejor nivel de ingreso se asocia con la posibilidad de atender la salud (Gutiérrez et al., 2019). Un conjunto de condiciones sociales se puede presentar simultáneamente y complicar la posibilidad de prestar atención al estado de salud.

Colectividades

De acuerdo con nuestros resultados, las personas que se mantuvieron en comunicación con familiares y amigos mediante teléfono o internet mostraron una probabilidad 31% mayor de adoptar cambios positivos en AE con respecto a las personas que no mantenían contacto (RMA= 1.31, I.C. 95%: 1.04, 1.66).

El acompañamiento de las redes de apoyo resulta de gran importancia en los procesos de salud. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (cdc) una de las mejores formas de predecir cuán bien una persona manejará su DT2 es ver cuánto apoyo recibe de sus amigos y familia (cdc, s.f.). Un mecanismo de afrontamiento utilizado por las personas con DT2 es encontrar el apoyo social, además de que facilita el acceso a la información y puede potenciar la motivación para comprometerse con conductas adaptativas (Ponce et al., 2009). No obstante, en relación con las amistades, Gómez y Riveiro (2015) señalan que las personas con menores ingresos se reúnen menos en comparación con aquellas personas de mayor ingreso.

Las acciones entre los procesos de salud y enfermedad pueden asimismo verse afectados por factores socioculturales como la religión, las creencias y el entorno de las personas (Zalpa, 2019; Hindhede, 2014; Wilkinson y Marmot, 2003). Se ha planteado que la religión, como ejemplo de una perspectiva colectiva, tiene implicaciones en las elecciones del estilo de vida, fomentan la alimentación saludable, desalientan el consumo de alcohol y tabaco y promueven el ejercicio (Cockerham, 2005). Sin embargo, en nuestros hallazgos no se encontró significancia estadística entre acudir a servicios religiosos, tener pareja, contar con el apoyo de amigos y si las personas realizan cambios en la AE.

Percepciones personales

En un estudio, sobre el potencial transformador de la clasificación médica de la prediabetes se reveló que las personas tomaban acción si creían que acciones como controlar su peso o el nivel de ejercicio eran posibles (Hindhede, 2014). Una precondición para tomar acción era que dejaran a un lado las explicaciones internalizadas de por qué no podían controlar su estado de salud, por ejemplo, cuando pensaban en factores genéticos. En nuestros resultados, la creencia de que es posible realizar cambios en el estilo de vida a su edad no mostró diferencias en la probabilidad de realizar cambios en AE.

Nuestros hallazgos indican que los cambios en AE fueron 25% más probables cuando las decisiones médicas se tomaban en conjunto con el médico con respecto a aquellos que las tomaban sólo entre las personas respondientes y sus familias (RMA=1.25, I.C.: 1.02, 1.53).

La idea de un estilo de vida saludable según las personas no siempre puede coincidir con una alimentación verdaderamente saludable. Hindhede (2014) menciona que, la categorización de prediabetes invita a una reflexión sobre lo que el paciente considera como dieta saludable versus la dieta recomendada por el médico y sobre sus actividades diarias, donde se observa que las personas pueden darse cuenta de si realmente llevan una alimentación saludable como lo pensaban. Lo anterior puede llegar a crear nuevos conocimientos. Sin embargo, para que esta reflexión suceda es importante la participación del profesional de salud. Además, según otros hallazgos, las personas que mantienen el tratamiento con un mismo profesional de salud presentan 45% menos posibilidades de desarrollar complicaciones por DT2 (Aguilar et al., 2015).

Tabla 3.
Probabilidad de realizar cambios en alimentación y ejercicio 2012-2018. Modelo logístico de efectos aleatorios
Probabilidad de realizar cambios en alimentación y ejercicio 2012-2018. Modelo logístico de efectos aleatorios


Fuente: elaboración propiaNota: * R. M. C.: razón de momios cruda

** R. M. A. : razón de momios ajustada

t Seudo-r2: proporción de varianza total explicada por la varianza del nivel de panel

tt Razón de verosimilitud: p<.0001, el modelo logístico de efectos aleatorios es distinto al modelo logístico agrupado.

Seguimiento de las prácticas de autocuidado en el tiempo

Estrategias que se dirigen únicamente a intervenir en las prácticas de autocuidado sin considerar otros factores como las condiciones sociales, con el tiempo demuestran no ser suficientes ya que la DT2 se sigue presentando (Li et al., 2008).

Programas que se enfocan en enseñar a las personas sobre cómo cuidar su salud, tratan el empoderamiento en los pacientes a través de enseñar, educar y apoyar para encausar al paciente; sin embargo, estas estrategias establecen que una persona con DT2 es responsable de su cuidado y el equipo de salud es responsable de brindar las herramientas para que tomen las mejores decisiones, además de ser un apoyo (Pimentel et al., 2014). Las personas con DT2 deben asumir la tarea de no fallar en sus prácticas de autocuidado, llevar las recomendaciones de alimentación, ejercicio y monitoreo de salud al pie de la letra, según la educación que se reciba. No obstante, hay evidencia que indica que brindar educación sobre la DT2 no asegura completamente un estado de salud óptimo (Khunti et al., 2012). Mantener los cambios de comportamiento es difícil si solo se hace énfasis en el nivel individual del paciente, además que no es posible hacer cambios a nivel individual sin pensar en los otros niveles socioecológicos y en las condiciones estructurales (Centro de Promoción de la Salud del Norte de México, 2020).

Desde una perspectiva más amplia, se muestran efectos positivos en la salud cuando se mejoran las condiciones de vida, incluso, cuando la intervención no haya abordado un tema de salud. De ahí que algunas estrategias se enfoquen de igual forma en abordar las condiciones sociales (Piller, 2019).

Ir más allá de la enfermedad y el riesgo de enfermar, requiere atención en la diversidad de experiencias que dan forma a la salud, condiciones sociales, percepciones personales, redes de apoyo como la influencia de la familia y colectividades. Además, la importancia de identificar a individuos con prediabetes radica en la posibilidad de que su manejo temprano detenga el aumento en la incidencia de la DT2. El diagnóstico e, incluso, la detección del riesgo de enfermar es importante para comenzar a generar cambios tanto del lado del profesional de salud y/o de las instituciones de salud, como en el paciente.

Debe considerarse una exploración de todas aquellas condiciones que representan diversas dificultades adicionales en el entorno de las personas. Los cambios en el estilo de vida pueden retrasar o prevenir la DT2, sin embargo, se necesita encontrar maneras de asegurar que las intervenciones sean factibles.

Conclusión

La información de un nuevo diagnóstico y el conocimiento del estado de salud despierta interés en el cuidado de la alimentación y en la práctica del ejercicio, manifestando estos cambios de AE cuando se sabe del padecimiento. Por el contrario, la falta de reconocimiento de la prediabetes como condición de riesgo puede retrasar la actuación oportuna ante una situación que aún es reversible. Tanto en la prediabetes como en la DT2, la posibilidad de realizar la práctica de cambios en AE se ve afectada por el estatus socioeconómico que se refleja en un mayor grado de escolaridad, contar con servicios de salud, y un mayor índice de bienes. Además, se muestra la influencia que pueden ejercer las redes de apoyo, constituyendo un elemento que se suma a los esfuerzos para el cuidado de la salud a través de la comunicación con familiares y amistades. De igual forma, se deja ver la importancia de la adopción de hábitos saludables, así como la buena comunicación entre el paciente y los profesionales de salud. Como limitaciones de la investigación, la tarjeta de resultados que fue entregada a los participantes en el Enasem no señala la condición prediabética. Si bien sí se entregan los resultados obtenidos en la toma de la HbA1c, solo se recomienda acudir a los servicios de salud cuando el valor alcanza el criterio de diagnóstico de diabetes Si bien sí se entregan los resultados obtenidos en la toma de la HbA1c, solo se recomienda acudir a los servicios de salud cuando el valor alcanza el criterio de diagnóstico de DT2. Estos resultados no indican cuando los valores de HbA1c alcanzan el nivel de prediabetes. Lo anterior pudo ocasionar que los participantes no estuvieran enterados de un riesgo a la salud en relación con la DT2 y, por lo tanto, no realizaran ningún cambio en sus prácticas de alimentación y ejercicio. En este estudio se utilizó el resultado de la toma de HbA1c capilar para detectar el riesgo o estado de la DT2, la cual, a pesar de no ser una prueba diagnóstica, se consideró adecuada por tener igual sensibilidad y mayor especificidad que la determinación venosa (Vargas et al., 2014).

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Notas de autor

a Maestra en Ciencias por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD). Actualmente es estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales, adscrita al Centro de Estudios en Salud y Sociedad de El Colegio de Sonora. Línea de investigación: nutrición pública y salud, salud y sociedad.
b Doctor en Epidemiología por la Universidad de Arizona. Actualmente es Profesor-Investigador, Titular “A”, adscrito al Centro de Estudios en Salud y Sociedad de El Colegio de Sonora. Líneas de investigación: ambiente social, ambiente construido y salud; distribución de bienes y servicios de salud; distribución intraurbana de enfermedades. SNI Nivel I.

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c Doctor en Ciencias Epidemiológicas por la Universidad de Michigan. Actualmente es Profesor Investigador, Titular “C”, adscrito al Departamento de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Sonora. Línea de investigación: determinantes de las enfermedades infecciosas y no transmisibles de interés regional. SNI Nivel II.

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