Artículo de opinión
Recepción: 06 Febrero 2021
Aprobación: 11 Mayo 2021
Resumen: La población con mayor riesgo para desarrollar trastornos mentales durante la pandemia por COVID-19 es la de los pacientes en aislamiento y la del personal médico de primera línea; los malestares que más frecuentemente han sido reportados incluyen: insomnio, ansiedad y depresión. Debido a que el personal de salud mental se considera no esencial para la atención de los pacientes en aislamiento, se desaconseja su ingreso a áreas COVID, por lo que el personal médico de primera línea debe proporcionar intervenciones psicológicas sin saber cómo mitigar la angustia de los pacientes. El personal de salud tampoco recibe atención adecuada debido a algunas barreras para solicitar ayuda, como la falta de tiempo, el estigma y el temor a una intervención no deseada. Las herramientas para la atención a distancia como la telepsiquiatría y el apoyo psicológico en línea no permiten la obtención de datos importantes, como la exploración física. En China se publicaron principios rectores para la atención de la población, los cuales recomendaron la creación de equipos de salud mental. En el presente trabajo se presentan los datos obtenidos por un equipo de salud mental de una unidad del Instituto Mexicano del Seguro Social reconvertida por COVID-19, que muestra diferencias en el malestar emocional y los diagnósticos de trastornos mentales reportados internacionalmente en pacientes en aislamiento y en personal de salud de primera línea, que sugiere la necesidad de equipos integrados por personal de psiquiatría y psicología con evaluaciones presenciales.
Palabras clave: Trastornos Mentales, Infecciones por Coronavirus, Grupo de Atención al Paciente, Salud Mental.
Abstract: People vulnerable to mental health problems during the COVID-19 outbreak include hospitalized patients and frontline health professionals; mostly reported discomforts include: insomnia, anxiety and depression. Under strict infection measures, non-essential personnel such as clinical psychiatrists and psychologists are strongly discouraged from entering isolation wards; therefore, frontline health-care workers become the main personnel providing psychological interventions to patients in hospitals without knowing how to mitigate patient distress. Health personnel do not receive adequate care for due to lack of time, stigma associated with using mental health services and fear of unwanted intervention. Remote care tools such as tele-psychiatry and online psychological intervention have disadvantages for conditions requiring physical examination. The National Health Commission of China released guiding principles to reduce the psychosocial effects of the COVID-19 outbreak recommending the creation of mental health teams. In this article we present the data obtained by a mental health team in a COVID-19 hospital of the Mexican Institute of Social Security, showing differences in emotional discomfort and diagnoses of mental disorders in patients in isolation and in frontline health personnel, suggesting the need for teams made up of psychiatry and psychology staff with face-to-face on-site assessments.
Keywords: Mental Disorders, Coronavirus Infections, Patient Care Team, Mental Health.
Introducción
La emergencia médica mundial por la pandemia ocasionada por COVID-19 se está convirtiendo rápidamente en una emergencia también para la psiquiatría y la psicología, debido a que la tolerancia a la incertidumbre, como un mecanismo mental básico subyace al desarrollo de diferentes trastornos de ansiedad, del estado de ánimo y psicóticos, así como a comportamientos de evitación, agresión y suicidio.1 Al mismo tiempo, los altos niveles de temor y estrés afectan negativamente a las personas con condiciones de salud mental preexistentes, al producir exacerbaciones de los síntomas, recaídas y actuar como un posible desencadenante de nuevos casos de enfermedad. Estas consecuencias a la salud mental pueden ser particularmente severas no solo para los pacientes gravemente enfermos por COVID-19 sino también para sus cuidadores y los profesionales de la salud que deben soportar la peor parte de la crisis.2
El estudio de Lai et al., sobre la salud mental del personal sanitario expuesto a la actual enfermedad por coronavirus en China, reporta síntomas de depresión en 50%, de ansiedad en 45%, insomnio en 34% y malestar emocional en 71.5%;3 en ese mismo país se reporta estrés en 27% del personal médico y en 40% del personal de enfermería.4,5 Un estudio en España reporta 46.7% de estrés en personal de salud.6 Wu et al. mencionan que las experiencias que pueden experimentar los pacientes debido al aislamiento en un hospital son: soledad, enojo, ansiedad, depresión, insomnio y síntomas de estrés postraumático.2,7 Bo et al. evaluaron a pacientes hospitalizados por SARS-CoV-2 clínicamente estables, encontrando 96.2% de estrés postraumático previo a su egreso.8
Si bien todas las ramas médicas -neumología, infectología, medicina interna, epidemiología, salud pública- se enfrentan a los desafíos que impone dicha enfermedad, la psiquiatría y psicología no están menos involucradas. Sin embargo, aunque puede parecer que están en la periferia de la respuesta médica, existen problemas críticos que se deben abordar desde diferentes frentes.
La primera estrategia de atención sanitaria recomendada mundialmente se basa en las telecomunicaciones, debido a que la atención cara a cara conduciría a la propagación de la infección. Los servicios de salud han incorporado la telemedicina a través de teleconsultas, lo que también ha permitido ampliar el acceso a la atención psiquiátrica y psicológica.9,10
Otra estrategia fue la creación de servicios de atención psicológica telefónica de 24 horas para atender los efectos emocionales derivados del estrés y de las circunstancias atípicas en las que trabaja el personal de salud, y para dar apoyo a los familiares de las personas hospitalizadas.11
En Corea se crearon Unidades Psiquiátricas COVID-19 Positivo para atender a los pacientes con enfermedad mental que requirieran internamiento, pero se desconoce cuántas continúan funcionando, en dónde están instaladas y cómo operan.12
Finalmente, se ha recomendado la creación de equipos de salud mental específicos para la atención de diferentes grupos durante la pandemia, siendo China el primer país en publicar los Principios de Intervención Psicológica en Crisis por COVID-19.13
Sin embargo, las necesidades de salud mental de la población (pacientes con COVID-19 confirmado, pacientes con sospecha de infección, familiares en cuarentena y personal médico que los atiende) han sido mal atendidas por problemas en la organización y en la gestión de actividades de intervención, principalmente por funcionar de manera independiente y por la escasez de psiquiatras y psicólogos. Por otra parte, bajo estrictas medidas de protección, el personal de psiquiatría y psicología se considera no esencial, por lo que se desaconseja fuertemente su entrada a salas de aislamiento para pacientes con infección por SARS-CoV-2. De tal manera que los trabajadores sanitarios de primera línea se convierten en el personal que proporciona intervenciones psicológicas a los pacientes en los hospitales; para las personas con sospecha de infección que están en cuarentena o en el hogar, el personal de los servicios de salud comunitarios debe proporcionar atención médica primaria y atención de la salud mental. Aunado a lo anterior, debido a los complejos procesos laborales implementados, pesadas cargas de trabajo y falta de formación estandarizada en psiquiatría y psicología clínica, el personal médico y paramédico de primer contacto no siempre sabe cómo mitigar la angustia psicológica de los pacientes.14
Como consecuencia de las medidas de protección, la mayoría de los estudios sobre el estado emocional de los pacientes afectados por COVID-19 y del personal de salud que los atiende se han hecho a distancia (encuestas en línea o telefónicas y teleconsultas), incluso en pacientes en aislamiento hospitalario.3,8,15
Equipo de Salud Mental de Respuesta COVID-19
Al declararse la fase 3 de la pandemia en México (abril 21, 2020), algunos hospitales del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fueron reconvertidos para atender en su totalidad a pacientes con infección por SARS-CoV-2, y otros fueron reconvertidos a unidades híbridas para mantener la hospitalización por padecimientos no COVID (80% COVID, 20% no COVID);16 este último fue el caso de la unidad en donde se creó el Equipo de Salud Mental de Respuesta COVID-19 (ESAMER-CoV).
Siguiendo las recomendaciones para la reconversión de recursos humanos en equipos de respuesta COVID (ERC), el departamento de Psiquiatría y Psicología se reconvirtió en equipo de respuesta COVID para cubrir las necesidades de atención en salud mental demandadas en la unidad médica. Quedó compuesto por un psiquiatra líder con una psiquiatra y una psicóloga clínica de apoyo. Las actividades del equipo se dividen en dos partes, una dirigida a pacientes hospitalizados en áreas de aislamiento COVID y otra al personal de salud.
En el área de aislamiento COVID se evalúa a los pacientes cuya condición física permite mantener una conversación. La entrevista está sistematizada de la siguiente manera: inicia con una pregunta directa, ¿Cómo se siente emocionalmente? Su respuesta es registrada en la nota psicológica. Quienes reportan sintomatología afectiva sospechosa de trastorno continúan con una entrevista basada en Mini International Neuropsychiatric Interview, versión en español,17 y se inicia tratamiento en quienes se confirma trastorno mental que queda registrado en la nota médico-psiquiátrica. También se efectúan intervenciones psicológicas breves en quienes lo requieren. Para terminar, a los pacientes programados para egreso en breve se les proporciona información relativa a señales de alarma para trastornos de ansiedad y depresivos. Por otra parte, se da respuesta a las interconsultas solicitadas por los médicos tratantes.
Para el personal de salud se realizan grupos de apoyo psicológico siguiendo las recomendaciones de los Principios de Intervención Psicológica en Crisis por COVID-19;13 también se otorga consulta individual a quienes lo solicitan y en quienes se identifican signos y síntomas de trastorno mental (cuadros I y II). Cuando se confirma trastorno mental se inicia tratamiento con seguimiento por consultas programadas.
Funciones del líder del Equipo de Salud Mental COVID-19
Funciones del personal de apoyo del Equipo de Salud Mental COVID-19
Población atendida por el ESAMER-CoV
Se evaluaron 204 pacientes del área de aislamiento COVID, la mayoría hombres (54%), con edad promedio de 55 años y estancia hospitalaria media de 7 días; al 31% se le diagnosticó trastorno mental. En el cuadro III se muestran los diagnósticos elaborados por Psiquiatría y los síntomas de malestar emocional atendidos por Psicología. Los síntomas de los pacientes con diagnóstico de trastorno mental no fueron cuantificados como malestar emocional.
Frecuencia de diagnósticos elaborados por psiquiatría y psicología en pacientes de área COVID
Con respecto al personal de salud con evaluación grupal en la unidad, participaron 153 personas de Enfermería, 50 de Laboratorio y 6 de Anestesiología. La intervención fue grupal (5 a 6 personas por grupo para mantener la sana distancia), en sesiones semanales de 90 minutos de duración. El mayor malestar emocional referido fue temor al contagio y estrés debido a la incertidumbre.
En lo relativo al personal de salud en consulta individual este grupo estuvo integrado por 55 personas, mayormente mujeres (71%) con edad media de 35 años, quienes se encuentran en tratamiento psiquiátrico y psicológico. En el cuadro IV se presentan sus características clínicas.
Características clínicas del personal sanitario atendido por el equipo de salud mental COVID-19
Por la reconversión de hospitales y de personal de salud se suspendió la consulta externa, por lo que no se ha proporcionado atención a familiares de los pacientes ni a los derechohabientes en general.
Discusión
Las investigaciones relacionadas con la infección por SARS-CoV-2 se han enfocado en los aspectos médicos de la enfermedad y poco se ha estudiado sobre su impacto en la salud mental.
Los resultados del ESAMER-CoV, aunque concuerdan con lo reportado internacionalmente sobre la alta prevalencia de malestar emocional en pacientes en aislamiento por COVID-19, arrojan datos específicos sobre el tipo y frecuencia del malestar emocional; en la muestra evaluada la preocupación fue el más prevalente (43.6%), seguido por tristeza y temor (23.1% y 11.5%, respectivamente). Un dato interesante es que el 27% no refirió malestar emocional (suele pensarse que por las condiciones de aislamiento necesariamente existe malestar emocional en los pacientes).
Los reportes internacionales sobre la presencia de trastornos mentales también son escasos y parten de lo reportado en otras epidemias similares, como las producidas por el virus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (SARS-CoV y MERS-CoV por sus siglas en inglés, respectivamente), y de reportes con diagnósticos no confirmados con entrevistas estructuradas en la actual pandemia.18,19,20 Se reportan mayores prevalencias de insomnio (42%), ansiedad (36%), humor depresivo (33%) y confusión (28%), lo cual coincide con los resultados del ESAMER-CoV en lo que se refiere al insomnio (34.9%) pero difiere en cuanto al delirium (33.3%), la ansiedad (12.6%) y la depresión (12.6%).
Los reportes internacionales sobre trastornos mentales en el personal de salud durante la actual pandemia tampoco son precisos y se refieren a sintomatología, principalmente depresión, ansiedad e insomnio, con predominio en personal de enfermería y médicos.3,21,22 Los trastornos mentales diagnosticados por el ESAMER-CoV en personal de salud son específicos y, probablemente, los primeros realizados durante una consulta formal (cara a cara y con entrevista estructurada); se confirma la prevalencia de trastornos depresivos y ansiosos, específicamente de episodio depresivo (34.5%), ansiedad generalizada (32.7%), trastorno de pánico (9%) y trastorno mixto de ansiedad y depresión (9%), y destaca la proporción de residentes atendidos (38.1%), que se sitúa por arriba del personal de enfermería y médico (25.4%). Esto último, favorecido por la existencia de una clínica de salud mental para residentes de la unidad médica.
Finalmente, tanto en los pacientes como en el personal de salud, existe mayor frecuencia de malestar psicológico que de trastornos mentales. Es probable que en el personal de salud la prevalencia de trastornos mentales esté subregistrada por la falta de tiempo y la carga de trabajo que impiden que acuda a una evaluación y que se suman a las barreras para solicitar ayuda, como el estigma y el temor a una intervención no deseada, reportadas en médicos.23,24
Es probable que las diferencias en los resultados del ESAMER-CoV, comparados con lo reportado internacionalmente, se deban a que la evaluación fue realizada por profesionales de la salud mental de manera directa. En futuras investigaciones deberá evaluarse si las intervenciones psicológicas y psiquiátricas recomendadas también reportan diferencias con las realizadas a distancia y por personal médico no perteneciente al área de la salud mental.
En todo el mundo se recomiendan los servicios de consulta remota en situaciones excepcionales, como la actual pandemia, sin embargo, hay deficiencias que no pueden cubrirse, como la obtención de datos psicométricos, pero sobre todo de signos vitales y exploración física. A esta limitación particular de la telepsiquiatría se suman los reportes de que las videollamadas ayudan en algo, pero son inadecuadas para aliviar las consecuencias del aislamiento físico.25,26 La evaluación e intervención cara a cara por profesionales de la salud mental podría mejorar la eficacia de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) al complementarla, en los lugares en donde sea posible.
Como consecuencia del reconocimiento del impacto de la pandemia en la salud mental, la Sociedad China de Psiquiatría ha promovido y asesorado la organización de una intervención psicológica en la población afectada, que incluye a pacientes en asilamiento y al personal de salud. El Equipo Médico de Shanghai enviado a Wuhan incluyó cuatro psiquiatras que establecieron el Departamento de intervención psicológica en crisis en el Hospital de la Universidad de Wuhan. El reporte de su experiencia incluye la clasificación de la población en cuatro niveles: en el primero se encuentran los pacientes con síntomas severos y el personal médico de primera línea; en el segundo los pacientes con enfermedad leve, contactos cercanos y pacientes sospechosos. Para las personas de estos dos niveles implementaron la intervención presencial; mientras que para la población de los dos niveles restantes dejaron el apoyo psicológico remoto (telefónico e internet) y concluyeron que los dos abordajes (presencial y remoto) son necesarios para la implementación de una intervención psicológica eficaz porque los servicios de consulta remota no pueden sustituir los servicios presenciales cara a cara.27
La necesidad de atención de las consecuencias de la pandemia en la salud mental de la población ha originado publicaciones en las que se recomienda su atención por equipos de profesionales en esta área;2,21,23,28 China publicó principios rectores estructurados en donde se incluye la atención directa de pacientes con infección por SARS-CoV-2 y de personal sanitario.13 Hasta ahora no existen publicaciones sobre la creación de equipos de salud mental para la atención en persona de pacientes en aislamiento por COVID-19. El Presbyterian Columbia University Irving Medical Center creó el equipo de enlace de cuidados paliativos-psiquiátricos, pero se limita a la población del departamento de cuidados paliativos y con consultas psiquiátricas realizadas de forma remota.29
Conclusiones
De acuerdo con los Principios de Intervención Psicológica en Crisis, desarrollados en China, los pacientes en aislamiento hospitalario con infección por SARS-CoV-2 confirmada y el personal sanitario de primera línea se encuentran en el primer nivel de vulnerabilidad para presentar problemas de salud mental. Las manifestaciones de malestar emocional van desde las referencias limitadas a preocupación y tristeza hasta la aparición de trastornos mentales. La evaluación presencial por psiquiatras y psicólogos clínicos de pacientes en aislamiento por COVID-19 puede complementar las estrategias de atención remota y aportar información más precisa sobre los motivos del malestar emocional y de los trastornos mentales, lo que permitiría intervenciones más efectivas; mientras que disminuir el malestar psicológico y tratar los trastornos mentales adecuadamente podría tener repercusiones importantes en el pronóstico de la enfermedad, dada la conocida influencia que tiene el estado anímico sobre el sistema inmune.
Por otra parte, la protección de la salud mental de los trabajadores médicos y paramédicos es importante para el control de la epidemia y su propia salud a largo plazo.
Un principio básico para hacer frente a la angustia emocional y otros trastornos mentales causados por epidemias y otras emergencias de salud pública es la creación de equipos profesionales compuestos por personal de salud mental. Si la salud mental es tan importante como la física debe también privilegiarse su atención por profesionales en este campo.
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Notas de autor
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Información adicional
Declaración de conflicto de interés: los autores han completado y enviado la forma traducida al español de la declaración de conflictos potenciales de interés del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas, y no fue reportado alguno que tuviera relación con este artículo.
Cómo citar este artículo: Jiménez López JL, Pérez-García MI, Miranda-Delgado M. Necesidad de equipos de salud mental para pacientes hospitalizados por SARS-CoV-2 y personal de salud de primera línea. Rev Med Inst Mex Seguro Soc. 2021;59(4):339-46.
PubMed: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35015471/