DOSSIER

Perfiles de trabajo agrícola y ganadero en la macrozona centro-sur de Chile. Una propuesta desde la precariedad laboral*

Work Profiles in the Agricultural and Livestock Sectors in Central-South Chile. A Proposal on Precarious Employment

Osvaldo Blanco
Universidad Alberto Hurtado., Chile
Felipe Marchant
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), México
Cristian Alister
Universidad Católica de Temuco., Chile
Dasten Julián
Universidad Católica de Temuco., Chile

Perfiles de trabajo agrícola y ganadero en la macrozona centro-sur de Chile. Una propuesta desde la precariedad laboral*

Revista Austral de Ciencias Sociales, núm. 38, pp. 151-171, 2020

Universidad Austral de Chile

Recepción: 30 Octubre 2018

Aprobación: 07 Octubre 2019

Financiamiento

Fuente: FONDECYT Regular

Nº de contrato: 1161347

Resumen: El siguiente artículo tiene como objetivo fundamental proponer un modelo tipológico de perfiles laborales para el sector agrícola y ganadero de la zona centro-sur del país (regiones VII, VIII y IX) desde la perspectiva de la precariedad laboral. El texto comienza presentando una aproximación teórica contextual, así como una propuesta analítica basada en cinco dimensiones específicas (estabilidad, inseguridad, ingresos, condiciones de trabajo y jornadas laborales). La sección metodológica expone las variables a utilizar, así como también una explicación respecto del uso conjunto de las técnicas del análisis de correspondencias y el clúster de k-medias, método que permite la elaboración de una tipología de seis perfiles de trabajo para el sector estudiado. Los resultados dan cuenta de las características principales de estos grupos, mientras que las conclusiones señalan la proyección de resultados y futuras líneas de investigación que se deducen de la propuesta aquí presentada.

Palabras clave: Trabajo Agrícola y Ganadero, Precariedad Laboral, Estructura laboral, Sociología del Trabajo.

Abstract: The main goal of this article is to propose a typological model of work profiles for the agricultural and livestock sectors in Central-south Chile (Regions VII, VIII, and IX) from the perspective of precarious employment. The article begins by presenting a contextual theoretical approach in addition to an analytical proposal based on five specific dimensions (stability, insecurity, income, working conditions, and working hours). The methodological section exposes variables used in the study and describes the joint use of correspondence analysis and .-means clustering techniques, a method that allows the development of a typology of six work profiles for the sector studied. The results explain the main characteristics of these groups, and the conclusions indicate the projection of results and future plans of research derived from this proposal.

Keywords: Agricultural Work, Livestock Farming Work, Precarious Employment, Labor Structure, Sociology of Work.

1. Introducción

La perspectiva de la precariedad ha comenzado a llenar diferentes debates en el campo de las ciencias sociales y, en particular, en la sociología del trabajo. Se le suele entender tanto como expresión de un nuevo patrón en las formas de acumulación de capital y de las matrices socio-productivas (Van der Linden 2014; Kalleberg 2009, 2011; Paugam y Zhou 2007), como manifestación del debilitamiento de los sistemas de protección y garantías sociales (Brooks 2008), como expresión de la crisis de la sociedad salarial (Castel, 1997), así como fenómeno que da cuenta de nuevas formas de gestión y/o explotación del trabajo en el seno de los procesos productivos (Marín 2013; Castel y Dörre 2009; Antunes 2003; Auer y Cazes 2000). De lo anterior, la precariedad es abordada desde diversos enfoques teóricos, entre ellos: i) un enfoque institucionalista y regulacionista centrado en la protección social y la definición de la precariedad como producto de un proceso de descomposición del Estado, erosión de las condiciones del empleo, retroceso de las políticas de aseguramiento social y de empleo (Castel 2010); ii) un enfoque neomarxista que problematiza la relación y reproducción de la precariedad con los procesos y cambios globales en los patrones de acumulación de capital, especialmente a través de la financiarización, el despojo y la sobreexplotación del trabajo (Dörre 2009); y iii) un enfoque que la concibe como estrategia y régimen de gobierno que redefine las formas de control, dominación y subordinación de poblaciones específicas (Lorey 2015). Incluso, hay quienes postulan que estaríamos frente a una condición nueva propia del capitalismo postmoderno y postindustrial, dando vida a una clase social diferente –el precariado–, significativamente distinta a la vieja clase proletaria propia de la sociedad salarial hoy en transformación (Standing 2011).

Con el propósito de fijar algunos criterios de análisis, en el presente artículo buscaremos dar cuenta de una propuesta de estratificación del trabajo agrícola y ganadero de la macrozona centro-sur desde una perspectiva de la precariedad. Ello representa una línea de continuidad con respecto a aproximaciones anteriores (Blanco y Julián 2019, 2020), enfocándonos ahora en un sector económico específico, así como también en una escala geográfica particular. Se trata de una perspectiva multidimensional que recoge aspectos diversos ligados a las fisonomías de las relaciones contractuales, la seguridad previsional y de salud, los ingresos, las condiciones de trabajo y las jornadas laborales. No obstante, es importante señalar aquí que, si bien las variables propuestas se encuentran definidas de antemano, el número de grupos (perfiles), así como sus magnitudes y características, son derivadas empíricamente a posteriori. En ese sentido, lo que a continuación vamos a exponer no trata de un esquema de clasificación laboral que haya surgido de un proceso de construcción deductivo, donde las categorías de la clasificación están definidas previamente, incluso antes de la medición misma. Más bien, se trata de un sistema de clasificación inductivo que busca expresar el escenario material de fuerzas estructurales en los territorios (Blanco 2019).

En relación con la precariedad, nuestra posición es que ésta significaría no tanto ocupar un lugar o configurar una única clase o sujeto, sino más bien daría cuenta de una situación múltiple y fluida de fisonomías y debilidades (Blanco y Julián 2019, 2020). Todo ello ligado a las transformaciones profundas que han vivido los mercados laborales, las relaciones de producción y las formas de acumulación, así como los planos normativos de cohesión y ciudadanía social, la pérdida de seguridad en la continuidad del empleo y la vulnerabilidad social, entre otras importantes dimensiones (Mora 2005). En ese sentido, la propuesta que exponemos a continuación concibe a la precariedad como concepto clave en la revitalización de los estudios del trabajo en virtud de ocupar un rol articulador para comprender diferentes configuraciones y fisonomías de crisis y transformación por parte de las estructuras ocupacionales.

2. El contexto general de las regiones estudiadas

El negocio agrícola ganadero se ha impuesto como proceso de adaptación a un conjunto de disposiciones globales hacia la transnacionalización, el aumento de los volúmenes de producción, la reducción de los costos relacionados al proceso productivo y de circulación, así como a la inclusión de tecnología e innovación. Estos elementos significan un cambio histórico en las formas de configurar los territorios, así como de reproducir la agricultura y ganadería en términos culturales, productivos y sociales (PNUD 2008).

Se redefinen entonces las formas de trabajo y de socialización en los espacios rurales (Trpin et al. 2017), así como la realidad de pequeños y medianos productores que se ven enfrentados a nuevos actores agrícolas (trans)nacionales que pujan por concentrar el uso de la tierra, así como de redefinir la orientación y vocación productiva a partir de los mercados globales. Todo ello en un escenario de pérdida progresiva del protagonismo del trabajo agrícola ganadero en la economía nacional (Saen et al. 2008).

Estos nuevos contextos imponen la necesidad de analizar las formas de trabajo que se vislumbran a partir de esta integración económica global, analizando las configuraciones laborales estructuradas dentro del marco de las necesidades globales por recursos agrícolas y ganaderos. Esta reflexión se vuelve doblemente necesaria debido al alto apoyo y subsidio estatal, además de ser uno de los sectores productivos que todavía cuenta con una significativa participación en la fuerza de trabajo de las regiones estudiadas.

Por otra parte, el trabajo agrícola y ganadero muestra diferencias histórico-geográficas en su localización, hecho de vital relevancia para comprender la heterogénea formación del centro-sur chileno, observándose diferencias en procesos políticos, institucionales y administrativos (PNUD, 2008; Millalén et al. 2006). De este modo, dentro de estas diferentes dinámicas histórico territoriales se debe considerar especialmente relevante a los factores de la colonización y racialización del trabajo.

En términos estrictamente productivos, las formas de diversificación y especialización de los territorios rurales dependen de la presencia y relación con centros urbanos. La especialización agrícola y ganadera será más significativa para los territorios pequeños, mientras que la presencia de grandes urbes suele agregar un panorama de sectores económicos más diverso. En nuestro caso, las regiones de estudio y su heterogeneidad de experiencias territoriales se encuentran atravesadas también por significativos procesos demográficos y urbanos que van borrando la vieja distinción entre lo urbano y lo rural, entre el campo y la ciudad (PNUD 2008). Dentro de este escenario, se puede señalar las siguientes características:

a) En el caso de la región del Maule, el principal sector productivo está asociado a actividades silvoagropecuarias, destacando el sector frutícola (Willson y Caro 2010), siendo uno de los sectores con menor tasa de contratación a plazo indefinido. Además, es una de las regiones que presenta un menor grado de contratación indefinida (un 52,9% de contratos indefinidos según CASEN 2015, comparado con un 71,8% a nivel nacional) . Otras de las características de la configuración productiva regional es un sostenido proceso de migración campo-ciudad en los últimos 30 años y un proceso de internacionalización de su economía. Esto ha sido acompañado por altas tasas de pobreza (21,7% pobreza multidimensional y 16,5% por ingresos), informalidad en el empleo, así como por una importante fuerza de trabajo temporero.

b) La región del Biobío se compone de una mayor complejidad, ya que es una región que está marcada en las últimas décadas por el crecimiento de la industria de la madera y celulosa, jugando un rol importante en los procesos económicos de la región. Esta región se caracteriza igualmente por el proceso industrializador a través de la planta industrial de acero CAP, así como por la presencia de puertos estratégicos para el modelo exportador de materias primas. También se puede mencionar el aumento de la subcontratación, acrecentando la precarización laboral (Ayala 2016). La región fue marcada profundamente por el proceso de desindustrialización de la explotación del carbón y la reconversión productiva implementada en los años 90. De igual forma, la región presenta una baja tasa de contratación en modalidad indefinida (según CASEN 2015, 65% en comparación al 71,8% a nivel nacional).

c) Finalmente, la región de La Araucanía es una región anexada al estado chileno por una ocupación militar y colonial hace 140 años (Millalén et.al 2006). Posee alto porcentaje de población ocupada en actividades agrícolas (19,2%), con un crecimiento económico pujante a comienzos del siglo XX en base a la producción agrícola, ganadera y maderera. Este ciclo tuvo un decaimiento en las décadas siguientes, causando un empobrecimiento de la población (Pinto y Órdenes 2012). Además, es una región con alta presencia de población que se declara mapuche (27,5%), sin la presencia de grandes empresas industriales y con una alta fuerza laboral ocupada en actividades relacionadas al comercio por mayor y menor (16,6% según CASEN 2015). Por último, La Araucanía es de las regiones con más baja tasa de contratación en modalidad indefinida, con la más alta pobreza del país y envuelta en conflictos sociopolíticos que ponen en relieve las visiones de desarrollo para la región.

3. Las transformaciones del trabajo y la entrada de la precariedad

En el contexto de la inserción de nuestra economía al intercambio globalizado y de la desregulación estatal, la consolidación de diferentes formas de flexibilidad impacta de distintas maneras al trabajo (empleo a tiempo parcial, subcontratación, etc.). Estos cambios en las fisonomías del trabajo fomentan nuevas estrategias de subsistencia y autoempleo que, con la finalidad de lograr ingresos estables, generan precarización. Esto se traduce en pérdida de seguridades, incertidumbre, reducción de salarios y prestaciones, entre otros fenómenos. A ello hay que agregar el hecho que los sindicatos han perdido fuerza como resultado de la transformación del Estado y la economía, aunque con matices distintos en cada país (De la Garza et al. 2000; De la Garza, 2001).

La precariedad toma un nuevo protagonismo en los estudios del trabajo desde la implementación de políticas neoliberales a partir de la década de 1970. El empleo precario es parte de la estructura económica global, reestructurando la matriz productiva, los flujos y espacios de trabajo (Barattini 2009; Castel 1997). La implementación de las políticas neoliberales tuvo un componente de flexibilización laboral como una forma de modernización de las relaciones laborales y de la producción (Echeverría y López 2004; Narbona 2015; Durán y Kremenman 2015). Ello estuvo dominado por una tercerización del empleo bajo formas de subcontratación, reducción de costos y disminución de las plantas de personal, entre otros fenómenos (Barattini 2009). En ese sentido, la precariedad laboral estaría dada por una combinación de trabajo flexible y trabajo atípico (Nienhueser 2005), en tanto adaptaciones a las condiciones del mercado globalizado (De la Garza y Neffa 2010; De la Garza et al. 2000; Nienhueser 2005). Algunos tipos de flexibilidad provocan precariedad en el trabajo, sobre todo aquellos que conducen a la desregulación (Guerra 1995), por lo que estas nuevas medidas de gestión generan situaciones de precariedad al derivar en situaciones de inestabilidad, bajos salarios, ausencia de protección y previsión, malas condiciones de trabajo, entre otros.

Tal y como fue señalado, sumada a la relación con estrategias de flexibilidad, la precariedad también se relaciona con procesos de subcontratación. Durante las últimas décadas hay un aumento de la participación de microempresas subcontratistas con distintas condiciones laborales en relación con la empresa principal, donde predominan lógicas de empleo asalariado no registrado, de corto plazo y sin considerar seguridad social. De esta manera, en Chile y América latina las estrategias de desarrollo económico han traído consigo una presencia importante de formas del trabajo atípico caracterizadas por un aumento de empleos temporales, jornadas parciales, tercerización, alta carga de trabajo, niveles de estrés y enfermedades mentales, así como una reducción de ingresos/salarios reales y pérdida de seguridad y protección social (Viñals 2015; Ortiz-Hernández et al. 2007).

La crisis del trabajo asalariado y la entrada de la precariedad aumentan las actividades de duración poco definida, de prestación discontinua, a tiempo parcial, a domicilio, subcontratado y con horarios poco habituales. Es decir, aumentan las jornadas de trabajo variables y con una fuerte orientación al cumplimiento de metas por sobre el cumplimiento de una jornada (Kalleberg 2009; Nienhueser 2005; OIT 1998; Guerra 1994). De esta forma, el trabajo precario se definirá como las prácticas de la producción y reproducción social, ya sea de bienes tangibles o servicios intangibles, en relaciones salariales, de dependencia o por cuenta propia que se caracterizan por la fragilidad de su ejercicio y su baja valorización social (Julián, 2017 a 2014).

4. Dimensiones para la medición de la precariedad laboral

Existen experiencias importantes en la caracterización y medición de la precariedad laboral tanto a nivel internacional (Escoto 2011; Milkman 2011; Raymo et al. 2011; Cranford et al. 2003; Amable 2000) como a nivel nacional (FUNDACIÓN SOL 2011; HORIZONTAL 2014). La mayor parte del análisis se basa en enfoques ligados al fenómeno del trabajo atípico (Cranford et.al 2003), principalmente desde el punto de vista del debilitamiento de los marcos regulatorios de protección laboral, las políticas públicas de empleo, así como el fomento de prácticas de negociación colectiva y sindicalización (Julián 2018a, 2018b, 2017b). Sin embargo, si bien la construcción conceptual de los componentes de la precariedad laboral está bastante acabada y es coincidente entre distintos estudios, no existen propuestas de sistemas de clasificación tipológica del fenómeno. En ese sentido, hay una ausencia de propuestas de generación de perfiles laborales desde el enfoque de la precariedad, además de existir también una ausencia en cuanto a una revisión de la precariedad específica a particularidades territoriales y productivas, concretamente en economías con un fuerte componente exportador y de explotación de recursos naturales.

En la bibliografía existe un relativo consenso respecto de la multidimensionalidad de la precariedad (Cranford et al 2003; Amable 2000). Por ello, es necesario establecer cuáles serán las dimensiones operativas para llevar a cabo un ejercicio de medición como el que aquí se propone. Las dimensiones que estructuran nuestra propuesta consideran estas experiencias de investigación comparada, proponiendo una forma propia de operacionalizar el fenómeno.

i) En primer lugar, una dimensión significativa en la medición de la precariedad tiene relación con la inseguridad reflejada a través de la ausencia de contrato, existencia de contratos temporales o de corta duración (Julián 2014; Kalleberg 2009; OIT 1998b; Nienhueser 2005). Dicha situación laboral está completamente respaldada en la literatura (Mora 2005). ii) Una segunda dimensión a incorporar es la falta de protección previsional y de salud. iii) Otro elemento a considerar de acuerdo con la literatura revisada está asociado a los ingresos, los cuales suelen mostrar una desigualdad escondida en las cifras de desarrollo (Julián 2017a, 2014; Mora 2005; Guerra 1994). iv) Una cuarta dimensión importante para una caracterización de la precariedad del trabajo está referida a las condiciones de trabajo, principalmente relacionadas con aspectos tales como seguridad e higiene de los espacios de trabajo, así como con la intensificación de los ritmos de producción, lo que se refleja en las exigencias y las condiciones de estrés en las cuales los trabajadores desarrollan su labor (OIT 1998), junto con riesgos de accidentabilidad, mortalidad, enfermedades profesionales, etc., a los que están expuestos los trabajadores (Julián 2017a, 2014). v) Por último, la quinta dimensión se refiere a la cronopiedad o tiempo de trabajo, considerando la cantidad de horas de trabajo en jornadas diarias, semanales, mensuales y anuales que realiza un trabajador, dando cuenta de los procesos de segmentación entre el tiempo de trabajo y tiempo de vida (Julián 2017a).

5. Metodología

5.1. Variables para la construcción de los perfiles laborales

La metodología propuesta en esta investigación se basa en un trabajo combinado desarrollado en dos instancias. En primer lugar, las variables de operacionalización de la precariedad laboral (Cuadro No. 1) fueron definidas en el contexto del proyecto FONDECYT regular No. 1161347 (2016-2019) “Cartografía de la(s) precariedad(es) laboral(es) y las relaciones laborales en la Zona Centro Sur de Chile”. Una definición operativa fue expuesta en Julián (2017a), lugar donde se presentan las cinco dimensiones de precariedad con sus respectivos indicadores extraídos de la encuesta CASEN.

Cuadro 1.
Operacionalización de dimensiones de la precariedad
Operacionalización de dimensiones de la precariedad
Fuente: Blanco y Julián 2019, 2020; Julián 2017b.

En esta ocasión, nuestra operacionalización de las dimensiones de precariedad tiene como fuente de datos la encuesta CASEN 2015, en la cual lamentablemente desaparece la importante variable o26 (“Lugar en donde realiza la actividad o se ubica el negocio”, indicador de la dimensión de Condiciones de trabajo).

La segunda instancia donde se trabajaron variables incluidas en este ejercicio tipológico tiene relación con la recodificación de las variables CIUO-88 y CISE (Cuadros No. 2 y No. 3) trabajadas por Blanco (2019). Ambas instancias combinadas permiten operacionalizar un doble registro conceptual: por un lado, la precariedad como un fenómeno multidimensional y, por otro, como condición que reconceptualiza una mirada clasista. Los principales avances ocupando esta metodología han permitido demostrar que la precariedad, lejos de una posición única y homogénea, es una condición transclasista y transversal a diferentes posiciones a lo largo de la estructura del empleo en el mercado laboral chileno (Blanco y Julián 2019, 2020).

Cuadro 2.
CIUO y su recodificación
CIUO y su recodificación
Fuente: Blanco 2019; Blanco y Julián 2019, 2020.

Cuadro 3.
CISE y su recodificación
CISE y su recodificación
Fuente: Blanco 2019; Blanco y Julián 2019, 2020.

Las recodificaciones de las variables CIUO-88 y CISE permiten abordar dos dimensiones centrales: clases como situaciones de empleo y clases como ocupaciones (Blanco 2019). La CIUO –acrónimo de la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones– tiene relación con el trabajo como actividad, ofreciendo un sistema categorial de ocupaciones (profesionales, técnicos, trabajadores manuales, trabajadores agrícolas, etc.) que expresan la división técnica y funcional de oficios y profesiones con diferentes grados de calificación y jerarquización del trabajo (Gálvez 2001).

Por su parte, la CISE –acrónimo de la Clasificación Internacional de la Situación de Empleo– está ligada a las situaciones de dependencia (en sector público y privado), cuenta propia, situaciones de patrones o empleadores, servicios domésticos y familiares no remunerados. En ese sentido, involucra al trabajo en tanto relaciones sociales de sujeción directa e indirecta, así como condiciones y relaciones laborales asalariadas y no asalariadas (Gálvez 2001; Glejberman 2012).

Ha sido una preocupación particular desarrollar un trabajo estadístico conjunto de ambas variables mediante las técnicas del análisis de correspondencia y clúster de k-medias, método desarrollado paralelamente en Blanco (2019) y Blanco y Julián (2019, 2020). Con esta metodología, la ocupación, la situación del empleo y los indicadores de precariedad pueden ser trabajados en conjunto. Esta es una cuestión que resulta clave, pues las personas con una misma ocupación se insertan de forma diferencial en situaciones de empleo y relaciones laborales diversas, así como expresan diferentes combinaciones en cuanto a las dimensiones de precariedad laboral.

5.2. Técnicas estadísticas

Tal y como se señaló recién, en el tratamiento de los datos se combina una técnica de análisis factorial para datos categóricos –análisis de correspondencias múltiples (ACM)– con el análisis de clúster de k-medias. Este método de combinación de ambas técnicas aplicado a la generación de perfiles fue ocupado en Blanco (2019) para proponer sistemas de clasificación de agregados de clases sociales en dos macrozonas en Chile, así como en Blanco y Julián (2019, 2020) para examinar modelos de tipologías de perfiles de precariedad laboral a nivel nacional.

La técnica del ACM estudia la relación entre categorías de variables nominales u ordinales, al tiempo que reduce la variabilidad conjunta a factores/dimensiones de resumen (Escofier y Pagès 1992; Ferrán 2001; Visauta y Martori 2003; Pérez 2004; Le Roux y Rouanet, 2010). Además, se obtienen gráficos que expresan visualmente las relaciones entre las categorías, resultando de especial relevancia las relaciones de cercanía y distancia. Las categorías relacionadas se encuentran más cercanas que aquellas que no están relacionadas y que están más lejos. Sumado a lo anterior, se pueden guardar en las bases de datos los puntajes factoriales de los casos a lo largo de las dimensiones que resumen la información multivariada.

La segunda técnica utilizada es un análisis de conglomerado con modelo no jerárquico de k-medias, el cual hace posible encontrar patrones de agrupamiento. Ello permite descubrir la manera en que los individuos se aglomeran o diferencian entre sí estimando las similitudes entre los individuos u objetos a través de la correlación (distancia o asociación) de las diferentes variables (Ferrán 2001; Visauta y Martori 2003; Pérez 2004). Posteriormente, se establece un procedimiento que permite comparar los grupos en virtud de las similitudes, donde se puede decidir cuántos grupos se construyen, tratando de formar el mínimo número de grupos, lo más homogéneos posibles dentro de sí y lo más heterogéneos posibles entre sí (variabilidad inter-categorías y heterogeneidad intra-categorial). Para esto último se aplica la técnica ANOVA de un factor, donde los factores/dimensiones surgidos del ACM son las variables dependientes y el factor son los grupos generados con el procedimiento combinado del ACM y el clúster k-medias.

De forma sintética, todo el procedimiento para la construcción de los perfiles de precariedad en trabajadores agrícolas y ganaderos se pueden resumir de la siguiente manera:

a) En un primer momento, las variables del Cuadro No. 1, más las recodificaciones de la CISE (Cuadro No. 2) y de la CIUO-88 (Cuadro No. 3) se incorporan a un análisis de correspondencias múltiples (ACM). Con este procedimiento obtenemos los dos continuos que sintetizan la información de todas las variables incluidas en el modelo.

b) Estos dos factores que resumen la información multivariada son guardados en la base de datos como dos nuevas variables métricas referidas a las coordenadas de los casos. Estas dos nuevas variables métricas se utilizan en un análisis de clúster de k-medias, estableciéndose los conglomerados (perfiles). No fueron, entonces, ni las variables de precariedad ni las de ocupación y situación de empleo las que se introdujeron al análisis de conglomerados, sino que única y exclusivamente se ingresaron los puntajes de los objetos/casos a lo largo de ambas dimensiones. De esta manera, se evitó incluir variables no métricas (nominales u ordinales) en el método de k-medias, que está diseñado para utilizarse con variables continuas.

c) Se analizan diferentes posibilidades de disminución de la varianza interna de los grupos mediante ANOVA de una vía, proceso mediante el cual se define el número final de perfiles.

d) El paso siguiente es la caracterización de los grupos por medio de una serie de variables laborales, socioeconómicas y demográficas. Se incorporan tanto las variables de la operacionalización de la precariedad, las recodificaciones de CISE y CIUO-88, así como otras variables de caracterización residencial, socioeconómica y demográfica. Con esto es posible colocar nombres y definiciones a cada perfil, constituyendo el paso final hacia el sistema de clasificación tipológico de las ocupaciones agrícolas y ganaderas de la macrozona estudiada.

6. Resultados

Con el procedimiento recién descrito, se generó un sistema de seis perfiles laborales de actividades agrícolas y ganaderas de la macrozona centro-sur de Chile (Gráfico No. 1)1. Estos grupos representan el 99,9% del total de trabajadores agrícolas y ganaderos de la macrozona. Además, se han discriminado otras actividades económicas que se caracterizan por procesar y manufacturar materias primas proveniente de la agricultura y/o ganadería2.

Tipología de perfiles del trabajo agrícola y ganadero
Gráfico 1.
Tipología de perfiles del trabajo agrícola y ganadero
Fuente: Elaboración propia CASEN 2015 (N = 247.911)

Cuadro 4.
Perfiles de trabajo agrícola y ganadero de la macrozona centro-sur de Chile (Resumen)
Perfiles de trabajo agrícola y ganadero de la macrozona centro-sur de Chile (Resumen)

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Fuente: Elaboración propia.

Cuadro 5.
Presencia de precariedad en los perfiles de trabajo agrícola y ganadero
Presencia de precariedad en los perfiles de trabajo agrícola y ganadero

(+) Indica situación positiva (de protección) en la dimensión.

(–) Indica situación negativa (precariedad) en la dimensión.

(–/+) Indica presencia relevante de la dimensión de precariedad, aunque no mayoritaria.

Fuente: Elaboración propia.

6.1. Protegidos Agrícolas Superiores (PAS)

La tipología PAS abarca a un total de 6.333 ocupados, representando a un 2,6% de los trabajadores ligados de actividades agrícolas y ganaderas. Un 83,8% son hombres, mientras que sólo un 16,2% son mujeres. Es la tipología con menos presencia de personas pertenecientes a algún pueblo originario, con sólo un 3,5%. Residen en un 50,8% en la región del Maule, con mayor presencia en zona urbana que en zona rural. No obstante, las zonas rurales de mayor relevancia en cuanto a la residencia pertenecen a la región del Maule, seguido por territorios urbanos de La Araucanía, específicamente en la provincia de Cautín.

En términos de (in)estabilidad laboral, un 55,7% son trabajadores dependientes (de los cuales un 99,3%, están contratados de manera directa con su empleador) y un 44,3% son actividades en situación de cuenta propia. Del total de los PAS, un 96,1% tienen ocupaciones de carácter permanentes. De los trabajadores que tienen una dependencia contractual, un 89,8% tienen contrato (o acuerdos) de plazo indefinido, de los cuales un 98,6% son contractos firmados. Respecto de la dimensión de la (in)seguridad laboral, los PAS son el tercer grupo con mayor nivel de afiliación a algún sistema previsional, con un 89,3%, de los cuales 79,8% se encuentran cotizando en alguna AFP, principalmente de manera dependiente (71%). Un bajo 16,4% de casos no está cotizando. En términos de protección previsional de salud, casi la mitad (48,7%) están afiliados a alguna ISAPRE. En cuanto a la (in)suficiencia, son el grupo con más altos ingresos. En términos de ingresos relacionados a la ocupación principal, un 54,8% superan los $800.001. Por su parte, en cuanto a los ingresos percibidos directamente por el trabajo un 66,1% supera los $850.001. En relación con las condiciones de trabajo, sólo 3% presenta casos de enfermedades provocadas por el trabajo. De hecho, es el segundo grupo con menos presencia de trabajadores enfermos, ya que el 82,8% no tienen ninguna enfermedad o accidente, ya sea provocado por el trabajo o no. Finalmente, en relación con la dimensión de la cronopiedad, los PAS son el segundo grupo con mayor proporción de trabajadores que superan las 45 horas semanales de trabajo (47,1%). Esta es la única dimensión dónde este grupo destaca en un aspecto que se podría considerar como una variable relacionada a la precariedad.

Las ocupaciones y situaciones de empleo más relevantes de este perfil son:

  1. Profesionales, científicos e intelectuales en situación de dependencia en sector privado (24,8%).

    Agricultores calificados y semicalificados por cuenta propia (20,1%).

    Técnicos y/o profesionales de nivel medio en situación de dependencia en sector privado (16,2%).

A su vez, los PAS se caracterizan principalmente por los siguientes oficios y/o profesiones más relevantes:

  1. Agrónomos y afines (18,9%).

    Agricultores y trabajadores calificados de cultivos extensivos (13,3%).

    Profesionales de nivel medio de servicios administrativos y afines (7,5%).

6.2. Protegidos Agrícolas Dependientes en Insuficiencia (PADI)

Perfil que alcanza 49.266 de personas ocupadas, representado a un 19,9% de la población económicamente activa de la macrozona. Un 85% de los casos son hombres, mientras que sólo 6,8% señalan pertenecer a algún pueblo originario. Su residencia principal se encuentra en el Maule, principalmente en zonas rurales de Curicó, Talca y Linares. Biobío y La Araucanía muestran residencia un poco menor, aunque igualmente en zonas rurales.

En términos de (in)estabilidad laboral, casi la totalidad (96,7%) son trabajadores dependientes (de los cuales un 98,6% están contratados de manera directa con su empleador) y un 3,3% cuentapropistas. Un 90,2% del total tienen ocupaciones de carácter permanentes (seguidos un 8,4% que son temporales o estacionales). De los trabajadores que tienen una dependencia contractual, un 86% tiene contrato (o acuerdos) de plazo indefinido, con una alta tasa de formalidad es éstos, ya que un 95,4% son contractos firmados. En cuanto a la dimensión de (in)seguridad, los PADI son el grupo con mayor nivel de afiliación a algún sistema previsional, con un 99,2%. De los cuales, principalmente (92,1%) se encuentran cotizando, ya sea de manera dependiente (89%) o de manera independiente (3,1%) en alguna AFP. Un bajo 6,9% no está cotizando. En términos de protección previsional de salud, el 96,7% se encuentran cubierto por algún grupo de FONASA, mientras que en ISAPRE sólo en encuentra un 2,4% de estos trabajadores. Respecto de la (in)suficiencia, en relación los ingresos por ocupación principal sólo un 20,7% superan los $300.001, mientras que el 54,2% se encuentran en el rango de los $220.001 a los $260.000. En cuanto a los ingresos del trabajo, un 52,5% superan los $280.001, aunque la mayoría (38,7%) se encuentran en el tramo de los $230.001 a $280.000. A su vez, los PADI son el grupo con más presencia de enfermedades provocadas por el trabajo, con un 4,2%. Finalmente, en relación con la dimensión de la cronopiedad, son el cuarto grupo con mayor proporción de trabajadores que superan las 45 horas semanales de trabajo, con 23,5%. No obstante, la mayoría (67,6%) de los trabajadores de este grupo se mantiene trabajando 45 horas semanales.

Las ocupaciones y situaciones de empleo más relevantes de este perfil son:

  1. Agricultores calificados y semicalificados en situación de dependencia en sector privado (36,8%)

    Trabajadores no calificados en situación de dependencia en sector privado (29,6%).

    Operarios e instaladores de maquinarias en situación de dependencia en sector privado (14,7%).

A su vez, los PADI se caracterizan principalmente por los siguientes oficios:

  1. Mozos de labranza y peones agropecuarios (24,1%).

    Agricultores y trabajadores calificados de cultivos extensivos (16,5%).

    Agricultores y trabajadores calificados de plantaciones de árboles y arbustos (7,9%).

6.3. Precarios Agrícolas Autónomos en Inseguridad e Insuficiencia (PAAII)

Perfil que alcanza un total de 44.356 casos, representando a un 17,9% de la población económicamente activa de la macrozona estudiada. En este grupo, un 21,1% son mujeres, mientras que la proporción de casos pertenecientes a algún pueblo indígena es de 39,8%, la cifra más alta de toda la tipología en este aspecto. La región de residencia principal es La Araucanía, principalmente en zonas rurales de Cautín.

En términos de (in)estabilidad laboral, 93% son trabajadores autónomos (cuenta propia), mientras que 6% familiares no remunerados. Además, un 56,3% tienen ocupaciones de carácter permanentes, seguidos de un 35,9% que son temporales o estacionales. En cuanto a la (in)seguridad laboral, este es el perfil con el menor nivel de afiliación a algún sistema previsional, ya que sólo la mitad (50,1%) de ellos se encuentra afiliado. Más aún, 97,8% no se encuentran cotizando en alguna AFP. En términos de protección de salud, el 96,2% se encuentran cubiertos por algún grupo de FONASA (principalmente en el grupo A). Respecto de la (in)suficiencia, se observan muy bajos ingresos. En efecto, en términos de ingresos relacionados a la ocupación principal, sólo un 0,5% superan los $300.001, mientras que 86,4% percibe igual o menos de $185.000. En relación con los ingresos del trabajo, sólo 11,1% supera los $280.001 pesos, mientras que 33,9% perciben ingresos iguales o menores a los $83.917. Sólo un 2,5% tiene enfermedades provocadas por el trabajo. Paralelamente, es el tercer grupo con mayor proporción de trabajadores que superan las 45 horas semanales de trabajo, con un 30,9%. Este exceso de horas se ve acompañado por una importante proporción de casos (31,8%) que se encuentran trabajando entre 22 a 40 horas semanales. De hecho, un 55,9% de este grupo trabaja menos de 45 horas de trabajo a la semana.

Las ocupaciones y situaciones de empleo más relevantes de este perfil son:

  1. Agricultores calificados y/o semicalificados por cuenta propia (65,5%).

    Agricultores de subsistencia (13,7%).

    Trabajadores no calificados por cuenta propia (10,4%).

A su vez, los PAAII se caracterizan principalmente por los siguientes oficios:

  1. Agricultores y trabajadores calificados de cultivos extensivos (37%).

    Trabajadores agropecuarios de subsistencia (15,9%).

    Agricultores y trabajadores calificados de huertas, invernaderos, viveros y jardines (13,1%).

6.4. Precarios Agrícolas Dependientes en Inestabilidad e Insuficiencia (PADII)

Los PADII son 72.085 personas, siendo el grupo más grande de la macrozona, con 29,1%. Es, a su vez, el segundo grupo con mayor proporción de mujeres, con un 39,4%. Sólo un 9,8% declara pertenecer a algún pueblo indígena. Amplia residencia en las zonas rurales de la región del Maule, principalmente en Curicó y Linares.

En términos de (in)estabilidad laboral, casi la totalidad (99,8%) son trabajadores dependientes, de los cuales un 95,3% están contratados de manera directa con su empleador y un 4,1% están subcontratados. Sólo un 12,7% tienen ocupaciones de carácter permanentes, seguidos por un 80,2% de actividades temporales o estacionales. De los trabajadores que tienen una dependencia contractual, un 5,5% tiene contrato (o acuerdos) de plazo indefinido (94,5%, son plazo fijo), con una alta tasa de formalidad de éstos, ya que un 81,4% son contractos firmados. Por su parte, en términos de (in)seguridad laboral, son el grupo con mayor nivel de afiliación a algún sistema previsional, con un 98,6%. Un importante 84,6% se encuentra cotizando en alguna AFP, principalmente de manera dependiente (84,4%). Sólo 6,9% no está cotizando, lo que indica que es un grupo inscrito en el sistema previsional y que, pese a la temporalidad de las actividades, posee cotización efectiva. En términos de protección previsional de salud, el 98% se encuentra cubierto por algún grupo de FONASA, siendo el grupo con más alta proporción de este tipo de cobertura de salud. Por su parte, las ISAPRES son prácticamente inexistentes, alcanzando apenas un 0,1% de estos trabajadores. Respecto de la dimensión de (in)suficiencia, apenas un 3% de los casos superan los $300.001 en ingresos relacionados a la ocupación principal. De hecho, es un grupo significativamente precario en esta dimensión, ya que el 87,9% de los trabajadores de este grupo perciben igual o menos de $260.000. En cuanto a los ingresos percibidos directamente por el trabajo, sólo un 21,6% superan los $280.001. La mayoría (54,3%) perciben ingresos que se encuentran en el tramo de los $230.001 a $280.000. Por otra parte, es el grupo con menos presencia de trabajadores “enfermos”, ya que un 84,5% de las personas de este grupo no ha tenido ninguna enfermedad o accidente. De hecho, sólo un 2% de los trabajadores de este grupo, tienen algún tipo de enfermedad provocada por el trabajo. Finalmente, en relación con la dimensión de la cronopiedad, es el grupo con menor proporción de trabajadores que trabajan sobre las 45 horas semanales, con un 13,4%. Sin embargo, la mayoría (75,6%) de los trabajadores de este grupo, se encuentran trabajando 45 horas semanales.

Las ocupaciones y situaciones de empleo más relevantes de este perfil son:

  1. Trabajadores no calificados en situación de dependencia en sector privado (67,3%).

    Agricultores calificados y/o semicalificados en situación de dependencia en sector privado (27,1%).

A su vez, los PADII se caracterizan principalmente por los siguientes oficios:

  1. Mozos de labranza y peones agropecuarios (62,6%).

    Agricultores y trabajadores calificados de cultivos extensivos (15,5%).

    Agricultores y trabajadores calificados de plantaciones de árboles y arbustos (7,96%).

6.5. Precarios Agrícolas Dependientes Estacionales Informales en Inseguridad e Insuficiencia (PADEI)

Perfil con 61.567 casos y 24,9% de la PEA de la macrozona estudiada. Este grupo es donde se encuentran más mujeres representadas proporcionalmente, con un 41,2%. En términos de pertenencia étnica, sólo un 9,8% declara pertenecer a algún pueblo indígena. Residentes principalmente en zonas rurales de la región del Maule, específicamente en la comuna de Linares, seguidas por las zonas rurales de la región del Biobío.

En términos de (in)estabilidad laboral, casi la totalidad (94,5%) son trabajadores dependientes, de los cuales un 96,5% están contratados de manera directa con su empleador, y un 3,1% están subcontratados. Sólo un 7,7% tienen ocupaciones de carácter permanentes, seguidos de un 81% que son temporales o estacionales. De los trabajadores que tienen una dependencia contractual, un 4,8% tiene contrato (o acuerdos) de plazo indefinido (95,2%, son plazo fijo) con una baja tasa de formalidad de éstos, ya que sólo 14% son contractos firmados y un 78,2% de este grupo no tiene contrato de trabajo. En cuanto a la (in)seguridad laboral, son el grupo de dependientes con menor nivel de afiliación a algún sistema previsional, con un 69,4%. Sólo un 13,5% de ellos se encuentra cotizando en alguna AFP, ya sea de manera dependiente (13,1%) o de manera independiente (0,4%). Un 8,6% no está cotizando. En términos de protección previsional de salud, el 96% se encuentran cubierto por algún grupo de FONASA. Respecto de los ingresos relacionados a la ocupación principal, sólo el 1% superan los $300.001, mientras que la mayoría (31%) de los trabajadores de este grupo perciben igual o menos a $106.000. En cuanto a ingresos percibidos directamente por el trabajo, sólo un 10% superan los $280.001, mientras que la mayoría (28,4%) perciben ingresos que se encuentran en el tramo de los $83.918 a $171.000. En relación con las condiciones de trabajo, es el grupo con mayor presencia de trabajadores enfermos (20%), ya sea por el trabajo (1,7%) o no (18,3%). Finalmente, es el segundo grupo con mayor proporción (48,2%) de trabajadores que laboran menos de 45 horas semanales, mientras que 32,6% se encuentran trabajando 45 horas semanales.

Las ocupaciones y situaciones de empleo más relevantes de este perfil son:

  1. Trabajadores no calificados en situación dependencia en sector privado (63,6%).

    Agricultores calificados y/o semicalificados en situación de dependencia en sector privado (29,4%).

A su vez, los PADEI se caracterizan principalmente por los siguientes oficios:

  1. Mozos de labranza y peones agropecuarios (63,54%)

    Agricultores y trabajadores calificados de plantaciones de árboles y arbustos (14,46%).

    Agricultores y trabajadores calificados de cultivos extensivos (12,21%).

6.6. Precarios Agrícola Autónomo Permanentes en Inseguridad (PAAPI)

Son el segundo grupo menos representativo de la PEA de la macrozona, con un 5,7% (N = 14.132 personas). Además, es un perfil donde menos se encuentran representadas las mujeres (10,7%). En términos de pertenencia étnica, sólo 11,6% declara pertenecer a algún pueblo indígena. La residencia principal de este perfil es en zonas rurales del Maule, principalmente Linares, Talca y Cauquenes, seguidos por los territorios de Cautín (en La Araucanía) y Ñuble (Biobío).

En términos de (in)estabilidad laboral, casi la totalidad (98,3%) son trabajadores autónomos u ocupados a modo de cuenta propia. Un 83,7% tienen ocupaciones de carácter permanentes, seguidos por un 14,7% que son temporales o estacionales. En cuanto (in)seguridad laboral, es el segundo grupo con el menor nivel de afiliación a algún sistema previsional, ya que sólo 68,6% de ellos se encuentra afiliado, de los cuales 70,9% no están cotizando de forma efectiva. En términos de protección de salud, el 78,9% se encuentran cubierto por algún grupo de FONASA. Un 5,7% de casos está afiliado a alguna ISAPRE y un 12,3% no tiene ningún sistema de salud. Respecto de la (in)suficiencia, es un perfil de ingresos medio-bajos, donde 44,1% superan los $300.001 de ocupación principal y 78,5% superan los $280.001 de ingresos percibidos por el trabajo. De hecho, 26,1% perciben ingresos del trabajo entre los $400.001 y los $540.000. En relación con las condiciones de trabajo, sólo un 2,2% tienen enfermedades provocadas por el trabajo. Por último, en este perfil 60,3% de casos tienen jornadas laborales que superan las 45 horas semanales de trabajo. De hecho, la mayoría (41,6%) de los trabajadores de este grupo se encuentra trabajando sobre 56 horas semanales.

Las ocupaciones y situaciones de empleo más relevantes de este perfil son:

  1. Agricultores calificados y/o semicalificados por cuenta propia (62,3%).

    Agricultores de subsistencia por cuenta propia (13,2%).

A su vez, los PAAPI se caracterizan principalmente por los siguientes oficios:

  1. Agricultores y trabajadores calificados de cultivos extensivos (31,2%).

    Trabajadores agropecuarios y pesqueros de subsistencia (14,6%).

    Criadores de ganado y otros animales domésticos, productores de leche y sus derivados 10,3%).

7. Conclusiones

El objetivo principal del presente artículo ha sido implementar un modelo inductivo estadístico para la comprensión de la estructura laboral del sector agrícola y ganadero de la zona centro-sur del país desde la perspectiva de la precariedad. A esta última la hemos definido no como una situación homogénea, dada por características rígidas y estancas, sino como un fenómeno multidimensional que atraviesa distintas ocupaciones y situaciones de empleo. La precariedad tiene múltiples fisonomías y, en el caso de nuestra propuesta, permite configurar diferentes perfiles laborales definidos por distintas modalidades.

Descartando algunos casos del grupo de los Protegidos Agrícolas Superiores (PAS), no existirían grupos sin ninguna forma o dimensión de precariedad. En ese sentido, es posible decir que la precariedad afecta, al menos, al 97,4% de las actividades agrícolas y ganaderas de la macrozona estudiada, pero no lo hace ni de la misma forma, ni acentuando los mismos caracteres. El enfoque utilizado en este trabajo permite señalar que esta significativa proporción de actividades forman una clasificación donde la precariedad combina diferentes dimensiones, configurando así distintas fisonomías y maneras de encararla.

La precarización ligada al componente de la “(in)estabilidad” encarna situaciones vinculadas a la ausencia de contratos de trabajo, así como también de alta estacionalidad de los empleos, lo que vuelve inestables las actividades que se realizan y se combinan en fracciones dependientes e independientes. El ejemplo más claro de ello lo encontramos en los perfiles de los PAAI (Precarios Agrícolas Autónomos en Inseguridad e Insuficiencia), los PADII (Precarios Agrícolas Dependientes en Inestabilidad e Insuficiencia) y los PADEI (Precarios Agrícolas Dependientes Estacionales Informales en Inseguridad e Insuficiencia). También se encuentran rasgos de este tipo de precariedad en los PAAPI (Precarios Agrícola Autónomo Permanentes en Inseguridad).

Una segunda cuestión de la precariedad está ligada al componente de la “(in)seguridad”. La no cotización en el sistema previsional y en sistemas de salud es un elemento que marca aquellas actividades, principalmente independientes, con alta inestabilidad temporal del trabajo, bajos ingresos, lagunas previsionales e imposibilidad de acceder a planes de salud. Los perfiles más representativos de este componente son los PAAII (Precarios Agrícolas Autónomos en Inseguridad e Insuficiencia), los PADEI (Precarios Agrícolas Dependientes Estacionales Informales en Inseguridad e Insuficiencia) y los PAAPI (Precarios Agrícola Autónomo Permanentes en Inseguridad).

El componente de la “(in)suficiencia” afecta aquellas actividades de bajos ingresos y se encuentra relacionado a todo un modelo de valorización de la fuerza de trabajo (Julián, 2014) y a la proliferación de formas de trabajo sujetas a la pobreza. Su presencia casi transversal a la conformación de los perfiles indica una estructura de ingresos precaria, interrogándonos sobre las estrategias económico-asociativas complementarias que permiten reproducir la fuerza de trabajo y vida. Los perfiles con ingresos más bajos son los PADI (Protegidos Agrícolas Dependientes en Insuficiencia), PAAII (Precarios Agrícolas Autónomos en Inseguridad e Insuficiencia), PADII (Precarios Agrícolas Dependientes en Inestabilidad e Insuficiencia), PADEI (Precarios Agrícolas Dependientes Estacionales Informales en Inseguridad e Insuficiencia) y, en menor medida, los PAAPI (Precarios Agrícola Autónomo Permanentes en Inseguridad).

El cuarto componente son las “condiciones de trabajo”. Lamentablemente, aquí hay un elemento ausente en la versión 2015 de la CASEN. Se trata del indicador respecto de los lugares del trabajo, el cual había sido significativo en nuestras investigaciones anteriores (Blanco y Julián, 2019, 2020)3. Por sí sola, la pregunta relativa a las enfermedades o accidentes por motivos laborales no resultó ser significativa como descriptor y discriminador de precariedad en los seis grupos construidos.

En el caso de la “cronopiedad” se puede identificar la presencia de jornadas y tiempos de trabajo relacionados con fenómenos como el subempleo y la autonomía en la fijación de las horas de trabajo, así como sobrecargas y jornadas extensas, que van más allá de la jornada legal. De este modo, la diferenciación del tiempo de trabajo exhibe realidades heterogéneas. Por una parte, aparecen jornadas de alta duración que se realizan en marcos de trabajo independiente, lo que implica una estrategia individual. No obstante, el trabajo independiente también evidencia jornadas exiguas. Por su parte, en los trabajos dependientes es posible que la protección vaya acompañada de jornadas extensas. En general, las jornadas más altas se observan en los PAAPI (Precarios Agrícola Autónomo Permanentes en Inseguridad), así como en el perfil de mayor protección de toda la tipología –los PAS (Protegidos Agrícolas Superiores)–. Por su parte, el subempleo se observa en los PADEI (Precarios Agrícolas Dependientes Estacionales Informales en Inseguridad e Insuficiencia), los PADII (Precarios Agrícolas Dependientes en Inestabilidad e Insuficiencia) y los PAAII (Precarios Agrícolas Autónomos en Inseguridad e Insuficiencia).

En estudios anteriores habíamos detectado que, junto con la fluidez y multidimensionalidad de la precariedad, ésta se dejaba observar tanto en actividades bajas como en aquellas que gozaban de mayor prestigio y estatus. Es decir, cuando analizamos la estructura ocupacional a nivel nacional –y no delimitando el análisis al sector agrícola ganadero de tres regiones del país– se observaba evidencia de estar frente a un fenómeno distribuido en diferentes segmentos, ocupaciones (calificadas y no calificadas) y situaciones de empleo (autónomas, dependientes en el sector privado, dependientes en el sector público y otras) (Blanco y Julián, 2019). En el caso del modelo de perfiles que aquí hemos propuesto, la precariedad de los PAS (Protegidos Agrícolas Superiores) se observa únicamente en las extensas jornadas laborales4. Si colocamos en perspectiva estos resultados con lo observado en ejercicios anteriores a nivel nacional, podemos notar que el modelo de perfiles ocupacionales aquí propuesto presenta una clara diferenciación entre el pequeño segmento de protegidos constituidos por profesionales y/o técnicos en situación de dependencia y, en menor medida, de independencia –los PAS–, respecto del resto de segmentos donde la precariedad se muestra con mayor grado de intensidad. En ese sentido, el sector agrícola y ganadero de la macrozona estudiada discrimina fuertemente entre estos pequeños estratos de mayor calificación respecto de oficios y ocupaciones no calificadas.

Tres importantes observaciones finales respecto de ello. Primero, una desigualdad expresada territorialmente: la residencia del pequeño segmento de profesionales y técnicos (PAS) es fundamentalmente en zonas urbanas, dejando las actividades más bajas en territorios rurales. En segundo lugar, la precariedad de este perfil de los PAS se reduce a una única dimensión, mientras que se recrudece en el resto de perfiles, todos ellos caracterizados por ocupaciones de nivel bajo. Por último, en tercer lugar, podemos advertir que este segmento protegido de los PAS son el grupo con menor presencia de casos pertenecientes a etnia.

De esta forma, el estudio de caso centrado en una territorialidad específica estimula investigaciones comparativas respecto del mismo sector económico en territorios diferentes. Esto refuerza la necesidad de continuar con análisis comparativos de los sistemas tipológicos laborales del sector agrícola y ganadero entre territorios diversos, así como también en escalas inter e intra-regionales. Las fisonomías y características del empleo en los territorios se encuentran asociadas a la localización de determinadas matrices económicas y de capital humano, la inversión de tecnología, I+D e innovación en sectores específicos, la inversión en infraestructuras –carreteras, puertos, etc.– que permiten la conectividad con mercados internos y externos, las políticas públicas de desarrollo y fomento productivo, así como el crecimiento demográfico y las dinámicas urbanas, entre otros factores. De esta forma, las características de las cuencas laborales locales producen y reproducen perfiles y patrones que tendrán un grado de especificidad geográfica, esto es, un arraigo territorial específico a dilucidar. Es necesario entonces seguir analizando la penetración mutua entre los sistemas de estratificación y de perfiles del trabajo, la composición regional de los mercados laborales, las disparidades competitivas de los territorios, sus procesos de desarrollo económico, la composición y heterogeneidad territorial de las matrices productivas, entre otros importantes aspectos.

Agradecimientos

Este artículo se inscribe en el marco del Proyecto FONDECYT Regular No. 1161347 (2016-2019) “Cartografía de la(s) precariedad(es) laboral(es) y las relaciones laborales de la Zona Centro Sur de Chile. Tipología del Trabajo Precario y su incidencia en la práctica sindical en las regiones del Maule, Biobío y La Araucanía”, CONICYT (Chile). Los autores agradecen a dos evaluadores anónimos que comentaron la primera versión de este texto y los eximen de toda responsabilidad en esta versión final.

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Notas

1 Según datos de CASEN 2015, en las tres regiones que componen la macrozona estudiada se contempla una población económicamente activa de 1.577.925 trabajadores (932.024 hombres y 644.901 mujeres), de los cuales 247.911 están ligados a actividades agrícolas y/o ganaderas. La ocupación de esta rama económica representa un 15,7% de la ocupación total de esta macrozona.
2 Los análisis de varianza indican un 15,5 % de heterogeneidad interna en promedio de los seis grupos.
3 Desempeño del trabajo en lugares atípicos (diferentes de fábricas u oficinas), tales como el propio hogar del trabajador o cliente, talleres anexos a las viviendas, la vía pública, predios o faenas en espacios abiertos u otros.
4 Estos últimos con un 40% de casos con jornadas de 55 y más horas semanales.
* Este artículo se inscribe en el marco del Proyecto FONDECYT Regular No. 1161347 (2016-2019) “Cartografía de la(s) precariedad(es) laboral(es) y las relaciones laborales de la Zona Centro Sur de Chile. Tipología del Trabajo Precario y su incidencia en la práctica sindical en las regiones del Maule, Biobío y La Araucanía”, CONICYT (Chile). Los autores agradecen a dos evaluadores anónimos que comentaron la primera versión de este texto y los eximen de toda responsabilidad en esta versión final.
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