DOSSIER

Industria Forestal en el Sur de Chile. Transformaciones en comunidades campesinas de la Región de Los Ríos. (1985-2010)*

Forest Industry in Southern Chile. Transformations in the Rural Communities from Los Ríos Region (1985-2010)

Yerko Monje-Hernández
Universidad Austral de Chile, Chile

Industria Forestal en el Sur de Chile. Transformaciones en comunidades campesinas de la Región de Los Ríos. (1985-2010)*

Revista Austral de Ciencias Sociales, núm. 38, pp. 313-336, 2020

Universidad Austral de Chile

Recepción: 29 Noviembre 2018

Aprobación: 07 Octubre 2019

Financiamiento

Fuente: Fondecyt Regular

Nº de contrato: 1160321

Resumen: El neoliberalismo ha reconfigurado significativamente el escenario regional y las relaciones sociales de producción que se desarrollan en este territorio. Sin embargo, esto no es completamente original, ya que agudiza condiciones desarrolladas históricamente en un marco capitalista, en la medida que se comprende el sistema en una doble dimensión; tanto de acumulación, como regulación.

La Región de Los Ríos es un territorio fundamental para el conocimiento del avance capitalista en su fase neoliberal, en el sentido que industrias como la forestal, resultan claves para comprender la refuncionalización neoliberal de espacios productivos que se dedicaban a actividades tradicionales (agrícolas y lecheras) y que tras el avance de industrias extractivistas, han modificado las dinámicas históricas del habitar en comunidades campesinas.

Se aborda el problema a través de un caso en perspectiva microhistórica, estudiando comunidades campesinas en la comuna de Mariquina en la Región de Los Ríos, debido al creciente y explosivo desarrollo forestal de la zona. Para ello, se recurre a la revisión del registro de comercio y propiedad; prensa local; así como entrevistas en profundidad a campesinos y otros actores involucrados en este proceso.

Palabras clave: Extractivismo, Neoliberalismo, Territorio, Campesinos, Industria Forestal, Neoliberalismo.

Abstract: Neoliberalism has significantly reconfigured the regional scenario and social relations of production in this territory. However, this process is not completely new and actually deteriorates conditions historically developed within the capitalist framework. Therefore, we understand the system in a double dimension as both accumulating and regulating. Los Ríos Region is a fundamental territory for recognizing capitalist progress in the neoliberal phase. Such industries as the forest industry are key for understanding the neoliberal re-functionalization of productive spaces dedicated to traditional activities (i. e., agricultural and dairy), which have modified the historical dynamics of peasant communities after the advance of “neo-extractive” industries. This article analyzes from a microhistorical perspective a case study from the Mariquina community of Los Ríos Region, which has been affected by the growing and explosive development of the forest industry in the area. The methodology includes the review of the Trade and Property Registry and local press as well as in-depth interviews with farmers and other social actors involved in this process.

Keywords: Extractivism, Neoliberalism, Territory, Peasants, Forest Industry.

1. Introducción

La instalación del modelo neoliberal bajo la dictadura militar chilena, y su posterior profundización en los gobiernos de la transición, marcó un antes y después para la historia reciente de este país latinoamericano. A partir de las “modernizaciones” neoliberales en la década del ochenta, la economía paulatinamente se fue neoliberalizando, dejando atrás el antiguo Estado desarrollista con su insigne modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), dando paso a un periodo marcado por privatizaciones en sectores estratégicos del desarrollo nacional, expresado en aspectos como nuevo tipo de cambio, liberalización del comercio, inversión extranjera directa, privatización de las empresas estatales, desregulación y protección de los derechos de propiedad y sociales. Es decir, se establece un Estado de carácter subsidiario.

Bajo la idea de “apertura de mercados”, Chile se integra a una escala económica de carácter internacional, en un afán mundializador que interrogaba la forma en que se entendían las economías nacionales y regionales (Almonacid 2017). Lo anterior, se concibe como un fenómeno relacional. En la medida que Chile se integraba a este mercado mundial, también se transformaba en el proceso, ya que se intensificaba el régimen de acumulación capitalista, marcado por la desposesión/despojo (Harvey 2004) y paralelamente se construía un nuevo modo de regulación, en cuanto cambios legislativos y carácter del Estado que propiciaría tal acumulación. (Harvey 2004; 2012, Soja 1985, Boyer 2006, Galafassi 2008, Gárate 2012).

Este proceso, se puede vislumbrar con especial atención en las transformaciones del sector silvoagropecuario del sur de Chile. A partir de la década del ochenta y con fuerza en los noventa, sectores como el forestal, lácteos, frutas (manzanas y berries) y flores, se incorporaron con especial intensidad en las dinámicas del mercado mundial1. Ello, sumado a la llegada de capitales, tecnologías, productores y nuevos consumidores bajo un carácter transnacional (Almonacid 2017). En este marco temporal, el sector forestal vivió transformaciones que resultan de especial interés en cuanto su carácter excepcional/normal que, si bien adquiere nuevos ribetes extractivistas durante el neoliberalismo, la historia de esta industria no se inicia en este periodo, su desarrollo responde al largo plazo. Esa trayectoria histórica resulta atractiva para la comprensión de los cambios y continuidades en la historia económica y social del sur de Chile.

Todos estos procesos, si bien tienen expresión a un nivel de política nacional e integración a una economía transnacional, también generan efectos a un nivel social del habitar, en los distintos territorios involucrados en estas dinámicas económicas, entendiendo este último como un espacio construido socialmente donde convergen diversos actores, que son participes de las transformaciones y resistencias, más allá de un rol exclusivamente receptivo (Lefebvre 2013). Este artículo busca comprender el problema planteado más allá del binarismo que ha primado en los estudios de la relación entre comunidades e industria forestal, que sitúan una gran industria frente a campesinos que permanecen como testigos anacrónicos de las transformaciones. El interés está en aventurar una comprensión de los mecanismos de sobrevivencia, adaptación e integración que han generado estas comunidades al modelo forestal modificado en Dictadura con el DL 701.

Por ello, se investigan las transformaciones espacio/territoriales en comunidades campesinas del sur de Chile, a través del desarrollo de la industria forestal en la Región de Los Ríos y los efectos en los medios y formas de vida en la Comuna de Mariquina. Concordante a ello se busca responder ¿Cuáles son las principales continuidades y transformaciones que ha implicado el desarrollo de la industria forestal a nivel nacional, como en la Región de Los Ríos? ¿Cuál es la visión de las comunidades locales de Mariquina sobre este proceso?

2. El territorio en clave historiográfica ¿Una historia sin sujetos?

Comprender distintos territorios en un escenario neoliberal conlleva una reflexión historiográfica que vincule los campos de saber anclados a las experiencias de sujetos, y a su vez no desconozca las dinámicas espaciales ligadas a su devenir, es decir, entendiéndose desde una dimensión histórica y social.

Lefebvre (2013) propone que el espacio no debe limitarse a un mero receptáculo de la vida, ya que éste se produce socialmente. Si bien se utiliza, él mismo interviene en la producción, no es un cuerpo geométrico objetivo y neutral. La propuesta anterior, permite dar cuenta de las disputas en el territorio (Harvey 2004), sobre todo a partir del interés de denuncia y superación de la heteronomización del espacio social. Por ello, el territorio no es algo “sin historia” en el sentido de estar fuera de las fuerzas de los habitantes y del potencial de transformación, comprensión/tensión entre el espacio vivido y concebido. (Lindón 2012)

Siguiendo con esta línea de reflexión, comprender los procesos históricos, conlleva una identificación de problemáticas que colocan en relevancia el espacio, las disputas y nuevas significaciones del territorio como una arista fundamental. En clave contemporánea, resultan iluminadores los trabajos de Machado (2015), Gudynas (2016), Acosta (2016), y Machado y Merino (2015), en torno a la idea de extractivismos y neo-extractivismos bajo políticas neoliberales, que evidencian la naturaleza americana de explotación colonial ligada a las materias primas. En un marco de desarrollo contemporáneo, adquiere distintas expresiones y nuevos mecanismos de acumulación y regulación en una economía internacionalizada y transnacionalizada.

Sin embargo, esta propuesta no involucra solo una dinámica de empresas transnacionales interviniendo en el territorio. Hay procesos de apropiación, venta e inclusive emprendimiento campesino, es decir, las formas históricas de habitar el territorio varían en función de la incorporación de distintas dinámicas económicas locales, regionales, y globales en último término. Por ello, las lecturas que se han efectuado a Harvey (2004) y la idea de “acumulación por desposesión” deben ser estudiadas con especial cuidado, en el sentido que tienden a ignorar la dinámica histórica y profundidad de las políticas neoliberales. Cómo se ha organizado la sociedad y el por qué de la sobrevivencia del sistema, son cuestionamientos fundamentales en este artículo, por ello se recoge la perspectiva de la regulación. (Aglietta 1998; Boyer 2006, Brenner y Glick 2003)

Fundamental para la comprensión del territorio en clave historiográfica resulta la propuesta de Klubock (2012). Señala que el espacio social y el medio ambiente son dos aspectos esenciales en la configuración del saber historiográfico. Si bien la Historia como disciplina surge en función de comprender los procesos políticos de carácter tradicional – conformación del Estado-Nación, por ejemplo- la dinámica histórica la ha interrogado en función de otros planos, como buscó responder la Escuela de Los Anales con Fernand Braudel a partir de la idea de Geohistoria anclada en la Larga Duración.

Lo interesante de Klubock (2012), es que relaciona la dimensión social y ecológica, entendiendo que son partes constituyentes de la dinámica histórica, que no pueden concebirse de forma disociada. La Industria forestal, como un fenómeno de matriz colonial anclado en el largo plazo, involucra una redefinición de la naturaleza, en un proceso de divorcio entre las tierras y sus gentes. Para el caso de un marco neoliberal, ese fenómeno precisamente responde a los cambios y permanencias en los modos y medios de vida, es decir, el habitar histórico desarrollado por las comunidades. Como señala Wooster (2004) la naturaleza no es “tabula rasa”.

Producto de este debate, la ocupación del territorio no responde solamente a un uso de carácter instrumental. En el caso de la industria forestal chilena, no se puede limitar la extracción del valor y la renta forestal del suelo a los inicios de la ocupación del territorio, más bien desde ese momento se activa una dialéctica histórica del cambio ecológico y la formación de clases (Klubock 2012). La acumulación por desposesión propuesta por Harvey (2004) queda al debe para la comprensión de lo anterior, debido a que este móvil no corresponde solo a un momento fundacional o de agudización, más bien es parte de la regulación del sistema, es decir, lo que permite su funcionamiento. Es en esta dinámica misma en que los actores sociales se forman y transforman.

El territorio del sur de Chile en este marco neoliberal se encuentra en medio de un proceso de internacionalización y transnacionalización de capitales. La interconexión de las economías en el mundo es un proceso que se ha intensificado en las últimas décadas, por tanto, es un hecho difícil de desconocer. Giddens (1994) señala que esta mundialización de la economía da cuenta de las relaciones sociales e interconexiones entre diferentes zonas que tensionan las particularidades de “lo local”, que a decir de Amin (2001), pueden tener múltiples manifestaciones.

Evidentemente, este fenómeno de interconexión genera diferencias importantes entre los distintos países que se integran a esta economía de carácter global, ya que la relación no corresponde a un carácter simétrico (Wallerstein 2005; 2012, Almonacid 2016a, 2016b). Ejemplo de ello, es que la incursión de espacios latinoamericanos se ha dado en función de producir bienes primarios o industriales a bajo costo, generando precarización laboral y cambios en las formas y medios de vida de los sujetos que habitan los diferentes territorios intervenidos (Lindón 2012). Es aquí donde se puede instalar la comprensión de la industria forestal en el sur de Chile, ya que da cuenta de los elementos centrales de la economía internacional en torno a la transnacionalización de capitales y explotación de recursos en función de una economía global por sobre el mercado nacional. Por ello, los trabajos de Machado y Merino (2015) Machado (2015), Acosta (2016) y Gudynas (2016) ubican a esta industria en un marco extractivista, en el sentido de rescatar una perspectiva mucho más crítica frente a este ordenamiento y geopolítica del capital.

De tal manera, rescatar las dinámicas del territorio, no desconoce las experiencias de sujetos históricos. Por el contrario, los entiende como parte de una dialéctica histórica en el cual no se pueden disociar ficticiamente una dimensión geográfica, sino que está profundamente vinculada al devenir social. Ante todo, se rescata la experiencia de sujetos sociales territorializados, entendiendo esta labor como una historia social y económica del espacio/territorio.

3. La Industria Forestal en Chile ¿Un problema del neoliberalismo?

Referente a este problema, es necesario retomar una visión de largo plazo, ya que existe una tendencia de comprender la actividad forestal como un fenómeno propio del Chile neoliberal, sin dar cuenta de una larga tradición y políticas en el sector2. Para comprender el problema forestal en su expresión contemporánea, Klubock (2012) desarrolla un recorrido histórico de la industria, especialmente en un momento de modificación del paisaje e incorporación de especies foráneas. La política de forestación de pinos fue adoptada por terratenientes ya en la década del cuarenta.

En vista a la regulación del sector, es interesante destacar que, a mediados del siglo XX, organismos internacionales como el Banco Mundial y la FAO de las Naciones Unidas financiaron agencias de desarrollo, donde personal forestal especializado y educado en Universidades estatales, capacitaron a campesinos. En este proceso, se inicia un paulatino remplazo de la ecología de bosques nativos, por pino norteamericano, racionalizando el espacio bajo un renovado afán productivo.

El punto anterior es fundamental para el entendimiento de la industria forestal, ya que el proceso de acumulación y despojo no corresponde solo a un marco neoliberal. Dicho de otra forma, es imposible entenderlo exclusivamente desde la contradicción capital y trabajo, haciendo necesario un estudio de la regulación de la actividad, que ciertamente conlleva un impacto en la acción, modos y formas de vida, en comunidades ligadas a la actividad campesina y forestal.

Volviendo al recorrido histórico de la industria forestal, Klubock (2012) argumenta que desde la década del cuarenta y cincuenta, los cambios ecológicos fueron al mismo tiempo de carácter social, evidenciando que:

El Estado buscó, a través de la administración del medioambiente, reordenar las relaciones sociales de dos maneras: primero, transformando haciendas improductivas, fraudulentamente constituidas y ecológicamente destructivas, en 75 empresas forestales modernas, proyecto que, a pesar de los argumentos neoliberales sobre la importancia del empresariado, los terratenientes eran reacios a tomar sin la protección y los incentivos del Estado; y segundo, transformando a los rebeldes, móviles y conflictivos hombres rurales en trabajadores estables y disciplinados, en otras palabras, en fuerza laboral proletarizada, empleada en bosques e industrias forestales, en talas y reducción a pulpa y producción de papel. (Klubock 2012: 75)

En medio de políticas industrializadoras propias del Estado desarrollista, el objetivo estaba en transformar la tierra y propiedad para otorgar materias primas y excedente laboral pensando una industrialización dirigida desde el Estado. Este aspecto es fundamental, ya que presenta este momento como un segundo “acercamiento y acumulación primitiva”, que se acrecentaría bajo una renovada regulación en el neoliberalismo.

De esta forma, a finales de la década del cincuenta, el problema forestal parecía estar instalado en el debate público. Concordante con lo anterior, en el Diario “El Correo de Valdivia” del 05 de febrero de 1959, se publicó un apartado denominado “La situación forestal actual en la provincia de Valdivia”, que señalaba:

La importancia que tienen en la economía nacional los bosques es considerable. Se estima que los 742.000 kms cuadrados de superficie, sin considerar la antártica chilena, posee bajo selvas y montañas más o menos unos 16.000.000 de hás., lo que constituye un 22% aproximadamente de su territorio. Las zonas reforestadas alcanzan una superficie del orden de las 200.000 hás., siendo las especies más generalizadas el pino radiata o insigne con el 90% de las plantaciones y el 10% restante lo constituyen otras plantaciones de coníferas exóticas.3

En el mismo texto, se indica que esta provincia por las condiciones de su suelo, detentaba importantes proyecciones para la producción forestal, ya que de un total de 1.850.000 hectáreas, 650.750 de ellas correspondían a bosque aprovechable para la actividad forestal, tomando en cuenta más de 286.000 hectáreas necesitaban ser reforestadas por ser terrenos no aptos para el cultivo. Por tanto, un 50% de la provincia presentaba un potencial de aprovechamiento para la actividad forestal.

Lo expresado para el territorio señalado, no dista de una paulatina y creciente preocupación a nivel nacional en torno al desarrollo de la industria forestal. Expresión de ello es que en 1961 nace como Proyecto FAO el Instituto Forestal, que sería oficializado por el Gobierno de Chile en 1965. Desde ese momento se desarrollaron intentos de tecnificación e industrialización, sin embargo, su materia más exitosa se daría entre 1960-1980 con la introducción de especies exóticas como Eucalyptus nitens, Eucalyptus camaldulensis, Pinus ponderosa, Pinus contorta, Pseudotsuga menziesii, Acacia saligna, entre otras.

Ciertamente, las transformaciones sociales y políticas en estas décadas impactaron en la actividad forestal. Klubock (2012) profundiza en este momento detallando las implicancias de la Reforma Agraria, por ejemplo, y su relación con la propiedad de la tierra y formación de mano de obra a partir del caso de Panguipulli, entrada la década de 1970.

En el siguiente apartado se profundizará en torno a la industria forestal y sus transformaciones en la Dictadura Militar, con énfasis en el Decreto Ley 701, que cambió la regulación en torno a la actividad, agudizando el proceso de desposesión iniciado décadas anteriores.

4. Desarrollo de la Industria Forestal en un marco neoliberal

Según los datos entregados por la Corporación de la Madera (CORMA), Chile se ha transformado en uno de los 20 países más importantes del mundo en la producción y comercialización de productos derivados de la madera. Algunas estadísticas que avalan lo anterior, es por ejemplo el puesto nº11 en la elaboración de madera en trozos con un 2,3% de participación en el mercado mundial, y, por otro lado, el puesto n°10 en la producción de pulpa de madera, con una participación de 2,9% del total mundial. Sin embargo, las cifras que apuntan a una producción de materias primas no son equiparables al lugar que detentan en la elaboración de productos de la madera, donde cae al lugar nº 19, con una participación del 1,3%. Para el año 2015 la plantación forestal representaba un 1,1% del total mundial, ubicándose en el lugar n°18 del ranking (INFOR 2015).

Si bien el desarrollo de la actividad puede ser establecido en el largo plazo, la situación actual de modelo forestal se debe en gran parte a la institucionalidad que tempranamente fue constituida en Dictadura. El 28 de octubre de 1974 se dicta el DL 701, con el declarado interés de fomentar la forestación en el país, dada su importancia para la economía de carácter nacional. A decir de Montalba y Carrasco (2005) desde aquel momento, “en el sur de Chile comienza a desarrollarse un proceso de expansión de las plantaciones forestales, caracterizado por el establecimiento masivo de especies arbóreas exóticas, principalmente representadas por Pino radiata y Eucaliptus globulus” (112).

Este decreto traspasó a manos de privados las empresas forestales, modificando el régimen de tenencia de la tierra y las reglas para su uso (Palma 2013), y por otro lado, diseñó un sistema de incentivos, que en el decreto se expresaban como bonificaciones forestales, que buscaron motivar la participación de privados en el mercado de la madera, mientras el Estado retrocedía paulatinamente. Según Camus (2006) “la superficie total bonificada en el período 1975-1979 corresponde a 169.544 ha, lo que equivalía al 68,71% de la superficie total plantada por el sector privado en el país a una tasa media creciente de 33.891,45 ha bonificadas anualmente” (251).

A partir de la década del ochenta, se inicia una nueva etapa en el modelo forestal, esta vez acompañado de una transformación estructural de la economía nacional. Se buscó incrementar la participación de esta industria, como una forma de diversificar una matriz de exportación dependiente hasta ese momento, en gran parte del cobre (Camus 2006). Aquel afán de diversificación no era imposible, considerando las positivas condiciones ambientales que ofrecía la zona centro-sur de Chile para el desarrollo de especies exóticas. Hacia 1984, se alcanzó cerca del millón de hectáreas plantadas con pino insigne, y hacia 1987 esa cifra aumentó en cerca de 200.000 hectáreas, sin embargo, el mayor crecimiento se posicionó en plantaciones relacionadas con el eucaliptus. Es importante destacar, que este aumento se gestó a pesar de las turbulencias económicas en el territorio nacional, por lo cual ese fenómeno estuvo en gran parte sustentado por el mercado externo, permitiendo que entrada la década del noventa, “paralelo a la expansión de las plantaciones forestales y al crecimiento de la producción de rollizos, madera aserrada, pulpa, papel, tableros y chapas, se produjo un aumento notable de las exportaciones” (Camus 2006: 259).

A decir de Palma (2013) esta primera gran etapa de la industria forestal, enmarcada ciertamente en políticas impulsadas por la dictadura, se caracterizó por la privatización y concentración de la industria en manos de grandes consorcios empresariales. Ejemplo de ello, es que el grupo Angelini concentró gran parte de la inversión a través de Celulosa Arauco y Forestal Arauco, que, en conjunto con la del Grupo Matte, controlaron más del 60% de la industria, incluyendo producción de papel, celulosa, chapas y los aserraderos más productivos y modernos. Esta situación continúa luego de la transición a la democracia, con el desarrollo y consolidación de estos grupos, tales como el Grupo Angelini (Arauco), Grupo Matte (CMPC) y Grupo Nueva Holding Inc. de Suiza (MASISA).

Entrada la década del noventa, este crecimiento acelerado fue interrogado por dos procesos fundamentales, primero, la Ley Indígena que intervino en el régimen de las principales regiones del país en esta actividad, y, por otro lado, los cuestionamientos al DL 701 por su benevolente trato hacia las grandes empresas forestales. Producto de lo anterior, en 1998 se revisa este decreto y se modifica a través la Ley 19.561, que incentivó la actividad forestal en los pequeños y medianos empresarios. Se buscaba que estos últimos, emprendieran labores en la actividad, e invirtieran en suelos preferentemente degradados y con alto riesgo de erosión4.

Lo anterior evidenció un giro crucial en la actividad forestal, dando paso a una segunda etapa orientada no solo a la gran empresa, sino que la intervención para pequeños y medianos propietarios, incentivado la incorporación de campesinos a la actividad, mediante un sistema de créditos especiales y bonificaciones que podrían llegar a un 80% de los costos.

El desarrollo forestal focalizado en medianas y pequeñas propiedades se presentó como un controvertido lineamiento en las políticas, debido al creciente riesgo de reconversión de actividades tradicionales campesinas ligadas a la ganadería y agricultura, y por otro lado una amenaza latente de reducción progresiva del bosque nativo, en función del desarrollo de especies exóticas.

Lo anterior, se ha presentado como uno de los elementos más conflictivos en el caso de la Región de Los Ríos (otrora provincia de Valdivia), ya que producto de estos incentivos y programas (entre otros factores) el bosque nativo disminuyó en 15.600 hectáreas. Ello, como correlato de un fenómeno nacional, ya que entre 1975 y 2000, un 67% del bosque nativo retrocedió entre la Región del Maule y Bío Bío. El mayor número de reemplazos fue por el eucalipto, sobrepasando en el año 2006 al pino radiata, producto de su rentabilidad y adaptabilidad. Por ello, un informe del INFOR indica que, en Chile, el consumo de eucalipto ha pasado de dos millones de metros cúbicos a mediados de la década de los noventa a casi siete millones de metros cúbicos en 2006.

Unos de los aspectos fundamentales en torno a la industria forestal, han sido las externalidades y nodos problemáticos que ha desarrollado para las comunidades que se han visto afectadas por esta actividad. Van Dam (2006) reconoce al menos 4 ejes en los cuales se pueden agrupar estas complejidades que ponen en cuestionamiento los aportes reales para el desarrollo entregados por esta industria: reemplazo modelo relación social, efecto sobre el agua, impacto en la población, y pobreza e inmigración. Sin embargo, a pesar de ello la actividad ha continuado afianzándose en el territorio, sobre todo desde la década del 2000, con las nuevas directrices orientadas a la pequeña y mediana propiedad.

Varios programas por parte de CORFO e INDAP han buscado orientar a actividades ligadas al manejo de bosques, tanto nativos como exóticos, debido a las limitaciones de compra de nuevos predios y la ley Indígena que hacíamos mención anteriormente, por ello los esfuerzos se han orientado en la incorporación de la agricultura familiar campesina en la actividad forestal (Leyton 2009). Lo anterior se confirma en que el 2008 en la “Propuesta para un desarrollo nacional forestal” del Colegio de Ingenieros Forestales de Chile planteó la necesidad de:

Incorporar en forma integrada a los campesinos (AFC) al negocio forestal especialmente en el aprovechamiento del recurso. La propuesta de desarrollo de la AFC (…) postula la integración local y regional de productores forestales campesinos al interior de cadenas productivas (…) Fomento a la forestación con plantaciones forestales (promoviendo especies multipropósito), en áreas de abastecimiento de industrias manufactureras de productos madereros y no madereros (CIFAG 2008: 39)

De tal manera, el panorama se permeó de esas intenciones, en función de incorporar espacios que estaban en los márgenes y fuera de alcance, a los circuitos de la industria forestal. Esto implica una reconfiguración a nivel agroecológico del territorio, dado que predios que estaban dedicados a la pequeña producción agrícola, en los cuales coexistían plantaciones trigueras, horticultura, pequeña ganadería, sitios en barbecho y pequeños paños de bosques, son desplazados por la producción forestal exótica (Cid 2015). Sin embargo, esta situación también ha permeado en los programas y estrategias sociales de las grandes industriales forestales, creando lineamientos que apunten a la coexistencia entre las actividades como la “silvoganadería”, o por contraparte una transición sin conflicto aparente hacia el rubro de carácter forestal. Es en este panorama, donde se desenvuelven grandes cuestionamientos a la industria, así como tensiones expresadas en el territorio entre aquellos que adoptan el modelo, frente a los que resisten.

5. El desarrollo Forestal en la Región de Los Ríos y la Comuna de Mariquina

En la actualidad, la Región de Los Ríos es uno de las más importantes para la actividad forestal a nivel nacional. Según un informe de la OIT (2012), esta actividad representa un 81,2% de las exportaciones silvoagropecuarias de la Región, con la participación de dos grupos económicos principalmente, Angelini5 (Forestal y celulosa Arauco) y Matte (CMPC).

Los orígenes de la actividad forestal en la Provincia de Valdivia pueden remontarse a mediados del siglo XX como hemos señalado anteriormente, sin embargo, en la década del setenta, comienza un progresivo crecimiento de la actividad, como consecuencia de las prestaciones y bonificaciones que el DL 701, lo que modificó progresivamente los valles y cordillera de la costa, que concentraron en gran parte esas iniciativas.

El empuje forestal exótico, en un comienzo estuvo concentrado en grandes extensiones de propiedad privada, instaladas mayoritariamente en comunas como Mariquina, Corral, Valdivia y Máfil, que avanzaron lenta y silenciosamente sobre los territorios de la otrora provincia de Valdivia, perteneciente a la Región de Los Lagos. Un momento fundamental para comprender el desarrollo esta industria en Los Ríos fue la instalación de la Celulosa CELCO en San José de la Mariquina a 35 KM del Santuario de la Naturaleza Carlos Andwandter.

El proceso comenzó con la presentación de un Estudio de Impacto Ambiental (IEA) voluntariamente por parte de la empresa en 1995, declarando la futura producción de celulosa blanqueada en un proceso denominado Kraft6, mediante una aplicación de dióxido de cloro, un químico de alta toxicidad. Se esperaba una producción de 550.000 toneladas anuales, vida útil de 20 años, y una inversión de US $ 1.045 millones. A pesar de lo anterior, el proceso de inversión generó opiniones divididas. Mientras algunos eran favorables por la promesa de trabajo e inversiones en una zona altamente empobrecida e históricamente abandonada7, rápidamente, afloraron voces disidentes8. que sospechaban de la instalación de una industria de esta naturaleza, en una región eminentemente turística, agrícola, ganadera y lechera (Cuenca 2005).

El proceso de instalación de esta industria desencadenó una abierta tensión entre las decisiones políticas y las consideraciones socioambientales. A pesar de la recomendación de no otorgar permiso de funcionamiento por parte de diferentes entidades públicas (Resolución de Calidad Ambiental -RCA- por ejemplo) los esfuerzos políticos continuaban en función de su apertura. El punto central de conflicto era la descarga de residuos al Río Cruces, sin embargo, el gobierno y la empresa acordaron una solución:

Se le entregaba el permiso ambiental bajo la condición de descargar sus RILES al mar. La única salida cercana al mar es la Bahía Maiquillahue, el pueblo de Mehuín, localidad de pescadores artesanales y comunidades mapuche costeras. Durante tres años (1996-1998) la empresa y el gobierno no logran entrar a esta zona costera debido a la resistencia de las organizaciones ciudadanas, ecologistas, indígenas, campesinas y particularmente de los habitantes de la localidad misma de Mehuín, que se movilizan incansablemente en defensa de sus derechos socio ambientales. Finalmente, en octubre de 1998 el gobierno acuerda con la empresa que presentara una nueva alternativa de verter los residuos nuevamente en el Río Cruces, pero incorporando ahora mayor tecnología con tratamiento terciario. (Cuenca 2005: En línea)

Precisamente, el problema del ducto permanece en disputa hasta hoy. Luego de ese acuerdo, la planta comienza su funcionamiento en febrero de 2004, generando a los pocos meses los primeros problemas, debido a los malos olores percibidos a kilómetros, que dependiendo de la dirección del viento podían llegar a Valdivia, distante a más de 50 km de la planta.

Este fue el comienzo de los reclamos, debido a que más tarde se descubriría el vertimiento de altos niveles de residuos tóxicos, que superaba los autorizados. Producto de estos conflictos, la planta fue clausurada en primera instancia por el incumplimiento de la Comisión Regional de Medio Ambiente (COREMA). Luego la Municipalidad de Mariquina clausura la planta por segunda vez, dado el incumplimiento de la normativa vigente, ya que no tenía recepción municipal de las obras, ni patente industrial que la habilite para funcionar (la versión oficial indica que fue por decisión de la propia empresa). Sin embargo, esto se tradujo en un cierre momentáneo de solo algunos meses, ya que volvería a faenas prontamente. Este episodio, fue calificado solo como un “mal año” por el Gerente General Corporativo y de Comunicaciones de Arauco, Charles Kimber9.

A pesar de ello, las tensiones y conflictos socioambientales en torno a la instalación de la Planta de Celulosa CELCO se agudizaron. Debido a la cercanía de la industria al sistema de humedales, que incluye al Santuario de la Naturaleza y sitio Ramsar10, prontamente se levantaron voces críticas a la instalación, quienes cuestionaron también la falta de diálogo directo entre los representantes de CELCO y la ciudadanía. Desde este punto, se inicia un intenso debate al interior de la sociedad civil, política y empresarial en la provincia, en torno a la instalación de esta actividad y las externalidades ambientales que generaría el proyecto. (Escaida, et al. 2014)

En 2005 este conflicto socioambiental se acrecentó. Tras la puesta en funcionamiento de la planta y el vertimiento de RILES, se produjo una masiva muerte de Cisnes de cuello negro en la red de humedades cercanos a la industria, además de incapacidades para volar y escasas muestras de anidación de la especie. La sociedad civil se organizó tempranamente, siendo muestra de ello, el Movimiento de Acción por los Cisnes, demandando protección y valoración para el territorio y sus especies. Esta situación se agudizó con la confirmación de responsabilidades de CELCO en el informe emitido por investigadores de la Universidad Austral de Chile, que demostró la vinculación entre el funcionamiento de la Planta Valdivia de CELCO-Arauco con el desastre ambiental del Río Cruces. (Escaida, et al. 2014)

Los esfuerzos en comunicaciones de esta crisis estuvieron orientados en su mayoría a separar la falla en la Planta de Celulosa, de la actividad forestal, entendida como plantaciones de especies exóticas. A pesar del conflicto, estas se siguieron desenrollando en toda la región y comuna de Mariquina, transformándose inclusive la instalación de la planta, en uno de los motivos del aumento sostenido de la actividad entre 1997 y 2007.

En Mariquina, al 2005 las plantaciones forestales efectuadas por empresas, medianos y pequeños agricultores, alcanzaron un 23,08% y en 2010 un 25,37% de superficie total de la comuna, según los datos aportados por INFOR (2011). En su mayoría las plantaciones correspondían a Eucalyptus Globulus, Eucalyptus Nitens y Pino Radiata. A nivel provincial, la comuna se instaló como una de las principales productoras de este recurso, con una plantación total de 33.514 hectáreas de plantaciones, mientras que en el plano regional representa el 17,92% de la producción.

En la Región de Los Ríos y la comuna de Mariquina, el afán se concentró fundamentalmente en la expansión de la actividad forestal en los pequeños y medianos productores, velando por una reconversión ocupacional, o en segunda instancia la instalación de regímenes complementarios de trabajo. Las motivaciones como aprontamos anteriormente estaban dadas principalmente por las limitaciones de expansión forestal mediante la gran propiedad, restringida en gran parte por la presencia de comunidades indígenas contrarias en su mayoría, a este tipo de plantaciones. En ese escenario, la externalización de cultivos forestales significaría una ventaja, en el sentido de no solamente imponer un modelo, sino que internalizarlo por parte de las comunidades, como una solución a la crisis económica que recientemente había afectado al territorio, mismo discurso que se instalaría para la aprobación de la celulosa. Esto es confirmado por los propios campesinos habitantes de la comuna en algunas de sus entrevistas.

6. Expansión Forestal e incorporación campesina

La década de los noventa significó una consolidación del crecimiento forestal que experimentaba Mariquina, estableciendo la tasa de forestación exótica más alta en su historia reciente, sustentada fundamentalmente en la compra de terrenos particulares. Por ejemplo, Forestal Valdivia S.A. entre 1990-2000, compró 25 terrenos a otras empresas forestales, 89 predios a particulares y finalmente 8 de Bienes Nacionales; mientras que entre 2001 y 2010, la misma empresa, compró 14 predios de otras empresas forestales, 29 a particulares y 4 terrenos a Bienes Nacionales. La misma dinámica se replicó en las principales forestales de la comuna como Tornagaleones Ltda., AnChile Ltda. y Mininco S.A.

La compra de terrenos por parte de las grandes forestales que operan en Mariquina se concentró principalmente en la década del noventa, con un total de 282 traspasos en el registro de propiedad, frente a los 49 entre 2001 y 2010. Cabe destacar que, en su mayoría, los terrenos adquiridos provenían de particulares que aparecían como fundos, lotes o por sector y, por otra parte, de empresas forestales más pequeñas que vendieron sus activos. La compra de terrenos pertenecientes a Bienes Nacionales fue relativamente baja en comparación a los otros, pudiendo inferirse que este tipo de traspasos se concentró en la década del setenta y ochenta, no obstante, existe un fenómeno interesante sobre este proceso. Como se ha señalado, Forestal Valdivia Ltda. de Arauco S.A. principal firma en la comuna, se conformó a partir de otra empresa; Forestal Pedro de Valdivia, firma que entre 1990 y 1991 recibió 34 traspasos desde Bienes Nacionales con un total de 3.790 hectáreas aproximadamente, quedando silenciado este proceso de compra, ya que en los registros esas propiedades aparecen como adquisiciones a empresas forestales particulares.

Lo anterior no es de extrañar, ya que empresas como Arauco S.A. han funcionado en la comuna con distintos nombres, además de Forestal Valdivia S.A., está presente también bajo la firma de Bosques Arauco S.A. (que en 2004 compró 12 propiedades a Forestal Mininco S.A.) y Celulosa Arauco y Constitución S.A, que en 1995 compró 5 predios a la Sociedad Agrícola y Ganadera Tolhuaca, destacando el traspaso de los fundos Cumpulli y Llongo con 100 y 283,5 hectáreas respectivamente11, y en 2001 con la compra de 4 terrenos a la misma Forestal Valdivia S.A.

Por tanto, la expansión de la propiedad forestal se concentró esencialmente en la primera mitad de la década del noventa, bajando su intensidad significativamente hacia el cambio de siglo. Ahora bien, eso no implica un retroceso de la actividad, más bien su desarrollo paulatinamente comienza a integrar otros actores y mecanismos que dejaron de concentrar sus esfuerzos solo en la gran propiedad, integrando con fuerza al sector campesino, situación que se hizo evidente en 1998 con la extensión del DL 701 con la ley 19.561, que otorgaba especial atención a la incorporación de la pequeña propiedad en la actividad silvícola12, ellos a través de la creación de un crédito de enlace a través de INDAP para pequeños agricultores, al que podía postularse de forma individual o colectiva13. Sin embargo, era un proceso que se perfilaba desde antes, especialmente con las directrices entregadas desde el Instituto Forestal para los problemas agrarios, así como por medio de los programas municipales de forestación, tal como ocurrió en el caso de la comuna de Mariquina.

Como un ejemplo de lo anterior, a comienzos de la década del noventa, en 1992, INFOR, a través de departamento de Estudios Agrarios de Ancud, publicó el documento “¿Y cómo se enfermó mi suelo?”, el que estaba orientado a comunidades campesinas del sur de Chile. Este trabajo en formato de comic presentaba la historia de dos campesinos, Don Juan y Don Segundo - ambos dedicados a actividades agrícolas – en el proceso de preparación de la tierra para ser cultivada. Las coloridas viñetas dejaban en evidencia uno de los principales problemas del sur de Chile: la erosión de la tierra, como consecuencia de cultivos intensivos y el desgaste de la capa vegetal, inclusive por un factor eólico. Este problema se remontaba hace décadas, ejemplo de ello, es que el Correo de Valdivia, en su edición del 24 de noviembre de 1975, publicaba un artículo dedicado a “la erosión y falta de protección de la tierra” como un elemento de preocupación.

Siguiendo con el documento del INFOR, para evitar el proceso de erosión en la tierra, se apelaba a dos elementos: el primero de ellos orientado a la conservación del bosque nativo como primera capa proyectora de la tierra y, en segundo lugar, a la plantación de especies exóticas en suelos de alta degradación. Lo interesante de este documento, es que inclusive seis años antes de la modificación al DL 701, existía una voluntad gubernamental de incentivar plantaciones exóticas en campesinos, instalando antes que toda regulación, una necesidad y conocimiento por incorporar la actividad forestal en el repertorio productivo de las comunidades campesinas.

De esta forma, el documento referido representa de buena manera una impronta de la política pública que se perfilaba con fuerza en la década del noventa, presentando a la forestación de especies exóticas como una alternativa para evitar la erosión de los suelos, argumento que se transformaría en una de las principales defensas de la expansión forestal en el sur de Chile.

Además del compromiso directo desde INFOR por medio de publicaciones e investigaciones, paulatinamente comienza un trabajo en conjunto con INDAP y municipios para incorporar la actividad forestal en la matriz productiva campesina como parte de una naciente cadena en la industria silvícola, tal como ocurrió en el caso de la comuna de Mariquina a mediados de la década del noventa. En 1996 se crea el Programa de Desarrollo Local de Mariquina (PRODESAL) como un convenio del INDAP, a cargo de un Ingeniero Forestal, Víctor Chávez Rebolledo; un Jefe Técnico, Carlos Fuentes Barra (Agrónomo) y Ana Rivera como apoyo administrativo.

Según Ana Rivera, secretaria de PRODESAL, el programa comenzó a funcionar en base a un catastro de solicitud de ayuda para los agricultores, enfocando su asistencia en el manejo de animales, plantaciones tradicionales y, tímidamente, en el sector forestal. Este último, ya se mostraba bastante conflictivo en la comuna por los debates entre campesinos, ya que existían plantaciones de pino y eucalipto que estaban generando dudas en torno a su expansión. PRODESAL, en el área forestal, comenzó a incorporar planes de manejo y poda en los sectores que ya tenían plantaciones e inició un programa de forestación campesina. Ana Rivera cuanta esa experiencia:

Como Don Víctor Chávez había trabajado en la Forestal Valdivia, tenía conocimiento y contactos, y partimos con el tema de solicitar plantas de pinos para entregarle a los usuarios y poder forestal, obviamente los suelos que eran aptos para eso, sin ocupar suelos agrícolas. Empezamos en el tema forestal con eso, con entrega de plantas, que estuvimos por espacios de tres años entregando plantas por parte de Forestal Valdivia, desde el año 199714.

Hacia 1998, con la llegada de Elson Henríquez a PRODESAL Mariquina (quien tenía amplia experiencia trabajando en el sector), la política municipal deja de enfocarse exclusivamente en la forestación y se orienta a la creación de invernaderos y viveros de plantaciones en comunidades campesinas, ya que PRODESAL tenía un fondo para compra de semillas de eucalipto y pino radiata. Luego, con INDAP, se postuló a proyectos de implementación con palas, fumigadoras y maquinarias para que cada equipo tuviera las herramientas necesarias para re-forestar. De esta manera, las plantas se venderían a forestales y a otros “usuarios” que enfocaban su trabajo en reforestación, lo que permitiría tener a las comunidades un ingreso en el largo plazo.

Desde esa visión sociotécnica, estos viveros se transformaban en una forma de beneficio para campesinos ante la llegada de las grandes forestales a la comuna y la posible instalación de Celulosa Arauco, además que muchos de ellos no podrían postular a los beneficios de DL 701, pues su propiedad no estaba regularizada y se regían bajo títulos de merced que los excluían de los programas forestales. Contrario a ello, los requisitos para incorporarse a los programas forestales de PRODESAL eran pocos, ni siquiera se requería de una formalización para las comunidades participantes, por ello esta alternativa se transformó en una interesante área de desarrollo para la pequeña agricultura, pudiendo conservar su naturaleza multirubro a diferencia de la tendiente especialización de medianos y grandes propietarios.

La acogida a estos programas fue rápida en la medida que la industria forestal se mostró como un sector más dinámico y con mayores réditos que la agricultura tradicional, sector que hace décadas venía en crisis y se graficaba en la comuna de Mariquina con el cierre del último molino de trigo en la década del noventa. Por ello, Ana Rivera recalca que inclusive el municipio, antes de la implementación de PRODESAL, ya recibía cartas solicitando ayuda técnica para el sector15, destacando que respondieron efectivamente a las necesidades de la propia comunidad. Interesante resulta advertir que estos programas funcionaron con una férrea asesoría técnica de instituciones como CEFOR, Universidad Austral de Chile y empresas forestales que participaban activamente en las capacitaciones efectuadas a los campesinos a partir de 1998. Por tanto, es posible hablar de una reconversión laboral durante esta década, buscando incorporar a estos sectores en el cariz forestal que prontamente tomaría la comuna, tal como fue la experiencia de comunidades como Rayen Mapu y Alipué, con talleres de forestación campesina a finales de la década del noventa.

De esta manera, se incorporarían y consolidarían programas de forestación campesina, que hacia 1998 marcarían las directrices de desarrollo para el sector, transformando la experiencia de Mariquina en una historia esencial para comprender el avance de la industria a nivel nacional16. Estos programas de forestación campesina han sido señalados como “el otro brazo del fomento forestal” por instituciones como CONAF, respondiendo a un criterio productivo por sobre la tradicional arborización17.

Según la información de PRODESAL, como producto de estos programas existen 94,23 hectáreas plantadas con especies exóticas en los sectores de Iñipulli, Locuche, Cerro La Marina, Piutril, Villa Nahuel, Rio Lingue, Alepue, Traiguen Mapu, Alepue Chau Lien, Chan Chan, Yeco Piutril, Tringlo, Yeco Huautro y Mehuin Alto. Por otra parte, en la comuna se han incorporado otros programas más recientes con la alianza de CORMA y el Municipio de Mariquina que en 2007 entregaron 300.000 plantas y, en 2013, con el acuerdo de CORMA y CONAF en el marco de PRODESAL para la plantación de 20 hectáreas distribuidas en los sectores de Tringlo, Quillalhue, Alepue Playa, Alepue Bajo, Mehuín Bajo, Playa Cheuque, Maiquillahue, Yeco, Pasto Miel y Pelluco. (Martínez 2015; AIFBN 2011)

Si bien estos programas en datos son poco relevantes frente a las grandes empresas forestales - hacia 2002 eran 15.000 hectáreas a nivel nacional según datos de la ODEPA y en 2005 se proyectaban en 40.000 – su significación no reside solo en un factor numérico o la potencialidad de competencia frente a las grandes forestales, más bien radica en las posibilidades de incorporar esta actividad como una rama más de las dinámicas campesinas, bajando el nivel de conflictividad que históricamente había acuñado esta industria. Paralelo a esto, a través de la campaña “Bosques para Chile” impulsada por CORMA y otras empresas forestales, las plantaciones exóticas entraban en la idea de preservación y cuidado de la naturaleza, más allá de los efectos adversos evidentes en los suelos productivos.

La incorporación de otro actor en el negocio forestal involucró un cambio en las dinámicas históricas de desarrollo del territorio, estableciendo a la industria forestal no solo como un “otro”, sino parte de un “nosotros” en el sentido que la adopción de la actividad daba posibilidades de ganancias para la subsistencia de la vida. Por ello, en la comuna de Mariquina, el conflicto generado por Arauco S.A. con la instalación de una planta de celulosa a fines de la década del noventa, no solo generó un quiebre entre las comunidades campesinas frente a la gran industria, también fue un conflicto interno dadas las múltiples expresiones del fenómeno, debido a la defensa o al rechazo de la presencia de la industria en la comuna por parte de diferentes actores y habitantes del territorio.

7. Transformaciones del territorio de Mariquina desde sus habitantes

Hablar del territorio valdiviano y, por cierto, el de Mariquina, implica recoger las distintas experiencias arrojadas en este espacio disputado y construido sociopolíticamente. Como se ha aproximado en apartados anteriores, la experiencia de los sujetos y colectivos sociales no puede ser entendida como añadidura o algo diferente al espacio, más bien son aproximaciones a un mismo problema que, en este caso, responde al avance de la industria forestal en el territorio valdiviano. Los testimonios recogidos en el proceso de investigación resultaron vitales para la triangulación de información y el hallazgo de otros procesos que no habían sido rescatados desde la historiografía como la conformación de viveros estatales en la década del setenta o los programas de forestación campesina anteriores a las modificaciones del DL 701. En vista de este aporte, los relatos recogidos tienen una valoración por sí mismos en el sentido que son experiencias y vivencias que se instalan en un marco mayor donde trascurre y se arroja la historia, por tanto, en este apartado, serán rescatados algunos pasajes fundamentales para graficar la densidad social de la industria forestal en el territorio de Mariquina, a partir de las transformaciones de los modos y formas de vida como elemento articulador del relato.

Como se ha precisado, en la Región de Los Ríos y la comuna de Mariquina, en la década del noventa, los esfuerzos se concentraron principalmente en la expansión de la actividad forestal en pequeños y medianos productores, velando por una reconversión ocupacional o, en segunda instancia, en la instalación de regímenes complementarios de trabajo, con viveros, por ejemplo. Las motivaciones estaban dadas por las limitaciones de expansión forestal mediante la gran propiedad, restringida en gran parte por la presencia de comunidades indígenas contrarias a este tipo de plantaciones, tal fue el caso de Puringue Rico en Mariquina. En ese escenario, la externalización de plantaciones significaría una ventaja, en el sentido no solamente de imponer un modelo, sino que internalizarlo por parte de las comunidades como una solución a la crisis económica que recientemente había afectado al territorio, mismo discurso que expresó el municipio para la aprobación de la celulosa.

Por ejemplo, Juan Tripailaf, campesino del sector Puringue Rico, señaló que “cuando empezó la celulosa en la comuna (…) todos creían que le iban a dar pega a la gente – lo que terminó siendo falso”. Mismo fenómeno sucedido para el caso de las primeras plantaciones forestales, ya que eran los propios organismos del Estado que en algún momento potenciaron la Agricultura Familiar Campesina, quienes comenzaron a convencer para transitar hacia la economía de plantaciones forestales. Frente a ello, Juan Tripailaf indica en su experiencia que “INDAP ha hecho cosas malas igual llegó un señor y me dijo ¡Cómo va a criar animales!, haga una plantación pues, que los eucaliptus salen a cuenta. A mucha gente campesina como uno, clase baja, trabajadores que han hecho caso y ahora no saben qué hacer con las plantaciones, tampoco le compran”18. Lisandro Moreno, trabajador de Mariquina también apunta a este lineamiento, indicando:

La gente la convencían con el argumento de que tendrían más beneficios. Luego la gente se dio cuenta, que luego de tener campo y animales, tenían que pedir leña para sacar a sus casas y llevar al pueblo. No sé si sería el precio, pero como la gente veía que le pagaban un montón de plata, vendían y pensaban que harían más cosas en otros lados, eso fue lo que pasó en todo Chile (…) El gobierno ofrecía algunas cosas por intermedio de INDAP, que ofrecía plantar pinos y eucalipto, era un convenio. (…) Daban por intermedio de INDAP los brotes de eucaliptus y daban una bonificación por la hectárea plantada.19

Por otro lado, Camilo Tripailaf, campesino y mapuche de Puringue Rico, apunta, del mismo modo, a este fenómeno, indicando que “cuando llegaron las forestales, todos tuvieron grandes expectativas (…) De repente te venía el ofrecimiento de plantaciones y te decían que pongamos eucalipto en vez de criar dos vacas, las forestales ofrecían (y el Estado) decían que era mejor. La gente se fue ilusionando (…) pero cuando llegaron las cosechas, entraron las máquinas y se llevaron todo”20. De esta forma, las entrevistas expresaron el fenómeno de bonificaciones y regalías ofrecidas en el marco del DL 701, y dan cuenta de la intervención de organismos tanto privados como públicos en la adopción del modelo, lo que se expresaría concretamente en programas y proyectos gubernamentales.

Uno de los elementos más conflictivos y que, ciertamente, expresa los cambios en las formas de vida tradicionales, son las transformaciones del paisaje, de las cuales daba cuenta Van Dam (2006) como uno de los principales nodos problemáticos de la actividad silvícola. Para el caso del territorio de Mariquina, el testimonio de Camilo Tripailaf de Puringue Rico grafica de buena forma este fenómeno:

En un cerro cuando iba a mi casa, uno veía en el cerro gente acampando y con fiestas en tiempo de cosecha (…) luego esas tremendas pampas se llenaron de eucalipto, hasta la persona que tenga cero sentimientos en este tema se entristece, yo creo que ver ese panorama de antes y ahora es un 100% diferente. Antes la gente se reunía en las pampas y cerros como familia, ahora no pasa eso. (…) Uno por eso ve que ha cambiado la cosa climática, hay menos lluvia, con las fumigaciones se contaminó la misma tierra. Se hacen fumigaciones tanto aéreas como por tierra, y eso mismo con la lluvia se va corriendo y cae a cualquier lado, va cayendo a los esteros o las mismas aguas de las quebradas (…) Eso se suma a que la gente por sacar un palito más no deja espacio antes de los esteros y los comienzan a secar21.

Lo anterior, refiriéndose ciertamente a los cambios de rubro que vivieron los principales fundos agrícolas del sector, alusión que se repetía en la mayoría de los terrenos y entrevistas efectuadas. Ese punto de vista es concordante con la visión de Lisandro Moreno frente a la llegada de las forestales y cambios en las actividades tradicionales del territorio, quien señaló:

El sector donde yo vivía antes criaba animales, vendía madera nativa, y luego empezó la parte forestal donde se destruyó el bosque nativo y se plantó pino y eucalipto (…) Cuando llegaron las forestales no respetaron nada de dejar un margen en las quebradas, destruyeron todo, rosaban al barrer, matas chicas, arboles gruesos lo hacían montones y los quemaban. Antes fundos que se dedicaban a lo agrícola y madera nativa, comenzaron a plantar eucaliptus (…) antes no destruían todo como las forestales.

Juan Tripailaf, igualmente, apunta a los cambios que la industria forestal ha generado en el ecosistema de la comunidad, lo que se evidencia en las oportunidades de cultivo más limitadas y condicionadas por la falta de agua, ante ello indica:

A mí en particular, la Industria Forestal no me trae ningún beneficio, todo lo contrario, con el tema del agua, por ejemplo, ya que estamos teniendo muchos problemas con eso… tú sabes que sin agua no podemos hacer nada, esa es la verdad de las cosas. Los animales no tienen para beber o las cosas que plantan tampoco están dando. (…) Cuando siembras las mismas papas que antes, ahora salen malas, con eso baja la producción (…) A mi abuelo antes las chacras le podían dar hasta 12 sacos, ahora máximo da 5 sacos, y eso es porque no hay agua.

Por otra parte, la vivencia de María Tripailaf, campesina de Puringue Rico, evidencia que los fenómenos desplegados en la actualidad tampoco la tomaron por sorpresa, debido a que;

con las primeras plantaciones nos preocupamos… en el campo teníamos un vecino que tenía eucaliptus, uno de mis hermanos tenía casa allá e hizo un pozo al lado y el agua salió aceitosa y ploma por el eucaliptus, y ahí nos dimos cuenta de que era dañina para la tierra, mi hermano tuvo que hacer un pozo en otro lado22.

Por tanto, muchos campesinos cedieron a la actividad a pesar de sus tempranos efectos negativos, primando en la decisión un aspecto económico por sobre el emocional o apego a la tierra con el que tradicionalmente se identifica a este grupo.

A pesar de la percepción negativa que ha generado la labor de la industria forestal realizada en la comuna, existen, a la vez, posiciones que valoran el trabajo llevado a cabo en Mariquina, que de cierta forma expresan el parecer de una mayoría silenciosa, tomando en cuenta el avance de la actividad en los últimos 20 años y la valoración que identificó el Programa de Ordenamiento Territorial PROT de la Región de Los Ríos en 2013. Estas opiniones se argumentan en la creación de puestos laborales, conectividad y convivencia con actividades de carácter tradicional como la cría de animales.

Carlos Núñez, campesino y trabajador forestal, señala que “allá donde vivo no hay problemas, ahora los piñales están grandes, las forestales arreglan los caminos, y los arreglan bien los caminos para que ellos puedan pasar con sus máquinas pesadas, antes era súper malos los caminos, la municipalidad están ni ahí, era puro barro no más”23. El mismo testimonio destaca que uno de los beneficios más grandes que les han dado las forestales, es el arriendo de terrenos con plantaciones a bajo precio para la crianza de animales, de esta manera, mientras crecen los bosques, pueden crecer los animales24.

Otros testimonios fundamentales para la comprensión del avance forestal en el territorio son aquellos relacionados directamente con la instalación de la Planta Valdivia de Celulosa Arauco, en el sector de Rucaco, en la Comuna de Mariquina. Esto, porque antes de la instalación de la industria, la comunidad se abocaba en su mayoría a actividades agrícolas y lecheras, las que fueron transformadas a partir de este proceso a fines de la década del noventa, quedando sus vivencias en segundo plano ante la primacía del conflicto ambiental en Mehuín para los estudios desde las Ciencias Sociales e Historiografía.

Frente a este proceso, Juan Marileo y Eusebia Urices del sector Rucaco, ex inquilinos del Fundo Las Rosas (donde actualmente está la Planta Valdivia de CELCO S.A.), señalan que la llegada de la industria cambió por completo su vida, la que en su totalidad estuvo enfocada a las actividades agrícolas (como las plantaciones de trigo, papa y cría de animales como cabras y vacas), lo que inclusive, para ellos, eran herencia de actividades familiares. Desde su testimonio, el proceso de venta significó un gran golpe, expresando:

Cuando el patrón quiso vender, no dijo ninguna cosa, estaba calladito. No cachábamos nada, cuando ya quiso y empezaron a llegar los buses camionetas y de todo, empezamos a sospechar no más, luego le dijo [El patrón] a mi viejo que si se quería ir le daba otro campo arrendado… luego le dije a mi viejo que no (…) me dijo que nos llevaba pa´ allá. que tenía buen baño, peor le dije a mi viejo que no me iría de aquí, no me iría pa´ otro lado. ¿De qué me servía tener un lindo baño? Si yo quería vivir tranquila25.

A partir de la llegada de la celulosa, los ex inquilinos del Fundo Las Rosas identifican que muchos de los campesinos comenzaron a trasladarse iniciada la primera década del 2000 al pueblo de Rucaco, que en la actualidad está a las afuera de la Planta Valdivia de CELCO S.A., mismo lugar donde se instaló, más tarde, la construcción del campamento de trabajadores forestales, el que se mantiene hasta la actualidad. Ellos recuerdan el proceso de instalación de la industria de la siguiente forma:

Oiga, pero ahí llegaban donde estábamos nosotros, todos los trabajadores llegaban y teníamos afuera como una ramada grande con un mesón, y todos llegaban a pedir permiso para almorzar los trabajadores para trabajar en la celulosa, que venían de todos lados (…) Y así empezó un drama tremendo, llegaban directo con sus maquinarias a mover la tierra para hacer la planta, y las plantaciones empezaron al tiro también, por eso había tremendos eucaliptos26.

Con este testimonio señalan que ellos, finalmente, no han recibido ningún beneficio, sin embargo, sí les prometieron varias cosas que nunca llegaron a buen puerto, por lo mismo indican que “me dijeron, aquí ustedes van a tener una gran inversión, aquí se van a hacer supermercado, se van a poner colegios, se va a hacer una plazuela para que jueguen los niños, de todo, crianzas, pero ¿Ve usted un colegio grande de la celulosa aquí o plazuela? Usted no ve nada, puras plantaciones”.

Desde su perspectiva, hoy se encuentran “encerrados” y rodeados de plantaciones. El sector que antes estaba rodeado de fundos y gente trabajando en remolachas, por ejemplo, ahora no posee nada, por lo que perdieron incluso redes de contacto con su otrora vecinos de los fundos aledaños. Bajo su testimonio, la promesa de trabajo no resultó cierta, comentando que “aquí recibieron solo a un hijo, ellos traían a toda su gente, poco recibieron gente aquí para el trabajo ellos, traían la mayor parte de su gente, tenía tres hijos para que hubieran recibido y solo me recibieron un hijo, por solo un año, a puros contratistas”, por tanto, en su testimonio, la situación forestal se ve agravada por la flexibilidad laboral propia del desarrollo neoliberal. Otro elemento es el cambio del paisaje, sobre todo con el río, indican que:

Ahora uno no se puede ni bañar como se bañaba harto, si me baño parece que quedo más sucio con el agua media turbia, ni parecida como antes (…) antes era clarita, daba gusto”. Además, la calidad de la tierra es otro punto de disconformidad, señalando que “antes habíamos visto que una mata de papa se quemara, cuando empezó a funcionar la celulosa, hasta las hojas del repollo se manchan blancas (…) siempre en las mañanas pasan las nubes de vapores que tira la celulosa, en la noche se nota más porque botan todos los gases, y eso es lo que echa a perder todo.

En otra entrevista de una campesina de Rucaco, se revelan las mismas problemáticas. Dalita Caurapán, quien señala haber vivido toda su vida el sector, expresa que los cambios en el paisaje a partir de la llegada de la celulosa han sido evidentes con los años:

Para empezar, esta arboleda [de eucaliptus] antes no estaba acá, había árboles para lo lejos. Uno que quería mirar para un lado se veía todo lindo, antes hasta animales había en las pampas, no se ve nada. A la gente le gustaba antes salir a mirar esas cosas bonitas, ahora arriba para los cerros no se ve nada, conocíamos todos esos cerros para arriba, ahora no se puede ni al río27.

También cuenta que en varias ocasiones notaron cambios en el agua y la tierra, advirtiendo la situación a la empresa sin tener acogida. Ahora bien, el relato cambia en la medida que identifica algunos elementos a favor para la industria, señalando “por una parte bien que se hayan instalado, ya que mis hijos con su profesión alcanzaron a trabajar adentro” sin embargo, uno de sus hijos decidió no seguir prestando sus servicios por los fuertes ruidos y olores que emanaba la empresa, mientras que su otro hijo continúa trabajando como mecánico para Arauco, identificando en ello un aspecto positivo para la familia. En este punto, en el testimonio se identifica que, a pesar de las externalidades negativas, en Rucaco han logrado obtener algunos elementos que han contenido el conflicto, como la donación de luminarias por parte de Arauco S.A. y la mejora de caminos con el riego que han resultado un requisito para la circulación de maquinaria.

De esta forma, la convivencia con la planta, en este sector, ha agudizado una opinión negativa frente a la instalación de la industria en el territorio de Mariquina, sustentada sobre todo en los cambios de modos y formas de vida tradicionales de la agricultura y ganadería y, por otro lado, el impacto que ha detentado el paisaje natural, el que se ha visto deteriorado y modificado por las plantaciones y talas de árboles (eucalipto), el vertimiento de residuos en el río y los fuertes olores desprendidos por el proceso de blanqueamiento de madera al que señalan haberse “acostumbrado” con el tiempo.

De tal manera, es posible señalar que el avance de la industria forestal en la comuna de Mariquina se conjuga en una serie de factores como la legislación y regulación a la actividad y el apoyo científico-tecnológico que permitieron avances en la industria, así como cambios desde los mismos habitantes del territorio. La densidad histórica del fenómeno y los diferentes hallazgos documentales y testimoniales, permiten precisar que la experiencia de Mariquina no responde solamente a un enfrentamiento binario entre los grandes empresarios forestales y los campesinos, más bien existieron elementos de negociación y características que hicieron atractivo este camino mediante una serie de recursos discursivos y materiales (como el empleo y otras mejoras prometidas por el municipio) que funcionaron como incentivo para la recepción de esta actividad.

8. Conclusiones y proyecciones

La historia de la Industria Forestal en Chile permite dar cuenta de un fenómeno cuya génesis debe ser estudiada en el largo plazo. El desarrollo de esta actividad no responde exclusivamente en un escenario neoliberal, y, por tanto, no pude ser entendido solo como una desposesión. Sus transformaciones y nuevas expresiones fueron posibilitadas en la regulación que ha existido sobre el modelo, tanto a un nivel institucional como del habitar social de las comunidades involucradas en el proceso. En ese sentido, se hace necesario comprender las múltiples aristas del fenómeno.

La experiencia de la Región de Los Ríos y la comuna de Mariquina dan cuenta de las tensiones, conflictos y discursos a los que se ha enfrentado Chile con el desarrollo de la Industria forestal. Si bien la zona ha estado marcada por la resistencia a la instalación de una gran industria, ello no puede ser extrapolado a todo el impulso silvícola, ya que existen tensiones y disputas que cruzan inclusive a las propias comunidades.

Las dinámicas explicativas de la expansión de la industria en este territorio evidencian la complejidad de un entramado social, político y económico entre Empresas, Estado y comunidades habitantes del territorio. El desarrollo del afán forestal está explicado en los lineamientos estatales que anticipadamente se cuadraron con los intereses de empresas forestales, expresado en la formación de condiciones sociopolíticas para su crecimiento, tales como leyes, reglamentos, programas de desarrollo, incentivos y discursos que instalaron en las comunidades, para que ellas mismas demandaran estas transformaciones productivas.

En esa línea, es imposible de separar al Estado y empresarios forestales en los intereses sobre el espacio productivo. La conformación de la propiedad privada forestal, inclusive las primeras cadenas en la mano de obra fueron tempranamente posibilitadas e inclusive otorgadas por la regulación estatal de alero mercantil, cuyo proyecto se hizo evidente en esta economía regional, bajo un afán refundacional para cambiar las antiguas estructuras productivas, consideradas en decadencia. El propio conflicto del Santuario de la Naturaleza demostró con fuerza los lineamientos desde la regulación estatal, en favor del sector forestal.

Referente a la visión desde las comunidades, se hace evidente la diferencia entre las expectativas generadas por las múltiples promesas que traería desarrollo forestal, y las externalidades negativas que se gestan en la actualidad. Desde la perspectiva de las comunidades campesinas, la actividad forestal generó una importante precarización en sus medios y formas de vida, en la medida que se transformó el paisaje productivo de la comuna, siendo la conversión de antiguos fundos agrícolas a predios forestales, una muestra ejemplar y latente de esa dimensión.

En una primera etapa del desarrollo forestal en la comuna, la constitución de la gran propiedad forestal dio muestra de un abierto afán de transitar a esta actividad, cuyos promotores no dejaban de ofrecer réditos económicos. Más tarde con las modificaciones de DL 701, a esa tarea se sumarían medianos y pequeños propietarios, quienes prefirieron convertir sus predios agrícolas o de pastoreo a forestales, en la medida que este sector recibía beneficios y mayor ayuda desde el Estado y Municipios, ante la sensación de abandono y falta de compromiso para las actividades agrícolas.

Por ello, no es de extrañar que, en la actualidad, esta industria esté tan cuestionada en la comuna de Mariquina, pero también a nivel país. Desde su génesis, se ha instalado como una usurpación e imposición en los territorios referidos, prometiendo un desarrollo económico y social que, al parecer, jamás llegó. Por el contrario, hoy la actividad forestal está ligada a pobreza, crisis sociales y ambientales, no pudiendo despegarse de su pecado original: el DL 701 promovido en Dictadura.

Ahora bien, es central indicar que ese discurso crítico no es generalizado. Existen sectores de la población, incluyendo algunos en comunidades campesinas, que ven en esta industria un cariz positivo para el desarrollo regional. Esto ha generado, que el impulso forestal divida fuertemente opiniones en varias comunidades, instalando disputas y enfrentamientos entre los propios habitantes del territorio, siendo caso insigne de ello lo acontecido en Mehuín con la posible instalación del ducto de CELCO. Por ello, esta industria en conjunto con intervenir en el territorio también ha desarticulado y enfrentado a las comunidades, argumento que se debe seguir pesquisando.

Finalmente, como proyecciones de la investigación, es necesario comprender con mayor profundidad el fenómeno asociado al crecimiento de la actividad forestal en los pequeños y media-nos propietarios, especialmente en el impacto de los incentivos económicos/sociales y relaciones al interior de las dinámicas campesinas. También es importante evidenciar otras dimensiones de la instalación de la industria forestal, sobre todo aquellas relacionadas la responsabilidad del saber científico y la producción de conocimiento, y, por otra parte, la regulación social construida desde las forestales, con fundaciones educativas y productivas, que siguen buscando el beneplácito de las comunidades.

Agradecimientos

Este artículo fue elaborado en el marco proyecto Fondecyt Regular n° 1160321 “Internacionalización y Transnacionalización silvoagropecuaria en el Sur de Chile, (1985-2010)”.

Bibliografía

Acosta, A. 2016. “Las dependencias del extractivismo. Aporte para un debate incompleto”. Actuel Marx/ Intervenciones 20: 123-154.

Aglietta, M. 1998. “El capitalismo en el cambio de siglo: la teoría de la regulación y el desafió del cambio social”, New Left Review 7: 36-70.

Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo – AIFBN. 2011. Informe Nacional, Monitoreo Forestal Independiente en Cuencas Hidrográficas Abastecedoras de Agua de la XIV Región de Los Ríos. Valdivia: ONG Forestales por el Bosque Nativo.

Almonacid, F. 2016a. “Economía agraria regional y economía mundial, siglos XX y XXI: la internacionalización del agro del sur de Chile.” Old and New Worlds: the Global Challenges of Rural History, International Conference, Lisbon, ISCTE-IUL, 27-30 January.

Almonacid, F. 2016b. “Neoliberalismo y crisis económica: políticas estatales, mercado y agricultores en Chile, 1973-1985”. Historia Critica 62: 119-139.

Almonacid, F. 2017. “El sur de Chile como parte de cadenas globales de valor, 1985- 2016: economía regional y producción de arándanos” Revista de estudios sobre despoblación y desarrollo rural 25: 131-158.

Amin, S. 2001. Capitalismo, imperialismo, mundialización. En J. Seoane y E. Taddei (comps.), Resistencias mundiales (De Seattle a Porto Alegre) Buenos Aires: CLACSO, 15-29.

Boyer, R. 2006. El Estado Social a la luz de las investigaciones regulacionistas recientes. Revista de Trabajo, 2 (3) 149-156.

Brenner, R. y Glick, M. 2003. La escuela de la regulación: teoría e historia. New Left Review 21: 5-90.

Campos, JC. Barril, A. Toro, G. 2003. Políticas para el sector agro rural de Chile. Catastro de Instrumentos Sociales y de Fomento Productivo. Santiago: Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.

Camus, P. 2006. Ambiente, bosques y gestión forestal en Chile. 1541-2005. Santiago: LOM.

Casals, V. 1999. La política forestal en Chile. Una perspectiva histórica. Revista Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 45. Disponible en http://www.ub.edu/geocrit/sn-45-16.htm ISSN: 1138-9788

Cid, B. 2015. Economías campesinas, industria forestal e incendios: inestabilidad socionatural y la agricultura como resistencia. Ambiente & Sociedade, 18(1) 93-114.Disponible en: https://dx.doi.org/10.1590/1809-4422ASOC720V1812015esp

CIFAG. 2008. Propuesta para el Desarrollo de una Política Nacional Forestal. Colegio de Ingenieros Forestales - FAO.

Cuenca, L. 2005. Celulosa Arauco en Valdivia: El desastre ambiental en el Río Cruces, resultado del modelo forestal chileno. En Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales – OLCA. Disponible en: http://www.olca.cl/oca/chile/region10/cisnes152.htm.

Escaida, J. Jaramillo E. Amtmann, C. Lagos, N. 2014. Crisis Socioambiental: El Humedal del Río Cruces y el Cisne de Cuello Negro. Valdivia, Ediciones Universidad Austral de Chile.

Fazio, H. 2004. La globalización en Chile. Entre el Estado y la sociedad de mercado. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

Fazio, H. 2000. La transnacionalización de la economía chilena: mapa de la extrema riqueza al año 2000. Santiago: LOM.

Fazio, H. 2007 Cambio de paradigma: de la globalización a la historia global. Bogotá: Editorial Uniandes.

Galafassi, G. 2008. “Estado, capital y acumulación por desposesión. Los espacios rurales patagónicos y su renovado perfil extractivo de recursos naturales” Páginas. Revista digital de la escuela de historia Universidad de Rosario 1 (2) 155-170.

Gárate, M. 2012. La revolución capitalista de Chile (1973-2003). Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.

Giddens, A. 1994. Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza Editorial.

Gudynas, E. 2016. “Modos de producción y modos de apropiación, una distinción a propósito de los extractivismos”. Actuel Marx/ Intervenciones 20. 95-121.

Harvey, D. 2004. El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión. Buenos Aires: Social Register Ediciones.

Harvey, D. 2012. El enigma del capital y las crisis del capitalismo. Madrid: Editorial Akal.

Hobsbawm, R. 2000. Historia del Siglo XX. Barcelona: Editorial Crítica.

INFOR. Memoria INFOR, Período 2006-2016

Klubock, T. 2012. “El trabajo de la naturaleza y la naturaleza del trabajo: historia medioambiental como historia social”, en Rodrigo Cordero (ed.). Formas de comprender el presente. Santiago: UDP, 53-80.

Lefebvre, H. 2013. La producción del Espacio. Madrid: Capital Swing Editores.

Leyton, J. 2009. Tenencia Forestal en Chile. FAO. Disponible en: http://www.fao.org/forestry/17192-0422df95bf58b971d853874bb7c5755f7.pdf

Lindón, A. 2012. La concurrencia de lo espacial en lo social. En Leyva, G. De la Garza, E. (Eds) Tratado de Metodología de las Ciencias Sociales: perspectivas actuales. México: Fondo de Cultura Económica. 585-622.

Machado, H. 2015. “Crítica a la Razón Progresista. Una mirada marxista sobre el extractivismo/colonialismo. Extractivismo y geopolítica del capital.” Actuel Marx Intervenciones 19: 115-136

Machado, H. Merino, R. 2015. “Presentación Naturaleza Americana. Extractivismo y geopolítica del capital”. Actuel Marx Intervenciones 19: 7-14.

Martínez, M. 2015. La Industria Forestal en la Región de los Ríos: De la conflictividad ambiental a la social, a partir del caso de Mehuín. 1995-2011. Tesis para optar al título de Profesor de Historia y Ciencias Sociales, Escuela de Historia y Ciencias Sociales, Facultad de Filosofía y Humanidades.

Montalba, R, Carrasco, N. 2005. ¿Desarrollo sostenible o eco-etnocidio? El proceso de expansión forestal en territorio mapuche-nalche de Chile, Revista de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo Rural 4: 101-133.

Palma, K. 2013. Desarrollo Forestal en la Región de Los Ríos. Análisis de la resistencia y el impacto en la comunidad Mapuche Lafkenche en la Bahía de Maiquillahue. 1996-2007. Tesis para optar al título de Profesor de Historia y Ciencias Sociales, Escuela de Historia y Ciencias Sociales, Facultad de Filosofía y Humanidades.

Soja, E. 1985. “La espacialidad de la vida social: hacia una reteorización transformativa” Derek Gregory y John Urry (eds.) en Social Relations and Spatial Structures, Londres, Mcmillan.

Van Dam, C. 2006. Empresas forestales y comunidades rurales en el centro sur de Chile: Externalidades sociales de un modelo “exitoso”. Disponible en http://www.cepes.org.pe/debate/debate40-41/10-Chris%20Van%20Dam.pdf

Wallerstein, I. 2005. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. México: Siglo Veintiuno Editores.

Wallerstein, I. 2012. El capitalismo histórico. México: Siglo Veintiuno Editores.

Wooster, D. 2004. The Dust Bowl: The Southern Plains in the 1930s. Oxford: Oxford University Press.

Notas

1 Según Almonacid (2016a) el problema de la internacionalización de la economía silvoagropecuaria en el sur de Chile puede ser entendido como parte de la mundialización de capital, que desde una perspectiva ligada a la historia económica es un fenómeno propio de la larga duración, que aumenta a partir de la segunda mitad del siglo XIX y que se extiende hasta la actualidad (Giddens 1994; Amin 2001; Fazio 2007; 2000; 2004, Hobsbawm 2000).
2 Ya desde el siglo XIX el sector forestal era materia de preocupación para el caso chileno. Casals (1999) señala que un texto clave al respecto fue el informe destinado al ministro del Interior, escrito en 1838 por Claudio Gay, titulado Sobre las causas de la disminución de los montes de la provincia de Coquimbo. Este es el texto que serviría más tarde como inspiración para uno de los primeros documentos de la recién creada Sociedad Nacional de Agricultura, denominado Memoria económico-legal sobre los bosques. Otra figura importante sería Federico Albert, joven alemán, zoólogo preparador del Museo de Historia Natural, quien expresó especial preocupación sobre la gestión de bosques, impulsando una agenda organizativa desde el Estado y la preparación de profesionales para este trabajo.
3 El Correo de Valdivia, 05 de febrero de 1959.
4 Austral de Valdivia, Suplemento Campo Sureño, 22 marzo 1999, p. 13.
5 Este grupo fue el que finalmente adquirió la Celulosa Arauco y Constitución, que hasta 1976 fueron de propiedad estatal. Por tanto, fue una de las empresas que tempranamente fueron intervenidas y privatizadas.
6 Referente a este mecanismo, Palma (2013) señala: “Proceso que consiste en cocer los trozos de madera con soda cáustica para producir una pasta, los residuos tóxicos generados se queman y más del 95% de los químicos usados se recuperan para producir más pasta; luego esa pasta se lava, proceso en el cual se elimina una gran cantidad de fibras; por último, la pasta se blanquea con diferentes compuestos.”
7 Entrevista a Juan Tripailaf, 03 de junio de 2017.
8 Cuenca (2005) señala que “Frente a la fuerte oposición ciudadana la planta sostuvo que utilizaría la más moderna tecnología para producir celulosa blanqueada. Afirmaba que la tecnología utilizada resolvería los problemas de efluentes líquidos, residuos sólidos y gases; que el color del efluente no será perceptible; y sería una planta sin problemas de olores. En el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de agosto de 1997 sostenía que “Las emisiones de TRS no serán detectables por el olfato humano en los lugares poblados aledaños al sitio del proyecto”. En el Diario Estrategia el Gerente de Ingeniería del proyecto, Mario Urrutia declaraba “el proyecto Valdivia usará la última y mejor tecnología ambientalmente disponible, lo que la convierte en una de las tres mejores plantas de celulosa del mundo” (En línea).
9 Diario Austral de Valdivia, 02 de enero de 2006, p. 17.
10 Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas
11 Conservador de Bienes Raíces Mariquina. Registro de Propiedad Fs.997 n°1138 y Fs. 1000 n°1142.
12 Esta ley definía como Pequeño Propietario Forestal: “La persona que, reuniendo los requisitos del pequeño productor agrícola, definido en el artículo 13 de la ley Nº18.910, trabaja y es propietaria de uno o más predios rústicos, cuya superficie en conjunto no exceda de 12 hectáreas de riego básico, de acuerdo con su equivalencia por zona, fijada en el referido texto legal. En todo caso, se considerará que no exceden del equivalente de 12 hectáreas de riego básico, aquellos predios que tengan una superficie inferior a 200 hectáreas, o a 500 hectáreas, cuando éstos se ubiquen en las regiones I a IV, XI, XII, en la comuna de Lonquimay en la IX Región y en la provincia de Palena en la X Región. Se entenderán incluidas entre los pequeños propietarios forestales, las comunidades agrícolas reguladas por el decreto con fuerza de ley Nº5, de 1968, del Ministerio de Agricultura, las comunidades indígenas regidas por la ley Nº19.253, las comunidades sobre bienes comunes resultantes del proceso de reforma agraria, las sociedades de secano constituidas de acuerdo con el artículo 1º del decreto ley Nº2.247, de 1978, y las sociedades a que se refiere el artículo 6º de la ley Nº 19.118, siempre que, a lo menos, el 60% del capital social de tales sociedades se encuentre en poder de los socios originales o de personas que tengan la calidad de pequeños propietarios forestales, según lo certifique el Servicio Agrícola y Ganadero.”
13 El crédito otorgado era por un monto de un 90% de 75% del subsidio. Podía ser cancelado en un plazo máximo de dos años con la misma bonificación forestal, una vez tuviese aprobación de CONAF. Los requisitos respondían a i) Ser calificado como pequeños propietarios forestal según lo establecía la Ley 19.561 sobre fomento forestal, es decir, ser propietario y regularizado, ii) Acreditar ser pequeño productor agrícola mediante certificado del INDAP, iii) No tener deudas con INDAP y iv) Pagar los gastos de formalización del crédito. (Campos, et al. 2003)
14 Entrevista a Ana Rivera, secretaria PRODESAL Mariquina, 15 de enero de 2018.
15 El programa PRODESAL en Mariquina es posible de ser dividido en tres etapas, el primero de 1996 que atendió a la costa, el 2003 llegó el PRODESAL 2 y 2011 PRODESAL 3 con el Programa de Desarrollo Territorial Indígena. Según el INDAP, el objetivo de este programa es “apoyar a los pequeños productores agrícolas y sus familias que desarrollan actividades silvoagropecuarias, en adelante agricultores, para fortalecer sus sistemas productivos y actividades conexas, procurando aumentar sus ingresos y mejorar su calidad de vida” Disponible en http://indap.gob.cl/programas/programa-de-desarrollo-local-prodesal.
16 Cabe destacar que recién hacia 1999 se construye un programa regional de forestación campesina, que incluyó a doce organizaciones de la Región de Los Lagos con un total de 750 hectáreas, 7 de ellas pertenecían a la actual Región de Los Ríos, y 5 a las otras provincias, en la comuna de Mariquina fue seleccionada la Agropecuaria Mariquina S.A. Este programa establecía que “con la forestación de valoriza la tierra, se posibilita generar nuevos ingresos por conceptos de leña, carbón, miel, etcétera, producción de metro ruma, madera aserrada, capacitación y entrenamiento en cadenas forestales. Mediante las postulaciones colectivas los propietarios forestales pueden presentar una solicitud en forma conjunta y un solo estudio técnico o plan de manejo individuales”. Diario Austral de Valdivia, Suplemento Campo Sureño, 17 de mayo de 1999.
17 Como otro ejemplo a nivel nacional, está el empeño de empresas como Arauco S.A. por fomentar estos programas de forestación campesina, que a partir de 1998 comenzó un programa en 37 comunas de la Región del Biobío que hasta 2013 había incorporado a más de 20.000 familias con una entrega total de 9.000.000 de plantas. Lo anterior, en un marzo de acuerdo entre CORMA y las empresas forestales, que han entregado más de 15.000.000 de plantas en la zona. Disponible en: http://www.nuevohorcones.cl/actividades/arauco-ha-donado-mas-de-9-millones-de-plantas-a-comunidades-como-parte-del-programa-de-forestacion-campesina/.
18 Entrevista a Juan Tripailaf, 03 de junio de 2017.
19 Entrevista a Lisandro Moreno, 10 de junio de 2017.
20 Entrevista a Camilo Tripailaf, 10 de junio de 2017
21 Entrevista a Camilo Tripailaf, 10 de junio de 2017
22 Entrevista a María Tripailaf, 12 de junio de 2017.
23 Entrevista a Carlos Núñez, 12 de junio de 2017.
24 El fenómeno que describe el entrevistado, corresponde al sistema denominado como “silvopastoreo”, introducido a comienzo de los noventa por el agricultor Brian Leslie, que observó este método en Nueva Zelanda e identificó las posibilidades de réplica para el Sur de Chile, debido a las congruencias ambientales entre ambos países. La primera experiencia de este tipo se dio en Ercilla hacia 1989, cuando se formó la Agrícola Tolhuaca con el aporte de 700 bovinos por parte de Forestal Chile, una filial de Arauco. Diario Austral de Los Ríos, Suplemento Campo Sureño, 29 de noviembre de 1999.
25 Entrevista a Eusebia Urices, 6 de enero de 2018.
26 Entrevista a Juan Marileo y Eusebia Urices, 6 de enero de 2018.
27 Entrevista a Dalita Caurapán, 6 de enero de 2018.
* Este artículo fue elaborado en el marco proyecto Fondecyt Regular n° 1160321 “Internacionalización y Transnacionalización silvoagropecuaria en el Sur de Chile, (1985-2010)”.
HTML generado a partir de XML-JATS4R por