Artículo
LA GESTIÓN COMUNITARIA DEL TURISMO. ANÁLISIS DESDE EL ENFOQUE DE LOS BIENES COMUNES Y LOS SISTEMAS SOCIO-ECOLÓGICOS
THE COMMUNITY-BASED TOURISM. A FOCUS FROM THE COMMONS AND THE SOCIO-ECOLOGICAL SYSTEM APPROACH
LA GESTIÓN COMUNITARIA DEL TURISMO. ANÁLISIS DESDE EL ENFOQUE DE LOS BIENES COMUNES Y LOS SISTEMAS SOCIO-ECOLÓGICOS
Ra Ximhai, vol. 14, núm. 1, pp. 149-162, 2018
Universidad Autónoma Indígena de México

Recepción: 11 Enero 2016
Aprobación: 11 Octubre 2016
Resumen: El turismo cada vez tiene mayor presencia en el espacio rural y aunque muchos de los proyectos de turismo constituyen acciones improvisadas e insuficientemente organizadas, existen casos donde se ha logrado establecer con cierto éxito. Para ello, la autogestión que las comunidades rurales han desarrollado colectivamente en torno a los recursos naturales puede ser un factor clave. En el presente artículo se propone un marco metodológico a partir del enfoque de los bienes comunes y los sistemas socio-ecológicos que facilite estudiar los factores que determinan el por qué ciertas comunidades logran auto gestionar de manera colectiva sus recursos naturales en la actividad turística, mientras que otras fracasan o se estancan.
Palabras clave: turismo en comunidad rural, enfoque de los bienes comunes, gobernanza, capital social, sistemas socio-ecológicos.
Abstract: This paper aims to propose a methodological approach based on the theory of the commons and the complex socio-ecological systems, which is allowing the analysis of community-based tourism using their natural resources collectively. Tourism is increasingly greater presence in rural areas and although many tourism projects are improvised and poorly organized action, there are cases where it has established with some success. To get it, many times the self-governance that rural communities have collectively developed around natural resources could be a key factor. This document is intended as a methodological framework that aims to facilitate analysis of the factors that determine why certain communities achieve collective self-manage their natural resources in tourism, while others fail or stagnate.
Keywords: community-based tourism, common pool resources, self-governance, social capital, socio-ecological systems.
INTRODUCCIÓN
Durante las últimas décadas los países en vías de desarrollo han venido deteriorando las condiciones de vida en su medio rural. Gran parte de sus poblaciones rurales representan una amplia diversidad de grupos étnicos que continuamente enfrentan situaciones de alta vulnerabilidad natural, social, económica y política para lograr el sustento familiar. La marginación económica, el deterioro del medio bio-físico, la limitada o nula capitalización de las unidades de producción de las zonas rurales son, en parte, consecuencias de abruptas políticas macroeconómicas que comenzaron a instrumentarse en mayor medida a partir de la década de los años ochenta (Rubio, 1995). Con estos cambios fueron agudizándose los conflictos comunitarios y la desarticulación de procesos de desarrollo social, y por otro lado, la deslegitimación de las propias instituciones sociales rurales (Paré & Lazos, 2003).
Con la situación del modelo económico imperante y la cada vez mayor desprotección del Estado, la organización y participación comunitaria se vuelve aún más un requisito obligatorio en la búsqueda de beneficios a largo plazo para las poblaciones rurales, ya que los recursos aprovechables son, en su mayoría, escasos y vulnerables. A la postre, en los intentos gubernamentales por mitigar la pobreza con programas sociales, no se consideró el aspecto ambiental, lo que junto a otros factores, ha contribuido al deterioro de los recursos naturales; recursos que para el campesinado han sido la base principal de fuentes alimenticias, de materiales para sus viviendas, de plantas medicinales, y de muchos otros beneficios ecológicos para toda la población. Hoy en día estas tendencias, que ya se comenzaban a registrar desde los años ochenta, se han acentuado aún más. A partir de entonces, la constante es la baja productividad en los cultivos tradicionales, una dependencia en agroquímicos y semillas industriales, así como fuertes fenómenos de erosión y contaminación de suelos y aguas (Paré & Lazos, 2003).
Frente a este escenario, y en el marco de diversificación de funciones del espacio rural, el turismo se ha desarrollado como una alternativa económica prometedora. A esto hay que sumar que debido a los factores como: la globalización, la era de las comunicaciones y el acceso a la inagotable información en la red virtual, el mejoramiento del nivel de vida de los países desarrollados y el crecimiento de la población mundial está aumentando el flujo de turistas que no sólo demandan el turismo convencional, sino cada vez más se incrementa la preferencia por otro tipo de turismo: el alternativo o de naturaleza, el cual presenta mayor aproximación con los acervos de los países latinoamericanos dotados de gran riqueza natural y cultural. Aunado a ello, las políticas económicas de los países en vía de desarrollo han presentado al turismo como otra fuente importante de divisas.
El turismo, ya sea del tipo convencional o el alternativo, más que una complementariedad, para muchos países en vías de desarrollo se ha convertido en una alternativa para sostener su economía en un instrumento para el desarrollo, o cuando menos, como una actividad económica capaz de mitigar el atraso económico que padecen las poblaciones rurales. Tanto gobiernos como organizaciones no gubernamentales estiman el incremento del turismo como una actividad con alto potencial para el alivio de la pobreza, especialmente en los países en vías de desarrollo (Organización Mundial del Turismo, 2006). Por ejemplo, en Bolivia 314 de los 327 municipios indígenas descentralizados identificaron al turismo como su más alta prioridad, a la cabeza de las actividades primarias tradicionales (Zorn & Farthing 2007: 674). No obstante, tal proyección corresponde a los planteamientos de la política pública internacional, respecto a la incorporación de las poblaciones rurales a la prestación de servicios turísticos, aunque no necesariamente coincide con las necesidades, capacidades y expectativas de los actores locales para el mejoramiento de sus condiciones de vida.
En las últimas décadas el turismo se ha segmentado aún más y no sólo se buscan destinos de litoral, sino que también se demandan experiencias diferenciadas (Brohman, 1996). Este tipo de turismo ha incrementado en los países latinoamericanos y ya forma parte de los espacios rurales, ya que es allí donde se pueden apreciar ecosistemas con alto atractivo paisajístico e interesarse en la vida rural de quienes allí habitan y las representaciones de antiguas culturas aún vivas.
Sin embargo, en la mayoría de los casos la planificación del turismo, específicamente el que se lleva a cabo en el medio rural, ha predominado una perspectiva exclusivamente económica, dejando en menor prioridad otros importantes aspectos que corresponden a la realidad del fenómeno turístico como los impactos sociales, culturales y de deterioro ambiental. En cuanto a los estudios e investigaciones en turismo, Franklin y Crang afirman que éstos se han reducido a un conjunto de actividades económicas, por lo que "nuestra comprensión del turismo se ha convertido en fetiche como una cosa, un producto, un comportamiento, pero en particular una cosa económica" (Franklin & Crang, 2001: 6). A pesar de ello, los horizontes de la investigación turística se están ampliando, en los últimos años se ha identificado un mayor interés en nuevos enfoques de investigación turística y de aportaciones teórico metodológicas para su estudio (Tribe, 2005).
De esta manera, es preciso generar nuevas formas de abordar el análisis del turismo en la ruralidad latinoamericana, desde una perspectiva comunitaria que permita integrar tanto los beneficios económicos como también los aspectos de valoración cultural y de conservación de la naturaleza. Es también muy importante analizar cómo se lleva a cabo la participación comunitaria en los procesos de toma de decisiones y el grado de control colectivo que tienen de la actividad turística; y aunado a ello, identificar si esta actividad brinda la oportunidad de fortalecer el arraigo de identidades, el estrechamiento de lazos sociales y el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades anfitrionas.
Se reconoce el papel del turismo como vía de desarrollo en el mundo rural latinoamericano, y aun cuando en un gran número de casos, no ha resultado ser lo que se esperaba, ciertas comunidades rurales han logrado incorporar al turismo como una actividad exitosamente complementaria para el desarrollo de su economía local, mientras que otros grupos rurales fracasaron o se estancaron en el intento. Pero ¿de qué forma es posible analizar el desarrollo del turismo en el medio rural como un fenómeno multicausal donde se interrelacionen los elementos naturales y sociales? Y sobre todo ¿qué elementos intervienen en el aprovechamiento turístico de los recursos naturales de uso común?
Para dar respuesta a estas interrogantes, este trabajo tiene como objetivo proponer una aproximación metodológica que permita un análisis de la organización colectiva en torno al aprovechamiento turístico de los recursos naturales en las comunidades rurales, con base al enfoque teórico de los bienes comunes y los sistemas socio-ecológicos que estudió Elinor Ostrom (2009).
Este documento se presenta en cinco apartados en los que inicialmente se describe la situación de los bienes comunes como un enfoque de investigación, se continúa con el análisis de los bienes comunes en relación con el fenómeno turístico abordado específicamente desde el ámbito rural; después, se aborda en qué consiste la aproximación metodológica para el análisis de los bienes comunes y el aprovechamiento turístico rural; y finalmente, se da lugar a las conclusiones.
La situación de los bienes comunes
Hasta hace poco, la teoría convencional sobre los bienes naturales de propiedad colectiva, como ejidos o comunidades agrarias, había asumido que, quienes poseen en común esos bienes o recursos, son incapaces de auto organizarse para sostenerlos, debido a que predomina la lógica del interés individual y que, por lo tanto, esos recursos están destinados a agotarse; así que los gobiernos y el mercado debían intervenir e imponer las soluciones. Los modelos de la teoría convencional sobre las acciones de los individuos respecto a la elección racional, son principalmente: La tragedia de los comunes (Hardin, 1968), El dilema del prisionero (Axelrod, 1986) y La lógica de la acción colectiva (Olson, 1965).
Bajo esa racionalidad se nacionalizaron y privatizaron grandes extensiones de tierra a nivel mundial, sobre todo en los países subdesarrollados, pero en muchos casos, en vez de impulsar su conservación, se encontró que la destrucción de los recursos se aceleró. Mientras tanto, se descubría que muchas comunidades rurales que todavía poseían sus recursos colectivamente (bosques, área de pastoreo, recursos hídricos, entre otros), los seguían manteniendo estables en el largo plazo.
Contraria a la postura de la teoría convencional de la propiedad común, Ostrom (2011) sostiene que los poseedores de recursos naturales, ya sean agua, tierra, bosque, fauna, pastizales, entre otros, sí tienen la capacidad de auto organizarse para aprovechar controladamente los beneficios que le brinda cierto recurso. Aunque esto no sea siempre posible, la tragedia de los comunes tampoco es siempre la constante.
Esta aportación teórica de Ostrom, se basa en que en muchos países todavía existen grupos organizados en los cuales sus integrantes han ido desarrollando acciones colectivas de comunicación y cooperación, y han logrado organizarse bajo un sistema de gobernanza local, es decir, en la conformación de acuerdos comunes, establecer prioridades, reglas, normas, vigilancia de las mismas y tipos de sanciones. Esto les permite regular y controlar el acceso y uso del recurso natural que poseen en común; de manera que a lo largo del tiempo esos recursos naturales se mantienen y siguen brindando beneficios. Muestra de ello está presente en evidencias empíricas de numerosos casos a nivel mundial (Ostrom, 2011). Es así que, desde este enfoque teórico, se señala la importancia de estudiar aspectos como la colaboración y el control que se desarrolla entre los miembros de grupo rural que aprovecha los recursos naturales y se beneficia de manera comunitaria.
Aunque no es la constante, sí son numerosos los casos en los que se demuestra que colectivamente las personas son capaces de auto organizarse y crear iniciativas de cooperación que puedan permanecer a largo plazo. Esta capacidad de gestión colectiva se debe a que los utilizadores de los recursos frecuentemente desarrollan complejos mecanismos de decisión y diseño de reglas internas para manejar conflictos de interés, y Ostrom caracteriza esas reglas que promueven resultados positivos (Ostrom, 2011).
Esta perspectiva teórica puede ser pertinente para entender las dinámicas y procesos de construcción de un turismo comunitario, es decir, un tipo de turismo que es soportado desde las comunidades locales como colectivos rurales, mismas que enfrentan el dilema de gestionar sus recursos naturales (el atractivo turístico, así como la infraestructura, bienes y los servicios asociados a su aprovechamiento), de modo que puedan regularlo y distribuirse los beneficios entre sus miembros.
Los bienes comunes y la actividad turística
Numerosas poblaciones rurales aún poseen escenarios naturales y culturales de alto atractivo turístico, ya sea por los ecosistemas que los rodean, o bien, por sus orígenes étnicos y/o antiguas tradiciones. En las últimas décadas se ha incrementado la demanda por diferentes tipos de turismo como el ecoturismo, turismo rural, etnoturismo, agroturismo, turismo comunitario, y demás denominaciones que para algunos significan lo mismo, mientras que para otros son segmentos diferentes entre sí. Sea como se le denomine, lo que aquí concierne es que se trate de un grupo rural que aproveche turísticamente los recursos naturales que han gestionado colectivamente a través del tiempo.
La literatura de los bienes comunes ha abordado muy poco a la actividad turística como motivo de acción colectiva (Briassoulis, 2002), mientras que se ha enfocado más su análisis respecto a los aprovechamientos de madera en los bosques y el control colectivo de los recursos hídricos.
Los recursos naturales con atractivo turístico y sus paisajes se contemplan y utilizan por los turistas, obviamente también se disfrutan por los mismos residentes locales. Por lo tanto, se consideran recursos comunes como los estudiados por Bromley (1991) y Ostrom (2011), estos recursos turísticos están expuestos a los problemas característicos de uso excesivo, a los insuficientes o nulos incentivos para su mantenimiento o mejora; y al deterioro o devastación, por lo que la actividad turística también puede verse gravemente amenazada.
Los problemas en la gestión de los bienes naturales como el agua, los bosques y la fauna derivados de una situación de libre acceso y/o deficiente o nula regulación, implica una tragedia de los comunes no sólo para los usuarios locales, sino también para los bienes comunes en el turismo, ya que el disfrute turístico depende del estado en que se encuentren los recursos que embellecen el paisaje. Las actividades turísticas y las no turísticas mantienen estrechas interrelaciones. El agua y el aire, por ejemplo, son insumos indispensables para todas las actividades humanas, tanto para los residentes locales como para los visitantes, pero el paisaje es un ingrediente central del producto turístico y la permanencia de su atractivo dependerá de las condiciones de uso que se permitan localmente.
De acuerdo a Ostrom (2009) el éxito de que un colectivo social (comuna o ejido) logre mantener sus recursos naturales-turísticos bajo su manejo y en buen estado para seguir aprovechando de ellos a lo largo del tiempo, dependerá en gran parte de la valoración que tanto individual como colectivamente tengan del recurso. En cambio, si para el grupo social en cuestión el recurso no es tan importante, es decir, no tiene una valoración significativa en cualquiera de sus dimensiones, entonces no habrá incentivos para mantener los recursos; por lo tanto, no destinarán tiempo ni esfuerzos de organización para conservarlos porque no consideran que los beneficios que otorgan esos recursos valgan los costos que implica el conservarlos. Cabe mencionar que lamentablemente muchas veces se desconocen las dinámicas y funciones de los ecosistemas y por lo tanto no se valoran los beneficios que proveen, ni tampoco sobre su vulnerabilidad y los riesgos de devastación que los mismos enfrentan.
Aproximación metodológica para el análisis de los bienes comunes y el aprovechamiento turístico rural
El análisis de la problemática ambiental puede abordarse a partir de los sistemas complejos, ya que el conjunto de elementos que los componen intervienen entre sí como procesos sociales, económicos, políticos (García, 2000: 381), que interactúan con los procesos eco-biológicos. En este sentido Ostrom (2009: 419) señala que “se necesita conocimiento científico para mejorar los esfuerzos y lograr sostener los sistemas socio-ecológicos, pero las ciencias ecológicas y sociales se han desarrollado de forma independiente y no se han combinado fácilmente”. Según García (2006: 21), un sistema complejo es “una representación de un recorte de la realidad compleja, conceptualizado como una totalidad organizada en la cual los elementos no son separables y por lo tanto no pueden ser estudiados aisladamente”.
Es decir, existe la dificultad de definir un elemento sin considerar su interrelación con otros elementos que componen el sistema. Allí radica gran parte de su complejidad, además de que esas interacciones nunca son lineales ni iguales en cada sistema en particular. Es así que el pensamiento de los sistemas complejos se ha usado extensivamente en el contexto de analizar sistemas naturales y humanos vinculados a la problemática ambiental; por ejemplo, los sistemas socio-ecológicos como un medio para tender un puente entre las ciencias sociales y las biofísicas (Berkes & Seixas, 2005; Ostrom, 2009). Aun así, existen pocos estudios documentados en que esta visión de los sistemas socio-ecológicos han sido aplicados al contexto del turismo a nivel de comunidades rurales (Briassoulis; 2002).
Ostrom (2009: 419) señala que en un sistema socio-ecológico es complejo porque los subsistemas que lo componen, tales como un sistema de recursos (por ejemplo, la pesca costera), las unidades de recursos (las langostas), los usuarios (pescadores), y los sistemas de gobierno (organizaciones y normas que rigen la pesca en esa costa) son relativamente separables pero interactúan para producir resultados a nivel del sistema, que a su vez se alimentan de nuevo y afectan a estos subsistemas y sus componentes, así como también a otros sistemas más grandes o más pequeños.
Berkes & Folke (1994: 10) señalan que dados los estrechos vínculos entre los sistemas ecológicos y los sociales, “es necesario enfrentarse con atributos relevantes del ecosistema en cuestión, con atributos de quienes los poseen y los usan, así como su conocimiento local, los derechos de propiedad, las instituciones y el capital social que han generado en torno al mismo”. Es así como la presente propuesta coincide en la necesidad de abordar el análisis de manera interdisciplinaria desde el enfoque de los bienes comunes (Ostrom, 2011 y 2009) y basado en los sistemas socio-ecológicos complejos. Aunque los sistemas son abiertos y en muchos casos sus límites son difíciles de definir, es importante considerar una delimitación del estudio en espacio y tiempo que permita concretar el nivel de profundidad en el análisis.
Esta propuesta surge después de un exhaustivo análisis de literatura, de la selección y discusión respecto a las aportaciones de la misma y de la aplicación de este marco de análisis en la investigación de campo. Cabe especificar que los sistemas socio-ecológicos a los que se refiere esta propuesta, aplica a casos donde existan recursos naturales administrados y regulados colectivamente por un grupo rural, y no tanto a los casos donde el recurso es de libre acceso o propiedad privada. A su vez, se propone específicamente para los estudios relacionados al turismo y sus implicaciones ambientales y sociales a nivel de comunidades rurales. Dependerá del investigador y su objeto de estudio si encuentra una posible adaptación de este marco para ser aplicado hacia el análisis de otras actividades económicas de aprovechamiento rural y colectivo de la naturaleza.
A continuación se plantea la visualización y descripción del sistema socio-ecológico y los subsistemas que lo componen de manera diferenciada al marco que Ostrom (2009) propone, y aunque sí se inspira a partir de sus aportaciones, la forma de analizar el sistema socio-ecológico se ha modificado, porque en los casos del turismo no se trata de analizar un recurso específico como acervo de peces, bosque o recursos hídricos, sino todo un conjunto de recursos que pudieran configurar un paisaje natural con el atractivo tal que conduzca la actividad turística.
A continuación, se presenta el esquema del sistema socio-ecológico (Figura 1) y la explicación de lo que consiste cada uno de los subsistemas que lo componen para su análisis.

Los bienes de uso común
Los estudios de caso bajo el enfoque de los bienes comunes, regularmente se abordan desde la perspectiva de aprovechamiento económico de cierto recurso natural que implica el estado del recurso natural; como por ejemplo, la forestería para el caso de recurso bosque, o bien, la actividad pesquera para el caso de fauna acuática. En cambio, para el sentido de esta propuesta, la actividad turística implica el aprovechamiento del paisaje y de las actividades atractivas del lugar visitado; es por ello que no sólo se trata del aprovechamiento de un solo recurso o bien natural, sino de un conjunto de ellos como cuerpos de agua, bosque, vida silvestre, formas geológicas, calidad de aire, entre otros que además de brindar servicios ecológicos, componen la belleza paisajística que atrae el turismo interesado en la naturaleza, lo que vuelve más complejo el análisis que si sólo se tratara de abordar, por ejemplo, el aprovechamiento forestal del recurso bosque exclusivamente.
Al estudiar los bienes de uso común es pertinente considerar el estado del paisaje y los elementos que lo componen, comparar si se ha alterado en relación a su estado previo a la oferta turística, los disturbios ocasionados y los cuidados dedicados a través de ese tiempo y su estado en el presente. Además, es importante identificar cuáles son los elementos naturales de mayor atractivo, los de mayor vulnerabilidad, los que requieren mayor acción colectiva de provisión y los que no. Así también, es substancial observar cuál es la intensidad en el acceso, uso y extracción de los bienes naturales más demandados por y para el turismo, así como analizar la valoración cultural y económica de los mismos, sin dejar de lado los aspectos simbólicos que representan tanto a los habitantes del lugar, como a los turistas. Ciertas especies de flora y fauna pueden estar fuertemente relacionados a mitos, creencias o símbolos religiosos que conducirían a un comportamiento diferenciado de los usuarios en relación con el resto de los elementos de la naturaleza, lo que enriquecerá la experiencia del visitante; o por el contrario, permitirá comprender los casos en los que los usuarios locales consideren un sacrilegio su aprovechamiento turístico.
La actividad turística
Para ciertos estudios de caso, la actividad turística puede ser menos antigua que el resto de los subsistemas. Cuando se adopta, esta actividad aprovecha los elementos del capital social para desempeñarse y se apoyará también de la gobernanza comunitaria existente y muy probablemente la modificará y adaptará en lo que respecta a los aspectos de la actividad turística, así como también podrá alterar el capital social que existe localmente. El turismo de naturaleza implicará el aprovechamiento de los bienes naturales de uso común y por ende, sus resultados enriquecerán o modificarán el subsistema económico local. Es así como el turismo se interacciona entre estos subsistemas y genera ciertos resultados, ya sean positivos o negativos que alterarán o no al sistema socio-ecológico en conjunto a lo largo del tiempo.
Cada caso diferirá de otros por ello se requiere identificar qué tipo de turismo se ofrece y se desempeña en la comunidad a estudiar, qué servicios y actividades se ofrecen al turista y cuál es el perfil de los mismos. Es importante observar las fluctuaciones de la visitación en diferentes temporadas y qué factores lo provocan. Se recomienda una revisión histórica sobre cómo surgió y cómo se ha implementado el turismo localmente, sus principales requerimientos y modificaciones que han implicado para desarrollarlo, así como la capacitación que la población local ha recibido para ejercerlo y de los conocimientos locales que se ha valido. En muchos de los casos habrán desarrollado infraestructura turística y cierto equipamiento que facilitan las comunicaciones, la comodidad y el desempeño de la actividad en sí.
Además, deberán analizarse los problemas sociales locales y organizacionales que se han generado a partir del turismo y cómo se han superado, si es que se ha logrado y en este sentido, identificar la adaptación local respecto a esta actividad, así como también sus resistencias.
El subsistema capital social
El capital social es un concepto relativamente nuevo en el campo de los estudios de turismo. Dado que el turismo es un sector económico importante en muchos países en desarrollo en los que este capital desempeña un papel crucial en el crecimiento económico, es un concepto que debe ser adoptado en los estudios de desarrollo turístico (Okasaky, 2008: 515).
Sin embargo, el tipo de capital social aquí tratado no se refiere al que los consorcios o compañías de gran escala generan alianzas entre sí y cooperan estrechamente en redes con el fin común de obtener el máximo lucro en menor tiempo, o bien, gestionar facilidades fiscales o legales en un país. Por el contrario, el que aquí se propone analizar es el que se ha desarrollado muy interna y localmente, ya sea en un grupo rural, una comunidad de campesinos o habitantes de un área rural y funciona a partir de factores como la confianza, la reciprocidad y la cooperación entre sus miembros, no sólo para los aspectos religiosos y de festividad, sino también para mitigar los efectos de la represión económica, las adversidades del sistema económico imperante y las condiciones de la pobreza.
Según Durston, “el capital social es el contenido de ciertas relaciones y estructuras sociales”, es decir, las actitudes de confianza que se dan en combinación con conductas de reciprocidad y cooperación. Ello constituye un capital en el sentido de que “proporciona mayores beneficios a quienes establecen este tipo particular de relaciones y que puede ser acumulado” (Durston, 2002: 2). Entonces, para analizar el que se ha ido desarrollando en una comunidad es necesario realizar una construcción histórica a profundidad que permita identificar los acontecimientos y contextos que dieron origen a las acciones de cooperación local, que a su vez, generaron valores de reciprocidad y confianza para conformar redes de colaboración formales e informales, y en este sentido, poder explicar el tipo de liderazgo que se ha desarrollado y los procesos en las formas de participación y organización comunitaria que son el soporte de relaciones internas, trabajo y aprovechamiento turístico de la comunidad.
El subsistema político: la auto-gobernanza comunitaria
La conformación de una gobernanza a nivel comunitario está estrechamente relacionada a una efectiva autogestión de los bienes naturales que poseen. En este caso, para analizar la gobernanza comunitaria que rige el acceso, control y manejo de las actividades turísticas, se requiere identificar y comprender los procesos más importantes en el establecimiento de reglas acuerdos y valores de cumplimiento comunitario, lo que haya permitido una mayor credibilidad en los compromisos entre los usuarios.
Es importante identificar las afinidades políticas que los incentivan a participar e integrarse, los mecanismos de resolución de conflictos que funcionan entre los integrantes, los espacios de comunicación e información con que disponen y les permitan analizar colectivamente los costos y beneficios para la toma de decisiones y para el establecimiento de compromisos. Además, debe considerarse si cuentan, y en qué consisten, las formas de monitoreo, supervisión, rendición de cuentas y la capacidad de sanciones que motiven el efectivo cumplimiento de sus reglas y acuerdos establecidos en relación al aprovechamiento turístico de sus recursos naturales, y si con ello, se cuenta con cierto grado de empoderamiento local para el control colectivo de los bienes naturales de uso común que aprovechan.
La forma de representación es otro aspecto a tomar en cuenta; observar cómo se eligen sus representantes, qué cargos se ocupan y cuánto tiempo normalmente es la duración de los mismos. Por ejemplo, la figura de Comunidades Agrarias en México, puede mantener el sistema de gobierno ancestral de la etnia a la que han pertenecido. A cada comunidad agraria como tal, la ley le reconoce su propia forma tradicional de representación y mando. En cambio, la figura de Ejido, la Ley Agraria mexicana establece una única estructura administrativa y la denominación de los cargos con los que debe contar para representar a la asamblea general del ejido, que es la autoridad máxima y se integra por el total de ejidatarios titulares.
Sin embargo, aún con todo lo que las leyes establezcan en cada país, serán consideradas como parte del entorno y cómo influyen en lo local, mientras que para analizar la gobernanza interna serán las costumbres y normas comunitarias las que jueguen el papel relevante en estos procesos políticos, y entonces deberán ser analizados en cuanto a su relación con el aprovechamiento turístico de sus recursos.
El Subsistema económico
in duda, los bienes de la naturaleza son limitados y en los casos de bienes de uso común, dependerá el número de usuarios y de las necesidades que hacen ejercer presión sobre el sistema natural. ¿Qué tanto dependen económicamente de aprovechar turísticamente ese o esos ecosistemas? Será necesario entonces, analizar la economía del trabajo interno en torno al turismo y el cuidado de los atractivos natura
Sin duda, los bienes de la naturaleza son limitados y en los casos de bienes de uso común, dependerá el número de usuarios y de las necesidades que hacen ejercer presión sobre el sistema natural. ¿Qué tanto dependen económicamente de aprovechar turísticamente ese o esos ecosistemas? Será necesario entonces, analizar la economía del trabajo interno en torno al turismo y el cuidado de los atractivos naturales. Deberán identificarse las formas de organización para el trabajo, tanto las tareas colectivas sin remuneración (faenas) y las que son remuneradas en torno a la actividad turística. Puede haber situaciones de autoempleo interno y/o externo, y será necesario relacionarlo con otra oferta laboral local y regional. Algunas comunidades conforman redes de financiamiento interno y puede influir en ello las temporadas altas y bajas de la actividad turística.
En esta parte será de gran relevancia analizar el destino de los apoyos económicos externos que han obtenido para fortalecer los servicios y las condiciones de la oferta turística. Además, si los costos y los beneficios que le han significado a la comunidad han sido equivalentemente proporcional o si se han dado casos del polizón (o free-rider)ii entre los mismos, lo que inhibirá la confianza y la colaboración del grupo.
El Entorno
Ya sea el sistema social, el natural o ambos, serán siempre expuestos a los cambios y presiones externos, por lo tanto, deberán considerarse aquellos factores de nivel tanto regional como global que de manera perceptible pudieran alterar en contra o a favor las condiciones de la comunidad sujeta a estudio. Será importante identificar cuáles son las tendencias de desarrollo en la región, las condiciones de estabilidad política, la intervención gubernamental que existe respecto al aprovechamiento de la naturaleza, los costos y oportunidades económicos y aspectos desarrollo social; y además, hacer énfasis en los factores externos que están estrechamente relacionados al sector turístico.
Por consiguiente, será necesario identificar los tipos de actores y organismos, gubernamentales o no gubernamentales, de apoyo económico, político o social que influyan significativamente en las oportunidades y toma de decisiones de los integrantes de la comunidad; y si este entorno de instituciones reconoce las formas de organizarse y de decidir internamente en la comunidad. Es preciso identificar qué integrantes de la comunidad están participando en diferentes niveles de toma de decisiones en otras esferas externas y esto puede significar situaciones de ventaja o de desventaja para las preferencias internas.
En general, a partir del sistema socio-ecológico y la interacción entre los elementos que lo componen, es por ello que en la Figura 1 las diagonales entre los subsistemas se visualizan como hélices, ya que en la realidad sus elementos están en constante cambio pero interrelacionados entre sí respecto al uso del bien natural. El análisis de interacción entre los mismos permitirá comprender su funcionamiento y lo que le ha contribuido a consolidar el aprovechamiento turístico de estos bienes naturales de uso común; o por el contrario, encontrar los factores que han obstaculizado tanto la autogestión colectiva, como el estado de los bienes naturales en el largo plazo, así como también permitirá hacer visible los aspectos de vulnerabilidad y de fortaleza ante los aspectos del entorno.
CONCLUSIONES
Es verdad que la tragedia de los comunes ocurre, pero también existe un amplio acervo de casos que demuestran lo contrario. Cada vez son más las presiones globales que de manera constante atentan contra la preservación de los ecosistemas y la sobrevivencia de culturas y tradiciones que requieren de una estrecha relación comunitaria a nivel rural. Es de notar que, a pesar de esa vulnerabilidad, están allí presentes y se sostienen, pero dadas esas presiones globales, más que nunca se requiere la auto-organización a nivel local y de conocer cuáles son esos factores que permiten consolidarla y cuáles son los que con mayor probabilidad conduzcan a su desintegración.
Se incrementa el interés académico en analizar la problemática ecológica que afecta la estabilidad de los recursos naturales como atractivos para el turismo, pero es también necesario que en estos análisis se consideren los procesos sociales a nivel comunitario, ya que son las interacciones humanas con el ecosistema las que pueden explicar las dinámicas de su uso y afectación o conservación. Dicho lo anterior, se requiere de esfuerzos académicos para desarrollar marcos metodológicos que permitan orientar la recopilación e interpretación de los resultados de investigaciones desde los aportes de ambas disciplinas, las sociales y las ambientales y no separadamente. Esta propuesta, entonces, corresponde a una contribución, por supuesto, perfectible y abierta a la adecuación de los procedimientos e instrumentos que el investigador determine como necesarios, de acuerdo al caso de estudio o a su experiencia y especialidad disciplinar.
Si se pretende contribuir a la construcción de una ciencia ambiental resulta insuficiente abordar los estudios de la problemática ambiental desde la disciplina meramente bio-ecológica; además de ella, la problemática ambiental debiera emprenderse desde las ciencias sociales como la sociología, la política, la economía y las que se consideren pertinentes en cada caso particular, ya que están estrechamente relacionadas con la sociedad, que es parte y hace uso de los ecosistemas. Si aún queda mucho trecho por lograr la intradisciplinariedad (Leff, 2000), es importante avanzar y contribuir en el desarrollo de metodologías de análisis que permitan generar mayor conocimiento interdisciplinar.
Además, respecto al turismo, se espera ampliar y complementar enfoques de estudio que se han centrado más en aspectos económicos (rentabilidad, nuevos nichos de mercado, competitividad) o técnico-administrativos (gestión de la calidad de los servicios, organización del trabajo y formación de recursos humanos), que si bien son necesarios, son insuficientes en el caso de emprendimientos turísticos en el ámbito rural.
Por ello este trabajo se propone como una aproximación metodológica que permita un análisis de la organización colectiva en torno al aprovechamiento turístico de los recursos naturales en las comunidades rurales con base al enfoque teórico de los bienes comunes y los sistemas socio-ecológicos, basándose en que el estudio de los elementos de cada subsistema es importante, pero por considerarse un sistema complejo, son más importantes las interacciones entre los elementos de los subsistemas entre sí.
Cabe destacar que todo dependerá de las singularidades de cada estudio de caso, ya que cada comunidad rural que aproveche turísticamente sus recursos naturales siempre será un caso muy particular y único, así como son diferentes los ecosistemas de los que se vale y hace funcionar, pero a pesar de ello, permitirán identificar aspectos de similaridad con otros casos, lo que vislumbrará considerar posibles predicciones y soluciones a problemáticas equivalentes.
Es así como el turismo interacciona entre estos subsistemas del sistema socio-ecológico en conjunto y al generar ciertos resultados, ya sean favorables o no, al retroalimentarse generan ciclos de regeneración, degeneración o adaptación. Además, hacia el entorno pueden alterar otros sistemas socio ecológicos vecinos, y viceversa.
En concreto, la actividad turística hace uso del capital social, de la gobernanza comunitaria, de una economía interna y de la acción colectiva para sostener a largo plazo los bienes naturales de uso común aprovechables turísticamente. Esto se apreciará una vez que: a) el recurso natural, en este caso, la belleza del paisaje y las funciones del ecosistema se han mantenido estables desde la introducción de la actividad turística, o bien, se han deteriorado significativamente; b) se han viabilizado mayores capacidades sociales de gestión o se han complicado, c) se promueven acciones conjuntas y participativas de la mayoría de los miembros o sólo de unos pocos a beneficio propio, d) los fines que se persiguen son colectivos y democráticamente aceptados o ha ocurrido lo contrario, y d) se identifican beneficios obtenidos que van mejorado la situación de vida en los miembros de la comunidad desde que la actividad turística inició, o bien, si en vez de beneficios, la actividad turística ha generado más costos sociales, económicos y políticos que dificultan la cooperación local.
El pensamiento de los sistemas complejos puede ser de gran apoyo en el contexto de analizar sistemas naturales y humanos vinculados a la problemática ambiental, y los ambientes rurales con riqueza ecológica atractiva para el turismo puede ser analizado a partir de los sistemas socio-ecológicos, ya que permite tender un puente en el análisis desde ambas trincheras de las ciencias sociales y las ecológicas.
Es necesaria tanto la investigación cuantitativa como la cualitativa que permitan elucidar e interpretar, aún más importante que los elementos, las interacciones que se desempeñan entre los subsistemas que corresponden a cada sistema socio ecológico analizado. En este sentido, se pueda contribuir en los estudios que intentan construir y probar modelos teóricos de los costos y beneficios muchas veces diferenciados entre los gobiernos, las comunidades y los individuos, en este sentido, aportar avances en la comprensión de la problemática ambiental, la mejora de las políticas, el mejoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones rurales y el disfrute del turismo a lo largo del tiempo.
Referencias
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Notas
Notas de autor
Es profesora investigadora en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México, adscrita a la Licenciatura en turismo sustentable. Estudió Administración Púbica en la Universidad de Occidente, la maestría en ciencias en recursos naturales y desarrollo rural en El Colegio de la Frontera Sur y actualmente cursa el doctorado en ciencias ambientales en la Universidad Autónoma del Estado de México. Sus temas de investigación giran en torno a la gestión rural del turismo y el aprovechamiento comunitario de los recursos naturales.
Estudió la licenciatura en turismo y la maestría y doctorado en sociología. Es profesora investigadora de tiempo completo en la Facultad de Turismo y Gastronomía en la Universidad Autónoma del Estado de México y los temas de investigación que aborda son el turismo rural, la sociología del turismo y la metodología de la investigación desde la teoría crítica. Ha dirigido numerosas tesis desde grados de licenciatura hasta doctorado en estas temáticas y afines.
Es profesor investigador de tiempo completo en la Facultad de Planeación Urbana y Regional de la Universidad Autónoma del Estado de México. Los temas de su investigación se han desarrollado en torno al desarrollo sustentable del turismo y sus impactos; el desarrollo de indicadores de turismo sustentable, la competitividad de los destinos, así como la ética del turismo y el mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades receptoras.
Es profesor investigador en la Universidad Autónoma Chapingo en México. Es doctor en estudios rurales por la Universite de Toulouse - Le Mirail; sus publicaciones tratan temas como la apropiación territorial y aprovechamiento de los recursos naturales, el desarrollo regional y los problemas de organización rural. Ha coordinado la maestría y doctorado en desarrollo rural regional de esa institución.