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Microcréditos, una necesidad educativa para asesores y microempresarios vulnerables

Microcredit, an educational need for vulnerable microentrepreneurs and consultants

Darwin Fabián Toscano-Ruíz1
Universidad Técnica de Babahoyo , Ecuador
Herman Arcenio Romero-Ramírez 2
Universidad Técnica de Babahoyo, Ecuador
Carlos Emilio Paz-Sánchez3
Universidad Técnica de Babahoyo, Ecuador

Microcréditos, una necesidad educativa para asesores y microempresarios vulnerables

EduSol, vol. 17, núm. 58, pp. 1-13, 2017

Centro Universitario de Guantánamo

Resumen: Se analiza la capacitación de asesores y microempresarios para la sustentabilidad de pequeñas empresas familiares. La estrategia metodológica se basa en los métodos revisión bibliográfica y análisis-síntesis. El principal resultado es la exposición de los hallazgos de la indagación bibliográfica y los datos obtenidos mediante las encuestas aplicadas. Los centros politécnicos y universidades deben contribuir a la formación de recursos humanos para asesorar, implementar y crear una pedagogía que auxilie a los reclamos de la ciencia económica. La experiencia de Ecuador demuestra que además de la praxis de teorías microempresariales, capacitación y asesoría son decisivas en la política del Estado.

Palabras clave: Microempresario, Gestión del microcrédito, Gestión financiera, Método de Casos.

Abstract: The training is analyzed of advisory and microempresarios for the sustentabilidad of small family companies. The methodological strategy is based on the methods of bibliographical revision and analysis-synthesis. The main result is the exhibition of the discoveries of the bibliographical inquiry and the data obtained by means of the applied surveys. The polytechnic centers and universities should contribute to the formation of human resources to advise, to implement and to create a pedagogy that aided to the birdcalls of the economic science. The experience of Ecuador demonstrates that besides the practice of theories microempresariales, training and consultantship is decisive the politics of the State.

Keywords: Microentrepreneur, Microcredit management, Financial management, Case Analysis Method.

Introducción

La gestión del microcrédito y el desarrollo empresarial establecen una relación de gran significado, lo cual está sustentado en una articulación de causa y consecuencia, una ecuación evidente que está mediada por el control para darle solidez a los propósitos de los bancos y a las necesidades de los beneficiarios (Kulkarni y Raghav, 2015). Esa mediación constituye un servicio que, a pesar de su costo, incorpora una capacidad analítica y una visión capaz de asegurar con sus metódicas para el emprendimiento, la realización exitosa de un crédito.

Con la gestión se está identificando un agente que tenga las cualidades como garante para la satisfacción de los elementos involucrados en el propósito, en esa dirección se orienta la creencia de que la pieza clave que determinará el éxito es haber puesto en marcha un plan de empresa creíble y solvente. ¿Por qué? En el 95% de las ocasiones el único aval solicitado es la garantía personal (Novoa, 2010), esa facilidad aparente coloca la responsabilidad de las finanzas otorgadas en varios actores: el financista, los beneficiarios, la solidez del proyecto, las tecnologías de control y productividad, la metodología de ejecución de proyectos hasta la comercialización o rentabilidad de los recursos financieros invertidos. Por otra parte, los microempresarios, en su mayoría vulnerables por el desconocimiento para invertir convenientemente sus créditos y finanzas en función del florecimiento y desarrollo sostenible de la microempresa, urgen de una adecuada asesoría y capacitación.

Todos esos argumentos constituyen antecedentes y demandas de conocimiento que solo la educación puede propiciar, por tal motivo es una lógica que reclama una proyección educativa como respuesta a las carencias de asesores y microempresarios. En tal sentido este artículo propone analizar la necesaria capacitación de los asesores microempresarios, como actores clave en la gestión del microcrédito para el desarrollo y la sustentabilidad de la pequeña empresa familiar.

Su estrategia metodológica está concebida como un circuito que sistematiza las fuentes constructivas del microcrédito, la contextualización de la investigación con una intervención en el campo, mediante la aplicación de encuestas a los beneficiarios y técnicos de la institución. Se sintetiza esos procedimientos y técnicas con una verificación del destino que le dan a los recursos económicos proporcionados por el crédito del bono desarrollo humano. Entre los resultados significativos están los informativos acerca de esta teoría y práctica económica, la determinación de las falencias en cuanto a capacitación, desempeño y control, y las recomendaciones que no se anclan en el caso, sino que proyecta su visión al movimiento universal del microcrédito.

La manera de insertar una respuesta a este universo hay que buscarla en los centros politécnicos y universidades que forman recursos humanos para asesorar, implementar y crear una pedagogía que auxilie esos reclamos de la ciencia económica. Claro no solo se trata de metodologías, pues alcanza una dimensión material que este trabajo presentará.

Desarrollo

Antes de hablar de microcrédito es pertinente referir lo que las ciencias económicas denominan gestión financiera, ya que lo que se ha denominado una lógica tiene por uno de sus extremos precisamente a la gestión; ese hecho obliga a pensar que ella tiene un rol determinante del ritmo de la lógica, pues una vez que se llega al otro extremo o polo de la lógica su efecto retorna a la gestión nuevamente.

En esas ciencias se denomina gestión financiera o gestión de movimiento de fondos, a todos los procesos que consisten en conseguir, mantener y utilizar dinero. Una gestión de microcrédito es entonces una serie de procesos que enfocados a un crédito muy pequeño, originariamente a personas empobrecidas de países subdesarrollados o en vías de desarrollo, se destina a apoyar el espíritu emprendedor, a aliviar la pobreza, también en muchos casos a fortalecer a la mujer, mejorando así a comunidades enteras.

Desde la percepción que ellas tienen se sienten en condiciones personales de salida para tales situaciones, pero no cuentan con los recursos. Hecho que explica la autoconvicción de que con una operación monetaria su misión está activada. Esta postura del cliente inversor no es suficiente para garantizar el éxito se requiere poseer competencias en materia económica aunque sean básicas y estas deben ser ejecutadas por asesores ya sean profesionales de la economía, también alumnos y profesores de escuelas politécnicas y universidades que como práctica pre profesional participen de este movimiento, y alcancen de ese modo un conocimiento para tener luego ámbitos donde contribuir, como mediadores de la capacitación de los microempresarios, al desarrollo de la economía nacional.

Dilucidar a que sector dirigir esta capacitación, cuáles son los posibles microempresarios vulnerables, es un aspecto a tomar en cuenta si se trata de garantizar la eficacia de la gestión del microcrédito.

Microcréditos y género, ¿ámbito educativo?

En el año 2009 se estimó que aproximadamente unos 74 millones de personas fueron beneficiarios de microcréditos, lo cual se traduce en un total de unos 38 billones de dólares. El Graameen Bank, creador de la iniciativa y organización a quien se le adjudicó por ello otra denominación "créditos grameen” (Yunus, 2007), informa que las tasas de éxito en la devolución de los microcréditos se sitúan entre el 95% y el 98%. Hechos que confirman los fundamentos de la gestión financiera e iluminan una ruta para la diversidad de las acciones inversionistas que se dinamizan de esta forma.

Los microcréditos forman parte de las microfinanzas, que proveen entre sus soluciones una amplia gama de servicios financieros, especialmente cuentas de ahorro, destinadas a las poblaciones pobres. El concepto de microcrédito moderno al ser creado por el Graameen Bank, Bangladesh, en 1983, generó un movimiento inter bancario y un tipo de servicio incorporado en la actualidad a pesar de los recelos que este tipo de financiación despierta en la banca tradicional. La declaración por las Naciones Unidas del año 2005 como el Año Internacional del Microcrédito (UN, 2005) fue una legitimación no solo de la humanidad de la iniciativa, sino de la creatividad aplicada a las finanzas un campo donde muchos piensan que el pensamiento imaginativo no tiene lugar. El microcrédito es considerado como una herramienta de enorme potencial en la ayuda para la erradicación de la pobreza.

A pesar de ello, la mujer y en particular la sudamericana, por factores históricos, culturales y sociales heredados la han condicionado a ser uno de los microempresarios más vulnerables. La falta de empleo estable y demostrable de las mujeres les dificulta el cumplir con las condiciones que los prestamistas tradicionales exigen a la hora de conceder créditos, ya que gran parte de estas poblaciones son analfabetas, por tanto incapaces de cumplir con los trámites burocráticos asociados a estas gestiones. Esa consideración se debe a que estas personas no tienen información sobre el control de los recursos financieros; a la vez obstaculiza cualquier decisión en materia educativa, por tales razones en este estudio se prefiere recomendar acciones prácticas que orienten a los beneficiarios en hábitos para ejecutar algún tipo de control.

Varios factores sociales impiden a estas mujeres dedicación al estudio por lo cual es bastante complejo localizar el tiempo de adiestramiento cuando se trata de las féminas. Súmase a esta situación que parte de la explicación de la primacía de las mujeres entre los trabajadores más vulnerables reside en las relaciones sociales y económicas que dejan a la mujer las responsabilidades familiares no remuneradas (Cassirer y Addati, 2007). Este condicionamiento socioeconómico resulta el motivo generatriz de alternativas para transformar los discursos en acciones concretas que construyan políticas de igualdad y desarrollo. Esta realidad puede ser observada desde dos puntos de vista, uno como un sector vulnerable necesitado de educación y asesoría financiera, y otro como estudio de caso para la formación de los futuros profesionales de las Ciencias Económicas.

Las mejores experiencias de la enseñanza politécnica se inspiran en estudios de casos por su carga principalmente práctica que adaptada a las peculiaridades sociales de los beneficiarios le faciliten llegar a capacidades para registrar y encontrar sus recursos financieros. El “Método de Casos” es una de las herramientas principales para el ejercicio de Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de Cuyo (Ruótolo, 2008). Este método es un instrumento educativo complejo, que combinado con otros procedimientos didácticos, integra y complementa, haciendo hincapié en el aprendizaje significativo. Un buen caso es este vehículo por medio del cual se lleva al aula un ejemplo real con la finalidad de que los alumnos y el profesor lo examinen minuciosamente. En este caso en lugar del examen minucioso la realización de varios ejercicios es la clave para instalar un algoritmo metodológico con los cuales enfrentar diversos problemas. La enseñanza a través del método de casos induce a los estudiantes al estímulo en la comprensión de las complejidades de conceptos y dificultades.

Por otro lado, voces críticas (La Prensa, 2015) alegan, sin embargo, que los microcréditos no tienen un impacto positivo en las relaciones de género y que no alivian la pobreza, ya que conducen a muchos prestatarios a una "deuda trampa" (Arias, 2012) y constituyen una "privatización del bienestar" (ESADE, 2013). Esa postura desconocedora instala otra visión que se sustenta en el movimiento reivindicativo de la mujer, que puede ser una lectura a los efectos y a las causas ignoradas por el crecimiento inversionista, pero que dentro de las limitaciones de algunos estados no deja de ser una alternativa constructiva.

La primera estadística de evaluación del microcrédito, llevada a cabo por Duflo (2010), deja ver resultados contradictorios: no tiene efecto alguno en los gastos de la unidad familiar, en igualdad, ni en ítems como educación o salud, sin embargo el número de negocios aumenta en un tercio. Es requisito ajustarse a la veracidad de los acontecimientos, el microcrédito no es una solución a todos los problemas económicos, es una alternativa viable, en esa dirección se refiere Dean Karlan de la Universidad de Yale al señalar que pese a generar beneficios, el microcrédito no es la panacea que estaba destinado a ser (La Prensa, 2015) y propone facilitar también a las poblaciones empobrecidas un acceso fácil a cuentas de ahorro.

En relación con los ítems de educación si se incorpora como una necesidad educativa puede determinar a nivel de política pública la decisión de apoyar con acciones de capacitación a los destinatarios de los microcréditos. El volumen y necesidad de las microempresas alcanzaría un rango en los indicadores de educación, sin embargo, los recursos a destinar son muchos ya que se trata de un modo de empoderamiento práctico en las ciencias económicas. A la vez para los centros tecnológicos y universidades sería fertilizar las posibilidades de empleo para los egresados quienes formados en sus centros de estudios en el conocimiento de las microfinanzas podrían atender ese volumen de organizaciones.

El acompañamiento resolvería muchos déficits registrados hoy, uno de los principales es preparar textos sobre este tema con intenciones pedagógicas ya que solo existen estudios de expertos en finanzas que conceptualizan dichas realidades. Los procesos pedagógicos que se pondrían en práctica favorecerían a los estudiantes quienes tendrían un amplio corpus de la realidad donde ejercitarse. Los estudios que varias universidades ecuatorianas han realizado demuestran la capacidad productiva que subyace en el ámbito de las microfinanzas tanto para estudiantes como para los profesores ya que constituye una novedad de la realidad sobre la cual colocar su mirada. De ese modo la investigación de casos se visiona como un campo fructífero para la producción de interpretaciones que luego se podrían convertir en textos de didáctica económica, válidos para apropiarse de conocimientos, confrontar experiencias y aportar modos de explicar estas aventuras de las ciencias económicas en contextos antes distantes de ocupación por los grandes organismos financieros.

La integración en asociaciones y cooperativas es un aspecto a tener en cuenta en la capacitación de los microempresarios. En Bolivia (Fundación ARU, 2016), Ecuador (Bucheli, 2011) y Perú Pontificia Universidad Católica de Perú, (Aguilar, 2011) bancos tradicionales y convencionales han logrado expandirse en el país a través de un modelo de negocio que presta servicios a la población de bajos recursos gracias al cooperativismo.

La trayectoria de instituciones de microfinanzas en Ecuador es larga, está vinculada, principalmente, al sistema de cooperativismo desarrollado. Las asociaciones gremiales y cooperativas datan desde 1879 al conformarse la primera institución con estas características en la ciudad de Guayaquil, la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso (El Universo, 2013), de ahí en adelante el desarrollo de sistema cooperativo ha sido sumamente dinámico, así como el desarrollo de las cooperativas de ahorro y crédito (COAC).

El censo de cooperativas de ahorro y crédito en junio de 2002 reportaba la existencia de 350 instituciones no reguladas que atendían alrededor de 586.000 socios (Jácome y Cordovéz, 2003). El número de instituciones y los montos de crédito otorgados refleja la importancia del sistema cooperativo en las microfinanzas del país. Se incluyen varias organizaciones no gubernamentales, bancos y financieras que participan en estas actividades de microfinanzas.

La Red Financiera Rural creada en el año 2000, agrupa a varias de estas instituciones identificadas plenamente con estas actividades (Red Financiera, 2015). La Red integra a diferentes Instituciones enfocadas en facilitar y potencializar el acceso a servicios microfinancieros del área rural y urbano marginal del Ecuador. Agrupa a 48 instituciones de microfinanzas, entre las que se encuentran ONG con cartera de crédito, Cooperativas de Ahorro y Crédito e Instituciones Financieras Especializadas; las cuales representan una cartera de crédito de USD. 3,284 millones atendiendo a 1´222.147 microempresas y pequeños productores a nivel nacional. Durante la década de los noventa se ha confirmado la creación de un mayor número de instituciones con este enfoque.

Por otro lado, el gobierno ha desempeñado su papel de promotor del microcrédito con varios programas para el fomento y sostenimiento de pymes, cofinanciados por organismos internacionales, algunos de los cuales han involucrado instituciones como el Banco Central, Corporación Financiera Nacional y Banco Nacional de Fomento.

Esta situación permite señalar la fortaleza que en el Ecuador tienen las microfinanzas, lo cual es un reto de los actuales y futuros programas que se desarrollen en el país por organizaciones públicas, al contar con la capacidad de medir su impacto en la sociedad ecuatoriana en términos de alivio de la pobreza y desarrollo económico. Lo que demuestra que además de la praxis de las teorías microempresariales, la necesaria capacitación de los microempresarios y asesoría adecuada, es un factor decisivo la política adoptada por los gobiernos en función de los más desposeídos y vulnerables.

Política pública para las microfinanzas

Para realmente convertir los discursos en acciones concretas que construyan políticas de igualdad y desarrollo en Ecuador existen instituciones y organismos que trabajan en este sentido. El Instituto Nacional de Economía Popular y Solidaria – IEPS, es una entidad de derecho público, adscrita al Ministerio de Inclusión Económica y Social, con patrimonio propio, e independencia técnica, administrativa y financiera, la cual se encarga de brindar apoyo a los ciudadanos que desean emprender procesos de desarrollo productivo, bajo la Ley de Economía Popular y Solidaria.

Esta Ley basa sus lineamientos en el modelo económico Popular y Solidario, que establece un sistema de organización económica para promover la asociatividad. Una cualidad que a nivel empresarial desarrolla mecanismos de acción conjunta y cooperación, que contribuyen a que las empresas mejoren su posición en el mercado, en base a estructuración, solidez y competitividad (Vegas, 2008). Trabajar de manera conjunta proporciona mayores oportunidades de acceso a servicios, compra de insumos, comercialización y financiamiento. La asociatividad facilita la diferenciación de sus productos y servicios, así como beneficios relacionados con la prioridad a la persona por encima del capital, fomento de la igualdad y la eficiencia en base a la superación grupal y comunitaria.

El Instituto de Economía Popular y Solidaria se inspira en estos supuestos para laborar por la inclusión en los ámbitos económicos, mediante la generación de empleos; en el financiero, guiando el acceso a créditos asociativos; y en el social, mediante capacitaciones; su alcance se extiende hasta la acción cultural ya que preserva los saberes ancestrales. Una visión tal incluye una mirada política, desde la economía la cual se posiciona en el fomento de la toma de decisiones de manera democrática.

Entre los principales beneficios que ofrece el Instituto a los actores de la microfinanzas, se encuentran:

- Brindar capacitación asociativa, administrativa y técnica para dirigir un proyecto o emprendimiento económico;

- Realizar seguimientos y evaluaciones a los productos o servicios;

- Ofrecer asesoría legal, y coordinar apoyo con otras instituciones públicas, como: MAGAP, SECAP, MIES, entre otras;

- Orientar en el acceso a créditos y préstamos en la banca pública;

- Ayudar a posicionar los productos y servicios en mercados nacionales e internacionales, promoviendo el intercambio entre otros miembros y asociaciones de la EPS.

De acuerdo a la misión y visión del Instituto Nacional de Economía Popular y Solidaria se definen los siguientes objetivos:

a) Crear capacidades para que los actores de la Economía Popular y Solidaria se consoliden como sujetos económicos-sociales-políticos que participan en el nuevo régimen del buen vivir.

b) Crear las condiciones para el desarrollo de los actores de la Economía Popular y Solidaria a través de su acceso a los factores productivos y de la coordinación y articulación de políticas, normas y acciones que impulsan y/o ejecutan las Instituciones del Estado, los gobiernos autónomos descentralizados, las organizaciones sociales, las universidades y la comunidad en general.

c) Generar oportunidades y espacios para el fortalecimiento y dinamización de los procesos de producción, distribución, circulación, financiamiento, comercialización y consumo de bienes y servicios de los actores de la economía popular y solidaria.

Es lamentable que en los objetivos anteriores del Instituto no se proyecte una dimensión de acciones educativas para microempresarios aun no asociados y para las mujeres principalmente, pues una de las cuestiones en conflicto es la diferencia salarial por ejemplo con que son tratadas las mujeres en muchos lugares, temas que requieren máxima atención; las microfinanzas capacitan a las féminas quienes adquieren información para sus emprendimientos y actuaciones en el contexto empresarial. Esa ganancia se traduce entonces en un posicionamientosocial que subrayado en objetivos del Instituto es una meta allí donde este escalamiento no es una realidad, y donde sí lo es constituye un reconocimiento a la labor educativa institucional, un alerta a la sociedad por las dinámicas que instala este conocimiento distribuido con intencionalidad educativa.

La economía de solidaridad se convierte en una orientación crítica y transformadora del modo de organización que se da en la economía contemporánea.

La economía de la solidaridad y la desigualdad

Si se trata de un acompañamiento solidario en el proceso del microcrédito, no basta solo de capacitación del microempresario vulnerable, además la Universidad y escuelas politécnicas deben garantizar la preparación de asesores competentes, que conciban la economía de solidaridad como orientación crítica y transformadora del modo de organización que se da en la economía contemporánea, que pretende gestar un modelo de economía global donde la solidaridad llegue sin límites ni trabas de ningún tipo a todos los lugares del entorno de los sujetos. Esa visión se sustenta en el objetivo de generar nuevos modelos para el equilibrio en el mundo, incrementar la justicia en las relaciones económicas, y acabar con un modelo totalmente injusto, desequilibrado, donde el interés y las ganancias de unos pocos se contraponen de manera escandalosa a las enormes necesidades de subsistencia por las que pasan millones de personas en el mundo.

Este es un asunto no carente de contradicciones, la aplicación de un modelo para el equilibrio en Ecuador, sus estrategias y metodologías de microcrédito por las instituciones financieras del país no están estrechamente vinculadas hacia el apoyo de la microempresa. Los resultados indican que históricamente las actividades de microfinanzas han sido desarrolladas principalmente por las Cooperativas de Ahorro y Crédito, basadas en experiencias extranjeras han aplicado metodologías exitosas como las de Grupos Solidarios. El análisis realizado mediante la comparación de colocación de cartera de microcrédito por el Sistema Financiero Nacional y el Producto Interno Bruto, permite concluir que el aporte del microcrédito al desarrollo de la microempresa es mínimo, ya que tan solo representa 1.63% del PIB del Sector Informal el cual corresponde a los ingresos de la microempresa (Ortiz, 2013). Por lo tanto es posible plantear que las microfinanzas han sido importantes, pero no suficientes para impulsar el crecimiento y su desarrollo en el Ecuador.

Sin embargo, varios estudios confirman la idea de que la creación del Bono en el país incide positivamente en el desarrollo empresarial; por ejemplo los beneficiarios del Instituto de Economía Popular y Solidaria del Cantón Babahoyo, en las encuestas aplicadas señalan que los requisitos que solicitaron para obtener el microcrédito del Bono de Desarrollo Humano son accesibles, pues el 89% de los beneficiados por este proyecto indicaron que es fácil y solo un 11% consideran dificultades al respecto. Indicador que revela un estado de satisfacción y proyección hacia el bienestar de los actores sociales; estos sujetos revelan además que la actividad económica del 47% se encontraba funcionando, un 30% lo iniciaba, el 20% lo reactivaron y solo un 3% presentaba ninguna actividad.

Con respecto al 64% invirtió el microcrédito del bono desarrollo humano para la actividad solicitada, pero un 36% no lo utilizó para su propósito, destino final que reafirma el carácter de ámbito privado de inversión social o financiación alternativa peculiar a este tipo de finanzas (Gutiérrez, 2003) y la no asesoría oportuna que canalice la adecuada inversión. El porcentaje del microcrédito que los beneficiarios recibieron destinado para financiar la actividad económica en una escala relativa del 100, el 75 y el 50, el 25 por ciento fue realmente asignado en un 9%, un 17%, un 32%, un 38% y un 3% que no utiliza nada para la actividad económica. Estos indicadores confirman a su vez que en el Sur los microcréditos son utilizados también para consumo.

Esta realidad descrita se correlaciona con el indicador de que un 79% de los beneficiarios del Bono Desarrollo Humano no recibieron capacitación sobre microcrédito, el 13% recibió una capacitación antes de otorgar el microcrédito, un 5 % durante y solo un 3% después de haber recibido el crédito. Hecho que explica la vinculación de la capacitación con los resultados. Una acción subvalorada al respecto es la actividad de control; el 88% de los beneficiarios manifestó que ninguna entidad pública o privada controló la inversión a lo solicitado, mientras que el 12% manifiesta que si hubo un control de su inversión. Indicador que evidencia el alcance de las acciones del Instituto.

El trabajo que realizan los beneficiarios del Bono de Desarrollo Humano como fuente de ingreso es el siguiente: un 47% son empleadas domésticas, con el 35% lavan ropa ajena, el 9% ninguno, por otro lado el 6% son comerciantes y un 3% son costureras. Con este cuadro se describe el panorama de la economía informal en el cantón Babahoyo, como actividad que tiene lugar fuera de las estructuras usuales para la empresa pública y privada.

El proceso de gestión y seguimiento que realiza el Instituto de Economía Popular Solidaria a los beneficiarios que reciben los microcréditos del Bono Desarrollo Humano es bueno en lo relacionado con la asistencia técnica, pero existe un reducido personal técnico en la institución, mientras que la demanda es más grande por los beneficiarios esto dificulta la ampliación de cobertura de atención.

Se ha promovido el desarrollo empresarial muy poco individualmente, y de manera asociativa se está fortaleciendo la estructura organizacional con modelos administrativos; las actividades y tareas que se han emprendido para el desarrollo empresarial en las asociaciones reciben un enfoque centrado en el carácter de economía popular y solidaria.

La atención de los beneficiarios individuales es baja porque no se está atendiendo a este tipo de usuarios, para quienes el microcrédito afecta de manera positiva la calidad de su vida porque influye en las poblaciones vulnerables con el objeto de reducir la pobreza. Por ello es válido decir que se puede mejorar la gestión del Instituto de Economía Popular y Solidario en el seguimiento a los microcréditos otorgados, esto permitirá conseguir resultados positivos para el desarrollo empresarial de los beneficiarios del bono en relaciones de asociatividad. A pesar de esa consideración puede afirmarse que se han fortalecido las organizaciones, sus procesos administrativos con un enfoque popular y solidario, brindando capacitación asociativa, administrativa y técnica para dirigir un proyecto o emprendimiento económico, realizando seguimientos y evaluaciones a los productos o servicios, lo cual ha mejorado la calidad de vida y reducción de la pobreza.

Queda como reto seguir mejorando la gestión a través de alianzas estratégicas con otras instituciones y con un mayor número de personal técnico en la institución, donde en la actualidad se revisan los proyectos que realizan las agrupaciones para los micro negocios y se evalúan los emprendimientos, por tal motivo sería de gran importancia una propuesta alternativa que permita mejorar la gestión del microcrédito y aportar al desarrollo empresarial.

Conclusiones

Los microempresarios regularmente son personas vulnerables por falta conocimiento para situar adecuadamente sus finanzas en función del desarrollo sostenible de la empresa familiar, como es el caso de las mujeres sudamericanas, por lo que necesitan de una capacitación y asesoría en este sentido.

Los centros politécnicos y universidades contribuyen a la formación de recursos humanos para asesorar, implementar y crear una pedagogía que auxilie esos reclamos de la ciencia económica. Los estudios que varias universidades ecuatorianas han realizado demuestran la capacidad productiva que subyace en el ámbito de las microfinanzas tanto para estudiantes como para los profesores.

La presencia de las finanzas en la economía informal, la pobreza, la pequeña empresa y las necesidades financieras de los clientes inversores viabiliza una interdisciplinariedad que debe ser asumida con sistematicidad y una profunda información sociológica.

En Ecuador la gestión del microcrédito y el desarrollo empresarial por parte del Instituto de Economía Popular y Solidaria se realiza solo al sector asociativo, mientras que los beneficiarios que acceden de manera individual quedan excluidos de una necesaria atención, originando una falencia en su fortalecimiento y desarrollo empresarial. El seguimiento, la asistencia técnica, actividades y tareas establecidas no están pensadas para los créditos individuales.

El caso del cantón Babahoyo demuestra que además de la praxis de las teorías micro empresariales, la necesaria capacitación de microempresarios y adecuada asesoría, es un factor decisivo la política adoptada por los gobiernos en función de los más desposeídos y vulnerables.

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