La competencia comunicativa, premisa para la imagen social del maestro

The communicative competence, premise for the social image of the teacher

Xiomara Catalina Ravelo Gainza
Universidad de Guantánamo, Cuba

La competencia comunicativa, premisa para la imagen social del maestro

EduSol, vol. 18, núm. 62, 2018

Centro Universitario de Guantánamo

Recepción: 14 Junio 2016

Aprobación: 23 Septiembre 2016

Resumen: Se reflexiona acerca de la importancia de la competencia comunicativa en el proceso de enseñanza–aprendizaje teniendo en cuenta las conceptualizaciones ofrecidas por destacados investigadores, y se destaca su importancia como elemento dinámico esencial para inducir el interés del escolar por el aprendizaje y para promover su desarrollo integral.

Palabras clave: Competencia comunicativa, Relación maestro- estudiante, Proceso docente educativo, Comunicación educativa.

Abstract: The importance of communicative competence in the teaching-learning process is considered in this essay, taking into account the concepts offered by outstanding researchers, and its importance as an essential dynamic element to induce the scholar's interest in learning, and to promote an integral development.

Keywords: Communicative competence, Teacher-student relationship, Educational teaching process, Educational communication.

En el ámbito educativo la competencia comunicativa desempeña un papel protagónico ya que en el proceso enseñanza aprendizaje todos los participantes desarrollan actividades y se comunican de maneras distintas en aras de alcanzar los objetivos previstos. El maestro constituye, por tanto, un comunicador por excelencia y, en consecuencia, debe manifestarse y servir de ejemplo a los demás.

La competencia comunicativa, reconceptualizada en la década del 80 al 90 en torno a la calidad de la educación, ha sido tratada por psicólogos, pedagogos y lingüistas. Por ello se ha enfocado como competencia sociolingüística, competencia discursiva y competencia estratégica, entre otras acepciones.

Roméu, (2005) aporta un fundamento importante acerca de las dimensiones socioculturales de la competencia comunicativa, y la define esencialmente como una configuración psicológica que integra las capacidades cognitivas y metacognitivas para comprender y producir significados, los conocimientos acerca de las estructuras lingüísticas y discursivas, y las capacidades para interactuar en diversos contextos socioculturales, con diferentes fines y propósitos.

De esta manera, según la renombrada investigadora, se articulan los procesos cognitivos y metacognitivos, el dominio de las estructuras discursivas y la actuación sociocultural del individuo, lo que implica su desarrollo personológico (cognitivo, afectivo-emocional, motivacional, axiológico y creativo). La competencia cognitiva, comunicativa y sociocultural constituye un todo, divisible solo desde el punto de vista metodológico. La unidad y cohesión de sus dimensiones están dadas porque quien aprende y se comunica es una personalidad formada de acuerdo con la herencia histórico-cultural adquirida socialmente, lo que implica no solo su cultura sino la de las personas con las que interactúa, sus conocimientos, necesidades, intereses, motivos, sentimientos, emociones y valores.

Por su parte, desde un enfoque pedagógico, Ortiz (1997) concibe la competencia comunicativa como la capacidad del maestro para establecer una comunicación efectiva y eficientemente óptima con sus estudiantes al desarrollar en su personalidad un estilo de comunicación flexible y lograr resultados educativos deseados. Describe tres etapas para el desarrollo de competencias comunicativas y propone un conjunto de exigencias para que el maestro resulte competente comunicativamente y pueda influir positivamente en el desarrollo de los educandos.

A lo anterior se suma un imprescindible enfoque sociológico que recurre a los llamados conjuntos funcionales. En este sentido el sociólogo alemán A Meier, se refiere a la relación del profesor con la sociedad, el colectivo de docentes, el de alumnos y la opinión pública.

Habermas, entre otros, ha hecho referencia a la racionalidad instrumental y la racionalidad comunicativa en la búsqueda del entendimiento mutuo.

Aguirre Raya (2005) define la competencia comunicativa como la potencialidad que tiene el sujeto de lograr una adecuada interacción comunicativa a partir del dominio e integración en el ejercicio profesional de los conocimientos relacionados con el proceso de comunicación humana, habilidades comunicativas, principios, valores, actitudes y voluntad para desempeñarse en su profesión eficientemente, así como para tomar decisiones oportunas ante situaciones complejas o nuevas, que faciliten el logro de los objetivos trazados o propuestos en diferentes contextos y en las dimensiones afectivo-cognitiva, comunicativa y sociocultural.

Resulta importante la repercusión de la comunicación como elemento integrador de la personalidad del maestro en la relación con los demás componentes personales del sistema de influencias educativas y particularmente con los educandos, de hecho se convierte en un elemento dinámico esencial para inducir el interés del escolar por el aprendizaje y para promover su desarrollo integral, incluso repercute en la percepción de la figura del maestro para estructurar el sentido de la asignatura en el escolar, sobre todo si se tiene en cuenta que la comunicación puede adquirir diferentes formas y tipos.

Por su parte, Tejera Concepción et al. (2012) se refieren a la competencia comunicativa como la capacidad del maestro para establecer una comunicación pedagógica efectiva y eficiente, al desarrollar en su personalidad un estilo comunicativo flexible y lograr los resultados educativos deseados.

Coincidimos con Fragoso (1999), cuando considera que la comunicación “es más que el maestro habla, el alumno oye. Es más que el simple intercambio de palabras entre personas. Es lo anterior y la manera de expresar, la forma de dirigir el mensaje, el cual tiene dos significados: el directo dado por las palabras, y el metacomunicativo, dado por la relación simbólica que se establece entre maestro y alumno”. Por tanto, el desarrollo de habilidades y actitudes tiene lugar mediante el diálogo que se establece entre el maestro y el estudiante, y el conocimiento de este último es valorado por el maestro a través de juicios que se desarrollan también en un proceso comunicacional donde el estudiante es un ente activo.

En la función afectivo-valorativa de la comunicación planteada por González Castro (1989) se establece una imbricación directa con la ética de la profesión, al punto que considera, acertadamente, que de esa comunicación deriva una imagen en los educandos contra la cual establecen constantemente comparaciones en los modos de actuación que observan y que incluso imitan o desean imitar, a tenor de que se establece una imagen de sí mismo y de los demás por medio de la valoración de las cualidades de la personalidad de los comunicadores.

Por ello, el proceso docente educativo ha de constituir un proceso comunicativo caracterizado no solo por el intercambio de información, sino por el desarrollo de conocimientos, acciones y operaciones que pueden sistematizarse en habilidades y hábitos que conforman una cultura de la comunicación, necesarios para quien tiene como centro de su trabajo a un hombre que se insertará en una sociedad cada vez más cambiante.

Las habilidades comunicativas influyen en la imagen social del maestro, entendida esta como la representación social ideal que en el plano colectivo y personal expresa la identidad profesional de este, manifestada en su modo de actuación y desempeño profesional-personal, acorde a las exigencias y expectativas sociales, ideo-políticas, ético-axiológicas, pedagógicas y personales en un contexto histórico concreto.

Definición que incluye la representación social valorativa de cómo se percibe al maestro como figura social trascendente, imagen social que en gran medida está contenida en la conciencia habitual cotidiana, aunque su objetividad y certeza están condicionadas por las peculiaridades de cada grupo social y sus miembros, en tanto nivel de preparación, madurez, cultura adquirida, nivel de familiarización con el entorno educacional y, por ende, dominio de la misión social, funciones y tareas de este profesional y de la política educacional que lo fundamenta.

Lo cierto es que como cualidad, rasgo del carácter, capacidad, habilidad u otro término atribuible a la personalidad del maestro en su desempeño y modo de actuación profesional-personal ser competente en la comunicación es una exigencia, es una expectativa que no data de hoy, pues los grandes pedagogos cubanos de hace dos siglos dejaron como herencia sus criterios acerca de un maestro que también es un comunicador.

“La mayor gloria de un maestro es hablar por boca de sus discípulos.” Félix Varela y Morales (1788-1853).

“Siéntense, el maestro, mano a mano con el discípulo, el hombre mano a mano con su semejante.”… “Se debe enseñar conversando, como Sócrates, de aldea en aldea, de campo en campo, de casa en casa”. José Martí Pérez (1853-1895).

“Ser maestro… por vuestro gesto y acción, un buen actor.

Por el arreglo simultáneo y rápido de la atención y de la voluntad, un hábil concertista.

Por la influencia severa de la palabra, un orador.

Por la imposición suave de la voluntad, un gobernante.

Por la facultad de descubrir los talentos y las riquezas, un prudente explorador.

Por la forma de alcanzar los obstáculos y superarlos, un guía.

Por la facilidad de leer la veta sensible de las aficiones y las aptitudes, un diestro minero.

Por la solidez con que arrojáis los cimientos del edificio, un arquitecto.

Y por el sentimiento apasionado de la obra: un artista de corazón.” Manuel Valdés Rodríguez. (1849-1914).

Entre las condiciones que debe poseer un maestro para que el proceso de comunicación sea efectivo están la sensibilidad, la honradez, la creatividad, la imaginación, la eticidad, además, ha de poseer una cultura general que le permita establecer conversaciones e intercambios con estudiantes, familiares y comunitarios sobre diferentes temas de interés mutuo.

Para que el maestro se constituya en un verdadero comunicador debe tener en cuenta las exigencias de la comunicación pedagógica; analizar incesantemente si la modalidad del discurso que emplea, los canales, técnicas y códigos son los más adecuados para alcanzar los propósitos educativos; apropiarse de las técnicas de comunicación y plantearlas para cada caso, teniendo en cuenta el contexto social; crear situaciones comunicativas que favorezcan un ambiente interactivo; utilizar métodos activos y participativos de enseñanza que propicien la construcción del conocimiento; establecer relaciones democrático-participativas, de confianza y seguridad; utilizar, junto con la comunicación oficial (formal), la informal o no oficial, en dependencia del contexto en que se desarrollan las relaciones interpersonales; estimular en sus estudiantes el diálogo, el respeto a la individualidad, la creatividad, la búsqueda de respuestas a tareas cada vez más complejas; y ser un investigador incansable con el fin de sacar el mayor partido posible a los diferentes contextos y características particulares de sus estudiantes.

El maestro, por la propia esencia de su rol como instructor y educador tiene que ser un comunicador profesional competente capaz de incidir de forma asertiva en todos los contextos con una imagen social digna y decorosa.

Conseguir este perfil de maestro hace necesario insistir en una formación donde no solo se seleccione, organice y aporte información sino donde, sobre todo, se ofrezcan estrategias y procedimientos que le permitan comunicarse tanto en un contexto docente como social.

Referencias

Chacón Arteaga, N. (2002). Dimensión ética de la educación cubana. La Habana: Pueblo y Educación.

Fragoso Franco, D. (1999). La comunicación en el salón de clases. Razón y palabra, Núm. 13, Año 4, enero-marzo 1999. Recuperado de http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n13/comsal13.html

González Castro, V. (1989). Profesión: comunicador. La Habana: Pablo de la Torriente.

González Maura, Viviana. ¿Qué significa ser un profesional competente? Revista Cubana de Educación Superior. La Habana. Vol. XXII, no.1:45-53, 2002.

Ortiz E. (1997). ¿Cómo desarrollar la competencia comunicativa del maestro? Colección Pedagogía 97. Palacio de las Convenciones, La Habana.

Tejera Concepción JF, Iglesias León M, Cortés Cortés M, Bravo López G, Mur Villar N, López Palacio JV. (2012). Las habilidades comunicativas en las carreras de las Ciencias de la Salud. Medisur Recuperado de http://www.medisur.sld.cu/index.php/medisur/article/view/2087/943

Habermas, J. (2003). La reconstrucción contemporánea de la Razón Ilustrada. Barcelona. Recuperado de http://personaltelefónica.terra.es/web/min/Habermas.htm.

Meier, A. (1984). Sociología de la Educación. La Habana: Ciencias Sociales.

Romeu Escobar, A. (2005). Propuesta didáctica basada en el enfoque cognitivo comunicativo y sociocultural para la enseñanza del discurso como objeto complejo. Revista Científico Metodológica, Instituto Superior Pedagógica EJV, Ciudad Habana.

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