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Escenarios globales, hipótesis y tendencias de los flujos migratorios africanos en América Central (2010-2022)1
Global Scenarios, Hypotheses and Trends of African Migration Flows in Central America (2010-2022)
Cenários globais, hipóteses e tendências dos fluxos migratórios africanos na América Central (2010-2022)
Cuadernos Inter.c.a.mbio sobre Centroamérica y el Caribe, vol. 21, núm. 1, e59648, 2024
Universidad de Costa Rica

Número temático (artículos científicos) (sección arbitrada)


Recepción: 07 Septiembre 2023

Aprobación: 26 Febrero 2024

DOI: https://doi.org/10.15517/ca.v21i1.59648

Resumen: El siguiente artículo analiza las características y tendencias de los flujos migratorios africanos que transitan por América Central, problematizando las hipótesis consensuadas de su origen en América Latina, sus movilidades y tránsitos. Para ello se sistematizan y comparan una serie de datos estadísticos acerca de su tránsito por la región del Darién, una descripción de sus patrones de movilidad y la problematización de las hipótesis ante estos datos. La conclusión de este estudio refiere a una transformación de los regímenes migratorios regionales y del corredor migratorio Centroamericano, con la redefinición de su alcance geográfico, la implicación de tendencias y sistemas migratorios globales, y transformaciones en la política migratoria, enmarcadas en flujos migratorios africanos en crecimiento y diversificación.

Palabras clave: Centroamérica, migraciones africanas, migraciones mixtas, diversidad, movilidad.

Abstract: The following article analyzes the characteristics and trends of the African migratory flows that transit Central America, problematizing the consensual hypotheses of their origin in Latin America, their mobilities and transits, systematizing and comparing a series of statistical data of their transit through the Darien Region, a description of their mobility patterns and the problematization of the hypotheses in the face of these data. The conclusion of this study refers to a transformation of regional migratory regimes and of the Central American migratory corridor, with the redefinition of its geographical scope, the involvement of global migratory trends and systems, and transformations in migratory policy, framed in growing and diversifying African migratory flows.

Keywords: Central America, African migrations, mixed migrations, diversity, mobility.

Resumo: O artigo analisa as características e tendências dos fluxos migratórios africanos que transitam pela América Central, problematizando as hipóteses consensuais de sua origem na América Latina, suas mobilidades e trânsitos. Para isso, sistematiza-se e compara-se uma série de dados estatísticos sobre seu trânsito pela região de Darién, além de uma descrição de seus padrões de mobilidade e a problematização das hipóteses diante desses dados. A conclusão deste estudo refere-se a uma transformação dos regimes de migração regional e do corredor de migração centro-americano, com a redefinição de seu escopo geográfico, o envolvimento de tendências e sistemas globais de migração e transformações na política de migração, definidas por fluxos migratórios africanos crescentes e diversificados.

Palavras-chave: América Central, migração africana, migração mista, diversidade, mobilidade.

Introducción

Los flujos migratorios transcontinentales y transregionales que transitan América Central con el objetivo de inmigrar a los Estados Unidos de América y Canadá, constituyen desde la segunda década del siglo XXI una tendencia creciente que ha transformado los contextos y paisajes de la región. Flujos migratorios provenientes de África, Asia Meridional, el Caribe y Suramérica, entre otros, configuran dinámicas de tránsito migratorio, movilidad y complejos procesos socioculturales, que transforman en puntos nodales espacios como comunidades de recepción temporal, terminales de autobús, fronteras, espacios públicos, etcétera, conformando nuevas rutas, corredores migratorios y transformaciones multidimensionales.

Este artículo tiene como objetivo cuestionar y analizar las hipótesis que explican el origen de los crecientes flujos migratorios africanos que transitan América Central, explorar las tendencias y patrones de los tránsitos migratorios en la región con énfasis en el Tapón del Darién2, basado en análisis de datos cuantitativos, planteando cómo estos tránsitos migratorios han significado rupturas y cambios específicos en el eje fronterizo Costa Rica-Panamá, generando una tendencia de homogeneización global de la política migratoria de estos dos países, con la apropiación de dispositivos y técnicas de control migratorio y asistencia humanitaria, novedosos para esta región.

Este artículo se concentra en los flujos migratorios africanos, generalmente invisibilizados, disminuidos y categorizados por informes de carácter general y por la opinión pública como migraciones “transitorias”, “episódicas” y de menor relevancia. Sin embargo, el desarrollo de investigación sistemática en América Central y en Costa Rica (Acuña González, 2017, 2019a, 2019b; Mora Izaguirre, 2017, 2020; Navarro Alvarado, 2021, 2022; Reichl, 2021; Winters, 2019; Winters y Mora Izaguirre, 2019; Winters y Reiffen, 2019) ha confirmado la existencia de flujos migratorios africanos constantes, documentados desde 2013, con un crecimiento sustantivo, que en el tránsito por Costa Rica ha cuantificado entre 2013-2016 a 7 694 personas migrantes africanas en condición irregular (OEA, 2016), entre 2016 y marzo-2020, 28 646 en condición regular temporal3 (Navarro, 2022), y entre 2020 y 2022 –en plena pandemia global– a 17 121 migrantes africanos en tránsito por la región del Darién en Panamá (DESNM, 2021, 2022, 2023a, 2023b).

A pesar de la posible subrepresentación de estas cifras, debido a las dificultades para la generación de estadísticas certeras relacionadas con tránsitos migratorios en condición irregular, estas nos muestran un complejo escenario en donde las personas migrantes africanas han representado un flujo estable y con picos migratorios identificados en 2016 y en el periodo comprendido entre 2020- 20224. Particularmente las cifras producidas por Costa Rica y Panamá desde 2016, compuestas por registros de permisos de tránsito en el caso de Costa Rica y de estadísticas de ingreso en los campamentos establecidos por el gobierno de Panamá en la región del Darién, son una fuente confiable de datos cuantitativos que han registrado las nacionalidades y el sexo de las personas migrantes en tránsito por la región.

Estas cifras no solo traducen un volumen determinado del flujo, sino que también muestran complejos procesos migratorios, marcados por la diversidad, heterogeneidad de las nacionalidades y tránsitos de las personas migrantes africanas, las cuales han cambiado a través del tiempo desde 2010 hasta 2022, representando flujos migratorios africanos de 36 nacionalidades diferentes, provenientes de regiones muy diversas del continente africano: África septentrional, central, occidental, oriental y meridional.

La diversidad y variabilidad de estos orígenes migratorios constituyen uno de los mayores retos a las hipótesis que los explican y a los sistemas de gestión migratoria en la región. En este contexto, la mayoría de los estudios han abordado con limitada exploración los sistemas migratorios regionales africanos y globales que han facilitado, instituido y regularizado estas rutas migratorias en un espacio continental tan amplio y heterogéneo.

Retomando este principio, el presente artículo constituye un contrapunto entre las hipótesis consensuadas hasta este momento5 como explicación del tránsito migratorio africano, las tendencias de tránsito migratorio de estos flujos en la región entre 2010-2022 y las transformaciones en las políticas y gestión migratoria del corredor centroamericano para su atención. Para esto se desarrollarán tres partes: a) una problematización de las hipótesis sobre los flujos migratorios en América Latina, generalmente tomadas como bases explicativas de los flujos migratorios africanos que transitan América Central; b) el análisis crítico de las hipótesis derivadas de estos flujos para la región; c) el análisis de las tendencias estadísticas de los tránsitos regionales en el Tapón del Darién, como instrumento para proyectar el tránsito en la región, y las principales tendencias en la gestión de estos flujos en Panamá-Costa Rica.

La tercera parte analiza datos abiertos del Servicio Nacional de Migración del Gobierno de la República de Panamá sobre tránsito de personas migrantes en condición irregular por la región del Darién, entre 2010-2022. Estos datos no son un registro exhaustivo de la población de personas migrantes en tránsito, pero como explicaremos más adelante, su metodología y condiciones de registro sugieren un alto grado de confiabilidad y representatividad. A partir de estos datos se analizan las tendencias y frecuencia del tránsito de personas migrantes africanas por nacionalidad.

Es importante remarcar que no se pretenden explorar las motivantes de la migración africana a América Latina y a los Estados Unidos, pues esto implicaría la producción de datos que analicen el heterogéneo y diverso mundo de la motivación y de los factores migratorios. Lo que sí se desarrollará es una reflexión crítica de las hipótesis macro o estructurales que explican la movilidad migratoria, remarcando que los flujos migratorios en tránsito por América Central no pueden ser definidos por una motivación generalizante, son más bien, personas migrantes con motivaciones heterogéneas, condiciones sociales diversas y multidimensionales, que precisan de investigaciones de mayor amplitud.

Hipótesis sobre los flujos migratorios africanos contemporáneos en América Latina

La producción de investigaciones sobre flujos migratorios y migraciones africanas contemporáneas en América Latina es amplia, esta ha experimentado un extenso desarrollo durante las últimas dos décadas, sobre todo en relación con el estudio de fenómenos migratorios en Suramérica, particularmente en Brasil, Argentina y Ecuador. La investigación se ha enfocado en abordajes exploratorios y explicativos desde muy diversas perspectivas, estudiando las dinámicas de recepción de estos países, las redes sociales establecidas por las personas migrantes, itinerarios y mercados laborales transnacionales, trayectorias, formas de racialización, significaciones históricas, identidades, circulación, entre otras.

En Colombia y Ecuador, la investigación se ha concentrado en el estudio de los flujos migratorios en tránsito por la región, enfocados en las movilidades y diversas dimensiones que estas han configurado en los espacios de tránsito migratorio. Particularmente en Ecuador, la investigación producida se ha enfocado en el ingreso y en el tránsito de las personas migrantes en dos direcciones: hacia el corredor migratorio andino con dirección a Brasil y Argentina, y hacia el norte con dirección a los Estados Unidos, con tránsitos por América Central (Álvarez Velasco, 2020a, 2022; Cano Salazar et al., 2013; Freier, 2013a, 2013b; Freier y Holloway, 2019; Ménard Marleau, 2017).

Para América Central y México el enfoque de la espera y el tránsito han organizado el panorama científico, marcado principalmente por análisis exploratorios, documentales y etnográficos de las migraciones africanas en tránsito por la región, estudiando las estrategias de movilidad, sistemas de atención, habitabilidad, hospitalidad, sociabilidad, temporalidades y espera, contextualizado en una región históricamente marcada por el tránsito migratorio (Acuña González, 2017, 2019a, 2019b; Cinta Cruz, 2020; Mercadal, 2021; Mora-Izaguirre, 2017, 2020; Morales Gamboa et al., 2011; Narváez Gutiérrez, 2015; Roa Ortega, 2021; Serra Mingot y González Zepeda, 2021, 2022; Winters, 2019; Winters y Mora Izaguirre, 2019; Yates y Bolter, 2021).

Desde estas perspectivas, las hipótesis sobre los macro motivantes de la diversificación de los destinos migratorios africanos y la elección de América Latina como destino –particularmente de Brasil y Argentina, y de América Central como corredor migratorio– han encontrado consensos explicativos sobre procesos globales que darían cuenta de la migración de senegaleses, ghaneses y congoleses, y de las migraciones africanas posteriores. Estas hipótesis han sido aceptadas de forma generalizada por la mayoría de las investigaciones, como punto de partida de los fenómenos migratorios africanos contemporáneos, tanto de los experimentados desde finales de la década de 1990 hasta los acontecidos durante la segunda década del 2000.

a) Hipótesis

Estas investigaciones tienden a remarcar la heterogeneidad de las motivantes migratorias, más estudiadas para el caso senegalés y ghanés en Brasil y Argentina, pero confluyen en la designación de procesos globales que más allá de factores particularizados de uno u otro grupo, o de una u otra nacionalidad, tienden a explicar la aparición de América Latina como un destino de migración transcontinental, estas hipótesis pueden sintetizarse en los siguientes puntos:

La mayoría de estas hipótesis suelen combinarse, ellas no son excluyentes entre sí, identificando a estas como explicaciones del crecimiento de los flujos migratorios africanos durante las dos primeras décadas del 2000, períodos en los cuales las cinco hipótesis tienen una mayor consistencia coyuntural. Sin embargo, la constancia, crecimiento y desplazamiento después de 2017 del fenómeno migratorio africano en Suramérica, América Central y México, y su tránsito hacia los Estados Unidos, cuestionan las hipótesis coyunturales, planteando la posibilidad de nuevos escenarios.

Sumadas a estas hipótesis compartidas, las visiones generalizadas sobre la transformación del capitalismo contemporáneo (Espiro, 2019; Minvielle, 2015b; Mora-Izaguirre, 2020) y las supuestas condiciones sociales en diferentes contextos de África, estructuradas principalmente por la desigualdad social, pobreza y el conflicto étnico (Kalmbach, 2018; Mercadal, 2021; Mora Izaguirre, 2017; Priya Morley, 2021) suelen ser sostenidas como motivantes estructurales de las migraciones actuales, convirtiéndose en hipótesis de fondo. Si bien estas visiones operan como argumentos generales y contextuales en la mayoría de estos textos, dichos planteamientos tienden a abstraer la heterogeneidad del fenómeno y a relegar la necesidad de explicaciones particularizadas que den cuenta de realidades diversas y complejas a nivel nacional, regional y comunitario.

La idea abstracta de un capitalismo en transformación como motor de las migraciones africanas contemporáneas, solo designa una visión abstracta de las dinámicas de explotación, acumulación y sus contradicciones, sin explicar cuáles son estas transformaciones y porqué son factores determinantes de las migraciones contemporáneas, generalizando complejos procesos que varían en cada uno de los países, regiones y comunidades africanas, o si se quiere en las formas de articulación a los sistemas globales de acumulación, capitalismo global, tardío o sistema mundo, los cuales solo con análisis particulares pueden ser comprendidos en su organización actual (Mezzadra y Neilson, 2017; Wallerstein, 2010).

Desde esta perspectiva, la necesidad investigativa de relacionar las transformaciones actuales del capitalismo y las tendencias migratorias, reside en la necesidad de identificar, documentar y analizar la contradictoria relación entre las migraciones africanas a América Latina, sus tránsitos y las dinámicas de control, acumulación y apropiación capitalista que intervienen en estos procesos, como plantearía Sandro Mezzadra:

El capitalismo global es la sede de una tensión respecto a la cuestión de las migraciones: por un lado, intenta su valorización mediante políticas migratorias y, por el otro, procura reducir el excedente de movilidad mediante políticas de control. En este marco, los migrantes actúan como si fueran ciudadanos, lo que favorece procesos de resistencia, organización y subjetivación (Mezzadra, 2012, p. 159).

El capitalismo no es un telón de fondo, es el sistema con el cual la inmigración y la emigración, incluido el tránsito, se organizan mundialmente. Es importante recordar en estos términos al transnacionalismo y la crítica al nacionalismo metodológico (Wimmer y Glick-Schiller, 2003), en tanto que dichas propuestas residen en documentar las dinámicas más allá de los “límites”.

En cuanto al argumento igual de abstracto de “una” África marcada exclusivamente por el conflicto social y la crisis económica, este reproduce los imaginarios negativos inventados desde las visiones coloniales y racializadas del continente, que promueven la idea de un espacio homogéneo y capaz de ser encapsulado en explicaciones generalizantes, fomentando visiones sobre sociedades sin agencias o sin condiciones heterogéneas (Mbembe, 2016; Mudimbe, 1988; Sarr, 2018), arraigando las explicaciones en el argumento recurrente que conceptualiza a África como “reservorio de miserias”, según Felwine Sarr (2018). Esta explicación es una salida que ideologiza sobre la falsa ontología de la condición de las sociedades africanas. Cada contradicción social presente en las diversas y heterogéneas sociedades africanas contiene una historia que debe ser analizada con detalle, en donde la organización y la resistencia corresponden a complejos conflictos sociales, no solo determinados por la “etnicidad”, sino por la clase, el género y demás multidimensionalidades, al igual que en el resto del mundo.

En estos términos se debe recordar que las migraciones en el continente africano son predominantemente migraciones intra-continentales, con un crecimiento generalizado de migraciones extracontinentales desde el 2000, con fuertes variaciones sub-regionales en el continente, pero aún muy por debajo de las migraciones intra-africanas (Flahaux y De Haas, 2016; Kane y Leedy, 2013), aspecto que debe ser tomado en cuenta contra la promoción de la idea de una “África expulsora”.

Además de estas perspectivas, es importante remarcar la constitución de redes como factor central para comprender las migraciones africanas en la región, las investigaciones cualitativas realizadas con senegaleses en Brasil y Argentina, han remarcado el peso de las redes sociales, familiares, comunitarias y transnacionales como factor determinante de la constitución de estos países como destinos migratorios (Espiro, 2019; Jung, 2023; Minvielle, 2015b; Tedesco y Grzybovski, 2013; Vammen, 2019; Voscoboinik y Zubrzycki, 2019; Zubrzycki y Agnelli, 2009). Este es un campo al cual se debe prestar atención, puesto que como bien expresan estos estudios, permite comprender las dinámicas de llegada y acogida de estas migraciones como factores de peso, lo que demuestra la tendencia migratoria del destino para grupos específicos. Este factor puede constituirse en una explicación de un alcance similar a las hipótesis de las macro motivantes.

b) Problematizando las hipótesis

Retomando las macro hipótesis puntualizadas, es necesario problematizar la validez de estas para los flujos migratorios contemporáneos, marcados por condiciones que desde 2017 constituyen contextos latinoamericanos sustancialmente diferentes a los experimentados en la primera parte de la segunda década del 2000, principalmente por las condiciones políticas y económicas críticas, el establecimiento progresivo de mayores restricciones y controles migratorios regionales, la transformación de la representación positiva del subcontinente y los nuevos escenarios globales.

La H1 continúa siendo aceptada como un fundamento de la diversificación de la migración africana a países como Brasil, Argentina y sus tránsitos por América Latina, sin embargo, a la luz de las condiciones actuales debe problematizarse por: a) la idea en cierto sentido eurocéntrica de que los fenómenos migratorios africanos actuales son efectos colaterales de migraciones extracontinentales africanas hacia Europa, esta supone la problemática definición de las migraciones en los exclusivos términos de la unidireccionalidad África-Europa, teniendo en cuenta que, como remarcamos anteriormente, estas hipótesis suelen combinarse con otras explicaciones; b) la aceptación de esta idea implica reconocer en términos muy generalizados el éxito de las políticas de externalización, restricción y control migratorio europeas.

Contrario a estos argumentos, los datos han demostrado que la diversificación de los destinos migratorios africanos extracontinentales no han sido dependientes de los controles y restricciones europeas, sino que los controles han sido producto de este fenómeno. Estas migraciones también han crecido en América del Norte, América Latina, Asia y Oceanía como destinos desde la década de 1980, acompañado de la diversificación e intensificación de la migración en el continente africano6 (Flahaux y De Haas, 2016; McAuliffe y Triandafyllidou, 2021), específicamente desde la década de 1990 y con mayor intensidad en las primeras dos décadas del 2000, la migración extracontinental africana ha crecido en Europa mayoritariamente, pero no exclusivamente, como concluiría el Informe sobre las migraciones en el mundo 2022 de la OIM:

el número de migrantes africanos que viven fuera de la región se ha duplicado con creces desde 1990, con un crecimiento particularmente pronunciado en Europa. En 2020, la mayoría de los migrantes nacidos en África que vivían fuera de la región residían en Europa (11 millones), Asia (casi 5 millones) y América del Norte (alrededor de 3 millones) (McAuliffe y Triandafyllidou, 2021, p. 62).

Este fenómeno obliga a problematizar más la situación, abriendo la investigación y la discusión a otros posibles macro factores, enmarcados en el contexto del crecimiento sustancial de las migraciones internacionales en todos los continentes (De Haas et al., 2020; Chamie, 2020; McAuliffe y Triandafyllidou, 2021). Es importante destacar el crecimiento de personas migrantes africanas del África Subsahariana en los Estados Unidos, experimentado desde 1980 y con mayor aumento desde el 2000, constituyendo una realidad independiente de la política europea (Lorenzi y Batalova, 2022; Thomas, 2011; Yates y Bolter, 2021), esta situación es clave para entender la función de América Central como corredor migratorio de tránsito de migrantes africanos que se dirigen a ese país.

Otro elemento que cuestionar es el reconocimiento intrínseco de esta hipótesis al supuesto éxito de las restricciones y controles migratorios europeos, los cuales habrían generado el efecto de repeler y/o de efectivo control del tránsito irregular por el Mediterráneo y demás rutas migratorias irregularizadas de ingreso de personas migrantes a la Unión Europea (UE), provocando la diversificación de destinos o un marcado impacto en las motivaciones, destinos y trayectorias elegidas.

Como se planteó anteriormente, la diversificación de destinos ha sido una tendencia documentada desde la década de 1980, esta no implica exclusivamente a la UE y tampoco es dependiente de la política migratoria europea, forma parte de tendencias migratorias globales, por lo tanto, no se podría argumentar una dependencia entre medidas adoptadas y demás variables.

Desde otra perspectiva, ¿qué tanto el impacto de la política migratoria de la UE con la aplicación de nuevas restricciones y procesos de externalización fronteriza ha sido positiva o exitosa, en los términos de la reducción del tránsito e ingreso migratorio irregular a su territorio? La respuesta a esta pregunta es ambigua para su afirmación y su defensa, los datos del crecimiento sostenido de personas migrantes africanas en Europa, particularmente entre 2000-2020 (McAuliffe y Tiandafyllidou, 2021), inclinan la balanza hacia un alcance menor de dicho objetivo, incluso medir el impacto de las restricciones migratorias europeas en las motivantes migratorias es una tarea pendiente.

Ante esta perspectiva, no se puede argumentar en términos generalizados la existencia de un “desvío” migratorio o de una elección de destino alternativo como subproducto del contexto europeo para todas las migraciones africanas en América Latina y América del Norte. En realidad, el propio contexto de la Pandemia del COVID-19, marcado por supuestas condiciones de inmovilidad instaladas, mostró datos de un crecimiento sostenido de la llegada de personas migrantes africanas por las rutas del Mediterráneo central y occidental a Europa, traducido en un crecimiento del 86 % en 2020 comparado al 2019, y del 84 % entre abril y junio de 2022 comparado al 2021 (McAuliffe y Triandafyllidou, 2021; MMC, 2020, 2022a, 2022b).

El contexto europeo presentó cambios significativos entre 2014-20157 con un crecimiento inusitado de llegadas por vía marítima de personas migrantes, seguido de un descenso en este dato entre 2016 y 20178, pero sin regresar a los indicadores anteriores a 20149 (UNDP, 2019). Uno de los principales efectos de la política migratoria europea y del norte de África ha sido la constitución de condiciones migratorias irregularizadas y más riesgosas, en donde aún con estas condiciones instaladas no se han reducido los flujos migratorios, en esta perspectiva uno de los datos más significativos del estudio Scaling Fances: Voices of Irregular African Migrant to Europe (UNDP, 2019) que aplicó 3 069 cuestionarios a personas migrantes africanas de 43 países, mayores de 18 años residentes en 13 países de Europa, reveló que del 93 % de las personas que experimentó algún peligro durante el viaje, solo el 2 % con conocimiento previo de esta situación no habría realizado la travesía.

En cuanto a las H2, H3, H4 y H5, sus limitantes se encuentran principalmente en los términos de las coyunturas que designan, algunas de ellas se sostienen sobre información empírica, en especial aquella producida por datos cualitativos y cuantitativos en investigaciones sobre poblaciones migrantes senegalesas, ghanesas y congolesas en el Cono Sur, así como a la creciente importancia del corredor migratorio andino, y a entornos migratorios favorables.

En esta perspectiva la H2 basa su argumentación en las transformaciones de los marcos jurídicos de recepción migratoria en Brasil, Argentina y Ecuador. En el caso argentino se experimentaron reformas migratorias entre 2004-2010, redefiniendo su carácter formal securitizador ante una realidad migratoria efectivamente porosa, y aunque estas transformaciones dirigían a la promoción de la integración y la accesibilidad, aún estas medidas no se han constituido como factores determinantes en términos de la protección, integración y la aplicación de instrumentos eficaces para la regularización migratoria (Maffia y Zubrzycki, 2011), estos elementos y los estudios realizados con personas migrantes africanas en Argentina no han mostrado un nexo directo entre estas reformas y la inmigración africana.

En el caso de Brasil la política de control migratorio ha sido más laxa, con una larga historia de migraciones africanas en distintos momentos que se entrelazan con relaciones políticas y diplomáticas (Bomtempo y Pinto de Sena, 2021). Esta experimentó entre 2003 y 2016 transformaciones en el marco de las administraciones de Luiz Inácio Lula Da Silva y Dilma Rousseff, en donde se adoptó una política externa que promovía estratégicamente la presencia de Brasil en los contextos africanos, por medio de una fuerte presencia diplomática, misiones humanitarias, programas de cooperación, etcétera, esto promovió la inmigración de varios países africanos y otros caribeños, por medio de programas específicos con algunas medidas concretas como visas humanitarias y visas turísticas en el contexto de la Copa del Mundo Brasil 2014 y las Olimpiadas de verano Río de Janeiro 2016 (Georg Uebel, 2020a). Estos factores facilitaron la migración africana, en los términos de políticas adoptadas por este periodo y no como producto directo de los mega eventos deportivos, tal y como refiere la H4. Uno de los hechos más importantes a tomar en cuenta ante este escenario es que las migraciones africanas en Brasil presentan su mayor diversificación y crecimiento posterior a estos eventos en 2017 (Bomtempo y Pinto de Sena, 2021; Georg-Uebel, 2020b).

Este argumento también se desdobla en la H3, designando una coyuntura particular que en el plano de la diplomacia posicionó al país como un posible destino migratorio, lo que se concretó por medio de programas específicos. Esto en parte organizó expectativas, imaginarios y representaciones positivas de Brasil antes de 2016, que se articulan a su posicionamiento en el escenario global como país emergente, tal y como la H5 plantea. ¿Qué tanto estos dos argumentos se distinguen?, y ¿cuáles son sus respectivas importancias en la toma de decisiones? Aún no es evidente. Lo cierto es que dichos procesos constituyeron a Brasil como destino y como puerta de entrada en el horizonte migratorio senegalés, ghanés y congolés.

Este contexto queda interrumpido en 2016 con el impeachment a Dilma Rousseff y la subsecuente promulgación de la Ley 13.445 de Migración en 2017, que, aunque incorporó avances en materia de ampliación de derechos humanos para migrantes y refugiados, no cumplió las tendencias, perspectivas y expectativas de los gobiernos antecesores (Georg Uebel, 2017, 2020a; Tonhati et al., 2022), sin embargo, la inmigración africana en Brasil aumentó de manera más significativa en 2017 (Baeninger et al., 2019, p. 41).

Ecuador mostró ser el caso más institucionalizado de una política migratoria más abierta entre 2008-2010, con la adopción de una política de “puerta abierta” que eliminó la visa para todos los países en 2008, y restituyéndolas progresivamente entre 2010-2019:

  • En 2015 se restituyó el requisito de visa para ciudadanos chinos.

  • En 2017 se restituyeron las visas para ciudadanos de Afganistán, Bangladesh, Eritrea, Etiopía, Kenia, Nepal, Nigeria, Pakistán y Somalia.

  • En 2019 se restituyó la visa para Angola, Camerún, Costa de Marfil, Cuba, Egipto, Filipinas, Gambia, Ghana, Guinea, Haití, India, Irak, Irán, Libia, Mali, Myanmar, República del Congo, República Democrática del Congo, República Popular Democrática de Corea, Senegal, Siria, Sri Lanka, Venezuela, Vietnam y Yemen (Freier y Holloway, 2019; Ménard Marleau, 2017).

Como demuestran los trabajos de Luisa Feline Freier (2013b), Andrée Ménard (2017) y Soledad Álvarez Velazco (2020a, 2020b, 2022), estas medidas crearon condiciones y el subsecuente crecimiento en el ingreso de personas migrantes de Asia, África y el Caribe, documentadas cuantitativa y cualitativamente, convirtiendo al país en un nodo articulador de migraciones y en un corredor migratorio hacia el Cono Sur, aspecto que también se demostró en la identificación de los trayectos y rutas migratorias adoptadas por migrantes africanos en Brasil.

Tomando en cuenta estos datos y contextos, el crecimiento de migraciones africanas entre 2008 y 2017 puede explicarse por la constitución de Ecuador como puerta de entrada a la región, facilitando el flujo migratorio, pero no creándolo, contrastando con la constancia de estos flujos migratorios en América Latina, posterior a 2017 con el restablecimiento de visas y barreras migratorias. Estas medidas por sí solas no explicarían, por ejemplo, la constancia del fenómeno migratorio de tránsito de personas migrantes africanas por América Central, particularmente después de 2019, que como se mostrará más adelante implica el crecimiento significativo de la migración senegalesa, ghanesa, angolana, somalí, entre otras.

El periodo post 2016 planteó cambios radicales en la mayoría de estos contextos, en el caso de la H2, restricciones migratorias han sido implementadas en Ecuador, combinado con coyunturas políticas adversas a la recepción de las migraciones. Este país, Brasil y Argentina han experimentado crisis políticas y económicas posterior a 2016, marcadas por el desmantelamiento de políticas migratorias e iniciativas adoptadas por los gobiernos progresistas para facilitar la inmigración regular, sumado a tasas de inflación crecientes, crisis de deuda y en el caso brasileño una crisis política generalizada, marcada por una interrupción al mandato de Dilma Rousseff, lo que impactó negativamente sus imágenes como países de destino. En particular para el caso brasileño, esto ha llevado inevitablemente a un cambio en la política exterior brasileña, abandonando la multipolaridad como principio y la apuesta a África en la administración de Jair Bolsonaro (2019-2022), traduciéndose en el cierre de algunas embajadas africanas (Liberia y Sierra Leona)10.

La H4 es aún más problemática11, no existen datos empíricos que demuestren la relación directa entre los flujos migratorios y la generación de empleo directo12 o indirecto y los mega eventos deportivos en Brasil, en periodos anteriores y durante la Copa del Mundo Brasil 2014 y las Olimpiadas de verano Río de Janeiro 201613. Dichos eventos, particularmente la Copa del Mundo, facilitaron el ingreso de flujos migratorios específicos provenientes de Ghana y Senegal, generando expectativas y condiciones migratorias, pero las migraciones en estos contextos representaron solo una pequeña fracción de las migraciones africanas, exagerado en gran medida por la prensa (Georg Uebel, 2020b), y con menor peso comparado a los flujos migratorios experimentados en 2017 (Bomtempo y Pinto de Sena, 2021).

Hipótesis del crecimiento de los flujos migratorios africanos en América Central

La problematización de estas hipótesis alcanza a las explicaciones desarrolladas sobre los flujos migratorios africanos en tránsito por América Central, cuyos destinos son principalmente Estados Unidos y Canadá. La explicación de estos tránsitos ha encontrado consenso en dos hipótesis específicas antes analizadas: H1 y H2. En primer lugar, se ha aceptado la idea de que tanto las migraciones africanas contemporáneas en Suramérica y las que transitan por América Central, se desarrollan como reacción a las políticas migratorias adoptadas por la UE, lo que generó una diversificación de los destinos y rutas migratorias hacia Suramérica y los Estados Unidos14 (Acuña González, 2019a; Morales Gamboa et al., 2011; Mora Izaguirre, 2017; Winters y Reiffen, 2019; Yates y Bolter, 2021); en segundo lugar, que la migración en tránsito por América Central es el producto de políticas migratorias más abiertas en Ecuador y Brasil principalmente, siendo países que han servido como “puerta de entrada” (Drotbohm y Winters, 2020; Winters y Reiffen, 2019; Yates y Bolter, 2021).

En los términos de la H1, la problematización planteada en la sección anterior es igualmente válida, en el entendido de que la diversificación de las rutas y los destinos migratorios de las migraciones extracontinentales africanas no es, o ha sido, un producto de la política migratoria europea, sino una tendencia identificada desde la década de 1980, en la cual tanto Asia como América del Norte han sido protagonistas (De Haas et al., 2020; Flahaux y De Haas, 2016). En términos del tránsito por la región esto también es evidente en Costa Rica, en donde datos anteriores a 2016 ya documentan el tránsito de personas migrantes africanas por el país como una constante, a pesar del desinterés público, la invisibilización de estos flujos migratorios y las limitadas estadísticas que se manejan (Morales Gamboa et al., 2011; Navarro, 2022; OEA, 2016).

También, la dependencia de los flujos migratorios africanos en la región a “transformaciones profundas” de las políticas migratorias en el Cono Sur y en Ecuador es problemática, teniendo en cuenta las limitadas transformaciones o liberalización de sus políticas migratorias. A pesar de las reformas experimentadas en los últimos tiempos, su alcance ha sido limitado en los términos de la inclusión y la integración. Es importante recalcar que el carácter poroso de Brasil y Argentina ha sido una constante a lo largo de las décadas anteriores.

En el caso de Ecuador, la liberalización completa del ingreso al país de todas las nacionalidades en 2008 ha demostrado haber facilitado e incrementado los flujos migratorios provenientes del Caribe, África y Asia, creando las condiciones para la formación de corredores migratorios, particularmente hacia el Sur. Sin embargo, los escenarios actuales de crecimiento del tránsito de personas migrantes africanas por América Central son contradictorias con el proceso de restitución de visas en Ecuador para diversos países, entre ellos países africanos clave15.

Además de estas hipótesis de fondo, otras dos explicaciones refieren a dos planteamientos importantes, el primero que ha definido a estas migraciones como productos del agotamiento del mercado de trabajo, las crisis económicas y políticas experimentadas en Suramérica, creando condiciones para un desplazamiento de migrantes africanos que han procurado nuevas rutas y un nuevo destino en Estados Unidos (Chaves Groh, 2020; Drotbohm y Winters, 2020, 2021; Winters, 2018); y segundo, la formulación de que las propias trayectorias originales de las personas migrantes africanas ya implicaban en sus planes estancias temporales en Suramérica y una migración futura hacia los Estados Unidos:

Se destaca claramente que, en muchos aspectos, las personas migrantes africanas se han insertado en los contextos locales en Argentina y en Brasil. Sin embargo, para muchas, América del Sur no es un punto final de un viaje planificado en detalle. Para algunas, siempre ha sido una etapa en un viaje más largo hacia América del Norte …; para otras, la actual crisis económica y los cambios políticos en la región son razones por las cuales se ponen otra vez en movimiento, buscando mejores condiciones de vida afuera de la región (Winters y Reiffen, 2019, p. 17).

Aunque estas hipótesis no suelen ser diferenciadas entre sí, dando a entender que en tiempos recientes se ha experimentado una aceleración de las trayectorias planificadas por las coyunturas críticas en Suramérica, lo cierto es que las dos designan fenómenos independientes entre sí y con alcances diferentes.

La exclusiva idea de un desplazamiento por crisis no tiene la suficiente capacidad explicativa en los escenarios actuales, principalmente porque ella implicaría aceptar que las migraciones en tránsito por América Central y México son el producto de la movilidad de un stock migratorio africano en países como Argentina y Brasil. Este planteamiento es problemático por dos hechos: a) la constancia, heterogeneidad y dimensión del tránsito de personas migrantes africanas por América Central, desde antes de las coyunturas de crisis en Suramérica; y como veremos más adelante, b) el crecimiento significativo de estas migraciones en los últimos años, aunado al crecimiento de las migraciones africanas en los Estados Unidos desde 1990, posicionando a América del Norte como la tercera región de mayor recepción de inmigrantes africanos fuera de ese continente y a Estados Unidos como el principal destino en 2020 (Lorenzi y Batalova, 2022; McAuliffe y Triandafyllidou, 2021).

La diversificación y heterogeneidad de las migraciones africanas que transitan la región no traduce en su complejidad solamente las redes migratorias sociales, transnacionales y religiosas identificadas y estudiadas en contextos como Brasil y Argentina, para migraciones senegalesas y ghanesas. En América Central se han identificado 36 nacionalidades en tránsito entre 2016-2022, con algunas nacionalidades más representativas que otras, y con otras menos numerosas pero constantes a lo largo de los años16.

Aunado a este contexto se debe sumar el crecimiento de estas migraciones en 2021 y 2022, en donde se alcanzaron cifras récord de 4 771 (2021) y 11 654 (2022)17 personas migrantes africanas, identificadas en tránsito por el Darién (Departamento de Estadística, Servicio Nacional de Migración, República de Panamá, 2022). Como algunos estudios y entrevistas realizadas en campo demuestran (OIM, 2019), estas migraciones tienden a ingresar por Ecuador y Brasil, este último siendo el país más citado, identificándose a estos como países de tránsito con estancias cortas. Esto no significa que las migraciones africanas en tránsito por América Central no se nutran del stock de migrantes africanos en los países suramericanos, esta es una posibilidad documentada (Miranda, 2023; Winters, 2018), pero cada vez más se identifica a los países de ingreso como países de tránsito rápido y no como destinos temporales antes de emprender el viaje a Estados Unidos.

Otro elemento central para relativizar estas ideas es el crecimiento de la importancia de América del Norte como destino migratorio para personas migrantes africanas, además de la heterogeneidad de la población africana inmigrante en ese país. En esta perspectiva Estados Unidos no es un reflejo o subproducto de las migraciones africanas a Suramérica, es más bien un destino posicionado, que como bien identificó Kevin J.A Thomas (2011) implicó una promoción e influencia estatal de la migración africana en décadas anteriores y muy probablemente, posteriores migraciones por redes familiares:

lo que es más importante, la fuerte influencia estatal en la emigración de refugiados [africanos], a través del programa estadounidense de reasentamiento de refugiados y del programa DV18, es coherente con la teoría de Zolberg sobre las influencias a nivel estatal en los procesos migratorios. Al mismo tiempo, es probable que la influencia de estos programas estatales en las tendencias de la emigración africana disminuya en las próximas décadas. En otras palabras, dado el reciente descenso de la emigración de refugiados africanos y la tendencia estable de la inmigración por el DV ..., es probable que las tendencias futuras de la emigración estén impulsadas por la inmigración de los familiares directos de los grupos anteriores de inmigrantes africanos. Como revela el análisis, a excepción de las tendencias de la emigración de refugiados, las tendencias de la emigración de familiares directos experimentaron las tasas de crecimiento más rápidas entre 1992 y 2007 (Thomas, 2011, p. 23, traducción propia)19.

Esto implicaría investigar más el papel de las redes, sobre todo familiares, en la promoción y recepción de las personas migrantes africanas en los Estados Unidos. ¿Qué tanto estas redes operan en el marco del transnacionalismo?, organizándose en los contextos africanos o más allá, e implicando un acompañamiento en el tránsito por Suramérica y América Central. Esto implicaría repensar a estas migraciones más allá de la conceptualización como “subproducto”, analizando estos flujos en los términos de sistemas migratorios globales.

En esta perspectiva, algunas entrevistas realizadas en campo, principalmente a personas migrantes provenientes de Ghana, así como información sistematizada por otros estudios han mostrado cómo la estrategia de acceso a los Estados Unidos pasa predominantemente por la solicitud del refugio y la referencia a contactos “familiares” a los cuales se recurre una vez cruzada la frontera (Drotbohm y Winters, 2020; Navarro et al., 2023; Yates y Bolter, 2021).

Un aspecto que puede dar respuestas a las cuestiones planteadas refiere al poco conocimiento de las personas migrantes africanas de los espacios de tránsito en América Central y México, en esto el trabajo de campo etnográfico realizado entre 2021-2022 en puntos nodales de Costa Rica, específicamente en Ciudad Neily20 y Tablillas, Los Chiles21, han mostrado que los tránsitos por el país son muy diferentes dependiendo de la nacionalidad (Navarro et al., 2023).

Algunas personas migrantes somalíes suelen tener puntos identificados de alimentación desde su ingreso al país, mientras que otros grupos de personas migrantes como ghaneses tienden a solicitar ayuda para ubicar los puntos y ciudades de tránsito, también suelen tener una imaginación geográfica particular de América Central y México, tendiendo a pensar que los posibles tránsitos por América Central y México solo les tardaría una semana (Navarro et al., 2023). Esto se traduce en la heterogénea imaginación de la extensión geográfica regional y en el desconocimiento de la región, este aspecto ha sido también identificado por el trabajo de Heike Drotbohm y Nanneke Winters (2018, 2021). Finalmente, las redes también son expresas en el costo del viaje, calculado según la OIM (2019) en $ 10 000 (USD), estos fondos se van recibiendo a lo largo del viaje, ajustándose en gran medida a las exigencias económicas impuestas por las condiciones de irregularización y regularización de los trayectos y tránsitos migratorios, e indicando redes de apoyo económico. Estos datos no son representativos para el universo de las personas migrantes africanas, necesitan de mayor y sistemática investigación, pero sugieren las heterogéneas experiencias y diferentes redes migratorias que apoyan la movilidad de distintas formas y con diferentes alcances.

Otro argumento que se posicionó como explicación a la diversificación y crecimiento de los flujos migratorios africanos en la región, principalmente antes de 2017, es el que hacía énfasis en las redes de tráfico ilícito de personas migrantes como “promotoras” de estas migraciones (OEA, 2016; Mata, 2016; Ótarola, 2019). En este planteamiento subyace la representación de sujetos migrantes pasivos que son sometidos a redes globales de tráfico ilícito de personas, que les han conducido a la ruta de América Central, sumado a la creencia de que dichas migraciones dependen de estas redes, lo que se traduciría en políticas migratorias punitivas con el fin de reducir las migraciones africanas contemporáneas.

Tal y como plantearían Hein de Haas, Stephen Castles y Mark J. Miller (2020) el tráfico de personas y la trata de personas tienden a ser confundidas conceptualmente, desde los aparatos estatales las dos tienden a tipificarse como crimen y a ser criminalizadas, pero ambas designan fenómenos diferentes. En el caso del tráfico de personas, esta refiere al uso de intermediarios migratorios remunerados o no remunerados para el cruce fronterizo, mientras que la trata de personas refiere a la captación, traslado y recepción de personas mediante la amenaza, coacción, el engaño o el uso de la fuerza.

En el primero de los casos, el tráfico de personas implica una definición estrecha y particularmente problemática para los contextos centroamericanos, en donde condiciones instaladas de irregularización y ausencia del Estado, tienden a abandonar a las personas migrantes en sus necesidades más básicas, esta realidad contribuye a prácticas diversas que combinan el pago por servicios y condiciones básicas, así como por cruces migratorios, en contextos de vulnerabilidad extrema, desigualdad social y desconocimiento del entorno para las personas migrantes, particularmente para las africanas.

Desde esta perspectiva y bajo este contexto, los tránsitos de personas migrantes en Suramérica y América Central, especialmente de personas migrantes africanas con características idiomáticas diferentes y con limitada información, tienden a ser caracterizados por el pago de servicios básicos y cruces de fronteras a lo largo del camino (OIM, 2019).

Una situación diferente es la trata de personas, referenciada antes de 2016 como uno de los ejes promotores de las migraciones africanas en tránsito por América Central. En este caso se planteaba la hipótesis de grupos organizados transnacionalmente han generado las condiciones de posibilidad de estos tránsitos, estableciendo y estructurado las rutas migratorias africanas por América Central.

Sin embargo, más allá de la espectacularización de investigaciones y detenciones policiacas que han logrado identificar principalmente redes de tráfico de personas abocadas a cruces fronterizos, la documentación de redes transnacionales de trata de personas que organicen todo el tránsito migratorio en América Latina es aún una conjetura sin datos empíricos fehacientes, ciertos trayectos presentan más riesgo de trata de personas y condiciones heterogéneas de tráfico de personas22, pero la complejidad de estos flujos migratorios no puede ser reducida a formas generalizantes que criminalizan la migración.

Tránsitos regionales, condiciones globales: las migraciones africanas en el Corredor Migratorio de América Central

A contrapelo de las hipótesis analizadas anteriormente, este apartado pretende mostrar cuatro condiciones específicas y tendencias de los flujos migratorios africanos en América Central, desembocando en la puntualización de rupturas, que son significantes de las transformaciones en el corredor migratorio regional, y la problematización de condiciones estructurales que van más allá de lo regional y que implican la adopción de enfoques y marcos de análisis global. Estas cuatro condiciones son:

  • Crecimiento sostenido de las migraciones africanas.

  • Diversificación de orígenes nacionales.

  • Variabilidad de las nacionalidades representativas a través del tiempo.

  • Constancia de flujos migratorios provenientes de países africanos específicos.

Para esto se desarrollaron análisis estadísticos descriptivos con datos producidos por el Servicio Nacional de Migración de la República de Panamá. Estos datos son recolectados en estaciones de atención humanitaria gestionados por el Gobierno de Panamá, situados en puntos estratégicos a la salida del Tapón del Darién, sitios de alta importancia en la ruta de las personas migrantes, principalmente por ser espacios de atención humanitaria, posteriores a uno de los trayectos más riesgosos, complicados e inclementes en su viaje. Estos espacios son puntos de tránsito obligatorio que facilitan el acceso a servicios básicos y atención humanitaria, rodeados de poblados con poco acceso a servicios en una región selvática. Al igual que la mayoría de los datos sobre flujos migratorios en condición irregular, estos implican grados de incertidumbre y subrepresentación de las cifras, pero el punto geográfico de recolección y sus condiciones, apuntan a un alto grado de confiabilidad y un panorama bastante completo de dichos flujos migratorios.

Como se ha planteado a lo largo de este artículo, la creciente importancia y visibilidad de América Central, del corredor migratorio centroamericano y en este contexto del Tapón del Darién, tiene mayor énfasis en dos características específicas: primero, el crecimiento significativo de los tránsitos migratorios que, además de las movilidades centroamericanas ha incorporado grupos de otras regiones con el fin de llegar a los Estados Unidos y Canadá; segundo, la diversidad de orígenes nacionales que se han incorporado a las migraciones ya existentes en la región, mayoritariamente referenciadas como migraciones haitianas, cubanas, recientemente venezolanas y en términos más genéricos “africanas”, “asiáticas” y “extracontinentales”.

El énfasis de estas dos visiones ha sido mayormente puesto en el crecimiento cuantitativo, que, aunado a condiciones de inmovilidad instaladas por políticas de control migratorio adoptadas por algunos Estados, derivaron en coyunturas específicas23 de aglomeración de personas migrantes en algunas fronteras y puestos fronterizos, imponiéndose la representación coyuntural y episódica de los flujos migratorios como constituyentes de “crisis migratorias” (Acuña González, 2017; Mora- Izaguirre, 2020; Navarro, 2021, 2022).

En cuanto a la diversidad migratoria, los énfasis de este fenómeno han sido mayoritariamente puestos en la atención a grupos migratorios más representativos (haitianos, venezolanos, cubanos), relegando y homogeneizando a otros grupos migratorios, principalmente provenientes de África y Asia. Estas dos representaciones extendidas han generado la creencia en el supuesto de un fenómeno migratorio pasajero que probablemente se agotará, por representar grupos migratorios “poco habituales” en la región y la necesidad de enfatizar la existencia de los grupos cuantitativamente más representativos sobre los demás. Contrario a estas tendencias interpretativas, además del crecimiento del tránsito de personas migrantes por la región, uno de los datos más significativos ha sido la diversificación de estos flujos migratorios, no solo en el sentido de la supuesta “presencia” de nuevos grupos, sino de la heterogeneidad de orígenes nacionales, persistencia de la diversidad y de la multidimensionalidad que ello implica.

Si bien el Darién como puerta de tránsito al corredor migratorio centroamericano ha sido caracterizado históricamente como una región inhóspita e incapaz de ser transitada, los datos recientes han mostrado tránsitos crecientes con una diversificación de nacionalidades. Entre 2010 y 2022 el tránsito irregular por esta región ha identificado a más de 94 nacionalidades provenientes de América, África, Asia y Europa, alcanzando su mayor pico de tránsito migratorio en 2022 con el tránsito irregular de 249 500 personas y en 2023 con 520 085, dato que supera para este mismo año 2023 el registro de llegadas de personas migrantes irregulares por mar y tierra a Europa (287 963)24.


Gráfico 1
Diversificación del tránsito irregular de personas migrantes en la región del Darién (2010-2022)
Fuente: Elaboración propia con datos de tránsito irregular por Darién del Servicio Nacional de Migración de la República de Panamá (DESNM, 2020a, 2020b, 2021, 2022, 2023a, 2023b).

Este dato es significativo en sus dimensiones, pero adquiere mayor importancia cuando se examina la diversificación de orígenes nacionales a lo largo de 13 años de datos acumulados como muestra el Gráfico 1, desde esta perspectiva, aunque 2022 fue el año récord en cuanto al volumen del tránsito migratorio por el Darién, también implicó una menor diversificación de orígenes nacionales, identificando el tránsito de 34 nacionalidades. El periodo comprendido entre 2015 y 2020 (año de inicio de la pandemia) es el que mostró la mayor diversificación migratoria, durante este se registró un tránsito de entre 45 y 54 nacionalidades con un promedio de 49 anuales, mientras que en el periodo anterior de 2010 a 2014 el promedio de tránsito por la región fue de 20 nacionalidades anuales, en cuestión de cinco años se duplicó el número de nacionalidades en tránsito.

Los términos y la importancia de esta diversificación plantean un panorama complejo que contrasta con las hipótesis migratorias, principalmente porque este espacio de tránsito ha mostrado ser un punto no solo de tránsito regionalizado, tendiente a la padronización de flujos migratorios nacionales, por el contrario, las tendencias de diversificación muestran dinámicas de reconfiguración de los flujos migratorios con tendencias a la globalización y variación de los tránsitos, esto quiere decir: la conformación de un corredor migratorio de larga distancia articulado a dinámicas globales y no regionales.

En términos de las migraciones africanas, la tendencia es más acentuada, estas migraciones se caracterizan por ser las más diversas en términos de su procedencia continental, en total se han identificado 35 nacionalidades, comparado a 24 nacionalidades asiáticas y 20 de América Latina y el Caribe. En términos comparativos las migraciones africanas son las más diversas, al igual que las tendencias generales, estas migraciones alcanzaron su mayor diversidad entre 2015 y 2020, con un promedio de 23 nacionalidades en tránsito para ese período.

Esta característica, invisibilizada por la opinión pública y aún poco explorada, implica dimensiones mundiales, entre ellas, evidencias de sistemas migratorios globales que involucran a cuatro continentes, varias subregiones y complejas rutas transregionales, las cuales desembocan en el corredor migratorio de América Central con un alto volumen de tránsito irregular y heterogéneo. Este escenario diverso es contradictorio con las hipótesis que explican el origen de estas migraciones por el supuesto desplazamiento de un stock migratorio sudamericano originario y/o por las caracterizaciones generalizantes sobre motivaciones o condiciones de posibilidad de estas migraciones, basadas en términos y supuestas condiciones genéricas como “pobreza”, “violencia”, entre otros. También implica un reto para la gestión migratoria y la atención humanitaria en países con sistemas migratorios organizados en torno a la emigración y las migraciones intrarregionales25, enfrentándose ahora a corredores migratorios globales y de tránsito diverso.

Esto se suma a la tendencia al crecimiento sostenido del tránsito de estas migraciones a lo largo de 13 años de datos registrados, como se mencionó con anterioridad y como muestra el Gráfico 2, a pesar de que la idea abstracta de crisis temporal se impuso como principal interpretación del pico migratorio de 2015-2016 y de que la perspectiva oficial de Costa Rica ante la pandemia del COVID-19 fuera la de la probable disminución de estas migraciones debido a las restricciones al movimiento y condiciones de inmovilidad instalada a nivel global26 (Navarro, 2021), lo cierto es que los datos han mostrado un crecimiento sostenido de estos flujos, brevemente interrumpido en 2020 y retomado a finales del mismo año, recuperando su tendencia al crecimiento.


Gráfico 2
Personas migrantes africanas en tránsito por el Darién (2010-2022)
Fuente: Elaboración propia con datos de tránsito irregular por Darién del Servicio Nacional de Migración de la República de Panamá (DESNM, 2020a, 2020b, 2021, 2022, 2023a, 2023b).

Pese a que el crecimiento general de estas movilidades ha implicado transformaciones en las políticas migratorias regionales y llamado la atención de la opinión pública a lo largo de estos años, se ha hecho mayor énfasis en los flujos migratorios cubanos, haitianos y venezolanos, los cuales han experimentado crecimientos coyunturales, por ejemplo: cubanos en 2015, haitianos en 2016, 2019, 2020 y venezolanos en 2022, pero en términos comparativos y regionales las migraciones africanas son las que han presentado una tendencia al crecimiento a lo largo de los años, pasando de un registro de 3 277 en 201627 a 11 654 en 2022. En total se registraron entre 2010-2022, 31 749 personas migrantes provenientes de esta región, muy por debajo de datos registrados en otros corredores migratorios en donde transitan migraciones africanas28, las personas migrantes africanas registradas durante este período representan el 8 % del total y para el 2022, año con mayor tránsito migratorio en el Darién, el 4.5 %.

El 2022 no solo significó uno de los años de mayor tránsito migratorio por la región, sino también el de mayor tránsito de personas migrantes africanas, esta realidad continúa siendo invisibilizada por las coberturas institucionales y periodísticas que para este año hicieron mayor énfasis en los tránsitos de personas migrantes venezolanas que alcanzaron las 150 327 personas en tránsito y haitianas con 22 435 (Agencia EFE, 2022; OIM, 2023).

Estas cifras plantean dos escenarios recientes para América Central en términos de tránsito, el primero de ellos refiere a las dinámicas de extensión del corredor migratorio regional, clásicamente pensado en los términos del corredor migratorio México-Estados Unidos, el cual en 2020 fue categorizado como el principal corredor migratorio internacional con un tránsito de aproximadamente 11 millones de personas, este corredor se tendía a relacionar directamente con migraciones provenientes de América Central, región que alcanzó para ese mismo año una población emigrante de 5 065 993 personas aproximadamente (OIM, 2021). Sin embargo, el escenario creciente de las migraciones que cruzan el Tapón del Darién ahora plantea una extensión del corredor migratorio que alcanza a Panamá, implicando la extensión de los controles fronterizos o dinámicas de externalización que alcanzan a países como Nicaragua, Costa Rica y Panamá (Winters y Mora Izaguirre, 2019), antes pensados fuera de esta dinámica.

En una conversación informal con una funcionaria de la policía de migración de Costa Rica, al conversar sobre estos cambios, esta sugirió la descripción de una posible “tercera frontera”, una referencia apropiada para pensar y replantear la dimensión geográfica del corredor migratorio centroamericano y mesoamericano, expresado en gran medida en la conformación de nuevas tendencias de asistencia humanitaria, control y gestión migratoria en Costa Rica y Panamá, manifestado en la distribución de campamentos y centros para la recepción de migrantes en tránsito, llamados Centros de Atención y Estaciones Migratorias, una figura novedosa para la región.

El otro elemento es el relacionado con las formas en que se organiza el tránsito migratorio por esta región, asociado a una mayor visibilización con las llamadas “caravanas”. En este contexto y siguiendo estas formas de organización, algunos grupos como los haitianos y venezolanos han adoptado estrategias de mayor visibilización con tránsitos grupales, mientras que las migraciones africanas han tendido a una mayor invisibilización y más fragmentada organización, esto debido en parte a su propia diversificación y condiciones de tránsito29.

En estos términos, además del crecimiento y la diversificación, la identificación de uno o dos grupos migrantes africanos mayoritarios a través de los años es problemática, patrones de movilidad muestran que las migraciones africanas se caracterizan por la variación anual de los grupos nacionales más representativos. Algunas nacionalidades han sido más representativas en algunos períodos, tales como las migraciones provenientes de la República Democrática del Congo que presentaron su pico migratorio entre 2016 y 2019 (Navarro, 2022), las migraciones camerunesas que obtuvieron mayor representación entre 2018 y 2019, o más reciente la migración senegalesa que alcanzó para 2020 el registro de 1 944 personas migrantes, un 17 % del total, seguido de Camerún (13 %), Angola (12 %) y Ghana (11 %) (Gráfico 3).


Gráfico 3
Nacionalidades de personas migrantes africanas identificadas en tránsito por el Darién (2010-2022)
Fuente: Elaboración propia con datos de tránsito irregular por Darién del Servicio Nacional de Migración de la República de Panamá (DESNM, 2020a, 2020b, 2021, 2022, 2023a, 2023b).

A pesar de la representatividad de estas nacionalidades, la mayor característica de las migraciones africanas en tránsito por la región es su diversificación. Esto se traduce en condiciones heterogéneas y en la necesidad de abordajes particulares que analicen tanto las experiencias diferenciales del tránsito transcontinental como los sistemas de tránsito internacional que configuraron al Darién y a América Central como una ruta reconocida en contextos tan diferentes.

Otro punto central que conviene resaltar es la frecuencia del registro de algunas nacionalidades africanas a lo largo de los años, mostrando su constancia y presencia temporal, en donde el tránsito por la región se muestra en sus diferentes etapas, a pesar de ser en algunos casos nacionalidades menos representativas en términos cuantitativos. En esta perspectiva destacan tres nacionalidades registradas en todos los años del período 2010-2022: Somalia, Nigeria y Eritrea, seguidos de Ghana, Etiopía y Guinea con una frecuencia de doce años de tránsito. También, a partir de 2015 se registra durante nueve años seguidos la presencia de nacionalidades como Burkina Faso, Costa de Marfil, Mali y Togo; durante siete años seguidos la de Angola, Benín, Gambia, Mauritania, Senegal y Sudán, mientras que Níger, Chad, Cabo Verde, Uganda, Tanzania y Zambia solo se han presentado un año en el registro (Gráfico 4).

Lo anterior permite documentar el proceso de diversificación y popularización de la ruta para las personas migrantes africanas, mostrando que para nacionalidades como Somalia, Nigeria y Eritrea esta ya es una ruta consolidada. Es a partir de 2015 que dicha ruta comienza a popularizarse entre las personas migrantes africanas de otras nacionalidades. Es importante recalcar que la frecuencia no es igual a la representatividad, la segunda traduce coyunturas de tránsitos migratorios (Gráfico 3), mientras la frecuencia muestra la constancia del tránsito por la ruta, revelando con esto sus diferentes momentos, así como posibles experiencias del tránsito.


Gráfico 4
Frecuencia de registro de nacionalidades africanas entre 2010-2022 en el Tapón de Darién
Fuente: Elaboración propia con datos de tránsito irregular por Darién del Servicio Nacional de Migración de la República de Panamá (DESNM, 2020a, 2020b, 2021, 2022, 2023a, 2023b).

En estas cifras pone de manifiesto la necesidad del énfasis en la heterogeneidad, porque a pesar de la importancia de las nacionalidades más representativas cuantitativamente, la diversidad de nacionalidades y su frecuencia plantean la necesidad de enfoques de investigación diferenciales, con acentos en procesos y experiencias particulares. Más allá de las categorías generalizantes de “migrantes económicos”, “migrantes por pobreza” o “migraciones mixtas”, “migraciones extracontinentales”, cada grupo nacional implica condiciones y motivaciones migratorias diferenciales.

En un ejercicio rápido, la distinción entre las condiciones de migración provenientes de dos de las nacionalidades más frecuentes, Somalia y Eritrea, son diferentes a las de Ghana y Nigeria, en el primero de los casos tanto Somalia como Eritrea se encuentran entre los diez países de África con mayores cifras de refugiados y solicitantes de asilo político, con prolongados conflictos y desplazamientos, mientras que Nigeria y Ghana son países caracterizados por la recepción de remesas (McAuliffe y Triandafyllidou, 2021). Cada uno de estos países está sujeto a distintas contradicciones sociales y a condiciones particulares por región, lo que demuestra la necesidad de aproximaciones diferenciales para cada caso.

El desarrollo de investigaciones en relación con el análisis de estas distinciones es necesario para superar las dinámicas de homogeneización que alcanzan a las propias categorías oficiales para designar a personas migrantes, y que se traducen en políticas de control y gestión migratoria con tratamientos homogeneizantes. En esto se puede referenciar el valioso cuestionamiento de Alexander Betts (2013):

En el contexto de la naturaleza cambiante de los desplazamientos forzosos, ¿quién debería tener derecho a cruzar una frontera internacional y solicitar asilo? Teniendo en cuenta que el régimen de refugiados fue producto de su tiempo y que principalmente sólo ofrece protección a un reducido grupo de personas que huyen de persecuciones selectivas, ¿cómo podemos conceptualizar la categoría más amplia de personas que hoy cruzan una frontera internacional y necesitan protección debido a graves privaciones de los derechos humanos? (p. 10, traducción propia30).

Estas preguntas son más actuales en el contexto que hemos analizado, principalmente porque las diversificaciones de las nacionalidades africanas en tránsito por América Central son también las diversificaciones de las condiciones migratorias, de sus factores y de las condiciones de posibilidad de las mismas, tendencias globales como el crecimiento sostenido de la desigualdad multidimensional, la fragmentación del monopolio del Estado-nación ante organizaciones paraestatales, o los fenómenos meteorológicos extremos producto del cambio climático que afectan tanto a Asia, África y América Latina, no pueden ser interpretados como fenómenos regionales, o motivantes nacionales.

Conclusiones

Los datos expuestos y las hipótesis hasta aquí puestas a prueba forman parte de la evidente necesidad de reconfigurar los objetos, delimitaciones y alcances de lo clásicamente tenido como lo “regional”. Las migraciones transregionales y transcontinentales escapan a las limitantes dimensiones de espacios definidos en términos normativos, a límites metodológicos y taxonomías canónicas instauradas exclusivamente sobre los conceptos de emigración-recepción, fuentes clásicas para la conceptualización del corredor migratorio mesoamericano y centroamericano.

Estas migraciones constituyen una ruptura con el imaginario político de la migración que emana de los Estados centroamericanos, hasta ahora movilizados sobre el principio de la emergencia y la crisis para su atención. Esta ruptura se practica, aunque se intente negar, invisibilizando a las migraciones transcontinentales y poniendo acentos en migraciones supuestamente “identificables”, en la proposición de motivantes generalizantes y genéricas como la pobreza y la violencia, adoptando epítetos abstractos como “extracontinentales” o “flujos mixtos”.

Las tendencias identificadas en trece años de documentación de las migraciones africanas que transitan la región involucran movilidades articuladas a sistemas globales de migración con complejas determinantes estructurales, que superan la dimensión de lo “nacional”, las cuales van más allá de stocks migratorios en Suramérica y se vinculan a tendencias globales como el crecimiento migratorio mundial, la diversificación de rutas-destinos y las multidimensionalidades de las experiencias.

Este fenómeno es palpable en su contraparte, la generalización de formas de gestión migratoria y dispositivos de control que han introducido y regularizado técnicas e instrumentos como el campamento en una región antes tenida como fuera del corredor migratorio Centroamericano, organizada antes en formas de gestión abocadas a la recepción/emigración. En esta perspectiva, el corredor migratorio centroamericano ha presenciado en los últimos años una extensión de sus límites imaginados, tendientes a la incorporación de Costa Rica y Panamá en sus dinámicas de control, que, ante dinámicas de movilidad en tránsito, ha generado la emergencia de un fenómeno global importante de explorar, la homogeneización de las formas de gestión migratoria, que más allá de la externalización, generaliza técnicas, métodos, entre otros (Agier, 2008).

En este contexto emergente, las migraciones africanas han sido conceptualizadas en los términos de movilidades unidireccionales y como productos tributarios de dinámicas de restricciones globales, particularmente europeas. Sin embargo, los datos aquí analizados problematizan estas dos ideas, mostrando que las migraciones africanas que cruzan actualmente América Central presentan cuatro características principales: tendencias a la diversificación de orígenes, crecimiento sostenido del tránsito, variabilidad en la representatividad de la presencia de ciertos grupos y la frecuencia de nacionalidades específicas en su tránsito.

Desde estas características los futuros estudios que las aborden se ven obligados a discutir las hipótesis que dan cuenta de su emergencia, pero también implican la necesidad de repensar críticamente los términos metodológicos y las teorías sobre la migración que definen a estos flujos migratorios. Los datos presentados abordan y enfatizan estas características, pero no agotan la multidimensionalidad que su interpretación requiere, en este punto la composición por género, características culturales y formas de asociación en los flujos migratorios africanos es un campo necesario de explorar.

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Notas

1 Este artículo se llevó a cabo gracias a la labor que su autor ha desplegado en el marco del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica.
2 El Tapón del Darién o selva del Darién, es una región selvática que abarca alrededor de 17 014 km2, esta región conforma la frontera entre Panamá y Colombia y se caracteriza por su compleja topografía y densidad boscosa. El Darién ha sido considerado históricamente la barrera natural entre América Central y América del Sur, al punto de interrumpir la carretera

Panamericana que conecta todos los países del continente. Las personas migrantes tienden a ingresar por lancha a Capurganá, una pequeña ciudad colombiana fronteriza con Panamá del municipio de Acandí, departamento del Chocó, procedentes de Necoclí, una ciudad del lado este del Golfo de Urabá también en Colombia. Desde esta ciudad las personas migrantes tardan entre quince a doce días en cruzar el noreste del Tapón del Darién hasta llegar a las Estaciones de Recepción Migratorias de Lajas Blancas y San Vicente.

3 Esta condición obedece a la creación por parte del Gobierno de Costa Rica de permisos de tránsito temporal, lo que permitió generar estadísticas más certeras de los flujos migratorios entre 2016-2020.
4 Para este período, en tan solo dos años y ocho meses y en plena pandemia del COVID-19, se registró el 48 % de personas migrantes en tránsito por el Darién en comparación con la cifra de tránsito documentada en Costa Rica para el período 2016-2019.
5 Estas hipótesis serán analizadas con detalle en los apartados siguientes.
6 Este dato es particularmente importante para subregiones de África Subsahariana como África central, meridional, occidental y oriental en donde las tendencias más acentuadas de la migración extracontinental son más marcadas desde el 2000 en adelante.
7 Esta es la coyuntura que se suele identificar como “crisis migratoria”.
8 Esta disminución en el ingreso de personas migrantes por vías marítimas tampoco puede adjudicarse exclusivamente al éxito de la política migratoria.
9 Los datos de la plataforma Flow Monitoring de la OIM, muestran que las tendencias de llegada de personas migrantes por mar a Europa han sido de un promedio de 184 000 por año entre 2016-2020. Muy por encima del promedio de 51 000 ingresos anuales registrados por la misma vía entre 2000-2014, según los datos organizados por Phillippe Fargues (2017).
10 Este escenario ha comenzado a cambiar en 2023, con la reelección y presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva para el período 2023-2026, resta esperar las políticas adoptadas en esta materia, para estudiar sus implicaciones en el contexto planteado.
11 Promovida por la opinión pública y la prensa particularmente centroamericana, divulgada en el marco del pico migratorio de 2016 experimentado en Costa Rica y Panamá.
12 Concretamente con la construcción de infraestructura para los mega eventos deportivos.
13 Estos datos tampoco demuestran la relación directa entre otros flujos migratorios (como los haitianos) y la construcción de infraestructura en los mega eventos deportivos
14 Una hipótesis alternativa que corresponde también a la idea del fortalecimiento del control fue la propuesta por Stefanie Kron (2011), quien relaciona el crecimiento de las migraciones africanas con la adopción de políticas migratorias más estrictas en América del Norte, y a la ausencia de políticas migratorias restrictivas en Centroamérica para personas migrantes africanas. Esta hipótesis no podría explicar la elección del Darién como ruta de tránsito, y la ausencia de ingresos de personas migrantes africanas por aeropuertos en la región, sumado a los requerimientos de visa para países como Angola o Camerún en Costa Rica. Sin embargo, es una hipótesis que merece un mayor análisis en otros estudios.
15 Se restituyó desde 2019 la visa para: Angola, Camerún, Costa de Marfil, Egipto, Eritrea, Etiopía, Gambia, Ghana, Guinea, Kenia, Nigeria, República del Congo, República Democrática del Congo, Senegal y Somalia.
16 Ejemplos de estas migraciones son las provenientes de Costa de Marfil, Guinea, Sierra Leona, Togo, entre otras.
17 Los datos preliminares entre enero y julio de 2023 alcanzan las 5 440 personas migrantes africanas en tránsito
18 Se refiere al Diversity Visa Program o Programa de visados para la diversidad, mejor conocido como lotería de visas, creado en la década de 1990 y que benefició a una diversidad de ciudadanos de países africanos.
19 More importantly, the strong state influence on refugee migration, through the U.S. refugee resettlement program, and the DV program, is consistent with Zolberg’s theory on state-level influences on migration processes. At the same time, the influence of these state programs on African emigration trends is likely to decline in the coming decades. In other words, given recent declines in African refugee migration and the stable trend in DV immigration…, future emigration trends are likely to be driven by the immigration of the immediate family members of prior African immigrant cohorts. As the analysis reveals, with the exception of refugee emigration trends, trends in the emigration of immediate family members experienced the fastest rates of growth between 1992 and 2007 (Thomas, 2011, p. 23).
20 Ciudad del Pacífico Sur de Costa Rica que ha recibido un mayor volumen de personas migrantes africanas desde 2020.
21 Punto fronterizo entre Costa Rica y Nicaragua, al norte de Costa Rica, que se convirtió en el mayor punto de tránsito fronterizo irregularizado de personas migrantes africanas hacia Nicaragua desde 2020.
22 En el caso de México, la etnografía desarrollada por Wendy A. Vogt (2018) muestra lo complejo, heterogéneo y contradictorio de estos fenómenos en los tránsitos migratorios.
23 Estas coyunturas especificas son dos: en 2015-2016 con el cierre fronterizo de la frontera entre Nicaragua y Costa Rica adoptada como medida por el primer país; y en 2020 con el pretendido cierre fronterizo de la frontera entre Costa Rica y Panamá, adoptado por el primero, con el fin de controlar las condiciones de propagación del COVID-19.
24 Este dato proviene de la plataforma Flow Monitoring de la OIM: https://dtm.iom.int/europe/arrivals. Este se calcula con seis países como fuente de registro: Bulgaria, Chipre, Grecia, Italia, Malta y España.
25 Particularmente en los casos de Costa Rica y Panamá.
26 También adoptadas por el Gobierno de Costa Rica.
27 Año del pico migratorio que fue categorizado como “crisis”.
28 Solo para 2016 se registró el arribo de 181 000 personas migrantes africanas a Italia (Ardittis, 2017).
29 Estudios cualitativos recientes (Navarro et al., 2023), demuestran que las formas de tránsito de personas migrantes africanas por Costa Rica son diferentes dependiendo de su grupo nacional, debido a las redes construidas o incluso a la información con que cuentan.
30 In the context of the changing nature of forced displacement, who should have an entitlement to cross an international border and seek asylum? Given that the refugee regime was a product of its time and mainly provides protection to only a narrow group of people fleeing targeted persecution, how can we conceptualize the broader category of people who today cross an international border and are in need of protection because of serious human rights deprivations? (Betts, 2013, p. 10).

Notas de autor

* Costarricense. Doctor en Estudios Étnicos y Africanos, Universidad Federal de Bahía, Bahía, Brasil. Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica. Correo electrónico: guillermo.navarro@ucr.ac.cr ORCID: https://orcid.org/0000-0001- 6459-7262

Información adicional: Coordinador de la Cátedra de Estudios de África y el Caribe, docente de la Escuela de Sociología y del Posgrado en Sociología ambas instancias de la Universidad de Costa Rica.

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