ANÁLISIS METODOLÓGICO PARA EL ESTUDIO DE LA HABITABILIDAD URBANA. DESDE LA CONCEPCIÓN DE LAS “CIUDADES HUMANAS”
METHODOLOGY FOR THE STUDY OF UBAN HABITABILITY. FROM THE CONCEPTION OF THE “HUMAN CITIES”
ANÁLISIS METODOLÓGICO PARA EL ESTUDIO DE LA HABITABILIDAD URBANA. DESDE LA CONCEPCIÓN DE LAS “CIUDADES HUMANAS”
Revista Legado de Arquitectura y Diseño, núm. 18, pp. 45-56, 2015
Universidad Autónoma del Estado de México
Aprobación: 06 Abril 2015
Resumen: El concepto de habitabilidad no sólo se restringe al edificio o al objeto arquitectónico, implicará entender este concepto a una escala mayor, para considerar el término de habitabilidad urbana. Con todo ello, el barrio o el vecindario se convierte en el lugar donde, más allá de los edificios y el espacio público, existe una historia que motiva a los vecinos a vivir en comunidad. Es un lugar donde se aprende a ser ciudadano valorando el sentido de pertenencia y el reconocimiento de una identidad propia. En este artículo se analizan desde la concepción de las ciudades humanas, los elementos que definen la habitabilidad urbana a través de tres enfoques: el físico-espacial, el ambiental y el psico-espacial aplicado al estudio de nuestras ciudades, lo que permitirá establecer parámetros que funjan como marcos referenciales para el replanteamiento de estrategias de intervención en el espacio urbano dentro de los distintos contextos presentes en nuestras ciudades.
Palabras clave: ciudades humanas, diseño urbano, habitabilidad urbana.
Abstract: The concept of “habitability” is not only restricted to the building or the architectural object, shall understand this concept on one larger scale, to consider the term of urban habitability. With all this, the neighborhood becomes the place where, beyond the buildings and public space, there is a story that encourages residents to live in community. It is a place where you learn citizenship valuing the sense of belonging, recognition of their own identity. From the conception of the human cities, in this article, we identify the elements that define the urban habitability through three concepts: the spatial, the environmental and the psychological applied to the study of our cities. Which will allow to establish parameters that act as frames of reference for rethinking of strategies of intervention in urban space within different contexts present in our cities.
Keywords: human cities, urban design, urban habitability.
INTRODUCCIÓN
Convertir nuestras ciudades, muchas veces anárquicas y desquiciadas en urbes amables, a la medida del hombre, es un reto para este siglo en donde la población mundial se concentra cada vez más en ellas. La apuesta requiere el desarrollo de investigaciones y proyectos que a partir de contextos específicos contribuyan a consolidar lugares donde se reúnan las personas buscando un bien común.
En este sentido, el presente artículo monográfico expone una propuesta metodológica que desde el concepto de “habitabilidad urbana” permita identificar esos elementos de análisis y diagnóstico sobre nuestros espacios urbanos y poder de esta forma desarrollar estrategias de intervención enfocadas a la humanización de nuestros espacios públicos, barrios y ciudades.
ANTECEDENTES TEÓRICOS
Sobre el concepto de ciudades humanas
El origen de las “ciudades humanas” surge como resultado de los principios del nuevo urbanismo, el cual estudia las condiciones óptimas para crear espacios públicos de calidad que contribuyan a la construcción de ciudades más orientadas al ser humano. La idea es lograr una ciudad en donde se pueda vivir de una manera más amena, más peatonal, más a la escala humana, es decir, devolver la identidad y habitabilidad a nuestras ciudades, haciéndolas más sostenibles.
Bajo la idea de que las soluciones físicas por sí solas no resolverán problemas sociales y económicos, pero tampoco puede sostenerse una economía saludable, una estabilidad comunitaria y un medio ambiente natural sin el respaldo de un marco físico coherente.
Los siguientes son los principios del urbanismo sustentable o nuevo urbanismo, los cuales se pueden aplicar desde un conjunto de edificios hasta toda una comunidad o ciudad (Asher, 2004; Hernández, 2008).
· Peatonalización de las ciudades: diseñar los espacios urbanos dando la preferencia a los peatones.
· Conectividad urbana: conectar los distintos puntos de la ciudad o zona, de tal manera que no genere tráfico, que se respete al peatón, que la comunicación sea más rápida y que se evite contaminación de la zona por tránsito de vehículos.
· Diversidad en el uso del suelo: diversidad de los espacios públicos en donde se manifiestan varias culturas, uso comercial, habitacional y diversas manifestaciones artísticas del lugar o región respecto al uso de suelo y tipología del edificio.
· Diversidad en materia de vivienda: variedad existente de la vivienda o morada, específicamente en el aspecto de su tipología, costo y construcción, e integradas en bloques y con una proximidad de unos con otros que conformen barrios y colonias, y que a su vez se distingan por determinado estilo arquitectónico.
· Calidad en arquitectura y diseño urbano: calidad que se manifiesta en belleza, confort y funcionalidad de los edificios y de conjunto que conforman el área urbana, zona o región en cuestión; que brinda además una identidad del lugar y de sus habitantes.
· Estructura tradicional de barrios y colonias: estructura que hace funcional las distintas zonas de una ciudad.
· Incremento en la densidad urbana: se refiere básicamente al aumento de la mancha urbana, de la infraestructura y del equipamiento que necesariamente ocupa mayor espacio en la ciudad o en sus alrededores.
· Transporte inteligente: hacer y promover el mejor uso del transporte público mediante nuevas tecnologías menos contaminantes y más eficaces de acuerdo con la conectividad en las ciudades.
· Sustentabilidad urbana: manejo apropiado de los recursos económicos disponibles, control y manejo de aire, suelo, agua, energía, materiales y desechos y amenazas de riesgo.
· Calidad de vida: todos los puntos anteriores tienen el objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, mediante la generación de lugares y espacios públicos sanos para gente sana.
Otras investigaciones que han influido sobre las ciudades humanas han sido el concepto desarrollado de “ciudades inteligentes” por Andres Duany; o la postura de Jan Gehl a través de su texto “La humanización del espacio urbano”.
Por un lado, Duany (2006) ha establecido que las bondades de una urbe no dependen sólo de la dotación de la misma en cuanto a infraestructuras físicas, servicios y apoyos institucionales, sino que en ello incide cada vez más la disponibilidad y calidad de las comunicaciones, así como de la transmisión del saber y la dotación en infraestructuras sociales.
Estas dos son decisivas respecto a la competitividad urbana y sus posibilidades de proporcionar una buena calidad de vida a sus ciudadanos. Sobre estas bases se ha construido el concepto de “ciudad inteligente” o “Smart city”, introducido como una herramienta para manejar y englobar factores característicos de una zona urbana moderna, para así poner en valor la importancia creciente del capital social y medioambiental.
La “ciudad inteligente”, a veces también llamada “ciudad eficiente”, se refiere a un tipo de desarrollo urbano basado en la sostenibilidad que es capaz de responder adecuadamente a las necesidades básicas de instituciones, empresas, y de los propios habitantes, tanto en el plano económico como en los aspectos operativos, sociales y ambientales. Una ciudad o complejo urbano podrá ser calificado de inteligente en la medida que las inversiones que se realicen en capital humano en aspectos sociales, en infraestructuras de energía, tecnologías de comunicación infraestructuras de transporte, contemplen y promuevan una calidad de vida elevada, un desarrollo económico-ambiental durable y sostenible.
Mientras que para Jan Gehl (2006), la ciudad es el lugar de encuentro por excelencia por lo que construir en condiciones de urbanidad implica mejorar la condición real, física y psicológica del habitante de un lugar que siente, que vale la pena que él se esfuerce (económica y físicamente) para mejorar su modo de vivir.
Jan Gehl señala que un espacio urbano es bueno cuando en él ocurren muchas cosas no indispensables, cuando la gente sale al espacio público como un fin en sí mismo, a disfrutarlo; donde necesitamos caminar, ver gente, estar con gente: donde la ciudad debe tener características que propicien ese contacto con otros.
La vida comunitaria es un proceso que se refuerza a sí mismo, donde diseñar edificios y espacios urbanos con las dimensiones humanas es crucial; ya que, la desintegración de los espacios públicos vivos y la gradual transformación de las calles en zonas monofuncionales contribuyen al desinterés y abandono de la ciudad.
Sobre la habitabilidad urbana
El hábitat puede entenderse como el conjunto de hechos geográficos que hacen referencia a la residencia de los individuos de una manera amplia y colectiva, como el hábitat urbano o rural. Para que un espacio cualquiera pueda considerarse habitable debe reunir condiciones físicas y ambientales acordes al tiempo y al espacio correspondiente, además de tomar en cuenta los factores sociales y culturales que determinan las expectativas de los habitantes. La arquitectura no es solamente el edificio, sino además “las interfaces que establecen su vínculo con las personas en un contexto dado, todos ellos interactuando para materializar un modo de vida”. Bajo esta perspectiva, la arquitectura es también el entorno inmediato en el que se relacionan los individuos (Valladares, 2011).
En este sentido, la habitabilidad debe estar presente en toda concepción de arquitectura, de no encontrarse como una categoría esencial en los espacios construidos para ser habitados por los individuos, no se considera ni se puede decirse que es arquitectura. Para Heidegger (1994), el habitar es el fin que preside todo construir: construir es propiamente habitar, el habitar es la manera como los mortales son en la tierra y el construir como el habitar se despliega en el construir que cuida, es decir, que cuida el crecimiento y en el construir se levanta edificios.
Las acciones y las relaciones de y entre los individuos siempre se producen en un determinado lugar (Norberg-Shulz, 1980), cuyas condiciones de uso, función, consistencia y significado lo hacen o no habitable.
La habitabilidad dentro de un sistema urbano sustentable sería una condición que articula al subsistema social y ecológico, que permite evaluar las condiciones del hábitat desde ambas perspectivas y que se inserta primordialmente dentro del eje de bienestar y equidad social del desarrollo sustentable. Salvador Rueda (1997) plantea la habitabilidad urbana a partir de cuatro grandes ámbitos o categorías.
Bienestar general de la persona, esto implica su bienestar interno (espiritual y psicológico) y el bienestar externo (cómo es su relación con el resto del conjunto social). Bienestar ambiental, que desde nuestro punto de vista, se refiere a la relación equilibrada con el medio físico (con todos sus elementos, bióticos y abióticos), la tercera categoría se refiere al bienestar psicosocial, este tipo de satisfacción es individual; por último, el bienestar socio-político, que se refiere a la participación social, seguridad personal y jurídica.
En suma, la habitabilidad es una categoría esencial del espacio habitable, llámese lugar o escenario, interior o exterior, de escala urbana o doméstica, que amalgama tanto lo físico como lo psicológico y social, y que no pierde de vista su interacción con los procesos medioambientales.
Forma una sola unidad conceptual, un topos habitable e integral que relaciona las condiciones físico-espaciales de la vivienda, los intercambios materiales, energéticos e informativos con su entorno y los factores físicos, biológicos e informativos con su entorno y los factores físicos, biológicos y psicosociales en que los individuos habitan. Así que puede ser estudiada por:
1. Las magnitudes físicas y las condiciones intrínsecas de los espacios habitables y/o habitados;
2. Las formas de apropiación que los habitantes desarrollan para estabilizar su proceso de interacción con el espacio habitado;
3. El esfuerzo y en su caso el impacto medioambiental que envuelve la satisfacción de las exigencias que implica el habitar.
4. El nivel de satisfacción de las necesidades fisiológicas, psicológicas, sociales y culturales de los individuos que el espacio habitable provee.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se puede entender la habitabilidad desde tres enfoques 1) el físico-espacial, ligado al construir y el habitar; 2) el relacionado con los procesos medioambientales, que ubica a la habitabilidad como factor decisivo en la determinación del desarrollo urbano sustentable y 3) el psico-espacial, la relación del individuo-entorno y la interacción entre ambos.

Enfoque físico-espacial
Ayuda a entender como durante la construcción del lugar de vida los habitantes elaboran una adecuación de los elementos físicos que lo configuran, directamente vinculados con la estructura de relaciones sociales que los congregan (Narváez, 2004). Por lo que la dimensión físico espacial se verá representada en dos aspectos: topo-social y eco-estético.
Grafmeyer (1994) identifica diferentes formas de integración topo-social:
· La integración socio-espacial: es la situación de grupos sociales particulares donde los miembros comparten creencias, poseen formas de actuar comunes. Se observa una homogeneidad en la población, una fuerte identificación en un pequeño territorio que reagrupa lo esencial de la sociabilidad de sus miembros. Una existencia centrada en el ambiente humano del barrio, donde el sitio habitado sirve de soporte a la coherencia y cohesión del grupo.
· La integración de la ciudad como proceso de asimilación: aquí se tiende hacer del otro un semejante, compartiendo los modelos culturales, encontrando su lugar en las actividades y participando en las instituciones, resulta una integración social y cultural a través de la experiencia urbana.
· La identidad y movilidad: la dimensión urbana en materia de integración se nutre a la vez de la diversidad de los orígenes y de las pertenencias, donde el ciclo de integración urbana puede ser considerado como un instrumento de ordenamiento de la diversidad de los actores socioeconómicos presentes en el territorio, sin que llegue a una fusión social y cultural.
Dicha integración es compleja en la medida en que comporta varios aspectos que están en ocasiones disociados (asimilación cultural, inserción económica y social, participación en la vida pública) pudiéndose definir trayectorias de inserción y trayectorias de exclusión.
· La ciudad como espacio de socialización: se refiere a las formas de estar juntos, a los modos de coexistencia, a la manera de entrar en relación social “la integración social se define por la calidad y frecuencia de las relaciones que se contraen en el seno de un grupo, así como por el grado de compromiso de sus miembros en las actividades comunes”.
Desde esta perspectiva, al abordar estas distintas escalas, la integración socio-espacial se puede concebir como el proceso de inserción urbana que nos lleva a procesos sociales como la asimilación, la amalgamación y la socialización.
Con respecto a lo eco-estético, este ámbito contribuye a entender la territorialidad, la morfología y su función sociocultural, donde todas las formas de la comunicación visual –desde las fachadas hasta los anuncios– determinan el comportamiento colectivo. Más allá del análisis de los estilos arquitectónicos en un cierto contexto espacial y cultural. Para Peter Krieger (2001), lo eco-estético permite diagnosticar cómo un código visual explica el cambio permanente de estructuras y funciones urbanas basados en los siguientes tópicos de estudio:
· La estructura urbana: comprende los estudios sobre el metabolismo urbano reconocible a través de planos y diagramas sobrepuestos al mapa de la ciudad donde se despliega una variedad de eventos estructurales, con densidades, dispersiones, fragmentaciones y vialidades. Tanto el uso del suelo como su tejido, generando la especificidad del sector analizado.
· La escenografía: trata la morfología y la sensibilidad visual en donde se percibe la riqueza y gran variedad de formas, aún irregulares y contrastantes. Al mismo tiempo, el análisis de los espacios indica una disolución en objetos arquitectónicos sueltos y una erosión de los usos públicos mezclados con una sobredosis de signos, que determinan distintos sectores de la ciudad.
· La percepción contextual: tratará de evaluar y adaptar como los signos materiales que constituyen un mundo simbólico, cuyas imaginaciones se preservan la memoria urbana. Depende del potencial estimulante del espacio, si los habitantes logran construir su propia narrativa urbana a través de la percepción; o si las superficies arquitectónicas son tan neutrales que la orientación socio-cultural del individuo se emancipa de los contextos espaciales.

Enfoque medio-ambiental
La relación hombre-entorno se manifiesta en tres ámbitos: físico, psicológico y sociocultural. El primero, como sitio donde habita; el psicológico, como relación que se establece a través de los sentidos y que le permite al hombre estar consciente de su existencia y su significado; mientras que el ámbito sociocultural, actúa en la conformación de una identidad individual y de grupo social.
En este sentido; en la relación hombre-medio ambiente, los procesos sensoriales desempeñan un papel fundamental. Los efectos y manifestaciones de los factores del medio físico y sus interacciones son recibidos a través de los sentidos como estímulos, produciendo sensaciones que son clasificadas e interpretadas según las características individuales y generales de las personas.
Estas apreciaciones perceptivas constituyen valoraciones que se expresan en forma de sensaciones de confort o disconfort.
Definir los parámetros que intervienen en la evaluación de las condiciones de confort ambiental, que incluye el confort desde el punto de vista visual, térmico, auditivo, odorífico y físico-social de un espacio en particular, es complejo debido a la multiplicidad de factores que interactúan, que se nutren las sensaciones percibidas por el ser humano.
Entre las variables relacionadas se señalan: el deslumbramiento y el nivel de iluminación que intervienen en el ambiente lumínico. Por otro lado, el asoleamiento, la temperatura del aire y radiante, la velocidad y dirección del viento inciden en el ambiente térmico. Influyen en el ambiente acústico, el volumen vehicular y peatonal, la distancia fuente-receptor, tipo de fuente, nivel de ruido y tipo de pavimento; mientras que en el ambiente geobiológico interviene la calidad del aire (De la Peña, 2010).
El medio ambiente no es únicamente un espacio neutro tiene una verdadera función, ya que es parte integrante del comportamiento humano. Hace referencia no solamente al espacio, sino a la historia del lugar, la cual está ligada a la historia de los individuos.

Enfoque psico-espacial
La experiencia humana es, en gran parte, tributaria del lugar en donde ocurre. Las sensaciones, los recuerdos y los sentimientos de nuestro pasado y presente están ligados a las experiencias que hemos tenido, y éstas se encuentran ligadas a los lugares alrededor de los cuales se desarrolla nuestra existencia. Nosotros somos los lugares en donde estuvimos: la experiencia humana está ligada a la experiencia espacial.
Es esta experiencia intuitiva la que define el enfoque de la Psicología espacial que se basa en el estudio de la relación del individuo con el medio ambiente dentro del cual evoluciona.
El medio ambiente no es un espacio neutro y excepto de valores, está culturalmente marcado en referencia a la dimensión temporal; el medio ambiente contiene significaciones que son parte integrante del funcionamiento cognitivo y comportamiento del individuo; el marco de vida en el cual los individuos viven y se desarrollan, procura de la identidad al individuo y lo sitúa tanto en el ámbito social como en lo económico y cultural.
En Psicología espacial, las nociones de espacio y de lugar son importantes, incluso centrales, porque permiten reconocer el nivel de control de los individuos sobre el medio.
Existen cuatro niveles de interacción del individuo con su medio (Moser, 2003).
· Micro-Ambiente. Espacio privado o individual: se trata de los lugares de los que tenemos el control total, importantes para el bienestar individual. Es el lugar de permanencia, de estabilidad (sentimiento de seguridad), en donde se desarrolla la vida privada. Se trata del espacio personalizado, delimitado por barreras físicas o simbólicas pero, sobre todo, protegido de la intrusión del otro. Si se trata de un lugar permanente que produce apegos, hablamos de territorios primarios, pero si se trata de un lugar transitorio, hablamos de territorios secundarios.
· Ambiente de proximidad. Espacio semi-público o semi-privado: es el espacio de proximidad, el espacio es compartido lo mismo que el control. El apego afectivo puede ser fuerte o no según si el espacio es hostil o no; de ser esto último, se producen inversiones afectivas si hay correspondencias, intereses, no solamente sobre el carácter físico (bello, confortable), sino social igualmente (existencia de lazos sociales).
· Macro-Ambiente. Espacio público: el control es mediatizado y sobre todo es delegado. Se trata de un agregado de individuos en un espacio común. La ciudad se convierte en el espacio de la variedad, de la diversidad de elecciones, de facilidad de encuentros. En consecuencia, las desviaciones son toleradas y surge entonces un sentimiento de vulnerabilidad, de inseguridad a causa de la delincuencia, de la contaminación y de la aglomeración.
Se desarrollaron investigaciones que enfocaron su estudio en el campo de la percepción medioambiental especialmente en la percepción de las personas en el ambiente urbano como condición de la habitabilidad.
Los primeros estudios tomaban en consideración la imagen ambiental. Estos resultados reincorporaron elementos relacionados con la experiencia de sentido de lugar y vivido, como experiencias asociadas con el ambiente urbano, el cual explora el modo en que las personas perciben los ambientes y experimentan los lugares. Unido al concepto de sentido de lugar emerge de forma paralela el fenómeno de no lugar y otros conceptos como: lugar inventado o reinventado, autenticidad y los valores de los espacios.
Lynch (1999) reflexionó primeramente en la legibilidad, donde realizó estudios sobre las orientaciones y desplazamientos (movilidad) de las personas dentro de la ciudad y más adelante puso especial énfasis en el tema de la imagen mental de la ciudad.
Mientras que Gordon Cullen (1974), parte de un planteamiento empírico que demuestre la importancia de que la ciudad tenga una forma reconocible para sus habitantes, en donde la arquitectura y el urbanismo conformen de manera recíproca un “paisaje urbano” que constituya un evento perceptivo; en el que la estructura física proporcione la consolidación comunitaria.
De tal suerte, el estudio de las experiencias perceptivas y de la convivencia social resultan determinantes en la planeación del lugar a través del examen de los recorridos y trayectos cotidianos de la gente.
Mientras que para Amos Rapoport (1978), el estudio de las experiencias perceptivas y de la convivencia social resulten determinantes en la planeación del lugar a través del examen de los recorridos y trayectos cotidianos de la gente, que demuestren la importancia de la ciudad como un espacio de coexistencias y diferencias, así como un lugar de segregación, pero también de placer, de sociabilidad y de libertad, un lugar de acceso a la igualdad.

Sobre los factores que inciden en la habitabilidad urbana
El habitante, en sus experiencias privadas y públicas en los espacios urbanos, se siente constantemente influido por los acontecimientos que tienen lugar en su entorno. Entre los factores que inciden en la habitabilidad urbana se encuentran la percepción y el comportamiento.
Con respecto a la percepción de un espacio, ésta no es única, sino fragmentaria y se extiende a lo largo del tiempo, dando lugar a una secuencia de sensaciones. Gracias a la memoria espacial, se pueden recordar percepciones espaciales anteriores y compararlas unas con otras. Además, es un hecho que la imagen mental que un individuo almacena en su memoria es lo que influye en su comportamiento y no directamente el entorno espacial.
Mientras que el comportamiento del individuo en el espacio urbano es definido por Lang (1987) como la “respuesta humana a los diferentes elementos del entorno espacial”.
Entre los factores susceptibles de influir en el comportamiento del individuo se han distinguido: los factores propios del habitante urbano, intrínsecos a su persona, basados en la experiencia y el conocimiento aprendido; y los factores propios del entorno espacial, percibido por el habitante. Identificados como factores extrínsecos.
a) Factores intrínsecos: comprenden las actitudes, las motivaciones, las emociones manifestadas por el individuo hacia un espacio determinado. Estos factores están basados, fundamentalmente, en experiencias pasadas almacenadas en la memoria espacial. Se distinguen (Bandura, 1986):
· Psicológicos: son los originados por la existencia de imágenes mentales que el peatón tiene de un cierto entorno. Estas imágenes mentales influyen en la naturaleza del movimiento y en la elección de un lugar, ya que enfatizan el grado afectivo de un entorno determinado.
· Culturales: propios del entorno cultural en el que está envuelto el individuo. Un comportamiento, sus costumbres y hábitos cotidianos.
· Personales: propios de las circunstancias personales que a lo largo de su vida va adquiriendo el individuo, como edad, ocupación, situación económica, etc.
b) Factores extrínsecos: están relacionados con el contexto tanto en el sentido físico como en el social.
· Físicos: engloban los elementos que configuran el entorno físico capaces de poder modificar el comportamiento del peatón, como la configuración del espacio, la proporción del mismo (relación ancho-alto), el acabado del pavimento, la ubicación de elementos singulares, las diferencias de nivel, la calidad arquitectónica del entorno, etc. Su influencia se manifiesta, principalmente, en el cambio de itinerario, una variación del ángulo de visión y una reducción de la velocidad de movimiento del habitante.
· Climáticos: las condiciones climatológicas influyen, sobre todo, en el uso del espacio público. En general, el cambio en el comportamiento del peatón se debe a la modificación del grado de confort humano (radiación solar, temperatura, viento, humedad, etc.), eligiendo otros lugares de permanencia, y del nivel de seguridad (hielo, lluvia, niebla, etc.).
· Sociales: engloban la influencia del contexto social sobre el individuo, es decir, las relaciones interpersonales.
· Ambientales: son fruto de los índices o niveles que contribuyen a aportar una mayor calidad a un entorno concreto como el nivel de seguridad, el nivel de tráfico, el nivel de contaminación, tanto atmosférica como acústica, etc. Su influencia en el comportamiento del habitante se manifiesta, sobre todo, en el mayor o menor uso del espacio urbano (Gehl, 2006).
· Tipológicos: son el grupo de factores relacionados con la tipología de los edificios que delimitan un espacio urbano; y cómo éstos propician la interacción entre el espacio público y el espacio privado.

A manera de conclusión
La consciencia de habitar ya no se centra solamente en la vivienda sino que se traslada a una siguiente escala, a la ciudad; de ahí que la intención de este artículo fue analizar qué elementos eran fundamentales para la comprensión de lo habitable en el espacio urbano y cómo resulta indispensable abordar la problemática de nuestras ciudades desde un enfoque integral que considere los aspectos psico-espaciales, medio-ambientales y físico-espaciales.
En este sentido, la habitabilidad urbana está relacionada con el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos, que depende de factores socio-económicos, tanto como de las condiciones ambientales y físico-espaciales. Entre otros aspectos podríamos mencionar las condiciones topológicas y eco-estéticas del entorno, los criterios en el uso de la tierra, la densidad de la población, la existencia de los equipamientos básicos, el acceso a los servicios públicos y al resto de las actividades propias de los sistemas urbanos, pero sobre todo la calidad de los espacios que se habitan, bajo la idea de que el hombre al ser un ser social vive en relación con otros y en relación a un entorno que le permita un pleno desarrollo individual y colectivo, es decir, dar un paso hacia la “humanización de las ciudades”.
La habitabilidad constituye una condicionante para el desarrollo de calidad de vida dentro del espacio urbano, donde la habitabilidad urbana está determinada por la relación y adecuación entre el hombre y su entorno y se refiere a cómo cada una de las escalas territoriales es evaluada, según su capacidad de satisfacer las necesidades humanas. Debe incluir, necesariamente, aspectos urbanos como la accesibilidad, movilidad, continuidad, permeabilidad, emplazamiento, espacio público; dotación de equipamiento y servicios, entre otros. Pero sobre todo, tiene que ver con las características y cualidades del espacio, entorno social y medio ambiente que contribuyen singularmente a dar a la gente una sensación de bienestar personal y colectivo e infunden la satisfacción de residir en un lugar determinado propiciando el sentido de pertenencia y de identidad.
Referencias
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