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HERMENÉUTICA Y ESTÉTICA DE RECEPCIÓN
Jana Pocrnja
Jana Pocrnja
HERMENÉUTICA Y ESTÉTICA DE RECEPCIÓN
HERMENEUTICS AND READER'S RESPONSE
Revista Legado de Arquitectura y Diseño, vol. 17, núm. 32, 2022
Universidad Autónoma del Estado de México
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Resumen: A través de este estudio se proponen y se muestran tres aspectos fundamentales de la hermenéutica: el aspecto productivo, es decir, la construcción/creación humana de sentido, sobre todo a través del lenguaje; el aspecto receptivo, entendido como la percepción o la actitud cuando se conoce algo, y el aspecto cultural e individual, que subyace al proceso hermenéutico, esto es, las condiciones que marcan la forma humana de razonar. Se trata de vislumbrar los fundamentos de la hermenéutica con su pregunta central: “¿qué hago cuando conozco?”.

En segundo lugar, se verá brevemente cuáles son los aspectos fundamentales de la estética de la recepción, la cual investiga lo que ocurre con el “lector” cuando “lee”,[1] pero, a diferencia de la hermenéutica, su foco está puesto sobre la obra literaria. Primero, tendremos presente cuáles son los aspectos diferenciadores de una obra literaria en comparación con el discurso para después mostrar cuál es la plusvalía de la estética de recepción.

El presente estudio será un estudio diacrónico-descriptivo y crítico. Se trata de proponer y explicar cómo la estética de la recepción tiene el potencial de entrenar la capacidad imaginativa necesaria para el proceso hermenéutico.

Palabras clave: entendimiento, estética, hermenéutica, interpretación, lectura.

Abstract: This study will show tree fundamental aspects of Hermeneutics: the productive aspect, in other words, the human construction/creation of meaning (mostly through language); the receptive aspects (the perception or the mental attitude when something is perceived) and the underlying cultural and individual aspects in the hermeneutic process, which are the conditions that are shaping our way of reasoning. The fundaments of Hermeneutics will be made visible with its main question: “what do I do when I understand/perceive?”.

Secondly, the fundamental aspects of the reader’s response theory will be shown, which also investigates what happens with “the reader” in the process of reading (the term “reader” is used in a broader sense), but contrary to Hermeneutics, its focus it the literary piece. First, the distinctive aspects of a literary piece (in comparison to discourse) will shortly be explained, in order to show how the reader’s response has the potential to train the imaginative capacity that is necessary for the hermeneutic process.

Keywords: understanding, reader’s response theory, hermeneutics, interpretation, reading.

Carátula del artículo

HERMENÉUTICA Y ESTÉTICA DE RECEPCIÓN

HERMENEUTICS AND READER'S RESPONSE

Jana Pocrnja
Universidad de Viena, Austria
Revista Legado de Arquitectura y Diseño, vol. 17, núm. 32, 2022
Universidad Autónoma del Estado de México

Recepción: 19 Mayo 2021

Aprobación: 06 Septiembre 2021

INTRODUCCIÓN

A través de este estudio se proponen y se muestran tres aspectos fundamentales de la hermenéutica: el aspecto productivo, es decir, la construcción/creación humana de sentido, una creación a través de la cual se construye todo un mundo y en la que el lenguaje se presenta como uno de sus instrumentos principales. El aspecto receptivo, entendido como la percepción o la actitud cuando se conoce algo y cómo esta actitud influye la creación de sentido. El aspecto cultural e individual, que subyace al proceso hermenéutico, esto es, condiciones que marcan nuestra forma de razonar. Se mostrará el contexto socio-cultural y el horizonte propio del individuo que influye tanto en el aspecto productivo como en el aspecto receptivo. Se trata de vislumbrar los fundamentos de la hermenéutica con su pregunta central: qué hago cuando conozco?”.

En segundo lugar, se verá brevemente cuáles son los aspectos de la estética de la recepción, la cual investiga también lo que ocurre con “el lector” cuando “lee”,[2] pero, a diferencia de la hermenéutica, su foco está puesto sobre la obra literaria. Se explicará brevemente cuáles son los aspectos diferenciadores de una obra literaria en comparación con el discurso y, por consiguiente, cuál es la plusvalía de la estética de recepción. Si ambas, tanto la estética de la recepción como la hermenéutica, obviamente piden la capacidad imaginativa, se trata de proponer y explicar cómo la estética de la recepción tiene el potencial de entrenar la capacidad imaginativa necesaria para el proceso hermenéutico.

METODOLOGÍA

El presente estudio es un estudio diacrónico-descriptivo y crítico. Se muestra la perspectiva histórica de la hermenéutica y el análisis de teorías clásicas. Más que los métodos particulares, se presentan los fundamentos de la hermenéutica, porque, por más que puedan variar los conceptos y los métodos, un análisis de los fundamentos relevantes de la hermeneútica parece inevitable (Sichler, 2020:141) para vislumbrar la necesidad de entender cómo el individuo entiende y para mostrar cómo el trabajo con textos literarios tiene el potencial de entrenar la capacidad imaginativa en este sentido.

DEFINICIONES-HERMÉNEUTICA

La palabra hermenéutica significa el arte de declarar, traducir, interpretar. El término griego ermeneía significa decir pensamientos, pero “decir” no significa aquí mera enunciación, sino al trabajo de trasmitir y explicar lo dicho; es decir, a su interpretación y explicación (Ficara, 2015: 10). La hermenéutica o por la así llamada razón hermenéutica se opone a modelos de racionalidad que culminan en una visión absoluta o totalizadora, como la razón cientificista o la razón dialéctica. La hermenéutica estudia el proceso del ser humano en su conocimiento de la realidad: –el conocer la realidad está ligado a la manera a través de la cual se conoce. Para Heidegger en Ser y Tiempo, hermenéutica significa “la tentativa de determinar lo que es la interpretación a partir de lo que es hermenéutico”, elaborando que “lo hermenéutico” es un proceso continuo: “la cuestión [de lo que es lo hermenéutico] es enigmática y tal vez ni siquiera se trate de una cuestión [Sache]” (Heidegger, 1990: 90). El sentido hermenéutico, de transmitir, explicar, interpretar, ha venido invadiendo campos muy diversos de la investigación que, además, han destacado su relevancia. En este sentido, Gadamer afirma que “el fenómeno de la comprensión y de la correcta interpretación de lo comprendido no es sólo un problema específico de las ciencias del espíritu… el problema de la hermenéutica va más allá de las fronteras impuestas por el concepto del método de la ciencia moderna” (Grodin, 2002: 6). Existe, por ejemplo, la hermeneutica objetiva en las ciencias sociales, lo que es una metodología de las ciencias de la experiencia de un mundo estructurado por sentidos (Garz/Raven, 2020: 580).

La hermenéutica ha llegado a ser considerada como un aspecto universal de la filosofía más que ser un método de las humanidades. En particular, a partir de Heidegger, la influencia de la posición teórica en el pensamiento filosófico tradicional pierde su peso. El fenómeno de la comprensión no se ve ya como un método, sino que se considera que la filosofía es propiamente hermenéutica. Por lo tanto, el quehacer filosófico se entiende como una “construcción y diseño de los propios vértigos, abismos, nudos, mundos y trapecios de la existencia” (Velázquez, 2002: 58). No hay criterio absoluto de evidencia, no hay pura y objetiva mirada teórica, sino una radical finitud e historicidad de todo esfuerzo cognoscitivo que hay que tener en cuenta. “Hermeneutics is not primarily a matter of a technique for reading earlier sources, but rather of a way in which those sources consititute and question the reader and interpreter” (Pickstock, 2020: 718). Así pues, la hermenéutica encuentra una interpretación que disuelve un encubrimiento. La filosofía es sacar a luz, descubrir lo que estaba encubierto:

La red en la cual nuestra existencia está presa o prensada, es un conjunto de códices y de mensajes que, en lenguaje –diversidad de niveles y modeles– es transmisible y comunicable porque interpretable, hermeneutizable (…). La filosofía, entonces, posiblemente rehace la movilidad interpretativa de los embrollos de lo transmitido, de lo dado, de lo sido, de lo entregado en mensajes, códices y significados de experiencias históricas; permitiéndonos vivir su indisoluble continuidad en movimiento. El quehacer filosófico se constituye y funda como apertura continua de existencia en condiciones y dicciones de un no saber… (Velázquez, 2002: 60).

No hay absoluta naturaleza conceptual y abstracta en filosofía. El carácter íntimo del pensar es ser siempre interpretación: “(…) sense´is made by human beings interacting with each other” (O’Keeffe, 2020: 43). Interpretar radica en el corazón del comprender: no es técnica externa, sino que pensar es interpretar. Se trata de subrayar el carácter simbólico de las construcciones humanas de realidad. De esta manera, la filosofía es una reflexión hermeneutizadora:

La filosofía señala el espacio sembrado y cultivado por caminos y horizontes trazados por aquel cultivo, no marca fronteras abstractas y definitivas. Marca el terreno de un con-saberse que en su acontecerse se realiza como principio unitario y comunitario, no único de racionalidad e inteligibilidad de hechos implicados con la historicidad de individuos de carne y hueso (Velázquez, 2002: 68).

ASPECTO PRODUCTIVO
LENGUAJE-MUNDO

Hans Georg Gadamer veía en el lenguaje el medio principal para la tarea hermenéutica. Afirmaba que el lenguaje es el centro en el cual el yo y el mundo se unifican: “el lenguaje es el medio universal en el que se realiza la comprensión” (Gadamer, 1977: 467). Ahora bien, el lenguaje no puede considerarse un fenómeno fijo, estático y “natural”, sino que es más bien una “mundificación del hombre, es una mostración sígnica, articulada, organizada, sistematizada, sonora o no” (Velázquez, 2002: 27). El hombre no solo se expresa y no solo comprende a través del lenguaje, sino que también construye un cierto “mundo” a través del lenguaje. Manuel Velázquez Mejía elabora la idea de que el lenguaje nos presenta un hombre reubicado o redefinido por un cierto modelo socio-estructural, atrapado en y por el lenguaje, un lenguaje que apalabra y expresa este modelo. Es decir, el hombre construye el lenguaje del mismo modo que el lenguaje le construye a él. Justamente por eso, uno de los objetivos de la hermenéutica consiste en explicar, vislumbrar, entender las condiciones y el contexto bajo los cuales se construye este “mundo”:

Etimológicamente, el origen de la hermenéutica viene del griego hermeneutikós que significa interpretación. La hermenéutica en general se entiende como ‘la pretensión de explicar las relaciones existentes entre un hecho y el contexto en el que acontece’ (Grodin, 2002: 1).

Debido a que ha sido marcado por su lenguaje, el individuo ya parte de un presupuesto que no es natural sino construido: “La comprensión del hombre por el hombre no es intuitiva e inmediata, nos es dada en un x modelo de dicción” (Velázquez, 2002: 28). “El leguaje configura el pensamiento, articula la realidad, correlaciona discursos y denominaciones” (Velázquez, 2002: 77). El lenguaje es el reflejo de la capacidad humana fecunda en crear, expresar, correlacionar y, por ende, construir todo un mundo conceptual. El trabajo de la hermenéutica hace posible entrever este mundo construido: “Sentido es el horizonte del proyecto, estructurado por el haber-previo, la manera previa de ver y la manera de entender previa, horizonte desde el cual algo se hace comprensible en cuanto algo” (Heidegger, 1997:151).

Sin embargo, se trata de una capacidad humana limitada:

Todo hablar humano es finito en el sentido de que en él yace la infinitud de un sentido por desplegar e interpretar. Por eso tampoco el fenómeno hermenéutico puede ilustrarse si no es desde esta constitución fundamentalmente finita del ser, que desde sus cimientos está construida lingüísticamente (Gadamer, 1977: 549).

LECTURA

Toda realidad se da en forma de expresión, explicación, desciframiento, y la lectura, en su sentido más amplio, expresa, explica, descifra; es decir, la lectura forma una realidad. El sujeto, leyendo el mundo, también lo crea, crea una nueva realidad constantemente. Lo mismo ocurre con la lectura de textos. Desentrañar significará co-participar y dar vida a un texto, una vida que se da con un horizonte abierto. Es lo aún no dicho que quiere expresarse a través del que comprende, es una creación: “Acto significante y significativo de toda lectura-crítica es el escuchar: recibir en la palabra –huella suficiente, pero no exhaustiva–, la presencia de lo dicho; pero, al mismo tiempo y por esto, la presencia-ausencia de lo aún no dicho” (Velázquez, 2002: 50).

Descifrar un texto es una tarea creativa, pero también dinámica:

(...) si el texto, ley o mensaje de salvación, ha de ser entendido adecuadamente, esto es, de acuerdo con las pretensiones que él mismo mantiene, debe ser comprendido en cada momento y en cada situación concreta de una manera nueva y distinta. Comprender es siempre también aplicar (Gadamer, 1977: 380).

El que quiere comprender un texto realiza siempre un proyectar. Tan pronto como aparece en el texto un primer sentido, el intérprete proyecta enseguida un sentido del todo. Naturalmente que el sentido solo se manifiesta porque ya uno lee el texto desde determinadas expectativas relacionadas a su vez con algún sentido determinado. La comprensión de lo que pone en el texto consiste precisamente en la elaboración de este proyecto previo, que por supuesto tiene que ir siendo constantemente revisado en base a lo que vaya resultando conforme se avanza en la penetración del sentido (Gadamer, 1977: 133).

ASPECTO RECEPTIVO

Es el ser humano como ser finito que trabaja con sentidos por interpretar infinitos. Para poder cumplir esa tarea, el trabajo del hermeneuta consiste, entre otros, en desarrollar ciertas virtudes para poder vislumbrar, entrever, entender el fenómeno en su contexto, su historia, sus condiciones: “Hermeneuein es aquel hacer presente que lleva al conocimiento en la medida que es capaz de prestar oído a un mensaje” (Heidegger, 1990: 110). También Schleiermacher, quien fue considerado el padre de la hermenéutica, afirmaba que “todo acto de comprender es la inversión del acto de hablar, en tanto debe llegar a la conciencia qué pensamiento subyace a lo que se dice” (citado en Grodin, 2002: 46). Es la virtud de escuchar, observar, permitir que se despliegue, de “hacer ver desde sí mismo aquello que se muestra, y hacerlo ver tal como se muestra desde sí mismo” (Heidegger, 1997: 34). Este acercamiento fenomenológico permite entender, comprender, “captar” un fenómeno, pero no como una verdad absoluta porque existe en su forma superficial, sino que permite deconstruir todo lo que ha llevado a su creación:

(…) primera, constante y última tarea [de la interpretación] consiste en no dejar que el haber previo, la manera previa de ver y la manera de entender previa le sean dados por simples ocurrencias y opiniones populares, sino en asegurarse el carácter científico del tema mediante la elaboración de esa estructura de prioridad a partir de las cosas mismas (Heidegger, 1997: 153).

Comprender significa abrirse a lo otro, crear espacio para lo otro en sí mismo, acercarse a lo desconocido. Una comprensión del fenómeno por comprender significa captar el significado en el sentido literal de la palabra “captar” (begreifen), hacerlo propio en el momento de comprensión:

Según la tradición hermenéutica, la comprensión del significado se lleva a cabo en tres fases: intelección, explicación y aplicación. Pues bien, éstas se cumplen cabalmente en cualquier experiencia educativa, porque se aprende algo cuando se capta su significado y no cuando se recibe pasivamente una información. Las cosas adquieren sentido cuando se hacen propias y el sujeto se pone en condiciones de aplicarlas (García, 2012: 106).

Hacer las cosas propias significa adaptarlas al propio horizonte. En consecuencia, las cosas se cambian cuando se capta su sentido, su vida es un continuo movimiento, que, sin embargo, no afecta su esencia. A la par, estas cosas pueden crecer cuando son entendidas, o, como observa Schleiermacher, “entender el discurso primero tal como lo comprende su autor y luego incluso mejor que este” (citado en Grodin, 2002: 46).

Abrirse a lo otro para comprender implica, por supuesto, un dialogismo, puesto que comprender es un juego dinámico entre dos horizontes:

Comprender es siempre el proceso de fusión de estos presuntos 'horizontes para sí mismos'. (...) La fusión tiene lugar constantemente en el dominio de la tradición, pues en ella lo viejo y lo nuevo crecen siempre juntos hacia una validez llena de vida, sin que lo uno ni lo otro lleguen a destacarse explícitamente por sí mismos (Gadamer, 1977: 376s).

ASPECTO CULTURAL E INDIVIDUAL - CONDICIONES DE NUESTRO RAZONAR

El lenguaje también “pretexta al hombre como sujeto y/o protesta un supuesto objeto” (Velázquez, 2002: 27). Eso significa que, a través del lenguaje, la forma de razonar es marcada por unas ciertas condiciones. En el trabajo hermenéutico, de entender cómo se entiende es necesario preguntar: ¿en qué consisten las condiciones de dicción y la práctica de la crítica? ¿Cuál es el espacio y horizonte que preanuncian, pre-dicen una pre-comprensión? Si la tarea de la hermenéutica consiste en explicar las condiciones de ésta, no existe una forma “pura” de razonar, como explica Manuel Velázquez Mejía, dudando de la existencia de criterios definitivos capaces de regular la pureza de las formalidades: “no poseemos los a priori de la crítica” (Velázquez, 2002: 40). O, como lo observa Catherine Pickstock: “Even one’s most fundamental human circumstances have to be read, and there is no absolute constraint arising either from given things, from other subjects or from one’s own subjective situation” (Pickstock, 2020: 727). De esta forma, una manera completamente objetiva de razonar no es posible: “El criticar-juzgar, actuación del pensar existe como movimiento-proceso de las cosas no dadas aún jamás definitivamente” (Velázquez, 2002: 41). El proceder crítico es un inter-rogar, un poner preguntas a las cosas, fenómenos, hechos… más bien que pretender y pre-entender su exhaustividad y agotamiento: “La objetividad de los hechos, fenómenos, cosas, la pensamos como la energía real vertida en preguntas y respuestas que desde hechos, cosas, fenómenos surgen de hecho” (Velázquez, 2002: 44).

No existe la posibilidad de desarrollar un aparato metódico que sea aplicable a cualquier texto para llegar a la significación “correcta”; no hay proceso de la comprensión que pueda servir como tal método. Por ende, la tarea de la hermenéutica no es desarrollar un proceso de la comprensión, sino de explicar, comprender, entender las condiciones de ésta. Este proceso, que recorre el ser humano para conocer la realidad, ya ha sido largamente estudiado en la obra Verdad y Método de Gadamer en la cual subraya que el conocimiento está ligado al método a través del cual se busca, lo que es la naturaleza del proceso de comprensión:

El objetivo de su gran obra es mostrar cómo la experiencia de la verdad no se agota en el horizonte del saber definido por el método de la ciencia. El método como tal, no garantiza el acceso a la verdad. Se dan experiencias extra-metódicas de la verdad especialmente en los tres ámbitos paradigmáticos del arte, de la historia y del lenguaje. Contra la comprensión esteticista del arte y la reconstrucción historicista de la historia. Gadamer intenta mostrar qué acontece efectivamente en la experiencia del arte y de la historia y cómo se vinculan dichas experiencias a la totalidad de nuestras experiencias de mundo (Almarza, 2005: 198).

El conocimiento está asentado sobre unas tradiciones y prácticas sociales, y no hay acontecimientos propiamente humanos en abstracto “porque el conocimiento está asentado sobre unas tradiciones y prácticas sociales dado que el espacio, el tiempo, el lenguaje, la cultura… son los horizontes de la existencia humana” (García, 2012: 104). Por lo tanto, el objeto central de la hermenéutica es el de “explicar lo que ocurre en esta operación humana fundamental del comprender interpretativo: este se nos aparece ahora como una experiencia antropológica, es decir, como experimento de realidad” (Grodin, 2002: 82).

ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN

El lector está atrapado en su propio horizonte y la obra ha sido creada dentro de un contexto socio-cultural con un horizonte propio del autor. El comprender es un juego dinámico entre estos dos lados presuntamente opuestos. El entender es una continua creación de sentido. Ahora bien, estos aspectos ya han sido constatados por la hermenéutica. En la tarea de entender cómo se entiende, la estética de la recepción investiga también lo que ocurre con el lector cuando lee, pero, a diferencia de la hermenéutica, cómo ya se ha observado, su atención está puesta en la obra literaria.

La obra literaria se distingue de otras formas de textos sobre todo en su falta de querer “decir algo”. La historia se construye como un gran símbolo y, como tal, ofrece abundantes interpretaciones, entre las que ninguna es absoluta: “el texto es un potencial de efectos, que sólo es posible actualizar en el proceso de la lectura” (Iser, 1987:11).

Es conocida la concepción de Roman Jakobson, según la cual la obra literaria es un “mensaje” o un complejo acto de lenguaje, un discurso. Sin embargo, la diferencia entre comunicación literaria y comunicación lingüística, o la diferencia entre la naturaleza de la significación literaria y la significación de oraciones y discursos, es, de acuerdo con Félix Martínez Bonati, radical:

Oraciones y discursos tienen significación lograda, si son lógicamente consistentes e inequívocos en su efecto inmediato; además su significación es primordialmente conceptual, aunque ella se subordine a una eficacia pragmática. La significación de la obra literaria se constituye con materiales oracionales (entre otros), pero no es una conceptualidad consistente, sino una experiencia, en parte onírica, ambigua, informulable, como es informulable la experiencia de la totalidad de nuestra vida (Martínez Bonati, 1995: 162).

Es decir, la decodificación de la obra literaria tiene otra manera de funcionar: el acceso a este tipo de texto es más bien una experiencia literaria y no un “intercambio conceptual” o “un efecto pragmático inequívoco e inmediato”, sino que es un “vivir más allá y más acá del discurso lingüístico, tanto como en él mismo” (Martínez Bonati, 1995: 162). El autor explica en su análisis por qué una obra literaria no puede concebirse como discurso ni su significación como aserto proposicional; es decir, por qué el modelo hermenéutico que ve la obra literaria como mensaje o discurso se disuelve cuando se aplica a varias obras literarias:

(…) la obra literaria aparece como dotada de una pluralidad (…) de simultáneas funciones y significaciones, algunas retórico-emocionales, otras cognoscitivas. La persistente concepción analógica de la obra literaria que la ve como acto de discurso (…) es, por eso, un modelo del todo inadecuado. Sugiere éste que la obra tiene un significado (referencia, tesis) y un propósito (retórico o ideológico). Más exacto es que las obras suelen tener no sólo varias funciones y referencias simultáneas, sino que pueden ser verdaderas o falsas en varios sentidos al mismo tiempo (Martínez Bonati, 1995: 204-205).

Pero, como lo observa David S. Miall: “This is not to overlook whatever communicative purposes the poetic text possesses (…) but to note that the communicative aim unfolds in the background and may be subsidiary” (Miall, 2018:117). Este tipo de construcción de textos ofrece más apertura, tiene más potencial de efectos en el lector. Es lo que Wolfgang Iser llama “efecto estético”, el verdadero fin de la obra literaria, y esa dimensión intuitiva tiene que afectar al lector:

[las estructuras de lenguaje] no cumplen su función en el texto, sino sólo cuando afectan al lector. [El texto] a la vez es estructura del lenguaje y estructura afectiva. El aspecto verbal guía la reacción e impide su inconcreción; el aspecto afectivo es el cumplimiento de lo que estaba preestructurado en el lenguaje del texto (Iser, 1987: 45).

El texto escrito impone ciertos límites a sus implicaciones no escritas para impedir que se vuelvan poco claras, pero al mismo tiempo estas implicaciones, cuando se construyen por la imaginación del lector, otorgan mucha más significación a la obra de la que parecía poseer por sí misma. Esta surgente virtualidad de la obra da luz a su naturaleza dinámica y esto, a su vez, es la condición para los efectos de la obra. El lector pone la obra en marcha y este proceso resulta en el despertar del movimiento dentro de sí mismo (Iser, 2011: 81), porque lo imaginario no es un potencial que se activa por sí mismo, sino que necesita ser movilizado por un elemento externo, ya sea el sujeto, la conciencia, la psique o lo socio-histórico, etc. (Iser, 1996: 290).

El sentido es la totalidad de referencia implicada en los aspectos del texto que debe constituirse en la lectura. Significado es la asunción del sentido por el lector en su existencia. Sentido y significado garantizan conjuntamente, pues, la acción operativa de una experiencia que consiste en que en una determinada manera yo soy constituido en la constitución misma de una realidad extraña (Iser, 1987: 240).

El acto de leer despliega el carácter inherentemente dinámico de la obra literaria. En este proceso, que desafía activamente la capacidad imaginativa del lector, el:

(…) sentido no se encuentra en un punto aislado de esta continuidad, sino en todo su trayecto. De este modo, el propio sentido posee un carácter temporal, (...) la articulación temporal del texto [...] condicionada por el punto de vista móvil, no opera su dispersión en el recuerdo que se difumina ni en la expectativa arbitraria, sino en su síntesis (Iser, 1987: 237).

Wolfgang Iser argumenta que, al leer, se siente que cualquier efecto confirmativo –lo que se espera de textos expositivos– es un defecto en un texto literario, ya que cuanto más un texto individualiza o confirma una expectativa inicialmente provocada, tanto más el individuo se da cuenta de su fin didáctico, por lo que lo mejor que podemos hacer es aceptar o rechazar la tesis que se nos impone (Iser, 2011: 82). En su naturaleza de no querer “decir algo”, la obra literaria se convierte en un lugar donde se muestran mundos posibles, mostrando la arbitrariedad del nuestro; es un lugar que no solo desvela horizontes, sino que los abre, los crea en el lector: “No es la realidad lo que es ‘problemático’ en su ser, ni tampoco nuestro sentido de ella, sino la validez de las concepciones humanas” (Martínez Bonati, 1995: 174). La ficción literaria lleva al lector a un lugar de apertura, a una abundancia de verdades legítimas y también de métodos en el trabajo de interpretación: “(…) la idea de la existencia de una variedad de significaciones y de formas de ‘verdad’, en una y la misma obra literaria, nos parece hoy inevitable, en especial si consideramos la pluralidad de los métodos exegéticos que pueden legítimamente ejercerse sobre los textos” (Martínez Bonati, 1995: 204).

CONCLUSIONES

Para concluir, se trata de producir una crisis general de todas las realidades e idealidades a las que se hace referencia a fin de hacer posible la revelación consciente de su propia naturaleza interpretativa. El trabajo con textos litearios y su recepción ofrece mucho potencial para esta tarea. En otras palabras, la naturaleza de este tipo de textos ofrece un gran potencial para el despliegue libre del proceso interpretativo y para un alejamiento del sujeto de la idea de la interpretación correcta y de la significación unívoca. Es decir, la hermenéutica, la tarea de entender cómo entendemos, dirige la mirada del investigador hacia la manera humana de razonar y entender y hacia el contexto del que habla y del que entiende. Entre tanto, la literatura lleva todo esto a una explosión para abrir horizontes nuevos, entrenándonos de esta forma para la tarea hermenéutica. En efecto, esta ausencia de “querer decir algo” de los textos literarios nos ejercita para entender mejor cuando “se dice algo”: descubrir, crear, redescubrir y recrear varias verdades amplía el horizonte, y, de esa forma, la literatura se convierte en un playground para aprender leer el mundo.

Material suplementario
FUENTES DE CONSULTA
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García Amilburo, M. (2012), Filosofía de la educación. Cuestiones de hoy y siempre, Narcea, Madrid.
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Velázquez Mejía, M. (2002), Hermenéutica, filosofía, genealogía, Universidad Autónoma del Estado de México, México.
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