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Editorial
Editorial
Quebracho - Revista de Ciencias Forestales, vol. 28, núm. 1, pp. 3-4, 2020
Universidad Nacional de Santiago del Estero

Publicación: 01 Diciembre 2020
Pandemia y bosques
El año 2020 sin duda quedará para la historia de la Humanidad por haber sido víctima de una pandemia causada por un Coronavirus. Conocido mundialmente por su denominación genérica: “coronavirus”, su nombre preciso es mucho más complejo: SARS-CoV-2. Esta sigla significa “Síndrome Respiratorio Severo Agudo Coronavirus 2” (Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus 2). A esto se le suma que el nombre del virus es diferente del nombre que se le dio a la patología que causa en las personas. A ésta se la llama “COVID-19”.
Los bosques y la ciencia no estuvieron exentos de ello. En un informe recientemente publicado por The Nature Conservancy (TNC) se plantea que “No podremos tener sociedades sanas y prósperas si no protegemos a los sistemas naturales de los que dependen. Para lograr esto a largo plazo, necesitamos un cambio transformador sobre cómo valoramos la naturaleza en nuestras economías, pero esto no pasará de la noche a la mañana. Entretanto, debemos aumentar la cantidad que gastamos en proteger la naturaleza para frenar y detener la pérdida de biodiversidad”.
Este año, además de los efectos del COVID-19 hemos contado con la acción del fuego en bosques de muchas partes de Argentina. Los esfuerzos de los bomberos y de los forestales que apoyan las acciones relacionadas al control de fuego, fueron denodados para luchar contra él. Se perdieron recursos naturales y animales de varias especies, así también la biodiversidad y otros servicios ecosistémicos se vieron afectados por los efectos del fuego.
En todo el planeta (y Argentina no escapa a esta situación) la biodiversidad está sufriendo un declive pronunciado y de largo plazo, impulsado en gran medida por el comportamiento humano. La Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Políticas sobre Biodiversidad y Servicios Ambientales de las Naciones Unidas (IPBES, por sus siglas en inglés) advirtió, recientemente, que estamos explotando la naturaleza con mayor rapidez de la que ella necesita para renovarse. Si no cambiamos el curso, hasta un millón de especies conocidas podrían desaparecer antes de 2050, con terribles consecuencias para la salud planetaria.
Ahora bien, ¿qué relación tienen los bosques y su biodiversidad con la pandemia?
Según el nuevo reporte del IPBES, durante este 2020, entre 540.000 y 850.000 virus desconocidos en la naturaleza aún podrían infectar a las personas. Se pronostican pandemias más frecuentes, mortales y costosas. Los impactos económicos actuales son 100 veces más altos que el costo estimado en prevención. Expertos proponen crear un Consejo Intergubernamental para la Prevención de Pandemias, abordar los factores de riesgo, incluida la deforestación y el comercio de vida silvestre, y proponer impuestos a las actividades de alto riesgo pandémico.
En ese contexto se debe aportar a las acciones planteadas por el IPBES desde herramientas de manejo forestal que ayuden a mitigar o prevenir estos impactos pronosticados por este organismo.
El riesgo de pandemias puede disminuir significativamente si se reducen las actividades humanas que impulsan la pérdida de biodiversidad asociada principalmente a la deforestación, mediante una mayor conservación de las áreas protegidas y medidas que reduzcan la explotación insostenible de las regiones de alta biodiversidad. Esto reducirá el contacto entre la vida silvestre, el ganado y los humanos, y ayudará a prevenir la propagación de nuevas enfermedades, dice el informe. Cuando se habla de reducir el contacto entre la vida silvestre se hace referencia al contacto de riesgo con animales identificados como potencialmente transmisores del virus.
Argentina cuenta con grandes masas forestales donde, existen alternativas de manejo que pueden contribuir, en reducir los riesgos de propagación de enfermedades transmitidas por animales. Una de las formas es realizando manejo del bosque con la incorporación del ganado asociado al mismo y por el otro es manteniendo la cobertura de bosques nativos y de vegetación asociado a él, de manera que se mantengan los servicios ecosistémicos de soporte y provisión que permiten mantener refugios de la diversidad animal.
También, las acciones para prevenir la propagación del virus y generar escenarios aptos para una nueva pandemia consisten en promover cambios para reducir los tipos de consumo y hábitos del mismo, disminuir la expansión agrícola globalizada y comercio que han dado lugar a pandemias. Esto podría incluir impuestos o gravámenes sobre el consumo de carne, la producción ganadera y otras formas de actividades de alto riesgo pandémico. Informes que relacionan la pandemia con las condiciones ambientales proponen reducir los riesgos de enfermedades zoonóticas en el comercio internacional de vida silvestre a través de una nueva asociación intergubernamental de “salud y comercio”, como así también, reducir o eliminar especies de alto riesgo de enfermedades del comercio local de vida silvestre, y mejorar la aplicación de las leyes en todos los aspectos del comercio ilegal de vida silvestre.
No debemos dejar de valorar la participación y el conocimiento de los pueblos indígenas y las comunidades locales en los programas de prevención de pandemias, para lograr una mayor seguridad alimentaria y reducir el consumo de especies silvestres, sugiere también el informe.
Por último, es necesario además mejorar nuestro entendimiento de la relación entre la degradación de ecosistemas, restauración de los mismos, la estructura del paisaje y la salud de los ecosistemas, en general, y el riesgo de aparición de enfermedades y posibles pandemias.
En este período, las revistas científicas en el ámbito internacional se han visto con abundantes artículos con urgencias de ser publicados. La revista científica Quebracho recibió una cantidad mayor a la habitual de artículos para someterse al proceso de evaluación y posterior publicación.
El trabajo en equipo mantenido durante este tiempo demostró eficiencia, compromiso y organización, como lo ha venido sosteniendo desde que se inició la revista, y ahora ante situaciones inesperadas como ésta.
Si cuidamos nuestros ecosistemas y nuestros bosques nos cuidamos todos.