Resumen:
Con el fin de evaluar el estado sanitario de poblaciones de camarón blanco Litopenaeus vannamei cultivadas en granjas asentadas en el estuario del río Chone (Ecuador), fueron analizados mediante patología en fresco 193 especímenes procedentes de cinco granjas, por su cercanía al mar, ubicadas, la primera a 0°37’16” S y 80°24’10” O; la segunda a 0°37’53” S y 80°23’05” O; la tercera a 0°39’17” S y 80°21’51” O; la cuarta a 0°41’19” S y 80°18’22” O; y la quinta a 0°41’10” S y 80°16’45” O. Las dos primeras granjas presentaron a lo largo del año salinidades mayores a 30 g/L, la tercera entre 16 y 32 g/L (según la temporada lluviosa) e inferiores a 10 g/L las otras dos. La evaluación se realizó de octubre de 2014 a abril de 2015 comprendiendo las temporadas seca y lluviosa. Se observó predominio de enfermedad de branquias principalmente por infestación de epicomensales como el protozoario Zoothamnium sp., bacterias filamentosas y necrosis de lamelas. Aunque a nivel de hepatopáncreas se detectaron dos casos de infección con Baculovirus penaei su prevalencia alcanzó apenas el 1%. En cambio, predominaron animales con deficiencias de lípidos y túbulos deformes, probablemente como consecuencia de la alta prevalencia de gregarinas que superó el 55%. Se concluyó que los patógenos más frecuentes correspondieron a epicomensales a nivel de branquias y gregarinas a nivel del tracto digestivo, información importante para el manejo exitoso de las poblaciones cultivadas en la zona.
Palabras clave:ProtozoariosProtozoarios,ZoothamniumZoothamnium,Baculovirus penaeiBaculovirus penaei,gregarinasgregarinas,Río ChoneRío Chone,EcuadorEcuador.
Abstract:
In order to assess the health status of white shrimps (L. vannamei) populations cultured in settled farms in the estuary Chone river (Ecuador), 193 specimens from five farms were collected and analyzed by fresh pathology. The farms were located (according to the sea proximity) the first at 0° 37' 16 " S and 80°24'10" W; the second at 0°37'53" S and 80°23'05" W; the third at 0°39’17” S and 80°21’51” W; the fourth at 0°41'19" S and 80°18'22" W; and the fifth at 0°41’10" S and 80°16'45" W. Salinities throughout the year were greater than 30 g/L the first two, between 16 and 32 g/L (depending on the rainy season) the third, and less than 10 g/L the remaining two. The evaluation was conducted from October 2014 to April 2015 corresponding to the dry and rainy seasons. The results indicate the prevalence of disease mainly gill infestation epicommensals as the protozoan Zoothamnium sp., filamentous bacteria and necrosis of lamellae. Although level hepatopancreas two cases of infection with Baculovirus penaei detected the observed prevalence reached only 1%. Instead, they prevailed animals deficient and deformed lipid tubules, probably due to the high prevalence of detected gregarines that exceeded 55%. It was concluded that at gills level epicomensals protozoans were the most common pathogens and at the digestive tract level were gregarines the most common pathogens, important information for the successful management of cultivated populations in the area.
Keywords: Protozoans, Zoothamnium, Baculovirus penaei, gregarines, Rio Chone, Ecuador.
Evaluación patológica de Litopenaeus vannamei cultivados en granjas ubicadas en el estuario del Río Chone (Ecuador)
Pathology review of Litopenaeus vannamei cultured in farms located in the estuary of the River Chone (Ecuador)

El estuario del río Chone está formado por la confluencia de los ríos Chone y Carrizal, con longitud aproximada de 25 km, caudal medio de 38 m./s. Recibe el aporte de afluentes de invierno ubicados en sus márgenes. La parte más ancha se encuentra entre las parroquias Leonidas Plaza y Salinas de los cantones Sucre y San Vicente (Figura 1). La zona, que se encuentra sedimentada debido a las lluvias ocurridas durante el fenómeno del niño de 1997 – 1998 (Coello, 2006), tiene clima tropical seco con precipitaciones menores a 500 mm anuales y temperatura media de 25 °C.

En Ecuador más del 95% de la acuicultura se basa en L. vannamei(FAO, 2008). Siendo una de las cuatro especies identificadas de camarones peneidos que pueden ser capturadas por los pescadores artesanales en el estuario del río Chone (Lavayen y Torres, 2007).
La camaronicultura en Ecuador tiene sus inicios en 1968, en Santa Rosa, provincia de El Oro, cuando un grupo de empresarios locales dedicados a la agricultura empezaron la actividad al observar que en pequeños estanques cercanos a los estuarios crecía el camarón. Para 1974 se contaba con alrededor de 600 hectáreas de cultivo. Actividad que se expandió exponencialmente en la década de los 70 en las provincias de El Oro y Guayas dada la disponibilidad de salitrales y abundancia de postlarvas, haciendo de esta actividad un negocio rentable. Esta expansión ocurrió de forma sostenida hasta mediados de la década de 1990, dando lugar al surgimiento de empacadoras, laboratorios de larvas, fábricas de alimento y demás industrias productoras de insumos para la actividad (FAO, 2008).
La llegada de la enfermedad de la mancha blanca a principios de 1999 afectó sensiblemente la actividad en todo el Ecuador (Calderón, 2002). Además de esta enfermedad de tipo viral, la cría de camarones es afectada por otras enfermedades a causa de virus, hongos, bacterias y protozoarios, siendo el análisis de patología en fresco la herramienta básica de todo productor en el diagnóstico y detección de enfermedades, con el fin de aplicar los correctivos pertinentes y evitar serias pérdidas durante el ciclo de cultivo (Prasertsri y cols., 2009;Morales y Cuéllar, 2014).
Partiendo de lo anterior, se colectaron camarones procedentes de cinco granjas asentadas en el estuario, las cuales debido a su ubicación con respecto al mar presentaban niveles de salinidad altos (> 30 g/L), variable (de 16 a 32 g/L) o bajos (< 10 g/L). Los camarones colectados fueron diseccionados para hacer análisis de patología en fresco y así determinar la prevalencia de enfermedades o de agentes patógenos y la posibilidad de que estuvieran condicionados a los niveles de salinidad del sitio de origen.
Las muestras fueron obtenidas de cinco granjas por su cercanía al mar, ubicadas, la primera a 0°37’16” S y 80°24’10” O; la segunda a 0°37’53” S y 80°23’05” O; la tercera a 0°39’17” S y 80°21’51” O; la cuarta a 0°41’19” S y 80°18’22” O; y la quinta a 0°41’10” S y 80°16’45” O; caracterizadas por presentar a lo largo del año salinidades mayores a 30 g/L las dos primeras, entre 16 y 32 g/L (dependiendo de la temporada lluviosa) la tercera, e inferiores a 10 g/L las dos granjas restantes (Figura 2).

De cada granja se obtuvieron muestras de 40 camarones, a razón de 10 camarones por piscina y se transportaron confinados en bolsas plásticas llenadas a 10 litros de agua de la misma piscina, a temperatura ambiente.
El tiempo de traslado al laboratorio de bioensayos del campus universitario en ningún caso excedió los 30 minutos, lo que favoreció que al final del periodo de estudio solo siete animales llegasen muertos al laboratorio.
La obtención de los animales fue indistinta del tamaño de la piscina.
Los animales capturados no presentaban signos externos de enfermedad como por ejemplo coloración rojiza del músculo o de los apéndices, ni ampollas en los urópodos, lesiones de exoesqueleto o deformaciones, y en ningún caso se observaron sobrevolando las piscinas aves pescadoras como garzas y gaviotas que hacen su aparición cuando ocurren eventos patológicos, pues los camarones enfermos y moribundos son presa de fácil captura.
El peso de los animales no determinó que fueran incluidos o excluidos de las muestras capturadas, en su lugar se tuvo en cuenta que tuvieran de seis a ocho semanas de cultivo, considerando que en la mayoría de lugares la duración del cultivo es de doce semanas.
El número de animales capturados se limitó a diez por piscina, teniendo en cuenta que en muchas granjas los monitoreos de patología en fresco se realizan con cinco animales escogidos al azar, indistintamente de la densidad o población cultivada
Para el análisis de patología en fresco se trabajó exclusivamente con los animales que llegaron vivos a laboratorio, que en total sumaron 193 especímenes.
Con la ayuda de tijeras y pinzas de disección se extrajeron muestras de branquias, hepatopáncreas, intestino y heces, se prepararon montajes en fresco y se observaron con un microscopio binocular Leica Galen III. con oculares de 10X/18 mm, empleando los objetivos de 4, 10 y 40X, con el fin de determinar anomalías en los tejidos respectivos, y cuantificar la presencia de organismos patógenos.
En la preparación de los montajes se empleó agua de las mismas piscinas de donde provenían los camarones, como aditivo para humedecer las muestras de branquias, intestinos y heces, evitando su deterioro por exponerlas a líquidos de concentración iónica diferente (agua destilada, suero fisiológico…) a la del agua de origen. No fue necesario humedecer las muestras cuando se trataba de montajes de hepatopáncreas.
Para dar un valor numérico cualitativo del grado de severidad de la infección, infestación y síndrome, las observaciones se reportaron de acuerdo a las tablas de referencia citadas en la guía técnica de patología e inmunología por Cuéllar-Ángel (2014). Esta información fue registrada en hojas de cálculo teniendo en cuenta:
Para branquias: suciedad a causa de detritus o materia orgánica, necrosis de lamelas, presencia de protozoarios, presencia de nematodos, presencia de bacterias filamentosas, presencia de hongos.
Para hepatopáncreas: porcentaje de lípidos y coloración, presencia de cuerpos de inclusión viral de Baculovirus penaei, presencia de túbulos necróticos o melanizados, presencia de túbulos deformes o con descamación y presencia de nódulos hemocíticos.
Para intestino y heces: presencia de nematodos, de gregarinas, o de cuerpos de inclusión viral de B. penaei.
Los datos se agruparon en función de las anomalías y/o patógenos observados, la salinidad presentada en las piscinas (alta si era mayor a 30 g/L, media si oscilaba entre 11 y 29 g/L y baja si estaba en 10 o menos g/L) al momento de la captura de los animales y la cantidad de afectados.
La salinidad fue determinada empleando un salinómetro refractómetro compensado BiomarineTM con un rango de medición de 0 a 100 ± 0,1 g/L. Las salinidades determinadas se categorizaron como alta (mayores a 32 g/L), media (16 g/L) y baja (menos de 10 g/L).
A partir de esta tabla se aplicó la fórmula empleada por Morales-Covarrubias y cols. (2011) en su estudio acerca de la prevalencia de enfermedades de L. vannamei cultivados en ocho regiones de Latinoamérica.

En total se diseccionaron 193 camarones, 89 procedentes de piscinas que al momento de la captura presentaban 10 o menos g/L de salinidad (salinidad baja), 49 de piscinas con salinidad de 16 g/L (salinidad media) y 55 de piscinas con salinidad mayor a 30 g/L (salinidad alta).

La Tabla 1 presenta los tipos de afección, infestación y/o síndrome y grados de severidad determinados a partir del análisis de patología en fresco a muestras de branquias.
Se observó en 67 camarones suciedad de branquias en grados I, II y IV, equivalente al 35% de la muestra. Esta afección se observó en el 51% de los camarones de piscinas con baja salinidad, en el 29% procedentes de salinidad media, y en el 15% de los procedentes de salinidad alta.
El 56% de los camarones diseccionados presentaron necrosis de branquias en grados I, II, III y IV de severidad. Esta afección se observó en el 27% de los camarones procedentes de piscinas con baja salinidad, en el 69% de los procedentes de piscinas con salinidad media y en el 91% de los procedentes de piscinas de alta salinidad.
Las bacterias filamentosas fueron observadas en el 7% del total de las muestras, 15% en las muestras procedentes de piscinas de baja salinidad y 7% en las muestras procedentes de piscinas con salinidad alta. No se observó infestación de estas bacterias en las muestras de piscinas con salinidad media.
El 0,5% de la muestra total presentó infestación de nematodos en grado I de severidad, equivalente al 1% de la muestra procedente de piscinas con baja salinidad.
El 60% de la muestra total presentó infestación por protozoarios en grados I y/o II para Acineta, Ascophrys y Epistylis, y en grados I, II y III para Zoothamnium. La infestación por Zoothamnium se manifestó en el 43% de todas las muestras, predominando en el 40% de los camarones de piscinas de baja salinidad, el 39% en las muestras de salinidad intermedia, y del 53% a salinidad alta. Epistylis se presentó en el 10% de todas las muestras, Ascophrys en el 4% y Acineta en el 3%.
En la Tabla 2 se presentan los conteos de animales que presentaron diversas afecciones a nivel de los túbulos del hepatopáncreas. 42 de los 193 camarones muestreados presentaron niveles de lípidos de hepatopáncreas inferiores al 70%, siendo esta manifestación del 16% en los camarones procedentes de piscinas de baja salinidad, 12% en los camarones de piscinas con salinidad media y 9% en los procedentes de piscinas con alta salinidad.
El 1% de los animales procedentes de piscinas de baja salinidad presentó cuerpos de inclusión viral de Baculovirus penaei.
Se observó deformidad de túbulos del hepatopáncreas en grado I en el 9% de la muestra total. En los animales de piscinas procedentes de piscinas a baja salinidad esta anomalía se manifestó en el 11% de los animales, mientras a salinidad intermedia se manifestó en el 12% de los animales, y en un 2% en los animales de piscinas a salinidad alta.
El 1% de los animales procedentes de piscinas con baja salinidad presentó descamación de los túbulos del hepatopáncreas.
La Tabla 3 presenta los resultados de las observaciones de intestinos y heces de los 193 camarones diseccionados para el estudio.
El 8% de los animales muestreados presentaron infestación de nematodos en grado I de severidad. Esta infestación fue del 15% en los camarones procedentes de granjas con salinidad baja y del 8% en los camarones procedentes de piscinas de salinidad media.
Un camarón, equivalente al 2% de los animales procedentes de granjas de salinidad media presentó cuerpos de inclusión viral de Baculovirus penaei en grado I de severidad.
El 56% de los camarones muestreados presentaron gregarinas del género Nematopsis en grados I, II y III. En las muestras procedentes de piscinas de salinidad baja fue del 61%, en las procedentes de salinidad media del 55% y en las muestras de los camarones procedentes de piscinas con salinidad alta fue del 49%.


En la Tabla 4 se detalla el número de animales procedentes de piscinas de salinidad baja, media y alta que presentaron afecciones simultáneas o interacciones de agentes patógenos y lesiones de branquias, hepatopáncreas e intestinos.
A nivel de branquias se encontró:
Branquias sucias y bacterias filamentosas en el 10% de los camarones procedentes de piscinas de baja salinidad y en el 5% de camarones de piscinas de alta salinidad.
Branquias sucias y necrosis de lamelas en el 20% de los animales procedentes de piscinas de salinidad baja, en el 18% de los procedentes de piscinas de salinidad media y en el 11% de los de piscinas de salinidad alta.
Branquias sucias y protozoarios en el 31% de los camarones procedentes de piscinas de salinidad baja, 8% en los de salinidad media y 11% en los de salinidad alta.
A nivel de hepatopáncreas se encontró que:
El 9% de la muestra de animales procedentes de piscinas con baja salinidad presentaba túbulos deformes y bajo nivel de lípidos.
El 1% de la muestra de camarones de piscinas a baja salinidad, el 10% de los de salinidad media y el 2% en los de alta salinidad presentaban túbulos deformes y gregarinas.
A nivel de intestino se observó:
Interacción de gregarinas con lesiones degenerativas (descamación) del tejido hepatopancreático en el 1% de la muestra de camarones de piscinas de baja salinidad.
Interacción de gregarinas con bajos niveles de lípidos en hepatopáncreas a un porcentaje del 20% en los camarones de piscinas de baja salinidad, del 12% a salinidad media y del 7% en los camarones que procedían de piscinas con salinidad alta.

La Tabla 5 presenta el resumen de las observaciones realizadas a nivel de branquias, hepatopáncreas e intestinos, refiriéndose al número de animales con afección o presencia de patógeno indistintamente del grado de afección. Con esta información se determinaron niveles de prevalencia de enfermedad y/o patógenos (Tabla 6).
Los resultados encontrados indicaron que para el período del estudio en las piscinas muestreadas existió un 56% de prevalencia de necrosis de branquias en los camarones del estudio. Esta prevalencia determinada, considerando la salinidad de origen de los animales y la cantidad de animales colectados a tales salinidades fue del 91% para los camarones de piscinas con salinidad alta, 61% para camarones de piscinas con salinidad media y 27 para camarones de piscinas con salinidad baja.
En el caso de las bacterias filamentosas, estas prevalecieron en un 9% siendo mayor para los camarones de piscinas de aguas de baja salinidad donde se determinó un 15% y en alta salinidad un 7%.
Los protozoarios Zoothamnium y Epistylis prevalecieron respectivamente en un 44 y 10% respectivamente, indistintamente de la salinidad. En los animales de piscinas de baja salinidad la prevalencia fue del 40% para Zoothamnium y 15% para Epistylis, a salinidad media Zoothamnium prevaleció a un 39% y un 53% a salinidad alta. En el caso de Epistylis no existió prevalencia a salinidad media, no así a alta salinidad donde se determinó un 11% de prevalencia.
A nivel de hepatopáncreas el virus Baculovirus penaei presentó una prevalencia de aproximadamente el 1%.
La prevalencia de animales con niveles bajos de lípidos fue del 22%, siendo para los camarones de aguas de baja salinidad del 35%, del 12% para los de piscinas de salinidad media y del 9% para los de piscinas de salinidad alta.
La prevalencia de animales con túbulos de hepatopáncreas deformes fue del 9%, para todas las muestras; para los camarones procedentes de piscinas de baja salinidad fue del 11%, del 12% para los camarones procedentes de piscinas de salinidad media y de apenas el 2% para los camarones de piscinas de salinidad alta.
A nivel de intestinos se observó una prevalencia de nematodos del 9%, siendo más alta en los camarones procedentes de piscinas de salinidad baja y media, donde se determinaron el 15% y 8% respectivamente, mientras en salinidad alta no se observó prevalencia.

Se determinó un 2% de prevalencia de Baculovirus penaei a nivel de intestinos en camarones de piscinas a 16 g/L de salinidad.
Las gregarinas presentaron una prevalencia del 56% indistintamente de la salinidad de las piscinas de donde se obtuvieron las muestras. En las piscinas de baja salinidad se determinó un 61% de prevalencia, un 55% en las piscinas de salinidad media y un 49% en las piscinas de salinidad alta.

Los resultados determinados en el presente estudio indican, para las poblaciones de cultivo de Litopenaeus vannamei, que una de las afecciones más comunes es la enfermedad de branquias, debido probablemente a la acumulación de materia orgánica en el fondo de los estanques de cultivo, lo cual desencadena procesos de infestación por parte de bacterias filamentosas y protozoarios, condicionando la aparición de lesiones necrotizadas como lo indican Olivas y cols. (2010) y Morales-Covarrubias y cols. (2011). Esta enfermedad ha sido descrita y documentada por Cuéllar-Ángel (2014) como la enfermedad de branquias, quien además aclara, que se trata de organismos que utilizan las branquias como un sustrato de adhesión, es decir, epicomensales que no causan daños directos a los camarones, sin embargo, su proliferación disminuye la funcionalidad de las branquias. En este estudio se observó que la prevalencia de esta enfermedad debido a protozoarios del género Zoothamnium fue mayor al 39%.
A nivel de hepatopáncreas los resultados indican que los camarones presentan anormalidades en cuanto al contenido de lípidos y rugosidad de túbulos hepatopancreáticos. Esta situación indica una clara relación entre la presencia de gregarinas y el estado de los hepatopáncreas, incluyendo la descamación o degeneración de los tejidos internos de este órgano, como lo describen Morales-Covarrubias y Gómez-Gil (2014) quienes indican que la afección general de los animales por parte de gregarinas puede dar lugar a una reducción del contenido de lípidos y deterioro significativo de la luz de los túbulos hepatopancreáticos.
La enfermedad de hepatopáncreas ha sido descrita por Morales–Covarrubias y cols. (2011) y Morales-Covarrubias y Gómez-Gil (2014) entre otros. Esta enfermedad está asociada a bacterias del género Vibrio y bacterias intracelulares que ocasionan procesos necróticos en los túbulos del hepatopáncreas disminuyendo su funcionalidad, además de producir toxinas que destruyen los tejidos provocando disfuncionalidad del órgano en sí, como son el síndrome de la mortalidad temprana del camarón (EMS, por sus siglas en inglés) o enfermedad de la necrosis aguda del hepatopáncreas (AHPND, por sus siglas en inglés) y la hepatopancreatitis necrotizante (NHP, por sus siglas en inglés).
Aunque este estudio no incluyó análisis microbiológicos e histológicos que permitieran descartar o aceptar que las afecciones de hepatopáncreas estuvieran relacionadas con bacterias, y considerando que las gregarinas producen serias lesiones al tejido intestinal que facilitan procesos de septicemia bacteriana, que en el hepatopáncreas producen engrosamiento de las paredes de los túbulos, escasez de lípidos, deformidad de los túbulos, necrosis, melanización y aparición de nódulos hemocíticos, como lo describe Morales-Covarrubias y Gómez-Gill (2014), se anota que la presencia de gregarinas incidió en la prevalencia de camarones con anormalidades en el hepatopáncreas.
De otro lado, si bien se observaron casos con necrosis de túbulos y casos con presencia de cuerpos de inclusión viral de Baculovirus penaei (BP), la prevalencia fue del 1%. Rubio y Silveira (2012) describen a BP como un virus enzoótico de peneidos silvestres de las Américas y Hawai que normalmente no causan mortalidad elevada en formas juveniles o adultas infectadas, pero provocan disminución del crecimiento, reducción de la supervivencia en los estanques de producción o los de engorde y cosechas pobres en poblaciones infectadas de forma persistente con el virus. Contrastando con lo descrito, la observación de cuerpos de inclusión viral se dio en camarones de color y tamaño que denotaban un buen estado sanitario y de alimentación.
Lo observado en este estudio llevaría a pensar que en la población se estaba iniciando una infección tardía de BP. Cuando esto ocurre el camarón no manifiesta sintomatología y puede ser erróneamente incluido en programas de gestión de reproductores y juveniles para la acuicultura. Este argumento se soporta en Guevara y Alfaro (2012) quienes reportan la introducción de patógenos al Perú a través de postlarvas importadas para la acuicultura, cuya infección se atribuye a hembras portadoras del virus que al ser seleccionadas para programas de reproducción contaminan a través de sus heces los huevos que darán lugar a postlarvas infectadas.
Las parasitosis en camarones de cultivo han sido ampliamente descritas por autores como Morales-Covarrubias y cols. (2011). Adicionalmente en estudios como el publicado por Aguado (2013) quien encontró camarones silvestres capturados en el delta del río Orinoco (Venezuela) niveles de infestación leve a moderada por Nematopsis sp.
En este estudio se observó que camarones procedentes de piscinas de baja y media salinidad presentaban nematodos a nivel del intestino. Esto se explicaría en el ciclo de vida de los mismos (Freire, 2001;Cuéllar-Ángel, 2014), que requieren de hospedadores intermedios como peces que pueden ingresar a las piscinas durante el llenado y los recambios de agua. A estas salinidades el pez chame (Dormitator latiforms) y la tilapia (Tilapia nilotica) hacen parte de la fauna acompañante de los cultivos, siendo capturados para consumo interno de las personas de las granjas.
La prevalencia de gregarinas fue igual o mayor al 55% en todos los casos, lo que en un estanque de cultivo denota manejo inapropiado de la preparación del suelo y del llenado de la piscina (Moreno y cols., 2006). Además, constituyen parásitos que afectan sensiblemente los camarones predisponiéndolos a infecciones sistémicas, de hepatopáncreas y virales, así como una disminución de la producción (Guzmán-Sáenz y cols., 2014), lo cual explicaría la relación entre animales con presencia de gregarinas y bajos niveles de lípidos encontrados en el presente trabajo.
El hallazgo de nematodos en branquias, solamente en camarones provenientes de piscinas de baja salinidad no niega la posibilidad de que pudieran haberse encontrado a salinidades mayores, debido a que este grupo comprende organismo de vida libre, que proliferan en ambientes ricos en materia orgánica (Ramón de Lara y cols., 2003) como es el caso del suelo de piscinas camaroneras o branquias de camarones con acumulación de suciedad o detritus, lo cual fue observado en este estudio.
Con excepción a la presencia de nematodos intestinales en camarones provenientes de piscinas de salinidad baja y salinidad media, se observa al parecer que este parámetro fisicoquímico, a nivel de branquias y hepatopáncreas, y de infestación intestinal por gregarinas no incide en la condición patológica de Litopenaeus vannamei cultivados en las granjas ubicadas en el río Chone.







