Reseña

Pablo Alabarces, Historia mínima del fútbol en América Látina (México: Colegio de México, 2018)

Alejandro Santistevan Gutti
Centro de Investigación y Docencia Económica de México, México

Pablo Alabarces, Historia mínima del fútbol en América Látina (México: Colegio de México, 2018)

e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, vol. 20, núm. 77, 2021

Universidad de Buenos Aires

Recepción: 05 Octubre 2020

Aprobación: 02 Noviembre 2020

Cuerpo del artículo

Es difícil imaginar una voz más autorizada y erudita que el sociólogo argentino Pablo Alabarces para escribir una síntesis histórica sobre el fútbol en nuestro continente. Su trabajo en las últimas tres décadas ha estado centrado en los cruces entre cultura popular y cultura nacional en Argentina y en la sociología de la violencia en el fútbol. Aunque sus textos anteriores no eran propiamente de historia del fútbol, esta Historia mínima le permite a Alabarces condensar una extendida y diversa red de contactos intelectuales, lecturas de fuentes primarias y de trabajos académicos sobre el fútbol latinoamericano. El libro tiene una virtud innegable: logra reunir una cantidad de datos, anécdotas y procesos históricos que de otro modo estarían desperdigados y serían de difícil acceso.

Las Historias Mínimas que edita el Colegio de México pretenden facilitar el acceso del público no académico a explicaciones históricas complejas pero escritas de manera sencilla y atractiva1. El libro de Alabarces combina la narración de las leyendas fundacionales de cada fútbol nacional con una interpretación sociológica e histórica del tránsito de un deporte de gentlemans y extranjeros a ser el deporte más popular en la mayoría de la región. Aunque sea un libro orientado a la difusión de ideas, la escasez de obras de gran envergadura en el campo de la historia del fútbol latinoamericano y la profundidad analítica con la que escribe Alabarces nos permiten tratarlo también como un aporte novedoso para la historiografía académica.

El libro inicia con una introducción que vale la pena no saltarse. En ella el autor presenta una convincente crítica a la historiografía sobre el fútbol escrita por anglosajones que suele proponer una lectura eurocéntrica y difusionista de la historia del fútbol y que lee los procesos históricos desde el exotismo tropical y desde el exitismo deportivo, es decir solo centrándose en Argentina, Brasil y Uruguay. Alabarces va a contracorriente e historiza los procesos que construyeron-o imaginaron- los estilos futbolísticos y las historias de cada fútbol nacional desde las fuentes locales y la historia política y social de cada país.

En los primeros dos capítulos Alabarces coloca la llegada del fútbol a América Latina a la cuenca del Atlántico en la década de 1880 en el marco de la consolidación del mercado mundial y la intensificación del comercio con los ingleses. El juego fue importado por europeos, casi siempre británicos de clase media y alta, que cuando se afincaron en Latinoamérica empezaron a practicar el deporte y a enseñarlo en escuelas y clubes dentro de un espíritu higienista y disciplinador. A pesar de que la llegada del deporte es parte de la hegemonía cultural inglesa, el juego se construyó con autonomía alrededor del mundo y llegó rápidamente a todas las capas de la sociedad.

Alabarces narra en los siguientes capítulos, por casi cien páginas ricas en detalles y anécdotas, las historias fundacionales de casi todos los países del continente. El primer lugar donde llega el fútbol, naturalmente mirar hacia el atlántico y estar inundada de capitales británicos, fue Argentina. Rápidamente se extendió por el continente a manos de europeos y también de miembros de las élites locales con contacto con el sistema educativa británico. En el caso peruano, por ejemplo, fue un tal Alexander Garland, que, en un viaje de estudios a Inglaterra, consiguió una pelota de fútbol y la llevó de regreso a Perú. La Guerra del Pacífico contra Chile (1879-1883) postergó el inicio del fútbol en el Perú hasta 1899; año donde se registran los primeros juegos entre una tripulación de ingleses y un núcleo de futbolistas ingleses que jugaban en el antiguo Lima Cricket Club. El origen del fútbol latinoamericano, entonces, está siempre en una escuela o un club social británico en las dos últimas décadas del XIX, pero rápidamente circula y hacia 1900 se empiezan a fundar clubes criollos como el Alianza Lima (1901), Racing (1903) o el Nacional (1899) uruguayo que dominarían rápidamente el fútbol de sus países a pesar de no tener ingleses en su fundación ni en sus equipos. En pocos años, los ingleses habían perdido control de su juego y eran derrotados por los equipos locales.

De todos los casos quedan algunas cosas claras: el fútbol fue traído por individuos de la élite como una actividad física-deportiva y un juego aficionado entre caballeros sin salarios de por medio. En ningún caso, aclara el autor, hay pruebas de una transmisión obrero-obrero del fútbol ni documentación sobre míticos juegos entre marineros ingleses y marineros del Callao o algún otro puerto latinoamericano. Tampoco hay una imposición imperialista en sentido estricto, en estos primeros años todavía no hay intención de que el fútbol se vuelva un deporte de los locales. Lo que sí señala Alabarces es que solo podemos entender el nacimiento de los deportes en América Latina, el beisbol y el fútbol, en el marco de la expansión del poder imperial de EE. UU. y Gran Bretaña.

La segunda sección del libro llamada “Las Invenciones” va del capítulo segundo al onceavo y constituye un catálogo de las historias fundacionales del fútbol de casi todos los países de la región. Especialmente importante es que Alabarces se dedique a países que no estaban articulados a la historia general del fútbol como Paraguay, Bolivia o los países “peloteros” centroamericanos donde el fútbol compite con el beisbol. Aunque la abundancia en información dura, y muchas veces plana por la falta de investigaciones profundas y críticas puede resultar tediosa, estos capítulos constituyen una inmejorable, hasta el momento, fuente de información dura sobre el fútbol que puede llevar a nuevas reflexiones y rutas de investigación.

En la tercera parte del libro, del capítulo 12 hacia el final, Alabarces se aparta de la narración y la compilación histórica para recuperar los hilos analíticos que corren a lo largo del libro. Uno de ellos es el tránsito del fútbol de los clubes ingleses a ser un deporte de masas. A pesar del espíritu disciplinador que tuvo en su origen, el fútbol permitía también liberar pulsiones indisciplinadas y subvertir el orden jerárquico de la sociedad derrotando a los maestros y patrones. Estos elementos se suman a la simpleza del juego, apenas se necesita un espacio para simular una pelota y dos porterías, para explicar por qué se hizo tan popular. Esta popularización era vista como “plebeyizante” e irritaba a los jugadores británicos que fueron relegados en calidad, fuerza y estilo de juego.

Un elemento central de esta plebeyización fue el pedido de profesionalizarse y cobrar salarios de muchos jugadores latinoamericanos entre 1920 y 1950. Cuando el fútbol ya empezaba a llevar a miles a los estadios, hacia 1920, y por lo tanto a convertirse en un negocio, los jugadores exigían recibir compensaciones en forma de salario y ya no de dádivas soterradas. Las asociaciones de fútbol, no obstante, eran espacios todavía controlados por las élites que creían en los valores del amauterismo y el fair play. El fútbol que se jugaba para ese entonces era dominado por hombres rudos que de no estar jugando fútbol estarían trabajando para ganarse el pan. Esto causó una tensión trasnacional en la década de 1930, motivada por lo que equipos como el Colo Colo chileno y otros habían visto en sus giras por el ya profesional fútbol europeo, que fue el origen de varios cismas en las asociaciones de fútbol y de la agudización de las contradicciones de clase en el fútbol. En algunos casos como el uruguayo y el argentino, el estado intervino para resolver el asunto y regular el fútbol, en otros como el brasilero, el acuerdo llegó porque los jugadores populares eran imprescindibles y empezaban a convertirse en los héroes que llenaban estadios y ocupaban primeras planas.

Además de la popularización del fútbol, Alabarces estudia también su nacionalización y cómo el fútbol se interceptaba con discursos sobre la raza y la nación. Antes que dar por verdaderos los “estilos” de jugar al fútbol basados en explicaciones genéticas o míticas, Alabarces analiza cómo el estado de bienestar del batllismo uruguayo o cómo el varguismo brasilero convirtió en oficial el fútbol-arte practicado por jugadores populares y afrobrasileños. Así, la “garra charrúa” o el supuesto estilo porteño de jugar al fútbol no explican los triunfos sino más bien son objetos del análisis del autor que los trata como discursos situados histórica y políticamente.

Una de las virtudes de Alabarces en esta sección es que cruza el análisis del juego y sus protagonistas con otros agentes que también le dieron forma al fenómeno nacional que es el fútbol durante el S. XX. Por ejemplo, Alabarces se detiene a analizar el papel del locutor radial colombiano Carlos Arturo Rueda en la nacionalización del fútbol y cómo sus trasmisiones generaron un sentido de comunidad y pertenencia que en un país fragmentado o también la mención al periodista brasilero Mario Filho y sus ideas sobre la posibilidad de que el fútbol sea el vehículo para una democracia racial en Brasil. Cuando se dio el Maracanazo en 1950 y los insultos racistas contra el portero Moacir Barbosa proliferaron, fue evidente que la democracia racial a través del fútbol era más fácil de declarar que de comprobar.

Alabarces, hacia el final del libro, entra en un terreno muy complicado y al que le dedica muy poco espacio considerando las repercusiones que tiene: la relación entre fútbol y política. El sociólogo argentino niega tajantemente que el fútbol sea una versión contemporánea del “opio del pueblo” que aliena y distrae a las masas de “lo importante”. Sugerentemente, Alabarces sostiene: “Nadie se ha animado a afirmar nunca que alguna insurrección o protesta popular dejó de producirse porque los sujetos estaban demasiado ocupados viendo los juegos de Pelé.”

Al contrario, delinea una historia donde el fútbol es un espacio notablemente autónomo en el que los gobiernos han querido siempre influir pero que no han podido hacerlo de forma completamente efectiva y que ha servido de plataforma para la organización social y política, como el caso del Corinthians de 1982 y su campaña a favor de las elecciones libre en Brasil. Los matices y detalles de esta afirmación, como la injerencia de los militares argentinos en su mundial de 1978 o la relación entre los militares nacionalistas peruanos y el fútbol en los setentas, no pueden ser desenvueltos porque están confinados a apenas un capítulo de los quince que tiene el libro.

Al concluir con la lectura, da la impresión de que se ha preferido darle más centralidad al proceso de popularización y nacionalización del fútbol, un proceso que tuvo sus hitos centrales entre 1900 y 1960, que a los hechos más contemporáneos del fútbol en la segunda mitad del Siglo XX. Esta decisión puede estar basada en la necesidad de ofrecer un panorama regional y dar cuenta de las muchas historias fundacionales, pero considero que la síntesis de procesos tan importantes como las barras bravas, la relación fútbol-militarismo, la relación fútbol-televisión y los recientes escándalos de corrupción de la FIFA y la CONMEBOL merecían más espacio y atención. Alabarces es consciente de esto y en su epílogo señala la necesidad de ampliar la investigación sobre la historia contemporánea del fútbol y desde nuevos problemas como la relación género-fútbol o la historia del fútbol en las periferias de la periferia, tareas que hablan del potencial del campo de la historia del fútbol.

El texto, entonces, es un excelente punto de partida para introducirse a la historia del fútbol en nuestro continente. Aquel que quiera encontrar un mapa bibliográfico crítico y un inventario de datos sobre el asunto, puede acudir a este libro. Alabarces revisa y discute una gran cantidad de bibliografía, incluyendo tesis universitarias y libros testimoniales, en inglés y español a lo largo del libro, lo que estoy seguro agradecerán los investigadores sobre fútbol que no tienen acceso a las bibliotecas que visitó el autor. También quien busque una interpretación desde la sociología histórica del tránsito del fútbol de un deporte de caballeros a la pasión de multitudes populares encontrará muy útil este libro. En ese sentido, el texto de Alabarces, a pesar de su carácter de síntesis, contiene una profundidad analítica que nos permite tratarlo también como un aporte original para la historia social y cultural de América Latina. En ese sentido, recomiendo su lectura a los entusiastas del futbol, porque encontrarán pasajes emocionantes y datos sorprendentes, pero también a quienes este juego les es indiferente, porque hallarán en el texto una solvente y justificada interpretación sociológica e histórica de la que todos podemos aprender.

Bibliografía

Alabarces, P. (2018). Historia mínima del fútbol en América Latina. El Colegio de Mexico AC.

Notas

[1] Se puede acceder a una versión en PDF gratuita en la página del Colegio de México: https://libros.colmex.mx/descargas-gratuitas/ accedido el 14 de setiembre de 2020.
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