Reseña

Reseña Goldstein, Ariel: Poder evangélico: Cómo los grupos religiosos están copando la política en América, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Marea, 2020

Gisela Colombo
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina

Reseña Goldstein, Ariel: Poder evangélico: Cómo los grupos religiosos están copando la política en América, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Marea, 2020

e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, vol. 20, núm. 78, pp. 105-118, 2022

Universidad de Buenos Aires

Recepción: 30 Junio 2021

Aprobación: 09 Agosto 2021

Ariel Goldstein en Poder evangélico: Cómo los grupos religiosos están copando la política en América, tiene como objetivo principal observar el vínculo entre los grupos evangélicos y las expresiones políticas autoritarias. A su vez, pretende identificar quiénes son los principales intermediarios que concretan estas alianzas entre la religión y la política. Los interrogantes que guían la lectura son las similitudes y diferencias en las trayectorias de estos grupos, cuáles son las agendas políticas que defienden y cómo establecen dichas alianzas. A su vez, analiza la influencia que estos grupos religiosos tienen en los medios masivos de comunicación y analiza la relación que construyen con los gobiernos que mantienen políticas autoritarias en Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay, México, Perú, Colombia, Venezuela, Estados Unidos y Centroamérica.

En la introducción el autor -y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires- esboza un recorrido general sobre el proceso de consolidación de esta nueva fuerza política que comienza a crecer en América Latina a partir de las décadas de 1980 y 1990, tras el retorno a la democracia y la decadencia de la Iglesia Católica. La fuerte presencia social y territorial que mantienen hace que sus vínculos con los Estados sean cada vez más poderosos y que puedan incidir en la toma de decisiones de los gobiernos, tanto de derecha como progresistas. Los grupos evangélicos funcionan de una manera desburocratizada, a diferencia de la Iglesia Católica, centralizando su labor en los sectores populares donde existen infinidades de violencias. Asimismo, predican la “ideología del milagro”, la cual atrae a las personas a partir de supuestas experiencias emocionales donde se presupone la presencia de Dios o Satanás en los acontecimientos de la vida cotidiana. De esta manera, asocian la prosperidad económica a los milagros de Dios y no a las acciones del Estado, creando subjetividades individualistas que le otorgan relevancia al esfuerzo personal y creen que Dios actúa como mediador. Estos grupos también son formadores de una agenda conservadora que ataca a las minorías sexuales, a los movimientos de mujeres y los derechos sexuales y reproductivos de las personas.

En el primer capítulo, “Donald Trump y la aproximación entre evangélicos y republicanos”, Goldstein expone una breve síntesis histórica del surgimiento y vinculación del pentecostalismo con los diferentes gobiernos en Estados Unidos, desde su instauración en Los Ángeles en 1906 hasta la presidencia de Donald Trump en 2017. Desde sus inicios esta comunidad religiosa muestra un constante movimiento en cuanto a sus alianzas políticas. Los grupos evangélicos han defendido con una visión racista y conservadora las candidaturas de Barry Goldwater en 1964 y Richard Nixon en 1969. Los evangélicos comenzaron a tener una mayor presencia en la política estadounidense a partir del fallo Roe vs. Wade, que garantizó el derecho al aborto en las mujeres, representando una amenaza a la idea de la familia tradicional que estos defienden y conduciendo a una unidad de la derecha religiosa. Profundamente relacionado con la unidad religiosa conservadora fue la gestación de un proceso en contra de Jimmy Carter, el primer presidente evangélico y demócrata quien luego fue derrotado ante Ronald Reagan en 1980, significando “la caída del evangelismo progresista nacional”. Durante el gobierno de George W. Bush, pastores como James Dobson y Richard Land integraban partes del gobierno. El autor hace hincapié en la crisis que atraviesa la derecha cristiana a partir de 2014 por el aumento de población latina en Estados Unidos, que se acercan más a las fuerzas políticas de los demócratas. Esta inclinación cambió con la llegada de Donald Trump a la presidencia, y los grupos religiosos cristianos empezaron a tener una fuerte influencia en el gobierno. No obstante, llegado el 2018, los sectores de la comunidad evangélica comenzaron a cuestionar su apoyo hacia el magnate.

En el segundo capítulo, “Jair Bolsonaro y los políticos evangélicos”, el autor analiza la trayectoria de los vínculos entre el Estado y los grupos evangélicos en Brasil. Goldstein explica por qué Brasil sería el país de la región con mayor relación con estos grupos, los cuales crecen de manera exponencial a partir de la llegada de Bolsonaro a la presidencia, aunque también se encontraban alianzas pragmáticas entre estos grupos y el PT (Partido dos Trabalhadores). El capítulo describe cómo durante la campaña y gestión de Bolsonaro hay una correspondencia con las demandas de estos sectores. Sus principales demandas, que se centralizan en su oposición al aborto y la defensa de la familia tradicional, la reversión homosexual, el traslado de la embajada de Brasil en Israel a la ciudad de Jerusalén y la defensa del libre mercado, son tomadas por Jair Bolsonaro. Asimismo, se analiza la trayectoria y las demandas de los principales líderes del Frente Parlamentario Evangélico (FPE), el cual está compuesto por dos partidos relevantes en la política brasileña: el Partido Social Cristiano (PSC) y el Partido Republicano Brasileño (PRB). El primero, asociado a una agenda política exclusivamente conservadora y, el segundo, más pragmático en sus alianzas políticas. A su vez, ambos partidos buscan aliados en las áreas de Ciencia y Tecnología, de las que obtienen importantes concesiones en los medios de comunicación. Por último, el autor reflexiona acerca de cómo Brasil representa una copia del modelo estadounidense.

En el tercer capítulo, “El uribismo y los evangélicos en el No a la paz en Colombia”, el autor expone el proceso de crecimiento de las iglesias evangélicas desde 1991, a partir de la reforma constitucional, y su incidencia en una cuestión tan relevante como la pacificación del país. Álvaro Uribe, presidente entre 2002 y 2010, contó desde un principio con la cercanía del Partido Nacional Cristiano (PNC), en apoyo a la agenda conservadora que representaba. Tras dos mandatos presidenciales designó a Juan Manuel Santos como su sucesor, quien se distanció del sector agrario para virar hacia un modelo de país industrialista. En este sentido, Goldstein describe la necesidad de Santos de pacificar el país para lograr la industrialización y cómo los grupos evangélicos se opusieron y organizaron en su contra. Tras la convocatoria a un plebiscito para la evaluación del Acuerdo de Paz, la comunidad evangélica comenzó a movilizarse en contra del manual de educación sexual elaborado por la ministra de Educación, acentuando los reclamos en contra de la “ideología de género”.

En el capítulo cuatro, “El debate sobre el aborto y la movilización evangélica al Congreso de Argentina”, da cuenta de la experiencia de los evangélicos en la política argentina y, especialmente, durante las movilizaciones desplegadas en contra de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. En la Argentina, la comunidad evangélica y su teología de la prosperidad comienzan a conocerse recién a partir de 1970, promovidas por el pastor Cabrera y profundizadas por el pastor Giménez en los medios de televisión. Durante la gestión de Mauricio Macri emergen con fuerza los grupos evangélicos, debido al proyecto para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), como muestra de su distanciamiento con el Papa Francisco. Como relata el autor, esta situación tuvo como corolario la importante unidad del campo evangélico en 2018 en contra de la aprobación de dicho proyecto. Es así como el pañuelo celeste no solo fue una posición respecto a los derechos reproductivos para estos grupos, sino que fue el puntapié inicial para la creación del “Frente Nos”, con el cual realizaron una ardua campaña durante 2019 en defensa de la familia y los valores.

En el capítulo cinco, “El avance de los evangélicos en Centroamérica”, el autor describe el predominio de los evangélicos en esta región. Los vínculos desde Ríos Montt a Giammattei en Guatemala, de Daniel Ortega y su familia en Nicaragua, la ruptura con la Iglesia Católica desde Elías Antonio Saca a la llegada de Nayib Bukele en El Salvador, el apoyo de los evangelistas al golpe de Estado a Manuel Zelaya en Honduras y la victoria del cantante de música cristiana, Fabricio Alvarado, en Costa Rica dan cuenta del predominio evangélico en Centroamérica. A su vez, estos procesos vislumbran la circulación migratoria que viven los centroamericanos hacia Estados Unidos, circuito que es aprovechado por estos grupos para expandirse con su prédica en español, tales son los casos de Gabriel Salguero y Luis Palau.

En el sexto capítulo, “La biblia vuelve al palacio en Bolivia”, Goldstein realiza una descripción de la participación de los grupos evangélicos en la destitución de Evo Morales en 2019. Durante el gobierno de Morales en Bolivia se reconoció la pluralidad religiosa, se consolidó un Estado Plurinacional y el país se desarrolló económicamente, no obstante, a la par de estos procesos, el pentecostalismo también se expandía no solo tildando de diablos a los dioses indígenas, sino que también permeando en las subjetividades de los nuevos cholos ricos de Bolivia. En las elecciones interrumpidas de 2019, el pastor Chi Hyun Chung, defensor del machismo, había lanzado su candidatura por el Partido Demócrata Cristiano. Mientras que Carlos Mesa, el principal oponente de Morales, había sido bendecido por varios pastores evangélicos. Tras la renuncia forzada de Evo Morales, el gobierno recayó en las manos de la vicepresidenta segunda del senado, Jeanine Áñez, quien entendía su lugar como una “misión divina” y fue legitimada por el evangelismo.

En el capítulo siete, “Los evangélicos en la política de los países andinos: Perú y Venezuela”, se abordan los vínculos de los evangélicos en la política de los países andinos, Perú y Venezuela. En Perú, la aparición en la política de los pentecostales tuvo sus inicios en 1990 con Alberto Fujimori, quien realizó la campaña en iglesias evangélicas y obtuvo la presidencia. En 1992 luego de un autogolpe de Estado, designa como congresistas a 18 representantes evangelistas. En la actualidad, estos grupos tienen fuertes vínculos con el fujimorismo, que se expresan en su apoyo a Keiko Fujimori del partido Fuerza Popular. Además, llevan adelante campañas como “Con Mis Hijos No Te Metas”, la cual promueve el estereotipo de la familia conservadora, y luchan en contra de lo que denominan “ideología de género”. En Venezuela, la relación entre la Iglesia Católica y el chavismo se fue dificultando cada vez más por el contexto social y, es en ese sentido que Nicolas Maduro en búsqueda de legitimación establece fuertes vínculos con los grupos evangélicos cediendo lugares del Estado y permitiendo la participación de estos en diferentes políticas públicas.

En el capítulo ocho, “López Obrador, los evangélicos y la izquierda mexicana en el gobierno”, el autor realiza una síntesis de cómo México pasó de ser un Estado laicista impulsado por Benito Juárez hasta la llegada de Vicente Fox y el PAN (Partido de Acción Nacional) en el año 2000, que puso fin a la secularización. En 2018, Andrés Manuel López Obrador realiza su campaña presentándose como un hombre cristiano y acusando de corrupta a la clase política tradicional. López Obrador tiene como principales aliados en su gobierno a los pastores evangélicos Arturo Farela y Hugo Eric Flores y se vinculó con el Partido Encuentro Social (PES), que se encontraba en “guerra” con lo que denominan “ideología de género” y en su momento habían tenido relación con el PRI (Partido Revolucionario Institucional).

En el noveno capítulo, “Paraguay y Uruguay: dos polos entre la secularización y el peso de la religión”, Goldstein expone la situación de los grupos evangélicos en dos países del Cono Sur, Paraguay y Uruguay, en posiciones opuestas. Con respecto a Paraguay, el autor señala cómo a partir de 1970 han crecido las iglesias no católicas en el país, obteniendo una fuerte presencia política de los pentecostales. A su vez, estos grupos se posicionaron a favor de la destitución del presidente católico Fernando Lugo en 2012, brindando un fuerte apoyo a quien lo sucedió, Federico Franco. Han obtenido una fuerte participación dentro del Estado en los gobiernos de Horacio Cartes y Mario Abdo Benítez. En otro extremo, Goldstein describe la situación de Uruguay, un país que ha mostrado a lo largo de su historia mantener un Estado y una sociedad laica, lo cual se ve reflejado en la política del Frente Amplio, que ha combatido a los religiosos atacando sus fundamentos.

El décimo capítulo del libro, “A modo de conclusión. Los evangélicos y la política”, el autor concluye que tanto Estados Unidos como Brasil representan dos modelos exitosos de la expansión del pentecostalismo en la política. En un segundo lugar, se encuentran los países de Centroamérica y Paraguay, los cuales estarían fuertemente penetrados por el evangelismo en sus políticas, pero no contarían con la suficiente influencia geopolítica de los dos primeros. Los casos de Argentina, Venezuela, Bolivia y México presentarían una fuerte presencia mediática y comunicacional de estos grupos, demandando, de esta manera, más espacios en el Estado. Por último, en países como Colombia, Perú y Costa Rica la fuerza de los evangelistas emanaría de sus oposiciones al aborto y las identidades sexuales. A su vez, Goldstein argumenta que los grupos evangélicos se expanden en las democracias que se encuentran en crisis o para respaldar gobiernos con poca o nula legitimidad.

Por último, en el final del libro nos encontramos con un post scríptum acerca del poder evangélico frente a la pandemia causada por el COVID-19 desde 2020. Frente al avance del coronavirus se encuentran los seguidores de Donald Trump y Jair Bolsonaro, quienes han subestimado al virus y obtuvieron el apoyo de los grupos religiosos. Asimismo, para el autor la grave situación económica a nivel mundial es una oportunidad para que estos grupos se sigan desarrollando en los barrios populares de los países donde las violencias y las necesidades abundan. En consonancia con esta reflexión, también deja planteada la pregunta: ¿qué hacer con el poder evangélico? Según el autor, una posible solución ante su avance radicaría en que los gobiernos progresistas limiten sus alianzas políticas con esta comunidad religiosa.

En conclusión, Ariel Goldstein nos brinda una dimensión religiosa y sociohistórica imprescindible para abordar el estudio comparado de las expresiones políticas autoritarias y progresistas en Latinoamérica. Desde el fenómeno evangélico se pueden explicar el fortalecimiento de gobiernos que han llegado al poder sin legitimidad, como el de Jeanine Áñez en Bolivia, o las negociaciones con quienes presentan graves crisis democráticas, como es el caso de Nicolás Maduro en Venezuela. Además, cabe destacar que es necesario tener en cuenta esta dimensión analítica y prestar atención a cómo estos grupos no solo operan en las luchas de los feminismos, las identidades y los derechos sexuales y reproductivos, sino que también construyen nuevas subjetividades al interior de las sociedades a partir de la “teología de la prosperidad”.

Bibliografía

Goldstein, A. (2020). Poder evangélico: cómo los grupos religiosos están copando la política en América. Marea.

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