Articulos
Yo no soy un hombre, soy un pueblo. Un análisis de la experiencia política del movimiento gaitanista
I am not a man, I am a people. An analysis of the political experience of the gaitanista movement
Yo no soy un hombre, soy un pueblo. Un análisis de la experiencia política del movimiento gaitanista
e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, vol. 21, núm. 81, pp. 1-21, 2022
Universidad de Buenos Aires
Recepción: 20 Febrero 2022
Aprobación: 24 Abril 2022
Resumen:
El siguiente trabajo tiene por objeto analizar el surgimiento del Movimiento gaitanista como hecho político, en virtud de reflexionar en torno a la configuración de Jorge Eliecer Gaitán como líder del movimiento y su relación con el pueblo colombiano. Se piensa a Gaitán como un líder populista partiendo de la tesis formulada por Ernesto Laclau y su horizonte de análisis postmarxista/post-estructuralista basado en la construcción de identidades políticas a partir de lo discursivo (Laclau, 1987; Laclau, 2003; Laclau y Mouffe 2004; Laclau, 2008). A partir de ello, se analizará el contexto de surgimiento del Movimiento Gaitanista, partiendo de la transformación de demandas particulares en una cadena equivalencial que se irá transformando en la singular identidad del pueblo bajo el liderazgo del caudillo liberal. Son un enorme aporte para esta tarea los testimonios de la experiencia gaitanista recopilados por Arturo Alape en su trabajo El Bogotazo, Memorias del olvido escrito en el año 1984. Este conjunto memorístico está conformado por las vivencias de los protagonistas de aquellos años, constituyendo un rico material para el análisis.
Palabras clave: movimiento, populismo, identidad, pueblo.
Abstract:
The following work aims to analyze the emergence of the Gaitanista Movement as a political fact, by virtue of reflecting on the configuration of Jorge Eliecer Gaitán as leader of the movement and his relationship with the Colombian people. Gaitán is thought as a populist leader based on the thesis formulated by Ernesto Laclau and his horizon of post-marxist/post-structuralist analysis, based on the construction of political identities from the discursive (Laclau, 1987; Laclau, 2003, Laclau and Mouffe 2004; Laclau, 2008), thesis that has generated strong reactions for and against from the academic world. From this, the context of the emergence of the Gaitanista Movement will be analyzed, starting from the transformation of particular demands in an equivalential chain that will be transformed into the unique identity of the people under the leadership of the liberal caudillo. The testimonies of the Gaitanist experience compiled by Arturo Alape in his work El Bogotazo, Memorias del olvido, written in 1984, will be an enormous contribution to this task. This memory set is made up of the experiences of the protagonists of those years, constituting a rich material for analysis.
Keywords: movement, populism, identity, people.
Introducción
El fenómeno gaitanista ha sido abordado por profusas investigaciones al ser considerado un proceso sobresaliente en la historia colombiana del siglo XX, la figura de Gaitán convertida en mito a partir de su asesinato emerge como parte de la memoria colectiva. Es que el desarrollo del Movimiento Gaitanista y su posterior resquebrajamiento a partir de la muerte del “caudillo liberal”. se constituyen en piezas fundamentales del entramado de violencia política que ha caracterizado el acontecer histórico.
Se debe entonces problematizar la figura del dirigente liberal Jorge Eliecer Gaitán y la constitución de su liderazgo como defensor de los derechos de los trabajadores y del campesinado; así como también analizar el reconocimiento de éste por parte de un sector de las clases medias.
En este sentido, se puede destacar el apoyo brindado por Gaitán al campesinado en ocasión de las huelgas del petróleo y del banano que le permitieron, a fines de la década del ’20, adquirir un enorme protagonismo entre los sectores populares, perfilándose así como candidato del Partido Liberal para las elecciones de 1950.
Es en abril de 1948 que su asesinato conmueve a todo el país. Como consecuencia del atentado, las clases populares irrumpen en Bogotá y en las principales ciudades del país durante varios días. Este hecho es conocido como el Bogotazo.
En este trabajo, se intentará analizar el surgimiento del Movimiento Gaitanista como hecho político, en virtud de reflexionar en torno a la configuración de Jorge Eliecer Gaitán como líder del movimiento y su relación con el pueblo colombiano. Se piensa a Gaitán como un líder populista partiendo de la tesis formulada por Ernesto Laclau, y su horizonte de análisis post-marxista/post-estructuralista basado en la construcción de identidades políticas a partir de lo discursivo (Laclau, 1987; Laclau, 2003, Laclau y Mouffe 2004; Laclau, 2008), tesis que ha generado fuertes reacciones en favor y en contra por parte del mundo académico. Con este objetivo surgen las siguientes preguntas: ¿Qué configuraciones fue asumiendo la construcción de la identidad populista en el proceso colombiano? ¿Qué singularidades de la experiencia política gaitanista nos permiten pensar su figura como la de un líder populista?
A partir de ello, se analizará el contexto de surgimiento del Movimiento Gaitanista, partiendo de la transformación de demandas particulares en una cadena equivalencial que se irá transformando en la singular identidad del pueblo bajo el liderazgo del caudillo liberal. Serán un enorme aporte para esta tarea los testimonios de la experiencia gaitanista recopilados por Arturo Alape en su trabajo El Bogotazo, Memorias del olvido escrito en el año 1984. Este conjunto memorístico está conformado por las vivencias de los protagonistas de aquellos años, constituyendo un rico material para el análisis.
El populismo como categoría de análisis
El concepto de populismo como término académico tiene su génesis durante el siglo XIX en Rusia, donde sirvió para explicar el ingreso de un nuevo movimiento al escenario político. Para la misma época adquiere una significación singular y distintiva en Estados Unidos, donde comienza a tomar relevancia en 1891, en el contexto de surgimiento de un nuevo movimiento político, integrado por campesinos pobres de ideas progresistas y antielitistas, pertenecientes al denominado Partido del Pueblo (Adamovsky, 2017).
Sin embargo, comenzó a ocupar los grandes escenarios en el debate político y académico hacia mediados del siglo XX, cuando varios de los movimientos nacientes en América Latina comenzaron a ser identificados como populistas. La ferviente insistencia de la academia por intentar explicar estos nuevos modelos político-ideológicos produjo mutaciones en el término. Como resultado se gestaron nuevos modelos teóricos que hicieron el intento por explicar el fenómeno.
El primero en desarrollar un análisis sobre estas experiencias fue Gino Germani (1962), que, centrando sus estudios en el peronismo, entiende al populismo como una desviación.
De acuerdo con Germani (1962), la irrupción de las masas en la vida política no logra ser canalizada por los marcos constitutivos de la ideología liberal, como consecuencia se produce un extravío que permite la manipulación de estas masas disponibles por parte de un líder, lo que resulta en una situación de anomia (Viguera, 1993). Esta línea de pensamiento es compartida por Torcuato Di Tella, quien a partir de la introducción del concepto de masas disponibles da cuenta de una relación de dependencia de éstas para con su líder (Viguera, 1993).
El segundo grupo de intelectuales está compuesto por Ianni, Cardoso, Faletto, y O’ Donnell. Estos trabajos hacen referencia al proyecto económico del populismo. Para estos autores, el populismo significó:
la incorporación social y política de los sectores populares en tanto sustento político del proyecto y, a través de las políticas redistributivas, en tanto consumidores cuyo papel es dinamizar el mercado interno para la industria en expansión (Viguera, 1993: 54).
Otra perspectiva surgida al calor de la discusión, es la de Ernesto Laclau, para quien el populismo parte de interpelar a las masas populares desde la dimensión ideológica (Green, 1995; Viguera, 1993). Para Laclau, en la sociedad existen una pluralidad de antagonismos, el populismo a través de la figura del líder logra encarnar las demandas del pueblo, creando una oposición al bloque dominante denominada frontera antagónica (Adamovsky, 2017). El análisis laclaussiano es definido como una teoría del discurso que opera en la realidad entretejiendo identidades particulares que se configuran de forma equivalencial por un lado, y al mismo tiempo, marcan las diferencias con aquellas que permanecen por fuera de la cadena. Laclau no entiende al populismo como un modo referencial, es decir, la simple expresión epifenómica de un grupo ya constituido. Por el contrario, el populismo es una de las formas posibles de construir la unidad del grupo. Una forma de construir lo político. Para Laclau, ‘el pueblo’ no constituye una expresión ideológica, sino una relación real entre agentes sociales.
Ahora bien, si decimos que no es el pueblo la unidad mínima sino que, por el contrario, refleja una relación entre otros agentes sociales. ¿Cuáles son aquellas unidades más pequeñas que se van a articular, dando como resultado al ‘pueblo’ del populismo? Laclau va a decir que estas unidades menores características de la identidad populista son las demandas sociales.
Inicialmente, estas demandas se presentan de manera aislada y lo hacen como peticiones al Estado. Frente a esto hay dos caminos posibles: que sean satisfechas y entonces, sean absorbidas por el sistema institucional en forma diferencial (donde se produciría una fragmentación del campo popular y por supuesto, no sería posible una articulación populista); o bien, que no se conciba una respuesta por parte del Estado. En este caso, se produce una acumulación creciente de demandas insatisfechas. Como consecuencia, va naciendo una relación equivalencial entre ellas basada en la oposición común al régimen hostil. De esta manera, el campo político se va polarizando y queda el sistema institucional separado de la población por una frontera antagónica. De este modo, a partir de las demandas de la plebs o sectores populares se van conformando las demandas del populus o pueblo del populismo. La población, entonces, se presenta articulada formando una cadena equivalencial de demandas a las que llamaremos demandas populares que empiezan a conformar un sujeto social y político cada vez más amplio. Comienzan a construir de manera incipiente al “pueblo” como un actor histórico potencial. Acá tenemos, en estado embrionario, lo que Laclau llama una configuración populista.
Finalmente, es necesaria una identidad simbólica que cristalice en torno a las relaciones equivalenciales. Un significante vacío que no esté unido a ningún significado particular y, justamente por eso, pueda representar a la totalidad de la cadena dándole unidad. Esto se produce en el momento en que el Movimiento tiene la madurez política suficiente como para establecer la figura de un líder que lo representa.
Si bien, todos los conceptos en ciencias sociales pueden generar pujas entre paradigmas, tradiciones y teorías, pocos han inspirado un discurrir tan importante como el de populismo en cuanto a la polisemia y el status teórico del término. No obstante, ninguno ha alcanzado a desarrollar una teoría del populismo en cuanto a tal, como sí lo ha hecho Laclau (Retamozo, 2017), quizás por ello, ha atraído diversos debates al campo de las ciencias sociales trayendo posiciones contradictorias, algunas en oposición (De Ípola y Portantiero, 1981; Agamben, 1998; Palacios, 1971; Pécaut, 1987) y otras en consonancia (Adamovsky, 2017; Viguera, 1993; Retamozo, 2017; Acosta Olaya, 2014; Melo, 2008; Green, 1995; Aboy Carlés 2004; Aboy Carlés, 2005; Aboy Carlés, 2010).
¡A la carga!
La contracción del comercio mundial, producto de la Gran Guerra, estimuló en Colombia el desarrollo de un activo movimiento obrero en defensa de sus intereses de clase a través de la estructuración de los derechos laborales, para ello desplegaron numerosas medidas de lucha, con el fin de conquistar mejoras en sus condiciones de trabajo (Villamizar, 2017). La huelga general de Barranquilla en 1918 fue una de las más grandes e importantes, obteniendo como saldo un decreto por parte de las autoridades que reglamentaba la actividad huelguística. Este decreto fue el principio de la posterior legislación laboral colombiana.. Esta primera oleada de levantamientos pudo ser contenida por los gobiernos conservadores mediante leyes que contemplaban en mayor o menor medida las demandas de los trabajadores. En un principio, se impuso con relativo éxito la conciliación y el arbitraje como medios para solucionar los conflictos en los centros laborales. Como señala Bergquist (2007)
Estas leyes, expelidas en 1919 y 1920, fueron diseñadas para restringir la actividad huelguística y convertir las protestas en una simple actividad pacífica (p.162).
De este modo, las demandas que surgían aisladas eran absorbidas de manera diferencial por el gobierno conservador evitando que cada conflicto excediera su región de origen.4 Así, los sectores oligárquicos en el poder prevenían que las demandas y la organización de los trabajadores tuvieran un alcance nacional.
Sin embargo, finalizando la década del ’20 tuvo lugar una increíble expansión económica que cambió la posición de los trabajadores frente a sus patrones, dotándolos de fuerza para encarar con más determinación la organización y las protestas, fue entonces que la legislación vigente se convirtió en obsoleta (Palacios, 2011; Fajardo, 2015; Gilhodes, 1972).
Este crecimiento económico se debió, principalmente, a la expansión basada en la producción del café. Al comenzar la segunda década del siglo XX las exportaciones de café se habían triplicado con respecto al período anterior, produciendo un notable aumento en la demanda de mano de obra en los cafetales (Palacios, 2009). Pero no sólo las grandes haciendas demandaban un incremento en la fuerza laboral. A partir de 1925, Colombia comenzó a sentir los efectos de las inversiones extranjeras en otros sectores de la economía: la construcción, el transporte, la industria artesanal y en los enclaves extranjeros del banano y el petróleo. Esto se tradujo en un mercado laboral que conglomeraba a miles de trabajadores colombianos en los nuevos centros. La explosiva demanda de mano de obra fue, sin duda, la condición más importante en este proceso en el que los trabajadores cobraron fuerza para presentar sus reclamos a las clases dirigentes (Vega Cantor, 2004; Palacios, 2011), a esta primera condición se agregaban, el costo de vida de los alimentos y otros productos básicos, lo que proporcionó a los trabajadores la fuerza y la determinación para desplegar un esfuerzo colectivo en pos de la mejora de sus condiciones de vida (Berquist, 1995; Gilhodés, 1972).
Como vemos, el éxito con el que los dirigentes conservadores habían subsumido las demandas sociales de los trabajadores en el período de la posguerra comenzó a flaquear a mediados de los años 20. Las leyes, efectivas para contener al insurgente movimiento trabajador de la posguerra, fueron desbordadas en este nuevo contexto y, con ellas, la clase gobernante que las había creado..
Los esfuerzos sectoriales tuvieron resultados a corto plazo aumentando los salarios reales y mejorando las condiciones de trabajo. Nos parece útil aquí considerar la observación que Laclau (2008) hace a propósito de la ambigüedad del término inglés demand que significa petición a la vez que reclamo
es en la transición de la petición al reclamo donde vamos a hallar uno de los primeros rasgos definitorios del populismo (p. 98).
Es a partir de este momento que los trabajadores comienzan a transformar sus esfuerzos sindicales –demanda como petición- en reivindicaciones clasistas más amplias –demanda como reclamo- sentando las bases para configurar en términos simbólicos la noción de pueblo.6 En este sentido, la utilización a lo largo de este trabajo de términos como “excluidos”, “pueblo”, “pueblo llano”, “pueblo de a pie” y “trabajadores”, constituyen una sinonimia en tanto y en cuanto están unidos por ser expresiones del pueblo populista conformado por la clase trabajadora urbana, trabajadores rurales, mujeres, jóvenes, pequeños empresarios y sectores medios urbanos.
Gaitán y el gaitanismo, la construcción de un movimiento político
Las huelgas en las empresas del petróleo y del banano –clara expresión de los reclamos colectivos por mejoras en las condiciones laborales y salariales de los trabajadores rurales que se iniciaron y desarrollaron a lo largo de las dos décadas precedentes- resultan claves para entender la conformación de la identidad del pueblo de este período y la manera en que las demandas de los diferentes sectores se fueron articulando (Laclau, 2008). Por otro lado, ilustran la formación de la frontera interna antagónica que divorció a los trabajadores de los gobernantes conservadores.
Los trabajadores del petróleo y del banano se levantaron en 1927 y 1928 en dos grandes huelgas que sin duda marcaron la historia colombiana de los próximos años (Legrand, 2009; Fonnegra, 1986). Reclamaban a sus patrones extranjeros por mejores condiciones laborales y de vida. Por otro lado contaban, en el caso de los bananeros, con el apoyo de varios sectores de la sociedad como los comerciantes que se veían afectados por el monopolio de la United Fruit, la compañía bananera poseía un sólido monopolio sobre la zona: tenía su propio ferrocarril, su propio telégrafo e incluso su propia cadena de tiendas en la cual los trabajadores debían comprar obligatoriamente ya que gran parte del salario era abonado en vales que sólo podían ser utilizados en estos comercios (Brungardt, 1995). Debido a esto, el movimiento obrero contó con el apoyo de los comerciantes desde un primer momento, a partir de un interés común concreto.
Sin embargo, sus exigencias no fueron oídas. Es conocida la masacre de las bananeras. Cerca de 1000 personas –incluyendo no sólo a los trabajadores de la empresa sino también a sus familias que habitaban en Santa Marta- fueron asesinadas por los gobernantes conservadores. La masacre de Santa Marta demostró la alianza entre las empresas extranjeras y el gobierno colombiano que puso a disposición del capital foráneo sus fuerzas represivas contra la población. Este hecho fue denunciado por Gaitán permitiéndole dar a conocer su posicionamiento político frente al problema de la distribución de la tierra y del usufructo del capital extranjero (Legrand, 2009; Herrera Galindo, 1973; Gaitán, 1924). Exponemos un extracto del discurso de Gaitán en la Cámara de Representantes en agosto de 1929 a propósito de la masacre de las bananeras,
he aquí la tragedia provocada por la United Fruit, con la complicidad de militares inescrupulosos y de un gobierno incapaz de comprender las nociones del deber. El Magdalena es un departamento en el que la compañía todo lo ha corrompido y todo lo ha arrebatado. Las víctimas no son sólo los obreros: son también los comerciantes; son los productores de banano, esclavos económicos de esta empresa (Areces, 1973: 269).
A partir de aquí, comienza a producirse lo que Laclau (2008) llama espacio fracturado del campo social, generando una frontera radical de antagonismo
la frustración de una serie de demandas sociales hace posible el pasaje de las demandas democráticas aisladas a las demandas populares equivalenciales. Una primera dimensión de la frontera es que, en su raíz, se da la experiencia de una falta, una brecha que ha surgido en la continuidad armoniosa de lo social (p. 112).
Laclau aporta aquí un elemento central: la falta. Es esa falta, la no-respuesta a los reclamos de los trabajadores (quienes van a recibir represión y violencia en lugar de soluciones), la que va a establecer una frontera antagónica. A su vez, se pone de manifiesto la presencia del enemigo común, responsable de esa falta que hace equivalentes las demandas de la cadena
la falta, como hemos visto, está vinculada a una demanda no satisfecha, Pero esto implica introducir en el cuadro la instancia que no ha satisfecho la demanda. Una demanda siempre está dirigida a alguien. Por lo cual nos enfrentamos desde el comienzo con una división dicotómica entre demandas sociales insatisfechas, por un lado, y un poder insensible a ellas, por el otro (p. 113).
Los trabajadores colombianos de los distintos sectores, los comerciantes, los artesanos, las clases medias incipientes y algunos grupos sensibilizados por la masacre van a percibir, cada vez con mayor claridad, que el Estado conservador no puede atender a sus necesidades y que responde a los intereses de las oligarquías y del capital extranjero. Van a sentirse cada vez más alejados de ese Estado y, poco a poco, se va a ir produciendo esa fractura dicotómica, polarizando, cada vez en mayor medida, el campo político, constituyéndose por un lado, esa plebs o sectores populares conformada en esta primera etapa por trabajadores rurales y urbanos no sindicalizados, sectores medios, cuentapropistas, amas de casa, y jóvenes; y por otro, la oligarquía vinculada al capital transnacional junto con los sectores dirigentes de los dos partidos más importantes el Conservador y el Liberal. De este modo, comienza lentamente a producirse un resquebrajamiento del discurso ideológico dominante como resultado de una crisis de poder más generalizada (Green, 1995).
Como consecuencia, el Partido Conservador acabará perdiendo las elecciones de 1930, dejando el poder en manos de Enrique Olaya Herrera (1930-1934) miembro del Partido Liberal cuya política hacia los trabajadores no divergirá de la de los gobiernos conservadores. En este punto se puede afirmar que, la llegada de los liberales al poder afianzó el bipartidismo,7 como resultado los dos partidos tradicionales se concentraron en una disputa de poder que en ningún momento cuestionó el statu quo. Por esta razón la fracción de izquierda del Partido Liberal liderada por Gaitán, en desacuerdo con la política alejada de las clases populares que lleva adelante el gobierno de Olaya Herrera decide escindirse y conforma en 1933 la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR). Este movimiento, sin ser comunista, va a tener una orientación socialista y plantea la independencia del partido con el objetivo de pactar su política de acuerdo a la realidad colombiana de ese momento. A propósito de ello Gerardo Molina militante gaitanista asevera:
Al comienzo actuó dentro del liberalismo, obtuvo representación parlamentaria liberal. En el año 33 él estaba decepcionado del liberalismo porque veía la lentitud con la que obraba el gobierno de Olaya Herrera en materias vitales como la reforma agraria. Gaitán se abanderó de problemas como el de la lucha contra el latifundio, en Cundinamarca en las zonas de Viotá y Fusagasugá. Entonces él veía que no estaba entre los planes del gobierno de Olaya y del liberalismo hacer la reforma agraria y por eso se apartó del liberalismo y formó la UNIR en el año 33 (Alape, 1984: 87).
En este sentido, creemos importante analizar las bases programáticas contenidas en El Manifiesto del Unirismo, vertidas por Gaitán en un reportaje de 1933:
el estado representa la forma poseedora, es una expresión económica de la minoría y no de la mayoría, ni es síntesis de democracia, sino negación de ella. Para el comunismo el estado debe ser la dictadura del proletariado contra la minoría poseedora. Para nosotros no. El estado no puede ser expresión de la minoría privilegiada que regula en alternación a sus solos intereses la vida de los intereses de la gran mayoría” (…) “el criterio de actuación del estado debe ser contrario si quiere cubrirse a cabalidad el principio democrático, que es función de mayorías. Y como la mayoría económica es la de los desposeídos en su beneficio, en su defensa y en su cuidado debe también actuar el poder” (…) “no basta un estado que organice, ni basta simplemente que intervenga. Será indispensable el criterio social, que suelen denominar socialismo de estado, que un día presentará la posibilidad de un estado socialista ideal que la humanidad coronará (Areces, 1973: 271).
Advertimos aquí dos cuestiones fundamentales, la primera es la demarcación que Gaitán hace respecto del Partido Comunista en tanto y en cuanto entiende la dictadura del proletariado como modo de continuar beneficiando a un sector minoritario en clara referencia al PCC (Partido Comunista Colombiano), con quienes mantenía claras diferencias que se harán carne y profundizarán durante el gobierno lopista, cuyas bases de sustentación serán los comunistas concentrados en la CTC (Central de Trabajadores Colombianos). Y la segunda, es el juego de oposición a la dirigencia del Partido Liberal de quienes percibe un afán de ‘orden’ sin un interés en el cambio social que se conciba en pos de beneficios para las grandes mayorías.
El desarrollo del Movimiento Obrero estableció el nacimiento de nuevas demandas particulares potenciadas, además, por las consecuencias de la crisis de 1930 (Bejarano, 1975). Las mismas fueron respondidas por algunos de los gobiernos de la época como el de Alfonso López Pumarejo, quien en su primer período presidencial (1934-1938). entabló alianzas con los sindicatos de orientación comunista con la clara intención de buscar apoyo en los trabajadores. Las medidas del primer gobierno de López apuntaron a mejorar las condiciones de los trabajadores, primero con la creación de CTC (Central de Trabajadores Colombianos) en el año 1935, y en segundo lugar, con la promulgación de la ley 200 de 1936 cuyo objetivo primario era otorgar seguridad a los ocupantes de tierras, cuyos títulos de propiedad eran inciertos y reducir los conflictos en el campo entre trabajadores rurales y terratenientes, otorgando a los campesinos herramientas jurídicas de defensa ante los atropellos de los latifundistas, en un intento de mejora de sus condiciones laborales y de vida, sin embargo, la profundización de la violencia en la década inmediatamente posterior nos permite concluir que esta política no tuvo en el mediano plazo los resultados esperados.
Se puede denotar un sesgo progresista en López Pumarejo, ya que algunas de las medidas llevadas a cabo por su gobierno permiten la concreción de ciertos postulados que Gaitán había plasmado en el programa del Partido Unirista, ya disuelto. Esta situación lleva a Gaitán a convencerse de apoyar al gobierno de López, desde un lugar secundario. Pero las presiones de los conservadores hacia el presidente y la organización de un levantamiento en contra del mismo hacen que López tome la decisión con el objetivo de fortalecerse, de convocar a Gaitán como alcalde de Bogotá en el año 1936. El líder acepta. Las medidas de Gaitán como alcalde fueron importantes, llevó adelante la dignificación de los trabajadores con un objetivo modernizador, imponiendo el uso de calzado y el aseo personal, medidas que recibieron un fuerte respaldo de los trabajadores. Sin embargo, otras como la suspensión del uso de la ruana y las alpargatas no fueron bien recepcionadas por una porción de los trabajadores como los taxistas, que respaldados por su sindicato y los sectores conservadores de la sociedad bogotana se opusieron a las mismas iniciando una serie de huelgas en contra de Gaitán. Los argumentos centrales para esta resistencia estaban en relación con el costo del nuevo uniforme El presidente López lo llamó y le transmitió la necesidad de que se mantuviera firme ante estas circunstancias. Sin embargo, el mismo López lo destituye un tiempo después. Debido a esto se puede pensar que las reformas de López no fueron más que pequeños mecanismos para el reacomodamiento del poder real, porque la estructura de clases no se vio afectada. Por lo tanto, el cumplimiento de las demandas quedaba restringido únicamente a aquellos sectores con los que el gobierno establecía una alianza, es decir, los sindicatos dirigidos por el Partido Comunista. El rechazo de Gaitán a esta lógica, y su impronta anticomunista lo llevaron a profundizar el enfrentamiento con la dirigencia del PCC (Partido Comunista Colombiano). A propósito de esto último incorporamos el siguiente testimonio de Manuel Salazar dirigente gaitanista que advierte, “en ese momento los dirigentes más consecuentes a escala obrera trabajaban con la CTC. La CTC estaba muy inspirada y muy controlada por el Partido Comunista (…) eran los que la manejaban a través del marxismo y ellos eran antigaitanistas y cerrados a la banda”. Esta cita nos permite comprobar que efectivamente existía un enfrentamiento entre Gaitán y los sectores sindicalizados pertenecientes al Partido Comunista.
De esta manera, aquellos trabajadores que no se encontraban nucleados por estos sindicathallaban respuestas a sus necesidades por parte del proyecto de gobierno de la “Revolución en Marcha”.(Acosta, 2004). Por lo tanto, esta política excluía a amplios segmentos de la población trabajadora de gran cantidad de derechos y beneficios. Es en este contexto que la figura de Gaitán se afianza como representante de los grupos relegados10 (Osorio Lizarazo, 1980). José García dirigente de base del movimiento explicita:
Cuando nos poníamos a tomar en las tiendas yo le preguntaba a alguna de estas personas, por qué todos hacían cualquier cosa por él, la respuesta general era: ‘es que otro alcalde como él no lo vuelve a haber’, y eso es cierto. ‘Un alcalde que quería uniformar a la gente, que le quita la ruana, las alpargatas, que haga empedrar los barrios altos, que reglamenta la venta en los mataderos para que no vendan las vísceras, en fin, tantas cosas buenas no las ha hecho nadie sino él; por eso hacemos cualquier cosa por él’. Por eso no había más sino decir que Gaitán lo ordenaba e inmediatamente la gente obedecía (Alape, 1983: 64).
Siguiendo a Laclau (2008), vemos que, mientras las demandas populares equivalenciales construyen la idea del pueblo bajo la conducción de un líder, existía en la sociedad colombiana otro sector que buscaba mantener sus propias demandas diferenciales: esto es, reclamos corporativos establecidos dentro de los márgenes institucionales permitidos y ‘por encima’ de aquellas que involucraban al conjunto del pueblo
ahora bien, una demanda que se satisface no permanece aislada; se inscribe en una totalidad institucional/diferencial. Por lo tanto, tenemos dos formas de construcción de lo social: o bien mediante la afirmación de la particularidad –en nuestro caso, un particularismo de las demandas-, cuyos únicos lazos con otras particularidades son de naturaleza diferencial (…) o bien mediante una claudicación parcial de la particularidad, destacando lo que todas las particularidades tienen, equivalentemente, en común. La segunda manera de construcción de lo social implica el trazado de una frontera antagónica; la primera, no (Laclau, 2008: 103).
Mientras que Gaitán aspiraba a la construcción del pueblo, los sindicatos comunistas establecían una relación con el Estado que se basaba lisa y llanamente en la solución de reclamos netamente corporativos, y por lo tanto dejaba por fuera a gran parte de la población. Sin embargo, la política activa hacia la construcción del movimiento obrero de los gobiernos liberales permitió que, por debajo de los acuerdos establecidos entre el gobierno de López Pumarejo y los dirigentes sindicales se produjera la construcción de demandas de los trabajadores de las cuales se hará eco el Movimiento Gaitanista, levantando sus banderas y exigiendo sus reivindicaciones a la vez que denunciará las injusticias cometidas en su contra. El testimonio de Manuel Salazar nos permite reconocer el espacio que el gaitanismo le habría dado al pueblo llano
la inmensa mayoría de los capitanes que acompañaban a Gaitán, no eran dirigentes a escala nacional (…) Eran individuos que comenzaban a surgir en la vida política del país, pero no fueron incluidos entre los grandes dirigentes de esa época, porque los grandes dirigentes liberales no fueron nunca amigos de Gaitán (Alape, 1984: 71).
De acuerdo con Ernesto Laclau (2008) son estas demandas populares las que cimientan en primera instancia el desarrollo del pueblo como actor histórico potencial. El surgimiento del líder que intentará llevarlas a cabo a futuro en un enfrentamiento abierto con las políticas de los partidos tradicionales Conservador y Liberal. Los límites ideológicos de López van a producir el enfrentamiento político con Gaitán y a profundizar en la sociedad la figura del líder. Así el liberalismo se va a dividir en dos sectores el ala moderada, llevada adelante por López y el ala reformista de izquierda representada por Gaitán. Estas divisiones se van a basar en el aumento de la demanda social, y en la posición revolucionaria de Gaitán (1924)
No necesitamos la libertad que hace esclavos; necesitamos la libertad que hace hombres, en el sentido de ser el fin de sí mismos. No queremos la ley hecha para el pueblo; necesitamos la ley hecha por el pueblo (p. 97).
Este comportamiento afectaba los mecanismos de atracción de la masa obrera por parte del poder. Con Gaitán se comenzaban a percibir las hondas divisiones clasistas, y con ello crecía la movilización social. De esta forma, se instituye como el líder que puede abarcar las demandas populares de un amplio sector de la población, los excluidos, poniéndose a la cabeza del mismo.11 Gaitán comienza a implantar la polarización, característica clave para la construcción de la idea de pueblo enfrentándose al poder hegemónico con el objetivo de construir un poder contra-hegemónico (Osorio Lizarazo, 1980). Ya no dentro de los partidos tradicionales sino en clara oposición, junto a su pueblo en la búsqueda de la justicia social que surge como el significante del constructo aporético que logró aglutinar al conjunto de demandas sociales en la larga cadena equivalencial (Magrini, 2011). Es claro en este punto, que la identidad populista singular del Movimiento Gaitanista y quienes hacen parte de este, se irá configurando en el transcurrir del proceso histórico concreto (Lopez, 2011). Tal como afima Gilberto Vieira
No se puede decir que Gaitán tuviera influencia en el movimiento obrero, sino en masas muy amplias, particularmente en todas esas masas de las capas medias, en el artesanado, en la población flotante, en el campesinado. No creo que en la clase obrera. Aunque finalmente ya triunfante Gaitán, cuando se convierte en jefe del Partido Liberal, tiene también apoyo de la clase obrera (Alape, 1984:92).
El salto que permite la real construcción de este poder es la llegada a la presidencia del liberal Eduardo Santos en (1938-1942), quien nombra a Gaitán ministro de Educación en 1940. La labor de Gaitán como ministro tuvo un gran impacto en los sectores populares, así lo demuestra el siguiente testimonio
Una cosa que causó impacto en Gaitán y gran admiración en las masas, fue cuando estuvo de ministro de Educación. En ese lapso, Gaitán hizo reformas en las escuelas; él visitaba las escuelas y se preocupaba por los muchachos que iban descalzos, y que los profesores asistieran a sus clases. Para un 19 de junio, que se estableció como día de la juventud colombiana, a través del Ministerio de Educación organizó el desfile olímpico más suntuoso que se ha visto en Bogotá. Por primera vez las niñas de los colegios femeninos iban a desfilar marchando con sus bandas de guerra. Gaitán previó que no fueran únicamente los colegios de primera clase, sino con la participación de todos los estudiantes de las escuelas de Bogotá (Alape, 1983: 38).
Es a partir de estas medidas que Gaitán va recogiendo las demandas de sectores cada vez más amplios de la plebs, que se irán incorporando a la larga cadena equivalencial.
Mientras Gaitán va construyendo el ala izquierda del Partido Liberal, los sectores tradicionales del partido llevan adelante un corrimiento hacia la derecha. Esta política se refleja en la quita de apoyo a los sindicatos durante el gobierno de Santos. De este modo, los trabajadores, incluso los sindicalizados, irán declinando en la correlación de fuerzas con los sectores más concentrados de la economía, sin posibilidad de recuperar las conquistas en los subsiguientes gobiernos liberales, ni aún durante los siguientes gobiernos lopistas.12 El término de la política aliancista entre los sindicatos y los gobiernos liberales se basa en la intervención en todos los conflictos obreros con el favor de la burguesía y la oligarquía. Estos sectores ya no necesitaban de los mecanismos de apoyo de la masa obrera para seguir enriqueciéndose. Con la llegada al poder de Ospina Peréz, presidente conservador, en 1946 esta política se profundizará.13
Como consecuencia, el apoyo de los sectores populares hacia Gaitán, producto de años de lucha conjunta, se agudizará. Esto se percibe en la elección de 1946 en la que el Partido Liberal se presenta dividido a las elecciones nacionales. Por un lado, la candidatura de Julio César Turbay, apoyado por los jefes del partido, y los sindicatos comunistas, cuyo programa de gobierno se entretejía como una continuación de los gobiernos anteriores, por otro lado, un líder de corte radical, Jorge Eliécer Gaitán cuyo objetivo era construir dentro y fuera del Partido Liberal un bloque de poder contrahegemónico. Esto se percibe en el siguiente testimonio de Julio Ortiz Márquez:
En esas entró don Alfredo Ramos Urdaneta, distinguido miembro de la sociedad bogotana y muy conservador, pero no político y se sentó donde estábamos los tres. Se dirigió a Gaitán: ‘Jorge Eliecer, ¿sabe usted la noticia?’ Dijo: ‘Sí, cómo no, el doctor Ospina Pérez ha sido elegido presidente’. En una forma casi imprudente le dijo: ‘¿Y usted qué va a hacer?’ Dijo: ‘Muy sencillo, la batalla acaba de comenzar, porque los resultados electorales demuestran que las dos alas liberales superan en más de 50.000 votos a las fuerzas conservadoras. La pelea ha sido entre liberales. Ahora yo voy a aglutinar a esas masas liberales y no hemos perdido sino un puesto, el de presidente de la República, pero las grandes mayorías en el Congreso las tiene el Partido Liberal. Aquí no ha pasado nada, dentro de cuatro años la historia se va a repetir, pero al revés, vamos a derrotar al Partido Conservador y yo me voy a poner al frente de las fuerzas liberales para aglutinarlas y llevarlas al poder’.
País Nacional o País político
Retomando lo expuesto en el apartado anterior es claro que la construcción del Movimiento Gaitanista fue configurando la estructura simbólica del pueblo, hasta finalmente (con los conservadores en el poder), constituirse el gaitanismo en un movimiento pluriclasista (Green, 1995) siendo el único representante de las masas populares en un claro enfrentamiento con las políticas del bloque hegemónico. Este apoyo que le brinda el pueblo a Gaitán se basa en las prácticas y en la forma de construcción de la retórica que lleva adelante el líder, así lo manifiesta Adán Arriaga Andrade militante gaitanista
ese fue mi primer contacto con Gaitán, la imagen de un hombre capaz de hacer milagros frente a las multitudes. Eso se fue demostrando después, esa fuerza magnética con palabras que en otros labios no significaba gran cosa, él las transformaba, se convertían en una catapulta frente a los enemigos (Alape,1984: 34).
Esta construcción del pueblo como sujeto histórico está basada como venimos manifestando en lo que Laclau (2008) llamaría ‘el pueblo del populismo’ (p. 122), es decir, en la conformación del lazo equivalencial. Esto sucede cuando “la plebs se presenta a sí misma como la totalidad del populus” (Laclau, 2008: 122). En este sentido la plebs14 con sus demandas construye las demandas del populus,15 abarcando cada vez más peticiones no cumplidas por los sectores hegemónicos y creando de esta forma un poder que se rebela contra esta hegemonía. Tal como lo afirma Laclau (2008)
la identidad popular se vuelve cada vez más plena desde un punto de vista extensivo, ya que representa una cadena siempre mayor de demandas; pero se vuelve intensivamente más pobre, porque debe despojarse de contenidos particulares a fin de abarcar demandas sociales totalmente heterogéneas entre sí. Esto en ‘una identidad popular funciona como un significante tendencialmente vacío’ (p. 125).
Es decir, que las demandas pierden su significado particular para pasar a conformar una totalidad encarnada en la figura del líder. Sin embargo, esto no marca un subdesarrollo ideológico sino que toda unificación populista se encuentra dentro de un terreno heterogéneo donde las identidades particulares se van fusionando en una mayor que las unifica. Fue entonces en los barrios pobres de la ciudad donde el Movimiento Gaitanista se fue expandiendo a partir de los denominados comités barriales, así lo expresa otro de los dirigentes del movimiento José García:
El barrio tenía su comité y entre cinco y diez barrios formaban una zona, la zona tenía también sus comités de zona. Este comité decidía e impartía las órdenes a los comités de barrio. Las funciones de esos comités eran trabajar por la candidatura de Gaitán, en base a las consignas que daba el mismo Gaitán (…) El núcleo de las tareas era político, no revolucionario. Entonces las tareas eran organizar los ‘Viernes Culturales’ y organizar las manifestaciones (Alape, 1983:66).
Jorge Eliecer Gaitán logra de este modo, construir su liderazgo. Esto podemos notarlo en el comentario de Julio Ortiz Márquez otro de los cuadros políticos del gaitanismo que se expone a continuación.
Gaitán hizo un ensamble de todas sus frases más célebres en ese momento ‘hay que hacer que los ricos sean menos ricos, para que los pobres sean menos pobres, el pueblo es superior a sus dirigentes, yo no soy un hombre sino que soy un pueblo (Alape, 1984, p. 135).
El líder logra entonces no sólo darle unidad a las demandas equivalenciales y de esta manera construir la identidad del pueblo, sino también se permite trascender la lógica de reclamo corporativo y sectorial de algunos sectores, para pasar a constituir un reclamo que represente al pueblo y que pueda dar la disputa a nivel nacional contra ese “otro” llamado oligarquía. Así lo demuestra el testimonio de Ortiz Márquez
me puse a pensar, este es un conductor de multitudes porque él se adapta al momento; de pronto ante los campesinos hablaba de una forma, ante otros auditorios hablaba de otra forma. Me acuerdo de un discurso que me impresionó mucho en Medellín que le oí decir: ‘yo no soy un extranjero, yo soy un indio y posiblemente un negro como son todos ustedes, yo soy un hombre del pueblo, yo tengo su misma raza’. El entusiasmo cundió en esa plaza de Medellín, porque lo dijo muy bien dicho y en una forma muy sincera. Era que Gaitán tocaba un diapasón que ningún colombiano ha tocado como lo hizo él (Alape, 1984: 135).
En este sentido la figura del líder ocupa un lugar central, esto se debe según Laclau a que en los movimientos de carácter populista la fuente de articulación de las demandas es la cadena equivalencial y la misma existe en tanto uno de los vínculos aglomera a los otros, en ese caso la unidad del discurso pasa del orden conceptual al nominal
Una sociedad, cuanto menos se mantiene unida por mecanismos diferenciales inmanentes, más depende, para su coherencia, de este momento trascendente, singular” (…) “la lógica de la equivalencia conduce a la singularidad, y ésta a la identificación de la unidad del grupo con el líder (Laclau, 2008: 130).
De este modo, la articulación hegemónica se edifica a partir de las identidades políticas (Magrini, 2011), convirtiéndose Gaitán en la cabeza de la movilización social.
En las manifestaciones acontecidas en aquellos años el caudillo decía que
el hambre no era liberal ni conservadora, sino clasista. Empezó a hablar un lenguaje desconocido, el país nacional y el país político, y las oligarquías y el pueblo y al decir que el pueblo era superior a sus dirigentes, precisamente porque los dirigentes estaban frustrando esas aspiraciones de las masas y que por lo tanto debía producirse un cambio (Alape, 1984: 49).
Gaitán estableció con más fuerza las oposiciones pueblo/oligarquía, país nacional/país político delineando la frontera social que permitía ubicar dentro de su campo identitario al país real (Magrini, 2011), es decir, el país conformado por los sectores populares que hasta el momento habían sido invisibilizados. De este modo es en las manifestaciones multitudinarias donde se logra la fusión del populus. Esto se advierte en el testimonio de Luis Eduardo Ricaurte:
El pueblo en general aceptaba a Gaitán. Él planteaba que no podía haber distinción entre el hambre liberal y el hambre conservadora, esto lo captaba el pueblo y seguía en sus manifestaciones. Entonces la relación en la base era esa, muchos conservadores acompañaban a Gaitán porque defendía una idea social (Alape, 1983: 76).
La identidad populista emerge entonces en la fusión entre las bases gaitanistas, conformadas por sectores de clase media, obreros, campesinos, pequeños empresarios, mujeres, jóvenes, etc., representando el país nacional que Gaitán nombra en su retórica discursiva. En este sentido, el gaitanismo fundiéndose en los reclamos de democracia y justicia social (Green, 1995) es fuerza creadora de un nuevo sujeto político en oposición al bloque hegemónico
Ahora bien, frente a la creciente ola de violencia que se está llevando adelante desde el estado hacia las masas campesinas del interior del país (Fajardo,1985; Fals Borda, 1985), Gaitán adopta una postura de denuncia que se contrapone con las demandas de confrontación directa que le planteaban algunos integrantes del movimiento, este comportamiento responde sin embargo, a uno de los preceptos básicos de la identidad gaitanista, el de ser un movimiento pacífico cuyo objetivo es acceder a la primera magistratura por la vía electoral (Acosta Ayola, 2016). No obstante, la creciente ola de violencia correrá el eje en la disputa de poder. Como resultado, el gaitanismo será arrastrado a cambiar su postura ofensiva por una actitud defensiva.
José García, presidente del comité gaitanista del barrio la Perseverancia sostiene a propósito de la marcha del silencio16
fue impresionante ver cómo una masa tan numerosa que llenaba la plaza de Bolívar, atendía en esos momentos las voces del jefe, no hubo un solo grito. Pero fue el acto de cobardía de Gaitán, un acto de rendición, porque ya la violencia hacía estragos en Colombia. Gaitán en sus conferencias de los Viernes Culturales en el Teatro Municipal, esbozaba y pedía piedad para esos campesinos que estaban siendo masacrados (…) mientras a unos los asesinaban, nosotros con el silencio íbamos a pedir piedad. En los comités de barrio queríamos una acción más definitiva del gaitanismo contra la violencia, frenar la violencia con violencia (Alape, 1984: 118).
Entendemos esta dislocación como una bisagra entre el líder y el movimiento, pero no como una ruptura definitiva entre las fuerzas que lo componían. Esto podemos verlo en forma clara en los dichos de Manuel Salazar
con la marcha del silencio ya comienzan a surgir los dirigentes liberales de cada zona, y hay lucha y pugna, se enfrentan los dirigentes gaitanistas y los dirigentes liberales de toda la vida, cada uno luchando por ser el abanderado de la zona. Los gaitanistas por no dejarse desplazar, y los otros por desplazarlos. Entonces viene el dislocamiento del movimiento gaitanista. La teoría de la Marcha del Silencio fue muy acogida por los grupos tradicionales del Partido Liberal y en cambio tuvo mucha resistencia en los dirigentes de zona gaitanistas (Alape, 1984: 120).
Con el Partido Liberal tradicional incrustado al interior del Movimiento Gaitanista este se fue construyendo con una gran contradicción en su interior. Es claro cómo esta situación permitió el crecimiento de los sectores pertenecientes al liberalismo tradicional y se convirtió en una tensión permanente al interior del movimiento. El acuerdo de Gaitán con los sectores tradicionales del partido permite pensar la complejidad de los cambios coyunturales que en general ponen de manifiesto la necesidad de construir alianzas por fuera del movimiento para el sostén de la hegemonía. Esto es resultado del modo en que, los conflictos internos debilitaron al movimiento frente al bloque hegemónico por ello era sumamente necesario el arribo de Gaitán a la casa de Nariño, lo que fue imposibilitado por su asesinato ocurrido el 9 de abril de 1948, dos años antes de las elecciones presidenciales de 1950 que lo colocaban como el candidato ganador. El testimonio de un militante vuelve inteligible lo traumático que fueron esos días
uno no sólo recuerda a Gaitán sino a todos los mártires que cayeron ese día, el 9 de abril. Toda la tragedia que significó su muerte para el pueblo (…) Uno se encierra en su silencio, el silencio propio de cada hombre, ese silencio que se mantiene en el cuerpo como calor necesario. Y entre dientes uno quisiera gritar ¡Viva Jorge Eliecer Gaitán! Pero cuando uno nota que de su garganta ya no sale ese grito porque él ya no vive, uno quisiera esconderse con grito y todo (…) Su voz tan potente, tan potente que hacía llorar a jurados y a todos los presentes y cuando uno salía a la calle, después de escucharlo en las audiencias, uno veía a la ciudad mucho más clara (Alape, 1984: 24).
En este testimonio se evidencia la nostalgia de haber perdido un dirigente que traía esperanza al pueblo de a pie. Su asesinato fue un acontecimiento enormemente significativo porque obliteró la posibilidad de transformar las demandas en políticas concretas de gobierno, de ese modo el gaitanismo se convirtió en una identidad política que no logró plasmarse en la arena institucional. La violencia desde el poder hegemónico se impuso como disciplinamiento social: el discurso y la identidad gaitanista no lograron traducirse en una estrategia tangible en el ejercicio del poder real.
Conclusión
Este trabajo se propuso contribuir al campo de la historia colombiana y a los estudios sobre populismo, en tanto y en cuanto, realiza un aporte a la comprensión del fenómeno gaitanista, a partir de la recuperación del análisis laclaussiano. Para ello, indagamos en los modos en que la articulación discursiva constituida a partir del liderazgo de Gaitán moldeó las identidades colectivas permitiendo la fusión de demandas heterogéneas en una singular identidad populista. Emergieron dos interrogantes que traemos aquí: ¿Qué configuraciones fue asumiendo la construcción de la identidad populista en el proceso colombiano? ¿Qué singularidades de la experiencia política gaitanista nos permiten pensar la figura de Gaitán como la de un líder populista?
Para dar respuesta se ha recurrido a los escritos de Arturo Alape en un libro editado en 1984 denominado El Bogotazo, memorias del olvido, donde el autor, realiza una minuciosa recopilación testimonial de las experiencias de los sujetos protagonistas de los sucesos sobresalientes de aquellos años. Este corpus permite avanzar en la caracterización del Movimiento Gaitanista, haciendo hincapié en dos cuestiones fundamentales. La primera es el modo en que las diversas demandas sociales de los sectores excluidos de la sociedad colombiana se fueron unificando conformando lo que se denomina como la cadena equivalencial de demandas, que de acuerdo con Laclau se logra ante la falta de respuesta del Estado. En este sentido, hemos visto que en Colombia había amplios sectores invisibilizados que no eran reconocidos por el Estado como sujeto político-social.
En segundo lugar, se ha dado cuenta de la trascendencia que adquiere el discurso y la retórica del líder en la construcción de hegemonía, unificando el sentir popular y edificando de ese modo la identidad del pueblo. Entendemos el vínculo entre Gaitán y el pueblo como un constructo populista, tal como lo presenta Laclau. Se considera que el populismo gaitanista fue incipiente debido a la imposibilidad de Gaitán de ocupar la primera magistratura, en consecuencia, si bien construyó prácticas contra hegemónicas nunca pudo llevarlas adelante como medidas concretas de un gobierno. No obstante, esto no obtura la relación populista entre Gaitán y el pueblo que se perfilaba como capaz de implementar un proyecto de reformas sociales transformador mediante vías institucionales. Esta posibilidad fue percibida por las élites dirigentes que descubrieron el peligro de la ‘barbarie social’ que se avecinaba, amenazando el statu quo, y decidieron avanzar en una encarnizada ola de violencia. Frente a esto, existieron dentro del Movimiento Gaitanista, sectores que plantearon una radicalización de la lucha poniendo en evidencia la tensión hacia el interior del movimiento.
Con el asesinato de Gaitán el 9 de abril de 1948, las clases dominantes interrumpieron de forma brutal en la posibilidad de que se efectúe un proceso de cambio gradual realizado desde el estado impulsado por un nuevo sujeto político, el pueblo.
Bibliografía
Aboy Carlés, Gerardo (2004). “ Repensando el populismo”, en Kurt Weyland, Carlos de la Torre, Gerardo Aboy Carlés y Hernán Ibarra (Comps.), Releer los populismos, Centro andino de acción popular, Quito, pp. 79-126.
Aboy Carlés, Gerardo. (2005). “Populismo y democracia en la Argentina contemporánea. Entre el hegemonismo y la refundación” Estudios Sociales, [En línea], N° 1, Vol. 28., Consultado el 15 de enero de 2022., Disponible en línea en https://doi.org/10.14409/es.v28i1.2553
Aboy Carles, Gerardo (2010). “Las dos caras de Jano: acerca de la compleja relación entre populismo e instituciones políticas”, Pensamiento Plural, N° 7, pp. 21-40.
Acosta, Pedro (2004). López Pumarejo, en marcha hacia su revolución, Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, Bogotá.
Acosta Olaya, Cristian (2014). “Gaitanismo y populismo. Algunos antecedentes historiográficos y posibles contribuciones desde la teoría de la hegemonía”, ponencia presentada en VII Congreso Latinoamericano de Ciencia Política, organizado por la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP), Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires.
Acosta Ayola, Cristian (2016), “¡A la Carga!” y las evocaciones gaitanistas. Populismo, identidades y violencia política en Colombia (1944-1948)” Revista Internacional de Filosofía Política, [En línea], N° 8, Vol. 5. Consultado el 27 de abril de 2022. Disponible en línea en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5567846
Agamben, Giorgio (1998): Homo Sacer I. El poder soberano y la nuda vida, Pre-Textos, Valencia.
Alape, Arturo (1984): El Bogotazo: memorias del olvido, Casa de las Américas, La Habana.
Areces, Nidia (1973): La violencia popular en Colombia El Bogotazo, Centro Editor para América Latina, Buenos Aires.
Bejarano, Jésus Antonio (1975): “El fin de la economía exportadora y los orígenes del problema agrario”, en Moisés Melo (ed.), Cuadernos colombianos, N° 8, pp. 539-634.
Bergquist, Charles (2007): “Los trabajadores del sector cafetero y la suerte del movimiento obrero en Colombia 1920-1940”, en Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda (comps.), Pasado y presente de la violencia en Colombia, Ed. Lealon, Medellín, pp 152-206.
Brungardt, Maurice (1995): “La United Fruit Company en Colombia”, Innovar, Revista de Ciencias Administrativas y Sociales, N° 5, pp. 107-118.
De Ípola, Emilio y Juan Carlos Portantiero, (1981): “Lo nacional-popular y los populismos realmente existentes”, Nueva sociedad, N° 54, pp. 7-18
Fajardo, Darío (1985) “La violencia 1946-1964. Su desarrollo y su impacto”, en Alberto Díaz (Comp.), Once Ensayos sobre la Violencia en Colombia, Fondo Editorial CEREC y Centro Gaitán, Bogotá, pp. 260-295.
Fajardo, Dario (2015): “Estudio sobre los orígenes del conflicto social armado, razones de su persistencia y sus efectos más profundos en la sociedad colombiana”, en Comisión histórica del conflicto y sus víctimas (comps.), Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia, Desde abajo, Bogotá, pp. 361-419..
Fals Borda, Orlando (1985) “Lo sacro y lo violento, aspectos problemáticos del desarrollo en Colombia”, en Alberto Díaz (Comp.), Once Ensayos sobre la Violencia en Colombia, Fondo Editorial CEREC y Centro Gaitán, Bogotá, pp. 79-88.
Fonnegra, Gabriel (1986): Las Bananeras, un testimonio vivo, Círculo de Lectores, Bogotá.
Gaitán Jorge Eliecer (1924): Las ideas socialistas en Colombia, Casa del pueblo ediciones, Bogotá.
Germani, Gino (1962): Política y sociedad en una época de transición, de la sociedad tradicional a la sociedad de masas, Paidós, Buenos Aires.
Gilhodes, Pierre (1972): Las luchas agrarias en Colombia, El tigre de papel, Medellín.
Green, William John, (1995): “Nuevas interpretaciones del populismo latinoamericano y el caso del gaitanismo en Colombia”, Innovar, N° 5, pp. 119-125.
Magrini, Ana Lucía (2011): “Prácticas político-comunicativas. Un análisis discursivo de los sentidos del discurso gaitanista en Colombia (1928-1948)”, en Juan Ruiz (comp.), Aproximaciones interdisciplinares al estado de los estudios del discurso, Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura-Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, pp. 239-274.
Melo, Julián (2008):, “La democracia populista: populismo y democracia en el primer peronismo”, Pensamento Plural, [En línea], N°3., Consultado el 11 de noviembre de 2021., Disponible en línea en http://pensamentoplural.ufpel.edu.br/edicoes/03/02.pdf
Laclau, E. (1987):, “Populismo y transformación del imaginario político en América Latina”, Boletín de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, N° 42, pp. 25-38.
Laclau, Ernesto et all. (2003):, “Estructura, historia y lo político”, en Laclau, Žižek y Butler (comps.), Contingencia, hegemonía y universalidad, Fondo de cultura económica, Buenos Aires.
Laclau, Ernesto y Chantal Mouffe Chantal (2004): Hegemonía y estrategia socialista: hacia una radicalización de la democracia, Fondo de Cultura Económica, México (DF).
Laclau, Ernesto, (2008): La razón populista, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
LeGrand, Catherine (2009): Tierra, organización social y huelga: la zona bananera del Magdalena 1890-1928, en Mauricio Archila Neira y Leidy Jazmín Torres Cendales (edits.), Bananeras: Huelga y masacre 80 años, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.
Osorio Lizarazo, José Antonio (1980): Gaitán, vida, muerte y permanente presencia, Carlos Valencia Editores, Bogotá.
Palacios, Marco (1971): El populismo en Colombia, Siuasinza, Bogotá.
Palacios, Marco (2009): El café en Colombia, 1850-1970: Una historia económica, social y política, El colegio de México, México.
Palacios, Marcos, (2011): ¿De quién es la tierra? Propiedad, politización y protesta campesina en la década de 1930, Universidad de los Andes, Fondo de cultura económica, Bogotá.
Palacios, Marcos (2009): El café en Colombia, 1850-1970: Una historia económica, social y política, El colegio de México, Méexico.
Pécaut, Daniel, (1987): Orden y violencia: Colombia 1930-1953, Siglo XXI, Bogotá.
Retamozo, Martin (2017) “La teoría del populismo de Ernesto Laclau: una introducción”, Estudios políticos [En línea], Vol. 41., Consultado el 20 de noviembre de 2021., Disponible en línea en https://doi.org/10.1016/j.espol.2017.02.002
Vega Cantor, Renán (2004): “Las luchas agrarias en Colombia en la década del ’20” Cuadernos de desarrollo rural [En línea], No 52, Vol. 1., Consultado el 16 de noviembre de 2021., Disponible en línea en ISSN: 2215-7727 https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/desarrolloRural/issue/view/115
Viguera, Aníbal (1993): “Populismo y Neopopulismo en América Latina”,. En Revista Mexicana de Sociología,. UNAM, julio-septiembre, Año LV, Nº 3, pp. 49-66..
Villamizar, Dario (2017): Las guerrillas en Colombia. Una historia desde los orígenes hasta los confines, Ed. Debate, Bogotá. Importar lista
Notas