Resumen: En el artículo analizaremos la globalización de la economía mundial y las formas de resistencia campesina generadas desde mediados de los años de 1990, problematizando así la emergencia de conflictos sociales desencadenados por los procesos de globalización, y la novedad en el ámbito de la acción colectiva rural que fue la creación de una organización internacional de campesinos. Analizaremos a La Vía Campesina (LVC), movimiento mundial que pretende nuclear pequeños productores rurales frente al accionar de instituciones como la Organización Mundial del Comercio en la producción mundial de alimentos. El objetivo del trabajo es ver de manera breve cómo la globalización afecta las formas de vida campesinas en el mundo; cómo esos campesinos procuran resistir a este proceso organizándose a escala mundial e internacionalizando su lucha. Para ello, examinaremos cómo se da el nacimiento de la organización a partir de documentos, entrevistas y sus cuestionamientos al proceso de globalización capitalista-neoliberal.
Palabras clave:GlobalizaciónGlobalización, La vía campesina La vía campesina, desarrollo campesinado desarrollo campesinado, neoliberalismo neoliberalismo.
Abstract: In the article discuss the globalization of the world economy and forms of peasant resistance generated since mid-1990 years, problems thus the emergence of social conflicts triggered by globalization processes, and novelty in the field of rural collective action which was the creation of an international organization of peasants. We will analyze at La Via Campesina. (LVC), global movement seeking nuclear small farmers against the actions of institutions such as the World Trade Organization on world food production. The objective of the study is to see briefly how globalization affects rural ways of life in the world; how those farmers seek to resist this process organizing themselves on a global scale and internationalize their struggle. Therefore we will examine how the birth of the organization from documents, interviews and their questions is given to the neoliberal capitalist globalization process.
Keywords: Globalization, La Via Campesina, development, peasant development, neoliberalism.
Presentación
INTERDEPENDENCIA ECONÓMICA MUNDIAL Y PROCESOS DE RESISTENCIA CAMPESINA EN UN MUNDO GLOBALIZADO: LA EXPERIENCIA DE LA VÍA CAMPESINA INTERNACIONAL
Global economic interdependence and peasant resistance in a globalized world: the experience of international Vía Campesina
Recepción: 29 Enero 2016
Aprobación: 19 Marzo 2016
En la actual fase de los medios y modos de producción del sistema capitalista, se ha generado un estado de interdependencia a nivel mundial que legitima y fomenta cada vez más la necesidad de pensarse en un mundo “globalizado”. Este concepto de globalización ideológicamente polisémico e inicialmente utilizado por los economistas, gana cada vez más uso en los medios de comunicación masivos y en la academia[1]. Por ser un concepto sin una acepción única y reivindicado de formas distintas, no es fácil debatirlo, por no estar bien claro qué tipo y aspecto de la globalización se pretende problematizar en cada situación. En nuestro caso, tomaremos la globalización a partir de su matiz más claro, y quizás fundacional, siendo la forma hegemónica de difusión y defensa de la idea de un mundo sin fronteras: la globalización de la economía mundial.
Esta globalización económica -que conlleva a una inherente globalización cultural- tiende a reconfigurar costumbres locales en el proceso de adecuación de las formas de vida establecidas por la aldea global en el ámbito local. Cambiando así modos de producción, usos y costumbres frente a la modernización productiva y en los patrones de consumo establecidos a nivel mundial.
Sin embargo, este fenómeno no ocurre de forma espontánea, sino que es impulsado y direccionado por las naciones centrales del capitalismo; administrado por los organismos supranacionales y efectuado por las empresas transnacionales y grupos de inversionistas. Por ende, no es un proceso de vía única, sino que genera de forma simultánea movimientos de resistencia y cuestionamiento de sus postulados, además de no ser un proceso internamente lineal.
En efecto, la emergencia de conflictos sociales desencadenados por la globalización de la economía mundial tiene una realidad novedosa en el ámbito de la acción colectiva rural, pues los actores sociales organizados en contra de los principios dictados por la economía de mercado (neoliberalismo) se establecen en una escala que supera sus fronteras nacionales. Por lo tanto, estos movimientos, de cierta manera también se “globalizan” en la labor de cuestionar la globalización hegemónica.
El caso que analizaremos en el presente trabajo es el ejemplo de La Vía Campesina Internacional (LVC)[2], organización mundial que pretende nuclear pequeños productores rurales en la búsqueda de autonomía frente al accionar de instituciones como la OMC (Organización Mundial del Comercio), que intentan dictar los moldes de la producción mundial de alimentos. Esta última es considerada por los miembros de LVC la “principal enemiga de los campesinos”, que exigen “soberanía alimentaria” y defienden la retirada de la agricultura de las rondas de debate de la OMC, propugnando que los “alimentos no son mercadería” (La Vía Campesina, 2002) .
Lo que analizaremos en el presente trabajo es cómo la globalización afecta las formas de vida campesina, y cómo esos campesinos procuran resistir a este proceso organizándose en escala mundial y de esa forma también globalizando su lucha. Para ello, analizaremos cómo se da el nacimiento de LVC y sus cuestionamientos al proceso de globalización capitalista, impulsado por la ascensión del modelo neoliberal.
El análisis de la globalización como el incremento de interdependencia económica vinculado a la hegemonía del modelo neoliberal a partir de la caída del comunismo de Estado a fines de la década de 1980, nos permite analizar los procesos de globalización considerándolos como un intento de revalidación ideológica de las ideas de desarrollo fomentadas desde los años de 1950 (Escobar, 2010)[3]. Desde esta perspectiva, vemos en el discurso inaugural de Harry Truman como presidente de EE.UU, en 1949, cómo el concepto de desarrollo es usado para representar al progreso material y al aumento productivo, rasgos característicos de lo que a partir de los ‘80, y luego del fin de la Unión Soviética, va a ser llamado proceso(s) de globalización:
Más de la mitad de la población del mundo vive en condiciones cercanas a la miseria. Su alimentación es inadecuada, es víctima de la enfermedad. Su vida económica es primitiva y está estancada. Su pobreza constituye un obstáculo y una amenaza tanto para ellos como para las áreas más prósperas. Por primera vez en la historia, la humanidad posee el conocimiento y la capacidad para aliviar el sufrimiento de esta gente. (…) Lo que tenemos en mente es un programa de desarrollo basado en los conceptos de trato justo y democrático (…) Producir más es la clave para la paz y la prosperidad. Y la clave para producir más es una aplicación mayor y más rigorosa del conocimiento técnico y científico moderno (Truman, 1964, como se citó en Escobar, 2010 , p. 35).
Todo este discurso basado en la necesidad de alinear los países empobrecidos al nivel económico, cultural y productivo de los países centrales, aprovechando la capacidad técnica, la “libertad política y la democracia” de los países centrales para ello, se ve reproducido casi que literalmente por los apóstoles de la globalización 40 años después del discurso de Truman.
No obstante, durante la hegemonía del proyecto desarrollista, prioritariamente en Latinoamérica -que ha sido la principal región del mundo en adoptar el desarrollismo como paradigma- más de la mitad de la población de esa región sigue en condiciones de vida degradantes, víctimas de enfermedades fácilmente curables, sin educación formal satisfactoria, entre otras cosas, pero su economía no es primitiva ni tampoco estancada (más bien se encuentra mundialmente ubicada y dependiente)[4]. Además, su pobreza no ha significado un obstáculo, sino más bien un medio para que los capitales nacionales y transnacionales se “desarrollaran” con flexibilización laboral y sueldos bajos. La democracia evocada por Truman significó en Latinoamérica sangrientas dictaduras apoyadas por los países inversores del modelo desarrollista (posteriormente resignificado bajo la hegemonía neoliberal); y el conocimiento técnico y científico moderno quedó patentado y –prácticamente- inaccesible económicamente para esas partes del mundo[5].
Luego, haciendo un análisis de la implementación del modelo desarrollista en Latinoamérica, vemos que éste representó una forma de reducción de costos para los países centrales en la producción industrial más intensiva en mano de obra y materia prima, como comenta Arceo (2009) :
La búsqueda por el capital de la reducción de sus costos impulsa la inversión directa en los países menos desarrollados, generando una nueva división internacional del trabajo en el seno de la industria mundial. Los fragmentos de los procesos productivos más intensivos en trabajo [y recursos naturales] y menos susceptibles de automatización pasan a quedar radicados en los países periféricos, cuyo crecimiento queda subordinado a la expansión de sus exportaciones (p. 6).
Con la subordinación del crecimiento económico interno a las exportaciones, estos países no alcanzaron ninguna autonomía con su limitada industrialización, tornándose cada vez más dependientes de las inversiones foráneas y del precio internacional de las mercaderías primarias de bajo valor agregado que producen.
Pese a la industrialización por sustitución, que empieza a realizarse a partir de los años de 1940 y se incrementa con el advenimiento del proyecto desarrollista, los países de América Latina siguen siendo primordialmente exportadores de productos primarios. Lo que cambia es que con la Revolución Verde, la agricultura pasa a industrializarse, a mecanizarse y con eso los pequeños productores, campesinos, indígenas, re-colectores y otros,[6] pasan a ser cada vez más desposeídos de sus modos y medios de producción que empiezan a ser controlados por empresas multinacionales[7]. Con la liberalización cada vez más grande de la economía mundial, vinculada a la ascensión del capital financiero en los países centrales, este modelo de desarrollo pasa a ser desregulado nacionalmente bajo la ortodoxia del neoliberalismo, obteniendo con el fin de las fronteras nacionales (fiscales), el aumento de las circulaciones de capitales y productos por el planeta en el intento por acercarse a las tasas de ganancias logradas en la “edad de oro del capitalismo” (1950-1974) y perdidas en la crisis de los años de 1970 (Arceo, 2009) . Para June Nash (2006) , la globalización significa la hegemonía de este proceso de liberalización e interdependencia que precariza las ya limitadas condiciones de vida y trabajo en los países periféricos:
La globalización es el proceso de integración de la economía mundial en lugares que resultan claves para la inversión y la producción. La premisa ideológica es la existencia de un mercado autorregulado que asegure la libre circulación de bienes y recursos escapando a los controles nacionales e internacionales sobre los procesos de producción y sobre las condiciones laborales (p. 30).
La precarización laboral es uno de los efectos de este proceso de integración (asimilación) y competencia para hacer parte del mercado mundial, pero no es el único ni el principal rasgo global que afecta las poblaciones locales en el Tercer mundo.
De cierto modo, la precarización en el nivel de los sueldos y garantías laborales, alineada con la baja en la oferta de puestos de empleo en los países periféricos, no cambia mucho su esencia pre-neoliberalismo: sobre-explotación de plusvalía, desempleo estructural, ejército industrial de reserva, producción para exportación, entre otras características, sino que incrementa lo que ya era el patrón en estos mercados capitalistas dependientes. No obstante, en lo que se refiere a las parcelas de la población que todavía no estaban incluidas directamente en los modos de producción capitalista, manteniéndose todavía en el margen cultural y productivo del sistema imperante, la globalización ha sido impactante. Estas poblaciones están siendo despojadas de sus tierras ancestrales frente a los procesos de acumulación por desposesión (Harvey, 2004) incrementado por la liberalización económica, llamada por muchos de recolonización del continente. En este proceso, los rasgos característicos de lo que Marx llamaba “acumulación primitiva” reaparecen, pero no como algo primitivo, remontado al comienzo del capitalismo, sino mostrando su carácter constante en los procesos de acumulación capitalista y sus complejas relaciones y pasos, como comenta Harvey (2004) :
Una mirada más atenta de la descripción que hace Marx de la acumulación originaria revela un rango amplio de procesos. Estos incluyen la mercantilización y privatización de la tierra y la expulsión forzosa de las poblaciones campesinas; la conversión de diversas formas de derechos de propiedad –común, colectiva, estatal, etc. – en derechos de propiedad exclusivos; la supresión del derecho a los bienes comunes, la transformación de la fuerza de trabajo en mercancía y la supresión de formas de producción y consumo alternativas; los procesos coloniales, neocoloniales e imperiales de apropiación de activos, incluyendo los recursos naturales; la monetización de los intercambios y la recaudación de impuestos, particularmente de la tierra; el tráfico de esclavos; y la usura, la deuda pública y, finalmente, el sistema de crédito. El estado, con su monopolio de la violencia y sus definiciones de legalidad, juega un rol crucial al respaldar y promover estos procesos (p. 113).
Las poblaciones campesinas, indígenas, recolectoras, afrodescendiente y otras, en estos procesos se perciben totalmente despojadas de sus medios y modos de producción, costumbres y cultura tradicionales; frente la pérdida de su tierra, empleo y formas de vida. Esta incursión forzosa al sistema productivo capitalista (globalización), les obliga muchas veces a migrar a los grandes centros urbanos, lugares totalmente ajenos a sus anteriores formas de vida y sin ninguna calificación profesional para trabajar en las fábricas automatizadas, pronto van a engrosar las filas de desocupados y a habitar villas de emergencias, calles y puentes. Teniendo en vista el actual estadio productivo del capitalismo, la transformación de artesanos y campesinos en proletarios ya no es requerida ni viable, debido a la creciente tasa de mecanización y computadorización de los sistemas productivos y al gran número de personas con formación profesional desocupadas frente a las distintas y recurrentes crisis cíclicas[8]. Los procesos de resistencia, entretanto, a esa descampesinización[9] globalizada revelan no sólo la existencia/persistencia, sino también un creciente fortalecimiento organizativo, de estos campesinos e indígenas, ante todos los intentos de negarles, teórica, productiva y culturalmente, la existencia. Observando su accionar es posible identificarlos como los protagonistas en los principales procesos de resistencia popular a la globalización neoliberal durante las décadas de 1990 y 2000. Veremos en los próximos apartados como LVC, nacida en 1993, representa a gran parte de estos campesinos e indígenas a nivel mundial, como un marco en esta lucha anti-globalización.
Hablar de una Articulación Internacional de Campesinos podría haber sido, hace no mucho más de dos décadas, algo impensable (todavía están aquellos que les niegan la existencia desde distintas perspectivas ideológicas), teniendo en vista un pensamiento teleológico iluminista de industrialización/urbanización total como única imagen de progreso humano posible. Sin embargo, los campesinos y pequeños productores rurales no solo siguen existiendo, sino que desde 1993, tienen de forma orgánica un representante de sus derechos e intereses en el ámbito mundial. LVC nace de la capacidad inventiva y de la necesidad de resistencia de los trabajadores rurales de todo el mundo, frente al avance del modelo neoliberal sobre las formas de producción familiares y/o no-capitalistas en la agricultura:
Durante casi cien años, las personas que creían saber lo que ocurría en las zonas rurales de todo el mundo, predijeron la desaparición de los campesinos. ¡Desde luego, a estas alturas no quedaría ninguno! No obstante, los campesinos, integrados en LVC, vienen de todas partes, formando una discordante y problemática voz en medio del coro que ensalza las plegarias de la globalización. (…) LVC se ha convertido en una creciente y visible voz de oposición radical a la globalización del modelo neoliberal y corporativo de la agricultura (Desmarais, 2007, p. 16) .
Esta organización nace justamente cuando la idea de globalización gana fuerza en los debates mundiales, pos caída del muro de Berlín, en el momento donde una parte importante del mundo ahora democrático y capitalista, pasa a marchar “rumbo al fin de la historia”. La fecha del encuentro de la articulación fundamental para su nacimiento, se remonta al año de 1992:
LVC tuvo origen en abril de 1992, cuando varios dirigentes campesinos de América Central, de América del Norte y de Europa se reunieron en Managua, Nicaragua, en el contexto del Congreso de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG). En mayo de 1993, fue realizada la I Conferencia de LVC en Mons, en Bélgica, durante la cual ella fue constituida como organización mundial y fueron definidas las primeras líneas estratégicas de trabajo, así como también sus estructuras (La Vía Campesina, 2002, p. 5) .
La constitución oficial de LVC no se dio espontánea y verticalmente, sino que fue el resultado de todo un proceso de organización local y regional de estos productores rurales, indígenas y campesinos, que frente a la ofensiva directa y el riesgo de la desaparición de sus formas de vida, buscaron unir fuerzas[10]. Como es posible observar en partes de la entrevista realizada al (ya fallecido) miembro del área de relaciones internacionales de la coordinación nacional del Movimiento de Trabajadores Sin tierra de Brasil (MST) y miembro fundador de LVC como representante del MST, Egidio Brunetto, desde el primer congreso del MST las articulaciones internacionales ya estaban presentes:
En nuestro congreso en el ‘85 [primer congreso del MST] vinieron varias delegaciones internacionales, la gente de Ecuador que después va a jugar un papel importante (…) Con el congreso el Movimiento se torna más referente porque reunió 1500 personas en Curitiba. Ya en ‘85, ‘86 empezamos a establecernos en la medida que hicimos las ocupaciones de tierra, nosotros empezamos a tener la política de ir conociendo… porque se abrió una serie de desafíos. Entonces comenzamos a mandar gente para conocer experiencias del área de producción, del área de resistencia, de ocupación, como se hacía, en estos lugares donde había bastantes luchas importantes: Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, los países de Centro América. (...) Ya allí 1987/88 empezaba un movimiento para hacer las celebraciones de los 500 años del descubrimiento de América pensado por España y Portugal, que sería en 1992 (…) Ecuador y los países andinos llamaron a una reunión para el ‘87, para discutir un movimiento de resistencia y protesta en contra de las celebraciones… porque ya se sabía que había una ofensiva, entonces nos invitaron (Egidio Brunetto, comunicación personal, 27 de julio, 2010) .
En la constitución del MST en Brasil, las articulaciones internacionales -que posteriormente iban a dar sustrato para la formación de LVC internacional y la CLOC (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo),[11] regionalmente- ya se diseñaban.
Es interesante ver que en la formación del MST (1984), un miembro fundacional de LVC las articulaciones internacionales (entre distintos movimientos de América Latina), son un hecho que le da no solo reconocimiento y apoyo en su lucha interna, sino que también lo cualifica, a partir de la apropiación del acumulo de experiencias de movimientos y organizaciones campesinas de otros países. Este proceso constituye un ejemplo análogo al ocurrido en otros movimientos que forman parte de LVC. Estos movimientos se conocieron y organizaron en diferentes encuentros y países, muchos de ellos fueron cumbres paralelas a las oficiales organizadas por Naciones Unidas (ONU) y demás organismos multilaterales y algunas ONG transnacionales. Tal característica es identificable en la constitución de LVC como un movimiento oriundo de la contestación directa a la transnacionalización oficial, tanto en la política de bloques y acuerdos financieros; como por la filantropía representada por ONG profesionales, como vemos en el relato de Brunetto:
Entonces en este período nosotros hicimos muchos encuentros en ‘92 (…) la Eco-92 que tuvo en Río de Janeiro la oficial con todos los movimientos que siguen hasta hoy esta cuestión ambiental, y nosotros hicimos la nuestra paralela, vino el movimiento ambientalista y campesino, entonces nosotros aprovechamos e hicimos un gran encuentro en Vitoria (Espírito Santo) pero después, con los campesinos de varias partes del mundo allí se amplió hacia Asia, África, Europa, esta nuestra red que antes era más latinoamericana va creando lazos y la gente va haciendo análisis y el neoliberalismo ganando y ganando mucha fuerza con la caída del muro de Berlín, etc., ya viene un auge fuerte de las políticas neoliberales en los años ‘90.(…) rápidamente nosotros empezamos a hacer reuniones, hubo un encuentro convocado por una fundación en Nicaragua en 1992, Fundación Paulo Freire, que convoca organizaciones de Canadá y también de América Central, para discutir una alternativa campesina, con esa idea un poco desarrollista de hacer tipo un Banco, las cooperativas y unas empresas…, creían que irían resolver con esa idea. Pero comienzan a debatir los temas del neoliberalismo que ya comenzaba a afectar, entonces ellos llamaron a un encuentro para crear una organización campesina. Que es lo que va a dar origen a LVC, ellos convocan para 1993 en Mons, en Bélgica entonces ellos van a invitar al MST y ellos nos pidieron para indicar organizaciones, nosotros ya teníamos esta nuestra red (…) que no era bien la CLOC porque es 1993, pero era la ‘pre-CLOC’ podemos decir, porque nosotros ya veníamos haciendo reuniones, los encuentros. Entonces nosotros indicamos organizaciones de Argentina, Chile, invitamos a la federación de Colombia, Nicaragua, todas esas que nosotros teníamos relaciones, Honduras. Entonces la presencia de América Latina ya es muy significativa, entonces allí ella va romper con la Fundación Paulo Freire que quería hacer tipo una ONG, coordinada por ella misma. (...) después se transformó en ‘Agriterra’ que existe hasta hoy, ligada a la FIPA [IFAP en Ingles], la Federación Internacional de Trabajadores y Productores Agropecuarios[12](comunicación personal, 27 de julio, 2010 ).
A partir de la primera Conferencia en Mons,[13] LVC gana cada vez más tamaño y autonomía, siendo desde entonces uno de los principales referentes en el ámbito mundial de los campesinos pobres y de varios grupos de campesinos indígenas[14]. Este papel referencial, sin embargo, no significa que LVC sea la única organización internacional en reivindicar la representación de tales sujetos políticos del campo. Pero es justamente por operar en un espacio tensionado, donde distintos actores sociales reivindican ser representantes de las voces de los campesinos, que LVC se destaca, en oposición a las demás organizaciones, basada principalmente en su base social y en su estructura organizativa diversificada:
El problema que tuvimos en nuestra primera asamblea fue con el Instituto Paulo Freire, de Holanda, que hoy se llama Agriterra. Fue un conflicto principalmente sobre el papel que podrían tener los movimientos campesinos, el papel que tendríamos y la posición que asumiríamos. Para nosotros, LVC era un espacio político de lucha y claramente enfrentaba el modelo neolibreal. La ONG Paulo Freire creía que debería ser un foro de debates y que no debería tener una posición política (Paulo Nicholson, comunicación personal, 17 de mayo, 2007, como se citó en Vieira, 2008 , p. 142).
Nos encontramos allá porque ellos pagaron el pasaje de todo el mundo (…) los europeos [organizaciones campesinas europeas] tenían una visión más estratégica. Ellos intuyeron que era importante tener una articulación internacional (…) intuyeron que nosotros teníamos que mantener el principio de la autonomía e independencia como clase. Y, por lo tanto, era muy peligroso fundar una cosa que iba a estar bajo las alas de una ONG. Que podrían hasta ser bien intencionados, no era una crítica a la iniciativa, pero era intentar rescatar ese principio. (…) Los europeos estaban bien articulados en la comisión que ellos tenían. (…) Y nosotros ya estábamos articulados adentro de la CLOC. Ahí nosotros viramos la mesa y la entidad quedó enojada (…) porque en la verdad ella armó el circo y no pudo festejar (Joao Pedro Stédile, comunicación personal, 19, diciembre de 2007, como se citó en Vieira, 2008 , p. 142).
A diferencia de las verticalizadas ONG y/o agencias gubernamentales, federaciones y sindicatos, la estructura organizativa horizontal de LVC fue fundamental para propiciar todo el crecimiento en número y representatividad realizado por la organización, en detrimento de la falta de base social de las demás organizaciones rurales (principalmente las ONG profesionistas); en un delicado momento de acentuado descenso de la participación masiva en las organizaciones de la izquierda tradicional (partidos, sindicatos, entre otras) marcadamente jerárquicas. La manera de organización de LVC no solo le acerca a sus bases en los territorios locales, sino que en este proceso rompía con la lógica de asimetría de poder y representatividad vista en las organizaciones transnacionales financieras y políticas, como: OMC, ONU, FMI (Fondo Monetario Internacional), representantes del “gobierno mundial de un mundo sin fronteras”, pero altamente desigual en la distribución de poderes y riquezas.
En los marcos de su estructura organizativa (influenciada en parte por históricas organizaciones de la izquierda tradicional y mayormente por sus entidades de base como el MST de Brasil, la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA) de México, y demás organizaciones ya bastante estructuradas al momento del nacimiento de LVC en 1993), las prioridades estaban vinculadas a: la “articulación de sus organizaciones afiliadas”; estar siempre participando en los “centros de poder y decisiones de los gobiernos y organismos multilaterales”, en un intento de reorientar las políticas macroeconómicas y agrícolas que afectan directamente a los pequeños y medianos productores rurales; la ampliación de la participación de las mujeres en todos los ámbitos de las actividades políticas y organizativas; y direccionar esfuerzos hacia la formulación de propuestas en temas como: reforma agraria, soberanía alimentaria, producción, comercialización, investigación, recursos genéticos, biodiversidad, medio ambiente y género (La Vía Campesina, 2002, pp. 5-6) . Los temas de trabajo permanentes de la organización son: soberanía alimentaria y comercio Internacional; lucha por la reforma agraria y cambios en el campo; género, derechos humanos; agricultura campesina sustentable; biodiversidad, bioseguridad y recursos genéticos (La Vía Campesina, 2002, p. 7) .
Los espacios de decisión y organización están capitaneados por la Conferencia Internacional, que es la máxima instancia decisoria y se reúne cada 3 o 4 años[15]. Después están las regionales, que son las responsables de organizar cada región. La articulación entre las regionales es hecha por la Comisión de Coordinación Internacional (CCI) -con 16 miembros-, de todas las regionales; todas las comisiones de LVC siempre son compuestas en igualdad de género. Geográficamente, la organización está presente en prácticamente todas las partes del globo, “LVC se divide en ocho regionales: Este y Sudeste de Asia, Sur de Asia, Norteamérica, Centroamérica, Sudamérica, el Caribe, Europa, África” (Desmarais, 2007, p. 50) .
Un importante factor de confluencia y aceptación de LVC como un representante válido para distintas organizaciones campesinas -tanto del Sur (predominantemente pobre) como del Norte (mayormente rico)- en relación con los avances del capitalismo en la agricultura, fue la vinculación entre las problemáticas de los dos hemisferios en un mismo frente "en contra de" las políticas agrícolas neoliberales. Hecho que le concede a LVC un carácter contra-hegemónico distintivo, abarcando a las diferentes perspectivas de agricultores del industrializado -casi totalmente- Norte, con los procesos de transición para una agricultura más industrializada, y todavía más tradicional (a escala familiar) en los insumos y manejos en el Sur.
Según LVC, el conflicto no es entre los agricultores del Norte y los Campesinos del Sur. La lucha es entre dos modelos enfrentados- y en muchas formas diametralmente opuestos- de desarrollo social y económico: de un lado, un modelo corporativista, neoliberal y globalizado en el cual la agricultura es vista exclusivamente como especulación lucrativa y donde los recursos productivos se concentran cada vez más en manos de la agroindustria; y por otro lado, un modelo rural, completamente diferente y más humano, basado en la “ética de desarrollo redescubierta” que desciende de la “cultura productiva” y de la “vocación productiva” de las familias agrícolas (Declaración de Managua, 1992) (Desmarais, 2007, p. 55) .
El proceso de incorporación de nuevas entidades a las filas de LVC es mediado siempre por las organizaciones nacionales (cuando ya existen otras organizaciones miembros en tal país, si no queda a cargo de alguna entidad regional), quienes tienen que dar su visto bueno para que la postulante pueda, a partir de allí, llegar a las instancias regionales y posteriormente internacionales. La incorporación definitiva es en la Conferencia Internacional siguiente al pedido de adhesión, donde la organización tiene oficializada su inclusión como entidad miembro de LVC. Los criterios varían desde la antigüedad de la entidad, hasta su histórico de luchas, banderas políticas, base social (campesina y/o en la tierra necesariamente), y nivel de relacionamiento y vinculación con los movimientos sociales de su país que ya son miembros de LVC, sin intervención directa de las instancias internacionales, teniendo la palabra final las organizaciones del mismo país sobre el proceso de adhesión ( Desmarais, 2007 ; Vieira, 2008 ).
Luego, las organizaciones se nuclean regionalmente como el caso de la CLOC en Sudamérica y de la Coordinadora Campesina Europea (CPE), y también nacionalmente como el caso de LVC Brasil. Sin embargo, las estructuras de LVC reproducen y son los reflejos de su diversidad interna, por lo tanto, varían según la coyuntura y capacidad organizativa de la entidad en cada parte del mundo (véase la composición por regiones del mundo de LVC en la Tabla 1)[16].
La identidad interna de la organización se construye a partir de las campañas, actos y líneas de actuación, donde los consensos se materializan en documentos y actos. De todos los conceptos y demás inventos traídos por LVC para el debate político mundial, más específicamente en los temas de la agricultura a partir de la década de 1990, la soberanía alimentaria parece ser el concepto con más poder de convocatoria, y clamor académico-político, siendo un marco en los rumbos de cómo pensar las políticas alimentarias mundiales.
Es paradigmática la reivindicación que LVC hace de la soberanía alimentaria,[17] contrastando directamente con lo que es propagado por los “globalistas”, de que el mundo es cada vez más sin fronteras y soberanías. Por consiguiente, la exigencia de soberanía alimentaria que hace LVC es a un nivel popular -y no sólo nacional-, además, no reivindican únicamente el derecho a que cada país tenga soberanía productiva por sobre las directrices de la OMC y del mercado mundial de alimentos, sino que cada grupo de productores y familias campesinas ubicados localmente alrededor del mundo, tengan soberanía frente a su realidad productiva y cultural local, que significa también acceso a créditos, tierras, mercados y demás[18].
Este hincapié en lo local hecho por LVC, en la idea de la manutención de la autonomía cultural y organizativa de cada entidad, aunque pertenecientes a un movimiento global, reconfigura/disputa en partes a la idea de globalización hegemónica, que suprime lo local asimilándolo a lo “más” moderno y global. Es decir, LVC es un movimiento global que se concretiza y retroalimenta a partir de la existencia de movimientos locales, que no solo reproducen las directrices mundiales en lo local, sino que sus líneas mundiales son consensos pensados y debatidos localmente en un movimiento inverso al de las grandes organizaciones multilaterales; por ejemplo:
En realidad LVC es una construcción a partir de procesos de cada país, ella no es un proceso… [Internacional] pero ella busca unidad internacional, entonces a nivel internacional nosotros logramos hacer análisis comunes, y desarrollar políticas comunes que después retornan, pero la fuerza es la fuerza que las organizaciones de LVC tienen en cada país (Egidio Brunetto, comunicación personal, 27 de julio, 2010) .
La globalidad de LVC no supera el escenario y territorialización local de sus organizaciones de base, sino que se nutre constantemente de él, siendo más allá de las acciones globales de protesta del movimiento, el lugar de resistencia/existencia real de LVC.
Las acciones más destacadas de LVC en el escenario mundial están directamente vinculadas a las reuniones de la OMC, desde Seattle en 1999, cuando el movimiento campesino aliado a otras organizaciones populares sumó alrededor de 10 mil manifestantes, logrando interrumpir la reunión de la OMC, que terminó sin acuerdos debido a las protestas que impidieron la realización de la mayoría de las reuniones del encuentro. Estas protestas tienen su radicalización simbólica ejemplar el 10 de septiembre de 2003 en Cancún, México; cuando en el comienzo de la Quinta Conferencia Ministerial de la OMC, el líder agrícola coreano Lee Kyung Hae, unido con sus pares de la delegación de LVC:
En un empeño por sacar a la OMC de la agricultura (…), portando un cartel –“La OMC mata a los campesinos”–(…) caminó hasta la alambrada que protegía las negociaciones de los protestantes y se apuñaló a sí mismo hasta morir (Desmarais, 2007, p. 17)[19].
Lo simbólico de este acto en una reunión de la OMC es la prueba más clara de cómo LVC encara su lucha a nivel mundial, identificando en este organismo, que es uno de los símbolos y pilares centrales de la globalización, no solo económica sino también cultural, toda la indignación por parte de los campesinos e indígenas del mundo contra esta entidad[20].
Las resistencias orquestadas por LVC en el plan local están centradas principalmente en la conquista, manutención y recuperación del territorio campesino indígena frente a los procesos de acaparamiento de tierras comunales en el contexto de la acumulación por despojo y su alza en el periodo neoliberal (y también posteriormente en el neodesarrollismo progresista). Ulterior a la posesión de la tierra frente al avance del agronegocio, minerías y demás modos de producción extractivos, los movimientos campesinos vinculados a LVC se proponen practicar procesos productivos centrados en la solidaridad económica y en la transición agroecológica, como ya se había debatido para el caso de la producción del arroz agroecológico Tierra Libre producido en asentamientos de la reforma agraria del MST, en el sur de Brasil (Pinto, 2015)[21].
Además de luchas por bienes naturales fundamentales para la producción de alimentos a escala familiar, como el agua para zonas semiáridas y de riego, en el caso de las luchas y resistencias desarrolladas por el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) de Argentina (Pinto, 2011) en la provincia de Mendoza. Esos conflictos encuentran como actores antagónicos a los productores de ganado vacuno expulsados de las zonas más capitalizadas del agro, como la región Pampeana, por el avance de la producción de soja transgénica. Estos productores desplazados a mediados de la década de 1990, empezaron a llegar a las zonas de producción marginales ocupadas históricamente por población campesina, acaparando no solo tierras sino también recursos productivos centrales de los ecosistemas, como el agua. Para el caso de Mendoza, también la producción de vino por las grandes bodegas exportadoras representa un enemigo central en la lucha por seguir reproduciendo sus modos de producción y vida campesino indígenas.
Presente en los procesos de resistencia antes descritos está también la demanda por mayor democracia en el campo, desde donde nace la idea de soberanía alimentaria y productiva; debates centrales para el nacimiento de LVC y que ya estaban desarrollándose con bastante fuerza en México hacia finales de la década de 1970 y primera mitad de los años de 1980, momento en que nace la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA) -en 1985- en un contexto de fuerte control productivo tutelar por parte del estado mexicano frente a la producción campesina ejidal comunitaria, en un país en que la reforma agraria ha sido desarrollada de modo bastante superior a los casos de Brasil y Argentina, dejando claro que la lucha campesina apenas empieza a partir de la conquista y manutención de la tierra (Pinto, 2016) .
La lucha por la supervivencia en toda la amplitud económica, cultural y biológica que el término representa, fue el factor central que unió y movilizó a esta gente con limitados accesos a tecnologías, “aislada” en sus chacras –o en acampes luchando por la tierra– a movilizarse mundialmente. Lo novedoso de esta articulación va más allá de la imprevisibilidad de tal forma organizativa por parte de campesinos, considerados hasta por la izquierda como extinguidos, sino porque ellos revalidan la acción colectiva en contra los postulados de la globalización neoliberal, en un momento en que la izquierda clásica se encontraba desarticulada y sin base social frente a la caída de la Unión Soviética y a la reconfiguración productiva capitalista, como demuestra Nash (2006) :
La integración global ha perturbado las antiguas bases para la acción colectiva al mismo tiempo que ha creado nuevas formas de organización. Con la pérdida de lugares estables de producción, la base para la acción colectiva de una clase trabajadora organizada se fragmenta, sin embargo, nuevos espacios de disenso emergen para enfrentar la consolidación del poder en el ámbito global. Estos movimientos son más comunes en los márgenes de las economías tecnológicamente avanzadas o en remotos altiplanos o junglas en donde la amenaza a las actividades de subsistencia y supervivencia se transformó en el centro de la arena para el desarrollo de las conciencias y de la acción (p. 53).
Es interesante ver que LVC no solamente representa una fuerza de resistencia a los postulados económicos y culturales difundidos como superiores en el proceso de liberalización económica e interdependencias mundiales, sino que su existencia misma es un ejemplo de cómo el proceso de integración cultural-económico entre los diferentes pueblos del mundo puede darse en parámetros diferentes. No teniendo en cuenta las ventajas comparativas, tasas de ganancias y una suerte de etnocentrismo eurocéntrico modernista difundido tácita y explícitamente en la globalización capitalista[22]. Con su ejemplo vemos intercambios horizontales que conservan en el proceso de contacto con la cultura ajena, la autonomía sobre su propia forma de vida, además de realizar trueques de productos en parámetros de equidad cambiaria y con fines sociales y no mercantiles.
Vivimos ahora, con el proceso de Globalización, un momento singular en la historia de las relaciones entre comunidades humanas. Este proceso viene siendo desarrollado históricamente desde hace más de 500 años, teniendo mucha fuerza en el actual estadio político y tecnológico donde las distancias culturales y geográficas se achicaron. Sin embargo, hay también disputas por poder y hegemonía en estos procesos de globalización, que no pueden ser resueltas unilateralmente por organismos trasnacionales parcializados, bienes de consumos globales, Internet u otras; estos conflictos representan distintas formas de ver y pensar la realidad social y maneras de vida posibles. Estas formas de vida no son pensadas bajo un mismo criterio de valores por los distintos actores sociales, no siendo por lo tanto mensurables bajo criterios compartidos. Siendo así, ¿quién decide cuál es el mejor modo de intervenir en un territorio donde hay un bosque nativo? ¿los proyectos de desarrollo del banco mundial o las poblaciones locales? ¿quién tiene más legitimidad sobre el tema? ¿qué pasa con las montañas de desechos químicos dejados por una minería transnacional en un territorio indígena-campesino del tercer mundo? ¿para dónde van los productos agrícolas producidos por los países pobres? Por consiguiente, la legitimidad de la contestación a la globalización neoliberal hecha por LVC y demás movimientos contrahegemónicos está en cuestionar la difusión del modelo occidental de vida y perspectiva cognitiva, como mejores, más modernos y racionales, bajo el epíteto de la globalización. Con la palabra de orden: Globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza, el Movimiento da muestras de que intenta resignificar los procesos de globalización desde una perspectiva popular, horizontal y diversa, resistiendo, cuestionando y proponiendo alternativas a la globalización neoliberal hegemónica.
Forma de citar este artículo en APA: Pinto, L. H. (2016). Interdependencia económica mundial y procesos de resistencia campesina en un mundo globalizado: la experiencia de La víacampesina internacional. Perseitas, 4(2), pp. 260 - 282
http://www.funlam.edu.co/revistas/index.php/perseitas/article/view/2017/1562 (html)