Derecho administrativo general
Recepción: 25 Julio 2016
Recibido del documento revisado: 02 Septiembre 2016
Aprobación: 15 Septiembre 2016
Resumen: Este trabajo analiza la realidad de las ciudades de la Antigüedad tardía en Hispania, así como la proliferación de lasvillae,fenómeno relacionado entre otros motivos con la presión fiscal impuesta a los ciudadanos de la época. En una visión multidisciplinar, se contextualiza la regulación de la vida en los núcleos urbanos y rurales hispanos, sometida a numerosas transformaciones, pausadas en el tiempo, tanto desde el punto de vista histórico como arqueológico, sociológico, religioso y jurídico, a la vez que se evidencia la presencia militar, desorganizada e incapaz de resolver los problemas en las fronteras. Además, se incluyen como conclusiones finales las reflexiones necesarias sobre este momento histórico tan interesante como denostado tradicionalmente.
Palabras clave: Civitas, Villae, Cristianismo, Presencia militar, Fiscalidad.
Abstract: In this paper we analyze the reality of the cities of late antique Hispania, as well as the proliferation of thevillae,a phenomena, which among others, is related to the tax burden imposed on citizens of the time. using a multidisciplinary approach, this paper contextualizes the regulation of life in the urban and rural centers of Hispania, which were subject to numerous transformations, frozen in time, both from a historical perspective as well as archaeological, sociological, religious and legal point of view, while also demonstrating how the military was disorganized and unable to resolve problems on the borders. This paper also includes in its conclusions some necessary final reflections on this historic moment.
Keywords: Civitas, Villae, Christianity, Military Presence, Taxation.
Introducción
El estudio de la realidad urbanística en Hispania en la Antigüedad tardía debe acometerse de forma unitaria tanto en el ámbito urbano como en el rural, a fin de poder conocer de un modo global los asentamientos urbanos y la transformación del paisaje, así como la conformación de la ciudad tardoantigua y las villas romanas1. En esa óptica, a continuación se pone en evidencia la vida cotidiana en las ciudades y en el campo, así como la proliferación de grandes residencias rurales a la vez que se despoblaban las ciudades en este período de la historia -con la explicación pertinente de tal motivación-, y la influencia del Cristianismo con sus iglesias en la realidad del entorno,- todo ello unido a las normas urbanísticas impuestas en el territorio de Hispania, como le correspondía al ser una provincia romana. La denominada arqueología de gestión2, completada con la realidad jurídica, debe ayudar a conseguir el objetivo final de este trabajo, que no es otro que el dar una visión multidisciplinar y veraz sobre lascivitasy lasvillaeenHispania.
Tradicionalmente, además, las investigaciones realizadas en el ámbito urbano hispano se han centrado en las residencias de la élite peninsular, con sus grandes construcciones y mobiliario de lujo, sin tener en cuenta el modelo de casas del sector no privilegiado3, lo que ha llevado a un gran desconocimiento delmodus vivendide la mayor parte de la sociedad de la época, ya que la clase privilegiada era evidentemente menor en términos cuantitativos, pero resulta mucho más atractiva para su análisis por cuanto los vestigios encontrados tienen por lo general mucho más valor, tanto desde un punto de vista material como arquitectónico, arqueológico, histórico e incluso, en muchas ocasiones, jurídico.
Por lo que se refiere al ámbito rural, la actividad arqueológica ha sido intensa en los últimos años, pero ciertamente a veces polémica, ya que, con la intención de magnificar los descubrimientos realizados, se ha llegado a presentar el hallazgo de villas romanas de cierta relevancia como si se tratara del de palacios imperiales que no se corresponden con la realidad, con el fin de revalorizar los yacimientos para poder así conseguir apoyo institucional de las diferentes administraciones que puedan sufragar el coste de los proyectos de excavación4.
Todos estos tópicos procedentes de la historiografía tradicional son los que se quiere poner en cuestión en el presente trabajo, por lo que, con apoyo en las evidencias arqueológicas y las diferentes fuentes literarias, jurídicas y epigráficas existentes al respecto, se pretende clarificar elstatus quaestionisy poner un poco de orden en esa época tan convulsa de la historia de Hispania que es la Antigüedad tardía, y por ende, del agónico Imperio romano al que estaba sometida.
1. La ciudad tardoantigua
La estructura urbana de la ciudad tardía y la transformación de la ciudad clásica en la época tardoantigua coinciden en la pervivencia de la trama urbana del periodo anterior pero con variaciones5, que podemos estimar muy importantes, las cuales se manifiestan en la progresiva ocupación de la vía pública -atribuible tanto a la iniciativa privada como a la actuación de los poderes públicos6, con el estrechamiento de la calzada o la desaparición de algunos tramos de la misma, lo que provocará la distorsión de la clásica red ortogonal de calles7y la aparición de un nuevo orden urbanístico.
Se produce, por lo tanto, la desurbanización del área residencial intramuros, y la ocupación de la calzada, en sintonía con los cambios estructurales que se habían producido en varias ciudades hispánicas ya a partir de la segunda mitad del siglo II, y de modo especial a partir del siglo III8, en el que perdieron su importancia llegando a ser incluso abandonadas9, para llegar al siglo IV con la ruptura total del modelo urbano altoimperial. El evergetismo municipal ya había disminuido considerablemente10, como consecuencia de los diversos cambios ideológicos más que económicos de las élites sociales11, y las obras realizadas se deben al aparato imperial, dirigido a la conservación de los elementos arquitectónicos de prestigio. La legislación protectora sobre los edificios altoimperiales demuestra graves dificultades para conservar su preeminencia en los núcleos urbanos, al tiempo que la iglesia cristiana comienza a convertirse en una alternativa de gran influencia urbana y social12.
La reconversión de estructuras públicas en espacios domésticos será la tónica dominante del nuevo urbanismo de la Antigüedad tardía, en relación con el avance del espacio privado en detrimento del público, lo que se percibe claramente en las termas, los circos e incluso en espacios anteriormente considerados sagrados que ahora serán reutilizados sin ninguna consideración a su cometido anterior, como demuestra la documentación arqueológica existente al respecto13, salvo alguna excepción, como sucede en el caso deCarthago Nova14.
Con todo, y a pesar de que en el "siglo de la crisis", correspondiente al siglo III, varíe el modelo de organización urbana, centrado en la ciudad, para ceder el protagonismo a la organización rural independiente de laurbs,seguirán existiendo núcleos urbanos en Hispania a lo largo de los últimos siglos del Imperio romano15, aun cuando la historiografía anterior apostase por una ruina generalizada16. De este modo, es posible comprobar que el urbanismo de la Antigüedad tardía se ha considerado siempre como el punto final de la decadencia de Roma, y por lo tanto todas sus manifestaciones siempre se han visto como producto de esa decadencia vital, sin apreciar el período de la Antigüedad tardía como lo que es, a saber, un momento de transición necesario entre diferentes edades de la historia, y por ende, del derecho y de la arqueología presentes en la misma.
El saneamiento urbano también sufrirá grandes cambios en este período. Al margen de ejemplos tempranos que tienen que ver más con situaciones traumáticas de reformas urbanas que con el urbanismo tardoantiguo17, los cambios en la red de saneamiento serán habituales en este momento, como demuestran los casos deEmerita18 oBarcino,en este último caso coincidiendo además con el abandono de la red de alcantarillado propia de la ciudad19.
El cambio en la pavimentación urbana20, ahora de tierra batida o cascotes, demuestra la falta de necesidad de un pavimento que realice funciones de cubrición21, así como el reciclaje de materiales que procederían en su mayor parte de edificios ahora abandonados pero utilizados con anterioridad como sede de estructuras públicas. Por otro lado, también se detecta la creación de basureros urbanos, intramuros, en los nuevos barrios creados a partir de la reutilización y ocupación de antiguos edificios públicos en desuso22, lo que da cuenta del paisaje particular creado a partir de la unión de viviendas con estos recintos en los que se queman los residuos orgánicos de la población23. Los distintos trabajos arqueológicos muestran diferentes tipos de vertidos24, y así, mientras unos son fosas excavadas, otros se limitan a ser deposiciones externas que constituyen otra categoría de basureros urbanos, con mayores dimensiones y desarrollo horizontal, que son propiamente vertederos25, pero la conclusión en todo caso es la falta de ubicación precisa y delimitada de la deposición de vertidos y la ordenación de los mismos, algo propio de la organización romana en la plenitud de su Imperio26, que ahora no se produce de la misma manera.
La densificación de la población está en relación con la aparición de estos basureros, que hablan de una concentración mayor de población en los núcleos urbanos como característica esencial de la ciudad tardoantigua, que no era propia de la clásica, y que será a la vez causa y efecto de la desertización del territorio27.
Todo ello se debe poner en relación con la transformación de la propia sociedad tardoantigua. El motivo del abandono de los edificios públicos paganos tiene que ver con la nueva simbología y el poder creciente del Cristianismo en territorio hispano. Bien es cierto que se procede a la reutilización de elementos de edificios romanos precedentes para la construcción de edificios de carácter cristiano, y por lo tanto se transforman construcciones romanas dotadas de un equilibrio estético que se debería respetar, pero también se ha de convenir en que todas las evidencias de cambios urbanísticos deben ser interpretadas en su justa medida, no como un síntoma de decadencia de la vida urbana sino como la adecuación a una nueva realidad, producto de los cambios operados de forma gradual con respecto al urbanismo anterior, que no se debe denostar sin más, ya que la destrucción de algunos elementos arquitectónicos trajo consigo la construcción y la puesta en escena de otros, sin duda de igual función y estilísticamente de factura similar a los anteriores28.
La creciente influencia del Cristianismo irá mostrando una nueva topografía profundamente cristianizada a partir del siglo V29, con la configuración de una arquitectura episcopal que poco a poco dejará atrás los esquemas de la ciudad altoimperial para concentrarse en la edificación de tipo religioso, la cual asumirá un protagonismo cada vez mayor30, hasta desterrar los principios romanos antes respetados en lo que se refiere a la conformación urbanística de las ciudades. Bien es cierto que el escenario presentado de un modo general no se visualizó de la misma forma en toda Hispania31, y menos aún en el noroeste, con una romanización clara pero de características peculiares con respecto al resto de la Península, y que además resulta heterogénea en su conformación eclesial, sin que podamos aceptar que la realidad indígena sea superior al influjo romano y religioso posterior32.
Por otro lado, y siempre en relación con el creciente influjo del Cristianismo en nuestro territorio, debemos poner como ejemplo el enterramiento33, que ya desde la ley de las XII Tablas estaba prohibido realizarlo -así como la incineración- en el interior de la ciudad34, como previene la tabla X. 1:"Hominem mortuum... in urbe ne sepelito neve urito"35.
Sin embargo, cuando las construcciones cristianas acceden al núcleo urbano, habitualmente en forma de iglesias, realizan un despliegue monumental en la arquitectura funeraria, y dichas iglesias van acompañadas de lugares destinados a la sepultura y la inhumación36, antes totalmente prohibidos en elpomerium37, como límite de los confines de lacivitas,siendo la práctica funeraria propia de la civilización romana la incineración.
Al cambiar la concepción funeraria se produjeron enterramientos dentro de la urbe38, y el concepto depomeriumtuvo que adaptarse hasta su total decadencia como límite para los enterramientos ubicados fuera de la ciudad39, anteriormente protegidos, en los que se condenaba la violación de los sepulcros por medio de una acción popular otorgada por la legislación penal romana, laactio de sepulchro violato40y contenida en Digesto, 47, título XII:De sepulcro violato,sobre la que pesa la infamia, como nos transmite Ulpiano en D. 47.12.1 (aded. Praet.): "Sepulcri violati41actio infamiam irrogat".
Se condenaba de forma específica el enterramiento realizado en una ciudad, como dice Ulpiano en D. 47.12.3.5 (aded. Praet):
Divus HAdrianus Rescripto poenam statuit quadraginta aureorum in eos, qui in civitate sepeliunt, quam fisco inferri iussit, et in magistratus eadem, qui passi sunt, et locum publicari iussit, et corpus transferri. Quid tamen, si lex municipalis permittat in civitate sepeliri? Post rescripta Principalia an ab hoc discessum sit, vedebimus, quia generalia sunt Rescripta, et oportet imperialia statuta suam vim obtinere, et in omni loco valere.
De este modo Ulpiano nos transmite como el emperador Adriano estableció por rescripto una pena pecuniaria que se debía de pagar al Fisco, contra los que enterraban en una ciudad42, siendo condenados con la misma cantidad los magistrados que lo hubieran consentido, disponiendo que el lugar fuera confiscado y el cadáver trasladado. El problema surge cuando la ley municipal permitía el enterramiento en la ciudad, resolviéndolo en el sentido de que los rescriptos imperiales tienen fuerza de ley general, por lo que deben ser válidos en todo lugar, y por lo tanto prlevalentes ante la legislación municipal.
A mayor abundamiento, lossuburbiade las ciudades se someten poco a poco a la topografía cristiana43, proliferando los espacios funerarios44. El urbanismo tardoantiguo desarrollado en el suburbio, urbanismo que supone la desurbanización del área intramuros y el Enriquecimiento del área perimetral antes denostada45, desaparece gradualmente, lo que se traduce en el abandono de viviendas en lossuburbiaque no estén relacionados con espacios de culto46, articulados con importantes conjuntos martiriales y necrópolisad sanctos,como manifestación de una arquitectura de poder proyectada para la Iglesia, de acuerdo con la información arqueológica suministrada por las ciudades que tienen espacios periféricos conocidos, al margen de alguna excepción47.
De este modo, cabe comprobar que la ciudad tardoantigua se caracterizará por un urbanismo discontinuo y una concentración urbana que gira alrededor de los nuevos centros religiososintrayextramuros,como manifestación de la nueva ciudad policéntrica articulada de acuerdo con la topografía cristiana de lacivitas48.
2. Las villas romanas en la antigüedad tardía
El estudio de las villas romanas de la Antigüedad tardía no está exento de dificultades, ya que las distintas fuentes son escasas y las evidencias presentes en el campo arqueológico demuestran que queda mucho por hacer, dada la parcialidad de los resultados obtenidos en muchas de las investigaciones realizadas, constituyendo además otro aspecto importante la estanquidad de las investigaciones realizadas hasta el momento, ya que se han tratado los elementos indígenas y romanos desde órbitas separadas49.
A mayor abundamiento, si nos referimos a las diferencias entre los distintos territorios de la Península es posible encontrar grandes diferencias. Así, por ejemplo, en laGallaeciaera escasa la presencia de ciudades, a excepción de losconventusjurídicos del inicio de la dominación romana, lo que pone en valor el medio rural, en donde se desarrolla un tipo de asentamientos que van a destacar sobre todos los demás, pudiendo destacar de entre todos ellos losvici,o aglomerados secundarios50, núcleos de población abiertos, que se convierten en centros neurálgicos a nivel local, profundamente romanos, al margen de los castros prerromanos típicos del noroeste peninsular. Un ejemplo devicuslo constituye nuestra propia ciudad, Vigo, núcleo de población relevante por su importancia socioeconómica desde un punto de vista marítimo-comercial, que tuvo su mayor esplendor en el siglo I d.C., continuando comovicusvarios siglos, hasta su desaparición como hábitat durante la etapa visigótica51.
De acuerdo con estas premisas, el presente trabajo intenta reconstruir la realidad de tales construcciones conocidas comovillae,desde su propia definición y realidad jurídica hasta la función de las mismas en un contexto histórico marcado por continuos cambios, llegando incluso a suponer en cierta medida las transformaciones arquitectónicas y funcionales en las villas romanas occidentales en el periodo tardoantiguo (siglos V a VIII) el origen del poblamiento rural altomedileval52.
La villa romana, reconocida, en su ubicación fuera de la urbe, como construcción rural en que la casa y el dominio territorial debían atenderse de igual manera, es distinguida por Plinio, enN. H.18, 7, 32, cuando declara que ni la finca,fundus,haga de menos a la casa,villa,ni la casa a la finca:
Modus hic probatur, ut neque fundus villam quaerat, neque villa fundum, non, ut fecere iuxta diversis in eadem aetate exemplis L. Lucullus et Q. Scaevola, cum villa Scaevolae fructus non caperet, villam Luculli ager, quo in genere censoria castigatio erat minus arare quam verrere. nec hoc sine arte quadam est. novissimus villam in Misenensi posuit C. Marius VII cos., sed peritia castra metandi sic, ut conparatos ei ceteros etiam Sulla Felix caecos fuisse dicere.
Del mismo modo, Florentino la define así en Digesto 50.16.211(libro 8, Institutionum): "Fundí appellatione omne aedificium et omnis ager continetur, sed in usu urbana aedificia <aedes>, rustica <villae> dicuntur. Locus vero sine aedificio in urbe <area>, rure autem <ager> appellatur, idemque ager cum aedificio <fundus> dicitur".
Esta descripción resulta de gran utilidad, ya que clarifica el nombre defundus,con el que se designa a todo edificio y a todo campo, aunque sea costumbre en la ciudad hablar de"aedes",y en el campo de"villae".Por otro lado, se puede ver cómo un terreno sin edificar esareaen la ciudad yageren el campo, así como que el mismoagercon un edificio se llamafundus.
También cabe traer a colación la distinción entrefundusylocusrealizada por Ulpiano, en Digesto 50.16.60(libro 69 ad Edictum),por su relación con lavilla:
Locus est non fundus, sed portio aliqua fundi, fundus autem integrum aliquid est, et plerumque sine villa locum accipimus. Ceterum adeo opinio nostra et constitutio locum a fundo separat, ut et modicus locus possitfundus dici, si fundi animo eum habuimus. Non etiam magnitudo locum a fundo separat, sed nostra affectio, et quaelibet portio fundi poterit fundus dici, si iam hoc constituerimus. Nec non et fundus locus constitui potest, nam si eum alii adiunxerimus fundo, locus fundi efficietur.
Con todo, la villa romana no supone sólo la presencia de una casa en el campo, sino que resulta necesaria la presencia de la productividad del campo como criterio valorativo de la condición de villa, como referente de la organización social y económica del mundo romano53. Es cierto que existían grandes villas lujosas pertenecientes a la aristocracia romana, pero la mayor parte, y sobre todo las existentes en territorio hispano, responden a una ambivalente concepción, es decir, es un establecimiento en unfundus,en una finca productiva, y además una casa construida fuera de la ciudad, condicionando el pluralismo del término las características particulares de cada villa y la ubicación geográfica de las mismas54.
Además, no por evidente se debe dejar de señalar que en el ámbito rural no eranvillaetodos los edificios, ya que las fuentes hablan de la existencia destationesymansiones,y otras estructuras más sencillas comocasaeotuguria,así como núcleos de habitación amplios como losvici, castraocastella.
La evolución del significado devillase percibe claramente en la literatura tardía55, que la describe de modo tópico sin detenerse en lo que se refiere a su transformación o desaparición, pero que sirve para comprender el cambio conceptual de lasvillae56, que ya no son -como en la época altoimperial, donde elpaguses la organización territorial base del sistema donde están los distintos asentamientos que forman el paisaje rural de la época romana, como son también loscastilla, vici,etc.- unas construcciones con una parte residencial, lapars urbana57, y otra agraria, lapars rustica58, sino también, a partir de mediados del siglo IV, el conjunto de propiedades que dependen de una edificación residencial59. Bien es cierto que en el año 380 el Segundo de los cánones del Concilio de Zaragoza citan lasvillas alienae,en referencia a los lugares frecuentados por los priscilianistas, condenando a los seguidores de Prisciliano que se escondían y reunían en esasvillae60, para hacer el ayuno en los domingos, prohibido por los conciliares:
II. Ut diebus dominicis nullus ieiunet nec diebus quadragesimis ab ecclesia absentet. Item legit:
Ne quis ieiunet die dominica causa temporis aut persuasionis aut superstitionis, aut quadragesimarum die ab ecclesiis non desint, nec habitent latibula cubiculorum ac montium qui in his suspicionibus perseverant, sed exemplum et praeceptum custodiant et ad alienas villas agendorum conventum causa non conveniant. Ab universis episcopis dictum est: Anathema sit qui hoc conmiserit.
Aunque también se pueda apreciar en la legislación visigoda -como lalex Visigothorum61, de finales del siglo VII- que aparece el términovilla62: ita ut non sit penitus civitas, castellum, vicus aut villa vel diversiorum, in quibus mancipia latere minime dignoscantur, la realidad es distintas al margen de estos ejemplos, ya que a partir del siglo V empieza a ser sustituida porvillula63, praetorium ocastellum.Estos últimos, loscastella,asentamientos aristocráticos de tipo fortificado, aparecen seguramente también en Hispania64, aunque todavía poco estudiados, coincidiendo con el nacimiento y desarrollo de aldeas en zonas de la Península Ibérica también a mediados del siglo V.
En apoyo de esta tesis, pero con toda la prudencia interpretativa que merecen las fuentes literarias de la época por su naturaleza retórica y escolástica, cabe traer a colación la Crónica de Hidacio(Chronica 109),en donde utiliza los términosvillaeycastella: "Hispani per civitates et castella residui a plagis barbarorum per provincias dominantium se subiciunt servituti65, Mense Iuno in Gallaecia, coruscatione villae exustae".
En este fragmento se aprecia cómo Hidacio pone de manifiesto dos acepciones distintas, en las que algunos han querido ver una correspondencia entrecastellaycastrum66, algo difícil de aceptar si pensamos que Hidacio no se está refiriendo sólo al territorio galaico, sino a todas las provincias de Hispania67.
Del mismo modo, Valerio del Bierzo habla de estoscastellabajo la protección de grandes propietarios:"castello cujus vetustus conditor nomen edidit Rufiana"68.
Todas las nuevas realidades territoriales tienen que ver con el abandono de las ciudades cuando estas pierden gran parte de su autonomía, y con el regreso al campo, para vivir en hábitats secundarios, de diferentes nombres -como se viene de ver-, que se adaptan a circunscripciones administrativas con una clara finalidad fiscal, formando parte lavillade la subdivisión administrativa de lacivitas,pero constituyendo, desde la perspectiva fiscal, una circunscripción administrativa inferior a la delvicus.Lavillaresponde a una lógica de apropiación privada de parte del suelo para la producción y residencia, y en Segundo lugar, para la circulación que gestionan lospossessorescon fines especulativos, de forma que puedan llegar a convertirse en auténticos centros de control y administración fiscal de una circunscripción69.
Hay que tener en cuenta que a lo largo del siglo IV la fiscalidad sobre los territorios provinciales periféricos, como es el caso de Hispania, fue una fiscalidad dura, compleja y a menudo modificada, debido a que las luchas internas y externas a las que debía hacer frente el Estado romano, así como la necesidad de mantener relaciones de equilibrio, con frecuencia inestables, con los grupos de bárbaros siempre amenazantes, obligaban a seguir contando con recursos económicos suficientes obtenidos regularmente.
La presión fiscal es denunciada, entre otros, por Salviano de Marsella70, que es quien mejor transmite la ineficacia de la administración romana y la tremenda fiscalidad aplicada en Hispania y la Galia, que condujo a que mucha población entrase a depender, como colonos, de los aristócratas locales, que se comprometían a pagar los tributos exigidos por Roma a cambio del control sobre las tierras y servicios, en un intento de asumir cada vez más poder en detrimento del vacío que del mismo iba dejando el Estado romano. Es cierto que estos colonos debían seguir pagando un canon aldominus,pero era este quien asumía ahora el protagonismo en su nombre en las relaciones con la administración71. Así, los grupos privilegiados se fueron haciendo con el tiempo con más tierras, poder y privilegios, lo que condujo en no pocas ocasiones a enfrentamientos entre los mismos, pudiéndose incluso entender el conflicto priscilianista como un ejemplo dentro del convulso proceso de posicionamiento de esta nuleva aristocracia72.
Con todo, las injusticias derivadas de la aplicación de este sistema, con respecto a las tasas aplicadas en Hispania desde mediados del siglo IV, se recogen ya en el Código Teodosiano73, en un rescripto dirigido en el año 369 al vicarius Hispaniarum en el que se pide la revisión de los impuestos de la diócesis porque parece que se ha hecho injustamente el baremo de las tasas:
Imppp. Valentinianus, Valens et Gratianus aaa. ad Artemium vicarium Hispaniarum. Quotiens in disceptatione constiterit inique discussionem fuisse confectam et fidem facti non poterit adprobare discussor, ipse in eodem titulo et in eodem modo ad solvendum protinus urgeatur, in quo alterum perperam fecerit debitorem. Dat. prid. id. mai. Valentiniano nb. p. et Victore conss. (369 mai. 14).
También Orosio, en suHist. adv. pag74, manifiesta:"quamquam et post hoc quoque continuo barbari exsecrati gladios suos ad aratra conuersi sunt residuosque Romanos ut socios modo et amicos fouent, ut inueniantur iam inter eos quidam Romani, qui malint inter barbaros pauperem libertatem, quam inter Romanos tributariam sollicitudinem sustinere".
Aquí denuncia la presión fiscal cuando señala que los bárbaros se dedicaron a la agricultura, manteniendo como aliados a los romanos, entre quienes había ciudadanos romanos que eligieron -antes que la preocupación por la tributación excesiva impuesta por Roma- la dependencia de un patrono, que ahora se convertiría en el encargado de enfrentarse con los temidos recaudadores.
De este modo, los nobles locales asumen una nueva posición de control sobre la población, en una relación de dependenciadominus-patronus,en el que se percibe que los colonos, en distintas ocasiones, están ligados a las explotaciones, pudiendo incluso ser vendidos con las tierras desde principios del siglo IV, lo que supone el nacimiento de un sistema de control territorial nuevo. Así, durante el siglo IV las villas hispanas tuvieron un auge sin precedentes75, motivado por la decadencia de la vida urbana, supuestamente causada por los desórdenes de la anarquía militar y las invasiones Franco-alemanas de mediados del siglo III, siendo totalmente cierto que las ricas aristocracias urbanas se trasladaron al campo, evitando así cargos onerosos en la administración municipal de ciudades en ruinas, y eludiendo con ello la presión insostenible del Fisco.
A mayor abundamiento, las desigualdades sociales crecientes terminaron por degenerar en un grupo de bandas más o menos organizadas, que realizaban incursiones de pillaje sobre todos dirigidas a las ricas villas existentes, lo que obligaba a que estas contasen con una mínima organización armada para poder hacerles frente, como refleja el Código Teodosiano, 7.1.16:
Idem aa. Theofilo vicario Asiae. Si quos milites per provincias relictis propriis numeris passim vagari cognoveris, correptos facias custodiri, donec de his clementiae nostrae auribus intimetur et quid fieri oporteat decernamus, ita ut, si quis miles in provincia sine suo numero repertus fuerit ac post elapsus esse nuntiabitur, facultatum suarum, periculo totius officii, condemnatione gravissime vindicetur. Dat. V kal. feb. Constantinopoli Honorio a. III et Eutychiano conss. (398 ian. 28)
También en Código Teodosiano 7.20.7:
Idem a levagrio praefecto Urbi. Quosdam veteranos hoc nomine indignos latrocinia perpetrare comperimus, ideoque praecipimus, ut veterani, quibus bona mens est, aut arva versent aut certe in optimis negotiis pecuniam tractent et mercimonia agitent. Qui vero neque rus colunt neque utilem vitam commerciis exhibent, mox in ipsos capitaliter exsurgendum. Exui enim omnibus privilegiis debent, per quos publica quies perturbatur, ita ut, si levissimum aliquid deliquerint, omnibus subiciantur poenis. Dat. III id. aug. Constantio a. VI et Constante II conss. (353 [?] aug. 11).
Aquí se puede observar que algunas bandas estaba conformadas por miembros del ejército huidos que actuaban como delincuentes y bandoleros. En Hispania existían todavía en época visigoda, como aseguran Valerio, enVita Sanct. Fruct.76, y lalex Visigothorum77, siendo los contingentes sacados de los predios los encargados de su represión.
Un ejemplo muy conocido lo constituyen los personajes de Dídimo y Veriniano78, aristócratas hispanos y parientes de Honorio, defensores del control del Imperio sobre Hispania en el año 407 ante la usurpación de Constantino III y los bárbaros con los que había pactado unfoedus,aunque seguro que lo hicieron sobre todo para defender sus propios intereses, si bien es cierto que para hacer frente a esta amenaza olvidaron sus anteriores desavenencias. Sobre este episodio escribe Orosio79, enHist. Adv. pag.7.40.4-7:
His per Gallias bacchantibus apud Britannias Gratianus, municeps eiusdem insulae, tyrannus creatur et occiditur. huius loco Constantinus ex infima militia propter solam spem nominis sine merito uirtutis eligitur: qui continuo, ut inuasit imperium, in Gallias transiit. ibi saepe a barbaris incertis foederibus inlusus, detrimento magis reipublicae fuit. 5 misit in Hispanias iudices: quos cum prouinciae oboedienter accepissent, duo fratres iuuenes nobiles et locupletes Didymus et Verinianus non assumere aduersus tyrannum quidem tyrannidem sed imperatori iusto aduersus tyrannum et barbaros tueri sese patriamque suam moliti sunt. quod ipso gestae rei ordine patuit. 6 nam tyrannidem nemo nisi celeriter maturatam secrete inuadit et publice armat, cuius summa est assumpto diademate ac purpura uideri antequam sciri, hi uero plurimo tempore seruulos tantum suos ex propriis praediis colligentes ac uernaculis alentes sumptibus nec dissimulato proposito absque cuiusquam inquietudine ad Pyrenaei claustra tendebant. 7 aduersus hos Constantinus Constantemfilium suum, - pro dolor! - ex monacho Caesaremfactum, cum barbaris quibusdam, qui quondam in foedus recepti atque in militiam allecti Honoriaci uocabantur, in Hispanias misit. hinc apud Hispanias prima mali labes.
Estamos ante tropas privadas a pesar de que apoyaban la legitimidad de Honorio, siendo esta una de las principales características de los ejércitos de la Hispania tardoantigua. Además, no tenían nada que ver con la estructura general militar del Imperio ni sus componentes eran soldados al servicio del mismo, ni los cabecillas pertenecían a la administración romana80. Como dice Orosio, las tropas las conformaron con siervos de sus predios, y se equiparon con dinero propio para luchar por la legitimidad del Imperio ante la usurpación injusta81.
Por lo que respecta a la arquitectura de las villas hispanas, se caracterizan por una personalidad única, tanto por su apogeo tardío con respecto a otras villas pertenecientes al Imperio romano como por la clara influencia del hábitat urbano que va a suponer un fuerte desarrollo de lapars urbanade estas villas, en busca del esquema organizativo perfecto de la residencia ideal82. Las élites buscan el confort en sus villas, como lo representan las termas y la calefacción por medio delhypocaustum,y una arquitectura acorde con su estatus, como son las columnas, ábsides, pavimentos de mosaicos, jardines, fuentes, que ilustre sobre la posición dominante del dueño de las mismas. A mayor abundamiento, en el siglo IV la búsqueda de nuevos elementos arquitectónicos para las villas se realiza para confirmar y remarcar la posición económica y social del propietario, lo que se traduce en un cambio de naturaleza de lapars urbana,con la inclusión de salas de recepción, zonas de tránsito, viviendas privadas, en una clara imitación del arte oficial de la Corte Imperial.
Villas como la de Carranque (Toledo), lujosa y ricamente decorada como corresponde a la época en la que eldominusdesea presentarse con toda su riqueza y esplendor83, o la de la Olmeda (Palencia)84, con mosaicos exquisitamente elaborados que pavimentan su suelo y considerada uno de los mayores descubrimientos de la arqueología moderna, propiedad del núcleo aristocrático de la época, y por lo tanto construida con todo tipo de lujos, representan a la perfección losfunditardorromanos hispanos, a los que podríamos añadir una numerosa relación de asentamientos rurales tipo villa activos en esta época.
A mayor abundamiento, consideramos necesario hacer una mayor referencia -por sus peculiaridades- a laGallaecia,provincia romana que desde la reforma de Diocleciano comprendía el norte de Portugal y las provincias españolas de Asturias, León, norte de Zamora, hasta el río Duero, y parte de Castilla. Además, cabe decir que desde los primeros momentos de la dominación romana del noroeste la tributación fue un elemento esencial para el posicionamiento de la aristocracia ante el poder romano en el marco de ciudades con el estatus de peregrinas. De hecho, las relaciones de patronato aparecen aquí siempre amplificadas, seguramente por el peso marcadamente rural de estas zonas, con escasa urbanización en toda la Antigüedad, que supone la presencia de patronos con un marcado poder en la política de la Antigüedad tardía, con amplias tramas clientelares.
Aquí el período de esplendor de lasvillaese inicia tardíamente, a mediados del siglo III d.C., y sobre todo, a lo largo del siglo IV, en plena época bajoimperial. Aunque la crisis del Estado romano ya empezaba a percibirse, las regiones periféricas como laGallaeciano sufren tanto los avatares de la historia del momento como el mundo mediterráneo, por lo que esta etapa será de especial calma y progreso para la zona galaicorromana. La sociedad se encuentra ahora en plena madurez, y la mayor parte de lasvillaeidentificadas son fechadas en esta etapa, pudiendo destacar las zonas de litoral sobre las de interior para construir las villas. Las zonas costeras, para explotar los recursos marinos, tienen a mayores territorios fértiles como los valles fluviales que desembocan en el mar, además de las facilidades derivadas de la cercanía de redes de transporte y comercio marítimo.
Aquí se pueden citar los ejemplos de la villa de Centroña (Puentedeume, La Coruña), y la de Toralla (Vigo), recientemente excavada, siguiendo los consejos de Columela, 1.5.5-6 en cuanto a su correcta ubicación:"Eademque semper mare recte conspicit, cum pulsatur ac fluctu respergitur, numquam ex ripa, sed haud paulum summota a litore. Nam praestat a mari Longo potius intervalo quam brevi refugisse, quia media sunt spatiagravioris halitus".Toralla está situada en la punta de un arenal a las afueras de la ciudad de Vigo, y además de la parte residencial se han encontrado los restos de unas salinas, lo que demuestra el carácter productivo de la villa. Su ocupación se ha situado cronológicamente entre el año 320 y el 420 d.C. gracias a la cerámica fina de importación encontrada en la misma. Es la única villa de todo el territorio de laGallaeciaque está musealizada.
Por otro lado, si no se alude más en concreto a la configuración de lasvillae,a decir de algunos el más remoto antecedente del pazo gallego85, se puede señalar que fueron de dimensiones más reducidas que en el resto de la Península, bien porque la aristocracia indígena no fuera muy poderosa, ni tampoco lo fueran el resto de lospossessores,aun Enriquecidos por su trato con los romanos, bien por la tradición minifundista de la tierra, contraria a la concepción latifundista que imperaba en el resto peninsular86, de acuerdo con la geografía humana del territorio, pero también debido a los condicionantes de la topografía, poco apta para el latifundio según el patrón romano.
El noroeste, al igual que el resto del norte de España, nunca tuvo grandes núcleos de población, es decir, ciudades a las que proveer de los productos delasvillae,por lo que la realidad de lasvillaehubo de adaptarse a las peculiaridades de laGallaeciasi quería introducirse como unidad socio-económica real, construyéndose establecimientos rurales de dimensiones medianas o pequeñas con una importante vinculación entre lapars urbanay la zona rústica que se sitúa a poca distancia o incluso en el mismo edificio residencial. Por ello, la villa idónea para las zonas montañosas de Asturias y Galicia resultó ser la de "unidades separadas", o "villa de plan diseminado", consistente en un número variable de edificaciones domésticas reunidas, pero erigidas con independencia dentro de la villa. En favor de la planta diseminada de la villa, Vitruvio87advertía de su eficacia como medida de precaución contra el peligro de incendio, citando entre los diversos elementos constructivos el característico hórreo que aún hoy representa el paisaje de laGallaecia: "Horrea, fenilia, farraria, pistrina extra villam facienda videntur, ut ab ignis periculo sint villae tutiores".
Un ejemplo de este tipo de villas lo representaLas Murias deBeloño88(Gijón, Asturias), en la orilla izquierda del río Argemide, establecimiento rural constituido por tres edificios dispuestos en torno a un espacio central identificados como un sector residencial, con galería de fachada, un conjunto termal y un sector rústico, ocupada hasta el siglo VI, como evidencian los materiales cerámicos encontrados en las misma.
La villa de Veranes (Gijón), es una de lasvillaeexcavadas sistemáticamente durante los últimos años en el norte hispano, lo cual supone un avance con respecto a los intereses investigadores del pasado reciente, centrados en enclaves urbanos, zonas de explotación minera, como las Médulas (castros-poblados mineros), y en la presencia militar. Su ubicación cumple con las indicaciones de los agrónomos latinos en cuanto a su construcción, siguiendo las recomendaciones de Varrón, 1.12.1, cuando señala que lo más conveniente es construir la villa al pie de una colina, y preferentemente a media altura:"Danda opera ut potissimus sub radicibus montis silvestris villam ponet",a la falda de un monte poblado de árboles, ya que Veranes se llevanta sobre una suave ladera orientada al sur, localizada a unos 800 metros de un ramal transmontano de la Ruta de la Plata, que era la vía romana que conectaba Gijón conLucus AsturumyAsturica Augusta.
Además, desde el punto de vista topográfico tiene una posición privilegiada, ya que está protegida de los vientos del norte, con los beneficios climáticos que ello supone, como indica el propio Columela, 1.4.10:"Petatur igitur aer calore et frigore temperatus, qui fere medios obtinet colles, quod neque depressus hieme pruinis torpet aut torret aestate vaporibus",y el espacio visual que abarca es muy amplio89, lo que ayuda también a una mayor seguridad en todos los sentidos, pues, como dice Varrón, 1.12.4:"Nimbi repentini ac Torrentes fluvii periculosi illis, qui in humilibus ac cavis locis aedificia habent, et repentinae praedonum manus quod improvisos facilius opprimere possunt, ab haec utraque re superiora loca tutiora",evitando así quienes se resguardan en lugares ellevados el riesgo de inundaciones y de ladrones que puedan asaltarles de improviso.
Este complejo rural tuvo una ocupación dilatada en el tiempo, desde la segunda mitad del siglo I d.C. hasta la segunda mitad del siglo V d.C., momento en el que, de acuerdo con las investigaciones arqueológicas, se advierte el primer síntoma de abandono de la villa, dedicando dicho espacio a nuevas funciones. En lo que se refiere a la villa tardorromana, podemos apreciar que se trata de una explotación de tamaño mediano, si la comparamos con los grandesfundiimperiales, controlada por undominus,o en su nombre por elvilicuso administrador, y en régimen de colonato, y ampliada con nuevos espacios donde la ostentación reflejaba el nuevo estatus de esta aristocracia terrateniente.
Se cree que el señor de estefundusse llamabaVeranius,nombre que aparece con frecuencia en la onomástica latina de Hispania90, pero no se conoce la relación que mantenía con el núcleo urbano de Gijón, cuya vitalidad durante la época tardorromana parece fuera de toda duda, a diferencia de lo sucedido con otras ciudades hispanas. A mediados de la cuarta centuria se desarrolló el tercer proyecto arquitectónico de Veranes, que confirió al complejo un carácter monumental, y que permite encuadrarla dentro de las villas de plano compacto o villas de patio, siendo el patio el elemento unificador de la villa91.
Para ayudar a reforzar la posición deldominus,a fin de poder recibir a su clientela de forma adecuada que también reforzase su poder, se cree que el ceremonial de los visitantes de Veranes comenzaba recorriendo el vestíbulo, y un pasillo de pequeñas dimensiones, hasta llegar a una galería porticada abierta al sur, que conducía a los espacios destinados a la vida pública, situados al fondo del corredor, cuyo extremo lo formaba el salón de ladiaetadeldominus.A través de un arco y escaleras, los clientes y visitantes accedían a la sala de audiencias, de grandes dimensiones, compuesta por una nave rectangular, y eloecus,que preside desde arriba el conjunto92. De este modo, quedaba claro el ambiente de superioridad y sumisión de todo aquel que conseguía mantener una audiencia con el señor de la villa de Veranes.
Por último, en cuanto a la presencia de los visigodos en lasvillae,debemos decir que es probable que parte de la población visigoda se instalase en las villas confiscadas o abandonadas por los propietarios romanos, pero no se tiene información arqueológica ni documental suficiente que ayude a identificar esta posible permanencia visigoda en lasvillae93,a diferencia de lo que ocurre respecto de otras zonas como Italia (donde la presencia longobarda se identifica claramente gracias a tipologías cerámicas particulares), por lo que se debe ser prudentes al hablar de la posible ocupación de un villa por parte de individuos no romanos, ya que, muy al contrario, las transformaciones tardías de lasvillaehablan de población hispanorromana como residente en las mismas94.
3. La presencia militar
En una etapa sobre la que existe muy poca información, resulta especialmente difícil concretar el papel desempeñado por el ejército romano en la Hispania del Bajo Imperio, y por ende en la defensa y salvaguarda de su territorio. La realidad de villas y ciudades tardoantiguas sería distinta si la función clásica del ejército como defensor de las fronteras se hubiese desarrollado correctamente. Pero la escasa documentación al respecto ofrece un panorama desolador en cuanto a la irregularidad de la presencia del ejército en nuestro territorio, así como en lo que concierne a las disfunciones con respecto al número de efectivos, organización de los mismos y compromiso con la estructura militar a la que pertenecían, ya que el número de deserciones era sumamente frecuente.
Ahora ya no resultan necesarias legiones que vigilen de manera permanente las explotaciones mineras del noroeste hispano95, como sucedió con laLegio VII Geminaa finales del siglo II, cuando tenía su campamento enLegio(León), en la Hispania Citerior Tarraconense. Aun cuando parte de la doctrina siga reconociendo la presencia en el noroeste peninsular de efectivos militares destinados a la defensa de las zonas auríferas96, debemos ser claros al señalar que estas minas dejaron de explotarse en el siglo II d.C., lo que hace difícil pensar en la necesaria participación del ejército romano para la defensa de unas zonas mineras ya abandonadas.
Del mismo modo, y abundando en la presencia de las legiones romanas contra las posibles incursiones de Cántabros, Astures y Vascones, se ha querido ver por parte de algunos historiadores unlimes97como frontera asignada a las tropas presentes en la Península, teoría que acá no se comparte por el argumento antes señalado y por no corresponder con la realidad del siglo IV. El convertir a loslimitanei98creados por Diocleciano, como se verá a continuación, en titulares de la potestad de defensa de unlimespreexistente se basa en la interpretación de la descripción de efectivos militares recogidos en laNotitia Dignitatum99-documento fechado convencionalmente en el año 395 d.C.100-, en la que su autor, en el intento de proponer el escenario más propicio para el Imperio101, seguramente utilizó una información desfasada en lo que se refiere a la disposición del ejército en la Península Ibérica102, careciendo del valor documental suficiente para el conocimiento del ejército romano de la Hispania del Bajo Imperio. El capítulo XLII de laNotitia Dignitatumque se refiere a Hispania es el siguiente:
Not. Dig.Occ. XLII,25 ss.:
25. In provincia [Hispaniae] Gallaecia 26. Praefectus legionis septimaegeminae"103,Legione 27. Tribunus cohortis secundae Flaviae Pacatianae, Paetaonio 28. Tribunus cohortis secundae Gallicae, ad cohortem Gallicam10429. Tribunus cohortis Lucensis, Luco 30. Tribunus cohortis Celtiberae, Brigantiae, nunc Iuliobriga 31. In provincia Tarraconensi 32. Tribunus cohortis primae Gallicae, Veleia105
Al margen de otras consideraciones, como el hecho de que en este capítulo no se menciona (como tampoco en ningún otro) ningúnduxparaHispania106, cuando es sabido que los ejércitos de frontera eran dirigidos porduces,así como loscomitatensesporcomites,el contenido de laNotitia Dignitatumno es fiable y lo que hace es reproducir situaciones no existentes ya en la Hispania del siglo V, por cuanto el ejército que permaneció en Hispania a partir del siglo II no es el ejército oficial estable que había en tiempos de Augusto, sino un ejército de campesinos-soldados dedicados a diversos menesteres, como tareas administrativas, represión del bandidaje, protección de gobernadores y, eventualmente, acciones de defensa107.
Diocleciano (284-305) fue conservador en sus ideas militares, por lo que decidió continuar con una política claramente defensiva. De este modo, incrementó notablemente el número de efectivos en el ejército108, así como la defensa de las fronteras con fortificaciones y caminos109. En un conocido pasaje de Zósimo110se aprecia el contraste entre la política militar de Diocleciano y la de Constantino. Así, mientras Diocleciano optó claramente por la defensa de las fronteras del Imperio, Constantino (306-337) reorganizó el ejército, impulsando un gran desarrollo al ejército de maniobra.
Ahora se cambia la estrategia defensiva, con nuevos destacamentos y unidades auxiliares, y dividiendo las antiguas guarniciones legionarias, por lo que cabe decir que se está ante un nuevo ejército, articulado en dos nuevos cuerpos:limitaneioripensesy más tarde, con Constantino, loscomitatenses,con un nuevo cometido además como policía fiscal y militar. Estaban dotados con unidades de infantería y caballería, con funciones diferentes, ya que mientras la infantería servía para desplazarse a lo largo de la frontera -de ahí el nombre delimitanei-allí donde se le requiriesen sus servicios, elcomitatus111estaba integrado por fuerzas móviles que acompañaban al emperador en sus desplazamientos y se encontraban dispuestas para sofocar posibles revueltas.
En lo que se refiere a la táctica militar utilizada por el ejército romano del Bajo Imperio, siguiendo una política estratégica de defensa elástica, se construyeron fortificaciones de ciudades no entendidas como plataformas de combate desde un punto de vista militar sino como defensa de nudos de comunicaciones o centros económicos. La estrategia empleada se impuso de acuerdo con la creencia de que los defensores de lacivitasse enfrentarían con enemigos sin la instrucción militar adecuada para sitiar a la ciudad y atacarla con el armamento pesado necesario para la victoria, lo que daría tiempo a las fuerzas de contraataque para acudir al rescate de las ciudades fortificadas. Evidentemente estas fortalezas resultaban útiles ante el ataque de las hordas bárbaras del siglo III d.C. Pero cuando surgieron guerras civiles, en el enfrentamiento entre ejércitos regulares o las invasiones del siglo V, tales fortificaciones fueron sometidas por los bárbaros, mediante el sitio prolongado de las mismas112.
Además, a Diocleciano y Constantino debemos la separación de las funciones civiles y militares en la administración113, con la consiguiente repercusión importante en el campo administrativo y político, ya que para los oficiales del ejército dejaron de tener interés los cargos civiles en la administración imperial y para los funcionarios dejó de tenerlo la carrera militar. Este mimetismo en la esfera política o militar, y administrativa o burocrática, ha sido interpretado como la conversión de los soldados en propietarios y de los propietarios en soldados114. Con todo, el problema reside en la falta de documentación sobre este proceso en Occidente, donde no se prodigan las fuentes que acrediten adquisiciones de tierra por parte de soldados, aunque ello no signifique que no fuesen propietarios como en Oriente115.
Por lo que se refiere a la composición del ejército bajoimperial116, se debe dejar constancia de la inexistencia de campesinos o provinciales en el ejército del siglo IV, compuesto fundamentalmente por fuerzas mixtas, por romanos y bárbaros117, e incluso, en varias ocasiones, por ejércitos bárbaros que actuaban como federados de los romanos118. Es decir, el ejército romano regularmente constituido por legiones decivesromanos y tropas auxiliares había perdido casi todas sus funciones tradicionales119, como estar en la retaguardia del combate iniciado por las tropas auxiliares, intervenir activamente en la batalla al mando de un general romano o destruir al ejército enemigo120.
Llegados a este momento, los que comandaban el ejército imperial, ya fueran generales o usurpadores, debían reclutar sus propios soldados para reforzar a la tropa, llegando incluso a pedir ayuda militar a los bárbaros121, asentados en territorio romano, comolaeti, gentilesolimitaneio grupos bárbaros que actuaban de modo autónomo en favor de la causa romana.
La composición de los ejércitos privados resultaba en general de lo más heterogénea, tanto como lo eran las fuerzas productivas de los predios y los habitantes de las ciudades. Se podían componer con elementos jurídica y socialmente distintos, por un lado con los habitantes del espacio de donde salían que dependían de los nobles que les convocaban.
La sociedad tardía optó claramente por el sistema de patrocinio que generaba la dependencia de los habitantes de un lugar de su señor mediante distintas modalidades122.
La liberación que suponía para los colonos123la figura de la clientela con respecto a su patrón es inimaginable: agobiados por la presión fiscal124, por los abusos de los funcionarios de la administración, y las malas cosechas, hasta losingenuillegaron a buscar el patrocinio en el campo dependiendo de un señor, a cambio de liberarse del trato con la administración, que ahora asumiría el nuevo patrón. Estos agricultores libres podrían engrosar las tropas de los diferentes ejércitos privados, ya que los colonos nacidos en los latifundios por generaciones estaban adscritos a la tierra y por lo tanto no podían prestar servicio en el ejército. También se utilizaban como mercenarios los habitantes más empobrecidos de las ciudades, e incluso hijos de militares obligados al ejército o a la curia en el caso de alegar invalidez125.
Lacapitatioy laiugatioresultaban insoportables como carga fiscal, y no había otra salida más que trasladar tal tributación al patrono, o servir en el ejército para librarse de la presión fiscal126, situación elegida por los habitantes de un Imperio cada vez más debilitado, con un abuso flagrante de su posición especialmente en las provincias, como sucedió con la Hispania bajoimperial.
En laNotitia Dignitatum127se encuentran testimonios de nombres de tropas auxiliares con etnónimo hispano, es decir que se pueden entender comoexercitus hispanicusen sentido amplio, por contener en su denominación un nombre hispano, sin que ello implique que en sus filas haya en ese momento todo un contingente procedente de Hispania, puesto que aunque seguramente en su origen las tropas fueron llevadas en territorio hispano, con el transcurso de los siglos no quedaría más que el nombre, porque los reemplazos serían efectuados con efectivos de procedencia diversa, como consecuencia de su traslado a otras zonas en función de los intereses militares de cada momento, y en aplicación del principio de conscripción territorial128. Así:
Not. Dig. Or.XXVIII, 36:cohors secunda Astarum (pro Asturum), Busiris, Not. Dig. Or.XXXI, 43:ala secunda Hispanorum, Poisarietemidos, Not. Dig. Or.XXXI, 58:cohors prima L<usitanorum>, Theraco.
Con todo, resulta llamativo que en un momento en el que se multiplican las unidades auxiliares, haya menos nombres de cohortes y alas con etnónimo hispano, reduciéndose a las que acabamos de señalar. Todas las cohortesasturum,con sus correspondientes numerales, se concentran en una sola129.
A mayor abundamiento, aunque a lo largo del siglo V persista la presencia del ejército romano en la Península Ibérica, ya no se trata de legiones estables en un sitio determinado, sino de ejércitos que acuden a una determinada misión defensiva desde la Galia, en cualquier acción contras suevos, alanos o vándalos. Además, las fuerzas romanas no son ya tropas regulares, sino que en la mayoría de los casos se trata de grupos bárbaros130, comandados por un general, bien romano o de origen bárbaro, al servicio de Roma para actuar como se les ordene en relación con los pueblos establecidos en la Península Ibérica desde el año 411131.
Conclusiones
Con independencia de las conclusiones vertidas a lo largo del presente trabajo, se ha estimado conveniente hacer una serie de reflexiones finales que ayuden a la comprensión global de lo acaecido con el urbanismo y el territorio de la Hispania tardoantigua.
Las transformaciones experimentadas por los núcleos urbanos de la Antigüedad tardía demuestran un cambio conceptual con respecto al modelo de ciudad clásica romana. Pero ello no debe entenderse en el sentido de una clara decadencia de la vida urbana en el Bajo Imperio, porque no se corresponde con la realidad. La modificación sustancial de las ciudades debe entenderse dentro de un periodo de cambios, de una transición de una época a otra, sin denostar la realidad de la vida en las urbes bajoimperiales. Bien es cierto que los cronistas cristianos dejaron testimonio de la barbarie, pero todo ello ha de entenderse en un contexto de profundos cambios, incluido el religioso.
La verdad es que la arqueología ha brindado maravillosos ejemplos de pervivencia de las ciudades en la Hispania del Bajo Imperio que incluso respetan la fisonomía clásica anterior, al margen de las variaciones necesarias como consecuencia del sistema de poblamiento132, cada vez más presente en el núcleo urbano. La lenta transformación del tejido urbano tendrá además una amplia variabilidad local, ya que, como se ha podido constatar, la realidad del norte peninsular no tiene nada que ver con el resto de Hispania.
Con todo, y de un modo general, la ciudad tardoantigua estará gobernada por un nuevo orden urbanístico, caracterizado por una progresiva ocupación de la vía pública, la desurbanización del área residencial intramuros, la reconversión de estructuras públicas en espacios domésticos, cambios en el saneamiento, abandono de la red de alcantarillado, así como la aparición de basureros urbanos intramuros de la ciudad, en clara relación con la densificación de la población residente de las ciudades, lo que provocará a su vez la desertización del territorio.
Del mismo modo, la regulación de la vida en las villas y ciudades de la Antigüedad tardía se contempla pormenorizadamente en el Código Teodosiano y en diferentes normas legales destinadas a imponer más que a permitir, con una exigencia exagerada de tributos a los habitantes que hace cada vez más asfixiante la situación de los mismos. La presión fiscal les conducirá paradójicamente a abandonar poco a poco los núcleos urbanos densamente poblados para dirigirse al campo, en donde transferirán sus cargas a un patrono comprometido a resolver sus asuntos frente a la administración a cambio de su propio trabajo133.
Este cambio de modelo se da sobre todo en las villas, también de diversa condición en la realidad hispana y con contrastes absolutos entre las distintas villas existentes en nuestro territorio. No será lo mismo una villa atlántica situada en el noroeste peninsular, con dimensiones reducidas y destinada a pequeñas explotaciones de productos sobre todo procedentes del mar, como salinas134, que las grandes villas mediterráneas o situadas en el interior, con hermosos mosaicos y distribuciones de espacios inimaginables en otras villas de pequeña explotación.
Con todo, es común al fenómeno de las villas la fecha de su apogeo en el siglo IV, ya que mientras en la mayor parte del mundo romano las villas tienen su mayor esplendor a finales de la República y principios del Imperio, en Hispania las villas florecen en el Bajo Imperio135. Uno de los motivos principales del éxito de estas construcciones reside en la economía hispana de este período, que se basaba sobre todo en las explotaciones ganaderas y agrícolas, y en la generalización de los latifundios como mejor ejemplo de las mismas136.
A mayor abundamiento, el ejército no se presenta tan organizado como antaño, carente de una dirección clara y de unos efectivos comprometidos con el servicio militar. Aparecen los mercenarios al servicio del mejor postor, y el ejército se va debilitando con la presencia de bárbaros integrados en el mundo romano, pero carentes de la disciplina militar tan presente en el pasado. Aquí sí debemos declarar sin ambages que el ejército tardoantiguo no se parece en nada al modelo ejemplar de tiempos de la República y la primera etapa Imperial, ya que nos encontramos con un conjunto de efectivos militares carentes de la disciplina, rigor y compromiso de antaño, con una profunda incapacidad para resolver los problemas militares de las fronteras y las provincias137, en una situación de claro deterioro que conducirá a la desaparición del Imperio Romano de Occidente en el año 476138.
Todo ello nos conduce a la reflexión final, en la que se ha de dejar constancia de que una época de profundos cambios como la Antigüedad tardía debe ser visualizada y analizada en positivo, y no criticada en su misma esencia como ha venido haciendo la historiografía tradicional139. Es cierto que el caos resulta ser el protagonista en diversos momentos, debido en cierta medida a una mayor densidad de población que necesita una mejor planificación de la vida cotidiana en ciudades y villas, pero también es el tiempo de importantes transformaciones que modifican las relaciones socioeconómicas vigentes hasta el momento140, para dar lugar a un nuevo modelo de vida ciudadano, aunque no transforme inmediatamente la sociedad.
No se debe deformar la realidad, sino constatar la vitalidad de una época de transición que condujo con el paso del tiempo al mundo feudal, a la edad media, tan distinta y distante del mundo romano conocido hasta entonces.
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Notas