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Qué hacen las preposiciones en las perífrasis
What are prepositions doing inside periphrases
Qué hacen las preposiciones en las perífrasis
Lengua y Habla, núm. 23, pp. 311-338, 2019
Universidad de los Andes

Recepción: 18 Enero 2019
Aprobación: 02 Julio 2019
Resumen: En este artículo nos ocupamos de la naturaleza del llamado nexo de las perífrasis, y específicamente de los casos que son aparentemente preposiciones (ir a + infinitivo, dejar de + infinitivo). Mostraremos a través de una serie de pruebas que no cabe considerarlos formas fosilizadas que aparecen por un motivo de idiosincrasia léxica; antes bien, es posible establecer una serie de generalizaciones no triviales sobre su distribución y su papel. Argumentaremos, a partir de estas generalizaciones, que el nexo preposicional debe considerarse una manifestación de un núcleo aspectual que permite hacer una transición entre el dominio donde se define la estructura argumental y el dominio donde se introduce información temporal y modal.
Palabras clave: Perífrasis, preposiciones, aspecto, auxiliares, dominios ontológicos.
Abstract: In this article we address the nature of the so-called 'periphrastic link', and specifically the cases that seem to be prepositional due to their form (ir a + infinitivo 'go to + infinitive', dejar de + infinitivo 'leave of + infinitive'). We will show through a number of tests that they cannot be considered fossilised forms that appear within the periphrasis just due to some lexical idiosyncrasy; instead, there are several non-trivial generalisations with respect to their distribution and the roles they play. Starting from these generalisations, we will argue that the prepositional link should be viewed as an aspectual head that makes the clause transition between the domain where argument relations are defined and tghe domain where temporoaspectual and modal information are introduced.
Keywords: Periphrases, prepositions, aspect, auxiliaries, ontological domains.
1. EL PROBLEMA
Es frecuente que en el interior de una perífrasis de infinitivo aparezcan formas invariables, llamadas en la bibliografía 'nexos' o 'partículas subordinantes' (RAE & ASALE 2009: §28.1d, Gómez Torrego 1999: §51.1.5.1, Roca Pons 1958, Hernanz 1980), entre el verbo auxiliar y el verbo auxiliado. Estos nexos suelen corresponder a una preposición (1), si bien algunas perífrasis modales emplean la forma que, que es al menos homófona con una conjunción (2).


Existe una considerable bibliografía, generalmente de orientación cognitiva, que analiza estas combinaciones perifrásticas desde la perspectiva de que originariamente son combinaciones pluriverbales gramaticalizadas (Meillet 1912), y por tanto el auxiliar impone en el devenir histórico una serie de restricciones semánticas que contribuyen a delimitar el valor temporoaspectual o modal que tiene la perífrasis completa (cf., entre otros, Lamiroy 2004, Bybee & Torres Cacoullos 2009, Brinton 2011, Gulsoy 2011, Garachana 2011, 2016). Estos trabajos contribuyen a clarificar el papel del nexo en la medida en que se relacionan de forma explícita con las restricciones argumentales originales del auxiliar, pero no se refieren de manera directa al papel independiente que esta forma puede tener dentro de la perífrasis ya gramaticalizada, tendiendo a tratarla como un efecto de la fosilización gramatical de la secuencia (cf. Garachana 2016 para un análisis máximamente explícito en estas líneas).
El objetivo de este trabajo es el de arrojar algo de luz sobre el papel que tiene este nexo dentro de la perífrasis: por qué aparece, de qué depende la forma que se implica en cada perífrasis y qué diferencias hay entre las perífrasis que lo incluyen y aquellas que no lo hacen, como las de (3). Para ello nos centraremos solamente en aquellos nexos que tienen naturaleza preposicional, dejando fuera de los objetivos de este trabajo la forma que aparece en (2).

Este artículo está estructurado de la siguiente manera. El resto de esta primera sección se dedica a aclarar ciertos aspectos de trasfondo necesarios para nuestro análisis: qué propiedades asumimos que tiene una perífrasis, qué restricciones iniciales pesan sobre los nexos y por qué un análisis de almacenamiento léxico no es satisfactorio. En §2, presentaremos una serie de propiedades empíricas y generalizaciones que se pueden establecer sobre los nexos preposicionales. En §3, presentamos nuestro análisis, que trata estos nexos como formas usadas para definir una transición entre el dominio de los eventos y el dominio de las situaciones. §4 se dedica a algunas consecuencias de nuestro análisis.
1.1. La delimitación de las perífrasis
Antes de proceder a esta tarea, es necesario hacer algunas observaciones preliminares. La primera de ellas se refiere a qué clase de comportamiento gramatical tiene una perífrasis. La situación se encuentra complicada por el hecho de que la bibliografía reconoce que no existe un corte tajante, desde el punto de vista de sus propiedades empíricas, entre un verbo auxiliar y un verbo pleno: son relativamente numerosos los casos de combinaciones de dos verbos cuyo comportamiento gramatical los sitúa en algún punto entre los dos extremos, en cuyo caso la gramática descriptiva ha acuñado el término de 'semiperífrasis' para describirlos (véase RAE & ASALE 2009: §28.3-28.4). Por ello, debemos hacer explícitas las propiedades que asociamos a un verbo auxiliar. Hasta donde se nos alcanza, la bibliografía ha destacado cinco características que, cuando las posee una misma combinación de dos verbos, llevan a adscribirla como una perífrasis prototípica (Fontanella de Weinberg 1970, Hernanz 1980, Launay 1980, Dietrich 1983, Iglesias Bango 1988, Fernández de Castro 1990, Alarcos 1994, Gómez Torrego 1999, Yllera 1999, García Fernández et al. 2006, RAE & ASALE 2009: §28.3, entre otros muchos).
La primera de ellas es la posibilidad de cliticizar al auxiliar un pronombre de objeto argumentalmente relacionado con el verbo auxiliado. En (4), vemos que el clítico femenino la puede aparecer tanto en el dominio del infinitivo como frente al verbo auxiliar; esto no es posible, en cambio, cuando el primer verbo no es auxiliar, como en (5).


En segundo lugar, el verbo auxiliar no permite forma pasiva (pace Bosque & Gallego 2011, que analizan el caso de la doble pasiva para concluir que es un efecto superficial). El significado pasivo, en caso de existir, debe expresarse obligatoriamente en el verbo auxiliado.

En tercer lugar, el auxiliar no restringe los posibles sujetos de la combinación de dos verbos. Esto hace que sea posible combinar un auxiliar prototípico con verbos meteorológicos (6a), que por hipótesis son semántica y gramaticalmente impersonales, o con verbos que requieren sujetos no animados y animados, de forma indistinta (6b, 6c).
Cualquier restricción que opere sobre el sujeto es un efecto de la selección del verbo auxiliado: el sujeto ha de ser compatible con lo que restringe el auxiliado, no con alguna supuesta propiedad del auxiliar.

En cuarto lugar, el verbo auxiliar, si es prototípico, no tiene la capacidad de introducir otros argumentos o modificadores dentro del complejo verbal. Si bien el verbo ir puede introducir complementos direccionales, al funcionar como auxiliar en una perífrasis es incompatible con dichos argumentos (8). La única forma de interpretar (8) con el direccional es dándole una lectura de verbo pleno a ir, es decir, que ha habido un desplazamiento físico de Juan con la finalidad de leer.

En quinto y último lugar, un verbo auxiliar no selecciona léxicamente al verbo auxiliado si estamos ante una perífrasis prototípica. Es decir, un auxiliar típico no es sensible a nociones tales como si el auxiliado expresa un movimiento, una acción brusca o denota contraer una enfermedad.2 Es típico, en cambio, que sean sensibles a nociones más estructurales del significado del auxiliado, como su aspecto léxico (Dowty 1965). Con todo, hay auxiliares, como el de (9), que son compatibles con las cuatro clases principales de aspecto léxico: estados (9a), actividades (9b), realizaciones (9c) y logros (9d).

Las semiperífrasis carecen de al menos una de estas propiedades, mientras que cumplen las demás. Así, por ejemplo, llevar + gerundio introduce un complemento de duración (llevar *(dos horas) leyendo), o ponerse a + infinitivo impone una restricción de animacidad y rechaza la cliticización al auxiliar (*Los libros se pusieron a amarillear; *Se lo puso a leer).
La diferencia entre las semiperífrasis y las perífrasis plenas es gramaticalmente relevante, pero como veremos no afecta directamente a la cuestión de si aparece un nexo en el interior de la estructura: no es el caso que la diferencia entre las estructuras con y sin nexo se pueda representar de forma paralela a este contraste. No obstante, durante el resto del trabajo haremos referencia a la naturaleza semiperifrástica de algunas construcciones, cuando sea relevante para las propiedades gramaticales de la construcción.
1.2. Restricciones formales a la distribución de los nexos
La segunda aclaración preliminar que debemos hacer se refiere a la distribución de los nexos preposicionales. Hay cuatro preposiciones que aparecen repetidamente (10), pero esto sucede solo cuando la forma del verbo auxiliado es un infinitivo.

No existen, en cambio, casos de combinación perifrástica con nexo en que el verbo auxiliado sea un participio o un gerundio; es decir, no existen perífrasis con la estructura de (11).

Fuera de un análisis, es difícil concluir si esta restricción es un accidente léxico o responde a un principio más profundo de la gramática. En el primer caso, sería simplemente una propiedad idiosincrática de los gerundios y participios que no participen en perífrasis con un nexo preposicional, es decir, esto no respondería a ninguna propiedad profunda de estas dos formas no personales y perfectamente la historia del español podría haber definido perífrasis con nexo preposicional y una de estas dos formas.
En el segundo caso, en cambio, habría una propiedad compartida por gerundio y participio que daría lugar a esta restricción. Esta es la posición que defenderemos en este trabajo, como se verá en §2.3.
1.3. Acerca de la no conveniencia de un análisis léxico
Terminaremos esta introducción explicando por qué en el resto del trabajo no adoptaremos un análisis de tipo lexicalista (Halle 1973, Scalise 1984). Sobre bases lexicalistas de la gramática, la existencia de nexos preposicionales en algunas perífrasis de infinitivo sería un hecho relacionado directamente con el repertorio léxico: el español habría almacenado en el componente léxico ciertas combinaciones de verbo auxiliar y nexo, y no otras. La razón de que algunas perífrasis lleven nexo sería sencillamente que la combinación entre verbo auxiliar y nexo está listada arbitrariamente en el repertorio léxico del español, junto a su significado. Así, tendríamos entradas como las de (12).

Hay dos motivos empíricos por los que esta solución no es satisfactoria, uno de ellos más fuerte que el otro. El motivo menos fuerte es que sabemos que un mismo auxiliar admite distintas combinaciones con o sin nexo, como por ejemplo (13) y (14).


Este factor no elimina del todo una teoría léxica, porque nada impide en esta clase de análisis que el español haya almacenado léxicamente distintas combinaciones, pero hace esta clase de análisis insatisfactoria en la medida en que fuerza a tratar como combinaciones fijadas por la norma lo que superficialmente parece indicar que hay un cierto grado de flexibilidad entre el auxiliar y el nexo.
No obstante, hay un segundo hecho empírico que sí constituye un contraejemplo a la teoría reflejada en (12): estructuralmente, el nexo no forma una unidad léxica con el auxiliar. Como observa RAE & ASALE (2009: §28.5r), es imposible coordinar el conjunto <auxiliar nexo>:

En su lugar, es posible coordinar o bien dos auxiliares (16a) o bien dos conjuntos formados por <nexo auxiliado> (16b).

En segundo lugar, cuando se pospone el sujeto, este puede aparecer entre el auxiliar y el resto de la perífrasis (17a), así interrumpiendo el conjunto <auxiliar nexo>, pero no es posible que aparezca entre el nexo y el verbo auxiliado (17b).

Ambos fenómenos indican de forma clara que no es posible tratar el conjunto <auxiliar nexo> como una combinación almacenada léxicamente: ni siquiera forma una unidad en sintaxis, lo cual excluye –sobre las propias bases teóricas de un análisis lexicalista– la posibilidad de que se trate de una combinación almacenada léxicamente.
Pasemos, pues, a presentar los datos empíricos que usaremos en nuestro análisis de los nexos.
2. ALGUNAS GENERALIZACIONES ACERCA DE LAS PREPOSICIONES COMO NEXOS EN LAS PERÍFRASIS
En esta sección vamos a examinar una serie de generalizaciones que pueden hacerse con respecto a los nexos preposicionales. Comenzaremos delimitando las clases de nexos para distinguir entre los casos que lo son propiamente de otros que puede argumentarse que son en realidad sintagmas preposicionales combinados con un verbo ligero. Una vez eliminados estos casos, vamos a proceder a mostrar las propiedades en las que todos ellos se asemejan.
2.1. No todos los nexos son iguales
Intuitivamente un verbo auxiliar es un verbo que no introduce argumentos, pero que se emplea para sustentar la flexión morfológica. Esto da lugar a un problema potencial de clasificación entre los verbos auxiliares y los verbos copulativos, ya que estos segundos también se describen tradicionalmente como apoyos flexivos que no introducen argumentos. Esto hace necesario plantearse desde un punto de vista empírico hasta qué punto algunas perífrasis listadas en la bibliografía como ejemplos de la estructura <auxiliar nexo auxiliado> realmente lo son.
A efectos de este trabajo, la pregunta se aplica específicamente a las dos construcciones de (18):

Hasta donde sabemos, estos son los únicos casos en que un verbo que de otra manera se clasificaría como copulativo aparece listado como parte de una perífrasis con nexo. En estos tres casos es necesario determinar, sin embargo, si realmente son estructuras del tipo de (19a), es decir, con nexo dentro de una perífrasis, o más bien son del tipo de (19b), verbos copulativos con un atributo que está expresado como un sintagma preposicional –por tanto, semejante mutatis mutandis a estructuras como estar con una persona–.

Varias propiedades muestran que en (18a) y (18b) la estructura es en realidad la de (19b), mientras que (18c) sí es un caso propio de nexo en el interior de una perífrasis.
Las dos primeras estructuras pueden coordinarse con un adjetivo (20a, 20b), mientras que esto no es posible en la tercera.

De hecho, en los dos primeros casos es posible sustituir el conjunto de preposición y auxiliado por el adverbio así, que en otros casos sustituye a los atributos (21).

No parece ni siquiera que este significado requiera obligatoriamente formas no personales de verbo. En las supuestas perífrasis, el significado básico que expresan es de inminencia de una acción. Pues bien: en las dos primeras secuencias, pero no en la tercera, es posible mantener el significado básico de inminencia de una acción con un sustantivo que se relacione con un evento, pero no en la tercera.

De esta manera, concluimos que en un sentido estricto ni para ni a punto de deben considerarse estrictamente nexos dentro de una perífrasis en lo que sigue, pero que en cambio <estar por + infinitivo> es un caso de la estructura que estamos investigando aquí. En lo que sigue, nos concentraremos exclusivamente en las preposiciones que, siguiendo estos criterios, son realmente nexos.
2.2. Las preposiciones que se emplean como nexos
Una vez eliminados los casos en que la preposición realmente encabeza un sintagma preposicional y no es parte de la perífrasis, nos encontramos con una situación en que el elenco de nexos preposicionales se reduce a solamente cuatro preposiciones, de las cuales la última de ellas está muy restringida.

2.2.1. A como nexo
Existe una correlación directa entre el tipo de preposición que se emplea y el valor aspectual de la perífrasis. Para comenzar, el nexo . aparece en las perífrasis de valor prospectivo (24a) –la fase inmediatamente anterior al comienzo de la acción– o incoativo –el inicio mismo de la acción–.

La correlación entre nexo . y valor incoativo / prospectivo es perfecta en el sentido de que no existe ninguna perífrasis incoativa que carezca de esta preposición. En la lista de (24) la diferencia entre las distintas perífrasis –más allá del valor prospectivo de la primera– se refiere a distintos factores: si el inicio de la acción es brusco (liarse a llover vs. empezar a llover), si el sujeto debe controlar el inicio de la acción o no (ponerse a dormir vs. empezar a dormir) o incluso preferencias de valor léxico (como es el caso de romper a + infinitivo, que se especializa en verbos de emisión de sonido o de movimiento). Lo que tienen en común es esta idea de inicio de acción.
Esto se extiende también a las siguientes perífrasis, restringidas geográficamente, que mantienen la asociación entre a y el inicio de una acción.

Esta asociación, como se ha notado repetidamente (Roca Pons 1953, Yllera 1980, Dietrich 1983, Bybee 1985, Morera 1991), tiene cierta validez intuitiva: fuera de las perífrasis, la preposición . se especializa en valores direccionales. En (26), podemos decir que el movimiento ha alcanzado la casa en el mismo punto en que se entra en contacto inicial con el perímetro de ese edificio. Un mínimo contacto con ese perímetro valida la lectura de que se ha alcanzado la casa en el mismo sentido en que el mismo inicio de la acción valida la lectura incoativa –sin necesidad de que se termine la acción, del mismo modo que no es necesario recorrer la casa entera para que sea cierto que esa era la dirección del movimiento–.

No obstante, no debemos olvidar que esta preposición no siempre expresa valores direccionales, como muestra la compatibilidad con verbos de localización (27). Parece que de forma más apropiada (cf. Fábregas 2007, Real Puigdollers 2013, Romeu 2014), la preposición a debe interpretarse como una preposición que identifica un contacto con el límite de un objeto. Por ello es la empleada en casos donde el objeto es un punto sin dimensiones dentro de una escala (27a, 27b) o una línea que no define una región (27c, 27d) (Fábregas 2007).

La correlación entre a y el valor de la perífrasis puede hacerse más estrecha cuando se adopta la intepretación de a como una preposición que satisface sus propiedades locativas cuando expresa contacto con un punto y no inclusión (cf. Hale 1986 para la distinción entre contacto e inclusión en el dominio preposicional). Las siguientes perífrasis (28) no son incoativas, pero manifiestan relaciones con límites de la acción.

Las perífrasis <acertar a+ infinitivo> y <venir a + infinitivo> se clasifican típicamente como modales: la primera expresa la capacidad del sujeto de hacer algo ('lograr decir una cosa'), mientras que la segunda indica una idea de aproximación ('costar más o menos dos euros'). En cuanto a <alcanzar a + infinitivo> y <llegar a + infinitivo>, se consideran perífrasis discursivas que destacan la acción expresada por el infinitivo como aquella que es más importante dentro de una secuencia implícita o explícita de acciones ('incluso decir algo').
Lo crucial, desde nuestro punto de vista, es que las cuatro perífrasis necesitan expresar un valor escalar, y específicamente un límite superior o inferior dentro de dicha escala. Cuando alguien dice que Juan llegó a suspender la asignatura, uno presenta la acción de suspender la asignatura como el límite máximo dentro de una escala de expectativas: aquello que uno menos podía imaginar. A la inversa, quien dice que Juan acertó a pronunciar una palabra indica que pronunciar una palabra es el límite mínimo en esa escala, lo menos que Juan podría ser capaz de hacer. Igualmente sucede con Juan alcanzó a verla, donde se sugiere de forma fuerte que verla era lo menos a lo que aspiraba Juan. Por estos motivos, acciones que –en una escala de expectativa natural–difícilmente pueden constituir límites máximos no se combinan con la primera estructura (#Juan llegó a pronunciar una palabra), y a la inversa las que no constituyen límites mínimos naturales rechazan las otras dos (#Juan acertó a escribir cuatro volúmenes de una enciclopedia, #Juan alcanzó a tener seis hijos con ella).
Que la preposición . no tenga preferencia por un límite inicial o final se deriva directamente de que sea compatible con puntos en su uso locativo: el punto, como entidad adimensional, está subespecificado con respecto a qué valor –el máximo o el mínimo– va a expresar dentro de una escala. Por este mismo motivo esperamos que sea compatible con el valor de aproximación en el caso de <venir a + infinitivo>, en la medida en que la aproximación se limita a situar la entidad en un punto dentro del perímetro extendido del objeto. Cuando decimos que algo viene a costar dos euros, estamos diciendo que está en un punto próximo a ese valor, sin especificar si es más o menos que él.
Las perífrasis con valor incoativo identifican el inicio de la acción y no el final gracias a las propiedades léxicas del verbo auxiliar. Usados como verbos plenos, los verbos que dan lugar a las perífrasis incoativas expresar movimientos hacia un objeto (ir, arrastrarse, alcanzar), transferencias hacia un receptor (dar), el propio inicio de una acción (empezar, comenzar, abrir, arrancar(se), romper3...) o la noción de establecer un contacto que antes no existía con un objeto (liarse, pegar, agarrar, acertar, poner, coger...). Es relevante en este sentido observar que en el caso de <soltarse a + infinitivo> no tenemos el valor del verbo soltarse como 'cesar el contacto con un objeto', sino el de 'arrancar' o 'comenzar' que se documenta independientemente en (29).

El verbo explotar, que también se usa como auxiliar en estos casos, tiene la pecularidad de que selecciona léxicamente solo ciertas clases conceptuales de verbos –es por tanto semiperifrástico–, característicamente verbos de reacción física o emotiva. Proponemos que, usado en estas estructuras, fuerza la lectura de inicio de acción porque se emplean en el sentido metafórico en que el sujeto comienza a hacer visible el estado mental en que se encuentra a través de sus reacciones o de su comportamiento (cf. Juan explotó).
2.2.2. De como nexo
Este distinto abanico de valores asociados a las perífrasis que contienen a como nexo se sigue, como he tratado de argumentar, del valor subespecificado de a como identificador de un punto dentro de un espacio –característicamente, el punto que está en un extremo de una escala, pero no exclusivamente–. En contraste, el valor fundamental de las perífrasis que aparecen con de es el terminativo, como se puede comprobar en (30):

Todos los casos de perífrasis aspectuales que incluyen esta preposición como nexo tienen el valor de dar por concluida, detener o interrumpir una acción. Esta interpretación, como se ha observado repetidamente en los estudios históricos de gramaticalización, es la esperable dado que esta preposición expresa abandonar un lugar dentro del dominio espacial.

En este caso, el abandono del espacio se define por el tramo final del movimiento: no importa el inicio del desplazamiento –de dónde venga– mientras que esté en el interior del espacio acotado, y basta con que ese desplazamiento atraviese el perímetro del objeto para que se satisfaga la relación espacial que expresa esta preposición. En el dominio de los eventos, esto se refleja directamente: no importa cuánto tiempo se haya dado la situación concreta, o hasta qué punto se ha desarrollado, siempre y cuando se abandone.
Hay también dos perífrasis modales que llevan esta preposición:

Como es bien sabido, (32a) debería indicar, normativamente, un valor de inseguridad epistémica. No obstante, muchos hablantes nativos la usan e interpretan también como una perífrasis deóntica de obligación. Esta segunda es la única interpretación que admite (32b). La pregunta, en este momento, es cómo se relacionan estos dos valores –obligación e inseguridad epistémica– con el significado de la preposición de.
Esta cuestión ha sido discutida en la bibliografía de orientación cognitiva, junto a la observación de que no es infrecuente encontrar el genitivo como marca de caso para el sujeto semántico de una construcción deóntica en las lenguas del mundo. Este es el caso de por ejemplo el finés moderno (33, cf. Holmberg et al. 1993, Kiparsky 2001, Holvoet & Grzybowska 2014), donde un verbo deóntico debe marcar como genitivo a su sujeto.

Por supuesto, de en español es la preposición que marca el caso genitivo. Berg-Olsen (2004) se hace la pregunta de cuál puede ser la relación que subyace a las nociones de genitivo, abandono de un espacio y deonticidad y concluye que lo que las tres tienen en común es que se definen a partir de la noción de 'fuente', real o metafórica, de una entidad o situación. En el caso de las lecturas locativas direccionales, de toma la región desde la que se inicia el movimiento como la fuente de la que parte el objeto. En cuanto a las lecturas de genitivo, el complemento de la preposición es la entidad que se emplea como punto de referencia para definir la relación de posesión o de otra naturaleza; dicha relación parte de ella, como se ve de forma más clara aún en las interpretaciones partitivas en las que se extrae una parte de un conjunto (34).

La lectura deóntica se relaciona directamente con esta interpretación de origen: la relación de obligación se define a partir de la eventualidad que define el infinitivo, es decir, se evalúa a partir de la satisfacción de ese estado de cosas por un sujeto.

En (35), estamos definiendo una relación de obligación que toma como su origen la noción de 'comprar la casa', que se emplea como punto de referencia a partir del cual se evalúa si la obligación se cumple o no.
En el caso de la interpretación epistémica de la perífrasis <deber de + infinitivo> podemos identificar de forma clara la noción de origen: la perífrasis expresa que el hablante está inseguro acerca de la exactitud de la información que se proporciona, pero cree que la verdad está próxima a ella. En este caso, como en (36), se toma como modelo la eventualidad expresada por el infinitivo y se afirma que la situación descrita no corresponde exactamente a ella pero se define a partir de ella, tomada como un prototipo hipotético. Así, (36) afirma que si la persona no está enferma al menos su estado debe asemejarse lo suficiente a la situación que definiría la eventualidad de 'estar enfermo'.

2.2.3. Por como nexo
La tercera preposición que aparece normalmente como nexo en las perífrasis es por. Todas las perífrasis que la contienen coinciden en expresar una idea de prelación: la situación que se describe presupone la existencia de una secuencia de acciones y destaca una de ellas como aquella por la que se va a comenzar o terminar dicha secuencia. En estos casos, como discuten García Fernández et al. (2006), la perífrasis toma un valor escalar asociado al papel discursivo de enfatizar la relevancia de la acción que expresa el infinitivo dentro de la secuencia que se está presentando, a veces incluso con un valor mirativo.

El valor de extremo final o inicial, como se puede ver en (37), está ya expresado léxicamente en el auxiliar, que es un verbo de fase que denota o el final o el inicio de un proceso. Lo que aporta por es la noción de que lo expresado en el infinitivo no es una eventualidad aislada, sino que se encuentra dentro de una secuencia a la que pertenecen otras acciones. Es decir, en (37a) no decimos que se concluyera la acción de vender el piso, sino que la culminación de una secuencia de eventos implícita es que Juan vende su piso. El valor de compleción del infinitivo tendría que expresarse con de, que como hemos dicho ya se asociaría a un valor de origen del que deriva la lectura de abandono de la acción. Igualmente, (37c) no dice que se iniciara la acción de negarse a declarar, sino que la primera de las acciones que acometió Juan dentro de una secuencia fue negarse a declarar; contrasta, de nuevo, con comenzar a negarse, donde sí se indicaría el inicio de esa única acción, sin presuponer una secuencia. En ese caso, el valor de a como identificador de un punto permitiría denotar solo un punto temporal de la acción específica, sin presuponer la idea de secuencia, y el auxiliar comenzar identificaría ese punto como el primero dentro del evento.
La idea de secuencia, pues, está aportada por la preposición por, lo cual es coherente con su lectura espacial como preposición que introduce una trayectoria –una secuencia de puntos– sin destacar ninguno de los dos extremos del movimiento.

Lo que resulta crucial dentro de esta sección es la observación de que el valor que tiene la preposición en sus usos locativos se refleja todavía en su papel como nexo dentro de las perífrasis. Las perífrasis que contienen . denotan puntos asociados a las eventualidades que expresan los infinitivos que introducen, con el verbo auxiliar ayudando a identificar qué punto particular se identifica en cada caso. Las que contienen de se asocian a la noción de origen, sea como la cesación de una eventualidad o como el modelo a partir del cual se evalúa una idea de obligación o inseguridad epistémica. Las que contienen por se asocian a la lectura de secuencia que también aparece en la definición de trayectorias que hace esta preposición.4
Esquemáticamente, lo que tenemos en estos casos es una codefinición de la relación expresada por la perífrasis. La preposición introduce una noción subespecificada –punto, origen, secuencia– y el verbo auxiliar construye a partir de esa noción, y a través de su significado básico, define la interpretación conceptual de esa noción. Esto explica que a tenga varias interpretaciones, pero todas ellas relacionadas con una noción de punto.
Esta propuesta acerca de la manera en que los elementos de la perífrasis codefinen su significado tiene una ventaja sobre los análisis que se apoyan en la gramaticalización de forma pura, como Bybee, Perkins & Pagliuca (1994). Considérese el caso del catalán estándar (Pérez Saldanya & Hualde 2003, Gulsoy 2011).

En catalán estándar la combinación del verbo anar 'ir' con un infinitivo no tiene valor incoativo, sino perfectivo.5 Una propuesta que base la interpretación de la perífrasis en la pura noción de gramaticalización del significado conceptual del verbo auxiliar no explica con facilidad este hecho, porque anar se asocia con un valor direccional que en principio debería haber dado una lectura de inicio de la acción. Sin embargo, desde nuestra perspectiva (39) no refleja nada inesperado, porque de forma crucial carece de nexo preposicional y específicamente de a. En consecuencia, (39) no define un punto determinado dentro de la secuencia de la acción de hablar para que luego el verbo auxiliar pueda identificarlo; de esta manera se bloquea la interpretación de inicio de la acción. Al carecer de un elemento que defina un punto en la secuencia, la interpretación natural es que anar 'ir' expresa un desplazamiento, y será la acción de hablar la que se emplee como base para definir ese desplazamiento. Si en ese desplazamiento no se ha definido ningún punto de referencia, la combinación expresará cubrir toda la progresión de la acción, y por lo tanto obtendremos una lectura perfectiva donde la acción está completada. La presencia de un nexo preposicional, pues, no puede considerarse una mera marca fosilizada dentro de la perífrasis.
2.3. Todas las perífrasis de aspecto llevan preposición
Hemos visto que unas pocas perífrasis modales o con valor modal tienen nexo preposicional, pero el hecho es que todas las perífrasis de infinitivo con valor aspectual tienen este nexo –recuérdese que ninguna perífrasis de gerundio o de participio lleva nexo preposicional–.6
Para mostrarlo, examinemos la lista de construcciones consideradas perifrásticas (Gómez Torrego 1999, García Fernández et al. 2006) que corresponden a la estructura <auxiliar infinitivo> sin nexo preposicional.

Dentro de esta lista tenemos tres tipos de auxiliares por su valor semántico: el más numeroso es el de los verbos que implican alguna forma de modo, como deber, poder, saber y merecer. Junto a ellos tenemos dos formas que descriptivamente se consideran marcadores de habitualidad, acostumbrar y soler, y una serie de verbos que denotan intencionalidad y por lo tanto exigen sujetos animados con capacidad de controlar la acción: conseguir, lograr e intentar.
Dentro de esta clase, solamente acostumbrar y soler podrían considerarse aspectuales, pero esto es a condición de que la habitualidad sea realmente una noción aspectual. En los estudios semánticos (Carlson 2011, Bertinetto & Lenci 2011) no es esta la conclusión a la que se ha llegado: la habitualidad es una forma de genericidad que no manipula la estructura temporoaspectual de la situación, sino que lleva a interpretarla como una descripción de una situación típica dadas ciertas suposiciones sobre la naturaleza de las entidades que se ven asociadas a ella. Así, (41) no querría decir que 'Juan fuma puros frecuente o repetidamente', sino que 'Es típico de Juan fumar puros'.

Como destacan Bertinetto & Lenci (2011), la noción de frecuencia y repetición se asocia más claramente a la noción de iteración. Una prueba de que estos auxiliares de habitualidad son realmente modales es que crean contextos intensionales donde se legitima la lectura no específica de un indefinido. Veámoslo.
En español, una prueba clara de que no especificidad de un indefinido es que puede ser modificado por una oración de relativo en subjuntivo (Leonetti 1999). Para ello, el indefinido debe estar en el ámbito de un verbo que cree un contexto intensional donde no es relevante la referencia del indefinido sino el conjunto de propiedades que describe. Como se ve en el contraste de (42), un auxiliar modal, pero no uno aspectual, puede crear estos contextos.

Pues bien: los dos auxiliares de habitualidad crean estos mismos contextos. En general, la habitualidad tiene este papel, incluso cuando está expresada a través del tiempo.

Si existen motivos para tratar estos dos auxiliares como también modales, entonces tenemos una generalización limpia: no existen en español perífrasis aspectuales sin nexo preposicional.
2.4. Las perífrasis de modo con preposición
Ya hemos visto que la inversa no es cierta, es decir, que existen algunas perífrasis modales que también tienen nexos –y específicamente nexos preposicionales–. (44) recuerda algunos casos con a y (45) los dos casos con de.


Lo que argumentaremos aquí es que en estos casos la noción de modalidad está expresada directamente por el verbo auxiliar. En la línea de lo que hemos argumentado hasta ahora, la preposición designa una noción subespecificada cuya concreción depende del valor del auxiliar, y de la información que este aporte.
Ya hemos argumentado que la presencia de de en los casos de (45) se relaciona con la noción de origen, que es la misma que está en las perífrasis terminativas como <dejar de + infinitivo>. Lo que sucede en los casos de (45) es que el propio verbo auxiliar ya aporta la noción de modo, como muestran los usos en que no existe preposición, y que siguen siendo modales:

En el caso de los verbos de (44), el propio valor del auxiliar ya aporta la noción que se identifica como modal: el verbo acertar por sí mismo ya indica que el sujeto trata de obtener un resultado y finalmente lo alcanza; lo mismo sucede con el verbo alcanzar. En cuanto al verbo venir, proponemos que la manera en la que define un valor modal es mediante la propia idea de 'separarse de un modelo prototípico' que hemos identificado en las perífrasis modales con de, y que en este caso –al haber definido a un punto– lleva a la interpretación de que el punto que se ha definido se encuentra situado en la periferia del modelo prototípico que expresa el infinitivo. Así, el infinitivo denota una eventualidad, la preposición selecciona un punto de ella, y el verbo auxiliar determina que ese punto se relaciona con la eventualidad solo en tanto que esta es un modelo prototípico. De aquí surge la interpretación de que Viene a costar tres euros implica que cuesta una cantidad que solo aproximadamente corresponde a los tres euros.
La preposición, pues, no implica un valor modal, sino la noción abstracta relacionada con el espacio que hemos indicado anteriormente.
2.5. Conclusiones parciales
En esta sección hemos alcanzado algunas conclusiones, que pueden resumirse como sigue:
Descriptivamente, el papel del nexo preposicional no es vacuo: introduce de forma sistemática una noción abstracta que es estable en todas las perífrasis que contienen la misma preposición.
Esta noción, sin embargo, está subespecificada; el verbo auxiliar conserva parte de su significado, aunque no sea capaz de introducir argumentos, y codefine el valor de la perífrasis a partir de la interpretación que ha generado el nexo.
Los nexos preposicionales son obligatorios en las perífrasis aspectuales de infinitivo, aunque no están excluidos de las modales.
Con este trasfondo en mente, pasemos ahora al análisis que vamos a defender.
3. ANÁLISIS FORMAL
Comencemos presentando la estructura que vamos a defender en estos casos, para después comentarla desde una triple perspectiva: (i) cómo explica las propiedades básicas de una perífrasis, frente a otras construcciones; (ii) cómo da cuenta de los fenómenos empíricos específicos que hemos visto para el caso de los nexos preposicionales y (iii) qué consecuencias tiene acerca de la manera en que se articulan los eventos con el tiempo y el aspecto.
Nuestra propuesta es que la preposición encabeza una estructura relacional en cuyo complemento se introduce el infinitivo y en cuyo especificador aparece el auxiliar.

Crucialmente, la importancia de la preposición marca aquí un cambio de dominio ontológico. Veamos paso a paso qué queremos decir con esto.
Ramchand & Svenonius (2014) y Ramchand (2018) proponen que la estructura jerárquica de la cláusula se estructura en tres dominios básicos, cada uno de ellos dedicado a definir las propiedades de una noción semántica distinta.

El dominio más bajo es el de los eventos, que tradicionalmente se ha considerado el área del sintagma verbal. En este dominio se definen tanto la estructura argumental de un verbo como su aspecto léxico –estado, actividad, realización...–. El dominio intermedio es el de las situaciones, entendidas como entidades que instancian los estados de cosas definidos por los eventos en tiempos y mundos específicos. Allí es donde tradicionalmente la sintaxis ha introducido las nociones de Sintagma Tiempo y modo. Por último, el dominio más alto es el que define proposiciones para instanciar esas situaciones –tradicionalmente, el Sintagma Complementante–, añadiendo cuando proceda la fuerza ilocutiva, las funciones informativas de tópico y foco o los elementos que permiten subordinar esa estructura a un predicado principal.
Crucialmente, dentro de esta teoría, estos tres dominios están ordenados de forma estricta entre sí, debido a su composicionalidad semántica: los eventos se instancian en situaciones al añadir las nociones temporoaspectuales y modales, y las situaciones se instancian en proposiciones mediante la fuerza ilocutiva y la estructura informativa asociada a ellas. En un sentido sintáctico, esto se refleja en la propiedad universal de que en todas las lenguas documentadas las proyecciones que introducen estructura argumental (llamémoslas SV) están por debajo de las proyecciones que introducen el tiempo, el modo y el aspecto; y ambas clases de proyecciones se encuentran por debajo de las que definen la fuerza ilocutiva.
Cada dominio, pues, está especializado en definir una parte de la estructura de la cláusula –cf. también Grohmann (2003), Wiltschko (2014)–, y semánticamente denotan distintos tipos de entidades.
Para pasar de un dominio a otro es necesario emplear lo que Ramchand (2018) define como un transicionador. El transicionador es un núcleo que actúa como una función semántica que toma la noción expresada por su complemento y define a partir de ella la noción de la que se ocupa el dominio siguiente. Así, los transicionadores articulan los dominios permitiendo pasar de uno a otro:

En nuestro caso, es relevante el Transicionador1. Este núcleo es una función como (50), que toma eventos (e) y da como resultado situaciones (s):

Ramchand propone que la transición entre los eventos y las situaciones la realiza específicamente el núcleo encargado de definir el aspecto gramatical de la cláusula, al que etiqueta como Sintagma Aspecto. De esta manera, tendríamos una articulación como la de (51).

Partiendo de estas hipótesis analíticas, nuestro análisis de los nexos preposicionales en las perífrasis tratan esencialmente a la preposición como una manifestación del SAsp que transiciona entre los eventos y las situaciones, permitiendo así que el evento expresado por el infinitivo pueda combinarse indirectamente con nociones temporales y modales.

La idea de que las preposiciones se emplean para definir las relaciones temporoaspectuales, por supuesto, no es nueva. En último término procede de intuiciones esbozadas en Hale (1986), que se desarrollaron desde distintas bases teóricas en Klein (1994), Demirdache & Uribe-Etxebarria (2000) y Mateu (2002). La idea fundamental es que la preposición es una instanciación morfológica particular de una supercategoría relacional a la que pertenecen también las marcas de tiempo y aspecto, y probablemente algunas instanciaciones del caso.
Nuestra propuesta esencialmente desarrolla esta idea, proponiendo que en la estructura de una perífrasis el nexo preposicional que aparece en ocasiones es la manifestación explícita de este aspecto que permite transicionar al infinitivo, que denota un evento, hasta el dominio de las situaciones.
En las siguientes secciones, vamos a mostrar cómo esta hipótesis da cuenta de los datos que hemos manejado.
3.1. Las propiedades básicas de la perífrasis
Nuestra estructura explica directamente las propiedades básicas que tiene una perífrasis, así como las relaciones estructurales entre el nexo, el auxiliar y el auxiliado. Comencemos con la configuración básica.
En nuestra estructura el nexo y el infinitivo forman un constituyente sintáctico (núcleo-complemento) en exclusión del auxiliar, que es su especificador. Esperamos, si nuestra estructura es correcta, que el nexo y el infinitivo manifiestan un mayor nivel de integración que el auxiliar y el nexo, por tanto. Esto queda confirmado por varios diagnósticos básicos que ya se han mostrado (RAE & ASALE 2009: §28.5r): es posible intercalar el sujeto entre el auxiliar y el nexo, pero no entre el nexo y el auxiliado (53), y es posible coordinar dos auxiliares, pero no dos sumas de auxiliar y nexo (54).


Seguidamente, tenemos las propiedades básicas de la perífrasis. Un auxiliar propio no puede introducir argumentos ni seleccionar al sujeto: esto se sigue automáticamente del hecho de que en nuestra estructura el auxiliar se combina en la perífrasis después de que el nexo haya definido el dominio de las situaciones. El infinitivo, en nuestra configuración, aún denota un evento y en este dominio es donde se definen las relaciones argumentales. El auxiliar, en cambio, ya está en el dominio de las situaciones, y por ello no tiene la capacidad de modificar la estructura argumental del infinitivo. Por la misma razón, en la medida en que el sujeto es un argumento del verbo, es el infinitivo y no el auxiliar el que tiene la capacidad de seleccionarlo.
Seguidamente, tenemos el hecho de que el auxiliar no puede pasivizarse, pero sí el infinitivo. Esto también se sigue de la propuesta de que el auxiliar está en el dominio de las situaciones: la voz activa o pasiva se relaciona directamente con la estructura argumental, y por lo tanto pertenece al dominio de los eventos, no de las situaciones. Como el infinitivo sigue denotando un evento, puede combinarse con la voz pasiva, pero el auxiliar ya está en el dominio de las situaciones y en ese dominio ya no hay lugar para introducir relaciones argumentales de ningún tipo.
Tenemos, seguidamente, el hecho de que un auxiliar puro no restringe conceptualmente los tipos de predicados que pueden aparecer en el infinitivo. En nuestra estructura, el auxiliar se combina con el nexo y no toma como complemento al infinitivo. Si la selección conceptual requiere una relación estructural de núcleo-complemento, en principio lo que se espera es que un auxiliar completamente gramaticalizado como tal no pueda seleccionar clases conceptuales distintas de infinitivos. Sin embargo, esto no excluye que, composicionalmente, la perífrasis pueda ser sensible al significado que expresa el auxiliar, cuando no se ha gramaticalizado por completo y por tanto no ha perdido del todo su información conceptual. El valor de romper o explotar como verbos que indican acciones de inicio brusco, por tanto, sí puede hacer que las perífrasis en las que aparecen se especialicen en acciones que son compatibles con este significado de brusquedad. Si no se da esta falta de gramaticalización, en cambio, esperamos que no haya selección conceptual de ninguna clase.
Por último tenemos la propiedad de que el clítico en una perífrasis típica pueda situarse indistintamente ante el auxiliar o tras el infinitivo. La explicación de que el clítico pueda ascender hasta el dominio en que está el auxiliar se sigue trivialmente de que nuestra estructura no es un caso de subordinación, sino que refleja la articulación normal de cualquier oración simple, en la que se pasará siempre del dominio de eventos al dominio de las situaciones. Pese a que morfológicamente se vean dos verbos, a efectos de la estructura sintáctica de la cláusula solamente hay un predicado y tenemos una oración simple, por lo que no es sorprendente que los objetos introducidos en el dominio de los eventos puedan aparecer como clíticos en el dominio de las situaciones.
3.2. Las propiedades de los nexos: explicación
Nuestra estructura explica de forma directa que todas las perífrasis aspectuales tengan preposición, algo que es evidente en el caso de las perífrasis aspectuales de infinitivo y que podría extenderse a las de gerundio y participio si son correctos los análisis que tratan estas formas como infinitivos con preposición (cf. nota 6). La explicación natural es que la preposición es el transicionador entre eventos y situaciones, que por hipótesis se identifica con el núcleo que define la presencia de aspecto gramatical. Es natural, pues, que en una perífrasis que expresa aspecto gramatical su presencia se haga necesaria o al menos esté muy favorecida en la evolución histórica de su forma morfológica.
De la misma manera, la correlación entre la preposición empleada y el valor aspectual se siguen naturalmente de esta explicación: tenemos tres preposiciones, cada una de ellas con distintas interpretaciones abstractas, que seleccionan distintas partes del estado de cosas denotado por el infinitivo.

El auxiliar, en nuestra estructura, no encabeza una capa más de la estructura, sino que opera directamente sobre el núcleo preposicional con su valor aspectual. Esto da cuenta del hecho de que en primer lugar el auxiliar tenga obligatoriamente que operar sobre la noción abstracta introducida por la preposición, y en segundo lugar de que tenga la capacidad de identificar esa noción abstracta de acuerdo a su interpretación específica. Recordemos que con el punto expresado por la a un verbo que indica el inicio de un evento fuerza la lectura de que ese punto es el inicial dentro del evento, mientras que un verbo que denota cercanía a un modelo (como venir) da una idea de que el punto está en la periferia de lo denotado por el infinitivo.
Dicho de otra manera, el verbo auxiliar tiene el poder de concretar la noción que expresa el nexo porque es un especificador que actúa directamente sobre ese núcleo.
Es posible que esta misma relación estructural se dé en otros casos que la bibliografía ha encontrado similares a las perífrasis propias. Estamos pensando en las estructuras de (56; cf. Va y dice...), donde el primer verbo de la coordinación tiene un papel semejante al auxiliar en el sentido de que está parcialmente desemantizado.

Si seguimos la estructura coordinativa propuesta en Johansen (1993), la configuración que tendríamos en estos casos es esencialmente la misma, donde el primer verbo es un especificador del nexo coordinativo. Es posible que su valor, en tal caso, estuviera reducido al de identificar un punto del evento como el inicial.

3.3. Consecuencias generales de la estructura
Pese a que la preposición esté especializada en un valor aspectual, no es incompatible con las perífrasis modales, como hemos visto. Hay una explicación inmediata para esto: el transicionador es necesario en todo caso para pasar del dominio de eventos al de situaciones. Para poder expresar nociones modales, que implican el anclaje del evento a un conjunto determinado de pares mundo-tiempo, es necesario en todo caso llegar al dominio de las situaciones. Así, en principio esperamos, como sucede, que la preposición también sea visible en el caso de los auxiliares modales, ya que sin la transición a situaciones no es posible que sean introducidos. En tales casos, como hemos argumentado, es el auxiliar el que tiene valor modal y la preposición se emplea solo para introducir la noción abstracta sobre la que operará el auxiliar.

Esta situación, sin embargo, lleva a concentrar la atención en los casos en que aparentemente la perífrasis no lleva un nexo, como es el caso de las formas que se presentaron en (3). ¿Qué sucede por ejemplo en el caso de (59)?

Hay al menos tres posibles explicaciones que pueden dar cuenta de un caso como (59). La primera es la más trivial de ellas: podría pensarse que la estructura de (59) es idéntica a la de (58), pero que en este caso por un motivo puramente idiosincrático el nexo preposicional se manifiesta como un morfema cero (60).

En tal caso no esperaríamos ninguna diferencia entre los auxiliares que llevan nexo y los que no.
La segunda teoría implicaría que el auxiliar modal fuera en este caso él mismo una manifestación del transicionador, como en (61). No haría falta nexo preposicional porque en este caso sería el propio auxiliar el que desempeñara este papel.

En tal caso sí esperaríamos diferencias entre ambas clases de auxiliares. En tercer y último lugar, podría suceder que –como ha argumentado Wurmbrand (1998) específicamente para la clase de verbos a la que pertenecen lograr, intentar o conseguir– el aparente auxiliar se combinara con el infinitivo ya en el dominio de eventos, lo cual excluiría que entre ellos pudiera aparecer un transicionador.

Es muy probable que entre las perífrasis de infinitivo sin nexo preposicional haya casos de los tres tipos, y que no todos los auxiliares de este grupo puedan analizarse de la misma manera. Un argumento fuerte a favor de la propuesta de Wurmbrand (1998) de que un verbo como lograr se combina con el infinitivo en el dominio de los eventos es que influye directamente sobre la selección de la estructura argumental y permite pronominalizar como un complemento directo al infinitivo, lo cual sugiere que lo introduce como su argumento (63a). Nótese que, en cambio, poder no admite esta estructura (63b), lo cual sugiere que este análisis no se puede aplicar a él.

En el caso de poder, parece plausible que la estructura de (61) refleje sus propiedades básicas. Si el propio verbo poder es una función de eventos a situaciones, explicamos que –frente a deber– no pueda combinarse directamente con sustantivos en ningún caso. Algo parecido sucede con haber, que como verbo impersonal admite argumentos no verbales. Dicho de otra forma: poder es un auxiliar puro en el sentido de que solo puede usarse como tal, mientras que los dos verbos modales que llevan nexo preposicional tienen usos alternativos en que funcionan de forma no auxiliar.

Esta diferencia podría justificar que el primer auxiliar sea un transicionador mientras que los otros dos no puedan transicionar por sí mismos; por ello necesitarían una preposición para poder funcionar como auxiliares en el dominio de las situaciones.
Así pues, podría haber explicaciones distintas para el conjunto de verbos modales que no llevan nexo preposicional. Sería necesario un estudio individual de cada uno de ellos para definir de forma clara las causas de la ausencia de preposición en cada caso.
4. CONCLUSIONES
En este artículo hemos intentado arrojar luz sobre la naturaleza de los nexos preposicionales que aparecen en el interior de la perífrasis. En línea con algunos trabajos de orientación histórica y cognitiva hemos argumentado que no son elementos vacuos que puedan analizarse como meras marcas léxicamente seleccionadas, sino que tienen una función definida en el interior de la estructura. Nos hemos distanciado de las teorías basadas en la gramaticalización en el sentido de que hemos articulado la relación entre nexo y auxiliar de manera que el primero introduce una noción semánticamente subespecificada sobre la que debe operar obligatoriamente el segundo. Asimismo, la orientación de nuestro análisis es semántico-sintáctica, pues hemos proporcionado argumentos a favor de la idea de que el nexo actúa como un transicionador entre eventos y situaciones, lo cual explica que sea necesario en todas las perífrasis aspectuales de infinitivo.
Un aspecto que no hemos tratado en absoluto en este trabajo es el nexo que, cuando aparece en las propias perífrasis. Al menos desde una perspectiva morfológica, no parece ser una preposición y no se relaciona de forma simple con valores aspectuales; de hecho, las perífrasis que lo contienen son modales:

Es posible que el análisis de este nexo deba ir por caminos distintos, y por lo tanto nuestra propuesta no resuelve el caso de los nexos perifrásticos de forma completa. Sin embargo, al menos esperamos haber podido argumentar de forma convincente que los nexos preposicionales son formas sintáctica y semánticamente activas que establecen una relación estrecha con el aspecto.
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Notas