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Algunas claves para el análisis de la posición «criollista» de Martín de León y Cárdenas en la Historia del Huérfano (1621)
Some Keys to Martín de León y Cárdenas’s Approach to «Criollo» Culture in An Orphan´s Story (1621)
Algunas claves para el análisis de la posición «criollista» de Martín de León y Cárdenas en la Historia del Huérfano (1621)
Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 8, núm. 1, pp. 505-516, 2020
Instituto de Estudios Auriseculares

Recepción: 20 Diciembre 2019
Aprobación: 03 Febrero 2020
Resumen: A lo largo de sus 328 folios, la Historia del Huérfano (1621) presenta un buen número de estrategias discursivas destinadas a revalorizar la figura de los criollos en las Indias. Sin embargo, hoy sabemos que su autor, el malagueño Martín de León y Cárdenas, fraile agustino, no pasó más de seis años en tierras americanas, lo que nos lleva a interrogarnos sobre la presencia de dichos discursos en el texto. En el presente artículo, recuperamos varios ejemplos del criollismo del autor y proponemos algunas pistas para su posterior estudio, como su amistad con el marqués de Montesclaros, que podrían ser la clave para desvelar algunos de los misterios que aún encierra la obra.
Palabras clave: Martín de León, Montesclaros, criollismo, narrativa colonial.
Abstract: 328-pages An Orphan´s Story (1621) praises «Criollo» culture in Spanish America throughout many discursive strategies and extensively in spite his author Martin de León, a Spanish augustinian friar, only lived around 6 years there. In this article, I offer some clues about León’s «criollismo», partly based on his friendship with the Marquis of Montesclaros, which could work as a key to some of the mysteries that the work still holds.
Keywords: Martín de León, Montesclaros, Criollo, Criollismo, Spanish America colonial prose.
La Historia del Huérfano, por Andrés de León, vecino de la ínclita y nobilísima ciudad de Granada. Describe en ella muchas ciudades de las Indias, de tierra firme y del Perú, con muchas y nuevas curiosidades, con varios y excelentes sucesos del Huérfano es el título completo que ostenta un curioso manuscrito de 16211. Se trata, en muy resumidas cuentas, de una obra bastante peculiar que narra las aventuras y desventuras de un joven fraile granadino, apodado el Huérfano, por los territorios españoles de América del Sur y el Caribe, además de España e Italia, y que recoge los más de cien poemas que habría escrito el personaje a lo largo de su vida2. El texto, redactado a medio camino entre los usos novelescos más populares del momento (la novela picaresca y la bizantina) y la crónica histórica (con una especial influencia de las «relaciones geográficas de Indias»), había desconcertado a los críticos, que no conseguían ponerse de acuerdo ni en el género de la obra ni en la cuestión de su autoría3. No obstante, fueron una serie de coincidencias textuales entre esta y un impreso anterior las que nos permitieron corroborar la pista que lanzaran Antonio Rodríguez-Moñino y María Brey en los años sesenta, a saber, que el verdadero autor del manuscrito era un tal Martín de León y Cárdenas, un fraile agustino nacido en Archidona, Málaga, en 15844.
El conseguir aclarar el asunto de la autoría fue bastante provechoso para descartar la posibilidad de que el texto fuera una autobiografía, pues la vida del autor se alejaba visiblemente de la de su personaje5. Sin embargo, algo que sí nos interpeló a raíz de esta constatación fue el identificar en la obra discursos relacionados con ciertas reivindicaciones que solían sostener los criollos en los virreinatos (o los españoles ya largamente afincados en las Indias), sobre todo teniendo en cuenta que nuestro autor no pasó más de seis años en el territorio americano6. Nos interesa desarrollar entonces, en las páginas que siguen, algunos ejemplos en los que percibimos una clara postura «criollista» en el autor, poniéndola en relación con gente a la que pudo frecuentar durante su estancia en el virreinato peruano, y las tempranas ideas pro-criollas que ya parecían circular en la literatura a inicios del siglo XVII7.
1. El nacimiento de la conciencia criolla
Tanto para Lavallé como para Mazzotti, uno de los sucesos que marcaron los inicios del criollismo peruano fue la proclamación de las llamadas «Leyes Nuevas» en 15428. Como es ya bien conocido, aunque los conquistadores lograron contrarrestar los efectos de dichas leyes, su promulgación derivó en que estos sintieran sus derechos vulnerados por la corona, derechos que creían haberse ganado tras su heroica actuación en las guerras de conquista. La lucha por mantener sus privilegios fue, a su vez, asumida por los descendientes de aquella nueva aristocracia colonial que veía con muy malos ojos el encontrarse relegada a un segundo plano, ya que España continuaba dando prioridad a los peninsulares recién llegados.
Recordemos que a esto hay que añadirle el discurso negativo que se teje alrededor de la figura del criollo, un fenómeno que se percibe desde que comienza a utilizarse esta palabra para referirse a los hijos de los españoles nacidos en América. Como apunta Lavallé, el término se usó al inicio de la colonización para diferenciar a los esclavos negros nacidos en las Indias de aquellos venidos de África9. Asimismo, señala que en algún momento entre 1560 y 1570 la palabra criollo pasó a servir, también, para designar a los propios descendientes de los españoles en las colonias, protagonizando, como dice Mazzotti, un «bautismo insultante»10.
Cabe recordar, además, el componente de «impureza de sangre» con el que solían asociar los peninsulares a los criollos, juzgándolos inferiores por el simple hecho de haber nacido fuera de España, y que terminó cristalizándose en una serie de prejuicios que se mantendrán vigentes durante todo el periodo colonial11.
Como consecuencia de estas ideas, los criollos no solían alcanzar puestos de jerarquía eclesiástica o civil importantes, pues estos se otorgaban normalmente a los peninsulares, y virreyes y gobernadores recibían mejores encomiendas y cargos más altos que los nacidos en América, a pesar de los reclamos de estos últimos12. Así, como ha sido ya bastante estudiado, con el pasar del tiempo se irá formando una conciencia en los criollos de constituir un grupo social distinto al de los peninsulares, una conciencia que, tal y como señala Moraña, no surge solo de sus logros, sino, sobre todo, de los límites y restricciones que se les había impuesto13.
2. Criollismo y literatura
Esta compleja dinámica social va a verse reflejada en la literatura. Valiéndose de los códigos culturales metropolitanos, la clase letrada criolla creará textos que le permitan, por una parte, participar de la republica humanitas en igualdad de condiciones, buscando afirmar, por este medio, su legitimidad cultural; y por la otra, plasmar a través de este mismo lenguaje sus propias preocupaciones, reclamar sus derechos y cuestionar el sistema imperial14. Por supuesto, este proceso se dio gradualmente y se manifestó de forma distinta dependiendo de la época, el lugar y el género literario en cuestión. Ya que no cabe en el marco de este trabajo hacer un estudio pormenorizado del tema, nos limitaremos a evocar algunas características relativas a los años en los que fue escrita la Historia de Huérfano.
Dice por ejemplo Mazzotti que
a principios del siglo XVII coinciden tanto en México como en Perú algunas voces que se encargan de establecer el traslado del axis mundi a tierras americanas, operando tropológicamente al identificar majestad territorial con insuperable calidad moral entre los españoles nacidos en Indias15.
Menciona también, entre otras particularidades,
una temprana barroquización literaria y de una corografía novomundial, de la articulación de la élite criolla en términos de su altura intelectual, su dominio de la caballería, el esplendor de su arquitectura, el vigor de su comercio, la benevolencia de su clima y la eficiencia de su gobierno local16,
además de un marcado interés por resaltar «las virtudes poéticas locales»17.
Ahora bien, como hemos señalado líneas más arriba, nos sorprendió, una vez identificado el autor del Huérfano, constatar la presencia de aquellos elementos evocados por Mazzotti tanto en la prosa como en los poemas que componen nuestro manuscrito. Así, por ejemplo, el narrador de la Historia no escatima en alabanzas a la clemencia del clima en las Indias y a la belleza de sus damas18. También es recurrente el énfasis en la generosidad sin límite de los criollos y su desprendimiento en comentarios como «porque la generosa costumbre de los nobles de aquella ciudad es tanta […] que casi han quedado pobres por lo mucho que en esto gastan cada año»19, elogios que apuntan claramente a contrarrestar la imagen negativa que solía circular de los criollos en España, percibidos como individuos codiciosos, poco considerados y de mala fe20. Se ensalza, asimismo, la calidad de sus poetas, pues como apunta el narrador en más de una ocasión, los criollos son capaces de componer «en elegancia, estilo, facilidad, dulzura, agudeza y altos conceptos en todo género de verso»21.
Por otro lado, es posible percibir en la obra una clara voluntad de equiparar las ciudades de las Indias a las grandes ciudades europeas y una constante «exaltación de la patria local»22, algo que se consigue con naturalidad gracias a los desplazamientos del protagonista, motor del relato. Así, se puede leer a propósito de la llegada del Huérfano a Santo Domingo, que el personaje:
Saltó en tierra en las riberas de un caudaloso río que aquella ciudad tiene y le sirve de puerto, tan famoso como el Betis sevillano. Vido en él muchos navíos, filipotes, fragatas y todo género de bajeles y, en sus riberas, todo el estruendo y tráfago que hay en los muelles de Barcelona y Génova23.
Otro ejemplo bastante notable se da tras la llegada del protagonista a Lima. En efecto, el autor consigue plantear, a través de las actividades que desarrolla ahí el Huérfano, una descripción sumamente positiva de la Ciudad de los Reyes, presentándola como un lugar que nada tiene que envidiarle a cualquier corte europea en cultura, educación y destrezas nobiliarias:
Iba cada día cobrando más amigos, hijos de aquellos señores a quien pagan feudo los naturales, que todos eran profesores de galas y bizarrías […]. Y como en aquella ciudad como en mayor corte de las Indias asisten los mejores maestros de todo arte y facultad, y estos iban a las casas destos caballeros, los maestros de armas, música, danza y jineta, cada día se platicaba estos ejercicios, en que el Huérfano ya hablaba más que como principiante, haciendo muy buenas demostraciones de todo, y así afinó más lo que sabía […]24.
Sin embargo, quizás uno de los elementos más llamativos de la Historia es la manera en la que el texto logra sugerir, por medio de las peripecias de su protagonista, que los vecinos de Puerto Rico (y Cartagena) estaban mejor entrenados que los españoles en Cádiz para hacer frente a los ataques de corsarios y piratas25. Para lograrlo, la Historia del Huérfano propone dos situaciones similares (desventaja numérica para los españoles frente a los ingleses, un consejo de guerra donde se toman decisiones tácticas, un enfrentamiento directo con el enemigo, etc.), cuyo desenlace termina siendo positivo en Puerto Rico y desastroso en Cádiz. Interpela también, en este sentido, la inevitable comparación que se genera en el texto entre los habitantes criollos y los peninsulares, pues mientras que los vecinos de Puerto Rico «mostraron bien su valor en las ocasiones que se ofrecieron a pie y a caballo, con tanta disciplina militar como si entonces hubieran llegado de Flandes a defender la tierra»26, en los capítulos relativos a la pérdida de Cádiz se deplora el triste espectáculo que ofrecen los soldados echando a correr en dirección contraria al encontrarse con el enemigo, y se condena la falta de preparación militar que ostentaron los caballeros del lugar, lo que lleva al narrador a lamentarse de que no «estuvieran más briosos y bien instruidos los vecinos y tratantes de Cádiz como lo están los de Cartagena»27.
Esta forma de plantear el asunto resulta de sumo interés porque contradice muchos de los prejuicios que circulaban en la época a propósito del criollo en tanto que versión «degradada» del peninsular y su supuesta tendencia a la sedición28. De esta manera, el texto comulga claramente con una propensión de los escritores criollos que advirtiera Mazzotti a propósito de la épica y la poesía culta cultivada a inicios del siglo XVII en el virreinato peruano: la de querer comprobar, a través de la literatura, que los descendientes de los conquistadores nacidos en las Indias «engrandecían a España tanto o más que la nobleza peninsular»29.
El ejemplo más explícito al respecto de la posición criollista del texto, sin embargo, lo tenemos en el discurso que inserta el narrador a propósito de la visita del Huérfano a la ciudad de Cuzco, donde comienza admirando la catedral y a sus «diestrísimos cantores criollos»30 y luego, se pregunta:
Mas, ¿qué deja de obrar naturaleza en los criollos? ¿O qué les queda ya que ser que ya no son? ¿O por qué les había de faltar nada de lo que tienen, si por sus padres de España fueron y a lo más largo, sus agüelos? Si por el cielo, la parte más benévola tienen; si por la tierra, la más poderosa y rica del mundo es; si por el regalo, ¿dónde tanto como en las Indias se halla? Si por dotrina, pulicía y letras, respecto de la grandeza de España (siendo como son las Indias menos), muchos más letrados hay hijos suyos que en España31.
La reflexión al respecto de la grandeza de los criollos se prolonga a lo largo de dos páginas, en las que prevalece la idea de que estos son igual de capaces en todas las áreas que los peninsulares. Para demostrarlo, el narrador cita a una serie de personajes históricos cuya conexión con el autor del texto sería propicio explorar, pues podría abrir nuevas pistas sobre las conexiones que estableció Martín de León durante su estancia en el virreinato32. No obstante, hay una relación que fue fundamental para él de la que sí tenemos constancia, y que puede resultar un excelente punto de partida para investigaciones posteriores: su amistad con el marqués de Montesclaros, el «primer virrey poeta»33.
3. Martín de león y el marqués de montesclaros
La amistad entre Martín de León y el marqués de Montesclaros, virrey del Perú entre 1607 y 1615, se dio probablemente por medio del confesor personal del virrey, el agustino fray Pedro Ramírez34. Esta nos interesa particularmente en este contexto pues, como ha sido estudiado por Pilar Latasa, Juan de Mendoza y Luna «alcanzó un alto grado de compenetración con los intereses criollos» llegando incluso en ocasiones a contradecir las disposiciones metropolitanas para favorecer a los residentes del virreinato35. Así, por ejemplo, leemos en la carta que le dirige en 1615 a su sucesor, el Príncipe de Esquilache, una serie de alabanzas a los criollos que nos recuerdan a los discursos de nuestro narrador:
Entre los españoles de estas provincias conocerá V. E. mucha nobleza y buena sangre de caballeros; son muy dependientes de la voluntad del virrey y deseosos de agradarle; pide la obligación y su calidad tratarlos con agasajo y blandura, y satisfácense con poco si conocen amor y acogida en el semblante de quien los gobierna36.
Esta no es, sin embargo, la única postura que comparte el autor del Huérfanocon el virrey. Otra, bastante sugestiva, la encontramos a propósito de la supuesta visita del Huérfano a las minas de Huancavelica y Potosí en 1608. Curiosamente, este viaje coincide en la realidad extraliteraria con el desplazamiento del marqués de Montesclaros a los mismos yacimientos mineros con el objetivo de aumentar su rendimiento, una de las primeras tareas a las que se consagró el virrey37. A propósito de esta visita escribirá Montesclaros a su sucesor:
De propósito he dejado para este lugar hacer mención a V. E. de los mineros, otros vasallos, los más fructuosos que Su Majestad tiene en estos reinos, cuya conservación merece el principal cuidado del gobernador; y digo de propósito porque […] por aquí habíamos de comenzar las advertencias del gobierno: son, pues, los que con su trabajo y porfía han sacado y van sacando de las entrañas de la tierra, envuelto en su provecho, el tesoro y materia de que podemos decir se renovó la Corona de Castilla, tan gastada y estrecha por uso de tantos años, que pudiera mal, sin este nuevo gajo, lucir a abrazar las sienes de la soberanía de tal monarca38.
Como se puede constatar, lejos de un verdadero interés filantrópico por los naturales, lo que mueve al marqués a escribir estas líneas es su comprensión de la importancia que tiene la conservación de los indios para la corona desde un punto de vista económico. La verdadera riqueza de las Indias estriba en la abundancia de su mano de obra gratuita que hace posible la enorme extracción minera que se da en aquellos años. No podemos dejar de advertir esta misma lógica en algunos pasajes de la Historia del Huérfano:
Muere en lo alto de la mina otra cantidad que no llegan al hospital, todo lo cual no se advierte, viendo que por la misericordia de Dios no falta cada año la grandiosa cantidad de plata que España ve, sin advertir que como es a costa de la sangre y vidas de tantos naturales, van faltando y presto se echará de ver su falta, pues yendo cada día a menos se ven las poblaciones, yermas respeto de cómo estaban agora veinte años; y de aquí a otros veinte (si falta el remedio) se conocerá esta falta, que será grande y parecerá mayor cuando por ella las Indias no envíen tantos millones como Sevilla ha visto en su Contratación. Pero dejemos esta verdad al tiempo que, como padre del desengaño, la dirá mejor y entonces se sentirá más39.
Resulta claro que ambos hombres son conscientes de que la desaparición de los indios (en claro declive demográfico desde la conquista y peor aún con la institución de la mita y las encomiendas) acarrearía terribles consecuencias para la corona. Así, es en esta misma línea que podemos interpretar aquellos pasajes en los que el narrador hace énfasis en que los lugares son «más ricos» cuando están poblados de naturales, mientras que se empobrecen cuando los indios desaparecen del territorio:
Fue en el tiempo de su conquista riquísima, porque tuvo muchos naturales y así, no duran ni durarán más las Indias que duraren los indios, porque su trabajo las hace tan poderosas. No tiene hoy Santo Domingo uno tan solo, que los consumió el tiempo y el trabajo como ha hecho en otras ciudades y está hoy pobrísima, como lo están todos los lugares y aun provincias donde han faltado40.
Esto no quiere decir que Martín de León no se preocupe en lo absoluto por el sufrimiento de los indios, pues de hecho, reconoce que una de las causas de su desaparición es la sobrecarga de trabajo a la que los exponen los españoles y criollos, e incluso, los compara con los cautivos de Argel, los penitentes descalzos y los padres del yermo41. No obstante, su verdadero pesar parece inclinarse más hacia la pérdida de los pueblos españoles que a la de los naturales en sí. No nos encontramos, evidentemente, ante un nuevo Bartolomé de las Casas, sino más bien ante un hombre que se pliega a los intereses de la corona y de la tierra americana de la misma manera en que lo hace el marqués.
4. Conclusiones
La relación que se establece entre Martín de León y el marqués de Montesclaros nos permite entender en buena parte la proveniencia de las tesis pro-criollas que ostenta la Historia del Huérfano, a pesar de que su autor haya pasado solo alrededor de seis años en tierras americanas. Pensamos así que el joven Martín de León debió empaparse de estas ideas mientras frecuentaba los grupos poéticos de la corte de los que se rodeó el marqués, trabando amistad con ellos y compartiendo su indignación frente al desprecio y la discriminación a la que debían enfrentarse los nacidos fuera de la península, que nuestro autor reconoce como sus iguales. No obstante, queda aún mucho por investigar sobre la estancia del fraile en las Indias y los juegos de poder en los que pudo verse implicado, y que podrían esconderse entre las líneas de su manuscrito. Asimismo, queda por dilucidar si Martin de León fue realmente autor de toda la poesía que acompaña la obra, o si ciertos poemas fueron escritos por algunos de los poetas criollos con los que comunicó en la corte del virrey. Esperamos que estas sumarias pistas puedan servir de punto de partida para nuevos análisis.
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Notas