Resumen: Este artículo está basado en la investigación de tres manuscritos inéditos sobre distintos «mandatos» o «nóminas» de la reina. Se trata de cédulas reales en las cuales la reina ordena a Sancho de Paredes, su camarero, la transmisión de joyas, paños ricos, objetos de plata y otros bienes personales para que se entreguen a Violante de Albión, su criada y dueña de su habitación privada o retrete, la principal receptora de esos enseres, para descargo del primero. Veremos la cédula real, sus características, su estructura y su función. Además, intentaremos visibilizar el entorno regio en el que la reina se recogía para su mayor privacidad y recogimiento espiritual y personal, su habitación privada, su retrete.
Palabras clave:Isabel la CatólicaIsabel la Católica,mandatosmandatos,nóminanómina,habitación privadahabitación privada,joyasjoyas.
Abstract: This article is based on the investigation of three unpublished manuscripts about the different «mandates» or «payrolls» of the Isabella I, queen of Castile. These documents are Royal Warrants by the Queen orders to her chamberlain —Sancho de Paredes— to give some jewels, valuable cloths, silver objects and other personal wealth to Violante de Albión, her maid and the one in charge of her private room. She was the main receiver of these belongings, for discharge of Sancho de Paredes. We explain the characteristics, structure and functions of the Royal Warrants. In addition, we will show the royal environment used by the Queen used for her personal and spiritual privacy —i.e., her private room.
Keywords: Isabella I of Castile, Commands, Roster, Private room, Jewels.
Vida pública y privada de las mujeres de la Casa de Austria
La habitación privada de la reina Isabel la Católica*
The Private Room of Isabella I of Castile
Recepción: 18/06/2021
Aprobación: 13/07/2021
Este artículo está basado en una investigación sobre tres documentos que se conservan en el Archivo General de Simancas (AGS). Son manuscritos inéditos sobre «mandatos» de la reina que tienen una estructura similar, aunque con ciertas particularidades. Sancho de Paredes uno de los camareros, en que la soberana depositaba su confianza, era el encargado de custodiar y preservar los tesoros que la reina conservaba en su cámara. Isabel por medio de células reales o «mandatos» trasladaba sus enseres entre las diferentes estancias atendiendo a sus preferencias, reservando para su habitación más privada, su retrete, los tesoros que más apreciaba y que usaba en su día a día. Conoceremos los «mandatos» de la reina, la estructura, sus características y su función.
Los tres documentos están relacionados y todos tienen como punto en común a Violante de Albión, criada de la reina que tiene a su cargo los bienes, ropas, joyas y demás objetos personales que la reina quiere que se conserven en uno de sus aposentos más personales y privados de su Casa, su retrete. Encontramos en estos documentos una colección de cédulas y mandatos reales vinculados a la ciudad de Granada y que están fechados entre 1500 y 1501. El primer documento consta de una sola página sin foliar y tiene por signatura AGS, CCA, CED, 4, 191, 5. Su título es: Entrega de objetos de plata aViolante de Albión. Este documento está compuesto por tres cédulas reales y está fechado en octubre de 1500.
El segundo de estos documentos está fechado también en octubre de 1500 y se compone de un solo folio 148v-149r. Tiene por signatura AGS, CCA, CED, 4, 184, 2. Y su título es: La nómina de joyas de la reina. Son dos nóminas, aunque lamentablemente la segunda está incompleta.
Por último, un tercer documento que se compone de dos folios, 252v-253r, el vuelto de uno y el recto del otro folio, y tiene por signatura AGS, CCA, CED, 4, 260, 6, cuyo título es: Telas para ropaje del retrete de la reina; este contiene varias cédulas en las que la reina realiza una serie de mandatos a su camarero Sancho de Paredes. Las cédulas de que consta este manuscrito abarcan las fechas desde diciembre de 1500 a diciembre de 1501.
Debido al carácter itinerante de la corte de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando carecían de una residencia fija. Los Reyes Católicos en sus viajes por toda España fueron recibidos por la nobleza y los altos dignatarios que los acogían en sus casas y palacios. Debido a las dificultades cada vez mayores para el alojamiento de una corte notablemente más numerosa, sobre todo con el nacimiento de los infantes, se hace necesario un acondicionamiento de algunos de los palacios más emblemáticos de España, los Alcázares de Córdoba, Sevilla y las Casas Reales de la Alhambra, entre otros. Los Reyes tenían sus aposentos y diferentes estancias reservadas solo para su uso personal y con etiquetas distintas entre sí.
El cuarto de la reina cuenta con una serie de habitaciones: sala, oratorio, cámara, retrete, antecámara. Son muchas y muy interesantes las investigaciones que se han realizado sobre la cámara de la reina1, y sin embargo, no se le ha dedicado especial atención a una de las estancias más privadas y personales de la soberana, el retrete. En la cámara de Isabel podemos encontrar objetos muy diversos y personales, telas, joyas, ornamentos litúrgicos, vestiduras, oro, plata e incluso libros, y era la propia reina la que se encargaba de seleccionar los objetos que iban destinados a sus aposentos a través de sus camareros y criadas. Sin embargo, según fuentes documentales2, la cámara, aunque se ha dicho que era una de las estancias más privadas de la reina parece ser que no siempre era el lugar más íntimo de la casa3. No olvidemos que la cámara era compartida con la camarera mayor que o bien dormía en la misma estancia que la reina o en la estancia inmediatamente contigua. Por el contrario, el retrete era una de las estancias palaciegas que se reservaban para tener una cierta intimidad y privacidad4. Las llaves de la cámara estaban a cargo de un mozo de cámara, elegido por el camarero, mientras que de las llaves del retrete se encargaba otra criada que era elegida de entre las más antiguas y fieles servidoras, Violante de Albión5.
Era en el retrete donde la reina guardaba las alhajas más valiosas y personales, los paños más ricos, y en general los objetos más íntimos, apreciados y privados6. Se almacenaban de manera desordenada y caótica, y había objetos de diferente y variado tipo. Era una estancia amplia que, incluso, podía constar de varias piezas. De hecho, cuando se remodela la Casa Real de la Alhambra de Granada podemos ver que los aposentos de la reina constaban de dos cámaras y tres retretes7. La reina Isabel tenía sus habitaciones cerca de las de sus hijos. El mayor ejemplo de cómo era el retrete de la reina lo podemos ver con la remodelación del Alcázar de Córdoba. El cuarto de la reina en el Alcázar constaba de dos pisos. Y Junto a los aposentos de la reina había un retrete de dos pisos, con una escalera para subir del «retrete baxo» al «retrete alto». El retrete alto tenía ventanas con azulejos y se abría a una terraza exterior. Se comunicaba con otro «retrete pequeño» que tenía una alacena. La reina solía comer en «el retrete de la chimenea»8. Como vemos el retrete no era una simple habitación, sino que se componía de varias estancias donde la reina pasaba una buena parte de su día a día e incluso en ocasiones comía y oraba en estas estancias. Por tanto, estas habitaciones estaban decoradas a gusto de su majestad y contenían sus objetos, lienzos y las joyas más personales. Y lo que hoy en día llamamos retrete era en los siglos XV y XVI «las privadas»9.
Violante de Albión fue elegida como la dueña del retrete y era la encargada de custodiar, preservar y dar entrada a todos los bienes que la reina le ordena conservar en su retrete. Aunque no llegara a la categoría de camarera va a ser una de las personas más cercanas a la reina y de gran confianza dentro del entorno regio. Tenía a su cargo las joyas, ropa blanca, paños, ornamentos litúrgicos e incluso libros y otros enseres muy apreciados por su alteza. Cuando la corte se movía de una ciudad a otra se le daba hasta treinta acémilas para llevar lo que estaba a su cargo y era ella la que se encargaba de acomodarlo y disponerlo en el palacio o aposento de la reina10. Tenía una quitación de 15.000 maravedíes, cantidad igual a todas las que tenían su misma categoría, pero sus servicios fueron gratificados con otros haberes como merced a sus prestaciones11.
A continuación, veremos las particularidades de cada documento y las distintas partes de las que se componen. Veremos los «mandatos» de la reina, en realidad se trata de cédulas reales en las que la reina ordena a su camarero Sancho de Paredes que entregue a ciertas personas una serie de objetos para su descargo12 y por otro lado veremos las nóminas de las joyas de la reina.
La cédula real, en principio era elaborada y expedida por el secretario. Cuenta con un formulario cuyos elementos invariables son: «Intitulación», «disposición», «fecha» y «validación». Todas las cédulas que aparecen en estos documentos se intitulan con el mismo término de: «la reina». Seguidamente, encontramos la disposición o el mandato de la reina, la fecha completa y la validación, es decir, la firma de la reina con el refrendo del secretario. Las cédulas reales no llevaban sello13.
Este manuscrito se compone de tres documentos reales, todos con un mismo formato. Además de los elementos permanentes de toda cédula, vemos cómo la reina ordena a Sancho de Paredes, su camarero, que cuando sean entregados los bienes al destinatario, se le pida un recibo o carta de «conosçimiento» de haberlos recibido14. Por otro lado, la reina ordena a los escribanos de la cámara que se descarguen a Sancho de Paredes, los objetos de los libros del «cargo» y que se asienten en los libros de «descargo»15. Todas las cédulas están firmadas por la reina y refrendadas por el secretario de la cámara (Gaspar de Gricio)16.
Las dos primeras cédulas están escritas por la misma mano, la última está escrita por dos manos diferentes. El cinco de octubre de 1500 la reina ordena a Sancho de Paredes que entregue unos objetos de plata, en concreto, veinte cálices blancos con sus patenas, a Francisco de León17, capellán de la reina, para que los reparta por todas las iglesias del reino de Granada. Aquí vemos no solo una de las tareas que los capellanes de la reina tenían, sino también una faceta de la reina que ya conocíamos, su gran generosidad y religiosidad. En el segundo asiento, la reina ordena a Sancho de Paredes, su camarero, que entregue a Violante de Albión «una cruz diosada, dorada con un crucifijo labrado de mazonería y prelabrado de sinzel»18; no hay duda de su procedencia pues está ornamentado con el escudo de armas de la familia Cárdenas-Enríquez19. Además, se debía entregar a la dicha Violante de Albión «una caja de plata blanca redonda que se compone de tres piezas y está repujada y bruñida y es para contener pebetes»20, y que se hizo con la plata que estaba a cargo de Sancho de Paredes. Como vemos los artículos y bienes que la reina tenía en su retrete y que Violante de Albión custodiaba, son muy variados entre sí, pero sin duda eran todos muy apreciados y valorados por la reina.
El último de los asientos es una nómina que lamentablemente también está incompleta. La reina ordena a Aldonza Suárez21, camarera de la reina de Portugal, doña María, cuarta hija de los Reyes Católicos, que entregue a Sancho de Paredes, su camarero, todas las cosas de oro tirado, sedas y retablos que se contienen en la nómina y que procedían de la cámara del príncipe don Juan. Sobre todo, le pide que le entregue:
Primeramente le dad y entregad, una ropa larga de tela de oro hilado tirado que vos tenedes que fue del serenísimo príncipe don Juan, mi muy caro y muy amado hijo que en Santa Gloria aya, la qual pesa veinte ochavas y seis onças.
Este documento contiene dos nóminas. La segunda está escrita por dos manos diferentes y está incompleta.
Las nóminas contienen el mismo formulario22 que las anteriores cédulas reales, pero con una diferencia, aquí se ve una enumeración al uso de las joyas, con notas en el margen derecho del folio, especificando el peso de las joyas en marcos, onzas, ochavas, tomines y granos. En esta primera nómina la reina ordena a Aldonza Suárez que entregue a Violante de Albión una serie de joyas que la soberana tenía en gran consideración para que las conserve en uno de sus aposentos donde Isabel podía gozar de una mayor privacidad, su retrete. Las joyas proceden de la cámara del príncipe don Juan.
De las joyas que se entregan a Violante de Albión destacamos: un collar de oro compuesto por cuarenta piezas de eslabones23. Vemos que el collar está descrito con gran detalle. Destacamos de esta pieza la ornamentación de filigrana y los esmaltes de colores que dan prestancia y vistosidad a la pieza, además de aumentar su valor crematístico. Lamentablemente no aparece especificado el precio del collar, aunque sí se especifica su peso en marcos, onzas, ochavas y tomines. La decoración por medio de esmaltes, que se realizaba mediante incisiones en el metal precioso, en la que podemos destacar los esmaltes de «rosicler»24 o «trasflor», se aplica en el metal un vaciado o embutido, donde se introduce el esmalte, dando un brillo especial al oro25. Otra joya que se estima de gran valor, y donde una vez más, tenemos que destacar los esmaltes, es una cadena de oro de unas hebillas esmaltadas de rosicler verde y azul26. Además, dos sortijas de gran valor, una de ellas con un sello de las armas reales, y la otra sortija con otra sortija dentro que está engarzada con un rubí berrueco27. La reina ordena a los escribanos de su cámara y escribanos y fueros de la cámara del príncipe don Juan, que «aya Santa Gloria», para que se descarguen las dichas joyas a Aldonza Suárez y sean cargados a Violante de Albión, su criada.
En la segunda nómina, la reina le pide a Aldonza Suárez que entregue a Fernando de Covarrubias28 una relación de telas y tejidos de seda y brocados sin confeccionar para que sean bordados por el dicho Covarrubias, bordador de la reina29. Brocado carmesí para la fabricación de una casulla, brocado raso negro prehilado para la elaboración de otra casulla, y para el bordado de unas guarniciones, brocado raso morado y brocado raso carmesí30.
Contiene seis documentos reales. Las cuatro primeras cédulas siguen el mismo formulario que las anteriores: el mandato de la reina; la persona a la que van destinados los bienes; la procedencia de los objetos; la formula del «libro» e «quito» por el que se descarga de los bienes al camarero Sancho de Paredes; el mandato a los escribanos de la cámara para que descarguen los objetos de los libros del cargo en los libros de descargo o «data»; y la fecha y firma de la reina con el refrendo del secretario de la cámara31.
Sancho de Paredes32, camarero de la reina, era el máximo responsable de todo lo que estaba a su cargo en la cámara, y para llevar a cabo la contabilidad de la numerosa cantidad de objetos y bienes que componía la «recámara» de la reina era necesaria la labor de los escribanos de la cámara que se encargaban de las cuentas y el control de todo lo que entraba y salía de la estancia33.
En la primera cédula, el 15 de diciembre de 1500 la reina ordena a Sancho de Paredes que entregue a su criada, Catalina de la Puente, una casulla y un frontal de çetí34. Vemos la procedencia de estos objetos, en este caso de Covarrubias, bordador de la reina. Termina esta cédula librando al camarero con «el libro» y «quito», ordenando la reina a los secretarios de su cámara que por esta su cédula se descarguen estos bienes de los libros del «cargo» y «descargo» puesto que se trata de una merced de la reina, y a continuación, se le pide una carta, recibo de «conosçimiento» de haberlos recibido. El escribano de la cámara es el que descarga al camarero en el libro de «descargo», y se vuelven a cargar en el libro de «cargo» de la persona a la que se entregan. Todas las nóminas vienen firmadas por la reina y refrendadas por Gaspar de Gricio. Los escribanos de las cámaras se encargaron de la documentación y gestión administrativa del cargo y descargo a los camareros de todas las joyas, ropas, ornamentos y bienes personales de la reina con la elaboración de los libros de la cámara.
En la segunda cédula, la reina ordena a Sancho de Paredes, el 22 de diciembre de 1501, por un albalá de la reina, que entregue a «Mateo de Jahen, mayordomo de hospital», unos ornamentos litúrgicos35, en concreto una casulla y un frontal, para que los entregue en el dicho hospital. Estos ornamentos los había recibido de Fernando de Covarrubias, los cuales le había entregado Aldonza Suárez.
En la tercera cédula, la reina ordena igualmente a Sancho de Paredes que entregue a Violante de Albión dos varas y tres dozavos de cetí36 verde del cargo del camarero con el objeto de confeccionar unos ornamentos litúrgicos para su retrete37.
En la cuarta cédula expedida en diciembre de 1500, la reina ordena a Sancho de Paredes que entregue a la infanta doña Catalina38, la menor de las hijas de los Reyes, dos varas y media de cetí para un «gonete»39, que había recibido del prior de «Xérez» para que los reciba de manos de su criada, Francisca de Torres, que tendrá que entregar la carta de «conosçimiento» como recibí de la vestidura. Como vemos la cédula real termina siempre con la misma fórmula.
Las dos últimas cédulas reales son unos pagos y liquidaciones que la reina ordena que se cumplan por su «mandato». Por una parte, ordena a su tesorero y despensero mayor de las raciones y de su casa, para que se libre un dinero a Juan de Pedro como ración y quitación de ese año. Esta cédula está fechada el tres de junio de 1501. En la última cédula real la reina pide que se le pague a Gonzalo Chacón40 y Pedro de Valdés un dinero que se le debe a cargo de las cuentas que se le adeudan de la fortaleza y el cimorro de Ávila del año pasado del 1500. La estructura y función de estos dos últimos documentos reales tienen algunas diferencias con los anteriores, aunque no dejan de ser mandados o cédulas reales.
El estudio de estos tres manuscritos inéditos nos ha permitido conocer un poco mejor cómo era la vida cotidiana de la reina en la corte. Hemos visto los enseres que la reina compilaba en sus diferentes estancias y que la misma soberana elegía para disfrutar de ellos en cada sala. A partir de las cédulas reales o «mandatos» la reina ordenaba a sus oficiales la reubicación de sus tesoros. Era en su habitación más privada, el retrete, donde la reina reunía sus joyas, libros, telas y ornamentos más queridos y que utilizaba a diario. Violante de Albión, su criada, era a quien entregaba esos tesoros que tanto estimaba, lo que demuestra la confianza que la soberana depositaba en sus oficiales, como Sancho de Paredes y Violante de Albión. A partir de este estudio hemos intentado dar visibilidad no solamente la figura de Isabel la Católica, sino también la vida de esos personajes que rodeaban a la reina y que en tanta consideración tenía.
Deseamos concluir destacando la necesidad de un mayor estudio de los textos manuscritos relacionados con las mujeres que durante siglos se han mantenido en el anonimato y que tanta información nos proporcionan acerca de nuestra historia.