Género y derechos humanos
Recepción: 10 Enero 2018
Aprobación: 23 Febrero 2018
Resumen: Se analiza la incipiente conformación del campo de estudios de género y trabajo en la Patagonia Central a través de la reconstrucción de las trayectorias profesionales de docentes e investigadores/as de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB) y otras unidades académicas de la zona. En una decena de entrevistas en profundidad, interrogamos sobre la institucionalización de los estudios de género y los cambios en el sistema universitario y científico tecnológico nacional y su impacto en los recorridos formativos y personales desde una perspectiva local y situada.
Palabras clave: trayectorias, estudios de las mujeres y feministas, Patagonia.
Abstract: The incipient conformation of the field of studies of gender and work in the Central Patagonia is analyzed through the reconstruction of the professional trajectories of professors and researchers of the Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB) (in English, “National University of Patagonia San Juan Bosco”) and other academic units in the area. In a dozen in-depth interviews, we asked about the institutionalization of gender studies and changes in the national academic and scientific-technological system and its impact on training courses and personal paths from a local and situated perspective.
Keywords: trajectories, women and feminists studies, Patagonia.
Introducción
Este artículo sistematiza los resultados de una serie de entrevistas con informantes clave en la que intentamos reconstruir el campo de estudios sobre trabajo y género en la Patagonia Central. En el marco de un proyecto mayor que indaga sobre trabajo y relaciones de género en la Cuenca hidrocarburífera del Golfo San Jorge (CGSJ)1 contemporánea, revisamos la producción académica local para conocer cómo han sido abordados, estudiados y comprendidos los entramados genéricos en la historia de nuestra región.
A partir de dicha revisión, seleccionamos un conjunto de investigadores/as y docentes a quienes entrevistamos en pos de reconstruir la conformación de un incipiente campo de estudios en la universidad pública local, la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB) y en otras unidades académicas de la zona. Reconociendo la creciente institucionalización de la perspectiva de género en las universidades argentinas (Barrancos, Dora, 2005; Gogna, Mónica, Pecheny, Mario y Jones, Daniel, 2010) vinculada al activismo de mujeres (Nari, Marcela, 1994; Ciriza, Alejandra, 2017), como proceso contemporáneo al de ampliación del sistema científico y tecnológico nacional, nos preguntamos cómo se dan estos procesos en el caso local.
De ahí que intentamos identificar características de esta génesis, tanto en lo que refiere a abordajes, metodologías, principales resultados y vacancias del tratamiento de las relaciones de género en la producción académica local. Nos interesa describir los intentos de conformación e institucionalización de un campo cuyos límites son difusos y, por ende, en dinamismo. Interrogamos, también, acerca de su relativa autonomización en tanto área de estudios específica, condición para que caracterizarlo como “campo” (Bourdieu, Pierre, 1990).
Con ello, buscamos aportar a una serie de producciones que contribuyen a la construcción de una narrativa federal de los estudios de género y feministas en nuestro país (Nari, Marcela, 1994; Lagunas, Cecilia y Bonaccorsi, Nélida, 2013; Ciriza, Alejandra, 2017; Garrido, Hilda, s/f). Apostamos por la construcción de una cartografía del conocimiento situado (Haraway, Donna, 1995) capaz de reparar, en términos de Alejandra Ciriza, en los “avatares ubicados en la periferia”.
La producción académica sobre mujeres y trabajo en la CGSJ
En las pesquisas locales, es generalizada la indagación sobre la vida de las mujeres en la primera mitad del siglo XX en relación con la explotación petrolera, que de ese modo las encuentra habitualmente en su rol de esposas y madres (Ciselli, Graciela, 2002; Ciselli, Graciela, 2005). Allí se observa que la empresa estatal YPF, que dominaba la oferta del mercado de trabajo, también podía asignar a las mujeres el lugar de enfermeras, maestras, personal de limpieza o cocineras de los campamentos petroleros, pero siempre en actividades consideradas subsidiarias de su rol principal en los hogares. Ya en el pueblo de Comodoro Rivadavia y a través de sus archivos municipales, los estudios las encontraron como “pobres de solemnidad” y como prostitutas (Infeld, Ana, 2009). Desde una perspectiva explícitamente feminista, Andrea Andújar (2011) también destaca la participación que tuvieron en la huelga de 1932 y con ello cuestiona los relatos establecidos acerca de los roles que tradicionalmente la bibliografía local le asigna a las mujeres. En este mismo sentido, y apelando a un uso creativo de los archivos, Edda Crespo ha logrado encontrarlas participando de la vida pública de la región como miembros de asociaciones de beneficencia o socorros mutuos (Crespo, Edda Lía, 2005; Crespo, Edda Lía, 2010; Crespo, Edda Lía, 2011; Crespo, Edda Lía, 2013). Ella señalaría su afán por lo invisibilizado, lo que parece irrelevante para la historia tradicional: el complejo mundo de lo privado, lo doméstico, los agrupamientos informales no solo entre mujeres sino también para los varones y sus formas de asociarse a través de reuniones poco estudiadas como el juego de cartas, las apuestas, otras.
Hay en general un vacío en la historiografía local para el período 1955-1990 que sospechamos podría revelarnos mayores funciones sociales de las mujeres. Leticia Muñiz Terra (2015), en sus estudios sobre YPF en la zona de Ensenada, señala que justamente en esta época es cuando se amplía la participación de mujeres en el mercado de trabajo, y es cuando YPF específicamente comienza a contar con más mujeres profesionales en su planta (2015: 6). Pese a haber sido años centrales para la región por la expansión desarrollista de la explotación petrolera, sabemos muy poco aún sobre la vida de las mujeres de la cuenca en las décadas del 60, 70 y 80; épocas a su vez de expansión del movimiento feminista a nivel global, de un mayor acceso a estudios superiores, extensión de la píldora anticonceptiva, época de una gran turbulencia política (Andújar, Andrea, 2009; Cosse, Isabella, 2010).
Luego, interpretamos que el impacto a nivel local de la privatización de YPF fue leído principalmente desde una mirada masculina que puso el acento sobre la desocupación de los varones y su caída como proveedores. Aun así, en lo que respecta a los estudios sobre mujeres y trabajo, se señala una situación paradójica en la que este momento de quebranto económico parece haber promovido el ingreso de más mujeres al mercado laboral, muchas de las cuales se convertirían cada vez más en jefas de hogar (González, Myriam Susana, 2007). De modo similar a los albores de la industrialización en Europa, la precariedad del trabajo estimula la entrada de mujeres, sobre todo jóvenes, al mercado laboral. Ellas son, generalmente, subocupadas en comercios minoristas y en servicio personal (Favaro, Orietta, y Iuorno, Graciela, 2006). Así, las pesquisas centradas en períodos más recientes las encuentran también como activistas piqueteras (Díaz, Susana, 2007; Torres, Fernanda, 2017).
A su vez, la perspectiva de género en ciencias sociales parte de la consideración de las relaciones de poder históricamente construidas entre los géneros. Así, a diferencia de las miradas más armonicistas, o las que desde el marxismo clásico han focalizado en la clase, esta perspectiva asume que las relaciones entre varones y mujeres (y en algunos casos, su misma conformación en tanto tales) es un producto que puede ser estudiado con las mismas herramientas con que se abordan otras dinámicas sociales. Así, aunque la mayor parte de los estudios analizados se han dedicado a las mujeres, cabe también referir los trabajos de Gabriel Carrizo (2009) y Hernán Palermo (2016); quienes pudieron señalar la dinámica de las masculinidades, particularmente en los alumnos de la escuela técnica durante el primer peronismo y en los trabajadores de boca de pozo en la actualidad respectivamente.
Hasta el momento, el único trabajo que identificamos referido al tópico de las sexualidades, en tanto temática vinculada al género, es el de Ana Infeld (2009). Como apuntamos más arriba, ella trabajó con prostitutas en la década del 30. Después no encontramos ningún trabajo que se ocupe de sexualidades disidentes o que siquiera mencione este campo de indagaciones como posibilidad. Por último, debemos mencionar dos trabajos de reflexión metodológica que, en sus cuestionamientos epistemológicos, también integran la perspectiva de género: el de Edda Lía Crespo (1996) y el de Cristina Villata y Patricia Vargas (2014).
Hacer un registro del presente
A partir de los objetivos propuestos, emprendimos el camino de reconstruir la formación del campo de estudios sobre mujeres y trabajo en la región desde la perspectiva de las participantes2 y a través del relato de sus trayectorias profesionales. Asumiéndonos como producto y parte de dicho campo de estudios, creímos necesario registrar estos devenires científicos, es decir: analizar la compleja trama en la que intervienen instituciones, figuras de identificación y tácticas personales (Remedi, Eduardo y Blanco, Rafael, 2016: 386).
Guiaban nuestra indagación algunas hipótesis respecto de los posibles entrecruzamientos, encuentros más o menos fortuitos y decisiones académicas, políticas y personales que habrían llevado a distintas investigadoras, en distintos momentos y bajo diversas perspectivas, al abordaje de alguna dimensión del mundo del trabajo teniendo en cuenta las relaciones de género que allí se producen y reproducen. A la vez, recuperar las perspectivas de las investigadoras permitiría identificar las imbricaciones entre sus trayectorias profesionales con sus trayectorias educativas, personales y políticas, a partir de entrevistas en profundidad que posibilitaran desplegar los sentidos subjetivos que cada quien otorga a su propia vida en un determinado momento.
Elaboramos una muestra intencional que nos condujo a la realización de once entrevistas a docentes y/o investigadoras de la UNPSJB (sedes Comodoro Rivadavia y Trelew) y la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA, unidad académica Caleta Olivia). En vistas de nuestro interés por reconstruir la trayectoria del campo de estudios en la región, no entrevistamos investigadoras/es que hubieran trabajado sobre la Cuenca del Golfo San Jorge pero cuya pertenencia institucional y lugar de residencia no sea la zona. Consideramos, en cambio, trabajos que, sin colocarse desde una perspectiva de género, nos permitieran profundizar en aquellas relaciones. Así por ejemplo entrevistamos investigadoras cuyos trabajos consideraron la metáfora familiar para referir a la empresa YPF, aunque sin problematizarla, u otras que abordaron el estudio de las mujeres, pero sin plantear de manera explícita su conceptualización de las relaciones de género. Ello conllevó no pocas sorpresas y procesos reflexivos entre nuestras entrevistadas que, quizás por primera vez, se veían interpeladas desde esta perspectiva.
Entrevistamos diez mujeres y un hombre. Procuramos conocer aquellas trayectorias académicas más o menos consolidadas, por lo que no entrevistamos investigadores en formación. Generacionalmente, rondan entre los 45 y 55 años, a excepción del varón, que es un poco más joven, por lo que podría ser considerado de una “generación posterior” (y enseguida veremos que esos pocos años de diferencia marcan una trayectoria formativa bastante diferente). En su mayoría, se trata de docentes investigadoras de la Universidad local, excepto en tres casos: una de ellas reside actualmente en Buenos Aires y desarrolló su trabajo de investigación en Caleta Olivia, en la UNPA, entre 1997 y 2007. Otra se desvinculó recientemente de esa misma Universidad, donde realizó tareas de docencia e investigación por una década. Una tercera se desempeña como directora de un establecimiento educativo de nivel medio. La mayoría proviene de la Historia, aunque entrevistamos también dos licenciadas en Ciencias de la Educación, una licenciada en Geografía, una licenciada en Trabajo Social, una licenciada en Ciencias Políticas y una Socióloga. Excepto en este último caso que se formó en la Universidad de Buenos Aires, las demás son egresadas de la UNPSJB, recibidas en general durante la década del 80 y la primera mitad de la del 90, salvo la licenciada en Ciencias Políticas, graduada en 2012. En general, tienen formación de posgrado (maestrías y/o doctorados) realizados en otras universidades.
Elaboramos una guía de pautas donde indagamos sobre las circunstancias profesionales y políticas, así como las preocupaciones personales que llevaron a los trabajos que convocaron nuestro interés. Inquirimos acerca de las disciplinas, corrientes, autores/as y profesores/as que las entrevistadas consideraban influyentes en su formación y, específicamente, en los temas de género. Buscamos conocer acerca de la conformación de equipos de investigación y redes con colegas de otras regiones y los aportes y dificultades encontrados. Allí donde fue pertinente, abordamos cómo las entrevistadas veían la evolución de los estudios de género. Indagamos sobre los temas que estas investigadoras trabajan actualmente, acerca de los prejuicios (sociales y académicos) que les interesan discutir y finalmente, les propusimos que nos hicieran aportes respecto de los vínculos entre mujeres y trabajo, preguntando sobre las cuestiones que consideran que debieran abordarse al respecto.
Como veremos enseguida, la perspectiva de trayectorias propuesta permitirá integrar diferentes líneas biográficas (trayectorias familiares, formativas, residenciales, de militancia política) que pueden ser pensadas como la articulación de elementos subjetivos y objetivos, que tienen diferente importancia y autonomía unas de las otras, según el momento que se esté analizando (Muñiz Terra, Leticia, 2012). Como en toda reconstrucción de una historia de vida, incide además el tiempo en que dicha reconstrucción tiene lugar y a partir de qué disparadores (en este caso, nuestra invitación) es motivada (Pujadas Muñoz, Juan José, 1992; Bertaux, Daniel, 2005).
Roles profesionales e identificación y desidentificación disciplinar
La Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNPSJB ofrece las carreras de Historia, Geografía y Letras3, y las licenciaturas en Trabajo Social, Turismo, Comunicación Social y Ciencias de la Educación, además de las más recientes licenciaturas en Gestión Ambiental y Ciencia Política4. Como anticipamos, la mayoría de nuestras entrevistadas provienen de la Historia como carrera de origen. Por lo tanto, hablan desde el lugar de una disciplina consolidada y con prestigio dentro de las Ciencias Sociales, que se ve interpelada por los planteos feministas. En sus trayectorias, la elección por temas o perspectivas desafiantes del canon historiográfico (como la Historia oral en la década del 80) es un elemento compartido que señala (a veces en momentos muy iniciales de las carreras profesionales) “devenires minoritarios”. A su vez, el trabajo de archivo, en palabras de las entrevistadas, “tira de la manga” llamando a continuar la indagación a partir de hallazgos que desafían los sentidos comunes consolidados y señalan líneas de investigación innovadoras.
También, en general, el resto de las entrevistadas se identifica fuertemente con sus disciplinas de origen, aunque de modos no exentos de tensiones. Por ejemplo, en el caso de nuestra entrevistada geógrafa, aparecen discusiones con la geografía positivista y la elección, desde su momento de graduación a mediados de los 80, por avanzar en la geografía humana y en una perspectiva “conflictivista” de comprender el espacio (entrevista a Myriam González, 23 de mayo de 2017). En al menos dos casos se identifican como “metodólogas” más allá de cualquier recorte disciplinar, lo que puede resultar indicativo de aquellos malestares con las corrientes hegemónicas de cada carrera.
Otra de las rupturas que varias de nuestras entrevistadas refieren es con la formación salesiana, muy influyente en la región. El paso por los colegios salesianos católicos atraviesa los relatos de nuestras entrevistadas (y las experiencias compartidas con nosotras entrevistadoras). Ya sea como ex alumnos o como docentes, la mitad de ellas los han transitado. Una de nuestras entrevistadas indicó cómo, durante su investigación sobre la prostitución en la década del 30 en Comodoro Rivadavia, necesitó tomar distancia de muchas concepciones producto de aquella formación. Otra, proveniente del campo de las ciencias de la educación, aseguró que en esa carrera las creencias religiosas, la formación como maestras en una institución salesiana y el compromiso con la Iglesia católica –con los que ella rompió– impiden a sus colegas volcarse de lleno al feminismo, aunque sostengan teorías críticas en las aulas.
El origen de la UNPSJB también está marcado por aquellas influencias salesianas, hasta que –producto de las luchas estudiantiles– se vuelve una institución laica en 1974. Basta reparar en su nombre para obtener una reminiscencia de aquel proceso. La creación de la universidad local pone en juego no solo la idea de la Patagonia como un lugar inmaduro y vacío, destinado a ser protegido por el Estado y evangelizado por la Iglesia, sino que también responde a la política de la última dictadura de descentralizar las grandes universidades tradicionales del país que fueron el ámbito de movilización política de la juventud desde la reforma universitaria de 1918 (Barros, Sebastián, y Muriete, Raúl, 2017). Como anticipamos, en general, nuestras entrevistadas transitaron su formación de grado durante el proceso de transición democrática, formando parte de la efervescente participación política de aquellos años, dentro y fuera de las aulas.
Nosotros estábamos en pleno proceso, año 85 creo que fue, de recuperación de la carrera. Yo empecé a estudiar Historia y mi profesor de Introducción a la Historia era el coronel B., en Trelew. Entonces cuando viene la democracia, nosotros siendo estudiantes, hicimos mucho por la renovación del cuerpo docente (Mónica Gatica, comunicación personal, 29 de noviembre de 2017).
Son tiempos de reforma curricular y cuestionamiento de los planes heredados5. En especial, se advierte el pasaje de una universidad en la que persistían actores y prácticas conservadoras a otra que empieza a incorporar docentes viajeros/as, muchos y muchas de ellos provenientes de experiencias de exilio. Son habitualmente estos docentes quienes marcan las trayectorias de nuestras entrevistadas, proponiendo perspectivas innovadoras o experiencias de conformación de equipos de investigación impensados en el circuito académico local6. Esto, sumado a la participación en congresos y jornadas como los Interescuelas de Historia comienzan a señalar la investigación como un posible camino a transitar, pero aunque existen becas universitarias y algunos otros incentivos dispersos, nuestras entrevistadas no visualizan la posibilidad de una carrera científico-académica en el marco de un sistema de ciencia federal.
Las posibilidades de continuar la formación de posgrado responden en general a iniciativas personales, motivadas por razones de diversa índole. Excepto en el caso del investigador joven (que accede primero a una beca de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y luego a una beca de formación doctoral del Conicet), este ciclo formativo se realiza varios años después de haberse finalizado el grado. Nuestras entrevistadas por lo general son madres, lo que las lleva a completar su formación una vez que las y los hijos ya son un poco mayores. Las referencias al acompañamiento de sus parejas, o bien, sus tensiones, atraviesan los relatos:
Fui por épocas relegando las cuestiones académicas. [Pero] Nunca abandoné. Cuando comencé a viajar a Comahue mi hija tenía un añito. Se quedaba con el padre (…) Mi esposo acompañó siempre. Él siempre me valora muchísimo. “No aflojes” me dice (Lucrecia Falon, comunicación personal, 22 de diciembre de 2017).
O como Edda Lía Crespo dice,
Mientras el papá de ellos creyera que yo estaba lavando platos, yo estudiaba (Edda Lía Crespo, comunicación personal, 26 de mayo de 2017).
En varios casos, es la modalidad del posgrado (a distancia, intensivo) lo que condiciona su elección, ya que no se contaba con dicha oferta formativa en los primeros 2000 en la UNPSJB. La necesidad de viajar para completar la formación permite por una parte el intercambio con colegas de otras regiones (ya que eran dichos posgrados los elegidos por varios “del interior”), pero genera dificultades a la hora de consolidar equipos.
Tal vez sea este escaso encuadre institucional en la formación de posgrado en la UNPSJB lo que lleva a que, en algunos casos, la docencia en esta universidad parezca ocupar un rol subsidiario o desvinculado del resto de la actividad académica. Así, hubo entrevistas en las que el espacio de aula en el grado apenas fue referido. En varias otras, por el contrario, es aquella experiencia docente la que alimenta los interrogantes, el espacio de aula es referido como un “ámbito de militancia” y, en lo ateniente a los estudios de género y feminismo, varias advierten un “cambio de época” en que son las y los estudiantes quienes de manera creciente reclaman su inclusión en las currículas.
Desplazamientos y posicionamientos
Fue claro desde las primeras entrevistas que los desplazamientos espaciales (y subjetivos) tenían un peso importante en las trayectorias de las investigadoras. Es decir que los viajes y la vinculación con los estudios de género y con el feminismo requiere y provoca desplazamientos: de sentidos, de los cursos de la investigación y también, de la propia experiencia personal.
Algunas vivieron la experiencia migratoria desde la infancia, por traslados del grupo familiar. Otras transcurrieron su niñez en localidades cercanas a Comodoro, pero bien disímiles, como Sarmiento, Cañadón Seco, Trelew y Puerto Deseado, y se radicaron en Comodoro recién para cursar estudios universitarios. Debemos señalar que una de nuestras entrevistadas nunca residió en la CGSJ, sino en la vecina localidad valletana de Trelew. Otra vive en Caleta Olivia y otra más residió allí por diez años aunque retornó a Buenos Aires.
Otro vórtice de desplazamientos fue la formación de posgrado, a partir de la realización de estudios de maestría y/o doctorado en ciudades como Buenos Aires, Entre Ríos, Mendoza, La Plata, Tandil, Misiones, otras. Prácticamente ninguna compartió casa de estudios. Solo dos cursaron estudios de posgrado en el exterior, en la Universidad de Bahía, Brasil, y en la Universidad Internacional de Andalucía, España, respectivamente. Los viajes a congresos también son referidos como momentos de inflexión en las trayectorias, por los contenidos allí “descubiertos”, pero también como ámbitos de sociabilidad donde se desarrollan prácticas que, no por más informales (como el compartir en bares) son menos influyentes en la “experiencia universitaria” (Blanco, Rafael, 2016). El contacto con investigadoras de otras latitudes resulta central en varias de las trayectorias analizadas. Las distancias, y las progresivas transformaciones tecnológicas, muestran a esta generación de investigadoras desplegando diversas estrategias para formarse: de los llamados telefónicos al correo electrónico y las comunicaciones vía skype, del envío de fotocopias por correo a la disponibilidad de materiales en la red.
Entonces, la gran mayoría da cuenta de vínculos con colegas o formadoras lejanas a la CGSJ. Muchas participaron o participan de redes de investigación, incluso internacionales, aunque no son específicas de temáticas de género. No obstante, dos de las entrevistadas sí lograron formar una red específica de estudios de género con investigadoras de La Pampa y Neuquén, como se verá más adelante.
Otro tipo de desplazamientos, en el orden de lo subjetivo, lo constituyen las lecturas y entrecruzamientos con el feminismo. Así, una entrevistada se referirá partir de su traslado a Brasil por razones laborales de su pareja.
Comienzo a entender lo que son los estudios de género y empiezo a entender el feminismo. Me reconozco en Brasil como feminista. A través de mis compañeras entiendo el feminismo como una praxis teórico política, con una impronta de la solidaridad y la empatía. Eso es lo que más aprendí en Brasil (Susana Díaz, comunicación personal, 23 de mayo de 2017).
Cuando inquirimos sobre el modo en el que se acercaron a los estudios de género o sobre las mujeres, la gran mayoría aduce razones académicas. Excepto por el rescate de un seminario de grado optativo sobre Educación, Sociedad y Género dictado por una profesora viajera, Silvia Kremenchutzky, hacia 1988, ese acercamiento se dio recién en instancias de posgrado. En general sirvió de acicate la contrastante relevancia y a la vez vacancia de este tipo de estudios en la región. Así, si bien más de la mitad de nuestras entrevistadas se dedicaron a estudios sobre mujeres y la gran mayoría hizo referencia a la problemática de género, pocas se declararon feministas. Podemos registrar aquí un proceso similar al que señala Garrido para Tucumán:
En una primera etapa lo que las profesoras del Centro buscaban era lograr la instalación de la historia de las mujeres en el espacio universitario. Algunas de sus integrantes no se planteaban la pertinencia al movimiento feminista, más aún su sola mención generaba cierto escozor; lo que se proponían era incorporar la problemática de la condición de las mujeres en sus indagaciones históricas con el propósito de detectar el papel que habían cumplido las mujeres en el curso del devenir histórico, haciendo visible su presencia, sin bucear en las relaciones intergenéricas (Garrido, s.f: 430).
No obstante, algunas también señalaron razones políticas y personales de su vinculación a estos estudios.
Además de una vacancia académica, creo que uno como investigador social siempre tiene preocupaciones de ese tipo. Sabés que el trabajo de las mujeres está subvalorado, precarizado, que la inserción a pesar de la formación de las mujeres, en cuanto al capital social que tienen, no se refleja en su inserción laboral. Todas esas preocupaciones nos atraviesan como investigadores sociales (Myriam González, comunicación personal, 23 de mayo de 2017).
En este caso se vislumbra una reflexión sobre la responsabilidad social de quienes nos desempeñamos en el campo de la investigación social, y es testigo de otros posicionamientos similares. Un paso más allá en el sentido político de las indagaciones que emprendieron se observa en quienes declaran que se dedican a militar las cuestiones de género en aulas, gremios, agrupaciones de mujeres o vecinales. Paradójicamente, sin embargo, la figura de la “investigadora militante feminista” claramente identificada en los estudios sobre feminismo académico referidos previamente, aquí aparece más desdibujada: es claro este perfil en la integrante de la Cátedra Abierta de Género de Trelew, pero en los casos de la Cuenca quienes se declaran (y en muy pocos casos, activan) dentro del feminismo no siempre desarrollan sus investigaciones desde una perspectiva de género7. En otro caso, una investigadora feminista milita en el campo de los derechos humanos, pero con escasas vinculaciones con el movimiento de mujeres local.
Aun con ello, la mayoría de las entrevistadas relataron importantes transformaciones en su modo de percibir sus propias vidas después de entrar en contacto con la formación en género
El momento en que me empezó a interesar el género fue cuando los mandatos familiares y mi vida personal empiezan a hacer ruido con mi carrera profesional. Revisar esas lecturas para entender lo que estoy haciendo, estas lecturas empiezan a tener que afectar mi experiencia personal, mi subjetividad. Las investigadoras [historiadoras] no solemos publicar estas reflexiones. “Eso no es historia”, creo que debería ser relevante (Edda Lía Crespo, comunicación personal, 26 de mayo de 2017).
“Qué lindo, te vas a Brasil, a disfrutar de las playas”, y llego allá y no me sentía en mi condición de mujer como para ir solo a la playa, yo iba como “esposa de” y reconozco esas violencias cotidianas. Se produce una revolución en mí: sacarme el anillo, desafiliarme de la iglesia, fue todo un cambio en mi vida (Susana Díaz, comunicación personal, 23 de mayo de 2017).
Yo tengo 43 años y reconozco que provengo de ámbitos en los cuales el género se pensaba de manera totalmente distinta a lo que hoy comienza a ponerse en palabras. Yo vengo de una generación en donde esos roles asociados a la masculinidad o a lo femenino estaban rígidamente establecidos. Obviamente intento construir otro tipo de vínculos, sobre todo con mi hija (...) Buscamos que tenga otra mirada acerca de lo femenino y lo masculino (Gabriel Carrizo, comunicación personal, 18 de abril de 2017).
En otros casos, por el contrario, las experiencias personales generan prejuicios, distanciamientos o resquemores con las problemáticas de género. Así, una de nuestras entrevistadas que se desempeñó durante muchos años en el Poder Judicial indicó:
Por eso creo que no me meto en cosas de género. Vi tanta mujer golpeada, tantos esfuerzos por ponerle todos los medios al alcance, para salir de esa situación, y volver y volver y volver. Y algunas terminaban muertas (Cristina Cabrera, comunicación personal, 22 de diciembre de 2017).
Finalmente, otra entrevistada señaló que dedicarse a entrevistar mujeres y redactar su tesis con relación a sus testimonios le resultó “terapéutico” mientras atravesaba una batalla contra el cáncer.
Un hito: el Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género
Como venimos observando, los recorridos de estas distintas investigadoras son muy diversos y personales, a veces solitarios e individuales. Si bien sus trayectorias reconocen momentos análogos y desafíos similares parecen, más bien, senderos que se bifurcan.
Se reconoce un escaso encuadre institucional en estas trayectorias, o los mismos son muy diversos. Por ejemplo, si bien quienes eran docentes universitarias han gozado sin mayores problemas de licencias para completar su formación, en general el financiamiento de estos procesos ha sido individual. Algunas de ellas accedieron a distintos tipos de becas e “incentivos a la investigación” durante su formación de grado, pero como indicamos más arriba, solo el investigador más joven completó su formación doctoral gracias al financiamiento del sistema de ciencia y técnica público federal. A la fecha, también es este investigador el único dentro de este sistema. Otros acompañamientos institucionales han sido diversos: para la publicación de libros, a través de la Secretaría de Cultura provincial, municipal o mediante convocatorias de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) del Ministerio de Educación. También fundaciones y asociaciones civiles (por ejemplo, de comunidades étnicas) han permitido el desarrollo de investigaciones.
En la UNPSJB, la variedad de disciplinas donde estos estudios se han desarrollado tampoco redundó en una política más o menos unificada dentro de alguno de los Departamentos (como la Universidad designa a sus carreras). A ello habrá que sumar, como indican las entrevistadas, las tensiones entre las varias sedes de esta universidad. Por ello, así como en la actualidad se desarrolla la Cátedra Abierta de Género en la sede de Trelew8, nos interesaba reconstruir la historia de un hito sobre el que poco conocíamos: el Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género, creado en 2003 en la órbita de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales y que había llevado adelante las Primeras jornadas Patagónicas de Estudios de las Mujeres y Género, en Comodoro Rivadavia en 2008.
La entusiasta organización de estas jornadas corrió por cuenta de aquel Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género.
Una tarde a mediados del 2002 [cuando] surgió la idea de presentar ante las autoridades de la facultad la propuesta de creación de un Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género. Geógrafa e historiadora, o historiadora y geógrafa encontrábamos que al intentar aproximarnos a temas tales como el trabajo femenino, nuestra formación de grado había omitido la incorporación de una perspectiva que lejos de diferenciarnos, era el punto de partida de nuevos planteos y preguntas (Crespo, Edda Lía y González, Myriam Susana, 2007: 9).
Las actas de aquellas jornadas quedaron condesadas en el libro Relaciones de género en la Patagonia (Crespo, Edda Lía y González, Myriam Susana, 2010) donde es posible conocer acerca de este encuentro que se extendió a lo largo de la ciudad de Comodoro durante tres días. Sus mesas temáticas fueron: “Trabajo y Género”, “Imaginarios, educación y género”, “Género y salud” y “Representaciones, discursos e identidad”. La revisión de la historiografía de las mujeres y los dilemas de la exclusión del trabajo femenino fueron abordados por Dora Barrancos y Mirta Lobato respectivamente.
La organización redefine fronteras tradicionales al proponerse desde una incipiente Red Universitaria Patagónica de Estudios de Mujeres y Relaciones de género, integrada por universidades a uno y otro lado de la cordillera: La Pampa, Comahue y Patagonia San Juan Bosco, de Argentina, y La Frontera, Bío Bío y Austral, de Chile. El proyecto tuvo financiamiento de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología argentino (Di Liscia, María Herminia, 2008: 241). En la presentación de la red durante las jornadas, Di Liscia señala esta nueva topografía propuesta:
A partir de este proyecto queremos concretar en la Patagonia chileno-argentina, una modalidad de trabajo en red focalizada en las diversas problemáticas que implican las relaciones de género (…) la lógica de las redes tiene una impronta que para las mujeres y los estudios de género resulta valiosa. Me refiero a la ruptura de la centralidad y el pensamiento binario, típicos del pensamiento patriarcal y el basarse en conexiones transversales, en el descentramiento, en el crecimiento horizontal que –utilizando la metáfora del rizoma de Deleuze y Guattari– produce raíces subterráneas y tallos aéreos (Di Liscia, María Herminia, en Crespo, Edda Lía y González, Myriam Susana, 2010: 11).
Con una voluntad explícita de intervención en los debates sobre políticas públicas, se invitó también a organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y grupos y asociaciones que trabajaran desde la perspectiva de género. Tras ese primer encuentro, al menos otros dos se realizaron en 2009 y 2010 (Bonaccorsi, Nélida, 2011).
El grupo, formalizado en el 2003 bajo la órbita de la Secretaría de Posgrado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, tuvo entre sus objetivos “congregar investigadores y alumnos de las distintas carreras de la facultad interesados en la problemática de género e impulsar, promover y coordinar investigaciones sobre la temática de género, bajo todos sus aspectos, en y desde la Patagonia” (Crespo, Edda Lía, y González, Myriam Susana, 2007: 13). El libro Mujeres en palabras de Mujeres, publicado en 2007 gracias a un premio del Fondo Editorial provincial condensó el trabajo de años anteriores en el que se organizaron encuentros para discutir bibliografía especializada y capítulos de tesis u otras producciones propias. Si bien participaron en aquella publicación una docena de autoras, conflictos personales entre las impulsoras del grupo hicieron que el mismo descontinuara sus actividades.
Conclusiones preliminares
Hacer una historia del trabajo femenino en la CGSJ se volvió también una historia de los procesos de conformación, disputa y realineamientos del campo académico local y la reciente incorporación de la perspectiva de género en estos estudios. A través de la reconstrucción de las trayectorias profesionales de esta decena de investigadoras entrevistadas identificamos el derrotero común de quienes se formaron en los albores de la democracia en la universidad pública local. Allí, la herencia institucional de la universidad salesiana convive con las propuestas reformistas de estudiantes y docentes que proponen cambios curriculares y nuevos abordajes. El contacto con profesores viajeros y equipos de investigación de otras latitudes despierta en nuestras entrevistadas el interés por la investigación y la continuidad de la formación de posgrado. Si bien se trata de una generación que asiste al proceso de reconversión y profesionalización de la actividad académica en las universidades argentinas, los recorridos de ello responden más bien a circunstancias personales, antes que a un acompañamiento institucional. Son las actitudes rupturistas (con los cánones disciplinares y las formaciones previas), así como las indagaciones y lecturas personales o en pequeños grupos de colegas, las que marcan los recorridos que llevan a la investigación sobre el trabajo femenino en la CGSJ.
La gradual consideración de la perspectiva de género en los estudios sobre trabajo en la Patagonia Central interpela relaciones de poder a nivel personal de estas investigadoras sociales, y desata relecturas de las propias biografías. Sin embargo, ello no siempre conlleva el cuestionamiento de los presupuestos epistemológicos de las disciplinas, ni se traduce necesariamente en nuevos abordajes teóricos. En algunos casos, la investigación sobre el trabajo femenino responde a criterios de oportunidad y sigue más bien una lógica “compensatoria” de inclusión de las mujeres en la historia regional (Zárate, María Soledad, y Godoy, Lorena, 2005). En otros casos la adscripción al feminismo parece tan lejana de la dinámica institucional que se desarrolla casi en paralelo al desempeño profesional en la universidad. Así, la articulación (o las tensiones) entre academia y activismo identificadas en otras unidades académicas argentinas, en nuestro caso están casi ausentes. Finalmente, quienes encontraron en los estudios de género y feministas su marco epistemológico lograron permear en nuestra universidad recién gracias al respaldo conseguido en otras latitudes donde estos estudios estaban más legitimados como campo académico e institucionalizados en áreas, cátedras y centros (Femenías, María Luisa, 2005). La relativamente tardía conformación del Grupo de Interdisciplinarios de Estudios de Género es indicativa de ello.
En conclusión, ir en pos de las trayectorias profesionales de quienes incluimos en este campo de estudios permitió reconocer caminos personales y colectivos en los que se enlazan y superponen epistemologías y compromisos éticos, decisiones metodológicas y azares del trabajo de campo, razones íntimas y urgencias públicas. Se trata todavía de trayectorias individuales que no aúnan en un recorrido común sino por períodos breves y por el esfuerzo personal de sus promotoras.
Avizoramos, a la vez, tiempos de cambio: por estos días se discute en nuestra universidad un protocolo para atender casos de violencia de género y las autoridades recientemente electas refieren la necesidad de una universidad “familiarmente responsable” que atienda a la conciliación del trabajo universitario y las tareas de cuidado, tanto para mujeres como para varones. También por primera vez en 2018 el Encuentro Nacional de Mujeres se realizará en nuestra provincia. Todo ello seguramente impacte y retroalimente el campo de estudios sobre género en la región reconfigurando el escenario.
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Notas