DOSSIER

Testimonios audiovisuales de mujeres dalit en India. Un paso hacia la visibilidad

Audiovisual testimonies of dalit women in India. One step towards visibility

Martha Ileana Landeros Casillas
Universidad de Guadalajara, México

Testimonios audiovisuales de mujeres dalit en India. Un paso hacia la visibilidad

Millcayac - Revista Digital de Ciencias Sociales, vol. VI, núm. 11, pp. 193-218, 2019

Universidad Nacional de Cuyo

Recepción: 12 Abril 2019

Aprobación: 01 Agosto 2019

Resumen: La segmentación de la sociedad hindú a través de castas es reconocida hasta hoy en día, y la desigualdad que se genera mediante esta segmentación es un mal que mayoritariamente padecen muchas mujeres, en especial las que pertenecen a las low cast. Este estudio pretende ser un escaparate que permita a las mujeres dalit narrar su realidad haciendo uso de la fotografía como plataforma de investigación y difusión, reconociendo sus testimonios audiovisuales desde la horizontalidad que nos brinda la metodología Entre Voces tomando en cuenta los estudios subalternos y de género. Este es un proyecto que se realizó con el apoyo de la Universidad de Guadalajara y el Tata Institute of Social Science en Mumbai.

Palabras clave: Mujeres, dalit, testimonios, fotografía, desigualdad.

Abstract: The segmentation of the Hindu society through a caste system is recognized until today, and the inequality generated by this segmentation is a disease mostly suffered by women, especially those belonging to the low cast. This study aims to be a showcase that allows dalit women to narrate their reality using photography as a research and diffusion platform, recognizing their audiovisual testimonies from the horizontality provided by the Between Voices methodology, taking into account subaltern and gender studies. This is a project carried out in coordination with the University of Guadalajara and the Tata Institute of Social Science.

Keywords: Women, dalit, testimonies, photography, inequality.

Introducción

La desigualdad de género es un mal que ha existido desde hace mucho tiempo y no respeta sociedades. Actualmente el mundo entero se queja en mayor o menor medida sobre los estragos que como consecuencia vivimos hoy en día. Son muchas las acciones que han comenzado a gestarse para tratar de equilibrar la balanza que por muchos años ha sometido a la mujer, sin embargo, no todas las sociedades han respondido al mismo nivel, y tenemos que mientras que para algunas mujeres un triunfo ha sido la posibilidad de escriturar una parcela, para otras un éxito representa haber conseguido el mismo número de curules en un congreso legislativo, ambos ejemplos son la expresión máxima de la igualdad de género.

Para entender el mundo de las mujeres dalit de India es necesario adentrarnos en sus historias y contextualizar su mundo, ya que desde hace algunos años ellas han empezado a organizarse para cambiar la opresión y discriminación que por años han padecido. La lucha no ha sido fácil y, como ellas mismas lo afirman, quizá tome más de una generación, pero por lo menos tienen la certeza de que heredaran un futuro mejor a sus hijas, hermanas y nietas.

Adentrarnos en el mundo de las mujeres dalit significa hablar en su mayoría de la mujer rural. El 70% de la población dalit vive en el campo y la agricultura sigue siendo el recurso económico principal de millones de personas. Las noticias que ensalzan el progreso económico y social del país, considerándolo una potencia emergente, no hacen referencia al gran desafío para la mayor democracia del mundo: la India es el cuarto país más peligroso para ser mujer, ocupa además el segundo lugar en violencia hacia la mujer después de Irak.

Existe una gran diferencia entre la India rural y la India urbana. Según datos de la Oficina Nacional de Registro de Crímenes, mientras en la capital una mujer muere quemada por su marido cada 12 horas, en el resto del país la frecuencia con la que es asesinada una mujer a manos de su cónyuge por no pagar la dote es de una hora. La misma fuente constata que de cada 100 casos de violación registrados, 98 son a manos de familiares o conocidos. Andhra Pradesh es el segundo estado de la India que registra más violencia contra las mujeres, una práctica criminal que se ha incrementado en 71% en la última década (El Mundo, 2014).

La movilización femenina en el campo comienza a despertar haciendo muchos esfuerzos. En el entorno rural, las mujeres están sometidas a una cultura y jerarquía opresora que impide su derecho a la reivindicación. Ante la atrocidad machista, sienten vergüenza y culpabilidad. En la actualidad, de la mano y consejo de varias organizaciones no gubernamentales, muchas mujeres alzan la voz contra la violencia de género y contra la discriminación por castas.

El objetivo de este proyecto fue descubrir las historias que se gestan a la luz de un sistema patriarcal y de castas que subyuga a la mujer de todos los estratos sociales, pero especialmente a las mujeres a quienes por azares del destino nacieron bajo la casta dalit, sociedad que está presente casi en todo India, pero que principalmente se sitúa en el sur. Los testimonios audiovisuales de estas mujeres desvelarán la otra cara de la moneda; mostraran la historia en reversa y pone al descubierto los sentimientos, vivencias, sentires, tristezas y discriminaciones que las mujeres han tenido que soportar por décadas.

Es necesario definir primero qué se entiende por casta, y quisiera creer que de verdad la casta solo encierra a un grupo de personas que son segmentadas a causa de la historia colonial, cuando dividieron a la población para diferenciarlas de sus etnias tal como lo menciona Pániker en su obra La sociedad de castas (2014), pero no es así, casta encierra rabia, coraje, discriminación, humillación, poder. Casta encierra ciudadanos de primera, segunda, tercera, cuarta categoría y los sin categoría, los intocables… los dalit.

Bajo este panorama el Prodep, la Universidad de Guadalajara en coordinación con el Tata Institute of Social Science, así como diversas organizaciones no gubernamentales apoyaron este estudio para introducirnos en el mundo de las mujeres dalit. Este proyecto recorrió varias comunidades a lo largo y ancho de Guyurat, Maharastra y Chhattisgarh, donde se realizaron poco más de 78 entrevistas que son muestra testimonial de la situación de las mujeres dalit en India, y de la lucha que están organizando por la visibilización, la reivindicación, la igualdad de derechos y la no violencia hacia las mujeres.

Este proyecto se realizó a lo largo de dos años, gracias a la vinculación de estudiantes de la Universidad de Guadalajara, trabajadoras sociales, amas de casa, hijas, esposas, madres, viudas y divorciadas, y sus testimonios contribuyen a contar la historia desde otra perspectiva, donde pretendemos que la horizontalidad dialógica no se pierda, y donde la utilización de medios audiovisuales posibilitó la cercanía de sus sentires, voces y experiencias.

Antecedentes históricos

Aproximadamente 260 millones de personas se conocen como dalit, en un mundo que enfrenta discriminación por razones de casta. Los dalit representan cerca de 16% de la población en India, y se concentran mayoritariamente en el sur de India, en la zona rural. La discriminación basada en milenarias normas sociales los ha segregado por mucho tiempo, tanto en la esfera pública como en la privada, y ha originado violaciones flagrantes y negación sistémica de los derechos humanos de personas nacidas como intocables, sin casta o de castas inferiores.

El sistema de castas indio quedó abolido con la Constitución de 1949, pero aún hoy esta jerarquización social se traduce en discriminaciones, violencia y desigualdades. Las castas hasta hoy juegan un papel fundamental a la hora de encontrar trabajo, de relacionarse e incluso de casarse, si bien en las ciudades esta idea se va difuminando. “La legislación en India está mal implementada y 170 millones de dalit siguen sufriendo terribles formas de discriminación”, afirmó recientemente Paul Divakar, secretario general de la Campaña Nacional por los Derechos Humanos de los Dalits (NCDHR) al diario El Mundo (2014).

Un estudio realizado por esta institución reveló que en 2014, 38% de las escuelas públicas visitadas los niños dalit se tenían que sentar separados del resto mientras comían, además de sufrir abusos verbales de sus profesores. En casi la mitad de las aldeas los intocables no tienen derecho a las fuentes de agua comunes y solo 35% puede entrar a comprar en una tienda. Al 64% de los encuestados no se le permite entrar en templos y el 48% no puede incinerar a sus familiares en los lugares apropiados, como marca la tradición hindú.

El sistema de castas se basa en un orden jerárquico cuyos grupos sociales se distinguen de otros de acuerdo con su grado de pureza y posición social dentro del sistema feudal de castas hindúes (Biswokarma, 2013). La comunidad dalit ha luchado por justicias desde hace ya bastante tiempo.

Bhimrao R. Ambedker ha jugado un papel crucial en el manejo de la discriminación con base en la casta en India, y en los últimos años se ha intentado explicar la historia desde la perspectiva dalit, es decir, desde la visión de los oprimidos. Ambedker sostenía que los dalit eran los habitantes originarios de la India y desde su perspectiva explica la historia como un intento por parte de las castas altas de mantener y justificar sus privilegios.

La ideología que sustenta el sistema de castas es la ideología varna, compuesta a su vez por los principios del karma, el dharma y el samsara.

La pertenencia a una casta está determinada por el nacimiento; es el resultado de las buenas y malas acciones acumuladas en vidas anteriores (karma). El dharma o deber moral de cada persona consiste en llevar a cabo en su vida las obligaciones y derechos que conlleva la casta a la que pertenece; solo así tendrá la posibilidad de reencarnar (samsara) en una casta superior en su próxima vida (Franco,F., Macwan, J. y S. Ramanathan, 2006:18).

Entre las principales actividades o labores que realizan los dalit son ocupaciones ritualmente impuras como lo señala Sáenz (2010): “Carniceros, recogedores de animales muertos, limpiadores de letrinas, tejedores, trabajadores del cuero o prostitutas en el caso de las mujeres. Los miembros de las castas altas realizan las actividades nobles y puras. El orden de las castas se jerarquiza en relación con la nobleza de las funciones desempeñadas y la función, tradicionalmente, no es libre, sino que está vinculada a la casta de nacimiento” (2010:154). Tres condiciones regulan la existencia de las castas: la endogamia, la comensalidad y el exclusivismo profesional1. Las actividades de los dalit son contaminantes para quienes las realizan; la contaminación es contagiosa, puede afectar a quienes estén en contacto con los dalit.

Es importante resaltar que la discriminación y segregación por la casta, en este caso la dalit, la sufren hombres, mujeres, niños y ancianos, nadie que pertenezca a esa casta está exento. Este estudio concretamente enfoca a las mujeres como protagonistas de un movimiento de reivindicación de género, pues mayoritariamente son ellas quienes desde su condición de género son triplemente discriminadas: por casta, por clase y por género.

Acercamiento teórico metodológico

No es fácil abordar la problemática de las mujeres dalit desde una sola perspectiva teórica-metodológica, para entender la realidad que enfrentan tenemos que sumergirnos en las condiciones políticas, económicas, sociales, culturales, religiosas y ancestrales de esta sociedad y darle la importancia que merece al sistema de castas, que aunque parezca inverosímil aún prevalece y causa estragos. El sistema de castas está presente en la sociedad india desde hace aproximadamente 3.000 años, aunque legalmente quedó abolido en la Constitución de 1949. La realidad es que en una población de más de 1.200 millones de personas, la aplicación del sistema de castas varía enormemente de una región a otra en función del desarrollo económico, la educación, la adhesión a principios religiosos, pero sobre todo a la condición rural o urbana, como se mencionó en párrafos anteriores, gran parte de los dalit vive y convive en las zonas rurales.

Para entender la cosmovisión de la sociedad hindú, hacemos eco de los estudios subalternos partiendo como menciona Guha (1988) de la lectura “en reversa” que toma en cuenta dos componentes: “identificar la lógica de las distorsiones en la representación del subalterno por parte de la cultura oficial o elitista, y desvelar la propia semiótica social de las prácticas culturales y las estrategias de las insurrecciones campesinas” (Guha, 1988:45). Para este autor el subalterno desde la óptica colonial no es tomado en cuenta, a pesar de que está presente en las figuras hegemónicas y jerárquicas.

En otras palabras, el subalterno no es pasivo, a pesar de la tendencia que muestran los paradigmas tradicionales de verlo como un sujeto ausente que puede ser movilizado únicamente desde arriba. El subalterno también actúa para producir efectos sociales que son visibles –aunque no siempre predecibles y entendibles– para estos paradigmas o para las políticas estatales y los proyectos investigativos legitimados por ellos (Guha, 1988:16).

El reconocimiento del papel activo del subalterno en este trabajo fue crucial ya que de acuerdo a estos estudios la participación de los actores sociales, el sujeto, debe ser integrado dentro de una historia global y no solo desde la perspectiva dominante, tiene derecho a ser sujeto de su propia historia, como están haciendo las mujeres dalit y que a lo largo de este documento se leerá.

Estudiar al actor social desde un punto de vista actual no quiere decir que nos rehusemos a perseguir los rastros que han dejado las hegemonías culturales que han permitido que el subalterno sea quien es con sus correspondientes élites locales, como explicó Guha (1988), “podemos hallar al subalterno en los linderos de las antiguas prácticas socioculturales y en la hibridación histórica de mentalidades culturales del pasado pero vigentes hasta hoy en día” (Guha, 1988: 13).

Además de hacer una lectura en reversa es necesario poner sobre la mesa el empoderamiento de las mujeres dalit que han adquirido a través de tantos años de vejaciones y maltrato, situación que han empezado a cambiar. Quizá se trate de pequeños actos o cambios, pero para ellas se trata de verdaderas conquistas, como comentó en entrevista Sunita, madre de un solo hijo y divorciada, quien además trabajaba de limpiadora en Sangola: “Después de muchas marchas logramos que nuestro pago lo hicieran cada mes, como lo hacen con todo el mundo, y que nos pagaran con tarjeta (bancaria)”.

Como nos permite entrever Sunita, el empoderamiento surge a partir de una gama de actividades que van desde la autoafirmación individual hasta la resistencia colectiva, la protesta y la movilización para desafiar las relaciones de poder. Como lo comento Sharma (1991), para los individuos y los grupos en los que la clase, la raza, la etnia y el género determinan su acceso a los recursos y al poder, el empoderamiento comienza cuando reconocen las fuerzas sistémicas que los oprimen, así como cuando actúan para cambiar las relaciones de poder existentes. EI empoderamiento, por tanto, es un proceso orientado a cambiar la naturaleza y la dirección de las fuerzas sistémicas, que marginan a la mujer y a otros sectores en desventajas en un contexto dado (Sharma, 1991-1992).

En el caso de las mujeres dalit, la meta es desafiar la ideología patriarcal hasta donde sea posible, transformar las estructuras e instituciones que refuerzan y perpetúan la discriminación de género y la desigualdad social (la familia, la raza, la clase, la religión, los procesos educativos y las instituciones, los sistemas y prácticas de salud, las leyes y los códigos civiles, los procesos políticos, los modelos de desarrollo y las instituciones gubernamentales) y capacitar principalmente a las mujeres pobres para que logren acceso y control de la información y de los recursos materiales.

Esta transformación y/o empoderamiento está siendo posible a través de diversos organismos locales, quienes bajo el pensamiento B. R. Ambedkar, uno de los primeros intocables que consiguió una educación universitaria, y uno de los principales arquitectos de la Constitución de India aprobada en 1949, lucharon para que todas las personas tuvieran las mismas oportunidades, sin discriminar por criterios de casta, religión, género o posición social, mucha de la filosofía de vida de Ambedkar está basada en el budismo, ya que para él era vital “educar, agitar, organizar” a los dalit para que hicieran su revolución.

Es importante para la sociedad hindú asirse de un personaje como Ambedkar, considerado por algunos como un dios más dentro del abanico de divinidades y religiones que cohabitan en India, sobre todo para las castas más bajas e incluso para las personas fuera de este estricto sistema. Bajo ese ejemplo, el proceso de empoderamiento de las mujeres en general habla de desafiar las relaciones patriarcales, por lo cual conduce, inevitablemente, a un cambio en el control tradicional de los hombres sobre las mujeres.

Los hombres ,en comunidades donde se han dado tales cambios, ya no tienen control sobre los cuerpos, la sexualidad o la movilidad de las mujeres; no pueden renunciar a las responsabilidades del trabajo doméstico y el cuidado de los hijos, así como tampoco abusar físicamente de las mujeres o violarlas sin recibir castigo. No pueden (como es el caso en la actualidad en el sur de Asia) abandonar a sus esposas o divorciarse de ellas sin aportar una cuota de mantenimiento, cometer bigamia o poligamia, o tomar decisiones unilaterales que afecten a toda la familia. Claramente, entonces, el empoderamiento de las mujeres significa la pérdida de la posición privilegiada que el patriarcado ha destinado a los hombres.

Un punto que suele no tenerse en cuenta es que el empoderamiento de las mujeres también libera y empodera a los hombres, tanto en términos materiales como psicológicos. En primer lugar, porque las mujeres fortalecen el impacto de los movimientos políticos dominados por los hombres, no exactamente por numerosas, sino por proporcionar nuevas energías, discusiones, liderazgos y estrategias. En segundo lugar, como vimos anteriormente, el esfuerzo de los grupos de mujeres por acceder a los recursos materiales y de conocimiento beneficia directamente a los hombres e hijos de sus familias y sus comunidades, pues abre la puerta a nuevas ideas y a una mayor calidad de vida.

Cuando profundizamos en los planteamientos de la realidad que las mujeres dalit en lo individual y como grupo se hacen, es necesario entender su contexto ancestral solo entonces podremos percibir hacia dónde apuntan los cambios de género, para ello es importante identificar las diversas cosmovisiones de género que coexisten en cada sociedad, cada comunidad y cada persona, como afirma Marcela Lagarde (1996:2):

Es posible que una persona a lo largo de su vida modifique su cosmovisión de género simplemente al vivir, porque cambia la persona, porque cambia la sociedad y con ella pueden transformarse valores, normas y maneras de juzgar los hechos.

Desde la perspectiva de género, esta investigación opta por una concepción epistemológica que se aproxime a la realidad desde las miradas de los géneros y sus relaciones de poder, y las desigualdades que se ven reflejadas en todos los ámbitos de la diversidad de la cultura hindú, como es el trabajo, la familia, la ciudad, la zona rural, la política, las organizaciones, el arte, las empresas, la salud, la ciencia, la sexualidad, la historia, la educación, etcétera (Gamba, 2008).

En el caso de las mujeres dalit es necesario analizar su posición de género desde el momento en que a partir de su condición de mujer desafían los roles que la sociedad por género, por casta y por posición social les ha asignado. En ese sentido, como explica Lagarde (1998), el problema surge cuando se les cuestiona sobre lo que socialmente se espera que cumplan, sin considerar los recursos o aspectos contextuales. No toman en cuenta lo que en las últimas décadas se ha hecho evidente: que no hay papeles femeninos universalmente apropiados para todas las mujeres, sino que éstos dependen de factores como la raza y la clase social, factores que, en una sociedad patriarcal, afectan de diferente manera a cada mujer (Lagarde, 1998).

Incluimos las voces de las mujeres dalit en la perspectiva de género desde la apertura de ampliar el horizonte e incluir la presencia de todas aquellas mujeres que no necesariamente tienen que tener algún grado académico, desde la apertura de contener a todas aquellas mujeres que desde sus vidas cotidianas en sociedades cada vez más multiculturales tienen mucho que aportar al panorama social actual.

Este estudio incorpora el punto de vista del género, pero no desde la reivindicación que caracteriza los movimientos feministas de Occidente, que cuestionan el discurso legitimador de la discriminación. Este estudio indaga desde quienes se asumen en una posición débil, de casta desfavorecida, desde quienes a pesar de su segmentación priorizan y se empoderan con la obtención de pequeños logros, luchando las batallas que consideran posibles, sin entrar a cuestionar los fundamentos teóricos en que se asienta su discriminación.

Para dar congruencia a nuestro proyecto, basamos el trabajo en una de las metodologías horizontales Entre Voces, desde donde se toma en cuenta la construcción del diálogo desde una sola dirección, de tal manera, que para lograr una interacción generadora de nuevo conocimiento es necesarios dialogar de forma horizontal, con el objeto de crear juntos un nuevo discurso explicativo del fenómeno social (Corona, 2017).

En el espacio público sólo existimos en la comunicación con el otro y se parte de que sin “palabras” que nos nombren, no tenemos lugar de existencia -o bien son etiquetas que jerarquizan y dominan-. Este hecho obliga al investigador en comunicación a dialogar con el par investigado para que el conocimiento de ambos y la ignorancia de ambos, existan. Cuando se emprende la investigación con el otro y no sobre el otro, la pregunta del investigador académico se renueva, se acuerda, se modifica, se construye con el par investigador (Corona, 2017:97).

Para construir un diálogo Entre Voces desde la horizontalidad es necesario incorporar los principios de igualdad y los ideales de autonomía y emancipación. Para este trabajo, pensamos incorporar los testimonios de las mujeres dalit que se generaron a través de un taller de fotografía y la colocación de una cabina itinerante, de esta manera nos planteamos trabajar a partir de los conflictos generadores de la convivencia y construir la autonomía de las voces y miradas, para crear un nuevo saber con el otro para que la virtud científica se transforme en un instrumento político para crear en el espacio público un mejor lugar para todos.

En ese sentido, trabajar con testimonios audiovisuales nos permitió romper la barrera cultural y acercarnos a la problemática del sur asiático. Entender su situación, nos colocó en un mutuo ir y venir de información y en una confrontación constante que desde la perspectiva femenina analiza posibles soluciones a sus problemas. Los testimonios audiovisuales, conversaciones, diálogos verbales, textuales y fotográficos que se generaron a los largo de esta investigación forman parte de un andamiaje que nos permite profundizar desde la subjetividad, desde lo singular y que plantea el paso desde el espacio del individuo singular a la expresión colectiva de un fenómeno social.

Para devolver la credibilidad a la pequeña voz nos basamos en los testimonios audiovisuales, emergidos desde el taller de foto y la cabina (donde ellas reflexionaron sobre sus posiciones) ya que este tipo de evidencias da cuenta de las expectativas de las personas, sus emociones, sentimientos, deseos, etcétera y de que la vida de una persona es una puerta que se abre hacia la comprensión de la sociedad en la que vive.

Su valor radica en que los testimonios orales transmiten algo que no se encuentra en la documentación escrita: el contacto directo y personal con un individuo o un grupo humano que recuerda el pasado, su pasado, y aporta una dimensión humana a la historia. Sin embargo, hay que ser conscientes de que la evidencia oral revela más sobre el significado de los hechos que sobre los hechos mismos. Muestra la relación del individuo con su historia revela lo que la gente hizo, lo que deseaba hacer, lo que creyeron estar haciendo y lo que ahora creen que hicieron (Mariezkurrena, 2008:230).

El uso de la fotografía y la cabina itinerante

Los discursos de casta y género que conforman el contexto donde se insertan las mujeres de estas comunidades atienden en gran medida sus subjetividades a través de sus testimonios, por lo que en, nuestro caso, el registro audiovisual de las mujeres dalit que participaron en este trabajo es con miras a rescatar sus memorias. El objetivo fue visibilizar a los actores que habían sido excluidos desde que nacieron, en al menos dos sentidos: por un lado, sus experiencias y testimonios no forman parte de las historias oficiales construidas por el Estado poscolonial, por lo que carecían de representación pública, y por otro, se trataba de actores que representan prácticas sociales y políticas dentro de las castas que en apariencia están abolidas. Hablamos fundamentalmente de mujeres que son protagonistas de procesos de transformación social.

Antes de entrar de lleno a los testimonios de las mujeres es importante resaltar la poca información escrita en castellano y contada desde la perspectiva de los actores sociales que hay; la mayoría de los textos son análisis sociales realizados a partir de documentos históricos en los que el investigador intenta explicar desde su perspectiva y análisis la evolución de las castas, programas de apoyo económico, las desigualdades sociales, las diferencias de género, la visión religiosa y muchos otros aspectos que si bien abordan el sistema de castas a mi ver no describen los sentimientos de quienes lo viven en la cotidianidad.

Los testimonios y la cabina itinerante

El primer contacto que se hizo con la comunidad dalit fue a través de Manjula Pradeep, activista y defensora de los derechos de las mujeres. Su propia historia es un testimonio de lucha desde muy temprana edad, es egresada de la escuela de leyes y obtuvo un máster en Trabajo Social por la Universidad Maharaja Sayajirao de Baroda; ella fue quien nos introdujo al mundo de las mujeres dalit en una investigación que tomó casi dos años terminar.

Como se dijo en un principio se recorrieron tres estados y decenas de comunidades o villages, desde Guyurat, Maharastra hasta Chattisgarh. Fue Manjula la intermediaria y el contacto con casi todas las mujeres que participaron en este proyecto, casi un total de 80 mujeres (de las cuales 8 testimonios no fueron traducidos por problemas técnicos). La idea inicial fue que en una sesión grupal se informara a las mujeres acerca de nuestra presencia y la intención de visitarlas en sus casas para conocer más de cerca su entorno y posteriormente decidieran si querían participar con su testimonio.

La cabina y el taller fotográfico fueron las herramientas centrales de interacción, y desde el principio fue una idea que causó mucha expectación. Debo señalar que con anterioridad se habían trabajado talleres de fotografía en otras comunidades, con exitosos resultados, pero el concepto de la cabina fue algo pensado solo para India, ya que desde el primer viaje percibimos la distancia que guardan los hombres y las mujeres, y no solo nos referimos al contacto físico, sino también a los temas y conversaciones, así que bajo ese perspectiva se pensó que una cabina podría ser de mucha ayuda para guardar y preservar la identidad y la intimidad de las mujeres que desearan participar.

Para realizar este proyecto se viajó cuatro veces a India, el primer viaje lo hicimos tres personas, y fue el acercamiento para conocer la problemática, contextualizarnos sobre el sistema de castas, y que las mujeres se familiarizaran no solo con los equipos audiovisuales, sino también con el personal, camarógrafos y estudiantes que nos acompañaron en este trabajo. El segundo viaje fue la visita más importante, la realicé sola, en este viaje recogí gran parte de los testimonios, y conté con el apoyo de todas las mujeres dalit, algunas de ellas me recibieron en sus casas, en pequeñas Ong, en establos, pensiones, otros. Ese viaje me permitió recorrer muchas de las comunidades más problemáticas y definir la estrategia para la penúltima visita. La tercera visita la realizó todo el equipo (cinco personas, entre ellos dos estudiantes de la licenciatura en Estudios Internacionales) y fue durante ese recorrido donde se terminaron de cerrar las historias y se concluyeron los relatos de vida. El cuarto viaje (otra vez sola) fue para mostrar el trabajo que realizamos y retroalimentar la participación de las mujeres, saber sus opiniones y que estuvieran de acuerdo con la información y cómo ésta aparecería en el espacio público.

Desde el primer contacto, las mujeres dalit dieron muestra de querer interactuar con las cámaras y ver sus testimonios casi inmediatamente. La dinámica fue la siguiente: cada determinada fecha las mujeres dalit tiene sus reuniones, mucho depende de la comunidad, del trabajo y de la problemática o asunto que se quiera tratar, de tal manera que, para este estudio, se invitó a conocer el proyecto y saber quién querían participar. La convocatoria tuvo una exitosa acogida no solo por las mujeres sino por la comunidad en general.

Los temas fueron abordados mediante diálogos fotográficos, es decir, llevamos a cabo en total seis talleres fotográficos breves en diferentes comunidades (Dhurkot, Kole, Lonvire, Pune, Bombai y Sangola) cada uno de ellos conformado por 6 sesiones de 2 horas. Los temas abordados tenían que desarrollar y contextualizar sobre quiénes son las mujeres dalit, dónde viven, qué hacen y cómo conviven en la sociedad hindú. Ellas eran libres de retratar lo que quisieran apegándose a los ejes antes mencionados, posteriormente debían mostrar y explicar las fotografías.

La introspección y reflexión sobre sus fotografías y los sentimientos que les producían reconocer esas imágenes arrancadas o simuladas de su realidad, debía ser contada en la cabina, siendo elección de ellas si lo decían frente al grupo o de manera privada dentro de la cabina. Debo decir que todas las participantes decidieron contar sus testimonios dentro de la cabina. En un principio la cabina estaba diseñada para que fuera un trabajo de introspección muy personal, se colocaron cortinas laterales para que guardaban la privacidad de las participantes, sin embargo, las cortinas fueron removidas, ya que todas las mujeres querían escucharse, verse y ser vistas.

Me presento como dalit

Durante las reflexiones el primer tema a desarrollar es quiénes son las mujeres dalit. Las mujeres hicieron diversas fotografías que van desde las poses naturales y casuales, hasta conceptos más complicados como colocarse detrás de una malla o arriba de alguna azotea como fingiendo un suicidio. La diversidad de imágenes se conecta también con los testimonios y vivencias personales de las protagonistas. Durante las charlas para explicar los contenidos, las mujeres sentían empatía con todas las fotografías de sus compañeras, es decir, si mostraban una fotografía de una mujer cargando agua, o cuando estaban atadas de manos y pies, o con todo el cuerpo cubierto, ellas explicaron que estaban cansadas de sentir esa inseguridad y vulnerabilidad. “No podemos salir a la calle vistiéndonos libremente, siempre tenemos que vestirnos de determinada forma para no alterar a los hombres”.

Hubo quien se retrató detrás de una ventana, dijeron que eran conscientes de que muchas mujeres son esclavas y no necesariamente tenían que ser esclavas de un patrón, que muchas de ellas eran esclavas de su propia familia. “Cuando nos casamos pasamos a ser propiedad de la familia del esposo, si te toca una suegra buena tienes suerte, pero si no, te convertirás en la esclava de toda la familia” (K. Chanhan, comunicación personal, 30 de abril de 2018), comentó Kanti quien se casó alrededor de los 16 años con un hombre 4 años mayor que ella y de una casta un poco más alta. Desde el principio del matrimonio la suegra la obligó hacer todas las labores domésticas “para enseñarle a atender a su esposo”.

Al cabo de un tiempo Kanti salió embarazada y la desconfianza de que el hijo que esperaba no fuera de su esposo la puso en una situación vulnerable hasta que nació un varón muy parecido al esposo. Las cosas mejoraron temporalmente ya que entonces ella tenía que estar al pendiente del hijo las 24 horas del día. Luego de altibajos en el matrimonio Kanti se tomó unas vacaciones y visitó a su familia; el esposo quedó de recogerla al cabo de unas semanas, sin embargo, pasaron dos meses y fueron los suegros quienes pasaron a recoger solo al nieto y a informarle que el esposo había muerto hacía más de un mes. Desde esa fecha hasta el día de la entrevista Kanti no vive con su hijo, quien ahora tiene 5 años, la razón, es porque es dalit, y a pesar de que acudidó a la corte, las autoridades han hecho caso omiso.

Explicaron las mujeres que los hijos cuando son varones suelen ser un motín de disputa entre los padres que se divorcian o como es el caso de Kanti cuando es viuda. Desgraciadamente en las comunidades lejanas este tipo de casos, o el de matar o quemar a las mujeres para acabar rápido una disputa, es muy común, y no hay ley ni autoridad que remedie la situación y todos los días hay muchos casos.

La realidad de Kanti tiene múltiples aristas que desde la visión de este sector de la población no solo se relaciona con la casta, sino con el nivel socioeconómico, el poder y la justicia que por pertenecer a determinada casta se ejerce. Y es este punto donde el tema laboral adquiere una importancia relevante, ya que según dijeron las mujeres en el área rural no tienen muchas oportunidades de trabajo.

Además el trabajo doméstico en el área rural es especialmente duro, ya que las mujeres destinan alrededor de 12 o 16 horas en labores sin remuneración; en muchas comunidades hay que recorrer 2 o 3 kilómetros para ir por agua, lavar en los ríos, recoger leña, preparar alimentos para todos, y además la faena en el campo.

Otra historia es la de Labshi Shures, quien dejó la vida en el campo para mudarse al pueblo o village cuando se casó, ella afirma que al moverse del campo a una zona más urbanizada no sabe si fue buena idea, pero que jamás le pidieron su opinión, recuerda que la vida al lado de sus padres y hermanos eran largas horas de trabajo en el campo.

Desde que me levanto hasta que me acuesto no paro, no tengo tiempo de sentarme y ver la televisión un rato, siempre estoy ocupada, todo el día es un ir y venir y solo trabajar y trabajar. Francamente no recuerdo ya la edad a la que empecé a trabajar, solo recuerdo que desde muy pequeña siempre tuve algo que hacer, posteriormente me casé, vinieron los hijos, dar de comer a las cabras, limpiar la casa, preparar desde temprano lo que voy a vender y ayudarle a mi esposo en lo que necesite. Nunca he tenido unas vacaciones, mi vida solo ha sido trabajar (L. Shures, comunicación personal, 14 de junio de 2018).

La práctica Me presento como dalit fue introducirlas al mundo de las imágenes y de las palabras donde tomaron posesión de su entorno y representaron sus vidas con fotografías. Desde las primeras proyecciones fotográficas para propiciar un diálogo fue una lista interminable de cosas, molestias, responsabilidades y quehaceres de los que dicen estar cansadas. No dio tiempo de preguntar quién quería dar su testimonio en la cabina, fueron ellas quienes tomaron la iniciativa de sentarse por turnos para responder: ¿Qué identifica a la mujer hindú? Sus testimonios y discursos reforzaban totalmente lo que evidenciaron con fotografías. Todas se escuchaban con atención y asentían con la cabeza las semejanzas de sus historias.

La imagen que sigue fue captada por la autora mientras recorría las casas de las participantes, la foto 2 corresponde a Mona Prerna, quien comentó que en muchas ocasiones las mujeres realizan cualquier trabajo de hombres, y que uno de los más duros es el trabajo de construcción ya que ellas tienen que cargar piedras y material muy pesado, y no tienen otra opción.

Sin título
Foto 1
Sin título
Landeros, I. Bombai (2018)

Sin título
Foto 2
Sin título
Landeros, I. Sakti (2018)

Mujer y la violencia

Conforme avanzamos en la realización de fotografías, uno de los temas más sensibles y que más les afectan es el que se relaciona con la violencia. Ellas describieron muchas formas de violencia desde la discriminación por ser diferentes y el rechazo que gran parte de la sociedad les hace sentir no solo con su actuar sino incluso verbalmente al llamarlas bhangi (de casta baja, las intocables), hasta el hostigamiento al salir a las calles vestidas de determinada forma. La violencia de tratarlas como objeto a la hora de conseguirles marido, la violencia de no poder poseer nada, la violencia que se genera cuando se casan, a partir de ese momento pertenecen a la familia de los esposos, la violencia de no ser atendidas en centros de salud por ser dalit y nadie las quiere tocar, la violencia que se genera en las escuelas al sentarlas separadas de todo el grupo, las violaciones sexuales por parte de cualquier hombre, y la impunidad con la que se trata este delito.

El testimonio de Shamiksha Meshrem fue realmente descriptivo, ella recordó que desde pequeña sufrió violencia del padre que era alcohólico. Explicó que en su familia fueron cuatro mujeres, no hubo ningún hijo varón. Describió a su padre como un hombre a quien no se le podía contradecir en nada, y que desconfiaba de todo y de todos. “Convirtió la vida de todas en un infierno, si algo salía mal fuera de casa la culpa la teníamos nosotras, si algo le decían los vecinos venía y sin mediar palabra nos golpeaba” (S. Meshrem, comunicación personal, 9 de julio de 2018). La violencia, recuerda ella, a veces era física, pero la mayor parte del tiempo era verbal.

Mi historia no es diferente a la de ellas (señala a las demás mujeres), es como la de todos mis vecinos; volteas a ver cualquier familia en India y así viven. Mis hermanas y yo nos fuimos muy chicas de nuestra casa, y muchas veces pregunté a mi madre por qué seguía con mi papá, solo agachaba la cabeza y no me respondía. Sentía mucha impotencia y rabia porque mis vecinos veían cómo nos maltrataba mi papá y nadie intervenía” (S. Meshrem, comunicación personal, 9 de julio de 2018).

A Shamiksha todavía le cuesta mucho recordar su infancia y gran parte de su vida, sin embargo, desde hace 3 años empezó a estudiar en Nagaloka un centro de entrenamiento para jóvenes en Nagpur, esta institución cada año recluta cientos de jóvenes y les da becas de estudio. Está capacitando a nuevas generaciones de líderes comunitarios y activistas sociales que reducirán y en última instancia eliminarán “el castigo”. El proyecto profundiza en la filosofía budista bajo las enseñanzas de Ambedkar, es un programa que apoya la vida sin castas.

En la comunidad Dolka el testimonio de Prarinal Polka se asemeja al de muchas mujeres de la región:

Mi vida como la de cualquier mujer en India no ha sido fácil, recuerdo que siendo muy niña, comencé a limpiar excusados en mi comunidad, pude ver que era un trabajo duro, en aquel tiempo no teníamos oportunidad de educarnos; a partir de ese momento decidí que no importaba de dónde venía, no era necesario y no quería seguir las reglas de la casta, y realizar durante el resto de mi vida ese trabajo sucio, que se te impone. Pensé que podía hacer algo diferente que me diera un poco de respeto y dignidad (P. Polka, comunicación personal, 6 de abril de 2018).

Explicó que

Una de las experiencias más tristes en mi vida es venir de una comunidad que solo está destinada a limpiar excremento humano, eso ningún humano o niño debe hacerlo, porque yo creo que puedo dar más que limpiar excusados o barrer calles, por ello la palabra que más odio es bhangi (intocable) porque es así como identifican a los de mi casta, es como etiquetar tu personalidad, y odio que la gente use esa palabra despreciativa (P. Polka, comunicación personal, 6 de abril de 2018).

Actualmente Prarinal está casada, tiene un hijo de 3 años y trabaja como chofer de una camioneta. Señaló que en los últimos cuatro años ha aprendido a no rendirse, y cree que el compartir su historia con otras mujeres o jovencitas, puede prevenirlas e inspirarlas para que no dejen la escuela o para que busquen ayuda en instituciones, y asume que desde muy pequeña vio en las mujeres el miedo que ella sentía, el miedo te hace no defenderte, no defender a la familia y no te permite ver el mundo que existe afuera. “Cuando decidí ser conductora y busqué trabajo no tenía idea de que mucha gente me necesitaría y que yo necesitaría a esa gente”, finalizó.

Las historias de violencia que narraron las mujeres son muy parecidas, parecen realizadas con un patrón, quizá lo único que cambia es que algunas son más hábiles para narrar con lujo de detalles, pero en general son las mismas. El común denominador: el alcoholismo, el ser mujer como castigo, la falta de escolarización, la pobreza, la dominación, la sumisión, la casta y que algunas tuvieron un poco más de suerte al no ser violadas, pero todas aseguran más de alguna vez sufrieron atentados que pusieron en riesgo su cuerpo y su sexualidad.

Los testimonios de adolescentes, jóvenes, adultas y personas de la tercera edad, encierran impotencia, tristeza, rabia contenida y resentimiento porque saben que sus historias nadie se las cree por ser dalit. No hubo ningún caso en todas las entrevistas en el que alguna mujer dijera confiar en el sistema y se atreviera a denunciar su caso, y explicaron que si alguna se atreviera a denunciar algún tipo de violencia, corre el riesgo de ser violadas por la misma policía.

La construcción de casi todas las fotografías que hablan de violencia fueron ficcionadas o simuladas, sin embargo, las imágenes se apegan a su realidad. A las mujeres no les incomodó llorar frente a la cámara o frente a sus compañeras al contar sus testimonios, al contrario al verbalizar en voz alta su situación o sus sentimientos fue como si se liberaran de algún peso. Fueron muchas las historias, y entre lágrimas de rabia, sollozos de impotencia, fueron capaces de expresar cuál es la palabra que más odian por toda la violencia que encierran, algunas de las palabras fueron: discriminación, casta, bhangi (intocable), superioridad, dominación y violencia.

 Kanti en la rutina
Foto 3
Kanti en la rutina
Landeros, I (2018)

Avoli encerrada
Foto 4
Avoli encerrada
Landeros, I. (2018)

Ambas imágenes, según las participantes, describen escenas típicas, la 3 es una fotografía simulada donde Kanti representa las labores cotidianas que las mujeres de la zona rural a diario tienen que hacer, mientras los hombres se dedican a beber y a mascar tabaco, aunque no todos, aclararon. La 4 es una foto que Avoli, una adolescente de 15 años, preparó, ya que dijo sentirse amordazada y privada de su libertad por la sociedad.

En la última sesión fotográfica las mujeres tenían que retratar las cosas, hechos o situaciones que más les agradaban, las que disfrutan como mujeres, aquellas cosas con las que se sientan realizadas y plenas. Ellas vincularon las palabras: Paz, Buda, libertad, madre, yo puedo, igualdad, educación y no rendirse, entre otras. Sus testimonios fueron retadores, convencidas, seguras de que la unión hace la fuerza, y con la certeza de que quizá a muchas de ellas no les tocará ver un estado de igualdad en India, pero convencidas sobre el futuro que heredarán a sus hijas e hijos.

Mi madre murió en el 2005 y hasta que ella falleció entendí el significado profundo de la palabra madre, y todos los sacrificios que conlleva, todos los momentos duros que tienes que pasar. Ella me ayudó mucho, mi esposo no era bueno, así que vivía con mi mamá, ella me ayudó hasta que mis hijas se casaron, ella se hizo cargo de mis hijas cuando yo me iba a trabajar, ahora que ella se ha ido me siento sola (R. Dharmik, comunicación personal, 10 de mayo de 2018).

El testimonio de Rauna Dharmik deja claro que más allá de cualquier postura académica o feminista la mujer debe ser respetada como ser humano. Cuando la sociedad sea capaz de entender todo el significado que encierra la palabra mujer, tendremos otra sociedad.

Rauna explicó que cuando entró a trabajar en Nagaloka como cocinera, su mentalidad y su forma de ver la vida cambió, ahí conoció la filosofía de Ambedkar.

Él (Ambedkar) en la Constitución escribió sobre todos los derechos y privilegios de los que las mujeres debemos sentirnos orgullosas y yo creo eso. Y cuando hablas de derechos en beneficio de las mujeres, no solo incluye a las dalit, sino a todo el mundo, sin nosotras no hay vida, la sociedad se colapsaría, por eso está en nuestras manos continuar con esa lucha con ese reconocimiento. Debemos luchar juntas para erradicar el sistema patriarcal y construir una sociedad de la mano de los hombres, no en contra de ellos (R. Dharmik, comunicación personal, 10 de mayo de 2018).

Entregan la Constitución a los dalit (alumna de Nagaloka)
Foto 5
Entregan la Constitución a los dalit (alumna de Nagaloka)
Landeros, I. (2018)

Por su parte Renu Arya, joven de 25 años que trabaja como instructora en las comunidades rurales empoderando mujeres, manifiesta que la discriminación la sintió tan solo nacer. Tiene un hermano y una hermana. Al ser la mayor y mujer sus abuelos paternos decidieron que debía irse a vivir con sus abuelos maternos, por lo que ella conoció a su madre recién a los 12 años. Explica que criarse lejos de sus padres le dio independencia y libertad, por ello la palabra con la que ella se siente más identificada es libertad.

Yo creo en la libertad, y amo ser libre. Desde la niñez debería ser así porque yo provengo de una familia muy conservadora y ahora ellos me ven, y dicen las mujeres pueden hacer cualquier cosa. Para mí mis raíces son la libertad y mis elecciones si quiero estar casada o no, yo decido si quiero la violencia o no, esas son mis decisiones, yo creo en la libertad (R. Arya, comunicación personal, 10 de abril de 2017).

Al reflexionar sobre dónde se genera la violencia en contra de las mujeres explicó:

Desde pequeña sufrí discriminación por ser mujer, es un tipo de violencia, por ejemplo, mi hermano siempre tuvo todo, buena educación, buenas cosas, en cambio a mi hermana y a mí nos dieron lo básico, mis padres pensaban que por ser hombre él vería por el futuro de la familia y se haría cargo de las hermanas pequeñas. Ahora las dos mujeres somos independientes y él sigue viviendo con nuestros padres (R. Arya, comunicación personal, 10 de abril de 2017).

Sujetando la Bandera
Foto 6
Sujetando la Bandera
Landeros, I.(2018)

Allá está la libertad
Foto 7
Allá está la libertad
Landeros, I. (2018)

La vida de Vaishali Sonave comienza como la de muchas de ellas, llena de dolor, sufrimiento y trabajo, sin embargo, su vida tuvo un pequeño giro en su camino, se topó con una Ong que le brindó la oportunidad de estudiar, por ello dice sentir un mayor compromiso hacia la sociedad, en especial para las dalit.

El sistema de castas es muy complicado, cuando era pequeña no lo entendía, solo te sientes agredida, segregada, violentada, diferente, poco a poco vas entendiendo las diferencias en el actuar y decir de las personas. Cuando más te preparas es cuando tienes las herramientas para capacitar y transmitir ese conocimiento a otras mujeres (V. Sonave, comunicación personal, 6 de abril de 2017).

Vaishali reflexiona sobre el movimiento y manifestaciones que realizan actualmente las mujeres en el sur de India, y desde una postura más serena manifiesta que tarde o temprano el sistema social de India tenía que sacudirse, pues han sido muchos años de opresión, y que a su manera de ver no solo las mujeres están despertando a tantos años de discriminación sino también los hombres, y la situación mediática en India ha favorecido mucho, ya que según comenta la gente ya no se queda callada, ya registra todo y lo socializa a las redes sociales.

Dentro de esta revolución social Vaishali reconoce que

Paz es la palabra que toda la gente debe tener en su mente, porque los conflictos son inútiles desde el comienzo de todos los tiempos y no solo para las dalit, o para las mujeres, para cualquier persona en este mundo, los conflictos atraen muertes, guerras, división, castas. Incluso lingüísticamente inferior y superior. Ninguna persona tiene por qué dominar a otra, yo me siento muy mal al respecto. Todos tienen derecho a vivir en paz (V. Sonave, comunicación personal, 6 de abril de 2017).

Una de las últimas prácticas fue la reflexión de todo lo vertido en los talleres, encontrar las simetrías en las historias, cuadrar el balance de todo lo vivido comparándolo con todo lo que han ganado o logrado. Las mujeres formularon mensajes para otras mujeres, independientemente si el mensaje llega a otras dalit o a cualquier mujer de otro país.

Labshi Shures por ejemplo dijo que un mensaje para todas las mujeres es:

No se queden encerradas entre los muros, salgan de sus casas y vean el mundo, trabajen fuera de sus casas. Físicamente ninguna mujer es pobre, mentalmente sí puedes serlo si no persigues tus sueños. Si yo estuviera en otra situación yo disfrutaría de la vida porque no he tenido momentos felices en mi vida. Por eso les diría corran prepárense y trabajen fuera (L. Shures, comunicación personal, 20 de agosto de 2018).

Por su parte Sunita, una mujer divorciada con un solo hijo de 10 años y enferma de cáncer, advirtió:

Las mujeres tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos, y es cambiar la mentalidad de los hombres, debemos empezar por nuestra casa, por educar con las mismas responsabilidades y derechos a nuestros hijos e hijas (S. Pralhad, comunicación personal, 28 de abril de 2018).

Conclusiones

En este escrito hemos podido constatar que la carga histórica de estas mujeres es muy larga, hay una copiosa lista de detalles que las han sumido, divido, segregado y violentado, en este caso el aislamiento les ha permitido repensar y contrastar sus historias para así cambiar su realidad y visualizar un futuro diferente.

Leer y ver los testimonios audiovisuales de las mujeres dalit reafirma que el relato de vida, más que una técnica, da cuenta de un enfoque de trabajo. Es decir, más allá de las historias biográficas vertidas en este trabajo, podemos entrever cómo se insertan y negocian las condiciones socioculturales de las mujeres en India, y cómo a través de una serie de factores que las colocó por décadas en el último peldaño de la escala, resurgen para reclamar su lugar en la sociedad.

Como se mencionó en un principio, el objetivo de este trabajo fue leer, estudiar y escuchar en reversa las historias de las mujeres dalit, porque cuando analizamos a la inversa la historia realzamos la práctica humana, dejando que el razonamiento dialéctico se apodere de la narración, y es entonces cuando nos permitimos comprender científicamente la historia, reconstruyendo los procesos sociales que se integran en un comportamiento singular. Este razonamiento, como dice M. Ferrarotti (citado en Márquez y Sharim, 1999), nos permite interpretar la objetividad de un fragmento de la historia social, partiendo de la subjetividad de una historia individual.

Las narraciones de vidas que las mujeres nos entregan en esta investigación abren espacios para nuevas formas de interpretación acerca de los procesos sociales e invita a pensar la sociedad desde el margen. En este sentido, el enfoque de su casta y sus sentires abren caminos a la palabra de grupos y personas que, por su condición de invisibilidad social, escapan irremediablemente a la mirada que la sociedad proyecta sobre sí misma.

Consideramos que este trabajo no termina con este estudio, al contrario, abre la puerta para un sin número de posibilidades y abordajes. La experiencia de interactuar, recorrer, vivir con las mujeres dalit y conocer sus historias pone en evidencia la intención por cambiar una sociedad no desde el rompimiento o lucha de géneros, sino desde la reeducación y la construcción entre ambos. Como menciona Manjula Pradeep: “Vamos a crear una revolución en favor de las mujeres dalit, de la mano de nuestros hermanos y esposos, y nada y nadie podrá detenernos, sin importar qué suceda seguiremos luchando. Sé que tomará más de una generación, pero queremos dejarles a nuestras hijas, a nuestras hermanas, y a nuestras nietas un mejor futuro”.

Referencias bibliográficas

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Notas

1 Exclusividad profesional quiere decir que las castas tienen asignada una función, y que un hindú no tiene libertad para desempeñar el trabajo que desee; el trabajo está asignado a la casta, y uno hereda el trabajo de su padre. Estas costumbres están sujetas a cambios en las ciudades hoy en día, pero siguen vigentes en las aldeas.
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