DOSSIER

Reflexiones sobre el estudio de las juventudes rurales en clave de lectura no-céntrica: el caso del Cinturón Hortícola de General Pueyrredón

Reflections on the study of rural youths in no-centric note: the case of the horticultural belt in General Pueyrredón

María Virginia Nessi
Instituto de Investigaciones Gino Germani. Universidad de Buenos Aires. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas., Argentina

Reflexiones sobre el estudio de las juventudes rurales en clave de lectura no-céntrica: el caso del Cinturón Hortícola de General Pueyrredón

Millcayac - Revista Digital de Ciencias Sociales, vol. VII, núm. 13, 2020

Universidad Nacional de Cuyo

Recepción: 08 Junio 2020

Aprobación: 08 Agosto 2020

Resumen: El vínculo entre la ruralidad y la juventud es complejo porque tanto el primer concepto como el segundo derivan de discusiones intrínsecas a esferas diferentes de las ciencias sociales. La complejidad de los abordajes en torno a las juventudes rurales demanda debatir con las lecturas céntricas (adultocentrismo, eurocentrismo y urbanocentrismo) que permitan una comprensión integral de sus dinámicas y experiencias. Este artículo se propone reflexionar sobre los modos de acercamiento a las juventudes rurales con nuevas lecturas no-céntricas, tomando como caso de estudio el de los jóvenes de familias hortícolas que residen en el cinturón verde del Partido de General Pueyrredón (Buenos Aires- Argentina).

Palabras clave: Juventudes, ruralidad, situación sociohistórica, centrismos.

Abstract: The link between rurality and youth is complex because both concepts derive from intrinsic discussions in different spheres of the social sciences. The complexity of the approaches to rural youth demands debate with central readings (adultcentrism, eurocentrism and urbancentrism) that allow a comprehensive understanding of their dynamics and experiences. This article proposes to reflect on the ways of approaching rural youths with new non-centric readings, taking as a study case young people from horticultural families residing in the green belt of the district of General Pueyrredón (Buenos Aires- Argentina).

Keywords: Youths, Rurality, Sociohistorical situation, centrisms.

Introducción

En las últimas décadas, los estudios sociales y humanos sobre la juventud han retomado aquellos enfoques que se posicionan desde el procesamiento social de las edades. Éste despliega una mirada no estática que focaliza en la conformación social de las edades como parte de un proceso donde entran en juego diferentes clivajes tanto materiales como simbólicos. De esta manera, es posible realizar un análisis de las infancias, vejeces y juventudes en combinación de otros elementos que ayuden a complejizar su abordaje (Martín Criado, Enrique, 1998).

Así, la juventud como tal tiene un fuerte anclaje social, cultural, económico y territorial llevando a afirmar que no existe una única forma de ser joven en la actualidad, sino que es necesario pensarla desde su heterogeneidad y diversidad, ampliando el concepto de juventud a juventudes. El clivaje territorial cobra especial relevancia cuando se busca abordar jóvenes de diferentes regiones y en particular de espacios diversos, como ser el urbano o el rural.

Por su parte, la cuestión rural también presenta multiplicidad de esferas a retomar a la hora de abordarse desde las ciencias sociales. Los enfoques sobre la nueva ruralidad sostienen que en estos espacios convive una diversidad de actividades productivas (no solo las agropecuarias) donde además, hay vínculos con los espacios urbanizados que signan la cotidianeidad de quienes allí residen (De Grammont, Hubert, 2004).

De allí que se puede sostener que el vínculo entre la ruralidad y la juventud es complejo porque tanto el primer concepto como el segundo derivan de discusiones intrínsecas a esferas diferentes de las ciencias sociales. De esta manera, se ponen en juego los espacios, los lugares y los tiempos que las/os propias/os jóvenes recorren, imposibilitando pensar de manera homogénea a una juventud ya que se encuentra signada por una multiplicidad de elementos. Así, distintos autores retoman el concepto de juventudes rurales para dar cuenta de esta complejidad (González Cangas, Yanko, 2003; Kessler, Gabriel, 2005; Roa, María Luz, 2016).

En particular, cuando se realizan abordajes no coloniales y desde Latinoamérica, se sostiene que partir de una definición de las juventudes rurales en plural es imperativo para problematizar las esferas de la vida de las/os jóvenes en estos espacios. Las juventudes latinoamericanas presentan múltiples realidades particulares que deben atenderse.

Por ello, para abordar integralmente a las juventudes rurales es necesario posicionarse desde lecturas que se encuentren situadas en su realidad y que busquen conocerla sin caer en los centrismos propios de la generación de conocimiento que muchas veces signa los estudios de las juventudes: las lecturas adultocéntricas, eurocéntricas y urbanocéntricas.

Entonces, este artículo se propone reflexionar sobre los modos de acercamiento a las juventudes rurales con nuevas lecturas no-céntricas, tomando como caso de estudio el de las/os jóvenes de familias hortícolas que residen en el cinturón verde del Partido de General Pueyrredón (Provincia de Buenos Aires).

Debe tomarse en cuenta que el Cinturón Hortícola del Partido de General Pueyrredón (PGP) se encuentra en el periurbano de la ciudad de Mar del Plata entre las rutas 88 y 226, al sudeste de la provincia de Buenos Aires. Se posiciona como una zona productora de hortalizas a partir de la movilidad espacial, principalmente derivada de Bolivia (Bocero, Silvia y Prado, Pedro, 2008; Dahul, María Luz, 2018). Así, el peso de la comunidad boliviana en la zona es de suma importancia y relevancia para este trabajo. De hecho, se observa la importancia de la población en las áreas rurales donde mayormente se emplaza el cinturón que llegan a representar un 68% de la población migrante (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, 2010). Además, un 22% de la población del cinturón es joven1.

Como modo de abordaje se utiliza una estrategia metodológica cualitativa a partir del análisis de las notas de campo y de dieciocho entrevistas semiestructuradas en profundidad a jóvenes de familias hortícolas del Cinturón Hortícola del Partido de General Pueyrredón, realizadas entre 2017 y 2019 y que indagaron en diferentes tópicos: el trabajo, la educación, las prácticas cotidianas de las/os jóvenes y el uso del tiempo libre. El análisis se realizó mediante el programa AtlasTi siguiendo estos principales tópicos entorno a aquellas experiencias y significaciones que las/os jóvenes consideraban relevantes. Fueron estos trabajos de campos los que tornaron necesario rediscusiones acerca del modo de comprender las dinámicas de las/os jóvenes en este tipo de espacios, replanteando hipótesis de trabajo, conceptualizaciones y por sobre todo, nuevas lecturas situadas de las juventudes.

A modo de ordenamiento, se presentan seis apartados. Esta primera introducción, el segundo, donde se plasman las principales discusiones en torno a las juventudes que permitirán contextualizar este trabajo. El tercero, donde se plantea una discusión con las lecturas adultocéntricas, el cuarto, con las eurocéntricas y el quinto, con las urbanocéntricas. Por último, las principales conclusiones a las que se llegan a través del recorrido realizado en el artículo.

Un punto de arranque

Al reflexionar sobre las/os jóvenes de espacios rurales es necesario contextualizar las nociones actuales que desde los estudios sociales se brindan para el análisis de las juventudes. De esta manera, se puede sostener que cada vez más, las distintas disciplinas de este campo se abocan a estudiar a este grupo poblacional alejándose de lecturas biologicistas que solo focalicen en la cuestión etaria para definirlas. Los principales inconvenientes que trae aparejada una mera lectura etaria de las juventudes conllevan a generar una noción de homogeneidad sobre quiénes son las/os jóvenes. Es por ello por lo que en la actualidad esas lecturas se tornan anticuadas y lineales porque no consideran la complejidad del modo en que estas nociones se conforman socialmente. Así, cada vez toman más fuerza las nociones acerca del procesamiento social de las edades (Martín Criado, 1998). Se considera entonces que la juventud (al igual que otras edades sociales) debe abordarse de manera multidimensional para dar cuenta de su complejidad como clase de edad diferente a las otras. Para ello, por un lado, la juventud debe analizarse desde una perspectiva que incorpore y problematice el contexto social desde el que las/os jóvenes parten, de manera de conocer las situaciones económicas, culturales y sociales que condicionan sus recorridos vitales. Por otro lado, debe retomar las distintas esferas de la vida cotidiana que permitan enriquecer su análisis: el género, la clase, los sentidos culturales, las prácticas cotidianas, las políticas como así también, las dinámicas territoriales (Chaves, Mariana, 2005; Martín Criado, 1998; Krauskopf, Dina, 2004).

Este trabajo se basa en estas lecturas situadas porque posibilitan acercarse a las juventudes rurales desde su propia realidad y no desde aquellas que se esperan que reproduzcan. Pero para ponerlas en cuestión es necesario considerar estos otros elementos que ayudan a pensar en la situación de las/os jóvenes que se vinculan con espacios ruralizados. De allí, es posible complejizar las miradas “céntricas” que suelen tomarse en cuenta al momento de abordar sujetos sociales complejos como son las/os jóvenes rurales: adultocentrismo, eurocentrismo y urbanocentrismo.

Investigar desde las juventudes

Plantear la necesidad de investigar desde las juventudes lleva a desentramar las lecturas adultocéntricas que imperan en la sociedad y que se cuelan en los análisis de las ciencias sociales sobre las prácticas y saberes que poseen otras edades sociales no adultas (Duarte Quapper, Claudio, 2015).

El adultocentrismo implica relaciones desiguales signadas por las edades sociales, donde las/os adultas/os imponen su mirada del mundo y a partir de allí, designan roles a los otros grupos: ya sean las infancias, las vejeces o mismo, las juventudes. De esta manera, se construyen prenociones e imaginarios orientadas a cada grupo de edad, que derivan muchas veces en estereotipos tanto negativizantes como esencializantes, invisibilizando sus modos de acción (Duarte Quapper, 2015; Morales, Santiago y Magistris, Gabriela, 2019).

En particular, ser joven se plasma en dos claros estereotipos. Por un lado, en su vertiente negativizante, en la igualación de quienes se encuentran en esta edad con características de inmadurez, de falta de experiencia, de una mera transición hacia la adultez (Chávez Cerdá, Anny y Poblete Nuñez, Lorena, 2006; Duarte Quapper, 2015). Por otro lado, desde lecturas esencializantes, donde se los concibe en roles vinculados al cambio, la innovación, la belleza, la jovialidad y otros signos que le serían propios (Margulis, Mario y Ariovich, Laura, 1996).

Por sobre todo, el adultocentrismo como punto de partida implica niega el lugar activo que tienen las/os jóvenes en las distintas esferas donde se desenvuelven y también el lugar como constructores de sus experiencias y su realidad. Así, se imponen desde las adulteces ciertos modos de ser y estar en el mundo que condiciona el desenvolvimiento de las otras edades sociales.

Todas estas formas que toma el adultocentrismo impacta en el modo de generar conocimiento desde las ciencias sociales y fue solo hace pocos años que ha comenzado a problematizarse desde la academia (Morales y Magistris, 2019). Principalmente, basándose en la necesidad de tomar perspectiva crítica del adultocentrismo que permita evidenciar qué y cómo las propias edades sociales aportan a su conformación como tales

Para los espacios rurales, los estudios sociales han invisibilizado el lugar de las/os jóvenes por no reconocer que existiera un lugar para ellas/os allí, producto de la descampenización de las producciones agropecuarias (Silva Cantillo, Nurys, 2009). De allí que existiera una vacancia teórica sobre las problemáticas de las juventudes rurales que solo hace pocos años atrás empezó a problematizarse (Kessler, 2005; Roa, 2016).

Además, desde ciertos estudios se empezaba a negar la existencia de las juventudes en estas zonas, considerando que la rápida inserción laboral en las actividades agropecuarias conllevaba a “saltar” de la niñez a la adultez sin mediar por la etapa juvenil. Si bien esto es algo que ya ha sido identificado por distintos autores (Durston, John, 1998; González Cangas, 2003; Feixa, Carles y González Cangas, Yanko, 2003; Sili, Marcelo, Fachelli, Sandra y Meiller, Andrés, 2016), resulta de interés problematizarlo desde cómo esta acepción se ubica en una lectura adultocéntrica sobre qué son y qué hacen las/os jóvenes. Negar la existencia de las juventudes rurales implica soslayar como los propios sujetos se identifican en estas zonas. También invisibiliza la multiplicidad de actividades y prácticas que desenvuelven los jóvenes en otras esferas de la vida a pesar de vincularse al trabajo desde temprana edad. En suma, la noción de moratoria pasiva hacia la adultez detrás de las acepciones que negaban la existencia de la juventud en los espacios rurales, es la permite afirmar que se reproducía una lógica adultocéntrica donde el único objetivo es transitar esa edad sin ningún tipo de rol activo.

Hace varios años se ha empezado a problematizar otras esferas que atraviesan a las juventudes rurales desde las ciencias sociales y humanas, e incluso ha sido sistematizado por diversos autores (Kessler, 2005; Roa, 2016). De esta manera, se comenzó a tomar los otros lugares que tienen las/os jóvenes en los espacios rurales desde una noción activa y atravesados por multiplicidad de prácticas, significaciones e intereses. Este foco toma especial importancia al momento de complejizar una lectura desde las juventudes. Para Latinoamérica, se puede identificar el estudio realizado por Silva Cantillo (2009) que profundiza el estudio de las juventudes rurales y el campesinado a través de un trabajo etnográfico buscando evidenciar las imágenes que construyen sobre ellas mismas. Por su parte, para México, Meseguer Galván, Shantal (2012), ha profundizado en como la interculturalidad incide en los imaginarios sobre las posibilidades a futuro de jóvenes en la región de Veracruz. Padawer (2011) ha indagado sobre como las distintas experiencias formativas de niños y jóvenes se ponen en juego, tanto de la educación formal como la adquirida desde su ámbito familiar vinculado a la producción. La autora también ha investigado sobre los nuevos sentidos que se les da a las identificaciones étnicas en el marco de las proyecciones a futuro de las/os jóvenes en el noreste argentino (Padawer y Rodríguez Celín, Lucila, 2015). Para el año 2014, en Bolivia se realizó un estudio en seis regiones del país que permite visibilizar los diferentes roles, motivaciones y expectativas de las/os jóvenes y su participación en diferentes ámbitos sociales, políticos y culturales (Soliz, Lorenzo y Fernández, Andrea, 2014). A nivel regional, Cárpena Méndez, Fina (2015) focalizó en el estudio de las juventudes rurales en pos de comprender sus subjetividades y las configuraciones identitarias. Estos estudios son ejemplos de cómo a partir de miradas no adultocéntricas, es posible visibilizar a las juventudes rurales, dando cuenta de su existencia como también de su participación activa en sus sociedades de origen.

En el caso de las/os jóvenes del cinturón hortícola del Partido de General Pueyrredón, alejarse de lecturas adultocéntricas se tornó una necesidad desde el primer momento. Principalmente, esto se dio en los primeros trabajos de campo donde se inició el contacto. Frente a la demanda de la entrevistadora, la pregunta que surgía de las/os entrevistadas/os se destinaba a saber qué se entendía por jóvenes. Para ellas/os las imágenes de la juventud no estaban vinculadas a si trabajan o no, porque de hecho, esta esfera se encontraba presente desde temprana edad para muchos de sus conocidos. En cambio, la cuestión de la educación se tornó un punto de quiebre para recomendar que se entreviste a tal o cual persona (Notas de campo, 2017). A partir de las primeras entrevistas, muchos de los próximos contactos se vinculaban con las/os jóvenes por haber sido compañeros de escuela en algún momento de sus trayectorias, por ejemplo.

A su vez, resultó sumamente interesante que en el último trabajo de campo, en el año 2019, una de las jóvenes entrevistadas le recomendó a la entrevistadora que asista a un torneo de fútbol que se había organizado en la zona del cinturón donde “probablemente vas a encontrar muchos jóvenes que quieran responderte” (Paula2, Joven entrevistada, 2019). De esta manera, éstas otras prácticas son más definitorias para las/os propias/os entrevistadas/os que el lugar del trabajo.

Al indagar en el ámbito de la producción y el trabajo, nuevamente la necesidad de alejarse de lecturas adultocentricas se tornó un imperativo. Se evidenciaba al interior de la esfera productiva en la horticultura diferentes maneras de vincularse a ella. Al profundizar en el modo en que las/os jóvenes se vinculan con la producción, considerando su participación activa, se empezaron a evidenciar pujas y solidaridades en torno a las decisiones productivas con las generaciones anteriores. De esta manera, las/os jóvenes no son sólo hacedores de las decisiones paternas, sino que también participan en ellas, aportando desde sus saberes. Como sostiene Vommaro (2015), además, hay una apropiación por parte de la generación juvenil de las prácticas sociales, al mismo tiempo que las resignifica. La siguiente cita, permite comprender este punto:

hay mucha diferencia, como mi papá está, son gente mayor ... están pasados de antiguo, ¿entendés? que se yo, vas a un restaurant, chamuyan, chamuya, y dice ‘me pasas tu número?’ y dice ‘sí, anotá’ que se yo, el numero de la casa del fijo 4, 5, 4, 27, 10 y no da porque ya todo se maneja por WhatsApp. ‘No me pasás la boleta por WhatsApp’ ‘si, toma’ ‘mandame cuanto está le lechuga’ ‘toma te lo paso por WhatsApp’ como mi papá no sabe de esos temas... y le enseño... pero ahí tengo que estar yo (Guillermo, Joven entrevistado, 2018)

Esta cita muestra la manera en que este joven narra su lugar en la organización productiva. A diferencia de su padre, la utilización de nuevas tecnologías o medios de comunicación se torna un imperativo para él para poder realizar las ventas de su producción. El aporte que hace el joven a la actividad familiar se evidencia a partir de centralizar en su lugar activo en las prácticas que desarrolla. La siguiente joven narra algo similar: “Quizá nosotros entramos en este campo pelado, y yo que sé, en dos años mi hermano construyó cuatro invernaderos, ¿entendés? Esa fue una discusión familiar, que mis hermanos empezaron a dar” (Luciana, Joven entrevistada, 2017).

Ambas citas son muestra de la necesidad de posicionarse desde las juventudes y sus maneras de experimentar en los ámbitos donde se desenvuelven, en este caso el productivo. La lectura no adultocéntrica permite visibilizar los lugares participativos de las/os jóvenes desde sus propios conocimientos en las actividades agropecuarias, evidenciando las distancias con los adultos.

A diferencia de las lecturas que niegan la existencia de la juventud rural, aquí se puede señalar que estos jóvenes se encuentran presentes en estas zonas y además son sujetos activos que deciden e intervienen a través de sus prácticas, logrando muchas veces mejoras en el modo de producir, a través de la incorporación de tecnologías.

Por ello, el abordaje no adultocéntrico de estas juventudes permitió para el caso de estudio analizar sus maneras diferenciales (respecto a la adultez) de vincularse con una esfera que suele tomarse como central a la hora de indagar sobre la situación de las áreas ruralizadas.

Pero no solo en el espacio productivo son participes las/os jóvenes. A partir de los trabajos de campo, resultó de suma importancia la intervención de éstos en espacios vinculados a la participación política y en las prácticas culturales, en particular en la danza3.

La participación política de las/os jóvenes tiene un fuerte vínculo con la realidad que afrontan en tanto al área productiva a la que se dedican sus familias. Las organizaciones como la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) tienen gran presencia en estas áreas por poseer objetivos de lucha en tanto al acceso a la tierra y a condiciones dignas de trabajo. De esta manera, muchos jóvenes participan en ella, solos o con su familia. Pero sobre todo, las/os jóvenes toman un lugar activo en la participación de estos espacios, que se intersectan con otras luchas más generales, como son las de género: “hacemos talleres, mi compañera y yo somos quienes organizamos los talleres de las mujeres, también viajamos en diferentes encuentros, nos sumamos en todos, el encuentro nacional de la UTT, el Encuentro de Mujeres” (Paula, joven entrevistada, 2019).

En tanto a las prácticas culturales, ya en estudios como el de Fabre, Daniel (1996) se ha evidenciado la importancia de la participación de las/os jóvenes en las fiestas comunitarias. Aquí resulta interesante como la danza muestra una nueva manera en que las/os jóvenes del cinturón resignifican valores de su comunidad de origen. La participación en las prácticas dancísticas fue un elemento que emergió en los propios trabajos de campo al momento de indagar en el uso del tiempo libre de las/os jóvenes: “Los que bailan generalmente son jóvenes (…) las/os jóvenes pueden ser desde no sé, desde catorce años e incluso hay chiquitos que bailan, pero es como que (…) [los más chicos] bailan acompañando [A los grandes] (…) Las edades son también variadas. Mi hermana por ejemplo tiene veinticinco.” (Rufina, joven entrevistada, 2018).

Las/os jóvenes retoman las prácticas del lugar de origen de sus padres y se apropian de ella valorándolas positivamente: “cuando alguien me pregunta yo no niego de donde son mis papás ni nada, ehh, voy lo comento, me gusta, me gusta no perder, no olvidarse de donde uno viene… de las raíces, de las costumbres, las danzas, la cultura. Y la horticultura y el campo es parte de eso también” (Mabel, joven entrevistada, 2018)

La práctica de la danza boliviana es para las/os jóvenes una manera de resignificar el origen boliviano, en una zona, como la del cinturón donde la presencia de la comunidad es muy fuerte. Posicionarse desde la mirada adultocéntrica sobre las juventudes rurales no hubiera posibilitado dar cuenta de estos espacios que las/os propias/os jóvenes habitan y significan.

Además a partir de esta práctica se empezó a delinear otra necesidad a la hora de problematizar a las juventudes: la de alejarse de lecturas eurocéntricas. La importancia de pensar cómo estos jóvenes se desenvuelven, en un contexto como el del cinturón hortícola del PGP, lleva a hacerlo desde lecturas no coloniales que contemplen una comprensión situada que tomen en consideración, principalmente la relevancia las migraciones sur- sur y las dinámicas que de allí se desenvuelven.

Juventudes rurales desde lecturas no coloniales

Para empezar a problematizar desde una mirada no eurocéntrica es necesario considerar que estas lecturas se encuentran ancladas en un modo de generar conocimiento propio de los orígenes de las ciencias sociales (Lander, Edgardo, 2000; Saladino García, Alberto, 2010; Quijano, Anibal, 2000). Como señala Wallestein, Immanuel (1996) las ciencias modernas se desarrollaron en cinco países del norte: Francia, Alemania, Italia, Inglaterra y Estados Unidos. De allí, como postula Lander (2000), las categorías analíticas tenían un fuerte anclaje en la propia realidad de estos países, naturalizándose dichas experiencias como las que atraviesan a todas las comunidades. Por eso, como resalta el autor, las ciencias sociales que estudian procesos específicos de Latinoamérica aún hoy lo hacen desde lecturas que toman como horizonte el ideal masculino, civilizado y blanco: el ideal europeo.

Desde los estudios de Mariátegui, Martí, Fals Borda y Retamar se ha empezado a tensionar con las lecturas eurocéntricas dominantes en los ámbitos académicos, para empezar a generar conocimiento científico desde una perspectiva no colonial, posibilitando especificar en lo acaecido en Latinoamérica y en lo local (Lander, 2000). Esto fue un proceso largo y complejo que principalmente se ha centrado desde los estudios de la antropología pero que lentamente han cobrado importancia en otras ciencias sociales como la sociología. A partir de allí, se empiezan a generar categorías específicas que posibilitan pensar desde el sur (Lander, 2000). No pueden perderse de vista los aportes realizados por Saladino García (2010) quien sostiene la necesidad de romper con las lecturas colonialistas en los estudios sociales y humanos de manera de evidenciar las particularidades de su historia y cultura como también como generadora de conocimiento desde y para América Latina. Este territorio pasa a tener una condición que le es propia y la distancia de las dinámicas que pueden existir en Europa.

Para la particularidad de las/os jóvenes rurales, Bevilaqua Marín, Joel y Andreu, Fátima (2009) señalan que la construcción de éstos como tal tiene su anclaje en los países europeos producto de los avances de las lógicas capitalistas en las producciones agropecuarias y de esa manera, en las dinámicas propias de estos espacios. La universalización de este concepto se dio gracias a las organizaciones internacionales que buscaban aplicar las nociones a la realidad latinoamericana, en busca de generar políticas para el desarrollo rural.

Para las/os jóvenes rurales, González Cangas (2003) había planteado como los estudios rurales quedaban sesgados por la noción que se tenía de las/os jóvenes como masculinos y europeos que poco se condice con la realidad latinoamericana y en particular, con la diversidad existente al interior de ella. Desde allí, problematizó la necesidad de pensarlos de manera situada en las especificidades sociales, culturales y económicas que signan sus trayectorias. Más cercano a la actualidad, se han generado diversos estudios desde nuestra-américa sobre estas juventudes que como se ha señalado, atraviesan diversas esferas de la vida de las/os jóvenes. Así, por citar ejemplos Padawer y Rodríguez Celín (2015) buscan problematizar la identificación étnica de jóvenes rurales en Argentina, López, Luis Enrique (2000) analiza la formación educativa de jóvenes pertenecientes a pueblos originarios en Bolivia, Bares, Ayamara (2016) indaga sobre las trayectorias de jóvenes de la Patagonia en Argentina. De la misma, González Cangas (2003) realiza su aporte al problematizar las juventudes chilenas, Román, Marcela (2011) al indagar sobre las juventudes argentinas o Weisheimer, Nilson (2002) para Brasil.

Por ello, desde la lectura no colonial es posible indagar en cómo este caso presenta elementos interesantes en tanto a las migraciones sur-sur. Si bien otrora, las movilidades respondían mayormente a aquellas provenientes de los países nórdicos, en la actualidad, las movilidades espaciales prevalecen en los denominados circuitos sur-sur, motivadas por los menores costos de movilidad:

…menor distancia física y cultural de los desplazamientos, a menudo la ausencia de barreras lingüísticas y, como consecuencia de esto, el costo comparativamente menor de las migraciones entre países del sur incide en que las poblaciones difieran de aquellas que se desplazan hacia el norte global (Gómez, Pablo y Bologna, Eduardo, 2013: 192)

A partir de ellas, se dan dinámicas específicas que se encuentran ancladas en la propia realidad latinoamericana que suelen tener un trasfondo común: niveles de desarrollo desiguales (Gómez y Bologna, 2013; Elizalde, Antonio; Thayer Correa, Luis Eduardo; Córdova, María Gabriela, 2013). En el aspecto subjetivo, señalan Elizalde et al. que:

La emergencia y el crecimiento de identidades y prácticas transnacionales han venido a poner en evidencia la novedad y complejidad del hecho social que están produciendo las migraciones contemporáneas. Muchos y cada vez más migrantes construyen sus trayectorias como una experiencia que conecta en un solo espacio los lugares de origen y procedencia (2013: 9).

De esta manera, se torna necesario comprender estas nuevas dinámicas de las migraciones sur- sur desde una lectura trasnacional de las movilidades espaciales (Cavalcanti, Leonardo y Parella, Sonia 2013) que retome los vínculos entre el país de origen y de destino, que cada vez son más comunes en este tipo de movilidad espacial.

El caso del Cinturón Hortícola de General Pueyrredón presenta dinámicas particulares que permiten evidenciar la necesidad de una lectura no colonial, y particularmente desde Latinoamérica, principalmente en tanto a la conformación étnica de esta zona. Como se ha señalado, la consolidación de estas zonas se dio a partir de los desplazamientos de migrantes bolivianos que, a través de redes sociales, se asentaron en la zona en busca de insertarse laboralmente. En la actualidad, estos movimientos siguen estando presentes pero prevalecen la población nativa.

Como se ha sostenido anteriormente, en el caso del cinturón hortícola del PGP, emergieron prácticas de las/os jóvenes que implicaron retomar las lecturas no coloniales y en particular, de las nociones de las migraciones sur-sur para comprender las dinámicas. Éstas tienen que ver con esta reapropiación de las prácticas culturales del país de origen, Bolivia. En muchas ocasiones, las/os jóvenes son hijos de migrantes, y aun así se posicionan activamente respecto a las danzas en festividades patronales y mantienen vínculos con la comunidad de origen al mismo tiempo que aportan desde sus propias subjetividades. No solo reproducen estas prácticas sino que ponen en juego sus conocimientos y procesos de socialización que les son propios como jóvenes: “generalmente un chico del grupo es el que edita la música, entonces es como el más bueno de todos los que están ahí en el grupo, uno tiene que editar la música (…) [ese chico] aprendió viendo tutoriales, porque el tutorial en internet hay un montón de cosas” (Enrique, joven, 2018). La socialización en ciertos medios de comunicación, como ser las aplicaciones de video, permite reconocer el lugar y el aporte que hacen las/os jóvenes a estas prácticas.

Los vínculos con el país de origen se reproducen en tanto a la existencia de redes con Bolivia en tanto a fraternidades o la música específica de las danzas: “la música sí, de todo... de todo es de allá de Bolivia y bueno, de los caporales, de chapaco que bailo…” (Rufina, joven entrevistada, 2018). Incluso, los nombres de los grupos de baile: “Viene de allá. No, no, no lo podemos cambiar nosotros. Es así, vos entras y ya el grupo se llama así, no podés cambiarlo” (Enrique, joven entrevistado, 2018).

En suma, la lectura no colonial y local, permitió centrar la atención en aquellos procesos de las/os propias/os jóvenes que le son propios por su origen étnico y el de su comunidad, evidenciando las características que son inherentes de estos territorios y también, posible gracias a la cercanía de las propias migraciones sur-sur.

No urbanocéntrico, entonces ¿qué?

El último elemento para considerar tiene que ver con la fuerte presencia de los estudios de las juventudes desde las lecturas de la realidad urbana. La cuestión rural, tal como señala De Grammont (2004) las dinámicas que se dan al interior de estas zonas confluyen cada vez más con las propias de espacios urbanos, tanto al nivel económico, como cultural y social.

La cuestión rural se complejiza al intersectarse con otras esferas, como ser las edades sociales. Principalmente porque al partir de un concepto que empieza a mostrar relaciones cada vez más dinámicas, dificulta la comprensión de qué se debería considerar qué son las infancias (Weschenfelder, Noeli, 2009; Padawer, Ana y Enriz, Noelia, 2009) o las juventudes rurales (Feixa y González Cangas, 2006; Kessler, 2005).

Generalmente, estas lecturas se plasman en los abordajes que retoman un recorte etario a priori para abordar a las juventudes. Como se ha señalado, el rango etario responde a cierta noción de qué es ser joven que no se iguala a todas las realidades.

Al tomar una lectura urbanocéntrica, se asimilaría las dinámicas de estas edades en vinculación solamente con la cuestión productiva, donde la única actividad posible es la agropecuaria. De hecho, tal como señala Kessler (2005) los estudios sobre las juventudes se han centrado especialmente en reflexionar acerca de las dinámicas y experiencias de las/os jóvenes urbanizados, en vínculo con distintas esferas: participación política, cultura, productiva, la salud, el tiempo libre, el espacio público.

Schmuck, María Emilia (2018) señala que este sesgo se reproduce en las políticas orientadas a la juventud en un país como Argentina que posee diversidad de situaciones de ruralidad. De esta manera, posicionarse desde una lectura urbanocéntrica implicaría igualar regiones con dinámicas disimiles: ya sea de un país como Argentina o de una región como la latinoamericana donde conviven multiplicidad de realidades rurales. A las/os jóvenes, los atraviesan lógicas propias vinculadas al territorio que deben considerarse al momento de abordarlas. Por ello, cada vez más se tornó necesario generar conocimiento de las juventudes en espacios ruralizados desde su propia situación social e histórica.

De hecho, el caso del cinturón presenta una realidad compleja que demanda alejarse de lecturas urbanocéntricas. Principalmente porque en la zona se encuentran espacios netamente rurales pero también tiene la particularidad de encontrarse en las zonas denominadas periurbanos que se caracterizan por poseer un vínculo fluido con la ciudad, en este caso Mar del Plata. Por ello, el concepto de juventudes aquí se complejiza aún más.

Una mera lectura de estos jóvenes como rurales en sentido de productividad desdibujaría las otras actividades que desenvuelven: son jóvenes que también realizan otras actividades, como las dancísticas; que también se vinculan con la tecnología, como se ha señalado en el caso de las aplicaciones de video. También son jóvenes que tienen interés por el deporte, como las/os jóvenes del torneo de futbol señalado por Paula al principio de este artículo o de sus participaciones políticas en las organizaciones sociales.

Pero también, son jóvenes que poseen problemáticas propias vinculadas a la territorialidad rural como ser la imposibilidad de tener calles asfaltadas que le posibilitan movilizarse espacialmente en su vida cotidiana: “repetí [de año], porque en esos tiempos de invierno, ¿viste que llovía mucho? y en la quinta no se puede salir y no podía ir y, por el tema del asfalto... porque se tapaba mucho” (Enrique, joven entrevistado, 2018). Como también jóvenes que se vinculan a la actividad productiva agraria desde muy temprana edad y que siguen desarrollando en la actualidad junto con sus familias: “Yo ayudo a hacer verduras, a todo lo que se hace en el campo, obviamente no todo el tiempo trabajo cuando puedo, cuando los puedo ayudar, los ayudo.” (Karina, joven entrevistada, 2019).

Pero por sobre todo, a partir de los trabajos de campo, también se ha podido evidenciar que ellas/os tienen percepciones que les son propias acerca de quiénes son, que deben ser tenidas en cuenta. Luciana, una de las jóvenes así lo expresa al momento de explicar cómo pasaban sus días junto con sus pares, en su vida cotidiana: “Iba pero a jugar... sí con mi hermano... De todo, con una tierra ahí... (Ríe) Sí porque éramos chicos de campo...somos chicos de campo y así que bueno...” (Ana María, joven entrevistada, 2018).

La noción “somos chicos de campo” relega las nociones adultocéntricas y urbanocentricas. Autorreferenciarse a ella y a sus pares como “chicos de campo” rompe con toda lectura de ese estilo que se pueda hacer de estos jóvenes. Ella misma de referencia como joven y también como joven de campo, como joven rural. Combinado con las nociones acerca de la cultura boliviana y el orgullo de la joven que sostenía que ella cuenta de dónde son sus padres porque no quiere “olvidarse de donde uno viene”, el eurocentrismo también se cae de estos relatos.

En suma, para la especificidad del caso, y en alejamiento de lecturas urbanocéntricas, una primera aproximación para responder cómo abordar a estas juventudes tiene que ver con ir a la propia aceptación que hacen las/os jóvenes de ellas/os mismas/os y de sus prácticas cotidianas.

Reflexiones finales

A lo largo de este trabajo se ha buscado reflexionar acerca de las juventudes a partir del caso de las/os jóvenes de familias hortícolas del cinturón verde del Partido de General Pueyrredón. A través de los datos que aportaron las entrevistas en profundidad semiestructuradas y las notas de campo de la investigadora se ha buscado debatir con lecturas que suelen estar presentes al momento de indagar en un sujeto de estudio complejo como los son las juventudes rurales.

Esta necesidad surgió a partir de las propias características del caso como el cinturón hortícola del PGP. Una zona ubicada en el periurbano de una ciudad de importancia como lo es Mar del Plata, donde los vínculos cotidianos se dan de manera fluida. Pero también una zona que se caracteriza por poseer regiones netamente rurales.

Como punto de partida, se tomaron los aportes de los estudios sobre el procesamiento social de las edades que señalan la importancia de situar social, histórica y culturalmente a las/os jóvenes al momento de problematizar sobre sus experiencias.

Así, se planteó la necesidad de alejarse de miradas adultocentricas para posicionarse desde las juventudes de manera de dar cuenta de sus propias significaciones y definiciones, como también de la multiplicidad de actividades que desarrollan, debatiendo con las lecturas que sostienen su inexistencia. Repensar desde las juventudes permitió que emerjan estas actividades como los aportes que ellas/os realizan a espacios que son considerados propios de la adultez.

A partir de ella, el imperativo del alejamiento de lecturas eurocéntricas, que permitió comprender las dinámicas de las/os jóvenes en vinculación con su cultura de origen. La mirada no colonial, y principalmente, desde la situación latinoamericana y la complejización de las migraciones sur-sur permitió evidenciar los lazos fluidos con el lugar de origen de sus familias migrantes y la reapropiación de las prácticas culturales por parte de las/os jóvenes.

Alejarse de las lecturas urbanocéntricas, complementaron la interpretación de las prácticas culturales y políticas de las/os jóvenes, a sabiendas de su vínculo con la producción agropecuaria. El caso del PGP, su ubicación en el periurbano podría estar explicando la definición o no de las/os jóvenes como rurales. La combinación de lecturas desde las juventudes permitió comprender que el modo en que ellas/os mismas/os se significan toma mayor peso al momento de definirlos.

Si bien se han planteado estas discusiones de manera diferencial, se encuentran puntos en común que implican considerar el abordaje de las juventudes rurales desde una mirada no-céntrica integral. La necesidad de focalizar en otras actividades que le son de interés y la importancia de la propia voz de las/os jóvenes, el centro en las dinámicas trasnacionales es posibles al alejarse de las lecturas céntricas. Así, cuando afirman que son chicos de campo es una manera que tienen de identificarse y resignificar sus espacios, sus prácticas desde las juventudes, desde Latinoamérica y desde su propia noción acerca de la ruralidad.

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Notas

1 Sin dejar de lado los debates que discuten los recortes etarios apriorísticos, se utilizó un rango de 14 a 34 años de modo de poder trabajar con las fuentes secundarias.
2 Los nombres se han cambiado para mantener el anonimato de los informantes.
3 Principalmente en celebraciones patronales, como la fiesta de la Virgen, festividad originaria de Bolivia, donde participan todos los miembros de la comunidad boliviana (Nessi, María Virginia, 2020).
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