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Representaciones del territorio Una visión desde la juventud rural campesina e indígena del Grupo por la Defensa de la Tierra y el Territorio del departamento de Córdoba
Representations of the territory, a vision from the peasant and indigenous youth of the Group for the Defense of Land and Territory of the department of Córdoba
Millcayac - Revista Digital de Ciencias Sociales, vol. VII, núm. 13, 2020
Universidad Nacional de Cuyo

DOSSIER


Recepción: 09 Junio 2020

Aprobación: 03 Agosto 2020

Resumen: Este ejercicio investigativo es un diagnóstico centrado en las representaciones que construyen las y los jóvenes rurales frente a su territorio. Muestra de qué manera estas representaciones evidencian respuestas referidas al arraigo o al desarraigo en su territorio. Es una investigación que aporta al reconocimiento de las representaciones de territorio por parte de un sector de la población invisibilizado por la sociedad, como lo es la juventud rural, en este caso la colombiana. Los elementos que se tomaron como referentes para elaborar dichas representaciones se asocian al arraigo y al desarraigo, a la vida cotidiana y al espacio donde conviven las y los jóvenes, la percepción frente a la vida y al acceso a derechos, las transformaciones sociales, culturales y económicas en el territorio y las expectativas de las y los jóvenes, así como el dilema de quedarse o irse de sus territorios.

Palabras clave: Representaciones sociales, Territorio, Juventud rural, Arraigo, Desarraigo.

Abstract: This research exercise is an analysis of the rural youths’ and young peoples’ representations constructed regarding their territory. It shows how these representations reveal responses referred to rooting or uprooting in their territory. It is an investigation that contributes to the recognition of the representations of territory by a sector of the population unseen by society, such as rural youth, in this case, specifically the Colombian rural youth. The elements that were taken as references to develop these representations are associated with rooting and uprooting, daily life and the space where young people live together, the perception of life and of access to rights, social, cultural and economic transformations in the territory and the expectations of young people, as well as the dilemma of staying or leaving their territories.

Keywords: Social representations, Territory, Rural youth, Rooting, Uprooting.

Introducción

De la juventud rural se desconocen muchos aspectos, o se dan por sentados, y existe una tendencia a homogenizar los problemas de la vida rural y una invisivilización respecto a quiénes son las y los jóvenes rurales y a qué dedican sus vidas, a pesar de que sus valoraciones, representaciones, expectativas, vivencias, posicionamientos y sueños se enmarcan en una gran diversidad.

Este ejercicio investigativo es un diagnóstico centrado en las representaciones de territorio que construyen las y los jóvenes rurales frente a su territorio, reconociendo sus contextos particulares con sus determinaciones históricas y sus proyecciones. Así mismo, se muestra de qué manera estas representaciones evidencian respuestas referidas al arraigo o al desarraigo en el territorio. Es importante destacar, que las personas jóvenes y su territorio constituyen el presente y el futuro de la sociedad rural, y por ello resulta importante conocer las representaciones que construyen en torno a su territorio, en medio de las transformaciones sociales y económicas que vivencian.

Esta investigación hace parte de una reflexión que venía construyéndose frente al juventud rural gracias al acompañamiento desde el Equipo de trabajo Derecho a la Tierra y al Territorio del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP/PPP) a comunidades rurales y víctimas del conflicto armado colombiano en el departamento de Córdoba. Seguidamente, como investigadora le di continuidad para poder profundizar en los estudios de Máster Ejecutivo en Políticas y Prácticas del Desarrollo del Instituto de Posgrado de Estudios Internacionales y de Desarrollo, Ginebra, Suiza.

El lugar de estudio se centra en el departamento de Córdoba (Norte de Colombia) donde existe escasez de información sobre la situación de la juventud en general, y menos aún una caracterización o diagnóstico sobre la situación de las y los jóvenes rurales del departamento. Las juventudes cordobesas de la ruralidad enfrentan hoy en día viejas y nuevas expresiones del conflicto: son descendientes de familias desplazadas; resultan víctimas tanto del conflicto armado interno como del modelo del desarrollo; su vida se ha desarrollado en contextos donde existe una presencia histórica de diferentes grupos armados; y son herederos de problemas estructurales no resueltos en el campo colombiano, como la inequidad en el acceso a tierras, educación, salud y trabajo.

Desde una perspectiva territorial, esta es una generación de jóvenes que ha presenciado el deterioro ambiental de su entorno. El avance de la agroindustria, la minería y la explotación de hidrocarburos son fenómenos que también imponen límites a las opciones y decisiones de los jóvenes, configurando nuevas valoraciones frente a sus territorios y a las visiones que tengan de este.

Sobre la situación que afronta la juventud en áreas rurales en el departamento de Córdoba hay pocos estudios que den cuenta de esta realidad, pese a que sí existe bibliografía sobre la situación de los jóvenes urbanos en el contexto de transformaciones económicas, sociales, culturales y políticas. En este sentido, es clara la necesidad de estudios que aborden las realidades de los jóvenes rurales de manera constante, ya que la mayoría de investigaciones realizadas están asociadas a la juventud urbana. No obstante, en Colombia se vienen realizando actualmente algunas investigaciones importantes que tratan sobre la juventud rural como: Jóvenes, territorios y territorialidades escrito a varias manos como las de Flor Edilma Osorio, Miltón Pérez Espitia, Fabián Acosta y Juan Camilo Moya. Así mismo, algunas reflexiones de la realidad colombiana con el texto Jóvenes rurales: Identidades y territorialidades contradictorias por Flor Edilma Osorio, Olga Jaramillo y Armando Orjuela (2011). Además de investigaciones de estudios de maestría como historias de vida en el departamento de Santander y Nariño titulada Identidades territoriales y retorno al campo de jóvenes rurales con estudios de educación superior escrita por Claudia Ulloa Cáceres (2017), así como investigaciones recientes del año 2019 como la escrita por Olga Jaramillo, Paula Kamila Guerrero y Rocío González titulada Entre la recocha y el deber: experiencias y valoraciones de los jóvenes del campo (específicamente en los departamentos de Norte de Santander, Valle del Cauca y sur de Bolivar). Cada uno de estas investigaciones buscan comprender a la juventud rural, la diversidad de los jóvenes, la construcción de su identidad y el significado de su territorio.

Los jóvenes constantemente se enfrentan al dilema de escoger entre permanecer en su territorio o migrar a algún lugar que les dé mejores posibilidades de subsistencia. Esta reducción de alternativas genera una ruptura en el arraigo cultural que sus familias han desarrollado en su relación con el territorio, así como también afecta los procesos de resistencia que durante años se han liderado para permanecer y/o retornar al campo luego del desplazamiento forzado (Lina Arias y Catalina Serrano, 2018).

De esta forma, entre la población joven se evidencia esta tensión y negociación frente a la defensa de la tierra y el territorio, en relación a la permanencia, a la atracción por el desarrollo, por la identidad territorial y, de otro lado, dado el conflicto armado, el temor a la guerra y la incertidumbre, las condiciones no favorables que dan muestra de una situación opuesta donde los jóvenes no quieren permanecer ni tener proyectos de vida asociados al desarraigo en sus territorios. Teniendo en cuenta este contexto se plantea la pregunta de partida para la investigación:

¿Cuáles son las representaciones de territorio de las y los jóvenes del Grupo por la Defensa de la Tierra y el Territorio de Córdoba, en el marco de las transformaciones sociales y económicas que han ocurrido en su departamento, vinculadas a la concentración de la tierra, al conflicto armado interno, a las acciones relacionadas con la construcción identitaria, el acceso a recursos y a proyectos productivos, y cómo dichas representaciones dan lugar a transformaciones asociadas al arraigo o al desarraigo?. Seguidamente, se plantean unas preguntas específicas: 1) ¿De qué manera la concentración de la tierra y el conflicto armado incide en las representaciones de territorio asociadas al desarraigo que construyen las y los jóvenes del GTTC? y 2) ¿De qué manera las acciones de construcción identitaria del territorio, así como el acceso a recursos y a proyectos productivos por parte de las y los jóvenes del GTTC inciden en las representaciones del territorio asociadas al arraigo?.

La investigación está basada en un enfoque cualitativo, en la medida en que centra la mirada en los sujetos individuales y colectivos, reconociendo sus contextos particulares y las interacciones que se tejen entre ellos, así como en el reconocimiento de sus prácticas, discursos y sus formas de vivir. Es así como este enfoque posibilitó reconocer la manera en que las y los jóvenes construyen representaciones de territorio asociadas al arraigo y al desarraigo.

Durante el desarrollo metodológico de la investigación las entrevistas realizadas tuvieron una duración promedio de siete horas. Las y los jóvenes participantes de esta investigación, como integrantes del Grupo por La Defensa de la Tierra y el Territorio de Córdoba (GTTC), empezaron hace dos años y medio un proceso de fortalecimiento organizativo. Algunos de ellos son caracterizados por estar trabajando en la agricultura, en procesos organizativos o en el área de educación propia, otros por estar estudiando, y algunos más se mueven entre el estudio y el trabajo. A lo largo de la investigación se cuidó de mantener la confidencialidad y privacidad de los participantes. En concordancia, se usan nombres distintos a los reales. Se evitó además ponerles en situaciones de riesgo emocional y/o de seguridad. A continuación, en el cuadro 1 se presentan las características de las y los jóvenes participantes de la investigación.


Cuadro 1
Participantes del estudio
Elaboración Propia

Las y los jóvenes entrevistados están entre los 21 y 26 años de edad, son indígenas y campesinos de cinco municipios de Córdoba y uno del departamento de Sucre, específicamente del municipio de San Antonio de Palmito. Todos los entrevistados cuentan con nivel académico bachiller, técnico, y en menor medida formación universitaria; se han caracterizado por participar de las dinámicas comunitarias de sus veredas y han vivido toda la vida en su comunidad. Su vinculación con el estudio es diversa, pero todos tienen la particularidad de pertenecer al GTTC, además de que han experimentado la guerra de alguna forma y en el presente enfrentan nuevas expresiones del conflicto armado.

Las familias de estos jóvenes son de origen campesino e indígena, y todos practican la agricultura. La gran mayoría de ellas ha llegado a estas comunidades por desplazamiento forzado y se reconocen como víctimas del conflicto armado colombiano. Así mismo, casi todas estas familias están a la espera de la titulación de sus tierras. Se realizaron seis entrevistas semiestructuradas, y un grupo de discusión. Se entrevistaron a 6 de las y los jóvenes (3 mujeres y 3 hombres) que hacen parte del GTTC y viven 4 municipios de Córdoba (Tierralta, San José de Uré, Lorica y Puerto Libertador) y una del departamento de Sucre (municipio de San Antonio de Palmito). Se diseñaron preguntas para un grupo de discusión que contó con la participación de doce jóvenes (ocho mujeres y cuatro hombres) del GTTC (grupo conformado por jóvenes del sur, centro y norte del departamento de Córdoba).

Este estudio investigativo contribuye a generar un nuevo conocimiento sobre la juventud de los territorios rurales, el cual ha estado ausente en las pocas investigaciones realizadas hasta ahora. Un factor fundamental para realizar esta investigación, y que ha pasado desconocido, es el hecho referido a la forma como las y los jóvenes en contextos rurales entienden, perciben y valoran el territorio. Las personas jóvenes y su territorio son en sí mismos el presente y el futuro de la sociedad rural, por lo cual resulta importante conocer las representaciones que ellas y ellos construyen de su territorio.

De esta manera, este trabajo aporta al reconocimiento de estas representaciones del territorio por parte de un sector de la población invisibilizado por la sociedad, como lo es la juventud rural colombiana, la cual constituye un agente que puede aportar y ayudar a transformar las condiciones en el campo colombiano. Para lograr identificar dichas representaciones de territorio asociadas al arraigo y al desarraigo, a la vida cotidiana y al espacio donde conviven las y los jóvenes, la percepción frente a la vida y al acceso a derechos, las transformaciones sociales, culturales y económicas en el territorio y las expectativas de las y los jóvenes, así como el dilema de quedarse o irse de sus territorios, fueron los elementos que se tomaron como referentes para elaborar dichas representaciones por parte de las y los jóvenes del Grupo por la Defensa de la Tierra y el Territorio del departamento de Córdoba (GTTC).

Muchos de los hallazgos estarán profundizados en el acápite de conclusiones, sin embargo, hay unos hallazgos encontrados que deben seguirse tejiendo. Si bien, tanto para todos las y los participantes aparecen algunos elementos asociados al arraigo, las representaciones de territorio que se construyen asociadas a este aparecen más marcadas entre las y los jóvenes indígenas, en la medida en que determinados aspectos de la cosmovisión indígena constituyen la base de representación de todos los componentes que hacen parte del territorio desde esta visión del mundo. Por otra parte, las representaciones de territorio asociadas al desarraigo tienen una tendencia más palpable desde las y los jóvenes campesinos, dado que para ellas y ellos la presencia de los grupos armados ilegales genera un mayor temor e inseguridad, y les pone en el dilema de irse o quedarse en sus territorios. Desde esta perspectiva se propone que las y los jóvenes deberían tener la libertad de poder escoger qué hacer, y no proyectarse a lo que les toca hacer por las dinámicas adversas del contexto territorial.

Si bien, tanto jóvenes campesinos como indígenas migran de sus territorios en búsqueda de nuevas oportunidades educativas y laborales, estas motivaciones no necesariamente deberían ser analizadas como expresiones de desarraigo, pues todos los y las jóvenes participantes de esta investigación valoran la vida en el campo, sus vínculos afectivos con la familia, las amistades y la comunidad. Resulta importante no ver a las y los jóvenes como desarraigados, sino más bien como una población con derechos que pueden aportarle al cambio a través de apuestas y propuestas para los territorios que ellas y ellos habitan.

Este estudio también busca reafirmar la importancia que tienen para el país las representaciones de territorio asociadas al arraigo y al desarraigo que se construyen por parte de las y los jóvenes rurales, pues tener presente dichas valoraciones es uno de los pasos para empezar a reconocerles como agentes de cambio para transformar el campo colombiano.

Contexto del departamento de Córdoba

El Censo Nacional Agropecuario (CNA) de 2014 confirma que Colombia es el país de Latinoamérica más desigual en cuanto a la concentración y distribución de la tierra. Según el informe de OXFAM1 el 1% de las fincas de mayor tamaño acaparan el 80% de la tierra en Colombia, mientras que los predios de más de 1000 hectáreas dedican el 87% del terreno a ganadería y solo el 13 % para agricultura. Se destinan 42.3 millones de hectáreas para uso agropecuario, de las cuales solo el 20% (8.4 millones de hectáreas) se dedica a cultivos agrícolas, mientras que el 80% restante es dedicado a pastos, para el mantenimiento de ganado en forma extensiva (Carlos Suescún, 2015).

Teniendo en cuenta la desigualdad derivada de la concentración y la distribución de la tierra en el país, uno de los departamentos con más alta concentración de la tierra es Córdoba, en el Caribe colombiano, donde la principal fuente económica es la ganadería vacuna, Córdoba se puede dividir en dos grandes regiones de acuerdo a sus dos ríos principales: el Sinú y el San Jorge. Adicionalmente, en el territorio se establece una diferenciación interna en zonas de alto, medio y bajo riesgo, cada una de ellas con características particulares:

Así, la Zona de Riesgo Bajo […], en donde los principales delitos denunciados son el hurto, el abuso sexual a menores, el abigeato y la extorsión. […La…] Zona de Riesgo Medio, caracterizada por la incidencia de narcotráfico hacia puertos marítimos y delitos asociados a este, como el microtráfico, el control en las vías de acceso, los homicidios selectivos, la amenaza y el desplazamiento forzado […]. Por último, la zona del Alto Sinú y San Jorge, conformada por los municipios de Tierralta, Valencia, Montelíbano, Puerto Libertador, San José de Uré, La Apartada, Buenavista, Planeta Rica, Pueblo Nuevo y Ayapel, es la zona de mayor criminalidad del departamento […]. Allí se presentan delitos asociados en mayor medida al cultivo, procesamiento y tráfico de drogas, como la instalación de minas antipersona, el confinamiento y control social y territorial de las poblaciones locales, el reclutamiento forzado, fleteos, amenazas, desplazamientos forzados y homicidios (Javier Medina, Andrea Lopera y Catalina Serrano 2016, p. 15).


Mapa 1
Regionalización del departamento de Córdoba
Procesado y georreferenciado por el Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH. Vicepresidencia de la República. Base cartográfica: IGAC.

El rio San Jorge baña las tierras de los municipios de Montelíbano, Puerto Libertador, San José de Uré, La Apartada, Buenavista, Planeta Rica, Pueblo Nuevo y Ayapel. Este territorio tiene una “larga tradición de presencia de guerrillas y de paramilitarismo. Tras los procesos de paz entre el Gobierno Nacional, el EPL, las AUC y las FARC, estas zonas han quedado controladas por bandas criminales y estructuras del ELN. La zona es propicia para el tráfico de estupefacientes y desarrollo de acciones bélicas”, así como para el tráfico de armas y la movilización de coca hacia el exterior (Rutas del conflicto, s.f).

Según la Resolución Defensorial 058 de 2010, que da un diagnóstico de la situación de acceso y tenencia de la tierra en el departamento, el 12% de la población posee el 80% de la tierra, la cual está estinada en gran medida a ganadería extensiva (Defensoría del Pueblo, 2010).


Gráfica 1
Distribución de la propiedad en Córdoba.
Medina (2016)

Al respecto, Medina establece que:

De las aproximadamente 1 933 767 hectáreas de las que se compone el departamento, solo el 4.07% son inmuebles de la Nación, mientras que 1 849 832 [hectáreas] son bienes privados, 1 826 978 de uso agropecuario y 22 853 de uso no agropecuario […]. Respecto a la propiedad de la tierra, el IGAC señala:

De esta manera según el informe de la Defensoría del Pueblo:

[…] la concentración de la tierra en pocas manos y su dedicación a la ganadería extensiva han sido causa de conflicto y pobreza para miles de campesinos e indígenas del departamento, pues esta clase de explotación emplea poca mano de obra, no paga el salario mínimo legal ni reconoce prestaciones sociales, declara avalúos catastrales ínfimos y, como consecuencia de ello, paga impuestos mínimos y ocupa suelos aptos para agricultura. (Defensoría del Pueblo, 2010)

En consonancia con esto, Córdoba es uno de los departamentos que ha presentado mayor número de casos de despojo de tierras en el país, lo que configura una situación generalizada de destierro, ruptura de referentes sociales y empobrecimiento económico y social para la población rural (Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, 2011, p. 71).

Por otro lado, el conflicto armado ha producido fenómenos de sobre concentración de la propiedad, no solo por la apropiación ilegal de predios abandonados, sino también de aquellos en los cuales el Estado difícilmente puede hacer presencia. Esta presencia ha generado un escenario de temor y confinamiento, pero también de cohesión social en las comunidades del departamento, y específicamente en las y los jóvenes.

Según un medio de prensa local del sur del departamento de Córdoba, el índice de juventud es de 25,69 (por debajo de la media nacional de 25,98), identificado como el rango donde se ubica la población entre los 15 y 29 años de vida (Córdoba es el tercer departamento con más habitantes al 9 de julio de 2019). En consonancia con lo anterior, el acceso a tierras es precario, y las afectaciones del conflicto armado se convierten en limitantes para las y los jóvenes en su construcción de un proyecto de vida asociado a la permanencia en este territorio.

Es en esta perspectiva que el Cinep/Programa por la Paz, específicamente por medio del Equipo de Tierras y Derecho al Territorio, viene haciendo acompañamiento desde el año 2011 al GTTC, el cual articula once organizaciones de víctimas, comunidades rurales, indígenas y campesinas, de pescadores, mujeres y jóvenes del departamento de Córdoba, en la exigibilidad del derecho a la tierra y al territorio, con el objetivo de la defensa de sus tierras frente al despojo por causa de la guerra, y por la garantía para la permanencia en el mismo. Con las y los jóvenes del GTTC, el Equipo de Tierras y Derecho al Territorio viene haciendo talleres de fortalecimiento organizativo y talleres de formación en identidades juveniles, así como narrativas ilustradas que den cuenta de la realidad de las y los jóvenes rurales en el territorio de Córdoba.

En los últimos tres años, el GTTC ha manifestado la importancia de la continuidad del proceso de lucha por la defensa de la tierra y el territorio que ha venido liderando por más de veinte años como líderes y lideresas en el territorio cordobés, pues existe preocupación frente al relevo generacional. Son 30 jóvenes, hijos e hijas de familias campesinas e indígenas de las etnias embera y zenú, de pescadores y de familias víctimas del conflicto armado colombiano, que se han propuesto trabajar en unidad. Cuentan con una gran diversidad cultural y étnica, y viven en 7 municipios del departamento de Córdoba (Puerto Libertador, Montelíbano, Tierralta, Lorica, San José de Uré, Montería, Ayapel). La Red Agroecológica del Caribe (Recar, otra organización que también hace parte del GTTC) tiene jóvenes en el resguardo indígena zenú de San Andrés de Sotavento (norte de Córdoba), pero también cuenta con jóvenes en el departamento vecino de Sucre, específicamente en el municipio de Palmito. Esta investigación busca hacer entonces un diagnóstico de las representaciones de territorio que construyen dichos jóvenes del GTTC, asociadas al arraigo y al desarraigo.

Elaboración teórica

Territorio y territorialidad

Para Flor Edilma Osorio (2014), lo rural debe ser situado en términos concretos en un contexto determinado, con todos los recursos, los paisajes, relaciones y representaciones de diverso orden. De esta manera, el territorio, según lo define esta misma autora, es un espacio social, históricamente construido por la dinámica de las relaciones sociales, económicas, culturales y políticas, y de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza. Los territorios tienen cuatro dimensiones: “el paisaje, las prácticas territoriales, las representaciones del territorio y las interacciones sociales y están atravesadas por el género, la edad, la pertenencia étnica y la clase” (Flor Edilma Osorio, 2016)

Para esta investigación se ha escogido la dimensión relativa a las representaciones de territorio. Estas “corresponden a los códigos de sentido dados a los lugares”, a través de las valoraciones y las construcciones hechas a partir de las historias, a veces marcadas por la violencia, pero que han generado sentido de pertenencia en los lugares rurales (Osorio, citada en Ulloa, 2017, p. 28). Las representaciones, sean propias o ajenas, constituyen un trasfondo siempre presente, pero poco evidente, que marca de manera importante los sentidos de pertenencia y de relación con los entornos que se habitan (Osorio, 2016, p. 31).

Representaciones sociales

Para esta propuesta, esta dimensión es entendida desde Denise Jodelet (2008) como constructos correspondientes al conocimiento común que sirve para desenvolvernos en la vida social, para entenderla y para actuar en ella. Estos constructos son guías en el modo de entender la realidad y de nombrarla, interpretarla y actuar frente a ella, a partir del análisis de fenómenos diversos que se encuentran en los discursos y se materializan en las prácticas cotidianas.

Desde este planteamiento, Jodelet afirma que, en tanto fenómenos, las representaciones sociales se presentan bajo formas variadas, más o menos complejas: imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencia que permiten interpretar lo que sucede, e incluso, dar un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y los individuos con quienes tenemos algo que ver; teorías que permiten establecer hechos sobre ellos. (Jodelet, 1986, p. 472).

Según Tomás Ibáñez (1994), las fuentes de determinación de las representaciones sociales se ubican en tres dimensiones: las condiciones económicas, sociales e históricas de un grupo social o sociedad determinada; los mecanismos propios de formación de las representaciones sociales (la objetivación y el anclaje); y las diversas prácticas sociales de los agentes, relacionadas con las diversas modalidades de comunicación social (Ibañez citado por Ramírez, 2008, pág. 7).

Ibáñez (1994) también señala que el hecho de que un grupo comparta representaciones sociales comunes desempeña una importante función en la conformación de la identidad grupal y en el sentido de pertenencia grupal; a partir de este sentido de pertenencia el agente establece una diferencia con otros grupos, con lo cual reafirma su identidad (Ibañez citado por Ramírez, 2008, pág. 13).

Para la teoría de las representaciones sociales, el ser humano común y corriente no solo procesa, sino que también genera información y significados. Además, el ser humano edifica su propia realidad a través de la comunicación y de sus relaciones con su entorno social más inmediato. Según (Serge Mocovicci citado por Dominguez, 2006, p.3) las representaciones sociales se representan a través de opiniones, actitudes y estereotipos que se transmiten a través de las distintas modalidades y procesos de comunicación. Al transmitir valores, conocimientos, creencias y modelos de conductas, los diversos medios influyen en la visión de la realidad que tienen las personas (Carlos Colina, 2003).

Identidad

Según Claudia Ulloa (2017), “la identidad territorial es la representación que tiene una persona de su posición diferenciada en el espacio social. La identidad se configura de modo interdependiente entre lo individual y lo colectivo” (p. 30). Desde otra perspectiva, “la persona está inmersa en redes de interdependencia donde se inserta desde su nacimiento, y donde se desarrolla y se afirma, con distintos grados y según modelos variables” (Elías, citado en Osorio, 2011, p. 3). Por tanto, en la identidad confluyen la historia y su memoria, pero también las acciones que se generan buscando alternativas de vida y su capacidad de adaptarse o modificarse en el presente y en el futuro. La identidad territorial es “una relación profunda y fundamental de nuestras vidas con el contexto en el cual habitamos y del cual somos parte (territorio)” (Osorio, citada en Ulloa, 2016).

El arraigo

Para Osorio (2009), el arraigo se construye por el tiempo que una persona ha vivido en un determinado territorio. Este abordaje del arraigo desde una perspectiva migratoria nos hace suponer que, aunque una persona se aleje del territorio, mantiene un vínculo y un anclaje territorial e identitario, que seguirán influyendo en sus prácticas, su vida y sus ritmos de consumo. Desde este ángulo, sería correcto pensar que el arraigo no es únicamente la necesidad de quedarse en un territorio determinado, sino también algo visto desde las emociones, historias e identidad que unen a un individuo con el espacio donde nació. Así también, para Quezada el arraigo es el proceso y efecto a través del cual se establece una relación particular con el territorio, en la que metafóricamente se “echan raíces” en él por diversas situaciones, creando lazos que mantienen algún tipo de “atadura” con el lugar (Margarita Ortega, 2007, pág.19).

El desarraigo

Nora Escobar (1997) aborda el desarraigo como la destrucción de los modos de vida, de la forma en que se organizan las familias, de las relaciones tradicionales entre sexos y generaciones, la pérdida de los soportes simbólicos y la pérdida de identidad. Aunque su escrito está enmarcado en el desplazamiento forzado por la violencia, ofrece elementos teóricos para entender cómo el proceso de desarraigo puede ser sigiloso y a la vez contundente, rompiendo el vínculo que une a los individuos con su tierra y sus costumbres, con su entorno y su forma de concebir el mundo.

Juventud rural

Generalmente la juventud se ha concebido de una forma homogénea, única e invariable, lo que no ha permitido reconocer las diversidades de las y los jóvenes a partir de sus contextos y realidades particulares (Roberto Brito, 1996).

Así mismo, también existen discusiones frente al tema etario. Para Brito la edad es un criterio que causa confusión, ya que muchos pretenden definir a la juventud delimitándola por rangos de edad, como punto de partida para la interpretación de la misma. Pero la juventud tiene diversas formas de manifestarse, y su duración es solo una de ellas. (Brito, 1996). En el caso de las comunidades indígenas que participan de esta investigación, la juventud no está únicamente representada en un tema etario, puesto que en las comunidades indígenas que hacen parte de esta investigación, no se vive la juventud como en la sociedad occidental; se empieza siendo niño y luego se pasa a tener responsabilidades como adulto.

Resultados de investigación

En esta sección se presenta el análisis e interpretación de la información obtenida en el trabajo de campo de esta investigación. Para adentrarnos a conocer las representaciones de territorio asociadas al arraigo y desarraigo construidas por las y los jóvenes, la presentación del análisis está estructurada con el fin de dar respuesta a la pregunta de partida de esta investigación:

¿Cuáles son las representaciones del territorio de las y los jóvenes del GTTC, en el marco de las transformaciones sociales y económicas que han ocurrido en su departamento, vinculadas a la concentración de la tierra, al conflicto armado interno, a las acciones relacionadas con la construcción identitaria, el acceso a recursos y a proyectos productivos, y cómo dichas representaciones dan lugar a transformaciones asociadas al arraigo o al desarraigo?

Con todo, se debe tener en cuenta que, debido a la diversidad de subjetividades de todos estos jóvenes, su identificación con las representaciones no es homogénea. En primer lugar, los ejes de análisis están contemplados desde las representaciones de territorio asociadas tanto al arraigo como al desarraigo. Sin embargo, ya el desarrollo de esta investigación resulta importante destacar también sus expectativas de futuro.

Representaciones de territorio asociadas al arraigo

De acuerdo a las seis entrevistas realizadas y al grupo de discusión, un primer resultado de investigación ha determinado que, si bien en el departamento de Córdoba persiste un contexto de constante violación a los derechos humanos, tanto para los jóvenes indígenas como para los campesinos persiste una representación de arraigo bastante afianzada, a pesar de las dinámicas del contexto. Esto es particularmente evidente con las y los jóvenes indígenas, lo cual no quiere decir que las y los jóvenes campesinos no cuenten con arraigo a sus territorios, sino solo que los resultados arrojan una tendencia de mayor arraigo al territorio entre los primeros. Así, en primera medida, la mayoría de jóvenes muestra una representación de territorio asociada al arraigo debido a los significados que construyen sobre el territorio.

Desde la construcción del significado de territorio

De acuerdo a lo anterior, para las y los jóvenes indígenas la representación del territorio asociada al arraigo está relacionada con elementos de su cosmovisión particular, pues el territorio para ellas y ellos reúne la vida y lo más sagrado. Así por ejemplo, para Roberto el territorio “es lo fundamental, si nosotros no tuviéramos nuestro territorio, nuestra madre tierra, imagínate dónde estuviéramos con vida, en ninguna parte. Para nosotros es lo más sagrado” (Entrevista de 2019). De esta manera, esta concepción de territorio va en concordancia con expresado por Osorio (2016): es un espacio social, históricamente construido por la dinámica de las relaciones sociales, económicas, culturales y políticas y de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza.

Para el caso de las y los jóvenes campesinos, la representación de territorio asociada al arraigo está direccionada más hacia el amor por la tierra, por tener una identidad campesina, por el conocimiento que se adquiere al estar en el territorio, por el amor reflejado hacia los demás. Por ejemplo, para Juana el territorio “es todo, mi amor a la tierra, al campesino, el amor que uno refleja a los demás y también en nuestro territorio” (Entrevista de 2019).

Tanto para jóvenes hombres como para mujeres, las relaciones con el territorio se hacen manifiestas entre los vínculos familiares y vecinales, entre lo que se ve y no se ve, entre lo tangible y no tangible (referido a lo sagrado desde la visión de los pueblos indígenas). Por ello, la representación que se crea de territorio va ligada también a la construcción cultural, a las creencias, como en el caso de las y los jóvenes indígenas, debido a lo que representa la cosmovisión para ellos. Según Ana, una joven indígena, el territorio significa “tener un espacio alrededor físico, pero también espiritual, y significa la posibilidad de persistencia en el tiempo” (Entrevista de 2019).

Tanto para jóvenes campesinos como indígenas, el territorio está relacionado con los vínculos afectivos: familia y demás habitantes del territorio. Estos son algunos de los elementos clave que fortalecen el arraigo. Por ejemplo, Paula, una joven campesina, expone que el territorio “significa mucho, además que está la parte de mi familia, es donde he ido creciendo como persona, también [es] ver las ganas que tenemos los campesinos de salir adelante” (Entrevista de 2019).

Así mismo, se le da un significado a la lucha como proceso organizativo y de resistencia en defensa de sus territorios. La lucha por el territorio es una representación que resaltan los jóvenes indígenas como un elemento de arraigo al territorio. Dice Álvaro, joven indígena, que el territorio “significa la lucha, porque estos son territorios que han venido resistiendo por este tema del conflicto, el desplazamiento y eso significa esa lucha que nosotros hemos tenido desde el territorio, es algo como de resaltar en los diferentes espacios, no todo el mundo se mantiene en un territorio azotado por la violencia” (Entrevista realizada en 2019). Esta representación da cuenta de que, a pesar del contexto territorial, las y los jóvenes indígenas asumen el legado de la lucha por su territorio ancestral, lo que deja entrever la percepción de un legado generacional que se ha venido manteniendo en el tiempo.

Además, para todos ellos, otra de las representaciones que se mantiene es la existencia de una relación con la tranquilidad, la cual, según Ana, joven indígena, “significa vivir, vivir bien, vivir contento, tener comida, tener aire fresco, tener oportunidades de crecimiento de una manera diferente” (Entrevista realizada en 2019).

Estas representaciones que construyen las y los jóvenes van en concordancia con lo planteado por Quezada frente al arraigo como proceso de establecimiento de relaciones particulares con el territorio: una forma metafórica de “echan raíces” y de creación de lazos con el lugar (Quezada, 2007, p. 9).

Desde la identidad territorial

Desde esta perspectiva las representaciones de territorio de las y los jóvenes reflejan varias tendencias. Por un lado, tanto para campesinos como indígenas la representación de territorio está asociada al paisaje y al entorno. La manera como representan el territorio parte de descripciones compuestas de valores, emociones, vínculos afectivos e historias cargadas de lazos familiares y vecinales, así como de deseos por preservar sus tradiciones, sus raíces, su origen campesino e indígena, pese al contexto de conflicto armado. Estos elementos permiten que las y los jóvenes “echen raíces”, como sostiene Quezada en su definición previa de arraigo. Para Ana, lo que más le gusta del territorio “es la gente, la comida y todo ese arraigo cultural que tienen todavía, el amor al prójimo, a la naturaleza, al territorio, eso me gusta” (Entrevista realizada en 2019).

El gusto por el territorio se puede ver representado en la tranquilidad, la libertad, lo natural, el tenerlo todo, el sustento, la comida, el poder respirar aire puro, los lazos familiares y vecinales, los procesos organizativos, en el territorio como belleza, como nacedero de río; frases como “sin campo no hay ciudad” (Entrevista a joven campesina, 2019), dejan entrever la consciencia de que es en el campo donde se producen los alimentos para sustentar a las ciudades. Para Juana, una joven campesina:

Lo que más me gusta de mi territorio es sentirse libre acá, el ambiente, que todo es natural, no tiene uno que estar escuchando tanto ruido, tanta contaminación, y uno acá puede tener todo, todo para nuestro sustento, podemos decir así: que si necesitamos un pescado y no tenemos represa ahí está el caño. Podemos sembrar nuestros alimentos y sabemos que no tienen nada de químicos, todos los días están en su crecimiento, eso es lo que más me gusta, y la gente, definitivamente los vecinos. (Entrevista realizada en 2019).

De acuerdo a esto, se puede decir que las representaciones de territorio se hacen a partir de lo que las y los jóvenes viven en su entorno, pero sobre todo por el tipo de vínculo afectivo que se genera: dichas representaciones se construyen a partir de las experiencias cotidianas y de su vivencia en el territorio. Así, las representaciones asociadas al arraigo están cargadas de emociones y valoraciones respecto a la libertad y a lo que se siente por el hecho de estar en un lugar que genera sensaciones de tranquilidad. Sin embargo, desde Osorio (2009), cuando se asocian con aspectos migratorios, los elementos de arraigo demuestran que, incluso cuando las personas se alejan de su territorio, mantienen aún vínculos territoriales e identitarios, que en buena medida determinan o siguen influyendo en sus prácticas de vida. Así pues, es muy plausible que para las y los jóvenes la relación construida con el territorio se mantenga incluso aunque a estos jóvenes les toque migrar fuera del mismo. Es decir que la identidad, como es planteado por Higuita (2012), se construye y deconstruye en la medida en que se transforman los aspectos propios (materiales e intangibles) de las comunidades, y que se reflejan en la idiosincrasia, el sentido de pertenencia, la vocación del territorio, las prácticas cotidianas familiares, laborales, recreativas, etc.

Esta situación entra en relación con lo que significa ser joven campesino o joven indígena. En el contexto violento que se muestra en el departamento de Córdoba, ser involucra un tipo de identidad y de amor por la tierra, y está asociado a las prácticas culturales que se aprenden en el territorio, como sembrar y recoger maíz. La lucha por salir adelante, el orgullo de ser campesino o de pertenecer a una determinada etnia y a una determinada tradición, el estar bien y el tener un cúmulo de oportunidades son elementos que van a fortalecer la identidad, y constituyen una representación positiva de territorio asociada al arraigo por parte de las y los jóvenes campesinos e indígenas.

Desde la relación con la tierra: “tener tierra”

Las reflexiones que elaboran los jóvenes indígenas y campesinos frente al arraigo, según sus respuestas, reflejan un aspecto de acceso a tierras como elemento importante para la permanencia en el territorio, pues contar con una tierra posibilita que tengan una mayor oportunidad de crecimiento económico, en tanto que piensan en trabajar en proyectos productivos en la comunidad o en continuar con los que ya se han implementado. Como lo expresa Paula, una joven campesina: “No soy actual propietaria de tierra. Quisiera tener tierra para empezar a hacer todo lo que estoy aprendiendo, montaría mi propio negocio ahí” (Entrevista de 2019). O en palabras de Ana: “Me gustaría tener mi propio espacio, mi propia tierrita, poder sembrar mis cultivos, nunca me he imaginado viviendo en la ciudad, siempre me imagino viviendo y envejeciendo acá en el campo” (Entrevista de 2019). Por otro lado, otro de los jóvenes campesinos planteaba que “alguna vez había un proyecto productivo de yuca, pero por no tener con ese terreno no pudimos hacer nada” (Entrevista de 2019).

En este sentido, y teniendo en cuenta estas respuestas, la representación del arraigo tiene una vinculación especial con el poder tener una tierra donde puedan sembrar sus propios cultivos, donde puedan implementar lo que han aprendido en el campo, donde puedan realizar proyectos productivos y poder tener solvencia económica. Para las y los jóvenes indígenas y campesinos, la generación de ingresos es de suma importancia para permanecer en sus comunidades. Por ejemplo, Ángel, joven campesino, planteaba lo siguiente:

Primero somos jóvenes rurales, y eso creo que genera un poco más de arraigo a ese territorio; segundo, es bastante importante porque [uno] tiene una oportunidad de empleo, una oportunidad de tener una mejor economía, ya sea familiar o colectiva, y poder tener gracias a esa economía acceso a una educación superior ya se paga, y no tener que migrar y dejar el territorio solo para poder acceder a eso (Entrevista de 2019).

La generación de ingresos conlleva un gran significado para todos ellos; a partir de los proyectos productivos no se piensa de manera individualizada, sino que persisten las prácticas colectivas para impulsar una economía colaborativa que permita no solo la sustentabilidad de la comunidad, sino que también permita la formación educativa de sus integrantes. Si no existe una generación de ingreso económico, la mayoría de ellas y ellos va a migrar en la búsqueda de mejores condiciones para sus vidas. Las condiciones óptimas implican acceder a derechos como la educación, la salud y al trabajo. Sin embargo, la carencia de estos deriva en una tendencia de mayor migración en búsqueda de mejores oportunidades.

Así mismo, para las y los jóvenes campesinos e indígenas la tierra es concebida como elemento del territorio, como herencia para las próximas generaciones que permita el sustento de sus familias. Uno de las principales incertidumbres es el temor por la venta de estas tierras a foráneos o la compra por parte de grupos armados ilegales, pues se desligaría el vínculo afectivo con el espacio.

Por otro lado, si bien el arraigo está representado en el vínculo que se genera con la tierra y el territorio desde los integrantes de las comunidades, persiste una preocupación sobre el acceso a tierras principalmente enfocado en los hombres, y no tanto para las mujeres. Esta particularidad las pone a ellas en riesgo, porque las hace mucho más vulnerables a la inseguridad alimentaria y la pobreza; además, la tierra es igualmente un derecho para las mujeres del campo, ya que ellas contribuyen al cuidado y garantía de la vida.

Desde el acceso a derechos

Las y los jóvenes entrevistados construyen sus representaciones en medio de transformaciones territoriales que impactan directamente su identidad cultural. Sus respuestas en torno al significado del territorio también dejan entrever su indignación y frustración frente al abandono estatal, sobre todo lo referido a la falta de vías en buen estado, lo que no permite que tengan acceso de manera digna, entre otras cosas, al sistema educativo, responsabilidad que recae principalmente en el papel político de los gobernantes de sus municipios y departamentos.

Entre las preocupaciones de estos jóvenes también se encuentran el acceso a la educación y al empleo. Tener un trabajo digno es un derecho, pero la gran mayoría de jóvenes salen del territorio en búsqueda de mejores opciones de empleo. Sin embargo, el trabajo informal es el que predomina, por lo que contemplan ser vigilantes, prestar el servicio militar o vivir de lo ilícito en el caso de los hombres, o ser cuidadoras de niños, empleadas domésticas o trabajar en ventas en almacenes comerciales en el caso de las mujeres, los cuales son, por lo general, trabajos mal remunerados. Para las y los jóvenes entrevistados tener un buen empleo se queda en la añoranza, pues las oportunidades son pocas. En el caso de las mujeres, el trabajo doméstico es el de más fácil acceso cuando están en la búsqueda de ingresos económicos. Sin embargo, se presentan casos de mujeres jóvenes que deben quedarse en el hogar y ejercer el cuidado de parientes mayores, hecho que no les permite salir a estudiar o trabajar de manera digna.

Adicionalmente, para la mayoría de jóvenes campesinos las opciones laborales se reducen a las faenas del campo o a actividades ilícitas, como fue expresado por Juana, una joven campesina: “Unos emigran, otros lo hacen cuando estaba lo de la coca, algunos se subían a la montaña a trabajar, raspando y eso (raspando coca), porque no había más otra fuente de ingreso, ese era la fuente de empleo y de ingreso económico que tenía el corregimiento” (Entrevista de 2019). Raspar coca como trabajo ilícito se constituye en muchos de los casos en la única fuente de empleo y de ingreso económico para solventar las necesidades más básicas. De acuerdo a esto, las representaciones que se construyen alrededor de lo ilícito van relacionadas con la falta de libertad para poder escoger un trabajo digno, con la imposibilidad de ser joven en este territorio, por las pocas oportunidades que se le brinda a juventud rural para ser.

De parte de estos jóvenes campesinos e indígenas se refleja un deseo por mantener una tradición agrícola, y por arraigarse en las labores del campo, pese a las condiciones de precariedad que viven sus familias. Sin embargo, tanto el trabajo agrícola como el asalariado se necesitan para poder solventar las necesidades, tal y como lo expresa Ana: “Nosotros somos muy variables, o sea [que los jóvenes] pueden estar en el campo con el tema agrícola, pero también pueden estar en el moto-taxi, pero también pueden estar como en otro escenario” (Entrevista de 2019). Acceder a un trabajo dentro de su comunidad representa pues para estos jóvenes una posibilidad de permanencia en su territorio.

Por otro lado, el hecho de que puedan participar de diferentes escenarios locales influye en la construcción de sus representaciones de territorio, puesto que la participación en el GTTC, en plataformas juveniles o en diversos escenarios comunitarios posibilita la discusión, el debate y el intercambio de experiencias que van aportando a la obtención de información más especializada, así como a la toma de posiciones que las y los jóvenes van adquiriendo en sus experiencias.

Particularmente, las y los jóvenes del GTTC vienen en este proceso hace casi tres años, y consolidar un grupo como este en contextos de violencia ha sido el gran desafío para afirmar una propuesta alternativa desde el territorio. Pertenecer al GTTC ha generado aprendizaje sobre las experiencias propias y de los otros y otras. Así por ejemplo, Roberto, un joven indígena, expresaba que han podido “aprender más, conocer otras vivencias de los jóvenes, tener más amigos, compartir nuestras historias y experiencias. Ustedes nos enseñan muchísimo” (Entrevista realizada en 2019). Según Paula, “[nosotros] somos jóvenes rurales, y no conocemos mucho nuestros derechos, y estar ahí ir conociendo y que te apoyen pues te va dando más actitud, más arraigo para trabajar en el territorio, y cuando ya hay conocimiento de todo eso es muy fácil caminar” (Entrevista realizada en 2019).

Así mismo, la vida en la comunidad está bien mientras haya una participación por parte de la juventud, porque existe una preocupación por las ganas de salir adelante. Según Paula, joven campesina que trabaja y participa con más jóvenes: “Me siento bien porque ahora mismo estoy trabajando con muchos jóvenes, con una asociación (Asociación de jóvenes emprendedores rurales víctimas del conflicto armado de Tierradentro), y soy la representante legal de esa asociación” (Entrevista realizada en 2019). De la misma manera, existe un orgullo de poder ser líderes y lideresas en comunidades afectadas por el conflicto armado. Las y los jóvenes están constantemente en aprendizaje del contexto, de su entorno, de las dinámicas sociales y económicas, a pesar de que a otros les ha tocado o han escogido estar por fuera de los procesos organizativos. Sentirse bien en la comunidad, pese a la falta de oportunidades, es para ellas y ellos una constante. A ellos se suma además el legado generacional y la preocupación porque el cuidado por el territorio permanezca en el tiempo, solo que las y los jóvenes no cuentan con las facilidades y oportunidades para seguir.

Representaciones de territorio asociadas al desarraigo

Para las y los jóvenes campesinos e indígenas, la representación del territorio asociada al desarraigo está relacionada con elementos como el temor, la inseguridad, la violencia. Es de señalar que los campesinos insisten más sobre estos sentimientos, por la presencia de los grupos armados ilegales en sus territorios. Pero para todos ellos, la pérdida de soportes simbólicos y la pérdida de identidad se han visto agudizadas de manera negativa por el tema de violencia e inseguridad generalizada, que causa temor y limita las libertades de movilidad por el territorio.

Como una forma de poder comprender esta realidad, las y los jóvenes entrevistados plantean que, pese a que la presencia de grupos armados genere temor, se debe buscar la forma de sobrevivir y convivir con actores armados ilegales en el territorio: “No es que tú quieras vivir [así], sino que es buscar la forma de sobrevivir y buscar la vida que es para ti” (Entrevista a joven campesina, 2019). Y en este mismo sentido, si para algunas comunidades como las indígenas (en las representaciones de territorio asociadas al arraigo del anterior inciso) el territorio representa libertad y tranquilidad, para las y los jóvenes campesinos estos dos elementos se ven afectados en sus territorios, pues la presencia de grupos armados ilegales cambia la dinámica cotidiana de las comunidades en el campo. Según Paula, joven campesina:

Es muy complicado, porque uno está acostumbrado a vivir en unos espacios donde tú puedes moverte por donde tú quieras, y al momento de tener esa presencia de estos grupos, a mí me da como ese resentimiento, de que uno esté acostumbrado a andar por donde uno quiera y que le digan ‘no, por acá no puede pasar’; son cosas que a uno le dan como esa tristeza (Entrevista realizada en 2019).

En este orden de ideas, la representación de territorio que construyen las y los jóvenes campesinos cuando se tiene la presencia de grupos armados ilegales en sus comunidades se refiere al miedo y al rompimiento de vínculos con las costumbres, puesto que ya hay prácticas locales –como ir a jugar fútbol– que empiezan a fracturarse con la sola presencia de estos grupos. Si bien ingresar a los grupos armados ilegales no se ve como una fuente de ingreso económico, las y los jóvenes campesinos sí viven la experiencia de sentirse presionados para que incursionen en ellos.

Así mismo, hay muchos jóvenes que han tenido que irse de las comunidades a raíz de la presencia de estos grupos armados ilegales. Según Paula: “Sí, han tenido que irse muchos, hay unos que por el simple hecho de vivir en el territorio y que haya presencia de uno u otro grupo, viene un grupo y habla contigo, y viene otro, y entonces empiezan a señalar que tú eres esto y lo otro”. La representación social surge en función de la inseguridad y la intranquilidad que genera la presencia de estos grupos.

En algunos casos, como en los municipios de Tierradentro y Tierralta, las y los jóvenes campesinos han migrado a otras ciudades o veredas. Sin embargo, no solo se genera esta inseguridad con respecto a los actores ilegales, sino también hacia los legales. Como expresa Ana: “Legales o ilegales, siempre me he sentido insegura” (Entrevista de 2019). Teniendo en cuenta estos elementos, se evidencia cómo algunos jóvenes hombres y mujeres deben migrar del territorio de manera obligada, sin la libertad de poder escoger qué hacer. El irse del territorio implicaría, para estos casos, la desvinculación directa con el territorio y su entorno, y con ello la no continuidad de sus prácticas culturales tradicionales.

Adicionalmente, para las y los jóvenes campesinos la presencia de los actores armados ilegales genera un significado negativo para el territorio. Según una de las jóvenes campesinas entrevistadas: “La presencia de los grupos al margen de la ley es lo que menos me gusta, pero es algo que es inevitable” (Entrevista de 2019). Así mismo, esto va de la mano del abandono estatal, como lo expresa otra joven campesina: “No hay vías buenas, donde vamos a estudiar es muy duro, el día que llueva es una situación dura, pero ya eso se debe a que los gobernantes nos tienen abandonados” (Entrevista de 2019).

Por otra parte, uno de los cambios relevantes se enmarca en la forma como se ha agudizado el conflicto por la tierra, dado que existen grupos de presión que la están reclamando como de ellos. Existe entonces el temor de ser desplazados, puesto que las tierras no están legalizadas. Algunos de los jóvenes sí quieren habitar su tierra, pero se necesitan proyectos productivos para que se queden. Dentro del grupo de jóvenes se han generado unos lazos de confianza que permiten que se cuenten la situación. Sin embargo, no se atreven a hablar, lo que da muestras del temor que late presente dentro del territorio.

Del mismo modo, el acceso a derechos como la educación, y la salud no presenta cambios, y la falta de garantías para el ejercicio de estos derechos sigue latente. El proceso de paz en su momento generó calma en el territorio, generó seguridad, pero ahora existe una renovada oleada de violencia, lo cual genera frustración ante esta situación. Estas situaciones encuentran su contraparte en procesos como el del GTTC; según Paula: “El GTTC genera confianza, es esa gran familia, no genera temor, los dolores de la violencia deben sanarse, y este proceso ha permitido ir sanándolos” (Entrevista de 2019). Igualmente, para otro joven indígena:

Los cambios que se han notado en los últimos años es que hemos llevado varios jóvenes, esos jóvenes ya tienen experiencias con otras comunidades, tienen conocimiento de las organizaciones que nos han brindado esos apoyos, esos talleres, eso para mí es importante, que repliquen eso en la comunidad, esas experiencias que nos comparten van generando conocimiento dentro de la comunidad (Entrevista de 2019)

De acuerdo a lo dicho por el joven, uno de los cambios que se resaltan tiene que ver con la adquisición de conocimientos y el sentido de réplica, acciones que se muestran como caminos para el fortalecimiento de la identidad. Sin embargo, la formación que se imparte en los talleres en los que estos jóvenes participan como grupo no son suficientes para permanecer en el territorio, y se necesitan otras salidas para afianzar una apuesta común que les permita como grupo poder permanecer en el territorio.

Expectativas de futuro

Las expectativas de futuro de las y los jóvenes contemplan, por un lado, el acceso y la garantía de derechos como la educación, la salud y el trabajo, y por otro, el sueño de tener un estudio universitario, trabajar en el territorio, acompañar a la comunidad y trabajar por ella, conservar la historia y mantener las amistades, entre otras múltiples expectativas. Si bien hay jóvenes que quieren quedarse en el territorio, existen otros que salen y no regresan, como es el caso de numerosos jóvenes campesinos. Para estos últimos, las representaciones que han construido se cimentan en la idea del territorio añorado, ese que cuenta con mejores oportunidades para quedarse.

El retorno de estos jóvenes va a depender en últimas de las oportunidades que se abran en sus territorios. La respuesta al dilema de irse o de quedarse depende en este caso de los sueños de cada joven. Hacer un ejercicio de réplica de los conocimientos adquiridos por los líderes y las lideresas es fundamental entonces para darle continuidad al proceso que está emprendiendo la nueva generación de jóvenes, pues se evidencia una clara necesidad por parte de estos. Las expectativas están representadas en la trasmisión de saberes de parte de los mayores a los jóvenes, en la no violencia y la erradicación de los grupos armados. Se añora también que los jóvenes que se han ido logren retornar a sus comunidades. Los procesos de legalización de tierras cobijan igualmente un sueño presente en todo tiempo. El departamento de Córdoba se sueña así como un lugar libre de violencia, donde haya paz y tranquilidad.

Conclusiones

Con los resultados obtenidos, podemos dar cuenta de que las y los jóvenes construyen sus representaciones de territorio a partir de la interacción directa con la comunidad, por su relación con el paisaje y la naturaleza, y por sus experiencias cotidianas en el territorio.

Como característica fundamental, estos jóvenes entrevistados pertenecen todos al GTTC, lo que les posibilita el encuentro, el intercambio y la interacción con otros jóvenes y organizaciones que manejan información y diversas miradas sobre el territorio. Por su parte, el contexto social de Córdoba está marcado por transformaciones de tipo físico, social, cultural y económico, y existe además una preocupación por la pérdida de saberes, sobre todo entre la juventud indígena, lo cual incrementa su descontento ante las fallas de funcionamiento en el plano estatal, por ejemplo.

Para lograr identificar entonces las representaciones de territorio asociadas al arraigo y al desarraigo se tuvieron en cuenta elementos de la vida cotidiana, del espacio donde conviven, la percepción frente a la vida y al acceso a derechos, las transformaciones sociales, culturales y económicas en el territorio y las expectativas de jóvenes hombres y mujeres, así como la cuestión frente al dilema de quedarse o irse de sus territorios por parte de las y los jóvenes del GTTC.

Si bien para todos estos jóvenes se identifican diversos elementos relacionados con el arraigo, las representaciones de territorio que se construyen asociadas a este aparecen más marcadas entre las y los jóvenes indígenas, en la medida en que varios aspectos de su cosmovisión constituyen la base de representación del territorio en el que habitan. Para estos jóvenes indígenas, el territorio está cargado de significados que se asocian al cuidado y equilibrio con la naturaleza, por más que estos elementos no sean suficientes para que los jóvenes quieran permanecer en el mismo.

Por otra parte, las representaciones de territorio asociadas al desarraigo presentan una tendencia más representativa entre las y los jóvenes campesinos, dado que para ellas y ellos la presencia de los grupos armados ilegales genera mayor temor e inseguridad, y los enfrenta al dilema de irse o quedarse en sus territorios. En este sentido, la situación ideal para estos jóvenes debería pasar por la libertad de poder escoger qué hacer, y no limitarse a aquello que les toca hacer en función de las dinámicas adversas del contexto en el que se encuentran.

Aunque muchos jóvenes, tanto campesinos como indígenas, migran de sus territorios en búsqueda de nuevas oportunidades educativas y laborales, estos movimientos no deberían ser analizados a priori como expresiones de desarraigo, pues como pudo verse las y los jóvenes participantes de esta investigación valoran la vida en el campo, así como sus vínculos afectivos con la familia, amistades y comunidad. En este sentido, resulta importante no catalogar a estos jóvenes migrantes como desarraigados, sino más bien como una población sujeto de derechos que puede aportar al cambio a través de apuestas y propuestas para los territorios en que ellas y ellos habitan.

Comprender la diversidad y pluralidad de lo que quieren y sueñan los jóvenes, en medio de condiciones de conflicto y pobreza, constituye así uno de los primeros pasos hacia su reconocimiento como jóvenes que le apuestan a la transformación del campo colombiano.

Desde otro aspecto, todos los jóvenes del GTTC resaltan la importancia de recibir formación por parte del Cinep, pero es necesario reconocer que esto resulta insuficiente en el esfuerzo por una apuesta común que permita que ellas y ellos logren su realización en el campo. En ese sentido se requieren oportunidades concretas, que permitan cerrar las brechas sociales y amplíen a su vez las oportunidades para poder permanecer en el campo de manera digna.

Con todo, las y los jóvenes entrevistados del GTTC se reconocen como sujetos activos que construyen una visión del mundo propia, así como con la comunidad y las organizaciones con las que se relacionan, y a partir de esta interacción e interpretación de la realidad toman posición y actúan a través de sus diversas prácticas organizativas, lo que les permite reflejar sus percepciones de descontento o agrado por la realidad que viven en sus territorios. Existen en ese sentido expectativas positivas por seguir construyendo y fortaleciendo las organizaciones comunitarias, bajo la modalidad de emprendimientos locales y regionales. Por otro lado, también se reflejan expresiones de descontento entre las y los jóvenes, por la incapacidad de reconocerlos como sujetos de derecho que pueden transformar y aportar en cada una de sus comunidades.

En el tema de tierras, el tener acceso a estas no solo da la posibilidad de que los jóvenes permanezcan en sus territorios, sino que abre además la oportunidad para apostarle a una autonomía alimentaria en los territorios rurales, apuesta actual que se ve reflejada en varias iniciativas propias como la agroecología o los territorios agroalimentarios.

La generación de ingresos es igualmente importante al hablar de la sustentabilidad de los jóvenes en el territorio, puesto que las dinámicas que los empujan a irse del territorio no permiten la implementación de proyectos para un desarrollo integral. En ese sentido, el futuro no se ve como el horizonte de la juventud, sino que es el presente es el que se convierte en el escenario actual de los proyectos de vida de los jóvenes.

En relación con esto, es posible identificar una afinidad por los proyectos productivos como fuentes económicas que permiten tener un mayor interés sobre el territorio, al tiempo que posibilitan el fortalecimiento de conocimientos. Los proyectos productivos resultan así de gran importancia para seguir afianzando el arraigo en los territorios. Las prácticas culturales referidas al trabajo agrícola siguen siendo predominantes para el campo en el departamento del Córdoba, y continúan generando aprendizajes pertinentes para el desarrollo de las prácticas culturales, así como aportes para la preservación de saberes que se han ido manteniendo de generación en generación.

Por oposición, el limitado acceso a crédito para acceder a tierras por parte de las jóvenes es un obstáculo para que puedan generarse ingresos a partir de iniciativas empresariales. Es necesario complementar entonces las oportunidades de empleabilidad a partir de proyectos productivos con otro tipo de iniciativas propias, que permitan igualmente a las y los jóvenes agenciarse otros ingresos orientados al cubrimiento de sus necesidades. Por ello resulta indispensable generar oportunidades para que las y los jóvenes puedan ingresar a su primer empleo, considerando que esto es un factor determinante para el logro de su solvencia e independencia económica.

Las representaciones de territorio permiten finalmente comprender los efectos de las tensiones entre lo que se comparte y se confronta sobre el territorio, entre lo que cambia y lo que permanece, entre lo que domina y lo que emerge. En síntesis, existen múltiples representaciones sociales sobre el territorio por parte de los diferentes actores presentes, asociadas a las diversas percepciones del lugar, y que se agrupan bajo la denominación común de territorialidades. Las representaciones del territorio marcan en ese sentido los sentidos de pertenencias y arraigos, así como la relación que se construye con aquellos lugares en donde se vive.

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Notas

1 Es una confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales, que realizan labores humanitarias en 90 países. Se caracteriza por ser un movimiento mundial de personas que trabajan juntas para acabar con la injusticia de la pobreza.


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