DOSSIER
Recepción: 09 Junio 2020
Aprobación: 21 Julio 2020
Resumen: En este trabajo se analiza la experiencia del Grupo de Trabajo Juventud Rural de la Reunión Especializada de Agricultura Familiar del MERCOSUR entre los años 2007 y 2018 con el objetivo de reconocer las acciones promovidas en este ámbito para fortalecer la participación de los y las jóvenes rurales como líderes y lideresas de las organizaciones de la agricultura familiar de la región en vistas de fomentar su arraigo en los territorios. En tanto la participación de jóvenes rurales como referentes y referentas de este tipo de organizaciones es poco frecuente en nuestra región, a partir de esta experiencia se buscar reflexionar en torno de las posibilidades y limitaciones de la juventud para liderar estos espacios y procesos y de estas estrategias para fomentar el arraigo.
Palabras clave: Juventud Rural, Agricultura Familiar, Organizaciones, MERCOSUR, REAF.
Abstract: This article analyzes the experience of Rural Youth working group of the Family Farming Specialized Meeting of MERCOSUR between 2007 and 2018 in order to recognize the actions developed to strengthen the leadership of rural youth into Family Farming Organizations and to discourage migration. Taking into account that rural youth do not use to lead these organizations in our region, we aim to think about youth possibilities and limitation to play these roles and strategies developed to promote rootedness.
Keywords: Rural Youth, Family Farming, Organizations, MERCOSUR, REAF.
Introducción
En este trabajo se analiza la experiencia del Grupo de Trabajo (GT) Juventud Rural de la Reunión Especializada de Agricultura Familiar del Mercado Común del Sur (REAF - MERCOSUR) entre los años 2007 y 2018 con el objetivo de reconocer las principales acciones impulsadas desde este ámbito para fortalecer la participación de las y los jóvenes rurales1 como líderes y lideresas de las organizaciones de la agricultura familiar (OAF) de la región y promover su transformación en actores y actoras pero sobre todo en autores y autoras de las políticas públicas para la ruralidad en la región, en vistas de fomentar su arraigo a los territorios (Pirone, Favio, 2012; Pontoriero, Matías, 2014; UCAR, 2011). Si bien en un primer momento se analiza en general la agenda de este espacio, se pone el foco en las experiencias de los Cursos de Formación de Jóvenes Rurales, en tanto: a). ha sido la principal estrategia desarrollada en este espacio para fortalecer la participación de los y las jóvenes en las OAF, repitiéndose en el tiempo; b). ha tenido lugar en el espacio regional y, por lo tanto, se ha dirigido, al mismo tiempo, a jóvenes provenientes de los diferentes Estados Parte y Asociados al MERCOSUR2, reconociendo que la juventud rural de la agricultura familiar de la región comparte una serie de características comunes más allá de las particularidades dadas por sus lugares de pertenencia (González Leticia, 2017); c). esta política ha sido evaluada favorablemente en el ámbito regional y d. ha sido replicada en los ámbitos ámbitos nacionales de los Estados Parte del MERCOSUR, con la participación de otras y otros jóvenes que integran las OAF de cada uno de los países. Con ello, se busca contribuir a la reflexión en torno de las posibilidades y limitaciones de la juventud para liderar estos espacios y procesos y de este tipo de estrategias para fomentar estos liderazgos y para promover el arraigo en los territorios.
El desarrollo de estas estrategias de formación en el marco regional parte de la consideración de que el fortalecimiento de la participación de los y las jóvenes rurales en las OAF es central en la promoción del arraigo de estas actores y actores en el territorio (Pirone, Favio, 2012).
La disminución de la población rural en todos los países del mundo en general, y en nuestra región en particular es advertida como una problemática creciente (Arias, Patricia, 2009; Toro Briones, Guillermo, 1998; Durston, John, 1996; RIMISP, 2020). En los primeros años del siglo XXI (2007-2008), la población urbana superó por primera vez, a nivel global, a la población rural en el mundo y se espera que para el año 2050, dos tercios de la población mundial viva en las ciudades (FAO, 2017). Esta relación no es la misma para todos los países. Así, mientras en los países desarrollados aproximadamente tres cuartas partes de la población vive en las ciudades, en los países en desarrollo este porcentaje es de poco más de un tercio (FAO, 2017). Es decir, si bien en los países en desarrollo -como el nuestro- esta proporción es menor y resulta relevante observar las tendencias de expulsión de población rural que se vienen dando en los últimos años, también es importante reconocer y atender a las poblaciones que aún permanecen en estas regiones. Junto con ello, es relevante advertir que las estrategias para fomentar el arraigo de la población que aún habita los espacios rurales tienen una importancia (y una urgencia) especial y deben adquirir características particulares que les permitan revertir o ralentizar estas tendencias que parecen inexorables.
Este fenómeno se combina con el envejecimiento de la población rural. En América Latina y el Caribe, la población de jóvenes rurales (de entre 15 y 29 años) ascendía en 1995 al 26% de la población rural, porcentaje que ha ido decreciendo rápidamente durante la década del 2000 para ubicarse, en el año 2005, en torno del 23%. Asimismo, la cantidad de jóvenes que habita en las áreas rurales representa el 20% de la población total de jóvenes de la región (Becerra, Cristián, 2010; RIMISP, 2020).
Ambas cuestiones se asocian con un fuerte y sostenido proceso de migración urbano-rural. En nuestra región, el proceso de eliminación de explotaciones de la agricultura familiar y de introducción de nuevas dinámicas productivas asociadas al modelo de los agronegocios, que tuvo lugar en los países del cono sur con mayor énfasis a partir de la década de 1990, aceleró estas migraciones (Centurión, Hugo Florencio, 2010; Fassi, Mariana, 2009; Giarraca, Norma y Teubal, Miguel, 2006; Gras, Carla y Hernández, Valeria 2013; Palau Tomás, Cabello Daniel, Maeyens Ana, Rulli Javiera & Segovia Diego, 2007). Este fenómeno afecta principalmente a las poblaciones más jóvenes, lo que acentúa las brechas generacionales al tiempo que contribuye a la pérdida una forma de vida particular -en y con el campo- transmitida de generación en generación por aquellos y aquellas que viven en las zonas rurales.
La expulsión de la población rural de los territorios está relacionada con una multiplicidad de variables y dimensiones. Entre ellas se pueden mencionar las causas vinculadas a la dimensión económico-productiva, como una menor necesidad de mano de obra para el desarrollo de tareas agrícolas, el poco reconocimiento de los aportes del trabajo de las y los jóvenes en los predios o la imposibilidad de los y las jóvenes de llevar adelante explotaciones de forma independiente. Este último punto se vincula con los límites en el acceso a la tierra y otros recursos productivos en relación con sus costos, pero también a límites en los patrones sucesorios. Así, la búsqueda de nuevas oportunidades de empleo es uno de los motores de la migración. Pero también desde la literatura se identifican otra serie de causas, vinculadas con las realidades sociales y políticas de los y las jóvenes que habitan el campo. La dispersión geográfica, el difícil acceso a la educación y a servicios como la salud o la infraestructura de comunicaciones también impulsan a la migración en búsqueda de mejores condiciones de vida. Por último, la dificultad de las personas jóvenes para insertarse en organizaciones político-gremiales del sector y, en consonancia con ello, para incidir en las políticas públicas diseñadas para el sector, es también reconocida como un motor de los procesos de migración hacia las ciudades (Caputo, Luis 1999, 2006; Durston, John 1996; Kessler, Gabriel 2005, 2007; Toro Briones, Guillermo 1998).
La inclusión de las y los jóvenes en los espacios de toma de decisión -tanto al interior de las explotaciones como en las comunidades- no es una realidad asidua en nuestra región. Es decir, si bien suelen integrar espacios de juventud dentro de las OAF, la participación de las y los jóvenes como referentes y dirigentes de las organizaciones político-gremiales que representan al sector de la agricultura familiar latinoamericana es poco frecuente (González Leticia, 2018). Por el contrario, el liderazgo de estos espacios suele recaer en personas adultas (mayormente hombres), que además tienden a perpetuarse en esos puestos en tanto son reconocidos como expertos en el desarrollo de esa tarea tanto dentro como fuera de la comunidad. Entendida como una etapa de transición hacia la adultez, la juventud puede ser vista como un proceso de formación y de asunción de las responsabilidades de los adultos (RIMISP, 2020). Sin embargo, en lo que respecta al liderazgo en las organizaciones, este proceso parece quedar trunco.
Las razones de este fenómeno, no obstante, no son tan claras. En muchos casos se aduce desinterés por parte de las y los jóvenes, que ya no desean habitar el campo y, por lo tanto, no desean integrar este tipo de organizaciones. En otras oportunidades, las y los jóvenes señalan la falta de espacios o la poca escucha por parte de los adultos de sus ideas, necesidades e intereses. En este sentido, se da cuenta del adultocentrismo del mundo rural, que desestima o subestima los puntos de vista y los intereses de los jóvenes, generando su exclusión. Un tercer argumento para esta baja participación de la juventud en el liderazgo de las organizaciones es su escasa formación para la función dirigencial (González, Leticia, 2018; Pirone, Favio, 2012; RIMISP, 2020; UCAR, 2011)
En consonancia con ello, desde diferentes espacios se ha promovido la formación de los y las jóvenes rurales como estrategias para reducir o revertir las mencionadas tendencias de inserción de estos actores y actoras en el proceso de toma de decisiones y, como corolario, para promover su arraigo a los territorios. Este es el caso del GT Juventud Rural de la REAF en general y del Curso Regional de Formación de Jóvenes Rurales en particular. De esta forma, en este trabajo se analiza la mencionada experiencia de formación buscando generar aportes para reflexionar en torno de la importancia de este tipo de estrategias para fortalecer la incorporación de jóvenes en las organizaciones y promover así el arraigo.
Para ello, este trabajo se estructura en tres apartados. En el primero se realiza una presentación de la REAF, su estructura y características particulares en torno de la participación de las OAF en su seno desde su creación en el año 2004 y se puntualiza en el GT Juventud Rural, haciendo énfasis en el proceso de su conformación, su dinámica de acción y agenda. En el segundo, se pone especial atención en los Cursos Regionales de Formación de Jóvenes Rurales, focalizando en las modificaciones y permanencias de la propuesta en las sucesivas ediciones llevadas adelante entre los años 2008 y 2016. Por último, se presentan una serie de reflexiones que surgen de este análisis y que buscan responder a las preguntas aquí planteadas.
En términos metodológicos, se recurre a a) investigación documental a través del análisis de las actas de las reuniones y otros documentos de la REAF, b) entrevistas semiestructuradas a actoras y actores clave que han participado de la REAF en el período estudiado: funcionarios, funcionarias, técnicos y técnicas de los Estados Parte, expertos y expertas en las temáticas que se abordan la reunión y miembros de las OAF, y c) instancias de observación participante que ha llevado adelante la autora tanto en reuniones preparatorias y decisorias de la REAF como en diferentes instancias de los Cursos Regionales. Cabe señalar que parte del trabajo de campo realizado para este artículo se basa en el trabajo de tesis de la autora (González, Leticia 2018). Esta tesis analizo la participación de las organizaciones de la agricultura familiar (OAF) en la REAF del MERCOSUR entre los años 2004 y 2012 para determinar cuáles han sido los aportes de los actores y las actoras sociales al proceso de construcción de políticas públicas regionales para el sector y, consecuentemente, al proceso de construcción del bloque como un espacio para el desarrollo de la región3.
La juventud regional en la REAF: dinámicas y agenda
El GT Juventud Rural fue creado en la REAF en el año 2007, aunque las discusiones acerca de la importancia de crear un espacio destinado a la atención de las necesidades, realidades e intereses de este conjunto de actoras y actores en el ámbito regional e incluso el debate sobre su posible agenda temática comenzó en el año 2005. Antes de adentrarnos en las dinámicas, agenda y propuestas de este GT, sin embargo, resulta relevante detenerse en las características de la REAF, en tanto ofrece el marco para su funcionamiento y le otorga una serie de particularidades vinculadas en especial con su dinámica de funcionamiento.
La REAF como marco para el funcionamiento del GT Juventud Rural
La armonización de políticas vinculadas con la agricultura4 fue un área de trabajo central en la estructura institucional del MERCOSUR tal como ésta fue diseñada al momento de su instalación en el año 1991. Ello se debió a que ese sector -el de la agricultura- constituyó, desde el mismo nacimiento de los Estados de la región, un importante eje que moldeó las sociedades, las estructuras políticas y las economías de los países en formación (Barsky, Osvaldo & Gelman, Jorge 2009; Bisang Roberto, Anlló Guillermo & Campi Mercedes, 2008; González, Leticia, 2018; Ramos, Alvaro, 2010a; Stedile, Joao Pedro, 2011). Sin embargo, el foco de acción estuvo puesto en aquellos bienes agrícolas -materias primas- orientados a la exportación, que se producen en el marco del modelo de los agronegocios5 (Gras Carla y Hernández Valeria, 2013, 2017; Palau Tomás et al., 2007; Stedile Joao Pedro, 2013). Por el contrario, las problemáticas, necesidades, intereses y realidades del sector de la agricultura familiar no fueron abordadas durante la primera etapa del MERCOSUR, pese a que las políticas emanadas del bloque contribuyeron a la modificación de las reglas de juego de todas las producciones agrícolas de la región, especialmente en lo que refiere a los modos de producción y comercialización de bienes agrícolas pero también, por ejemplo, de los modos de representación político-gremial en el sector (González, Leticia, 2017, 2018; Manzanal Mabel & Schneider Sergio, 2011; REAF, 2006, 2010).
La creación de la REAF se inscribe en el proceso de incorporación de nuevas agendas de trabajo en el MERCOSUR que tuvo lugar desde comienzos del siglo XXI. Este giro del bloque estuvo promovido por una nueva mirada surgida desde los liderazgos políticos de la región en torno de las problemáticas y realidades de cada uno de sus países, pero también por una nueva forma de concebir y de asir las iniciativas de integración regional sudamericanas (Vazquez Mariana y Perrotta Daniela, 2013). En este proceso, se buscó incluir actoras, actores, dimensiones y tópicos que se consideraban relevantes para alcanzar el desarrollo de las economías y las sociedades de los países de la región, pero cuya importancia había sido soslayada hasta el momento. Así, surgieron nuevas agendas de la integración en las más diversas áreas políticas, productivas, sociales y culturales (Caetano, Gerardo, 2011; Vazquez Mariana & Perrotta Daniela, 2013).
En el año 2004, con la aprobación de la Res. N°11/04 del Grupo Mercado Común (GMC), se cristalizó un proceso largamente demandado por actores y actoras pertenecientes a organizaciones sociales y políticas, organismos internacionales y gobiernos de la región (González Leticia, 2011, 2016, 2018). Con la creación del REAF, el MERCOSUR se propuso diseñar estrategias para “fortalecer las políticas públicas para el sector, promover el comercio de los productos de la agricultura familiar y facilitar la comercialización de productos oriundos de la agricultura familiar de la región” (Res. GMC N°11/04. Art 1). Es de estos primeros objetivos de donde se desprende la agenda de la REAF, que no se planteó de una vez y para siempre, sino que fue evolucionando y consolidándose reunión a reunión. Ello se hace visible en la continua creación de GT.
Los GT constituyen la herramienta con la que cuentan las Reuniones Especializadas (RE) del MERCOSUR (como la REAF) para introducir nuevas temáticas y atender de forma profunda alguno de los elementos que conforman su agenda de trabajo. Los mismos varían de acuerdo con las necesidades de la reunión y con los temas que aparecen como de interés al transitar el proceso de integración (REAF, 2006). La consolidación de estos grupos permite que a su interior se multipliquen las cuestiones abordadas así como los enfoques y perspectivas, lo que ha dado como resultado una cada vez mayor complejización de las temáticas trabajadas y un tratamiento que aparece como más adecuado y completo. Para fines del año 20186, la REAF contaba con 6 GT: seguro agrícola y gestión de riesgo, acceso a tierra y reforma agraria, juventud rural, género, facilitación de comercio y registros de la agricultura familiar (además de una secretaría técnica).
Sin embargo, ellos no fueron creados de forma definitiva al inicio del proceso de instalación de la REAF sino que fueron apareciendo conforme avanzaba y se consolidaba la Reunión. En este sentido, a partir del análisis de las actas de las reuniones de la REAF es posible reconocer que en el período desarrollado desde 2004 hasta 2008 se van instalando la mayoría de las temáticas, que son complementadas con algunos nuevos tópicos o nuevas formas de abordaje hasta el final del período estudiado (González, Leticia, 2018).
En cuanto a las temáticas abordadas, en las primeras reuniones la agenda de la REAF se concentró mayoritariamente en el tratamiento de cuestiones y problemáticas vinculadas a la dimensión económica (tanto comercial como productiva) de la agricultura familiar. Durante este período, los principales tópicos abordados fueron las políticas crediticias y la gestión del riesgo (seguros agrícolas), la facilitación del comercio de los productos provenientes de este sector y al acceso a la tierra y la reforma agraria. También se trabajó en el diseño de un instrumento para la medición del PBI de la agricultura familiar en el bloque. A poco de andar la reunión, sin embargo, se fueron introduciendo otras temáticas y puntos de vista, vinculados a la concepción de la agricultura familiar no sólo como un sector productivo sino también como un sector social y cultural diferente a otros que habitan el campo. Esta visión de la agricultura familiar como un modo particular de vivir y ser en el territorio se fue haciendo cada vez más presente en la reunión y ello se observa en las temáticas que son abordadas en su seno. Ello no implicó que se abandonaran aquellos temas más vinculados a la dimensión económica del sector: por el contrario, su tratamiento fue profundizado y se generaron nuevas perspectivas y herramientas para su abordaje. Pero la agenda de la reunión comenzó a ser más nutrida. Así, por ejemplo, en la tercera reunión de la REAF (2005), se comenzó a discutir la posible inclusión de un espacio destinado a trabajar en torno de las políticas de inserción y arraigo de la nueva generación de agricultores familiares, incorporando además de forma permanente a organizaciones de juventud vinculadas a la agricultura familiar o áreas de juventud de las OAF que ya participaban de la REAF, como se analiza en el siguiente apartado.
En definitiva, es posible observar un gran avance al interior de la reunión en términos de la consolidación de su institucionalidad y en relación con la cantidad, complejidad y profundidad de los temas planteados. Estos se han sostenido en el tiempo, logrando un abordaje profundo y complejo de cuestiones que aparecen como centrales para la agricultura familiar de la región.
Pero la REAF no resultó novedosa sólo por su agenda y objetivos, sino principalmente por la dinámica de trabajo establecida en el marco de la institucionalidad regional restrictiva que ofrece el MERCOSUR (González, Leticia & Lagar, Florencia, 2014).
La REAF, al igual que las demás RE del MERCOSUR, es coordinada por las autoridades nacionales (ministros y ministras o similares) de las áreas de incumbencia, pero están integradas por técnicos y técnicas de cada uno de los Estados Parte del MERCOSUR. Pueden participar también de ellas representantes de los Estados Asociados. Cada uno de los y las participantes representa a su propio Estado, aportando a la reunión la mirada nacional de los procesos y temas que allí se discuten. Así, se organizan en el seno de la Reunión bajo la forma de secciones nacionales.
Las RE, además, cumplen sus actividades en dos etapas: una preparatoria y otra decisoria. En la etapa preparatoria pueden participar diversas actoras y actores, miembros de organizaciones y movimientos del sector de incumbencia de la reunión, que son convocados y convocadas por cada país para aportar sus perspectivas en los temas que se aborden, formando parte de las secciones nacionales. También pueden desarrollarse seminarios para ampliar los temas a abordar en la etapa decisoria. Sin embargo, la participación de las organizaciones reviste -de acuerdo con la normativa- carácter meramente consultivo. Es decir, tienen facultad para emitir sus opiniones, pero no su voto. La instancia decisoria, por el contrario, debería quedar reservada a quienes representan a los Estados. Sin embargo, en el caso de la REAF se ha promovido la participación de un conjunto amplio de actores y actoras -a través del financiamiento directo de su participación, ya sea vía los Estados o vía el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) en su división para el MERCOSUR8 - y se los y las ha legitimado para participar del proceso de discusión junto con las y los representantes de los Estados en todas las instancias que conforman la reunión. En este sentido, en las actas de las reuniones es posible observar que la participación en representación de las OAF ha sido amplia, superando en muchos casos en número a los y las representantes de los Estados.
Esto además es revalorizado en diversos documentos que caracterizan a la REAF como un importante espacio de diálogo político entre los gobiernos y el sector (Ramos, Álvaro 2010b; REAF, 2010).
Con respecto a su incidencia, en el trabajo de campo realizado se pudo observar, en primer lugar, que las y los representantes de las OAF no sólo han podido participar en las secciones nacionales o en las reuniones preparatorias, sino que se han podido expresar en todas las instancias de la Reunión, incluyendo las decisorias. Ello es visible tanto en las actas de las reuniones que se llevan adelante en el ámbito regional, donde se enumera quienes han participado, como en las instancias de observación participante. Pero además, ello es resaltado en las entrevistas realizadas tanto a los y las representantes de los gobiernos como a las y los miembros de OAF9. Esta amplia participación no implica que las OAF sean capaces de tomar decisiones en el ámbito de la REAF, porque esa limitación está explícitamente establecida en la reglamentación del bloque. Ello va en línea con que las OAF representan a grupos de interés en torno de las temáticas de discusión y, como tales, tienen una mirada interesada que no puede reemplazar a la mirada del Estado (que condensaría el interés nacional) en relación con una determinada temática. Sin embargo, el rol de estas organizaciones es central para nutrir y complementar la posición del Estado, reforzando de este modo su rol como hacedor de políticas públicas. En muchas de esas temáticas al interior de la REAF, la participación de actores y actoras diferentes del Estados es una pieza fundamental para comprender la evolución de las agendas y las decisiones de política pública adoptada.
A esta amplia participación de actores y actoras sociales se suma la participación de los Estados Asociados al MERCOSUR en la REAF. Si bien este es un elemento habilitado por la normativa del bloque, para el caso de la REAF se destaca que esta participación ha sido continuada y comprometida. A partir del análisis de las actas de las reuniones es posible advertir que esta participación ha sido mayor para los casos de Bolivia y Chile y que las delegaciones enviadas a las reuniones han sido numerosas y han estado integradas -en especial en el caso de Chile- tanto por representantes de los gobiernos como por miembros de las OAF del país. También se observa -tanto en las actas como en las entrevistas realizadas- que estas delegaciones se han plegado a las diferentes actividades propuestas en el marco de la REAF, ya sea en aquellas referidas a la realización de informes o estudios, o incluso a actividades que implican la movilización de recursos y personas, como por ejemplo los cursos de formación promovidos en el marco del GT Juventud Rural como se aborda a continuación.
Los elementos mencionados -la agenda de la REAF, la participación de miembros de organizaciones sociales en su seno y el activo involucramiento de los Estados Asociados junto con los Estados Parte del MERCOSUR en las temáticas que incumben a la Reunión- otorgan un marco particular al GT Juventud Rural, cuya agenda y dinámicas se abordan a continuación.
El GT Juventud Rural: dinámicas y agenda
Como se señaló en el apartado anterior, el GT Juventud Rural fue formalizado al interior de la REAF en el año 2007 (Reunión N°01/07, realizada en Asunción, Paraguay). Sin embargo, desde el año 2005 (tercera reunión de la REAF, realizada también en Paraguay) se comenzó a discutir la importancia de contar con un espacio específico para la atención de las demandas, necesidades y realidades de las juventudes rurales en el ámbito regional. En la incorporación de esta temática entran en juego los tres elementos mencionados anteriormente.
En primer lugar, una de las particularidades del proceso de creación de este GT, que es rescatada de los testimonios relevados en las entrevistas realizadas, es que su tratamiento fue impulsado en parte (aunque no exclusivamente) por la delegación de Chile, Estado Asociado al MERCOSUR pero con una participación activa en esta reunión. La articulación entre la propuesta chilena y el trabajo de la delegación de Argentina durante los años 2005 al 2007 fue uno de los elementos que permitió la incorporación de esta temática y se asoció con otros dos.
En segundo lugar, en el año 2005 -al momento de comenzar a discutir la incorporación de esta temática- se decidió que tanto las organizaciones de jóvenes rurales como los y las jóvenes pertenecientes a las OAF que ya participaban de la REAF serían incorporados en forma permanente a las secciones nacionales. En general, esta participación fue garantizada a través de financiamientos diferenciados para jóvenes. Es decir, en tanto los Estados Nacionales fueron quienes financiaban (directa o indirectamente) la participación de los y las miembros de las OAF en la REAF, esta financiación sería mayor -se apoyaría a un mayor número de participantes- si se aseguraba que parte de la delegación estuviese integrada por jóvenes (y/o por mujeres). De esta forma, se promovió la participación de jóvenes y mujeres en las secciones nacionales, buscando así garantizar que sus particulares puntos de vista estuviesen incluidos a la hora de tratar las cuestiones que integraban la agenda del espacio. En el caso de la juventud, esta estrategia permitió apuntalar la creación del GT y el sostenimiento de su agenda a partir de la intervención directa de los y las jóvenes que, como se mencionó anteriormente, no suelen asumir los roles de liderazgo al interior de las organizaciones. En línea con ello, para el tratamiento de todas las cuestiones que se fueron incorporando en la agenda, al igual que sucede en el resto de los espacios de la REAF, el GT Juventud Rural se organizó en secciones nacionales, en las que los y las jóvenes de las organizaciones participaron activamente tanto para llegar a acuerdos en torno a las acciones a realizar en el marco de la reunión como para avanzar en las propuestas de cada una de las secciones nacionales.
Por último, la introducción de temáticas vinculadas con la juventud se dio en el marco del proceso de ampliación de la agenda de la REAF antes descripto, que se relaciona con el reconocimiento de otras dimensiones y puntos de vista a partir de considerar a la agricultura familiar no sólo como un sector productivo sino también como un sector social y cultural diferente a otros que habitan el campo.
En este marco, la agenda de juventud rural de la REAF estuvo motorizada por los conceptos de inclusión y arraigo de lo que se concibió como una nueva generación de agricultores y agricultoras familiares. A partir de esta visión se realizaron una serie de presentaciones y seminarios durante los años 2005 y 2006 que culminan con la definición de una agenda para un nuevo GT. Los tópicos que integraron esa primera agenda se vincularon con tres líneas de trabajo: 1) el acceso a la tierra para la juventud rural (en articulación con el GT de Acceso a Tierra y Reforma Agraria Integral), 2) las políticas diferenciadas de asistencia técnica y extensión para la inserción productiva y social de los y las jóvenes y 3) la educación no formal para la juventud rural en tanto agentes de desarrollo y líderes y lideresas de las organizaciones del sector. En la primera reunión del GT se estableció además la necesidad de caracterizar a la juventud rural de los países de la región y diagnosticar sus realidades en términos de caracterizarlos socioeconómicamente, describir la participación de jóvenes en las OAF y mapear las instituciones, programas y políticas que se desarrollaban en los ámbitos nacionales de cada uno de los países y que están orientadas al sector. Para ello, se estableció que se considerará como jóvenes rurales a las personas de entre 15 y 29 años10.
A partir de la conformación del GT en el año 2007, se fueron abordando las diferentes cuestiones incorporadas en la agenda, aunque cada una de ellas con diferentes ritmos y profundidades. Asimismo, en los años 2011 y 2017 se revisaron tanto la agenda del GT como los avances logrados, decidiéndose la incorporación de nuevos tópicos vinculados en general a cuestiones económico-productivas, como el acceso a los recursos productivos (tierra, agua), el acceso a créditos, la participación de jóvenes en iniciativas de innovación tecnológica y en estrategias de compras públicas, entre otros. En línea con ello, desde el año 2012 se discute la importancia de transversalizar la mirada de las y los jóvenes en los tópicos abordados en todos los GT de la reunión. El asunto de la educación no formal, sin embargo, fue el primero en ser abordado. En efecto, la mayoría de las propuestas emanadas de este GT desde su creación hasta finales de 2018 se vincularon con propuestas ligadas a la educación, tanto formal como no formal. Ello no se limitó sólo a la promoción del Curso Regional de Formación de Jóvenes Rurales -la propuesta más ambiciosa y continua de este espacio- sino que también se impulsó la participación de las y los jóvenes en instancias de educación no formal emanadas desde las propias organizaciones, se promovió la articulación de estos espacios por fuera de la reunión en el ámbito regional e incluso se elaboró una recomendación (la Rec. GMC N°02/11)11 vinculada a la promoción de la Educación Rural formal en los Estados Parte del bloque.
A continuación se aborda más detalladamente la estrategia de los Cursos Regionales de Formación de Jóvenes Rurales en tanto a. ha sido la principal estrategia desarrollada en este espacio para fortalecer la participación de los y las jóvenes en las OAF, repitiéndose en el tiempo, b. ha tenido lugar en el espacio regional y, por lo tanto, se ha dirigido, al mismo tiempo, a jóvenes provenientes de los diferentes Estados Parte y Asociados al MERCOSUR, reconociendo que la juventud rural de la agricultura familiar de la región comparte una serie de características comunes más allá de las particularidades dadas por sus lugares de pertenencia; c. esta política ha sido evaluada favorablemente en el ámbito regional y d. ha sido replicada en los ámbitos nacionales de los Estados Parte del MERCOSUR, con la participación de otras y otros jóvenes que integran las OAF de los países de la región.
Los Cursos Regionales de Formación como estrategia para el fortalecimiento de las juventudes en las organizaciones
Los Curso Regionales de Formación de Jóvenes Rurales constituyen la principal estrategia desarrollada por el GT Juventud Rural de la REAF con el objetivo de fortalecer la posición de los y las jóvenes de las OAF tanto al interior de sus organizaciones como en el ámbito nacional y regional, y colaborar con su formación como dirigentes del sector. De esta forma se buscó contribuir a su arraigo en los territorios rurales. Asimismo, en estas instancias se buscó consolidar la agenda temática de la REAF, tanto en aquellos tópicos orientados específicamente a la juventud como en las áreas generales de política orientada al sector (Pirone, 2012).
Entre los años 2007 y 2018 se realizaron dos ediciones del curso, cada una de ellas con particularidades en su propuesta -en algunas oportunidades vinculadas con el financiamiento disponible para realizar las actividades- pero con una serie de elementos en común que se vinculan con el ámbito de realización, el alcance de la estrategia y la evaluación de la actividad.
La primera edición del curso fue realizada entre los años 2008 y 2009 y contó con financiamiento proveniente del FIDA. La propuesta inicial (sus contenidos, forma y lugar de realización, cuerpo docente) fue realizada por Argentina y Brasil en la primera reunión del GT en el año 2007, en consonancia con los liderazgos establecidos en el seno de la REAF12 . En esta primera instancia se trabajó en cuatro módulos o encuentros presenciales (cada uno con una duración de cinco días), realizados a lo largo de dos semestres en distintas ciudades de Argentina y Brasil. En ellos participaron entre 4 y 10 jóvenes de OAF de cada uno de los cuatro Estados Parte del MERCOSUR y también representantes de Chile en tanto Estado Asociado (40 participantes en total), buscando garantizar además la igualdad de género13. La agenda del curso estuvo vinculada con los temas que formaban parte de la agenda de la REAF (fundamentos teóricos en torno de la juventud rural, desarrollo rural, economía social, políticas públicas para la juventud rural, entre otras) pero también se abordaron otras cuestiones que eran consideradas relevantes para la formación de líderes y lideresas regionales, como por ejemplo la integración regional latinoamericana (UCAR, 2011; Sitio web REAF). También se realizaron visitas a experiencias de producción en las zonas donde se llevaron adelante los encuentros.
La segunda edición del curso tuvo lugar en los años 2012 y 2014 a partir de una propuesta realizada por Argentina en la segunda reunión de 2011 y apoyada por Brasil en articulación con la Universidad Latinoamericana de Integración (UNILA). A diferencia de la primera edición, esta fue financiada por los aportes de cada uno de los Estados a través del Fondo de la Agricultura Familiar. Así, contó con menor disposición de fondos, no sólo porque los aportes de los Estados eran menores que aquellos del FIDA, sino porque diferentes conflictos de diversa índole atravesaron el proceso14.
Esta segunda propuesta de formación partió claramente de la evaluación realizada sobre la primera edición del curso y propone la realización de cuatro módulos presenciales de formación: uno en el marco de cada REAF que se realice entre los años 2012 y 2013. La suspensión de Paraguay como Estado Parte del bloque en el año 2012 a causa del golpe de estado realizado contra su presidente, Fernando Lugo, en el marco del Protocolo de Ushuaia, interrumpió el proceso del Curso, por lo que la edición que iba a realizarse en el segundo semestre de 2013 se realizó entre el segundo semestre de 2014 y el primero de 2015. La propuesta contempló también la readecuación de los contenidos, que se redujo a cuatro grandes grupos: caracterización de la agricultura familiar, integración regional sudamericana, políticas públicas para la agricultura familiar y juventud. Se mantuvo también la propuesta de realización de pasantías o visita de experiencias de producción. A diferencia de la edición anterior, sin embargo, cada una de las cuatro etapas del curso propuso la participación de grupos diferentes de jóvenes (40 por edición) por lo que en la práctica cada uno de los estos módulos funcionó como un curso en sí mismo15.
En los cinco casos, los contenidos abordados por las y los jóvenes fueron definidos conjuntamente por representantes de los Estados y de las OAF. Asimismo, las y los miembros de las OAF participaron en todas las instancias como disertantes, reconociendo y dando lugar de esta forma a los saberes de estos actores y actores.
Cada una de estas ediciones (la edición completa en el caso del primer curso y los cuatro módulos en el caso del segundo curso) contó además con su respectiva evaluación en el ámbito regional. Ello representa una innovación en el marco de la REAF en particular y de las Reuniones Especializadas del MERCOSUR en general ya que las políticas y acciones emanadas de estos ámbitos no suelen ser evaluadas en el espacio regional. Estas instancias de evaluación, además, permitieron, en primer lugar, repensar las siguientes ediciones del curso y, en segundo lugar, repensar el rumbo de la REAF y del GT, ya que en todas ellas se contempló el análisis de la agenda y la inclusión de nuevas propuestas.
Otro elemento por destacar es que en todos los casos se buscó realizar los Cursos inmediatamente antes de las reuniones semestrales de la REAF, de modo de garantizar la participación de las y los jóvenes en el GT y en la reunión plenaria. De esta forma, las y los jóvenes ponían en juego en el espacio regional algunos de los contenidos abordados en las instancias de formación y podían expresar sus particulares visiones sobre las cuestiones que se estaban discutiendo (cuestiones que, además, conocían de primera mano). Ello además significa que la cantidad de jóvenes que podían participar de la REAF en estas ocasiones era mucho mayor que la que lo hacía de forma regular, enriqueciendo de este modo los debates en el seno de la reunión e incidiendo de forma directa en los procesos -es decir, transformándose en alguna medida en autores y autoras de las políticas públicas-. Asimismo, algunos de estos y estas jóvenes continuaron participando de la REAF en ediciones subsiguientes, tanto en el marco del GT Juventud Rural como en otros GT. Esto se dio con mayor frecuencia entre quienes participaron de la primera edición de los Cursos.
Por último, cabe señalar que estos cursos -en especial el primero de ellos- fueron replicados a nivel nacional en los Estados Parte del bloque (exceptuando a Paraguay). Como ejemplo, en el caso de Argentina se realizaron 11 encuentros (dos por macroregión y un encuentro nacional) de formación de jóvenes rurales durante 2011 y 2012, en los que participaron jóvenes integrantes de diversas organizaciones de base, pero también estuvieron presentes aquellos y aquellas jóvenes que habían participado de la instancia regional actuando además como articuladores generales de los encuentros16.
Con estos cursos, entonces, la REAF buscó capacitar a los y las jóvenes de la región para que pudieran ocupar lugares de mayor relevancia y liderazgo en sus organizaciones de pertenencia en los ámbitos nacionales. Pero al mismo tiempo les otorgó un lugar de relevancia dentro de la propia REAF en tanto buscó legitimar sus voces en el proceso de construcción y reconstrucción de las agendas y los dotó de capacidad de participar en el ámbito regional. También contribuyó a fortalecer sus lazos y, por tanto, a conformar una red de juventudes rurales mercosureñas.
Reflexiones finales
En este trabajo se analizaron la agenda y las dinámicas del GT Juventud Rural de la REAF entre los años 2007 y 2018 con el objetivo de reconocer las principales acciones impulsadas desde este ámbito para fortalecer la participación de las y los jóvenes rurales como líderes y lideresas de las organizaciones de la agricultura familiar (OAF) de la región y, con ello, contribuir a su arraigo en los territorios rurales.
Estas acciones se impulsaron reconociendo las tendencias de expulsión de las y los habitantes de las zonas rurales y también la necesidad de promover el arraigo de las poblaciones -en particular de las y los jóvenes- que habitan estos territorios. Al mismo tiempo, el diagnóstico desde el que se partió indicaba que, al menos en parte, este fenómeno se daba como consecuencia del rol menor de las y los jóvenes como lideresas y líderes de las organizaciones, pero también era resultado de la poca influencia o injerencia de estos actores y actoras en el diseño de las políticas públicas para el sector. De este modo, las acciones emanadas de este GT no sólo buscaron promover la transformación de los y las jóvenes rurales en actores y actoras importantes para la ruralidad de la región sino también dotarlos de herramientas que les permitan ser autores y autoras de las políticas públicas para la ruralidad en sus países y en la región.
Las estrategias de educación no formal fueron las principales acciones realizadas desde este ámbito para alcanzar los mencionados objetivos. Por su continuidad en el tiempo, su ámbito de aplicación, su proceso de evaluación y su réplica en los ámbitos nacionales, el Curso Regional de Formación de Jóvenes Rurales fue la principal política en este sentido. Sin embargo, el impacto de esta política en el rol de las y los jóvenes rurales fue mayor en tanto la participación en estas instancias les otorgó un lugar de relevancia dentro de la propia REAF y en el ámbito regional en general. Es decir, como se analizó, las prácticas de educación no formal estuvieron acompañadas, en primer lugar, por la propia existencia del GT, donde las y los jóvenes podían contar con una voz propia para expresar sus puntos de vista sobre el sector. En este sentido, como se mencionó, fueron las y los propios jóvenes quienes conformaron el GT, por lo que este espacio no fue sólo uno en el que se abordaban cuestiones relevantes para las y los jóvenes, sino que efectivamente funcionó como un lugar donde podían expresar directamente sus demandas e ideas a las y los técnicos encargados de formular las políticas. En línea con ello, se privilegió que estas instancias de formación se realizaran inmediatamente antes de las reuniones plenarias de la REAF, dando posibilidad a los y las participantes de relatar sus propias vivencias en el espacio regional y asegurando de esta forma su participación. De esta forma, la cantidad de jóvenes que podían participar de la reunión en estas ocasiones era mucho mayor a la que se podían financiar de forma regular. Por último, contribuyó a fortalecer los lazos de las y los jóvenes de la región y, por tanto, a conformar una red de juventudes rurales mercosureñas. De estas formas, la estrategia de formación se vio acompañada de otras estrategias, que actuaron de forma conjunta para colocar a las y los jóvenes como lideresas y líderes en el espacio regional -y también de sus propias organizaciones-.
En el abordaje de esta experiencia, los límites de las instancias de formación como promotoras de los liderazgos de la juventud aparecen claros en dos sentidos que se entrelazan: por un lado, en las estrategias de financiamiento de estas acciones; por el otro, en el hecho de que necesitan ser acompañadas por otras instancias o espacios que otorguen real voz a las y los jóvenes rurales. Como se mencionó, la primera de las ediciones del curso, que fue financiada por el FIDA, contó con mayor densidad en la formación en término de temas abordados, mayor número de actividades y mayor duración en el tiempo. Este último elemento permitió que los y las jóvenes tuvieran mayores oportunidades de vinculación entre sí y con las y los técnicos del GT y cuadros políticos del área, afianzando estos lazos que luego perduraron, por ejemplo, al momento de las réplicas de los cursos a nivel nacional. Asimismo, el hecho de que fueran menos los participantes dio lugar a una mayor inserción posterior en la reunión, ya que era factible que los Estados financiaran más fácilmente su participación. En la segunda edición, en cambio, la intermitencia de los fondos del FAF (que, además, eran menores) dio lugar a experiencias de formación más abarcativas en términos de participantes -incluso pudieron participar jóvenes de otros países como por ejemplo Venezuela- pero acotadas en el tiempo y en la profundidad de las experiencias (en términos de contenidos abordados y experiencias conocidas). Ello, en algún sentido, impidió reforzar los lazos que se comenzaron a formar en las instancias del curso pero, sobre todo, limitó la posibilidad de que todos y todas aquellas jóvenes que habían participado de la experiencia de formación pudieran insertarse de forma continuada en la REAF una vez culminada esta experiencia, en tanto esta participación no podía ser sostenida en términos económicos por parte del bloque o sus países.
Otros límites, sin embargo, aparecen menos explicitados, por lo que resulta pertinente reflexionar en torno de ellos en forma de preguntas a partir de las cuales continuar indagando: ¿qué papel jugó esta formación en el sentido de pertenencia de las y los jóvenes a sus organizaciones y a sus territorios? ¿es ésta un elemento suficiente para promover su mayor participación como actores y autores del mundo rural que habitan? ¿o es necesario actuar sobre otras estructuras y prácticas que van en detrimento de su posibilidad de ejercer estos liderazgos?
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Fuente documental
Actas y anexos de la REAF (2004-2019)
Protocolo de Ushuaia
Resoluciones GMC
Tratado de Asunción
Sitios web
Sitio web REAF
Notas