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"Llevar un poco de ruralidad a la Universidad": estudiantes viajeres y acceso a la educación superior
Hector Damián Peralta; Miguel Matías Saba; Paula Andrea Meschini;
Hector Damián Peralta; Miguel Matías Saba; Paula Andrea Meschini; María Luz Dahul
"Llevar un poco de ruralidad a la Universidad": estudiantes viajeres y acceso a la educación superior
“Bringing a bit of rurality to the University”: traveling students and access to higher education
Millcayac - Revista Digital de Ciencias Sociales, vol. VII, núm. 13, 2020
Universidad Nacional de Cuyo
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Resumen: El trabajo que presentamos aborda la relación entre juventud rural y acceso a la educación superior recurriendo, como herramienta metodológica, a una sistematización de la experiencia de carácter autobiográfica. La intención esta puesta en visibilizar, desde la singularidad, las estrategias implementadas por un joven auto-referenciado rural que viaja a diario desde su localidad de origen a la ciudad de Mar del Plata para acceder a la Universidad. Se hace hincapié entonces en las desigualdades espacio-territoriales que forman parte de su trayectoria universitaria, mostrando un aspecto particular de las múltiples heterogeneidades que conforman la matrícula universitaria.

Palabras clave:Juventud ruralJuventud rural,EstudiantesEstudiantes,Educación superiorEducación superior,Trabajo SocialTrabajo Social.

Abstract: The work that we present deals with the relationship between rural youth and access to higher education, using, as a methodological tool, a systematization of the experience of an autobiographical nature. The intention is to make visible, from the singularity, the strategies implemented by a rural self-referenced young man who travels daily from his hometown to the city of Mar del Plata in order to go to the University. The emphasis is then placed on the spatial-territorial inequalities that are part of his university career, showing a particular aspect of the multiple heterogeneities that make up the university enrolment.

Keywords: Youth, Students, Higher education, Social Work.

Carátula del artículo

DOSSIER

"Llevar un poco de ruralidad a la Universidad": estudiantes viajeres y acceso a la educación superior

“Bringing a bit of rurality to the University”: traveling students and access to higher education

Hector Damián Peralta
Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
Miguel Matías Saba
Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
Paula Andrea Meschini
Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
María Luz Dahul
Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
Millcayac - Revista Digital de Ciencias Sociales, vol. VII, núm. 13, 2020
Universidad Nacional de Cuyo

Recepción: 08 Junio 2020

Aprobación: 10 Agosto 2020

Introducción

En este artículo proponemos abordar desde la singularidad del caso de estudio que presentamos, la relación entre jóvenes de origen rural y el acceso a la educación superior. Específicamente se recupera el estudio autobiográfico de une1 de les autores, residente de la localidad de Comandante Nicanor Otamendi (al sudeste de la provincia de Buenos Aires), recientemente graduade de la Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad de Mar del Plata.

Si bien cada vez más en materia de acceso a la educación superior suele tenerse en cuenta el origen de les estudiantes que conforman la matrícula universitaria, encontramos un área de vacancia en la consideración de aquelles que residen en un espacio distante, simbólicamente rural, en donde la actividad principal es la agraria -en el caso particular el cultivo de papa- y viajan a diario a una ciudad, en este caso, Mar del Plata, a cursar sus estudios superiores.

En un contexto en que cada vez son más frecuentes y diversos los vínculos entre lo rural y lo urbano (Edelmira Pérez, 2001; Sergio Gómez, 2001; María Marcela Crovetto, 2010, 2012), la contradicción y polarización que experimentan les jóvenes de origen rural-agrario que viajan a cursar sus estudios en la Universidad son simbólicamente significativos.

A pesar de los esfuerzos estatales en razón de política pública para hacer más accesible la Universidad, existen múltiples desigualdades que giran en torno al acceso a la educación superior. En esta oportunidad, nos interesa evidenciar como la desigualdad espacio-territorial y geográfica resulta fundamental en la vida cotidiana de les sujetes que le ponen el cuerpo a diario. Ello supone diferencias simbólicas significativas que condicionan sus estrategias de vida, siendo la interrupción y discontinuidad de los estudios parte de la trayectoria educativa.

En este sentido, el trabajo propone, a partir de un caso singular y situado, visibilizar una porción de la realidad que a menudo no es tenida en cuenta al momento de pensar quienes son les sujetes que llegan a la Universidad, aspecto que pone en peligro el tránsito y culminación de los estudios. Buscamos con este caso presentar entonces, las estrategias desarrolladas por estudiantes viajeres que, cada día, se trasladan del espacio rural a la ciudad, para ir a la Facultad.

Aspectos metodológicos: ¿desde dónde hablamos?

El artículo recupera los hallazgos de la Tesis de Grado de une de les autores (Peralta, Damián, 2019). Remite metodológicamente a una sistematización de experiencia personal, de carácter autobiográfico (Natalia Fischetti y Pablo Chiavizza, 2017). En este sentido, el trabajo no tiene pretensión alguna en torno a llegar a generalizaciones posibles. Más bien se propone, como esbozamos antes, visibilizar la singularidad de una realidad que forma parte de las juventudes rurales que acceden a la educación superior, con la intención de producirlas como situaciones existentes (Boaventura de Sousa Santos, 2006) que puedan ser insumo fértil para el diseño de políticas de la Universidad en cuestión, considerando no solo el acceso sino la permanencia y culminación de los estudios superiores.

Les demás autores, acompañamos de diversas maneras a Damián, compartiendo charlas, discusiones y debates que sintetizamos en esta presentación. Es por ello que, a diferencia de su tesis, la presentación no se realiza en primera persona.

La propuesta del caso singular2 tiene algunas características que nos interesa destacar. La llegada a la Universidad de Damián constituye un hecho significativo no solo familiar sino también territorial: se trata de la primera generación de estudiantes universitaries en una familia ocupada históricamente en el trabajo agrario y es el primero del barrio3 en acceder a la Universidad. En este sentido, su cotidianeidad como joven auto-referenciado rural, estudiante viajero, incluyó construir una trayectoria educativa y de vida en la que debió conciliar ruralidad y acceso a la ciudad, con -como menciona Joaquín Linne (2018)- dimensiones académicas, no académicas, compromisos laborales, familiares, tiempo de viaje, migraciones transitorias y dificultades socioeconómicas.

Ello muestra cómo las dinámicas de los procesos educativos son condicionadas por diversos factores, que tienen relación directa con cuestiones personales, familiares, cotidianas, espaciales, territoriales en donde juegan también un papel importante las políticas públicas en materia de educación. En torno a estas dimensiones se organizan las estrategias que en adelante desarrollamos.

En el plano más específicamente metodológico, la sistematización es una herramienta significativa y polisémica en nuestra formación de base, el Trabajo Social. Se conceptualiza como una forma de investigación cualitativa capaz de producir conocimiento en sentido no positivista (María Laura Bernaldo de Quirós y María del Pilar Rodríguez, 2004). En este artículo, acudimos a ella en tanto “la sistematización intenta dilucidar también el sentido o el significado que el proceso ha tenido para los actores participantes en ella” (Sergio Martinic; 1987:11). La idea de partir de la experiencia personal hace que el investigador sea participe directo de la realidad en la cual está sumergido e investigando y por ello se convierta en escritor, narrador (Joaquín Guerrero Muñoz, 2017). En la lógica narrativa del investigador “sujeto” y “objeto” de la investigación se fusionan, diluyendo así la impermeable “distancia etnográfica”.

De manera adicional, Antonio Sandoval Ávila afirma que “la sistematización sirve a dos objetivos: mejorar la práctica y enriquecer, confrontar y modificar el conocimiento teórico existente, contribuyendo a convertirlo en una herramienta útil para entender y transformar la realidad” (Sandoval Ávila, 2001:116). En este último sentido nos interesa que la experiencia que aquí recuperamos, como caso singular y situado, sirva para contemplar otras realidades existentes, para vislumbrar un plano más de la heterogeneidad de aquelles que llegan a la Universidad y para que cada vez más sean tenides en cuenta a la hora de pensar y diseñar políticas de acceso, tránsito y permanencia en la Universidad Pública.

El lugar de origen: breve caracterización de Comandante Nicanor Otamendi

En términos generales, podemos mencionar que la ciudad de Comandante Nicanor Otamendi es la segunda ciudad en importancia del Partido de General Alvarado, después de Miramar (ciudad cabecera del partido). Se encuentra ubicada a 38 kilómetros de Miramar y de Mar del Plata y a 450 kilómetros de la Capital Federal. Fue fundada el 29 de mayo de 1911 y es conocida como la capital provincial de la papa. De acuerdo al último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (INDEC, 2010), la ciudad cuenta con 6.623 habitantes. No obstante, creemos necesario mencionar que se estima que la población urbana alcanza a 7.000 habitantes y con la zona rural se estima que llega a 10.000. En octubre de 1975, por decreto provincial 6682/75 “Comandante Nicanor Otamendi” fue elevado a rango de ciudad.


Mapa 1
Ubicación geográfica de Comandante Nicanor Otamendi, al sudeste de la provincia de Buenos Aires
Imagen obtenida de Fernando Brittez (2020: 19)

Si existe algo que caracteriza a diferentes ciudades del interior de la provincia de Buenos Aires, es el hecho de que muchas se han originado y desarrollado en base a la llegada –en términos de primeras instalaciones– y a la expansión de los ferrocarriles. En lo que respecta a los nombres de los diferentes pueblos y ciudades, particularmente de Comandante Nicanor Otamendi, Fernando Brittez (2020) en su libro “Los pagos de Dionisia. Historia del partido de General Alvarado y el pueblo de Cte. N. Otamendi” hace un recorrido histórico en el que comenta el cambio de nombre de la ciudad, en primer lugar llamada “Dionisia”.

Balbina Josefina Otamendi, en cuyos campos se levantaron la estación de Ferrocarril y el pueblo, logró imponer a la primera el nombre de su madre, “Dionisia” (Byron), pero su intento de llamar al segundo de la misma manera fue rechazado por las autoridades por encuadrar en la legislación vigente4. Propuso entonces el nombre de su tío segundo, Nicanor, muerto en el combate de San Antonio de Iraola en 1855, que fue aceptado de inmediato (Brittez, 2020: 20).

Brittez (2020) distingue tres momentos o épocas para referirse a la ciudad y su conformación como tal. El primer momento, “Dionisia” alude a la época de la llegada del ferrocarril en 1911, donde se crea la infraestructura básica de la ciudad con la aparición de las instituciones que hoy se conocen, hasta fines de la década de 1950. El segundo momento, “Pueblo Nuevo”, llega hasta la década de 1970. En esta etapa, existe un aumento y migración a su vez de chacareros y personas provenientes de otras provincias del país para el trabajo en la papa, principal producción y eje de la economía local. El tercer momento “Pequeña ciudad” es el que llega hasta el presente y se caracteriza principalmente por el hecho de que la ciudad posee un estilo de vida “no tan rural y altamente dependiente de la ciudad de Mar del Plata. La agricultura tecnificada y de precisión, trae aparejada la explosión de mano de obra y población rural” (Brittez, 2020: 22).

En otras palabras, podríamos resumir que la actividad económica que estructura al lugar gira en torno a tareas relacionadas al agro, precisamente en las vinculadas al cultivo y procesamiento de la papa, además de los cultivos de cereales y oleaginosas, típicos del área pampeana. En las actividades vinculadas a la papa se desempañan generalmente personas provenientes de los sectores populares de Otamendi, algunes de elles migrantes asentados provenientes de provincias como Corrientes, Entre Ríos y Santiago del Estero. Las actividades del agro, se caracterizan por ser actividades con una remuneración económica baja, que además se remuneran a destajo, esto significa que perciben un pago en relación a la cantidad de lo trabajado y/o producido. Este tipo de tareas, no requiere trabajadores formades y/o cualificades para desarrollar el trabajo. En este sentido, el saber-hacer que adquieren para la realización de la tarea no es altamente valorada socialmente. Vale destacar, además, que existe un desconocimiento de derechos por parte de los trabajadores en lo que respecta a la propia actividad laboral (Matías Saba, 2014).

Breve estado de la cuestión

En la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNDMP), el ingreso y permanencia en el sistema universitario han sido objeto de algunos estudios que abordan la temática partiendo desde el abandono y rezago de les estudiantes. Los mismos se enfocan desde una perspectiva organizacional y sociológica que arroja como resultado que el problema del abandono es similar en universidades estatales y privadas. El rezago es entendido como el proceso de lentificación, prolongación y/o demora que se observa en el tránsito de le estudiante por el diseño curricular (cuando el mismo se extiende más de lo previsto en el plan de estudios). En otras palabras, refiere a que la duración real de la carrera excede su duración teórica (Fernando Hammond, 2016). Otro aspecto abordado es la masificación, desgranamiento y deserción de la matrícula universitaria, en la cual se evidencia la correspondencia entre herramientas brindadas a través de las políticas públicas y las posibilidades de generar las condiciones necesarias para contribuir a la creación de estrategias que permitan modificar de esa situación.

En base a lo consultado en relación a investigaciones que hacen al estado de la cuestión, no existen investigaciones con referencia a la UNMDP, que abarquen el tema de le estudiante viajere, considerándole como aquelle que se moviliza a diario de su lugar de origen hacia otra ciudad con el objetivo de cumplimentar con la regularidad de las cursadas. De este modo, es una situación que pasa desapercibida en la propia Universidad. Llama la atención, en esta línea, que los datos suministrados por la Secretaría Académica a través del sistema AluWeb y luego Siu Guaraní5 para el periodo tomado, no dan cuenta de los lugares de los cuales provienen les estudiantes. La inexistencia de esta información no permite considerar los costos fijos que en cuestión económica implica el traslado diario entre la localidad residente y Mar del Plata, además de invisibilizar los obstáculos que se deben sortear en referencia a la organización diaria. Otro componente que consideramos de importancia en el acceso al sistema de estudios universitarios son las políticas públicas destinadas a la educación superior cuya finalidad son mejorar y estimular el ingreso a la Universidad a través de diferentes instrumentos y herramientas, impulsando programas de acompañamiento para evitar la deserción de estudiantes ingresantes6. En este sentido, el material consultado brinda información respecto al ingreso y permanencia dentro de la Universidad pero no considera a aquelles estudiantes que viajan a diario de un lugar a otro para llevar a cabo sus estudios. Es entonces que las desigualdades y particularidades que caracteriza a tales sujetes no se registran dentro de las causales de desgranamiento de la matrícula universtaria.

Estrategias de un estudiante viajero de origen rural

La Licenciatura en Servicio Social -título con el que les autores nos graduamos, hoy felizmente Licenciatura en Trabajo Social- está estructurada en materias anuales. Durante la mayor parte de la cursada, las asignaturas tuvieron una única franja horaria y una carga elevada, si consideramos que cada una tiene un teórico y un práctico y son, en promedio siete (7) materias anuales cada ciclo lectivo. Asimismo, una de las características centrales de nuestra formación radica en la existencia de prácticas pre-profesionales formativas desde primero a quinto año. Si bien en el primer año de cursada las mismas ocupan un ciclo corto de tiempo (hacia el final del año), desde segundo, las mismas comienzan a intensificarse.

Esta situación dificulta la conciliación entre estudio y desarrollo de la vida cotidiana en una persona que reside en otra localidad simbólicamente diferente comparado con el espacio urbano y universitario. En este sentido, la escasa frecuencia de transporte público que vincule ambas localidades constituyó un problema con el que lidiar. La organización familiar se modifica cuando se comienza a cursar en el sistema universitario debiendo adecuar su estructura horaria, lo cual implica coordinar los horarios del transporte de pasajeros con los de cursada de las distintas materias, sumado a la reorganización del viaje para realizar las prácticas de formación que se encuentran por fuera del horario académico y fuera de la propia institución, lo que conlleva, además, trasladarse hacia otro barrio o zona de la ciudad teniendo que tomar una línea de colectivo local. Entonces, al gasto diario de traslado entre localidades se añaden los costos del transporte público urbano, los recursos materiales que se requieren para poder llevar adelante los estudios universitarios7, además de otras necesidades a cubrir por parte de le estudiante8 que, en reiteradas ocasiones, debe alimentarse fuera del hogar para poder optimizar el día de cursada en la facultad.

En relación a la accesibilidad entre ambos lugares, la localidad de Otamendi cuenta con una única línea de transporte público de pasajeros que la conecta con las ciudades vecinas, con una franja horaria que tiene mayor frecuencia en la mañana, disminuyendo los servicios progresivamente el resto del día. Además, esta frecuencia de transporte ha variado a lo largo del tiempo de cursada, aspecto que derivó en la reelaboración de las estrategias para llegar a la facultad en reiteradas oportunidades.

El factor transporte/horario, es uno de los puntos con más relevancia a la hora de analizar las estrategias para continuar los estudios de les estudiantes viajeres, debido a que la organización cotidiana gira en torno a estos horarios. Al momento de iniciada la carrera, durante la tarde, circulaba un solo colectivo en el lapso de las 14:00 hasta las 17:30 horas de Otamendi hacia Mar del Plata. Esto tiene su inferencia dado que la mayor cantidad de clases estaban comprendidas desde las 18:00 horas, debiendo viajar en el horario de 14:00 horas y esperar hasta tres horas antes para cursar, sumado a la hora de viaje en el colectivo. En ese tiempo fuera del hogar, se intenta aprovechar u optimizar, utilizándolo para leer o adelantar trabajos de las diferentes materias. Sin embargo se presenta otro inconveniente: el hecho de la existencia de escasos lugares de acceso público para permanecer en el Complejo Universitario, lo que implica tener que ir a uno de los bares circundantes y pagar una consumición, con el fin de poder contar con un espacio cerrado y no permanecer a la interperie, o en los espacios de tránsito (pasillos) de la Facultad9.

Otra alternativa para acotar el tiempo de espera entre la llegada al Complejo Universitario y el horario de inicio de cursada, fue la de viajar “a dedo”10 desde la ciudad de Otamendi hacia Mar del Plata, acción que se facilitó por el hecho de ser varón, debido a que para una mujer representaría riesgos mayores el viajar con desconocides, en razón de las desigualdades de género evidentes. Esta práctica, asimismo, permitió ahorrar dinero no sólo en concepto de transporte, sino también de alimentos al reducir los tiempos muertos y ajustar los horarios de viaje a las necesidades del estudiante debido a que el traslado acorde a los horarios de colectivo, hacían que la permanencia fuera del hogar fuese extensa. En este sentido permitió optimizar el tiempo que demandaba asistir a las cursadas, aunque siempre con la incertidumbre de conseguir o no con quien viajar.

En el marco de los obstáculos que se deducen de las desigualdades socio-territoriales que marcan el caso de estudio, después de cursar el tercer año de la carrera, Damián decidió alternar año a año entre estudiar y trabajar. Esto se debió a la imposibilidad de conciliar los horarios de trabajo, viajes y cursada, haciéndose presente no solo la incompatibilidad horaria sino también el desgaste físico-emocional que producía realizar todas las actividades en simultáneo, actividades además simbólicamente diferentes e incluso percibidas como opuestas11. Cuando se priorizaba la dedicación del tiempo al ámbito académico, cursaba la mayor cantidad de materias mientras coincidieran los días y horarios de las mismas.

Debemos aclarar que el inicio de la carrera (año 2006), se transitó junto a otro de les autores de este artículo, con quien se pudieron compartir diferentes gastos económicos: desde los referidos a la alimentación hasta compartir el material de estudio. En este sentido, la compra conjunta de los apuntes solicitados por las diferentes asignaturas de la carrera constituyó una estrategia para lograr el acceso a todo el material requerido por las diferentes cátedras.

Por otra parte, los almuerzos obligaban a buscar alternativas alejadas de la oferta gastronómica que rodea al Complejo Universitario que aún no contaba con el Comedor hoy existente, debido al costo que ello implicaba.

La incorporación de une miembre de la familia a la educación superior transforma de algún modo la organización y la economía de todo el hogar. El apoyo de la familia se vuelve entonces un rasgo de importancia tanto al ingresar como para poder permanecer en el nivel superior de estudios (Marta Kisilevsky y Cecilia Veleda, 2002; Mariana Gabriela Gesualdi, 2019) aun tratándose de una familia que desconozca totalmente en qué consiste transitar por el ámbito académico universitario.

La economía y forma de subsistir de los diferentes sectores de la sociedad son un punto de partida central en cuanto a la inserción y sostenimiento de la trayectoria en el sistema de educación superior. Comúnmente, se hace hincapié en que el factor económico es de suma importancia. En este sentido, Linne (2018) retomando a Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron (2003) señala que “el nivel socioeconómico opera como condicionante fundamental en las trayectorias universitarias” (Linne, 2018: 130). El autor identifica cómo, dentro de la academia se reproducen estructuras sociales, haciéndose evidentes estrategias de diferenciación y distinción, que de alguna u otra manera favorecen a que les graduades con mejores calificaciones sean de sectores medios y altos. Se pone de manifiesto un habitus (Bourdieu, 2007) un conjunto de prácticas y comportamientos que son habituales, cercanos, familiares/conocidos en unos sectores y clases más que en otros. No sólo se trata del capital económico que posea una familia sino del capital social y cultural que hacen más o menos extraño, o más o menos conocido, el tránsito por algunos espacios.

Es así que irrumpe en la escena universitaria un sujeto inesperado (Alfredo Carballeda, 2008), entendido como aquel que no responde a los mandatos esperados tradicionalmente por una institución. En este sentido,

entre el sujeto que cada institución sigue esperando y el que realmente llega se produce una distancia que varía según diferentes circunstancias, que en determinadas situaciones puede ser transitable y, en otras, produce un hiato, un vacío que lo torna irreconocible y ajeno (Carballeda, 2008: 50).

A pesar de que cada vez es más evidente la heterogeneidad en la composición de la matrícula universitaria (Andrea Flanagan Borquez, 2017; Albert Sánchez-Gelabert y Marina Elías Andreu, 2017 en Linne, 2018), Damián como estudiante de origen rural, que no reside en Mar del Plata, primera generación familiar y barrial de universitaries, cuya ascendencia no ha culminado la escuela secundaria, se constituye como sujeto inesperado debiendo tener que recurrir a múltiples estrategias de permanencia porque la Universidad no está pensada para él.

Considerar la instancia educativa alcanzada por los miembros familiares ascendentes permite encuadrar y dar un marco de significación a lo que implicó para elles y para el propio Damián esta experiencia. En la trayectoria familiar sobresale una iniciación temprana al trabajo agrario, de manera informal, es decir, no registrada por parte de los miembros varones como así también una historia femenina vinculada al ser ama de casa y al ejercicio del trabajo doméstico informal. Como exigencia para poder desempeñarse laboralmente en las tareas vinculadas al agro (tractorista, camionero, recolección de la papa, riego de la papa), los empleadores requieren únicamente que les trabajadores tengan disponibilidad horaria.

En este sentido y en vinculación con el punto anterior, no está constituida una tradición familiar en lo que refiere a la educación superior, técnicas de estudio, perspectivas y/o perfiles profesionales de las posibles carreras a elegir para continuar con los estudios luego de finalizar el nivel medio de enseñanza. El capital social y simbólico construido dentro de los grupos familiares, varía en cuanto a la pertenencia de estos grupos a diferentes sectores sociales dentro de la sociedad, siguiendo a Linne (2018) “mientras en sectores medios y altos tienen a quién consultar (padres, hermanos) y una disponibilidad para estudiar más amplia, en sectores populares poseen menos recursos y más exigencias familiares” (2018: 132).

La idea de movilidad social ascendente como horizonte estuvo presente al momento de decidir continuar la formación en el nivel universitario, entendiendo que el abanico de posibilidades a la hora de buscar un trabajo iba a ser más amplio, como así también el acceso a un empleo de calidad y a los diferentes elementos que configuran la seguridad social (entiéndase a los mismos como aportes jubilatorios, obra social, seguro de vida, entre otros aspectos). Es así que la idea de progreso y mejora en la calidad de vida atravesó la experiencia en dos aspectos: por un lado, la cotidianidad de lo laboral, en donde se prioriza no tener que poner el cuerpo12 (o ponerlo pero de otra manera, con otras implicancias), en contrapunto a las actividades laborales dentro del sector agrícola, o relacionadas con el trabajo en el campo dentro de la propia ciudad de Otamendi (herrerías de maquinaria agrícola, talleres mecánicos) requieren de un esfuerzo físico a diario, lo que genera un desgaste y un cansancio corporal, sumado a consecuencias de carácter emocional. Por el otro, el tener una formación que esté certificada por un título, en este caso universitario, implicaría el acceso a un puesto de trabajo con una jornada laboral acorde en remuneración y durabilidad según la actividad realizada, en comparación con trabajos relacionados al agro. A pesar de que estas ideas están presentes en el imaginario en torno al acceso a la educación superior y a las connotaciones respecto de lo sacrificado del trabajo agrario, es de relevancia destacar que inclusive los empleos que ocupan a profesionales, suelen estar caracterizados por la precariedad laboral.

El término de precariedad laboral ha sido profundamente abordado por diferentes autores, pero en nuestro caso, tomaremos los aportes de Adriana Estela Vásquez (2014), quien realiza un abordaje de la categoría desde el trabajo rural. Al respecto afirma que “la noción de “precariedad”, en líneas generales, alude a los asalariados que no son registrados por sus empleadores en la seguridad social. En síntesis, puede afirmarse que hay una desvinculación del salario con la protección social” (Héctor Palomino, 2005 en Vásquez, 2014: 14). De manera adicional, sumamos los aportes de Diego Piñeiro (2011) en tanto sugiere prestar atención tanto a los aspectos que remiten a una precariedad objetiva como subjetiva. En este sentido informa

la precariedad había que medirla no sólo a través de criterios objetivos definidos externamente por la normativa laboral e instrumentados por el investigador sino también a través de la satisfacción (o insatisfacción) que el trabajador experimenta con su trabajo, es decir con una medida subjetiva de la precariedad. Trabajador precario será aquel que no sólo está en la precariedad sino aquel que también se siente precario (Piñeiro, 2011: 12).

Resulta interesante tener en cuenta estos aportes a la hora de comprender la valoración de poder ocuparse en un trabajo vinculado a la profesión que, si bien puede resultar precario en cuanto a las condiciones laborales que supone, simbólicamente, en el imaginario se acerca a otros aspectos que resultan satisfactorios.

De esta forma, la decisión de continuar los estudios universitarios en estudiantes de primera generación es vista de algún modo como forma de romper el molde. Sin embargo, a menudo ser estudiante es interpretado en clave de no hacer nada. Podríamos decir entonces que el joven estudiante viajero en este sentido, se constituyó como sujeto inesperado tanto en la Universidad como en su propio territorio de origen: un varón joven atípico a la cotidianidad de la localidad de Otamendi, donde existe una valoración positiva sobre la persona que trabaja en contraposición a alguien adulte que estudia. En este sentido, se asume una representación del estudiante como una persona que no hace nada en referencia a que no tiene una actividad económica-laboral, considerada de algún modo como una pérdida de tiempo, quizá porque resulta más habitual el desarrollo de proyectos a corto plazo con una retribución económica inmediata que planificar proyectos a mediano-largo plazo. En los sectores populares, al ser el objetivo principal poder solventar las necesidades, suele prevalecer la actividad que pueda generar un ingreso económico en pos de resolver esa inmediatez.

La presencia del Estado y sus formas de ¿acompañar? la trayectoria universitaria

El contexto socio-político en el que Damián ingresa a la facultad (año 2006) corresponde al ciclo de gobierno kirchnerista, en el que se desarrolla el Modelo de Desarrollo Argentino (Paula Meschini, 2015)13 y se empiezan a implementar una serie de medidas legislativas y políticas públicas que intentan construir una nueva institucionalidad (María Eugenia Hermida y Paula Meschini, 2016) con eje en la inclusión social. En otras palabras, y con el fin de plasmar determinada claridad conceptual, el desarrollo “como categoría política” (Oscar Madoery, 2012 en Paula Meschini, 2015: 168) posibilita debates acerca de cómo desde América Latina se hacen esfuerzos por conformar un pensamiento situado desde una praxis política-descolonial.

En lo que respecta a la Educación Superior, se crearon en este marco, nuevas universidades en territorios históricamente vinculados a clases trabajadoras (Jorge Gorostiaga, Karina Lastra y Stella Maris Muiños De Britos, 2017). En concordancia con la implementación de estas normativas, se puso en práctica el Programa Progresar, que constituyó una transferencia de ingresos destinado a los jóvenes de 18 a 24 años que asistían de forma regular a los establecimientos públicos en cualquier nivel, secundario terciario o universitario, o espacios para aprendizajes de oficios.

Damián Peralta (2019), clarifica el organigrama de la Secretaria de Bienestar Universitaria de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Dicha secretaría, tiene por objeto promover la calidad de vida y formación integral de la comunidad educativa, y está compuesta por diferentes programas y dispositivos que se mencionan a continuación: programa integral de políticas de género; programa de discapacidad y equiparación de oportunidades; servicio universitario de salud; y Servicio Social Universitario (SSU), sobre el que nos detendremos.

Dentro de un amplio espectro de acción, el SSU diseña y ejecuta un programa de becas destinado a los estudiantes en condiciones socio-económicas desfavorables, con el fin de proporcionar ayuda económica que les permita llevar adelante sus estudios. Las becas se dividen en: a) ayuda económica (consiste del pago de 10 cuotas en dinero que se efectúa de mes a mes); b) ayuda económica que premia el rendimiento académico (los postulantes deben tener el 60 % de la carrera aprobada, su paga es única y anual); c) becas de apuntes consisten en la cobertura total o parcial del material de estudio fotocopiado que solicitan las cátedras; d) becas de comedor universitario; e) becas de transporte, que consisten en la cobertura parcial o total de gasto de transporte urbano de pasajeros. Este tipo de percepción -de importancia para situaciones como la que aquí abordamos- corresponde a transporte urbano-local, al tiempo que solo funciona para algunas unidades académicas entre las que no se encuentra la de Ciencias de la Salud y Trabajo Social14.

Las becas de ayuda económica otorgadas por el SSU constituyen un aporte fundamental, siempre y cuando le estudiante pueda cubrir parte de los gastos que se generan al estudiar15. Asimismo, muchas veces la percepción del ingreso es de difícil concreción. Si bien se comprende que debe haber una serie requisitos para el acceso a las becas en pos de organizar y advertir la disponibilidad de los recursos de parte de la Universidad, a quien solicita la beca, en ocasiones, le resulta tedioso el trámite administrativo, e inclusive vergonzoso, debido a que para poder acceder a la beca, se deben atravesar varias instancias que incluyen, además de la presentación de documentación, entrevistas con Trabajadores/as Sociales que se desempeñan en el SSU en las que se determina si le estudiante reúne o no las condiciones para acceder a la beca. A menudo, ese tipo de evaluación profesional expone a la persona a una situación de incomodidad, sumado a que remite a intervenciones profesionales que implican un control sobre les sujetes, especialmente en mecanismo relativos a corroborar la veracidad de la información, por ejemplo. Estas prácticas más ligadas a lógicas de control entran en contradicción si pensamos en el ejercicio de un Trabajo Social emancipador.

A partir de la experiencia de Damián durante la trayectoria universitaria observamos algunos puntos que resultan pertinentes presentar. En primer lugar, sería necesario conjugar varias dimensiones en la evaluación de asignación de becas, en tanto hay estudiantes que necesitarían más de una beca a la vez, en simultaneidad, para garantizar la continuidad educativa y obtener un sustento que por otros medios no pueda obtener. Además, para poder garantizar el derecho a la educación en el nivel superior, se debieran generar canales de comunicación sobre las becas existentes para garantizar escenarios que sean propicios para el desarrollo y desempeño de cada estudiante, que permitan transitar la formación en igualdad de condiciones en la comparativa entre las cotidianidades de los estudiantes. En este sentido, podríamos plantear la necesidad de contemplar la asistencia como derecho, tal como expone Melisa Campana (2016), para poner en discusión el contenido de la propia asistencia social, y poder rever cuestiones vinculadas a las prestaciones que se ofrece, que necesidades atiende, que acciones estarán centralizadas o descentralizadas, entre otras dimensiones importantes.

Reflexiones finales

A partir de la creciente heterogeneidad en la composición de la matrícula universitaria, nuestra propuesta puso el foco en evidenciar una de esas realidades posibles: la de un joven auto-referenciado rural, con un origen social vinculado al trabajo agrario que se traslada a diario a la ciudad para ir a la Universidad. Creemos que el caso singular aporta riqueza no sólo al detallar y tomar para el análisis las estrategias implementadas para el acceso, la permanencia y la culminación de la carrera universitaria (mostrando la capacidad agencial de les sujetes en cuestión) sino, en tanto aborda una especificidad, a menudo, no tenida en cuenta: la de un joven que continúa residiendo en su localidad de origen, en el que ruralidad y urbanidad se conjugan en su cotidianeidad todo el tiempo. En ese sentido, y pensando en la posibilidad de construir insumos que puedan servir a la política universitaria, consideramos pertinente que la condición de estudiante viajere se sitúe como tema de agenda, teniendo en cuenta las dimensiones que hacen a su accionar diario y considerando, en definitiva, la desigualdad espacio-territorial que forma parte de su trayectoria. En otras palabras, el echar mano a un tipo de metodología como el que aquí proponemos ha sido clave para dar cuenta de las lecturas de la realidad que posibilita el análisis de lo singular, permitiendo tejer lazos que vinculen experiencias vividas y sentidas que, mediadas conceptualmente, no sólo evidencias desigualdades y visibilizan realidades otras, sino que proponen alternativas y puntas por donde pensar la transformación microsocial.

Si bien es frecuente que los pobladores de Otamendi tengan un vínculo fluido con Mar del Plata, tal como referencia Brittez (2020), las visitas suelen estar relacionadas a consultas y/o tratamientos médicos, trámites o paseos en compañía de la familia y/o amigues. Para quien no reside en Mar del Plata, lo conocido de la ciudad se limita a la zona céntrica, la costa y aquellos lugares geográficos que comprende el turismo, además del recorrido de transporte público de pasajeros dentro de la ciudad hasta llegar a la terminal de ómnibus, el cual no coincide con la ubicación geográfica del Complejo Universitario. Ello colaboró en que al desconocimiento propio de las habilidades y destrezas de incorporarse al mundo universitario haya que sumarle el aprendizaje de moverse en los lugares no típicos de una ciudad de más de 600 mil habitantes (INDEC, 2010). En este sentido, el contraste con la localidad de origen es notorio.

La Universidad Nacional de Mar del Plata toma en cuenta la categoría de estudiante migrante, pero la misma hace hincapié en cual es lugar de origen o de donde proviene la persona que no reside en Mar del Plata para poder estudiar, asumiendo de alguna manera que durante el ciclo lectivo se asientan en la ciudad. En este sentido remite a la noción más clásica de las migraciones que implica en sí misma el cambio residencia. Consideramos importante que las Universidades Públicas tengan en cuenta de donde provienen sus estudiantes para poder comprender las características de la heterogeneidad de su matrícula. Si bien dentro de los estudiantes que residen en Mar del Plata las situaciones distan de ser homogéneas y se encuentran diferencias de acuerdo a si son oriundos o migrantes, al sector social al que pertenezcan, la zona geográfica en que residan, la actividad económica que realicen, sus hábitos y costumbres (diferentes entre sí), en el caso que presentamos evidenciamos un contraste vivido y sentido cotidianamente entre la vida en el pueblo y la vida en la ciudad. Visibilizar estas situaciones permitirá planificar programas y políticas universitarias con el objetivo de poder contener a toda la diversidad que se presenta en la comunidad estudiantil. El traslado diario de una ciudad a otra para poder llevar a cabo los estudios, es una de las variables que implican una diferenciación sumamente importante, que se constituye como una desigualdad y debe ser considerada.

El hecho de agregar a la categoría de estudiante migrante la condición de estudiante viajere permitiría asignar un nuevo sentido a la misma, visibilizando la singularidad de aquelles que para estudiar recorren diariamente distancias que si bien son relativamente cortas (superando los 40 kilómetros) son simbólicamente contrastantes.

Material suplementario
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Notas
Notas
1 Utilizamos la e como forma de lenguaje inclusivo de acuerdo a las recomendaciones para un uso no sexista en el lenguaje propuestas por la Revista.
2 Si bien se recupera aquí su experiencia, otro de los autores comparte la misma filiación de origen habiendo cursado juntos el mayor tramo de la carrera. Existen asimismo otras vivencias similares de estudiantes viajeres que coinciden, más o menos, con la experiencia que presentamos aquí. Al respecto menciona: “al comenzar el proceso de formación profesional dentro de la UNMDP, pude observar que había estudiantes en una condición similar a la mía. Mi hacer cotidiano, en referencia al tiempo dedicado al estudio, me permitió poder interaccionar con aquellas personas que estaban en una situación no igual, sino con componentes y experiencias parecidas a las vivenciadas por mí” (Peralta, 2019: 53).
3 El barrio donde he crecido, se conoce dentro de la localidad como “La Lechuza Renga”. Aquí, donde vivo y viví toda mi vida, ninguna persona accedió y concretó sus estudios a nivel universitario.
4 Desconocemos cual ha sido el inconveniente real de la legislación en ese contexto. Lo concreto es que la ciudad dejó de utilizar el nombre de Dionisia. No obstante, existen generaciones que aún se refieren a la localidad con ese primer nombre.
5 Ambos son sistemas informáticos de gestión académica que registran y administran todas las actividades académicas de la Universidad y sus Facultades, desde que los alumnos ingresan como aspirantes hasta que obtienen el diploma. En el caso de la UNMDP, en un primer momento se utilizó el sistema AluWeb, y actualmente se utiliza el sistema SIU Guaraní.
6 En los estudios consultados para la elaboración de la tesis de grado en la que se basa este artículo, se reflejan temas tales como: ingreso y trayectoria educativa de los/las estudiantes en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Por su parte, Emilia Garmendia, Paula Cozzi y Mariela Senge (2010) en su trabajo “Desigualdad persistente, un reto para la universidad pública: el papel de la motivación en las trayectorias formativas de los estudiantes de modalidad a distancia” da cuenta de los resultados de investigación en relación a las prácticas de enseñanza con modalidad a distancia. En la misma se indaga acerca de la trayectoria de vida de los /as estudiantes, acerca de sus expectativas y fracasos, motivos, representaciones acerca de la vida escolar y laboral, así como de la carrera o curso elegido, y sobre la modalidad en particular. También se intenta conocer situaciones significativas que pudieran haber afectado el desempeño en las distintas instancias de formación del estudiante, así como su trayectoria laboral.
7 Se hace referencia a materiales de fotocopias, libros, e insumos y recursos didácticos.
8 Vestimenta y alimentos.
9 En ese momento, aún no se había construido el comedor universitario con el que cuenta actualmente el Complejo Universitario de la UNMDP.
10 Expresión que se utiliza al esperar al lado de la ruta para conseguir viaje particular de forma gratuita.
11 Más adelante se profundiza sobre la percepción existente en torno a diferentes tipos de trabajos. Específicamente Damián se desempeñaba en los años dedicados al trabajo como chofer de camiones que transportaban papa.
12 Aquí hacemos referencia al desgaste físico sostenido en una jornada laboral que implica realizar las tareas relacionadas con el agro.
13 El desarrollo, en el mencionado trabajo, es entendido como “bienestar del conjunto social” (Madoery, 2012). Esta definición inscribe a la categoría en una interpretación política del desarrollo que permite alejarse de las posiciones reducidas y sesgadas que circunscriben la discusión conceptual a una cuestión semántica o de giros interpretativos o a problemas únicamente vinculados a la economía, al crecimiento de los mercados, al “progreso”.
14 Las facultades para las que está contemplado son: Arquitectura y Diseño, Ciencias Económicas y Sociales, Ingeniería y Psicología. Desconocemos los motivos que llevaron a esa selección de Unidades Académicas.
15 En 2019 el monto de la ayuda económica asciende a la cantidad de $6000 (seis mil pesos) aproximadamente. En caso de obtener la beca de ayuda económica, un estudiante de Trabajo Social de la ciudad de Otamendi debería destinar casi el 50% de la misma en ir a cursar a diario a la ciudad de Mar del Plata. Es decir, cuenta con la mitad del monto para estar en las inmediaciones de la Facultad.

Mapa 1
Ubicación geográfica de Comandante Nicanor Otamendi, al sudeste de la provincia de Buenos Aires
Imagen obtenida de Fernando Brittez (2020: 19)
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