Resumen: Este trabajo aborda aquellas experiencias que vivencian las jóvenes generaciones isleñas en un doble contexto de emergencia, por un lado respecto de la pandemia causada por el COVID-19, por el otro respecto de la bajante del Río Paraná en las islas ubicadas frente a la ciudad de Rosario (Argentina). En este sentido, me interesa sumergirme en los procesos cotidianos que las jóvenes generaciones viven en el período de marzo a junio 2020 entre la isla y la ciudad; a su vez indago cómo las políticas públicas asumidas por el gobierno nacional en este contexto alcanzan a la población rural-isleñas. Ambos objetivos tienen el propósito de contextualizar las vivencias actuales que permean y constituyen las experiencias formativas de familias y estudiantes isleñes, que en 2017 comenzaron su pasaje de la escuela primaria a la secundaria y junto a quienes se realizó trabajo de campo para una tesis doctoral en curso.
Palabras clave:Experiencias formativasExperiencias formativas,JóvenesJóvenes,COVID-19COVID-19,BajanteBajante,Delta Medio del río ParanáDelta Medio del río Paraná.
Abstract: The present work addresses the experiences lived by young islander generations in a double context of emergency, on the one hand with the pandemic caused by COVID-19, and on the other with the lower water levels of the Paraná River. For this reason, it is interesting for me to immerse in the daily processes experienced by young generations that live between the island and the city during the period from March to June 2020. I also investigate how the public policies assumed by the national government reach the young rural-island generations in this context. Both objectives have the aim of contextualizing the current experiences that permeate and constitute the formative experiences of island families and students, who in 2017 started their passage from primary to secondary school, with whom field work was carried out for a doctoral thesis in progress.
Keywords: Formative experiences, Young people, COVID-19, Low flow, Delta Medio of Paraná river.
DOSSIER
¿Qué pasa en las islas? Jóvenes y experiencias formativas en contexto de pandemia y bajante del río Paraná
¿What is going on in the islands? Youth and formative experiences during the lower water levels of the Paraná River and in the context of the COVID-19 pandemic
Recepción: 08 Junio 2020
Aprobación: 14 Agosto 2020
Esta presentación forma parte de una investigación en curso que estoy realizando en el marco de la obtención del Doctorado de Estudios Sociales en América Latina, otorgado por la Universidad Nacional de Córdoba. El trabajo tiene como foco analizar las experiencias formativas de les1 jóvenes, que se condensan en los cruces de las relaciones familiares, laborales y escolares, en el pasaje del primario al secundario en el Delta Medio del Paraná frente a la ciudad de Rosario (Argentina). De esta investigación se desprende la consideración de que las experiencias educativas que atraviesan les jóvenes no son procesos cerrados que solo se producen o quedan limitados al ámbito escolar o familiar de manera escindida, sino que son parte de experiencias formativas amplias que se configuran en los distintos ámbitos de la vida cotidiana de les sujetos2, quienes van entretejiendo las diversas vivencias en esta sedimentación experiencial. Desde esta perspectiva se enfocará este escrito.
Durante el periodo de aislamiento social obligatorio por COVID-19 me puse en contacto con estudiantes, madres, padres y docentes de la Escuela Remanso3. Consideramos con mis directoras de tesis que era importante generar un registro que pueda darnos indicios de algunos cambios a partir de la pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 11 de marzo de 2020. La sorpresa y riqueza que trajo el campo fue que había cuestiones de distintas dimensiones que se entrecruzaban en preocupaciones en relación a la vida escolar y la vida laboral de las jóvenes generaciones en este particular contexto.
A la pandemia se suma una situación ambiental crítica debido a la bajante extraordinaria que está atravesando el río Paraná, que tiene escasos antecedentes históricos. Es por esto que me interesa sumergirme en los procesos cotidianos que las jóvenes generaciones han vivido en el periodo de marzo a junio 2020 entre la isla y la ciudad indagando cómo las políticas públicas asumidas por el gobierno nacional alcanzan a les sujetos en este contexto. Interesa reconstruir cómo esta doble emergencia se introduce en la vida de las jóvenes generaciones de isleñes generando diversas (y nuevas) experiencias formativas en relación a lo laboral y lo escolar. Se busca, entonces, contextualizar las vivencias actuales que permean y constituyen las experiencias formativas.
Este artículo se organiza en tres apartados. El primero aborda brevemente cuestiones teóricas metodológicas de aquello que supone hacer trabajo de campo en contextos de pandemia. También se introducen a les sujetos con les que se realiza trabajo de campo, aquelles que son parte de las jóvenes generaciones con las que el trabajo etnográfico se realizó. El segundo apartado se sumerge en la complejidad que implica el “quedate en casa” para las jóvenes generaciones que viven en la isla, pero que desarrollan sus actividades diarias (y laborales) entre la isla y la ciudad. Además, se enfoca en las jóvenes generaciones y la vida escolar en contexto de pandemia. Se busca dar cuenta de cómo se teje la complejidad entre el trabajo y el estudio de las jóvenes generaciones en el contexto de doble emergencia. Finalmente el tercer apartado cierra este artículo con algunas reflexiones finales anticipatorias de este momento atravesado por la doble emergencia.
El escribir “mientras la vida sucede” trae aparejado, junto con la originalidad del manuscrito, el sesgo de aquello que se está vivenciando. Con esto no me refiero a aquella aparente “objetividad” que algunas lógicas de investigación proponen. Me refiero a que la reflexión que llega a generarse, puede encontrarse escueta de recursos para una vasta comprensión de la complejidad de lo que está sucediendo. Sin embargo: ¡qué lindo desafío y ejercicio representa este análisis y reflexión en medio del transitar! Como plantean Murgida y Radovich (2020), se trata de un escrito producido en base a registros en medio del transitar la pandemia. Cabe aquí la pregunta constante respecto de: ¿cuán permeados estamos por los climas de época y qué es aquello que no vemos en las problemáticas que trabajamos?
Ahora bien, partiendo de esta base en la que (considero) estoy haciendo camino al andar (a la par de muchas otras investigaciones), me propuse acercarme a les jóvenes de islas y su cotidianeidad en tiempos de pandemia. Esta reconstrucción supuso un cambio en las estrategias teóricas metodológicas hasta el momento asumidas a lo largo del proceso de la investigación doctoral. En principio, los registros en el campo no fueron posibles. Las medidas de cuarentena y aislamiento social obligatorio eliminaron la posibilidad de observación participante. Debido a esto la reconstrucción del campo y el acercamiento a les sujetos isleñes se hizo a través de preguntas y seguimiento de grupos de WhatsApp, así como también de publicaciones de Facebook. Esta presencia virtual en el campo se venía ejerciendo previo a la pandemia, permitiéndome aquella premisa antropológica de la permanencia en el campo, teniendo acceso a determinada información respecto de algunas tensiones o sucesos de la vida en la isla que a veces no aparecían cuando estaba en el campo. Esta presencia en las redes me permitía preguntar sobre aquello sucedido. Pese a esto y como parte de mi estrategia teórica metodológica para la tesis doctoral, sólo generaba reconstrucciones y desgrabaciones desde aquello que recopilaba estando en el campo. Estos tiempos de pandemia cambiaron esto y se abrió la pregunta respecto de qué formas encontraba de sostener la presencia en el campo y los vínculos allí generados.
Siguiendo las guías éticas de Adolfo Estalella y Elisenda Ardevól (2007), comencé por mandar audios explicitando que utilizaría las comunicaciones para generar registros que reconstruyeran ¿qué pasa en la isla en contextos de pandemia y bajante? A la vez, pedí permiso a las personas a cargo de les jóvenes menores de 18 años para poder estar en contacto con elles y generar (también de estos intercambios) registros. Estas nuevas formas encontradas de estar presente me llevaron por dos caminos: en principio, pude valorar positivamente aquello que las nuevas tecnologías pueden aportar; por otro lado, invita a repensar: ¿acaso estas presencias complementarias en la vida de les sujetos que nos otorgan las cercanías a través de las redes sociales (cuando les sujetos nos incluyen en grupos de WhatsApp o nos envían solicitudes de amistad en Facebook) no son una forma más de relacionarnos?, ¿no aportan acaso (en contextos de aislamiento social) una nueva forma de registrar esos “guiños” a los que Geertz (1973) hacía referencia en las riñas de gallos? Con esto no apunto a eliminar aquello que refiere a una práctica de trabajo de campo más tradicional, artesanal y presencial, que generan la cercanía física y la construcción de vínculos estrechos que nos llevan a registrar los imponderables de la vida cotidiana que Malinowski (1922[2001]) en principio, y luego Mead (1970), Rockwell (2009) y Achilli (2000) aportaron en nuestra formación. Más bien considero que es importante a futuro repensar para la formación profesional de las futuras generaciones de antropólogues en metodologías y técnicas de la investigación, la complementariedad que estas estrategias representan en determinados contextos. Esto de seguro abre un abanico de materiales que ya se está anticipando y produciendo desde hace un tiempo hasta esta época4 (Capogrossi, Magallanes y Soraire, 2015; Hine, 2004, entre otros).
Por otro lado, este artículo se ha nutrido de la recopilación de notas periodísticas, de libros y publicaciones de CLACSO y del Colegio de Graduados en Antropología de la República Argentina que buscan comprender la pandemia difundiendo reflexiones de distintes cientistas. Sin embargo, también se ha nutrido de manera vasta de una serie de conversatorios virtuales, jornadas en línea y transmisiones en vivo de Facebook Live que fueron difundidos en distintos grupos de WhatsApp conformados desde los equipos de investigación de los que formo parte, a la vez que con distintes integrantes se mantuvieron intercambios por plataformas virtuales que habilitaron a través de video-llamadas distintas discusiones. En este sentido, nuevamente se rescata la complementariedad de estos medios virtuales por un lado, en tanto habilitadores para sostener vínculos; pero a su vez como habilitadores de intercambios y medios que permiten la reconstrucción de distintas dimensiones de las complejidades de las realidades en contextos de aislamiento social5.
No pretendo aquí hacer una reflexión exhaustiva sobre esto debido a que supondría la escritura de otro artículo. Sin embargo, sí considero de importancia resaltar que más allá de las posibilidades de presencia que se abren con los usos de nuevas tecnologías como herramientas para el trabajo de campo, algunas dificultades encontradas en este corto período. Por un lado, sucedió que me encontré con sucesivos cambios en los números telefónicos agendados de les sujetos. La pérdida de celulares y fondeos en el río, así como también el reseteo de mi celular y la pérdida de determinada información, fueron generando con el transcurrir de las semanas la necesidad de reactualizar la lista de contactos. A su vez, la duplicación de perfiles en Facebook de les jóvenes por olvidos de contraseña hacía que para establecer el contacto, debía intentarlo más de una vez y en distintos usuarios hasta dar con el correcto. Por otro lado, respecto de algunes sujetos de las jóvenes generaciones menores de 18 años, encontré determinadas resistencias a la comunicación virtual. La cuarentena y el aislamiento social cortó la posibilidad de encuentros con familiares, amigues y la cotidianeidad de la escuela que se presentó como angustia y con un manifiesto distanciamiento a la virtualidad (veremos más adelante cómo esto mismo incide en las tareas escolares). Finalmente, y pese a la expresa manifestación de no querer por momentos hablar por WhatsApp, sucedieron procesos de superposición de respuestas que me dieron indicios para problematizar aquello que supone lo público y lo privado del registro. En varias oportunidades, por ejemplo, la joven madre dejaba su celular y su hije lo buscaba, abría la conversación y me respondía grabando un audio que emitía una opinión no sólo propia sino también respecto de la respuesta de su madre (o padre). De la misma forma frente a una pregunta me encontraba con la respuesta y saludos de distintes hermanes; o una respuesta nunca me llegaba debido a que les hijes usaban los celulares de la familia para las tareas y dejaban las conversaciones como “vistas”.
Esto también llevó a una reflexión respecto de aquello que supone una entrevista programada en un espacio-tiempo que habilita a un clima de intimidad, privacidad y reflexividad, cuestión que se tornó difusa en tiempos de COVID-19, donde la privacidad se volvió pública para toda la población, entre tantas cuestiones a resolver desde la virtualidad del hogar entre trabajo y estudio. Debido a esta complejidad, la decisión acordada con les sujetos isleñes para este artículo se basó en la generación de un registro recopilado de manera virtual que diera cuenta de las complejidades acerca de qué sucede en la isla en tiempos de pandemia y bajante.
Por otro lado, y en relación a la cuestión acerca de las juventudes a la que esta revista convoca, resulta importante retomar algunas discusiones respecto de edades, identificaciones y proyectos para pensar las jóvenes generaciones con las que en este escrito trabajamos. Tal como identifican Padawer y Rodríguez Celín (2015), las edades y las responsabilidades que se adquieren son asumidas desde una temprana edad, siendo parte de las experiencias formativas intergeneracionales que se tejen en y entre la vida familiar, laboral y escolar. Ahora bien, en la Isla Remanso identifico algo que provisoriamente llamaré capas intrageneracionales. Es decir, al interior de las jóvenes generaciones de la isla, me encuentro con madres, padres y tutores, responsables que también son jóvenes e hijes. Los encuentran como generación las distintas preocupaciones respecto de las perspectivas de futuro, la vida laboral y la continuidad de los estudios6. A la vez, al variar las edades y las vivencias (registramos experiencias de jóvenes de 15 años y jóvenes de 28 años), determinados sentidos y prácticas son diferenciales, pero se encuentran cercanos entre sí, a diferencia de aquello que sucede con las generaciones que vivieron su juventud en la isla en los noventa. En estas diferencias intergeneracionales se condensan políticas públicas de urbanización y turistización de la ciudad; legislaciones y prácticas respecto de la pesca, vinculadas con la expansión del capital y el boom de los frigoríficos en la zona; cambios en la legislación y sentidos de lo educativo y la extensión de las edades escolarizadas. En este sentido, el pensar las generaciones se acerca a aquello postulado por Mannheim (1928) respecto de una conciencia de época, entendiéndolas como espacios intersticiales de condiciones materiales concretas, donde se concentran experiencias formativas vivenciadas durante la juventud en un determinado periodo histórico. Ahora bien, en este trabajo me voy a enfocar en las jóvenes generaciones isleñas en contextos de pandemia asumiendo esta heterogeneidad intrageneracional que presentan y a su vez en los vínculos intergeneracionales que se tejen con las generaciones que les anteceden.
Paso a presentar les sujetos que conforman las jóvenes generaciones de este estudio:
Tina (17 años en la actualidad), que es egresada del 7mo año de la escuela Remanso y sus adultes responsables son Mariano y Mercedes (él pescador, ella ama de casa). Mariano es primo hermano tanto de la madre como del padre de Tina y junto con su compañera Mercedes se hacen cargo de ella desde pequeña. A su vez, tienen una hija que está cursando el 6to año de la primaria en la Escuela Remanso: Ámbar. También tienen otros dos hijes, Astrid y Gabriel. Astrid tiene cinco hijes en edad escolar (primaria y secundaria). Al igual que Tina, ella, su marido y les hijes se dedican a la pesca. Gabriel tiene una hija cursando nivel inicial en la Escuela Remanso. Trabaja como técnico y en el área de Mantenimiento del Acuario del Río Paraná en la ciudad de Rosario7.
Zuzo (16 años en la actualidad) es hijo y nieto de pescadores, también egresado en 2017 del 7mo año de la Escuela Remanso. Su abuelo paterno trabaja de pescador, su abuela es la cocinera de la Escuela Remanso; su madre es pescadora y está juntada8 con otro pescador de la zona con quien tiene tres hijes en edad escolar primaria. El padre de Zuzo vive en la zona norte de la ciudad de Rosario, es dueño de un taller mecánico y en la ciudad tiene otros dos hijes escolarizados en nivel secundario. Zuzo alterna su vida entre la isla y la ciudad, continuando sus estudios secundarios en una escuela de la zona norte de Rosario y ayuda a su padre en el taller mecánico; también hace aportes en las tareas de pesca que realizan su madre y a sus abuelos.
Finalmente, Ana (15 años en la actualidad). Es hija única, sus padres y ella no viven en la Isla Remanso, sino en una isla cercana a la que llamaremos Cañito, sin embargo realizó toda su escolaridad primaria en la Escuela Remanso, donde egresó del 7mo año en el año 2017. Sus padres son encargados del cuidado del predio de uno de los clubes náuticos de Rosario que licitó y compró hectáreas de isla para abrir allí una sede para sus socios. La madre trabaja en las tareas del hogar y en el predio y el padre trabaja entre la isla y la ciudad dependiendo de las tareas que se le soliciten. Continúa sus estudios secundarios en una escuela técnica en la zona norte de Rosario.
Para poder pensar los procesos de la vida cotidiana y cómo se vivencian en ésta experiencias formativas, resulta de vital importancia poder contextualizar y situar a les sujetos. La pandemia ha sido en este sentido vivenciada de manera muy distinta dependiendo de la condición de género y clase de les sujetos, las políticas públicas asumidas por los gobiernos, y también por el espacio social en el que se vive. Estas experiencias que se han configurado en les sujetos ha generado marcas y orientaciones en esta “nueva normalidad”. Surge entonces la pregunta acerca de qué sucede en un territorio que se encontraba asilado previo a la pandemia (por las condiciones propias del humedal que se encuentra atravesado por una Hidrovía que da forma a la vida social y al vínculo productivo y laboral que les isleñes tienen) y que a su vez sufre un proceso de transformación debido a una bajante extraordinaria.
El COVID-19 es una enfermedad infecciosa, causada por el coronavirus. Tanto el virus como la enfermedad eran desconocidos antes de que estallara el brote en Wuhan (China). Se decreta como pandemia por la OMS el 11 de marzo de 20209.
Respecto de la cronología de contagio y las decisiones de Estado tomadas en Argentina, podemos reconstruir que el primer caso identificado se confirma el 3 de marzo de 202010, arrancando el día 4 de marzo los operativos sanitarios en aeropuertos. Las medidas tomadas los días posteriores dispusieron que desde el Ministerio de trabajo se solicitara a empresas privadas y públicas que otorguen licencias excepcionales a trabajadores/as que venían desde el exterior. El 7 de marzo sucede la primera muerte de un hombre de 65 años llegado desde Francia. A partir de esto, las autoridades estatales solicitan que docentes y alumnos que hayan regresado de áreas de riesgo no acudan a las instituciones educativas. Los días siguientes comienzan a registrarse más casos en las distintas provincias del interior. Se suspenden vuelos y el presidente Alberto Fernández anuncia el día 10 de marzo un fondo de $1700 millones para fortalecer equipamientos sanitarios, a la vez que se recomienda a la población el aislamiento voluntario a mayores de 65 años. Para el día que la OMS decreta el virus como pandemia, Argentina contabilizaba 21 contagios (todos importados) y ninguna muerte. Se establece como protocolo la obligatoriedad de la cuarentena y aislamiento a quienes llegan del exterior desde países que presenten casos de COVID-19. Para el 12 de marzo el presidente habla en cadena nacional anunciando medidas para afrontar la pandemia que incluyen la suspensión de vuelos a (y desde) determinados países; la extensión a un año de la emergencia sanitaria; la prohibición de eventos con más de 200 personas; y se establece que los encuentros deportivos se desarrollan sin público. Con el paso de los días, las medidas se vuelven más estrictas: se cierran las fronteras a extranjeros no residentes, se suspenden las celebraciones religiosas. El 15 de marzo se anuncia la suspensión de las clases en todo el país; se definen licencias laborales para grupos de riesgo; y se cierran salas de cine, teatro y Parques Nacionales. Las medidas siguen en aumento, a la par que se suspenden actividades sociales, se anuncian medidas económicas y sociales que incluyen pago de bonos a jubilados y beneficiarios de Asignación Universal por Hijo (AUH); se fijan concesiones de créditos en una tasa baja, se fiscalizan los precios y se realizan contribuciones patronales para los sectores más afectados. El 19 de marzo se decreta el aislamiento social preventivo y obligatorio en todo el país permitiéndose excepciones para quienes trabajan en actividades esenciales (salud, seguridad y lugares de trabajo como son: supermercados, farmacias, centros asistenciales y estaciones de servicio). A partir del 13 de abril, algunas actividades se fueron abriendo, acelerándose este proceso el 27 de abril. El 10 de mayo, Argentina pasa a fase 4, lo que permite que las provincias (que presentaban realidades diferenciales respecto de la morbimortalidad del virus) puedan presentar protocolos específicos que son llevados a Nación para su aprobación. A su vez se profundiza la reincorporación de distintas ramas de trabajadores a las actividades económicas. Sin embargo, no todes les trabajadores han podido reinsertarse llegado el mes de junio en las actividades laborales; y a eso se suma el desempleo y la profunda crisis que el país venía atravesando. Es decir, el COVID-19 impacta tanto en las economías territorializadas como en la vida cotidiana les ciudadanes y “se manifiestan en el nivel de las naciones, regiones y a nivel global, cuando las normas que rigen el orden conocido se ven trastocadas e impactan sobre los derechos humanos, en las negociaciones de deudas, en las reglas del `libre mercado´” (Murgida y Radovich, 2020).
Por otro lado, durante los meses de marzo, abril y mayo de 2020 se registra en el Río Paraná la mayor bajante de los últimos 50 años. Esta registró su pico máximo en la segunda semana del mes de mayo con el río a una altura de 0,08 m en el puerto de la ciudad de Rosario11. Sobre esto, Fabio Baena12 comenta, siguiendo un estudio de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) sobre el nivel de río para Puerto Rosario, que se puede ver que el promedio de la media de agua para la zona tiende a acercarse a la medida alta del río; por eso generalmente en las discusiones que se tienen sobre el río se habla más de las crecientes que de las bajantes. Influyen en este cambio de la media del río la aparición de las represas por 1970. Las represas no cambiaron el volumen de agua que pasa, pero sí amortiguaron la oscilación en las crecientes y bajantes, porque regulan y acomodan el paso del agua según las necesidades humanas y esto tiene incidencias en el ecosistema del humedal. Otro factor que incide, según investigaciones del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), son las lluvias no sólo en la zona de Argentina, sino también sur de Brasil y Paraguay. Sobre esto, José Luis Macor, investigador de la Facultad de Ingeniería y ciencias Hídricas (FICH) UNL, plantea que desde Junio 2019 a junio de este año hay una baja en las precipitaciones: “Es decir, lo más probable es que continúen estos procesos del niño neutral, y posiblemente tengamos un incremento de las probabilidades de que se transformen en una niña débil” (junio, 2020)13. Es decir, las probabilidades de lluvias en el norte y este de la Argentina van a ser normales, pero para el centro-sur de la Provincia de Santa Fe (y la mayor parte de las Provincias de Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires) se esperan que sea inferiores a la normal. Esto indicaría que los niveles del Río Paraná en el resto del año serán bajos y posiblemente se agraven.
También ha afectado el dragado que se ha efectuado en la zona de Rosario a Santa Fe: “cualquier cosa que haces sobre el río tiene incidencia y el cúmulo de macanas que los humanos nos mandamos para lo que se llama progresar es lo que nos trae a esta bajante” (Mariano, pescador, padrino de Tina, comunicación de WhatsApp, 11/05/2020). Hay que tener en cuenta que el agua de lluvia se genera de los aportes al ecosistema de los mares y los bosques. Entonces, la tala (y quema durante el 2019) de Amazonas, el desmonte en el norte Argentino y en la zona de Paraguay está incidiendo en el circuito de lluvias y por ende, en la distribución de agua en el Rio Paraná. Según los pronósticos realizados a mayo del 2020, se va a salir de este pico, pero el río no va a subir mucho, se calcula 2 m en el puerto de Rosario.
Resulta importante brindar información tan detallada sobre la Hidrovía debido a que la vida social y por ende las experiencias formativas de los sujetos se dan tanto en las islas como en la Hidrovía ya que estos espacios sociales rurales e inundables, forman parte del territorio en el que la vida laboral y la vida escolar de los sujetos suceden. A su vez, las dinámicas económicas y de tránsito que la Hidrovía tenga van a estar orientando sus actividades productivas incidiendo en las economías familiares. Pero también, van a incidir en la economía del país. En el Panel “Causas e impactos de un evento extraordinario” (organizado por la FICH-UNL y UNESCO), Héctor Hugo Prendes (FICH-UNL) realizó una exposición de la cual me interesa recuperar cuestiones nodales para comprender por un lado, qué supone la Hidrovía del Río Paraná para Argentina y la región; por otro qué consecuencias trae esta bajante. En esta jornada virtual, el ingeniero explica que la Hidrovía es un canal de navegación que tiene anchos del orden de 100 a 200 m, lo cual es tan sólo menos de 1 m del ancho natural que tiene el cauce. Ésta tiene dos tramos bien diferenciados, desde Santa Fe para aguas arriba (lo se conoce como zona de barcazas) con 10 pies de profundidad; y luego desde Santa Fe hacia el Océano, donde tenemos la ruta profunda, de 25 pies hasta Rosario y luego con 34 pies hasta el Océano. En las rutas profundas navegan tanto los buques transoceánicos como los convoyes de barcaza. Teniendo las primeras la capacidad para trasladar en sus bodegas el equivalente a lo que pueden trasladar mil camiones en un solo viaje. En toda la Hidrovía (que abarca los países de Brasil, Paraguay y Argentina) hay 110 puertos de los cuales el 90% son privados y aproximadamente la mitad de ellos está en territorio Argentino. En su presentación el especialista indica que la capacidad portuaria total da en el orden de 13 millones de toneladas de los cuales el 70% se ubica en los grande puertos de la zona profunda que se ubican entre la zona Gran Rosario y el Río de la Plata y que el tramo profundo tiene un transporte medio anual de 160 millones de toneladas de mercancía por año”14.
Respecto de la bajante y sus incidencias explica que cuando se diseña la Hidrovía se tiene que partir de un nivel de referencia desde el cual se hacen flotar los buques, es decir, de ese nivel hacia abajo se mide la profundidad que se necesita. Generalmente los niveles de referencia que se calculan son bajos porque se contemplan las probabilidades de que sean superados. Ahora, ¿qué pasa cuando se dan niveles extraordinarios como los que suceden por estos días? Respecto de esto, Prendes (2020) explica que: “vemos que en la zona de Corrientes por ejemplo, está por debajo de ese nivel de referencia ha estado el nivel de agua, por 5 a 6 pies (esto se dio el 16 de mayo y en el caso de Rosario, muy cercano al cero de la escala hacia el 22 de mayo, es decir, una semana posterior a lo que ocurrió en corrientes”. Esto supone que en ambas rutas se pierden pies de calado para la navegación, lo que en las rutas profundas supone una pérdida de promedio de traslado de un 15% de la carga. “¿Esto por qué se pierde? Porque los buques tienen que navegar con cargas disminuidas y llevan sus bodegas con capacidad ociosa (…) esto genera grande pérdidas en el transporte de mercadería” indica Prendes. Pero también advierte que ocurren varias cosas más: “por ejemplo, la bajante obliga a que la navegación sea más riesgosa y lenta” entonces aumentan los tiempos de tránsito, influyendo en los costos y generando pérdidas. A su vez, hay mayores varaduras de embarcaciones que obstruyen los canales de navegación y problemas de acceso a puertos. Prendes (2020) concluye que
Las pérdidas económicas que genera esta bajante en la Hidrovía ha sido estimada por la bolsa de comercio de Rosario en 250 millones de USD en los primeros 4 meses de la bajante, ya vamos por el quinto y (…) el futuro incierto y la posibilidad de que dure esta bajante podría llegar a duplicar esta pérdida (Prendes, Hugo, 2020).
Ahora bien, ¿cómo se viven desde la Isla Remanso esta doble emergencia? Organizamos las experiencias formativas en dos apartados. Primero, en “Quedate en casa”15 se trata de poner de manifiesto la tensión que el aislamiento social y la bajante generaron en las dinámicas de las jóvenes generaciones en la vida laboral. El segundo, trata de ubicar la virtualidad en tanto contexto, y no como una realidad escolar de la isla; interesa aquí poder profundizar en aquellos vínculos que se entretejen entre la escuela, la familia y el trabajo docente, para ubicar las experiencias formativas de las jóvenes generaciones.
La vida en la isla fue descripta por la directora con grado a cargo y por las madres de la isla como una continuidad de las “vacaciones para los chicos” debido a que les niñes, jóvenes y adultos tienen espacio (no inundado) para esparcirse, cosa que en otros años no sucede porque estos meses se corresponden a la época de crecientes del río Paraná. Esta explicación sobre la bajante en la que me he detenido previamente, es importante para entender aquello que parece afectar más seriamente la vida cotidiana de la gente que vive en la isla Remanso. Las dimensiones en las que manifiestan son más de una.
La primera se vincula con la vida laboral. La bajante hace que la circulación por brazos y canales del Paraná sea dificultosa. Las lagunas están bajas y es difícil acceder a ellas para poder pescar. Sin embargo, cuando se logra el paso a lugares donde hay peces la realidad es que la pesca rinde bastante debido a que por la falta de agua los peces se concentran en lagunas pues tampoco han podido circular por la falta de agua. Lo que se dificulta es la venta del producto obtenido, esto sí, producto del cierre de espacios de venta como medidas tomadas por el gobierno de la Nación en relación al COVID-19.
Otro motivo que resulta engorroso para los habitantes de la isla Remanso se vincula con que las embarcaciones han quedado atracadas en la nueva costa, distante de las casas. Esto dificulta la refrigeración de lo pescado y vuelve más duro el trabajo de les pescadores en términos de esfuerzo físico. El tramo a recorrer con el hielo y lo atrapado en el trabajo diario, es mayor y en la costa hay mucha basura y residuos peligrosos (botellas, latas, plásticos diversos, sillones, autos, televisores) que han quedado al descubierto tras la bajante.
También se manifestó una dimensión que se vincula con los controles de prefectura. Éstos se han vueltos más estrictos respecto de los permisos para la pesca. Un gran inconveniente en épocas de distanciamiento social ha sido la obtención de permisos para salir a pescar de a dos en una misma lancha. Es necesario que para la pesca haya al menos dos personas en la embarcación, una que pueda timonear la lancha, mientras otro, a veces sólo y a veces con alguien más) pueda ir levantando las redes. Supone una gran destreza (y también un peligro que ha llevado a muchos accidentes) subir lo pescado y manejar el bote a la vez. Esta disputa que dieron les pescadores con prefectura hasta lograr que habiliten que el trabajo pudiera hacerse de a dos, llevó por lo menos dos semanas. Por otro lado, es importante resaltar que muches de estes jóvenes que se encuentran en una misma canoa a la hora de pescar, también conviven en un mismo hogar o son parte de una misma familia, por lo que el distanciamiento social en la embarcación no representa realmente una medida de cuidado.
A esto hay que sumarle que muches mujeres y hombres de la isla realizaban actividades económicas vinculadas a la vida en la ciudad (trabajo de trapitos o cuida coches, trabajos en la construcción, trabajo en la limpieza de casas, trabajos en peluquerías). Estas personas declarada la cuarentena obligatoria quedaron en sus hogares en la isla sin posibilidades de tramitar el certificado provincial para poder pescar ayudando en las actividades de la economía familiar. Esto supone un gran inconveniente dado que entre la documentación solicitada por prefectura, se encuentra este permiso provincial. Respecto de la habilitación para pescar, en un audio de WhatsApp el 11/05/2020, Mariano me comenta que han podido negociar con prefectura que los dejen pescar con un solo permiso por lancha y siendo sólo dos pescadores para mantener distancias. La pesca debe realizarse (además de todas la medidas de seguridad previstas por la actividad de pescar) con las medidas de seguridad de COVID-19 que incluyen barbijo, alcohol al 70% y guantes de manera constante. Por otro lado, manifestaron preocupación porque aún no ha llegado el frío y hay muchos mosquitos en la zona. Entonces, tienen temor por casos de dengue.
Finalmente, otra dimensión en la que han tenido inconvenientes se vincula con el acceso al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Esto ha sido muy problemático de gestionar para las familias que no cuentan con la AUH debido a, por un lado, los problemas de conexión a internet y por el otro, la necesidad de contar con los papeles necesarios para acceder a este ingreso, como por ejemplo, el monotributo.
Como mencionamos previamente, durante el COVID-19 el Gobierno Nacional suspendió las clases presenciales, habilitando la educación virtual en pos de que no se pierda el año escolar. Para esto se tomaron medidas como la apertura del portal “Seguimos Educando”, las 23 provincias a su vez presentaron plataformas para continuar educando. A la vez se establecieron acuerdos con las tres empresas de telefonía del país para que estas plataformas no generen consumos de datos según lo informado por el Ministro de Educación, Nicolás Alfredo Trotta16.
Respecto de internet en la isla, la maestra de nivel inicial y la directora comentan que es muy difícil lograr enviar materiales virtuales. Es por esto que una vez cada 15 días la directora cruza con prefectura. Ella es la nueva titular concursada, la mujer que estuvo interinamente desde la jubilación de Pedro (director de las Escuela Remanso hasta inicios de 2018) regresó a la otra escuela (ubicada en la zona norte de la ciudad) en la que desarrollaba tareas docentes. Mara, la nueva directora con grado a cargo, ha empezado sus tareas en la Escuela Remanso en febrero 2020. Todavía no cuenta con embarcación propia por lo que previo al aislamiento social, se habían organizado con Dante, el portero, para cruzar y cuando él no tuviera la posibilidad, algún padre o madre la acercaba hasta la orilla rosarina. En estos momentos en los que el portero es grupo de riesgo (por la edad y afecciones cardíacas) y se suma la bajante como inconveniente para cruzar, consiguieron junto con la supervisora que prefectura garantice el cruce desde la guardería para embarcaciones náuticas del Club Rosario Central. Desde allí ella lleva a la escuela bolsones de alimentos no perecederos y actividades escolares para 8 familias de estudiantes que han quedado en la isla. Una gran cantidad de familias se ha trasladado a la zona norte de la ciudad y la zona de Remanso Valerio (ubicada en el límite entre las ciudades de Rosario y de Baigorria) para estar con otros familiares y también para poder realizar distintas tareas económicas desde un espacio que les permite un mejor desplazamiento y conectividad.
Las madres de la isla manifiestan dificultades para la realización de las tareas de sus hijos. En parte porque el acceso a internet para hacer las tareas es bastante precario. En principio por la energía, la mayoría de las casas tienen generador, pero la nafta que utilizan es muy apreciada por les isleñes y los prenden en determinadas momentos. A su vez, la señal no es buena, aún no hay WIFI en la zona y se gastan muchos datos en la descarga de materiales sin posibilidad de recargar puesto que esto supone un viaje a la ciudad17. Por otra parte, las clases formales apenas llevaban dos semanas al momento de declaración de la cuarentena obligatoria, esto sumado a las actividades virtuales da “la sensación de que están de vacaciones y quieren ir a jugar y es muy difícil sentarlos a hacer la tarea” (Nora, 27 años, mamá de Arón). Un tercer motivo, se vincula con que les jóvenes no desean tener video-llamadas o responder actividades por el celular (como hemos mencionado más arriba); de ahí que se tejiera la estrategia de tareas en papel que cada 15 días se retiran y se renuevan a través de la directora con grado a cargo.
Es importante comprender que en la Isla Remanso no hubo hasta el mes de mayo 2020 ningún caso de COVID-19 y que esta pandemia es muy lejana a la realidad cotidiana de ellos, que están más preocupades por la bajante del río, los incendios en la isla y el dengue. Por otro lado, en el universo simbólico y material, la bajante para les chiques representa la posibilidad de extender el tiempo de juego fuera del hogar. Esto sumado a la ausencia de encuentro en la escuela y el cambio en la dirección, dispersa mucho los esfuerzos que quienes están a cargo pueden realizar para lograr concretar tareas y procesos de aprendizajes escolares. En la semana del 4 de mayo Mara cruzó junto a la supervisora para llevar bolsones, actividades y charlar con estudiantes, madres y padres para tejer estrategias de cara a la extensión de la cuarentena. Esta reunión se realizó en el patio de la escuela al aire libre y buscó respetar el distanciamiento requerido por las autoridades estatales.
Respecto de les tres estudiantes que finalizaron su 7mo año en 2017 y con quienes seguimos los recorridos de pasaje, pudimos indagar y reconstruir lo siguiente. A Tina la cuarentena la encontró cursando su último mes de embarazo. Durante el año 2019, había acercado por medio de su “padrino” Mariano (presidente en ese momento de la cooperadora de la escuela) la solicitud para obtener junto con su compañero el permiso de habitación para poder construirse su casa18. Los hombres y mujeres de la isla, junto con la directora de la escuela en ese momento, estuvieron de acuerdo en otorgarlo. Empezaron así la construcción y a inicios del 2020 se mudaron juntos. Los isleños en general al acto de irse a vivir juntos, lo refieren como “casarse”. En abril me enteré del nacimiento de su hijo. Durante la época de cuarentena y asilamiento por COVID una de sus principales preocupaciones y la de su marido era la de que él pudiera conseguir el permiso provincial para poder salir a pescar. De esta forma, coincidió con la llegada de su hijo, la del aislamiento social y su distanciamiento de la escuela. Se encarga de las tareas del hogar y de su hijo y su marido, aunque no descarta continuar con sus estudios “cuando esto pase”.
A Zuzo la cuarentena lo encontró en la casa de su abuela. En 2019 terminó el 1er año de la secundaria pero adeudando aún varias materias. Tuvo que pedir la reincorporación por las faltas. Ya ha cambiado dos veces de escuela y está considerando empezar a ir a un EMPA (Escuelas de Enseñanza Media para Adultos). Tiene bastantes problemas porque depende de cómo estén sus relaciones familiares se queda en la casa del padre en Rosario y da una mano trabajando en el taller y arreglando motos; muy esporádicamente se queda en la casa de su mamá y pasa tiempo con les hermanes más pequeñes que tiene de esta rama de la familia. Sin embargo la mayor parte del año la pasa en la casa de su abuela. Le gusta ayudar en las tareas de pesca y del hogar a su abuela y su abuelo. En cuarentena ayuda con las compras que se realizan en Rosario. Este año no sigue en la escuela hasta volver a la ciudad. Le mandan actividades y tareas por WhatsApp pero la realidad es que la conectividad a internet no ayuda a descargar y se queda sin datos en seguida, por lo que “cuando vuelva a la ciudad veo si vuelven a aceptarme, y sino averiguo en un EMPA”.
Finalmente, en el mes de mayo Ana cumplió 15 años. Ella está en cuarentena en la Isla Cañito junto a su papá y su mamá, en el predio de isla de un Club de la ciudad de Rosario del que trabajan como caseros. En su cumpleaños recibió muchos saludos por Facebook y publicó una foto del festejo íntimo con dos globos con forma de números uno y cinco anticipando a sus amigas que “ni bien la cuarentena nos deje nos juntamos a festejar”. Tenía planeado una fiesta en parte de las instalaciones del club (sede en Rosario) donde el padre trabaja y no saben con la familia cuándo podrán disfrutar, pero cuando empiece a flexibilizarse el aislamiento social volverán a revisar el calendario y la disponibilidad. Respecto de la escuela, ella comenzó a cursar en 2020 el tercer año del secundario. Sigue yendo a la escuela privada propuesta en 2017 por el Ministerio de Educación de Provincia de Santa Fe a les estudiantes de la isla para que realicen sus estudios secundarios becados. Las maneras en las que manejan las actividades escolares es vía actividades por mail y WhatsApp y con reuniones vía zoom. La parte de los talleres (el pasaje se realizó a una escuela de modalidad técnica) quedaron suspendidos hasta después del receso de vacaciones de invierno. Los avances son semanales y ella cuenta con una computadora y con un modem del estilo de pen drive, así que si bien el internet no llega del todo bien con la señal, ella tiene posibilidades de ir cumpliendo con lo que le envían desde la escuela. Comenta que extraña a sus amigas y a la escuela, que a veces se aburre de estar sólo con su papá y su mamá y que también está trayendo inconvenientes al terreno donde viven la bajante. El padre una vez cada 15 días cruza a la ciudad para proveer de insumos necesarios al hogar y las instalaciones del club (agua, nafta para pintar las maderas de las instalaciones, mesas y bancos usados por los socios, la casa donde ellos viven y el kiosco, y para los generadores y alimentos). Durante el mes de mayo, a la familia le robaron una canoa y un motor de lancha. Lo difundieron por redes sociales y mensajes de WhatsApp. A raíz de esto hubo organización y búsqueda de responsables. Finalmente, la mamá de Ana comenta en Facebook que gracias a los esfuerzos coordinados con la gente de isla Cañito e isla Remanso, han podido recuperar sus pertenencias y agradece especialmente en todo este trabajo a un primo segundo de Tina, que fue un gran colaborador en esta búsqueda y restitución. Este suceso es interesante, porque a lo largo de las distintas reuniones que buscaban pensar y proyectar los pasajes de les estudiantes egresades en el año 2017, había claras diferencias entre las familias de Ana y Tina. Repensar la resignificación de este vínculo resulta sugestivo, y ayuda a comprender aquello que Pedro traía a colación cuando hablaba de la solidaridad pese a las diferencias cuando se trata de una necesidad o emergencia en el río.
La pandemia y las políticas actuales en Argentina, remiten al cuidado individual. Cada uno debe cuidarse para que ese autocuidado se convierta en “cuidado de todos”. La complejidad de las políticas que pueden definirse a nivel nacional, se gestionan y sostienen en los espacios provinciales y locales. Sin embargo, este aislamiento social y obligatorio borra lazos colectivos y estrategias solidarias que se van entretejiendo (y que se vienen construyendo históricamente) quedando invisibilizados los esfuerzos frente a la “nueva normalidad” decretada de la vida en el hogar, y al temor por el contagio que indican: “quédate en casa”. En esto, el aislamiento no hace más que poner de manifiesto las desigualdades ya existentes respecto de dificultades de acceso al trabajo, a la comida, al agua, a las asignaciones, a internet, al cómo resolver “la clase” a la distancia.
En la isla, estas prácticas de cuidado y solidaridad tomaron formas que trascendieron el “quédate en casa”, poniendo de manifiesto que a las dificultades que trajo aparejada la pandemia y la bajante también se disputan desde la organización colectiva y el conocimiento construido por les distintes sujetos del campo. Tanto las familias como docentes y representantes de Ministerio de Educación pudieron establecer estrategias para garantizar por medio de su trabajo la escolarización de las jóvenes generaciones, incluso frente a las dificultades que el COVID-19, la bajante y las condiciones materiales imprimen en la vida cotidiana. Por otro lado, y en relación a lo laboral, también se pusieron de manifiesto no sólo las estrategias, sino también las negociaciones colectivas en pos de poder garantizar el trabajo de la pesca por parte de las distintas generaciones, pero con una declarada intención de incorporación al trabajo de las jóvenes generaciones que por distintas situaciones no cuentan con sus “carnet de pesca” al momento en que se decreta el aislamiento social preventivo y obligatorio.
Finalmente, interesa reflexionar para este cierre respecto de aquello que supone el pasaje del primario al secundario en un contexto de falta de escuela o difícil acceso al segundo nivel. Como pudimos ver, los recorridos de Tina, Ana y Zuzo fueron diferenciales y si bien sus pasajes a la escuela secundaria comenzaron en 2017, ¿podemos decir que finalizaron? ¿Qué nos traen estos registros entre la pandemia y la bajante de las experiencias formativas escolarizadas?
Una primera reflexión provisoria, apuntaría no sólo a problematizar la temporalidad del pasaje, sino a vincular esto con las múltiples aristas desde las que se construye el mismo, entendiendo que éste tiene una doble dimensión. Por un lado, forma parte de estas experiencias formativas amplias, las cuales se constituyen tanto en la historia de le jóven, como en su perspectiva de futuro, la propia y aquellas que las familias, les docentes y las políticas públicas le asignan. Por otro, se construye como materialidad concreta en la vida de le joven, las familias y la escuela. Esta materialidad, que entiendo como transición (Romero Acuña, 2017), se vincula a la gradualidad con la que se proyecta la institución escolar desde principios de siglo XX y encuentra su espacio-tiempo en el fin del año lectivo del 7º grado, donde a principio del año siguiente, en el primer año de la secundaria (y con le jóven inscripto en la escuela) “se mide el éxito” de esa transición.
Sin embargo, los relatos de cuarentena y bajante, nos traen que les jóvenes siguen pensando su proceso de escolarización, siguen proyectando su pasaje a la escuela secundaria incluso 3 años después de su egreso del 7mo año. En esto, se acercan a aquellas jóvenes generaciones que en la lucha por la implementación del secundario en la isla durante 2017 manifestaron expresamente los sentidos que otorgaban a una escuela secundaria “en su lado del río”. Entonces, para poder entender los pasajes en su complejidad, es necesario realizar un doble zoom que analice el proceso del pasaje en tanto experiencia formativa, como esa temporalidad acotada -que se construye como cuenta regresiva a medida que se acerca ese “fin” de año escolar- y que en contextos de marcada desigualdad social, pocos pueden lograr en una temporalidad esperada.