Género y Derechos Humanos
Estrategias educativas y laborales de mujeres jóvenes rurales en la localidad de Barreal (Calingasta, San Juan)
Educational and labor strategies of rural young women. Locality of Barreal (Calingasta, San Juan)
Estrategias educativas y laborales de mujeres jóvenes rurales en la localidad de Barreal (Calingasta, San Juan)
Millcayac - Revista Digital de Ciencias Sociales, vol. VIII, núm. 14, pp. 165-191, 2021
Universidad Nacional de Cuyo
Recepción: 31 Mayo 2020
Aprobación: 09 Diciembre 2020
Resumen: El presente artículo se inscribe en el campo de los estudios sociales rurales y exhibe un conjunto de hallazgos referentes a las estrategias educativas y laborales de las jóvenes rurales en la localidad de Barreal, departamento Calingasta, provincia de San Juan (Argentina). El trabajo asume una estrategia de investigación cualitativa, lo que permite visualizar a las mujeres como productoras de prácticas y sentidos. Las jóvenes rurales despliegan estrategias –no necesariamente conscientes de ello- habilitadas por la conformación de la estructura educativa, y en vinculación homóloga a un conjunto de disposiciones sociales en relación a la condiciones de ser rural, ser joven y ser mujer internalizadas y diferenciales de acuerdo a la posición de clase ocupada al interior del espacio social rural.
Palabras clave: estrategias, mujeres jóvenes rurales, trayectorias sociales.
Abstract: This article is part of the field of rural social studies and exhibits a set of findings regarding the educational and labor strategies of rural young women in the town of Barreal, Calingasta department, province of San Juan (Argentina). The work assumes a qualitative research strategy, which allows women to be seen as producers of practices and senses. Rural young women deploy strategies -not necessarily being conscious of it- enabled by the conformation of the educational structure, and in homologous linkage to a set of social dispositions related to the conditions of being rural, being young, and being women, internalized and differentiated according to the class position occupied within the rural social area.
Keywords: strategies, young rural women, social trajectories.
Introducción
Durante los años 90 los y las jóvenes fueron víctimas de las políticas de ajuste neoliberales en materia de educación, salud, desempleo, flexibilización laboral, entre otros. Calvo, Mariotti y Ochoa (2015) explican que particularmente en los espacios rurales, las políticas neoliberales afectaron la calidad de vida de la agricultura familiar, campesina e indígena, incidiendo en su derecho de acceder al agua y permanecer en la tierra. De modo que, fueron las juventudes rurales quienes se encontraron ante una mayor vulnerabilidad en relación a los jóvenes urbanos, contando con menores oportunidades laborales, menores posibilidades educativas, y con altas tasas de pobreza. La transnacionalización de la agricultura, y de los espacios sociales rurales modificaron el campo educativo y laboral siendo un lugar central donde las juventudes actúan.
En este mismo sentido Alegre, Lizárraga y Brawerman (2015) señalan que actualmente el nivel educativo en poblaciones rurales ha aumentado, identificando altas tasas de escolarización en las jóvenes rurales tanto respecto a sus generaciones anteriores como así también en relación a los jóvenes rurales contemporáneos. En el caso de estos últimos la relación es inversa, la mayor participación en el campo laboral se asocia a niveles más bajos de escolarización. Sin embargo, son las mujeres quienes ocupan su tiempo y fuerza de trabajo mediante la realización de tareas domésticas y de cuidados.
La provincia de San Juan no estuvo exenta de las profundas implicancias de los modelos de desarrollo a los que nos referimos de manera precedente. La implantación de ese conjunto de medidas económicas, significaron transformaciones respecto al modelo agropecuario en los espacios sociales rurales. Calvo et. al., (2015) manifiestan que uno de los principales efectos de las políticas neoliberales fue el avance de la frontera agropecuaria con lógicas productivas signadas por grandes inversiones de capital, producción de commodities orientadas al mercado externo, lo cual generó una restructuración de las actividades productivas.
El presente artículo se inscribe en el campo de los estudios sociales rurales. El objetivo de conocimiento que estructuró el estudio consistió en analizar las estrategias educativas y laborales de las mujeres jóvenes rurales en el espacio social rural de Barreal, departamento Calingasta, provincia de San Juan. De esta manera, la investigación empírica fue realizada en la localidad de Barreal del departamento de Calingasta, ubicado a unos 200 km al suroeste de la provincia de San Juan.
Los límites departamentales son: al norte limita con Iglesia, al este con Ullum, Zonda y Sarmiento, al sur con la provincia de Mendoza, al oeste con la Republica de Chile. El departamento se encuentra organizado en tres asentamientos principales Calingasta, Tamberías y Barreal; complementándose con un conjunto de asentamientos menores.
Según datos proporcionados por el Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda correspondientes al año 2010, el departamento cuenta con una población de 8.588 habitantes de los cuales 53,1% son varones y 46,9% son mujeres. La población se concentra en las edades 15-19 registrando un total de 11,1%, mientras que el grupo de 10-14 años presenta valores muy cercanos obteniendo 11%, la estructura de la población se considera con una alta proporción de niños y jóvenes.
Por su parte, la localidad de Barreal se encuentra ubicada en el centro-este del departamento. La localidad según los registros del Centro de Salud denominado Hospital Barreal, presenta una población aproximada de 4.500 habitantes, este número incluye la población local, y la población de paso (Saavedra, Analia, 2015).
En lo que refiere a la caracterización de la situación socio-educativa en el departamento de Calingasta la mayor parte de la población se encuentra alfabetizada representando el 91,1% frente a un 8,9% que no sabe ni leer ni escribir. La tasa de alfabetización del departamento se corresponde a valores inferiores en relación a la media provincial, y en relación a departamentos sanjuaninos rurales, ubicándose Calingasta en tercer lugar.
Barreal presenta un sistema educativo conformado por los niveles inicial, primario, secundario y superior, se trata de instituciones educativas tanto de gestión pública como privada. Cuenta con un total de doce establecimientos educativos, de éstos cuatro corresponden al nivel educacional secundario. En lo relativo al nivel superior no universitario cuenta con un Instituto de Formación Docente. Mientras que, en cuanto al nivel superior universitario presenta la reciente presencia de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ).
Respecto a la estructura socioeconómica el departamento de Calingasta evidencia un cambio de perfil en relación a los años anteriores, a través de la presencia de dos procesos progresivos que coexisten en el espacio social rural: crecimiento paulatino y sostenido de la superficie agrícola cultivada y, de manera simultánea, cambios en el uso del suelo en el espacio social rural, lo que implica la pérdida de territorios destinados a las explotaciones agrícolas, que son destinados a la realización de otras actividades económicas. Una de las consecuencias más visibles de estos procesos, es la reducción de los requerimientos de fuerza de trabajo estrictamente agropecuario, lo que genera que gran parte de la mano de obra de la localidad comience a emplearse en otro tipo de actividades económicas, en tanto estrategia de reproducción social.
Estrategia Metodológica
En coherencia con el objetivo expuesto, realizamos un estudio de tipo descriptivo-comprensivo en el espacio social rural de Barreal, que asumió una estrategia de investigación cualitativa, lo que permitió pensar la investigación como un proceso flexible, donde las jóvenes mujeres son visualizadas como productoras de prácticas y sentidos.
La unidad de análisis la constituyeron las jóvenes rurales que al momento de realizar el presente estudio hubiesen finalizado el nivel educativo secundario, que pudieran dar cuenta de alguna experiencia en el campo laboral -actual o pasada-, y residieran en el espacio social rural de Barreal. Asimismo, se seleccionó a mujeres de entre 18 a 30 años.
Trabajamos con un muestreo teórico–intencional definido a largo de la etapa de trabajo de campo y su culminación estuvo dada por la intencionalidad de alcanzar la saturación de algunas categorías de análisis. Como estrategias de recolección/construcción de datos recurrimos principalmente a la observación participante y a entrevistas en profundidad.
El trabajo de campo se llevó a cabo durante el transcurso del año 2017. Se aplicaron tres entrevistas a informantes claves, lo que enriqueció la mirada de la problemática. Asimismo, se realizaron diez entrevistas en profundidad a jóvenes rurales de 18 a 30 años, en función de nuestro criterio de selección de las unidades de análisis.
En relación a la perspectiva metodológica, la estrategia de análisis de datos se encuadra en la Teoría Fundamentada definida como una metodología general para desarrollar teoría que está enraizada en información sistemáticamente recogida y analizada (Strauss, Ansel y Corbin, Juliet, 2002). Además, se adoptó el método de comparación constante, el que consiste en el análisis intenso alrededor de una categoría (análisis axial), lo que acabará develando la relación entre esa y otra/s categoría/s y sus sub-categorías, avanzando a la fase siguiente de la integración de categorías y propiedades (Vasilachis, Irene, 1992).
Las estrategias educativas y laborales de mujeres jóvenes rurales
Recurrimos a las aportaciones teóricas de la sociología reflexiva de Pierre Bourdieu, para el abordaje de las estrategias que despliegan las jóvenes rurales en el campo educativo y laboral en la localidad de Barreal. La noción de estrategias nos permitió abordar las prácticas sociales que realizan las mujeres en el trascurso de sus trayectorias sociales en el espacio social rural, donde se encuentran distribuidas diferencialmente según el volumen de capital y la estructura del capital que posean.
El abordaje de las prácticas y estrategias insertas en trayectorias sociales permite la articulación entre las condiciones estructurales y las decisiones individuales y familiares. Siendo el espacio social fundamentalmente un espacio de relaciones, en el cual las distintas posiciones y los distintos grupos de posiciones adquieren significado en su relación con otras posiciones y otros grupos de posición. De este modo, individuos que ocupan posiciones diferenciales en un momento dado, pueden trazar trayectos diferentes en el curso del tiempo (Bourdieu, Pierre, 1998).
Las estrategias pueden ser entendidas como “(…) las líneas de acción objetivamente orientadas que los agentes sociales construyen continuamente en la práctica y que se definen en el encuentro entre el habitus y una coyuntura particular del campo (...)” (Bourdieu y Wacquant, 1995, p. 89). De esta manera la realidad social existe dos veces, en las cosas y en las mentes, en los campos y los habitus, dentro y fuera de los agentes (Bourdieu y Wacquant, 1995).
El campo puede ser considerado un estado de la relación de fuerza entre agentes sociales que intervienen en la de la distribución del capital específico que ha sido acumulado durante las luchas anteriores y que orienta las estrategias posteriores (Bourdieu, 1990). En el campo hay conflictos y competición, ya que los agentes sociales rivalizan por establecer un monopolio sobre el tipo específico de capital eficiente en él (Bourdieu y Wacquant, 1995).
También un campo es un espacio de juego que existe en la medida en que existan agentes sociales que participen en él, que crean -doxa- en las recompensas que ofrece y las persigan activamente. Solo hay acciones tendientes a la conservación o la transformación de las estructuras, porque hay agentes sociales dotados por un conjunto de disposiciones sociales que presentan la capacidad necesaria para participar en el juego (Bourdieu y Wacquant, 1995).
Cada campo específico define y activa una forma específica de interés -illusio- como reconocimiento tácito de las apuestas puestas en juego y como dominio de sentido práctico de las reglas que lo rigen. El interés específico en la participación en el juego se diferencia de acuerdo con la posición social ocupada en el juego, y a la vez en relación a la trayectoria que conduce a cada participante a esa posición (Bourdieu y Wacquant, 1995).
En todo momento, las estrategias desplegadas por agentes sociales dependen, no solo del volumen y estructura de su capital en el momento considerado y de las posibilidades de juego que aquellas le aseguran “(…) sino también de la evolución en el tiempo del volumen y la estructura de su capital, es decir, de su trayectoria social y de las disposiciones (habitus) que son constituidas en la relación prolongada con cierta estructura objetiva” (Bourdieu y Wacquant, 1995, p. 65).
Por tanto, los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia producen habitus, sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes.
El habitus es un mecanismo estructurante que opera desde adentro de los agentes, en tanto principio generador de estrategias que permiten a los agentes enfrentar situaciones muy diversas. El habitus es producto de la interiorización de estructuras externas, reaccionado a las solicitudes del campo en cuestión de forma coherente y sistemática. El habitus es creador, inventivo, pero dentro de los límites de sus estructuras (Bourdieu y Wacquant, 1995).
Las estrategias si bien involucran una dimensión racional, están cultural y socialmente situadas, pero no por ello son conscientes ni orientadas exclusivamente por el cálculo racional. El margen de maniobra de cada agente social depende de las condiciones socialmente objetivables, pero la objetivación de esas condiciones se debe tomar en cuenta a la vez las determinaciones externas y la posición relativa de los agentes en el espacio social (Bourdieu, 1998). Los agentes sociales se encuentran preocupados por ciertos resultados futuros inscriptos como posibilidades presentes, en la medida en que los habitus los predispongan y movilicen para perseguirlos (Bourdieu y Wacquant, 1995).
A la vez, el espacio social es definido como “(…) un espacio pluridimensional de posiciones, donde toda posición actual puede definirse en función de un sistema con multiplicidad de coordenadas, cada una de ellas ligada a la distribución de un tipo de capital diferente” (Bourdieu, 2011, p. 20). En el espacio social, los agentes sociales se distribuyen según el volumen de capital que poseen en las diferentes especies de capital, y a su vez por estructura del capital que poseen, siendo el peso relativo de diferentes especies de capital en el volumen total de su capital. Entre las diferentes especies de capital se encuentran tres clases fundamentales de capital el económico, el cultural y el social. A estas tres formas de capital hay que añadir el capital simbólico.
La condición de ruralidad del espacio social
Para comprender específicamente las estrategias educativas y laborales implementadas por las jóvenes barrealinas aquí entrevistadas es necesario analizar lo que sucede en el interior del espacio social rural en el marco de profundas transformaciones educativas y económicas descriptas anteriormente. Consideramos necesario relacionar las estrategias con la dimensión del espacio social rural ya que los elementos estructurales no son el telón de fondo, sino más bien una dimensión constitutiva de las prácticas sociales.
El acceso y/o permanencia en el campo educativo y laboral de las mujeres se encuentra asociado a la limitada oferta educativa y laboral en el espacio social rural, y a la distancia geográfica de las ofertas educativas y laborales de la Ciudad de San Juan.
(…) y no porque de lo que te decía que a mí me gustaría estudiar, acá no hay, si no vas a San Juan no hay (…) (Belén, 21 años).
(…) no tenés mucho trabajo para elegir acá, y que hay desventajas acá, y sí las hay, como en todo departamento alejado ¿viste? (...) (Cecilia, 24 años).
La limitada oferta educativa y laboral en la localidad de Barreal y distancia en relación a los espacios urbanos son el marco general que delimita lo posible en sus trayectorias sociales de las jóvenes barrealinas, delineando posiciones sociales diferenciales, y por ende, apropiaciones desiguales de capitales, si se las relaciona con mujeres jóvenes que residen en espacios urbanos. Ante las pocas posibilidades de estudiar y trabajar las entrevistadas visualizan como estrategia migrar hacia la capital sanjuanina.
El Gran San Juan, aparece como el espejo en donde mirar el desarrollo deseable. Lo rural es explicado a partir de la ciudad como el lugar de llegada al desarrollo y con ello a otros proyectos de vida educativos y laborales. Lo rural, en los relatos de las jóvenes rurales, constituye una construcción social dentro de la dicotomía campo-ciudad, asignando valores contrapuestos, que operan a través de principios de visión y división social, clasificando diferencialmente a las regiones.
Por tanto, las disposiciones de habitus incorporadas por las jóvenes rurales operan generando clasificaciones sociales en el espacio social rural en relación a los espacios sociales urbanos, a su vez, conlleva valoraciones y significaciones sociales asignadas a las distancias geográficas, manifiestas en las posibilidades y limitaciones respecto a la apropiación diferencial de capitales que ofrece el campo educativo y laboral en la localidad.
Es posible comparar el espacio social rural de Barreal con un espacio geográfico en el cual se recortan las regiones, definiendo acercamientos sociales y/o distancias sociales en el interior del mismo. “De lo que resulta que los agentes tienen tantas más cosas en común cuanto más próximos están en ambas dimensiones y tantas menos cuanto más alejados. Las distancias espaciales sobre el papel equivalen a distancias sociales” (Bourdieu, 1997, p. 18).
Las mujeres jóvenes rurales y las estrategias educativas
En Argentina en los estudios de juventudes rurales prevalecen tendencias socio-educativas, que se expresan en el interior del espacio social rural de Barreal. Autores como Kessler (2007) y Alegre, et. al., (2015) señalan el predominio de una valoración cada vez más positiva respecto a la educación, y con ello a períodos de escolarización formal más prolongados en las juventudes rurales contemporáneas.
(…) y la educación fundamental, o sea es mi base, es todo, la educación es un papel muy importante actualmente en mi vida (…) (Laura, 21 años).
(…) ahora sin educación es como que, estamos en la nada (…) (Paula, 20 años).
En los relatos antes expuestos, se identifica que la educación representa algo fundamental a lo largo de sus trayectorias sociales de las mujeres de la localidad. Lo que presenta vinculación a la creencia –doxa- de las jóvenes en las recompensas que ofrece el campo, siendo sus estrategias importantes y dignas de ser emprendidas (Bourdieu y Wacquant, 1995). En tanto presentan como interés específico –illusio- la obtención de mejores condiciones sociales de existencia.
(…) y algo fundamental para conseguir trabajo, para poder seguir proyectándome a un futuro y para poder seguir no lo sé, eh, superándonos, qué sé yo (…) (Belén, 21 años).
(…) y es el tema más importante, para poder vivir el día de mañana, porque hoy en día, si no tenés estudios no tenés trabajo (…) (María, 27 años).
La valoración otorgada a periodos educativos más prolongados de las entrevistadas presenta vinculación con las posiciones sociales presentes asociadas a las expectativas de obtención de mejores posiciones sociales en términos económicos y simbólicos. Las mujeres establecen un nexo entre la educación y el trabajo a lo largo de sus trayectorias sociales, donde la educación es considerada como una inversión que lleva a una inserción laboral.
A su vez, tiene estrecha relación con las expectativas juveniles de adquirir autonomía independencia económica y habitacional de las familias de origen. Lo que, se lograría a través de la obtención de mejores trabajos, mejores condiciones laborales, mejores remuneraciones que la escolarización de las mujeres habilita en el medio rural.
La situación antes descripta se complejiza, ya que, como sostienen Millenaar y Jacinto (2015) actualmente las credenciales educativas, si bien son necesarias para acceder a mejores posiciones sociales en términos económicos y simbólicos en el campo laboral, no son suficientes como vehículo directo para obtener acceso a estabilidad laboral y económica. La agudeza de la conflictividad en torno a este tema alcanza incluso a jóvenes que finalizaron la escuela secundaria, a pesar de que dicha institución ha estado ligada históricamente a la obtención de mejores condiciones de existencia.
Asimismo, las mujeres presentan trayectorias educativas más prolongadas, y por tanto, mayores años de escolarización en relación a las generaciones anteriores. Las entrevistadas perciben que son las transformaciones ocurridas en el campo educativo rural, lo que explica el acceso y/o permanencia a la educación y a la apropiación e internalización de diferentes especies de capitales en relación a las generaciones precedentes.
(…) o sea es lo que me decía mi mamá, o sea cuando ella estaba era casi nula, no estaba ni el magisterio, y ahora al menos tenemos dos opciones (…) (Ana, 19 años).
(…) el tema de la educación ya avanzó bastante, entonces creo que si ellos hubiesen tenido esa posibilidad podrían haber accedido a la educación como ahora lo hago yo (…) (Laura, 21 años).
Además, el acceso y/o permanencia de las mujeres en el campo educativo ancla en los principios de visión y división social de los sexos, que presenta su estado objetivo en las cosas del mundo social, mientras que, su estado incorporado se encuentra en los cuerpos y habitus de los agentes (Bourdieu, 1998). Son los principios de visión y división sexual del mundo social -en tanto esquemas de percepción- que llevan a que, las jóvenes rurales manifiesten que el acceso y permanencia en el campo educativo, no constituyen un elemento de distinción en varones en relación a mujeres.
(…) las posibilidades existen tanto para los dos, no hay diferencias que para el masculino, que para el femenino no hay, es lo mismo (…) (María, 27 años).
(…) para mí en el tema de la educación me favorece, no tengo nada que decir, en la educación sí (…) (Laura, 21 años).
El acceso y/o permanencia en el campo educativo responde a principios de visión y división sexual y social del trabajo, que operan a través de clasificaciones sociales diferenciales que inciden en la apropiación e internalización de capitales, confiriendo a los varones al ámbito de la producción desde edades muy tempranas, mientras que las mujeres ocupan una posición social secundaria en dicho ámbito, siendo confinadas principalmente al ámbito de la reproducción de la vida. Los varones rurales son considerados los herederos y los encargados de darle continuidad a las actividades socio-productivas ligadas a lo rural, mientras que las mujeres encuentran en el ámbito educativo un espacio de desarrollo personal.
La pluriactividad, las jóvenes rurales y las estrategias laborales
Las jóvenes acceden y/o permanecen en el campo laboral a través de prácticas agrícolas, lo que se vincula con el perfil socio-productivo característico y tradicional de Barreal. En otros casos se incorporan a través de prácticas vinculadas al sector de servicios y/o al sector de comercialización, lo que se relaciona con el cambio progresivo del perfil socio-productivo de la localidad. Asimismo, algunas de las jóvenes se incorporan al mundo del trabajo a través de la complementación entre prácticas agrícolas y aquellas vinculadas al sector de servicios y/o al sector de comercialización, también advertimos casos en donde solo presentan relación con una de ellas. Finalmente cabe destacar que todas las mujeres realizan prácticas domésticas y de cuidados.
El ingreso y/o permanencia al campo laboral agrícola se realiza a través de las familias de origen de las mujeres en tanto estrategia de reproducción social. Las jóvenes desde edades tempranas, se apropian progresivamente de saberes agrícolas que son diferenciales en relación a la edad y al género, al tiempo que son procesos de enseñanza y de aprendizaje mediante la participación y práctica en las actividades productivas (Padawer, Ana, 2010; Dacuña, Roberto, 2013; Padawer et. al., 2013).
(…) y sí viste, como te dije, en las vacaciones trabajábamos en la cosecha de ajo (…) (Rosa, 30 años).
(…) por mi abuela fue, primero fue como ayuda, después ya empezás a tener tu plata (…) (Belén, 21 años).
En el campo laboral agrícola los procesos de toma de decisiones generan tensiones intergeneracionales. Los adultos, en tanto jefes del hogar y de la unidad doméstica y productiva, ejercen control e imponen su autoridad, ante las expectativas de las jóvenes de participar en decisiones referentes a los procesos productivos. Se trata de procesos sujetos a cambios constantes, que emergen en el transcurso de prácticas productivas, parafraseando a Bourdieu (1990) entre dominantes y subordinados, por el hecho de estar involucradas en el juego y por el juego.
(…) claro, o sea la hacemos en la casa, las mujeres pelamos tomates, lo molemos o cortamos, o sea según lo que toque, molida o entera, eh después llenamos las botellas, antes de eso me olvidé de contarte, nosotras lavamos y limpiamos las botellas, el resto es tapar, y después poner el tacho al fuego (…) (Lorena, 23).
(…) también cuidamos la huerta del fondo y a los animales les damos de comer a las gallinas, a los chanchos, cabras y esas cosas hacemos nosotras (…) (Melisa, 18 años).
A su vez, observamos que las prácticas laborales agrícolas desarrolladas por las mujeres son consideradas como una “ayuda familiar”, careciendo de reconocimiento económico y social. Situación reforzada ya que en algunos casos, coinciden los ámbitos productivos y reproductivos en tanto unidad combinada de residencia-producción (Gili, Valeria, 2010; Dacuña, 2013). Además, la participación de las mujeres en las distintas etapas del proceso productivo agrario en pequeña escala, podrían ser comparados con las diversas prácticas reproductivas que realizan en el interior de sus hogares.
El aporte de las entrevistadas a la economía familiar es invisibilizado, naturalizado y desvalorizado, lo que profundiza los conflictos y las tensiones intergeneracionales, ante las expectativas de obtención de autonomía e independencia económica. La condición de juventud y de género atraviesan la incorporación de las mujeres al campo laboral agrícola, quedando en un segundo plano en relación a la posición social de los adultos varones.
Por otro lado, la mayoría de las entrevistadas se desempeña en el de sector servicios y el sector de comercialización siendo la estructura socio-productiva del medio rural, la que marca esta impronta. Las prácticas no agrícolas se caracterizan por ser ocupaciones consideradas eminentemente feminizadas, como expresa Federici (2013) podrían ser consideradas como una extensión de los labores reproductivos realizados por las mujeres en el interior de sus hogares.
(…) trabajé reponiendo mercadería, fiambres, era verdulera, acá en el supermecado XXX, o sea corte de niñera un año y seguí acá en el supermecado XXX... y también volví a trabajar en un supermercado haciendo limpieza de noche, y de ahí ayudante de cocina (…) (María, 27 años).
(…) en venta de por ejemplo de eh mediaslunas, en venta de empanada, en todo eso (…) después en algunos restaurantes, eh cuidado de niños (…) (Rosa, 30 años).
La estrategia laboral no agrícolas se caracterizan por presentar informalidad, inestabilidad y flexibilidad, fundamentalmente desarrolladas en comercio, hostelería, restaurantes, servicios personales, se trata de labores que les otorgan una mayor independencia de sus familias. En otros casos las mujeres que realizan prácticas orientadas a la manufactura y comercialización de productos gastronómicos rurales donde participan con sus familias de origen desde sus hogares.
La incorporación y/o permanencia en el campo laboral a través de prácticas en el sector de servicios y de comercios fuera de los hogares constituye una estrategia que apunta a lograr ciertos márgenes de autonomía económica. Presentando relación con la apropiación de capital económico y simbólico, como un medio para satisfacer sus necesidades y/o consumir determinados bienes y servicios. En relación a ello, entendemos que las mujeres creen –doxa- en las recompensas que ofrece el campo laboral no agrícola, de manera que su participación y sus apuestas son dignas de ser emprendidas (Bourdieu, 1995).
Educación, trabajo y la economía del cuidado: “porque claro, la ama de casa hace de todo, es multifacética”
Las relaciones entre varones y mujeres basadas en una jerarquía de poder, provienen de representaciones simbólicas vinculadas a diferencias anatómicas y fisiológicas de los cuerpos. La diferencia sexual ha sido utilizada como fundamento para la construcción del género operando desde los procesos sociales más elementales en el mundo social.
La desigualdad entre los sexos, se encuentra basada en una mirada que enfatiza el ámbito simbólico, lo que permite explicar cómo las diferencias biológicas se transmutan en construcciones culturales que marcan a la sociedad en su conjunto. A partir de la naturaleza, se construyen divisiones culturales legítimas estableciendo maneras socialmente esperadas de ser mujer y ser varón.
En este marco, las mujeres son relegadas al ámbito de lo privado mediante las prácticas domésticas y de cuidados según los principios de visión y división sexual del trabajo vigentes en el mundo social (Bourdieu, P. 1998). Se trata de un legado cultural patriarcal, el cual estipula que la mujer puede ejercer mejor que el varón las tareas domésticas y de cuidados orientadas a la producción y reproducción del mundo social.
Rodríguez (2015) expresa que las prácticas de cuidado incluyen: autocuidado, cuidado de otras personas, actividades de provisión y gestión del cuidado. El cuidado permite atender las necesidades de las personas dependientes, por su edad o por sus condiciones y/o también de las que podrían auto-proveerse dicho cuidado.
El trabajo de cuidado realizado por mujeres al interior de los hogares cumple una función esencial en las economías capitalistas: la reproducción de la fuerza de trabajo. Sin este trabajo cotidiano el sistema simplemente no podría reproducirse, “(…) el trabajo de cuidado no remunerado que se realiza dentro de los hogares (…) constituye un subsidio a la tasa de ganancia y a la acumulación del capital” (Rodríguez, Corina, 2015, p. 40).
Las mujeres entrevistadas se enfrentan a una doble jornada laboral femenina a lo largo de sus trayectorias sociales, lo que implica que luego de desarrollar sus prácticas laborales (agrícolas/no agrícolas) y/o prácticas educativas, continúan trabajando en el ámbito estrictamente reproductivo o viceversa. Las jóvenes rurales despliegan un conjunto de estrategias para mantener y/o mejorar su posición social en el campo educativo y laboral que presentan como interés específico –illusio- la apropiación de diferentes especies de capitales puestos en juego en los campos en cuestión.
(…) y limpieza, y la comida todos los días de la casa, y de ahí la voy llevando con el trabajo y el estudio (…) (Lorena, 23 años).
(…) trataba de acomodar mis horarios, y yo también hacía las cosas en mi casa, asi que hacía todas las cosas juntas (…) (Cecilia, 24 años).
“El hecho de que el trabajo reproductivo no esté asalariado le ha otorgado a esta condición socialmente impuesta una apariencia de naturalidad («feminidad») que influye en cualquier cosa que hacemos” (Federici, Silvia, 2013, p. 60). Como expresa Korol (2016) el trabajo en el interior de las familias, es considerada una actividad femenina, que deben realizar cumpliendo determinados mandatos culturales organizados y subordinadas bajo control masculino.
Se trata de prácticas reproductivas, caracterizadas por poseer invisibilidad y desvalorización, que no son remuneradas ni percibidas como trabajo, incluso por las propias entrevistadas. Perciben como natural que sea una actividad que realizan las mujeres y no los varones, lo que responde a principios de clasificación social son internalizados y apropiados, generando diferencias en las prácticas realizadas por las mujeres hacia el interior de la familia, y hacia el espacio social rural. Parafraseando a Bourdieu la realidad social existe dos veces en las estructuras sociales y las estructuras mentales, entre las divisiones objetivas del mundo social, y los principios de visión y división que se aplican a varones y mujeres.
Las jóvenes se encuentran ante una situación de mayor vulnerabilidad social. Los principios de visión y división sexual del trabajo prevalecientes en el mundo social patriarcal, condicionan diferencialmente las posibilidades de las mujeres al incorporarse y permanecer en el campo laboral, los tipos y condiciones de trabajos, las remuneración económica y el reconocimiento social, entre otros. Lo que otorga una posición desigual en relación a los varones al interior del espacio social rural, en otras palabras, la desvalorización del trabajo que realizan las mujeres al interior de las familias excede el ámbito, y reproduce las diferencias inscriptas en el medio rural.
Estrategias educativas/laborales y las trayectorias sociales
Entendemos que las prácticas y estrategias desplegadas por las mujeres, se encuentran insertas en el trascurso de sus trayectos específicos. El origen social de los agentes sociales es el punto de partida de una trayectoria social, delineando tanto la pendiente como los posibles caminos de ser recorridos en el espacio social. A un volumen determinado de capital heredado corresponde un haz de trayectorias más o menos equiprobables que conducen a unas posiciones más o menos equivalentes, no siendo igualmente probables todas las posiciones de llegada para todos los puntos de partida (Bourdieu, 1998).
Para caracterizar las estrategias desplegadas por las jóvenes barrealinas fue preciso identificar trayectorias sociales que presentan similitudes unas con otras, pero a la vez se diferencian al momento de compararlas con otro grupo de trayectorias de mujeres rurales. De esta manera y solo a fines analíticos, establecimos en primer lugar el Grupo de trayectorias A conformado por Rosa, Belén, Melisa, Juana; y en segundo término el Grupo de trayectorias B al que pertenecen Ana, Lorena, Laura, Paula, Cecilia, María. A continuación presentamos elementos que son comunes a ambos grupos de trayectorias sociales entre las mujeres rurales de la localidad de Barreal entrevistadas para posteriormente profundizar en las diferencias que existen entre ellas.
Las distancias geográficas y sociales al interior del medio rural y en vinculación a los espacios urbanizados, operan generando ciertos condicionamientos en el despliegue de las prácticas educativas. Las desigualdades socioeducativas frente a las que se encuentran las mujeres rurales se manifiestan en la oferta educativa, circuitos diferenciales en relación con la calidad de los procesos de enseñanza y de aprendizaje, distancias geográficas, aislamiento poblacional y/o medios de transporte para acceder a las instituciones educativas, deserción, repitencia y sobreedad escolar, de igual modo, juega un papel central el acceso diferencial a servicios y/o infraestructura existentes en la localidad de Barreal.
Todas las mujeres rurales entrevistadas poseen como característica común haber finalizado el nivel medio. Sin embargo, el nivel educativo formal alcanzado es mayor en las jóvenes que conforman Grupo de trayectorias B en relación al Grupo de trayectorias A.
Las mujeres del Grupo de Trayectorias A desplegaron estrategias como es la rotación por establecimientos educativos del nivel secundario prevaleciendo la incorporación en escuelas de gestión pública o en su defecto accedieron a becas para asistir a instituciones de gestión privada. El interés radicó en conciliar lo educativo con sus prácticas laborales, e incluso con aquellas prácticas domésticas y de cuidados de niñas/os y ancianas/os para finalizar el nivel educativo.
Mientras que el Grupo de Trayectorias B, en su mayoría, al finalizar el nivel medio continuaron el nivel superior ya sea universitario o no universitario, algunas intentaron ingresar a la Escuela de Gendarmería Nacional, otras se incorporaron a cursos y/o capacitaciones (en el medio rural o fuera del mismo). Prevalecen aquellas jóvenes que se incorporan a instituciones de gestión privadas, algunas optaron por acceder a becas y otras por trabajar, e incluso se visualizan casos donde se complementan ambas estrategias. A la vez que identificamos que se tratan de carreras consideradas tradicionalmente feminizadas que habilitan y refuerzan las prácticas reproductivas; a excepción del ingreso a la Escuela de Gendarmería Nacional, lo que permite a las mujeres el avance en profesiones consideradas tradicionalmente masculinas.
Los desiguales círculos educativos expresados en el nivel educativo alcanzado y en las diferenciales instituciones educativas, responde a un proceso de selección que se ejerce a lo largo de todo el recorrido escolar según el origen social de las jóvenes mujeres. Son las disposiciones sociales en tanto condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones sociales de existencia, las que operan generando que se sientan en “su lugar” o “desplazadas” de determinados niveles y establecimientos educativos.
En cuanto a las distancias geográficas y sociales que deben recorrer para acceder a las instituciones educativas en el medio rural asume dos modalidades diferenciales. Las jóvenes del Grupo de Trayectorias A se encuentran condicionadas por la distancia geográfica que deben recorrer hasta los establecimientos educativos. La baja circulación y restringida frecuencia del trasporte público, hace que estas mujeres que residen fuera del núcleo urbano poblacional de Barreal deban recorrer muchos kilómetros para escolarizarse. Los condicionantes socio-estructurales inciden en las trayectorias tanto en los procesos de enseñanza y de aprendizaje como así también en sus expectativas de continuar estudiado una vez finalizado el nivel medio.
Las mujeres del Grupo de Trayectorias B residen cerca del núcleo poblacional urbano local e incluso algunas acceden al uso de transporte público, para movilizarse internamente en la localidad de Barreal. Otras desarrollan prácticas educativas temporarias en espacios urbanos, sin embargo las situación de estas últimas se complejiza debido a las inversiones económicas y sociales que deben realizar ellas y sus familias de origen.
A las desventajas que presentan las mujeres a lo largo de sus trayectorias educativas se le suma restringida oferta educativa que brinda la localidad de Barreal en relación a espacios urbanos. Desigualdades que se manifiestan con más énfasis en el nivel superior, tanto universitario como no universitario, a pesar de ello es la única localidad en el departamento que actualmente presenta dicha oferta educativa.
Ante la limitada oferta educativa que se agudiza una vez culminado el nivel medio, las migraciones educativas hacia los centros urbanos -especialmente provinciales- son consideradas por algunas de las jóvenes, prevaleciendo en aquellas que conforman el Grupo de Trayectorias B. Las migraciones educativas se encuentran asociadas a alcanzar posibilidades distintas, en virtud de los condicionantes socioestructurales y familiares presentes en la localidad en cuestión, lo que se vincula a la expectativa de mejorar sus condiciones sociales de existencia. De esta manera, las migraciones femeninas producen una ruptura y un distanciamiento de la familia de origen y del medio rural.
Todas las mujeres entrevistadas presentan alguna experiencia actual o pasada en el campo laboral, a la vez realizan prácticas reproductivas al interior del ámbito familiar. Sin embargo, asumen especificidades en relación al origen y posición social ocupada por las jóvenes y sus familias.
La incorporación al campo laboral agrícola de las mujeres del “Grupo de Trayectorias A” se produce a edades tempranas, y por medio de la habilitación de sus familias de origen en tanto estrategia de reproducción social de las unidades domésticas. Algunas jóvenes de este grupo se incorporaron a una edad aproximada de 14 años como trabajadoras familiares en explotaciones agrícolas de manera estacional.
En su mayoría las mujeres barrealinas de este grupo optan por incorporarse a prácticas laborales no agrícolas orientadas al sector servicios y comercio, lo que no implica que dejen de llevar a cabo prácticas agrícolas.
Estas mujeres desarrollan estrategias para complementar sus prácticas educativas y labores y aquellas reproductivas durante el transcurso de sus trayectorias sociales. Como por ejemplo la rotación por establecimientos educativos, la incorporación a trabajos estacionales y/o de media jornada fuera del ámbito familiar, entre otros. Las prácticas se orientan a la obtención de independencia de las familias de origen que el estudiar, trabajar y/o migrar una vez finalizados los estudios secundarios traen aparejados.
En cuanto al Grupo de Trayectorias B identificamos que todas las jóvenes de este grupo se incorporan a prácticas laborales orientadas al sector comercio y servicios, ya sea de manera permanente y/o estacional. El acceso en prácticas laborales no agrícolas, se produce a través de vínculos familiares, red de amigos y conocidos, e incluso algunas jóvenes asumen un proceso pasivo de espera a ser contratadas.
La incorporación al campo laboral no agrícola asume dos modalidades diferenciales en este grupo. El ingreso de algunas de las mujeres se realiza a edades tempranas coincidiendo con el periodo de escolarización primario y secundario, mientras que en otros casos la incorporación se produce una vez alcanzada la mayoría de edad, coincidiendo con la finalización del nivel secundario e incorporación al nivel superior y/o cursos-capacitaciones.
De esta manera, deben desplegar estrategias para complementar lo educativo con lo laboral, por ejemplo, recurriendo a trabajos de media jornada y/o estacionales, acceden a trabajos que les permitan complementar con becas escolares. Asimismo, en este grupo de mujeres, la valoración otorgada a los estudios medios y superiores son considerados como la vía de obtención de mejores trabajos, ya sea en el medio rural o fuera del mismo.
Las labores no agrarias se han convertido en una de las principales fuentes de obtención y apropiación de capital económico y simbólico, en tanto apuesta importante y digna de ser emprendida. La incorporación al sector de servicios y de comercios produce una ruptura, un distanciamiento de la unidad familiar, a la vez lleva a establecer otros vínculos en vistas a una inversión en capital económico, social y simbólico, e incluso produce un alejamiento de las tareas domésticas y de cuidados desarrollas al interior de los hogares.
En relación a las prácticas reproductivas en el “Grupo de Trayectorias A” las mujeres expresan la no participación de los varones en las prácticas domésticas y de cuidados al interior de las familias de origen. Además, en este grupo las jóvenes rurales y sus familias realizan tareas orientadas al consumo y abastecimiento de la unidad doméstica.
Algunas mujeres deben trabajar desde sus hogares para complementar con las prácticas productivas y reproductivas. Otras jóvenes son madres, situación ante la cual optan por: crear lazos sociales con otras mujeres, por lo general de sus familias de origen, e incluso rotan y se incorporan en labores e instituciones educacionales acordes a su nueva realidad para finalizar el nivel medio, o luego del crecimiento de sus hijas/os.
Mientras que en el Grupo de Trayectorias B las jóvenes expresan que los varones se hacen responsables, al menos de manera parcial, de las tareas de reproducción al interior de la familia de origen, sin que implique el abandono de la doble jornada laboral para ellas. Participación que se sustenta en una comparación realizada en clave intergeneracional.
Sin embargo, encontramos casos donde las mujeres deben incorporarse a laborales que les permitan llevar a sus sobrinas/os, niñas/os que componen la familia de origen. De esta manera, la condición de ser mujer trae aparejado la asunción de responsabilidades ligadas al cuidado que operan generando restricciones en el trascurso de sus trayectorias sociales.
Conclusiones
Iniciamos nuestro proceso de investigación preguntándonos acerca de las estrategias educativas y laborales desplegadas por las jóvenes rurales en la localidad de Barreal, departamento de Calingasta en el marco de profundos cambios socio-productivos y poblacionales.
Estas transformaciones en el perfil económico-social en Barreal, posee una vinculación con los sentidos y estrategias educativas y laborales que desarrollan las jóvenes barrealinas. Se establecen así continuidades y discontinuidades en los recorridos educativos y laborales tradicionales en el medio rural.
Sin embargo, a pesar de los cambios que ha experimentado la localidad en los últimos años, el núcleo de poder en tanto el centro de desarrollo siguen siendo los espacios urbanos. Lo rural es explicado y clasificado en relación a lo urbano, a partir de la noción de ciudad, representándola como el espacio en donde se ubica el desarrollo y con ello, la posibilidad de concretar proyectos de vida diferentes. Al tiempo que delimita el margen de lo posible en las estrategias de reproducción social, manifiestas en apropiaciones diferenciales de capitales.
Las estrategias educativas presentan vinculación con los elementos socio-estructurales del espacio rural, como así también con el origen social de las jóvenes barrealinas. En relación a ello, los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia producen habitus, principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones adecuados a la posición social ocupada por las mujeres rurales.
La significación otorgada a la educación formal implica una inversión –illusio- social, simbólica y económica para las mujeres y sus familias de origen. Lo que genera periodos de escolarización más prolongados y diferentes en relación a sus generaciones precedentes. Se trata de una estrategia de reconversión generacional, ya que en el común de los casos, solo lograron terminar el nivel primario y/o comenzaron el nivel medio sin poder concluirlo. Además las mayores posibilidades en la oferta educativa que presenta actualmente la localidad, aparece como un elemento que les permite desarrollar proyectos de vida diferentes a las generaciones anteriores.
Las jóvenes despliegan prácticas educativas diferenciales que se vinculan con la creencia –doxa- en las recompensas que ofrece el campo educativo formal, a través de la obtención y apropiación de capital cultural institucionalizado e incorporado como vía de obtención de mejores condiciones sociales de existencia. Las mujeres rurales establecen un co-relato entre la educación y el trabajo a lo largo de sus trayectorias sociales, donde la educación es considerada como un vehículo que lleva a una inserción laboral temprana y de calidad. De igual modo, las prácticas educativas presentan estrecha relación con las expectativas juveniles de adquirir mayor autonomía económica y habitacional de las familias de origen.
Se identificaron hitos en el paso de la educación y al trabajo en el espacio social rural que asume acentuadas heterogeneidades y discontinuidades entre ambas prácticas en el transcurso de las trayectorias de las mujeres. La situación tiende a complejizarse debido a que prácticas educativas realizadas por las jóvenes rurales responden a clasificaciones sociales diferenciales internalizadas por las ellas y sus familias que inciden en la apropiación diferentes capitales. Los varones desarrollan prácticas en el ámbito de la producción desde edades muy tempranas, siendo considerados los herederos y los encargados de darle continuidad a las actividades productivas. Las mujeres ocupan una posición social secundaria en dicho ámbito, encontrando en lo educativo un espacio de desarrollo personal.
La incorporación de las mujeres barrealinas a prácticas domésticas y de cuidados es habilitada por las familias de origen también a edades tempranas. Las jóvenes durante sus trayectorias se enfrentan a extensas jornadas laborales caracterizadas por su escaso reconocimiento social, lo que conlleva al despliegue de diversas estrategias de reproducción y reconversión social. En el espacio social rural de Barreal tiene lugar una naturalización e invisibilización del sobresfuerzo realizado por las mujeres para mantenerse en el campo educativo formal, lo que es reforzado por las estructuras socioculturales patriarcales y adultocéntricas prevalecientes al interior de las familias y en el espacio social rural.
Las estrategias laborales mantienen vinculación con el perfil socio-productivo actual de la localidad de Barreal. Las jóvenes rurales se incorporan a prácticas agrícolas y no agrícolas, en algunos casos se complementan, o en su defecto presentan relación con sólo una práctica laboral, marcando la impronta de trayectorias sociales heterogéneas.
Las prácticas laborales agrícolas se desarrollan en la unidad doméstica, combinándose e interconectándose aspectos del ámbito productivo y reproductivo. Se trata de familias agricultoras caracterizadas por el desarrollo de producciones agropecuarias de pequeña escala, orientadas a la diversificación y auto-abastecimiento, tendientes a garantizar la reproducción de las condiciones sociales de existencia de la unidad doméstica.
En la unidad doméstica los adultos, en tanto jefes del hogar, ejercen control e imponen su autoridad sobre los demás integrantes que la componen. La participación en prácticas agrícolas de las mujeres al interior de las familias y en el espacio social son asociadas a características propias del género femenino. La condición de juventud y de género permea la dinámica de la unidad doméstica - productiva, así como también las estrategias de incorporación de las jóvenes mujeres al campo laboral agrícola.
La participación en los procesos productivos constituye una experiencia formativa, a través de procesos de enseñanza y aprendizaje situados, transmitidos y apropiados intergeneracionalmente a través del acompañamiento gradual en las tareas agrícolas. El carácter dialéctico, complejo y conflictivo de las relaciones sociales lleva al dominio completo de una actividad por parte de aprendices, lo que implica desplazar, o al menos amenazar, la posición de las/os formadoras/es.
En cuanto a las prácticas laborales no agrícolas, éstas son orientadas mayoritariamente al comercio y servicios, sectores que se relacionan con el cambio progresivo del perfil productivo del espacio rural. La incorporación en dichas prácticas laborales habilita el avance de las mujeres rurales en el campo diferenciándose de sus generaciones precedentes. A la vez que es una estrategia que apunta a lograr ciertos márgenes de independencia económica de las familias de origen.
Son trabajos feminizados, que presentan flexibilidad horaria, informalidad, precariedad y escaso reconocimiento social. Este tipo de trabajo es seleccionado y orientado por las disposiciones de habitus en tanto actúa generando y organizado prácticas laborales posibles y adecuadas a la posición social de las mujeres.
Los trabajos se caracterizan por presentar baja calificación independientemente del nivel de educativo alcanzado, al mismo tiempo que carecen de vinculación con los conocimientos apropiados e internalizados en el transcurso de su escolarización formal. Los trabajos no presentan continuidad, prevalece la rotación a través de una variedad de ocupaciones, alternando períodos de actividad, desempleo e inactividad a lo largo de sus trayectorias sociales.
Además, las mujeres barrealinas son relegadas al ámbito de lo privado, mediante las prácticas domésticas y de cuidados. La realización del trabajo reproductivo desde edades tempranas, implica que las mujeres jóvenes rurales, presenten menos márgenes de autonomía al desplegar las prácticas educativas y laborales a lo largo de sus trayectorias sociales. Identificamos un sistema de clasificación patriarcal en donde predomina un deber ser: para lo que fueron preparadas las mujeres. Los varones se apropian del tiempo de las jóvenes rurales al mantenerse al margen de las tareas domésticas.
Las estrategias educativas y laborales se encuentran fuertemente vinculadas a la fracción de clase de las mujeres barrealinas; situación que se ve reforzada por la condición de ser joven, ser rural y ser mujer en tanto mecanismos de distinción social.
Las estrategias se encuentran insertas en trayectorias sociales, donde el origen social es el punto de partida, delineando tanto la pendiente como los posibles caminos de ser recorridos en el espacio social rural. En esta línea de la vida se pueden visualizar continuidades y rupturas significadas por las mujeres y sus familias en vinculación a la posición social ocupada e interiorización de disposiciones sociales adecuadas.
Se identificaron dos grupos de trayectorias sociales, puestas de manifiesto en sendos grupos de trayectorias A y B. Constituyen prácticas y estrategias que presentan similitudes unas con otras, pero a la vez se diferencian al momento de compararlas, las que se ven reforzadas por las diferencias intergeneracionales, y consuma las diferencias entre ser mujeres jóvenes que residen en espacios rurales en relación a las mujeres jóvenes urbanas.
Durante el proceso de investigación expuesto se pudo dar respuesta a las preguntas de investigación planteadas inicialmente. No obstante, surgen nuevos interrogantes en relación a nuestro interés en profundizar acerca de aquellas mujeres jóvenes rurales que no terminaron el nivel medio, como así también, quienes continuaron sus estudios, una vez finalizado el nivel medio. Asimismo, se abren una serie de preguntas en torno a cómo se conjugan los condicionamientos estructurales y las decisiones individuales y familiares durante el transcurso de las trayectorias sociales de las mujeres jóvenes rurales. En este sentido, nos preguntamos ¿podrían las estrategias educativas y laborales dar lugar a discontinuidades en esas trayectorias sociales? Se trata de líneas de trabajo que esperamos orienten posibles estudios de posgrado para continuar así profundizando en la temática.
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