Resumen: En este artículo analizamos tres ejes que configuraron una trama específica en torno del crimen político y de odio de Marielle Franco en Brasil: la movilización de mujeres, el activismo hashtag y el odio político. Para ello, partimos de un enfoque interdisciplinar, de una etnografía virtual y recurrimos a diferentes fuentes de producción textual. El crimen de Marielle permitió una articulación de características específicas del activismo en la contemporaneidad. Visibilizó cuerpos y voces disidentes marcados por una dimensión afectiva, lo cual, a su vez, operó como antecedente de movilizaciones posteriores en un contexto creciente de represión, racismo, homofobia y misoginia.
Palabras clave:Marielle FrancoMarielle Franco,MovilizaciónMovilización,MujeresMujeres,Crimen políticoCrimen político,Activismo virtualActivismo virtual,OdioOdio.
Abstract: In this paper we analyze three axes that shaped a specific frame around the political and hate crime of Marielle Franco in Brazil: the mobilization of women, hashtag activism and political hatred. To do this, we start from an interdisciplinary approach, from a virtual ethnography and we use different sources of textual production. Marielle’s crime allowed an articulation of specific characteristics of activism in contemporary times. It made visible dissident bodies and voices marked by an affective dimension, which, in turn, operated as a precedent for subsequent mobilizations in a growing context of repression, racism, homophobia and misogyny.
Keywords: Marielle Franco, Mobilization, Women, Political crime, Virtual activism, Hate.
Género y Derechos Humanos
Movilización de mujeres, activismo hashtag y odio político. El caso de Marielle Franco en Brasil
Women’s mobilization, hashtag activism and political hatred. The case of Marielle Franco in Brazil
Recepción: 16 Abril 2021
Aprobación: 11 Agosto 2021
En este artículo1, nos interesa abordar algunos rasgos presentes en las movilizaciones inmediatamente posteriores al asesinato de Marielle Franco en Brasil. En primer lugar, hablamos de la insurgencia, principalmente (aunque no de forma exclusiva), de mujeres negras, con ciertas características que detallaremos más adelante. En segundo lugar, estas movilizaciones en el espacio público se relacionaron con el activismo hashtag, generando vínculos entre la calle y el espacio virtual (en redes sociales como Facebook y Twitter). Por último, identificamos que, en este caso, el odio aparece manifiesto como afecto político en un doble sentido. Por una parte, en tanto afecto que produce la eliminación de vidas y cuerpos a partir del racismo, sexismo y clasismo, algo que adquirió centralidad en la nueva oleada conservadora que atraviesa América Latina desde hace unos años. Por otra parte, el odio y sus diferentes modulaciones (como la ira y la indignación), también son parte de las prácticas y los discursos creativos de ciertos sectores sociales colectivos antagónicos a los poderes estatales (Kiffer y Giorgi, 2019).
Desarrollaremos estos tres ejes de análisis desde un enfoque interdisciplinar (conceptualizaciones provenientes de la sociología, la teoría política, los estudios de género, los estudios sociales de los afectos/emociones). Para la recolección de información y dada la relevancia del ciberespacio en la vida cotidiana de las personas (Hine, 2004), siendo importantes los usos, las apropiaciones y la construcción de sentido que este vehiculiza, hicimos una etnografía virtual. La misma fue realizada recuperando información relevante, acorde a los objetivos propuestos, de diferentes plataformas digitales, tal como el Facebook de Marielle Franco y el del medio de comunicación independiente Mídia Ninja, publicaciones realizadas entre marzo de 2018 y marzo de 2020. A partir del relevamiento de diferentes imágenes (fotografías, dibujos) y su posterior análisis, surgieron las dimensiones de análisis que serán desarrolladas en el artículo2. También recurrimos a diversos tipos de producción textual escrita como son los textos periodísticos, artículos publicados en páginas web y diarios (sobre todo brasileños), entre otros, que abordaron el asesinato de Franco.
El 14 de marzo de 2018 fue asesinada en Río de Janeiro Marielle Franco, de 38 años. Ella era concejala del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), negra, de la favela, bisexual y feminista. Defendía la igualdad racial, de género y los derechos de los sectores excluidos de Brasil. Asimismo, era una activa denunciante de la intervención militar de Río de Janeiro, de la exclusión social y de la violación de los derechos de los jóvenes negros de la favela, estigmatizados y recurrentemente encarcelados y asesinados. Para muchos, era un símbolo de renovación de la política brasilera. Dentro de sus propuestas políticas también se encontraban combatir la violencia contra la mujer y combatir la homofobia, visibilizar a las mujeres negras, la visibilidad lesbiana, el aborto legal y atención humanizada a la mujer, entre otros.
La noche del 14 de marzo de 2018, cuando volvía en auto a su casa después de participar de un evento de mujeres negras, fue asesinada junto a su chofer, Anderson Gomes. Los medios afirmaron que las balas que los mataron habrían sido compradas por la Policía Federal en diciembre de 2006. Por ello, una de las hipótesis es que el asesinato fue perpetrado por agentes de las milicias integradas principalmente por expolicías o policías corruptos como represalia al trabajo político llevado adelante por Marielle (El País, 17 de marzo de 2018). Su crimen desató una ola de manifestaciones masivas en muchas ciudades de Brasil como así también en el exterior (por ejemplo, en Buenos Aires y en Santiago de Chile). Actualmente, tres parapolicías o “milicianos”, se encuentran presos por su presunta participación en el asesinato (Página 12, 2 de julio de 2020) y, si bien no hay pruebas contundentes, muchos vinculan el crimen con el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Tras la muerte de Marielle Franco, se llevaron a cabo múltiples manifestaciones y marchas, donde el repertorio de acción fue textual y visual (Capasso, 2019). A las imágenes y fotografías de ella se le sumaron carteles con consignas como “A luta não vai parar. #Marielle presente”, “Marielle vive”, “Vidas negras importam”3, entre otras, difundidas en el espacio urbano y en el virtual (imagen 1). Por otra parte, tal como sostiene Biroli (2018) la llegada de una mujer negra, de la favela, a un cargo de gobierno les permitió, a otras mujeres que comparten características y posición social, replantear el espacio de la política. De esta forma, la lucha sostenida por Franco y sus adeptos tuvo repercusiones en las pasadas elecciones presidenciales en Brasil (2018), en tanto la bancada feminista creció y fueron electas mujeres negras, mujeres militantes de los derechos LGBTIQ+ y, por primera vez en la historia del país, una mujer trans y una mujer indígena accedieron también a un cargo del poder ejecutivo. Este hecho reafirma la actualidad del compromiso de la lucha de Franco, el avance en contrarrestar los años de invisibilidad en los espacios institucionales de diferentes grupos desplazados y una de las respuestas que se le dio al asesinato político de Marielle.
En suma, el asesinato de Marielle Franco articula tres ejes importantes: fue llorado socialmente; el hecho interactuó con la coyuntura política y, por último, fue una muerte joven, visible y con amplia cobertura nacional e internacional en medios de comunicación y redes sociales (Gayol y Kessler, 2018). Estas características, junto con el odio como afecto político (Kiffer y Giorgi, 2019), configuraron una escena específica que iremos describiendo y analizando a continuación.
Si bien no es nuestro objetivo reponer la historia de las luchas y movilizaciones de las mujeres en Brasil6, sí interesa remarcar que existe un creciente interés en el análisis de los movimientos de mujeres a partir del estudio de la acción colectiva y la amplitud de sus prácticas, acciones de contestación y demandas (muchas de las cuales poseen un carácter transregional, como el derecho al aborto legal, seguro y gratuito)7. A los fines de este artículo, haremos referencia a mujeres movilizadas que tras el asesinato de Marielle Franco en Brasil, lloraron su muerte públicamente y reclamaron justicia.
Focalizando, entonces, en Brasil, es preciso decir que entre 2003 y 2015 (periodo de gobierno del Partido de los Trabajadores con Lula da Silva y Dilma Vana Rousseff) tanto las iniciativas estatales vinculadas al género y la sexualidad como las relacionadas con la participación política y el trabajo de mujeres y grupos LGTBIQ+ aumentaron en escala y magnitud. Esta situación comenzó a revertirse tras el proceso de destitución de Rousseff y el ascenso de Michel Temer en su reemplazo, cuando “las élites (masculinas, blancas, liberales y ultraconservadoras) retornaron a disputar el poder de forma agresiva y autoritaria” (Matos, 2016, p.1). A su vez, en el año 2015 hubo una movilización importante de mujeres contra el presidente del parlamento federal, Eduardo Cunha, quien aprobó un proyecto de ley que impedía que las mujeres violadas accedieran a la píldora del día después. En este contexto, y como respuesta al avasallamiento contra los derechos de las mujeres, en 2016, Marielle Franco fue elegida concejala de Río de Janeiro.
Tal como ya mencionamos, su ejecución ocurrió en 2018, tras denunciar el continuo abuso de autoridad y la violencia contra los habitantes de los barrios marginales y pobres de la ciudad carioca, especialmente contra la población negra. Al respecto, Figueiredo sostiene:
Marielle morreu porque foi vítima do racismo? Do Feminicídio? Por que era ativista dos direitos das populações negras, ou porque defendia a garantia dos direitos humanos? Certamente, a execução de ela não se enquadra em nenhum desses motivos isoladamente, mas no conjunto ou na intersecção formada por eles. O crime contra Marielle tem como objetivo político enviar uma mensagem com vistas a silenciar o atuante e combativo movimento de mulheres negras em todo o país, […] exatamente porque, estando na base, o movimento das mulheres negras desestrutura/ desestabiliza as rígidas e consolidadas relações desiguais de poder do sistema capitalista. O assassinato de Marielle Franco é uma tentativa de matar a luta e a esperança em cada uma de nós, e de reinstaurar as relações rígidas e desiguais de poder na sociedade brasileira (Figueiredo, 2018, p.1082)8.
Es decir, el asesinato de Marielle Franco ocurrió en un momento en el cual las mujeres negras movilizadas cuestionaban la existencia de la “democracia racial” en Brasil9, en tanto las jerarquías raciales y de género coloniales seguían (siguen) intactas y con ellas diferentes prácticas represivas y opresivas. Tal como sostiene Pons Cardoso (2018), la opresión, en particular de las mujeres negras, es experimentada a partir de un lugar configurado por la forma en que género, raza, clase y sexualidad se entrecruzan. Por ello, la muerte de Marielle fue leída como un intento de callar voces disidentes, de parar su lucha y, al mismo tiempo, exponer que los cuerpos y las vidas negras (imagen 2) no importan en un país en el que, “De cada cem pessoas assassinadas, 71 são negras” (Estima, 2018, 4)10. Por ejemplo, en las manifestaciones por Marielle, principalmente de mujeres negras, en Salvador de Bahía, se escuchaba: “Não queremos um minuto de silêncio, queremos gritar, o que aconteceu com Marielle é mais um caso de assassinato do povo negro” (Estima, 2018,p.3)11.
Optaron por gritar, por manifestar la ira y la indignación frente al acontecimiento. Este tipo de movilizaciones y manifestaciones públicas, sucedieron en otras ciudades de Brasil: Río de Janeiro, San Pablo, Recife, entre otras. Allí, como un modo de exponer la voz, de hacerse ver y oír, se leía en las pancartas de las personas movilizadas, consignas como: “Marielle presente, hoje e sempre”, “Quem matou Marielle?”, “Marielle vive. Não calarão sua voz”, “Militarização, não em nosso nome”, “Foi execução”, “Luto e luta por Marielle”, “Vidas negras e periféricas importam”, “A covardia não silenciará a resistencia. #Mariellevive”1213, etc. En algunos casos, estas frases fueron acompañadas tanto de fotografías o dibujos del rostro de Marielle como de flores y velas, generando así diversidad de marcas de memoria y espacios, algunos efímeros, de recuerdo. Por último, vale decir que las movilizaciones por el pedido de justicia y memoria no solo incluyeron diversidad de asistentes en términos de clase social, género y raza (es decir, no solo eran mujeres negras), sino que también hubo un carácter transregional de dicha demanda en tanto los consulados brasileros de diferentes países del mundo fueron el locus de diferentes prácticas de repudio tras el asesinato.
Tal como mencionamos antes, también el rol de las redes sociales fue importante luego del crimen de Marielle. Es preciso decir que, en los últimos tiempos, diversas investigaciones se centraron en analizar el papel de las tecnologías dentro de los movimientos sociales y de las protestas (Treré 2013, Poma y Gravante, 2013). Tal como sostiene Treré (2013), las dimensiones online y offline se entrecruzan e interactúan continuamente en una dialéctica observada ya en varios movimientos sociales en distintos lugares del mundo. En el caso de los movimientos de mujeres y feministas de años recientes, el activismo en redes ha tenido un lugar relevante (Varela, 2008; Laudano, 2016; 2018; Fernández Hasan, 2019), por ejemplo,
para organizar campañas tanto locales como mundiales (…) Así, se puede hablar de una potente corriente, el ciberfeminismo que, como mínimo, tiene tres ramas desarrollándose con fuerza: la creación, la información alternativa y el activismo social (Varela, 2020, p.218).
Al respecto, vale decir que el uso del ciberespacio por feministas activistas en tanto recurso de la acción muestra una relación fluida entre diferentes recursos tecnológicos (celular, computadora) y diversas plataformas comunicacionales (por ejemplo, páginas webs y redes sociales) y, lejos de ser un mero “clicktivismo” (Laudano, 2019, p.366), posee un papel activo y comprometido con diferentes causas. Así, el ciberfeminismo, tal como se expresa en la cita previa, no solo pone el eje en el activismo social, sino que también facilita la circulación de información alternativa, en muchos casos, a los discursos de los medios hegemónicos. En este contexto, en las movilizaciones tras la muerte de Marielle Franco, el activismo por medio de las redes sociales tuvo un diálogo directo con las consignas expresadas en diversos soportes del espacio público urbano (paredes, pancartas, remeras de las y los manifestantes) a la vez que buscaba tener un impacto mediático y político. En este sentido, se utilizaron las tecnologías a disposición (Laudano, 2018), primando el uso de diferentes hashtags, definidos estos como “una cadena de caracteres formada por una o varias palabras concatenadas y precedidas por un numeral. Se usan en redes sociales como Twitter, Facebook o Instagram para señalar el tema sobre el que gira cierta conversación” (Rosales, 2018, p. 66). Así, la circulación de #MarielleVive, #MariellePresente y #MarielleFranco en Twitter, Facebook . Instagram funcionó en tanto e-táctica acoplada a otros repertorios de acción (Van Laer y Van Aelst en Laudano, 2018), buscando, como ya dijimos, la amplificación mediática. Esta ciberacción no solo posicionó el nombre de Marielle en las diferentes redes sociales, sino que también dio cuenta de la existencia de diferentes adhesiones a su causa (tanto a nivel nacional como internacional). Los hashtags se replicaron en diferentes ciudades de Brasil y en muchos países, denunciando su asesinato y reclamando justicia. Asimismo, consideramos que la idea difundida en los hashtags de “vive” y “presente” dieron cuenta de que, a pesar de su muerte, sus luchas seguirían adelante, enarboladas por el grupo, principalmente de mujeres, que salió a la calle y/o se manifestó virtualmente.
De este modo, no solo las pancartas, las intervenciones callejeras o sobre los cuerpos y las fotografías pueden ser parte de los repertorios de acción presentes en una marcha o movilización. En los últimos años, la participación ciudadana en redes sociales y la creación de tendencias en estos espacios, también funcionan como repertorios de la acción colectiva, contribuyendo en su conjunto, a la visibilización de determinado hecho15.
El último aspecto que nos interesa abordar, tanto en relación al crimen político de Marielle Franco como a las movilizaciones y acciones posteriores al asesinato, es la cuestión del odio –y sus diferentes modulaciones– como afecto que circuló en torno a este caso. Al respecto de este tema, el interés por el estudio del papel de los afectos, las emociones16 y la corporalidad en la constitución del sujeto y su entorno introdujo el análisis de afectos específicos –tales como la vergüenza, el odio, el amor, el enojo, la felicidad, el optimismo, etc.–, el cuestionamiento de afectos negativos y positivos –que desalentarían o potenciarían la acción–, la revisión de la idea de agencia y el papel de los dualismos –interior/exterior, privado/público, pasión/acción–. Según Ahmed (2015), las emociones pueden ser definidas como prácticas sociales y culturales, factibles de dar cuenta del lazo social, como formas de acción, orientaciones hacia los demás y como relaciones que involucran acercamiento o alejamiento.
Específicamente, en relación al odio, que podría catalogarse como un afecto negativo, Losiggio (2017), se interroga por el vínculo teórico-ontológico entre los afectos y la política y sostiene la productividad de considerar los afectos en su faceta “negativa” en tanto inmanentes a la subjetividad. Giorgi (en Kiffer y Giorgi, 2019) adhiere a esta idea al sostener que es equívoco de nuestra época imaginar un sujeto democrático libre de odio, capaz de sublimar sus pasiones a través del consenso y la deliberación. Además, sostiene que el odio pertenece a todos y no solo a un “otro”. También Ahmed (2015) ha analizado el odio como emoción intensa, de aborrecimiento de algo o alguien –que no preexiste a la emoción– y su funcionamiento en tanto defensa contra una lesión o daño. El odio, entonces, “separa, pero también junta (…) Nos separa de Ellos y nos junta a Nosotros” (Rodríguez Alzueta, 2020, p.6). En suma, los afectos –y su aumento o la obstaculización de la capacidad de actuar y pensar en la circunstancia de afección (Losiggio, 2017)– se definen en situación, en contexto, en la contingencia del encuentro entre cuerpos.
Retomando algunas de estas cuestiones, tal como ya lo adelantamos, entendemos que, en el caso de Marielle Franco, aparece el odio en dos sentidos o direcciones. Por una parte, el odio como vector de la eliminación de vidas y cuerpos por parte del gobierno, es decir, como “política del odio” (Kiffer y Giorgi, 2019). Al respecto, la militarización de Río de Janeiro17 en febrero de 2018 a partir de un decreto firmado por el entonces presidente Michel Temer, aumentó los casos de violación de derechos humanos en las favelas por parte de las fuerzas policiales. En particular, se denunció la cantidad de jóvenes negros presos o asesinados en ese contexto. Muchos de los seguidores de Marielle Franco sostienen que su defensa de los sectores vulnerables, conjuntamente con su empoderamiento como mujer negra, de la favela y bisexual, se articularon derivando en su asesinato.
Sus detractores justificaron su crimen afirmando que Marielle tenía vínculos con el crimen organizado18. Esta situación, nos remite a la idea de violencia desarrollada por Butler (2020), quien sostiene que existe una diferencia entre las vidas que merecen preservarse y aquellas prescindibles o vidas no duelables19. Así, en una “lógica de la guerra” (2020, p.232), hay vidas que son sometidas a la violencia estatal, el abandono o la erradicación: son “las personas negras o mestizas, las personas queer, los migrantes, los sin techo, los disidentes” (2020, p.231) los que corren riesgo de detención, deportación o muerte. En esta lógica inscribimos el crimen político y de odio de Marielle Franco. Para Butler, cuando no hay condiciones de reconocimiento de que una vida importa, que es duelable, se
requiere de una forma de protesta que pueda constrarrestar la impuesta y melancólica norma de negación, activando las dimensiones performativas del duelo público que buscan exponer los límites de lo duelable y establecen nuevos términos de reconocimiento y resistencia. Esto sería una forma militante de duelar que irrumpe en la esfera pública, inaugurando una nueva constelación de espacio y tiempo (2020, p.128).
En vinculación a la cita previa, el otro modo en el que el odio se manifestó fue a partir de la circulación de la rabia, la ira y la indignación en las múltiples movilizaciones en el espacio público urbano y virtual (imagen 3, 4 y 5), con lemas que aparecían en pancartas como “não vão nos calar”, “vidas negras importam”, “parem de nos matar”, “executam quem levanta sua voz”. Esta “forma militante de duelar”, esta afectividad reunió a cientos de sujetos, los entramó. En este sentido, consideramos que aquí el odio y la rabia no pueden entenderse sin su articulación con el amor, en tanto los primeros surgen tras la pérdida de la referente y compañera de lucha, a quien se la quiere y estima. De esta forma, contra el avasallamiento sufrido, se manifestó explícitamente el disenso, en una variedad de consignas que buscaron explicitar el daño, la voluntad de silenciamiento y el exterminio de la población negra. Así, estas personas movilizadas disputaron en los espacios públicos su visibilidad, con la exposición pública de sus cuerpos y la palabra, contra el odio como política de gobierno, pero manifestando su rabia por lo acontecido.
PH ROSA/R7 RIO-15.03.2018
https://noticias.r7.com/
A lo largo de este artículo, describimos tres ejes que configuraron una trama específica entorno del crimen político y de odio de Marielle Franco: la movilización de mujeres negras brasileñas, el activismo hashtag y el odio político. En primer lugar, el movimiento de mujeres en Brasil, que llevó a Marielle a ocupar un lugar en el Estado, como concejala de Río de Janeiro, es el que se moviliza tras su asesinato, llorando su muerte y reclamando justicia.
En segundo lugar, la visibilización de las mujeres movilizadas, que lo hacen también contra los atropellos a la población negra, no solo tuvo lugar en el espacio público urbano, sino que, también se manifestó a través de las redes sociales, buscando generar un mayor impacto mediático y político.
Por último, identificamos la presencia del odio en la macro y en la micropolítica. Por un lado, en tanto afecto que opera desde el poder público y con ello enarbola una violencia estatal que decide qué vidas son duelables. Por otro lado, el odio y sus modulaciones se manifestaron desde las personas movilizadas en defensa de Franco y su legado. Aquí, es visible el amor y la admiración hacia la figura de Marielle, erigida ahora en símbolo de lucha y resistencia. Así, frente al accionar represivo del Estado, la protesta social y las diversas movilizaciones en Río de Janeiro y en otras ciudades pusieron en la escena pública (tanto urbana como virtual) el reclamo por esa vida valiosa, perdida, exigiendo hallar a los responsables para duelarla.
Consideramos que estas movilizaciones constituyeron un antecedente de lo que sería la movilización de mujeres (y otros colectivos) a mediados de 2018, en oposición al ultraderechista Jair Bolsonaro, aspirante, en ese momento, a la presidencia de Brasil, un candidato que se posicionó desde la violencia y estigmatización hacia las mujeres, la población negra y la población pobre y que promovió la intolerancia y la segregación de las sexualidades disidentes (Capasso y Bugnone, 2021). Allí también, no solo se conjugó con más fuerza la movilización, el activismo hashtag con el EleNão y #EleNunca y una dimensión afectiva específica, sino que también se favoreció una articulación mayor de diferentes sectores sociales al sentir, con más fuerzas, que las garantías democráticas estaban en peligro.
En suma, el caso específico de Marielle Franco nos permitió ver una articulación de características específicas del activismo en la contemporaneidad a partir de diversos rasgos que contribuyeron a la presentificación de cuerpos y voces disidentes. Específicamente, nos referimos a mujeres, en gran medida negras, que, en un contexto creciente de represión, racismo, homofobia y misoginia salieron a la calle creando nuevos “espacios de aparición” en lo público desde la “reunión de cuerpos que persiste” (Butler, 2017, p. 64) y que solicita reconocimiento, lo cual fue posible a partir de ciertos repertorios de acción para ser audibles y visibles: grafitis, carteles, inscripciones, fotografías, dibujos y ciberactivismo.
PH ROSA/R7 RIO-15.03.2018
https://noticias.r7.com/