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Lihuntun Inchin Mapu/Amanecer en mi tierra: experiencias de un territorio resiliente ante la crisis ambiental
Alejandra Marcela Vanegas Díaz; Belén Olaya García
Alejandra Marcela Vanegas Díaz; Belén Olaya García
Lihuntun Inchin Mapu/Amanecer en mi tierra: experiencias de un territorio resiliente ante la crisis ambiental
Lihuntun Inchin Mapu/Dawn in my land: experiences of a resilient territory facing the environmental crisis
Millcayac, vol. IX, núm. 17, p. 33, 2022
Universidad Nacional de Cuyo
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Resumen: Para contribuir al análisis del entramado crisis ambiental-vivienda-movimientos sociales, esta investigación se focaliza en las experiencias del caso del Barrio Intercultural de San Martín de los Andes, Argentina. Mediante la caracterización y análisis del barrio desde sus origenes como movimiento social, hasta su seguimiento durante la pandemia del COVID-19, se busca profundizar sobre las estrategias adaptativas, tanto tecnológicas como sociales, que habilitan su organización. Se encontró que la propuesta del barrio desde el ejercicio de la interculturalidad y la sustentabilidad presenta un espacio de reflexión múltiple para generar alternativas sobre la habitabilidad ante el panorama del cambio climático.

Palabras clave: Crisis Ambiental, Habitabilidad, Interculturalidad, Producción Social del Hábitat, Ecotecnologías.

Abstract: To contribute to the environmental crisis-housing-social movements framework analysis, this research focuses on the Intercultural Neighborhood of San Martín de los Andes, Argentina experience cases. Through the characterization and analysis of the neighborhood from its origins as a social movement, to its development during the COVID-19 pandemic, the aim is to deepen the adaptive strategies, both technological and social, that enable its organization. It was found that the proposal of the neighborhood from the exercise of interculturality and sustainability presents a space for multiple reflection to generate alternatives on habitability in the face of climate change.

Keywords: Environmental Crisis, Habitability, Interculturality, Social Production of Habitat, Ecotechnologies.

Carátula del artículo

Dossier

Lihuntun Inchin Mapu/Amanecer en mi tierra: experiencias de un territorio resiliente ante la crisis ambiental

Lihuntun Inchin Mapu/Dawn in my land: experiences of a resilient territory facing the environmental crisis

Alejandra Marcela Vanegas Díaz
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Río Negro, Argentina
Belén Olaya García
Universidad Nacional Autónoma de México, México
Millcayac, vol. IX, núm. 17, p. 33, 2022
Universidad Nacional de Cuyo

Recepción: 06 Junio 2022

Aprobación: 04 Agosto 2022

Introducción

Mientras el cambio climático y la crisis ambiental que genera han ido ganado prominencia en la agenda económica, científica y política de Argentina (Gabinete Nacional de Cambio Climático, 2019), sus impactos son cada vez mayores a nivel de salud, biodiversidad, acceso al agua, pero también en ámbitos como la energía, la producción de alimentos, el transporte y la vivienda (Camilloni, 2018). A pesar de haber tenido mayortiariamente un acercamiento desde las ciencias naturales, en las últimas décadas, se ha reconocido el carácter fudamental de las estructuras y procesos sociales, culturales y económicos (Kaijser & Kronsell, 2014; Terry, 2009) y la necesidad de análisis sociales desde la ciencia para contribuir a la discusión y al diseño de estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático.

Se sabe que los contaminantes que generan el calentamiento global (gases de efecto invernadero, GEI) están mayormente originados en los insostenibles estilos de vida de sólo unos pocos, por sobre las vidas de las personas más vulneradas y marginalizadas que viven en áreas de bajos ingresos (IEA, 2011). Estos últimos además, suelen estar subrepresetados en los niveles de toma de decisiones donde temas climáticos y de habitabilidad se entrelazan (Kaijser & Kronsell, 2014; Okereke & Schroeder, 2009;Vallejo, 2020; Vidal, 2012).

El objetivo del presente artículo es explorar este entrelazamiento en un campo en particular: las experiencias del caso del Barrio Intercultural (BI) de San Martín de los Andes, Neuquén, Argentina. Mediante la caracterización y análisis del barrio desde su origen como movimiento social, hasta su seguimiento durante la pandemia del COVID-19, se busca profundizar sobre las estrategias adaptativas, tanto tecnológicas como sociales, que habilitan su organización. Consideramos que este análisis debe discurrir en el contexto de una situación interétnica marcada por intensos conflictos “entre diversos actores económicos, sociales, políticos y culturales”(Balazote et al., 2019).

La investigación es resultado parcial del trabajo de campo realizado en el primer semestre de 2022, y se encuentra enmarcado en las investigaciones doctorales de las autoras. La misma presenta la línea base necesaria para analizar el caso del Barrio Intercultural de San Martín de los Andes y su relación resiliente con la crisis ambiental. Atiende entonces, a la exploración del territorio y las distinas prácticas sociales que habilitan que este barrio sea una respuesta alternativa ante el complejo entramado de habitabilidad y cambio climático desde su propuesta de interculturalidad y sustentabilidad.

Breve historia

El fuerte aumento de la temperatura anual en toda la región (Servicio Meteorológico Nacional, 2022), potenciado por la crisis del agua (Chiesa, 2014) y la polución de las grandes ciudades (Lacabana et al., 2016), ha sido una de las razones esenciales por las que la Patagonia Argentina se ha convertido en el destino predilecto de la “migración por amenidad” (Marchant & Rojas, 2015), debido principalmente a que es apreciada como poseedora de una calidad ambiental superior al resto del país. Este tipo de migraciones ha sido descrito como el desplazamiento permanente o temporal de personas a ciertos lugares, debido a la percepción de mejora en la calidad ambiental y diferenciación cultural del lugar al que se mueven (Hidalgo et al., 2009; Moss, 2006); así mismo, se ve intensificada por “una creciente crisis político-económica, políticas públicas deficientes, violencia urbana en las grandes ciudades de Argentina y, como era de esperar, un creciente interés internacional en inversiones 'verdes' en alta calidad” (Otero et al., 2006, 200).

Este panorama ha generado que la situación habitacional en las ciudades más turísticas del sur de Argentina sea sumamente precaria para sus habitantes, haciendo cada vez más difícil acceder a una vivienda digna. Este panorama se ha visto también impactado por los efectos socioeconómicos de la denominada ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) debido a la pandemia de COVID-19 (A. M. Otero et al., 2021). Sin embargo, existen alternativas que se han consolidado a partir de luchas sociales provenientes de sectores marginalizados. El “Barrio Intercultural - Comunidad de Cambio” [1] (BI), vecino de la zona habitacional más rica de la ciudad San Martín de los Andes[2], Neuquén, es un proyecto demostrativo integral y sostenible, donde los temas clave que se abordan son la Producción Social del Hábitat (PSH)[3], el acceso a la vivienda y a la tierra y las estrategias sostenibles que ayudan a la mitigación y adaptación respecto al cambio climático: el urbanismo consciente, manejo de aguas, residuos, ecotecnologías, bioconstrucción, agroecología, etc. El proyecto ha logrado proveer de mejores condiciones políticas, legales y sociales para el cumplimiento del derecho de las personas al acceso al territorio y la vivienda de manera participativa, y asegurar el respeto de la diversidad cultural y los distintos enfoques en cuanto al medio ambiente (World Habitat, 2016).

El proyecto del BI nace también a partir de la recuperación de las tierras de la comunidad originaria Mapuche Churruhuinca, extraídas y ocupadas por las fuerzas armadas Argentinas, negando la identidad de estas comunidades. El Lote 27, de aproximadamente 400 hectáreas, fue recuperado por sus dueños legítimos a través de una lucha histórica que, aunada a la necesidad de vivienda de las comunidades criollas empobrecidas y excluidas del mercado de vivienda (WH, 2016) organizadas bajo la asociación Vecinos Sin Techo (VST)[4], realizaron una alianza estratégica con el Lof Curruhuinca para organizarse, movilizarse y trabajar por la recuperación de las tierras y el acceso a la vivienda. El caso del barrio es imprescindible para pensar alternativas en la movilidad y habitabilidad de la patagonia, ya que en la zona, el 20% de la población no tiene acceso a propiedad de vivienda, pagando altos alquileres por casas de baja calidad expuestas a temperaturas cada vez más extremas, viviendo hacinamiento y situaciones perjudiciales para las familias (WH, 2016). Por ejemplo, las personas más vulnerables realizan tomas en lugares riesgosos debido al deslizamiento ante la remoción de la cobertura vegetal y por fuertes pendientes. Esto se agrava con la organización gubernamental de conjuntos de vivienda alejados de la ciudad, con patologías constructivas y déficit en la provisión de servicios, equipamientos e infraestructura, ocasionando islas de pobreza desconectadas (Enet, 2015).

Las tierras de la zona fueron apropiadas militarmente desde 1880 en el marco de la “Campaña del desierto”[5] -genocidio indígena orquestado por la República Argentina para apropiarse de grandes extensiones de tierra-. Alrededor de 1937, se crea en ese territorio el Parque Nacional Lanín, que hacia los años 80 toma un rol turístico-inmobiliario especulativo a escala global (Enet, 2015). De acuerdo con Rodríguez et al. (2022), estos procesos de desterritorialización indígena han favorecido en sí mismas el desarrollo del turismo. La situación insostenible en cuanto al acceso a la vivienda ocasionó que, en el año 2004, la comunidad mapuche se uniera por sus tierras junto con VST[6].

Tras la militancia sostenida, en 2011 se aprobó en el Gobierno de la Nación la ley 26.725 que les cedió la propiedad de la tierra al Lof Curruhuinca. A partir de un censo realizado por VST se declaró una Emergencia Habitacional, lo que ocasionó que se comenzase a desarrollar una propuesta conjunta a la crisis de vivienda a través del desarrollo de legislación y recursos para apoyar la urbanización de la zona (WH, 2016). El BI aúna el trabajo de VST y el Lof Curruhuinca con organizaciones asociadas, cada una con distintos conocimientos (desde asistencia técnica, salud, recuperación territorial, autogestión, construcción o visibilidad del proyecto) e instituciones gubernamentales que financian, capacitan y colaboran técnicamente (Enet, 2015).

El panorama presentado anteriormente, afectaba tanto a la comunidad mapuche como a las familias no mapuches, que coexisten con sus propias identidades y culturas en el BI. El Lof Curruhuinca cuenta con un lonko, que es el mayor representante de su comunidad en el BI. La comunidad no indígena se rige por VST, conformado por una Comisión Directiva, socias y socios, con una estructura horizontal donde las decisiones se toman por consenso. Ambos colectivos toman las decisiones de manera asamblearia, pero trabajan de manera independiente en sus viviendas. La construcción de las viviendas depende principalmente de fondos públicos del gobierno local y federal, a través de subsidios y de distintos proyectos, así como del trabajo comunitario que se realiza cada fin de semana. En la actualidad, se espera seguir gestionando recursos estatales comprometidos desde el inicio del proyecto, así como continuar desarrollando la autogestión, la economía social, la autoconstrucción y los proyectos de ayuda mutua, lo que ha permitido construir un total de 92 viviendas habitadas a la fecha, y otras 19 en construcción -de las 250 casas inicialmente pactadas (Puentes, 2016).

Metodología

Para la investigación se desarrolló una estrategia metodológica general basada en el enfoque etnográfico situado en recuperar la perspectiva de los actores que participan de los procesos sociales, no sólo en relación a lo que dicen sino también a sus prácticas (Guber, 2011) y los marcos de interpretación que las orientan (Álvarez-Gayou, 2003, 76). Desde esta perspectiva, los métodos fundamentales implementados para la producción de datos fueron el trabajo de campo y el trabajo de archivo. El estudio, que sigue en desarrollo, de dividió en tres etapas: primero, el relevamiento de fuentes secundarias y bibliografía que ya estaban disponibles sobre el BI, principalmente materiales elaborados por la misma comunidad y volcados en su página web [7]. La segunda etapa considerada para este artículo fue parte del trabajo de campo etnográfico realizado por las autoras en el primer semestre de 2022. Paralelo al relevamiento documental, se realizaron visitas al BI que incluyeron instancias de observación participante, tanto en eventos cotidianos de la vida particular de algunas informantes, como en el trabajo colaborativo que se realiza cada semana. Además, se realizaron entrevistas abiertas y/o semi-dirigidas de manera individual. Los y las interlocutoras fueron definidas a partir de criterios de actividades estratégicas (figuras protagonistas del inicio y continuidad del proyecto). Finalmente, la tercera etapa consistió en el procesamiento y análisis de los datos producidos, también mediante el contraste y discusión con otros datos provenientes de investigaciones previas en temas afines.

Por la naturaleza del presente trabajo, los datos producidos se presentan en diferentes apartados para ordenar su exposición. En un inicio se repone la manera en que el BI formalizó el proyecto de la construcción de las casas. Posteriormente se describen los ejes que el BI tomó para generar un espacio sostenible y resiliente: urbanismo, energía, acceso al agua, alimentación, saneamiento, tratamiento de residuos, vivienda y cobijo. Después, se analizan las características socioculturales de la comunidad que permiten asociar la interculturalidad con la sostenibilidad[8]: prácticas sociales, culturales, espirtuales, productivas y formas de organización. Finalmente, se realiza una presentación para seguir pensando la implementación futura del barrio y pensamientos finales para abonar al entramado crisis ambiental-habitabilidad-movimientos sociales.

“Poco a poco fuimos comprendiendo que la vivienda era algo muy importante para dejarla solo en manos de los políticos”

El proceso iniciado por VST fue involucrando a familias interesadas de San Martín de los Andes, proponiendo una metodología abierta, basada en la auto-organización y circuitos de retroalimentación, que permitiera lograr un proceso evolutivo, autogestivo y prospectivo (Enet, 2015). Este método tiene ciclos que se producen con el desarrollo de fases o momentos evolutivos: de aproximación al caso, de definición de enfoque, de diseño preliminar, de diseño, prueba y ajuste, de utilización de resultados o evolutivos de sensibilización, toma de conciencia crítica y acción transformadora, etc. En este caso, hubieron dos ámbitos importantes de toma de decisiones y negociación: el interno, donde se discutieron ámbitos técnicos con dirigentes sociales y otros donde se incluyó a la totalidad de las familias; y el externo, a través de la mesa política como ámbito de decisión y validación de las propuestas que surgieron del ámbito interno y requieren respaldo. Se utilizaron métodos y técnicas de diseño participativo. También se visitaron barrios donde se habían aplicado políticas sociales oficiales para aprender del proceso realizado, y lograr un aprendizaje vivencial; se desarrollaron y trabajaron herramientas participativas para generar condiciones propicias para la interseccionalidad, la interdisciplina, el fortalecimiento organizacional, la interculturalidad, la conciencia ambiental, la solidaridad y la amorosidad (Enet 2015). Se crearon distintos comités, entre ellos, uno específico para cuestiones de sostenibilidad y otros para construcción. En el diseño del BI se tomaron en cuenta factores como el acceso a los servicios básicos y se acordaron distintas cuestiones y estrategias, algunas que todavía no han podido materializarse en la actualidad.

Sobre urbanismo, se definieron acuerdos colectivos que resultaron en normativas flexibles y acordadas participativamente en el reglamento de propiedad colectiva. Se realizaron análisis del lote y se decidió urbanizar en zonas que no comprometieran la calidad ambiental, decidiendo dejar libre al menos el 50% del territorio para evitar la impermeabilización del suelo, preservar las áreas de alto valor paisajístico y usar los claros del bosque para la agrupación de viviendas. Se identificaron criterios de intervención y los distintos tipos y escalas de espacios comunitarios: uso familiar, micro-comunitario, comunitario social, comunitario público, con distintos grados de protección e intercomunicación, priorizando el sistema peatonal del vehicular (Enet, 2015). Estos acuerdos se mantienen vigentes y se siguen desarrollando las manzanas faltantes del BI con base en ellos.

En cuanto a energía, se usa principalmente leña para calefacción, por lo que se ha impulsado el desarrollo de estufas eficientes como el modelo Sara y Rocket, para ahorrar leña y preservar el bosque. Algunas viviendas también usan gas y electricidad. Todas las viviendas del BI cuentan con acceso a electricidad. Aunque inicialmente se planteaba un sistema mixto, incluyendo complementos de energía solar para electrificar e iluminar, en la actualidad, la electricidad está abastecida por la red de la municipalidad. Se han desarrollado proyectos y ecotecnias como colectores solares o energía hidroeléctrica (BI, 2016).

El acceso al agua se contempló desde un uso racional, con un sistema mixto que incluía agua potable, suministrada por la cooperativa de agua potable de San Martín de los Andes mediante el bombeo desde cisternas existentes cercanas al lote 27, y otra para agua sanitaria, riego de cultivo y prevención de incendios, procedente del arroyo del Cull Rany/Rañi, en convenio con la comunidad mapuche. Esta última no llegó a desarrollarse para las viviendas, únicamente para el riego del huerto comunitario, debido a problemas técnicos en el abastecimiento y a lo costoso del proyecto para llegar a todas las viviendas.

En cuanto a alimentación, se potenció la agroecología y el desarrollo del huerto comunitario para apoyar la soberanía alimentaria. Este se encuentra en desuso después del comienzo de la pandemia por COVID-19, que ocasionó que dejasen de realizarse comidas comunitarias y, por tanto, se dejase de cultivar para el uso en convivencia. También existen apiarios, desarrollo de proyectos productivos y planes para seguir aumentándolos. Asimismo, el proyecto de merendero para las infancias del barrio que inició durante la pandemia, “27 pollitos”, se encuentra en construcción.

Se acordó realizar tratamiento del saneamiento desde el propio barrio y de manera sustentable, separando aguas grises de negras. En la actualidad, las aguas grises y negras se disponen de manera conjunta en fosas sépticas en las viviendas. Existen algunas experiencias de baño seco pero no son generalizadas. Estos cambios se deben a lo costoso del proyecto inicial, a cuestiones bioclimáticas (como la dificultad de usar biodigestores en climas muy fríos) y cuestiones culturales que limitan el cambio de tecnologías. También se acordó hacer un manejo responsable de los residuos, diferenciando el material sobrante que puede clasificarse, separarse y darse diferentes usos, lo que se hace en la actualidad. Papeles, cartones y maderas se utilizan como combustible; residuos orgánicos se procesan en composteras y lombricompostas y se convierten en abono; las botellas de plástico se rellenan de otros plásticos, convirtiéndose en ecoblocks; metales, vidrios y plásticos se recolectan y llevan a una planta de residuos de la municipalidad para su reciclaje; y se fomentan pautas y conductas de comportamientos conscientes como reducir y reusar antes de reciclar.

En cuanto a la vivienda y el tema del cobijo, se acordó y se mantiene, que la localización de unidades habitacionales en el lote respetara la diversidad de tipos de diseño y culturas y se localizan con criterios de progresividad en cuanto al cuidado ambiental (Enet 2015). Se fomentó que cada familia diseñase su propia casa, previendo ampliación y usos productivos; y que fueran orientadas al norte y con aislaciones para tener una mejor eficiencia. Se diferencian dos modelos principalmente: uno para la comunidad mapuche, las rucas, basadas en su cosmovisión y con una planta octogonal; y otros de planta cuadrada para las familias no indígenas. Se han llegado a acuerdos como la inclusión de pequeñas empresas constructoras locales, esfuerzo propio y ayuda mutua, cooperativas de trabajo y autoconstrucción asistida (BI, 2012b). En cuanto al cobijo, se han realizado proyectos y algunos prototipos de aislamiento térmico, pero las familias siguen pasando frío en sus viviendas.

Otros acuerdos contemplaron la organización política social responsable sostenida, con análisis, reflexión y creatividad colectiva para hacer propuestas políticas innovadoras, con discusión de derechos y gestión del proyecto, con acuerdos de convivencia y propiedad colectiva, comenzando por el reconocimiento del derecho ancestral de la comunidad al territorio[9] y respetando la diversidad cultural y ambiental. VST busca posicionarse como un actor clave en las transformaciones de políticas enfocadas a la vivienda, construyendo alianzas, negociaciones y participaciones con la comunidad Mapuche, la autoridad local, Estado, universidades y otras organizaciones sociales. También la divulgación y comprensión pública del problema (WH, 2016). En el BI se llevan a cabo procesos de evaluación participativa, como proyectos piloto de viviendas sociales, talleres, evaluación de tecnologías, en cuanto a la construcción y proyectos de evaluación externa llevados a cabo, entre otros, por universidades.

La construcción de las viviendas desde una interculturalidad situada

Las discusiones sobre la interculturalidad desde Latinoamérica y el Caribe son extensas y complejas. Para Eduardo Restrepo, la interculturalidad es un concepto que nace para hacer referencia a las luchas auténticas de poblaciones originarias o afrodescendientes para cuestionar las políticas neoliberales de los Estados y se diferencían de otras nociones como el multiculturalismo, al ser más que solo un reconocimiento cosmético de la diferencia cultural (2015, 81). Para este trabajo, se retoma la oportunidad de reconocer la interculturalidad como una demanda desde la organización del BI; es decir, más que enfrascarse en lo qué es y no es, se trata de reconocer las conceptualizaciones como algo dinámico y contextualizado, que supera la “armonía institucional y la forma prescriptiva del hacer” teoría (flores, 2019, 53), y que estará definido por los mismos actores y actrices del BI.

Las prácticas sociales que comparte la comunidad de VST con el Lof Curruhuinca son variadas: se encuentran las cotidianas, como visitas, intercambios económicos, colaboración en diferentes tareas (desmalezar el terreno, guardar y ordenar el material de construcción, etc). También se le suman las eventuales, como el aniversario del BI, o las asambleas por temáticas especiales.

En cuanto al diseño barrial, habitacional, productivo y ambiental consideró la cosmovisión mapuche pero, como manifestó, el lonko (dirigente político) actual podría profundizarse. Entre los conocimientos vinculados a la espiritualidad mapuche y la conformación del mapu, que fueron registrados en las entrevistas y que se consideraron para el proceso de la producción social del hábitat (Enet, 2015), se encontraron las siguientes dimensiones: Wente Wenu Mapu (la dimensión sobre todas las dimensiones, fuerzas mayores que orientan y armonizan las otras vidas de las otras dimensiones; la Wenu Mapu (dimensión de arriba, fuerzas y poderes que conforman astros generadores de energía, como el sol); el Wente Mapu (o mundo medio, donde se vive y habitan todos los seres vivos, donde se produce la interacción armónica de todas las vidas) y el Mince Mapu (o mundo inferior, donde hay diversas vidas naturales como el agua, oro, hierro, petróleo, etc.). Integrar estas fuerzas en la perspectiva de la construcción del barrio, corresponde con la caracterización con la que Walsh ha denominado a la interculturalidad como lógica (2012), y no sólo como discurso, y que no están “basados simplemente en el reconocimiento o la inclusión, sino más bien dirigidos a la transformación estructural y sociohistórica”(2006, 34).

Si bien en la mayoría de las fuentes analizadas, la interculturalidad era definida por la gente del BI como “una nueva forma de convivencia” o “la convivencia de dos culturas”, se entiende también como un desafío a los prejuicios racistas y clasistas, enmarcados sobretodo en el reclamo sobre el derecho al acceso a la tierra y a una vivienda adecuada, y además, como un proceso, que ellos y ellas mismas van definiendo conforme se va construyendo el barrio.

Implementación futura y pensamientos finales

El problema que persiste en la actualidad es la falta de vivienda para un gran número de familias en San Martín de los Andes. En el caso del BI, esto se abordó desde el reconocimiento y la restitución de tierras indígenas, pero es necesario continuar con compromisos políticos a largo plazo que no fluctúen con el cambio de gobierno y que puedan pensarse a la luz de las voces de las personas que habitan este territorio. Asimismo, sigue habiendo algunos problemas en cuanto al acceso a los servicios básicos y principalmente, la situación de frío en las viviendas la mayor parte del año. Para abordar esto debería, adicionalmente, darse seguimiento a los proyectos de ecotecnologías con mediciones y soluciones contextualizadas que realmente solucionen el problema del acceso a los servicios básicos y las condiciones de cobijo. También deberían fomentarse las redes de trabajo con seguimiento por parte de distintos actores, pero con una visión a largo plazo, desde el diálogo y la integración de saberes, incluyendo a las familias vecinas, asociaciones civiles, líderes comunitarios, academia, empresas y/o gobierno, aportando todos estos actores desde sus conocimientos y fomentando la transdisciplina.

El caso del BI ha permitido aprender una serie de lecciones, tanto de la metodología desarrollada de Producción y la Gestión Social del Hábitat, la toma de decisiones y las estrategias que se implementan en las viviendas. El modelo participativo propone una escala de desarrollo urbano y un enfoque integral del hábitat que no era previamente considerado por políticas estatales, lo que ha ocasionado un caso de éxito con impactos positivos en cuanto lo ambiental, lo social, lo económico, lo político y lo cultural. Se ha observado que las organizaciones autogestionadas pueden aumentar el entendimiento público del problema de la vivienda con un enfoque integral y sistémico, y el proceso de desarrollo del BI ha fomentado que los distintos actores vayan adquiriendo una conciencia crítica y sistémica del proyecto, vayan superando el individualismo y formas de gestión, negociación y resolución de problemas que superan la pasividad y que apuestasn por la construcción de nociones de sustentabilidad e interculturalidad propias.

El proyecto es una alternativa sustentable para ser utilizada en otros casos similares, lo que es viable gracias al precedente de la ley 26.725, para el derecho a la tierra reclamado por las comunidades de bajos recursos y las comunidades originarias. Con todo el trabajo desarrollado en estos años, el BI busca convertirse en una alternativa de gran escala para replicar este tipo de enfoque en la vivienda social, haciendo posible el sueño de amanecer en su tierra.

Material suplementario
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[1] Las autoras agradecen ampliamente a las personas del Barrio Intercultural que brindaron su tiempo y experiencia para con nosotras.
[2] San Martín de los Andes es el principal centro turístico de montaña de la provincia de Neuquén, Argentina. El pueblo se asienta a 640 m, en la cabecera del lago Lacar y está rodeado por la Cordillera de los Andes. Con una superficie de 140 mil km2 y una población de 22,434 habitantes, la ciudad es también la principal comunidad de entrada al Parque Nacional Lanín.
[3] La PSH es parte de un amalgama de formas de autoproducción de vivienda que son desarrolladas por los sectores de menores ingresos “como consecuencia de la persistente brecha entre las características y alcances de la producción capitalista y la demanda social e históricamente generada de vivienda y hábitat”(Rodríguez et al., 2007, 7)
[4] La Comisión de Vecinos Sin Techo y por una Vivienda Digna y se estableció diecinueve de abril del año 2004, cuando un grupo de personas sin vivienda propia formó una asamblea de más de seiscientas personas (Puentes, 2016; Vecinos Sin Techo, 2011).
[5] De acuerdo con Pérez, después de la Conquista del Desierto cada territorio usurpado estuvo cerca de 70 años en dependencia directa del Poder Ejecutivo Nacional, que administraba y designaba las autoridades de cada uno de ellos. Sus habitantes “ tenían derechos restringidos respecto de los ciudadanos que vivían en las provincias” (2016). Producto de esa apropiación violenta y genocida, el Estado Argentino regaló o vendió subsidiado 41.787.023 hectáreas a 1843 terratenientes de familias “patricias” en la guerra del desierto (Bayer, 2010; Enet, 2015)
[6] De acuerdo con García-Gualda (2021)las comunidades mapuches “han sido históricamente segregados de los principales centros urbanos, empobrecidos, excluidos y condenados a situaciones de extrema vulnerabilidad social”(pp. 134), entre ellas, la emergencia habitacional.
[8] Para este contexto, entendemos sustentabilidad e interculturalidad desde una perspectiva situada: la organización de VST y el Lof Curruhuinca establecieron desde el inicio del proyecto la construcción de “viviendas interculturales medioambientalmente sustentables en el Lote 27”, entendiendo por esto: “La propiedad colectiva comunitaria, la unión de dos culturas (interculturalidad), el respeto por la naturaleza y la diversidad (sustentable)” (Enet, 2015, 9)
[9] De acuerdo con Ameghino, en la cosmovisión mapuche, la idea de identidad-territorial es crucial para comprender el significado del territorio en la formación de la identidad. El territorio es fundamental para la existencia mapuche y es un requisito para el surgimiento y continuidad de su cultura y sentido de identidad (2011).
Notas
Notas de autor
Alejandra Marcela Vanegas Díaz es licenciada en psicología y actual doctoranda en Estudios de Género de la Universidad Nacional de Córdoba. Actual becaria doctoral del CONICET con el tema “El género en la implementación de ecotecnologías domésticas en Argentina y México”. Realiza investigación desde los estudios de género en relación con la energía y ecotecnologías, así como los aportes de los feminismos ambientales y ecofeminismos latinoamericanos en la discusión del uso de energías renovables. Sus últimas publicaciones con referato son: -Vanegas Díaz, A. M. (2021). Un Estado del Arte sobre mujeres y medio ambiente en México y Argentina: colectividades en defensa de la vida. Ambigua: Revista De Investigaciones Sobre Género Y Estudios Culturales, (8), 7–18. https://doi.org/10.46661/ambigua.6073 -Vanegas Díaz, A. M. . (2021). Entramados de aboriginalidad y género: Otras voces para repensar los feminismos. Con X, (7), e041. https://doi.org/10.24215/24690333e041
Belén Olaya es arquitecta, maestra en Estrategias y Tecnologías para el Desarrollo y doctoranda en Ciencias de la Sostenibilidad. Coordina el Grupo de Trabajo sobre Vivienda Ecotecnológica (VIVE), dentro del Grupo de Innovación Ecotecnológica y Bioenergía (GIEB) en el IIES-UNAM. Su investigación se enfoca al estudio y evaluación de la vivienda rural precaria y su mejora respecto a necesidades habitacionales y sostenibilidad, a través de la habitabilidad básica, la ecotecnología y la transdisciplina. También en la cooperación en el desarrollo, la bioconstrucción y la arquitectura bioclimática, la sostenibilidad en la arquitectura y la reducción de la contaminación intradomiciliaria. Sus últimas publicaciones con referato son: Schilmann, A.; Ruiz-García, V.; Serrano-Medrano, M.; de la Sierra de la Vega, L.A.; Olaya-García, B.; Estevez-García, J.A.; Berrueta, V.; Riojas-Rodríguez, H.; y Masera, O. (2021). Just and fair household energy transition in rural Latin American households: are we moving forward? Environmental Research Letters, 16(10); https://doi.org/10.1088/1748-9326/ac28b2
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