Género y Derechos Humanos
Recepción: 01 Mayo 2022
Aprobación: 24 Agosto 2022
Resumen: El artículo estudia la sociabilidad en el ámbito sindical local y la irrupción del género desde la perspectiva de las trabajadoras de los ferrocarriles metropolitanos de Buenos Aires. Se evidencia que las mujeres llevan a cabo actividades usualmente vistas como “ayuda” en “la parte social” pero que son leídas como parte del repertorio de la gran familia ferroviaria que conecta trabajo, familia y sindicato. Recientemente se han incorporado nuevos problemas asociados a la igualdad de género contribuyendo a nuevas formas de participación. La metodología se basa en el análisis de contenido de entrevistas en profundidad y en observaciones.
Palabras clave: Sindicalismo, Sociabilidad, Género, Ferrocarriles, Trabajadoras.
Abstract: This paper studies sociability in the local union sphere and the irruption of gender issues from the perspective of women workers of the Buenos Aires metropolitan railways. I assert that women carry out varied activities usually seen as “assistance” in “the social side”. These forms of participation make up the great railway family repertoire that connects work, family and trade union. Nevertheless, recent times have incorporated new issues associated with gender equality, contributing to new forms of participation. The methodology is based on the content analysis of in-depth interviews and observations.
Keywords: Unionism, Sociability, Gender, Railways, Workers.
Introducción
Al seguir a las trabajadoras en su vida diaria en el ferrocarril, un entorno laboral con alta participación masculina, es posible advertir el lugar relevante que ocupan las seccionales locales del sindicato Unión Ferroviaria (UF) debido a que allí se da una amplia variedad de actividades. Es donde suelen tener las capacitaciones necesarias para comenzar a trabajar —y aquellas posteriores que deban seguir realizando—, otras instancias de formación de índole voluntaria, actividades de ocio y esparcimiento —fiestas, bingos, deportes, entre otras—, trámites —asociados a su cobertura médica, pedidos de licencias o préstamos de dinero— y, sin dudas, otras ligadas a la participación sindical estrictamente —reuniones, actos, campañas eleccionarias, entre otros—.
Así, las seccionales funcionan como un centro de encuentro donde se engendran vínculos y se amplía el círculo de relaciones y amistades, retomando las palabras de Gayol (2007) para otro ámbito. La frontera entre relaciones laborales, gremiales y personales aquí se vuelve difusa. En estos sitios se presume que las personas que circulan son parte de la “gran familia ferroviaria”; esto es lo que constituye la base para la socialización y la habitabilidad del espacio. Si trabajo, familia y sindicato conforman la tríada central del repertorio identitario y moral (Noel, 2013) que las personas movilizan en el mundo social estudiado, las seccionales son un espacio privilegiado para ver su conjunción.
En un nivel de análisis microsocial, el presente estudio se detiene en las formas de sociabilidad que se entablan en las seccionales locales del sindicato y, también, en sus centros recreativos. Cabe destacar que la sociabilidad es entendida como la actitud de vivir en grupos y consolidarlos mediante la constitución de asociaciones voluntarias (Agulhon, 1994). Este concepto conlleva un límite difuso entre la sociabilidad formal y la informal (Fernández, 2012) y refiere a un juego en el que “se hace como si” todas las personas fueran iguales (Simmel, 2002: 90). En términos más amplios, me interesa la sociabilidad en la espacialidad que supone la seccional sindical como modo de examinar cómo se produce y moviliza allí el repertorio identitario y moral asociado la “gran familia ferroviaria” desde la perspectiva de las trabajadoras[1], teniendo en cuenta el escenario signado por las masivas movilizaciones de mujeres y de la diversidad sexual en la lucha contra la violencia de género. En ese sentido, dicha preocupación dialoga con un campo de reflexión en torno a la participación de las mujeres y disidencias en espacios sindicales y al modo en el que esta se vincula con las reivindicaciones contra las discriminaciones y exclusiones en los ámbitos públicos/políticos (Goren y Prieto, 2020).
Recurro a la perspectiva sociológica de la actuación teatral desarrollada por Erving Goffman (2017), tomando en cuenta la manera en la que las trabajadoras del ferrocarril se presentan y presentan su actividad ante las demás personas, en el contexto de situaciones cotidianas. Estas nociones se resultan especialmente productivas para desentrañar de qué modo las trabajadoras se presentan como parte de la gran familia ferroviaria en este “mundo de hombres” (Ibáñez & Narocki, 2017).
En esa dirección, el presente artículo tiene por objetivo estudiar la sociabilidad en la vida cotidiana del sindicato y la irrupción del género y las demandas feministas (Blanco & Spataro, 2019) en el marco de una investigación más amplia sobre el trabajo de las mujeres en los ferrocarriles metropolitanos de Buenos Aires en contextos de políticas de modernización y políticas de género[2]. El análisis se basa en entrevistas en profundidad y en observaciones que tuvieron lugar en lugares de trabajo y en una seccional sindical entre fines de 2017 e inicios de 2020[3]. Para ello, en el primer apartado, abordo el vínculo entre las mujeres y el sindicalismo haciendo foco en UF desde el punto de vista institucional/formal a nivel nacional. Posteriormente, en el segundo apartado, me adentro en la vida cotidiana de la seccional describiendo su espacialidad y las dinámicas de sociabilidad. Luego, examino los modos específicos desde los cuales las trabajadoras forman parte de este espacio centrándome en su “colaboración” con “la parte social” y cómo surgen ciertos límites en la participación de la vida colectiva. Por último, en diálogo con el contexto más amplio signado por la mayor presencia de demandas en términos de igualdad de género y contra las violencias se hace referencia a los nuevos temas y formas de participación que han tenido lugar recientemente en el sindicato ferroviario.
Mujeres y sindicalismo: la participación en el gremio Unión Ferroviaria
En consonancia con el importante desarrollo que los estudios de género vienen desplegando a partir de las últimas décadas del siglo XX y, en particular, con fuerte impulso en los años más recientes, algunas investigaciones han profundizado en el estudio de la desigualdad de género y en la participación de las mujeres en las organizaciones sindicales (Arriaga y Medina, 2018; Aspiazu, 2015; Bonaccorsi y Carrario, 2012; Goldman, 2018; Goren, 2021; Goren y Prieto, 2021; Varela, 2020). Teniendo en cuenta el contexto argentino, Arriaga y Medina (2018) plantean que el paro de mujeres del 19 de octubre de 2016 y el paro internacional de mujeres del 8M siguiente dieron lugar a interrogantes en torno al encuentro/desencuentro entre organizaciones sindicales y movimiento de mujeres. Nora Goren (2021), en este sentido, sostiene que el feminismo ha atravesado la agenda de los sindicatos produciendo cambios en los niveles de dirección; pero también, dice la autora, ha atravesado las experiencias cotidianas laborales y sindicales de trabajadores y trabajadoras en sus propios lugares de trabajo.
Ana Natalucci (2018) ubica tres procesos para pensar la militancia feminista en los sindicatos en la Argentina reciente: la reactivación del mundo del trabajo entre 2003-2015, la creación de un imaginario democratizador (leyes de “matrimonio igualitario”, identidad de género, jubilación para amas de casa, la lucha contra la violencia de género, entre otros) y, por último, el proceso de revitalización sindical (mejoramiento de partitarias y Convenios Colectivos de Trabajo, incremento de afiliación, surgimiento de movimientos de base, participación juvenil). Natalucci plantea que es posible considerar a las mujeres sindicalistas como un corolario también de dicha revitalización. Retomando el tópico de la revitalización sindical, Victoria Estermann (2021), abocada al caso de la Asociación Bancaria, reflexiona justamente acerca de la importancia de la perspectiva de género y del movimiento feminista en el interior de los sindicatos para lograr su revitalización.
Históricamente, en la imagen que muchos sindicatos han construido de sí, la conciencia y el compromiso en la militancia gremial estuvo asociada a cualidades de hombría y virilidad consideradas propias del universo masculino volviéndose, entonces, ámbitos expulsivos para las mujeres (Scheinkman, 2015). Aun así podría decirse que los gremios tendieron en cierta medida a propiciar la participación de las mujeres en las bases, aunque su incorporación a posiciones jerárquicas fue menos auspiciosa (Queirolo, 2020)[4]. Es decir, existe un desequilibrio si se observa la relación entre afiliación de las mujeres y representación interna en los sindicatos, ya que esta última suele ser menor (Bonaccorsi & Carrario, 2012).
En el año 2002, Argentina sanciona una ley de cupo femenino en los gremios (Ley 25674). Esta herramienta que promueve la participación de las mujeres en las asociaciones sindicales es, sin duda, un hecho importante que requiere seguir siendo estudiado en lo que refiere a su impacto en la composición de la dirigencia sindical y sus implicancias en la construcción de prácticas y significados de género (Aspiazu, 2015). Además, como sostienen Arriaga y Medina (2018) es importante considerar el papel de las agendas, iniciativas de institucionalización y redes sindicales a nivel internacional en lo que refiere al avance de la equidad de género en el mundo laboral; a esto último las autoras suman el problema de los alcances en la transformación de la legislación laboral (puntualmente en la negociación colectiva).
El trabajo de campo en el sector ferroviario también ha revelado que la igualdad de tiempo libre representa un tema de suma urgencia (Fraser, 1994) entendiendo, como han señalado estudios previos, que la responsabilidad de las tareas de cuidado/reproductivas asumidas por las mujeres incide en la plena participación en la actividad gremial (Aspiazu, 2019; Goldman, 2018). En el caso de las trabajadoras del ferrocarril, una clara evidencia de esto es la dificultad para concretar horarios de entrevista con las trabajadoras en sus álgidas rutinas, los cuales solían hacerse en el espacio de trabajo y/o en el sindicato en gran medida por la falta de tiempo.
Actualmente, a nivel nacional, el centenario gremio UF tiene 17 secretarías además del cargo de Secretario General y de Secretario General Adjunto que integran la Comisión Directiva (CD)[5]. Dos de ellas, Relaciones Internacionales y Estadística, Estudios y Proyectos, están a cargo de mujeres (Karina Benemérito[6] y María Gentile, respectivamente). Esta institución cuenta con 33 seccionales emplazadas en diferentes puntos del país, cada una de ellas cuenta con una Comisión Ejecutiva (CE)[7]. Desde las últimas décadas del siglo XX hubo mujeres se han desempeñado en CE en diferentes seccionales de UF, tal como ocurrió en Metán (provincia de Salta) donde, en 1975, se dio la primera experiencia de una mujer integrando una CE; cabe mencionar, a su vez, que en 1989 una gremialista llamada Miriam Vega logró convertirse en la Secretaria General de la CE de la seccional de Jujuy. Beatriz Vignolles, quien trabajó en los sesenta en los talleres de Liniers, fue una activa militante gremial que llevó adelante una de las experiencias pioneras en calidad de delegada en el sector[8]. A pesar de su indudable relevancia, estas significativas historias parecen haber sido más bien una excepción.
Al igual que ocurrió con el trabajo femenino en el ferrocarril, las ciencias sociales han sido renuentes a contemplar la participación de las mujeres en UF[9]. Desde el gremio, se afirma que la entidad contó con la “participación de la mujer” desde sus inicios[10] aunque aún sigue siendo poco lo que se conoce al respecto más allá de los hallazgos mencionados en el párrafo anterior. En el presente, la institución sostiene que se trabaja en pos de lograr la igualdad de las mujeres para poder “ocupar un papel preponderante dentro del ferrocarril” y su “incorporación en tareas que históricamente eran desarrolladas por hombres”[11]. Es decir, la participación de las mujeres es un asunto problematizado públicamente, puesto en escena por UF[12].
En este contexto, dentro del sindicato se crearon estructuras específicas en torno al género. Hacia fines de 2019 se constituyó una Mesa Coordinadora de Mujeres Ferroviarias (“Mujeres Ferroviarias”) en la entidad gremial (a este tema se hará referencia más adelante) y, un Departamento de Género que asiste situaciones de violencia[13].Además, desde las altas esferas de UF se impulsó la ratificación por parte del Estado nacional del Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre violencia y acoso en el ámbito laboral[14].
Trabajadoras junto al Secretario General Sergio Sasia en la sede central de UF en ocasión del día internacional de la mujer, año 2020.
Facebook Juventud Nacional UF.En la Figura 1, se observa una nutrida cantidad de trabajadoras que se movilizaron en ocasión del Día Internacional de la Mujer en el año 2020. Allí se puede apreciar al Secretario General de UF, Sergio Sasia, sosteniendo un pañuelo violeta con el que se identificó la proclama en torno al Convenio 190. A su vez, en el sindicato se realizan algunas capacitaciones en temas de género y violencia de género de acuerdo con lo establecido por la ya mencionada normativa conocida como “Ley Micaela” (de capacitación en género). Estas acciones dan cuenta de un proceso en curso en el que el género irrumpió en la vida en la institución (Blanco y Spataro, 2019) y, acordando con Estermann (2021), muestran la importancia de que haya una conducción que legitime y avale estas luchas en lo que respecta a facilitar el desarrollo de las políticas de género hacia dentro de la institución. El impulso de esta agenda desde la dirección de UF puede considerarse, siguiendo el análisis de Calderaro (2022), como parte de una búsqueda de nuevos repertorios de organización y de una mayor legitimidad (en consonancia también con lineamientos de organizaciones a nivel internacional).
Desde los últimos años, se ha comenzado a utilizar un logo institucional en representación del espacio “Mujeres Ferroviarias” (Figura 2) que replica con algunas importantes variaciones la tradicional imagen que usa UF (Figura 3). El conocido logo usado durante años por el gremio se basa en la representación de los trabajadores varones y, más específicamente, en un ideal asociado a la fuerza física que no necesariamente da cuenta del heterogéneo universo de trabajadores ferroviarios; este muestra brazos robustos con venas sobresalientes que representan vías férreas y sostienen rieles con firmeza en un claro símbolo de poder. En cambio, en la novedosa representación de las “Mujeres Ferroviarias” se destacan algunas diferencias: brazos algo menos robustos que los anteriores (con distintos tonos de piel) son ahora los que sostienen los rieles en un similar gesto de fortaleza. Se destacan sus uñas, que aparecen pintadas en color violeta. Es notable la presencia de las venas sobresalientes en la cara interna de la muñeca al igual que en ocurre con el modelo masculino. Por tanto, ambas imágenes tienen en común algo que unos y otras comparten, que “en sus venas corren rieles” como dijo una entrevistada[15] lo cual no solo remite a la fuerte identificación con su trabajo sino también, a los lazos familiares que muchas veces los y las emparentan[16].
Las acciones llevadas a cabo por “Mujeres ferroviarias” incluyen temas relativos a la violencia, al problema de la mayor incorporación de trabajadoras en áreas tradicionalmente masculinas (es decir, ciertas “especialidades” ferroviarias donde la presencia de las mujeres es mucho menor, tales como los trabajos que se realizan en galpones y talleres, entre otros), participación en movilizaciones y organización de diferentes eventos. Pero también es importante tener en cuenta que estas acciones se suman a otras que, más tenuemente, ya venían dándose desde hace algunos años. En este sentido cabe mencionar a la “Jornada de la Mujer”, una actividad organizada conjuntamente entre UF y la Obra Social Ferroviaria, que se centra en temas asociados a la salud. Como puede verse en la Figura 4, el cronograma de actividades de dicha jornada muestra tópicos tales como la prevención y detección temprana del cáncer, “HIV y la mujer”, “mujer y diabetes” junto con otros sobre salud e infancia. Es decir, se trata de asuntos relativos a ellas en tanto (bio) mujeres y madres.
Jornada de la mujer. Año 2017.
Jornada de la mujer. Año 2017.
https://www.unionferroviaria.org.ar/La vida cotidiana de la seccional
Entre las entrevistadas, una gran cantidad de trabajadoras habían realizado actividades en el gremio en algún momento y muchas otras siguen teniendo una activa militancia en el presente. Algunas se desempeñan como delegadas, otras participan en agrupaciones dentro del gremio, asisten regularmente a cursos que este ofrece, practican algún deporte, organizan eventos festivos/sociales y permanentes colectas solidarias para diferentes destinos, entre otras opciones. Como puede verse, los tipos de participación son heterogéneos y, también, pueden incluir tareas laborales de tipo administrativas desempeñadas en la seccional o, en mucha menor medida, cargos ejecutivos como en el caso de una trabajadora que se jubiló durante el período en el que transcurrió el trabajo campo. Es importante tener en cuenta que una organización sindical consiste no sólo en su cúpula y una base (sin mediación) dado que entre una y otra hay dirigentes, cuadros intermedios y delegados/as que sostienen día a día la dinámica sindical; y entre esas personas que sostienen dicha dinámica hay una cantidad considerable de mujeres (Natalucci, 2018). Mi investigación complementa este punto junto con, además, la intensa participación en la sociabilidad cotidiana y en actividades que se dan a través de espacios que no necesariamente forman parte de la arena institucionalizada de poder[17].
El edificio de la seccional donde se desarrollaron observaciones y algunas de las entrevistas consta de dos plantas. Está ubicado en el centro del municipio de General San Martín, en una zona donde circulan una gran cantidad de vehículos y personas que se mueven con variados fines. La planta baja de la seccional cuenta con un salón de enormes dimensiones (allí tienen lugar los eventos de mayor envergadura), unas pequeñas oficinas y cuartos para guardar objetos con menos uso. También hay un salón algo más reducido donde funcionó un gimnasio y, en el momento de las observaciones, era el sitio donde se impartía un curso de electricidad. Este conecta con la cocina que cuenta con un importante horno que posibilita la elaboración de comidas (carnes o pizzas, por ejemplo) para grandes grupos de personas. Hay sanitarios para varones, por un lado, y para mujeres, por otro. La planta alta tiene una recepción, oficinas, dos aulas con aforo de casi veinte personas, un sanitario y una pequeña cocina. El primer contacto con alguien suele iniciar en la entrada, donde habitualmente ya hay un grupo pequeño de personas (o más grande, si es oportunidad de un evento particularmente relevante) que conversan en la vereda.
Al observar el terreno de la sociabilidad cotidiana es posible advertir la constante participación de las trabajadoras en interacciones que tienen lugar en la seccional sindical donde entran y salen, circulan, conversan, se saludan y se detienen a preguntarse por sus parientes o por personas conocidas en común. Las instancias rituales de comidas o actos (en ocasión de una fecha importante o de entregas de certificados de los cursos), entre otras opciones, representan una de las ocasiones más significativas para encontrarse. Estas escenas devienen en espacios privilegiados para observar cómo las fronteras entre trabajo, familia y sindicato se desdibujan debido a que quienes asisten suelen ir en compañía de sus cónyuges, hijos e hijas.
A primera vista la presencia femenina transcurre como parte de una normalidad que describe la vida en la seccional en su conjunto. Pero también es importante considerar que es más factible encontrarlas realizando ciertas tareas y no otras. Por ejemplo, el grupo de instructores, al momento de realizar las observaciones, estaba integrado por trabajadores varones. Las actividades que se hacen por “especialidad”, sean almuerzos o reuniones gremiales, reproducen la representación por género según sean más o menos permeables al trabajo femenino.
“Colaborar” con “la parte social”
Muchas de las afiliadas suelen colaborar en la fiesta del “Día del Niño”, una celebración que reúne a trabajadores y trabajadoras con sus familias y que funciona como centro de sociabilidad que conecta no solo trabajo, sindicato y familias sino también generaciones[18]. La organización de este tipo de eventos genera una presencia en el edificio en pos de abocarse a los preparativos. Sobre estos eventos, la trabajadora Lucrecia[19] comenta que: “La mujer, en lo que es el día del niño, día de la mujer… ¿Quién es la que tiene más claro para organizar y todo eso? Es la mujer. El hombre es más básico y te pide para que vos lo ayudes”. En un amplio abanico de actividades englobadas bajo la categoría de “social”, ella describe su participación del siguiente modo:
Siempre en la parte social, organizábamos día del niño. Si teníamos que hablar con compañeros por la parte de la droga, la parte de adicciones, o sea, charla del tema con un grupo de compañeros. Después, organizar eventos. Organizábamos eventos del día del niño, del día de la madre, el día de la mujer y todas esas cosas. [Entrevista, 2019, el resaltado me pertenece]
En efecto, en ese tipo de actividades y celebraciones algunas trabajadoras habían podido conocer a hijos e hijas de sus pares, tal como ocurrió con Rosa y Johana, quienes ahora trabajan juntas en el Tren de la Costa[20]. Otras organizan campeonatos deportivos y muchas participan en los equipos, como ocurre con Mary, quien juega fútbol con “su” equipo ferroviario[21].
Las instancias que involucran a parientes adquieren significados específicos en la medida en que facilitan y aceitan la participación de quienes forman parte de esas familias una vez que ingresan a la empresa. Por tanto, funciona bajo una lógica análoga a la que tiene lugar con la interpenetración del trabajo ferroviario en la intimidad del hogar desde la cual se observa que, cuando ellas comienzan a trabajar en el ferrocarril, ocupan parcialmente la categoría de forasteras (Schutz, 1974). Además, las diferentes actividades realizadas en el espacio de la seccional posibilitan el vínculo con compañeros y compañeras con quienes no se tiene trato en la rutina asociada a la actividad laboral específica. Rosa describe su participación del siguiente modo:
Nosotros colaboramos […] Alquilamos los inflables, todo eso. Hacemos rifas, vamos juntando el dinero y se pueden comprar cosas para compartir con los hijos del ferroviario. Nos disfrazamos, hacemos juegos didácticos, todo con nuestras propias manos. Los chicos se re copan. Re lindo […] Ahora tenemos un predio que, nuestro directivo, el sueño de él era que podamos tener nuestro espacio con pileta para aprovecharlos con la familia ferroviaria. ¡Y no sabés qué hermoso quedó ese predio!
El “predio” en el que se reúne la “familia ferroviaria” es un centro recreativo ubicado en la localidad de Victoria que cuenta con piscinas, canchas para deportes, parrillas, espacios cerrados para la realización de eventos, entre otros. A pesar de que se hiciera por iniciativa de “su directivo” del sindicato (un integrante de la CD), el avance en el proyecto se concretó gracias a la cotidiana colaboración “desde abajo”:
Rosa: Se empezó a hacer con rifas, con bingos. Se empezó a recaudar fondos para poder hacer las piletas, todo, y los que fueron a hacerlo, fueron los mismos ferroviarios […] Fanatismo. Las mujeres iban y cocinaban para ellos. Entrevistadora: ¿Las esposas o las compañeras?Rosa: Las mismas compañeras ferroviarias […] Hermoso, hermoso. Mañana voy a ir a disfrutar la pileta con mi familia. Hermoso, la verdad que sí, tiene cuatro piletas. Hicieron una cuarta porque el fin de semana explota con el calor y ahora que mucha gente no se puede ir de vacaciones y va y disfruta. Hay canchas de paddle, de fútbol y lo alquilan y esos ingresos sirven también para poder mantener.
De acuerdo con el testimonio, en cierto sentido, su tarea puede leerse bajo la forma de “ayuda” (las compañeras ferroviarias cocinaron “para ellos” que fueron quienes se ocuparon de la construcción del espacio). Para Rosa, en los momentos en los que comenzó a participar en el sindicato “había mucho compañerismo, mucha unión” y sostiene que “ellos mismos [sus compañeros] te integran”. Ahora bien, la integración, más que referir a la actividad gremial formal, es leída en su entorno en relación con la sociabilidad en los espacios compartidos y participar (en un sentido amplio) del gremio. Para ellas, ser parte de su sindicato es “ayudar”, es “colaborar” con “la parte social”. Se trata de un tipo de participación que se presenta “como si” solo llevara adelante una acción social (y no política) aunque, en efecto, pueden servir para la incorporación de una mayor cantidad de mujeres a la estructura (Barry, 2018) gremial ya que algunas de ellas devinieron delegadas o se integraron a algún Secretariado a nivel local. Si bien pueden ser consideradas actividades menores, de baja densidad política (Grammático, 2011) estas formas de participación “en la parte social” pueden devenir en algo más.
Goldman (2018) explica que la labor en las Secretarías de Género genera, por un lado, conquistas que permiten a la larga las mujeres puedan acceder a los mismos puestos que los varones (licencias por maternidad y paternidad, salas de lactancia, jardines de infantes en lugares de trabajo, solo por mencionar algunas). Y, por otro, posibilita que las mujeres logren hacer pie dentro del sindicato volviéndose una puerta de entrada que se traduce en que las vean en acción y que incrementen su poder. Mi investigación confirma el hallazgo de Goldman, aunque lo amplía al sostener que su participación en actividades que tampoco son consideradas como la “verdadera política” puede abrir algunas puertas. Esto se relaciona con la relevancia que revisten las actividades “en la parte social” (y otras modalidades de participación, tales como la realización de cursos) para su entorno; las muestra en acción, como parte activa y presente. En este sentido se trata de actividades que merecen ser tenidas en cuenta en la medida en que hacen parte del significativo repertorio identitario y moral asociado a la gran familia ferroviaria que entrelaza trabajo, familia y sindicato. Dicha afirmación no invalida la importancia de mejorar su posición en la estructura institucional y lograr repartos de poder menos desiguales en los puestos de toma de decisión. Al contrario, entiendo que podrían constituir un terreno fértil para ampliar su participación en un contexto que, como se verá más adelante, ha hecho más visible su presencia en este mundo de hombres y ha incorporado nuevos temas asociados al género.
De la vergüenza al endiosamiento
Desde la perspectiva de estas trabajadoras, hablar de integración es hablar de la vida diaria que transcurre en la seccional más allá del tipo de tareas realizada; para ellas es la participación en la vida colectiva y los espacios donde esta ocurre. Una situación ocurrida en relación con el uso del “predio” recreativo permite visualizar algunas tensiones y límites presentes para las trabajadoras a la hora de circular por, por ejemplo, en ciertos espacios de recreación. El testimonio de Rosa:
Hay muchas mujeres que, por ahí, tienen vergüenza de ir a la pileta, ponerse una malla. Les da vergüenza que el compañero las vea. Entonces hicieron el martes para las diosas ferroviarias. Todas mujeres. Yo no pude ir porque salía tarde, pero fueron, compartieron pizza. Todo un día.
Como muestra el testimonio, en un principio, fue más dificultoso para ellas que para ellos circular en el Centro Recreativo, es decir, el sitio de esparcimiento que todo el grupo había construido. El sentimiento de vergüenza surgió como consecuencia de la exposición que les generaba presentarse en ropa de baño frente a los ojos de sus compañeros. La vergüenza, en tanto recordatorio de normas y valores sociales que regulan la vida cotidiana, da cuenta de vínculos de inseguridad asociados al rechazo o al señalamiento (Peláez González, 2016) y, en este caso, a la hipersexualización también[22]. Este episodio permite problematizar los límites de la participación en la vida colectiva al poner en evidencia la incomodidad de algunas afiliadas en cuanto al uso del espacio destinado a ser “aprovechado por toda la familia ferroviaria”, como había dicho la trabajadora antes mencionada.
Frente a dicha situación, UF llevó a cabo los “Martes de Diosas Ferrucas”[23], un día exclusivo para mujeres, en el que podrían disfrutar de las instalaciones del predio (Ver Figura 5). Por un lado, la respuesta del sindicato a nivel local invita a reflexionar sobre el modo en el que se convoca a las trabajadoras por medio de una doble acepción tácita del término “diosa”: intocable y sagrada en tanto deidad y, a la vez, hipersexualizada si se tiene en cuenta que dicha expresión popular denota a una mujer atractiva y deseable/deseada en términos eróticos. Por otro lado, que durante todo un día ellas pudieran hacer uso, en forma exclusiva, de las instalaciones del predio transmite el mensaje de que ese espacio también les pertenece (y que, por tanto, merecen la garantía del derecho a usarlo) y, a la vez, de que se las separa del resto de sus compañeros. De allí que resulte ambiguo responder si es un gesto de integración o no, aunque podría pensarse que es un modo de acercarlas y familiarizarlas con el espacio, dando lugar a que sean más propensas a usarlo en un futuro y a exhibir su cuerpo frente a ojos masculinos que muchas veces las ven como “cosa” erótica (como me había dicho un trabajador de los almacenes ubicados en galpones ferroviarios). Cabe agregar que la exhibición del cuerpo incluye, además, a aquellas que no se adecúan a los parámetros hegemóniocos de juventud, belleza y delgadez: mujeres de edades más avanzadas, menos esbeltas y proclives a ocultar sus figuras. Pero también es importante tener en cuenta que la sugerente expresión popular “diosa” contiene otros sentidos; refiere a una abierta visibilización de las trabajadoras lo cual lleva a considerar que “endiosar” a estas mujeres es un modo de darles un lugar y volverlas protagonistas más visibles de la “gran familia ferroviaria”.
Volante digital de la jornada “Martes de Diosas Ferrucas”. Año 2020.
s/dNuevos temas en las seccionales
Como señalan Vazquez Laba y Palumbo (2019), las conquistas del movimiento feminista y de mujeres por una mayor igualdad entre los géneros y una mejor convivencia en la sociedad llevó, entre otras cuestiones, a la sanción de la Ley 26485 sobre violencia contra las mujeres. En ese terreno, las posteriores y masivas movilizaciones denominadas “Ni Una Menos” en contra los femicidios y violencias (incluyendo el paro de mujeres del 19 de octubre de 2016 y el paro internacional de mujeres del 8M) se constituyó como una de las experiencias político-culturales más dinámicas de las luchas de género (Elizalde, 2018) que impactaron en los más variados espacios. En el sindicato, en un plazo corto de tiempo, se vieron algunas transformaciones en este sentido que modificaron la cotidianeidad de las seccionales.
Es posible pensar que este nuevo escenario dio lugar a que algunas situaciones dejen de ser tratadas como “secretos de familia” y se comience a dar una mayor desinhibición a la hora de nombrar a la violencia de género. Entiendo a los “secretos de familia”, inspirada en una expresión surgida en el trabajo de campo, como información destructiva respecto de la situación que las personas tratan de definir delante del auditorio (Goffman 2017). Por ejemplo, la trabajadora Mary dice que “le valoro a muchas compañeras que ahora pueden hablar de cosas que les pasó y todo, y que ahora están hablando, saliendo adelante” ante situaciones de “maltrato”. En particular, me han mencionado un caso de violencia física doméstica/ intrafamiliar perpetuada por un integrante del gremio (de la “comisión de reclamos”) contra su cónyuge, también trabajadora ferroviaria.
Al igual que sucedió en otros ámbitos, las “cuestiones de género” se fueron volviendo una causa militante entre el activismo (Blanco y Spataro, 2019). El mencionado espacio “Mujeres Ferroviarias”, creado a fines de 2019, parece señalar un cambio notable que podría propiciar una mayor apertura al tratamiento de hechos tales como los relatados en el párrafo precedente. Como se mencionó antes, desde este espacio recientemente creado se realizan actividades en las distintas seccionales de UF que se caracteriza por el interés en la lucha contra la violencia de género incluyendo problemas asociados específicamente al ámbito laboral. Es decir, mientras que antes los temas de mujeres no estaban del todo ausentes de acuerdo con lo ya señalado, estos estaban algo más asociados a su condición de (bio) mujeres-madres. Ahora, en cambio, su dimensión de mujeres-trabajadoras también toma protagonismo y adoptan uno de los temas centrales de las agendas feministas, la violencia de género. El espacio “Mujeres Ferroviarias” cuenta con representación de integrantes de las diferentes líneas y desarrolla actividades a en las seccionales que van desde “Encuentros de Mujeres” hasta talleres de “Empatía y miedos” y relevamientos en los espacios de trabajo para “conocer inquietudes laborales” de las mujeres[24].
Como plantea Estermann (2021), el impacto de la coyuntura en Argentina en las discusiones cotidianas en relación con la perspectiva de género ha motivado el replanteo de prácticas, instituciones y formas de accionar como parte de una búsqueda de la erradicación de la violencia de género y la desigualdad (de un modo impensado hasta hace pocos años). Con sus marcas específicas, este proceso se está haciendo presente también el caso de las trabajadoras ferroviarias. En efecto, siguiendo el análisis de Calderaro (2022), desde “Mujeres Ferroviarias” se impulsó la creación de Comisiones de Género convocando a trabajadoras de base de todas las líneas ferroviarias. Siguiendo a la autora, esta convocatoria se dio pidiendo a las direcciones de las diferentes seccionales que eligieran a las trabajadoras que se convertirían en “referentes”. Aquí resulta relevante considerar que, como evidencia dicho estudio, el criterio “se basó en la cercanía con la dirección sindical, ya que se eligieron a trabajadoras afiliadas que contaban con participación en las actividades del gremio, como el deporte y las Jornadas de la Mujer” (Calderaro, 2022: 94; resaltado en el original). Considero que esto pone en relieve que eran trabajadoras que ya participaban previamente en actividades usualmente consideradas de baja densidad política, vinculadas con su “colaboración” en “la parte social”; de allí que, como vengo sosteniendo, resultan prácticas cuya devaluación deba ser matizada.
Mientras en otros espacios el activismo se muestra con un perfil marcadamente juvenil que llevó a Silvia Elizalde (2018) a caracterizar la nueva etapa como un “tiempo de chicas”, en UF el perfil de las mujeres que participan en la seccional es mucho más heterogéneo y buena parte de ellas no tiene edades jóvenes necesariamente. Tampoco es decisiva la auto-identificación de las trabajadoras como feministas; algunas prefieren escapar a esa etiqueta, tal como puede observarse en el relato de la delegada gremial Selena:
No soy feminista porque no veo que la igualdad que se busca, en el lugar feminista, sea igualdad real. Es superar, pasar por alto al hombre. Cada uno tiene que ocupar su rol. Y sí a la igualdad, pero cumplir desde el lado nuestro y no decir “igualdad, pero esto no lo hago porque soy mujer y soy débil” [Entrevista, 2018].
Aquí se puede observar que el feminismo aparece asociado a una idea de sacar cierta ventaja de una supuesta posición de debilidad. El testimonio deja entrever una imagen de un feminismo “antihombres” (Skeggs, 2019) que para ellas implica querer superarlos y/o pasarlos por alto; pero también hay un cuestionamiento al hecho de que esa idea de feminismo va en contra de la noción de “cumplir” con las responsabilidades laborales que le compete a cada rol (es decir, a cada “especialidad”), como dice Selena, que son responsabilidades en las que ellas invierten mucho esfuerzo. Skeggs (2019) plantea que para comprender cómo las mujeres elaboran respuestas al feminismo, oponen resistencia o lo adoptan es importante tener en cuenta el acceso al conocimiento que ellas tienen sobre el feminismo. En consonancia con lo que menciona esta autora para su propio caso de estudio, podría plantearse la hipótesis de que para las trabajadoras con las que me vinculé en el curso del trabajo de campo se trate de un acceso que se da a través de los medios masivos de comunicación (que pueden y suelen transmitir imágenes triviales y contradictorias).
La participación en la vida diaria de la seccional conlleva la inferencia de que quienes allí aparecen, permanecen y circulan integran la “gran familia ferroviaria” y, por tanto, se da por supuesta una membresía que funciona como punto de partida para entablar diálogos y generar relaciones duraderas o fugaces, pero relaciones al fin. Como intenté demostrar, las seccionales locales de UF no representan estrictamente espacios de sociabilidad masculina; al menos no en todas las actividades que allí tienen lugar. Ahora bien, los años recientes han dado lugar a nuevos modos de decir y nuevos temas; abren así la posibilidad de generar formas novedosas de actuar, nuevas costumbres y discursos que configuran culturas sindicales emergentes (Aspiazu, 2019). En efecto, a inicios de 2022, el año de su centenario, UF ha comunicado que su “querida organización lucirá un nuevo logo institucional […] con los colores de siempre, con los rieles en brazos de quienes marcaron el camino y con la fuerza y compromiso de quienes escriben este presente”[25] incorporando la presencia femenina (Figura 6).
Nuevo logo institucional de UF.
Boletín del Sábado Nº161, UF, marzo 2022.El nuevo logo refleja una disrupción notable para un gremio que históricamente construyó una imagen de sí basada en la férrea fuerza masculina. Así, el clima asociado a la búsqueda de una mayor igualdad de género se expresa también en el entorno sindical en UF. Como puede leerle a lo largo de este apartado y, en particular, con el renovado logo del centenario gremio ferroviario, se trata de un presente que da señales de articular una imagen más inclusiva en términos identitarios reservando para las “diosas” ferroviarias un lugar mucho más visible.
Conclusiones
Luego de ofrecer una aproximación a la participación sindical de las mujeres en el sindicato UF a nivel nacional, examiné a las seccionales locales del gremio como espacios en los que se presume que las personas que circulan son parte de la “gran familia ferroviaria”. Esta membresía es lo que constituye la base para la socialización y la habitabilidad de estos sitios. Las diferentes actividades realizadas en el espacio de la seccional posibilitan el vínculo con quienes no se tiene trato en la rutina asociada a la actividad laboral específica. Y es un espacio donde se reúnen afiliados y afiliadas junto con sus familias. Es decir, conecta no solo trabajo, sindicato y familias sino también generaciones. Esto último incluye a las infancias y, además, a jubilados y jubiladas.
Si bien las seccionales sindicales no representan estrictamente un espacio de sociabilidad masculina, es más probable encontrar a las mujeres haciendo ciertos tipos de tareas y no otras. Muchas veces, la participación de las trabajadoras se da a través de espacios que no necesariamente forman parte de la arena institucionalizada de poder. Esto quiere decir que su participación se presenta “como si” solo llevara adelante una acción social (y no política) aunque, en efecto, puede servir para la incorporación de una mayor cantidad de mujeres (Barry, 2008) a la estructura gremial. Más allá de que puedan ser consideradas actividades menores y de baja densidad política (Grammático, 2011), ampliando el argumento de Goldman (2018), entiendo que estas formas de participación “en la parte social” pueden ser una puerta de entrada a algo más y es lo que les permite a las afiliadas hacer pie en el sindicato. En este sentido, sostuve el argumento de que, dada la relevancia que tienen estas actividades en el repertorio identitario y moral asociado a la gran familia ferroviaria que entrelaza trabajo, familia y sindicato, merecen ser tenidas en cuenta. Pero también es importante considerar que dicha afirmación no invalida la importancia de mejorar su posición en la estructura institucional y lograr repartos de poder menos desiguales. Al contrario, entiendo que podrían constituir un terreno fértil para ampliar su participación en un contexto que ha hecho más visible su presencia en este “mundo de hombres” y que ha incorporado nuevos temas asociados al género.
En consonancia con los hallazgos de estudios previos, el mencionado escenario reciente de masivas convocatorias del movimiento de mujeres y de la diversidad impactó también en el sindicato ferroviario. La reciente conformación del espacio “Mujeres Ferroviarias” puede volverse una instancia para que algunos temas asociados a la violencia de género comiencen a ser nombrados, así como propiciar una mayor participación tanto en lo referido al ámbito sindical como en los espacios de trabajo. En este último sentido, “endiosar” a estas mujeres es un modo de darles un mayor lugar en este entorno históricamente restrictivo para ellas y volverlas protagonistas más visibles dentro de la “gran familia ferroviaria”.
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Notas
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