Dossier
Un estudio sobre las formas de hacer política estudiantil a partir de “Ni una Menos”. El caso de las agrupaciones de una escuela preuniversitaria de la Universidad de Buenos Aires (2015-2020)
A study on the ways of making student politics from "Ni una Menos". The case of the groups of a pre-university school of the University of Buenos Aires (2015-2020)
Un estudio sobre las formas de hacer política estudiantil a partir de “Ni una Menos”. El caso de las agrupaciones de una escuela preuniversitaria de la Universidad de Buenos Aires (2015-2020)
Millcayac, vol. X, núm. 18, 2023
Universidad Nacional de Cuyo
Resumen: En este trabajo se exploran las formas de hacer política estudiantil de tres agrupaciones del Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini” de la Universidad de Buenos Aires entre los años 2015 y 2020. El objetivo es analizar de qué manera las reivindicaciones del movimiento feminista y de las diversidades sexuales reconfiguraron las formas de hacer política estudiantil. Desde un enfoque cualitativo, se indagan los efectos del “Ni una menos” en la reconfiguración de dichas organizaciones y su proceso de “feminización” y “juvenilización”. Se analizan las prácticas políticas y la jerarquización de las cuestiones de género en las agendas y acciones estudiantiles, así como también la transversalidad de los reclamos en las agrupaciones y, por último, se abordan los principales hallazgos y las nuevas preguntas de investigación en relación con el estudio de las juventudes y la participación política en la actualidad.
Palabras clave: movimiento estudiantil secundario, agrupaciones estudiantiles, feminismo, acciones, demandas.
Abstract: This paper explores the ways of making student politics of three groups of the Student Center of the "Carlos Pellegrini" Higher School of Commerce of the University of Buenos Aires between 2015 and 2020. The objective is to analyze how the demands of the feminist movement reconfigured the ways of doing student politics. From a qualitative approach, the effects of "Not one less" are investigated in the reconfiguration of said organizations and their process of "feminization" and "juvenilization". Political practices and the prioritization of gender issues in student agendas and actions are analyzed, as well as the transversality of the claims in the groups and, finally, the main findings and new research questions in relation to gender issues are addressed. the study of youth and political participation today.
Keywords: high school student movement, student groups, feminism, actions, demands.
Introducción
En Argentina, luego de la movilización contra la violencia de género que portó el lema “Ni una Menos” el 3 de junio de 2015, distintos sectores organizados de la política fueron interpelados por una emergente agenda de demandas y reivindicación de derechos para las mujeres y diversidades sexuales. El 3J quedó registrado como un hito en la historia del movimiento feminista que se sumó a las conmemoraciones del 8 de marzo, el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. Después, la explosión de la participación en diversas acciones sumó otro reclamo histórico: la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). En 2018 por primera vez la Cámara Baja del Congreso de la Nación debatió y sancionó favorablemente un proyecto de ley, aunque su aprobación se vio frustrada en la votación del Senado. La acumulación de marchas, concentraciones, vigilias, encuentros nacionales[2] y pañuelazos[3] impulsó también una ampliación de la participación juvenil de mujeres y de las diversidades tanto en los partidos políticos y en las organizaciones sociales como en el movimiento estudiantil. Tanto es así que -a pesar de las condiciones de aislamiento prologando que impuso la pandemia en todo el mundo causada por el virus SARS-CoV-2- en diciembre de 2020 finalmente fue aprobado el proyecto y convertido en ley nacional[4]. En este contexto, “las mujeres jóvenes han sido y son protagonistas indiscutidas del proceso de masificación alcanzado por los reclamos colectivos a favor de la legalización y despenalización del aborto, en tanto derecho personal, colectivo y de salud pública” (Elizalde, 2018: 434).
En este trabajo propongo explorar las formas de hacer política estudiantil de tres agrupaciones que representan las principales corrientes políticas del Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini” de la Universidad de Buenos Aires (CECaP)[5]. Se trata de un órgano gremial de representación estudiantil que mantiene su institucionalización continua desde el retorno de la democracia y, dado su protagonismo, forma parte del epicentro del movimiento estudiantil secundario de la Ciudad de Buenos Aires. Me interesa analizar de qué manera las reivindicaciones del movimiento feminista reconfiguraron las formas de hacer política estudiantil entre los años 2015 y 2020, entre el 3J y la sanción de la IVE como marco de acción. Si bien históricamente las demandas estudiantiles fueron esencialmente expresadas en un plano educativo, las expresiones contemporáneas del movimiento feminista (“novedosas” para las generaciones más jóvenes) permeó tanto en las agendas como en los discursos y prácticas políticas estudiantiles. En las agrupaciones se jerarquizaron las cuestiones de género y en la toma de decisiones políticas se produjo un corrimiento de los varones, que tradicionalmente habían protagonizado la escena de la política estudiantil.
El texto se organiza en cinco apartados. El primero hace referencia a los antecedentes del campo de estudios feministas a nivel regional y global y del movimiento estudiantil y escuela secundaria con quienes dialogaremos a lo largo del análisis. El segundo describe la cuestión metodológica y presenta brevemente el estudio de caso. El tercero indaga los efectos del “Ni una menos” en la reconfiguración de la organización de las agrupaciones estudiantiles, en la cual se observa un proceso de “feminización” (es decir, una mayor presencia del género femenino que hasta el momento no había sucedido) y de “juvenilización” (con este término se hace referencia al incremento de la participación de estudiantes de los primeros años del plan de estudios de la institución). El cuarto analiza la participación política y la jerarquización de las cuestiones de género en las agendas y acciones estudiantiles, así como también la transversalidad de los reclamos en las agrupaciones. Por último, las conclusiones asumen los principales hallazgos y las nuevas preguntas de investigación que bordean las Ciencias Sociales en referencia al estudio de las juventudes y la participación política en la actualidad.
Feminismos transnacionales, movimiento estudiantil y escuela secundaria
En este siglo, la visibilización de los movimientos feministas en América Latina y en otras partes del mundo comenzaron a ocupar un lugar predominante en las agendas públicas de los últimos años. La configuración de las demandas y acciones en el espacio público están orientadas hacia cuestiones vinculadas con la violencia machista, los femicidios, el derecho a la diversidad y orientación sexual, las nuevas masculinidades, el aborto y la equidad de género. En un mundo cambiante políticamente “las trayectorias de las juventudes y las organizaciones juveniles se producen en un contexto de profundas desigualdades, donde la edad, el género, la clase y la etnia (entre otras dimensiones) impactan sobre la producción de bienestar juvenil y las condiciones en las que sus múltiples acciones pueden incidir en la dinámica social y política” (Vázquez, Melina y Pereyra, Eduardo, 2022: 6).
Las generaciones juveniles protagonizan estos procesos de socialización compartiendo códigos culturales, gustos, valores y formas de ver el mundo “en el plano político, tecnológico, artístico, etc.” (Margulis; Urresti,1998: 6). En los últimos años, en países como Argentina, Brasil, Chile y Colombia la producción científica en el campo de los estudios de juventudes y feminismos creció de manera exponencial. Aún en territorios desiguales “se expresa un protagonismo cada vez más relevante de las juventudes, que signan las dinámicas de los conflictos sociales y las acciones colectivas de la región” (Alvarado, Sara; Vommaro, Pablo; Patiño, Jhoana; Borelli, Silvia, 2021: 15 y 16). En Argentina la masividad de la movilización “Ni una menos” de 2015 constituyó un antes y un después en el reclamo ante el aumento de los femicidios, lo que derivó en la construcción de agendas de género transversales en las organizaciones sociales y políticas (Larrondo, Marina; Ponce, Camila, 2019). El “Mayo feminista” de Chile en el año 2018 mostró un nuevo hito para la historia de ese país. Las estudiantes universitarias salieron a las calles para reclamar el fin de la violencia machista y la discriminación mediante la creación de políticas públicas con perspectiva de género, teniendo como principal acción política la movilización callejera (Leibe, Lucía; Roque López, Beatriz, 2021). En Uruguay, durante los gobiernos progresistas, la legalización del aborto en 2012 habilitó nuevos marcos de discusión del movimiento feminista y de las diversidad sexuales. Pero el ascenso de la derecha en las elecciones presidenciales de 2019, junto con los ataques antifeministas ocurridos durante las protestas en pandemia, puso en jaque la conquista de derechos (Oliva Suárez, Mariana, 2022). En Brasil, el asesinato de la feminista y política Marielle Franco en 2018 durante el gobierno derechista de Jair Bolsonaro, evidenció la expresión de las organizaciones que reclamaron justicia y el esclarecimiento del femicidio a partir de manifestaciones y una amplia producción artística como método de protesta en las calles de Río de Janeiro (Capasso, 2019).
El movimiento digital, que nació en las redes sociales bajo el hashtag #metoo, cuestionó los acosos y abusos sexuales en la industria del entretenimiento de Hollywood, cuando las actrices y demás trabajadoras protestaron masivamente contra la violencia machista (Kaplan, Temma, 2020). En las actuales protestas contra el régimen iraní, las mujeres visibilizan el sometimiento al que están expuestas, repudiando las leyes que prohíben la salida del país, las dificultades para conseguir empleo o la legalidad de la obediencia del esposo y manifestándose a favor de derechos civiles y libertades (Gutiérrez Luna, Alejandra; Fuentes Arzate, Iraís, 2021). Estos son algunos de los casos que dan cuenta de la transnacionalización del movimiento feminista y de las diversidades sexuales, que trasciende fronteras con agendas similares de demandas con perspectiva de género y repertorios de acción performativos que exponen públicamente las reivindicaciones a nivel global a lo largo del siglo. La sumatoria de estos hechos y las críticas a la sociedad patriarcal como una cuestión socialmente problematizada permeó notablemente en los discursos y prácticas juveniles en general, y estudiantiles en particular. En efecto, se reconfiguraron las formas de hacer política en las escuelas desde las agrupaciones y los centros de estudiantes y en relación con el mundo de la militancia por fuera de las instituciones.
El movimiento estudiantil y la escuela secundaria como ámbito de participación y ejercicio de derechos
En Argentina la participación política estudiantil tiene una larga trayectoria cuyas primeras protestas contra las autoridades de las instituciones educativas datan de finales del siglo XVIII. Sin embargo, los estudios sociales y humanísticos del campo dan cuenta de una sistematización del involucramiento estudiantil en los asuntos escolares, sociales y políticos a partir de la segunda mitad del siglo XX (Manzano, Valeria, 2017), hecho que coincide con la primera ola de masificación del nivel medio (Cammarotta, Adrián, 2016). En las décadas posteriores, cada vez fue mayor la organización política estudiantil desde las agrupaciones y la conformación de los centros de estudiantes como órganos de representación política (Larrondo, Marina, 2015).
La escuela secundaria asumió un rol específico en la formación ciudadana pero también en el ejercicio de los derechos (Núñez, Pedro, 2010). Por un lado, las políticas de reconocimiento de los centros de estudiantes (Larrondo, Marina, 2015), la promoción de la participación institucional en consejos de convivencia (Núñez Pedro; Litichever, Lucía 2015) y en asuntos del gobierno escolar y las políticas públicas para los jóvenes como la ampliación del voto optativo en elecciones nacionales en la franja etaria de 16 y 17 años (Más Rocha, Stella Maris, 2016) o programas como “Educación y Memoria” (Cueto Rúa, Santiago, 2017). Estos son algunos ejemplos de cómo el Estado, desde los distintos gobiernos y desde el sistema educativo, otorgó a las y los jóvenes un rol cada vez más preponderante en la construcción de ciudadanía (Enrique, Iara, 2010). Por otro lado, las y los estudiantes secundarios configuraron sus propias agendas de demandas y reivindicaciones y establecieron un repertorio de acciones que responden a necesidades contingentes, pero también estructurales. En términos históricos, el 24 de marzo (Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia) y el 16 de septiembre (Noche de los Lápices y Día Nacional de la Juventud) representan las principales ocasiones por las cuales deciden movilizarse y organizar jornadas de reflexión y conmemoración (Lorenz, Federico, 2004). El acceso al boleto educativo gratuito, las mejoras edilicias y los programas de becas y viandas son algunas de las demandas que se sostienen a lo largo del tiempo y estructuran la agenda estudiantil (Núñez, Pedro; AUTOR, 2018).
Ahora bien, lo que sostengo en este trabajo es que la permeabilidad del movimiento feminista en las estudiantes y la preeminencia de las agendas con perspectiva de género en las cuestiones escolares se tornó un asunto estructural tanto en la conformación de las agrupaciones estudiantiles como en los discursos y las prácticas en el contexto escolar en tanto clivaje generacional (Cozachcow, Alejandro, 2022). Uno de los primeros antecedentes es la reivindicación y el reclamo de la aplicación de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) N° 26150 del año 2006, que habilitó la discusión en las escuelas sobre asuntos vinculados con los derechos (no)reproductivos, la identidad de género, la diversidad sexual, los códigos de vestimenta, entre otras cuestiones que incluso luego fueron plasmadas en normativas nacionales en el marco de un proceso de ampliación de derechos[6] (Báez, Jesica; Núñez, Pedro, 2013; González del Cerro, Catalina, 2017;Morgade, Graciela, 2018). Contrariamente, la reacción de los sectores conservadores vinculados con la Iglesia Católica no se hizo esperar. El movimiento celeste y sus voceros que repudiaron la “ideología de género” bajo el lema “con mis hijos, no”, expresaron su rechazo a la ESI en las escuelas, a la legalización del aborto y a los derechos relacionados con la identidad de género, entre otros.
Las protestas masivas contra los femicidios y las reivindicaciones a favor de la legalización del aborto constituyeron el movimiento que se conoció popularmente como la “marea verde” por el color del pañuelo que la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito simbolizó en el reclamo en Argentina y fue llevado a muchos países que lo asumieron como propio. Esta masificación de la participación callejera interpeló las prácticas políticas tradicionales que el estudiantado asumía naturalmente (Elizalde, Silvia, 2015; Seca, Victoria, 2019). Las estudiantes de los primeros años de cursada comenzaron a involucrarse en las agrupaciones estudiantiles ocupando los lugares más importantes de las boletas electorales para los cargos de los centros de estudiantes. De esta manera comenzaron a protagonizar la conducción de la política estudiantil desplazando de los cargos a los varones que históricamente habían conservado los espacios de poder. Este proceso presentó una serie de conflictos que requirieron la intervención de docentes y autoridades escolares para su acompañamiento y resolución. La política de los escraches por prácticas de acoso, noviazgos violentos y micromachismos en el aula tensionó los vínculos entre las y los adolescentes y reconfiguró las formas de relacionarse en un mismo ámbito de convivencia como es la escuela. Estas situaciones exigieron cambios de turno o de institución para los varones involucrados, alterando trayectorias y ámbitos de socialización (Faur, Eleonor, 2019; Palumbo, Mariana; Di Napoli, Pablo, 2019).
Estas prácticas no perduraron y resultaron coyunturales, pero otras cuestiones como la feminización de las agrupaciones y la jerarquización de una agenda feminista en las políticas del movimiento estudiantil devinieron en asuntos más bien estructurales de un proceso de politización que aún sigue vigente.
Enfoque metodológico y estudio de caso: el Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini”
En el movimiento estudiantil este derrotero tuvo como expresión la ampliación de la participación de las estudiantes en las agrupaciones en general y en particular en uno de los centros de estudiantes que forma parte del epicentro del movimiento estudiantil. La institución se encuentra en el barrio de Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires, entre la intersección de la calle Marcelo T. de Alver y la Avenida Callao, donde habitan sectores medios-medios altos y abundan locales comerciales de vestimenta, restaurantes y bazares. A una cuadra está ubicado el Ministerio Nacional de Educación, punto de encuentro de los centros de estudiantes para sus manifestaciones y protestas (como también suelen ser la emblemática Plaza de Mayo y el Congreso de la Nación). Una de las características de la escuela es el Consejo de Escuela Resolutivo (CER), un órgano colegiado conformado por los tres claustros: profesores, estudiantes y graduados que también es reconocido por su facultad de cogobierno. Las elecciones para el consejo son directas y entre pares y la duración del mandato es de cuatro, uno y dos años respectivamente. Para la obtención de la vacante se debe realizar el curso de ingreso, que consiste en la cursada anual de los sábados y la aprobación de exámenes de las asignaturas lengua, matemática, historia y geografía. Con los resultados finales, se organiza un orden de mérito y el posterior reparto de vacantes disponibles.
El centro de estudiantes se institucionalizó en 1986 con el retorno de la democracia. A partir de ese año, funcionó de manera consecutiva con elecciones anuales, con la excepción del año pandémico 2020. Está organizado en una comisión directiva formada por la presidencia, la secretaría general y dieciocho vocalías (nueve titulares y nueve suplentes). Históricamente, las presidencias fueron ocupadas exclusivamente por varones hasta el año 2011 y la secretaría hasta el año 2006. Pero entre 2016 y 2020 ambos cargos estuvieron ocupados por mujeres. En cuanto al equipo de conducción de la institución, su primer rector asumió el cargo en 1890 (año de creación de la escuela) y la primera rectora asumió en el año 2018, con la excepción de una rectora en 2011 que duró dos meses en el cargo (producto de un contexto de conflicto institucional). Y si se amplía el campo, la UBA aún no ha contado con una rectora desde el año de su creación en 1821.
En este trabajo se implementó el enfoque cualitativo para partir de lo particular a lo general obteniendo conclusiones luego del análisis de los datos obtenidos en el campo (Hernández Sampieri, Roberto; Fernández Collado, Carlos; Baptista, Lucio, 1997). Tomamos el estudio de caso único ya que la especificidad de la institución seleccionada dentro del sistema educativo argentino contribuye a comprender su comportamiento en circunstancias relevantes (Stake, Robert, 1999; Forni, Pablo, 2010) entendiendo que se trata de un proceso con pasos y condiciones que se conectan entre sí (Becker, Howard, 1953). Con la recopilación de archivos como afiches, boletas, volantes, ediciones de la revista estudiantil Bola[7] y flyers de las redes sociales, se analiza el proceso de feminización y juvenilización de tres agrupaciones estudiantiles y la reconfiguración de las agendas y acciones estudiantiles. A modo de hipótesis, el feminismo permeó de manera predominante en las instituciones de corte progresista cuya matriz institucional habilita y legitima las prácticas políticas de estudiantes militantes. En el caso de esta escuela, su estudiantado porta una larga tradición de militancia política con interferencia de partidos y organizaciones políticas que sostienen un discurso con perspectiva de derechos humanos y equipos de conducción, docentes y sindicatos que acompañan los procesos de politización de la escuela. Siguiendo a Pedro Núñez (2019) esta presencia de instancias reconocibles de participación, la formulación colectiva de reglas de convivencia, el lugar de los derechos y las posibilidades de expresión pueden ser un mapa que organice las coordenadas legitimadas para circular, apropiarse y participar en el ámbito escolar.
Efectos del “Ni una Menos” en el centro de estudiantes: las chicas al poder
En el marco de las movilizaciones feministas que desbordaron las calles de la ciudad de Buenos Aires al grito de “Ni una menos”, la emergencia de “nuevas feminidades juveniles” configuró culturalmente “un protagonismo inédito en clave de género” (Elizalde, Silvia, 2015: 16). Siguiendo a la autora, el empoderamiento que asumieron se debió “a la posibilidad de tomar conciencia respecto de las resonancias político-ideológicas de su autoadscripción de género”, que hacen referencia sobre todo a “la revisión de los sentidos y prácticas culturales dominantes” (Elizalde, Silvia, 2018: 31). En las escuelas, estas prácticas identificadas por las estudiantes se configuran en un amplio abanico que abarca desde los cargos de conducción estudiantiles ocupados por varones, la elección de delegados, la toma de la palabra en las aulas y en las asambleas, la coordinación de actividades institucionales y la organización de marchas y protestas. Los primeros intentos de empoderamiento de las chicas y de revisión de la cultura machista en las escuelas tuvieron un conjunto de características específicas que se analizan a continuación.
Para comprender tanto la feminización como la juvenilización como parte de estas transformaciones, se recolectaron las boletas electorales de tres agrupaciones estudiantiles que representan una agrupación no partidaria o independiente (caso 1), una agrupación partidaria kirchnerista (caso 2) y una agrupación partidaria de izquierda trotskista (caso 3)[8] de los años 2015 a 2020 (algunas de las boletas fueron obtenidas en trabajos de campo durante las campañas electorales del CECaP y otras fueron otorgadas por exmilitantes y por las autoridades de la escuela). Por cada agrupación y por cada campaña electoral, se realizaron cuadros de doble entrada con la siguiente información: en las columnas se ubicaron los tres turnos (mañana-tarde-vespertino) y en las filas los cursos (1º, 2º, 3º, 4º y 5º) y las cinco divisiones por año que tiene la escuela (1ra, 2da, 3ra, 4ta y 5ta). En cada casillero se colocó F (femenino) o M (masculino) según correspondía a cada integrante de la boleta (que siempre aparecen con nombre, apellido, apodo y curso, división y turno). El objetivo era identificar y comprender cómo estaban conformadas las agrupaciones y distribuidos sus integrantes. Hasta el año 2015 en las agrupaciones estudiantiles y en los cargos electivos del CECaP predominaba la participación de los varones pero la exposición de la participación espontánea de las mujeres permeó en la política estudiantil tanto en la conformación de las agrupaciones y espacios horizontales de participación (como las comisiones temáticas de Género, Las Pibas Superpoderosas, No es No, Varones Antipatriarcales) como en las agendas de demandas que devinieron en asuntos vinculados con los micromachismos, los noviazgos violentos, los protocolos contra la violencia de género, entre otros, tal como se verá en el apartado siguiente.
A continuación, se muestra la composición de las agrupaciones según género (mujeres y varones) y la cantidad total de integrantes entre los años 2015 y 2019 de tres listas que representan los tres espacios tradicionales de la política estudiantil del CECaP[9]. En el caso 1, la composición femenina aumenta conforme pasan los años, siendo el punto de máxima participación en 2019; mientras que la participación masculina disminuye, fundamentalmente en 2018. Al mismo tiempo, aumenta la cantidad de integrantes pasando de 27 en 2015 a 39 en 2019. En los datos duros se observa que además aumenta la participación de estudiantes de los primeros años y por ende el corrimiento de estudiantes avanzados (salvo aquellos que ocupan los cargos electivos que históricamente son quienes heredan las listas y se encuentran en cuarto y quinto año). Aquí está presente no solamente una feminización de las listas sino también una juvenilización, lo que puede explicarse por una mayor injerencia generacional en el interés por la política y las motivaciones de causas militantes feministas que habilitó el debate por la legalización del aborto y la polarización social en el contexto de la gestión macrista. Esta agrupación estudiantil autodenominada independiente o de izquierda popular ganó las elecciones en 2016, 2017 y 2019. Aquí vale la pena mencionar el caso emblemático de la carrera política de Ofelia Fernández, exmilitante y presidenta dos veces consecutivas del CECaP y actual legisladora porteña (2019-2023). Fernández ocupó un cargo electivo luego de finalizar la escuela y se constituyó en la legisladora más joven de la historia de la Ciudad de Buenos Aires. Es un ejemplo, de otros tantos, de militantes que iniciaron su formación política en el movimiento estudiantil secundario y dieron continuidad política a sus trayectorias por fuera de la institución y siendo reclutada por un espacio político local y/o nacional dados sus antecedentes.
En el caso 2, se observa un proceso similar, pero con distintos puntos máximos. Ocurre una mayor participación de las mujeres respecto de los varones y el crecimiento en la cantidad de integrantes y su sostenimiento para los años 2018 y 2019. A su vez, en 2018 obtuvo el punto más alto de integrantes mujeres, que pudo haber sido estimulada por las vigilias en las afueras del Congreso Nacional por parte de organizaciones feministas que acompañaron los debates en la Cámara Baja en el mes de julio. El espacio vinculado con el kirchnerismo atravesó alianzas y rupturas a lo largo de los años, pero principalmente estuvo compuesto por tres agrupaciones: 16 de septiembre, La Creciente y Oktubre[10].
Por último, el caso 3 muestra una experiencia política distinta ya que no todas las agrupaciones se vieron interpeladas o permeadas de igual manera por el proceso que estamos analizando. Es el espacio que representa la izquierda trotskista y que nunca ganó las elecciones en el período de 2015 a 2019. Si bien se observa un crecimiento en sus integrantes en 2016, el único año en el que predomina la participación de las mujeres es en 2017. Paradójicamente los partidos políticos y las organizaciones trotskistas tienen una tradición en la participación de las reivindicaciones feministas, sin embargo, en la política estudiantil del CECaP el año 2010 marcó un momento de ruptura en el cual -luego de cinco años de hegemonía- la comisión directiva se vio desintegrada[11] y el estudiantado se volcó por opciones independientes o kirchneristas, espacios que predominan hoy en día.
El paso de agrupaciones formadas mayormente por varones a composiciones con mayor presencia femenina fue bastante drástico y dio lugar a una reconfiguración de las listas para los cargos de conducción, pero también para organizar acciones y tomar decisiones políticas en el contexto de una sociedad sumergida en los debates planteados por el movimiento feminista. Esto resonó en las relaciones con los varones y estableció dos cuestiones: primero, el ejercicio del poder empezaba a ser, como mínimo, compartido con las chicas, y segundo se comenzó a cuestionar el dominio masculino en el territorio escolar (Hernández, Adriana; Reybet, Carmen, 2006). Lo primero era discutido en los espacios exclusivamente estudiantiles como las asambleas, las reuniones de comisiones, los debates en el cuerpo de delegados. Lo segundo, estaba dirigido principalmente al equipo de conducción de la escuela: el uso de los espacios como el patio (en el cual los varones lo ocupaban para hacer fútbol y el cambio de baños para que fueran mixtos), la libre elección de los deportes en educación física, el código de vestimenta, las negociaciones en la coordinación de actividades y la habilitación para las mismas, etc.
Para una mirada más amplia sobre el CECaP, si bien aquí se tienen en cuenta solamente tres agrupaciones estudiantiles, en el CECaP participan entre 3 y 7 por año, aproximadamente. La mayoría de ellas suelen tener una participación efímera, es decir, únicamente lo hacen en el momento de la elección y por lo tanto la conformación puede darse por lazos de compañerismo y amistad. En cambio, estas agrupaciones analizadas tienen una participación más estable a lo largo del año y la renovación de sus integrantes es constante. A su vez, los lazos en su conformación tienen incentivos y causas vinculadas con el compromiso ideológico y político y en esa línea aplican estrategias diversas de reclutamiento. Hasta el momento, no se han conformado agrupaciones de derecha o de jóvenes “libertarios”. Lo que sí existe desde el año 2008 es Spiderman, una agrupación compuesta por estudiantes de quinto año cuyo propósito es formular un discurso crítico y de oposición al resto de las organizaciones. Si bien no se puede afirmar su identificación ideológica, es un espacio no partidario que por momentos asume un discurso vinculado a la antipolítica en tanto que critica el accionar de sus pares acusándolos de “politizados”. Spiderman nunca ganó elecciones, pero cuando se presenta en los comicios suele obtener un gran porcentaje de votos, quedando muchas veces en el segundo puesto.
La configuración de las agrupaciones estudiantiles que conforman el CECaP son cambiantes porque las trayectorias estudiantiles se renuevan cada cinco años (período obligatorio del plan de estudios). Todos los años puede surgir una agrupación nueva y desarticularse otra. Sin embargo, el nivel de politización de la escuela permite que algunas de ellas perduren a lo largo de los años de manera generacional y establezcan objetivos duraderos, estrategias de reclutamiento y diseño de propuestas que trascienden la composición estudiantil. Estos son los casos de las agrupaciones que se analizaron en este trabajo y que nos habilitan a pensar formatos de grupalidad y compromiso político en clave de género para el período analizado.
Agendas y demandas feministas en las agrupaciones estudiantiles: una cuestión de jerarquías
En términos históricos, el movimiento estudiantil secundario se caracterizó por asumir una agenda de demandas vinculadas con la infraestructura, las becas y viandas, las reformas de los planes de estudio a través de acciones tales como asambleas, sentadas, movilizaciones o la toma de establecimientos (Núñez, Pedro, 2010; Enrique, Iara, 2013). Tanto el 24 de marzo como el 16 de septiembre representan los hitos más relevantes en defensa de los Derechos Humanos y la reivindicación de la memoria en las escuelas. Ahora bien, la expansión de la participación de las estudiantes en las agrupaciones y en diversos ámbitos de socialización política en torno al feminismo trastocaron las agendas del movimiento estudiantil e incorporaron otras fechas simbólicas como el 8 de marzo y el 3 de junio, jornadas que involucran a las jóvenes en actividades como marchas y actos políticos (AUTOR, Quinzani, Gabriel; Manelli, Matías, 2022). Al reclamo por la legalización del aborto, contra los femicidios, por la identidad de género, entre otros, se sumaron y ampliaron una agenda que estaba constituida inicialmente por el cumplimiento de la ESI y la reforma de los códigos de vestimenta, principalmente. Éstos hacen referencia al trato desigual en relación con los permisos en el uso de la ropa y los uniformes. Por ejemplo, el uso de shorts en mujeres o de musculosas en varones, que tradicionalmente han estado prohibidos en las instituciones educativas. La solicitud de las y los estudiantes es la eliminación de dichas prohibiciones y, sobre todo, que las mujeres no reciban más limitaciones que los varones en esos usos. Frente a esto, los pollerazos y shortazos (en los cuales los varones asisten a clase con polleras o shorts) fueron un claro ejemplo de protesta contra las normativas establecidas. Esta situación ha ocurrido tanto en escuelas estatales como privadas y, si bien no necesariamente han existido casos masivos de reformas, en la práctica se observan mayores niveles de permisividad.
Para pensar una jerarquización de las demandas estudiantiles que fueron transversales para las prioridades políticas de las agrupaciones se podría plantear el siguiente esquema: 2015-2018: códigos de vestimenta, acoso sexual, noviazgos violentos y femicidios; 2019-2020: identidad de género y legalización del aborto. Si bien no existe un corte abrupto entre las temáticas que abordan los reclamos, sí puede observarse mayor presencia de cada uno de ellos en los distintos momentos señalados. En relación con las tres agrupaciones mencionadas arriba, en las campañas estudiantiles tanto electorales como de difusión de actividades que observé en el trabajo de campo, pude notar una mayor presencia de la agrupación independiente y la kirchnerista. Paradójicamente a lo vivenciado en las manifestaciones feministas callejeras, el trotskismo asumió un rol menos preponderante en el ámbito estudiantil de la escuela, ya que resulta ser un sector minoritario y volátil en las preferencias del voto estudiantil y representa una orgánica de menor presencia durante el año escolar.
A continuación, se muestras algunas imágenes extraídas de la red social Instagram en la cual el CECaP difunde, invita y organiza las diversas actividades y convocatorias estudiantiles a partir de la elaboración de flyers.
En la Imagen 1 puede observarse la convocatoria en el año 2016 a un “corpiñazo” en la Plaza Pizzurno que se encuentra frente al Ministerio Nacional de Educación y a una cuadra de la escuela. Este evento fue motivado porque en otra escuela estatal habían sancionado a una alumna por no usar esa prenda interior. Como protesta (y en relación con las reformas de los códigos de vestimenta) el estudiantado se organizó para manifestarse frente a las autoridades educativas.
Convocatoria a “corpiñazo”
red social Instagram del CECaP, 2016En la Imagen 2 se convoca a una movilización hacia Plaza de Mayo por el femicidio de la joven Araceli Fulles ocurrido en la localidad de José León Suárez en 2017, provincia de Buenos Aires y con motivo del lema “Ni una menos”.
Convocatoria a marcha por femicidio
red social Instagram del CECaP, 2017En la Imagen 3 se muestra la convocatoria a una reunión estudiantil dentro de la institución de la comisión “No es no” creada en 2018. Esta frase quedó registrada como parte de los reclamos contra los acosos y abusos sexuales y los consentimientos en las relaciones entre pares.
Convocatoria a reunión comisión “No es no”
red social Instagram del CECaP, 2018Y en la Imagen 4 se invita a un “estudiantazo” en el Congreso de la Nación (ocupar el espacio público con actividades performativas) con motivo del reclamo de la legalización del aborto, a cargo de la comisión “Las pibas superpoderosas” conformada en el año 2019.
Convocatoria a “estudiantazo”
red social Instagram del CECaP, 2019En último lugar, la Imagen 5 representa la única actividad masiva del movimiento feminista que se llevó adelante durante 2020, año de inicio de la pandemia en el cual estaba vigente la política gubernamental de aislamiento social, preventivo y obligatorio. En este caso, las organizaciones de mujeres se convocaron para acompañar las votaciones legislativas del proyecto de ley de la legalización del aborto[12] en una vigilia en los alrededores del Parlamento.
Convocatoria a movilización por tratamiento del proyecto de ley de la IVE.
red social Instagram del CECaP, 2020Las agrupaciones estudiantiles asistieron presencialmente a convocatorias para movilizarse desde la escuela y formar parte del colectivo organizado en las calles. Si bien la pandemia había obligado a generar mecanismos de virtualización de todo el sistema educativo, los centros de estudiantes utilizaron las redes sociales como principal recurso que garantizara la contención y grupalidad de sus pares, a través de actividades virtuales que no necesariamente proponían la discusión política del contexto, pero sí generaban instancias de comunicación permanente y canalización de demandas. Por tratarse de una escuela a la que acceden mayormente familias de sectores medios y profesionales, las y los estudiantes no tuvieron necesidades urgentes que resolver en cuanto a lo económico y material. Las actividades solidarias que llevó a cabo la escuela estuvieron relacionadas con campañas de donación de computadoras en las que, por ejemplo, participaron graduados de la institución. El CECaP compartió en actividades junto con la Coordinadora de Estudiantes de Base (organización de segundo grado que aglutina a centros de estudiantes de la Ciudad de Buenos Aires) donando alimentos, ropa y elementos de higiene para los sectores de menos recursos y de otras escuelas que padecían los problemas generados por la pandemia.
En términos generales, puede observarse que los flyers presentan estilos y formatos similares, con el uso de colores que se referencian directamente en el movimiento feminista (tonos rosas, violetas y lilas) y en la legalización de la IVE (tonos verdes). En estos casos seleccionados, la organización estudiantil se basa en actividades que buscan visibilizar las demandas tanto dentro como fuera de la escuela: reuniones y comisiones, por un lado, movilizaciones y performatividades, por el otro. Estas agendas y acciones son convocadas por el CECaP con acompañamiento de todas las agrupaciones estudiantiles, ocupen o no cargos en la comisión directiva. Durante los años analizados en este trabajo, en diversas actividades y convocatorias el equipo de conducción y el cuerpo de profesores han colaborado y avalado la realización de ellas. Por ejemplo, la organización de las Jornadas de ESI mixtas: se constituye una mesa de trabajo colectivo entre autoridades, docentes y estudiantes en la cual se negocia la coordinación de las diversas tareas. Los pañuelazos verdes se han realizado junto con docentes y muchos de ellos han promovido talleres y charlas en el ámbito áulico, se relacionen directamente o no con la asignatura que dictan. Por último, no han estado ausentes variados conflictos entre estudiantes (denuncias y escraches por acoso) y con docentes (denunciados por violencia de género), lo que motivó a la UBA a la sanción de Protocolos contra la Violencia de Género para ser aplicados en las facultades y escuelas que se encuentran bajo su órbita.
Conclusiones y nuevas preguntas
En este trabajo me propuse explorar las formas de hacer política estudiantil de tres agrupaciones del Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini” de la Universidad de Buenos Aires que forma parte del epicentro del movimiento estudiantil secundario de la Ciudad de Buenos Aires. A partir del análisis de la distribución de integrantes de las agrupaciones y del repertorio de acciones y demandas estudiantiles entre 2015 y 2020, encontré que los espacios políticos de mayor presencia en la militancia estudiantil asumieron las agendas del movimiento feminista como propias y las más jóvenes fijaron políticas de posicionamiento en los cargos de conducción. En un contexto drástico de empoderamiento de las organizaciones sociales y políticas feministas, las estudiantes propusieron prácticas que asumían una posición crítica de la política tradicional dominada por varones.
Se identificó el crecimiento sostenido de la participación de chicas de los primeros años de los cursos en las agrupaciones estudiantiles con altos niveles de interpelación de la agenda feminista. Este proceso de feminización y juvenilización habilitó el establecimiento sostenido de demandas y actividades transversales de las principales cuestiones de género, con particularidades por tratarse de una militancia política en el ámbito escolar. La organización de comisiones temáticas, marchas y movilizaciones y protestas performativas fueron parte de un repertorio de acciones que se visibilizó tanto al interior de la institución como en el espacio público.
Durante la pandemia las agrupaciones se ocuparon de sostener la grupalidad y contención de sus pares a través de la realización de actividades de entretenimiento en las redes sociales, lo cual corrió de sus rutinas militantes la discusión y formación estrictamente política. Excepcionalmente, se sumaron a convocatorias de organizaciones de Derechos Humanos para conmemorar el 24 de marzo y el 16 de septiembre mediante acciones que cada persona podía hacer desde su hogar. Más allá de eso, las vigilias y concentraciones durante aquel diciembre de 2020 fueron la causa militante que sobrepasó los límites que fijaban las políticas de confinamiento. De esta manera, la agenda estudiantil feminista nucleó a todas las agrupaciones y estableció sintonías con docentes y autoridades que reconocían y acompañaban los reclamos.
Las formas de hacer política estudiantil a lo largo del tiempo no son homogéneas, se transforman en función de los cambios en los contextos sociales y políticos, pero también en función de los intereses generacionales de un estudiantado que muta cada lustro. En el período analizado en este trabajo, la política estudiantil del CECaP estuvo centrada en la cuestión de género y en las críticas a las prácticas de una política dominada históricamente por varones. Las prácticas de las nuevas feminidades juveniles y el empoderamiento discursivo establecieron nuevas reglas de juego en el ámbito escolar y en la política estudiantil en manos de nuevas subjetividades que se asomaban en sus incipientes trayectorias militantes bajo los pañuelos verdes y los glitter violetas.
La aproximación de este trabajo conduce a la pregunta en futuras investigaciones sobre las características que asumirá la militancia estudiantil luego de la legalización del aborto, y también del contexto de la postpandemia que no fue tratado en este texto. ¿Qué consecuencias dejó el confinamiento? ¿Las cuestiones de género seguirán siendo transversales en las agendas estudiantiles? ¿Los repertorios de acción asumirán otras jerarquías?
Por otra parte, cabe la indagación acerca de la visibilización en el espacio público de sectores juveniles de derecha que asumieron posiciones críticas frente al avance de derechos, pero también traccionaron el perfil de jóvenes que no se oponían a ellos necesariamente sino más bien a la falta de libertad individual o las intervenciones estatales (fundamentalmente a partir de las medidas gubernamentales de confinamiento durante la pandemia, por ejemplo). ¿De qué forma se reconfigurará la organización estudiantil (en cuanto a la conformación de las agrupaciones y la deuda por un debate sobre la paridad), las demandas y los reclamos (sobre las cuestiones de género y las tradicionales del movimiento estudiantil como la infraestructura, las viandas y pasantías) y ahora también el avance de referentes que rechazan abiertamente las posturas de los sectores progresistas de la educación?
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Notas