Dossier

Juventudes trasnacionales: tendencias investigativas sobre la juventud de América latina en España

Henry Steven Rebolledo Cortés
Universidad de Manizales - Universidad de Valencia , Colombia
Rayen Amanda Rovira Rubio
Universidad de Manizales, Colombia
Elena Mut Montalva
Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Valencia., España

Juventudes trasnacionales: tendencias investigativas sobre la juventud de América latina en España

Millcayac, vol. X, núm. 18, 2023

Universidad Nacional de Cuyo

Recepción: 07 Diciembre 2022

Aprobación: 14 Febrero 2023

Resumen: El artículo analiza los resultados de una revisión bibliográfica de los estudios sobre las juventudes de América Latina migrantes hacia España. Dentro de los resultados destaca la emergencia del sujeto joven latino migrante que se ha venido transformado en las últimas dos décadas pasando de una juventud criminal a una juventud con un rol sociocultural y político. Las juventudes van configurando sus identidades desde la alteridad en un contexto multicultural y campo trasnacional, donde las redes comunitarias, familiares y organizativas vinculadas a los territorios de origen, se van politizando en la sociedad de destino generando, entre otras cosas, la reinterpretación de los nacionalismos culturales, el agenciamiento femenino y los procesos organizados desde acciones en las calles y la virtualidad. De esta manera se va definiendo un nuevo sujeto ciberactivista o activista digital, cuyas luchas se enfrentan a los rostros del Juvenicidio moral, propio de las sociedades y políticas de precarización juvenil globalizadas.

Palabras clave: Jóvenes, identidad cultural, activismo, transnacional.

Abstract: The article analyzes the results of a bibliographical review of studies on Latin American youth migrants to Spain. Among the results, the emergence of the young Latino migrant subject stands out, which has been transformed in the last two decades from a criminal youth to a youth with a sociocultural and political role. Youth are shaping their identities from otherness in a multicultural context and transnational field, where community, family and organizational networks linked to the territories of origin are becoming politicized in the destination society, generating, among other things, the reinterpretation of cultural nationalisms, female agency and organized processes from actions in the streets and virtuality. Defining a new cyberactivist or digital activist subject, struggles that face the faces of moral Juvenicide, typical of youth precariousness societies and policies.

Keywords: Youth, cultural identity, activism, transnational.

Introducción

El artículo se presenta a partir de la revisión del estado de conocimiento científico que se ha construido en las últimas dos décadas sobre las juventudes latinas en España, en sus procesos de construcción de identidades, prácticas políticas y culturas juveniles. Aunque existe un importante volumen de literatura previa sobre el tema, no tiene ánimo de exhaustividad, sino de mostrar tendencias en la investigación con relación a la construcción identitaria, las culturas juveniles y las prácticas colectivas de los migrantes latinos al territorio español. Este trabajo es resultado de una investigación doctoral cuyo propósito fue comprender la configuración de las identidades culturales en relación con las prácticas de acción colectiva juvenil de activistas de América latina en España.

Las sociedades contemporáneas afrontan el fenómeno global de la migración siendo las mujeres y las juventudes quienes huyen de la pobreza, de las violencias y problemas estructurales de países en crisis. América latina es actualmente, uno de los continentes expulsores y muy desiguales, cuyo destino Europa, es uno de los lugares de arribo de mayor interés de la movilidad humana, siendo el siglo XXI cuando se problematizan las “olas migratorias”, sobre todo de colombianos y ecuatorianos, dos poblaciones de América latina mayoritarias de migrantes hacia España. Destino que se justifica entre otras cosas, por las relaciones migratorias históricas, constantes, alternas, disimétricas que, desde la colonización, y a lo largo de la historia datada, se ha conservado con diferentes propósitos (García Ballesteros, Jiménez Basco, & Redondo González, 2009).

En este contexto, las juventudes migrantes tienen un rol activo como actores significativos y son claves en las dinámicas de transformación sociales, culturales y políticas tanto del país de acogida como del expulsor, afrontando la integración social, la inserción laboral y educativa y la seguridad alimentaria.

A los jóvenes se les ha definido desde una condición etaria y estadística desde el sistema de las naciones unidad para establecer condiciones demográficas, educativas, de salud y empleo (ONU, 1985). Sin embargo, desde la reflexión crítica de las ciencias sociales en una perspectiva histórica social transdiciplinaria, se comprende que la juventud es una construcción marcada por las especificidades, los mundos de vida que los y las jóvenes configuran (Alvarado, S. V., et., al, 2009). Teóricamente, la juventud se plantea como característica propia de la posmodernidad mixta, plural, híbrida, cambiante, que se representa en múltiples condiciones de cada contexto o territorio sociocultural, atravesada en América latina principalmente por la precariedad, incertidumbre y el desencanto (Aguilar -Forero & Muñoz, 2015) acorde a las violencias estructurales de fenómenos del mundo moderno.

Así, la noción de "ser joven” está relacionada con el presente histórico y cultural, con los nuevos contextos sociales en los que las expresiones de identidad, los procesos múltiples, fragmentados y las trayectorias sociales otorgan el significado a la experiencia juvenil (Rovira-Rubio, R. A., & León-Saavedra, P. E. 2021). Se manifiesta en las formas en las que los colectivos se expresan estética, simbólica y pragmáticamente desafiantes ante las hegemonías culturales, y que configuran otras existencias, esencias vitales, que podrían considerarse como culturas juveniles (Muñoz, G., 2015).

Desde una perspectiva critica se plantea que la juventud se caracteriza por ser una condición de luchas en el campo social, como en relación con sus capitales culturales y simbólicos. Luchas que se dan en todas las fronteras socialmente impuestas, como en las fronteras que se aplican entre generaciones (Bourdieu, 2000). Entre las relaciones de mundos de vida, la vida adulta, adultocéntrica, que implica conocer a fondo el modo en que se configura la condición juvenil, desde un marco sociopolítico. Comprender las dimensiones de los mundos de vida y muerte de jóvenes migrantes, permite entender que son actores fundamentales en las dinámicas de los flujos migratorios, que el asunto de las migraciones va más allá del nacionalismo y se puede pensar desde la perspectiva trasnacional (Suarez, 2010) desde la interculturalidad trasnacional (Echeverri, 2015) o desde el contextualismo radical de los estudios culturales (Navarrete, 2011).

En este orden de ideas, el propósito y la principal contribución del presente artículo es ofrecer una visión comprehensiva de la construcción del saber académico de la juventud en condición migrante latinoamericana en España, en los últimos veinte años, mostrando resultados previos de investigaciones reconocidas, e interpretando nuevas fisuras para emergentes líneas de investigación, que son soporte para el estudio de la juventud latinoamericana.

Este trabajo consta de cuatro partes, la presente introducción, la estrategia metodológica utilizada para la recolección e interpretación de documentos, la descripción e interpretación de estos reflejados en tendencias y, finalmente, las principales conclusiones que pueden derivarse del trabajo y que ofrecen recomendaciones para nuevas líneas de indagación.

Como resultados, se presentan las principales tendencias que emergen de los estudios ubicados, se han dividido en tres: (1) estudios familiaristas y trayectorias emergentes de jóvenes migrantes a España; (2) de la configuración de identidades culturales en jóvenes migrantes latinoamericanos; (3) la acción colectiva juvenil como prácticas políticas trasnacionales, del que aparece un grupo de estudios sobre ciberactivismo y acciones conectivas: los E-Migrantes.

Abordaje metodológico

Este artículo presenta algunas de los estudios emergentes en los últimos años en torno a las juventudes Latinoamericanas migrantes a España. Producto de la investigación desde el paradigma histórico hermenéutico. Se hizo un rastreo comprensivo del fenómeno social bajo la perspectiva de estado del arte que se inscribe en el campo de la investigación documental y da cuenta de las construcciones de sentido sobre datos que apoyan un diagnóstico y un pronóstico en relación con el material documental sometido a análisis (Hoyos Botero, 2000). La revisión documental es parte consustancial de los estados del arte, obliga no sólo a desarrollar rastreos de textos sino también de experiencias investigativas previas quizá no publicadas (Jiménez Becerra, 2006). Brinda una evaluación o un balance del conocimiento acumulado, estableciendo una proyección o líneas de trabajo para posibilitar el desarrollo de ese saber.

De este modo, se llevó a cabo una revisión documental que permitió rastrear, inventariar y seleccionar una temática desde fuentes y documentos públicos, elaborando una relación de estos con su descripción bibliográfica completa, con base a la cual se desarrolló un análisis de contenido (Galeano, M. 2018).

Particularmente en un primer momento se procedió a una búsqueda en fuentes de información científica en las bases de datos: Web of sciencie, Proquest, Clacso, Redalyc, Dialnet y escolar de Google, bajo los descriptores de; “jóvenes”, “latinos”, “migrantes”, “práctica política”, “España”. Se llegó a la ubicación de 65 artículos que fueron seleccionados y documentados de acuerdo con los criterios de proximidad temática con los objetivos de estudio y la pertinencia académica basada en la construcción de un discurso científico.

Resultados

Estudios familiaristas y trayectorias emergentes de jóvenes migrantes a España.

Algunos de los principales núcleos de estudios de la juventud migrante en el contexto español han estado relacionados con una tendencia de trabajos con una perspectiva metodológica más empiristas, demográficas, cuantitativas, que no son presentados con detalle en este trabajo, y se destacan los estudios que llamamos “familiaristas”, por una tendencia que hubo a investigar y denominar la presencia de los adolescentes o menores de edad en el territorio español en su condición de invitados inicialmente por sus familias.

De esta manera, estos estudios han caracterizado las condiciones de bienestar psicosocial que las personas viven en la experiencia migratoria, han encontrado percepciones de discriminación, prejuicios por género y origen, así como problemas de socialización con las personas del entorno de acogida (Murillo, Muñoz, & Molero, 2012). Se identifica que las condiciones de acceso a derechos laborales, el mercado laboral y la política migratoria que encuentran en el país de acogida son objeto instrumentalizador de la migración, generando así repercusiones a sus familias y precarizando las condiciones sociales de bienestar de los migrantes. Son las mujeres jóvenes las principales poblaciones migrantes entre los 25 y 32 años la que, por las demandas de trabajo como empleadas de hogar y en el sector de los cuidados y servicios, van reorganizando las dinámicas de composición familiar y cambios sustanciales en la organización de los hogares (Bedoya, 2010). Se encuentra que, en los discursos institucionales, de la sociedad civil y familia, se generan fuertes estigmas a la mujer, que señalan abandono familiar. Sobre los hijos e hijas, el rol que tiene los y las jóvenes, son invitados por la familia, “convidados” a proyectos migratorios familiares. Pero también, a los jóvenes latinos se los ve como “sujetos peligrosos” para la estructura social generándose dificultades de inserción social, educativa y laboral para las jóvenes (Pedone, 2010).

En este marco se identifica una transformación en el fenómeno migratorio familiar, en la segunda parte de la década del 2000, donde los jóvenes pasan de ser visualizados como los hijos e hijas que viajan como parte de un proyecto migratorio familiar, llamados en aquel entonces “menores en la migración” o “menores niños” o “jóvenes inmigrantes” que viajan de manera autónoma. Por ende, ya no son solamente parte del estudio de familias migrantes, sino también se convierten en sujetos de estudios como entes autónomos. (Suarez, L. 2006).

Se configura una juventud disruptiva con la política migratoria y la ley extranjera que los consideraba como menores acompañados, sujetos de derechos de control, esta juventud abre una arista a la categoría de un nuevo actor migratorio como agente de nuevas redes migratorias trasnacionales (Suarez, L., 2006; Echeverri Buriticá, 2005). Son juventudes apoyadas por la globalización y sus cambios, constituyen prácticas y configuraciones simbólicas que conforman un campo migratorio más amplio (Baca Tavira, Bautista León, Mojica madrigal., 2019; Blanco Rangel, I., Rodríguez Albor, & Cabrera García, 2019).

De otro lado, se puede visualizar la feminización de la migración latina, particularmente de Colombia a España, principalmente desde la tercera ola[1]migratoria del 2000 (Jiménez -Lobo & Guerrero Duran, 2020) como consecuencia, entre otras cosas de las violencias estructurales y directas, que incrementan las trayectorias migratorias de los y las jóvenes, en donde las mujeres latinas migran en condiciones precarias, se incorporan en el mercado de trabajo Español como empleadas del hogar y servicios, y muchas veces, contratadas en condiciones de explotación (Tapia Ladino, & Gonzálvez Torralbo, 2013). Presentan diversas condiciones de precarización de la vida que superan las condiciones netamente laborales, como, por ejemplo, llegar y mantenerse largo tiempo en España indocumentadas con grandes compromisos económicos con sus familiares aún en los países de origen, además del rechazo social en la sociedad de acogida (Pedone, C. 2010; 2012). Se ha venido definiendo como las cadenas globales de cuidado, fenómeno de feminización de la migración en contexto laboral con baja calidad y poca remuneración en contextos de migración (Orozco, 2009). Estas condiciones de trabajo no digno ni justo transforma la parentalidad generando en ellas cargas más fuertes que en su país de origen (León, 2007) e impactando los roles laborales, dando a hombres y mujeres actividades diferenciadas en carga y retribución, como también en las condiciones económicas familiares de ambos continentes (Tapia Ladino, &, Gonzálvez Torralbo, 2013).

En estos estudios se evidencia que las mujeres latinas, colombianas y ecuatorianas, se han vinculado en redes, lazos de apoyo social, organizaciones y asociaciones sin ánimo de lucro donde fortalecen sus capacidades de gestión como herramientas materiales, mecanismos subjetivos diversos de resiliencia, afrontamiento, fraternidad, empatía y confianza en el entorno de acogida, como en el entorno de origen (Sierra Puentes, 2014). Es así como se ha estudiado el desarrollo del empoderamiento y aptitudes emancipadoras de las jóvenes originarias del cono sur mediante la superación de situaciones económicas, laborales y la formación para el trabajo en el país de destino (Páez de la Torre, 2019). Otros estudios han establecido como las redes de apoyo son los amigos y principalmente la familia con vínculos culturales de origen que tienden a ser cada vez más débiles, con una tendencia hacia la integración global y cosmopolita Latinoamérica-española-Global (Hernández, C. &., Alcoceba, J., 2015).

Otros estudios revisan la socialización de jóvenes en espacios virtuales, como estrategias o practicas comunicativas digitales desde el teléfono, internet, y aplicaciones virtuales como el Facebook (Castillo, A., Fonseca, & Almansa, A. 2013) para el sostenimiento de los vínculos familiares y afectivos entre los migrantes con sus familias y hogares transnacionales (Ramírez Martínez, 2014).

Se resalta que, en la mayoría de estos estudios, la forma en la que se representa o conceptualiza la juventud se hace desde aspectos tradicionales normativos, biológicos y etarios, en las ciencias sociales, se habla de adolescente, y se hace como sujeto de intervalo y dato empírico, se homogeniza como población y que permiten clasificar los comportamientos sociales para realizar comparaciones, correlaciones y confirmar o generar análisis el impacto entre estos, en las comunidades en España. En la mayor parte de estos estudios los jóvenes no son en si la centralidad, sino que se ocupan de manera adultocentrista y economicista de las familias, el adulto en las migraciones, se ve a los jóvenes (adolescentes) como sujetos de derechos y prerrogativas, pese a que algunos pocos estudios, empiezan visibilizarlos agentes autónomos y activos de cambio social estructural inmersos en un mundo globalizado, intercultural y cambiante, abriendo espacio para otras investigaciones que se presentan en la siguiente tendencia.

Configuración de identidades culturales en jóvenes migrantes latinoamericanos

Desde la revisión académica se identifica la emergencia de estudios sobre jóvenes migrantes desde un enfoque que enfatiza la comprensión de las identidades y adscripciones culturales.

Una línea más reciente de investigación que puede abrirse, inscribe algunos trabajos sobre las experiencias migratorias de jóvenes de géneros no binarios hacia España, así como a través de las tecnologías de la comunicación en la consolidación de las vidas afectivas, eróticas y sexuales de jóvenes, colombianos, en España que ven como los jóvenes con géneros no binarios, incluso antes del proceso migratorio, gracias a las redes sociales virtuales, establecen vínculos con ciudadanos extranjeros y logran facilitan la acogida e inclusión al entorno de llegada. Mostrando así nuevos contextos, escenarios sociales y culturales a través de internet y aplicaciones digitales para la socialización – homosocialización- y ocio, alternativos a las plazas, calles y bares. (Restrepo Pineda, 2013; 2018). Estos espacios permiten a todas las poblaciones latinas generar procesos de socialización y acogida, así como una producción intercultural de poblaciones diversas.

En este ámbito de estudio se identifican investigaciones emergente desde el año 2003 que analizan la construcción identitaria y cultural, así como la estigmatización, racialización y criminalización de la juventud latina que vive en territorio español, investigaciones que se caracterizan por ser indagaciones etnográficas que lograron acercarse a las realidades vividas, practicas e imaginarios de lo que denominan “subculturas juveniles”, “tribus urbanas” (Feixa y Porzio, 2004; Feixa, C, Porzio, L., y Recio, C., 2006). El énfasis de estos estudios se relaciona directamente con los cambios culturales y transformaciones sociales de las juventudes migrantes vividas en esta década de cambios históricos estructurales como consecuencia de la globalización, las tecnologías de la comunicación, información y la conexión que inciden en la interculturización de las sociedades, la tecnificación del poder (Foucault, 1988) jurídico, normativo, económico, donde la agudización de la regulación el control de la movilidad humana se pone sobre las fronteras físicas y simbólicas que sirven al colonialismo (Butler, 2009). El sujeto migrante es sujeto del biopoder y control, el biopoder (Foucault, 2008). Lo anterior demuestra los procesos de repliegue de los Estados de excepción sobre la “vida nuda” (Agamben, 1995) desde unas tecnocracias normalizadas para la prevención del riesgo en sus sociedades (Permuy Rodríguez, 2015). Dándose de esta manera un proceso de proliferación y movilidad humana en una hibridación de identidades y comunicaciones (Canclini, 2012) a través de prácticas entre culturas vinculadas.

En este sentido esta tendencia de estudios consideró la juventud migrante como una condición de experiencia fronteriza que es al mismo tiempo paradójica, dado que se presenta sin fronteras territoriales, sociales o identitarias, en la que emerge un estado de migración permanente, como un campo de refugio, que permite una búsqueda de lugares, espacios que la vez, acoge (Feixa, & Sánchez, 2016). Se observa una línea de categorización de lo que puede considerarse como juventud latina, identidad latina o la nueva “latinidad de frontera europea” y la conformación de un imaginario colectivo e identificación fuerte entre jóvenes que se auto reconocen como latinos, conformando bandas y una estética cultural. De esta forma, el énfasis ya no es en comprender a jóvenes latinos en el contexto laboral o familiar, sino en sus modos de interacción en su condición juvenil con el medio y, por ende, con la sociedad de acogida y sus pares.

Estos estudios distinguen dos tipos de jóvenes, a los jóvenes latinos adscritos a la “banda juvenil latina” una “población de riesgo”, que pone en riesgo la sociedad, las “bandas latinas” como un signo violento, mientras que atribuirá “tribus urbanas” a una categoría de jóvenes autóctonos de España (Queirolo Palmas, 2012; 2013). El problema o asunto de las bandas se hace objeto de estudio en tanto aparece en el discurso público, político, policivo, la juventud banda de origen migrante como un problema, generando así unas narrativas sociales y mediáticas que vinculan una etnicidad específica. Estos trabajos muestran como las bandas latinas constituyen y performan espacios, producen lenguajes y un sistema de estatus que circulan por allí sin ser escuchados ni reconocidos en la esfera de la política y del Estado (Queirolo Palmas, 2014, p, 279).

Estos estudios recogen las identidades de las latinidades en las bandas de reyes y reinas de los “Latin Kings”, pasando de bandas a movimiento social desterritorializado y trasnacional, al tener distintas incidencias en diferentes territorios tanto en América latina como Europa, donde además se generarán procesos organizativos y asociacionistas juveniles formales (Feixa, C., & Canelles, N. 2007). Frente a la exclusión, surge la acción colectiva y la conciencia de conjunto, la organización y el asociacionismo, permite al joven encontrar una práctica social, cultural y comunicativa para distintos jóvenes latinos (Cerbino, M., & Rodríguez, A. 2012).

De esta manera, desde la investigacion social se identifica que las trasformaciones sociales generaron identidades hibridadas con otras culturas juveniles que, desde los territorios fronterizos y las virtualidades, se enfrentan a la cultura hegemónica, a las culturas parentales, a la tendencia criminalizadora. Espacio en el cual las investigaciones de los cientistas sociales aportan desde nuevas lecturas de los fenómenos generando un giro legitimador (Feixa; B. Scandroglio; J. S. López Martínez; F. Ferrándiz, 2011).

Recientemente a esta forma de criminalización, estigmatización y banalización de la vida juvenil varios autores han denominado la categoría “Juvenicidio” para entender la manera en que se programa a la sociedad a través de los discursos públicos, mediáticos, el imaginario social y las prácticas de disciplinamiento, control social que se ensaña con el exterminio de la juventud desde su rol social, político, cultural (Feixa, Ángels Cabasés y Agnés Pardell, 2015; Nateras, A. 2015) o el exterminio físico con el asesinato o mutilamiento (Muñoz, G. 2015; Valenzuela, 2015) que ocurre tanto con las juventudes de América latina y otros países europeos y africanos. Algunos estudios en España se han aproximado a definir el “Juvenicidio moral” ejercido a jóvenes precarizados y excluidos a derechos; al derecho al trabajo, acceso a la vida económica, la participación política (Feixa, C., Strecker, T., & Ballesté, E. 2020) en países no solo periféricos, con políticas y economías de muerte, sino también en países centrales que han desarrollado procesos de “exclusión social programada de la juventud” (Claret, 2013, citado por Strecker, Ballesté y Feixa, 2019). Sin embargo, esta tendencia de trabajos sobre la condición juvenil, esta aun en construcción.

Otros trabajos, evidencian un enfoque emergente en los estudios, que desde el 2009 proponen la denominada “perspectiva trasnacional”. La conformación de las juventudes migrantes que estudian las habitancias entre las dimensiones económica, política y simbólica de los y las jóvenes latinos migrantes con otros agentes desde redes y colectivos, y que no se desarraiga de su cultura originaria. Estudian la configuración de identidades y prácticas sociales que se dan entre los campos sociales de origen y destino, el denominado “campo social trasnacional” (Suarez, 2010). Estos trabajos se amparan en el impacto que la globalización tiene sobre los procesos de ciudadanía nacional y los modelos de pertenencia y titularidad se vinculan simbólica y ritualmente a la identidad. Suarez (2010) define de diversas maneras a la ciudadanía transnacional, como “ciudadanías externas”, “ciudadanía posnacional”, “ciudadanías múltiples”, que en el espacio político europeo son como “ciudadanías supranacionales”, el resultado de prácticas políticas de colectivos transmigrantes con personas en exilio tienen más de una ciudadanía (Suarez, 2010, p, 651).

La perspectiva transnacional nos permite incorporar en el análisis identidades étnicas “mestizas”, que se construyen a partir de más de un conjunto de elementos definitorios de la identificación etnocultural. Los trabajos de Echeverri Buriticá (2005; 2012) también destacan que, en la configuración de las identificaciones sociales, políticas de los y las jóvenes latinos que se transforman en consonancia a los contextos sociales, políticos, culturales y económicos específicos de origen y destino, aparece la identidad del “joven latino” por su adscripción y procedencia de “algún” país latinoamericano. En sus inicios ha sido una categoría estigmatizante, pero fue reconstituyéndose en una identidad hibrida y mutante (Marín, & Muñoz, 2002), donde se asume que la identidad como un proceso de “llegar a ser” y de “ser”, no es algo que ya existe, sino que trasciende el lugar, tiempo, historia y cultura, una configuración de carácter plural y en constante cambio.

La identificación latinoamericana se abría paso en tanto estos jóvenes tomaban conciencia de su membrecía a un grupo diferente respecto al “otro” no latinoamericano, principalmente el europeo. Así, surgía el ímpetu para denominarse sujetos que compartían algunos rasgos culturales, físicos, “sobre todo de experiencia migratoria con aquellos provenientes de otros países latinoamericanos (…) el ser o sentirse latinoamericano, no riñe con las identificaciones nacionales” (Echeverri Buriticá, 2012, p, 42).

Esta noción se ha sumado a la de “latinidad” de Suarez Nava (2011) con base a una doble experiencia en común; la experiencia histórica de colonización, compartida por los países de América latina, y la experiencia actual de inmigración que contiene la discriminación étnico-racial, de clase y de género, sentida como común por los latinos. Una identidad que ha sido llamada “Panétnica latina” construida desde un tránsito de experiencias dificultosas para el bienestar de los latinos migrantes las cuales terminan produciendo un discurso identitario solidario (Cuberos, 2014) en los últimos años se ha denominado como las “identidades trasnacionales”. Los procesos de apropiación social del entorno, inclusión e integración, han llevado a denominar “panlatinoamericanismo” a una conformación de grupos de jóvenes con relaciones de amistad que superan la tradicional vinculación o adscripción de su propia nacionalidad, unos círculos de jóvenes predominantemente de origen latinoamericano y de otras nacionalidades españolas, europeas, africanas, en donde las formas de relación social, tecnológica y multicultural se conjugan (Hernández, &, Alcoceba, 2015).

La idea de nación pluriétnica, las diferenciaciones étnicas, la idea de afrocolombiano, mestizo e indígenas se mantiene en el discurso social e institucional, como en sus prácticas políticas de inclusión. La idea del “blanquitud” sigue siendo superioridad, aunque varie, y la idea del afrocolombiano aun es estigmatizada, aunque según los relatos en los estudios el afrocolombiano goza de receptividad e integración. Este proceso de receptividad selectiva, América Guevara (2018) lo define como el clasismo puesto en la formación académica y la expresividad corporal, la agresividad, que conviene de “clases bajas” y que conforman los denominados “migrantes pobres” (Guevara, 2018, p, 22).

La acción colectiva juvenil como prácticas políticas trasnacionales

Como se ha dicho, a partir de los estudios de la última década, la noción teórica del transnacionalismo toma fuerza como perceptiva y se enfoca en explorar la articulación entre niveles micro-sociales y macrosociales desde las prácticas políticas en origen y destino, las dimensiones económicas, política y simbólica que construyen los colectivos migrantes con otros agentes involucrados en las redes solidarias de acción (Suárez, 2010). Llaman a la participación política transnacional, las relaciones transnacionales socioculturales y la acción transnacional económica (Guarnizo, 2008).

De acuerdo con la investigación de Echeverri Buriticá (2012) sobre los jóvenes colombianos en España, los jóvenes como sujetos políticos y actores sociales transnacionales tejen lazos y vínculos políticos entre su país -Nación- de acogida con su país de origen, que van configurando sus identificaciones políticas, representaciones sociales, elementos simbólicos y materiales a través de las fronteras. Esos vínculos responden a sentidos de pertenencia política a uno o varios territorios nacionales, con la participación regular de los sujetos y grupos en actividades políticas, culturales, sociales, económicas, entre fronteras nacionales, desarrolladas por los sujetos dentro de los movimientos sociales y las organizaciones no gubernamentales (Guarnizo, Portes, A., & Haller, 2003).

Al analizar el papel que tienen las relaciones y el capital social a través del tejido asociativo en la integración política de los inmigrantes, en las relaciones de las organizaciones de inmigrantes con otro tipo de entidades, partidos políticos y administraciones públicas, se encuentra que la acción de los sujetos se ve determinada por las redes sociales de las que forman parte, y la inclusión en dichas redes permite a sus miembros compartir los recursos disponibles en la misma (Fernández-Suárez, B., & Cano-Ruiz, E. 2018).

Con esta tendencia de estudios, se reafirma que las juventudes de América Latina que llegan a España a otros pauses de Europa, como Francia o Alemania, conforman en el país de llegada colectivos, muy relacionados e involucrados con las problemáticas sociopolíticas e intereses de transformación social, de los países de origen, desarrollando incidencia política en los estados de acogida, es decir, incidiendo en políticas de países de acogida y a la vez con organizaciones o partidos políticos de su país de origen, de manera simultánea (Bermúdez, 2010; 2016). En este sentido, el campo social se comprende desde el transnacionalismo político y permite explicar la vinculación de los emigrantes a Europa con su país de origen en América Latina (Cortés, A. & Sanmartín, A. 2010) que, a través de sus prácticas políticas y asociacionistas en el país de acogida logran ser agentes críticos de cambio social redefiniendo las relaciones y dinámicas con las instituciones, en los ámbitos locales e internacionales. Un campo de estudios interesante invita a indagar, por ejemplo, la forma como han ido profesionalizando y tecnificando las asociaciones en ambos estados (Lacomba Vázquez, J. y Cloquell Lozano. 2017). Mas allá de la distancia geográfica han logrado desarrollar un nuevo campo social trasnacional.

Estas formas de participación política transfronteriza están influenciadas por el contexto institucional y político tanto en los países de origen como de destino, así como por los otros actores no-estatales con los que las redes políticas transnacionales, asociaciones, organizaciones de base, defensores de derechos humanos, con los que se articulan acciones, cuestionando los supuestos sobre ciudadanía. Las prácticas políticas pueden ser formales o no formales. Echeverri Buriticá (2015) sostiene que hay una “ciudadanía doble”, para referirse a tener derechos de ciudadanía en país de origen y de acogida, y “ciudadanía externa”, que ha representado el aspecto político y que les permite a los inmigrantes votar y participar activamente en asuntos políticos en la sociedad de llegada, así como desarrollar actividades electorales con partidos políticos, y actividades no electorales con asociaciones, dentro de la política formal. Como también y en gran medida, prácticas políticas transnacionales como el activismo y la vinculación a redes y organizaciones o colectivos de pensamiento y acción social, o de actividades socioculturales relacionadas con el ocio y la música.

Hernández Rodríguez (2019) ofrece recientemente un estado del arte sobre las investigaciones del transnacionalismo político de los migrantes colombianos que, como población latina, con condiciones sociopáticas particulares, desarrollan en específico unas prácticas políticas que han sido poco estudiadas. De acuerdo con su estudio, las investigaciones prevalecen en el campo de la migración de estados unidos desde los postulados de Ostergart (2009) que permite distinguir algunos tipos de transnacionalismos que pueden ser analizados para el contexto de migración en Europa. Uno, llamado la política hacia la patria (Homeland politics); referida a la participación de los migrantes en asociaciones del país de origen con vínculos y redes. Dos, la política de inmigrantes (Inmigrant politics) como prácticas políticas dentro del sistema político del país receptor para conseguir derechos, denunciar y luchar injusticias. Y tres, la política en ambos sentidos (Inmigrant politics y homeland) donde se mantienen relaciones sociales multidimensionales que vinculan tanto las sociedades de origen como de recepción.

De acuerdo con los estudios de Mut Montalva (2018) los colectivos de colombianas se asocian por la defensa de sus derechos, estableciendo fuertes vínculos con sus redes de país de origen, pero también con otros países de Europa, con organizaciones y plataformas de mujeres y plataformas pacifistas, tejiendo alianzas y redes de entidades “supraasociativas” en el orden nacional e internacional, cuyo propósito es la transformación social y política entre el espacio de exilio y el país de acogida, la denuncia y visibilización de las violaciones a los derechos humanos del país de origen, así como las condiciones precarias y de violencia estructural que viven en España. Este asociacionismo femenino en contexto español tiene una orientación ideológico-política, reivindicativa, constituye plataformas globales- trasnacionales.

Así mismo, Cano Ruiz (2014) analiza el activismo de mujeres paraguayas en España, en su capacidad para articular las redes y vínculos generados con diversos movimientos sociales tanto locales, buscando la defensa de sus derechos ciudadanos en los lugares, sin abandonar la búsqueda del reconocimiento en origen. Entiende el sujeto migrante como sujeto perteneciente a una sociedad “sin ciudadanía”, sin perder la vinculación con su sociedad de origen. Define al “activista migrante transnacional” como sujeto en acción política trasnacional, como un movimiento social transnacional que permite a los migrantes su incorporación a los colectivos, el activismo transnacional protagónico y la incidencia global en eventos, foros mundiales, de varios Estados.

Ciberactivismo y acciones conectivas: los E-Migrantes

Esta subcategoría se desprende de la anterior. En las últimas dos décadas las tecnologías, la comunicación y redes sociales virtuales han permitido que las prácticas políticas se vean potenciadas a través de las herramientas del internet como acción política (Tarrow, 2011). Al respecto, se definen las prácticas políticas de “activistas digitales” sur americanas en España en las investigaciones de Cano, E., & Chao, L. (2015) quienes plantean que las y los jóvenes son activistas que articulan propuestas “desde abajo”, constituyendo movimientos sociales con vocación global en nodos operativos de una red universal y virtual, donde el “internet permite formas de participación que no existían previamente y que no tienen una forma paralela en el mundo offline” (p., 763).

Las redes virtuales permiten un alto grado de inclusión de personas migrantes que en espacios físicos tendrían restricciones legales del país de origen o residencia; El migrante puede “vivir sin estar” o puede “participar sin estar”, es decir, el uso de estas nuevas tecnologías también permite renovar las formas tradicionales de participación política, ligadas, hasta ahora, a la estancia en el territorio. Rompe los límites y fronteras del espacio geográfico y hace que el espacio político del Estado-Nación, sea obsoleto o desbordado. Además, esto permite a los migrantes seguir virtualmente conectados con sus sociedades de origen, de este modo, los paraguayos, colombianos, ecuatorianos, residentes en Madrid, pero también en Barcelona, en París, pueden virtualizar y unir sus voces y esfuerzos para reclamar o denunciar los derechos u otras causas en su país (Cano, E., & Chao, L. 2015). En términos organizativos posibilita la acción colectiva organizada y con relaciones horizontales entre miembros. La acción supera el espacio y tiempo, facilita el contacto, minimiza costos, y la conectividad sería el primer paso para la vinculación del colectivo. De este modo, surge la comprensión del inmigrante como sujeto político activo desde las virtualidades. Un sujeto en contexto virtual que como agente de acción se da a la apropiación de nuevas tecnologías para el activismo y el cambio social. Sus prácticas mediáticas le convierten en migrante digital.

De allí emerge la categoría E-migrante, aparece en el contexto de dos novedades, por un lado, las nuevas formas de conectarse con las tecnologías y comunicaciones, y por otro, las nuevas formas de organización, acción colectiva, que permite renovar las tradicionales formas de participación política. La explicación del sujeto E-migrante indica que estamos hablando de un inmigrante conectado que no solo se caracteriza por el uso o saber frente a las tecnologías y la comunicación, sino que genera una multiplicidad de conexión en redes para la integración social, genera acciones, practicas comunicativas que inciden en políticas de gobierno, fortaleciendo la “E-democracia” reanudando la participación ciudadana (Oliviera Cajiga. 2012; 2014). El término e-migrante analiza las experiencias de inmigrantes y emigrantes de forma relacional, considerando la migración como un proceso de continuo movimiento que se abre en interacciones, conectividades, virtualidades, convergencias, que permita ampliar e ir más allá de la visión de los países de origen y de acogida, abre otras vías para el estudio de la migración trasnacional en la era digital contemporánea (Fernández Tapia, 2021). Dejando claro que, no debemos confundir el consumo de medios de comunicación con la participación política y que las tecnologías permiten otras formas de existencia, individual y colectiva, pero también la aparición de nuevas estrategias de control social.

También se ha denominado “acción conectiva” juvenil (Amador-Baquiro, J. C., & Muñoz-González, G. 2021) a un fenómeno global de los y las jóvenes en las redes no solo para difundir información sino para resistir, producir, influir y trasformar sociedad, en una época de convergencia mediática y cultural. Por tanto, son movimientos alter activistas y a la vez de organización y expansión política juvenil desde abajo. La “acción conectiva” como movimiento de determinados grupos de sociedad generan escenarios de encuentro e interacción de tipo intergeneracional e intersectorial, constituyen fuerzas culturales, dan voz a los marginales y producen otros modos de sociabilidad e iniciativas conectivas en el espacio virtual de forma autoorganizada (Aguilar-Forero, 2017) pero con movilizaciones a gran escala, con una organización horizontal no jerárquica, con prácticas comunicativas mediadas por las tecnologías digitales y que logran generar una identidad ciudadana (Amador-Baquiro, J., & Muñoz-González, G., 2021).

Algunos trabajos han documentados la dinámica de los movimientos alteractivistas, neo movimientos sociales o novísimos movimientos sociales, que en la última década aparecieron en el mundo, tanto en Europa como América Latina, y que articularon el uso de las tecnologías de la información y la comunicación digitales provocando formas de acción y organización simbólico-performativas para reclamar la identidad y el reconocimiento con los jóvenes digitales o conectando los protagonistas. Los estudios permiten referirse a las recientes formas en que las protestas callejeras y discursivas se tecnifican en internet, en las redes sociales virtuales, dada la datificación de la realidad y la cuantificación del ser (Abrego, V. H., Bona, Y., & Reguillo, R. 2019). Acciones colectivas y conectivas de los jóvenes que proliferan desde los paisajes insurrectos y como movimientos-red configuracionales y no afiliativos propios de la crisis civilizatoria del mundo actual (Reguillo, 2017). Aún es un campo de estudio por explorar a profundidad considerando que es una práctica trasnacional que amerita reconocer como está vinculada con las plataformas y organizaciones globales, falta indagar su capacidad de expansión e impacto. Del mismo modo, esta condición del migrante digital supone la problematización por la configuración y reconfiguración de identidades ciudadanas más allá de las fronteras o “ciudadanías moratorias” y normativas, a las “simbólicas–cultuales”, así como en la transformación de los movimientos sociales, intersecciones que aún son poco investigadas.

Discusión

El posicionamiento de estos estudios ha emergido de manera histórica desde las tradiciones de la antropología, pero se expande a otras disciplinas que apelan, configuran y definen desde otras estrategias metodológicas y epistémicas más plurales, interculturales e disidentes, el estudio de la juventud desde perspectivas trasnacionales. Históricamente se ha avanzado y transitado desde la comprensión de las culturas juveniles a las condiciones de las juventudes en presente histórico y situado, dentro de las cuales la condición juvenil trasnacional, migrante, exiliada, mutante (Marín, & Muñoz, 2002), interconectada, trasfronteriza, empieza a entenderse como un fenómeno transcultural propio de la globalización y los fenómenos sociales contemporáneos, un fenómeno global posmoderno.

La revisión de los trabajos demuestra como la condición juvenil migrante, es una condición social heterogénea, precaria e interactiva. Por un lado, se tiene una juventud que hereda unas condiciones de clase, origen social, étnico racial y cultural, que se enfrenta en los países europeas con las condiciones de extranjería en una lucha por una ciudadanía y unas condiciones de bienestar. Por otra parte, se haya una juventud activa, interconectada, dispuesta a poner en marcha estrategias y construir un espacio vital que visibilice sus derechos y condiciones en sus países de acogida y sus países originarios. Esta perspectiva se lanza como una línea de abordaje de la juventud más cercana a la sociología de la juventud y las disciplinas críticas de las estructuras sociales, potenciando otras investigaciones que en la actualidad hace intersecciones con otras dimensiones del desarrollo tecnológico, la cultura digital, las nuevas formas de organización política de los y las jóvenes migrantes.

De esta manera, la juventud aparece como categoría de estudio no genérica, ni homogénea, sino en su condición de movilidad social, de migración, de exclusión e integración social, su trayectoria vital y finalmente en su construcción sociocultural, identitaria, étnica. En este sentido, su abordaje no implicaría solo el estudio de su devenir, de las condiciones presentes, sino también, de sus condiciones de origen, trasnacional.

En estos estudios se explora la identidad en los cambios progresivos del multiculturalismo en los Estados-Nación, el aumento de los movimientos sociales que se enfrenta al modelo neoliberal de ciudadanías como formas de gestión de lo público y de pertenencia identitaria a una comunidad, como una forma de defender la soberanía de gobierno y defender el “Ethnos” la comunidad a partir de la nacionalidad o la “idea de raza”.

Desde la concepción de Aníbal Quijano (2000) esto es concebido como una idea de racialización y de estatus puesta en el orden mundial de las poblaciones desde el siglo XVI con la colonización. Hoy por hoy, se considera que ese orden mundial del discurso y las prácticas sobre los territorios y las personas racializadas continúa ordenado los estados y naciones desde razas y clases, contemporáneamente desde las ciudadanías. A partir de allí, se genera un proceso de conversión de identidades en el marco de las estrategias políticas que reclaman las ciudadanías en el lugar destino junto con las identidades culturales de origen.

Cuando se problematiza e interpela la juventud como construcción dinámica, atravesada por la movilidad social trasnacional, o en contexto migrante, se parte por reconocer en las subjetividades juveniles las formas como reconstruyen sus identificaciones, las tramas de sus mundos de vida, las culturas juveniles hibridas y mutantes en los nuevos acontecimientos del siglo XXI, relacionados con las crisis sociopolíticas, la feminización de la pobreza y el déficit de acceso a los derechos de las mujeres, la irrupción de las herramientas interactivas y de la interconexión global, desde donde las construcciones subjetivas permiten comprender sus expresiones públicas (Muñoz González, G. 2015) así como la manera en que se convierten en agentes políticos de cambio, en su acción colectiva como personas migrantes o refugiadas, exiliadas, que arriban a sociedades interculturales y globalmente mediáticas.

En esta última línea de comprensión, hay estudios sobre la precarización de las juventudes desde la categoría “juvenicidio”, buscan entender como desde las sociedades y Estados se programan practicas sistemáticas de precarización, pobreza, desigualdad, estigmatización y estereotipamiento de sus conductas, sobre todo de grupos ordenados por clase, raza, sexo, generando exclusión, estigmatización y un exterminio tanto físico como moral y simbólico de las juventudes (Valenzuela, J, 2019).

De esta manera, Carles Feixa (2015) ha propuesto la categoría “juvenidicio moral” que permite comprender mejor el modo en que las condiciones de violencias estructurales de las sociedades de América latina, como de Europa, generan la exclusión de las juventudes a sus derechos básicos como educación, salud y trabajo, así como derechos sociales o culturales (Rebolledo, H. & Feixa-Pàmpols, 2023). Es comprendido como el proceso social de exterminio moral de la juventud como período vital y como condición social, que incluye la estigmatización cultural de la juventud por su condición de origen étnico y clase (Feixa, Ángels Cabasés y Agnés Pardell, 2015). De este modo habrá que comprender y estudiar cómo, dentro de las condiciones juveniles de resistencia, organización política, activismo y ciberactivismo trasnacional, entre Europa y América latina, no solo hay una búsqueda de afirmación y reconocimiento de la ciudadanía sino de construcción de una ciudadanía global, integrada, inter-ciudadanías, trasnacionales, conectadas con el país de origen, que hace frente desde la acción colectiva a las formas de juvenicidio.

Los trabajos no logran dar razón sobre posibles diferenciaciones generacionales o desarrollos de prácticas políticas organizativas en la misma medida que van surgiendo juventudes y procesos propios. Se hace necesario indagar cómo se articulan, tensionan, superponen o apoyan estos colectivos inter-generacionalmente. Del mismo modo en que los estudios aun no logran dar cuenta totalmente de las violencias estructurales; simbólicas, culturales, raciales, desde los propios jóvenes, sus motivos de lucha y reivindicación.

De esta manera, la investigacion actual puede ampliar la mirada sociohistórico-cultural, decolonial, trasnacional, para entender la condición juvenil que se confronta con las ideologías extremas del racismo, sexismo, patriarcado, xenofobia, clasismo, situada desde los jóvenes en sus vivencias, sus entornos de origen, sus mundos de vida y acogida, como sujetos individuales y como colectivos. La forma en que se apropian de los capitales culturales y simbólicos (Bourdieu, 1997) para generar campos en los que pueden transformarlos o para mantener relaciones con sus arraigos culturales. Se apuesta por entender cómo se van entretejiendo las tramas identitarias que les permiten ser y estar desde su acción-ar colectivo.

Conclusiones

Estos arribos investigativos son contribuciones académicas y científicas a las ciencias sociales que permite evidenciar la necesidad de ahondar en la comprensión de las identidades desde las juventudes sur americanas. Unas identidades latinas trasnacionales que se conforman en diferentes territorios, que requieren indagar tanto sus estéticas y prácticas culturales, como sus apuestas políticas en los territorios y mundos que habitan. La meta es que la investigación social se haga con las organizaciones, implicando a los investigadores en los procesos como agentes políticos, generando propuestas para otros abordajes y representaciones de la juventud.

La mayoría de los trabajos brindan elementos sobre las trayectorias migratorias y las condiciones que enfrentan las juventudes, así como los móviles y factores condicionantes del proyecto migratorio como la familia, el trabajo, las dificultades y el acceso a los derechos. Los estudios etnográficos, narrativos, comprensivos siguen presentando alta relevancia para el abordaje de este campo en construcción. Sin desconocer la necesidad de continuar caracterizando y midiendo variables demográficas, pero conservando la voz de las juventudes como sujetos autónomos, agentes de sus propios derechos, dueños de sus experiencias con un espacio para la investigación en humanidades que muestre las expresiones artísticas, musicales, performáticas.

Para pensar las epistemologías de las juventudes latinas migrantes, se reconoce la necesidad de investigar y actuar desde enfoques más allá de los estudios socioculturales, de las perspectivas interseccionales del género, la etnia, las clases, e incluso más allá de las epistemologías decoloniales, se deben desarrollar unas epistemologías trasnacionales de las juventudes que se consideren como enfoques integradores de los espacios-territorios simbólicos y geográficos, de las historias y trayectorias glocales, que trasgredan los marcos Estados-Naciones en la comprensión de la construcción de los sujetos y las “ciudadanías”, que permitan interpretar las relaciones y emergencias de poder que desarrollan los sujetos jóvenes en los campos sociales trasnacionales.

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Notas

[1] De acuerdo Jiménez Lobo y Guerrero Duran (2020) con los estudios y el ministerio de relación exteriores de Colombia, el país ha padecido cuatro olas migratorias que puede ser revisadas para entender que la tercera ola migratoria colombiana se dio desde 1998- 1999 hacia España, incluso un poco mas antes de que la ley de extranjería de este país se endureciera.
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