Dossier

Notas sobre el sentido actual de la enseñanza de las ciencias sociales en la educación básica obligatoria

Notes on the current meaning of teaching social sciences in compulsory basic education

Emilio Tenti Fanfani
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional de Cuyo, Argentina / Universidad Pedagógica Nacional, Argentina

Notas sobre el sentido actual de la enseñanza de las ciencias sociales en la educación básica obligatoria

Millcayac, vol. XI, núm. 20, 2024

Universidad Nacional de Cuyo

Recepción: 26 Junio 2024

Aprobación: 24 Julio 2024

Resumen: El autor presenta problemáticas educativas que las ciencias sociales deberían considerar para hacer contribuciones en el presente contexto. Para ello reflexiona sobre tendencias de las sociedades actuales que son desafíos para estas disciplinas, destacando los que resultan más apremiantes para nuestra región. Propone objetivos y temas que deberían considerarse en los programas educativos desde una concepción de nuevo humanismo. Plantea como reto la construcción de una escuela justa que compromete, entre otras, a las instituciones superiores formadoras de profesores en ciencias sociales.

Palabras clave: Educación, Ciencias Sociales, Enseñanza de las Ciencias Sociales.

Abstract: The author presents educational problems that the social sciences should consider in order to make contributions in the present context. To this end, it describes trends in today's societies that are challenges for these disciplines, highlighting those that are most pressing for our region. It proposes objectives and themes that should be considered in educational programs from a conception of new humanism. It poses as a challenge the construction of a fair school that commits, among others, higher institutions that train teachers in social sciences.

Keywords: Education, Social Sciences, Teaching of the Social Sciences.

Propósito general

Vivimos tiempos de profundas transformaciones en todos los órdenes de la vida social, tanto en el plano de la objetividad de las cosas sociales (los modos de producción y distribución de la riqueza, los medios de comunicación y transporte, las ciencias y las tecnologías, etc.) sino también en las subjetividades y mundos de vida de los agentes sociales.

Yo quisiera poner en la agenda algunas cuestiones culturales fundamentales que en mi concepto constituyen problemáticas que de un modo u otro podrían ser las contribuciones que la enseñanza de las ciencias sociales puede aportar a la formación de ciudadanos en el nivel de la educación escolar básica y obligatoria. Considero que las ciencias sociales pueden hacer contribuciones desde un nuevo humanismo para una sociedad menos desigual. Pueden intervenir estratégicamente, a través de la formación de profesores, en la construcción de una escuela justa. Para sostener esto me apoyo primeramente en reflexiones que vengo haciendo desde hace algún tiempo[1]

Algunas tendencias en el desarrollo de las sociedades actuales

Me animaré solo a enumerar y describir algunos de estos desafíos, siendo consciente de las dificultades que este operativo conlleva. La hipótesis subyacente a este análisis es que la emergencia vuelve más dramáticos y extremos ciertos problemas estructurales que viven las sociedades de nuestra región. El marco general del desarrollo de las mismas se caracteriza por:

La contribución de las ciencias sociales

Ante este panorama la pregunta que nos hacemos quienes nos desempeñamos como docentes en las áreas de ciencias sociales de la educación básica obligatoria tiene que ver con la función que estas pueden cumplir para construir un nuevo humanismo. En lo que sigue se ofrecen algunas indicaciones sintéticas acerca de ciertos objetivos y temas que deberían desarrollarse en un programa de educación escolar básica y común para todos.

Las ciencias sociales y la construcción de una sociedad menos desigual

No es fácil definir qué escuela puede contribuir a la construcción de una sociedad más justa, rica y libre. No se trata solo de aquella que produce aprendizajes igualitarios, esos que pueden medirse con cierta facilidad mediante pruebas que miden el rendimiento de lengua o matemáticas. Una escuela es justa también cuando respeta los derechos de los niños y los adolescentes, valora las diferencias, desarrolla la solidaridad, cuando no mira al mundo social como regido por un orden natural que se desarrolla conforme a leyes inmutables, sino como resultado de una dialéctica de relaciones de fuerza entre actores colectivos que tienen diferentes intereses, proyectos y visiones del mundo. Y, sobre todo, es la que enseña que la verdad es objeto de lucha.

En mi humilde opinión considero que habría por lo menos tres grandes líneas estratégicas de intervención. Estas son las siguientes:

  1. 1. Para mí, la primera es la más importante y consiste en maximizar el desarrollo de capital cultural básico y poderoso en forma igualitaria. Esta es la principal tarea que tiene la escuela. Si quiere contribuir a construir una sociedad más igualitaria, sabiendo que el capital cultural es un componente fundamental que define la posición que tienen los individuos en la sociedad. Es competencia de la escuela desarrollar este capital. Ninguna otra institución social (familia, Iglesia, medios masivos de comunicación, etc.) lo puede hacer en forma masiva y eficaz. En materia de aprendizaje, lo primero es lo primero, como dice el buen sentido común; cuando digo capital cultural básico poderoso, me estoy refiriendo a las competencias expresivas en el sentido más amplio de la expresión que incluye la oralidad, la lectura, la escritura, la expresión con imágenes, con el cuerpo, con la música, y el conjunto de las disciplinas artísticas. Junto con el desarrollo de estas capacidades hay que desarrollar las capacidades relacionadas con el pensamiento lógico y el cálculo. Estas destrezas otorgan poder a quienes las poseen y ejercen.
  2. 2. En segundo lugar, las ciencias sociales en la escuela deben proveer a las nuevas generaciones no solo descripciones cuantitativas de la distribución de la riqueza o los ingresos. A esto hay que agregar el análisis crítico que permita identificar los factores que determinaron la apropiación de las riquezas tales como la tierra en las distintas regiones del país, las políticas fiscales y las políticas crediticias que benefician a los ricos, el mecanismo de la herencia, la apropiación privada de recursos públicos (corrupción), el otorgamiento de monopolios a los privados, etc. La distribución de la riqueza no tiene nada de “natural” sino que tiene raíces históricas y depende de la relación de fuerza entre intereses individuales y colectivos en cada momento histórico.
  3. 3. En tercer lugar, favorecer el desarrollo de la indignación moral frente a las desigualdades, porque la mayoría las conoce, las percibe, pero dudo que las considere injustas. Sabemos cuántos millones de millones poseen los más ricos de este mundo. En términos materiales no pueden siquiera imaginarse semejantes cantidades, sin embargo, esto no causa ninguna conmoción social. La escuela tendría que favorecer la idea de no considerar normal estas desigualdades que llegan a ser incluso obscenas, proveyendo explicaciones racionales acerca de la lógica de la producción, reproducción y sobre todo, legitimación de la desigualdad. La creencia en la idea de mérito que combina dones naturales (inteligencia) y esfuerzo cumple un papel fundamental para convertir a las desigualdades reales en desigualdades justas. Gracias a la creencia en el mérito, cada uno se vuelve responsable de la posición que ocupa en el espacio social. Estar arriba o estar abajo no tiene ninguna relación con causas estructurales tales como el modelo de desarrollo económico, la distribución de la propiedad, la herencia o el capital social y político. La ideología meritocrática naturaliza y legitima lo que no es más que el resultado de procesos históricos y sociales acumulativos.

Dados estos presupuestos, resulta oportuno que las instituciones de educación superior formen una nueva clase de profesores de ciencias sociales para la educación básica capaces de ofrecer a las nuevas generaciones la oportunidad de contar con las adecuadas categorías de percepción de las problemáticas sociales desde un punto de vista que sintetice las más ricas tradiciones de pensamiento que atraviesan las diversas disciplinas de las denominadas “ciencias sociales y humanas”. Me animo a sugerir que se trata de formar un profesor que es necesario, pero que no se está formando todavía en el campo de las instituciones de educación superior. Digo profesor y no especialista en ciencias sociales pues no se trata de formar investigadores sino ciudadanos capaces de ubicarse y participar libremente en el campo cultural contemporáneo donde se desenvuelven las luchas por la imposición de determinados criterios de verdad tanto en materia económica, como social, política y cultural en el sentido más amplio de la expresión.

Notas

[1] Entre otras producciones, las mismas han sido difundidas en Dussel, Inés; Ferrante, Patricia; Pulfer, Darío (comp.) Pensar la educación en tiempos de pandemia. Entre la emergencia, el compromiso y la espera (pp.71-83). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: UNIPE: Editorial Universitaria.
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