Género y consumo digital crítico: reflexiones a partir de una experiencia transversal de investigación, docencia y extensión en comunicación y género
Gender and critical digital consumption: reflections based on a cross-disciplinary experience in research, teaching, and outreach in communication and gender
Género y consumo digital crítico: reflexiones a partir de una experiencia transversal de investigación, docencia y extensión en comunicación y género
Millcayac, vol. XI, núm. 21, 2024
Universidad Nacional de Cuyo
Recepción: 15 Septiembre 2024
Aprobación: 28 Febrero 2025
Resumen: El artículo reflexiona sobre las discursividades mediáticas digitales sobre género a partir de la articulación entre investigación, docencia y extensión universitaria en Entre Ríos y Santa Fe (Argentina). A partir de registros etnográficos de la experiencia de coordinación de talleres de comunicación no sexista en instituciones educativas de nivel terciario analizamos sentidos emergentes respecto de la mitificación de las identidades de género en la cultura digital, así como las incomodidades que trae su cuestionamiento. Señalamos que además de la vigilancia y el control sexogenérico, los discursos feministas y de la diversidad sexual encuentran condiciones de producción en las mediatizaciones digitales.
Palabras clave: género, comunicación, transversalización, registros, agencias.
Abstract: This article reflects on digital media discourses on gender based on the articulation between research, teaching and university extension in Entre Ríos and Santa Fe (Argentina). Based on ethnographic records of the experience of coordinating non-sexist communication workshops in tertiary educational institutions, we analyze emerging meanings regarding the myths about gender identities in digital culture, as well as the discomforts that come with questioning them. We point out that in addition to gender-based surveillance and control, feminist and sexual diversity discourses find conditions of production in digital mediatizations.
Keywords: gender, communication, mainstreaming, records, agencies.
Introducción
El artículo se propone abordar, a partir de la articulación de experiencias de investigación, docencia y extensión universitaria, una de las preocupaciones actuales del campo de la comunicación y la cultura en relación con los estudios de género y el feminismo. Desde una perspectiva relacional planteamos un acercamiento a ambos campos, el de los estudios de género y el de los estudios de comunicación, haciendo foco en el proceso y la práctica transversal que implica la construcción de sentidos y centrándonos en los debates en torno a la cibercultura en contextos locales. Partimos de comprender que los medios de comunicación digitales no representan “bien o mal” las identidades de género, pero trabajan para construir y estructurar su significado; consecuentemente, están implicados en la definición de la realidad y en la construcción de representaciones de género, así como construyen potencialidades para su transformación.
De este modo, como áreas de estudio que aspiran a estar conectadas con la vida social y política fuera del ámbito universitario, nos desafiamos a experimentar nuevas prácticas académicas, valorizando el trabajo colectivo e interpelando las cuestiones teóricas a partir de la experiencia docente y extensionista. La reflexión se articula a partir de los aportes desarrollados por el Grupo de Investigación Feminismos e Interseccionalidades de la Comunicación y la Cultura, que funciona desde 2020 con la participación de docentes, investigadoras, estudiantes y egresados universitarios en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). En este artículo, nos referiremos puntualmente a los proyectos de extensión, investigación e incentivo a la docencia llevados adelante entre 2021 y 2023[1], buscando articular los aportes vinculados con las actividades de lectura y reflexión teórica que se propuso en el marco de la investigación y la docencia, con el desarrollo de talleres de comunicación no sexista en instituciones de nivel terciario desarrollados como propuesta de extensión universitaria.
A continuación de este primer apartado, compartimos brevemente los posicionamientos teórico-metodológicos del GEFICC en relación con las propuestas desarrolladas. Luego, recuperamos antecedentes y profundizamos en algunas discusiones teóricas centrales que fueron nutriendo tanto el trabajo de investigación como el de extensión y docencia y, lejos de constituirse como un mero punto de partida, fueron revisitados y resignificados a partir de la experiencia completa del equipo. En el tercer apartado nos detenemos en la metodología de trabajo y relatamos el modo de trabajo a través de un enfoque que integró investigación y extensión, para adentramos en los registros producidos en los talleres y, finalmente, ensayamos reflexiones y proponemos algunos interrogantes sobre los procesos recientes de docencia, investigación y extensión universitaria que articulan la perspectiva de género desde el campo de la comunicación.
Un caso de transversalización de la investigación, docencia y extensión en comunicación y género
Con el crecimiento de la marea feminista hacia el 2015 en Argentina (Ciriza, Alejandra y Rodríguez Aguero, Eva, 2019), algunas autoras denominaron como segunda reforma universitaria (Torlucci, Sandra, et. al., 2019) a los avances de la agenda feminista en las universidades públicas, sistematizados por la Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y contra las Violencias (RUGE).[2] En este marco, iniciativas que atañen a las funciones de la universidad: investigación, docencia y extensión han actuado como posibilitantes en la lucha por los procesos de institucionalización de la perspectiva de género en el ámbito académico.
En este marco, la propuesta transversal que aquí desarrollamos articuló investigación y extensión universitaria en las provincias argentinas de Entre Ríos y Santa Fe y se instaló en la encrucijada contemporánea de la cultura digital: entre la circulación y consumo de discursos que buscan controlar cuerpos y sexualidades, por un lado, y el deseo de contribuir a la reapropiación de esos discursos (Schaufler, María Laura, 2023) desde la resistencia y la negociación (Butler, Judith, 1997), frente a la globalización y la padronización sexogenérica, por otro.
La perspectiva teórica de este trabajo se nutrió de la teoría feminista en el marco de los estudios culturales (Richard, Nelly 2009; Escosteguy, Ana Carolina, 2020a) y de comunicación (Escosteguy, Ana Carolina, 2020b, 2020c), teniendo en cuenta que la perspectiva de género interviene y reorganiza la configuración de nuevos objetos de estudio, horizontes de investigación en los estudios culturales y de comunicación.
Tanto en la investigación como en la extensión buscamos reflexionar acerca de la participación en el marco de la cibercultura, un espacio social que marca tendencia o instala temáticas y debates, atravesados por un fuerte ascenso de la burla (Fraticelli, Damián, 2018), la indignación y la denuncia, en un escenario de disputa de sentidos en las plataformas.
Partimos de una idea acerca de la producción de sentido en torno al género que encuentra condiciones de producción en las mediatizaciones digitales. Éstas últimas, al mismo tiempo que disciplinan, posibilitan emergencias, agencias y alianzas posibles de resistencias y activismos en las redes (Schaufler, María Laura, 2023). Frente a los discursos en la red y las posibilidades de subvertir regulaciones sexistas desde las resistencias, agencias, activismos digitales, moleculares y las alianzas que posibilitan las redes (Natansohn, Graciela y Paz, Monica 2018), esta dimensión de abordaje entronca con los debates críticos en la teoría comunicacional feminista, respecto de las posibilidades y límites para transformar las imágenes circulantes en torno al género (Laudano, Claudia, 2016).
La búsqueda por tender puentes entre las actividades de docencia e investigación con la extensión universitaria buscó trabajar en pos de la articulación con otras instituciones y sujetos que se encuentran fuera del ámbito académico, valorando el intercambio y los procesos formativos de estos encuentros sin considerarlos espacios de difusión verticalista de conocimientos académicos preconstruidos. De este modo, tal como señalamos en un trabajo previo en el reflexionamos sobre estas prácticas del equipo en relación con una visión crítica de la extensión, los objetivos de los proyectos fueron construidos en relación con demandas y necesidades de las instituciones y la planificación y participación en los talleres de comunicación nos exista se configuraron como “instancias de formación tanto para el equipo como para quienes formaban parte de cada encuentro, constituyéndose como oportunidades de producción de conocimiento situado plausible de producir transformaciones sociales al interior de las grupalidades” (Schaufler, María Laura; Schmuck, María Emilia, et. al, 2021).
Antecedentes y fundamentación teórica
Perspectiva de género para desmitificar definiciones normativas
En este trabajo utilizamos la noción de género como forma de referirnos a la organización social de las relaciones entre sexos, pero especialmente para debatir las definiciones normativas de la feminidad, la masculinidad y la diversidad sexual. Con la intención de evitar la acepción de género como sinónimo de mujeres, su empleo, particularmente en el marco de las actividades de extensión, intentó subrayar una terminología científica de las ciencias sociales, en tanto categoría social impuesta sobre un cuerpo sexuado, sin desmarcarse de la política del feminismo (Scott, Joan, 1996). Comprendido en el marco más amplio del patriarcado (Millett, Kate, 1970), consideramos al género desde la crítica cultural feminista (Richard, Nelly, 2009) en tanto productor y reproductor de identificaciones (Hall, Stuart, 2003; Butler, Judith, 1997), rechazando la calidad fija y permanente de una oposición binaria, y buscando historizar y deconstruir sus términos, desde una perspectiva crítica y relacional. Entendemos así que el género, entre otros condicionantes sociohistóricos como la raza y la clase, estructura la percepción y la organización, concreta y simbólica, de la vida social, estableciendo concepciones, construcciones y distribuciones de poder, en tanto control diferencial sobre los recursos materiales o el acceso a los mismos (Scott, Joan, 1996).
Esta posición, sin embargo, no implica olvidar que la categoría de género fue inventada a mediados del siglo XX en un laboratorio de psiquiatría infantil en Estados Unidos para intervenir y reconducir la multiplicidad de cuerpos que no podían entrar en el sexo binario masculino- femenino, desde la manipulación de los cuerpos a través de técnicas hormonales y quirúrgicas. Nacida como forma de control y normalización tecnológica del cuerpo a través de biotecnologías (Preciado, Beatriz, 2008), la noción de género es reapropiada y resignificada por el feminismo, en tanto categoría útil para referirse a la organización social de las relaciones entre sexos (Scott, Joan, 1996). Su uso en el marco de estas experiencias transversales de investigación, docencia y extensión nos ha permitido evitar centrarnos de forma separada y demasiado limitada en las mujeres y concentrarnos en lo problemático de las relaciones y el orden desigual que supone superioridad e inferioridad, desde una perspectiva relacional entre feminidades, masculinidades y otras identidades de género, particularmente las personas trans.
Género y comunicación digital
La relación de los talleres de comunicación no sexista -y su planificación, en tanto proceso articulado y compartido con las instituciones terciarias participantes- partió de una serie de preocupaciones relacionadas con la cultura digital y los modos en que se producen, reproducen y consumen, muchas veces sin una actitud crítica, no solo discursos textuales en línea, sino un torrente de imágenes y videos que circulan en los dispositivos digitales. La reproducción de nociones sobre género y el consumo acrítico de imágenes digitales, parece un hecho banal, trivial, rutinario en el marco de la cibercultura actual. Se trata de un consumo que, entre otros, desempeña un rol fundamental en la actual dinámica del modo de estar en el mundo y un papel preponderante entre los factores que determinan la vida social y las relaciones interpersonales, aún más cuando este consumo digital se torna central en la vida de las personas. Este fenómeno se caracteriza fundamentalmente por su liquidez (Bauman, Zygmunt, 2007), en una cultura ahorista, que lejos de estar enfocada en producir cosas o apropiárselas (o almacenarlas), se basa en la eliminación y el descarte de piezas comunicacionales. De esta manera se consumen piezas digitales en el marco de una economía del exceso y los desechos, como una de las modalidades de visualización, reproducción y consumo de imágenes (gráficas y audiovisuales) en redes sociales.
Precisamente, una de las preocupaciones actuales del campo de la comunicación, la cultura, la edición, el diseño, entre otras disciplinas, es la gran distancia entre la riqueza de las experiencias visuales en la sociedad y la habilidad de quienes las consumen para analizarlas y reapropiárselas (Mirzoeff, Nicholas, 2003). Tal diferencia propicia mecanismos de control y adhesión a discursos que naturalizan una serie de sentidos y actitudes vinculados al género que son aceptadas socialmente. Estos mecanismos modelan tanto imaginarios sociales como repertorios discursivos de quienes las consumen, vehiculizando sentidos discriminatorios, violentos, misóginos, intolerantes, que atentan contra la convivencia democrática y son lesivos para distintos sectores sociales.
Al igual que señalamos a propósito de la noción de género, la perspectiva de comunicación que adoptamos en nuestras experiencias de extensión, docencia e investigación propuso pensar la comunicación desde una perspectiva relacional, como un proceso (Alfaro Moreno, Rosa, 2008) transversal a cualquier práctica social, en tanto implica la construcción de sentidos.
Aquí es preciso recalcar que los estudios de género y los de comunicación y cultura comparten una historia no unificada ni lineal. Ambas áreas de estudio aspiran a estar conectadas con la vida social y política fuera de la académica, comparten un distanciamiento crítico en relación con disciplinas establecidas y consagradas, y nos desafían a construir bases interdisciplinares, a experimentar nuevas prácticas académicas, sobre todo valorizando el trabajo colectivo en vez de individual, presentando una apertura para las conexiones entre la vida personal y las cuestiones teóricas (Escosteguy, Ana Carolina, 2020a). Estos campos interconectados nos obligan a adoptar una posición de autorreflexividad acerca del papel de la experiencia personal y colectiva, y este posicionamiento contribuye a la afirmación de una perspectiva epistemológico-política de reconocimiento de la categoría de género como principio fundante y constitutivo de lo social.
En la última década, la visibilidad que la temática de género adquirió como área de estudios se ha relacionado al fortalecimiento del movimiento feminista en la arena pública y académica, junto al horizonte abierto por la explosión de los feminismos, impulsado por los medios digitales y el reconocimiento de la importancia de la mediatización en la acción transformadora (Escosteguy, Ana Carolina, 2020c). En este contexto, partimos entonces de la comprensión de que los medios de comunicación digitales no representan “bien o mal” las identidades de género, pero trabajan para construir y estructurar su significado, consecuentemente, están implicados en la definición de la realidad y en la construcción de representaciones e identidades de género. A partir del proyecto de investigación, definimos las redes -entre tantas otras posibles definiciones- como mallas articuladoras de discursos: sus concomitantes luchas interpretativas componen campos discursivos cuyos parámetros, fronteras y límites son fluidos y forman parte de disputas políticas que los constituyen y reconfiguran. Para su abordaje utilizamos la noción de campos discursivos de acción (Álvarez, Sonia, 2014) en tanto espacios donde el género se materializa discursivamente a través de lenguajes, sentidos, visiones de mundo parcialmente compartidas y a la vez disputadas, por una especie de gramática política que vincula a agentes que con ellos se identifican. Desde esta comprensión, los campos discursivos se construyen por una maraña de interlocuciones, sus redes no son meras conductoras de procesos culturales sino más bien culturalmente constituidas por interacciones comunicativas, y conforman comunidades discursivas envueltas en la enunciación de códigos culturales y políticos que disputan las representaciones.
Metodología: Análisis de registros de participación y reflexiones
Tanto el trabajo de investigación como el de extensión y docencia se inscribieron en los debates del feminismo en torno a las transformaciones de la cibercultura en contextos locales. A partir de una experiencia previa de extensión universitaria realizada junto a organizaciones sociales e instituciones de nivel secundario en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, como equipo identificamos la importancia de trabajar con docentes en el proceso de formación inicial, así como incluir estrategias tendientes a generar instancias de multiplicación de la propuesta al interior de los espacios. Así fue que el proyecto de extensión que aquí recuperamos conformó una propuesta de formación bimodal (presencial y virtual) en torno al tratamiento del género en la comunicación y la cultura digital en instituciones de educación terciaria de formación docente de la región del Litoral argentino, ubicadas en las localidades de Diamante, Valle María y Aldea Brasilera (en la provincia de Entre Ríos) y San Justo (provincia de Santa Fe). Estos talleres se constituyeron a partir de preocupaciones conjuntas e intercambios previos entre investigadoras, docentes y estudiantes que conforman nuestro equipo universitario, en estrecho diálogo con integrantes de las instituciones educativas,
El formato de taller que propiciamos permitió crear condiciones para favorecer el diálogo, la participación y la reflexión conjunta, al tiempo que buscó aportar una serie de herramientas a grupos de estudiantes y docentes de los institutos de nivel terciario que les permitieran a su vez multiplicar estrategias de sensibilización en sus propias comunidades.
A lo largo de un ciclo lectivo anual, entonces, en el marco del proyecto de extensión realizamos dos encuentros presenciales en cada instituto, al tiempo que realizamos encuentros organizativos previos con las comunidades educativas y propuestas asincrónicas de actividades para estudiantes, que estaban organizadas en torno a una plataforma virtual producida por nuestro equipo y que junto con el propio personal docente de las instituciones íbamos acompañando durante el proceso[3]. De esta experiencia bimodal participaron 87 personas, 37 en instituto terciario de Diamante y 50 en el de San Justo. La gran mayoría de participantes fueron mujeres estudiantes de los profesorados con un promedio de edad de entre 20 y 35 años, quienes además de constituir la mayor parte de la matrícula en ambas instituciones se mostraron particularmente interesadas por la propuesta. En ambos casos hubo más convocatoria de la esperada, por lo que la cantidad de personas inscritas superó lo esperado (y acordado), lo cual provocó problemas de espacio. Además, en el instituto de San Justo en una de las instancias contamos con la participación de algunos docentes varones y mujeres, entre quienes se encontraba una docente de biología con recorrido en actividades vinculadas con la educación sexual integral y un docente interesado en la temática, que de acuerdo con nuestros registros participaron de discusiones grupales y debates generales con marcado interés y disposición al intercambio horizontal con el estudiantado, aunque en algunas instancias monopolizaron la palabra. Por otra parte, interesa señalar que a ambas instituciones públicas asisten personas de nivel socioeconómico medio o medio-bajo y que la mayor heterogeneidad en el estudiantado se encuentra entre quienes cuentan con la posibilidad de destinar la mayor parte del tiempo a los estudios y quienes además realizan trabajos remunerados o, fundamentalmente en el caso de las mujeres, no remunerados.
En el desarrollo de las propuestas presenciales y virtuales pueden diferenciarse dos instancias, estrechamente vinculadas entre sí: una primera parte destinada a trabajar los mitos e imágenes de control sexo-genérico y una segunda orientada a la producción de piezas comunicacionales.
Inicialmente nos preguntamos por los sentidos que circulan en las redes sobre género: buscamos prestar atención a los sistemas simbólicos, esto es, a las formas en que se representan y performan las identidades de género, se encauzan en normas de comportamiento y relaciones sociales. Apuntamos a descubrir los conceptos que afirman categórica y unívocamente significados para cada género, en tanto declaraciones normativas que rechazan o reprimen posibilidades alternativas. De esta manera nos dirigimos a promover una perspectiva crítica en torno a las representaciones de género en el consumo de piezas comunicacionales en el marco de la cultura digital. En segundo orden, la metodología de trabajo se orientó a facilitar herramientas comunicacionales para la producción de piezas digitales que intervengan sobre la problemática del sexismo en redes. De este modo trabajamos la importancia de los medios de comunicación digitales en la sociedad contemporánea desarrollando una relación de trabajo doble: además de propiciar la crítica y la reflexión sobre la actuación de los medios digitales en la construcción simbólica de los discursos y prácticas de género, alentamos hacia su uso alternativo: en el combate y disputa a los discursos dominantes y sexistas, por un lado, y en la producción de discursos feministas, por otro.
En el marco de esta experiencia, quienes integramos el equipo universitario produjimos registros etnográficos basados en nuestra participación como organizadores, planificadores y/o coordinadores de los distintos talleres, que luego sometimos a un trabajo recurrente de lectura, ampliación y ordenamiento a partir de un análisis riguroso y considerando el estrecho vínculo entre observación y análisis (Rockwell, Elsie, 2009).
De esta manera, la articulación entre el proyecto de investigación que funcionó como perspectiva teórica-interpretativa y el proyecto de extensión materializado a través de los talleres de comunicación nos llevó a un proceso dinámico de lectura, discusión, análisis de registros de campo, reflexión y revisión constante de nuestras prácticas e intervenciones.
Resultados
Género y mitificación
Como adelantamos, en el marco de los talleres nos preguntamos por las formas en que se representan y performan las identidades de género y nos interesamos singularmente por cómo actúa el género en las relaciones comunicativas digitales. Una respuesta posible a dicho interrogante se asocia a la mitificación, es decir, la naturalización con que el sentido común encubre la condición histórica de las definiciones normativas del género. En lo evidente - por - sí - mismo (Barthes, Roland, 1957), la mitificación brinda un halo de eternidad y se presenta al mismo tiempo como notificación y comprobación que congela y cristaliza prácticas asociadas a cada género, como si no se tratara de sentidos históricos y contingentes. La operación de mitificación generaliza y naturaliza una condición histórica al mismo tiempo que se declara inocente a través de la pretendida literalidad del sentido. Pero, además, el género mitificado tiene carácter imperativo e impresivo: nos interpela a identificarnos con él al tiempo que se presenta de modo despolitizado. Entendiendo lo político en sentido amplio, como conjunto de relaciones humanas en su poder de construcción del mundo, la operación de despolitización del género le otorga la simplicidad de la esencia y silencia las contradicciones. La mitificación del género presenta las posiciones normativas como producto del consenso social y no del conflicto.
En este sentido, nos interesó abordar los modelos de género deseables y legítimos que sedimentan en el sentido común y en las costumbres. Para ello, en una primera instancia conformamos grupos de trabajo entre los/las/les estudiantes y les invitamos a intentar conceptualizar o definir tres términos escogidos por nuestro equipo: mujer, varón y persona trans[4]. Esta actividad, que partió de estas palabras sin mayores indicaciones o explicaciones previas, buscaba identificar cómo cada grupo y sus integrantes las entendían y conceptualizaban, así como invitar a la discusión y problematización de los mitos asociados a estas construcciones sociales. Propusimos entonces un trabajo con éstas en tanto categorías vacías y rebosantes al mismo tiempo, es decir, carentes de un significado último y trascendente, y rebosantes de definiciones alternativas, que pueden ser negadas o eliminadas (Scott, Joan, 1996).
Los procesos de mitificación fueron fácilmente visualizados a partir del trabajo con el término mujer, posiblemente por el conocimiento entre les presentes de ciertas discusiones vinculadas con el feminismo, así como por su limitación a una cuestión de y sobre mujeres. Entre los emergentes grupales en torno al término, no obstante, destacamos la asociación de la feminidad con la belleza, así como la maternidad, la sensibilidad, la delicadeza, la crianza y el cuidado. La reflexión en los grupos, asimismo, se orientó –centralmente por parte de algunas mujeres presentes– a cuestionar la atadura a lo doméstico, la maternidad y la reproducción obligatoria. Es importante destacar que estas experiencias se realizaron durante 2022, luego de que en Argentina fuera sancionada la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo N° 27.610, que desde 2018 abrió debates y permitió una proliferación de discursos acerca del derecho de las mujeres y personas con capacidad de gestar a la autonomía sexual. Asimismo, durante la Pandemia por COVID19 se produjeron y circularon discursos feministas acerca de las desigualdades en los trabajos domésticos y las tareas de cuidados que cuestionaron el supuesto destino biológico de las mujeres a las faenas domésticas -pretendidamente conciliables con las cargas de la maternidad (Schaufler, María Laura, 2022).
El mito de la belleza (Wolf, Naomi, 2021) en tanto deber de agradar, que indica cómo vestirse, qué imagen dar y cómo actuar para resultar más “femenina”, apareció en los debates en tanto mandato y no como capital (De Beauvoir, Simone, 2007 [1949]). Una feminidad definida por la mirada y el discurso de los otros, que las coloca en un estado de inseguridad corporal o dependencia simbólica, de heteronomía (Bourdieu, Pierre, 1999), se asoció a la denuncia del mito de la belleza, entendido como cualidad universal y objetiva. Dicha denuncia sedimenta en los debates luego de la Cuarta Ola del feminismo en Latinoamérica, tras haber sido un tópico clave del feminismo norteamericano de la tercera ola.[5] El debate que registramos en los talleres no ponía en foco el deseo de embellecerse sino que se refería al imperativo social que supone un control de género, un escrutinio social sobre el aspecto de las mujeres como forma de control patriarcal que conlleva sensaciones de inseguridad, baja autoestima y ansiedad. En los debates acerca de la feminidad apareció asimismo la noción de estereotipo.
Muchas otras cuestiones quedaron en el marco de lo no dicho. Entre estas cuestiones podemos nombrar la sujeción al matrimonio, la asociación con una feminidad sexualmente “satisfecha” (por un varón) o los mandatos sexuales, que no emergieron en los talleres como ataduras (De Beauvoir, Simone, 2007 [1949]). Al respecto, es posible hipotetizar que el casamiento no es comprendido como mandato por les participantes de los talleres y que, aún con leyes de divorcio, la pareja continúa considerándose la unidad fundamental. También es posible pensar que en el marco de un espacio escolar el tema del sexo es excluido o incluso que el matrimonio ya no compone una encrucijada tal que implique grandes incompatibilidades para las mujeres. Los debates en los grupos tampoco se centraron en los problemas en torno a la desigualdad económica.
Respecto a las masculinidades, las participantes asociaron la noción de varón a la fortaleza, el trabajo, a determinadas profesiones, a la familia, al color azul, a la insensibilidad y al machismo. Esto nos remite a una mítica de la masculinidad que se construye a partir de múltiples dimensiones relacionadas con la fuerza, los roles masculinos rígidos, la heteronormatividad.[6] En este marco surgió un debate respecto a los oficios, como el de carnicero: ¿tienen la misma fuerza mujeres y varones?, ¿pueden realizar las mismas actividades que requieran de la fuerza? De esta manera entró en escena la cuestión del mito de la fuerza viril. A partir de este mito, la condición masculina se mitifica en torno a una idea de virilidad que declara que los varones son más fuertes que las mujeres (Chiricosta, Alexandra, 2023). Si bien es posible pensar que la media de los varones es más fuerte que la media de las mujeres se trata de una narración mítica que performa los cuerpos y las identidades de género. Gran parte de estas afirmaciones aparecieron fundamentadas en una caracterización de los cuerpos que desconocía los procesos socioculturales que han impactado y moldeado incluso la materialidad de los cuerpos configurando relaciones de género marcadas por la asimetría. Asimismo, se construyeron en relación con una visión binaria del sexo biológico que también fue necesario discutir (Cruz, Mariana, 2022)[7].
En relación con las nociones y discusiones que emergieron en torno al término persona trans, los debates fueron más reducidos. Aquí emergió una necesidad de definir el concepto, incluso apareció la expresión “hermafrodita”. Circularon discursos asociados a los avances de las legislaciones, como el respeto a la identidad, la garantía de derechos y otras posiciones políticamente correctas que hacían referencia a la necesidad de “respeto” y “libertad”, así como la “valentía” de estas personas, mientras que las violencias, desigualdades y dificultades se quedaron en el terreno de lo no dicho.
En este punto, es importante recalcar que en los talleres usábamos lenguaje inclusivo en el registro oral. Entre las devoluciones, alguien expresó que este lenguaje le había resultado “chocante”. Asimismo, frente a la cuestión trans, la mirada que regía los debates era una perspectiva desde afuera, constituyendo lo trans en tanto otredad. Frente a esta posición, en un taller una de las coordinadoras de nuestro equipo, buscando interpelar a les participantes, expresó que “todes somos un poco trans”; el silencio ante la provocación permite pensar que la misma no se comprendió o dejó pensando al resto.
Una perspectiva deconstructivista en torno al género conlleva la intención de evitar los binarismos y desplazar la jerarquía sexual en lugar de aceptarla como propia de la naturaleza de las cosas. La deconstrucción de las normas de género (Butler, Judith, 2010) y la desidentificación colectiva crítica aparecieron en el marco de estos debates como acciones posibles y deseables frente a la violencia, el control, la opresión y formas de exclusión que establecen un orden de género binario y patriarcal.
El malestar en el género y el malestar de la desidentificación
Las incomodidades que trae el cuestionamiento de los mitos en torno al género se expresaron en los debates de diferentes maneras. Exponemos aquí algunas problemáticas emergentes.
En relación con la construcción mediática del género, las reflexiones dentro de los grupos se orientaron a debatir las noticias lesivas y ofensivas contra mujeres y disidencias, mientras dejaron sin abordar las masculinidades.
El camino de la desidentificación frente a la comodidad de amoldarse a la sujeción de los mitos no es fácil y provoca incomodidad, aunque la sujeción implica también una plétora de malestares sin nombre (Friedan, Betty 2009 [1963]) que se multiplican[8]. Ante ellos, el farmacocapitalismo (Preciado, Beatriz, 2008), un mercado capaz de gestionar tecnológicamente la vida asociada al consumo de drogas legales e ilegales, brinda respuestas medicalizando estos problemas. A la insatisfacción oferta tranquilizantes, como si se tratara de un problema personal y no político.
Los talleres se organizaron sobre dinámicas participativas y no meramente expositivas. Pero en los encuentros nos enfrentamos al requerimiento reiterado de exponer algunos conceptos. Aunque ésta no era la idea del espacio del taller e insistimos en la intención de no dar definiciones que resultaran “mejores” o más adecuadas sobre los términos “mujer”, “varón” y “trans” sobre los que trabajamos, esta demanda por la definición fue reiterada. A partir de esto, hicimos hincapié en la importancia de priorizar las búsquedas particulares y autónomas para hallar algunas respuestas. Esto nos llevó a preguntarnos si en los talleres son necesarios los momentos expositivos y los registros explicativos. Con la intención de privilegiar un espacio de discusión que lleve a la desnaturalización, en el trabajo colectivo sobre preconceptos, incentivamos el diálogo, aunque finalmente fue necesario esclarecer algunos términos, no a modo de definir cuestiones de forma acabada, pero sí para exponer un desarrollo fundado de la propuesta y desandar algunas confusiones que trababan la discusión. Nos percatamos que faltaba acercamiento a temáticas de género -aunque éste era más palpable cuando se trataba de problemas de mujeres-, para luego permitirse la discusión.
A partir de esas instancias que podríamos identificar como más expositivas, se generaron algunas incomodidades entre personas participantes. Algunas de ellas no se explicitaron en discusiones verbales, pero las registramos a partir de gestos, miradas y silencios que nos permitieron identificar el desacuerdo ante la explicitación de términos como “feminismo” y “patriarcado”. Asimismo, registramos conversaciones entre estudiantes que referían a la necesidad de “respetar la forma de pensar” de la gente que propaga discursos sexistas. La observación nos permitió sondear la manera en que apelando a la “tolerancia” se relativizaba el problema que presenta la discriminación de género, asociando el respeto por la libre expresión a la aceptación de expresiones violentas. El acento puesto en el “poder de opinar” se presentaba en detrimento al apoyo en las leyes existentes en materia de género, al reconocimiento de las desigualdades y exclusiones que viven mujeres y disidencias, en suma, al sexismo.
Perspectiva de género y consumo digital crítico
Los medios digitales participan, de modo activo, de la construcción de lo que significa el género en un contexto histórico y geográfico específico, produciendo incluso sentidos contradictorios (Escosteguy, Ana Carolina, 2020c). En relación con el interés por las representaciones que circulan por los medios digitales, actualmente también marcados por el movimiento feminista y la lucha de colectivos de personas lesbianas, gays, bisexuales, trans, travestis, intersexuales y queer, el espacio mediático digital ofrece una arena de disputa simbólica.
En los talleres la segunda instancia de trabajo se relacionó con el análisis y la reformulación de piezas mediáticas. Esto implicó actividades basadas en el consumo de diferentes piezas que se pusieron a consideración para propiciar su análisis crítico y la discusión grupal, al tiempo que incluimos consignas orientadas a la producción de memes –en este caso imágenes para escenarios digitales– que recuperen las discusiones grupales y generales desarrolladas durante el taller. Para ello, facilitamos plantillas con memes de mucha circulación que podían completarse con diferentes textos y también habilitamos la posibilidad de construirlos desde el inicio por fuera de estos recursos. En los talleres, este trabajo de creación estuvo marcado por la participación plena de los equipos y el entusiasmo y, aunque algunas pocas piezas incluían rasgos que construían su humor en base a la reproducción de imágenes míticas de género –en torno a lo cual a partir de su consumo por parte de otros equipos se generaron intercambios enriquecedores–, se potenció la producción de discursos feministas por la igualdad y el respeto de género (Schaufler, María Laura; Schmuck, María Emilia, et. al., 2022). De esta manera, entendimos que los medios digitales pueden ser un espacio de construcción, deconstrucción y reconstrucción de nociones de género. en tanto las dinámicas ofrecidas convocaron conversaciones respecto de los mitos sobre género y cómo éstos se replican y reproducen por medios digitales, comprendiendo que frente a la mitificación de género es posible oponer un discurso que permanece político, por ejemplo, al demostrar que la representación que se hace muchas veces de las mujeres está limitada a patrones de comportamiento (Chaher, Sandra, 2007).
En esta instancia nos interesó poner en discusión una idea de mero consumo de la comunicación en red, cuestionando el concepto abstracto de público, ya que éste involucra tendencias, gustos e intereses muchas veces antagónicos (Escosteguy, Ana Carolina, 2020b). En relación con el consumo comunicacional, comprendemos que la significación del mensaje no está encerrada en éste, como propiedad intangible, inmodificable fuera de las categorías históricas congeladas en él. La significación se desarrolla en un proceso de producción de sentido, que reivindica en el mismo momento a quien consume. Esto implica conflictos de sentido, a partir del reconocimiento de un universo discursivo parcialmente compartido.
En ese sentido, indagamos una dimensión crucial acerca de cómo desde la recepción se traducen discursos articuladores y esos mismos materiales comunicacionales pueden utilizarse para enunciar otros universos de significados relativos al género, con otras visiones que, tal vez, ayudan a configurar otros campos discursivos de acción. Así como la vigilancia y el control sexogenérico, los discursos feministas y de la diversidad sexual encuentran condiciones de producción en las mediatizaciones digitales. En este contexto, la responsabilidad de reapropiarse críticamente de discursos digitales sobre género y sexualidades se erige como una estrategia asentada en el poder constructivo del performativo e “inaugura la posibilidad de un acto de habla que sea un acto de insurrección” (Butler, Judith, 1997: 256), invitándonos a considerar la frecuencia con la que términos discriminatorios y sexistas están abiertos a la resignificación.
El margen de intervención entre discursos y efectos performativos puede constituir un espacio de resistencia y confrontación política en el interior de discursos dominantes sobre género. Tal desdoblamiento del discurso permite una posibilidad de perturbar y subvertir los efectos, un margen de error que llevaría a deshacer el proceso de constitución discursiva. Así, la teoría de la agencia lingüística proporciona una alternativa: los discursos son capaces de desligarse del poder de herir, de recontextualizarse de formas más afirmativas, abriendo posibilidades de agencia, sin entender a esta última como la restauración de una autonomía soberana en el lenguaje, ni una réplica de nociones convencionales de dominio. La resignificación del lenguaje en torno al género requiere abrir nuevos contextos, hablando de maneras que aún no han sido legitimadas y, por lo tanto, produciendo nuevas y futuras formas de legitimación. La posibilidad de resignificar se basa en la posibilidad de que una fórmula pueda romper con su contexto originario, asumiendo sentidos y funciones que no le eran propias.
A modo de conclusión: Intersecciones y desafíos
El vínculo de la investigación con la docencia y extensión buscó alumbrar temas nuevos, así como forzar la reconsideración crítica de premisas y normas académicas para abordar la problemática del género y la cibercultura. Así, desde el marco teórico-metodológico de los estudios culturales y de comunicación con perspectiva de género, por medio de la recolección y recuperación de relatos dispersos y registros documentales situados en sus respectivos contextos de producción, exploramos los disensos en torno a las prácticas comunicaciones y las visiones sexogenéricas que nos arrojaron algunos aspectos interesantes y fecundos para continuar investigando. De esta manera, adoptar una perspectiva de relectura y análisis de registros significó enfrentar la discusión sobre adherir a nuestros preconceptos relativos a las perspectivas de género como paradigmas ya establecidos y en disputa con preconceptos tradicionales, o reformular nuestros supuestos de modo de conocer los conflictos, posicionamientos y disputas de sentido centradas en las cuestiones de género en los contextos locales.
Los proyectos de investigación, docencia y extensión universitaria cuyos aportes, en parte, aquí nos propusimos reconstruir conformaron una plataforma de estudio acerca de la cultura digital, el género y el feminismo en nuestra región. Esto último nos permitió pensar en la centralidad y la potencialidad que, a la hora de construir agendas de trabajo, adquieren estrategias de investigación en estrecho diálogo con objetivos y dinámicas de extensión e intervención universitaria.
En un contexto nacional de multiplicación de discursos sexistas, la integración del proyecto de investigación con las propuestas de extensión buscó contribuir a una lectura crítica y una práctica de producción comunicacional en redes digitales, frente a la posición reproductora y consumidora acrítica. A través de la integración entre investigación, docencia y extensión, presentamos una propuesta de intervención y agencia ante el consumo, reproducción y deshecho irreflexivo de piezas comunicacionales digitales que reproducen sentidos sexistas. Frente al mero consumo y reproducción de preconceptos sobre género y sexualidades, los espacios de producción digital conformaron una apuesta hacia la reapropiación y transformación de estos discursos. En esta línea, lejos de concluir que los talleres resultaron espacios netamente transformadores de los discursos hegemónicos, pudimos identificar la potencialidad del tipo de dinámicas que facilitamos y planificamos en diálogo con aportes teóricos que brindan los debates críticos en la teoría comunicacional feminista: la apuesta por el trabajo con piezas comunicacionales sobre género, la invitación a animarse a reformularlas y avanzar en su análisis crítico basado en el intercambio con pares y la producción de materiales en equipo ofrece una oportunidad de transformación.
Dentro de los procesos y estructuras de la cultura digital, pusimos en juego un concepto de agencia como intento de construir un entramado de relaciones y un lenguaje que contiene la posibilidad de negación, resistencia, reinterpretación y juego de la invención e imaginación metafórica. En el marco de talleres en institutos terciarios, destinados a la formación del profesorado, un enfoque feminista crítico acerca de la cibercultura nos permitió, por un lado, problematizar discursos de género que adhieren irreflexivamente a mandatos acerca de cómo debemos comportarnos y relacionarnos. Por otro, promovió una mirada crítica para comprender el carácter injusto del sexismo, denunciar formas de violencia y discriminación que se desprenden de él y comprometernos a cambiar nuestras prácticas comunicativas en un sentido igualitario.
La integración de la investigación con la docencia y extensión, en suma, tuvo por objetivo intervenir reflexivamente sobre discursividades mediáticas digitales, a los fines de propiciar un consumo crítico y responsable de ellas y fomentar la reapropiación y resignificación de estos materiales. Además incentivó la concreción de otro tipo de redes entre instituciones educativas, entre la universidad y los institutos terciarios.
En este trabajo, un tema relevante que atravesó la práctica de investigación, docencia y extensión es la relación entre universidad y activismo, así como la reflexión sobre nuestra posición como investigadoras y feministas. En el ámbito de la producción de conocimiento, reconocer la importancia y la afirmación de ese posicionamiento significa evidenciar un determinado punto de vista y, en cierta medida, refutar la neutralidad epistemológica.
Las tensiones que existen en torno a la transversalización de las temáticas de género y la diversidad en los contenidos de las carreras de Comunicación componen un conjunto de decisiones de índole epistemológica, pedagógica, didáctica, de investigación y extensión. La investigación, la docencia y la extensión unidas a las prácticas políticas y culturales feministas constituyen un ejemplo de cómo articular una necesidad de intervención histórica con el imperativo de abstracción teórica. Esto nos permite asimismo destacar singularidades locales en el marco del desarrollo de debates teóricos asociados al feminismo en Argentina y su impacto en la configuración de agendas de investigación y extensión en Comunicación.
En un contexto mediático de reafirmación y contraofensiva patriarcal que busca reinstalar la vigilancia y el control sobre cuerpos femeninos y disidencias sexuales, es preciso visibilizar las conquistas de derechos sexuales.
Este trabajo nos brindó, por un lado, una perspectiva posible para pensar las estrategias comunicacionales feministas al sugerir que el género puede redefinirse y reestructurarse en conjunción con una visión de igualdad política y social. Por otro lado, nos obligó a registrar las problemáticas que emergieron y que se relacionan a la necesidad de definición en torno al género, a la idea de libre expresión asociada a la violencia sexista y a la obturación de los diálogos en el marco de las relaciones de poder escolares.
Finalmente, como señalamos más arriba, a lo largo de los talleres fue posible identificar incomodidades entre las personas participantes, que se tradujeron en desacuerdos con la propuesta pero también en conversaciones centradas en la necesidad de “tolerancia” frente al sexismo. En relación con esto, para culminar interesa señalar que también registramos algunas ausencias. Entre el primer y el segundo encuentro presencial, el número de participantes decreció en ambos institutos. Esto puede haberse debido al clima, al momento del semestre y la cercanía de los exámenes parciales, pero también puede relacionarse con que el grupo que se ausentó la segunda vez no haya quedado conforme con -o interesado en- la propuesta. En este sentido, nos preguntamos: ¿las personas que no volvieron fue porque sintieron que sus voces se contradecían con lo que traíamos como propuesta de reflexión?, ¿nos quedamos charlando solo entre quienes contaban, de alguna manera, con una perspectiva de género? Interesa seguir trabajando en torno a estas primeras sospechas, a partir del análisis de los propios registros realizados, a partir de posibilidad de continuar el trabajo con las mismas instituciones o bien en relación con futuras experiencias de extensión.
Agradecimientos
Agradecemos a integrantes del Grupo de Investigación Feminismos e Interseccionalidades de la Comunicación y la Cultura (GEFICC/UNER), autoras y autores de algunos de los registros de campo utilizados para este trabajo Téc. Melisa Godoy, Mg. Gustavo Saucedo, Lic. Nicolás Michea.
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