Secciones
Referencias
Resumen
Servicios
Buscar
Fuente


Adverbios y operadores en la gramática del náhuatl clásico
Adverbs and operators in Classical Nahuatl grammar
Cuadernos de Lingüística de El Colegio de México, vol. 12, e324, 2025
El Colegio de México A.C.

Artículos


Received: 11 June 2024

Revised document received: 22 November 2024

Accepted: 22 November 2024

DOI: https://doi.org/10.24201/clecm.v12.324

Resumen: Tradicionalmente, se han catalogado como “adverbios” un grupo heterogéneo de morfos del Náhuatl Clásico (NC). En este texto, propongo revisar los criterios de adscripción de esta clase de palabras, lo que me llevará a hacer una distinción entre la clase de adverbios y una segunda a la que llamaré operadores, constituida morfológicamente por clíticos, entre los que se encuentran morfos como ca=, cuix=, mā=, nel=, a’zo=, mach=, quil=, at= y ye=. Mi interés principal se encuentra en el reconocimiento de esta clase. Proporcionaré argumentos para observar cómo estos operadores presentan una sintaxis particular que replica icónicamente las relaciones de sentido entre estos elementos y la cláusula. Finalmente, propondré algunas consecuencias derivadas de asumir la existencia de estos operadores en otros morfos de la lengua.

Palabras clave: Clíticos, Gramática Funcional, morfología, clase de palabra.

Abstract: Traditionally, a heterogeneous group of Classic Nahuatl (NC) morphs has been classified under the label “adverb”. In this paper, I propose to review the criteria for the ascription of this class of words, which will lead me to make a distinction between the class of adverbs and a second class that I will call operators, morphologically constituted by clitics, such as ca=, cuix=, mā=, nel=, a’zo=, mach=, quil=, at=, and ye=. I will focus on this class. I will provide arguments to observe how these operators present a particular syntax that iconically replicates the meaning relations between these elements and the clause. Finally, I will propose some consequences derived from assuming these operators’ existence in other language morphs.

Keywords: Clitics, Functional Grammar, morphology, word class.

Cuando se trabaja con el náhuatl llamado clásico, colonial,

novohispano o urbano lo “normal” es apegarse

a una especie de tradición que lleva a que la descripción

no sea lo riguroso ni preciso que la lingüística como ciencia exige.

Leopoldo Valiñas, “El adjetivo y sus constituyentes en el náhuatl clásico”

Introducción

Como es reconocido en la literatura especializada, la sintaxis de las lenguas se encuentra “equipada” con un subsistema que categoriza en diferentes clases los signos que constituyen su lexicón a partir de sus particulares distribuciones -guiadas, precisamente, por las reglas o las construcciones que componen esa sintaxis. Estos subsistemas son tradicionalmente conocidos como “clases de palabra”. El problema que busco resolver en estas páginas se originó en el siglo XVI, pero que hoy sigue vigente: qué clases de palabras podemos encontrar en el llamado Náhuatl Clásico (NC), pues los frailes y gramáticos que describieron esta lengua durante el periodo colonial consideraban que esta tenía que contar con las categorías empleadas en la descripción de lenguas como la latina (Hernández 2014).1

Mi interés puntual se enfocará en algunos morfos que,2 desde el siglo XVI, y todavía en algunas gramáticas elaboradas en el siglo XX, fueron clasificados bajo la etiqueta ‘adverbio’; particularmente me interesan elementos monomorfémicos, casi todos monosilábicos, que aparecen en la periferia izquierda de la cláusula, como ye=, ca=, mā=, quil=, huel= y oc=, entre otros, de cuyos valores hablaré a lo largo de estas páginas. Como se verá, algunos de ellos fueron clasificados posteriormente bajo la eti queta de ‘partícula’. Mientras que es probable que la asignación de al gunos morfos del NC a clase adverbial fuera acertada en términos modernos, considero que es necesario refinar, a partir de criterios estrictamente distribucionales (y por lo tanto, específicos de la gramática del NC) esta clasificación. Ello nos llevará a reconocer dos clases: una primera a la que llamaré ADVERBIO siguiendo una tradición de descripción ya asentada en la lengua, y una segunda a la que designaré OPERADOR; esta ha sido bosquejada por Launey (1986) bajo su categoría de ‘partículas’. Como se verá, la etiqueta de la primera clase es consecuencia del parecido de los ítems con elementos que han sido adscritos a esa misma categoría en otras gramáticas y en marcos teóricos diversos, mientras que la segunda se inspira en el uso del término que hace la Gramática Funcional (GF, Hengeveld 1989; Dick 1997). A la par, intentaré dar una explicación al porqué de la distribución de estos morfos; nuevamente, recurriré a las herramientas de la GF para este fin. De esta forma, hago eco de una idea de Dryer (2006) según la cual el aplicar el método estructuralista nos da una respuesta a cómo es la estructura de una lengua, mientras que los modelos funcionalistas dan cuenta de las razones de esa forma.

Para cumplir mi objetivo he organizado el presente texto de la siguiente manera: después de esta introducción, en el segundo apartado proporcionaré un estado del arte sobre los ítems en los que he colocado mi interés. Posteriormente, y ya planteado el problema a resolver, en el tercer apartado intentaré proporcionar algunos criterios para el reconocimiento de las clases de palabra cuya existencia sugiero en estas páginas. En la primera sección del tercer apartado me enfocaré en dar argumentos para el reconocimiento del ADVERBIO, mientras que en la segunda propondré, primero, que un grupo de morfos que no se corresponden con las características adverbiales deben ser consideradas, morfológicamente, clíticos pertenecientes a un complejo que no ha sido, hasta ahora, reconocido en la gramática de la lengua; en tanto clase, son estos elementos los que serán llamados OPERADORES. A su reconocimiento como clase de palabra estará dedicada la segunda sección del tercer apartado. Posteriormente, en un cuarto apartado, expondré muy brevemente una consecuencia nacida de asumir la existencia de esta clase dentro de la gramática de esta lengua. Finalmente, en el quinto apartado expongo mis conclusiones.

2. Un estado del arte sobre los adverbios en el Náhuatl Clásico

Entre las lenguas mesoamericanas, el náhuatl, en la variante que ha sido llamada ‘clásica’, tiene una posición privilegiada, pues cuenta con una tradición de descripción gramatical tan antigua como la del español u otras lenguas hegemónicas. Es un lugar común afirmar que una de las primeras gramáticas de una lengua distinta de las lenguas clásicas europeas es el Arte de la lengua mexicana de fray Andrés de Olmos, impresa en 1547 pero seguramente sostenida en trabajos gramaticales que se han de remontar a 1524, fecha de llegada de los primeros misioneros franciscanos al centro de México (Ríos Castaño 2014).

Las obras de Nebrija, una enfocada en el español y otra en el latín, proporcionaron un modelo para la descripción de las lenguas indoamericanas, por lo que la tarea de los misioneros, en buena medida, consistió en preguntarse cómo se expresaban las categorías de las gramáticas clásicas en lenguas como el NC. La clasificación renacentista de las clases de palabra tenía una base semántica; desde esta perspectiva, Nebrija consideraba que los adverbios eran “una de las diez partes de la oración, la cual, añadida al verbo, hinche, o mengua, o muda la significación de aquel” (Nebrija en línea).3

Provistos de esta definición, los misioneros coloniales identificaron un grupo de ítems que se correspondían con el concepto (o función) “modificación del verbo”. Por ejemplo, Olmos (2002 [1547]: 154 y ss.) reúne bajo la etiqueta de ‘adverbio’ una serie de ítems heterogéneos que varían en su posición (dice que pueden aparecer en posición preverbal o ‘inxertos’ al verbo) y en su significado, pues además de cubrir los sentidos temporales y espaciales cubren un sentido que Olmos clasifica como “a equivocos”. Por su parte, fray Alonso de Molina, en su Arte de la lengua mexicana de 1571, sigue la definición de Nebrija de manera más o menos explícita,4 a partir de la cual reúne una serie de ítems organizados semánticamente bajo etiquetas como ‘adverbios de tiempo’ o ‘adverbios dubitativos’; en total, elabora una clasificación que consta de 22 diferentes clases de adverbios según su significado.

Tal vez dentro de las artes coloniales quien más énfasis hizo en la clase de los adverbios fue el jesuita Horacio Carochi (1983 [1645]), aunque tampoco proporciona una definición de esta clase; sin embargo, elabora una subclasificación de elementos según sus significados. De esta forma, integra los diferentes tipos de adverbios en, por lo menos, cinco clases: adverbios de tiempo, adverbios de lugar, conjunciones, adverbios para afirmar, dudar y negar, y ‘varios adverbios y conjunciones’ que, a su vez, divide en subclases, guiado por el significado específico de los mismos.

¿Qué tipo de ítem está clasificado bajo la etiqueta “adverbio” en estas obras? Pongamos atención a los elementos que Molina cataloga como “adverbio de tiempo” (2014 [1571]: 219): axcan ‘oy u agora’, muztla ‘mañana’, uiptla ‘pasado mañana’, yeua ‘denantes o poco ha’, yalhua ‘ayer’, yeictel, yenacha ‘dias ha’, y ye ‘ya’. Los primeros cinco elementos son mucho más parecidos entre sí: todos son monomorfémicos (es decir, no se pueden segmentar), bisilábicos, suelen aparecer antes del verbo (1a) pero pueden ocurrir después de él (1b), también pueden ser el núcleo de la predicación (2), así como ser el antecedente de una construcción oracional que lo modifica (3) y algunos de ellos sirven como base para derivaciones, aunque no todos (4).

(1) a. mōztla huīlōhuaz

moztla huīlōhuaz

moztla huīlōhua-z

mañana ir.IMPERS.IRLS-NO.PSD

mañana se irá’ (Carochi 1983: 40r)5

b. àhuel niāz moztla

a’huel niyāz mōztla

a’huel=ni-ya-z mōztla

NEG.DIN=1SUJ-ir.IRLS-NO.PSD mañana

‘no podré ir mañana’ (Carochi 1983: 96r)

(2) Iquin huāllāz in motàtzin? --ach īquin, àço tel huiptla

¿īquin huāllāz in mota’tzin?

īquin huāllā-z in mo-ta’tzin

cuándo venir.IRLS-NO.PSD DET 2POS-padre.REV

‘¿cuándo viene tu padre?’

Ach īquin, a’zo tēl huiptla

ach=īquin a’zo=tēl=huiptla

MIR=cuándo EPIST.NEUT=ADVERS=pasado.mañana

‘quién sabe cuándo, pero es posible que sea pasado mañana

(Carochi 1983: 101v)

(3) anca ye huel yēhua6in ōtimìxitî

Anca ye huel yēhua in ōtimīxti’

anca ye=huel=yēhua in ō=ti-m-īxti’

¿? ya=CUANT=hace.un.tiempo DET ANT=2SUJ-RFL-despertar.PFT

‘ya tiene un buen rato que te despertaste’ (Carochi 1983: 114r)

(4) āquin huel tēchilhuiz in àço timōztlatizquè , tihuīptlatizquê ?

¿āquin huel tēchilhuīz in a’zo timōztlatizque’, tihuīptlatizque’?

āquin huel=tēch-ilhuī-z in a’zo ti-mōztla-ti-z-que’

quién DIN=1OBJ.PL-decir.IRLS-NO.PSD CONJ.IRLS 1SUJ.PL-mañana-VBLZ.IRLS-NO.PSD-PL

ti-huīptla-ti-z-que’

1SUJ.PL-pasado.mañana-VBLZ.IRLS-NO.PSD-PL

‘¿quién podría decirnos si llegaremos al día de mañana, al de

pasado mañana?’ (Carochi 1983: 59r)

Sin embargo, los tres últimos elementos son distintos. La secuencia yeictel, por ejemplo, está compuesta por las formas ye=ic=tēl; mientras que los primeros dos elementos tienen sentidos temporales (el propio Molina reconoce en esta lista que ye es equivalente a ‘ya’) y aparecen en construcciones con esos sentidos (5), tēl=, como reconoció Carochi (1983:118v) años después, parece tener sentidos adversativos (6, véase también el ejemplo en 2). No he logrado identificar en texto la secuencia yeictel, lo que tal vez demuestra lo poco productiva que era,7 pero esto es mera especulación. Es similar el caso de yenechca, el cual puede ser segmentado como ye=nechca, el primero de los elementos es ye= ‘ya’, mientras que el segundo, que comparte las características de los elementos ejemplificados en (1-4), tiene el sentido de ‘allá’ (7); acompañado de ye= se clarifica que su sentido es temporal (8).8 Según los datos de textos y artes, y en comparación con las características descritas de formas como mōztla o huiptla, elementos como ye= o ic= son monosilábicos, aparecen siempre a la izquierda del elemento al que modifican (que, como se ve en nechca, no tiene que ser necesariamente un verbo), no aparecen como el elemento predicativo de un enunciado, no ocurren como antecedente de una construcción oracional que lo modifique y no son base para ningún tipo derivación (aunque algunos de ellos guardan una relación etimológica con otros elementos, como sustantivos o verbos).

(5) niman ye ic yàquê

Niman ye ic ya’que’

niman ye=ic= ya’-que’

luego ya=TEMP=ir.PFT-PL

inmediatamente después, fueron’ (Carochi 1983: 100r)

(6) ca icnōtlācatl, àtle īāxca, ītlatqui, tēl qualli tlācatl

ca icnōtlācatl, a’tle īāxca, ītlatqui, tēl cualli tlācatl

ca=icnōtlācatl a’tle ī-āxca ī-tlatqui tēl=cualli

ASER=persona.pobre.ABS nada 3POS-posesión 3POS-bien ADVERS=bueno.ABS

tlācatl

persona.ABS

‘es una persona pobre, no tiene propiedades, pero es una buena gente’

(Carochi 1983: 118r)

(7) tichuicacan nechca

Tichuīcacān nechca

ti-c-huīca-cān nechca

1SUJ.PL-3OBJ-llevar.IRLS-PL allá

‘llevémoslo hasta allá’ (De Arenas 1982: 123)

(8) in ienechca, in ye nēpa oc tlátlācamatia in mācēhualtin

in ye nechca, in ye nēpa oc tlatlācamatiya’ in mācēhualtin

in ye=nechca in ye= nēpa oc=tla-tlacamati-ya-’

DET ya=allá DET ya=allí todavía=OBJ.INESP-obedecer-PSD-PL

in mācēhual-tin

DET macehual-PL

‘fue hace mucho tiempo cuando los macehuales todavía obedecían’

(Carochi 1983: 89v)

Como puede observarse, parece que por su distribución nos encontramos, por lo menos, ante dos clases distintas de elementos. Esta observación no ha sido obviada previamente por gramáticos. Así, por ejemplo, Agustín de la Rosa (1966: 44-51), en su decimonónico Estudio de la filosofía y riqueza de la lengua mexicana, propone la existencia de dos clases distintas: las partículas y los adverbios. El término “partícula” no aparece por vez primera en la obra de Agustín de la Rosa, sino que desde las gramáticas coloniales se empleaba para etiquetar a algunos ítems con las características de ye= o de ic=; por ejemplo, Olmos y Molina son partículas el determinante in y el ítem mā= (para Olmos 2002 [1547], 237, 240), pero también lo son algunos afijos flexivos y derivacionales (Olmos 2002 [1547]: 228, 229, 231; Molina 2014 [1571]: 225, 226). Parece que un sentido similar de ‘partícula’ emplean Castillo et al (1966) ya en el siglo XX,(1966), pues reúnen bajo este término tanto al conjunto de la morfología afijal del nombre y el verbo, como a un grupo de “numerosos adverbios y algunos de los adjetivos” (Castillo et al 1966: 187). Esta propuesta pareciera indicar que, independientemente de lo que sea considerado ‘adverbio’, estos se integran en una superclase, aunque los autores no son específicos en qué criterios aplican para asumir su existencia. Acorde con este empleo del término ‘partícula’, Montes de Oca (2013: 50) habla de una superclase de partículas que estaría compuesta por adverbios y elementos de otras clases.

De forma similar, Campbell & Karttunen (1989: 307) reconocen una serie de elementos a los que denominan partículas sin flexión en su Foundation Course in Nahuatl Grammar: “[uninflected particules] include the negative marker ahmō, conjuctions like auh ‘whats more, and another thing’, adverbials indicating time and place, postpositions in which the possesive ī- refers not to a person or a thing but to a clause (īpampa ‘because’), words that introduce questions, and the like”. De esta forma, se emplea el término partícula como una clase que incluye elementos que tradicionalmente fueron clasificados como adverbios, conjunciones, posposiciones y otros elementos con y sin flexión.

Como se puede observar, el término partícula no tiene un sentido claro -como en general no lo es en la lingüística contemporánea (Diewald 2013)-, pues parece haber suplido al término tradicional ‘adverbio’, a la par que incluye elementos sobre los cuales no existe un pronunciamiento en términos gramaticales; por ello, los morfos reunidos bajo esta etiqueta son diversos en términos de su significado y, sobre todo, no presentan la misma distribución. En este sentido, un uso tan amplio de ‘partícula’ no parece resolver un problema de la descripción de la gramática de la lengua, pues se subsumen en él diversas clases de elementos.

Por esta razón, considero que son mucho más adecuadas posturas como la de Andrews (2003) y la de Launey (1986), pues si bien sus criterios son distintos, ambos asumen, explícita o implícitamente, una distinción entre elementos como axcān y ye=. Considero que el particular interés de Andrews en su Introduction to Classical Nahuatl (Andrews 2003: 39-44 y 430 y ss.) es mantener una distinción entre clases obtenidas a partir de criterios morfológicos y las funciones sintácticas que desempeñan; de esta forma, mientras que reconoce la existencia de partículas en términos morfológicos, solo un grupo de ellas tienen funciones adverbiales;9 de igual forma, otros elementos, que no son partículas, tendrían función adverbial a partir de una derivación desde su forma predicativa; estos elementos pueden ser tanto nominales como verbales y precisamente axcān, mōztla y los otros ítems analizados en (1-4) quedarían clasificados en este rubro.

Para el autor, morfológicamente las partículas son monomorfémicas, no presentan flexión y son monosilábicas. Además, Andrews les atribuye un parecido a los clíticos (clitic-like) en la medida que deben aparecer siempre asociados a una cláusula nuclear. En términos sintácticos, las partículas se caracterizarían por no ser predicativas y no poder aparecer de forma aislada (Andrews 2003: 39).

Tal vez el análisis de Launey (1986: 722 y ss.) respecto a este tema sea el más refinado, y me servirá de punto de partida para distinguir entre las clases que aquí me interesan. Por ello, en el siguiente apartado nos centramos en el análisis del autor junto con las adendas que considero necesarias. Creo que, del panorama planteado hasta este punto, es posible recuperar la idea de que el análisis es confuso y no hay acuerdo; particularmente, considero que buena parte de esta problemática es resultado de que nuestros criterios de clasificación, al menos respecto de los elementos que aquí me interesan, no han sido refinados a la luz de nuevas teorías lingüísticas. En este sentido, el apartado siguiente planteará una posible solución a este problema de orden taxonómico.

3. Dos clases distintas: adverbios y operadores

Como se verá a continuación, plantearé la existencia de, por lo menos, dos clases distintas dentro de los morfos que tradicionalmente han sido llamados “adverbios” o “partículas” en la gramática del NC. Por un lado, a partir de la categoría de “locativos” tal como es expuesta por Launey (1986), propondré que un grupo de ítems monomorfémicos con contenido deíctico y capacidad predicativa pueden ser adscritos a una categoría que puede ser llamada ADVERBIO; en tanto que asumo que esta clase ha sido reconocida con anterioridad por Launey (1986), no me detendré a detalle en la descripción de estos elementos. Sin embargo, este procedimiento llevará a reconocer a un grupo que, en principio, por exclusión de la distribución de la clase ADVERBIO, puede ser considerada una clase distinta. Algunos de estos elementos serán adscritos a la clase OPERADOR; en el cuarto apartado propondré una clasificación más refinada. Como demostraré en la segunda parte de esta sección, los elementos pertenecientes a esta clase son clíticos que aparecen en el linde izquierdo de la cláusula y cuyo orden en la linealización obedece a un templete que, a su vez, está motivado semánticamente; estos elementos, además, se caracterizan por su contenido gramatical. En el cuarto apartado problematizaré otras consecuencias que nos arroja asumir la existencia del que llamaré complejo clítico del Náhuatl Clásico, por lo que será claro que no todos los clíticos pertenecen a la clase de operadores de la lengua.

3.1. Adverbios

Launey (1986), retomando las categorías de Tesnière, procede su análisis a partir de la función de CIRCUNSTANTE -todo aquel elemento que no es argumental- para encontrar tres formas de expresión de esta función entre la que ubica a los adverbios, a los que califica como “des mots circonstantes «par nature»” (Launey 1986: 723). A todos estos elementos el autor prefiere llamarlos ‘locativos’ en vez de adverbios, aunque reconoce su función adverbial: “[n]ous appellerons locatifs la classe des mots qui apparaissent soit en function adverbiale soit comme élément central d’un syntagme de function adverbiale” (Launey 1986: 725); semánticamente, reconoce que estos representan las entidades en las que ocurre algún otro evento (Launey 1986: 735).

De la clasificación que elabora el autor, me interesa aquí exclusivamente un subconjunto de la clase que él mismo llama autolocativos, que quedan definidos de la siguiente manera: “mots qui ont les propiétés syntaxiques des locatives, mais n’ont pas de suffixe locatives” (Launey 1986: 756). Entre estos autolocativos se encuentra un grupo de elementos con propiedades nominales, generalmente llamados sustantivos relacionales; son autolocativos en la medida que la raíz nominal expresa un sentido de locación, pero nunca pueden formar una palabra morfológica independiente; estos elementos no serán de mi interés. Por el contrario, me enfocaré en los elementos monomorfémicos. Permítaseme una breve revisión de los elementos que Launey (1986) trata como locativos.

En la clasificación de Launey podemos apreciar una distinción fundamental en términos morfológicos de los elementos léxicos que sirven como circunstantes: por un lado, existen elementos que son derivados (denominales y deverbales) y, por lo tanto, no tienen en principio una función adverbial como se ve en (9a) y (9b); en el primer caso el sustan tivo ācalli aparece marcado con el locativo -co, mientras que en el segundo el verbo tlanamaco aparece marcado con el sufijo -yān, también de valor locativo. A la vez, existe un conjunto de elementos que sin derivación funcionan como circunstantes, aunque un grupo de ellos no son monomorfémicos y otros sí; ambos casos se pueden ver en (10), en donde -pan aparece junto con el posesivo ī-, mientras que nicān no tiene ningún tipo de afijo. Para el autor, todos ellos comparten la misma distribución. Como he mencionado, de los últimos me interesará solo el segundo subconjunto (autolocativos monomorfémicos), precisamente al que llamaré ADVERBIO.

(9) a. acalco nietiuh

ācalco niyētīuh

ācal-co ni-yē-tīuh

canoa-LOC 1SUJ-estar.IRLS-EXTRO

‘voy en canoa’ (Carochi 1983: 78r)

b. tlanamacoyan

tlanāmacōyān

tla-nāmacō-yān

OBJ.INESP-vender.PASIV-LOC

‘tienda’ (lit. lugar donde se venden cosas) (Molina 2008 [1571]: 127r)

(10)nicān amāltepēuh ipan ōnihuāllà

Nicān amāltepēuh īpan ōnihuālla’

nicān ām-āltepē-uhi īi-pan ō=ni-huālla’

aquí 2POS.PL-pueblo-POS 3POS-sobre ANT=1SUJ-venir.PFT

‘vine aquí al pueblo de ustedes’ (Carochi 1983: 108v)

Todos los elementos “locativos”, en tanto circunstantes, comparten una serie de características sintácticas; por ejemplo, es evidente que estos elementos no se indexan en la palabra verbal nahua, que exclusivamente tiene posiciones para los elementos argumentales (sujeto y objetos). Para el autor, además, el uso como circunstante es una derivación desde su función principal (a la que llama circunstancialización), que es la predicativa;10 esto se puede apreciar en (11), en donde imman y oncān son el núcleo de la predicación. Podríamos agregar que este valor predicativo les permite a los adverbios servir como antecedente de una predicación que lo modifica, como se ve en (12), ejemplo en el que la oración ya’ introducida por in modifica a hue’ca. Provisionalmente podemos llamar a esta forma de modificación “oración relativa”.

(11) ye imman , ye oncān

Ye imman, ye oncān

ye=imman ye=oncān

ya=este.momento ya= allá

‘ya es hora’ (lit. ‘ya es este momento, ya es ese lugar’)

(Carochi 1983: 103v)

(12) cenca veca in ia

Cenca’ hue’ca in ya’

cenca’ hue’ca in ya’

CUANT lejos DET ir.PFT

fue muy lejos a donde fue’ (CF, XII: 2)

Asumamos que esta serie de estructuras nos permite distinguir la distribución de los elementos que Launey (1986) llama locativos. A partir de su ocurrencia en estas estructuras, puede plantearse un inventario provisional de estos elementos, tal y como se muestra en las Tablas 1-4. Cabe decir que este inventario se centra exclusivamente en los elementos que comenta Launey (1986) en su investigación; por lo tanto, no he considerado otros morfos que, al menos a primera vista, podrían caber en esta clase. La tarea de inventariar todos los adverbios de la lengua está pendiente todavía.

Tabla 1
Adverbios con sentido locativo

Tabla 2
Adverbios de tiempo

Tabla 3
Adverbios de manera

Tabla 4
Adverbios de polaridad

Nótese que, semánticamente, la mayor cantidad de elementos se encuentra reunida en la clase locativa y temporal, además de que la mayor parte de los que se reúnen en estos grupos tienen contenido deíctico, es decir, que sus referentes cambian según las condiciones contextuales del proceso enunciativo. Los elementos catalogados como “de manera” son peculiares porque, además, este tipo de modificación suele formarse a partir de la incorporación de un verbo en el tema de perfecto (Valiñas 2013) o base 2 (Launey 1992) seguido de un morfo - que ha sido analizado como una “ligadura” (Launey 1992: 254), pero que históricamente se relaciona con un perfectivo (Canger 1985). Un ejemplo de este tipo de estructuras puede verse en (13), en donde cualancā- ‘enojadamente’ modifica al verbo itta. Ichtaca ‘secretamente’, que aparece en la Tabla 3, recuerda estas formas, pero presenta comportamientos particulares; por un lado, no existe un verbo que sirva como base para la composición con -cā, lo que asegura su condición monomorfémica en términos sincrónicos; un ejemplo de esto puede verse en (14a). Sin embargo, ichtacā puede también aparecer en algunos de los contextos que hemos planteado para otros adverbios, como se aprecia en (14b), en donde este adverbio es modificado por una oración. Por supuesto, un conocimiento más profundo de la lengua a través de un corpus podría arrojar mucha luz en torno a este tipo de elementos, y nos permitiría tener más claridad respecto a la distribución de este tipo de morfos.

(13) Mācamo xinēchcualāncāitta

Mācamo xinēchcualāncāitta

mācamo xi-nēch-cualāncā-itta

DIREC.NEG IMP-1OBJ-enojarse.PTP-ver

‘no me mires con enojo’ (Launey 1992: 255)

(14) a. oalichtacacalaquja, yn jcooaoan

Huālichtacācalaquiya’ in īcōhuahuān

huāl-ichtacā-calaqui-ya-’ in ī-cōhua-huān

TRANS-en.secreto-entrar-PSD-PL DET 3POS-huésped-PL

‘sus huéspedes entraban en secreto’ (CF II: 55)

b. çan ichtaca in qujnnaoatiacioa

zan ichtacā in quinnāhuatia cihua’

zan=ichtacā in quin-nāhuatia cihua’

solo=en.secreto DET 3OBJ.PL-enviar mujer.PL

‘era tan solo en secreto que enviaba a las mujeres’(CF II: 102)

Una vez reconocidos estos criterios como las características distribucionales de la clase adverbial, podemos regresar a los inventarios coloniales y modernos, y reconocer que, aunque algunos elementos pueden analizarse como 1) adverbios, otros cuantos, como 2) locativos derivados y otro grupo como 3) sustantivos relacionales, aún nos queda un grupo heterogéneo de morfos que incluye ítems como ye= ‘ya’, iuh= ‘de esta manera’, at= ‘tal vez’ y ca= ‘afirmo que’. Estos son los elementos que me interesarán a partir de este punto y a los que integraré en la clase OPERADOR.

3.2. Operadores

Para apreciar a cabalidad los elementos que se incluirán en la clase OPERADOR, me parece relevante nuevamente regresar al análisis de Launey (1986), quien también parece haber capturado a los elementos de esta clase bajo la etiqueta de ‘partículas’. En principio, Launey reconoce que, morfológicamente, las partículas son clíticos, aunque no se compromete con alguna definición de este tipo de morfema; sintácticamente, apunta una distribución opuesta a la de los locativos: ninguno de ellos puede funcionar como predicado, lo que los opone a las clases locativa, verbal y nominal. Además, el autor agrega que en términos semánticos estos elementos son “marques d’opérations énonciatives de predicatives (en particular dans le domaine des modalités)” (Launey 1986: 92). Posteriormente, en el capítulo octavo, que dedica a la construcción de las frases y los sintagmas, y en el que sus partículas ocupan una parte importante, las vuelve a definir a partir de otra característica distribucional; así, será partícula “tout mot que ne peut fonctionner ni comme prédicat, ni comme actant” (1986: 1141); es decir, que no pueden estar por el núcleo predicativo ni funcionar como un argumento de este. Además, les atribuye un sentido abstracto (o sea, gramatical) que plantea una relación entre la cláusula en donde aparece la partícula y el otro predicado (a través de la causa, la condición o la hipótesis); para el autor, esta es la razón de la imposibilidad de que por ellas mismas puedan constituir un enunciado independiente. Finalmente, con base en estas relaciones de sentido, distingue dos clases de partículas: las de modalidad de aserción, las de cuantificación y calificación; estas últimas, a su vez, son subdivididas en partículas de restricción, de identificación modal, de aproximación, de negación y de apreciación modal.

Como puede apreciarse en la discusión del subapartado anterior y de la descripción apenas apuntada, una innovación respecto a otros estudios es que Launey (1986) hace una distinción explícita entre estas “partículas” y los elementos locativos. De esta forma, Launey establece una serie de criterios diagnósticos para discriminar ambas clases. Considero, sin embargo, que el diagnóstico solo nos permite clasificar a las partículas de forma negativa respecto a características distribucionales del resto de los elementos (adverbios, verbos y nominales), principalmente por su incapacidad de ocurrir como el núcleo de una construcción predicativa,11 pero que poco nos dice de la naturaleza morfosintáctica y semántica de estos elementos, aunque reconoce que son clíticos y tienen sentidos modales. Para responder a esto, en este apartado me centraré en estos morfos. La respuesta que daré es que en términos morfológicos estos elementos son clíticos con base en la definición de Haspelmath (2023), misma que obvia las particularidades fonológicas de este tipo de morfema. Considero que este punto de partida es necesario dada la naturaleza de los datos que constituyen el corpus del NC. Posteriormente, en un segundo subapartado propondré que la distribución de estos operadores está guiada por el templete de un complejo clítico (Zimmerlig 2013) cuyas posiciones se encuentran establecidas a partir de la relación de alcance semántico entre los sentidos de cada uno de los operadores.

3.2.1. La naturaleza morfológica de los operadores

Como puede observarse en lo apuntado anteriormente, tanto para Launey (1986) como para Andrews (2003) los elementos que han sido clasificados como “partículas” en la gramática del NC son un tipo de clítico, pero ninguno de ellos especifica qué implicaciones tiene reconocer que estos morfos lo sean. Por desgracia, sabemos que no hay un acuerdo particular respecto a cómo entender lo que significa un clítico en términos lingüísticos, aunque desde el trabajo seminal de Zwicky (1977; 1985) y de Zwicky & Pullum (1983) podemos en principio asumir que nos encontramos ante formas prosódicamente deficientes, y, si hacemos eco de la idea original de la existencia de elementos con deficiencia prosódica, a la vez que presentan una distribución sintáctica particular (aquellos elementos que fueron llamados “clíticos especiales” y “palabras ligadas”), quizás podamos empezar a entender una parte de la naturaleza de estos elementos.

De forma similar, Anderson (2005: 33 y ss.) plantea la existencia de dos tipos de clíticos que pueden empalmarse: por un lado encontramos morfos que exhiben un comportamiento deficiente en términos fonológicos en tanto que no pueden proyectar una estructura prosódica, a los que el autor llama “clíticos fonológicos”, mientras que, por otro lado, podemos reconocer la existencia de elementos que obedecen a una serie de principios de ordenamiento que no se replican en ninguna otra parte de la sintaxis de la lengua bajo estudio; a estos elementos el autor los llama “clíticos morfosintácticos”.

Por un lado, definiciones como la de “clítico morfosintáctico” pueden ayudarnos a entender algunas de las particularidades de estos morfos; por el otro, definiciones que consideren su comportamiento prosódico, son poco útiles dado que desconocemos el comportamiento prosódico de esta lengua.12 Me parece que esto no es problemático, pues a pesar de que las definiciones de este tipo de morfema suelen hacer alusión a su comportamiento prosódico, una definición fonológica de clítico es, en general, problemática (Haspelmath 2015; 2023). Por ello resulta atractiva una definición como la de “clítico morfosintáctico”; sin embargo, más que una definición, lo que Anderson plantea es un tipo de comportamiento sintáctico específico. Es decir, estamos hablando de la distribución de los clíticos sin terminar de definir qué es este tipo de morfemas.

Ante este panorama, considero que un punto de partida para el reconocimiento de la condición clítica de estos morfos puede ser la definición ensayada por Haspelmath (2023: 2), para quien un clítico es “a bounded morph that is neither an affix nor a root”. Mientras que el término morfo tiene el contenido que hemos usado a lo largo de este texto (un signo lingüístico mínimo, una asociación de formas fonológicas con un sentido específico y un grupo de condiciones sintácticas (Haspelmath 2020: 117)), los términos “afijo” y “raíz”, a pesar de ser familiares en la tradición lingüística, en esta definición están cargados de los sentidos con los que el autor los ha tratado en sus publicaciones más recientes, por lo que es necesario caracterizarlos. Por raíz se entiende un morfo cuyo significado denota una cosa, una acción o una propiedad. Por su parte, el término “morfo ligado” y “afijo” están interrelacionados y serán de importancia para entender las particularidades de los clíticos. Un morfo ligado será un morfo que no puede aparecer de forma aislada (Haspelmath 2023: 3); ahora, los afijos son un tipo de morfo ligado, pues requieren de otro elemento, y en esto son parecidos a los clíticos;13 la diferencia entre ambos es que en la definición de afijo se especifica que estos elementos seleccionan una clase de palabra específica con la que ocurrir (nominal, verbal, adjetival, etc.), mientras que los clíticos no son selectivos de los elementos junto a los que ocurren, como de hecho ya había notado Zwicky (1985).

Con esta definición en mano podemos volver a atender la distribución de los morfos que, habiendo sido catalogados como adverbios desde la tradición colonial, no corresponden con las características que planteábamos definitorias para esta clase en NC. Por principio, y como ya había reconocido Launey (1986), estos elementos no pueden ser el núcleo de una predicación y, por lo tanto, jamás aparecen de manera aislada; es decir, forzosamente son morfos ligados. No discutiré este criterio a falta de cualquier tipo de evidencia positiva al respecto. Por otro lado, si consideramos que la no-selectividad de los clíticos se traduce en reconocer que su “huésped” puede pertenecer a diferentes clases de palabra,14 entonces podemos comprobar que al menos un amplio grupo de estos morfos son clíticos. A continuación, por ejemplo, podemos ver el comportamiento del operador directivo mā=, que suele describirse como una marca del modo optativo (Launey 1986), y al que volveré más adelante; en (15a), podemos ver que este operador coocurre con el adverbio nicān, mientras que en (15b) acompaña al sustantivo relacional -pampa y en (15c) a la palabra verbal niyāuh.

(15) a. nicān huāllauh in ōmpa cà on

mā nicān huāllauh in ōmpa ca’ on

mā=nicān huāllauh in ōmpa ca’=on

DIREC= aquí venir.IRLS DET allá estar=eso

ojalá que venga ese que está allá’ (Carochi 1983: 90r)

b. nopampa xicmotlatlauhtili in Totēcuiyo

mā nopampa xicmotlatlauhtilī in Totēucyo

mā=no-pampa xi-c-mo-tlatlauhtilī in to-tēucyo

DIREC=1POS-causa IMP-3OBJ-RFL-rogar.APL.IRLS DET 1POS.PL-señor

por favor, ruéguele usted a nuestro señor por mí’ (Carochi 1983: 17v)

c. niauh

mā niyauh

mā= ni-yauh

DIREC=1SUJ-ir

ojalá que yo vaya’ (Carochi 1983: 40r)

Otra veintena de morfos presentan exactamente este comportamiento. Por ejemplo, en (16) podemos poner atención al comportamiento del operador temporal ye=. En este ejemplo, que consta de cuatro oraciones distintas, podemos observar cómo el operador puede coocurrir, a su derecha, con un sustantivo (cualli ‘bien, bueno’), un pronombre (te’huātl ‘tú’), una palabra verbal (ticmomaca ‘te lo das’) y otro clítico (te’= ‘tú’).15 Podemos ver también que, a su izquierda, hay un grupo heterogéneo de elementos: ca tēl, canel, ca y el límite de la emisión.

(16) ca tēl ye qualli mocēloquichtle, ye tèhuātl ticmati, canel ye

ticmomaca, ca ye tè timonāhualpoloa

Ca tēl ye cualli

ca=tēl=ye=cualli m-ocēloquichtl-e

ASER=ADVERS=ya=bien 2POS-guerrero.jaguar-VOC

ye te’huātl ticmati

ye=te’huātl ti-c-mati

ya=tú 2SUJ-3OBJ-saber

ca nel ye ticmomaca

ca=nel=ye=ti-c-mo-maca

ASER=ALT.COMP=ya=2SUJ-2OBJ-RFL-dar/estar.dispuesto

ca ye te’ timonāhualpoloa

ca=nel=te’=ti-mo-nāhualpoloa

ASER=ALT.COMP=tú=2SUJ-RFL-destruir.sin.voluntad

‘está bien, valiente guerrero; ya tú lo sabes. Ciertamente tú estás

dispuesto: ya te destruyes sin quererlo’ (Carochi 1983: 118r)

Es llamativo, además, que en casi todos los morfos a la izquierda de ye= comienzan por la secuencia ca, que es en realidad otro operador, al que llamaré operador asertivo y del que también hablaré más adelante. Si nos centramos en él, en (16) podemos ver que, cuando aparece, ca= es siempre el primer elemento desde la izquierda, a su derecha ocurre con otros morfos que son también clíticos dada la no selectividad de su base, como tēl= o ye= o nel=; en tanto clítico, ca= tampoco presenta selectividad, por lo que, además de tener clíticos a su derecha puede coocurrir con sustantivos en función predicativa (17a) o antecediendo a un adverbio (17b).

(17) a. ca icnōtlācatl

Ca icnōtlācatl

ca=icnotlācatl

ASER=persona.pobre

‘es una persona pobre’ (Carochi 1983: 118r)

b. ca cencà nimitztlaçòtla

ca cenca’ nimitztlazo’tla

ca=cenca’ ni-mitz-tlazo’tla

ASER=CUANT 1SUJ-2OBJ-amar

‘te amo mucho’ (Carochi 1983: 123v)

Tras esta breve revisión de la distribución de ca=, me parece seguro asumir su condición clítica. Regresemos de nuevo al ejemplo en (16) y demos por hecho que los otros elementos que acompañan a ye= y a ca= a su derecha son clíticos. Este hecho, que pareciera trivial, no ha sido tomado en cuenta del todo en el análisis de la lengua y acarrea consecuencias de gran importancia.

Atendamos algunos casos puntuales para que estas consecuencias se hagan evidentes. Por ejemplo, mientras que la secuencia ca=ye= es, por lo menos a la vista, habitual, la forma inversa *ye=ca= no se atestigua. A su vez, y como de hecho se observa en (16) y en (2), cuando aparece ca= lo hace siempre en el linde izquierdo, mientras que a su derecha pueden aparecer otros elementos con diferentes valores: nel=, por ejemplo, que tiene valor epistémico, particularmente de alto soporte (Boye 2012), u oc= (19), clasificado como un temporal. A su vez, la secuencia ca=nel= no parece que pueda ser interrumpida por ye= u otro morfo, sino que, según las ocurrencias que hemos podido atestiguar, este elemento sigue al operador epistémico, que a la vez es precedido por ca=, tal y como se ve en (18).

(18) ca nel ye nihuehuetic ca nel aocmo nihueliti

ca nel ye nihuēhuetic, ca nel aocmo nihueliti

ca=nel=ye=ni-huēhuetic ca=nel=aocmo ni-hueliti

ASER=ALT.COMP=ya=1SUJ-envejecer.PFT ASER=ALT.COMP=ya.no.mas 1SUJ-poder

‘en verdad yo ya soy un viejo; es verdad que no puedo más

(no tengo capacidad para hacer más cosas)’ (VM, 116)

Este es un caso puntual, pero el comportamiento se repite. Por ejemplo, la interrogación absoluta es indicada por cuix= en el extremo izquierdo; este clítico puede ser también seguido por ye= (19a) o por oc= (19b), pero el orden inverso no se atestigua. Haré más comentarios sobre este oc= en la siguiente sección. Es importante apuntar ahora que cuix= nunca coocurre con ca=; es decir, no se atestiguan las secuencias *ca=cuix ni *cuix=ca.

(19) a. Cuix ye ōantlaquàquè in monāmic?

¿Cuix ye ōantlaquàquè in monāmic?

cuix=ye=ō=an-tlacua’-que’ in mo-nāmic

INTER=ya=ANT=2SUJ.PL-comer.PFT-PL DET 2POS-pareja

‘¿comieron tú y tu pareja?’ (Carochi 1983: 86v)

b. Cuix oc itlà tiquilnamiqui?

¿Cuix oc itla’ tiquilnamiqui?

cuix=oc=itla’ ti-qu-ilnamiqui

INTER=entonces=algo 2SUJ-3OBJ-recordar

‘entonces, ¿te has acordado de algo? (Carochi 1983: 96v)

Ante ello, me parece seguro asumir que estos clíticos, además, guardan entre ellos un orden específico de composición cuando coocurren. Me enfocaré a la descripción de este fenómeno en el siguiente apartado; sin embargo, me parece que hasta este punto es posible concluir que, efectivamente, al menos un grupo de morfos que han sido llamados “par tículas” en la tradición de análisis son, en términos morfológicos, clíticos, pues son a la vez morfos ligados que no presentan selectividad de los elementos con los que coocurren. Retomando la lista de elementos que Launey (1986) propone como “partículas”, y habiendo comprobado su comportamiento, podemos asumir el siguiente inventario de clíticos, o mejor dicho de operadores, tal y como se puede ver en la Tabla 5. Nótese que por ahora proporcionaré en versales los sentidos de algunos de ellos; otros aparecerán indicados por su equivalencia en español. Como el propio Launey (1986) ha hipotetizado, y como se desprende también de la definición de Haspelmath (2023), estos elementos presentan un tipo de significado que podríamos calificar como “gramatical”, por lo que entender su exacta contribución semántica requiere de un análisis riguroso de sus ocurrencias en corpus. Las etiquetas de los elementos indicados en la Posición 1 y Posición 2 son discutidas a más profundidad en Mendoza Posadas (en preparación).

Tabla 5
Inventario de operadores en el NC

3.3. Los operadores y el complejo clítico del Náhuatl Clásico

Dentro de la bibliografía especializada en el estudio de los clíticos, se ha reconocido que estos elementos tienen la capacidad de coocurrir en un complejo cuya sintaxis se encuentra gobernada por principios distintos del resto de la gramática de la lengua, entre los cuales pueden encontrarse motivaciones fonológicas o semánticas (Aikhenvald 2002; Spencer & Luís 2012; Zimmerling 2013; Pescarini 2017; Haspelmath 2023). En esta sección, expondré las motivaciones que considero como responsables del ordenamiento de los clíticos del NC. Mi argumento principal será que estos elementos se ordenan motivados por las relaciones de alcance de los significados con los que contribuyen en la emisión en la que apa recen.16 Sin embargo, antes de tocar este punto, me gustaría hacer una breve revisión respecto de otros grupos clíticos que han sido reconocidos en las lenguas de la familia yutonahua con el fin de observar que las lenguas de la familia coinciden en ello.

Dentro de la familia yutonahua, la idea del complejo clítico ha sido expuesta anteriormente para las lenguas de la rama táquica. La primera enunciación de este la encontramos en la obra de Susan Steele (1979; 1989). Para la autora, estos complejos clíticos forman una categoría sintáctica particular que expresa en las lenguas del mundo las nociones de modalidad y tiempo; estos tendrían un nodo específico (AUX) en la Gramática Universal. La autora argumenta que los elementos que componen a este nodo AUX son partículas que no pertenecen a ninguna otra clase de palabra en la lengua. Además, argumenta que en el protoyutonahua AUX contenía partículas “modales” -específicamente de lo que la autora denomina, en su descripción de luiseño, modalidad subjetiva (Steele, 1989), temporales y clíticos pronominales; sin embargo, en las lenguas hijas la composición y la posición de AUX es variable. Además, reconoce que en la variedad que llama Náhuatl clásico, AUX ocupa la primera posición de la cláusula (Steele 1979: 475).

La propuesta de Steele ha sido seguida, sobre todo con fines descriptivos, por Jane Hill en su gramática de cupeño (2005) y fue avanzada por Jane y Kenneth Hill en una gramática comparativa de las lenguas táquicas (Hill & Hill 2019: 483 y ss.), en la que reconocen que los elementos que componen al que denominan ‘complejo auxiliar’ son clíticos que expresan los argumentos pronominales de la oración, además de otras nociones como la evidencia, el modo y el tiempo. En (20) podemos observar una serie de ejemplos del complejo auxiliar en tongva, serrano y luiseño. Se indica entre corchetes los elementos que lo componen. Todos los ejemplos pertenecen a la obra de Hill & Hill (2019). Solo he traducido los contenidos léxicos de las glosas originales.

(20) a. Tongva

Noone7e t$e7ee7ax

noo=[n=7e]AUX t$e7ee7a-x

1SG=1SG=IND cantar-NFUT

‘estoy cantando’ (Hill & Hill 2019: 485)

b. Serrano

Hyiiñt$u7ajkwyny wyt$yrham

hyiiñ-t$u7a-j=[kwyny]AUX wyt$yrha-m

cazar-MOV-IND=CIT.3PL hombre-PL

‘los hombres fueron a cazar’ (Hill & Hill 2019: 486)

c. Luiseño

Toni Xwaan wehxumpkwa aamumuma

Toni Xwaan weh=[xu=m=p=kwa]AUX aamu~mu-ma

Toni Juan ambos=DESID=3pl=IRL=COND cazar~PROG-CONTFACT

‘Ambos, Toni y Juan, deberían haber estado cazando’

(Hill & Hill 2019: 487)

Respecto de la rama corachol-nahuatlana, esta descripción solo ha sido avanzada por la misma Steele (1979: 471 y ss.), quien reconoce la presencia de AUX en lenguas como el wixárika, el nayeri y el náhuatl. Veamos el siguiente ejemplo de wixárika y náhuatl, tomado de Steele, en los que íntegramente reproduzco su glosa y traducción.

(21) a. Wixárika

tietɨ ʔɨraawe yɨaneekaitɨni

tietɨ ʔɨraawe yɨaneekaitɨni

modality wolf it:was being

AUX

‘it must have been a wolf doing it’ (Steele 1979: 475)

b. Náhuatl

Kwiš tokonmokwiilis

Kwiš tokonmokwiilis

Modality you:will:take:it:from:him

AUX

‘perhaps you will take it from him’ (Steele 1979: 475)

En lo que respecta a las lenguas nahuas, Wolgemuth (1981: 125-128) da cuenta de la presencia de un grupo de elementos que llama “partículas adverbiales enclíticas” en el náhuatl de Mecayapan, Veracruz. Mientras que estos elementos parecen ser clíticos de Wackernagel (es decir, clíticos de segunda posición desde el linde izquierdo de la emisión), se reconoce que los diferentes elementos que se clasifican de esta manera guardan un orden específico entre ellos y el elemento al que toman como “huésped” (al que el autor llama radical). Wolgemuth reconoce 6 posiciones para estos elementos, aunque no menciona cuál podría ser la razón de este acomodo ni proporciona traducciones de cada uno de ellos. En la Tabla 6 sintetizo la información proporcionada por el autor.

Tabla 6
Posible complejo clítico en el Náhuatl de Mecayapan (Wolgemuth 1981: 125-128)

Es verdad que, como observaba Steele, la composición de estos complejos en cada lengua es idiosincrático, por lo que sus características difieren. Una primera diferencia radica en la posición de los clíticos respecto del elemento que les sirve como “huésped”; el complejo clítico de las lenguas táquicas, así como el del náhuatl de Mecayapan, está compuesto por clíticos de Wackernagel, mientras que el complejo del NC es, por el contrario, un complejo de posición inicial en la emisión. Una segunda diferencia radica en la naturaleza semántica de los clíticos que los componen; recordemos que la manera en que se organizan estos elementos es llamada templete (Zimmerling 2013); así, por ejemplo, podemos decir que el templete clítico del cupeño estaría compuesto por morfos con sentidos evidenciales y “pronominales” (Hill 2005: 62); por otro lado, no son claros los sentidos que aparecen en el complejo del náhuatl de Mecayapan, pero no parece contener formas pronominales, aunque sí evidenciales.

Necesitamos reconocer que los complejos clíticos tienen diferentes posiciones; en cada una de ellas, aparecen solo elementos que establecen entre ellos una relación de oposición paradigmática. Esto quiere decir que al interior del complejo hay una serie de relaciones que conforman “subsistemas morfosintácticos” que se encuentran ordenados semánticamente (Boye 2012). Asumamos provisionalmente la existencia de un templete clítico en el NC, y que, así como en cupeño o en náhuatl de Mecayapan, este complejo tiene diferentes posiciones, cada una de ellas conformada por clíticos que se encuentran en oposición paradigmática en esa específica posición (y no en otras). Hecho esto, sería aún necesario responder por qué el complejo se estructura de la forma en que lo hace. Considero también que, al responder a esta pregunta, se hará evidente por qué estos elementos pertenecen a una clase específica que merece ser reconocida como tal, para lo cual empleo el término OPERADOR. Para hacer evidente cómo es que me parece necesario proceder, quisiera centrarme brevemente en la distribución de cuatro clíticos: ca=, mā=, nel= y quil=.

En la tradición gramatical nahua se ha reconocido la existencia de la llamada “partícula ca”, de la que ya hemos hablado anteriormente; se trata de un clítico que se emplea como “una marca de aserción cuyo sentido es más o menos el de <<es un hecho que>>, <<es ciertamente>>, <<efectivamente>>” (Launey 1992: 29). Un valor parecido le otorga Carochi (1983: 15v): “y este, ca, Mexicano las mas vezes sirve de dar emphasis à lo que se afirma, ò niega”; además de ello, Launey (1986: 1144 y ss.) observa que su presencia es abundante en las conversaciones interpersonales y en los predicados verbales en tercera persona y concluye que debe ser una aserción reforzada. Creo que procederemos de forma adecuada si consideramos que su valor es, precisamente, el de indicar una aserción reforzada en contraposición con una declarativa sin marca (Sadock & Zwicky, 1985: 165). Varios ejemplos de este clítico han aparecido ya a lo largo de este texto; otro ejemplo se proporciona en (22a).

Por su parte, el clítico mā= ha sido catalogado desde la obra de Carochi como un optativo; en términos modernos, los sentidos descritos por él coinciden con las definiciones contemporáneas de esta categoría: “optatives, i.e. morphological markers expressing wishes (or third person directives)” (König & Siemund 2007: 314), pero incluye otros sentidos. Por ejemplo, Launey (1992: 80) comenta que mā= expresa sobre todo deseo de que se cumpla un evento, de ahí que marque enunciados a través de los cuales el locutor procura que sus interlocutores actúen de una forma específica, lo que propicia que mā= pueda coocurrir con la forma imperativa de los verbos. En estos contextos, la ocurrencia de mā= aminora la fuerza ilocutiva del imperativo: “y assi, el amo à su criado dize, xi tlachpāna barre; y con el , parece que se ruega, ò se anima à que hagan algo” (Carochi 1983: 25r-25v). Considero que, en general, podemos asumir que sus sentidos se relacionan con los actos directivos en términos amplios. Un ejemplo de este clítico aparece en (22b), en el que se aprecia su uso en formas que podríamos llamar ‘hortativas’, o directivos de la primera persona.

(22) a. ca huel mochintin quimomacatinemì in mīxītl

ca huel mochintin quimomacatinemi’ in mīxītl

ca=huel=mochintin qui-mo-maca-ti-nemi-’ in mīxītl

ASER=EPIST=todo.PL 3OBJ-RFL-dar-LIG-andar-PL DET embiaguez.ABS

‘es verdad que todos se andan dando a la embriaguez’

(Carochi 1983: 116v)

b. matitlaquācān

mā=ti-tla-cuā-cān

DIR=1SUJ.PL-OBJ.INESP-comer.IRLS-PL

‘comamos’ (Carochi 1983: 95r)

Mientras que estos dos clíticos se relacionan con sentidos que podríamos llamar ilocutivos, los otros dos podrían incluirse bajo los términos ‘epistémico’ a la manera en la que Boye (2012) elabora esta categoría. Por ejemplo, Launey caracteriza a nel= de la siguiente manera: “[il] introdouit souvent une valeur contrastive, marquant que la verité n’est pas celle qu’on attendeit, que la proposition énoncée excède ou contredit l’attente supposée de l’interlocuteur” (Launey 1986: 1196). Para Andrews (2003: 334 y ss.), nel= es una cláusula nuclear sustantiva adverbializada; esto significa que en su análisis el operador nel= es un predicado no verbal que significa ‘es verdad’, pero que ha sido adverbializado. El análisis de Carochi es similar, pues dice que “Nelli [‘verdad, verdadero’], aunque es nombre […] sirve también del adverbio, verdaderamente” (Carochi 1983: 111v); a mi juicio (véase Mendoza Posadas, en elaboración), y en consonancia con el análisis de Boye (2012), este clítico indica alto soporte epistémico. En (23a) observamos un ejemplo de nel= en construcciones interrogativas, contextos en los que el operador “[il] semble ajouter une nuance d’incertitude ou d’impuissance” (Launey 1986: 1196). Por su parte, el operador quil= ha sido analizado como indicador de una ‘afirmación mediatizada’, pues “l’enonciateur ne se prononce pas sur la valeur de vérité de P ou de non-P, et se contente de dire que d’autes que lui assertente P (o non-P)” (Launey 1986: 1158). Andrews comenta que se trata de una construcción particular: “a special indirect-speech construction in which the reporter takes no responsibility for the information reported” (Andrews 2003: 158); este deseo del hablante de no tomar postura respecto al valor de verdad de P es el que queda patente en las equivalencias castellanas que proporciona Carochi a este operador: “dizque o dicen que” (Carochi 1983: 101v), valores a los que Launey agrega ‘según dicen’ y ‘parece que’ (1992: 333). Consideraré que podemos asumir que el sentido nuclear de este elemento es el de indicación de una fuente indirecta en cláusulas de discurso indirecto, aunque es verdad que en contextos específicos cobra sentidos más asociados al bajo soporte epistémico (Mendoza Posadas, en preparación). En (23b) podemos ver un ejemplo de este operador.

(23) a. Nicān teōpan ninomāquīxtico, cāmpa nel niāz?

¿Nicān teōpan ninomāquīxtico, cāmpa nel niyāz?

nicān teōpan ni-no-māquixtī-co cāmpa

aquí iglesia.LOC 1SUJ-1RFL-refugiarse.IRLS-INTRO.PFT dónde

nel=ni-yā-z?

ALT.COMP=1SUJ-ir.IRLS-NO.PSD

‘Vine a refugiarme a la iglesia, ¿realmente a dónde más iría?’

(Carochi 1983: 91r)

b. Àmo yeppa iz chānèquê in Mexìcâ, quil cānin huèca ōhuallèquê in iquin on

A’mo yeppa iz chāne’que’ in Mexi’ca’, quil cānin hue’ca ōhuālla’que’ in iquin on

A’mō yeppa iz= chān-e’-que’ in mexi’ca’,

NEG antes LOC=hogar-POS-PL DET mexicano.PL

quil= cānin hue’ca ō=hualla’-que’ in īquin on

REP=dónde lejos ANT=venir.PFT-PL DET cuando DEM

‘Antes, los mexicanos no tenían su hogar acá, se dice que

vinieron hace mucho de algún lugar lejano’ (Carochi 1983: 101v)

Ahora bien, ¿cómo podemos integrar esta descripción junto con las asunciones que hemos hecho respecto a que debe haber un ordenamiento específico de estos operadores? Como se aprecia en varios ejemplos hasta ahora, existe una secuencia ca=nel= que ocurre con mucha regularidad, al menos hasta donde mis propios datos me han permitido observar.17 Que nel= es un clítico independiente de ca= lo termina de clarificar (23a), en el que lo antecede cāmpa=; a su vez, que no se atestigüen secuencias en las que coocurran los tres clíticos nos permite inferir que ca= y cuix= no pueden aparecer en la misma cláusula; es decir no existen secuencias *ca=cuix= ni *cuix=ca=, como ya había mencionado; esto es así porque están en una relación paradigmática en tanto que son elementos que especifican la fuerza ilocutiva de la emisión. A su vez, no ha sido atestiguada la forma *nel=ca= (ni *nel=cuix=). Sucede algo similar con el operador quil=; mientras que no he atestiguado la secuencia quil=ca= (que teóricamente no es imposible), he podido registrar un caso de la secuencia ca=quil=, como se aprecia en el ejemplo en (24); entiendo que una golondrina no hace primavera, pero dentro del reducido mundo de datos de la lengua que tenemos me parece significativo que al menos sea posible registrar este caso.

(24) ca qujl axcã qujcentlaçaz in toiaouh

ca=quil=axcān qui-centlāza-z in to-yāō-uh

ASER=REP=ahora 3OBJ-repeler.IRLS-NO.PSD DET 1POS.PL-enemigo-POS

se dice que ahora repelerán a nuestro enemigo’ (CF XII, 95)

Por su parte, el operador directivo parece ser incompatible tanto con quil= como con nel=; profundizaré en las razones de esto más adelante. Existe, eso sí, la forma manel o immānel, que podemos observar en (25). Esta secuencia ha sido analizada tradicionalmente como una conjunción concesiva y considero que, si bien es transparente respecto de los morfos a partir de los cuales se ha construido, este elemento ya tendría que estar gramaticalizado en el siglo XVI.18

(25) Mācihui, vel. manel, vel. immānel nicnōtlācatl, ca nō ninomahuiztililläni

mācihui vel manel vel immānel n-icnōtlācatl

aunque o[lat] aunque o[lat] aunque 1SUJ-pobre.ABS

ca=nō=ni-no-mahuiztillāni

ASER=DISCUR=1SUJ-1RFL-querer.respeto

aunque yo sea una persona pobre, también quiero respeto’

(Carochi 1983: 119r)

Por lo tanto, podemos asumir que la distribución de este grupo de clíticos nos está arrojando una pista respecto de las condiciones que ordenan el complejo clítico del NC: las posiciones del complejo están reguladas por el alcance de operación de los sentidos que cada clítico aporta en la emisión.19 Para entender a cabalidad este hecho, me parece que hacer una breve exposición de algunos principios de la Gramática Funcional (GF) puede ser útil. Permítaseme un breve recuento.20

La noción de alcance en es un término importado de la lógica que indica el rango de actuación semántica de un elemento (Lyons 1977: 325); dicho de otro modo, indica la manera en que un sentido modifica a otro unidireccionalmente. Un axioma de la GF es que este tipo de relaciones pueden capturarse a través de la estructura morfosintáctica.21 Con el fin de poder interrelacionar forma y sustancia, es necesario establecer algún tipo de vínculo, y precisamente la idea de alcance cumple este cometido, pues así como la forma está organizada por una serie de relaciones jerárquicas entre sus elementos (idea que se captura en el modelo bajo el nombre de Reglas de reescritura), se asume que el sentido se organiza también sobre una estructura jerárquica de significados cada vez más complejos (llamada Estructura en Capas de la Cláusula); de esta forma las primeras son sensibles a la estructura de la segunda.22 La jerarquía de la Estructura en Capas de la Cláusula se sostiene sobre una tipología de “entidades” propuesta originalmente por Vendler (1967: 141) y retomada posteriormente por Lyons (1977); estas entidades, precisamente, se distinguen entre sí por su naturaleza semántica. En cada capa propuesta por el modelo, se construyen las especificaciones de estas entidades y se integran en la siguiente, que tiene más complejidad en su significado; así, los sentidos que se expresan en cada una de las capas son específicos de esa entidad y no pueden aplicar en otra.

Esta tipología supone, en su enunciación original, por lo menos tres diferentes órdenes de entidades distintos. Las del primer orden, también llamada Término, son objetos físicos existentes en el tiempo y el espacio y, en términos de clases de palabras, conforman el núcleo que compone la clase nominal (Mackenzie 2004: 974; véase también Crofft 2024); estas entidades no son relevantes en esta discusión. Las entidades del segundo orden, Estado de Cosa, son procesos, eventos y estados que pueden ser localizados en el tiempo y el espacio pero que carecen de referentes, mientras que la del tercer orden, la Proposición, es un evento o un estado que ya fue localizado y, además, cuenta con un referente, por lo que puede ser evaluado en términos de verdad.

Estas dos últimas entidades son cruciales en la discusión, así que me permitiré algunos comentarios. Es necesario decir que la distinción entre Estado de Cosas y Proposición no es del todo clara en la formulación del modelo, máxime cuando parece que ambos emplean exactamente la misma entidad sintáctica en su expresión: una cláusula. Boye (2010), en quien sostengo las definiciones arriba apuntadas, plantea que la diferencia entre ambos es referencial: mientras que el Estado de Cosas es una descripción que todavía no selecciona un referente, la Proposición es un esquema que contiene ese Estado de Cosas más el establecimiento de una relación con un referente. La diferencia también radica en el hecho de que ambas entidades pertenecen a dos diferentes funciones: el Estado de Cosas a la función descriptiva y la Proposición a una función llamada interpersonal23 (Halliday 1970; Hengeveld 1989; Vet 1990; Liedtke 1998), relacionada ya no con la descripción objetiva del mundo sino con el quehacer comunicativo y la expresión subjetiva del hablante.

El modelo prevé que las modificaciones a una y otra entidad se establecen a partir del cómputo que realizan sobre esas entidades dos tipos distintos de elementos: satélites y operadores. Los satélites son elementos que tienen sentido léxico y que, por lo tanto, en el modelo están asociados a entradas en el Fondo,24 en donde cada una contiene un marco predicativo.25 Por su parte, los operadores no cuentan con este marco; por el contrario, son sentidos gramaticales que pueden expresarse a partir de la flexión, de un verbo auxiliar o de algún otro elemento según las Reglas de expresión de cada gramática. Por ejemplo, si pensamos en una FN, podemos asumir que el núcleo es el Término a modificar; una forma de pensar en los satélites (aunque el modelo no prevé esta categoría para este nivel) podría ser a través de la modificación adjetival, pues los adjetivos poseen contenido léxico y están almacenados en el Fondo; por su parte, operadores de este nivel podrían ser DEF(inido) e INDEF(inido), que por las Reglas de expresión del español se “traducen” en determinantes. Dada la naturaleza de las entidades que estamos comentado, el Estado de Cosas podrá modificarse a partir de sentidos que lo relacionen con el setting (tiempo-espacio y manera) en el que se desarrolla; de esta suerte, expresiones adverbiales (Juan fue al cine ayer ), preposicionales (Juan fue al cine en la tarde ) y oracionales (Juan fue al cine cuando acabó su tarea ) podrán ser analizadas como satélites del Estado de Cosas, mientras que los operadores, como PSD (pasado) encontrarán expresión en la flexión de la palabra verbal. Por su parte, los sentidos que modifican a la Proposición (sean satélites u operadores) están relacionados o bien con la expresión de la evaluación modal epistémica de esa Proposición o bien con la expresión de la fuente a partir de la cual se obtuvo esa información (van der Auwera 2001; Vet 1998a o b; Boye 2012). De esta forma, encontramos modificaciones como “en verdad que” en oraciones como En verdad que Juan fue al cine , que sería satelital, u operacionales, como en Dizque Juan fue al cine ayer .

Estas distinciones pueden, efectivamente, capturarse en el comportamiento sintáctico. Por ejemplo, las construcciones generalmente conocidas como de “ascenso” en verbos de percepción han sido analizadas en el modelo como expresiones diferenciales entre “percepción de un Estado de Cosas” y “adquisición de conocimiento”, es decir entre oraciones completivas que contienen Estados de Cosas o Proposiciones (Boye 2010). Los ejemplos en (26) muestran la incompatibilidad de los sentidos proporcionados por ‘quizás’ cuando la lectura es de percepción de un evento, pero es compatible cuando la lectura es de adquisición de conocimiento:

(26) a. Escuché que (quizás) Silvio Rodríguez cantó en el Auditorio

Nacional ayer

b. Escuché (*quizás)26 a Silvio Rodríguez (*quizás) cantar

en el Auditorio Nacional ayer

En los ejemplos de (26) es evidente que estructuras subordinadas a un verbo de percepción que aparecen flexionadas e introducidas por el complementante que representan una Proposición; es decir, el sentido del verbo “escuchar” en este contexto no es la percepción del evento en sí, sino de la pieza informativa. En tanto que quizás es un operador epistémico, es decir, que contribuye con sentidos relacionados con la evaluación de verdad o fuente de la información reportada, su operación es sobre Proposiciones y no sobre Estados de Cosas (van der Auwera 2001; Vet 1998a; Boye 2012; Mendoza Posadas (en preparación) para el caso del NC; véase también Faller 2002 para una contraargumentación con datos del quechua). Precisamente, este hecho constituye el alcance del operador quizás; por lo tanto, podemos decir que quizás tiene alcance proposicional. Como el elemento requiere tomar forzosamente una Proposición para modificarla, en (26b) el operador es inoperante, pues la naturaleza semántica de la cláusula subordinada al verbo es un Estado de Cosas, localizado a partir de satélites en las coordenadas tiempo-espaciales, pero carente de una estructura referencial (el referente pertenece a todo el signo complejo escuché a Silvio Rodríguez cantar en el Auditorio Nacional ayer, que sí tiene contenido proposicional).

El análisis que propongo en estas líneas es, a mi entendimiento, el primer acercamiento al NC desde esta perspectiva, por lo que los criterios para observar las distinciones entre ambas entidades podrán irse refinando posteriormente. Considero, como argumento en otra parte (Mendoza Posadas en preparación), que un caso similar se presenta ante la posibilidad de una oración subordinada de ser antecedida por el complementante in a’zo ‘si’, que indicaría una modalidad “irrealis” si nos apegamos a la propuesta desarrollada por Nördstrom (2010: 98 y ss.), según la cual los complementantes son sensibles a esta dimensión; en estos casos, la oración subordinada indudablemente tendrá contenido proposicional. Un ejemplo de esta estructura se proporciona en (27):

(27)yn aço matlaltotonqui amo huel momati

In a’zo matlatōtōnqui, a’mo huel momati

in a’zo matlaltōtōnqui a’mo huel=mo-mati

CONJ.IRLS calentura NEG DIN=RFL-saber

‘no se puede saber si fue la calentura’ (D, 284)

Demos por hecho la distinción entre ambas entidades; es aún necesario asumir una cuarta entidad que podemos llamar Emisión. Esta entidad difiere de las consideraciones primeras de Hengeveld (1990) y Dik (1997), quienes proponen en realidad que esta es el Evento comunicativo como marco general, incluidos los participantes. Considero, por el contrario, que Emisión se define como “a linguistic entity that refers to a message or part of a message that is transmitted in a communication situation” (Vet 1998b: 12). Es decir, es una unidad interactiva en términos comunicativos a partir de la cual los interlocutores expresan una serie de contenidos pragmáticos.27 Los tipos de sentidos que modifican esta entidad son aquellos relacionados con la fuerza ilocutiva; es decir, elementos con expresión formal que dan pistas de los intereses que tiene el interlocutor al emitir una expresión lingüística, y pueden a su vez ser expresados por satélites y operadores; por ejemplo, en español será un satélite ilocutivo el adverbio sinceramente en sinceramente, Juan no quiere ir a la escuela . En la Gramática Funcional del Discurso (GFD; Hengeveld & Mackenzie 2008), se asume que las emisiones pueden o no contener Proposiciones; particularmente, los autores proponen que las formas directivas (o imperativas) actúan no sobre una Proposición sino sobre un Estado de Cosas, puesto que aún no existe un referente concreto del evento comunicado en estas formas, sino que se proporciona una instrucción para quienes el acto es dirigido. Esto explicaría, según el análisis que aquí propongo, la incompatibilidad de mā=, precisamente un operador directivo, con operadores epistémicos como at= o nel=, pues no existe una Proposición sobre la cual puedan operar. Por otro lado, no hay impedimento para encontrar una Emisión que contenga una Proposición que a su vez contenga un Estado de Cosas, lo que supone el caso prototípico; se puede observar que en cada estadio la unidad obtenida toma el contenido de la unidad inferior y le proporciona una nueva naturaleza semántica. Lo dicho hasta ahora también nos permite extraer una jerarquía de relaciones de alcance, tal y como se muestra en (28):

(28) jerarquía de alcance

Emisión>Proposición>Estado de Cosas

De esta forma, podemos asumir que satélites y operadores que actúan sobre el Estado de Cosas se encuentran bajo el alcance, a su vez, de la Proposición y de los operadores y satélites de este nivel. De igual forma, si un operador actúa en el Estado de Cosas, no tendrá alcance sobre la Proposición ni sus modificadores. Pues bien, este es el principio que regula el orden del templete clítico del NC, que reproduzco nuevamente por conveniencia.

Tabla 5
Operadores del Náhuatl Clásico

Como se puede observar, el límite izquierdo está ocupado por tres operadores que indican fuerza ilocutiva, mientras que los elementos a su derecha (sobre los que tienen alcance los primeros) indican valores proposicionales en tanto que su valor es epistémico. Que el ordenamiento inverso no se atestigüe es consecuencia de que el ordenamiento lineal de estos elementos replica las relaciones de sentido entre ellos. El resto de morfos y posiciones parecen estar reservadas para especificaciones del Estado de Cosas, aunque sin duda una investigación a profundidad de estos elementos podría ayudarnos a entender mejor por qué hay tantos clíticos temporales en el complejo; sin embargo, me parece que al menos las dos primeras posiciones son incuestionables tanto en términos sintácticos como semánticos.

La coocurrencia de varios elementos permite, por otro lado, establecer los ordenamientos necesarios entre ellos y asegurar tanto su posición como su aportación semántica. Cabe resaltar que no todas las posiciones parecen estar ocupadas en una emisión concreta, ni todas las posibilidades son atestiguadas, seguramente por su incompatibilidad semántica, tal y como Hill (2005) había observado respecto del cupeño.

Finalmente, me gustaría apuntar que el operador mach= tiene un comportamiento peculiar, pues mientras que se usa con sentidos epistémicos, su linealización lo coloca entre un grupo que por ahora llamo MOD(o). En Mendoza Posadas (en preparación) argumento que, a pesar de su colocación, puede ser empleado con sentidos epistémicos y, por lo tanto, operar sobre Proposiciones, aunque su posición no lo haga evidente; esto, sin duda, debe ser producto de un proceso de cambio operando sobre mach= en el momento de la elaboración de la documentación en NC. Considero que esto no es problemático; recordemos que la formación de subsistemas gramaticales simétricos es una tendencia en las lenguas, no un deber ser (Boye 2012: 48).

Habiendo expuesto las particularidades morfosintácticas y semánticas de los clíticos que componen el Complejo clítico del NC, me parece que podemos con certeza asumir su existencia, con todo y que la propuesta en la Tabla 5 sea una hipótesis de trabajo que, considero, puede ser refinada conforme profundicemos en el comportamiento de estos morfos. Ahora bien, antes de cerrar estas páginas, me gustaría centrarme en una objeción que se le puede hacer a esta propuesta, pues me pa rece que en realidad nos permitirán observar otras líneas de investigación que se abren al reconocer la existencia de este complejo.

4. Algunas implicaciones del Complejo clítico en nuestro entendimiento del Náhuatl Clásico

Considero que existe una objeción que no puedo pasar por alto en estas páginas. En ejemplos como (2), (6) y (16) hemos hablado del clítico tēl= que no aparece listado en la Tabla 5. Dada la distribución no selectiva de este morfo, me parece que es incuestionable que se trata de un clítico. Además, quienquiera que se haya acercado al estudio de esta lengua podría reclamar que tampoco aparece un elemento como nō= ‘también’ (29a y 29b) y que, por lo tanto, no todas las posibles secuencias pueden reducirse a la hipótesis del templete. Quien objetara esto tendría toda la razón.

(29) a. àmo huel tomāhuac, àmo no huel pitzactōntli

a’mo huel tōmahuac, a’mo huel pitzactōntli

a’mo huel=tōmahuac a’mo nō=huel=pitzactōntli

NEG CUANT=ancho NEG también=CUANT=delgado

‘no es muy ancho, tampoco es muy delgado (Carochi 1983: 123r)

b. ca çā ye huel yèhuätl in ōnictēmic

ca zā ye huel nō ye’huātl in ōnictēmic

ca=zā=ye=huel=nō=ye’huātl in ō=ni-c-temic

ASER=CUANT=ya=¿?=también=eso DET ANT=1SUJ-3OBJ-soñar.PFT

también eso mismo soñé yo’ (Carochi 1983: 124r)

Además, la propuesta del complejo no toma en cuenta secuencias como mānel ‘aunque’, del que ya hemos dado algún ejemplo anteriormente, o nelle’ ‘en verdad’. Ambos elementos, de alguna forma, recuerdan a posibles secuencias producidas en el complejo clítico. Sin embargo, hemos comentado que mānel debe ser considerada una conjunción, mientras que nelle’ probablemente es un adverbio; por ejemplo, nótese su ocurrencia en el ejemplo (30) antecedido de a’zo, un operador epistémico de soporte neutral, con el que el operador nel= guarda una relación paradigmática.

(30) aço nelle axcan vncan conmaniliz in totecujo

a’zo28nelle’ axcān oncān conmaninilīz in totēucyo

a’zo=nelle’ axcān oncān c-on-manilī-z in to-tēucyo

COMP.NEUT=en.verdad ahora allá 3OBJ-TRANS-ofrendar.IRLS-NO.PSD DET 1POS-señor

‘quizás es verdad que ahora él viene a hacerle una ofrenda a nuestro señor’ (CF III: 53)

Asumo que estos cuestionamientos son cruciales para mi propuesta, pero considero que más que contraargumentos proporcionan nuevas líneas de investigación si reconocemos que la argumentación en 3 es la adecuada. Por ello, aunque de manera sucinta, ensayaré a continuación una respuesta para casos como tēl=, al que consideraré un conector textual. Los casos como nelle’ o immanel son discutidos en Mendoza Posadas (en preparación).

A causa de la falta de espacio, me gustaría, comentar algunas reflexiones sobre el clítico tēl= que podrían extrapolarse a otros clíticos que en la linealización del complejo tienen propiedades similares. Launey (1986: 1212 y ss.): 1212 y ss.) comenta que este clítico se emplea como conjunción adversativa con el sentido de ‘pero’ en español. En estos contextos, Carochi encuentra una cercanía con la conjunción yece’ ‘pero’, aunque reconoce también contextos diferenciados para el uso de esta última:

En dos ocasiones se usa del adverbio, pero, en castellano, una es quando uno ha alabado algo, y luego con este adverbio añade otra cosa, con que lo deslustra, y en esta significacion usa el Mexicano de solo el yēce’. Otra es, quando ha dicho uno alguna falta de alguno, ò de alguna cosa, y con este, pero, añade otra buena propiedad, con que haze llevadero lo primero, y en esta segunda significación usa el Mexicano indiferentemente de yēce’ o tēl (Carochi 1983: 118r).

A continuación, Carochi proporciona el siguiente ejemplo, que ya habíamos comentado:

(31) [Ca icnōtlācatl, a’tle īāxca, ītlatqui]Ptēl [qualli tlācatal]Q

ca=icnōtlācatl a’tle ī-āxca ī-tlatqui tēl cualli tlācatl

ASER=pobre.ABS nada 3POS-propiedad 3POS-bienes ADVERS bien.ABS gente.ABS

‘es una persona pobre, no tiene bienes, pero es buena gente’

(Carochi 1983: 118r)

Como podemos observar, es posible considerar que en este caso tēl= introduce una contraexpectativa a través de un predicado que cancela las presuposiciones formadas por el primer predicado de la coordinación. De esta manera, la expectativa (es decir, la presuposición) de que un hombre pobre es un hombre malo (generada pragmáticamente en p) son canceladas por el contenido de q introducido por la conjunción tēl. Podemos llamar a estos casos “negación de expectativa” (García Murga 2017: 305). Launey categoriza este empleo de tēl como conjunción (1986: 1212); comenta además que, de igual forma que el resto de los elementos de esta clase (1986: 1283 y ss.), aparece en posición inicial. Esto se observa en el ejemplo (32), en el que tēl antecede al clítico ilocutivo ca=:

(32) Tipolihuinî, timiquinî… tēl ca tēteô in ōmicquê

tipolihuini’, timiquini’ […] tēl ca tēteo’ ōmicque’

ti-polihui-ni-’ ti-miqui-ni-’

1SUJ.PL-desaparecer.IRLS-HAB-PL 1SUJ.PL-morir.IRLS-HAB-PL

tēl ca=tē-teo-’ in ō=mic-que’

CONJ ASER=RDPL-dios-PL DET ANT=morir.PFT-PL

‘somos perecederos, somos mortales, sin embargo, los dioses

son los que murieron’ (Launey 1986: 1213)

Por otra parte, observamos ocurrencias de tēl= que no toman la posición inicial de la cláusula, como se puede apreciar en (33):

(33) Cuix tēl nèhuātl notlàtlacōl? Catèhuātzin ōtinēchmocuitlahuiltilì

inīc ōmohuāntzinco nicalac tépāncalco

Cuix tēl nèhuātl notla’tlacōl? Ca te’huātzin ōtinēchmocuitlahuiltili’

inīc ōmohuāntzinco nicalac tepāncalco

cuix= tēl= ne’huātl no-tla’tlacōl ca=te’huātzin ō=ti-nēch-mo-cuitlahuiltili’

INTER=DISCUR=1SG.ABS 1POS-culpa ASER=2SG.REV ANT=2SUJ-1OBJ-RFL-incitar.PFT

inīc ō=mo-huān-tzin-co ni-calac tepāncal-co

CONJ ANT=2.POS-COMIT-REV-LOC 1SUJ-entrar.PFT huerta-LOC

Pero ¿acaso es mi culpa? Tú fuiste el que me incitó a entrar

a la huerta contigo’ (Carochi 1983: 118v)

A casos como los apuntados en el ejemplo (33), Launey los considera “modalizadores” (1986: 1213-1214). Para el autor, en estos usos de tēl= se mantiene la lectura de contraste correctivo, pero este contraste se establece entre la emisión y una proposición que se presupone y, por lo tanto, no está verbalizada; esta precisión es importante, pues la clase OPERADOR, por su semántica, actúa localmente, es decir, en la cláusula en la que aparece, mientras que tēl= es un elemento juntivo (Raible 2001) que actúa en la cohesión textual (De Beaugrande & Dressler 1997: 122y ss.). Según Diewald (2013: 230), estos elementos, a los que llama ‘partículas discursivas’, establecen una relación entre una emisión y una serie de presuposiciones generadas en una predicación que no necesariamente se encuentra presente en el contexto discursivo inmediato.

Un comportamiento particular de tēl= es que no parece tener una posición específica en su linealización en contraposición con los operadores. Así, en (34a) aparece en segunda posición respecto del elemento zan y precediendo al adverbio niman ‘luego’. Además, tēl= separa secuencias que sí son generadas por el complejo; por ejemplo, en (34b) separa a la forma mā=zā= (34c), que sí es generada por mi hipótesis. Por su posición, pareciera que tēl= y otros elementos juntivos ocurren entre el grupo de operadores “intersubjetivos”, es decir los ilocutivos y los epistémicos, y los operadores del predicado, aunque ejemplos como (34a) requieren que profundicemos esta hipótesis. Al asumir que tēl= toma una posición independiente del complejo, podemos descartar secuencias como mā tēl, ca tēl, a’zo tēl o zan tēl de la estructura de este, así como podemos descartar que tēl= pertenezca al grupo de operadores.

(34) a.yhquac yn cenca chicahuac tlallolin; çantel niman onquiztiquiz

i‘cuac in cenca’ chicāhuac tlālolīn, zan tel niman onquīztquīz

i’cuac in cenca’ chicāhuac tlāl-olīn zan=tēl=niman

cuando DET mucho fuerte tierra-moverse.PFT CUANT=ADVERS=luego

on-quīztiquīz

TRANS-pasar.rápidamente.PFT

‘Ese momento fue cuando la tierra se movió muy fuerte;

sin embargo, acabó muy pronto’ (D, 176)

b. niuctzin ca nel ye àmō timonāmictīznequi mātēl çāyè ximoyēcchìchīhua

niuctzin, ca nel ye a’mo timonāmictiznequi, mā tēl zā ye’ ximoyēcchi’chīhua

n-iuctzin ca=nel=ye a’mō ti-mo-nāmictī-z-nequi

1POS-amigo.REV ASER=ALT.COMP=ya NEG 2SUJ.RFL-casarse.IRLS-NO.PSD-querer

mā=tēl=zā=ye’ xi-mo-yēcchi’chīhua

DIR=ADVERS=CUANT=DISCUR SUJ.IMP-RFL-arreglarse.IRLS

‘Hermana, es verdad que no te quieres casar

¡Pero arréglate siquiera!’ (Carochi 1983: 119v)

c. Ma za occecan quinhuica

mā zā occecān quinhuīca

mā=zā=occe-cān quin-huīca

DIR=CUANT=otro-LOC 3OBJ.PL-llevar

si tan siquiera los llevara a otro lugar’ (VM, 92)

Considero que es posible reconocer que algunos usos de oc= responden a este patrón, como se observa en (35). En particular, me parece que este análisis puede ser aplicado a la traducción de un famoso texto atribuido a Nezahualcóyotl (35b), en el que parece que oc= deriva una conclusión a través de proposiciones no presentes en el texto, que a su vez son puestos en duda por la fuerza interrogativa de la oración en la que se encuentra presente. Nótese que ambos ejemplos son interrogativos. Como debe ser obvio, esto constituye un tema de investigación aparte.

(35) a.Tlein oc ihuān monequi nicchīhuaz in màcamo ōnicchīuh ?

tlein oc īhuān monequi nicchīhuaz in macamo ōnicchīuh

tlein oc=īhuān mo-nequi ni-c-chīhua-z in macamo

qué DISCUR=CONJ RFL-querer 1SUJ-3OBJ-hacer.IRLS-NO.PSD DET CONJ

ō=ni-c-chīuh

ANT=1SUJ-3OBJ-hacr.PFT

Entonces ¿qué cosa era necesario que hiciera que no hice?

(Carochi 1983: 123v)

b. Niquitoa ni Nezahualcoyotl:/ ¿cuix oc nelli nemohua oa in tlalticpac?

Niquii’toa niNezahualcōyotl: ¿cuix oc nelli nemōhua tlālticpac?

ni-qui-’toa ni-Nezahualcōyotl cuix=oc=nelli nem-ōhua

1SUJ-3OBJ-decir 1SUJ-Nezahualcóyotl INTER=DISCUR=verdad.ABS vivir-IMPERS

in tlālticpac

DET tierra.LOC

‘Digo yo, que soy Nezahualcóyotl: entonces ¿es cierto que se

vive en la tierra?’ (León Portilla 2008: 28)

El interés principal de esta sección ha sido mostrar cómo los contraargumentos que se podrían esgrimir contra la hipótesis de la existencia de un complejo clítico en realidad apuntan a fenómenos relacionados a la estructura de este último. Habría, entonces, que reconocer al menos que entre los clíticos del NC existe por lo menos un grupo que no pertenecen a la clase operador, sino a la de conectores textuales, o marcadores discursivos. A su vez, existe un grupo de adverbios y conjunciones que han sido generados por posibles secuencias gramaticalizadas del complejo, aunque aún es necesario profundizar en ellos. Me parece importante insistir que esto abre nuevas líneas de investigación tanto de la gramática del NC como de las lenguas nahuas en general.

5. Conclusiones

A lo largo de estas páginas he revisado el estatus de los morfos que fueron catalogados como ‘adverbios’ o ‘partículas’ en el análisis del NC. A partir de criterios distribucionales, logré distinguir, en principio, dos clases distintas: una a la que he etiquetado como ADVERBIO en consecuencia de la tradición de análisis de la lengua. Por otro lado, un grupo de morfos han resultado tener una distribución distinta de los adverbios; por principio, morfológicamente son clíticos, mientras que semánticamente contribuyen a la emisión modificando las diferentes entidades que la constituyen. He subsumido a todos estos elementos bajo la clase OPERADOR. Hay por lo menos tres grandes clases de operadores hasta donde he podido argumentar en este texto: operadores ilocutivos, operadores proposicionales y operadores del Estado de Cosas.

Como he mostrado, es común en los textos nahuas que haya más de un operador por cláusula; cuando estos coocurren guardan entre sí un orden específico. Este orden es consecuencia de la existencia de un templete al que llamo Complejo clítico. En el complejo, operadores de la misma clase toman siempre la misma posición, por lo que entran en relación paradigmática entre ellos. Sintagmáticamente, el complejo replica las relaciones de alcance entre los diferentes tipos de operadores: de esta suerte, aparecerán en primer lugar los operadores ilocutivos, seguidos de los epistémicos y posteriormente los del Estado de Cosas, que parecen tener diferentes posiciones. El orden específico de estos últimos no me es del todo claro, pero considero que es posible determinarlo una vez que nos enfoquemos en ellos.

Posteriormente, he considerado que, además de los operadores es posible encontrar morfos especializados en la cohesión textual que aparecen también entre los clíticos del complejo. Mientras que me parece que podemos tener las herramientas suficientes para ir identificando a este otro grupo, es aún necesario profundizar en ellos. Considero que partir de la existencia de este complejo nos abre las puertas para el cabal entendimiento de una “lingüística textual” del NC, tarea que hasta ahora no ha sido impulsada del todo a pesar del evidente interés filológico que ronda la lengua.

Finalmente, me gustaría cerrar diciendo que mi interés principal, más allá de refinar nuestro análisis gramatical de esta lengua, consiste en despertar el interés académico y lingüístico por esta variante de náhuatl, que si bien parece haber sido estudiada a profundidad, nuevas líneas teóricas (como la GF o la teoría de la junción de Raible), así como otros métodos lingüísticos (sobre todo la lingüística de corpus) pueden insuflar nuevos bríos para regresar a los textos coloniales y al NC en general. Ojalá este propósito haya sido cumplido al cerrar este texto.

Referencias

Aikhenvald, Alexandra. 2002. Typological parameters for the study of clitics, with special reference to Tariana. En Dixon, R.M.W. & Aikhenvald, Alexandra (eds.), Word: a cross-linguistic typology, 42-78. Cambridge: Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/CBO9780511486241.003

Anderson, Stephen. 2005. Aspects of the theory of clitics. Oxford: Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199279906.001.0001

Andrews, Richard. 2003. Introduction to classical Nahuatl. Oklahoma: The University of Oklahoma Press. https://doi.org/10.1017/CBO9780511778001

Boye, Kasper. 2010. Raising verbs and auxiliaries in a functional theory of grammatical status. En Boye, Kasper & Engberg-Pedersen, Elisabeth (eds.), Language usage and language structure, 73-106. Nueva York-Berlín: De Gruyter Mouton. https://doi.org/10.1515/9783110219180.1.73

Boye, Kasper. 2012. Epistemic meaning: a crosslinguistic and functional-cognitive study. Berlín: De Gruyter Mouton. https://doi.org/10.1515/9783110219036

Campbell, Joe & Karttunen, Frances. 1989. Foundation course in Nahuatl grammar. Austin: University of Texas Press.

Canger, Una. 1985. Five studies inspired by Nahuatl verbs in -oa. Copenhagen: The Linguistic Circle of Copenhagen.

Carochi, Horacio. 1983 [1645]. Arte de la lengua mexicana con la declaración de los adverbios della. Estudio introductorio de Miguel León-Portilla. México: UNAM.

Castillo Farreras, Víctor & Dakin, Karen & Moreno de los Arcos, Roberto. 1966. Las partículas del náhuatl. Estudios de cultura náhuatl 6. 187-210.

Crofft, William. 2024. Word classes in radical construction grammar. En van Lier, Evan (ed.), The Oxford handbook of word classes, 213-230. Oxford: Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780198852889.013.48

De Arenas, Pedro. 1982. Vocabulario manual de las lenguas castellana y mexicana. Estudio introductorio de Ascensión Hernández. México: UNAM.

De la Rosa, Agustín. 1966 [1889]. Estudio de la filosofía y riqueza de la lengua mexicana. Edición facsimilar. Sin datos de publicación.

De Beaugrande, Robert-Alain & Dressler, Wolfang. 1981. Introducción a la lingüística del texto. Madrid: Ariel.

Dick, Simon. 1997. The theory of functional grammar. Part 1: the structure of the clause. Berlín-Nueva York: Mouton de Gruyter. https://doi.org/10.1515/9783110218367

Diewald, Gabriele. 2013. “Same same but different”. Modal particles, discourse markers and the art (and purpose) of categorization. En Degand, Lisbeth; Cornillie, Bert & Pietrandrea, Paola (eds.), Discourse markers and modal particles, 19-46. Ámsterdam: John Benjamins. https://doi.org/10.1075/pbns.234

Dryer, Matthew. 2006. Descriptive theories, explanatory theories, and basic linguistic theory. En Ameka, Felix; Dench, Alan & Evans, Nicholas (eds.), Catching language: issues in grammar writing, 207-234. Berlín-Nueva York: Mouton de Gruyter. https://doi.org/10.1515/9783110197693.207

Faller, Martina. 2002. Semantics and pragmatics of Cuzco Quechua. Stanford: Universidad de Stanford. (Tesis de doctorado).

Flores Farfán, José Antonio. 2010. Hacia una historia sociolingüística mesoamericana: explorando el náhuatl clásico. En Barriga Villanueva, Rebeca & Martín Butragueño, Pedro (eds.), Historia sociolingüística de México, vol. 1, 185-206. México: El Colegio de México.

García Murga, Fernando. 2017. Sobre las conjunciones coordinantes adversativas. Theoria 32. 302-327. https://doi.org/10.1387/theoria.16192

Halliday, Michael. A. K. 1970. Functional diversity in language, as seen from a consideration of modality and mood in English. Foundations of Language 6. 322-361.

Harder, Peter. 1990. Tense, semantics, and layered syntax. En Nyuts, Jan; Bolkestein, Machtelt & Vet, Co (eds.), Layers and levels of representation in language theory: a functional view, 139-164. Ámsterdam: John Benjamins. https://doi.org/10.1075/pbns.13.08har

Haspelmath, Martin. 2015. Defining vs. diagnosing linguistic categories: a case study of clitic phenomena. En Błaszczak, Joanna; Klimek-Jankowska, Dorota & Migdalski, Krzysztof (eds.), How categorical are categories?, 273-303. Berlín: De Gruyter Mouton. https://doi.org/10.1515/9781614514510-009

Haspelmath, Martin. 2020. The morph as a minimal linguistic form. Morphology 30. 117-134. https://doi.org/10.1007/s11525-020-09355-5

Haspelmath, Martin. 2023. Types of clitics in the world’s languages. Linguistic Typology at the Crossroads 3. 1-59. https://doi.org/10.6092/issn.2785-0943/16057

Hernández, Ascensión. 2014. Estudio introductorio. En de Molina, frayAlonso. 1571. Arte de la lengua mexicana y castellana, 13-131. México: UNAM.

Hengeveld, Kess. 1989. Layers and operators in functional grammar. J. Linguistics 25. 127-157. https://doi.org/10.1515/9783110901191.1

Hengeveld, Kess. 1990. The hierarchical structure of utterances. En Nyuts, Jan ; Bolkestein, Machtelt & Vet, Co (eds.), Layers and levels of representation in language theory: a functional view,1-24. Ámsterdam: John Benjamins. https://doi.org/10.1075/pbns.13.03hen

Hengeveld, Kess. 2024. Adverbs. En van Lier, Evan (ed.), The Oxford handbook of word classes. 384-419. Oxford: Oxford University Press.

Hengeveld, Kess & Mackenzie, Lachlan. 2008. Functional discourse grammar: a typologically-based theory of language structure. Oxford: Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199278107.001.0001

Hill, Jane. 2005. A grammar of Cupeño. Los Ángeles: University of California Press.

Hill, Jane & Hill, Kenneth. 2019. Comparative takic grammar. Berkeley: University of California. Versión en línea. https://escholarship.org/uc/item/6tr732gg

König, Ekkehard & Siemund, Peter. 2007. Speech act distinctions in grammar. En Shopen, Timothy (ed.), Language typology and syntactic description. Vol.1: Clause structure, 276-324. Cambridge: Cambridge University Press.

Launey, Michel. 1986. Catégories et operations dans la grammaire nahuatl. París: Unversidad de Paris IV. (Tesis de doctorado).

Launey, Michel. 1992. Introducción a la lengua y literatura náhuatl. México: UNAM.

León Portilla, Miguel. 2008. La tinta negra y roja: antología de poesía náhuatl. Barcelona: ERA-El Colegio Nacional-Círculo de lectores - Galaxia Gutenberg.

Liedtke, Frank. 1998. Illocution and grammar: a double-level approach. En Hannay, Mike & Bolkestein, Machtelt (eds.), Functional grammar and verbal interaction, 107-127. Ámsterdam: John Benjamins. https://doi.org/10.1075/slcs.44.09lie

Lyons, John. 1977. Semantics. Cambridge: Cambridge University Press.

Mackenzie, Lachlan. 2004. Entity concepts. En Booij, Geert; Lehmann, Christian; Mugdan, Joachim & Skopeteas, Stavros (eds.), Morphologie: ein internationales handbuch zur flexion und wortbildung, vol. 2, 973-983. Berlín-Nueva York: Walter de Gruyter. https://doi.org/10.1515/9783110172782.2.13.973

Mendoza Posadas, Mauro Alberto En preparación. La expresión de la epistemicidad en textos historiográficos nahuas del Centro de México de los siglos XVI y XVII. México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. (Tesis de doctorado).

Molina, fray Alonso de. 2014 [1585]. Arte de la lengua mexicana y castellana. Edición crítica, estudio introductorio, transliteración y notas de Hernández, Ascención. México: UNAM.

Montes de Oca, Mercedes. 2013. Los difrasismos en el náhuatl de los siglos XVI y XVII. México: UNAM.

Montes de Oca, Mercedes. 2017. El náhuatl de escribanía, hacia su caracterización como registro. En Yáñez Rosales, Rosa & Schimdt-Riese, Roland (coords.), Lenguas en contacto, procesos de nivelación y lugares de escritura: variación y contextos de uso, 141-164. Guadalajara: Universidad de Guadalajara.

Narrog, Heiko. 2009. Modality in Japanese. The layered structure of the clause and hierarchies of functional categories. Ámsterdam: John Benjamins. https://doi.org/10.1075/slcs.109

Nördstrom, Jackie. 2010. Modality and subordinators. Ámsterdam: John Benjamins. https://doi.org/10.1075/slcs.116

Olbertz, Hella. 2007. Dizque in Mexican Spanish: the subjectification of reportative meaning. Italian Journal of Linguistics 1. 151-172. https://doi.org/10.1016/j.pragma.2015.03.019

Olmos, fray Andrés de. 2002 [1547]. Gramática de la lengua mexicana. Edición, estudio introductorio, transliteración y notas de Hernández, Ascensión. México: UNAM.

Pescarini, Diego. 2017. Clitic clusters. En The Wiley Blackwell Companion to Syntax. Versón en línea en https://www.researchgate.net/publication/345709543_Clitic_Clusters

Ríos Castaño, Victoria. 2014. Translation as conquest: Sahagún and universal history of the things of New Spain. Madrid: Iberoameri cana-Vervuert. https://doi.org/10.31819/9783954871902

Sadock, Jerrold & Zwicky, Arnold. 1985. Speech act distinctions in syntax. En Shopen, Timothy (ed.), Language typology and syntactic description. Clause structure. Vol. 1, 155-196. Cambridge: Cambridge University Press.

Schachter, Paul & Shopen, Timothy. 2007. Parts-of-speech systems. En Shopen, Timothy (ed.). Language typology and syntactic description. Clause structure. Vol. 1, 1-60. Cambridge: Cambridge university press.

Spencer, Andrews & Luís, Ana R. 2012. Clitics: an introduction. Cambridge: Cambridge University Press.

Steele, Susan. 1979. Uto-Aztecan: an assessment for historical and comparative linguistics. En Campbell, Lyle & Mithun, Marianne (eds.), The languages of Native America: historical and comparative assessment, 444-544. Austin: University of Texas Press.

Steele, Susan. 1989. Agreement and anti-agreement: a syntax of Luiseño. Dordrecht: Kluwer.

van der Auwera, Johan. 2001. Modality: domains, layers and parts of speech. Revista Canaria de Estudios Ingleses 42. 237-248.

Valiñas, Leopoldo. 2013. El adjetivo y sus constituyentes en el náhuatl clásico. Cuadernos de Lingüística de El Colegio de México 1. 287-323.

Vendler, Zeno. 1967. Linguistics in Philosophy. Cornell: Cornell University Press.

Vet, Co. 1990. Asymmetries in the use of tense and modality. En Nyuts, Jan ; Bolkestein, Machtelt & Vet, Co (eds.), Layers and levels of representation in language theory: a functional view, 123-128. Ámsterdam: John Benjamins. https://doi.org/10.1075/pbns.13.07vet

Vet, Co. 1998a. Epistemic possibility in the layered structure of the utterance. En Hannay, Mike & Bolkestein, Machtelt (eds.), Functional grammar and verbal interaction, 149-165. Ámsterdam: John Benjamins. https://doi.org/10.1075/slcs.44.11vet

Vet, Co. 1998b. The multilayered structure of the utterance; about illocution, modality and discourse moves. En Hannay, Mike & Bolkestein, Machtelt (eds.), Functional grammar and verbal interaction, 1-23. Ámsterdam: John Benjamins. https://doi.org/10.1515/9783110901191.299

Von Mentz, Brígida. 2008. Cuauhnáhuac 1450-1675. Su historia indígena y documentos en “mexicano”: cambio y continuidad de una cultura nahua. México: Miguel Ángel Porrúa.

Wolgemuth, Carl. 1981. Gramática náhuatl del municipio de Mecayapan, Veracruz. México: ILV.

Zimmerling, Anton. 2013. An unified analysis of clitic clusters in world’s languages. Texto inédito en línea. https://www.dialog-21.ru/media/1377/158.pdf

Zwicky, Arnold. 1985. Clitics and particles. Language 61. 283-305. https://doi.org/10.2307/414146

Zwicky, Arnold & Pullum, Geoffrey. 1983. Cliticization vs. inflection: English n’t, Language 59. 502-513. https://doi.org/10.2307/413900

Abreviaturas

1: primera persona

2: segunda persona

3: tercera persona

ABS: absolutivo

ADVERS: adversativo

ALT.COMP: alto compromiso epistémico

ANT: anterior

APL:: aplicativo

ASER:: asertivo

COMP.NEUT: compromiso epistémico neutro

CONJ: conjunción

CUANT: cunatificador

CIS: cislocativo

DEM: demostrativo

DET: determinante

DIN: dinámico

DIR: directivo

DISCUR: elemento con valor discursivo

EXTRO: extroverso

EPIST: epistémico

EPIST.NEUT: epistémico neutro

HAB: habitual

IMP: imperativo

IMPERS: impersonal

INTER: interrogativo

INTRO: introverso

IRLS: irrealis

LOC: locativo

MIR: mirativo

NEG: negación

NO.PSD: no pasado

NMLZ: nominalizador

OBJ: objeto

PASIV: pasiva

PFT: perfecto

PL: plural

POS: posesivo

PRPT: participio

PSD: pasado

RDPL: reduplicación

REP: reportativo

REV: reverencial

RFL: reflexivo

SUJ: sujeto

TRANS: translocativo

Anexo de fuentes empleadas

CF= Códice Florentino

II= Anónimo. 1981. Florentine Codex. Book 2: The ceremonies. Paleografía y traducción al inglés de Anderson, Arthur J.O. & Dibble, Charles E. Santa Fe: The school of American

Research-The university of Utah.

III=Anónimo. Florentine Codex. Book 3: The origin of the gods. Paleografía y traducción al inglés de Anderson, Arthur J.O. & Dibble, Charles E. Santa Fe: The school of American Research-The university of Utah.

XII= Anónimo. 1975. Florentine Codex. Book 12: The Conquest of Mexico. Paleografía y traducción al inglés de Anderson, Arthur J.O. & Dibble, Charles E. Santa Fe: The school of American Research-The university of Utah.

D= Chimalpain, Domingo de San Antón Muñón. 2006. Annas of his time. Editado y traducido por Lockhart, James; Schroeder, Susan & Namala, Doris. Stanford: Stanford university press.

VM= del Castillo, Cristóbal. 2012. Historia de la venida de los mexicanos. Traducción y estudio introductorio de Navarrete, Federico. México: CONACULTA.

Notes

1 Por Náhuatl Clásico entiendo la variante empleada en el centro de México en el siglo XVI y XVII y usada para la escritura de documentos coloniales de una amplia variedad de géneros discursivos. Su exacta naturaleza diasistémica no nos es clara en este momento, aunque algunas hipótesis han sido ensayadas. Véase Flores Farfán (2010), von Mentz (2008) y Montes de Oca (2017).
2 Entiendo por morfo un signo lingüístico mínimo (por lo tanto, indivisible), tal y como es definido por Haspelmath (2020).
3 La idea de que los adverbios modifican el sentido del verbo se mantiene en la teoría lingüística contemporánea; de esta forma, por ejemplo, Schachter & Shopen (2007: 20) asumen que la función de los adverbios es modificar verbos, sustantivos y otros adverbios, mientras que para Hengeveld (2024) serán adverbios aquellos elementos que modifiquen núcleos de una clase distinta de la nominal.
4 Molina define adverbio como “quasi añadidura, o cosa añadida al verbo. Por quanto determina la significación del dicho verbo” (2014 [1571]: 219).
5 Para cada ejemplo se proporcionan cinco líneas. En la primera línea el texto aparece como en la fuente original. La segunda línea representa una estandarización de ese fragmento, que en ocasiones coincide con la primera línea, pero no siempre es el caso. La tercera y la cuarta línea contienen el análisis morfológico según los principios del sistema de glosado de Leipzig. Finalmente, proporciono mi traducción en comillas simples. En caso de que fuera necesario confrontar también la traducción elaborada por alguien más, esta se proporcionará con comillas dobles antes de mi traducción.
6 Un dictaminador observa la posibilidad de que yēhua sea un verbo con el sentido ‘hace tiempo’. Considero que debemos descartar esta posibilidad en la medida que la distribución de este elemento es distinta a la verbal; por ejemplo, Carochi (1983: 91v) proporciona la oración: yēhua ōniquittac in ompa teopan ‘lo vi hace tiempo en la iglesia’, en donde yēhua modifica sin necesidad de marcación morfológica a la oración conformada por el núcleo ōniquittac. Los verbos, cuando cumplen una modificación oracional, requieren de alguna marca morfológica especial como -ca, cuyos valores no son del todo claros, además de que pueden ser incorporados al verbo. Por lo tanto, considero que es mejor pensar en este elemento como un adverbio.
7 A lo largo de este texto haré alusión a diferentes tipos de datos. Principalmente, provienen de gramáticas (sobre todo la de Carochi 1983, pero también la de Launey 1986) así como de textos. En este caso, la mayoría de los datos provienen de 9 obras históricas de las que extraje las cláusulas marcadas con los operadores a’zo=, at=, nel=, quil= y mach= y algunos casos de huel=, y que empleé en mi tesis doctoral (en preparación) para analizar la dimensión epistémica en la lengua. En total, este corpus está compuesto por 488 ocurrencias. En este sentido, la propuesta de la existencia de operadores está relacionada con esa investigación, pero abarca otros ámbitos semánticos y un grupo más amplio de morfos. Cuando se aduce a datos negativos (estructuras que no he logrado atestiguar), hago referencia tanto a la inexistencia de las formas en las gramáticas como en mi corpus, así como a búsquedas en herramientas digitales, particularmente las proporcionadas por el Temoa (https://cen.iib.unam.mx/) y el Corpus axolotl (https://axolotl-corpus.mx/). Es importante resaltar que, a pesar de que asumo que la inexistencia de ciertas estructuras en los testimonios textuales presupone agramaticalidad, este es solo un proceso inferencial basado en la presuposición de que las estructuras atestiguadas nos permiten vislumbrar, en términos generales, la gramática de esa lengua (en este caso, en el sentido de que una lengua L es un conjunto formado exclusivamente por las oraciones que un hablante-oyente ideal reconoce como posibles y ninguna otra). Sin embargo, los datos empleados en realidad suponen tendencias de esta gramática y no los límites de las estructuras.
8 En NC es evidente el funcionamiento de una metáfora como ‘el tiempo es espacio’ pues ítems como nechca, que tienen sentidos locativos, pueden emplearse para la descripción temporal. En este caso, la presencia de un elemento completamente temporal como ye= en la cláusula desambigua la lectura.
9 No es del todo claro qué entiende el autor por “función adverbial”, pero es evidente que está asociada a la modificación de algún otro constituyente. Tal vez podríamos interpretar que es la modificación de cualquier otro elemento que no sea nominal, pues precisamente esta es la característica que atribuye a la función adjetival (Andrews 2003: 395 y ss.).
10 Recuérdese el análisis del autor en torno a la omnipredicatividad en la lengua.
11 Respecto de esto, podríamos asumir que los adverbios son “defectivos” en tanto que solo pueden ocurrir en tercera persona, que suele indexarse a partir de un morfema cero. Los nominales pueden presentar las marcas de sujeto, pero no las marcas de TAM, para lo cual se emplea una forma copulativa o algún tipo de predicado existencial-posicional. Los verbos, además de persona, expresan marcas de TAM, algunas a partir de bases verbales y otras a partir de sufijos.
12 Como hizo notar un dictaminador, es verdad que los clíticos aquí analizados tienen un comportamiento fonológico particular; por ejemplo, el operador de anterioridad ō= opera fuera de la fonología léxica; ello es evidente porque su presencia no repara la secuencia *CC que se produce cuando el prefijo de objeto /k-/ se afija a una base verbal que inicia con consonante; por el contrario, la /i/ epentética empleada en la lengua para este fin aparece en todas las ocasiones. Así, encontramos formas como /o:=kitʃiw/ pero jamás */o:=ktʃiw/ para ‘lo hizo’. Sin embargo, en ocasiones los clíticos detonan procesos de asimilación que solo operan a nivel léxico (por ejemplo, /tɬ/ y /ʝ/asimilado a /l/ en el linde morfológico), como en el caso de achcanell amatini (acha nel=lamatini) que proporciona Carochi (1983: 111r), en donde el clítico nel= detona la asimilación de tlamatini. Nuevamente, el comportamiento de estos elementos no es homogéneo. A este respecto, en el tercer capítulo de la tesis de Mendoza Posadas (en prepración) se comentan con más abundancia algunas particularidades morfofonológicas de los clíticos del NC.
13 Haspelmath (2020: 119) define a los afijos como “bound morph that is not a root and that cannot occur on roots of different root classes”. El criterio de selectividad está ya en esta definición que, posteriormente, se vuelve el criterio fundamental para distinguir entre afijos y clíticos.
14 Pienso que otra forma de resolver este problema es asumir que estos elementos son un tipo de afijo fraseal, particularmente de la frase verbal. Asumiendo esta posibilidad, tendríamos que llamar prefijos a estos elementos, pues sí tendrían selectividad respecto de la entidad con la que coocurren. La aparente falta de selectividad sería, por lo tanto, solo un fenómeno de la linealidad que caracteriza al lenguaje en sus condiciones materiales. Considero, sin embargo, que tratar estos morfos como una clase aparte permite también explicar otros procesos que les son peculiares y de los que hablaré en el siguiente apartado.
15 Observa un dictaminador que la forma te’= puede aparecer en todas las posiciones oracionales, por lo que no podría ser considerado clítico. Considero que en su distribución esta forma se parece a ye’=, sobre la cual Launey (1986) se pronuncia abiertamente por su incapacidad predicativa. En esto, las formas pronominales breves se contraponen a las formas largas en la medida que estas últimas tienen la distribución de un nominal y pueden ser el núcleo de la predicación. Sin embargo, las formas breves son menos comunes que las formas largas en los textos (véase Launey 1992: 41 y ss.).
16 Un comentario crucial hecho por uno de los dictaminadores consiste en observar la posible contradicción entre la idea de ‘no selectividad’ y un ordenamiento específico de los clíticos de la lengua entre ellos. Considero, sin embargo, que ambas afirmaciones no son contradictorias, sino que responden a diferentes necesidades analíticas; la primera de ellas responde al comportamiento de los operadores en relación con el elemento con el que coocurren, lo que asegura su condición clítica. La segunda responde a la necesidad de caracterizar las relaciones entre elementos de una misma clase; es solo en esta situación que se vuelve evidente que los clíticos guardan un ordenamiento muy restringido entre ellos. Como la coocurrencia entre ellos es una tendencia, pero no una condición necesaria, ninguno de estos clíticos está determinado por la aparición de otro, de tal forma que afirmar que nel= solo puede aparecer antes de ye= (en cuyo caso sí habría un tipo de selectividad) no es una descripción adecuada del fenómeno.
17 En mi propio corpus de un total de 74 ocurrencia de nel=, ca=nel= cuenta con 53 datos, mientras que nel= en contextos interrogativos presentan 19 ocurrencias. En ninguno de estos casos interrogativos, como es de esperarse, coocurre con el clítico ca=.
18 A falta de espacio, no discuto aquí formas de coalescencia de operadores. Véase el tercer capítulo de Mendoza Posadas (en preparación) para un acercamiento a estas formas.
19 Un análisis similar, pero de las “partículas” al final de la cláusula en japonés, puede leerse en Narrog (2009).
20 En principio, la descripción general se apega a lo expuesto por Dik (1997). Cualquier precisión que sale de esta exposición es referida donde es necesario.
21 Desde las primeras páginas de su monografía sobre el modelo, el propio Dik (1997: 8) menciona que “there is no room for something like an “autonomous” syntax. On the contrary, to the extent that a clear division can be made between syntax and semantics at all, syntax is there for people to be able to form complex expressions for conveying complex meanings, and such meanings are there for people to be able to communicate in subtle and differentiated ways”.
22 Podemos concebir la Estructura en Capas como “a framework for the organization of content” (Harder 1990: 145).
23 La formulación original de esta distinción dentro de la GF se plantea de la siguiente manera: “predications […] have two different functions: a descriptive function and a content function. A predication not only gives a description of the external situation the speaker refers to within his speech act, it also represents the propositional content or message unit processed within that speech act” (Hengeveld 1989: 127).
24 Es decir, el lexicón.
25 Se establece una especie de equivalencia entre el sentido léxico y la capacidad predicativa; de alguna forma, estoy haciendo la misma asunción en este texto.
26 La aceptabilidad de este quizás tiene que ver con que se establece como poco cierto el conocimiento sobre la entidad ‘Silvio Rodríguez’, pero no sobre todo el Estado de Cosas que contempla al predicado cantar en el Auditorio Nacional. Este tipo de fenómenos son llamados en el modelo ‘reducción de alcance’ (Olbertz 2007).
27 Para el modelo existen dos módulos: uno pragmático y otro gramatical. Los elementos descritos aquí pertenecen todos al módulo gramatical. El módulo pragmático no se manifiesta en sí mismo de manera formal, sino que está compuesto por las intenciones comunicativas de quien habla. En última instancia, estas intenciones encuentran algún tipo de expresión formal en el módulo gramatical, pero también se encuentran en el contenido inferido y que no es verbalizado.
28 A’zo es un elemento extraño entre los operadores por su naturaleza bisilábica. Además, existe un elemento at=, que es indudablemente un operador, que tiene el mismo sentido de soporte neutral epistémico. -zo aparece en otros elementos conectivos como nozo, que parece relacionar principalmente nominales, o a’nozo, una conjunción de elementos con contenido proposicional. En este sentido, a’zo sería parecido a otros ítems como nelle’. Sin embargo, entre mis datos no he logrado recabar contextos que me permitan clasificarlo como adverbio o que permitan asegurar su pertenencia a la categoría operador. Por ahora, lo trato como miembro de este conjunto.
Cómo citar: Mendoza Posadas, Mauro Alberto. 2025. Adverbios y operadores en la gramática del náhuatl clásico. Cuadernos de Lingüística de El Colegio de México 12, e324. DOI: 10.24201/clecm.v12.324


Buscar:
Ir a la Página
IR
Scientific article viewer generated from XML JATS by