Reseñas
Recorrer el pasado y el territorio en la cañada oaxaqueña
Aquetzalli Nayeli. Mora Jiménez. La Cañada oaxaqueña: región multiétnica con un pasado compartido.Configuración territorial y cultural de Nandya Chiquihuitlán,Ñu ka’nu y Ñu Tachi, siglos XVI-XVIII. Secretaría de Cultura, INAH, INEHRM. México. 2022.
Dice Giovanni Papini, en un sabio ensayo sobre la libre escuela: “Los maestros deben conservar el derecho de enseñar lo que juzguen conveniente; pero los estudiantes deben adquirir por su parte el derecho, sagrado e inviolable así mismo, de aprender lo que les plazca” [1973: 122]. Aprender es un acto, adquirir herramientas de aprendizaje es otro, pero lo más difícil, muchas veces, es mostrar lo aprendido.
El libro que hoy reseño es fruto de ese proceso y de la adquisición de herramientas de aprendizaje. La autora, Aquetzalli Nayeli Mora Jiménez, motivada por inquietudes surgidas tanto de su inherente pasado familiar como por las que la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) le despertó del pasado indígena y de cómo contar su historia, recorrió tanto metafóricamente como realmente la Sierra Cuicateca en la búsqueda de respuestas y halló ahí, en el lejano terruño, la conexión de la complejidad social y cultural con el dinamismo territorial cambiante de los procesos. Y ya como una egresada e investigadora concretó estos pilares de su formación en un trabajo de tesis primero, y después, depurado y galardonado, en la obra que hoy tenemos en las manos.
Este libro, constituido por seis capítulos, algunos preámbulos, un prólogo —de la doctora Laura Rodríguez Cano— y un cuarteto de apéndices nos conduce por dos sendas que reflejan esas inquietudes, referidas antes: primero, quiénes son los actores que habitan ese espacio y, segundo, cómo se desplazaron los procesos históricos en tan abrupto escenario.
Por medio de un camino trazado, que son sus explicaciones generales de los procesos históricos de la región, y de ésta inserta en estructuras políticas más amplias, nos conduce por la galería de datos, recopilados por más de tres años —muchos más, si consideramos la herencia familiar que posee— hasta arribar a salones de explicaciones generales y, con atino, nos muestra dónde tiene pasos aún no del todo seguros en su investigación, hipotéticos algunos de ellos, pero resalta también los pasos firmes que le permiten darnos explicaciones de los fenómenos del espacio y sus habitantes, del territorio y de la cultura de los pueblos que comparten ese rincón de la Sierra Cuicateca.
Destaco, de entre los varios temas que trata, la idea de regionalización de la Sierra Cuicateca, donde la complejidad social y la multietnicidad está presente, y es donde la idea de los territorios continuos resulta insuficiente para la explicación de los fenómenos históricos. Es necesario, entonces, volver a considerar la forma en cómo nosotros, los investigadores, generamos herramientas analíticas de los grupos sociales. La región, al ser un espacio donde se desenvuelven relaciones sociales, limita su utilidad al ámbito de los alcances [Rosas et al. 2022: 141]. Por ello, la autora propone una “regionalización” con base en lo que Heladio Ramírez López, exgobernador de Oaxaca en el siglo pasado, postuló cómo deberían ser estos espacios. Ello le permite a la autora un manejo de datos mayormente comparables de los espacios donde estudia, aunque también le limita en la perspectiva de la comparación de espacios semejantes en otros lares.
Tal regionalización le sirve como unidad de análisis principalmente al adentrarse al complejo tema de los asentamientos prehispánicos. Éstos, muchos de ellos, resultan ser reconocidos entre los pobladores actuales como lugares de origen o “de los pasados”. Mora reporta una gran cantidad de sitios insertos en la serranía que procura, de la mejor forma, relacionarlos con los limitados registros de asentamientos novohispanos tanto de la microrregión cuicateca como de la cañada mazateco-cuicateca, ambos al pie de la Sierra. Tales correlaciones con los registros arqueológicos de las zonas bajas, si bien son sugerentes, requieren de validación a futuro, pues es necesaria una investigación de algunos de estos sitios para realizar una cronología más precisa que dé cuenta sincrónica y diacrónica de la ocupación y con ello poder asociar tales sitios con lo acaecido ya durante el periodo virreinal. Falta, pues, ese puente que conecte ambas series de datos.
Por eso mismo, la regionalización queda un poco de lado en cuanto se adentra a los temas etnohistóricos: el territorio histórico y las jurisdicciones políticas novohispanas. La autora logra averiguar algunos sucesos que resultaron en la configuración de la microrregión de estudio, ya entonces considerada dentro de las jurisdicciones de la Nueva España. El siempre peliagudo tema de las jurisdicciones lo resuelve la autora con generalizaciones contextuales y algunos datos relativos al tema. Esto le abre paso a la discusión que tanto más le llama la atención como de la que halló más datos: el problema de tierra durante el periodo colonial. Enfocada ya hacia el siglo XVIII, aunque con visos al pasado inmediato, Mora registra y analiza algunos documentos de composiciones de tierra, como los “títulos primordiales” —de los que justifica su nombre, mas no su carácter— y con base en ellos distingue diferentes momentos de reconocimiento de la posesión que se le dio a los pueblos de Chiquihuitlán, y a sus vecinos.
La configuración del espacio, ya sea territorial o de territorialidad, se ve reflejada cuando se plasma en soportes físicos. En este caso, la autora revisa y estudia minuciosamente un par de mapas. Destaca de uno de ellos la indicación, totalmente necesaria, de que se doble el papel para entender el espacio y lo abrupto de éste. Tal mapa, más allá de ilustrar con belleza simple la portada del libro, nos permite acercarnos al pensamiento de quién generó el mapa e imaginar, con el papel doblado, la creatividad que ocupó para exponer su espacio.
La historia por medio de las narrativas de los pobladores y su reflejo en la forma de nombrar los lugares son otros temas que aborda también la autora. El espacio, de nuevo, surge como opción de anclaje en el estudio de los pueblos originarios. Mediante las narrativas y la historia oral, como con el registro toponímico, la autora da muestra de la interdisciplinariedad en cómo aborda el tema del espacio. Con herramientas antropológicas y de la lingüística, sin pretender ser especialista en ellas, obtiene resultados favorables que le permiten exponer cambios en la forma de nombrar el espacio, tema que parece menor pero que resulta muy importante para los habitantes de la microrregión.
El libro, entonces, abunda en ejemplos y datos concretos extraídos de las fuentes analizadas. Los temas son variados; algunos de ellos muy complejos, sin embargo, la autora logra dar coherencia al comparar los datos y exponer la complejidad de las relaciones sociales entre los diversos habitantes de la microrregión de estudio. Con hipótesis a comprobar, sin pretender ser la verdad absoluta de ese “pasado compartido” y con un enfoque que prioriza la evidencia intrínseca antes que las comparaciones analógicas para llenar vacíos, Mora Jiménez nos brinda una lectura crítica de la configuración del espacio y de las culturas que habitaron ese rincón serrano.
Cierto es que no es novedoso este tipo de estudios. La Etnohistoria como disciplina tiene cantidad de ejemplos de investigaciones de corte similar, tan sólo véanse los múltiples trabajos publicados en revistas como Ethnohistory, Anales de Antropología, Cuicuilco, entre muchas otras,1 aunque hay todavía pocos estudios sobre la región y las cercanías y pueblos vecinos, algunos de ellos similares, pero no iguales.2
Por ello, la ventaja que la autora vio y aprovechó fue la de priorizar, insisto, la evidencia intrínseca de los grupos sociales estudiados, es decir, optó en su método —naturalmente derivado de su marco teórico— por recurrir y anteponer las informaciones provenientes de los pueblos de estudio, el dialogar con los cercanos, mediante entrevistas con las personas de las poblaciones estudiadas y con la documentación, hallar voces que no siempre suelen ser escuchadas, que en ocasiones quedan supeditadas a otros discursos, en especial los cohesionadores o a aquellos que cubren vacíos con semejanzas.
La autora buscó los datos procedentes de los archivos locales, recorrió los sitios históricos asociados a las fuentes, entabló diálogos con los habitantes sobre su pasado y con todo ello tejió un lienzo de significados asociados, cuyas costuras en ocasiones son visibles, otras más llegan a ovillos o nudos difíciles o imposibles de seguir, pero que en general resultan ser explicativos de los fenómenos que se entrelazaron y que en conjunto permiten dar respuesta a una serie de interrogantes sobre tales actores y del espacio.
Resulta necesario decir, por si se desconociera, que el libro es la reelaboración de una tesis de licenciatura en Etnohistoria de la ENAH, la cual fue acreedora en 2021 del primer lugar del Premio Especial 500 años: conquista y resistencia indígena, que otorgó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), también merecedores de premio (segundo lugar y mención) fueron otras dos investigaciones surgidas de la licencia-tura de Etnohistoria. Involucrada en al menos dos de ellas, la doctora Rodríguez Cano prologa la obra de Mora al dar algunos puntos clave a seguir en la narrativa.
La lectura del libro físico en sí es un acto íntimo, personal, grato; texturas, aromas, enfoques, acercamientos, regresiones, recapitulaciones, todo ello depositado en el papel, material de lectura, pero, si se quisiese una mayor practicidad, también se editó en digital y está para su descarga gratuita en la página de internet del INEHRM.
Queda al lector, tanto al especialista como al ajeno a los ocasionales ridículos sectarismos académicos, la última palabra en torno a los aportes y vacíos que hallase en la obra; para mí es la crítica a la forma de impresión de las imágenes que al ser originalmente creadas a color, el blanco y negro les resta nivel de explicación, que era lo pretendido con la gama cromática. También el recorte que conozco la autora hizo a la obra original. En este medio académico hacen falta más publicaciones de estudios relevantes como éste, sin cortes innecesarios; sólo cuando logremos una política editorial académica que exponga las novedades en sincronía con las discusiones académicas podremos ver los frutos de los vastos estudios generados en las instituciones públicas de este país.
Pero, más allá de estos reclamos propios, la Sierra y las regiones de Oaxaca reclaman su voz y expresan su protagonismo cada vez más concreto. Hemos decir que Aquetzalli Nayeli Mora Jiménez logra dar voz a la cultura y al espacio serrano; en hacernos caminar con ella entre las nubes serranas y los caminos dificultosos, pero ansiosos por conocer otro espacio más que posee una riqueza invaluable en Oaxaca.
REFERENCIAS
Doesburg, Sebastián van. (2001). Códices cuicatecos. Porfirio Díaz y Fernández Leal. Miguel Ángel Porrúa. Gobierno Constitucional del Estado de Oaxaca. México.
Harvey, Hunter R. y Hanns Prem. (1984). Introduction, en Explorations in Ethnohistory. Indians of Central Mexico in the Sixteenth Century, Hunter R. Harvey y Hanns Prem (eds.). University of New Mexico Press. Albuquerque: 1-21.
Ortiz Díaz, Edith (ed.) (2018). Tuxtepec en el siglo XVI. Arqueología e historia, Edith Ortiz Díaz (ed.). IIA- UNAM. México.
Papini, Giovanni. (1973) [1915] Masculinidad. Organización Editorial Novaro. México.
Restall, Matthew. (2001). Filología y etnohistoria. Una breve historia de la “nueva filología” en Norteamérica. Desacatos. Revista de Ciencias Sociales (7): 85-102.
Rosas Salinas, Rodolfo; Aquetzalli Nayeli Mora Jiménez y Laura Rodríguez Cano. (2022). Vivir en la frontera. Tres ejemplos de análisis históricos en regiones de fronteras étnicas en Oaxaca y Puebla, México. Desacatos. Revista de Ciencias Sociales (69): 138-155.
Zertuche-Cobos, Víctor Alfonzo. (2020). La Sierra Cuicateca: Configuración y reconfiguración de una región étnica de Oaxaca en el pasado prehispánico y colonial, tesis de doctorado. Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas. Morelia.
Notes