EDITORIAL

El lenguaje científico

Horacio Ángel Lopardo
Federación Bioquímica de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

El lenguaje científico

Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana, vol. 56, núm. 2, pp. 137-138, 2022

Federación Bioquímica de la Provincia de Buenos Aires

El lenguaje científico

Algunos de nosotros hemos tenido la suerte de haber sido formados por tutores que nos enseñaron que en los escritos científicos no debían utilizarse elementos retóricos y que las frases demasiado largas a menudo resultaban pesadas o poco claras. De esta forma se corría el riesgo de que nuestros conceptos o nuestros resultados no fueran interpretados correctamente.

Esta revista, como cualquier otra publicación seria, trata de mantener un estilo propio dentro de lo que nuestro idioma permite. Por ejemplo, preferimos el uso de frases y palabras de uso corriente en nuestra jerga científica y no de las utilizadas en España, como por ejemplo: “sitio blanco” en lugar de “sitio diana”, ciprofloxacina y no ciprofloxacino y sensibilidad a los antibióticos” y no “susceptibilidad a los mismos”.

Si bien aceptamos palabras del inglés (anglicismos) o de otros idiomas (extranjerismos), las escribimos con letras cursivas y rechazamos los barbarismos (vocablos extranjeros castellanizados de uso infrecuente), aunque la Real Academia Española pueda aceptarlos (p. ej. güisqui por whisky). La nueva tecnología ha inundado nuestra lengua de términos que pueden ser utilizados indistintamente con sus traducciones, que a veces suelen ser más inapropiadas. De todos modos ABCL acepta tanto tampón como buffer, primers como iniciadores o cebadores, screening como tamizaje o target como sitio blanco. Hay otros términos más difíciles de traducir; tal es el caso de pool (plural pools) o swarming y otros donde la traducción suena más imprecisa (p. ej. desempeño por performance al referirse a un método). En estos casos preferimos los nombres en la lengua original escritos en cursiva.

Tanto para indicar la hora como para expresar una magnitud de tiempo, se usa un símbolo, no una abreviatura. Cuando la hora se escribe en números, puede emplearse tras las cifras el símbolo h (hora), que, como la mayoría de los símbolos de unidades de medida, debe escribirse sin punto (salvo que se trate del que marca el final del enunciado), en minúscula (dado que no es un símbolo que deriva de un nombre propio de persona) y separado por un espacio de la cifra que acompaña (p. ej. 24 h o 16:30 h). Los símbolos son invariables en plural, por lo que no debe escribirse 24 hs. Lo mismo para minutos (min) y segundos (s) (1). Los acrónimos y las siglas van sin punto (p. ej. OMS u OVNI) y, en los casos en que deban utilizarse en plural, no se modifican (p. ej. las CIM y no las CIMs). Por otra parte, las abreviaturas llevan punto final si es una sola palabra y también puntos intermedios si son más de una (p. ej. Dr. o r.p.m.).

Cuando se prepara un manuscrito, para conocer el estilo de la revista elegida, sugerimos que se consulten sus normas o recomendaciones y leer algún artículo del mismo tipo ya publicado, porque, además de poder presentar distintas secciones, puede haber diferencias de estilos.

Hemos recibido algún trabajo en que los autores utilizaron el lenguaje inclusivo. Desde el Comité Editor de ABCL no juzgamos a quienes lo utilizan, aunque estamos convencidos de que la inclusión no se ejerce con el solo cambio de una letra. El uso de este lenguaje le resta seriedad al artículo porque su aplicación no respeta ninguna normativa de escritura. Se dice que solo se utiliza el género neutro para las personas, pero muchos defensores de esta modalidad vacilarían al tener que escribir la frase: “todos los argentinos y el resto de las personas”. Hay quienes prefieren “todes les argentines y el resto de las personas” y quienes utilizarían “todes les argentines y el resto de les persones”. Este ejemplo demuestra la ambigüedad de criterios.

También hay términos desagradables al oído como los vinculados a las profesiones: “le medique, le bioquimique, le arquitecte”, etc.

Somos conscientes de que los idiomas cambian y se enriquecen con nuevos términos, neologismos que la Real Academia Española (RAE) va aceptando por su uso frecuente en determinados ámbitos. Que el lunfardo ha invadido el decir popular en la Argentina no es novedad e, independientemente de la aceptación de alguno de sus términos por la RAE, su uso en el ámbito académico resulta inapropiado.

Sabemos que los idiomas prefabricados como el esperanto han tenido un destino efímero y creemos que ocurrirá lo mismo con el lenguaje inclusivo, su uso no reglado y forzado parecería augurarle un futuro muy corto. Más allá de ello, las revistas científicas no deberían guiarse por modas o gustos personales de los autores en aras de transmitir los conceptos con claridad y precisión.

Es así que el Comité Editor de ABCL, como lo manifiesta en sus “recomendaciones para autores”, se reserva el derecho de realizar cambios ortográficos y sintácticos de los artículos a publicar para mantener un estilo propio, los que deberán ser aceptados por los autores siempre que estos cambios no modifiquen el sentido de las frases.

Referencias bibliográficas

Fundéu Argentina. Disponible en: https://fundeu.fiile.org.ar/page/ recomendaciones/id/87/title/símbolo-de-hora,-mejor-que-abreviatura (Fecha de acceso: 24 de mayo de 2022)

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