LA SELECCIÓN DE LOS PROBLEMAS AMBIENTALES EN PANAMÁ: UN ASUNTO DE POCOS
LA SELECCIÓN DE LOS PROBLEMAS AMBIENTALES EN PANAMÁ: UN ASUNTO DE POCOS
Tareas, núm. 156, pp. 83-99, 2017
Centro de Estudios Latinoamericanos "Justo Arosemena"
Resumen: El presente artículo pretende realizar un acercamiento a la selección y reconocimiento de los problemas ambientales de la ciudad de Panamá. Se explorará, en primera instancia, la diversidad y complejidad de los problemas ambientales. En segundo lugar, teóricamente se expondrá el proceso de selección de los problemas ambientales, los cuales son priorizados, sobre el resto, respondiendo a un interés de tipo económico. Finalmente, se expondrán los mecanismos de internalización mediante los cuales los diversos grupos sociales lo acogen y asumen. Es decir, cómo son reconocidos los problemas ambientales en el imaginario social de los diferentes grupos sociales que conforman la sociedad.
Palabras clave: Ambiente, cultura, economía, imaginario social, ciudad de Panamá.
La diversidad de problemas ambientales
Los problemas ambientales actuales son de carácter global, impredecibles, con alto poder de devastación, acumulativos, no focalizados, entre otras características. Este carácter global se desprende del nivel de afectación al que han estado expuestos los sistemas ambientales del planeta, cuya magnitud en los tres últimos siglos ha rebasado su capacidad regenerativa, produciendo el rompimiento de su equilibrio natural. Esta situación resulta de la interacción entre las diversas actividades productivas, mediadas por la ciencia y la tecnología, que han dado a la producción una capacidad de afectación sin precedentes.
En las últimas décadas se ha empezado a dejar sentir una preocupación permanente por el tema ambiental. Este, en efecto, ha llegado a representar un riesgo tanto para la supervivencia de las distintas especies que habitan el planeta, como para la vida de la especie humana. Los riesgos tienden a ser múltiples.
El funcionamiento del sistema natural requiere operar en equilibrio. Ese equilibrio se ve afectado hoy por las diferentes intervenciones sobre el medio natural generadas por la actividad productiva de los grupos sociales, en particular a partir de la revolución industrial hasta la actualidad. De allí ha resultado un entorno natural incierto.
El sistema natural manifiesta diversas problemáticas íntimamente vinculadas a su carácter simbiótico, de aquí su complejidad. En efecto, una intervención focalizada en tiempo y espacio sobre un determinado elemento, cuya extracción sea desproporcionada, generará efectos en otros sistemas en otras áreas geográficas, dada su interconectividad y su carácter acumulativo. Esto hace que la problemática desencadene una cantidad indeterminada de problemas ambientales con distintos niveles de afectación y consecuencias.
Algunas problemáticas ambientales de riesgo global y su incidencia en Panamá
Muchas problemáticas de origen ambiental se encuentran latentes y en proceso acumulativo, o simplemente no han sido percibidas. Esto no significa que no tengan manifestaciones. El reconocimiento de la problemática ambiental está asociado a niveles de afectación en los estilos o dinámicas de vida de los diferentes grupos humanos. Si en su entorno inmediato las personas no ven impactado su diario acontecer, la naturaleza, como dijese Ulrich Beck, transitará de manera indiferente y desapercibida. En una importante medida, el reconocimiento de la problemática ambiental está asociado a su internalización simbólica, esto es, asociada a los valores, intereses y representaciones de los imaginarios sociales.
En las interacciones de los diferentes grupos con el ambiente natural, la capacidad de carga del mismo, sus límites e interconexiones, han estado ausente en la toma de decisiones en lo que se refiere a la previsión del riesgo ambiental. Estas intervenciones han estado mediadas básicamente por el desarrollo de la ciencia y la tecnología, que les han permitido ir tan lejos como lo ha permitido el nivel de desarrollo y progreso de éstas. En modo alguno han sido consideradas las consecuencias que esta intervención tendría en el sistema natural.
Al respecto, cabe recordar que a partir de la revolución industrial, la introducción de la mecanización de la producción abrió paso a impactos sin precedentes sobre la naturaleza, tanto en lo relativo a la extracción de recursos como a la generación de desechos contaminantes. Esto generó la posibilidad de rebasar la capacidad del sistema natural para mantener un funcionamiento que asegure las condiciones de la vida sobre el planeta. No es casual que cuando los científicos se refieren a las afectaciones sobre el sistema natural, señalen como punto de inflexión el paso del período pre – industrial al post – industrial.
Con la era industrial se instaló la capacidad de las intervenciones en el medio natural para generar efectos globales. Aquí radica, en última instancia, la diferencia entre el antes y el después en lo que a las interacciones antropogénicas se generan con el ambiente natural: Es en esta era cuando se comienza a manifestar la vulnerabilidad, la delicadeza y los límites del sistema natural.
A esto se agrega que a partir de esta era las interacciones tienden a incrementar su envergadura y su impacto, conforme transcurre el tiempo. Cabe decir, incluso, que la ciencia y la tecnología dejan de ser primordialmente un beneficio para la humanidad para convertirse en un instrumento al servicio de unos pocos, contribuyendo al desarrollo de un sistema económico orientado fundamentalmente hacia la ganancia.
El sistema económico de mercado, en efecto, no tiene límites para generar ganancias y estimular el consumo. Con esto, en palabras de James O’ Connor, el sistema natural se ve convertido en el grifo y el sumidero del sistema económico. Así, un sistema sin límites pasa a interactuar con otro total y absolutamente limitado, vulnerable y desprotegido.
Este tipo de interacción abre paso a la problemática ambiental de tipo global, cuyas consecuencias están poniendo en riesgo la vida en el planeta. Dos problemas de esa escala global tienen especial importancia aquí. Uno es el deshielo de los casquetes polares cuyas principales consecuencias incluyen el aumento del nivel del mar, la pérdida de especies propias de ese hábitat, cambios en los patrones de circulación de agua en los océanos, afectación al eje de la tierra, grandes desplazamientos y pérdida de vidas y bienes materiales, y afectación de la oferta de agua para consumo humano.
Cada una de estas consecuencias presenta un riesgo singular por los desplazamientos que genera hacia otros subsistemas. Estas consecuencias no tendrán retorno y afectarán por lo menos el estilo de vida de los diferentes grupos humanos. En Panamá existen áreas que han tenido que ser objeto de reasentamiento debido al aumento del nivel del mar, como la isla Gartí Sugdup en Guna Yala, donde habitan aproximadamente unos mil indígenas.1 Otras zonas afectadas incluyen la Costa Abajo de Colón, sectores de Chame, Veraguas y Azuero. Otra problemática importante consiste en la pérdida de manglares. Entre sus consecuencias están la pérdida de hábitat críticos para muchas especies marinas y terrestres, la erosión de las costas, el deterioro de la vida en los arrecifes, inundaciones, y la pérdida de barreras naturales contra sunamis, oleajes y huracanes.
En Panamá se ha perdido el 55 por ciento de los humedales desde 1969. Esto está provocando migración de las comunidades cercanas, debido a la exposición de riesgos como inundaciones, erosión y demás, pérdida de actividades económicas de subsistencia y la pérdida de especies marinas.
Otras problemáticas de nivel crítico que cabe mencionar incluyen el cambio climático, la sobrepesca, la lluvia ácida, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad, la pérdida de la capa de ozono, la pérdida de arrecifes coralinos y muchos más. Todas estas problemáticas son objeto de cumbres mundiales que generan una serie de compromisos que poco y nada tocan al principal generador de tales efectos, las actividades empresariales e industriales. De allí el poco avance en tratar de frenar el ritmo de desarrollo de algunas de las problemáticas mencionadas.
En última instancia, los riesgos son múltiples y complejos, a la sociedad no le es fácil administrarlos en su conjunto. Debido a ello, realiza un proceso de selección de aquellos problemas hacia los cuales destinará recursos por encima de otros. En ese sentido, es importante identificar las formas mediante las cuales son seleccionados los problemas que pasan a ser considerados prioritarios y los mecanismos que permiten que los diferentes grupos sociales asuman como propia esa prioridad, por encima incluso de otros problemas que los afectan directamente.
Criterios en la selección de los problemas ambientales
La naturaleza se debate entre dos tipos de racionalidades en lo que concierne al tema ambiental, cuyas contradicciones contribuyen a generar conflictos ambientales. Por un lado, la racionalidad económica; por otro, la referida a las percepciones culturales, derechos comunales e intereses sociales, según lo plantea Enrique Leff. Ambas racionalidades comprenden de manera distinta lo relativo a la apropiación de la naturaleza. Así, aun cuando ambas esgriman argumentos de defensa al ambiente, lo hacen desde la perspectiva de estilos de vida o de intereses económicos distintos y, a menudo, antagónicos. La naturaleza por sí misma no tiene resonancia en este debate.
Los conflictos ambientales que se desarrollan a lo largo del país expresan el enfrentamiento entre estos dos tipos de racionalidades, cambiando los actores. A esos actores, además, se agrega el Estado, representado por la administración del gobierno de turno.
Al Estado, en efecto, le corresponde administrar los procesos de gestión ambiental, establecer las prioridades en la atención a esos procesos y ejecutar las acciones que se deriven de esas prioridades. Así, la página web del Ministerio de Ambiente indicaba en 2016 que sus recursos estaban concentrados en seis áreas de prioridad: Supervisión y monitoreo de la calidad del agua, manejo y desarrollo de áreas protegidas, programa de voluntarios ambientales, formación de capacidades de cambio climático y gestión de cuencas hidrográficas, y el proyecto nacional de datos, voz y video.
La mitad de estas áreas prioritarias está asociada con la preservación del recurso agua. Las demás, por su parte, incluyen componentes vinculados a ese tema. Esto hace evidente que la administración de las problemáticas ambientales del país se estructura en torno a la gestión del agua.
No hay duda de la importancia de los aportes del Canal de Panamá al producto interno bruto (PIB) del país. Esto ayuda a entender que el Estado otorgara prioridad a los problemas ambientales asociados a la operación del Canal. En ese sentido, no es casual que los grupos económicos asociados a esta actividad otorguen especial importancia a los factores que podrían poner en riesgo la disponibilidad de agua. Así, por ejemplo, los medios de comunicación y las instituciones que administran el tema ambiental destacan aquellos problemas asociados al agua, como la deforestación, la gestión de desechos y las sequías e inundaciones. Otros problemas que afectan a zonas específicas del país y que a mediano plazo se convertirán en afectaciones significativas, no son atendidos ni destacados.
Algunas premisas teóricas sobre el papel de la cultura
La cultura imperante en la modernidad ha cambiado sustancialmente con respecto a la del capitalismo tardío, correspondiente a la época actual según Mendel. De acuerdo a estudiosos como Guilles Lipovietsky,
La cultura-mundo actual significa el fin de la heterogeneidad tradicional de la esfera cultural y la llegada de la universalización de la cultura comercial, conquistando las esferas de la vida social, los estilos de vida y casi todas las esferas de las actividades humanas. En esta nueva cultura encontramos nuevos problemas con repercusiones globales tales como: la ecología, la inmigración, la crisis económica, el terrorismo,… pero al mismo tiempo también tenemos crisis existenciales. De este modo Lipovietsky argumenta que el mundo se ha vuelto cultura y que a su vez, la cultura se ha vuelto mundo.2
Así, la cultura se convierte en el instrumento por excelencia para la creación y configuración de los imaginarios sociales que contribuyen a la uniformidad del pensamiento. De este modo, la cultura se convierte en el principal vehículo de transmisión de los significados, valores y simbolismos que serán promovidos por las esferas que así lo demanden, dirigidos hacia la sociedad en su conjunto.
Por otro lado, en Pierre Bourdieu se encontrarán las categorías internas de funcionamiento de este efecto dominador de la cultura a través de lo simbólico:
Desde su óptica, lo simbólico es un ámbito central del poder, además de un elemento que define y explica la dimensión cultural de las relaciones sociales. De esta manera, organizados bajo la rectoría de los agentes más dotados, aquellos que legitiman, califican y ofrecen proyectos y objetos viables, los campos son espacios de discrepancia y pugna entre grupos de agentes que sostienen diferentes perspectivas sobre el funcionamiento, los objetivos y las orientaciones al interior de cada uno de estos ámbitos. Aunque el sistema de luchas que constituye cada campo a veces no es evidente, la estructura de estos espacios impone reglas determinadas para la expresión de los conflictos. De esta forma, la lucha responde a normas establecidas que tienden a conservar y transformar los sistemas dominantes de relación social. Dado que estos espacios son estructuras jerárquicas, las luchas que se verifican en su interior están determinadas por la desigualdad de las fuerzas en tensión.3
Los espacios interactivos, por su parte, están mediados por desigualdades internas en los que se encuentra una lucha por el logro de la primacía de determinados proyectos o intereses:
En efecto, su enfoque estructural y constructivista reconoce que las clases sociales responden tanto a una base económica como a un sistema simbólico determinante en las relaciones de poder. De este modo, como apunta Pierre Ansart en su revisión de la obra de Bourdieu: El análisis estructural de las relaciones de clase supone estudiar simultáneamente las relaciones económicas y las prácticas culturales, con la premisa de que están íntimamente ligadas y de que se reproducen sin cesar formas de interiorización de la exterioridad y formas de exteriorización de las subjetividades (Ansart, 1992:167).4
El aporte de Bourdieu, permite contar con elementos de análisis correspondiente a los procesos internos, a través de los cuales la cultura va siendo internalizada y reproducida por los individuos y diferentes grupos sociales. Para ello, utilizará los conceptos de campo y de habitus para establecer la relación en que se entrelaza lo económico, lo simbólico y el poder.5 Estos campos no se manifiestan heterogéneos: Con el transcurrir del tiempo algunos se han complejizado y fortalecido, mientras otros han desaparecido. Lo importante que Bourdieu aporta a este concepto es el señalamiento de que estos campos se convierten en receptores y organizadores de la energía social. De allí cabe desprender que esta energía social es la que conlleva el tema de los niveles de influencia, movilizaciones y catalizadores de la acción social. Así,
Concebidos como espacios multidimensionales donde lo simbólico tiene una importante función reproductora, los campos administran y orientan la energía social y son capaces de construir aspiraciones e imaginarios colectivos. Estas estructuras de mediación, donde se forman tanto públicos como redes ideológicas, fundamentan su articulación no solo en leyes y normas de relación entre los actores sociales, sino, principalmente, en el conjunto de valores compartidos que alimentan de manera decisiva el sentido de la vida.6
Los campos se convierten en verdaderos espacios interactivos donde se organizan desde las formas de expresión y desarrollo del conflicto hasta el sentido y la creencia en el valor de sus propias acciones. Al respecto, para Bourdieu, el concepto de habitus expresa un producto de los campos, un “sistema de disposiciones adquiridas por medio del aprendizaje implícito y/o explícito que funciona como un sistema de esquemas generadores”7 (Bourdieu 1990:141). A través del habitus el orden social se internaliza en los individuos, posibilitando de esta forma el realizar diversas transacciones, negociaciones sobre temas disímiles. En el habitus se personalizan los marcos de referencia establecidos por el campo, y es el habitus el que personifica los intereses y proyectos representados en el campo correspondiente.
Estos dos conceptos permiten a Bourdieu definir cómo se construyen los imaginarios, tanto a nivel social como individual. Los imaginarios sociales constituyen otro espacio donde se manifiesta el poder, logrando internalizar y permear ideas, percepciones y valoraciones, las cuales se materializaran en la expresión de la conducta. En otras palabras, se pasa a establecer un proceso de colonización de las concepciones y saberes tradicionales o cotidianos, de forma tal que puedan ser sometidos, orientados o manipulados frente a determinados intereses de los grupos de poder.
Talcott Parsons, por su parte, ve a la cultura en dos dimensiones. Por un lado, como el espacio de mediación entre la personalidad modelada por valores y normas-, y el entorno que la rodea, manifiesto en los sistemas sociales. Aquí, la cultura hace parte de esos sistemas, al tiempo que mantenía cierto grado de distinción, por cuanto se encontraba en proceso de absorción de los conocimientos y símbolos. Para Parsons, la cultura constituye
la principal fuerza que ligaba los diversos elementos del mundo social o, dicho en sus propios términos, del sistema de la acción: la cultura media en la interacción entre los actores e integra la personalidad y los sistemas sociales. Tiene la peculiar capacidad de llegar a ser, al menos en parte, un componente de otros sistemas diferentes. De este modo, en el sistema social, la cultura se encarna en normas y valores, y en el sistema de la personalidad es internalizada por el actor. Pero el sistema cultural no es simplemente una parte de los otros sistemas; también tiene una existencia separada, pues constituye el acervo social de conocimientos, símbolos e ideas. Estos aspectos del sistema cultural se encuentran en los sistemas sociales y de la personalidad, pero no se convierten en parte de ellos”.8
Otro teórico relevante en lo realtivo a la construcción de los imaginarios, es Antonio Gramsci, mediante el concepto de hegemonía. Para Gramsci, la hegemonía consiste en
la dirección cultural (intelectual y moral) que ejercen las clases dominantes sobre los grupos sociales subalternos. Esta situación implica que la concepción del mundo, es decir creencias, valores, hábitos, contenidos en la ideología de las clases dominantes, son adquiridos por los grupos subalternos y transformados en componentes del “sentido común… Esta situación de hegemonía o dirección cultural tiene lugar, tanto en la sociedad civil como en la sociedad política (Estado). De hecho, Gramsci concibe el Estado como la unidad indisoluble de la coerción (aspecto destacado tanto por Weber como por el marxismo clásico) y de la hegemonía o el “consenso espontáneo” que logra obtener, en las masas, la ideología de la clase dominante.”9
Gramsci introduce en su definición el concepto de sentido común, entendido como
el sentido común es la sedimentación de experiencias contradictorias y disímiles, que el individuo recepta del grupo sin aportarles una reflexión sistemática. Como conjunto caótico de herencias acogidas pasivamente, constituye en el plano social uno de los mayores factores de resistencia a la superación a las contradicciones de clase, y en el plano individual a la unificación de la conciencia (Gallino en Pizzorno, 1982: 38).”10
El sentido común se convierte en el espacio donde se manifiesta de forma explícita el proceso de internalización que a través de la cultura se ha propiciado en el individuo o grupo social a fin de internalizar como propio proyectos e intereses de las clases dominantes. Por ello, en la expresión de los intereses contrapuestos, estos se sitúan en un espacio de convencimiento y de poder, y no son percibidos como contradictorios, pues los límites del sentido común le impiden alcanzar nivel de reflexión.
Expresión en el espacio ambiental
El ambiente natural se constituye en el espacio donde se van a manifestar las diferentes racionalidades y será objeto de apropiación y dominación. En ese espacio, el proyecto de la clase dominante hará uso de sus componentes a partir de la racionalidad de la acumulación, excluyendo los usos vinculados a los intereses y hábitos de vida de los otros grupos sociales. Asi, “…la racionalidad ambiental no es la expresión de una lógica, sino el efecto de un conjunto de intereses y de prácticas sociales que articulan órdenes materiales diversos, que dan sentido y organizan procesos sociales a través de ciertas reglas, medios y fines socialmente construidos..11
El mecanismo por excelencia en la selección de la problemática ambiental por parte de ciertos grupos en el poder ha sido la ciencia, cuyo saber ha sido privilegiado por encima de cualquier otro desde la modernidad:
Las ciencias han sido el medio más eficaz para el dominio y explotación de la naturaleza y para el control social en la modernidad, el saber ha sido siempre, y sigue siendo, el proceso que media las formas simbólicas de significación y apropiación del mundo. Toda práctica implica una práctica de actividad cognitiva. El saber media todas las prácticas sociales, culturales, simbólicas, productivas. En el saber se inscriben, se articulan y se expresan procesos ecológicos y culturales, económicos y tecnológicos. Al mismo tiempo, el saber genera sentidos que movilizan a los actores sociales para tomar posiciones frente al mundo, definir sus identidades y proyectar sus utopías.”12
Debido a esta situación, desconocer los saberes y privilegiar el conocimiento de la ciencia ha sido otro efecto característico de la economía del consumo. Para Leff, en el proceso se han desarraigado los sistemas culturales y el sentido de la vida propio de cada grupo, y en su lugar se ha instalado la búsqueda del status, de ganancia, de prestigio y poder. En otras palabras, las afectaciones operan tanto en el orden del espacio natural, como en la desarticulación los sistemas sociales tradicionales.
Como vemos, los problemas ambientales corresponden a una construcción social que selecciona cuáles problemas son importantes, cuáles deben ser postergados o ignorados, y cuáles deben ser atendidos. Así, para Ulrich Beck la naturaleza por sí misma no tiene significado ante los grupos sociales, sino que cobra sentido en la medida en que afecta determinados estilos de vida, formas de subsistencia o procesos de acumulación. Al respecto, dice,
…las amenazas a la naturaleza son también amenazas a la propiedad, al capital, a los empleos y a la base económica completa de sectores y regiones. Los riesgos escinden los campos económicos y son generalizados a toda la sociedad… (Beck, 1992 y 1995)… En la perspectiva de Beck, lo que separa la devastación de la protesta es la voluntad cultural de aceptar la devastación… Es únicamente cuando se siente amenazada, dentro de su propia concepción de la vida, por riesgos que percibe como significativos que se organiza y protesta contra el daño (Wynne e Irwin, 1996)… Para analizar el daño ambiental y la protesta en términos sociológicos es necesario explicar el simbolismo que vincula a ambos términos. El riesgo en la sociedad moderna industrial es tan abstracto que requiere la mediación de símbolos tangibles, como la devastación de los bosques, o daños a la salud de las mujeres y los niños. Beck señala que la devastación de la naturaleza se experimenta como alarma cultural y política. Lo que se encuentra amenazada no es la naturaleza, sino cierto diseño de ella, que se encuentra estrechamente vinculado con las condiciones establecidas por el Estado benefactor…13
Tal como lo manifestara Leff, es necesario develar los intereses que se encuentran detrás de cualquier planteamiento ambiental. La problemática ambiental convoca una gran cantidad de recursos, establece políticas públicas y contiene un potencial político, además de toda la riqueza que potencialmente pueda representar ante diferentes tipos de actividades productivas, como aporte de la materia prima, que luego será transformada. Por lo mismo, es necesario establecer una agenda en particular en torno a la problemática ambiental que compita con las correspondientes a otras formas de acumulación, y permita participar en el proceso de construcción de una agenda de país.
Parsons por otro lado, proyecta la gran capacidad de la cultura para permear y controlar los otros sistemas del conjunto, el cual deja de ser inconsciente para convertirse en un instrumento mediante el cual un grupo adquiere la capacidad de imponer a los otros grupos sus esquemas y planteamientos:
Igual que con los otros sistemas, Parsons definió el sistemacultural en términos de su relación con el resto de los sistemasde la acción.
Así, la cultura es un sistema pautado y ordenado de símbolos que son objeto de la orientación de los actores, componentes internalizados del sistema de la personalidad, y pautas simbólica y subjetiva, la cultura tiene la capacidad de transmitirse con facilidad y rapidez de un sistema de personalidad a otro a través del aprendizaje y la socialización. Sin embargo, el carácter simbólico (subjetivo) de la cultura le proporciona otro rasgo a los ojos de Parsons, la capacidad de controlar los otros sistemas de la acción.14
En conclusión, la cultura se convierte en el mecanismo que permite a los grupos dominantes instaurar, promover, destacar, privilegiar o establecer determinados imaginarios homogeneizadores que responden a sus intereses o proyectos, excluyendo al propio tiempo a cualquier otro proyecto o interés correspondiente a grupos sociales subordinados. Este proceso opera en Panamá como en todas las sociedades contemporáneas. La importancia del Canal como tributarios de la riqueza del país, y como articulador de los intereses de los grupos económicos que se benefician directa e indirectamente de sus actividades, explica la prioridad otorgada al agua dentro de la amplia gama de problemas ambientales que enfrenta el país.
La selección del agua como elemento natural prioritario en Panamá se explica aun mejor a la luz de lo plantrado por Elena Porras en su libro La cultura de la interoceanidad en la ciudad de Panamá. Allí, Porras identifica tres modalidades de cultura en el país: La de la interoceanidad, la del interior y la marginal. En lo que se refiere a la primera, ella plantea lo siguiente:
… la cultura de la interoceanidad es una modalidad cultural panameña que asigna valor al cosmopolitismo, a la globalización de su economía, a la internacionalización de sus relaciones políticas, a la economía de servicios, a la función transitista de Panamá, a la negociación pacífica y diplomática, a la diversidad racial y cultural y al cambio cultural hacia la modernización, al comercio, el sincretismo y el mestizaje. En situaciones de extrema tensión política, expresa su preferencia por la supervivencia, la negociación, la tolerancia y el comercio por encima de la confrontación, del honor, el orgullo o lo heroico y, muchas veces, al costo indeseable de la subordinación. La modalidad cultural de la interoceanidad construye sus símbolos con base en la historia de héroes coloniales como Balboa y Anayansi. También construye metáforas y utopías nacionales tales como el “Emporio Comercial”, “Pro Mundi Beneficio”, “Panamá, Puente del Mundo” y el “Crisol de Razas”. Su modelo y visión de nación – Estado se asemeja a Hong Kong y Singapur, los más importantesemporios comerciales internacionales y a Suizacomo centro financiero internacional.15
Esta caracterización corresponde al ámbito de acción y condiciones que requiere el Canal de Panamá para su operación. El Canal, en efecto, se ha constituido en el elemento ordenador de la sociedad capitalina panameña en torno a los grupos económicos criollos que se benefician de manera directa de su operación. De allí que desde esos grupos haya sido creado en el entorno del Canal un estilo de vida dotado de valores y patrones culturales propios de su operación y desarrollo.
El Canal de Panamá, se ha constituido en un símbolo, no sólo como principal generador de riqueza en el país, sino además como el bastión de lucha generacional por la plena soberanía sobre la totalidad del territorio panameño. La sangre no derramada en la gesta separatista, se vino a escenificar en la lucha anti – imperialista, representada en la recuperación de la franja canalera.
Dado el peso económico, cultural y político del Canal en la vida nacional, no es de extrañar que el agua haya venido a ser seleccionada como la primera prioridad ambiental de Panamá. Los grupos sociales que operan bajo la lógica de la economía de mercado, principales beneficiarios del proceso de acumulación asociado a las actividades relacionadas al Canal promueven, por todos los medios a su alcance, medios de comunicación, educación formal y no formal de la sociedad civil, entre otros el reconocimiento de la problemática ambiental asociada al agua como elemento fundamental dentro de la operación del Canal.
Conclusiones
La singular importancia del agua en la gestión ambiental no está en duda. Lo que interesa conocer es cómo y hasta qué punto el agua puede ser abordada como una problemática por sí misma, antes que como la expresión principal de una crisis ambiental más amplia. La problemática ambiental, como hemos visto, está inmersa en un proceso de construcción social. De allí que la administración de la problemática se ve determinada por criterios más allá de la magnitud y gravedad del problema y responde a intereses, valoraciones y simbolismos que deben ser identificados y caracterizados.
Actualmente, la contradicción entre la creciente escasez de los recursos y la ilimitada demanda de los mismos por la economía de mercado tiende a agravarse con gran rapidez. Los diferentes imaginarios sociales con que son vistos los recursos, de acuerdo al tipo de cultura, van en proceso de uniformidad. Tal como lo plantea Lipovietsky, “la cultura-mundo actual significa el fin de la heterogeneidad tradicional de la esfera cultural y la llegada de la universalización de la cultura comercial, conquistando las esferas de la vida social, los estilos de vida y casi todas las esferas de las actividades humanas”.
En el ámbito ambiental esto se expresa en la selección de los problemas ambientales socialmente considerados como prioritarios. Esta selección está concatenada con los intereses económicos de los grupos sociales que detentan el poder económico y promueven sus intereses a través de sus visiones del ambiente como objeto de gestión social, por encima o en desmedro del resto de los riesgos ambientales objetivos.
En este sentido, la administración de la problemática ambiental privilegiada no necesariamente corresponde al riesgo más importante que se cierna sobre el país. Esta selección obedece a intereses económicos y ha sido generalizada en detrimento de la administración prioritaria de otros riesgos. Lo que lleva a construir todo un andamiaje de justificación y sustentación de la política pública ambiental, para superponer esta problemática al conjunto, y promover una gestión del agua correspondiente a los intereses de los principales beneficiarios de la administración del Canal.
Bibliografía
Babbie, Earl, 1999, Fundamentos de la investigación social. Thompson Editores. México.
Leff, Enrique, 2000, Saber ambiental. Sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder. Editores PNUMA, Siglo XXI, Centro de Investigación Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM, México.
Lezama, José Luis, 2008, La construcción social y política del medio ambiente, Editorial El Colegio de México, México.
Porras, Ana Elena, 2005, Cultura de la interoceanidad. Narrativas de identidad nacional de Panamá (1990 – 2002), Agenda del Centenario, Comisión Universitaria del Centenario de la República, República de Panamá, 3 de noviembre de 2003, Editorial Universitaria Carlos Manuel Gasteazoro, Panamá.
Notas