RELACIONES ENTRE PANAMÁ Y LA R. P. CHINA
CHINA Y EL SOCIALISMO
CHINA Y EL SOCIALISMO
Tareas, núm. 161, pp. 39-56, 2019
Centro de Estudios Latinoamericanos "Justo Arosemena"
Resumen:
Las presentes reflexiones tienen como objetivo analizar el llamado modelo de socialismo con características chinas, con la finalidad de entender su naturaleza actual, así como su posible devenir. El artículo se divide en tres bloques. Plantea, en primer lugar, los problemas característicos del tipo de análisis que se pretende desarrollar. Segundo, hace un intento de clarificar la actual naturaleza del modelo del socialismo que se desarrolla en China. Por último, obtener una conclusión sobre la dirección que tomará este proceso en la República Popular de China
Palabras clave: China socialismo, socialismo de mercado, capitalismo, Panamá.
Introducción
Las presentes reflexiones tienen como objetivo analizar el llamado modelo del socialismo con características chinas, con la finalidad de entender su naturaleza actual, así como su posible devenir. Para esto las mismas se dividen en tres bloques.
En el primero de ellos, que abarca dos acápites, se plantean algunos problemas característicos del tipo de análisis que se pretende desarrollar. Es así que se insiste en que la relación entre el uso de las relaciones mercantiles, la producción privada y los procesos de transición al socialismo constituyen, por su naturaleza, un tema difícil, que ha dado lugar a diversas polémicas, tanto prácticas como académicas, a través del tiempo. También se intenta establecer cuáles serían algunos criterios que permitirían establecer si un determinado modelo se mantiene en una ruta que apunte hacia el socialismo.
En segundo lugar, luego de poner la situación en una perspectiva dinámica, se dedica todo un acápite al intento de clarificar la actual naturaleza del modelo del socialismo con características chinas. Esto se realiza por medio de una discusión de los actuales rasgos básicos de dicho modelo, los cuales permiten comparar la situación con los criterios antes mencionados.
El tercer bloque, en un intento de lograr una conclusión final, el análisis se enfoca en la eventual trayectoria hacia adelante del modelo chino, haciendo énfasis en la posibilidad de que esta se mantenga dentro de lo que Samir Amín llama la larga ruta hacia el socialismo.
La problemática. Un tema complicado
El tema que ahora toca abordar no es para nada sencillo. De hecho, la relación entre la construcción del socialismo, las relaciones mercantiles y la ley del valor ha sido un tema de debate recurrente. El mismo se inicia con el debate soviético (1924–1929) previo a la introducción del Primer Plan Quinquenal (1928–1932), en los que se destacaron las figuras de E. Evengil Preobrashenski, quien sostenía que existía una contradicción antagónica entre el principio de la planificación (sector socialista) y lalLey del valor (sector privado), y Nicolai Bujarin, para quien el uso de las relaciones mercantiles adecuadamente reguladas podían ayudar al necesario desarrollo de las fuerzas productivas y el mantenimiento de la alianza obrera – campesina.1 A esto se debe sumar el debate académico (1924–1928) sobre la posibilidad de un socialismo en el que la planificación se efectuara emulando la forma de operar del mercado de libre competencia, posibilidad negada por L. Von Mises2 y apoyada por autores como Oscar Lange y Fred Taylor,3 la cual, más recientemente, ha sido comentada críticamente por Joseph Stiglitz.4
No menos importante fue el debate cubano (1963 – 1964) sobre el tema, en el que se destacaron el comandante Ernesto (Che) Guevara, para quien la ley del valor no tenía sentido en el sector estatal de la economía y quien abogaba por la importancia de los estímulos materiales, el economista belga Ernest Mandel, que tendió a alinearse con esta tesis, así como el economista francés Charles Bettelheim, el cual defendía la tesis de que la ley del valor, dado el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, tiene un papel activo en el período de transición hacia el socialismo, el que, además, subrayaba la importancia de los incentivos materiales.5
En las circunstancias actuales surge una segunda dificultad, la cual no es independiente de las polémicas que hemos comentado. Esta se refiere a la definición correcta del socialismo, o de aquellas economías que se encuentran en la ruta hacia el socialismo. Existen, como es conocido, muchas visiones sobre lo que es el socialismo. Esto se evidencia con algunos ejemplos. Para Berni Sanders el mismo no es otra cosa que el modelo de Suecia y otros países escandinavos, con sus impresionantes programas de bienestar.6 En el caso del llamado socialismo real este se entendía como “la supresión del modo burgués de producción…”, la instauración de la “la propiedad social sobre los medios de producción”, en condiciones en las que “la propiedad social determina la inexistencia de las clases explotadoras…”.7
Por su parte. el llamado socialismo comunitario según Emmanuel Mounier significa “socialización sin estatización de los sectores económicos que mantienen la alienación económica; promoción de la vida sindical…; primado del trabajo sobre el capital…”.8 Para agregar otro enfoque se puede señalar que Karl Polanyi, en una visión restringida a la esfera económica, afirma que el socialismo se refiere a una situación con varias características: “1) en relación a la producción, el requerimiento de la máxima productividad, 2) en relación a la distribución, el requerimiento de la justicia social.” A lo que añade que “esta independencia formal uno de otro del sistema de producción y el sistema de distribución es la tercera característica de la economía.”9
Resulta, entonces, claro que, teniendo en cuenta todo lo anterior, se puede esperar que la forma de valorar el llamado socialismo con características chinas va a depender de como diversos autores entienden el concepto de socialismo y del proceso de transición que lleva a su constitución. Es así, por ejemplo, que en la introducción de su libro China and Socialism Martin Hart – Landsberg y Paul Burkett afirman que “las reformas de mercado de China no han llevado a una renovación socialista sino más bien a una renovación capitalista en toda regla”10, mientras que Thomas I. Palley, en un análisis sobre China y la globalización, asegura que China es “una economía de no mercado, con un significativo control estatal, un gran sector público, y un sector privado sujeto a una considerable intervención y control estatal”.11 Por su parte Samir Amin considera, como veremos más adelante con mayor detalle, que China se encuentra en una situación que permite la posibilidad de que ésta se mantenga en lo que considera la larga ruta hacia el socialismo.
Hacia un planteamiento del problema
Para avanzar nos parece útil hacer dos precisiones. En primer lugar, entender que el socialismo no es un hecho acabado de por sí, sino el resultado de un proceso contradictorio que lo va configurando en una larga ruta. Esta es la visión que sostiene Samir Amin cuando se refiere a la idea de que China aún se mantiene dentro de la posibilidad de avanzar hacia socialismo. “El hecho – señala Amin - de que el proyecto chino no es capitalista no significa que sea socialista, solo que el mismo hace posible avanzar en la larga ruta hacia el socialismo.”12
En segundo lugar, parece útil establecer cuáles son las características de una economía que la acercan a esa ruta de transición y que se deberán ir consolidando en el proceso. Barry Nughton, en un interesante artículo titulado “Is Chine Socialist?”, propone un conjunto de características que deberían darse en una economía socialista, las cuales, adaptadas y modificadas, nos pueden servir de guía:13 Estas características son las siguientes:
a) El suficiente control socializado sobre los recursos de manera que a partir del Estado se pueda guiar conscientemente la forma de la dinámica y la estructura económica hacia los fines de la sociedad, esto es de una sociedad en la que se asegure el principio de que a cada cual según su esfuerzo. En esto juegan un papel importante la propiedad pública, la propiedad socializada, la capacidad regulatoria del Estado y la capacidad de redistri-bución de los ingresos.
b) La sociedad socialista y su Estado se guía por una política que busca resultados que son diferentes a los que generarían un mercado que opere sin ninguna intervención. Esto, obviamente, no excluye la utilización de mecanismos mercantiles.
c) Los resultados del desarrollo de las fuerzas produc-tivas deben beneficiar a la población elevando su calidad de vida y respetando el medio ambiente. Esto pasa por entender que la economía socialista precisa de un adecuado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, el cual se deberá alcanzar en condi-ciones de soste-nibilidad ambiental.
d) Se debe asegurar que la población juegue un papel central en las decisiones económicas tanto a nivel macro como micro. Se trata, entonces, de avanzar hacia una democracia con protagonismo de la población.
También resulta conveniente hacer una referencia al razonamiento que utiliza Samir Amín para llegar a la conclusión de que el actual Modelo Chino mantiene abierta la posibilidad de avanzar en la larga ruta de la transición. Las características a que apunta este autor son las siguientes: el sostenimiento de la propiedad colectiva de la tierra; la const rucción de un moderno si stema in dustrial ; el sostenimiento de la propiedad estatal sobre sectores claves de la economía y, sobre todo, en el sector financiero – crediticio; el mantenimiento de criterios de planificación junto a la utilización de las relaciones mercantiles; la forma de integración al mercado mundial, en la que se mantiene la soberanía económica, se aprovecha la transferencia tecnológica y se logra retener una parte importante del excedente.
El socialismo con características chinas Un concepto dinámico
Es útil, al estudiar el modelo del socialismo con características chinas, partir señalando que el mismo no se entiende a sí mismo como un concepto estático, sino como uno dinámico, lo cual lo acerca al concepto de transición que hemos venido discutiendo. Es así que Xi Jinping en la inauguración del XIX Congreso Nacional de Partido Comunista de China (PCCh) señaló que actualmente la contradicción principal ya no es la que se refería a “las crecientes necesidades materiales y culturales frente a la atrasada producción social.” Para el mismo “la era de la producción social atrasada ha quedado atrás, de manera que la contradicción principal es ahora la que existe entre “el desarrollo desequilibrado e insuficiente y las necesidades crecientes del pueblo de una vida mejor”.14 Esto se expresa en dos importantes metas: construir una sociedad moderadamente próspera para el 2021, cuando se cumple el centenario de la fundación del PCh y transformar a China en una nación plenamente desarrollada y avanzada para el 2049, cuando se celebrará el centenario de la fundación de la República Popular de China.15
Con el fin de analizar cuáles son los rasgos del modelo de socialismo con características chinas podemos utilizar un trabajo relativamente reciente de Cheng Efu, miembro de la Academia China de Ciencias Sociales, y Ding Xiaoquin, director del Centro para la Economía Política con Características China, titulado A Theory of China´s ‘Miracle’.16 No solo se trata de observar de manera descriptiva estas características, sino de evaluarlas con los criterios antes discutidos.
Socialismo guiado por la ciencia y la tecnología
La idea subyacente en este criterio es que el socialismo requiere como elemento de base un cierto nivel de desarrollo material y tecnológico. A esto se añade que este proceso debe avanzar para proteger el medio ambiente y promover la sociedad. Teniendo esto en cuenta se propone que actualmente la innovación sostenible es un proceso fundamental, que se considera una tarea prioritaria para alcanzar los objetivos de la sociedad.
Al respecto vale la pena destacar que en un artículo titulado “El auge científico de China”, publicado en la revista Investigación y Ciencia, Lee Billings afirma que: “En términos de poder adquisitivo relativo, hoy China invierte más en investigación y desarrollo que la Unión Europea. Y según la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, sigue el buen camino para superar el gasto de EEUU hacia 2020.”17
En términos de la sostenibilidad ambiental se puede citar al conocido economista Jeffrey D. Sachs, el que en un artículo titulado “La atrevida visión energética de China”, llama la atención sobre la propuesta de este país de utilizar la conexión basada en la transmisión de voltaje ultra alto (UHV) para reducir las emisiones de carbón, ya que esta reduce al mínimo la pérdida de calor en el trayecto, a la vez que permite conectar los centros de producción de electricidad limpia con los centros que la utilizan. Según Sachs, China no solo “ha ido solucionando el problema al crear una enorme matriz de distribución basada en transmisión de voltaje ultra alto (UHV), sino que ahora “propone ayudar a conectar al mundo entero con una red global de UHV.”18
Se trata de una evolución de las fuerzas productivas que apunta hacia una nueva fase que se alejaría de la simple economía de exportación basada en la fuerza de trabajo barata. En la nueva fase se apuntaría hacia la alta productividad, la innovación y la fuerza de trabajo altamente calificada. Es claro, entonces, que este modelo precisa de un esfuerzo importante en términos de la educación y la calificación de la fuerza de trabajo, así como en las capacidades de investigación. Esto tiene que ver con las siguientes características.
Orientar la producción para mejorar la satisfacción de las necesidades de las personas
Este segundo rasgo que según Enfu y Xiaoquin muestra el modelo de socialismo con características chinas puede analizarse en dos partes. En una primera fase, se puede llamar la atención de que, básicamente gracias al crecimiento, la República Popular de China logró reducir entre 1989–92 y el 2015 el 78.5 por ciento del número de pobres en el ámbito rural. Así mismo, de acuerdo con el Banco Mundial el 95 por ciento de la reducción de la pobreza a nivel mundial entre 1981 y el 2010 se dio en China. De hecho, en la reunión anual del Banco Mundial del 2017 Jim Yong Kim, presidente de este organismo, señaló que el esfuerzo hecho por la República Popular China de sacar a 800 millones de personas de la pobreza “es uno de los grandes hechos de la historia humana.”19
Más aún el Índice de Desarrollo Humano de la República Popular de China pasó de un nivel bajo a uno alto entre 1980 y 2015.20 Estos importantes logros, no significan, desde luego, que no subsisten problemas, como lo son los que tienen que ver con los abusos sobre la fuerza de trabajo, producto de un modelo guiado hacia las exportaciones sostenidas en bajos niveles salariales.21
Tampoco significa que la distribución del ingreso en China no siga mostrando desigualdades. Es así que para el año 2016 el coeficiente de Gini en ese país fue de 0.465, cifra inferior al nivel registrado en el 2008 que fue de 0.491. En este sentido la desigualdad en China es inferior a la observada en EEUU, donde el índice de Gini alcanzó a 0.480 en el 2016, pero superior a la de Suecia que en el 2015 tenía un índice de Gini equivalente a 0.292.
La actual dirección del desarrollo guiada hacia resolver la contradicción principal entre “el desarrollo desequilibrado e insuficiente y las necesidades crecientes del pueblo de una vida mejor”, intenta basarse en el nuevo estilo de desarrollo de las fuerzas productivas, a fin de moverse hacia un estilo de desarrollo que eleve significativamente el nivel de bienestar de la población, sostenido sobre fuerzas productivas suficientes y adecuadas a este objetivo. Para esto se prestaría atención al desarrollo de los servicios para la población, eliminar importantes desproporciones de la economía, que implica atender los problemas de capacidad no utilizada en algunos sectores, así como la promoción de la producción para el mercado interno y exportación de bienes y servicios con mayor contenido tecnológico.
A esto se debe agregar que para China, tal como lo entiende su actual dirigencia, resulta importante estratégicamente depender menos de la demanda prov eniente de las exportaciones y sostenerse más en la demanda de consumo interno.
La primacía del trabajo en la distribución de la riqueza
Dicho lo anterior se puede percibir que este es un rasgo por desarrollar. Esto es claro si se tiene en cuenta que, de acuerdo a Efu y Xiaoquin, la participación de los ingresos del trabajo en el PIB de la República Popular de China se redujo de 53 por ciento en 1990 a 42 por ciento en el 2007. Por esto estos autores, tomando en cuenta las nuevas líneas políticas, señalan que “debemos luchar contra la explotación y la polarización”, añadiendo que “la brecha de ingresos debe ser cerrada, y el aumento de todos los ciudadanos debe coincidir con el crecimiento productivo y la productividad del trabajo”, de forma tal que “es vital establecer un sistema efectivo y científico para determinar los niveles salariales, así como un mecanismo para regular los aumentos salariales.”22
Precedencia de la propiedad pública en los derechos de propiedad nacional
La tercera característica del modelo de socialismo chino, nuevamente de acuerdo a Enfu y Xiaoquin, se refiere al principio de la precedencia de la propiedad pública en la economía.
Se trata, tomando como base cifras relativamente recientes, de un principio que efectivamente hace parte de la realidad China. En relación a los activos del sector industrial se puede afirmar que hacia el 2014, la propiedad pública, cuando se toma como referencia el sector formal, abarcaba el 39 por ciento de los mismos. Además, “el gobierno controla por lo menos el 85 por ciento de los activos del sector bancario; la totalidad de la red de comunicaciones y transporte; y esencialmente todos los servicios educativos científicos y tecnológicos.”23 Todo esto lleva a Naughton a concluir que el Estado chino por los activos que posee, “le da una posición monopólica (tierra, recursos naturales, transporte y telecomunicaciones), o (que) están estratégicamente posicionados hacia arriba en el sistema productivo (bienes intermedios y equipo de producción).”24 Esto también tiene mucho que ver con la siguiente característica.
El principio del mercado dirigido por el Estado
La idea en este caso es que, aun cuando, como es conocido, el modelo de socialismo con características chinas utiliza ampliamente las categorías mercantiles y la inversión privada, incluyendo la extranjera, lo cierto es que el Estado dirige al mercado y no al revés. Esto significa que la sociedad en ruta hacia el socialismo se encuentra en capacidad de desarrollar una economía planificada y eventualmente proporcionada, de manera que la asignación de recursos puede ser supervisada por el Estado. Frente al mercado este tiene entre sus funciones desarrollar una adecuada política macroeconómica, fortalecer los servicios públicos, asegurar la competencia en los mercados, enfrentar las imperfecciones y fallas de mercado, todo esto para promover la prosperidad colectiva.
Es claro, vale la pena insistir, que la República Popular China tiene las palancas y la capacidad de conducir al mercado a resultados distintos a los que generaría el mercado no intervenido. Ya hemos adelantado anteriormente la fuerza que tiene el Estado chino en términos de su propiedad sobre los activos productivos, sobre todo en sectores claves de la economía. A esto se debe sumar el hecho de que contando los ingresos de estos activos, junto a la captación de impuestos y de ingresos de la seguridad social, el Estado controla directamente cerca del 38.1 por ciento de los ingresos generados por el PIB.25 Por su parte, se puede llamar la atención sobre la capacidad que tiene el Estado Chino de usar controles de precios, subsidios, racionamientos, financiamientos, intervenciones financieras y monetarias y otras políticas, con el fin de guiar el mercado.26 Como se ha dicho anteriormente la República Popular de China ha logrado importantes logros en la transferencia de tecnología, así como retener una parte significativa del excedente generado por la inversión extranjera.27
En relación con todo esto, también se debe recordar que en la República Popular China se ejercen funciones de planificación, la cual tiene su mayor expresión en el Plan Quinquenal, el cual es acompañado por todo un conjunto de planes sectoriales, regionales y locales. El Plan Quinquenal contiene tres elementos básicos: una visión declarada; un grupo de objetivos vinculantes; y un conjunto de planes sectoriales y locales, desarrollados a partir de la visión y los objetivos generales.28
Es conveniente aclarar que, pese a todo, no se trata de un sistema terminado que no puede ser mejorado. Por el contrario, tal como lo señalan Enflu y Xiaoquin, hace falta avanzar en los mecanismos que permitan una mejor integración del mercado en los planes gubernamentales.
Desarrollo rápido con alto rendimiento
El modelo del socialismo con características chinas ha logrado, tasas impresionantes de crecimiento. Estas han venido sostenidas por muy altos niveles de inversión, los cuales a partir del 2009 han alcanzado al 48 por ciento del PIB, un nivel al que prácticamente ninguna otra gran economía se habría acercado.29 Actualmente se entiende, sin embargo, que las altas tasas que operan dentro de un modelo de utilización exten siva de recursos no solo son dañ inas par a la sostenibilidad ambiental, sino también para la justicia distributiva.
No es casual, entonces, que el presidente Xi Jinping haya insistido en la transición desde una economía de alto crecimiento a una que representaría un estado de alta calidad, destacando que “los gobiernos locales deberían aprovechar sus puntos fuertes y aprovechar su potencial para desarrollar industrias más emergentes, de alta gama, de alto valor agregado y con mayor uso de capital y tecnología, instaurando una combinación industrial moderna multidimensional y multipolar.”30
Superar la producción basada en exportaciones de bajo valor agregado, bajos salarios y el trabajo extendido, es un elemento fundamental para lograr un desarrollo que mantenga a China abierta hacia el socialismo. Más, aún implica una reinserción en el plano internacional, que la presión actual del mercado mundial evite una transformación, que de acuerdo a Fusheng Xie y sus coautores implica que se “requiere primero… una protección legal más efectiva para el trabajo,” añadiendo que “el gobierno debe hacer cumplir las leyes de salario mínimo para asegurar un nivel básico de subsistencia para todos los trabajadores, y castigar estrictamente la sobreexplotación ilegal de las horas de trabajo,” a lo que se añadiría “una reforma de la ley de registro de hogares para proporcionar un acceso más equitativo a los servicios sociales, como la atención básica de la salud y la seguridad social.” Se trata de un esfuerzo formidable si se tiene en cuenta que, de acuerdo a estos autores, el ejército de reserva industrial de China puede incluir a cerca de200 millones de personas.31
Desarrollo balanceado con coordinación estructural
Siguiendo las ideas de la Economía Política se sostiene que el desarrollo de la economía socialista debe mostrar una adecuada proporcionalidad entre sus diversos sectores. Esto significa que la distribución del trabajo, los medios de producción y los materiales deberán mostrar una distribución entre sectores que coincida con la demanda relativa de los diversos bienes y servicios, con lo cual se eliminarían los derroches y crisis de proporcionalidad de las economías de mercado no intervenido. Se trata en el caso de China, tal como lo reconoce su dirigencia, un objetivo por alcanzar.
No solo se trata de hacer frente a los problemas de exceso de capacidad que existen en diversos sectores de la economía.32 También se trata de adecuar la relación entre economía y medio ambiente. A este respecto el presidente Xi Jinping ha señalado que “China deberá balancear cuidadosamente el desarrollo económico y la protección ambiental”, explicando que “tenemos que entender que proteger el medio ambiente es preservar nuestra productividad y mejorar el medio ambiente es mejorar nuestra productividad”, agregando además que “un ambiente ecológico sano es base fundamental para el desarrollo de los humanos y de la sociedad.”33
Soberanía económica y apertura
El octavo principio que de acuerdo a Enfú y Xiaoquin, hace parte del modelo de socialismo con características chinas, se refiere a la forma de apertura que el mismo debe practicar.
Se trata, en primer lugar, de la idea de que una economía socialista, tal como la que se busca construir en China, debe sostenerse en el principio de la soberanía económica, a la cual ya se ha hecho referencia, la que debe buscar relaciones mutuamente beneficiosas, a la vez que se protege la seguridad económica nacional. Como lo ha señalado Dani Rodrik “el fenomenal éxito de la globalización de China se debe tanto a las políticas industriales no ortodoxas y creativas del régimen como a la liberalización económica”, argumentando que “la protección selectiva, los subsidios al crédito, las empresas estatales, las reglas de contenido nacional y los requerimientos de transferencia de tecnología han incidido a la hora de transformar a China en la usina industrial que es hoy.”34 Por su parte Thomas Palley, quien ha sido un crítico del modelo chino, afirma que: “a diferencia de México, la apertura de China no ha sido pasiva. En cambio, tiene un Estado extremadamente activo. Por lo tanto, China ha ejercido presión sobre los acuerdos de empresas conjuntas. También ha fomentado el desarrollo de sus propios campeones corporativos nacionales, y los capitales chinos han sido asistidos por la provisión de capital subsidiado…” A esto agrega que: “Esta política industrial activa ha estado acompañada por una construcción masiva de infraestructura y el mantenimiento de controles sólidos del mercado de capitales. El objetivo ha sido imitar el desarrollo de los tigres asiáticos (Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong) que tuvieron éxito en la implementación del desarrollo profundo en lugar del desarrollo superficial de las ZFI.”35
Vale la pena destacar para completar lo anterior que actualmente un componente principal de la estrategia de apertura es la iniciativa conocida como “Una sola franja, una sola ruta”, la cual debería ir acompañada por una nueva arquitectura financiera global, la que guarda relación con logros tales como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, y el Fondo de la Ruta de la Seda.
Hacia una conclusión: ¿Hacia dónde va China?
En el desarrollo de estas reflexiones no solo hemos señalado que el tema del papel de las relaciones mercantiles en los procesos de transición hacia el socialismo es un tema complejo, el cual ha dado lugar a grandes polémicas. También se ha intentado abordar el problema de los rasgos de una sociedad en transición hacia el socialismo, a la vez que se discutieron lo que serían los elementos básicos definitorios del Modelo de Socialismo con Características Chinas.
De acuerdo a nuestro criterio estos análisis permiten establecer, tal como lo hace Samir Amín, que el actual modelo chino permite que este país se encuentre abierto a mantenerse en lo que él llama la larga ruta hacia el socialismo, advirtiendo que, sin embargo, “China también está amenazada con una deriva que el saque de la ruta con un retorno, pura y sencillamente, al capitalismo.”36
En relación con esto se debe tener en cuenta que, como es conocido, la introducción de relaciones mercantiles y capitalistas genera importantes efectos en la estructura de clases de los países, que se reflejan en la presencia de diferentes intereses frente al estilo de desarrollo de estos. En el caso de China el proceso por medio del cual se han desarrollado las fuerzas productivas, que dan lugar a la posibilidad de un socialismo con características chinas, también ha generado una clase capitalista importante, lo que se refleja en el hecho de que para octubre de 2016 este país contaba con 594 billonarios en dólares, un mayor número que los existentes en EEUU. También se puede observar la clásica diferenciación en el campo. Estamos, entonces, frente a una clase que, tarde o temprano, apuntará hacia la restauración de un modo capitalista de producción. Este desarrollo sin embargo también ha significado un amplio desarrollo numérico de una clase asalariada, producto en gran medida del desarrollo de las actividades económicas urbanas y las migraciones que acompañaron a ese proceso. Es así que el empleo industrial se elevó de 17.3 por ciento en 1978 a 30.3 por ciento en el 2012, mientras que el empleo en los servicios se elevó de 12.2 por ciento en 1978 a 40.6 por ciento en el 2014. Se trata de una clase social cuyo interés objetivo está en el avance dentro de la ruta hacia el socialismo. El resultado será, obviamente, el producto de la lucha de clases, es decir entre los interese vinculados hacia un desarrollo capitalista y los vinculados con el desarrollo hacia el socialismo.
A nuestro juicio, existen algunos factores que apuntan hacia la profundización de un socialismo con características chinas. En primer lugar, está el propio proyecto de avanzar hacia un desarrollo intensivo y no extensivo, el cual favorece las condiciones de vida de los trabajadores y su avance en términos científicos y culturales. En segundo lugar, está la decisión de China de avanzar hacia una civilización ecológica, la cual es incompatible con el desarrollo del capitalismo depredador.37
En tercer lugar, se deben tener en cuenta dos definiciones de la actual dirigencia del Partido Comunista de la República Popular China. En el campo de la definición de la democracia el presidente Xi Jinping ha señalado con claridad que “el desarrollo de la política democrática socialista tiene como objetivo dar plena expresión a la voluntad del pueblo, proteger sus derechos e intereses, activar su creatividad y garantizar su condición de dueño del país mediante el sistema institucional.” 38 Se trata del objetivo de lograr democratización con progreso social. Así mismo el presidente Xi Jinping ha establecido la importancia de la lucha contra la corrupción. “Hay que resolver – ha dicho el presidente Xi Jinping – el pensamiento impuro, las políticas impuras, la organización impura, y el estilo de trabajo impuro que predominan en el partido.”39
En cuarto lugar, como señala Samir Amín, las necesidades objetivas del desarrollo chino entran definitivamente en contradicción con el modelo global que defienden los países del llamado capitalismo desarrollado. Esto se ve claro en la actual contradicción con la potencia hegemónica, la cual considera el avance de China como un peligro estratégico fundamental. Esto impulsa una forma de desarrollo distinta a la simple restauración capitalista.
Solo queda decir que el experimento social que hoy se desarrolla en la República Popular China es, sin duda alguna, un hecho histórico fundamental, el cual debe ser seguido y analizado de manera permanente por todo aquel que tenga esperanza en un mundo mejor.
Referencias
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Notas