TAREAS SOBRE LA MARCHA

LOS ORÍGENES DEL CELA

Julio Manduley

LOS ORÍGENES DEL CELA

Tareas, núm. 166, pp. 135-137, 2020

Centro de Estudios Latinoamericanos "Justo Arosemena"

En este tiempo nadie debe permanecer en silencio o renunciar; ha de hablarse claro y actuar, no con el fin de triunfar, sino de permanecer en nuestro puesto, sea con la mayoría o con la minoría, eso es lo mismo. (Goethe)

Convocado por la revista Tareas a participar de las actividades de homenaje y recuerdo a Marco A. Gandásegui, hijo, me siento obligado a decir unas palabras sobre el CELA, su origen, propósitos y actividades, de las cuales fue Marco su principalísimo y constante impulsor.

En los años 1975 y 1976 coincidí en la ciudad de Panamá con Marco Gandásegui, Ricaurte Soler y Simeón González. Tres formados y provenientes de Chile y México y Ricaurte imbuido no sólo de la mejor tradición francesa sino ya consagrado autor de un trabajo señero sobre el Positivismo en América Latina.

A muy poco andar, la convicción compartida respecto a que es el método marxista el más poderoso instrumento de análisis social y guía insustituible para la comprensión del mundo y los problemas a que hace frente la humanidad, se sumó nuestra convicción de que en las instituciones públicas oficiales y menos aún en los grupos de intereses privados podrían los estudiosos de la realidad nacional abordar trabajos que dieran cuenta de las condiciones económico-sociales del país y que, entendidas, explicadas y masificadas, pudiesen llegar a convertirse en instrumentos y vías reales de superación de las mismas por parte de quienes deben ser – a no dudarlo – actores de su propio destino..

El inicio de los llamados estados de la contrainsurgencia en América Latina que empezaron multiplicándose desde Brasil y luego Chile, Uruguay, Bolivia, Argentina…) auguraba sin asomo de duda razonable los crueles tiempos que enfrentarían nuestros países y aquellos que desde ya (Nicaragua, El Salvador, Guatemala…) los enfrentaban.

Panamá – pensamos - ofrecía en esos días las condiciones para desarrollar algunas actividades vedadas en otros territorios. Así, en reuniones semanales celebradas rotativamente en nuestras cuatro residencias, fuimos pergeñando y alumbrando el CELA. Ricaurte – con buen tino y un acabado conocimiento de su obra – insistió en ‘panameñizar’ nuestro centro de estudios agregando el nombre de “Justo Arosemena”.

Dotados de papeles y sobres membretados y de un apartado postal en la recién inaugurada Estafeta de Correos de El Dorado, retomamos contacto con nuestros amigos, profesores, mentores y colegas de toda América Latina, les contactamos, invitamos, compartimos nuestras inquietudes, temáticas y decidimos hacernos presente en ese ámbito publicando a nombre del CELA-Justo Arosemena los trabajos en los que estábamos ocupados. El mismo Marco inauguró la serie con Panamá: El Mito de la Comunicación Social, seguido de Panamá: Acerca de la estructura, la coyuntura y las perspectivas, de Manduley, la tercera publicación dio cuenta de la intención del CELA de transformarse en una verdadera tribuna abierta a toda opinión académica seria: el Avance de Investigación No.3 fue el resumen de una tesis de licenciatura en Economía: El financiamiento público externo en Panamá y sus implicaciones, de Salomón Padilla y Hugo Vega. Luego siguieron Las clases sociales en Panamá, La fuerza de trabajo en el agro, Las luchas obreras en Panamá de 1850 a 1978, etc.,etc.,etc.

Lejos de circunscribirse al ámbito académico, el CELA Justo Arosemena se fue transformando en un polo de atracción para sectores intelectuales, profesionales diversos, estudiantiles, obreros, grupos religiosos de base y sectores de la solidaridad internacional. En un viejo caserón de calle Uruguay – nuestra primera sede - se dieron cita compañeros de Nicaragua, de El Salvador, de Chile,y, gracias a las relaciones internacionales que logramos desarrollar, el CELA “Justo Arosemena” sirvió de conducto regular y estable para numerosas donaciones encaminadas a aquellos que, en otros frentes y momentos de lucha, las requerían.

Sin embargo, más allá de la labor académica, intelectual, formativa, de coordinación de investigadores, de ser capaces de mantener publicaciones regulares (i.e.,la revista Tareas fundada por Soler) o de la solidaridad nacional e internacional, a mi juicio el aporte más importante del CELA “Justo Arosemena” ha sido el mantener durante más de cuatro décadas una voz seria, documentada, distinta, responsable, disidente, sincera, interesada por y desde los intereses de la mayoría ciudadana, por y desde los intereses del Pueblo.

El responsable de ello ha sido, en gran medida Marco Gandásegui. Con Aníbal Ponce creemos que los tiempos que vivimos son de prueba, (que) hay una guerra de todos los días, de todas las horas... (y que) el menor de los actos tiene un significado preciso. (de allí que sea indispensable (saber) siempre para quién trabajamos’ porque “esta Humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar.

Ojalá sus relevos se nutran de aquellas ideas e intenciones primigenias con las cuales el CELA “Justo Arosemena” se concibió. ¿Qué decir hoy del amigo y compañero ausente? Que siempre se mantuvo en su puesto. Marco es de los que nunca destiñeron.

6 de agosto de 2020

75° Aniversario de Hiroshima.

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