TAREAS SOBRE LA MARCHA
Panamá: Crisis, acumulación capitalista y medio ambiente
Panamá: Crisis, acumulación capitalista y medio ambiente
Tareas, núm. 168, pp. 101-108, 2021
Centro de Estudios Latinoamericanos "Justo Arosemena"
Resumen: La racionalidad ambiental actual se erige sobre la base de la racionalidad económica: crecimiento, ganancias, acumulación de bienes materiales, a costa de una degradación ambiental aguda. Frente a esta problemática surgen corrientes políticas que niegan el deterioro ambiental y los cambios en el clima, otras proponen hacer cambios superficiales sin tratar el tema de raíz, y, finalmente, otros plantean la aplicación de políticas públicas efectivas que brinden una solución concreta al problema. En las tres últimas administraciones estatales panameñas hemos visto la incapacidad de abordar los problemas ambientales de manera coherente, más aún, en diversos escenarios se ha observado que las élites han implementado estrategias que terminan incrementando la crisis.
Palabras clave: Acumulación capitalista, crisis social, degradación ambiental, resistencia social, élites, modelo de desarrollo.
Introducción
El mundo se encuentra en una crisis ambiental que amenaza con la extinción de la especie humana. En torno a sus causas y salidas surgen diversos debates que se pueden agrupar en tres tendencias. La primera, niega su existencia y efectos; es apoyada por los sectores más conservadores de las élites mundiales. La segunda, está consciente de la gravedad de la situación, pero, cree en la posibilidad de un desarrollo sostenible aplicando una racionalidad técnica científica que no cuestiona las relaciones sociales de producción. A esta postura se adhieren muchos organismos internacionales, científicos y activistas ambientales. La tercera, la crítica, propone que no se puede entender la crisis, sino en una relación de totalidad entre lo social y lo natural. En esta postura, el cambio climático es solo uno de los efectos de un modelo histórico de producción.
El presente ensayo toma como punto de partida esta última postura para entender la crisis que experimenta la formación social panameña y que amenaza con socavar las condiciones naturales para un desarrollo humano saludable. Su tesis central plantea que el modelo de desarrollo económico, basado en actividades de servicios y especulativas, se encuentra agotado, la reproducción ampliada del capital necesita incorporar sectores que quedaron al margen de las relaciones del mercado. Es en este sentido, la política de las últimas administraciones, tratan de crear las condiciones para el fortalecimiento de ejes de acumulación basados en la explotación de la naturaleza. Este imperativo requiere de un Estado autoritario que haga uso de la violencia para sofocamiento de la resistencia que ejerce el cuerpo social. Para dar soporte a este planteamiento, se exponen las acciones emprendidas por las tres últimas administraciones, la dinámica del capital y la resistencia de los movimientos sociales.
El escrito se desarrolla en tres momentos, iniciando el primero con una explicación sobre la degradación ambiental que genera el desarrollo capitalista. El segundo expone el modelo de desarrollo y la crisis social en que se encuentra, el tercero las estrategias de acumulación implementadas, basada en la explotación de los recursos y la resistencia que genera.
Desarrollo capitalista y degradación ambiental
Una de las características del homo sapiens es la extracción de la naturaleza, las materias necesarias para la reproducción de su especie. La forma como organiza ese proceso depende del modo de producción. En el capitalismo se constituye a través de dos tipos de relaciones: entre los hombres y entre los hombres y la naturaleza.
Este sistema se caracteriza por la producción de mercancías y según Marx, esta presenta dos dimensiones: valor uso y de cambio, predominando esta última dimensión en la relación entre los hombres, cuyo valor está determinado por el “trabajo socialmente necesario para su producción”; mientras que en la relación hombre/naturaleza predomina, “el valor de uso”.
Si en la producción se hace abstracción de la relación entre los hombres y se considera sólo la relación con la naturaleza. “El hombre pone en acción sus cualidades y se enfrenta a la naturaleza, modificándola para adaptarla a sus necesidades, es decir produce un valor de uso, un objeto útil con determinadas cualidades materiales” (Fernández, 2016: 5). En el proceso creador del valor de uso, la naturaleza y el trabajo son los creadores de riqueza.
Se puede decir entonces que la naturaleza es una fuente de valor de uso y para entender esto es necesario verla en conjunto de ecosistemas interdependientes que ofrecen al hombre procesos y servicios ambientales que de forma directa o indirecta ayudan a su bienestar. Un ejemplo del primer tipo sería la regulación de los gases de la atmósfera y en este sentido es un mero valor de uso, pues no tiene trabajo agregado. El segundo caso se podría ejemplificar a través de la producción de energía eléctrica, bajo condiciones capitalista, es una mercancía que representa objetivación del trabajo sobre un servicio ambiental con las dimensiones de valor de uso y de cambio.
El sistema capitalista produce mercancía con valor de cambio que tienen que circular para generar ganancia e iniciar otra vez el ciclo productivo ampliado. Una forma de hacerlo es incorporando las que antes solo tenían valor de uso. En términos ecológicos implica la transformación de servicios ambientales en mercancías con valor de cambio. “En la medida en que se expande la producción de mercancía, la intensificación en la utilización de la naturaleza puede alterar los servicios ambientales y modificar el valor de uso que la propia naturaleza posee, lo cual afecta además del mantenimiento y la reproducción de la vida, la dinámica de acumulación capitalista, pues esta se basa, en última instancia, como todo acto de producción, en la fecundidad de la naturaleza, es decir, en su valor de uso” (Fernández, 2016: 9). En otras palabras, la producción desenfrenada puede agotar los recursos y alterar el valor de uso.
No obstante, lo anterior requiere de una mayor precisión, pues el capital tiene la capacidad de mantener el régimen de acumulación en condiciones de degradación ambiental. Por ello, es importante hacer una distinción entre deterioro de las condiciones naturales para la producción, y, las condiciones naturales para el desarrollo humano saludable. Cuando la producción deteriora un recurso que, para su conversión en valor de cambio, se requiere más trabajo, es ahí donde la degradación le pone un límite al crecimiento, pero mucho de los costes externos generan oportunidades para acumular en estas condiciones. Un ejemplo claro es la agroindustria que genera pérdida de nutrientes del suelo, pero que incentiva el surgimiento del complejo industrial de fertilizantes químicos que obtiene grandes ganancias. Cuando hay deterioro, el capital puede emigrar hacia actividades económicas menos dañinas (capitalismo verde), transformar otros servicios ambientales en mercancía o simplemente continuar explotando el servicio ambiental deteriorado, con el uso de técnica, empeorando las condiciones naturales para el desarrollo humano.
Modelo de desarrollo y crisis social en Panamá
La formación social panameña muestra una especificidad con respecto al resto de los vecinos latinoamericanos que se insertan en la división internacional del trabajo como proveedores de materia prima y mano de obra barata con respecto a los centros hegemónicos. La explotación de las ventajas comparativas llevó al grupo económico de poder a desarrollar un modelo cuya función es facilitar la circulación de capital a escala global. Para esto desarrolló un conjunto de infraestructura logística (Canal, puertos, centro financiero, zona libre, etc.), ubicada en la región metropolitana interoceánica, mientras se descuidó el sector primario y secundario de la economía.
Este modelo conocido como la plataforma internacional de servicio se basa en actividades no generadoras de valor y trae como una de las consecuencias la producción de desigualdades sociales y pobreza, aún en contextos de crecimiento económico. A lo anterior habría que sumar las políticas neoliberales que conllevaron el abaratamiento de la mano de obra, socavamiento del poder de las organizaciones sindicales, la privatización de las empresas públicas y el deterioro de los servicios públicos urbanos.
Jované (2015) plantea que, en veinte años, desde 1990 a 2010, el PIB mostró tasas de crecimiento de 5.8% y en el contexto de la crisis mundial del 2008 mantuvo este nivel. Los excelentes indicadores macroeconómicos encubren una situación que puede ser develada por apelación a otros indicadores. Por ejemplo, el creciente deterioro de la participación de la remuneración de los asalariados en el PIB representó en el año 2000 el 37.8%, la misma había decrecido a 32.5% en el 2010 y 31. 5% en 2015. Las desigualdades sociales es otro factor que se agudizó. Si se toma en cuenta el índice de Gini para el 2018 muestra un valor de 50, por encima del promedio de la región, pero este valor era 46 a finales de la década de 1990 y se incrementó a 48 en el 2010. El crecimiento económico no logró impactar en los niveles de pobreza, ni las políticas sociales de cohorte asistencialista. La pobreza general tiende a variar desde 13% en Los Santos hasta el 90% en las comarcas Indígenas. Otro indicador del malestar social es la creciente informalidad de fuerza de trabajo, según los datos oficiales, el 40% de la mano de obra es informal o sub ocupada.
El modelo de desarrollo y las políticas neoliberales han activado movimientos sociales no solo de los sectores populares, sino también de las capas medias. En este aspecto resaltan dos actores: el movimiento campesino e indígenas que, lo largo de los últimos treinta años han ejercido resistencia y muchos casos han frenado la avanzada del capital. El malestar social se incrementa ante un sistema político cuestionado por sus asombrosos actos de corrupción. Los enfrentamientos al interior del grupo dominante también contribuyen al descrédito de una partidocracia.
En los últimos veinte años los grupos dominantes conocen del agotamiento del modelo y del malestar social que genera. Lo oxigenaron a través de algunos megaproyectos como la ampliación del Canal, autopistas, el metro y construcción de puerto, pero llegó a su límite y tratan de incorporar otros ejes de acumulación. Es ente sentido, que los servicios ambientales cobran un interés estratégico para capital criollo en alianza con trasnacional.
Estrategia de acumulación, recursos naturales y resistencia social
Las tres últimas administraciones gubernamentales han tratado explotar recursos naturales o darlo en concesión al capital trasnacional. No obstante, mucho antes existió la intención de explotar recursos que se encuentran en territorios indígenas desatando resistencias. Díaz (2015) afirma que la política desarrollista del general Torrijos, en la década de 1970, intentó insertar al país, y a los sectores marginados, en el mercado mundial a través de la explotación de los recursos naturales (minería e hidroeléctrica). Por supuesto esto generó protestas sociales, pero cualquier forma, la idea de incorporar nuevos ejes de acumulación al modelo panameño no es nueva y cada gobierno de turno intenta desempolvarla.
En la administración de Ricardo Martinelli se intentó modificar el Código minero que creaba las bases para la explotación de Cerro Colorado, uno de los principales yacimientos mundiales de cobre ubicado en el corazón de la comarca Gnabe-Buglé, pero también, creó la ANTAI que facilitó la apropiación de terrenos costeros por parte del capital para la construcción de proyecto turísticos. Los indígenas paralizaron la Vía Interamericana que conecta al país con Centroamérica y fueron brutalmente reprimidos por parte del Estado quien empleó armas que no están permitidas para el control de multitudes, además se ordenó cortar la comunicación en región del oriente chiricano, y así castigar a la población que se solidarizaba en la lucha indígena.
Bajo esta administración hubo un incremento de los delitos ambientales, algunos avalados por el propio Estado. El caso más conocido es el de la empresa Campos de Pesé, quien contaminó con atrazina a una de las principales cuencas en la región de Azuero, la del río La Villa. También se dio en concesión a la empresa Agricultura y Servicios de Panamá una zona humedal protegida, la laguna de Matusagaratí, quien ha desbastado unas 13 mil hectáreas de un total de 54 mil perteneciente al tapón de Darién. La principal líder ambiental fue amenazada de muerte y tuvo que mudarse al extranjero.
En administración de Juan Carlos Varela dio un impulso a los proyectos hidroeléctricos en el occidente del país en clara violación a las leyes nacionales. El proyecto hidroeléctrico Barro Blanco en el río Tabasará, desarrollado en tierras comarcales, se aprobó con un estudio de impacto ambiental desactualizado y con una categoría que no correspondía a la magnitud de la obra. La población indígena se tomó la construcción por meses, pero las fuerzas represivas se impusieron, aunque es un conflicto que aún no termina. La Coordinadora Indígena resaltaba la necesidad de proteger la cuenca hidrográfica y de vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza, sus discursos apelaban a la racionalidad “del buen vivir”.
Esta administración modificó el contrato ley de 1998 que daba en concesión la mina Petaquilla, cediendo más beneficios a la trasnacional canadiense. La destrucción de los recursos naturales por la minería a cielo abierto ha sido documentada ampliamente por los ambientalistas panameños. La empresa en medio de la pandemia no detuvo el proceso de extracción, a pesar de que, en sus campamentos, se desarrollaron focos de contagios que ocasionaron la muerte de dos trabajadores.
La administración de Nito Cortizo se concentra en la pandemia, esto ha llevado a la paralización de muchos de los proyectos que pretendían explotar los recursos naturales y que generarían resistencia, pero se encuentran entre sus planes, otra ampliación del Canal. Esto implica la importación de agua de la cuenca del río Indio para el funcionamiento de la vía acuática, se requerirá la construcción de embalses. Este proyecto ya ha generado movilización de la Coordinadora Campesina contra los Embalses que se oponen a la destrucción ambiental en nombre progreso.
Conclusión
En la historia, las élites rara vez supieron manejar las crisis y muchas veces implementaron estrategias que terminan acelerándola. Parece ser que este es el caso de Panamá, una formación social, cuya dinámica gira en torno a las condiciones que brinda para facilitar la circulación de capital y reducir el tiempo de rotación, con un grupo dominante que, ante el agotamiento de un modelo, pretende explotar servicios ambientales que hasta entonces habían quedado al margen del desarrollo capitalista. No obstante, esto genera resistencia por parte de la población que sale en defensa del valor de uso y que se resisten a su transformación.
Bibliografía
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