Investigación
Chuy-Chuí: territorio, dinámica social y cooperación transfronteriza
Chuy-chuí: territory, social dynamics and cross-border cooperation
Chuy-chuí: territoire, dynamique sociale et coopération
Chuy-Chuí: territorio, dinámica social y cooperación transfronteriza
Aldea Mundo, vol. 24, núm. 48, pp. 23-34, 2019
Universidad de los Andes

Recepción: 01 Junio 2019
Aprobación: 01 Julio 2019
Resumen: La sección sureste de la frontera entre Brasil y Uruguay, ubicada entre la laguna Merín (Mirim en portugués) y el océano Atlántico, y centrada en las ciudades gemelas Chuy-Chuí, constituye una región con perfil propio, en la cual la integración transfronteriza en varios aspectos supera la integración de cada localidad dentro del respectivo país. El objetivo de este trabajo es analizar ese proceso a través de diversos eventos históricos que han determinado la actividad humana en la zona, considerándola en su dimensión territorial como un área típicamente de frontera, pero, a su vez, con características geográficas y sociales propias que la diferencian del resto de la faja de frontera binacional, estableciendo formas específicas de integración transfronteriza.
Palabras clave: transformación territorial, sociedad local, relación transfronteriza.
Abstract: The South -Western section of the Brazilian-Uruguayan border, situated between the Mirim Lagoon (Mirim in Portuguese) and the Atlantic coast, and centered on the twin cities of Chuy and Chuí, is a distinctive borderland region, where cross border-integration in many aspects transcends the integration each city has within the respective national country. The purpose of this paper is to analyze this process looking into several historical events that have determined human activities in the area, considering it as a genuine borderland region, differentiating it in the territorial dimension as a definite bordering area having nonetheless specific geographical and social characteristics which marks the difference with the rest of the binational borderland and set a specific kind of cross-border integration.
Keywords: Territorial Transformation, Local Society, Cross-border Relations.
Résumé: La section sud-est de la frontière entre le Brésil et l’Uruguay, située entre la lagune Merin (Mirim en portugais) et l’océan Atlantique, et centrée sur les villes jumelles Chuy- Chuí, constitue une région avec un profil propre, où l’intégration transfrontalière excède, dans quelques aspects, à l’intégration de chaque localité dans son pays respectif. L’objectif de ce travail est d’analyser ce processus à travers les divers événements historiques qui ont déterminé l’activité humaine dans la région, laquelle est considérée dans sa dimension territoriale comme une région typiquement frontalière, mais qui possède à son tour des caractéristiques géographiques et sociales particulières qui la différencient du reste de la bande frontalière binationale et, par conséquent, avec des formes spécifiques d’intégration transfrontalière.
Mots clés: transformation territoriale, société locale, relation transfrontalière.
Introducción
La divisoria entre Brasil y Uruguay es considerada un ejemplo de frontera abierta, definida por su carácter poroso y las fluidas relaciones transfronterizas entre ambos lados, tanto a nivel de la sociedad civil como de los diferentes niveles de gobierno (Gomes Lucena de Lima y Moreira, 2009). Esta condición se refleja en la existencia de importantes contingentes poblacionales y culturas locales con aspectos comunes a las dos sociedades nacionales en contacto, cuyo origen frecuentemente antecede a la actual demarcación limítrofe (Behares, 2011). En las últimas décadas, a esa formación social se agrega una activa política de integración transfronteriza que involucra a diversos niveles de gobierno de ambos Estados nacionales, y que otorga prioridad a la interdependencia positiva por sobre la lógica geopolítica de la desconfianza, que predomina en ciertos períodos de la historia en la acción estatal de ambos países con relación a las fronteras (Clemente y Hernández, 2012; De Oliveira Lemos y Rückert, 2015).
En este marco, el objetivo de este trabajo es examinar, en cuanto región fronteriza, a un área particularmente porosa e integrada de la frontera terrestre uruguayo- brasileña: la franja limítrofe situada entre la Laguna Merín y el océano Atlántico, en torno a las ciudades gemelas Chuy-Chuí. Esta zona presenta determinadas especificidades territoriales, sobre las que se profundiza en la siguiente sección y que resultan de especial interés en la explicación del carácter de la integración trans-fronteriza: su relativo aislamiento respecto a los dos estados nacionales de los cuales forman parte, y el carácter anegadizo y lacustre del territorio. El artículo presenta los resultados de una investigación realizada a partir de diversas fuentes primarias y secundarias, en el marco de varias salidas de campo al área, durante las cuales se realizaron entrevistas, observación participante y relevamiento documental. Si bien el estudio aborda la problemática común a los territorios comprendidos en la región transfronteriza, cabe señalar que el análisis de los cambios territoriales está basado principalmente en investigaciones realizadas sobre la zona ubicada en el lado uruguayo de la frontera.
El trabajo profundiza particularmente en el carácter de la interrelación entre el territorio y el proceso histórico de la formación social allí asentada, enfocando especialmente las particularidades identitarias de ésta, derivadas de las relaciones transfronterizas. ¿En qué medida el territorio ha sido una dimensión determinante de ese proceso, e inversamente, de qué manera la dimensión identitaria de los cambios sociales, demográficos y políticos han tenido impactos en la configuración territorial, en los usos de los recursos territoriales y en la cooperación transfronteriza? En un marco temporal que se inicia con los primeros asentamientos humanos en el área y se extiende hasta el presente, el estudio intenta establecer los cambios de mayor incidencia en el territorio y el proceso social en las fronteras.
Desde la perspectiva constructivista de Relaciones Internacionales, el trabajo aborda las identidades territoriales como factor de las relaciones entabladas en el nivel local entre comunidades de frontera, así como con ambos Estados y gobiernos nacionales, y también actores externos a la región (organismos regionales, multilaterales, diásporas extra-continentales). El constructivismo explica las interacciones en el sistema internacional como intercambio de ideas e intereses que son resultado de una construcción colectiva. Wendt (1994: 384-386) define la identificación colectiva como una variable esencial en las relaciones internacionales que tiene un origen inter-subjetivo, tanto en sentido cooperativo como conflictivo, y sostiene que la construcción de identidades e intereses se cumple en estructuras sociales. Así entendidas, las identidades son a la vez esquemas cognitivos y posiciones en una estructura de roles sociales de entendimientos y expectativas compartidas.
De acuerdo con Lucena (2012: 70-72), la explicación de la identidad fronteriza exige un estudio dirigido a explorar la construcción social de la realidad fronteriza a través de las representaciones de naturaleza institucional y simbólica expresada por los actores locales, regionales e internacionales para considerar en el devenir histórico los sistemas de ideas y los cambios en la estructura del orden de poder que inciden en la formación de identidades e intereses de cada localidad fronteriza. La autora sostiene que brasileños y uruguayos comparten un acervo común formado por especificidades de los grupos hegemónicos, pero el análisis debe esclarecer también la diversidad que la historia regional presenta y considerar la organización del espacio y la complejidad de la dinámica social. En el abordaje del estudio de la región objeto de análisis se adopta el concepto de transfronterización definida por Carneiro (2016: 24) como un recorte territorial de geometría variable, generado por procesos de ocupación y aprovechamiento del territorio: los habitantes de ambos lados trascienden la frontera y la incorporan a sus estrategias de vida a través de múltiples maneras.
En este sentido, el análisis que este texto presenta se desarrolla a partir de preguntas sobre las estructuras en que se forman y actúan gestores y habitantes locales; las variables culturales como lengua, religión, composición étnica y formas de organización del espacio; la incidencia de presiones externas, las resistencias locales y los factores que otorgan especificidad a la región fronteriza.
Chuy-Chuí en el marco general de la frontera Uruguay-Brasil
El interés por esta zona radica en el particular sentido que allí asume la integración y la porosidad que tradicionalmente caracteriza al conjunto de la frontera entre Brasil y Uruguay. Tal cualidad se ve redoblada por ser una zona históricamente separada y aislada de las regiones más pobladas y desarrolladas de ambos países. De esta forma, la región de frontera circundante a las pequeñas ciudades gemelas Chuy-Chuí posee una serie de características distintivas en relación al resto de la frontera binacional.
Para comprender mejor tal especificidad, resulta conveniente partir de una breve descripción del conjunto de la faja de frontera en el límite entre Brasil y Uruguay. El límite terrestre que separa ambos Estados está compuesto por tres secciones principales. En primer lugar, se destaca una larga sección norte-oriental, de mayor extensión, definida en sus dos extremos por los ríos Cuareim y Yaguarón, y, en su parte intermedia, por varios trayectos de frontera seca y otros determinados por cursos fluviales menores. Continuando hacia el sur, el límite binacional atraviesa la laguna Merín, según lo establecido por el Tratado de Rectificación de Límites de 1909, por el cual Brasil reconoce la soberanía uruguaya sobre el lado occidental de línea media de la laguna. Por último, el límite terrestre entre Uruguay y Brasil tiene un tercer tramo de menor extensión en la parte sur, en el cual se focaliza este trabajo, que va desde el extremo austral de la laguna Merín hasta el océano Atlántico, en parte definido por el curso inferior del arroyo Chuy.
Cada uno de estos segmentos tiene atributos distintivos. A efectos del presente trabajo, interesa especialmente considerar sus diferencias a nivel sociocultural. En tal sentido, mientras el primero se caracteriza por cierto predominio de la influencia brasileña a ambos lados del límite, en el tercero en cierta forma sucede lo inverso, en tanto que en el límite correspondiente a la laguna Merín se caracteriza por menores flujos de relaciones transfronterizas que resultan del obstáculo geográfico. Adicionalmente, flujos migratorios procedentes del Medio Oriente otorgan un carácter diferenciado a la sociedad local.
En el largo tramo norte de la frontera uruguayo- brasileña hay una mayor influencia de Brasil, la cual se expresa en términos culturales, lingüísticos y económicos. Ello responde a diversas causas. Por un lado, por razones históricas, ya que durante los siglos XVII, XVIII y XIX el territorio uruguayo de esta región fue colonizado por poblaciones de origen portugués y azoriano, así como indígenas y negros ligados a tal influencia. El carácter de frontera seca explica la constante inter-penetración de estas poblaciones (desde bandeirantes hasta esclavos fugitivos) en un territorio que, por lo demás, no era claramente controlado por el poder político colonial español y, luego de la independencia, tampoco por el Estado uruguayo. Por otro lado, durante el siglo XX, este predominio de la influencia brasileña también responde a condicionantes geográficas: mientras esa región era lejana a Montevideo y estaba compuesta por departamentos uruguayos con menor desarrollo económico relativo, los municipios brasileños fronterizos desarrollaron una activa dinámica económica y demográfica.
Frente a esta situación predominante en la mayor parte de la faja fronteriza, en el pequeño tramo sur el panorama inverso responde a otras condiciones geográficas e históricas, sobre las que se profundiza en las siguientes secciones.
Condiciones geográficas e historia social
El área que analiza este artículo es el extremo sur de la frontera binacional entre el departamento uruguayo de Rocha y el extremo suroeste del estado de Río Grande do Sul, con un foco en los municipios gemelos Chuy- Chuí-Barra do Chuí y la región vecina enmarcada entre los poblados de San Miguel-18 de Julio y la Coronilla (en territorio uruguayo) y Santa Vitoria do Palmar y Balneario Hermenegildo (en territorio brasileño), hasta llegar a la Reserva Ecológica de Taim. El espacio geográfico en el cual se encuentra ese territorio es la pampa que se extiende desde la mitad sur del actual estado de Río Grande do Sul y el Uruguay hasta el límite oeste con el territorio argentino, caracterizada como una tierra de planicies y cuchillas de altura no superior a 500 metros. Esta “campaña” cubierta de gramíneas, forma una extensa pradera casi plana, solo interrumpida por la presencia de ombúes solitarios, y limita al este y al sur con el océano Atlántico.
A diferencia de otros territorios uruguayos de la frontera con Brasil, la formación cultural de influencia hispánica se manifiesta en el uso predominante del español como lengua de comunicación cotidiana en el territorio uruguayo y en la penetración del español en territorio brasileño hasta el límite norte de los antiguos campos neutrales. Esta especificidad lingüística es consistente con la persistencia de tradiciones musicales y festivas de origen español que configuran una realidad única en la frontera binacional: dos manifestaciones que evidencian ese contraste con otros territorios son el carnaval y las ceremonias religiosas ordenadas por el calendario de festividades católicas. La geografía del territorio contribuye a acentuar la percepción de la diferencia entre esta región fronteriza y el resto del país: el paisaje de bañados, costa oceánica, y palmares es una clave identitaria de los habitantes tal como se manifiesta en el arte plástico y en la literatura local. Por otra parte, el arribo de inmigrantes procedentes del Medio Oriente y sus establecimientos comerciales en la línea de frontera es una realidad plenamente normalizada por la sociedad local.
La zona considerada conforma una unidad con caracteres propios dentro de esta macro región pampeana, debido a las condiciones de suelo, vegetación, historia e intercambios socio-culturales, así como por su carácter de frontera porosa y relativamente aislada de los poderes centrales durante la mayor parte de su historia. Esta región transfronteriza se caracteriza por la presencia de grandes extensiones de bañados, humedales y áreas anegadizas, que en su conjunto generan un paisaje y una topografía muy particulares:
En el sector de llanura de estos territorios, el Cociente de Relieve (diferencia de altura entre puntos más alto y más bajo dividida por la longitud máxima de la cuenca) es muy bajo, lo que condiciona la permanencia de las aguas superficiales por mucho tiempo y la fácil obturación de sus cauces naturales por sus propios arrastres, al ser lento el flujo. (Praderi González, Vivo y Vásquez Praderi, 2001: 130).
Este predominio de los bañados determinó que las posibilidades de explotación rural del territorio históricamente hayan sido menores a las de áreas circundantes, donde predomina la pradera. Como contraparte, constituye una zona donde se conservan hasta la actualidad ecosistemas naturales, hecho que ha sido reconocido internacionalmente como área de protección y conservación (Reserva de Biosfera y Convención Ramsar). Por otra parte, en esta región de frontera la dimensión oceánica hizo parte de la disputa por el control territorial entre España y Portugal y en conexión con la expansión portuguesa hacia occidente tras la fundación de Colonia del Sacramento (Varese, 2001).
Durante el siglo XX, los bañados y humedales son paulatinamente reducidos, debido a la combinación de sistemas de embalse de las corrientes de agua que los alimentan, de terraplenes que frenan sus crecidas, y de drenaje y canalización hacia el océano Atlántico y la laguna Merín. Este cambio se inicia con la construcción del Canal Andreoni, ubicado a 23 km de la frontera con Chuy-Chuí, en el balneario La Coronilla, obra iniciada en 1898 para desecar algunos bañados de Rocha mediante un sistema de canales. La obra se concreta entre ese año y 1910, obteniéndose por resultado el drenaje y desecación parcial del Bañado Las Maravillas, ampliando en 8000 hectáreas la zona de pastoreo de vacuno próxima a Potrero Grande (Praderi González et al., 2001: 131).
Sin embargo, la real modificación del ambiente acontece en la década de 1940 con el boom arrocero. En 1942, se construye del lado uruguayo el llamado Canal Nº 1, que conecta el arroyo Quebracho, desde un punto próximo a la ciudad de Lascano, con el río San Luís, en el que el canal desemboca a la altura de la localidad de Paso Barrancas. Este canal servía al drenaje parcial de los bañados de Rincón de la Paja, India Muerta y Bañado Bravo hacia el arroyo San Luis, para permitir el bombeo de agua hacia los predios arroceros que en esa década comienzan a expandirse en la zona, más allá de los terrenos inmediatamente circundantes a los cursos de agua. El canal tuvo un primer impacto considerable, al aumentar las superficies aptas para pradera y chacra. Sin embargo, su limitado caudal no permitió drenar los bañados con la eficacia con que lo haría el Canal Nº 2.
En los años siguientes, la producción arrocera se extiende por todo Rocha. Los predios ubicados sobre la laguna Merín y el río Cebollatí mejoran sus sistemas de canalización y bombeo, fundamentalmente entre las décadas de 1950 y 1970. Posteriormente, a inicios de la década de 1980, dos grandes obras de infraestructura terminan de transformar el sistema hidrológico de la región, posibilitando la extensión de la producción arrocera a nuevas zonas y determinando la desaparición del sistema de bañados. En 1981 se termina de construir la represa de India Muerta sobre el arroyo homónimo, generando un embalse que permite empezar a regar los predios de la zona mediante un nuevo sistema, que funcionaba a base de gravedad y no de bombeo (con varias ventajas a nivel de transporte de agua y reducción de costos). Esta obra tendría consecuencias nefastas para los bañados de la zona, en especial para aquellos que se alimentaban de dicho arroyo.
En los mismos años se termina de construir el Canal Nº 2, el cual prolonga 75 kilómetros hacia el sur el Canal Nº 1, hasta unirlo con el Canal Andreoni. Este canal, inaugurado en 1982, permite que las aguas del Canal Nº 1 (y las de los bañados que atraviesa) desemboquen en el Atlántico, a través de un dique de mayor caudal. Se mejoraba así el funcionamiento del sistema de drenaje de los bañados y de bombeo de agua para riego en nuevas zonas, a la vez que se ampliaba la superficie que se mantiene seca durante todo el año, aumentando el área de producción arrocera y ganadera. En cambio, los efectos sobre la playa de La Coronilla fueron altamente negativos y se tradujeron en una caída del turismo.
Como resultado de estas intervenciones, entre 1980 y 1995 se secan muchos bañados de la zona, en las cuencas de los arroyos de Pelotas, India Muerta, San Luis y San Miguel, se gana tierra para pradera o chacra arrocera, se queman los montes, se reducen bañados que sobreviven al vaciado de agua y disminuye la población de diversas especies. Como contraparte, este sistema de embalses y canales permite ampliar la caminería, la zona de pradera ganadera y la zona arrocera. Respecto a la caminería, se amplía la red de caminos vecinales, pero además se finalizan algunas rutas nacionales cuya extensión planificada nunca había podido ser completada (rutas 19 y 14). En relación a la ganadería, aumenta el área de pastoreo, y se logra un mayor control de las inundaciones: La desecación de muchos bañados por canales, que ayudados por terraplenes escurren rápidamente las aguas, han hecho desaparecer la mayor parte de los humedales y sus reserva biológicas.” (Praderi González et al., 2001: 134). Esta situación, representativa de la combinación de acciones estatales y capitalistas sobre el medio geográfico, determina muchos de los cambios recientes en la zona.
Condiciones históricas
Primeramente, las condiciones geográficas de tierras bajas rodeadas de obstáculos lacustres, determinan un relativo aislamiento en relación al territorio circundante. El territorio anegadizo históricamente generó aislamiento durante la mayor parte de los siglos XIX y XX. Incluso en la actualidad, si bien el Chuy se encuentra bien conectado con el resto de Uruguay, las ciudades brasileñas de Chuí y Santa Vitória do Palmar se conectan con el resto Brasil a través de una sola carretera, debiendo recorrer más de 200 kilómetros antes de llegar a Rio Grande, que es la siguiente ciudad más próxima, atravesando la Estación Ecológica de Taim. Esto explica en parte la limitada influencia brasileña en la zona y el relativo aislamiento del territorio del extremo sur respecto del resto del país.
Por otra parte, en relación a las condiciones históricas específicas de la zona, se destaca la temprana demarcación del límite binacional en este tramo de la frontera y su consecuente pacificación, en el marco del Tratado de San Ildefonso (1777) entre las coronas española y portuguesa, luego que en la primera mitad del siglo XVIII fuera un enclave en las disputas geopolíticas entre ambos imperios y la suscripción de otros dos tratados no respetados (Tratado de Madrid de 1750 y Tratado de El Pardo de 1761). Desde la primera mitad de aquel siglo, la zona había sido objeto de diversas avanzadas conquistadoras y conflictos bélicos, en un contexto de disputa entre las coronas española y portuguesa por la Banda Oriental (actual territorio de Uruguay), y también como efecto de la Guerra de Sucesión Española (1713-1715). En este proceso, la avanzada religiosa conducida por órdenes misioneras asociadas a los dominios español y portugués era otra forma de disputa. En 1737 se registra el bautismo y conversión de 60 indígenas minuanos en la fortaleza Jesús-María-José, en Río Grande (Mirco, 1987, citado en Oliveira, 2010).
En este marco general, en 1734 comienza la construcción portuguesa del Fuerte de San Miguel y en 1762 de la Fortaleza de Santa Teresa, ambas fortificaciones ubicadas a pocos kilómetros del Chuy. El objetivo de estas obras era asegurar el control portugués sobre el litoral oceánico para mantener la comunicación con la ciudad de Colonia del Sacramento (fundada en 1680 y cuya posesión fue alternando entre España y Portugal hasta que el tratado define su control español). A su vez, estas fortalezas tenían la función complementaria de cortar el paso a través de estrechos que se forman entre el océano y las lagunas que se extienden a su lado. Se observa así cómo las condiciones geográficas del área lacustre asumen un significado especial al conjugarse con la evolución histórica de la situación geopolítica de esta faja fronteriza.
En 1763 ambas fortalezas son conquistadas por fuerzas españolas, en el curso de una avanzada militar liderada por el gobernador de Buenos Aires, Pedo de Cevallos (Varese, 2001; Jumar, 2004). Desde entonces, permanecen en manos “castellanas” hasta la actualidad, exceptuando los breves períodos de ocupación portuguesa y brasileña, durante la Guerra de la Cisplatina. La pacificación y demarcación se confirma poco después de la conquista de las fortalezas por los españoles, con el Tratado de San Ildefonso, que preveía la creación de los llamados “campos neutrales”: una faja de tierra de más de 200 kilómetros (desde el comienzo del Taim hasta el arroyo Chuy) que debía mantenerse despoblada. Este territorio fue posteriormente poblado con colonos que recibían el derecho de posesión.
Ciertamente, en los años posteriores, paulatinamente, estos terrenos fueron colonizados por poblaciones de origen azoriano apoyadas por el imperio portugués. A partir de 1807, con la creación de la Capitanía de São Pedro de Rio Grande do Sul, fueron asignados a militares del Imperio de Brasil (Oliveira, 2010). Sin embargo, la definición de aquellos Campos Neutrales permitió que no hubiera expansión brasileña más allá del arroyo Chuy, exceptuando las invasiones portuguesas y brasileñas del período de la independencia de las colonias hispanoamericanas. Finalmente, la Convención Preliminar de Paz de 1828, que determina el fin de las pretensiones brasileñas sobre la Banda Oriental (luego del breve período de dominación sobre la “Provincia Cisplatina”), ratifica al arroyo Chuy como límite binacional a la altura del litoral oceánico. Desde entonces, la demarcación del límite en esta zona se ha mantenido prácticamente incambiada.
De esta forma, la ausencia de diferendos por definición de límites y el establecimiento de los campos neutrales es otro importante diferencial histórico de esta sección de la frontera binacional, que se suma a la condición de tierras que permiten mayores niveles de integración transfronteriza, al superar más tempranamente las desconfianzas geopolíticas que se mantuvieron en otros segmentos de la línea divisoria.
El primer poblamiento de la zona
Las llamadas “tierras bajas” de la costa atlántica de los actuales territorios de Uruguay y del sur de Brasil fueron originalmente habitadas por poblaciones indígenas que se establecieron en la zona hace por lo menos 4.000 años, según las dataciones arqueológicas más antiguas (Bracco, 2004). Éstas se benefician de la concentración de biodiversidad de un ecosistema húmedo, que incluye grandes mamíferos como el carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) o plantas como el butiá (butia capitata). Como resultado de esta adaptación a un ambiente específico, más rico en recursos alimenticios, se estima que alcanzaron una mayor población a la de sus vecinos de las regiones pampeanas más elevadas y secas, principalmente los charrúas para el caso de las sierras y praderas de los actuales territorios de Uruguay y Rio Grande do Sul. Esta situación conlleva la diferenciación cultural de los habitantes de esta zona, así como la temprana construcción simbólica del territorio a través de su demarcación con montículos de tierra, llamados cerritos de indio (atérreos en portugués), en los que enterraban a los muertos (Becker, 1984). En cierta forma, se trata de una frontera anterior a la frontera moderna, cuya marca antrópica en el paisaje se mantiene hasta la actualidad.
Estos pobladores, definidos en términos arqueológicos como los habitantes de los cerritos de indio, son identificados por las primeras crónicas europeas como los guenoas, llamados minuanes por los portugueses. Al momento de la llegada de los colonizadores peninsulares, estaban establecidos entre el noreste del actual territorio uruguayo y el sur de Rio Grande en el entorno de la lagoa dos Patos, en vecindad con la etnia charrúa, con algunas vertientes guaraníes que tardíamente se asentaban hacia el sur a través de la costa oceánica, y con los misioneros jesuitas establecidos en Paraguay, con un área de dispersión que se extendía hacia el sur, hasta la laguna de Castillos y el cabo de Santamaría, sobre el océano Atlántico (Bracco, 2004: 119-126).
A partir el siglo XVII, con la introducción del ganado, la costa oceánica fue ámbito para expediciones de piratería y comercio ilícito al amparo de las conflictivas relaciones entre las dos potencias que se disputaban el dominio territorial. Desde entonces, la vida en la zona estuvo marcada por la combinación de dinámicas políticas, entre los Estados que se disputaban el control del territorio fronterizo, y dinámicas económicas, entre los actores con intereses en el aprovechamiento de los recursos de la zona. La combinación de ambas dinámicas resulta compleja, pues, por un lado, las dinámicas políticas de control territorial están influenciadas por actores con intereses económicos, y, por el otro lado, el establecimiento de la frontera redunda en nuevos intereses económicos, que ya no se limitan a la explotación pecuaria, sino que se extienden a las oportunidades que esta genera en relación al comercio y al contrabando.
Frontera e intereses estratégicos
Colonización y migraciones
El poblamiento español se inicia a finales del siglo XVIII, con las primeras distribuciones de tierras entre colonos. En su mayoría, estos procedían de Castilla, Andalucía e Islas Canarias. En 1793 fue fundada la ciudad de Rocha. Las dificultades en las comunicaciones determinadas por los bañados y la reducida presencia de inmigrantes mantuvieron a esta comunidad relativamente aislada. Este hecho actuó como factor de preservación de una forma específica de español, más próximo al hablado en España que del que se habla en el Río de la Plata, y con proyección dentro del territorio brasileño hasta más al este de Santa Vitoria do Palmar (De Marsilio, 1969).
El poblamiento portugués de la zona fue paulatino, descendiendo hacia el sur desde Río Grande los primeros beneficiarios, desde 1739 hasta la mencionada conquista de Cevallos de 1763:
Três tipos de povoadores se apresentaram, classificados segundo o local de onde provinham. Em primeiro lugar, os foragidos da Colônia do Sacramento - militares e civis; outros procedentes do norte - aventureiros em busca de fortuna; finalmente, muitas glebas eram entregues a militares servindo nas guardas e fortes, ficando, assim, na dupla função de soldados e criadores, o que não constituía novidade, na época (Amaral, 1973: 130).
Posteriormente, con el citado tratado de San Ildefonso, el área al nordeste del arroyo Chuy pasa a formar parte del territorio de “campos neutrales”, definido como tierra sin dueño, una condición que atrajo a una nueva oleada de pobladores errantes o fugitivos de la ley. Luego de la independencia, comienza a arribar a la zona un cuarto componente demográfico, que se suma a los indígenas y colonizadores españoles y portugueses: los negros. Por un lado, desde la temprana abolición de la esclavitud en Uruguay llegan a territorio oriental esclavos fugados de estancias gaúchas, buscando la libertad. Por otro lado, llegan muchos escapados de la Revolución Farroupilha (1848-1849), desertando de su alistamiento forzado en ambos bandos. Más tarde, con la intensificación de la actividad productiva en las explotaciones rurales zona, comienzan a llegar a los Campos Neutrais contingentes de esclavos traídos por los terratenientes: para 1884, poco antes de la abolición de la esclavitud en Brasil, hay registro del arribo de 707 esclavos (Bernd y Bakos, 1991: 73, citado en Oliveira, 2010: 76).
A inicios de la década de 1850, el gobernador de Rio Grande autorizó la creación de una población, denominada más tarde Santa Vitoria do Palmar, erigida en municipio en 1874. Según Beneduzi (2005), en los años 1880 se inició una corriente migratoria de italianos hacia estas tierras brasileñas.
Las nuevas migraciones desde inicios del siglo XX, por su ubicación localizada en la frontera, no incidieron en la cultura de los rochenses. En cambio, en la frontera de Chuy-Chuí, los inmigrantes procedentes del Medio Oriente aportaron a la diversificación demográfica. Designados como “turcos”, procedían en realidad de países diferentes de Turquía, aunque en la época de su ingreso a Uruguay portaban pasaportes del Imperio Otomano, el cual extendía su soberanía sobre todo el Medio Oriente hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Sirios, palestinos, libaneses y, en menor medida, iraquíes, genéricamente designados como “turcos” por los habitantes locales, se establecieron en la localidad de Chuy, fundada en la década de 1930.
Economía rural y modernización
Desde la introducción del ganado vacuno a la Banda Oriental en el siglo XVII, la actividad económica de la zona se centra en la ganadería. Durante el siglo XVIII, varios cronistas describen la explotación del ganado para el comercio con ciudades españolas y portuguesas. Los gauchos corambreros frecuentaban la cuenca de la laguna Merín, según consta en las listas de gauchos vagos” recogidas por Lockhart (1967). Éste menciona el contrabando de cueros, sebo y grasa vacunos hacia Rio Grande, a través del río Cebollatí y la laguna Merín (crónica de Diego de Alvear de 1785, en Ibíd.: 116). Otra crónica menciona estas actividades en el arroyo Averías (crónica de Andrés Oyarvide de 1785, en Ibíd.: 117). Asimismo, una crónica de 1752 menciona indígenas arreando ganado en la zona comprendida entre Castillos y Puntas del Cebollatí (crónica de Joseph Joachin de Viana, citada en Acosta y Lara, 1989: 103 y 105). Desde el punto de vista español y sus pretensiones de soberanía sobre la Banda Oriental, esto constituía un ejemplo del contrabando de ganado, problemática para cuya atención se creó en 1797 el Cuerpo de Blandengues de Montevideo. Sin embargo, a diferencia de la frontera seca del noreste de la Banda Oriental, la geografía de esta región dificultaba mucho más la vigilancia, el control y la persecución de los responsables.
En su estudio de la segunda mitad siglo XIX, los historiadores Barrán y Nahum (1973: 139) caracterizan la economía ganadera de este territorio como “tradicional” porque mantuvo las prácticas productivas establecidas desde la colonia (predomino del ganado criollo y del merino), sin incorporar las innovaciones que los ganaderos del centro y oeste del país ya habían introducido desde el último tercio del siglo XIX en sus haciendas con el fin de incrementar la productividad y el acceso al mercado europeo: “[ ] el censo de 1852 daba una cantidad muy baja de ganado para este departamento, 72.000 cabezas, y todavía, de ellas, el 36,1 % correspondía a los alzados. (Barrán y Nahum, 1973: 40). Según el censo, Maldonado (departamento al cual pertenecía la zona estudiada hasta su subdivisión y conformación del departamento de Rocha, en 1881) es el departamento con menos vacunos costeados y uno de los que tiene menor número absoluto de cabezas, y el tercero con mayor proporción de vacunos alzados (Ibíd.: 31).
Esta situación responde a varios motivos. Por un lado, puede deberse al traslado de ganado hacia Brasil durante la Guerra Grande (Barrán y Nahum, op. cit.). Sin embargo, las características geográficas de la zona son nuevamente un factor a considerar. El aislamiento respecto de los centros más dinámicos de la economía rural era debido a la ausencia de buenas comunicaciones con Montevideo y su puerto, en parte debido a las características particulares del territorio, antes descritas. Este hecho no permitió a los ganaderos rochenses beneficiarse de la expansión de las exportaciones de carnes hacia Europa y de los altos precios internacionales de las últimas décadas del siglo XIX.
El carácter limitado de la producción agropecuaria rochense no estimulaba a la Compañía del Ferrocarril Central para la construcción de líneas de comunicación entre Rocha y Montevideo. Tampoco la comunicación por vía marítima funcionó con eficacia. A fines del siglo XIX, el gobierno uruguayo, bajo la presidencia de Juan Idiarte Borda, presentó al Senado un proyecto de construcción de un puerto en La Coronilla que operaría como embarcadero de ganado en pié en el período de auge de este comercio entre 1895 y 1899, al servicio de ganaderos no sólo de Rocha, sino de Treinta y Tres y Cerro Largo (Barran y Nahum, 1973: 779). Las obras se iniciaron en 1897 pero quedaron inconclusas.
Además de las dificultades para el transporte y las comunicaciones, el territorio de bañado también determinó el atraso del departamento en relación a otro avance modernizador de la época: el alambramiento, dadas las evidentes dificultades que implica para erigir los alambrados en territorio periódicamente inundado. En 1880 Maldonado es, por lejos, el departamento con menor proporción de superficie alambrada, llegando sólo al 0,3 %. El segundo es Minas, con diez veces más (un 3%, superando todos los demás el 5%) (Jacob, 1969: 40-41). Este hecho no solo generaba problemas asociados al abigeato y contrabando, sino dificultades para el manejo reproductivo, necesario para la mejora genética que en esa época comenzaba a gestarse en otras zonas de Uruguay y Brasil.
La búsqueda de alternativas a la ganadería tampoco era una solución. Una iniciativa para promover la agricultura con la instalación de una colonia en La Coronilla en 1863 se convirtió en una operación especulativa. Este proyecto, impulsado por Eduardo Grauert, integrante del directorio del Banco Mauá y propietario de Almacenes Grauert, tenía como objetivo declarado fomentar la agricultura y atraer inmigración campesina. En un comienzo, los inversores eran casi exclusivamente alemanes pero luego se sumaron inversores locales. Según la explicación de Carl Brendel, un actor de ese proceso, la caótica situación jurídica de las tierras públicas (sobre las cuales se esperaba desarrollar la colonización agrícola), la quiebra del Banco Mauá y la dimisión del ministro de Hacienda, José L. Terra, firme sostenedor de esa iniciativa, determinaron el fracaso del proyecto. El plan de emigración de 120 familias rusas con destino a la colonia fue cancelado. En 1889, la empresa, en la cual Brendel había invertido 37.000 marcos, se declaró en quiebra (Brendel, 2010: 292-297).
En la transición hacia el siglo XX, aparecen nuevas dificultades para el sector en la región, ya que Brasil, el mercado más importante para el tasajo de Rocha en el decenio 1895-1904, cayó verticalmente como resultado de la Guerra Civil (1893-1895) y de la crisis económica que se prolongó hasta principios del siglo XX. Un indicador del grado de transfronterización se encuentra en el hecho de que un número importante de grandes hacendados brasileños estaban establecidos en el departamento en carácter de arrendatarios, en un marco de coexistencia de la gran propiedad y la pequeña. Barrán y Nahum (1973: 243) concluyen que “la frontera oriental y Rio Grande integraban una zona económica con acusados rasgos de interdependencia. Este aspecto, lleva el análisis a otra actividad económica históricamente característica de la zona: el contrabando.
Contrabando
El contrabando es otra actividad característica de la economía de la zona, en relación a la cual se observa nuevamente como la combinación de la geografía de bañados y la definición política de una faja de frontera especifican las prácticas sociales. Aunque los tratados definían con precisión los límites del ejercicio de la soberanía de cada parte, la escasa presencia del Estado, las formas de ocupación del suelo y la movilidad de las poblaciones, generaron una situación de transfronterización en los términos de la definición de Carneiro (2016). Una evidencia de la indeterminación en la relación Estado-territorio-sociedad local se encuentra en la práctica del contrabando cuyos orígenes se remontan al período colonial. A pesar de las sucesivas regulaciones dictadas por el gobierno colonial primero y por el Estado nacional después, la práctica del contrabando continuó activa e inmune a la represión policial. En este marco, se destaca el acuerdo binacional de prevención del contrabando suscrito en 1890, en medio de las tensiones sulistas de los gaúchos brasileños, que desembocaron en la Revolución Federalista (1893-1895).
Se trata en este caso de una transfronterización facilitada por la inacción o la debilidad del Estado y por la coincidencia en intereses de una parte sustantiva de la población. Esta coincidencia aparece en acción tempranamente y se manifiesta en la persistencia del contrabando antes y después de la formación de los Estados nacionales independientes, aunque sus objetivos y procedimientos varían sustantivamente en el transcurso de la historia. En particular, cabe diferenciar el contrabando de ganado del de mercaderías.
El primero se remonta al siglo XVIII, época en la que incluía la apropiación de tropas cimarronas de un territorio en disputa hacia lugares seguros donde se procedía a su explotación. Paulatinamente, en el siglo XIX el objeto principal del contrabando era el ganado exportado en forma ilegal con destino a los saladeros de Río Grande y constituye un signo de la interdependencia anotada por los historiadores Barrán y Nahum (1973). Esta práctica permitía además evitar la pérdida de riqueza ganadera durante las guerras civiles que asolaban a ambos países. Ya desde esa época era común que los terratenientes tuvieran campos a ambos lados de la frontera, por lo que su traslado ilegal permitía salvar su patrimonio amenazado por las contiendas, así como evitar fiscalizaciones impositivas y escoger su venta del lado que se estuvieran pagando mejores precios, práctica que se extiende por lo menos durante el siglo XX.
Este comercio ilegal, practicado bajo la relativa tolerancia de las autoridades, se diversifica posteriormente con nuevos intercambios que incluyen bienes de consumo doméstico, textiles y vestimenta. El estudio de Ferreira (2012) identifica las mutaciones en la historia de esta práctica comercial, con fuertes componentes de aventura en la década de 1930 y su asimilación posterior en una época en que aviones y barcos han sustituido al caballo para el transporte y carga de mercancías. Paralelamente, en el siglo XX, el comercio legal transfronterizo se vuelve una importante actividad económica, asociada especialmente a la población de origen sirio, libanés y palestino. La misma es sostenida primero por las diferencias de precios entre ambos países, a lo que posteriormente se suma el permiso para la instalación de free shops (1) en territorio uruguayo.
Agricultura de arroz y transformación del territorio
Desde 1940, la producción arrocera adquiere gran importancia en la región sureste de Uruguay. En los años 1970, a partir de una iniciativa de las Naciones Unidas y la FAO, fueron realizadas investigaciones en la cuenca de la laguna Merín con el fin de evaluar las potencialidades del área para la agricultura de arroz y para la generación de energía. Este fue el comienzo de una expansión del cultivo de arroz que antecedió a la de la forestación en la década de 1990. La necesidad de agua para los cultivos de arroz, produjo efectos negativos sobre los humedales, tales como el desvío de riachuelos y arroyos para el riego de los arrozales. Adicionalmente, el uso intensivo del suelo y la utilización de pesticidas, fungicidas y fertilizantes contribuyó al deterioro de la calidad del agua y al aumento de la contaminación (Achkar, Domínguez y Pesce, 2013).
Esta práctica se extendió al área de humedales de La Coronilla mediante la construcción de canales afluentes del canal Andreoni, construido en 1895 con el fin de drenar bañados para ampliar el área de urbanización del pueblo y balneario La Coronilla (Perdomo, 2009: 53-55). El aumento en el caudal del canal en su desembocadura en el océano afectó seriamente la calidad del agua en las playas y fue blanco de la crítica de actores vinculados al turismo y a movimientos ambientalistas.
La convención de Ramsar de 1971 entró en vigencia en Uruguay en 1984, entre 1988 y 1994, dos misiones de asesoramiento evaluaron el estado del área. La laguna de Rocha (identificada como sitio Ramsar n° 2236), forma parte del sistema de lagunas del litoral atlántico y alberga más de 200 especies de aves y 29 de anfibios. Bañados del Este fue declarada Reserva de la Biosfera en 1976 (2) y es también un importante albergue de una gran variedad de flora y fauna. La declaración de 9 de junio de 2015 afirma que los humedales son esenciales para el desarrollo sostenible. Enfrentar los factores de degradación debe ser una prioridad en la acción de las Estados parte de la convención en el período 2016-2024 (3).
Experiencias industriales
En una economía dominada por la producción ganadera, los intentos de industrialización en un territorio apartado de los centros de la economía nacional fueron escasos. Dos en particular tuvieron una trayectoria destacada en la memoria colectiva de Chuy- Chuí: la fábrica de tabaco establecida en el Chuy y la fábrica de sal marina en La Coronilla. Se trata de dos ejemplos de diversificación económica.
El más antiguo de ellos, la fábrica de tabaco, tuvo carácter de empresa familiar y fue fundada en 1925 por Silvio Fossati, miembro de una familia de inmigrantes italianos radicada en el Chuy e hijo del presidente de la Comisión Local creada por la Junta Administrativa de Rocha, Antonio Fossati (Dornel, 2011: 118). Esta empresa tuvo un desempeño relevante como centro productivo y como modelo de capacitación de trabajadores. Sin embargo, la presión de las grandes firmas de la industria tabacalera y la inestabilidad monetaria de los años 1980 condujeron al cierre de la fábrica en 1987 (4).
La fábrica de sal marina de La Coronilla tuvo una historia diferente. Fundada en 1949 por la empresa SALMAR S.A.I.U., propiedad de la firma montevideana Herrera Mc Lean y Socios, se propuso extraer sal con procedimientos de decantación y evaporación del agua del mar. La planta, construida en la orilla de la playa y demolida en 2016, contaba con un complejo sistema de canales y diques que distorsionaron el curso de los arroyos que fluían hacia los bañados produciendo graves impactos ecológicos. La rentabilidad del llamado oro blanco fue muy inferior a las cifras proyectadas. La empresa, que alcanzó a tener 135 obreros terminó cerrando (Perdomo, 2009: 71-76).
Estructuras sociales y formación de actores colectivos
Los organismos de gobierno local y las organizaciones de la sociedad civil emergen como entidades de representación de las comunidades locales y de formación de actores. Los municipios construyeron vínculos transfronterizos de cooperación y creciente activismo en ámbitos de la relación bilateral.
La cooperación descentralizada, según la definición de Oliveira y Luvizotto (2011), es una modalidad de cooperación de carácter horizontal que involucra autoridades de gobierno local con fines de coordinar soluciones para problemas comunes o para la formación de redes de acción conjunta en proyectos de interés local. Un antecedente temprano de esta modalidad de cooperación en la región objeto de este trabajo se registra en 1944: las localidades de Santa Vitória do Palmar y San Miguel participaron en un intercambio de piedra y balastro para la realización de obras de caminería. Los gobiernos de los dos países acordaron que los vehículos de transporte en las dos direcciones tendrían libre circulación entre sus puntos de partida y de llegada y los materiales mencionados no pagarían derechos de aduana (MRE Uruguay, 1995: 204-210).
La creación de Comités de Frontera en 1989 proporcionó un espacio formal de carácter binacional para las acciones de cooperación entre gobiernos locales y de propuesta de las organizaciones sociales. El Comité de Frontera Chuy-Chuí (el cual incluye las localidades antes mencionadas) inició sus actuaciones en 1990, con asistencia de cónsules de los dos países, autoridades locales y delegados de organismos nacionales. Una revisión de las actas permite identificar las prioridades de su agenda: los problemas de salud, saneamiento y contaminación del agua del arroyo Chuy ocuparon el lugar más destacado y dieron lugar a las obras del Hospital del Chuy y el saneamiento de Chuy- Chuí, con la participación de las empresas estatales OSE (Uruguay) y CORSAN (Brasil). También las actas registran la participación de organizaciones sociales como la Cooperativa Médica de Rocha y cuerpo médico del Chuy (en las discusiones sobre construcción del hospital) y técnicos en saneamiento. Un signo de internacionalización de este comité, se consigna en el acta de 16 de octubre de 1990, con la recepción de una delegación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para considerar un estudio preliminar sobre planes de desarrollo de la región.
Los municipios gemelos de Chuy (Uruguay) y Chuí presentan problemas similares: efectos de inundaciones recurrentes, necesidades de infraestructura de saneamiento, abastecimiento de agua y recolección de basura, protección de fauna y especies vegetales autóctonas. El municipio de Chuy enfrenta problemas de polarización social y exclusión (MIDES, 2007: 32). Santa Vitoria do Palmar asigna importancia a la protección del medio ambiente: la Ley 3574 aprobada en 2004 dispone la protección de la especie vegetal Phoenix Canarienses y en 2005, la Ley 63103 establece la protección de la especie Butiá Capitata. En 2007, otra ley municipal crea el Fondo para el Medio Ambiente. Finalmente, la Ley 4534 de 2009, concede exención tributaria a las empresas que se instalaren en el municipio para la producción de energía eólica.
El activismo de algunas organizaciones sociales contribuyó a la visibilidad de la problemática del medio ambiente: desde la Sociedad Agropecuaria de Rocha y sus reclamos de medidas para conservar los recursos naturales y castigar las infracciones contra la fauna y la pesca furtiva (OPEU, 2016) a la organización Karumbé, dedicada a la investigación y la defensa de la tortuga verde (Chelonia Mydes), establecida desde 1999 en el área protegida de Cerro Verde e islas de la Coronilla, o los integrantes de “circuitos butiaseros”, la defensa del ambiente y del paisaje es un componente central en la formación de la identidad en esta región.
Conclusiones
El carácter singular de la frontera Chuy-Chuí es explicado en este artículo por la convergencia de factores geográficos, de poblamiento y de débil presencia del poder político, tanto durante el período de dominio colonial como durante la fase de formación del Estado nacional en Brasil y Uruguay. La dimensión territorial adquiere históricamente un papel determinante en la economía y en la formación de la identidad colectiva de la sociedad que hoy habita los municipios Chuy y Chuí. La adhesión afectiva al territorio como paisaje que se debe proteger es un factor identitario que se expresa en las acciones de organizaciones sociales y en decisiones de gobiernos locales (como lo ilustra la normativa aprobada por el municipio de Santa Vitoria do Palmar) y en el respaldo a las decisiones de organismos internacionales sobre protección del medio ambiente, ilustrado en el consenso de organizaciones sociales y académicos en apoyo a la convención de Ramsar.
A su vez, La diversidad étnica, religiosa y cultural, resultante de la formación de la población y el aislamiento durante un largo período de su historia del resto de las respectivas sociedades nacionales, es un componente central de una coexistencia social basada en el reconocimiento del pluralismo y un factor de complejidad en la formación de la identidad local.
El trabajo identifica la transformación territorial como un factor determinante de cambios sustantivos en la economía, la integración social, y el equilibrio entre sociedad y medio ambiente en una escala espacial transfronteriza. En ese sentido, el análisis destaca el desarrollo de la cooperación descentralizada como una vía, ya ensayada en experiencias anteriores de acción, para enfrentar problemas comunes por las sociedades de ambos lados de la frontera y para concertar acciones frente a nuevos desafíos.
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Notas
Notas de autor
Coordinador del Observatorio de Política Exterior Uruguaya Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de la República, Uruguay.