Entrenamiento deportivo
Análisis del éxito de la Selección Española en la UEFA-Euro 2012
Analysis of the Success of the Spanish National Football Team in the UEFA Euro 2012
Análisis del éxito de la Selección Española en la UEFA-Euro 2012
Apunts Educación Física y Deportes, vol. 35, núm. 137, pp. 85-102, 2019
Institut Nacional d'Educació Física de Catalunya
Recepción: 18 Febrero 2018
Aprobación: 13 Noviembre 2018
Resumen: El objetivo de este estudio es observar, describir y analizar la dinámica exitosa de la acción de juego ofensivo de la Selección Española de fútbol en la UEFA Euro 2012. Para ello se ha desarrollado un análisis de relación de variables categóricas atendiendo a los diferentes niveles de éxito como objetivos a alcanzar en el juego, de tal forma que se arroje luz acerca del éxito en referencia al nivel de rendimiento ofensivo de la selección en dicho campeonato. Atendiendo a los resultados obtenidos, se puede concluir que la Selección Española, SE, para alcanzar el gol en sus acciones ofensivas, inicia la jugada en la zona central del sector de creación del campo rival y que el balón llega a los delanteros, los cuales son los responsables de finalizar la acción de ataque. También se desprende que al aumentar la presencia de éxitos intermedios también aumenta la probabilidad de consecución de gol. Para alcanzar esos niveles de éxito la selección construye la jugada mediante la intervención de 6-7 jugadores, realizando 6-10 pases en su desarrollo y dotando a su acción de máxima amplitud posible mediante el uso de los cambios de orientación.
Palabras clave: fútbol, gol, rendimiento deportivo, metodología observacional.
Abstract: The aim of this study is to observe, describe and analyse the successful dynamics of the offensive game action of the Spanish National Football Team in the UEFA Euro 2012. For this purpose, the relationship of categorical variables was designed according to the different levels of success as objectives to reach in the game, in such a way that sheds light on success in reference to the level of offensive performance of the Spanish National Football Team in that championship. Based on the results obtained, it can be concluded that to score goals in their offensive actions, the Spanish team starts the play in the central area of the creation sector of the rival pitch and that the ball reaches the forwards, who are responsible for finalizing the attack action. It also follows that increasing the presence of intermediate successes also increases probability of achieving a goal. To achieve these levels of success, the team builds the play through the intervention of 6-7 players, making 6-10 passes during it and giving their action the maximum breadth possible through the use of changes in direction.
Keywords: Football, goal, sports performance, observational methodology.
Introducción
Desde el inicio de los estudios aplicados a los deportes, el fútbol se postula como la modalidad deportiva más estudiada en la actualidad (Filetti, Ruscello, D’Ottavio y Fanelli, 2017).
El éxito o fracaso de este deporte depende, en gran medida, del número de victorias alcanzadas, por lo que el resultado final será un factor determinante del juego. Para que un equipo pueda alcanzar la victoria, debe al menos anotar un gol más que el equipo adversario, por lo que el gol adquiere una relevancia capital para los equipos practicantes de este deporte (Kite y Nevill, 2017). De esta forma, el gol se convierte en uno de los indicadores de rendimiento más determinantes para establecer el éxito de un colectivo, del mismo modo que lo es a título individual, y por tanto un elemento a analizar desde todas las perspectivas, al ser medible y netamente objetivo, o se consigue y por tanto se suma para conseguir la victoria, o no se consigue.
En este sentido, Hughes y Frank (2005) establecen que desarrollando un juego asociativo se alcanza un mayor número de tiros realizados por un equipo, lo que eleva su rendimiento de forma notable ya no solo por la cantidad de disparos sino por su calidad (Szwarc, 2004;Tenga, Holme, Ronglan y Bahr, 2010). Este es un aspecto a tener en cuenta, ya que el fútbol se encuadra entre los deportes de bajo tanteo y así lo confirman los estudios realizados por Kite y Nevill (2017), en los que se demuestra que la consecución de los goles relacionados con la posesión por parte del equipo atacante es aproximadamente de un 1%.
Este tipo de juego asociativo, donde el elemento principal es el pase (Casal, Anguera, Maneiro y Losada, 2019; Janković, Leontijević, Jelusić y Pasic, 2011;), desarrolla el juego de posesión, encuadrado dentro de los diferentes estilos de juego ofensivos existentes propuestos por Bangbo y Peitersen (2000) como son el contrataque, juego directo, el fútbol total y el propio juego de posesión. En esta última tipología, Hewit, Greenham, y Norton (2016), enmarcan un estilo de juego combinado, con gran movilidad de los jugadores y prevaleciendo el uso del pase corto.
Dado que la literatura existente sobre el juego de combinación en campeonatos de naciones, es todavía reducida, el objetivo del presente estudio es observar, describir y analizar la dinámica exitosa de la acción de juego ofensivo de la SE de fútbol en la UEFA Euro 2012 en referencia a dos niveles. En primer lugar, a nivel univariado, tomando como referencia diferentes indicadores de rendimiento, se caracterizó y describió la fase ofensiva del juego de España en base de diferentes variables de interés. Y en segundo lugar, a nivel bivariado, se intentó identificar aquellas variables que podían estar asociadas a la eficacia alcanzada.
Metodología
Para el desarrollo del presente trabajo se empleó la metodología observacional. El diseño planteado fue el idiográfico, puntual y multidimensional (Anguera, Blanco-Villaseñor, Hernández-Mendo y Losada, 2011).
Participantes
La selección de participantes se efectuó mediante un muestreo observacional de carácter intencional o por conveniencia (Anguera et al., 1995), siendo el objeto de estudio la SE de Fútbol, durante su participación en la fase final del Campeonato de Europa de 2012.
Instrumento de observación
Se aplicó el instrumento de observación diseñado por Maneiro y Amatria (2018), y que en su momento fue construido ad hoc.
Procedimiento
La recogida de datos se realizó mediante el programa Lince (Gabín, Camerino, Anguera y Castañer, 2012), versión 1.2.1. En total, el muestreo observacional dio lugar a un total de 6861 eventos registrados, que se corresponden con 5005 acciones técnicas, que se agrupan en un total de 746 jugadas ofensivas a lo largo de toda la competición.
Análisis de datos mediante la búsqueda de la relación asociativa entre variables categóricas
Se establecieron 4 niveles de éxito como objetivo a alcanzar (Hughes y Bartlett, 2002), que se distribuyeron de la siguiente forma, Nivel I, el gol, como éxito y objetivo final del juego (Kempe, Vogelbein, Memmert y Nopp, 2014); Nivel II, la finalización de la jugada en tiro o remate a puerta; Nivel III, aquellas jugadas que concluyen con un envío al área, y el último, Nivel IV, que consta de aquellas jugadas que poseen su finalización en el sector definición.
Así mismo, cada nivel de éxito se estudió atendiendo al análisis espacial de la jugada (profundidad y amplitud), densidad de jugadores que intervienen, el nivel de elaboración de la jugada (tabla 1), la demarcación del jugador, la zona desde la que se alcanza el éxito y el tipo de inicio de jugada que origina la acción (balón parado o desarrollo del juego).
Para conocer el grado de asociación entre las variables y los diferentes criterios de éxito a analizar se empleado el estadístico ji cuadrado de Pearson (χ²), empleando para ello la siguiente fórmula: χ2 = ∑ki,j=1 [(Fij–F^ij)2 / F^ij].
Para la obtención del resultado de este estadístico, se usó el software SPSS versión 20.0.
Resultados
De las 746 jugadas analizadas el 1.6% se corresponden con aquellas que finalizan en gol, el 11.9% de las jugadas finalizan en tiro o remate a portería, un 38.7% corresponden a aquellas jugadas que finalizan con envío al área rival, y por último el 50.9% de las jugadas finalizan en el sector definición.
a) Nivel I, el gol
En referencia al análisis espacial del juego, este se estudió atendiendo tanto a la profundidad como a la amplitud del mismo. En cuanto a la profundidad, en la tabla 2 se advierten diferencias significativas (p < .003) entre las jugadas que se inician en el campo rival y las que inician en campo propio. También se encuentran diferencias significativas (p < .0023) al analizar el sector de inicio de la jugada que conlleva consecución del gol, siendo el sector de creación campo propio el que mayor porcentaje presenta. Por último, se advierten diferencias significativas (p < .006) atendiendo a las zonas de inicio de las jugadas que finalizan en gol, siendo las zonas 51 y 61 las que presentan los mayores porcentajes (figura 1).
En cuanto a la amplitud del juego, no se han encontrado diferencias significativas en el uso de los corredores donde tienen lugar las jugadas que finalizan en gol y las que no (tabla 2). Así mismo, tampoco se advierten diferencias significativas en la presencia de realización de cambios de orientación en las jugadas que finalizan en gol y las que no.
Atendiendo al número total de participantes que intervienen en la jugada, no se han encontrado diferencias significativas en el número de jugadores que intervienen en la acción ofensiva entre las jugadas que finalizan en gol y las que no. Tampoco se han encontrado en referencia al número de jugadores de la SE que participan en el desarrollo de la acción de ataque. A pesar de ello, son las jugadas con una densidad de intervención media las que alcanzan un mayor porcentaje (figura 1).
En cuanto al estudio del nivel de elaboración de la jugada, no se han encontrado diferencias significativas en el número de pases realizados en las acciones ofensivas que finalizan en gol y las que no. No obstante, en la figura 1 se observa que las jugadas que terminan en gol presentan mayores porcentajes de niveles de elaboración medio y alto.
En relación con el puesto específico del jugador que consigue el gol, sí que se encuentran diferencias significativas (p<.000) entre las demarcaciones que consiguen el gol y las que no, siendo la demarcación de delantero la que presenta un mayor porcentaje (figura 1).
Referente a las zonas desde las que se consigue el gol, se han encontrado diferencias significativas (p<.000), en las diferentes acciones ofensivas de la SE, perteneciendo estas al sector definición, concretamente las zonas 100 y 110 (tabla 2).
Por último, no se han advertido diferencias significativas, en referencia a la consecución del gol atendiendo al tipo de inicio de acción ofensiva realizada, estrategia (balón parado) o mediante el desarrollo del juego (figura 1).
b) Nivel II. La finalización en tiro o remate
Los resultados estadísticos referentes a la frecuencia de las jugadas que finalizan en tiro o remate se elevan a un 11.9% del total de las jugadas registradas (figura 2), en las cuales se registran un total de 96 finalizaciones (tiros o remates).
Dentro del análisis espacial del juego, atendiendo al estudio de la profundidad (tabla 2), se advierten diferencias significativas (p<.000) entre las jugadas que se inician en el campo rival y las que inician en campo propio. También se encuentran diferencias importantes (p<.000) al analizar el sector de inicio de la jugada que conlleva la finalización en tiro o remate, siendo el sector de creación campo propio el que mayor porcentaje presenta. Por último, se advierten diferencias significativas (p<.000) atendiendo a las zonas de inicio de las jugadas que finalizan en gol, destacando la zona 120 que presenta un mayor porcentaje (figura 2).
En cuanto a la amplitud del juego, no se advierten diferencias significativas en el uso de los corredores donde tienen lugar las jugadas que finalizan en tiro o remate y las que no lo hacen. Igualmente, tampoco existen diferencias significativas en la presencia de realización de cambios de orientación en las jugadas que finalizan en remate o tiro y las que no.
En referencia al análisis de la densidad participativa en la acción ofensiva, atendiendo al número total de jugadores que intervienen en la jugada, no se han encontrado diferencias significativas en el número de jugadores que intervienen en la acción ofensiva entre las jugadas que finalizan en tiro o remate y las que no. En este sentido tampoco se han encontrado en referencia al número de jugadores de la SE que participan en el desarrollo de la acción de ataque. A pesar de ello, son las jugadas con una densidad de intervención media las que alcanzan un mayor porcentaje (figura 2).
En cuanto al estudio relativo al nivel de elaboración –número de pases realizados– de la jugada que concluye con una finalización (tiro o remate), se han encontrado diferencias significativas entre las acciones ofensivas que finalizan en tiro o remate y las que no (tabla 2). En este sentido, son las jugadas que presentan unos niveles de elaboración alto y muy alto las que alcanzan mayores porcentajes (figura 2).
En relación con el puesto específico del jugador que realiza la finalización de la jugada en tiro o remate, se encuentran diferencias significativas (p<.000) entre las demarcaciones que alcanzan la finalización y las que no lo consiguen (tabla 2), siendo la demarcación de delantero (figura 2) la que alcanza un mayor porcentaje.
Referente a las zonas desde las que se realiza la finalización se han encontrado diferencias significativas (p<.000), entre las zonas desde las que se consigue el gol en las diferentes acciones ofensivas de la SE (tabla 2), siendo estas zonas pertenecientes al sector definición, siendo la zona 110 la que alcanza un mayor porcentaje (figura 2).
Por último, en referencia de inicio de acción ofensiva realizada, estrategia –balón parado– o mediante el desarrollo del juego, no se han advertido diferencias significativas, en relación con la consecución del tiro o remate.
c) Nivel III. La finalización de las jugadas con un envío al área
Dentro del análisis espacial del juego, atendiendo al estudio de la profundidad, se advierten diferencias significativas (p < .000) entre las jugadas que se inician en el campo propio y las que se inician en campo rival (tabla 2). También se encuentran diferencias significativas (p < .000) al analizar el sector de inicio de la jugada que conlleva la finalización de la misma con un envío al área, siendo el sector definición el que mayor porcentaje alcanza. Por último, se advierten diferencias significativas (p < .000) atendiendo a las zonas de inicio de las jugadas que finalizan en gol (tabla 2), destacando las zonas 61, 90 y 120 con mayores porcentajes (figura 3).
En cuanto a la amplitud del juego, no se advierten diferencias significativas en el uso de los corredores donde tienen lugar las jugadas que finalizan en tiro o remate y las que no lo hacen. No obstante, sí se evidencian diferencias significativas (p < .001), al analizar aquellas jugadas que finalizan con un envío al área que contengan cambios de orientación en las mismas (tabla 2).
Referente al análisis de la densidad participativa en la acción ofensiva, se han encontrado diferencias significativas (p < .000) en el número de jugadores que intervienen en la acción ofensiva entre las jugadas que finalizan con un envío al área y las que no, siendo las jugadas con una densidad de participación media las que alcanzan un mayor porcentaje. En este sentido, en referencia al número de jugadores de la SE que participan en el desarrollo de la acción de ataque, se encuentran de nuevo diferencias significativas (p < .000) en aquellas jugadas cuya densidad de intervención se encuentra en el nivel medio (tabla 2).
En cuanto al estudio relativo al nivel de elaboración de la jugada que concluye con un envío al área, se han encontrado diferencias significativas entre las acciones ofensivas que finalizan en tiro o remate y las que no. En este sentido, son las jugadas que presentan unos niveles de elaboración alto las que alcanzan mayores porcentajes (figura 3).
En cuanto al puesto específico del jugador que realiza el envío al área al finalizar la jugada, se encuentran diferencias significativas (p < .000) entre las demarcaciones que lo realizan y las que no lo consiguen (tabla 2).
En relación con las zonas donde se realiza el envío al área, se han encontrado diferencias significativas (p < .000), entre las zonas desde las que se realiza el envío al área en las diferentes acciones ofensivas de la SE (tabla 2), siendo la zona 61 la que alcanza un mayor porcentaje (figura 3).
Por último, en cuanto al inicio de acción ofensiva realizada, estrategia –balón parado– o mediante el desarrollo del juego, no se han advertido diferencias significativas, en referencia a la consecución del tiro o remate.
d) Nivel IV. La finalización de la jugada en el sector definición
Dentro del análisis espacial del juego, atendiendo al estudio de la profundidad, se advierten diferencias significativas (p < .000) entre las jugadas que se inician en el campo rival y las que inician en campo propio. También se encuentran diferencias significativas (p < .000) al analizar el sector de inicio de la jugada que finaliza en el sector definición, siendo el sector de creación campo propio el que mayor porcentaje presenta. Por último, se advierten diferencias significativas (p < .000) atendiendo a las zonas de inicio de las jugadas que finalizan en el sector definición (tabla 2), destacando la zona 61 (figura 4).
En cuanto a la amplitud del juego, no se advierten diferencias significativas en cuanto a los corredores donde tienen lugar las jugadas que finalizan en el sector definición y las que no lo hacen. No obstante, sí se evidencian diferencias significativas (p < .000), al analizar aquellas jugadas que finalizan en el sector definición que contienen cambios de orientación en las mismas (tabla 2).
Referente al análisis de la densidad participativa en la acción ofensiva, se han encontrado diferencias significativas (p < .000) en el número de jugadores que intervienen en la acción ofensiva entre las jugadas que finalizan con un envío al área y las que no, siendo las jugadas con una densidad de participación media las que alcanzan un mayor porcentaje. En este sentido en referencia al número de jugadores de la SE que participan en el desarrollo de la acción de ataque, se encuentran de nuevo diferencias significativas (p < .000) en aquellas jugadas cuya densidad de intervención se encuentra en los niveles medio (figura 4).
En cuanto al estudio relativo al nivel de elaboración de la jugada, se han encontrado diferencias significativas (p < .000) entre las acciones ofensivas que finalizan en el sector definición y las que no (tabla 2). En este sentido, son las jugadas que presentan unos niveles de elaboración medio y alto las que alcanzan mayores porcentajes (figura 4).
En cuanto al puesto específico del jugador que realiza la finalización de la jugada en el sector definición, se encuentran diferencias significativas (p < .000) entre las demarcaciones que alcanzan la finalización y las que no lo consiguen (tabla 2), siendo la demarcación de delantero la que lo alcanza un mayor porcentaje (figura 4).
En relación con las zonas desde las que se realiza la finalización se han encontrado diferencias significativas (p < .000), entre las zonas desde las que se consigue el gol en las diferentes acciones ofensivas de la SE (tabla 2), siendo estas zonas pertenecientes al sector definición, concretamente las zonas 100, 110 y 130 (figura 4).
Por último, en cuanto al inicio de acción ofensiva realizada, estrategia –balón parado– o mediante el desarrollo del juego, no se han advertido diferencias significativas, en referencia a la consecución del tiro o remate (figura 4).
Discusión
El presente trabajo se planteó con dos objetivos complementarios. A nivel univariado, tomando como referencia diferentes indicadores de rendimiento, se pretendió caracterizar y describir la fase ofensiva del juego de la SE basándose en diferentes variables de interés. A nivel bivariado, se intentó identificar aquellas variables que puedan estar asociadas a la eficacia alcanzada.
En este sentido, la SE consiguió alcanzar el sector de finalización en el 51% (n = 380) de las acciones ofensivas. En más de 1 de cada 2 ataques, consiguió alcanzar la zona de finalización, lo que da una idea de la eficiencia de los ataques de la SE y del bajo coste que le supone en términos tácticos. En cuanto al Nivel de éxito III, se observó que prácticamente el 40% de las acciones (n = 288), consiguió enviar el balón al área de penalti rival, zonas óptimas de consecución de remate según Pollard, Ensum y Taylor (2004). Para ello, la SE basó la construcción del ataque combinando acciones técnicas de control y pase (C2), con acciones de regate (C4). En cambio, si se tienen en cuenta las acciones que acaban en tiro, el equipo alcanzó este Nivel de éxito un promedio de 16 veces por partido, arrojando un dato altamente relevante: la SE efectuó un promedio de tiros a portería cada 5.6 minutos de partido. Esto permite realizar una aproximación de la elevada regularidad en cuanto al intento de gol. Por último, en cuanto al índice de goles (Nivel de éxito I), los resultados obtenidos (1.6% de las acciones de ofensivas realizadas por la SE) son superiores a los encontrados por Kite y Nevill (2017) cercanos al 1%. Así mismo, se encuentran resultados concluyentes en cuanto al alto nivel de asociación para alcanzar el gol: ha realizado un total de 109 acciones de control y pases (C2), combinados con acciones de regate (C4), para conseguir los 12 goles anotados (n = 9.1 C2/gol).
Por lo que respecta al análisis espacial, se puede afirmar que la SE es un equipo con múltiples niveles de respuesta en cuanto al desarrollo de comportamientos colectivos ofensivos. Para llegar al gol, al remate, el envío al área y la consecución del sector definición, España inicia su acción en las zonas centrales del sector de creación de campo rival (zonas 61 y 71). Estos resultados están en consonancia con los obtenidos por Casal, Maneiro, Ardá, Marí y Losada (2017). Este despliegue espacial atiende principalmente a la necesidad del equipo de intentar generar incertidumbre y desequilibrar al equipo adversario, concretamente la zona comprendida entre la espalda de los centrocampistas y los defensas. A pesar de que los resultados coinciden con Barreira, Garganta, Castellano, Prudente y Anguera (2014) en la SE en el FIFA World Cup 2010, una de las principales aportaciones de este estudio es la inclusión de las zonas 51 y 90, zonas de corredor izquierdo. Esta novedad se debe a la necesidad de dotar de la máxima amplitud posible al sector de creación y finalización, otorgando más espacio y tiempo a la creatividad y toma de decisiones del jugador en su confrontación con el rival, y propiciando el desarrollo de nuevas alternativas en los carriles laterales. Desde el punto de vista defensivo, favorece la aparición de espacios hábiles en el sistema defensivo rival a alcanzar. En esta nueva disposición, es congruente la teoría de Garganta (1997) y los cambios de orientación como recurso táctico para evitar la elevada densidad defensiva en la zona central del campo. Se puede afirmar que la SE hace un uso estratégico del espacio, priorizando la amplitud del ataque sobre la profundidad como el mejor camino para llegar al éxito.
En referencia al número de jugadores distintos que intervienen sobre el balón, se observa que la SE emplea de manera significativa una densidad media para alcanzar el gol y el remate. A pesar de que este dato es congruente con el estudio de referencia de Hughes y Franks (2005), existe una tendencia manifiesta hacia la alta intervención de jugadores (6-8) para alcanzar el remate y el envío del balón a situaciones de finalización.
Si bien trabajos retrospectivos sobre campeonatos del mundo han demostrado que la secuencia de gol no sobrepasa los 4-5 pases (Yiannakos y Armatas, 2006) la SE se sitúa en niveles de elaboración que se encuentran entre 11-15 pases (nivel alto) y 16-20 pases (nivel muy alto). Aplica un principio de no acción-acción, basado en la construcción del ataque desde la aparente paciencia e invisibilidad, eligiendo el mejor momento de finalización de la jugada, aprovechando las situaciones de menor atención por parte del adversario. Para dar cuenta de este dato, solo para el nivel de éxito I (gol), la SE ha realizado 9.1 pases (C2) de media para alcanzarlo, incrementándose progresivamente este dato para los restantes niveles de éxito. Dicho dato también ratifica la teoría de que los equipos españoles con éxito son los que mayor porcentaje de asociación han presentado (Lago-Peñas y Dellal, 2010), a diferencia de equipos de otras nacionalidades (Bradley, Lago-Peñas, Rey y Gómez, 2013).
Por lo que respecta al puesto del jugador que consigue gol, se ha utilizado la catalogación recogida en la FIFA para estimar las demarcaciones. Los resultados recogidos señalan significativamente a los delanteros como los que consiguen gol. A pesar de que esto concuerda con la lógica del fútbol, y ha sido cotejado en trabajos precedentes (Hughes y Churchill, 2005), la particularidad de la SE reside en la versatilidad de su sistema de juego, que dificulta caracterizar la demarcación de sus jugadores. Jugadores como Iniesta, Silva, Xabi Alonso o Cesc, catalogados como centrocampistas por la FIFA, han conseguido un elevado número de goles durante este campeonato, y ocupado durante ciertos períodos de tiempo, demarcaciones propias de delantero. La distracción, la teatralidad y el engaño son poderosos aliados que la SE utiliza en su juego de ataque.
Se verificó que la zona o lugar del terreno desde donde la SE consigue el éxito es el sector definición (p < .05), y más concretamente las zonas 100 y 110. Pollard et al. (2004) recogen valores similares y afirman que es la zona idónea para alcanzar un remate, puesto que un alejamiento excesivo hacia otras zonas reduce un 15% cada .91 metros, resultado que también corrobora Barreira et al. (2014) sobre FIFA World Cup y UEFA Euro. Este aspecto tiene directa relación con la gestión estratégica del espacio que realiza la SE, puesto que a mayor amplitud, mayores espacios hábiles en estas zonas para conseguir un gol.
Conclusión
Como conclusión final de este estudio se puede decir que la fase ofensiva de la SE que conlleva un rendimiento exitoso de su juego se puede describir, independientemente de si se realiza con el balón parado o durante el desarrollo del juego, con un inicio de la jugada desde las zonas centrales del campo contrario, realizando un número de pases medio, entre 6 y 10 pases, en su elaboración, la cual debe contener cambios de orientación, así como una intervención de entre 6 y 10 jugadores en su desarrollo, siendo los delanteros los que finalizan la jugada desde dentro del área.
Conflicto de intereses
Las autorías no han comunicado ningún conflicto de intereses.
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