Resumen: El desarrollo entendido tanto en su sentido social como económico, representa un desafío articulador para los pueblos latinoamericanos, en un contexto de globalización neoliberal hostil a sus intereses. Las ciudades Latinoamericanas que se pensaban como lugares donde se conjugaban el progreso y la modernidad están atravesando por procesos de diferenciación en su estructura espacial y social como resultado de la combinación de complejos factores relacionados con el avance del capitalismo global y con patrones culturales, históricos y sociales. Este trabajo tiene por objetivo identificar y analizar los modelos de desarrollo dominantes y su relación con los cambios territoriales que caracterizan a las ciudades intermedias en el norte Argentino. Se toma como ejemplo los aglomerados Gran San Miguel de Tucumán y Gran San Salvador de Jujuy durante el periodo 1990–2015. La estrategia metodológica combina actividades y técnicas cualicuantitativas y utiliza como fuentes de información los Censos Nacionales de Población, Hogares y Viviendas (1991, 2001, 2010), imágenes satelitales Landsat-TM para los mismos años y material bibliográfico. Los resultados se centran en los procesos de conformación y expansión urbana vinculada a los cambios en relación al concepto de desarrollo; y en las lógicas residenciales que primaron en la producción de las ciudades, como manifestación de las políticas dominantes cristalizadas en el territorio de los aglomerados estudiados. Aún en un contexto de pobreza particularmente desfavorable, los esfuerzos por sostener un modelo de ciudad competitivo se mantienen, en detrimento –o a expensas– de la vulnerabilidad creciente de la mayor parte de la población.
Palabras clave: Desarrollo, Territorio, Ciudades intermedias, Desigualdad.
Abstract: In the context of aggressive neoliberal globalization, development –in a social as well as in an economic sense – represents a challenge for Latin-American countries. Latin-American cities, which were seen as places where progress and modernization was combined went through processes of social and spatial re-organization. This is the result of a variety of factors like the advancement of globalized capitalism as well as of social, cultural and historical changes. This paper aims to identify and analyze the dominant development models and their relations to territorial changes that are characteristic to the intermediate cities in the Northwest of Argentina. As case studies, we present the examples of Gran San Miguel de Tucumán and Gran San Salvador de Jujuy from 1990 to 2015. In doing so, we combine quali-quantitative methods of analysis, like statistics of the official census data (1991, 2001 and 2010), remote sensing (Landsat-TM) and bibliographic material. The analysis shows the relation between the process of urban expansion and the dominant models of development. Besides, the paper focuses on the residential logics behind the production of these cities as a manifestation of dominant politics materialized in the agglomeration under study. In an adverse context of poverty, the competitive model of city even continues being dominant in detriment – or at the expense – of the vulnerability of the majority of the population.
Keywords: Development, Territory, Intermediate cities, Inequality.
Resumo: O desenvolvimento entendido tanto em seu sentido social como econômico, representa um desafio articulador para os povos latino-americanos, em um contexto de globalização neoliberal hostil a seus interesses. As cidades latino-americanas que se enxergavam como lugares onde se conjugava o progresso e a modernidade estão atravessando processos de diferenciação em sua estrutura espacial e social como resultado da combinação de complexos fatores relacionados com o avanço do capitalismo global e com padrões culturais, históricos e sociais. Este trabalho tem como objetivo identificar e analisar os modelos de desenvolvimento dominantes e sua relação com os câmbios territoriais que caracterizam as cidades intermediárias no norte Argentino. Se toma como exemplo os aglomerados Grande San Miguel de Tucumán e Grande San Salvador de Jujuy durante o período 1990–2015. A estratégia metodológica combina atividades e técnicas qualitativas e quantitativas e utiliza como fontes de informação os Censos Nacionales de Población, Hogares y Viviendas (1991, 2001, 2010), imagens de satélite Landsat-TM para os mesmos anos e material bibliográfico. Os resultados se centram nos processos de conformação e expansão urbana vinculada aos câmbios em relação ao conceito de desenvolvimento; e nas lógicas residenciais que dominaran na produção das cidades, como manifestação das políticas dominantes cristalizadas no território dos aglomerados estudados. Ainda em contexto de pobreza particularmente desfavorável, os esforços para sustentar um modelo de cidade competitivo se mantem, em detrimento ou as custas da vulnerabilidade crescente da maior parte da população.
Palavras-chave: Desenvolvimento, Território, Cidades intermediárias, Desigualdadez.
Las ciudades intermedias del noroeste argentino como espejo de los modelos de desarrollo
Intermediate cities in Northwest Argentina as reflection of development models
As cidades intermediárias do noroeste argentino como espelho dos modelos de desenvolvimento
Recepción: 07 Julio 2017
Aprobación: 13 Junio 2018
El concepto de desarrollo, el cual ha sufrido numerosas mutaciones en su camino por transformarse en una de las principales ideas del discurso hegemónico moderno, puede ser entendido de diferentes maneras y es sujeto de fuertes críticas y debates, sobre todo a partir de los años noventa (Escobar, 1992; Esteva, 1992; Svampa 2016). Entendido a veces como progreso, otras como modernización, independencia, cambio social o mero crecimiento económico, representa un desafío articulador para los pueblos latinoamericanos, en un contexto de globalización neoliberal hostil a sus intereses (Ornelas Delgado, 2009). Para Soja (2004), entre los cambios que han tenido lugar en los últimos 30 años se destaca que, insertas en los procesos de cambio, existen grandes fuerzas que conducen a una polarización social en aumento, ensanchando brechas y la configuración de lo que él llama la ciudad fractal. En este contexto el mismo autor se plantea la necesidad de encontrar el modo de controlar la globalización, con el fin de crear sociedades democráticas y equitativas, porque –afirma– nosotros hemos producido nuestros espacios y podemos cambiarlos. Asimismo plantea como un abordaje clave, entender y actuar en la dinámica socio-espacial entendiendo los procesos de manera dialéctica entre lo local y lo global, lo macro y lo micro.
En este trabajo entendemos por modelos de desarrollo a las ideas dominantes en un determinado período de tiempo y que definen la política socio-económica y de ocupación de espacio. Nos alejamos así de una definición ontológica y universalista de desarrollo, interesándonos en forma particular su influencia sobre la evolución de las ciudades. La apariencia que adquiere cada ciudad y la manera como ésta organiza y utiliza sus espacios constituyen la base material sobre la cual se desarrollan las prácticas sociales, prácticas que a su vez influyen en el desarrollo y expansión de la ciudad, generando de este modo un proceso complejo de retroalimentación (Harvey, 1998).
La crisis de las teorías modernicistas y estructuralistas del desarrollo generaron un cambio en la forma de entender y dirigir los procesos socio-espaciales. Se pierde de este modo la “confianza” en la planificación tecnocrática y en la realización de grandes proyectos, y aparecen nuevos slogans en los que se hace hincapié en la planificación “desde abajo” y la participación (Michel, 2010, p. 132). En este contexto, las ciudades de América Latina que se pensaban en consonancia con una visión evolucionista del desarrollo (Arocena, 1995) y como lugares donde se conjugaban el progreso y la modernidad comienzan a atravesar por procesos de diferenciación en su estructura espacial y social como resultado de la combinación de complejos factores relacionados con el avance del capitalismo global y con patrones culturales, históricos y sociales[1] (Ciccolella, 2012; Prévôt Schapira, 2001; Hiernaux, 2006). Las ciudades son el territorio donde múltiples procesos, vinculados frecuentemente con la globalización y las políticas neoliberales[2], adquieren un carácter concreto y localizado, un espacio donde se materializan una serie de contradicciones y un desarrollo fragmentado (Sassen, 2007; Scholz, 2002).
El neoliberalismo impuesto en la mayoría de los países latinoamericanos desde la década del ’70 y ’80 junto a los ajustes estructurales de orientación al mercado sustentados en las recomendaciones del Consenso de Washington, se manifiesta en una paulatina contracción del Estado, la transformación del mercado laboral (reducción del empleo público y aumento del desempleo, subempleo y empleo informal), la disminución de la primacía de las principales ciudades y el consecuente aumento de la población urbana en ciudades intermedias, y el aumento de la informalidad del mercado de tierras y viviendas, entre otros aspectos (Portes et al., 2005). Su aplicación, durante los años noventa, implicó un importante crecimiento económico para la mayoría de los países de América Latina, no obstante dicho crecimiento no significó prosperidad para toda la población; por el contrario profundizó la brecha que separa a los grupos de mayores y menores ingresos[3] (Mertins, 2011; Bauman, 2005), es decir, la fragmentación social.
Según Ornelas Delgado el neoliberalismo significó en los países latinoamericanos
el retiro del tema del desarrollo de la agenda de las preocupaciones nacionales e internacionales. Desde el primer momento, el desarrollo fue sustituido por los problemas que traían consigo la inserción de la economía en la globalización y la elevación de la competitividad para incorporarse y permanecer en los mercados internacionales (ORNELAS DELGADO, 2009, p. 2)
Esto trajo aparejado la mercantilización creciente del espacio urbano y la proliferación de nuevas formas de producción inmobiliaria, entre otros aspectos, las grandes ciudades latinoamericanas comenzaron a modificar no sólo sus políticas urbanas, sino también su organización, funcionamiento, morfología y apariencia. Las fuertes políticas de descentralización y de desregulación no sólo afectaron los ámbitos institucionales y legales sino que tuvo una fuerte impronta en la estructura socio-espacial urbana. Estos cambios condujeron a las ciudades hacia “un nuevo patrón de urbanización o forma urbana que se ha ido imponiendo más allá de la especificidad y/o identidad de cada una de estas aglomeraciones” (de Mattos, 2010, p. 85). Como expresa CICCOLELLA (2012) estos cambios dieron lugar, tanto en el ámbito urbano como rural, a la formación de nuevos territorios y nuevas territorialidades[4] .
Como destacan algunos autores dichas transformaciones conllevan a una reestructuración metropolitana a gran escala en la cual las tradicionales pautas de conformación urbana se desdibujan gradualmente y son reemplazadas por estructuras urbanas insulares (islas de riqueza, producción, consumo y precariedad), muchas veces sin articulación entre sí y con fuertes diferencias en el tejido social y en las características del hábitat (de tipo morfológico y tipológico) (Janoschka, 2011 y 2002). A ello se suma, además, la inequitativa oferta de infraestructura, equipamiento y servicios urbanos (de Mattos, 2010).
Desde un punto de vista territorial esto se tradujo, en la actualidad, en un proceso de fragmentación socio-espacial renovado que propició una expansión hacia la periferia que podría definirse como difusa, policéntrica y sin límites claramente definidos (Ciccolella, 2012; Paolasso et al., 2011; de Mattos, 2009; Hiernaux, 2006; Scholz, 2002). Esto dio lugar a una nueva geografía de los centros y márgenes que rompe con el tradicional modelo centro/periferia de la escuela estructuralista (Arocena, 1995), generando fragmentos y estableciendo relaciones asimétricas entre las partes de la ciudad (Veltz, 1999). El geógrafo alemán Fred Scholz, en su Teoría del desarrollo fragmentado, propone tres niveles de integración a la globalización: a) ciudades o regiones globales; b) ciudades o regiones afectadas por la globalización y c) “la nueva periferia” o “nuevo sur”, es decir, el resto (Scholz 2007, p. 117). Estas categorías se refieren a procesos elementales de fragmentación que incluyen ascenso, inclusión y autoaislamiento por un lado, y descenso, exclusión y marginalidad, por el otro; procesos claramente observables en la mayoría de las urbes latinoamericanas. Metafóricamente, las ciudades, regiones y lugares globales y globalizados flotan en un “mar de pobreza”.
En este sentido y tal como lo explica JANOSCHKA (2002), la fragmentación se ha vuelto la norma característica en las ciudades cuyo crecimiento se produjo bajo las reglas del neoliberalismo de los años noventa. En estas urbes se transforma el Central Business District (CBD) o centralidad tradicional y se configuran nuevas centralidades urbanas; se observan procesos de gentrificación[5], por los cuales se revitalizan sectores decaídos, aumentando el valor inmobiliario y desplazando la población presente de bajos recursos; se multiplica la instalación de urbanizaciones cerradas en la periferia, desdibujando la estructura en cuña que se desarrollaba previamente; se incrementan los asentamientos informales; se intensifica la instalación de centros comerciales y de entretenimiento en todo el aglomerado; se produce una mejora sustancial en las infraestructuras de transporte, con la construcción de vías de acceso rápido para facilitar la comunicación entre las distintas áreas de la ciudad; se promueve un traslado hacia los suburbios de la actividad industrial que se aglutina en parques de negocios o centros de actividad logística[6]. El desarrollo de estos elementos celulares responde, principalmente, a los designios del mercado inmobiliario y de desarrolladores y brokers inmobiliarios.
En este contexto el presenta artículo tiene como objetivo principal identificar y analizar los modelos de desarrollo dominantes y su relación con los cambios territoriales que caracterizaron a las ciudades intermedias argentinas durante el periodo 1990-2015. Para ello se toman como ejemplo los aglomerados Gran San Miguel de Tucumán y Gran San Salvador de Jujuy, ambos localizados en las provincias de Tucumán y Jujuy, respectivamente, pertenecientes a la región noroeste. La presentación de los resultados se centra, por un lado, en el análisis de los procesos de conformación y expansión urbana vinculados con los modelos de desarrollo imperantes; y, por el otro, en el estudio de las lógicas residenciales que primaron en la producción de las ciudades como manifestación de las políticas dominantes cristalizadas en el territorio. En este sentido es preciso tener en cuenta que aún en un contexto de pobreza particularmente desfavorable, los esfuerzos por sostener un modelo de ciudad competitivo se mantuvieron –y lo continúan haciendo– en detrimento –o bien a expensas– de la vulnerabilidad creciente de la mayor parte de la población.
El desarrollo de estos procesos asociados a la aplicación de políticas neoliberales globales en ciudades de menor tamaño y jerarquía, denominadas ciudades intermedias, secondary cities o middle level cities[7], se encuentra en plena vigencia, a pesar que en algunas grandes ciudades latinoamericanas su implementación ha comenzado a vislumbrar un quiebre en los últimos años. Si bien parte de estos procesos han sido reseñados para las grandes ciudades (Janoschka, 2011; Mertins, 2011; de Mattos, 2010; Link, 2008; Smith, 2008; Vidal Koppman, 2006; Hidalgo et al., 2005), son escasos los estudios que se focalizan en las ciudades intermedias (GORENSTEIN, LANDRISCINI Y NAPAL, 2013; GORENSTEIN, HERNÁNDEZ Y LANDRISCINI, 2012; MALIZIA 2011; MALIZIA y Paolasso, 2009; Bellet Sanfeliu y Llop Tomé, 2004; Mertins, 2003; Roitman, 2003; Randle et al., 1992), por ello resulta pertinente profundizar su análisis teniendo en cuenta el impacto de estas políticas en su estructura socio-espacial durante las últimas décadas.
Por este motivo, la investigación aquí propuesta se enmarca espacialmente en el estudio de ciudades intermedias del Noroeste Argentino (NOA) [8]. Los territorios que integran esta región son muy diferentes unos de otros y han sido ocupados de manera diferencial por distintas sociedades a través del tiempo. “Es posible identificar desde pueblos distantes y aislados, en diferentes medidas articulados con el resto de las sociedades, hasta los que se han instalado plenamente en el capitalismo flexible de las últimas décadas” (Bolsi, Paolasso y Longhi, 2005/2006, p. 243). De todos ellos, los valles y piedemontes de las sierras han sido los espacios preferidos para la ocupación humana. Como explican Bolsi, Paolasso y Longhi (2005/2006) de la población que habita en el NOA, más del 78% vive en localidades urbanas, en un sistema caracterizado por la alta concentración de habitantes en las capitales provinciales.
A fines del siglo XX y principios del XXI, el NOA se ubica como la región en la que la pobreza alcanza las peores condiciones del país[9] y la calidad de vida registra los estándares más bajos[10] (Bolsi y Paolasso, 2009; Meichtry y Fantin, 2001). El deterioro socio-económico de gran parte de sus habitantes y territorios se deriva, sobre todo, del proceso de concentración de la riqueza propio de la aplicación de las políticas neoliberales (Bolsi y Paolasso, 2009).
En este contexto esta investigación se centrará en el análisis de las transformaciones socio-espaciales ocurridas en la centralidad de las ciudades intermedias del NOA a partir del año 1990 y su impacto en la estructura urbana, indagando si los procesos socio-territoriales y los factores que inciden en el proceso de fragmentación socio-espacial de las grandes ciudades latinoamericanas se reproducen en ciudades de menor tamaño y jerarquía. El estudio se focalizará en los aglomerados urbanos Gran San Miguel de Tucumán (GSMT) y Gran San Salvador de Jujuy (GSSJ), ubicados en las provincias de Tucumán y Jujuy, respectivamente (Figura 1). La elección de estas ciudades se basó, principalmente, en su número de habitantes (que determina el tipo de ciudad intermedia), localización y funciones que desempeñan en la región.
El aglomerado GSMT se caracterizó por un desarrollo urbano condicionado por la actividad azucarera en la provincia y su posterior crisis, en la década del ’60, cuyo saldo fue la intensa migración campo-ciudad (Osatinsky y Paolasso, 2012; Paolasso, 2004). Dada su población estimada de 877.085 habitantes (Encuesta Permanente de Hogares, tercer trimestre de 2016) es la ciudad intermedia más importante del NOA, destacándose como capital regional. Este aglomerado conecta, transfiere y difunde el desarrollo de su área de influencia y actúa como centro de enlace entre territorios rurales y urbanos y otros centros más o menos alejados (Mertins, 1995). En la actualidad, su expansión y conformación se encuentra determinada, principalmente, por el accionar de distintos actores (sobre todo privados) que conducen la ocupación del territorio en función de sus características ambientales (Paolasso et al., en prensa; Paolasso, 2004; Natera Rivas, 2000; Mansilla, 1997) [11].
El aglomerado GSSJ, por su parte, cuenta con una población aproximada de 333.706 habitantes (Encuesta Permanente de Hogares, tercer trimestre de 2016). Al estar localizado en el extremo norte argentino, en una provincia fronteriza (limita al norte con Bolivia y al oeste con Chile), cumple con una serie de funciones que lo diferencian de las otras ciudades intermedias del NOA. En la actualidad su desarrollo y expansión se encuentra fuertemente influenciados por la llegada de migrantes tanto del ámbito rural de la provincia como desde los países limítrofes, especialmente Bolivia (Bergesio y Golovanevsky, 2010), su diversidad étnica[12] (García Moritán y Cruz, 2012) y por la concentración de habitantes en sus centros urbanos, principalmente en el GSSJ (Golovanevsky, 2007).
Para ambos casos se elaboraron los modelos urbanos de diferenciación socio-espacial (Figura 2). Los mismos sirven para establecer relaciones entre fenómenos recurrentes en ciudades de escala similar (en este caso intermedias), y plantear similitudes y diferencias que permiten reconocer características inherentes a las lógicas dominantes que rigen la evolución de las ciudades, así como matices y particularidades de cada contexto.
PAOLASSO, MALIZIA Y LONGHI (2011) elaboraron el modelo de diferenciación socio-espacial para el GSMT en el cual comprobaron que gran parte de los procesos desarrollados en las grandes ciudades latinoamericanas se han replicado en este aglomerado, aunque en menor escala o, en algunos casos, en estado de planeamiento o ejecución. En el mismo detectaron el aumento de las urbanizaciones cerradas y de las urbanizaciones informales, éstas últimas localizadas en sectores degradados que podrían reconocerse como guetos donde las normas de convivencia socialmente establecidas adquieren matices propios, lo que transforma a estos barrios en espacios de circulación restringida; incluso acentuados por políticas de vivienda pública que profundizan la fragmentación socio-espacial (Gómez López, Cuozzo, BOLDRINI, 2015). Por otra parte, los autores también explican que hasta ese momento no se había detectado en el aglomerado la presencia de edificios inteligentes, procesos de modernización y revitalización significativa del espacio público y procesos de gentrificación. Sin embargo, algunos años después BOLDRINI Y MALIZIA (2014) describieron los primeros procesos de gentrificación que ocurrieron en el aglomerado[13].
En el modelo elaborado para el GSSJ (MALIZIA, BOLDRINI y Del Castillo, en prensa), en cambio, se verificó la insipiente instalación de urbanizaciones cerradas en la periferia, el reemplazo gradual en el área central de viviendas unifamiliares por edificios en altura, el creciente aislamiento de los barrios de escasos recursos localizados cada vez más alejados del centro de la ciudad (por ejemplo en el barrio Alto Comedero), y el desarrollo de parques de negocios o centros de actividad logística –que aglutinan la actividad industrial– localizados hacia el sureste del aglomerado. Asimismo no se verificó la presencia de edificios inteligentes, hoteles de lujo, el incremento de centros comerciales y de entretenimiento, la modernización y revitalización del espacio público y la existencia de procesos de gentrificación y tugurización. Aspectos que suelen estar presentes en los modelos urbanos elaborados para las grandes ciudades o ciudades intermedias de mayor envergadura.
La estrategia metodológica propuesta combinó, en todo momento, actividades y técnicas cuantitativas y cualitativas que se retroalimentaron a lo largo de todo el proceso investigativo. En primer lugar se avanzó en la construcción y actualización de una base de datos, con variables cuali-cuantitativas, con información sobre las características principales de los aglomerados bajo estudio y sus habitantes. Para ello se utilizó información proveniente de los Censos Nacionales de Población, Hogares y Viviendas de los años 1991, 2001 y 2010, imágenes satelitales Landsat -TM para los mismos años y material bibliográfico pertinente.
El censo aportó información estadística referida a las características principales de la población (cantidad de habitantes, Índice de Privación Material de los Hogares y actividad ocupacional, entre otras variables). Las imágenes satelitales permitieron analizar, a través de los Sistemas de Información Geográfica (SIG), la superficie ocupada por estos aglomerados, su expansión entre periodos e identificar las áreas de mayor y menor crecimiento. El análisis de material bibliográfico por su parte dio lugar a la contextualización y comprensión de los principales procesos socio-territoriales que acontecieron en estas ciudades (Yuni y Urbano, 2003).
En segundo lugar se llevó a cabo trabajo de campo en ambos aglomerados en el que se realizaron entrevistas en profundidad (Goetz y LeCompte, 1988; Taylor y Bogdan, 1990) a informantes claves del ámbito público y privado, de organizaciones sociales y habitantes de la ciudad en general, y observación con participación (Guber, 2009)[14]. Las tareas desarrolladas en el campo en forma combinada con el análisis de las imágenes satelitales, permitieron detectar la distribución y localización (espacialización) de las diferentes tipologías residenciales que ponen en evidencia la ocupación del suelo urbano de los distintos actores y grupos sociales. En términos generales el empleo de estas tipologías permite relacionar un determinado uso del espacio con nivel socio-económico. Así es que los sectores con elevado poder adquisitivo son quienes ocupan las urbanizaciones cerradas, mientras que los grupos con ingresos medio y bajo ocupan (urbanización pública) y bajo (urbanizaciones informales) respectivamente.
Con el fin de responder al objetivo principal planteado, la presentación de los resultados se divide en dos apartados. El primero de ellos se centra en el estudio de aspectos vinculados al proceso de conformación y dinámica de expansión urbana de ambos aglomerados, analizada a la luz de los modelos de desarrollo dominantes. El segundo apartado indaga acerca de la dinámica residencial actual, teniendo en cuenta las lógicas que primaron en la producción de las ciudades como evidencia de las políticas dominantes cristalizadas en el territorio.
Procesos de conformación urbana y dinámicas de expansión
Para Ornelas Delgado (2009) el desarrollo de las ciudades de América Latina atravesó por tres períodos históricos claramente diferenciados. Durante el primero, predominaron las economías agroexportadoras y los regímenes políticos oligárquicos. El segundo momento se inició con la crisis general del capitalismo en el año 1929 que impulsó la industrialización sustitutiva de importaciones que, si bien fortaleció el poder de las burguesías locales, también agudizó su dependencia de los centros del poder financiero. El último periodo coincide con la llegada del neoliberalismo a América Latina, el cual impulsó la rápida disminución de la intervención del Estado en la economía.
Teniendo en cuenta estos tres periodos, el proceso de conformación de los aglomerados GSMT (MALIZIA, BOLDRINI Y Paolasso, en prensa) y GSSJ (MALIZIA, BOLDRINI y Del Castillo, en prensa) se produjo entonces durante el tercer momento y estuvo fuertemente vinculados con una fase de crecimiento económico relacionado con la industria azucarera en el caso tucumano y siderúrgica en el caso jujeño. En este sentido las transformaciones que caracterizaron el desarrollo de ambas ciudades ocurrieron de manera acelerada, el crecimiento se produjo –y lo continúa haciendo– a través de fragmentos diseminados en todo el territorio provocando cambios significativos en la fisonomía urbana de estos aglomerados (Figura 3).
En Tucumán, si bien la actividad azucarera dio lugar al surgimiento y consolidación de una red de pueblos azucareros que ocupan de manera lineal gran parte de su territorio, la crisis azucarera que provocó el cierre de once ingenios (de un total de veintisiete), en la década del ’60, provocó una intensa migración campo-ciudad (Osatinsky y Paolasso, 2012; Paolasso, 2004). El deterioro de esta red socio-productiva influyó de manera decisiva en la conformación del aglomerado. El crecimiento de la ciudad se caracterizó por la incorporación de nuevo suelo urbano a la trama tradicional (Paolasso, 2004), la cual no fue acompañada por el crecimiento de la infraestructura y equipamiento básico (Gómez López, 2000). Los cambios comenzaron a producirse a lo largo del principal eje de circulación (con orientación este-oeste) y en forma de anillo alrededor de la capital tucumana. En este anillo se localizaron los primeros asentamientos irregulares (Gómez López, 1976) que se definían por su ubicación periférica, falta de integración a la trama urbana, infraestructura deficiente o inexistente en algunos casos y baja calidad de vida. Esta estructura concéntrica se modificó en los últimos 30 años polarizando la periferia urbana: los grupos con elevado poder adquisitivo se localizan mayoritariamente hacia el oeste en un área con elevada calidad ambiental –al pie de la Sierra de San Javier– y, por el contrario, los sectores populares con escasos ingresos económicos tienden a ubicarse hacia el este y sur, en áreas inundables y contaminadas.
En Jujuy, en cambio, la instalación de la planta siderúrgica integrada Altos Hornos Zapla (en el departamento vecino de Palpalá) representó la creación de una importante fuente de trabajo y le permitió a la economía jujeña experimentar un sustancial impulso provocado por la acción directa del Estado (Bazán, 1992). Se enmarca claramente en el proceso de industrialización por sustitución de importaciones que por aquel entonces se aplicaba en toda América Latina en el marco del modelo de desarrollo de la teoría de la dependencia y que tendría profundas consecuencias en el desarrollo intra e interurbano regional. Sin embargo su privatización, durante la década del ’90, implicó una importante reducción de personal que no pudo ser absorbida por las demás actividades económicas locales (Bergesio y Castillo, 2012). El barrio Alto Comedero, creado en el año 1986 y localizado entre San Salvador de Jujuy y Palpalá, se convirtió en receptor de parte de esta población desempleada[15] y su ocupación, en algunas ocasiones caótica, contribuyó a acentuar la desigualdad intra-urbana. De este modo el aglomerado GSSJ fue adquiriendo una nueva fisonomía. La ampliación de la brecha social ya existente tanto en el centro como en la periferia urbana ha dado lugar, en la actualidad, a dinámicas que modifican las fronteras internas de la ciudad y las relaciones entre los territorios (Bergesio y Golovanevsky, 2014). Como explican las autoras en la conformación del aglomerado el Estado no estuvo ausente sino que por el contrario fue un agente activo y definitorio que colaboró con en el rediseño de una ciudad claramente diferenciada por zonas, contribuyendo de esta manera a profundizar la brecha que históricamente separa a los sectores con diferentes niveles de ingresos económicos.
De este modo las sucesivas crisis por las que atravesaron las industrias locales asociadas a los cambios en el modelo de desarrollo imperante contribuyeron en gran medida a la conformación del área metropolitana de ambos aglomerados[16]. Los procesos de desmantelamiento de las estructuras productivas locales produjeron un desarrollo urbano desigual, cuya magnitud se plasmó en una fuerte desigualdad social. Estos aglomerados se expandieron, y lo continúan haciendo, con parámetros compartidos en materia de vulnerabilidad y fragmentación urbana, producto en cierta medida de un inicio sustentado en condiciones de crisis estructural (Figura 4).
En este sentido se advierte que ambos aglomerados vienen persiguiendo desde hace ya varias décadas, y en un contexto regional especialmente crítico, el modelo de ciudad competitiva, acorde a las lógicas neoliberales de crecimiento urbano que caracterizan a la mayoría de las ciudades latinoamericanas. De acuerdo con las premisas establecidas por el Banco Mundial, las grandes ciudades –seguidas de cerca por las intermedias– no son tanto un problema como una fuente de producción de riqueza, especialmente en lo que se refiere a la productividad urbana (Lungo, 2005). Sin embargo YORY GRACÍA (2003) agrega que ofrecerse en el contexto global como lugar estratégico para el desarrollo de los mercados, conlleva ciertas condiciones de accesibilidad, conectividad y carácter urbano destinadas a seducir a los grandes inversionistas, sacrificando su propia base social, las demandas de justicia social y el equilibrio medioambiental. Y agrega:
esta dinámica va acompañada de una fuerte exigencia e incondicional adscripción ideológica conducida por modelos de organización social y espacial, que imponen pautas de consumo encargadas de sostener el sistema. El resultado es la aceptación sumisa de un orden hegemónico que responde a una lógica privada que nada tiene que ver con la construcción colectiva, cuya dinámica construye exclusión, fragmentación urbana, y convierte la ciudad en ‘objeto de consumo’ y apropiación mediante la privatización (YORY GARCÍA, 2003, p. 347).
Este autor denomina a este proceso “la neoliberalización espacial de la ciudad” y señala al Estado como principal responsable de su puesta en práctica conforme a tendencias internacionales. Esto significa, en el caso de los aglomerados bajo estudio, la apertura de una serie de contradicciones explícitas entre intereses de mercado e intereses sociales/populares (con la contradicción interna entre dominador-dominado); entre participación y disciplinamiento (con la oposición libertad-sometimiento); entre diversidad y universalización u homogeneización; entre concentración de la riqueza y equi-distribución de recursos; entre lo público y lo privado. Estas contradicciones, entonces, pueden ser vistas no como una consecuencia negativa del modelo de ciudad neoliberal, sino como una estrategia concreta a fin de mantener o incluso fortalecer el orden hegemónico de la lógica privada. Desde esta perspectiva, la consecuente fragmentación social-espacial y la marginación de importantes sectores de la población, no son necesariamente vistos como un problema, sino más bien como una oportunidad.
Una de las principales maneras para estudiar la dinámica interna de las ciudades es a partir del reconocimiento de la distribución de tipologías residenciales que expresan el uso del espacio urbano por parte de los diferentes grupos sociales. La sectorización de la ciudad según grupos con diferente poder adquisitivo no hace más que profundizar la desigualdad social (Figura 5). Al igual que en otras ciudades de Argentina y de América Latina, los procesos de fragmentación y segregación urbana estuvieron presentes en distinta medida desde la conformación de los cascos fundacionales hasta la actualidad. El uso del espacio históricamente estuvo compartimentado y cargado de significación. En este sentido las mejores áreas de la ciudad están reservadas para los sectores con elevado poder adquisitivo, mientras que las áreas con escasa capacidad de soporte o con limitaciones ambientales son utilizadas por los grupos con escaso poder adquisitivo, quienes constantemente son empujados a habitar en estas zonas. Del mismo modo es frecuente observar que incluso las obras de vivienda pública ocupan, en ambos aglomerados, sectores con escasa calidad ambiental y, al ser producidos generalmente de manera sectorizada, se encuentran totalmente desarticulados de la trama urbana consolidada. Este tipo de vivienda solía estar destinada a grupos con ingresos económicos medios, no obstante a partir del año 2003 se produjo una ruptura con la lógica tradicional de producción de la vivienda pública en tanto se incorporó a los sectores populares como receptores de este tipo de políticas. Las actuales áreas reservadas, tanto por el Estado como por los agentes privados, para los grupos sociales más vulnerables continúan desarticuladas de la trama urbana, por lo tanto cabría preguntarse si las características de la actual obra de vivienda pública constituyen efectivamente una mejora cualitativa en las condiciones de vida de la población destinataria.
De este modo, en la actualidad en ambos aglomerados los nuevos barrios construidos por el Estado se encuentran localizados en forma aislada del resto de la ciudad, generalmente separados por la existencia de barreras artificiales. En el caso del GSMT el barrio Manantial Sur se encuentra ubicado detrás del canal de desagüe pluvial urbano sur, mientras que en el GSSJ el barrio Alto Comedero (que contiene diversos barrios construidos por el Estado) se encuentra separado mediante por un moderno sistema de autopistas que forman una barrera física con escasas opciones de ser sorteada a pie, aumentando su peligrosidad. En ambos casos se conjuga la marginación estigmatizante con un límite físico que obstaculiza de manera tangible la conexión e integración de los grupos con escasos recursos al centro principal y a la ciudad consolidada. La dinámica inherente a estos barrios forma parte de la gestión oculta de la ciudad, se los ubica lejos y aislados para que su funcionamiento no altere el funcionamiento de la ciudad formal. De esta forma desde el Estado se produce un modelo de ciudad común que deja separados de manera sistemática a los sectores capaces de competir en el sistema mundial de ciudades de aquellos grupos que perjudican la rentabilidad de los grupos de poder empresarial. En ambos aglomerados se evidencia un modelo de desarrollo basado en la primacía de los intereses inmobiliarios, poniendo de manifiesto la persistencia de lógicas propias del neoliberalismo caracterizado por la profundización de la fragmentación y segregación socio-espacial (Gómez López, Cuozzo, BOLDRINI, 2015),
Finalmente resulta importante destacar cómo, en muchas ocasiones, la prensa (en este caso local), basada en estudios científicos, genera información relacionada con un modelo determinado de ciudad que, a su vez, es consecuente con el modelo de desarrollo imperante. Se propicia la construcción de un discurso dominante que se refleja en la ciudad deseada. Como ejemplo de esto cabría citar la difusión que la prensa local le dio a un estudio científico cuyos resultados ubicaban al municipio Yerba Buena, localizado hacia el oeste del aglomerado GSMT, como una de las ciudades con mayor calidad de vida del país. Sin embargo esta noticia contiene diversos errores. En primer lugar excluye del relato al resto del aglomerado al referirse exclusivamente al municipio Yerba Buena. Resto que en su conjunto constituye la verdadera ciudad, de la cual Yerba Buena es sólo un fragmento destinado, sobre todo, a los sectores con mayor poder adquisitivo. En segundo lugar, el artículo citado presenta una versión recortada de la investigación científica que toma como fuente, y de este modo contribuye a profundizar la mirada sesgada de la ciudad fortaleciendo las lógicas del mercado en detrimento de los grupos más vulnerables. Este fenómeno comunicacional fortalece una opinión pública promotora de éxitos aislados que forman parte en realidad de una cara de la moneda cuyo éxito se asienta en el fracaso de otros, en este caso, sectores de la ciudad.
En ambos casos el proceso de crecimiento y expansión de los aglomerados ha estado fuertemente influenciado por el modelo de desarrollo imperante en cada época. En particular, en ambos aglomerados presentados en este trabajo predomina una expansión urbana de corte neoliberal, con fuerte influencia de agentes privados. La ausencia de herramientas de gestión y la inexistencia de legislación a nivel metropolitano (las unidades administrativas que conforman el aglomerado tienen distintos códigos y normativas) dificultan la planificación territorial a gran escala y a largo plazo, y a su vez, la regulación de las distintas lógicas de ocupación del espacio. Esto genera importantes desequilibrios espaciales que se manifiestan en un uso intensivo del suelo tanto en áreas de elevado valor natural y productivo como así también en sectores degradados; ocupados por grupos sociales que se diferencian, principalmente, según su poder adquisitivo.
Los modelos de desarrollo se evidencian de manera tangible en la configuración de las ciudades intermedias estudiadas. Aún en un contexto de pobreza particularmente desfavorable, los esfuerzos por sostener un modelo de ciudad competitivo se mantienen en detrimento –o bien a expensas– de la vulnerabilidad creciente de la mayor parte de la población. Paradójicamente, el fuerte cambio discursivo hacia un desarrollo sustentable en las últimas décadas aún no ha provocado transformaciones en la gobernanza de las ciudades. Más bien parece ser una forma nueva en el intento de legitimación de las políticas previas (de corte neoliberal) que un intento por reorientar el desarrollo urbano y de su sociedad.
Ciudades exitosas y ciudades fracasadas, sectores incluidos y excluidos (o con inclusión precaria)[17], ciudades difundidas y ocultas, forman parte del mismo modelo de desarrollo imperante en la actualidad, donde se evidencia la contradicción que sirve de sustento al sistema capitalista. Evidentemente, las alternativas a ese modelo discutidas en la actualidad –como por ejemplo del pos-desarrollo o del buen vivir–, y que se oyen cada vez más fuerte en diferentes regiones latinoamericanas, aún no han llegado a dejar su impronta en el desarrollo urbano de las ciudades intermedias.