Migrações contemporâneas: desafios para os territórios e os direitos humanos
Recepción: 10 Marzo 2022
Aprobación: 30 Junio 2022
DOI: https://doi.org/10.17058/redes.v27i1.17359
Resumen: En un contexto donde las políticas migratorias son cada vez más severas para limitar la movilidad de gente de bajos o nulos recursos que viajan de un país a otro sin documentos de migración “requeridos” para trabajar o escapar de circunstancias de violencia, opera fuertemente la discriminación, criminalización y violencia hacia tales personas; pero, como contrapeso, también surgen colectivos de la sociedad civil que construyen redes de apoyo hacia quienes migran en situación de vulnerabilidad. Con información obtenida a través de una etnografía multisituada y tomando como referencial analítico la capacidad de agencia y la experiencia, propuestas por Norman Long, en este artículo se presenta el caso de Las Patronas y sus acciones en torno a la migración centroamericana de tránsito por México. estas mujeres, están transformando la realidad no solo de los migrantes en tránsito, también de su comunidad. A partir de sus acciones en pro de los migrantes de paso se han convertido poco a poco en centro de atención (y ejemplo a seguir) para otros colectivos, voluntarios e incluso instituciones a nivel nacional e internacional; de ahí que, poco a poco, su comunidad se ha visto beneficiada por acciones de ellas y de agentes externos.
Palabras clave: Las Patronas, Agencia, Migración de tránsito, Experiencia, Etnografía multisituada.
Abstract: In a context in which migration policies are increasingly severe, searching to limit the mobility of people, especially those who have non-business or high-income tourism purposes, discrimination, criminalization, and violence emerge towards those who do not have the "established requirements". As a counterbalance, the emergence of civil society collectives that build support or assistance networks for vulnerable migrants is worth noting. With the information obtained through a multi-sited ethnography and taking as analytical reference the agency and experience proposed by Norman Long, this article presents the case of Las Patronas and their actions around Central American transit migration through Mexico. The women, Las Patronas, are transforming the reality of migrants in transit and their community. Their actions on behalf of migrants in transit have gradually become a focus (and a role model) for other groups, volunteers, and even institutions at the national or international levels. Hence, its community has little by little benefited from the actions of Las Patronas and external agents.
Keywords: Las Patronas, Agency, Transit migration, Experience, Multi-sited ethnography.
Resumo: Em um contexto em que as politicas migratórias são cada vez mais restritas visando limitar a mobilidade das pessoas, principalmente daquelas que são realizadas com fins não comercias ou de turismo de alta renda, as consequências tem sido a discriminação, criminalização e a violência para quem não têm os “requisitos estabelecidos”. Como contrapeso, é preciso sinalizar a emergência de coletivos da sociedade civil que constroem redes de apoio para quem migra em situação de vulnerabilidade. Com informação obtida através de uma etnografia multisituada e tendo como referencial analítico a capacidade de agência e a experiência, proposta por Norman Long, este artigo apresenta o caso de “Las Patronas” e suas ações em torno da migração centro-americana em trânsito por México. As mulheres, “Las Patronas”, estão transformando a realidade não apenas dos migrantes em trânsito, embora também da sua comunidade. A partir das suas ações em beneficio dos migrantes de passagem se tornaram gradualmente o centro das atenções (e um exemplo a seguir) para outros coletivos, voluntários e até instituições de nível nacional e internacional; assim, sua comunidade tem se beneficiado aos poucos das ações de “Las Patronas” e de agentes externos.
Palavras-chave: Las Patronas, Agência, Migração em trânsito, Experiência, Etnografia multisituada.
1 Introducción
La movilidad de las personas se ha hecho cada vez más visible por la mejora de los medios de transporte, pero también por la agudización de desastres naturales, cambio climático y/o conflictos político-sociales. Esta movilidad, elegida o forzada, va acompañada de imaginarios y estereotipos, así como de esperanzas y sueños que, cada vez más, en algún momento se topan ante contextos violentos y/o situaciones de vulnerabilidad, principalmente quienes se movilizan de manera no documentada.
Según la EMIF Sur, con datos al primer trimestre de 2020, la violencia e inseguridad en los lugares de origen es cada vez más creciente como causa de la migración centroamericana. Aunado a lo anterior, la principal razón sigue siendo las pésimas condiciones económicas en el lugar de origen dadas por la falta de empleo o, cuando si lo hay, la mala calidad de éste y sus bajos salarios (Imagen 1).
Desde su existencia, la migración no documentada ha sido difícil de contabilizar por su misma naturaleza. El portal de Datos Mundiales sobre la Migración ha realizado estimaciones a nivel mundial, identificando que la mayoría de migrantes no documentados se ubican en Europa y Estados Unidos de América, “Se estima que en 2016 había en los Estados Unidos de América 11,3 millones de migrantes indocumentados” (IOM’s GMDAC, 2020).
A Estados Unidos de América llega migración de múltiples nacionalidades, entre ellos mexicanos y centroamericanos; estos últimos transitan por más de dos países para llegar a su destino incluyendo, a su paso, el territorio mexicano. Rebasados por conflictos políticos y/o socioeconómicos, muchas de las veces los gobiernos de países centroamericanos parecen omitir o ignorar que sus ciudadanos salen ante su incapacidad constitucional para “garantizar[les] el bienestar económico y social […], teniendo éstos que resolver al margen de aquel su sobrevivencia y superación personal y familiar” (GARCÍA-ZAMORA, 2007, p. 318).
A la par de estas causales, las políticas migratorias son cada día más severas, criminalizantes y discriminatorias (MADERA; MARÍN, 2020), lo que no ha impedido los flujos migratorios no documentados; por el contrario, las maneras en que se cruzan las fronteras se van diversificando, haciéndose más creativas y también más complejas, aumentando con ello los riesgos y niveles de seguridad para las personas que las realizan. Sin embargo, para quienes no tienen más que la vida y la dignidad humana que perder, la emigración, así sea en contextos adversos, es una posible salida a un mejor mañana para ellos y para sus entornos, por eso se arriesgan.
En México existen colectivos que buscan reducir las situaciones de vulnerabilidad que viven aquellos que transitan de manera no documentada por varias partes del territorio mexicano; la mayoría son personas de “a pie” que se unen con el objetivo de ayudar de alguna manera a que se cubran las necesidades como comida, vestido o que se recuperen algunos derechos humanos como la protección de la vida.
Desde 1995, un colectivo formado casi en su mayoría por mujeres rurales, conocido como Las Patronas, ha trabajado para que esta reivindicación de derechos y la satisfacción de las necesidades básicas de quienes transitan “sin papeles” por territorio mexicano sean cubiertas. Estas mujeres en su mayoría son familia, comenzaron regalando pan y leche un día que volvían de comprar en la tiendita del pueblo lo que sería su desayuno y 26 años después siguen trabajando en su comedor -incluso en la situación de pandemia por la COVID 19- para que sus “hermanos”, como ellas les llaman a los migrantes, tengan por lo menos un taco que llevarse a la boca.
Pero ¿quiénes son Las Patronas?, ¿de dónde sacan para darle de comer a tanta gente que ni conocen?, ¿por qué apoyar a los migrantes de paso por México?, ¿cómo han construido saberes (por ejemplo, del tipo de alimentos, de las formas de entregarlos cuando el tren va en movimiento, etc.) en torno a su accionar como apoyo a los migrantes de paso? Metodológicamente apoyados en una etnografía multisituada (MARCUS, 2014) que nos permite una mirada dinámica sobre la ocupación y observación de diversos espacios incluso en una temporalidad similar, este artículo tiene como objetivo identificar las formas en que el colectivo denominado Las Patronas construye su capacidad de agencia (LONG, 2007) para tejer redes de apoyo a migrantes centroamericanos en contextos de vulnerabilidad mediante su tránsito por territorio mexicano.
Para Long (2007) la capacidad de agencia es la aptitud para llevar a cabo acciones a partir de procesar lo vivido cotidianamente para construir estrategias o modos de acción contra aquellos hechos u omisiones de las estructuras. Así, la capacidad de agencia es un precepto dentro de las teorías centradas en el actor, en las cuales el reflector se encuentra en un agente (o sujeto) con capacidad de conocer, interpretar y de reflexionar lo que está viviendo; es decir, reconocer el contexto que lo rodea, de esta manera las personas se convierten en agentes sociales al intervenir en espacios locales. En el presente texto el rol protagónico lo tienen las mujeres de Las Patronas que realizan sus acciones (vale señalar, que éstas no dependen del financiamiento externo) en un espacio donde tienen un impacto y además conforman redes con otros sujetos tanto al interior de su comunidad como con otros actores externos y de diverso tipo (institucionales, religiosos, académicos, de la sociedad civil, etc.).
Desde esta perspectiva, los actores sociales no son vistos como apáticos ante las realidades que los rodean. Sus acciones son resultado de la transformación de lo que conocen -o viven- y que les permite ir construyendo estrategias con los elementos que se tienen; así, las personas son capaces de ordenar, sistematizar y procesar sus experiencias para actuar, para tejer redes, para incidir en la transformación de la realidad vivida, convirtiéndose en agente.
Es importante colocar el énfasis en los actores -en este caso Las Patronas-, quienes mediante sus procesos reflexivos van recuperando los saberes del campo, de la cocina y del cuidado para tratar de subsanar los problemas en su entorno social en un escenario migratorio. Para Long (2007), uno de los principales elementos para que los actores recuperen su experiencia es la capacidad reflexiva1, esto implica el conocer, interpretar y reflexionar lo que se está viviendo en ese momento: realidades, vulnerabilidades, oportunidades o problemas. De esta manera, los actores procesan estos elementos con el objetivo de cambiar las situaciones que disminuyan su calidad de vida o que quebranten su realidad.
La capacidad de agencia construye una resistencia o una protección de aquello externo que rompa con las realidades de los actores. Las experiencias diarias y lo vivido son nombradas por Long como los pequeños detalles de la vida cotidiana (LONG & LONG, 1992; LONG, 2007) sobre los cuales los actores dirigen su atención a comprender su entorno y construir estrategias al tiempo que avanzan las situaciones, por lo mismo necesitan de una dinamicidad que con la experiencia se va refinando.
Si bien la agencia surge de la vulnerabilidad y de la racionalidad de los actores, así como de sus deseos, practicas o capacidades, se van construyendo otras capacidades como la comprensión, la interpretación o el cuestionamiento para re-accionar ante lo que pase, ya que aunque las circunstancias sean similares las respuestas pueden ser diferentes e incluso la construcción de agencia puede variar; en este caso Las Patronas y las demás personas que viven en el mismo contexto migratorio tienen diferentes reacciones y acciones.
Pero ¿qué es la experiencia? Esto se puede entender como aquello que se vive diariamente, en este texto se entiende como “una actividad cognitiva, es un modo de construir lo real, es sobre todo «comprobarlo», experimentarlo. La experiencia construye los fenómenos a partir de las categorías de la comprensión y la razón” (DUBET, 1994, p. 93). En otras palabras, la experiencia es un conjunto de todo lo que se ha vivido, de los hábitos que se tienen o lo que se ha aprendido previamente y esto va a influir en las acciones de las personas. Las personas al convertir su experiencia en estrategias se convierten en actores sociales
que puede decirse que tienen agencia en tanto que poseen la capacidad de conocer, justipreciar situaciones problemáticas y organizar respuestas “apropiadas”. Los actores sociales aparecen en una variedad de formas: personas individuales, grupos informales o redes interpersonales, organizaciones, agrupaciones colectivas, y lo que en ocasiones se identifica como “macro” actores (LONG, 2007, p. 442).
Un elemento importante para Long (2007), en cuanto a la construcción de agencia, es el espacio en el cual se rompe su rutina, se construyen procesos o se interactúa, este es el territorio, que, si bien se ha ido reconfigurando a partir de los procesos de globalización, las disputas o interacciones siguen necesitando un lugar donde surgir. Para Long están divididos en tres: campo social, dominio y arena: “Campo social: el concepto señala el carácter heterogéneo de la acción social que resulta de la intersección de dominios diferentes.” (LONG, 2007, p. 123).
Dominio: para identificar áreas de la vida social que están organizadas por referencia a un núcleo central o racimo de valores que, aun cuando no son percibidos con exactitud de la misma manera por todos los involucrados, son sin embargo reconocidos como un sitio de ciertas reglas, normas y valores que implican un grado de compromiso social (VILLAREAL, citado en LONG, 2007, p. 124)
En este texto se utiliza el concepto de arena:
Son situaciones sociales en que tienen lugar las contiendas sobre asuntos, recursos, valores y representaciones (…); son sitios sociales y espaciales en que los actores se confrontan entre sí, movilizan relaciones sociales y despliegan medios culturales discursivos y otros medios culturales para el logro de los fines específicos, incluyendo quizá sólo permanecer en el juego (LONG, 2007, p. 125).
Las arenas son fundamentales para que los actores construyan sus capacidades, pero al mismo tiempo son los espacios en donde se ponen en disputa los valores, las normas y las experiencias; en las arenas se encuentran realidades diversas y actores múltiples, es decir, también existen diversas experiencias y múltiples acciones.
La recuperación de las nociones de campo social, dominio y arenas, es fundamental para comprender las acciones de Las Patronas, pero fundamentalmente para observar cómo se han ido transformando hasta estos momentos. El texto se divide en dos partes, la primera contextualiza las situaciones de vulnerabilidad que viven los centroamericanos para así entender cómo y de dónde surgen las acciones de estas mujeres, y en la segunda se presenta a Las Patronas poniendo énfasis en la construcción de agencia y su movilización para cambiar no solo su realidad, sino también la de los centroamericanos que transitan por México.
2 Tránsito por México, vulnerabilidad y Las Patronas
Para la migración centroamericana, la localización del territorio mexicano lo ubica por sí como una zona de tránsito para la mayoría de ellos, y/o destino para otros. Para todos ellos constituye un espacio donde por un lado convergen las vulnerabilidades y la ausencia de derechos; pero por otro lado, donde convergen una emergencia activa de individuos y/o colectivos que tejen redes de apoyo para subsanar dichas vulnerabilidades, así como para la sensibilización e incidencia en pro de mejorar las condiciones de quienes, en su emigrar, transitan por territorio mexicano.
En esta sección se presenta un recorrido por la situación migratoria de los centroamericanos en su tránsito por México para explicar las situaciones, coyunturas y actos que llevan a los centroamericanos a pasar por México, así como las vulnerabilidades a las que se enfrentan. Para comenzar, es necesario entender que el objetivo de la migración de tránsito es solo pasar por ciertos territorios para llegar a su destino; así,
La migración irregular o no documentada de tránsito por México se entiende como el flujo compuesto por centroamericanos —nacionales de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua— que se dirigen sin documentos que acrediten legal estancia o les permitan trasladarse hacia Estados Unidos, utilizando a México como ruta de paso (MARTÍNEZ, COBO & NARVÁEZ, 2015, p. 129).
En este tenor, la migración centroamericana ha transitado por México desde 1940 y ha tenido diferentes picos y motivos de movilización que, a decir de Anguiano & Corona (2009), van desde el crecimiento urbano y económico, pasando por el conflicto armado centroamericano entre 1970-1980 y los desastres naturales, pero que a partir del 2001 el fenómeno migratorio ha tenido diversos flujos hasta llegar al éxodo migrante del 2018 al 2019.
La migración de tránsito no documentada comenzó a crecer en los 80’s debido a las guerras civiles, conflictos políticos y cambios vividos en Latinoamérica. Con la imposición de políticas migratorias severas, la migración no disminuyó, pero sí han aumentado exponencialmente los riesgos a los que se enfrentan aquellos centroamericanos que pasan por México, quienes afrontan múltiples situaciones de vulnerabilidad y violencia. Para muchos, el paso entre México y Estados Unidos es “el corredor migratorio más grande”, por el intercambio y continuo flujo de personas, principalmente los denominados low skill workers o trabajadores “poco calificados”.
Uno de los elementos que reforzó la migración de los centroamericanos y los mexicanos fue la demanda de trabajadores por parte de Estados Unidos y la implementación de tratados como el NAFTA o el MERCOSUR, que bajaban costos en la producción agrícola -principalmente- estadounidense o en empresas maquiladoras. Sin embargo, a partir de las guerrillas, el flujo de centroamericanos hacia México y Estados Unidos es constante: por causas laborales, económicas o por situaciones de violencia y amenazas que en su mayoría provienen de pandillas y/o grupos delictivos, paramilitares, etc. Para Narváez (2019), la migración contemporánea de centroamericanos ha sufrido transformaciones a partir del 2001; ubicando a este año como un parteaguas para el endurecimiento de las políticas migratorias a partir del discurso “extranjero-enemigo” que, si bien fue principalmente impuesto por Estados Unidos, repercutió en la securitización2 de los demás países -políticas migratorias severas, desplazamiento de fuerzas del ejército o policía, construcción de muros, mayor control migratorio en aeropuertos, estaciones de tren o autobús, etc.-.
A partir de la crisis económica y el aumento de la violencia “diaria” por medio de las pandillas o las maras, los centroamericanos migran con mayor frecuencia y el perfil de quien migra se modifica; ya no solo migran hombres en edad productiva, comienzan a migrar mujeres, niños y adolescentes y, al mismo tiempo, los migrantes van creando nuevas estrategias para moverse y la manera de hacerlo. Un ejemplo es que según cifras de la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (REDODEM), en el 2016 migraron aproximadamente 34,234 personas, de las cuales el 11% eran mujeres y 8% menores de edad -ya sea acompañados o solos- (REDODEM, 2017). Por otro lado, en el 2018, antes del éxodo migrante, se registraron 36,190 personas de las cuales casi el 20% eran mujeres y el número de menores de edad llegó al 10.7% (REDODEM, 2019).
La diversidad de personas que migran tiene relación con la modificación de rutas y/o “aparición” de nuevos caminos, como consecuencia de la aplicación de políticas por parte del Estado mexicano que dificultaban o criminalizaban el paso de los centroamericanos. Al mismo tiempo, se crearon otras que buscan ayudarlos en tránsito, visibilizarlos y/o -en algunos casos como el Programa Especial de migración, el Plan de la Frontera Sur o los Grupos Beta- contenerlos. Ni las nuevas dificultades, ni el recrudecimiento de las políticas migratorias, ni los grupos de contención del Estado han detenido la movilidad; al contrario,
La dispersión de los migrantes en las rutas migratorias (selva, frontera, pacífico, sierra madre, marítimas); la diversificación en el uso de transportes terrestres (ferrocarril, autobús de pasajeros, camiones de carga, automóviles particulares o transporte público local) (…); la consolidación de lugares y espacios estratégicos en los diversos tramos y recorridos (nodos de encuentro y estancias temporales); y la permanente intervención de actores de la delincuencia organizada en las redes de tráfico, son algunos de los elementos objetivos que se traducen en disrupción de trayectorias y proyectos (NARVÁEZ, 2019, p. 20).
Estos elementos influyeron en el fenómeno que rompió con la “rutina” migratoria en el 2018, mejor conocido como éxodo migratorio, que comenzó con una primera ola de casi 10 mil migrantes (cifras aproximadas) dando pie al tránsito en territorio mexicano de más de 30 mil migrantes -solo del éxodo- en 2 años. Una de las principales razones por las que se observa esta manera de migrar es buscando minimizar las vulnerabilidades que sufren los centroamericanos en México.
La movilidad de estos migrantes se hace más difícil por ser “no documentada” y por no pasar por las instituciones, buscar caminos alternativos que muchas veces son peligrosos o contactar con personas que en lugar de ayudarlos los convierten en blanco de extorsiones, asaltos, golpes, etc. Herrera (citado en REDODEM, 2015, p. 10) menciona que a partir de políticas que enfatizaban la criminalización de la migración no documentada, se maximizó el negocio criminal de traficantes de sujetos y diversas formas de violencia en contra de aquellos centroamericanos que quieren cruzar el territorio mexicano. Uno de los ejemplos más marcados o mediatizados de esta violencia es la masacre de 72 migrantes ocurrida en 2010 en San Fernando, Tamaulipas, quienes fueron secuestrados, torturados y asesinados.
La muerte y las lesiones son casi una constante para este tipo de migración en su paso por territorio mexicano. El acto en contra de los 72 migrantes no fue una situación aislada; la mayoría de los centroamericanos han sufrido violencia directa, se enfrentan a golpes, asaltos, extorsiones, secuestros e incluso la muerte por parte de los grupos delictivos, las maras o las instituciones mexicanas. Según López (2013) hasta el 2013, el 70% de los centroamericanos habían sufrido algún tipo de lesión, mientras que para la REDODEM (2019, p. 55) el número exacto de centroamericanos que son víctimas de algún acto violento ha crecido un 10%, tomando en cuenta que no todos los migrantes denuncian tales actos.
Esto tiene relación con la manera en la que viajan, como por ejemplo el tren “la bestia”, o la participación de grupos u organizaciones delictivas que están a lo largo del territorio mexicano; además, a ello se suman el factor del género o la pertenencia a un grupo vulnerable como el ser mujer, niñx o persona LGBT, quienes viven las violencias de manera diferente y más intensificada.
La mayoría de migrantes centroamericanos utilizan la infraestructura ferroviaria para trasladarse, porque las distancias son largas y muchos de ellos no tienen la solvencia económica para viajar en autobús o avión, además de los controles migratorios o los requisitos que les piden para acceso a estos medios. Ante ello, los migrantes se encuentran vulnerables en espacios como “la bestia”, terrenos baldíos, montes, etc. Por ejemplo, la infraestructura ferroviaria en la periferia de las ciudades implica lugares muy solitarios donde los migrantes no documentados pueden ser víctimas de grupos delictivos; otras veces cruzan localidades en las cuales son extorsionados por las propias autoridades.
Por si fuese poco, el tren en movimiento trae consigo diversas vulnerabilidades, desde la imposibilidad de tener espacios para dormir, comer o asearse, es decir, derechos mínimos básicos para cualquier ser humano, hasta lesiones o perder la vida al caerse del tren. Los vagones no están adaptados para el transporte de personas y los migrantes deben viajar en el techo de éstos, o en los espacios entre un vagón y otro; deteniéndose de las estructuras de los vagones, agarrados de las escaleras o amarrados al techo:
“Subir al tren es una acción sumamente riesgosa, que requiere habilidad y fuerza, ya que cualquier error al momento de subir supone la pérdida de algún miembro [del cuerpo] o incluso la vida.” (CHÁVEZ & GUEVARA, citado en ARANDA, 2016, p. 85).
Los centroamericanos en su tránsito por México van interactuando directa o indirectamente con quienes viven en este territorio, desde el hecho de convivir temporalmente en un espacio como las zonas cercanas a los controles migratorios o pasos del tren, aquellos espacios en donde los migrantes caminan o consumen productos, etc., pero también de manera más cercana con individuos y colectivos que tratan de subsanar estas vulnerabilidades y apoyar a los centroamericanos en su tránsito, uno de ellos es el caso del presente estudio, Las Patronas.
Es importante mencionar que los centros de apoyo a los migrantes, los albergues y comedores se encuentran en toda la República y no siempre es fácil documentarlos. Muchos surgen para subsanar emergencias como el éxodo migrante en el 2018, la migración haitiana en los últimos años o la emergencia sanitaria por COVID 19, pero varios de ellos desaparecen pronto, por ello se han creado esfuerzos de diversos institutos y academias como El Colegio de la Frontera Norte (COLEF), la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (REDODEM), entre otros. Hasta marzo 2020 (LI NG, 2020) se documentaron un total de 96 espacios, conformados por sociedad civil, ONGs, instituciones gubernamentales y colectivos.
Muchos de los mapeos que se han construido para observar los centros de apoyo, albergues o comedores es gracias a la información de los que migran3, así como los puntos peligrosos donde se pueden encontrar por ejemplo con grupos delictivos que los asaltan o les cobran derecho de paso e incluso donde hay retenes migratorios. Esta información se queda plasmada en los registros de los albergues o comedores, pero también en la mayoría de estos lugares – especialmente al sur de México- se encuentran representados en murales de mapas como por ejemplo en la 72 Hogar Refugio y en el comedor de Las Patronas (Imagen 2).
En la Imagen 2 se observa que los diversos colectivos llevan a cabo sus acciones en una gran parte del territorio mexicano y en la Imagen 3 se aprecia una de las principales acciones de Las Patronas, que es brindar alimento a los migrantes que pasan en un tren en movimiento, ¿cómo llegaron a eso?
3 Las Patronas, agencia y mujeres
Resultado de trabajo de campo apoyado en la etnografía multisituada, en esta sección se presenta a Las Patronas como colectivo, su accionar y construcción de agencia.
En 1995, en la localidad La Patrona, del municipio de Amatlán de los Reyes, Veracruz, México, al regresar de hacer compra para su desayuno, dos de las hermanas Romero encontraron obstruido por el tren el paso a la casa familiar… el tren y las vías ferroviarias forman parte del paisaje de su pequeño pueblo, sin embargo, ese día, un acontecimiento cambia su presencia en él y la percepción de sus habitantes. Montados sobre los vagones del tren varios migrantes les gritaron “madre tengo hambre, madre denos su pan”; ellas, señalan que tardaron en reaccionar (como la mayoría de nosotros si estuviéramos en esa situación) pero al final decidieron “aventar” su pan y su leche hacia las personas que venían en el tren. Después de esto regresaron a casa de su mamá y le contaron la situación, Doña Leo en lugar de enojarse propuso que al otro día preparan algunos bastimentos para la gente que pasaba en el tren.
Ellas habían visto pasar varias veces el tren con gente arriba de él, no sabían quiénes eran, ni de dónde venían, pero a su parecer ellos llevaban muchos días sin comer, entonces pusieron manos a la obra. El detonante para las dos hermanas y la mamá en ese momento fue el que los migrantes pidieran la comida, pero; como menciona Long (2007), la rutina diaria, las prácticas de los sujetos o lo vivido alrededor de situaciones de vulnerabilidad tienen como resultado -mediante procesos internos- que las personas se conviertan en agentes por medio de racionalidades que detonan el cuestionamiento de la situación que los rodea. En otras palabras, el que estas mujeres vieran diario el paso del tren de carga con gente en él y reconocer su vulnerabilidad -el no tener comida- crea en ellas una necesidad de transformar su entorno.
Los migrantes centroamericanos se encuentran en situaciones de vulnerabilidad a tal grado que muchos de ellos conocen estas situaciones como “lo normal” o lo “que tiene que pasar”, es decir, esto se convierte en algo casi cotidiano, pero, por otro lado, a lo largo del territorio mexicano existen diversas asociaciones civiles, instituciones gubernamentales y colectivos que tratan de reducir el impacto de estas vulnerabilidades y de concientizar sobre la situación de los migrantes de paso por México (Imagen 2). Estos colectivos surgen principalmente en entornos cercanos a los puntos migratorios, estaciones o pasos del tren;
Nuestra labor de ayuda humanitaria comenzó con algo tan sencillo, alimentar a los migrantes, que nunca pensamos o tan siquiera imaginamos que podríamos llegar a este punto. Brindar alimento es una acción que pareciera simple; sin embargo, algo tan cotidiano es en realidad una necesidad vital para muchos: es entonces cuando brindar un “taco” puede salvar una vida (ROMERO, 2013, p. 1).
A decir de la coordinadora de Las Patronas, su labor fundamental es alimentar a las personas que van en movimiento arriba de La Bestia. Sin embargo, al paso del tiempo van modificando sus acciones para seguir haciendo lo mismo, pero también van creando nuevas estrategias para subsanar otras situaciones como el éxodo migrante o la pandemia por COVID-19, Las Patronas son uno de los múltiples albergues/comedores que quienes migran de manera “irregular” lo conocen o han escuchado de él y saben que, si “se ponen truchas, podrán tener un taco” (Entrevistado 2, 2018).
Después de 26 años (Imagen 4), Las Patronas son un referente en la ayuda a los migrantes que transitan por el territorio mexicano y si bien después de varios documentales, múltiples conferencias y entrevistas, muchas personas conocen la historia de cómo esta familia comenzó a compartir su comida después de ir a la tienda y quedarse “del otro lado de las vías”, siendo esta primera reacción como lo dicen ellas “algo que cualquier cristiano haría al ver que hay un hermano en problemas”. Pero ¿eso es cierto? ¿cualquier persona en esa situación actuaria de forma desinteresada y compartiría su comida con alguien que no conoce?
La racionalidad de los agentes, para Long (2007), va más allá de un simple ejercicio costo-beneficio, no se da de una manera mecánica, para estas mujeres el “dar un taco” no surgió del pensar si les convenía económicamente o si ganaban algo en el acto, pero tampoco se puede decir como algunos han calificado que sus acciones son por “ser buenas” o “es que son mujeres”. Si bien sus acciones comenzaron desde acciones simples como el saber cocinar, existe todo un proceso atrás en donde la experiencia, los recursos que les rodean -morales, físicos, económicos, sociales- y todo aquello aprendido anteriormente se convierte en acciones.
Este proceso de convertir lo vivido en agencia para que los sujetos puedan transformar su realidad va de la mano con las maneras en la que lidian con las situaciones que se les presenta aun, como lo menciona Long (2007), bajo las formas más extremas de coerción incluso en situación de incertidumbre, las personas pueden convertirse en actores sociales ya que tienen la capacidad de saber y la capacidad de actuar, es decir, saber cuál es la situación y qué es lo que hay alrededor y con ello poder actuar.
Para Las Patronas, su agencia comienza con el reconocimiento de la situación que estaban viviendo y el reconocimiento de aquello que tenían a su alcance, ellas comentan que al principio cada una ponía lo que pudiera de su despensa -arroz, bolsas, frijoles, tortillas etc.- para poder armar estos bastimentos. El reconocimiento de la situación y de los recursos con los que contaban van de la mano con la capacidad de saber y al dar por primera vez su comida en las vías del tren y esperar al paso de La bestia comienza su capacidad de actuar (Imagen 4).
Ellas comenzaron sus acciones a partir de la experiencia que tienen, como por ejemplo el cocinar, el empaquetar comida, el cuidar heridas e incluso el encontrar formas de obtener más comida como el irse a buscar al campo qué se podría cocinar o el crear negociaciones con las personas que vendían en los mercados para obtener lo que necesitaran, tomando esto como ejemplo;
Las personas procesan sus propias experiencias de “proyectos” e “intervención”; construyen sus propias experiencias, y tienen en cuenta las experiencias de otros grupos dentro de sus redes socioespaciales; es decir, pueden aprender de las respuestas diferenciales, estrategias y experiencias de otros que están fuera de la población designada o del programa de acción específico (LONG, 2007, p. 79).
En este tenor, la construcción de las acciones por parte de Las Patronas tiene que ver con el contexto y las experiencias de cada una de las integrantes, pero también las de ellas como colectivo, ya que la interacción con los externos como los migrantes, conductores de tren e incluso vecinos van a influenciar las estrategias y las formas de realizar sus acciones. Ellas actuaron solas, es decir, solo la familia estaba inmiscuida en la producción de comida y la repartición de comida, hasta que “unos muchachos” que venían arriba del tren las grabaron mientras repartían comida a la orilla de las vías, poco a poco se fueron dando a conocer por varios documentales4, películas y entrevistas que les comenzaron a hacer, la gente se preguntaba ¿quiénes son esas señoras que “avientan” comida al pasar el tren? Y entonces empezaron a recibir gente que quería ayudarlas con recursos o manos, por ello comenzaron con un sistema para organizar las donaciones y la estadía de los voluntarios.
Cuando uno llega a su hogar, ahora transformado en comedor y pequeño albergue, Las Patronas te reciben no solo con agradecimiento por el apoyo, al mismo tiempo comienzan a explicarte las cosas básicas que debes conocer para realizar la labor como, por ejemplo: qué comida conforma el “lunch”, cómo amarrar la bolsa, cómo entregar la comida o el agua y a que altura de las vías entregar la comida. Para ellas es fundamental el compartir esa información no solo para que se conozca o para evitar accidentes; para ellas, el socializar lo aprendido es integrar a la gente.
En este sentido, la socialización de la experiencia y las acciones de Las Patronas tiene impacto en su entorno social, de esta manera hay mayor número de recursos, pero al mismo tiempo se puede influir a un mayor nivel,
La agencia -que podemos reconocer cuando acciones particulares producen una diferencia en un estado preexistente de asunto o curso de eventos – está encarnada en las relaciones sociales, y solo puede ser efectiva a través de ellas, no solo es el resultado de poseer ciertos poderes persuasivos o formas de carisma; la habilidad de influir en otros o dejar pasar una orden (LONG, 2007, p. 50).
La información que ellas comparten es resultado de procesar lo que han vivido durante estos 26 años y que a través de diversas situaciones han ido cambiando de estrategia conforme van llevando a cabo sus acciones, un ejemplo de esto, es la forma en la que entregan la comida, a qué altura y cuándo. La distancia en la que se entrega la comida es el necesario para que aquel que venga en el tren alcance la bolsa con comida, pero al mismo tiempo el que la entrega no tenga riesgo de ser “jalado” por el tren, la posición de las manos también es importante para hacer más fácil la entrega; a partir de las experiencias y sus resultados, esto se ha ido adaptando a través del tiempo, tanto el contenido de la bolsa, la misma bolsa y el tipo de nudo.
A decir de Long (2007, p. 53) las estrategias van de la mano con las construcciones de los individuos y son extraídas “de un bagaje de discursos disponibles (verbales y no verbales)” que se comparten con otros individuos a lo largo de su vida y por supuesto de sus acciones. En este sentido, ellas comparten cómo han ido realizando diversas estrategias para lo que vaya sucediendo, un ejemplo de esto es lo comentado por la Patrona M;
Y yo le pensaba y agarraba mi morral y me iba ahí al campo a traer quelite blanco, y entonces había las matotas y ya me iba yo a cortar y luego ya venía cargada y ya les decía ayúdenme a picar y ya me ayudaban. Lo lavábamos y poníamos una cacerola y se echaba el quelite le echábamos aceite, rebanadas de cebolla y rebanadas de huachinango y a puro vapor hacíamos el quelite blanco (PATRONA M, 2017).
Lo dicho por ella denota la búsqueda de recursos y la creación de estrategias para alimentar personas que, como ellas lo mencionan “es lo que saben hacer”; para ellas cocinar es un elemento rutinario como para muchas mujeres en México, y eso lo adecuan para llevar a cabo una protección a seres externos, como son los migrantes. Así, cocinar, un acto que era parte de su vida diaria las llevó a buscar cómo obtener elementos del campo -que no implicaran gastos adicionales-, pero también las llevó a construir estrategias para transformar sus cotidianidades y potenciar sus saberes cuando había necesidad de improvisar.
La experiencia de esta patrona a simple vista puede pensarse que es individual, pero al socializarla con sus hijas y los demás miembros del colectivo, en suma, con la práctica la experiencia se transforma en colectiva; al igual que las capacidades de conocer lo que tienen a su alrededor y de hacer lo que ellas saben es fundamental para que el colectivo de Las Patronas se formara y se establecieran por más de 26 años como defensoras del migrante. Este colectivo en su mayoría está conformado por mujeres de un entorno rural, movidas por sentimientos como la empatía o el dolor –como ellas los refieren– por ver que hay personas que se quedan sin “bastimento”.
Son las mujeres, Las Patronas, quienes están transformando la realidad no solo de los migrantes en tránsito, también de su comunidad. A partir de sus acciones en pro de los migrantes de paso se han convertido poco a poco en centro de atención (y ejemplo a seguir) para otros colectivos, voluntarios e incluso instituciones a nivel nacional e internacional; de ahí, su comunidad de poco en poco se ha visto beneficiada por acciones de Las Patronas y de agentes externos. En este tenor, Sen (2000) menciona la importancia de la agencia en las mujeres;
Las mujeres han dejado de ser receptores pasivos de la ayuda destinada a mejorar su bienestar y son vistas, tanto por los hombres como por ellas mismas, como agentes de cambio: como promotores dinámicos de transformaciones sociales que pueden alterar tanto la vida de las mujeres como de los hombres (SEN, 2000, p. 233).
Las Patronas no solo van transformando el entorno social y apoyan a los centroamericanos, al mismo tiempo se van transformando ellas de manera interna. Un ejemplo de esto es la participación de una de ellas en el colectivo, que si bien sabía de las acciones de sus hermanas y de su mamá, se inmiscuyó en el colectivo después de que sus hijas compartieran con ella lo que vivían diariamente;
Mis hijas iban a ayudar a sus tías juntando botellas y yo luego las oía como que chillaban, que lloriqueaban entre ellas y les decía yo ¿a ustedes que les pasa? (…) Y luego ellas decían “Ay amá es que pasó el tren y llevaba bastante gente”, y ahí iban familias con niños, con niños, muy sentimental y de ver que en ese tren iban niñas, niños chiquitos, yo decía ay dios mío esas criaturas a qué van, a que se les caigan, que dios no lo quiera en un enfrenon [sic] ahí mueran, me daba sentimiento y por eso quiero que la gente venga y se enamore y los ayude. A nosotras nos cambió la vida (PATRONA A, 2017).
En otras palabras, lo vivido por estas integrantes y socializado con su entorno tiene un impacto más allá de la información, se convierte en detonante para que otra mujer lleve a cabo acciones a su vez trasformadoras. Esta integrante de Las Patronas después de eso y hasta la fecha lleva a cabo sus acciones para ayudar a aquel que pasa y busca el tener un mayor impacto;
Pos yo después de eso y al ver que subían muchas familias le dije a mis hermanas, hay que buscar cómo podemos ayudar si aprender de la Cruz Roja o sobre los derechos humanos, aquí han querido venir a llevarse a los muchachos y pos nosotros no nos dejamos, por eso hay que estudiar para saber defendernos (PATRONA B, 2017).
Siguiendo esta idea, el impacto que ellas quieren lograr tiene relación con su agencia y como este elemento por parte de una mujer tiene un impacto directo en el cambio de la sociedad actual. Las mujeres históricamente han tenido un lugar diferente en el sistema social en comparación con el hombre, se les ha construido en un sistema no equitativo donde están supeditadas a roles y estructuras que priorizan lo masculino. Para Sen (2000), la agencia de este sector es necesaria para la construcción de un bienestar social y correlaciona elementos como educación, salud y alfabetización para la construcción de oportunidades que transformen la realidad social.
Las acciones de Las Patronas se han ido modificando con el paso del tiempo, al comienzo daban comida a las personas en un tren en movimiento, fueron buscando alianzas (hasta la fecha lo siguen haciendo) en diversas esferas, desde las señoras (vendedoras) del mercado que “fiaban” o regalaban su comida, hasta instituciones como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para poder tener elementos con que apoyar sus acciones; de esta manera, su impacto se da en múltiples dimensiones (Sen, 2000), a nivel económico, político y social. La imagen 5, da cuenta de una síntesis de actores diversos con los que durante estos 26 años, Las Patronas han venido acercándose, negociando/disputando, construyendo alianzas que les permitan diversificar sus acciones en pro de los migrantes de tránsito, al tiempo que “profesionalizar” su agencia.
Las Patronas se conciben como mujeres rurales, sin mucha formación académica, que hacen “lo que les toca”, pero al mismo tiempo están conscientes de que sus acciones no son fáciles, que deben de tener sus objetivos muy marcados para llegar a sus metas, esto también les sirve para no “perderse” al llevar a cabo sus acciones.
Otro ejemplo de cómo la agencia de ellas va transformando su realidad y sus acciones, es su inmersión en los derechos humanos. La mayoría de las integrantes mencionan que el desconocimiento que ellas tenían de las leyes era su principal temor, no por miedo a que personalmente les pasara algo, al contrario, la búsqueda de capacitación fue para ayudar a los migrantes si algo se les quería hacer;
Al defender los derechos de los migrantes, creemos firmemente que también defendemos los derechos de todos y todas, no importando la nacionalidad. Porque al no existir las condiciones de vida que a uno le permitan desarrollarse de todas las maneras humanamente posibles, sin pretensiones o ambiciones desmedidas, todos los derechos básicos para toda persona son violentados o simplemente no existen (ROMERO, 2013, p. 4).
En este tenor, es importante mencionar que así como las acciones de Las Patronas son diversas y se han ido transformando, también los espacios en los que actúan son diversos. Para Long (2007), estos espacios de acción y de interacción son llamados arenas , ya que no solo son las vías del tren y La bestia en movimiento, pero no se limitan a actuar solo en esos espacios, sus acciones son diversas desde el espacio destinado al comedor, su comunidad o aquellos lugares a los que van a dar platicas, las plataformas virtuales donde comparten su información o interactúan con otro tipo de comunidad.
Si bien las acciones de este colectivo iniciaron con dar alimentos en un tren en movimiento, al irse enfrentando con diversas situaciones en estos 26 años, su agencia ha ido construyendo no solamente estrategias o redes, también han ido multiplicando sus acciones (Imagen 5 y 6), esto lo van realizando conforme a los recursos que tienen.
Esta diversidad de acciones se da en múltiples arenas, como se puede observar en la Imagen 6, y algunas de esas acciones son simultaneas, lo que hace que la temporalidad se reconfigure al mismo tiempo, esto crea un impacto más allá de la localidad donde ellas se encuentran o el territorio que configura La Bestia. Las acciones de este colectivo también tienen impacto en su comunidad, desde donación de alimentos hasta la creación de talleres para niños o mujeres; estas acciones son importantes para el desarrollo de la comunidad, de los migrantes que transitan por esos espacios e incluso para comunidades internacionales. Si bien Long (2007) habla de la necesidad de la agencia en términos generales para el desarrollo local, para Sen (2000) la agencia en las mujeres es fundamental para el cambio social, esto tiene relación con que las mujeres por mucho tiempo estuvieron en una posición de subalternidad y se les negaron herramientas que para los hombres eran intrínsecos.
Por ello, la agencia en Las Patronas, tiene un impacto que podría llamarse histórico, por surgir en un contexto donde a la mujer se le veía con estereotipos sociales o culturales que van acompañados de una “limitación” en sus acciones; pero por el contrario, estos elementos se convirtieron en una herramienta para actuar. Así, brindar los alimentos, que por mucho tiempo ha sido delimitado a las mujeres, para Las Patronas es el eje fundamental para sus acciones y su construcción de agencia.
En este tipo de investigación el enfoque metodológico tiene que ser dinámico para poder observar a los actores, pero al mismo tiempo para tener una mejor observación del contexto y de las acciones, la diversidad de arenas, sumado a la temporalidad de sus acciones. Así, la etnografía multisituada nos permitió no estar en un solo lugar observando sus acciones y “brincar” por así decirlo entre estos múltiples espacios. La etnografía multilocal (MARCUS, 2014) o multisituada permite observar diversas narrativas y dinámicas en espacios que no siempre están invisibles o no están definidos de una manera simple como por ejemplo la movilidad de La bestia, el espacio simbólico de las vías del tren o las plataformas virtuales como Facebook, Twitter, YouTube.
Al realizar este tipo de investigaciones se tiene que tomar en cuenta la diversidad de espacios, como ya se mencionó, pero también las diversas relaciones sociales o interacciones, las diferentes situaciones que se pueden presentar y por supuesto las herramientas que se tengan a la mano, ahí es donde este tipo de etnografía ayuda;
Las etnografías multilocales definen sus objetos de estudio partiendo de diferentes modalidades o técnicas. Éstas pueden entenderse como prácticas de construcción a través (de manera planeada u oportunista) del movimiento y rastreo en diferentes escenarios de un complejo fenómeno cultural dado e inicial de una identidad conceptual, que resulta ser contingente y maleable al momento de rastrearla (MARCUS, 2014, p. 118).
Las acciones de Las Patronas se realizan en las diversas arenas y por medio de la etnografía multisituada se pudieron observar las interacciones y negociaciones sociales, los valores culturales e incluso la creación de una conciencia acerca de la situación migratoria y su labor de incidencia. Esta metodología acompañada de un bagaje teórico como las teorías centradas en el actor de Long permiten que las experiencias de los agentes -en este caso de Las Patronas- puedan ser analizadas, pero al mismo tiempo se pueda observar el contexto y las redes que conforman las mujeres para que sus acciones tengan mayor impacto.
En estas múltiples arenas Las Patronas van construyendo redes, por ejemplo, con asociaciones de la misma comunidad con el objetivo de responder al éxodo migrante en su paso por Veracruz, se necesitaban espacios donde pudieran dormir todos los migrantes, entonces se pusieron a disposición algunos lugares como el salón comunal, además del albergue de Las Patronas. Estas redes fueron fundamentales para sus acciones durante el éxodo migrante pues hubo varios días en los cuales se atendieron aproximadamente 400 migrantes, algunos bloques se quedaban a dormir y a otros se les daba de comer.
Durante esta temporada no solo se seguía dando de comer a pie de las vías, también se acercaban a los diversos espacios donde paraban las caravanas, como por ejemplo las gasolineras. Durante esta temporada, la experiencia de Las Patronas -y los voluntarios que nos encontrábamos ahí- fue transformada en acciones para “improvisar” cómo hacer que rindiera la comida, cómo cocinar más de 40 kilos de arroz o tener el agua suficiente para que ellos no solo pudieran tomarla en ese momento, también para que pudieran llevar y seguir su camino.
El saber cocinar de Las Patronas y la experiencia de hacerlo por muchos años, incluso antes del colectivo, les ayuda a que ellas sepan calcular la cantidad de comida necesaria, “tantear” como ellas dicen, e incluso a deducir el tiempo aproximado en el que pasara el tren, tomando en cuenta la información que les llegan a pasar personas cercanas a los paraderos de trenes. Por ello, para una de las integrantes de Las Patronas, el enlace con personas de la comunidad es un paso fundamental.
Una de las acciones que desde su reconocimiento “publico” les ha servido no solo para darse a conocer u obtener recursos, también es su principal plataforma para realizar su labor de incidencia para concientizar sobre la situación de los migrantes; también sirven como reflector para denunciar violaciones y concientizar a las personas de la situación de los centroamericanos.
Estas pláticas tienen relación con la capacidad de agencia que se ha conformado en Las Patronas, ya que llevan con ellas procesos reflexivos, pero también van construyendo significantes y símbolos que terminan con una identificación del que escucha y el colectivo. Esta capacidad reflexiva, como le llama Long (2007), implica conocer e interpretar lo que se está viviendo en ese momento; es decir, el contexto que rodea al sujeto y al conflicto.
En este tenor, Las Patronas se convierten en actores sociales cuando intervienen en espacios locales, con roles protagónicos y mediante elementos como la identidad buscan formar redes con otros sujetos. Su capacidad de agencia se refleja en las acciones y el poder de convocatoria que tienen, pero al mismo tiempo en la manera que transmiten conocimientos y crean conciencia.
Por último, el observar a Las Patronas como agentes transformadores no solo queda en los actos como dar de comer o hacer labor de incidencia; para ellas, el desarrollo de su comunidad -Amatlán de los Reyes, Veracruz- es importante para que muchas mujeres y jóvenes tengan una vida digna, ya que han aprovechado elementos como los recursos, voluntarios o incluso “publicidad” para realizar mejoras en su comunidad o darles comida a aquellos que lo necesiten.
4 Conclusiones
El contexto migratorio actual es ambivalente, por un lado, están los discursos de fronteras abiertas y libre tránsito, pero por otro las políticas migratorias son cada vez más severas (MADERA; MARIN, 2020), pero esto no disminuye el movimiento de la gente, por el contrario, crea una puerta para que aquellos que quieren cruzar fronteras lo hagan de maneras peligrosas y se encuentren con diversas vulnerabilidades.
En este contexto surgen Las Patronas con el objetivo de ayudar a aquellos que transitan por el territorio mexicano. Si bien comienzan “solo” dando comida, al pasar de los años van transformado lo vivido para construir estrategias que tengan un mayor impacto no solo en el entorno migratorio, al mismo tiempo en su comunidad e incluso a nivel internacional. Sus acciones comenzaron con el objetivo de apoyar a los migrantes en situaciones “básicas” que tienen relación con los derechos fundamentales como el alimento o la vida. Sus acciones las llevan al reconocimiento de la sociedad como aquellos que apoyan, pero también como agentes activos que promueven e inciden en la realidad social. Estos colectivos que tienen espacios determinados de acción crean estrategias para que sus acciones tengan un mayor impacto, para obtener recursos y para crear conciencia en la sociedad.
Si bien este colectivo es conformado en su mayoría por mujeres parte de una familia, también es importante mencionar que la heterogeneidad de sus integrantes y la multiplicidad de universos sociales, culturales y valores políticos o religiosos hace que la agencia construida individualmente tenga un impacto sobre el colectivo y la construcción de estrategias dinámicas para poder responder a las situaciones que se presenten, como el éxodo migrante.
La agencia de Las Patronas se construye primordialmente a partir de la relación casi horizontal que tienen con las y los migrantes, así como con los voluntarios y con las instituciones y/o colectivos que se acercan a ellas. Para la coordinadora del colectivo, crear un sentido de comunidad entre los que asistan es fundamental para el trato hacia con los centroamericanos y para la absorción de conocimientos de los nuevos integrantes; este sentido de comunidad enfatiza las relaciones entre ellas y con los demás. Aunado a lo anterior, mucha de su capacidad de construcción se da a partir de elementos como improvisación de acciones, que se pueden prevenir, pero en algunos casos no es suficiente.
Las Patronas, parte de las y los actores que buscan no solo ayudar en el tránsito, ser promotores de los derechos humanos o protectores de los migrantes, también buscan ser espacios de resistencia en contra de la violencia estructural y directa hacia la migración centroamericana de tránsito por México.
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Notas