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Historia, política y praxis poética en Angola: Agostinho Neto y Sagrada Esperanzai

História, política e prática poética em Angola: Agostinho Neto e Sagrada Esperança

History, politics and poetic praxis in Angola: Agostinho Neto and Sacred Hope

Gabriela de Lima Grecco
Universidad Autónoma de Madrid (UAM), España
Diego S. Crescentino
Universidad Autónoma de Madrid (UAM), España

Historia, política y praxis poética en Angola: Agostinho Neto y Sagrada Esperanzai

HISTÓRIA DEBATES E TENDÊNCIAS, vol. 21, núm. 3, pp. 298-313, 2021

Programa de Pós-Graduação em História da Universidade de Passo Fundo

Recepción: 10 Abril 2020

Aprobación: 18 Julio 2021

Publicación: 01 Septiembre 2021

Resumen: Este artículo aborda el debate en torno a la fuente literaria dentro de la disciplina de la historia, como una herramienta para comprender los imaginarios y representaciones hegemónicas y contra hegemónicas. A partir de ello, analiza cómo, en tanto que subordinados, los angoleños consiguieron ejercer su capacidad de agencia en el proceso de descolonización por medio de la resignificación de la literatura, y resistieron, así, al proceso de sujeción colonial. Para ello, la obra Sagrada Esperanza de Agostinho Neto es analizada como herramienta política de los dominados durante el proceso de independencia de Angola y como forma de concientización y construcción identitaria. En este sentido, primero se expone, de forma somera, la historia de Angola y su literatura, y, a partir de ello, se examina la obra Sagrada Esperanza y su relación con el proceso de independencia angoleña.

Palabras clave: Agostinho Neto, Angola, Fuentes literarias..

Resumo: Este artigo trata do debate em torno da fonte literária na disciplina da história, como ferramenta para compreender os imaginários e as representações hegemónicas e contra hegemónicas. A partir daí, analisa como, como subordinados, os angolanos conseguiram exercer a sua capacidade de agência no processo de descolonização através da ressignificação da literatura e, assim, resistiram ao processo de sujeição colonial. Para isso, a obra Sagrada Esperança, de Agostinho Neto, é analisada como ferramenta política dos dominados durante o processo de independência de Angola e para conscientização e construção de identidade. Neste sentido, em primeiro lugar, a história de Angola e a sua literatura serão brevemente apresentadas e, a partir daí, se analisa a obra Sagrada Esperança e a sua relação com o processo de independência angolano.

Palavras-chave: Agostinho Neto, Angola, Fontes literárias..

Abstract: This paper aims to address the debate around the literary source within the discipline of History, as a tool for understanding the hegemonic and counterhegemonic imaginaries and representations. On that basis, it will analyze how, as subordinates, Angolans managed to exercise their agency in the decolonization process through the resignification of literature, and thus resisted the process of colonial subjection. For this purpose, Agostinho Neto’s Sacred Hope will be analyzed as a political tool of the dominated during the independence process of Angola and as a form of awareness and identity construction. In this regard, this paper will discuss in the first place the history of Angola and its literature. Furthermore, it will address the literary work Sacred Hope and its relation to the Angolan independence process.

Keywords: Agostinho Neto, Angola, Literary sources..

Introducción

Con la transformación de la Historia en disciplina académica a partir de la segunda mitad del siglo XIX, el empleo de la palabra fuente adquirió un cariz oficial, fundamentado en la idea de que los documentos utilizados por las y los historiadores debían ser objetivos. Dicha idea partió, fundamentalmente, de las ideas del historiador alemán Leopoldo Von Ranke, para quién los hechos históricos debían ser relatados wie sie eigentlich gewesen sind [tal y como habían ocurrido]. Dentro de esta perspectiva, los textos literarios no podrían ser calificados como documentos fidedignos para comprobar la “verdad histórica”, al tratarse de mera ficción.

En contraposición a estas ideas, a partir de la década de 1920 surgió, en la periferia de la academia francesa, un movimiento de renovación historiográfica liderado por Marc Bloch y Lucien Febvre, ambos profesores de la recientemente restituida Universidad de Estrasburgo. Estos profesores, establecidos en la Universidad de Estrasburgo, dieron origen a lo que se conoce como Escuela de los Annales, cuya principal reivindicación en este ámbito estuvo destinada a ampliar el repertorio de fuentes históricas. A partir de entonces se dio de manera creciente un profundo debate al interior de la disciplina, en pos de la apertura hacia una visión interdisciplinar de la Historia. Con él, las fuentes literarias pasaron paulatinamente a formar parte del repertorio de documentos en las investigaciones de los historiadores (GRECCO, 2014, p. 40-41; GRECCO, 2017).

El presente trabajo parte de dichos avances historiográficos, al considerar la fuente literaria un elemento indispensable para la Historia. De acuerdo con Edward Said, en su obra Cultura e imperialismo, la novela sirve como documento cultural que permite rastrear narrativas hegemónicas que han sido construidas a lo largo de los siglos por los imperios. La novela (el canon literario), por lo tanto, forma parte de las prácticas imperialistas, al ser no sólo expresión subjetiva de un individuo, sino también de una cultura y una herramienta de construcción de imaginarios y representaciones. Según Said (2005, p. 141), “la representación es responsable de mantener subordinado al subordinado, e inferior al inferior”. A través de la fuente literaria, este artículo analizará cómo los angoleños, en tanto que subordinados en el proceso de descolonización, consiguieron ejercer su capacidad de agencia por medio de la resignificación de la literatura y resistieron así al proceso de sujeción colonial. Así, mientras que la literatura era vista en este contexto como herramienta de dominación colonial, Agostinho Neto consiguió transformar su obra, Sagrada Esperanza, en praxis política de los dominados, utilizando la poesía como arma poética y como forma de concientización y construcción identitaria. De esta manera, este artículo expondrá, en primer lugar y de forma somera, la historia de Angola y su literatura. A partir de ello, analizará la obra Sagrada Esperanza, y su relación con el proceso de independencia angoleña.

Angola en perspectiva histórica

Inexoravelmente como uma onda que ninguém trava vencemos.

O Povo tomou a direção da barca.

(Agostinho Neto)

La historia africana del siglo XX está marcada por intensos conflictos internos y externos, por constantes intervenciones de potencias extranjeras, y por una multiplicidad de problemas sociales, políticos y económicos que han marcado el desarrollo de sus países hasta la actualidad. Pero, por sobre todas estas cosas, la historia del continente se caracteriza por la incansable capacidad de resiliencia de sus pueblos para enfrentar siglos de atropellos de foráneos y locales, e insertarse como actores globales en un mundo gobernado por las reglas de juego configuradas por Occidente. En esta intensa realidad histórica se circunscribe la historia particular de los países de África Austral, representando Angola uno de los puntos de contacto más antiguos en las intenciones imperialistas europeas en África (CHAGASTELLES, 1998). Es importante comprender cómo el mantenimiento de los conflictos de variados órdenes, alimentados por intereses de múltiples naturalezas -aristocracias, burguesías locales y extranjeras, capital extranjero, e intereses regionales como Sudáfrica, entre otros-, reflejan sin duda la pluralidad y la profundidad de los problemas enfrentados en el movimiento de construcción del Estado angoleño, y afirman una sociedad cuyo perfil ha estado marcado, fundamentalmente, por los efectos de la crisis.

En este sentido, Angola fue, entre los siglos XVI y XIX, una colonia organizada a partir del tráfico de esclavizados. La historia colonial del territorio desarrolló, en consecuencia, condiciones particulares. Ello se fundamenta en que, frente a la escasa población blanca, el surgimiento de mecanismos de diferenciación social contempló una élite de mestizos angoleños ocupando el papel intermediario entre europeos y locales. Esta clase social, que pretendió en todo momento diferenciarse de la población africana y asimilar la cultura portuguesa, llegó incluso a ocupar altos cargos en la administración y el comercio. Ian Taylor (2018, p. 17-19) señala que las escuelas coloniales en tierras africanas, como la Ecolé Nationale de la France d´Outre-Mer, sólo permitían el ingreso de europeos. Por ello, durante los 500 años de gobierno portugués en Mozambique ningún/a mozambiqueño/a tuvo la oportunidad de formarse en ella. Así, no sólo el capital político y económico se encontraba bajo total dominio de los colonizadores europeos, sino, también, el capital epistémico, por medio del monopolio de la formación académica como forma de control y de subalternización de los pueblos colonizados. El capital cultural residía, de esta manera, en manos de las élites europeas o de sus descendientes. Como consecuencia, la lectura del desarrollo manejada por las clases políticas dominantes se mantuvo profundamente ligada a las tesis darwinistas sociales, que, desde una visión antropológica eurocéntrica defendida a partir del proyecto racionalista ilustrado del siglo XVIII, caracterizaban a la sociedad europea como la civilización por excelencia desde la cual había sido posible formular el camino unívoco y teleológico al desarrollo a través de la ciencia.

Más aún, a pesar de su consistencia, esta estructura se vio parcialmente alterada con la independencia del Imperio del Brasil en 1822. Y es que, a partir de entonces, el Estado portugués convirtió en una prioridad revertir hacia las colonias africanas la emigración de las clases populares portuguesas que, históricamente, habían emigrado hacia su colonia americana. Ello era necesario debido, entre otros factores, a que este flujo constituía un mecanismo que evitaba el surgimiento de estallidos sociales en la metrópoli. Este acontecimiento resultó en un aumento de los controles de la metrópolis, un mayor monopolio de la población blanca en las funciones públicas, y un desplazamiento de las clases mestizas hacia un rol social periférico. La prohibición del comercio internacional de esclavizados por el Imperio Brasileño en 1850ii, su posterior abolición en 1888iii y la Conferencia de Berlín en 1885iv, produjeron una nueva profunda alteración en las estructuras productivas angoleñas, desplazando, sobre todo, a las poblaciones mestizas del interior de su rol de articuladores de la actividad comercial hacia los puertos. De esta manera, su lugar en la administración del Estado colonial se vio severamente recortado, y, con ello, las lecturas vigentes del desarrollo comenzaron a generar cortocircuitos en las mentes de las clases ilustradas locales.

Ante tal contexto, el estallido de la crisis en la metrópoli y el posterior establecimiento de la República portuguesa en 1910 condujo a la instauración de una política económica desarrollista. No obstante, esta iniciativa no alteró las viejas estructuras sociales, fomentando, cada vez más, un descontento social que continuó cultivando la ideología independentista. Con el advenimiento del golpe de Estado de 1926 en Portugal, “en Angola ya se había producido un cambio fundamental: la población portuguesa de la colonia, aquellas personas que se sentían portuguesas, había pasado a ser exclusivamente la población blanca” (ALCOY, 2007, p. 65), algo que la dictadura no haría más que reforzar.

A partir de la imposición del desarrollismo colonialista por el nuevo régimen, Portugal defendió sus dominios en África desde la lectura de que éstos eran parte integral de su territorio. Ello servía, además, para fortalecer la justificación ideológica salazarista del destino histórico del pueblo portugués, que debía cristianizar y asimilar a las poblaciones indígenas en un pueblo no racializado. En la realidad, la política angoleña estaba caracterizada por una aguda desarticulación, y el racismo estaba presente en cada dimensión del sistema (FRY, 2003). En este contexto, la limitación cada vez mayor de los derechos de participación de los mestizos educados los llevó a constituirse en el núcleo de la oposición política de la colonia. Ello quedó claro, sobre todo, en la conformación del Movimiento Anticolonialista en París, en 1957. El mismo desencadenaría pronto en la fundación en el exilio del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), liderado por Agostinho Neto (COOPER, 2002, p. 139-140).

De manera paralela, la década de 1960 estuvo marcada por el inicio del proceso de descolonización política de los países del África Subsahariana. La coyuntura internacional, marcada por la disputa entre los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, trasladó el conflicto de la Guerra Fría al interior de los procesos de descolonización africana. Esto se vio traducido en la aparición de movimientos políticos afines a las políticas de ambos bloques, tanto en los nuevos países independientes, como en los movimientos políticos en lucha por la descolonización.

Pese a este contexto, el régimen autoritario portugués logró coartar hasta mediados de la década de 1970 las pretensiones de autonomía política del pueblo angoleño, gracias a que la acción represiva del colonialismo portugués fue una actividad sistemática permanente y extendida en todo el territorio. Este sistema represivo contuvo la organización social, azuzando las diferencias políticas internas y evitando la conformación de una única entidad de lucha por la independencia de las colonias portuguesas. De este modo, de manera paralela a la conformación del MPLA, la insurrección popular en la ciudad de Luanda del año 1961 dio origen a la conformación del Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA), una corriente moderada prooccidental formada de la fusión entre la Unión de los Pueblos de Angola de 1954 y liderada por Holden Roberto (COOPER, 2002 y SANTOS, 2001). Finalmente, en julio de 1964, Júlio Savimbi, ministro de Negocios Extranjeros del Gobierno de la República de Angola en el Exilio, abandonó el FNLA y formó su propio movimiento, la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA).

El MPLA, el FNLA y la UNITA nunca se entendieron ni supieron coordinar sus acciones en la lucha por la liberación de su país. Aparentemente con el mismo objetivo -obligar a Portugal a reconocer la independencia de Angola-, se revelaron siempre incapaces de unir sus esfuerzos en un frente único. Así, lo que había de común entre estos movimientos también fue su motivo de separación: todos eran dirigidos por diferentes fracciones de las élites angoleñas, ya sea nacionales o locales, teniendo por consiguiente diferentes proyectos y distintos apoyos externos.

El MPLA se presentaba con una orientación política nacionalista y socialista, y hacía hincapié en el rol de una vanguardia política liderando a la Nación hacia la modernización y la justicia social. Era apoyado por la Unión Soviética y sus aliados, y entre los países limítrofes de Angola, por la República Popular del Congo. Las otras facciones, sin embargo, la veían como una élite no africana remota a las instituciones sociales y redes en las que la población vivía (VIZENTINI, 1998 y COOPER, 2002). El FNLA se presentaba con un programa ideológicamente menos definido, apoyado por los Estados Unidos y la República Popular China. También era abiertamente apoyado por la República de Zaire, donde se encontraban refugiados centenares de miles de angoleños del norte. Fue inicialmente el único movimiento apoyado por la Organización para la Unidad Africana (OUA), apoyo que luego compartió con el MPLA. La UNITA, por su parte, de tintes maoístas que enfatizaban la revolución agraria, era tímidamente apoyada por China en el ámbito global, y por Zambia en el ámbito regional.

Las tres facciones independentistas no eran en un principio rivales, dado que sólo el FNLA era etno-nacionalista. El conflicto entre ellos se etnizó con el paso del tiempo (COOPER, 2002) a partir de la búsqueda de auxilios y la construcción de discursos legitimadores. A pesar de que el MPLA tenía especial penetración entre los Mbundu, era un movimiento que contaba con diversos apoyos. Era, además, el único con implantación en los centros urbanos y la franja costera, contando por ello con el apoyo de intelectuales y grupos significativos de mestizos y blancos. Por otro lado, el FNLA estaba implantado casi exclusivamente entre los Bakongo del noroeste de Angola. La UNITA, por su parte, estaba confinada a los Ovimbundu, la comunidad más numerosa del país. Todas esas divergencias y rivalidades se transformaron, más allá de la disputa entre algunas zonas de influencia, en enfrentamientos armados influenciados profundamente por el contexto regional e internacional.

Estos desencuentros internos colaboraron con la permanencia de la dominación portuguesa sobre Angola, trayendo como consecuencia que la lucha por la liberación fuera larga y dura. En 1974, la Revolución de los Claveles puso fin al gobierno dictatorial de Salazar en la metrópolis colonial. Los líderes del golpe, de orientación popular, vieron a la guerra por la independencia como un desgaste constante, y pronto negociaron la descolonización para tornarse así miembros plenos de la “Europa Moderna” (COOPER, 2002, p. 140).

En territorio angoleño, por su parte, la división y el enfrentamiento entre los tres grupos que luchaban por la independencia se intensificaron luego de la caída del régimen colonial, y transformaron la lucha por la independencia en una compleja guerra civil. Mientras era negociada la formación de un gobierno transitorio de coalición, el FNLA, apoyado por mercenarios blancos y tropas de Zaire, avanzó desde el norte para atacar Luanda, donde el MPLA era dominante. La invasión, no obstante, fue derrotada por el MPLA, que, con apoyo de Cuba y la URSS, consiguió mantener bajo su control la capital. Mientras el FNLA era derrotado en el norte, el UNITA, apoyado por Zambia y el ejército de Sudáfrica, desencadenó al sur una ofensiva relámpago contra el MPLA, que fue repelida gracias a una intensa ayuda de armas y soldados cubanos. Este apoyo no cesaría hasta el fin de la Guerra Fría. Con esta primera ronda de triunfos, el movimiento liderado por Agostinho Neto declaró a Angola una República Popular de inspiración socialista.

El entusiasmo por la independencia, sin embargo, no fue capaz de sustentar los planes y dar fundamentos al proyecto nacional. Luego de los primeros años que seguirían al periodo de descolonización, las frustraciones y la sensación de impotencia colocaron límites a la construcción de una Angola popular, debido a los serios obstáculos puestos por las complicaciones económicas, políticas y sociales. De esta manera, así como ocurrió con otros estados africanos recientemente aflorados del sistema colonial, el estado angoleño se fundó sobre un conjunto de grupos sociales históricamente diferenciadosv, integrados en universos culturales extremadamente distintos, cuyas relaciones no siempre estaban caracterizadas por la deseada armonía. Marcadas según los intereses de las grandes potencias europeas y respetadas tras los procesos de descolonización, las fronteras geográficas ostentaron una artificiosidad que, sin haber sido diluidas por los procesos históricos, permanecieron como un fenómeno problemático que, incluso hoy, debilitan al país y repercuten en las expresiones de su cultura. Según Rita Chaves,

A diversidade linguística, o ritmo violento das transformações históricas e a coexistência de vários tempos culturais num só espaço geográfico são, como se pode verificar, alguns dos vetores que dinamizam a organização do país. Diante de tantos complicadores, o selo fundamental só poderia ser a imagem da fratura, materializada nas grandes divisões sociais, econômicas, religiosas e políticas ainda expostas em sua presente realidade (CHAVES, 1999, p. 31).

En este sentido, la división territorial forzada sobre la que se asentaron las independencias africanas se tradujo en la necesidad de unir bajo unas mismas leyes comunidades profundamente heterogéneas, y a la vez, fragmentó gran cantidad de unidades étnico-culturales en distintos estados. Esta situación se sumó a la importación forzosa de construcciones institucionales occidentales al margen de la sociedad civil, que llevaron a la imposición de leyes arbitrarias y represivas (SHMITE, 2009, p. 100), y cuyos objetivos se verían impuestos desde afuera por las relaciones internacionales de producción. Esta condición se profundizó a lo largo del resto del siglo XX, llevando al fortalecimiento de instituciones políticas que fomentaban la presencia de fuertes personalismos patrimonialistas y clientelares dependientes del poder coactivo, y a un alto grado de dependencia de los estados industrializados e instituciones financieras internacionales (SHMITE, 2009, p. 102).

Sin embargo, frente a esta institucionalización ajena a las condiciones históricas propias del continente, quizás el problema más grande de la disociación entre el Estado y la sociedad pueda ser planteado en términos de politización de la etnicidad. El manejo de la diversidad cultural fue un mecanismo de ruptura y segregación social por las fuerzas en pugna tanto en el periodo colonial, como en la Guerra Fría y el periodo de postguerra. Utilizada como fuente de legitimidad y recursos, la diversidad cultural fue manipulada en innumerables casos por políticas internas y externas para el reparto del poder de la sociedad.

Literatura angoleña

África está donde está a pesar de haber sido reprimida por las fuerzas más poderosas del mundo.

Esto por sí sólo ya es un logro

(Ngugi wa Thiong'o)

La literatura angoleña tradicional se ha transmitido oralmente a lo largo de las sucesivas generaciones a través de cuentos, leyendas, fábulas, proverbios y adivinaciones. En este sentido, adquiere un carácter popular, donde la música, el baile y lo sobrenatural forman parte de su estructura como tal. Las primeras recopilaciones de la literatura oral angoleña fueron realizadas por Saturnino de Sousa e Oliveira, brasileño, y Manuel de Alves de Castro Francina, angolano, que, en la obra Elementos Grammaticaes da Língua Nbundu (1864), transcriben 20 proverbios en quimbundo. Posteriormente, en 1885, el misionero suizo Héli Chatelain, en la obra Grammática Elementar de Kimbundu ou Língua de Angola, reunió 61 proverbios, adivinanzas y cuentos tradicionales. Entre estas narrativas, se destacan las históricas, llamadas ma-lunda, que son crónicas transmitidas por los jefes o ancianos de cada unidad política, y las poéticas, que tienen un carácter épico, heroico, bélico, dramático o religioso, y son cantadas. En las poesías, hay pocas señales de rimas, pero muchas aliteraciones, ritmo y paralelismos (ERVEDOSA, 1985, p. 7-10).

En 1845, se instaló la primera oficina tipográfica en la ciudad de Luanda, durante un siglo XIX que fue marcado por el horror del proceso de colonización y por el tráfico de seres humanos esclavizados. Paralelamente en este período tuvo lugar el nacimiento de una literatura nativista, muy conectada con la tradición del romanticismo brasileño, cuyo objetivo era desarrollar una identidad nacional y el sentimiento de pertenencia, tal como las obras del escritor Joaquim Dias Cordeiro da Matta. Su poesía Delírios inauguró la construcción de una estética literaria angoleña en la poesía, en la que retrataba el paisaje e incorporaba vocabularios de la lengua quimbundo (KANDJIMBO, 2003, pp. 80-85). Casi un siglo más tarde, en la década de los cuarenta del siglo XX, resurgió un movimiento cultural que instaba el sentimiento nacional a través del emblema ¡Vamos descubrir Angola!. De acuerdo con Chaves (1999, p. 46),

A noção de recuperação de uma franja do passado se confirma no uso da palavra “descobrir” - referindo-se a frase de ordem “Vamos descobrir Angola”. Tratava-se, pois, de uma depuração, buscando destacar o que seria o genuinamente angolano, ou seja, o que estava antes da contaminação imposta pela sociedade colonial.

En este momento, empezó a surgir una literatura que buscaba expresar una manera propia de sentir, ver y expresarse y que, a la vez, debería ser arma de lucha y de identificación para el pueblo angoleño. Entre los escritores que destacan en este período estaban Maurício de Almeida Gomes, Mário António, Viriato da Cruz, António Jacinto y Agostinho Neto, quienes formaron el Movimiento de los Nuevos Intelectuales de Angola y se reunieron en torno a la revista Mensagem. La poesía para estos escritores, como hemos señalado, pretendía crear una nueva concepción de la narrativa literaria, la cual debería ser la portavoz del pueblo angoleño. Este grupo, dado su carácter político, había sido “objeto de repúdio e perseguição por parte do governo português” (CHAVES, (1999, p. 46) y de la policía angoleña. Como consecuencia de ello, la revista Mensagem sólo llegó hasta su segundo número, y el Movimiento se disolvió.

Posteriormente, la mayoría de estos intelectuales se reunieron en el seno de la militancia política del MPLA. En su Primer Manifiesto (diciembre de 1956), sus integrantes señalaban que el “colonialismo portugués não cairá sem luta […] Será vitoriosa com a realização de uma frente unida de todas as forças anti-imperialistas de Angola […]; será vitoriosa graças à formação de um vasto movimento popular de libertação de Angola” (ERVEDOSA, 1985, p. 86). Así, la palabra, el pueblo y la praxis política se habían fusionado en una evidente oposición (cultural, política, histórica y discursiva) a un pasado marcado por el colonialismo.

De hecho, el poeta Agostinho Neto participó en la fundación del MPLA, y se convirtió tanto en su presidente, como en Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Populares de la Liberación de Angola, su brazo armado. Optó, así, por la acción política como medio para alcanzar las aspiraciones de libertad de su pueblo. Más aún, en febrero de 1955 fue arrestado, y, posteriormente, condenado a dieciocho meses de prisión. El 25 de febrero de 1955, escribió Poema en la Cárcel de Caxias, texto que expresa la soledad y el inconformismo de Neto en la prisión:

Apetece-me escrever um poema.

Um poema fechado dentro de si para ser compreendido apenas pelos passarinhos que chilreiam lá fora sobre as três árvores da minha única paisagem.

(NETO, 1985, p. 72)

El año posterior, una petición internacional circuló en los medios intelectuales solicitando su liberación. La petición generó tal repercusión, que llegó incluso a ser firmada por personalidades tales como Simone de Beauvoir, François Mariac, Jean-Paul Sartre y Nicolás Guillén. De esta manera, tanto su jerarquía doméstica, como su reconocimiento internacional, contribuyeron a que, como corolario de este proceso de lucha, el 11 de noviembre de 1975, Agostinho fuera proclamado presidente de Angola. A la postre, a lo largo de su gobierno, la literatura y los escritores convirtieron su proyecto cultural e identitario en un proyecto político.

Así pues, de acuerdo con Salvato Trigo (1986, p. 61-65), la literatura angoleña tiene que ser mirada a la luz de la negatividad, es decir, como una búsqueda de identidad en oposición a la literatura colonial y a la occidentalización de la cultura africana. La literatura autóctona defendía, por lo tanto, el indigenismo en el nuevo orden cultural forjado por el contacto violento entre el mundo africano y el mundo colonial. Era una literatura, pues, mestiza, híbrida, donde emergían las voces de los otros que, hasta entonces, no habían sido escuchadasvi. Sin embargo, estas voces no eran negras o blancas, a diferencia de la literatura africana de expresión inglesa; como el poeta Antonio Jacinto escribió: “O meu poema sou eu-branco, montado em mim-preto a cavalgar pela vida”. Por ello, como ha subrayado Edward Said (2005, p. 251), la historia

não é uma máquina calculadora. Ela se desenvolve no espírito e na imaginação e se encarna nas múltiplas respostas da cultura de um povo, que é em si mesma a mediação infinitamente sutil de realidades materiais, de fatos econômicos subjacentes, de ásperas objetividades.

Esta “identidad híbrida” angoleña, es decir, una identidad múltiple y mestiza, permite que el sujeto abandone las identidades reconocibles para oscilar críticamente entre la “pertenencia” a una cultura autóctona, y, a la vez, el “extrañamiento” y (re)descubrimiento de la voz de uno mismo en esa cultura a ser reivindicada. De esta forma, la identidad es concebida como una síntesis inacabada, constituida a través de un proceso de individualización. La búsqueda por la identidad debe ser vista, entonces, como un proceso enteramente relacional e incompleto (CRESCENTINO, 2019). Este transcurso se encuentra, además, en permanente movimiento de desplazamiento, como una travesía; como una formación discontinua que se construye a través de sucesivos procesos de territorialización y desterritorialización (GRECCO, 2015; RIBEIRO, 2018), cuya idea de “territorio” significa el conjunto de representaciones que un individuo o un grupo tiene de sí mismo (BERND, 1992, p. 11). En suma, es la búsqueda de vivir lo relativo tras haber sufrido la violencia de lo absoluto: escribir significaba, de varias y diversas maneras, (re)escribir Angola (CHAVES, 2003, p. 104).

Agostinho Neto: Praxis política y poética en Sagrada Esperanza

Aqui no cárcere a raiva contida no peito espero pacientemente o acumular das nuvens ao sopro da História Ninguém impedirá a chuva

(Agostinho Neto)

Antonio Agostinho Neto nació el 17 de septiembre de 1922, en la aldea de Kaxicane, Distrito de Luanda, capital de Angola. Hijo de Agustín Neto, catequista de Misión americana en Luanda, y de Maria d'Silva Neto, profesora. En 1944, viajó a Portugal con el objetivo de estudiar en la Facultad de Medicina de Coimbra. En la obra Sagrada Esperanza, hay un poema titulado Un aniversario que hace alusión a ese período de la vida del escritor:

Diziam cartas e telegramas da família:

- Muitos parabéns muitas felicidades E um irmão doente a mãe cheia de saudade e a pobreza calmamente consentida na existência religiosa.

E a glória de ter um filho formado em Medicina!

(NETO, 1985, p. 50)

De acuerdo con la poesía, vemos el orgullo de la familia en tener un hijo licenciado en Medicina. Aún estudiante de medicina, llevó a cabo, junto con otros jóvenes nacionalistas, la tarea de divulgar la cultura angoleña, ampliamente reprimida por el poder colonial. De esta manera, Agostinho Neto invocaría el “rescate” de la identidad cultural angoleña, que es, a la vez que una lucha por la descolonización, la resistencia africana que asume plenamente una lucha de emancipación política, poética e identitaria. Una identidad que recrea su pasado tradicional al mirar hacia el futuro, pero que niega implícitamente la herencia (y violencia) occidental. Como señaló en la poesía “Consciencialização” de la obra Sagrada Esperanza: “a História está a ser contada de novo […] me regreso à África”. Sin embargo, esta nueva África niega la herencia europea. En À Reconquista, haciendo una alusión directa a la historia europea, critica duramente algunos de los principales pilares de Europa: “vem comigo África dos palcos acidentais descobrir o mundo real, onde os milhões se irmanam na mesma miséria, atrás das fachadas de democracia de cristianismo de igualdade”.

En este sentido, el itinerario de la poesía angoleña se constituye en una impresionante historia de resistencia a la dominación y de esperanza en un nuevo orden distinto del que había impuesto el colonialismo. La identidad angoleña sería tejida, entonces, desde la diferencia, con la idea de una unidad rescatada del pasado pre-colonial y, sobre todo, la palabra debería ser espacio de compromiso con la realidad histórica y política del país. La literatura era vista como una de las principales formas de dominación colonial, y reivindicarla, desde su radical cambio para la construcción de la Nación de Angola, era un deber.

En este sentido, como Benedict Anderson subrayó en su libro Comunidades imaginadas: reflexões sobre a origen e a difusão do nacionalismo, la nación es una comunidad política imaginada y, en el proceso de imaginarla, los sentidos, la repercusión afectiva de discursos, y la esperanza en el futuro son esenciales para que un grupo se conforme y se organice. De esta forma, Sagrada Esperanza es, especialmente, espacio de un vibrante compromiso de imaginación de construcción y de devenir histórico de la nación. En la obra, se condena el pasado colonial y se afirma que el presente debería ser asentado en otros valores -valores del pasado pre-colonial africano. Se busca, así, atar las dos puntas de la historia angoleña: el pasado pre-colonial y el presente post-independencia.

La poesía “Aspiração”, en Sagrada Esperanza, escrita en 1974, poco antes de la independencia de Angola, es una síntesis de estos sentimientos, al señalar un continum entre presente y pasado: un pasado triste, de senzalas y opresión, y, por otra parte, un presente de sueño y esperanza. El “aún” (ainda), repetido constantemente, contribuye a dar unidad al texto. En el inicio de la poesía, el autor alude a tres regiones que tuvieron su historia marcada por la esclavitud: África, Estados Unidos y Brasil, representados por Congo, Georgia y Amazonas. Este sufrimiento aún repercutiría en la historia actual de África: “Ainda o meu canto dolente, e a minha tristeza, no Congo, na Geórgia, no Amazonas. Ainda o meu sonho de batuque em noites de luar. Ainda os meus braços, ainda os meus olhos, ainda os meus gritos” (NETO, p. 42). Y se señala los sufrimientos de los esclavizados: “Meus gritos, o dorso vergastado, o coração abandonado, ainda a dúvida, os meus gritos, sobre o meu mundo isolado, o tempo parado” (NETO, p. 42).

Otra poesía muy representativa es “Noite”. La poesía de Agostino Neto es construida desde la dialéctica entre la desesperación y la esperanza; la oposición entre noche y día, entre sombra y luz. En “Noite”, el poema hace alusión a la opresión de la trata transatlántica de los africanos, donde estos vivieron en “bairros escuros do mundo; sem luz, nem vida (NETO, p. 30)”. Y señala: “onde as vontades se diluíram, e os homens se confundiram com as coisas”, es decir, la esclavitud convirtió a la población africana en objetos, dentro de la “noche” del colonialismo. Sin embargo, el poeta termina con la frase: “Também a noite é escura”, es decir, que la noche también tiene el color de los pueblos negros y, entonces, después de una etapa sufrida, llegará la luz, un nuevo futuro.

Por otra parte, la poesia “Criar” subraya la importancia de la praxis política a través de la palabra. Para Agostinho Neto, crear significa escribir con consciencia social, política y nacional: “Criar criar, criar no espírito criar no músculo criar no nervo, criar no homem, criar na massa, criar, criar com os olhos secos” (NETO, p. 100). El poeta debe levantar a las masas para la lucha: “Criar criar gargalhadas sobre o escárnio da palmatória, coragem na ponta das botas do roceiro, força no esfrangalhado das portas violentadas, firmeza no vermelho sangue da insegurança”.

En “Sangrentas e Germinantes”, el poeta angoleño realiza una denuncia contra los traidores de la independencia: “Nós na África imensa, e por cima da traição dos crocodilos, através das majestosas invencíveis, no rodar da vida” (NETO, p. 61). “Traição dos crocodilos” podría estar relacionado con las elites que disputaron el poder en Angola, unas nacionalistas, otras entreguistas. Sin embargo, África camina, a pasos lentos, hacia la libertad; “Da África imensa, negra, e clara como as manhãs de amizade, desejosa e forte como os passos da liberdade”. Y el futuro es de unión entre pueblos de todo el mundo: “Eis as nossas mãos, abertas para a fraternidade do mundo, pelo futuro do mundo, unidas na certeza pelo direito, pela concórdia, pela Paz”.

Conclusiones

Como ha quedado plasmado, el diálogo entre las múltiples y diversas fuentes incorporadas por la Historia desde la revolución generada por la Escuela de los Annales ha ofrecido un ilimitado, reverberante y aún disputado efecto en las fronteras disciplinares. Con ello, las diversas pistas legadas por ellas permiten analizar nuevos objetos de estudio, accediendo a una gran diversidad de historia(s) interconecada(s) más allá de las lecturas oficiales fortalecidas por los estados nacionales (CRESCENTINO Y VITÓN, 2020). A lo largo de este artículo, la propuesta ofrecida tuvo por objetivo conectar la historia política angoleña y la literatura a la luz de la praxis poética de Agostinho Neto.

En este sentido, los angoleños consiguieron ejercer su capacidad de agencia en el proceso de descolonización por medio de la resignificación de la literatura, y resistieron, así, al proceso de sujeción colonial. Este proceso quedó plasmado en la independencia angoleña, firmada en noviembre de 1975, la cual parecía, en este momento, abrir una nueva etapa para los estados africanos. Sin embargo, el entusiasmo no fue capaz de sostener los planes y la construcción de un proyecto nacional. Los primeros años que se siguieron tras la independencia fueron de una sensación de impotencia, pues las brechas sociales y la pobreza generalizada, con cerca de 90% de la población angoleña analfabeta, parecían una barrera casi insuperable.

No obstante, la poesía de Agostinho Neto revela la esperanza del pueblo africano para encontrar su propio camino hacia un futuro mejor. La literatura, además, fue imprescindible para la formación de una identidad nacional, en un proceso paralelo de independencia político-cultural. El proceso de concienciación nacional fue, por consiguiente, un proceso también literario, pues, mediante la literatura, los pueblos pueden imaginar, simbólicamente, la nación y su futuro.

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Notas

i Acción financiada por la Comunidad de Madrid a través del Convenio Plurianual con la Universidad Autónoma de Madrid en su línea de actuación estímulo a la investigación de jóvenes doctores, en el marco del V PRICIT (V Plan Regional de Investigación Científica e Innovación Tecnológica) (Referencia SI1/PJI/2019-00257).
ii Por medio de la Ley Queiroz del Imperio Brasileño en 1850.
iii A través de la Ley Áurea del Imperio Brasileño en 1888.
iv El Congreso de Berlín, realizado entre el 19 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero de 1885, tuvo como objetivo organizar la ocupación de África por las potencias coloniales, y resultó en una división que no respetó ni la historia, ni las relaciones socio/familiares de los pueblos del continente africano. Estableció, asimismo, el dominio efectivo como único criterio válido para aceptar la reclamación sobre un territorio.
v Ello queda en evidencia cuando se verifica la diversidad lingüística de Angola. En este sentido, existen seis grupos etnolingüísticos en el país: Kikongo, Kimbundo, Cokwe, Umbundu, Mbunda y Kwanyama.
vi Sobre esta cuestión ver la obra de Ngũgĩ wa Thiong'o, Descolonizar la mente: La política lingüística de la literatura africana.
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